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índice general

sig lo veintiuno editores, s.a. de c.v.


C E R R O D E L A G U A 248, D E L E G A C IÓ N C O Y O A CÁ N , 04310 M ÉXICO, D.F,

siglo veintiuno de españa editores, s.a.


C A L L E P L A Z A 5, 28043 M A D R ID , E S P A Ñ A

3 IN T R O D U C C IÓ N
Hacia una geografía de la literatura
5 1. “ G e n e ra l, en el curso de u n a c a m p a ñ a ...”
Franco Moretti, Altas de la novela europea 1800 - 1900. [Este 8 2. “ ...p e r o no ten em o s atlas a rtís tic o s ”

documento tiene el "Capítulo tercero" y, al final, una página del


"Capítulo primero", con una referencia a Bajtin.] 13 CA PÍTU LO P R IM ER O
Novela y estado-nación
15 1 . “ H o m e -la n d ”
20 2. In g la terra v u e lta patas arrib a
26 3 . “ L as p érd id as recien tes e n las In d ias O ccid e n tale s.
31 4. G e o g r a fía d e las ideas
35 5 . L ejo s d el cen tro
43 6. In te rlu d io teó rico : I. E s p a c io y estilo
51 7. P o r el cam in o real
61 8. “ U n río gran d e , que p a re cía u n a inm en sa serp ien te
68 9. Ir a la ciu d ad
74 1 0 . In te rlu d io teó rico : I I. G e o g r a fía del argum ento

p o rtad a de germ án m o ntalvo


e d ició n al cuidado de lib ro s del u m bral 79 CAPÍTULO SEGUNDO
Historia de dos ciudades
p rim era edició n en españ ol, 19 9 9
© s ig lo x x i ed ito res, s. a. de c. v. 81 1 . E l p ro b lem a
isb n 9 6 8 - 2 3 - 2 19 7 -2 82 2. “ V iv im o s en zonas tan d istin tas de L o n d r e s ...”
90 3. “ U n m o saico d e pequeños m u n d o s”
p rim era edició n en italian o , 19 9 7 10 3 4. M ied o en P a rís
© g iu lio ein au d i e d ito re, s .p .a ., tu rín 10 9 5 . In te rlu d io teó rico : I I I . H is to ria s del T e rce ro
114 6. C am p o s d el p o d e r
títu lo origin al: atlante d e l rom anzo europeo, 1 8 0 0 - 1^ 0 0
119 7. E l tercer L o n d re s
12 8 8. E x tra ñ a m e n te p u esto s en con tacto
derech o s reservad o s con fo rm e a la ley
13 8 9. 2 2 1 B B a k e r Stre e t
im preso y hecho en m éx ico / p rin ted and m ade in m exico
144 Capítulo 2
Capítulo 3
Cosa que en el fondo es probable, sí se piensa que en Doyle casi
> -u n criminal de cada dos es extranjero (fig. 67) y que en la única his­ E l mercado de la novela hacia 18 5 0
toria que se desarrolla fuera del reino — The final problem, en las fuen­
tes del Rin— Holmes es asesinado de inmediato (pero después resu­
cita: en Park Lañe, en pleno West End).

¥ “ Cómo Inglaterra se volvió una isla” , escribió una vez Braudel. En­
tre otras cosas, fue así.

F ig u ra 6 7. “ R a c i -i e ”
A diferencia de los villains franceses de la figura io , los criminales de Doyle provienen princi-
•í - pálmente de Estados Unidos, Alemania e Italia. Es un indicio del hecho de que nuevas rivali­
dades económicas (Estados Unidos) y político-militares (Alemania) han tomado el lugar del an­
tiguo antagonismo anglo-francés. En cuanto a Italia, su presencia en la narrativa policial de
fines del siglo XIX tiene que ver sobre todo con la existencia de sociedades criminales del tipo
de la mafia.

°

.. .atravesamos el Londres del gran mundo, el Londres de los hote­


les, el Londres de los teatros, el Londres literario, el Londres co­
mercial, el Londres marítimo, hasta que llegamos a una ciudad flu­
vial de cien mil almas, donde los edificios de viviendas se ahogan
bajo el hedor de todos los desperdicios de Europa...
CONAN D o yle , “ La aventura de los seis Napoleones”
Mercado de la novela. Sociología de la literatura, como se le llamó
por mucho tiempo; historia del libro, historia de la lectura, como se
tiende a llamarla hoy. Un campo nuevo, en crecimiento, lleno de sor­
presas; pero que todavía no ha tocado realmente la historia literaria,
y menos aún la reflexión morfológica. Gran diplomacia entre los his­
toriadores del libro y de la literatura: pero una verdadera discusión
todavía está por producirse. Y entonces, este capítulo intenta tender
un puente entre dos líneas de investigación: la historia del libro y la
historia de las formas. Cosas muy distantes entre sí, se dirá. Es ver­
dad. Y justamente por eso el puente es necesario.

En segundo lugar, estas páginas quieren ser un estudio cuantitativo-.


“historia serial del tercer nivel” (el nivel de la cultura), como la lla­
mó una vez Pierre Chaunu.1 Como siempre en la historia serial, el
mío será un objeto artificial, construido; porque una serie no se “ en­
cuentra” en la naturaleza, sino que se construye, y se construye apun­
tando a lo que es repetible, y por lo tanto puede transformar objetos
distintos en una serie homogénea. Y eso, naturalmente, es lo que ha­
ce los métodos cuantitativos tan sospechosos, a los ojos de la crítica
literaria: el temor a que supriman la unicidad, la irrepetibilidad de
cada texto. Lo cual, es preciso admitirlo, es cierto. Pero como yo no
creo en el valor epistemológico del caso único, la cosa no me procu-
pa mucho, y más bien... Pero sobre eso hablaré más adelante.

Por último, éste es también, obviamente, un capítulo de geografía


cultural. Los historiadores del libro han mostrado con frecuencia có-
1 P, Chaunu, “ Un nouveau champ pour l’histoire seriellc: le quantitatif au troisiéme ni-
veau” , en Methodologie de l ’ histoire et des Sciences humaines, Toulouse, Privat, 19 7 3 .
148 Capítulo 3 E l mercado de la novela hacia 1850 149

mo el mercado literario se divide verticalmente, entre los diferentes además, el concepto de “ literatura nacional” nunca me ha convencido,
grupos sociales; aquí yo estudio las discontinuidades horizontales, en­ y contaba justamente con una distribución altamente diferenciada
tre un lugar y otro lugar. Lo cual me llevará a reflexionar sobre los para disolverlo en un archipiélago de circuitos, o mercados, diferentes.
distintos espacios de la historia literaria —la provincia, la nación, el
continente, el mundo...— y sobre la jerarquía, a veces inflexible, que Bien Tenía las muestras, y debía estudiarlas. Pero ¿cómo? Para mi,
los gobierna a todos. la unidad de análisis ideal sería el género literario: pero la taxonomía
de la literatura del siglo xix es un desastre tan grande, y los títulos de
esos catálogos suelen ser tan oscuros que - p o r el m om ento- un aná­
I lisis por géneros es impensable. Por lo tanto empecé a medir la ac-

1. “Experimentos realizados sobre diagramas’ ¡ Figura 68 . C/RCUL/ITÍNG JJBRARlhS


Catálogos consultados: Ebers’ (Londres, 1838); Literary Society (Madrás, 1839); Lovejoy s (Read-
ing 1845); Columbell's (Derby, 1845); Public Library (Norwich 1847); Public Library (Beecles
La figura 68: circulating libraries. Las bibliotecas circulantes, o de
i 8847)' Hewitt’ s (Derby, 1849); Davies’ (Cheltenham, 1849); Henriques (Gheltcnham, 49 >
préstamo, de mediados del siglo xix: cuando la grandísima mayoría Kaye’s (Newcastle-upon-Tyne, 1852); Plowman’ s (Oxford 1852); Vibert s (1 enzance 1 5 Ú,
de los lectores no compra novelas, sino que las pide prestadas justa­ Athenaeum & Mechanic Institute (Wolverhampton, 1856); Bntish Libiaiy (Londres, 186 .).

mente a esas salas comerciales que se encuentran por todas partes, y


que por lo tanto constituyen excelentes indicadores de mercado. Con
una limitación seria, lamentablemente: aun cuando subsisten muchos
catálogos de circulating libraries, los registros de los préstamos se han
perdido.2*Es decir, sabemos qué libros tenían en sus anaqueles, pero
no si se leían o no. Lo cual es ciertamente una lástima, pero hace el
estudio de los catálogos aún más útil: si nunca sabremos qué leía efec­
tivamente la gente, lo único que nos queda es razonar sobre lo que
habría podido (o no habría podido) leer.
Después de haber pedido consejo a algunos historiadores del li­
bro, en 1993 escribí a diversas bibliotecas inglesas, y obtuve los ca­ on-Tyne

torce catálogos de la figura 68. Como los catálogos están en orden al­
fabético por títulos, tomé los primeros cien títulos de cada colección,
a fin de tener muestras comparables, y me puse a estudiarlas. Con
una sola esperanza, muy simple: encontrar la mayor cantidad de di­
ferencias posible. La geografía vive de diferencias (si los ríos, las ciu­
dades y las montañas estuvieran distribuidas por todas partes unifor­
memente, los mapas serían inútiles y la geografía no existiría); y

2 Con una excepción, que constituye el objeto del excelente estudio dejan Fergus, “ Eigh-
teenth-Century Readers in Provincial England: The Customers of Samuel Clay’s Circulating
Library and Bookshop in Warwick, 17 7 0 -17 7 2 ” , en ThePapers ofthe BibliographicalSociely o f # Punzance
America, vol. l x x v i i i , núm. 2, 1984. huera del mapa: Madrás
150 Capítulo 3 E l mercado de la novela hacia 1850 151

tualidad” de las distintas bibliotecas, pero no encontré nada intere­ sitarlo: que su rigidez está en relación con la brevedad de los cursos: j
sante. Pasé entonces a otro indicador, que era, en sentido amplio, diez, doce, quince semanas, lo que sea: siempre demasiado pocas pa­
una medida de la presencia del “ canon” en las diversas colecciones: ra sentirse en libertad de cambiar realmente. Y lo mismo ocurre con
es decir, cuántas de las cien novelas de cada muestra habían sido es- las bibliotecas pequeñas: tienen sólo diez o doce anaqueles, y por lo
.- critas por autores mencionados en el Dictionary o f National Biography tanto los llenan con libros “ seguros” . En Francia, las bibliotecas pri­
(dnb ). Naturalmente el dnb está lejos de ser perfecto (y además es vadas de comienzos de la época moderna se rigen por el mismo prin­
mucho más amplio que el “ canon” novelesco corriente), pero es un cipio: cuando hay un solo libro en la casa (lo que en el siglo xvii ocu­
índice rico y plausible, ya espléndidamente utilizado por Raymond rre con frecuencia), la elección nunca es casual (aquí literatura, alia
Williams en los años sesenta y después, más recientemente, por G a­ religión, en otro sitio historia o libros de viajes); es siempre la mis­
ye Tuchman y Nina Fortin en su análisis de la formación del canon ma, una obra de devoción.6 La lógica es siempre la misma: dimen­
(y de las exclusiones que implica).3 siones reducidas, igual a elecciones seguras. Más cínicamente: di­
Para mi gran satisfacción, el dnb presentó de inmediato oscila­ mensiones reducidas, igual a formas hegemónicas; como si faltara el
ciones muy amplias: en algunas bibliotecas las novelas escritas por peso, la masa crítica necesaria para resistir a la fuerza de gravedad
autores “ canónicos” eran menos del 40% ; en otras, más del 80%. de la hegemonía cultural. Si hay un solo libro, religión. Si hay un so­
Las diferencias habían aparecido realmente, y abrían el camino a esa lo anaquel, el canon.
técnica estadística —la correlación— que está al alcance incluso de
6 Sobre esto, cf. R. Chartier, “ Formazíone del libro: libri blu e prodotti a stampa di vas-
un aficionado como yo: explicar un grupo de datos sobre la base de
ta diífusíone” , en Figure delta furfanieria, Istituto della Enciclopedia Italiana, Roma, 1984, pp.
otro grupo de datos.4 Sobre un eje cartesiano las presencias del dnb , 16 3 ss.
sobre el otro las dimensiones de la biblioteca, y el resultado es la fi­
gura 69. Algunos datos no están alineados, es cierto, pero la tenden­
cia general es clarísima: cuanto más pequeña es la colección, mayor F ig u ra 6 9. E l, CANO N EN LAS CIRCULATING LIBRARIAS
es la presencia del dnb . E s decir: cuanto más reducida la colección,
| más canónica es.^ Es lo que dice Margaret Cohén del canon univer- %
90

3 R. Williams, “ The Social Iiistory of English W riters” , en The Long Revolution, 19 6 1;


G . Tuchman y N. Fortin, Edging Women Out, Yale University Press, 1989. 80
4 Recuérdense las frases de Peirce citadas en la introducción: las “ operaciones en los día- ® •
. gramas... equivalen a los experimentos sobre cosas reales de la investigación física y química.
9 •
Los químicos nos hablan desde hace tiempo de sus experimentos como de preguntas plantea­
das a la naturaleza. Bien, los experimentos realizados sobre diagramas son preguntas planteadas a
la naturaleza de las relaciones en cuestión \ Z 60
5 Se me ha hecho notar que esta formulación parece atribuir a las pequeñas bibliotecas Q
de la provincia victoriana una facultad profética (¡acertar en el canon de hoy con un siglo de
anticipación!) decididamente inverosímil. No es así, naturalmente, y el malentendido surge de
un modo equivocado (y muy difundido, sobre todo en Estados Unidos) de considerar el canon
novelesco como una creación de la institución académica. Eso es falso: hicieron falta generacio­ 40
nes para que la escuela “ aceptara” realmente la novela, y cuando lo hizo se limitó (con rarísi­
mas excepciones) a hacer suyas las novelas que ya habían sido seleccionadas por el mercado. Por
lo tanto, si hoy encontramos el canon entero en las bibliotecas comerciales de mediados del si­
500
glo xix, es porque esas bibliotecas se guiaban justamente por el mercado, como lo hará después,
última, la escuela. Dimensiones de la biblioteca
152 Capítulo 3
El mercado de la novela hacia 1850 ; 153
Lo que se acaba de decir sugiere una hipótesis de carácter más 2. Interludio teórico:IV. Literatura normal
general: las cuestiones cuantitativas casi nunca son solamente cuan­
titativas. Una biblioteca pequeña no es igual que una biblioteca gran­ De acuerdo, me han objetado con frecuencia; de acuerdo, las biblio­
de, sólo que en menor escala: es una biblioteca diferente. Diferente tecas más pequeñas son hipercanónicas. ¿Y entonces ? Al fin de cuen­
por la invasión del canon, como ya hemos visto; y diferente también tas, eso significa que los grandes libros están todos, y los mediocres
porque, cuando las dimensiones disminuyen, algo se pierde. Si se mi­ quedan fuera. ¿Qué tiene de malo ese estado de cosas ?
de, por ejemplo, la presencia de las literaturas extranjeras (y a pesar Lo que tiene de malo es la idea, implícita, de que la literatura se
de é[ue de los datos de que dispongo no se desprende ninguna ten­ desarrolla pasando de una gran obra a otra, en una especie de ininte­
dencia general), una cosa parece segura: en la mitad de las coleccio­ rrumpido hilo directo. Y en cambio, sigue un camino oblicuo y lleno
nes más reducidas —y sólo en ellas— la presencia de traducciones de interrupciones: “ canonización de la rama menor” , lo llamaba Vik-
disminuye hasta prácticamente desaparecer: la Hewitt’s Circulating tor Sklovski. Peoría de la prosa:
Librar y de Derby tiene sólo dos novelas extranjeras en los primeros
E n la alternación de las escuelas literarias la herencia no pasa de padre a hijo, si­
cien títulos {G il Blas y Les mysteres de Paris); la Literary Society de
no del tío al sobrino [ ...] E n el “ estrato in fe rio r” surgen nuevas fo rm as, que e x ­
Madrás, uno {Don Quijote)', la biblioteca de Vibert en Penzance, ni pu lsan a las del arte viejo [...] de m an era que el escritor de vod evil B elo p iatk in
uno solo (fig. 70). Aquí, el cambio de las dimensiones ha tocado la resurge en N ek ra so v [ ...] A le xan d e r B lo k canoniza los Jem as y los ritm o s de los
estructura misma de la biblioteca: menos espacio no significa menos cantos gitanos, y C h e jo v introduce el periodism o hu m orístico en la n o v e la rusa,
novelas extranjeras, sino nada en absoluto. Y una biblioteca sin no­ m ientras que D o sto iev sk i eleva los artificios de la novela policial a form a literaria.*6
7
velas extranjeras... bueno, es otra cosa.
Vodevil, gitanos, periodismo humorístico, novela policial; los chis­
tes sobre los burócratas y E l sobretodo de Gogol; las viñetas urbanas
y Dickens; las novelitas coloniales y Heart ofDarkness; la publicidad y
F ig u ra 70. L a s l i t e r a t u r a s e x t r a n j e r a s e n l a s c ir c u l at in g librarles
Ulysses... Eso es lo que sucede cuando una biblioteca sólo tiene ojos
para el canon: castigando la mala literatura priva a su público de la ma­
20 - teria prima, del terreno un poco sucio pero vivo del que procede toda
18 ' evolución literaria. Se vuelve académica, estéril: y más aún si también
l6 - le faltan, como hemos visto, los libros extranjeros. (Y nos preguntamos:
¿será quizás que la rigidez de cualquier “ canon” es directamente pro­
*4
porcional al cerramiento provinciano de una cultura determinada ?)
-
12
Después hay una segunda pregunta, de tipo aún más abstracto. Co­
■3
IO " mo he dicho al comienzo, este capítulo es (también) un razonamiento
@ ©
8- de tipo cuantitativo; trabaja sobre las novelas al por mayor, dejando de
6 -
lado su unicidad. Pero ¿por qué hacerlo ? ¿Qué se gana con eso ? ¿Qué
4 -
@ es lo que los métodos cuantitativos agregan al estudio de la literatura ?
Se gana, para empezar, un contexto más rico para la historia li­
2 -
teraria. Cuando leemos que “ el siglo xviii [...] fue la época por exce-
o
o 500 1000 L>00 2000 25OO 3OOO
7 V. Sklovski, “ Letteratura senza soggetto” , en Una teoría de lia prosa, 1929 , trad. itak,
Dimensiones de la biblioteca
Barí, De Donato, 1966, pp. 18 0 - 18 1.
154 Capítulo 3 E l mercado de la novela hacia 1850 155
leticia del despegue de la alfabetización de las mujeres” ,® por ejemplo, Una literatura más chata y aburrida. Pero nosotros ¿estamos se­
este dato de hecho, exquisitamente cuantitativo, ayuda a compren­ guros de que el aburrimiento es realmente aburrido ? Cuando las mi­
der la creciente importancia de las mujeres escritoras (y lectoras) en remos a la cara, las convenciones literarias se nos mostrarán finalmen­
la novela del siglo xvm, o la fortuna de la forma epistolar, o la gran te como lo que son: un enigma. ¿Cómo es que un género literario sabe
parsimonia estilística —como de quien se dirige a un público ya ple­ adivinar su propia forma, entre cien exordios casuales, en competen­
namente maduro de Austen en el paso al siglo siguiente. cia entre sí, y con frecuencia horriblemente mal hechos ? ¿Cómo es
I ero más alia del contexto extraliterario, la historia serial me pa­ que una convención cambia, o más bien: cambia realmente alguna
rece un excelente modelo analítico para el estudio de la literatura mis­ vez? ¿No será que se mantiene estable bajo mil disfraces, hasta que
ma, en particular a la luz de los grandes resultados de la escuela de un día se derrumba de repente ? ¿Y por qué se mantiene ? ¿Y por qué
los Anuales, posibilitados justamente por el recurso a las seríes cuan­ se desintegra? ¿Y cómo es posible que la misma convención funcione
titativas. La ampliación del “ terreno del historiador” ante todo ha­ en países diferentes, como Escocia e Italia, Dinamarca y Hungría ?
cia lo cotidiano, lo modesto, lo carente de monumentalidad, incluso Preguntas todas para otro trabajo. Menos la última, que reapare­
invisible: como muchos, muchísimos de los libros de las bibliotecas cerá un poco más adelante.
que he intentado estudiar (y que en su tiempo la gente leía). Y des­
pués, paralelamente, el descubrimiento de cuán lento es el cambio de
ese nuevo territorio, que no tiene límites; el descubrimiento de la his- 3. Inglaterra se convierte en una isla
toire immobile, como la denominó polémicamente Braudel una vez.
Eso es, entonces, lo que pueden darnos los métodos cuantitati­ Volvamos por un instante a la gráfica de las traducciones (figura 70).
vos: una inversión de la jerarquía entre la serie y la excepción, por la Las dimensiones son decisivas, por supuesto, pero aquí hay otra co­
cual la primera se convierta en la presencia dominante del campo li­ sa extraña: las novelas extranjeras son muy escasas en todas las colec­
terario (como lo es en realidad). Una historia de la literatura como ciones. Dos, tres, cinco, siete, nueve por ciento; nunca más, en nin­
historia de normas, en suma: un guión mucho más “chato” que los que guna de las catorce bibliotecas. Son datos que me hicieron recordar
estamos acostumbrados a ver: repetitivo, lento, incluso aburrido. Pero una investigación sobre la novela europea que realicé en Columbia,
así es precisamente la vida (incluyendo la vida literaria), y en lugar de en 1992, con un grupo de estudiantes de doctorado. En esa época
redimir a la literatura de su prosaica realidad deberíamos aprender utilizamos casi exclusivamente las bibliografías nacionales (que con
de una buena vez a verla, y a conocerla como lo que es. Por lo demás, frecuencia no son dignas de confianza) y escogimos nuestras mues­
exactamente como la mayor parte de la ciencia es “ ciencia normal” tras de tres años solamente de cada siglo, por lo que, en términos ab­
que no va en busca de novedades [... ] y, si todo funciona bien tam­ solutos, nuestros resultados no tienen ningún valor de prueba. Pero
poco las encuentra — , también la mayor parte de la literatura es lite­ cuando vi que las circulating libraries daban los mismos resultados,
ratura normal: “pequeñas limpiezas” , diría Kuhri: “ tentativas de apri­ bueno, tuve un estremecimiento de confianza en relación con aquel
sionarla [literatura] en el contenedor preconstituido, y relativamente viejo estudio; por lo menos, de su valor indicativo.
inflexible, del paradigma dado”.98 He aquí lo que habíamos encontrado en 1992 para el siglo del des­
pegue de la novela (fig. 71) y para los dos años muestra de la primera
8 I\ íu re t y J. Ozouf, Reading and Writing. Literacy in Franca from Calvin lo Jules Ferry mitad del siglo xix (fig. 72). Como se ve, casi todos los países europeos
19 7 7 , Cambridge üniversity Press, 1982, p. 37.
importan del extranjero la mitad, o más, de sus novelas, mientras que
? ]'• 5 uhn>9 estmctum de las revoluciones científicas (ra. ed. 1962, 2a. ed. ampliada 1970;
trad. Val. lu r ín Emaudi, 1970, pp. 75. 44; traducción ligeramente modificada). El dualismo duración) es estructuralmente idéntico a los “ equilibrios punteados” de Gould y Eldredge, so­
ristonografico de Kuhn (largos periodos de ciencia normal, y revoluciones científicas de breve bre cuya importancia como modelo historiográfico he insistido varias veces en los últimos años.
xy6 Capítulo 3 El mercado de la novela hacia 1850 157
Figura 7 1. N ovelas extranjeras en las diversas literaturas europeas 1750-1850 Francia y Gran Bretaña constituyen un grupo aparte, con porcenta­
jes de importación mucho más bajos: esto es lógico, porque esos dos
90 países producen muchísimas novelas (y muchas novelas buenas, por
80 añadidura), y por lo tanto no tienen necesidad de importarlas del ex­
terior. Pero mirándolas más de cerca, Francia y Gran Bretaña son me­
70 nos similares de lo que parece (fig. 73): las importaciones de la primera
60 - aumentan mucho, pasando del 10 al 25% , mientras que la otra va en
sentido contrario, y las reduce del 20 a poco más del 5 % .10
50
10 Sin embargo — se me ha objetado— es posible que no fuera necesario traducir las no­
40 velas extranjeras porque en Inglaterra muchas personas leían francés. Pero no está nada claro
cuántas personas estaban en condiciones de leer novelas en francés; además, también en Polo­
30 nia y en Italia muchos leían francés, y eso no impidió a los editores polacos e italianos traducir
muchísimas novelas francesas.

F ig u ra 7 3 . N o v e l a s e x t r a n je r a s e n l a l it e r a t u r a f r a n c e s a e in g l e s a

% LITERATURA FRANCESA
G ran Bretaña Francia Alemania Italia Polonia Rusia Dinamarca 30 -
25 -

20 -
Figu ra 7 2. N o v e l a s e x t r a n je r a s e n l a s d iv e r s a s l it e r a t u r a s e u r o p e a s 18 1 6 ,1 8 5 0
i5 -
%
¡00 10 -

90 - 5 -

80 o----------
I 7 5° '54 17 8 1-8 3 18 16 18 50
70 %
30 - LITERATURA INGLESA
60
25 -
50 -
20
40
30
20 10

5
, - ! , ■ ■ o
G . Bretaña Branda A Poloni lld a ia la |i Rusia Din 17 5 0 -3 4 17 8 1-8 5
158 Capítulo 3 E l mercado de la novela hacia 1850 *59

Esas trayectorias cruzadas eran curiosas, y por lo tanto decidí in­ francés de las circulating librarles— y busqué datos comparables para
dagar alguna otra fuente. Busqué otros catálogos de bibliotecas circu­ cabinets del siglo xix, de ubicaciones y dimensiones diversas: y tam­
lantes, procediendo hacia atrás en el tiempo, y la caída de las impor­ bién allí, la presencia de las novelas extranjeras confirmaba en sus­
taciones inglesas reapareció, aún más clara de lo que esperaba (fig. 74), tancia los datos de la bibliografía nacional (figs. 75 y 76).
Después fui a la Biblioteca Nacional de París --que posee una “ Cómo Inglaterra se convirtió en una isla” , escribe Braudel en
espléndida colección de catálogos de cabinets de lecture, el equivalente*I los Tiempos del mundo; ésta es una historia muy similar: cómo la In-

Figura 74. N ovelas extranjeras en las cir cu l at in g l ib r ar ie s (1766-1861) Figura 75. M uestra de cabin ets d e le ct u r e (1810-1860)
La (relativa) desaparición de las novelas extranjeras del mercado literario inglés se concentra Catálogos consultados:
I e“ d° ; fases: los años 17 9 0 :18 0 0 7 18 2 5-18 30 . En el primer caso, la hostilidad hacia la revota Galígnani (París, 1809); Auzou (Rouen, 1 8 1 1 ) ; Houze (París, 1 8 1 1 ) ; Janet et Cotelle (París,
; C*0Í* francesa es la explicación mas probable (corroborada además por el “ afrancesamieiito,> ¿le 1 8 11) ; Renard (París, 1 8 1 1 ) ; Garnier (París, 18 18 ); G-oullet (París, 18 2 1); Hautecoeur (París,
r la figura del vilkin ya observado en la figura io). E n el segundo caso, en cambio, el factor de­
1822); Mesdames Alexandre (Rouen, 1822); Ducrot-Desons (LaCappelle, 1823); Gondar-Ro-
cisivo debe verse probablemente en el desarrollo autónomo de la producción literaria: alrede­
blot (París, 1823); Ridan (París, 1823); Cassegrain (Havre, 1824); Goujon (París, 18 25); Gou-
dor de 1820, en efecto, la narrativa inglesa perfecciona un conjunto de formas (novela históri­
jon (Saint-Germain-en-Laye, 18 25); Mlle. Charveys (Saint-Maixent, 1825); Malines (Saint-
ca, úlver-fork novéis, historias de guerra, nautical tales, narraciones “ orientales” ) que muy
Jean-Pied-de-Port, 18 2 5?); Rosier (París, 18 2 5); Beauvert Fils (Clennont-Ferrand, 1827);
probablemente saturan el mercado, reduciendo así el espacio para las importaciones extranjeras
Jocquinot (París, 1828); G alliot (París, 18 3 1) ; Janotte (París, 18 3 2 ); Jenotte (Saint-Cloud,
Catálogos consultados: 1832); Alloir (Chevreuse, 18 33); Cochard (Rocroi, 18 35?); Lemonnier (Dunkerque, 18 3 5?);
Lowndes (Londres, 1766); Clay (Warwick, 1772); B eil’s (Londres, 1778); John Smith (Glas­ Leger (Saint-Omer, 1836 ); Campion (Guiñes, Boulogne, 1838); Fourny-EIairaud (Gueret,
gow, 1785); Sanders (Derby, 178 8?); Lockett (Dorchester, 1790); Phorson (Berwick, 17 9 0 J 1838); Piltan (París, 1838); Combarel (Dole, 1840); í 'rancois dit Violette (Cherburgo, 1840 ?);
James Sibbald (Edimburgo, 17 9 1? ); Sael (Londres, 179 3); Yearsley (Bristol, 1793); Mariott Caboche-Lebargy (Roubaix, 18 4 1) ; Jeannot (París, 1842); Jeannot (Saint-Hyppolite-sur-le-
(Derby, 179 5b A. Brown (Aberdeen, 179 5); Angus and Son (Aberdeen, 1799); Booth (Nor- Doubs, 1842); Ober (Douai, 1844); Boyer (Chalons-sur-Saóne, 1845); Dortu (Chálons-sur-
wich, 1802); Turner (Beverley, 1803 ?); Rennison & Tarry (South End, Essex, 18 10 ); Turner Marne, 1845); Cabinet Central de Lecture (Dijon, 1854); Arnaud (Havre, 1853); Fluteau-Gu-
(Beverley, 18 17 ); Wilkins (Derby, 18 17 ); Ford (Chesterfield, 1820?); A. Watson (Aberdeen yot (Chatillons-sur-Seine, 1854); Pousset-Remond (Dijon, 1854); Pujo-Bergedebat (Cauterets,
18 2 1); Johnson (Beverley, 1832); Wyllie and Son (Aberdeen, 18 33); Jones & Parry (Carnar- 1854) ; Duverge et Josset (París, 1855); Duverge et Josset (Saint-Denis, lie de la Reunión,
von, 18 35); Ebers’ (Londres, 1838); Literary Society (Madrás, 1839); Lovejoy’s (Reading 18 55) ; Mme Tesselin-Laguerre (Saint-Mihiel, 1855); Tumerel-Bertram (Saint-Omer, 1855);
1845); Columbell’s (Derby, 1845); Public Library (Norwich, 1847); Public Library (Beccles’ Barthes (Castres, 1856); Pate Aine (Charleville, 1856); Mlle. Cattou (Roubaix, 1857).
1847); H ewitt’s (Derby, 1849); D avies’ (Cheltenham, 1849); Iíenriques' (Cheltenham, 1849)’
K aye’ s (Newcastle-upon-Tyne, 1852); Plowman’s (Oxford, 1852); Vibert’s (Penzance, 1855)’
Athenaeum & Mechanic Institute (Wolverhampton, 1856); British Library (Londres’ 1861)!
%
70

50 -
Traducciones

40 -

30 -

20 -

@© •
10

O---
\* r...
9^ m •
I75O 17 7 0 17 9 0 18 10 18 3 0 18 5 0 .1870
160 Capítulo 3 El mercado de la novela hacia 1850 161

¡ glaterra de la novela se convirtió en una isla, repudiando la familia- al francés, y 43 para ser traducidas al inglés. Y además: en 1869, la gi­
j ridad con la cultura francesa que había tenido en el siglo xvm por la gantesca biblioteca de Mudie’s, en New Oxford Street, no contenía
( autarquía victoriana.11 Y si pasamos de las series cuantitativas a al­ nada en inglés de Voltaire, Diderot, Pushkin o Balzac (tampoco tenía
gunos casos cualitativos ejemplares, el resultado no cambia. Eugénie Werther, L ie Wahlverwandtschaften ni Les trois mousquetaires, y ahí me
Grandet y Le pére Goriot se traducen veintiséis años después de su detuve).12 Y no hablemos de Henry Vizetelly, que acaba en la cárcel
aparición original; L ie Wahlverwandtschaften, 45 años; La chartreusede por haber publicado a Zola, ni de la condena pública de esa “ cloaca
Varna, 62 años; Le rouge et le noir, 70 años. En la segunda mitad del a cielo abierto” (Daily Telegraph, 1891) que son los dramas de Ibsen.
siglo, Madame Bovary es traducida (por Eleanor Marx) 29 años des­ Qué se puede decir: parece el mercado cinematográfico estadu­
pués de su publicación; L ’éducation sentimental, 29 años; Budden- nidense. Una cultura que no espera nada del exterior; sin curiosidad,
brooks, 23 años (y en Nueva York). Cuatro de las primeras grandes sin interés. Y peor aún: como reza la publicidad de The Novel News-
novelas rusas (Eugenio Oneguin, Las almas muertas, Oblomov, Padres e paper, una colección de reimpresiones de bajo precio:
hijos) tienen que esperar en promedio veinte años para ser traducidas
P o r lo que se r e fie re a los n o velistas fran ceses de h o y, V íc to r P lu g o, M ad am e
Catálogos como ese [el de la Collyer’s Circulating Library] demuestran que en los años S a n d o P au l de K o c k , estam os orgu lloso s de an un ciar que la e xc lu sió n to tal de
de i amela las piezas fuertes de las bibliotecas circulantes eran en gran medida traducciones del sus obras del N o v e l N ew spa per h a h e c h o que recib am o s el agrad ecim ien to de
ranees , escribe Alan Dugald McKillop (“ English Circulating Libraries, 1 7 2 5 -17 5 0 ” , en The m uchos padres d e f a m i l i a ...'3
Library, 19 3 3 -19 34 , p. 484-485): James Raven por su parte ha demostrado que entre 1750 y
17 7 0 de los veinte novelistas más populares en Inglaterra, seis eran franceses” (British Fiction
La exclusión total de sus obras... Hay una hostilidad hacia las for­
17 5 0 -17 7 0 , Delaware Umversity Press, 1987, p. 21). También John Richetti y Lennard Davis
destacan el papel de la novela francesa en su estudio de los orígenes de la novela inglesa.*• mas extranjeras, aquí, que recuerda a los villains franceses de comien­
zos del siglo xix y la invasión literature de finales del mismo (figs. 10
y 66), y que no puede no haber influido en la literatura inglesa en su
F ig u ra 7 6 . L a s L IT E R A T U R A S E X T R A N J E R A S E N L O S CABINF.TS DE I.ECTURE conjunto; o más bien, que no puede no haberla empobrecido, en el
% sentido en que Virginia Woolf dijo, y con razón, que Middlemarch es
60 - una de las raras novelas inglesas escritas para adultos. Pocas novelas
extranjeras no significa solamente pocas novelas extranjeras: significa
50 - que de hecho se impide la entrada a Gran Bretaña a muchas técnicas y,
temas de la época (el adulterio, la política, el tono “ serio” de Auerbach,
40 el efecto de realidad, el naturalismo, la novela de ideas...), mientras
que otras técnicas (la estructura tipo cuento de hadas, el final feliz,
Traducciones

@
30
© • 12 Véase S. Keith, M udie's Select Library: Principal Works o f Fiction in Circulation in .1848,
i 18 5 6 ,18 6 9 , Ann Arbor, 19 3 5 . “ ¿Cómo pensar que un hombre o una mujer de mundo — escri­
20 - © bía Geraldine Jewsbury en un informe de lectura para M udie’s— quiera leer la historia de las
© desventuras de un comerciante que se arruina ? ¿Acaso la lectora promedio se interesa por las es­
peculaciones del mundo de los negocios?” Es decir: ¿se interesa por CésarBirottcau o Les illusions
10 perdues? (Jewsbury está citada en G. L. Griest, M udie’s Circulating Librar)>and the Victorian
Novel, Bloomington, Indiana University Press, 1970, p. 12 7.
13 The N ovel Newspaper se publicó de 18 3 9 a 1842, y está descrito por M ichael Sadleir
O en X IX Century Fiction. A BibliographicalRecord, Cambridge University Press, 1 9 5 1 , vol. 2,
180O l8lO 18 2 0 :1.83o 18 4 0 pp. 1 4 2 -1 4 5 -
162 Capítulo 3 El mercado de la novela hada 1850 163

el moralismo sentimental, la dominante cómica) gozan por el contra- de que reduce la diversidad morfológica. La extensión de un area de
- rio de una especie de proteccionismo literario, y por lo tanto sobre­ terminada --escribe Stephen Jay Gould— influye fuertemente, si no
viven, sin ser nunca puestas realmente a prueba, por un siglo entero. es que controla, el número de especies diferentes presente en esa mis
Y los adultos leen David Copperfield, y peor para ellos.1'* ma área.” 15 Y lo mismo vale para los libros: la extensión de la bibliote­
ca influye, y tal vez controla, el número de formas presente. O bien, la
extensión del mercado. La riqueza de las naciones, capitulo tercero.
4. E l mercado desigual C o m o la d iv isió n d el trab ajo tiene su o rigen en la fa cu lta d del in te rc am b io , su
am p litu d estará siem p re lim itad a p o r la am plitu d d e e ste, es decir p o r la am p li­
El Díctionary o f National Biography. Las novelas extranjeras (y sobre tu d d el m ercado. C u a n d o el m ercado es m uy re strin g id o , no o frece n in g ú n e s­
todo francesas). Y después, resolví ver qué pasaba con las reimpre­ tím u lo a d ed icarse po r en tero a u n a sola a ctivid ad [ ...] H a y algunos tipo s de
o cu p ación , incluso de n atu raleza m u y hum ilde, que sólo pu ed en d esarro llarse
siones populares.
en u n a gran ciu d ad . U n cargado r d e eq uipajes, po r ejem plo, no p o d rá gan arse
La figura 77 está dedicada, en efecto, a la más famosa de esas co­ la v id a en ningún o tro sitio . U n a ald ea sería un espacio dem asiado e stre ch o para
lecciones: los primeros veinticuatro volúmenes de Bentley’ s Standard su ocu pación , y aun u n a ciu dad d e p ro v in c ia en gen eral no es su ficien tem en te
Novéis, de 18 3 1 a 1833. Como se ve, es una gráfica en dos niveles: am p lia p ara darle trab ajo r e g u la rm e n te ...
las bibliotecas grandes tienen casi todas las novelas de Bentley’s; las
pequeñas, muy pocas. Y examinando estas últimas más de cerca en­ La amplitud de la división del trabajo está siempre limitada por j
contré un patrón ya familiar: de nuevo, las estructuras pequeñas re­ la amplitud del mercado... Ese es el punto. Una biblioteca pequeña <
forzaban el canon. Las novelas de Cooper y Austen, que constituían es signo de un mercado restringido: “ un espacio demasiado estrecho
el 33% de la muestra de Bentley’s, aquí ascendían al 75% . Las novelas para la creciente división del trabajo de la narrativa del siglo xix. Y -
europeas, por su parte, de nuevo habían desaparecido por completo. por lo tanto desalienta las formas “ especializadas” (como la novela
Y además observé otra cosa: tres de las cinco bibliotecas más peque­ ■5 S. Jay Gould, “ The Great Dying” , en Ever since Darwin, Nueva York, Norton, 1977,
ñas habían adquirido solamente las novelas históricas de Bentley’s; una p. 136 .
cuarta, sólo las novelas sentimentales. Habían apostado todo a una for­
ma y renunciado a todas las demás: nada de gótico, nada de novelas F i g u r a 7 7 . L a s “ B e n t l e y ’ s S t a n d a r d N o v e l s ” e n l a s circu latin g l ib r a r ía s

jacobinas, nada de Frankenstein, nada de novelas regionales... 24 -


j Esto quiere decir que una biblioteca pequeña no escoge un núme- 22 -
• ®
iro menor de libros del conjunto del espectro morfológico, sino que res­ 20 "

tringe la amplitud misma del espectro. Una vez más el dato cuantitati­ í8 -
©
vo asume un valor formal, morfológico. En el sentido, es preciso aclarar, 16
14 -

' 4 í !.s!e horizonte internacional ya tan limitado parece restringirse aún más en el caso de [2 - @
la clase obrera. E n 18 7 5, la biblioteca de la “ Alliance Cabinet M akers’ Association” poseía un 10 -
solo texto extranjero (de Gustavo Aimard) sobre sesenta obras literarias (S, Shipley, “ The Li- 8 -
m
brary of the Alliance Cabinet M akers’ Association” , en History Workshop, 1976). Y treinta
6- © ©
años más tarde, cuando la Review o f Reviews preguntó al primer grupo grande de diputados
laboristas qué autores habían influido más en ellos, el único extranjero mencionado es Giu- 4 - 2*

seppe Mazxini (J. Rose, “ How historians study reader responso: or, wbat díd Jo think of Bleak 2 -
2000 250 0 3000
H om e?” , en J. O. Jordán y R. L. Patten (comps.), Litemture in the Marketplace, Cambridge
o 500 1000

University Press, 1995, pp. 203-204). Dimensiones de la biblioteca


164 Capítulo 3 F ig u r a 7 8 . P o r c e n t a j e d e n o v e l a s e n l a s circulating librarius
D E F I N E S D E L S IG L O X V I II
jacobina, o regional, o las importaciones europeas), y privilegia en Bibliotecas mencionadas: Erancourt (Londres, 1748); Lownds (Londres, .1733); Batboe (Lon­
cambio la forma para todo uso, “generalísta” de la novela histórica. dres, 17 37 ); Noble (Londres, 1767); Sanders (Derby, 1770); Bell (Londres, 177 8 ?); Silver’ s
(Ramsgate, 1787); Lucas (Birmingham, 1787); Ann Ireland (Leicester, 1789); Heavisides (Dar-
lington, X790); Alien (líereford, 1790); Hookham (Londres, 17 9 1); Corkhill (Whitehaven,
Y a propósito'de mercados restringidos, completaré este rápido es­ r.793); Hookham (Londres, 1794); Mariott (Derby, 1796); Hazard (Batir, 1796); Lowe (Bir­
bozo de sociología de la lectura con un famoso artículo de Kauíman, mingham, 1796); Lañe (Londres, 1796-1802); Gíbbon (Bath, 1800); Sands (Newcastle, i8ox);
Weatherdon (Newton Abbot, .1804); Marshall (Bath, 1808).
de hace treinta años, sobre las circulating librarles de fines del siglo
xvin. He agregado a sus datos los de algunos catálogos hallados des­
:coo -
pués, y el resultado puede verse en la figura 78: correlacionando li­ m
90 -
bros y población, se desprende que en muchas ciudades pequeñas el 80 -
m
setenta, el ochenta e incluso el noventa por ciento de los libros dis­ 70 -
60 -
ponibles son novelas. Esto no es inevitable, por supuesto (obsérvese
50 -
la parte inferior de la gráfica) pero es muy frecuente, mientras que 40 - ®

por el contrario és impensable en Londres, donde en cambio las no­ m m


30 -
velas son al máximo un tercio del total. Y he aquí en fin la gráfica de 20 ©
10 -• m 1
ese estado de cosas (fig. 79), en que la altura de las columnas oscuras m
o --
índica el porcentaje de novelas en las distintas localidades (y donde o 20000 30 00 0 40000 30 0 0 0 60000 70000 800 00 1 000 000

las pequeñas ciudades de Stamford y Dorchester, no incluidas en el Población, censo ele 18 0 1


censo de 18 0 1, refuerzan la tendencia de la fig. 78).
Figura 79. P orcentaje d e novelas en las circu latin g librarihs
D E F I N E S D E L S IG L O X V III
En las casas en que hay un solo libro, decía más arriba, encontramos
la religión; en las bibliotecas con un solo estante, el canon; y en las ciu­
dades con una sola biblioteca, la novela.10 Es éste un mapa, podríamos
36 Conclusiones análogas en Fergus, “ Eighteenth-Century Readers in Provincial En-
nveasde-upon T y iu -
gland” , d t., p. i58n : “ Los datos de que disponemos sugieren que, en general, las pequeñas b i­ I
bliotecas provincianas de fines del siglo xvm tenían una grandísima mayoría de novelas.” Un W iú le h a v c í
rápido examen de 23 cabinets de facture situados en pequeñas ciudades francesas en la prime­
ra mitad del siglo xix ha dado resultados aún más ciaros: en la gran mayoría de los casos, las
novelas constituyen el rt>o% de los libros del catálogo, y sólo en dos casos están por debajo
del 8 5% . Y al parecer lo mismo ocurre en Alemania: “ Bibliotecas circulantes de repertorio prin­
cipalmente narrativo [...] eran dirigidas con frecuencia por anticuarios, encuadernadores o in­ Y
dividuos totalmente ajenos al sector, pero también algunos libreros serios en las ciudades más
pequeñas se vieron obligados a alinear su oferta a ese género de mercancías. E n el ducado de ■ I ■
Württemberg en 1809 nueve décimas de todas las bibliotecas circulantes en el mercado eran
empresas [...] de este tipo, con acervos de entre doscientos y seiscientos libros” , R. Wittmann
“ Una rivoiuzione delk lettura alia fine del xvm secolo?” , en G , Cavado y R. Chartier (comps.),
Storia de lia lettura nel mondo occidentafa, Bari-Rom a, Laterza, 19 9 5, pp. 364-363 (cursivas oM
•aU.*
mías). Los datos reunidos por Kaiser para Estados Unidos en los años 176 3-18 6 6 (/l bookfor
a sixpence. The Circulating Library in America, Pittsburgh, Beta Phi Mu, 1980, Apéndices 1 y
11) son los únicos que contradicen la tendencia general, con un porcentaje de “ Fíction” y “ LE 1- , . b e s le .
terature” que es normalmente más elevada en Boston, Baltimore o Nueva York que en Ports- ,b o t

mouth, Newburypoint o Waterville. M uy a menudo (pero no siempre) las bibliotecas de pro-


1 66 Capítulo 3 E l mercado de la novela hacia 1850 167

decir, de la novelización de la provincia: los antecedentes de Madame Ese superpoder de la novela en provincia nos lleva de regreso a la
Bovary (que también sacaba sus libros de una biblioteca circulante, y pregunta inicial de este capítulo: ¿literatura nacional, o archipiélago
eran todos novelas). Y en efecto, a fines del siglo xvni las estadísticas de circuitos locales ? ¿Un sistema, o muchos ? No sé en otros casos, pe­
de préstamos de todo el Reino Unido concuerdan en eso: en provin­ ro para la literatura inglesa la respuesta no puede ser más que: uno. .
cia, la novela ha pasado a ser la forma de lectura más difundida, y en fíjense: no era ésa mi hipótesis inicial. Yo esperaba diferencias, diver­
realidad casi la única forma.1? La novela no es el “primer paso” des­ sidad; quería las diferencias, con tantos circuitos que se alejaran uno
pués del cual (en las palabras del Salford Public Library Parliamentary del otro, dándome oportunidad para muchos bonitos mapas. Y, en
Retum de 1865) “los lectores se desplazarán gradualmente de la lite­ cambio,’todo converge hacia un mercado común de la literatura; ha-:
ratura de entretenimiento a las obras históricas y biográficas” .18 No, cia el Dictionary o f National Biography; e incluso, las bibliotecas de ,
la novela no se hace cortésmente a un lado, y con su éxito locks out, provincia eran más “ nacionales” que las de la capital de la nación.
cierra la puerta en la cara a casi todas las otras formas de lectura.19 Un mecanismo único, entonces. Unico: no igual. Más bien, he­
mos visto hasta qué punto es desequilibrado, ya que las bibliotecas
vincia con pocas novelas tienen muchísimos libros del grupo “ Theology and Religión” , lo que
más pequeñas terminan por tener no sólo menos libros, sitio menos
hace pensar que el debilitamiento de la devoción en favor de la literatura de entretenimiento
— proceso que en Europa occidental tiene lugar en la segunda mitad del siglo xvm — sucede opciones que las grandes. Pero lo importante es que un mercado con
en territorio estadunidense con notable retraso. menos opciones no es una alternativa a uno más rico: en todo caso es
17 “ La comisión de la biblioteca [de Stockport] descubrió con alarma que las novelas re­
aún más insular, más canónico, más monótono.
presentaban el 7 3 % de los préstamos en el primer año de actividad, y dos años más tarde ha­
bían llegado al 8 o % ” (T. Kelly, A History o f Public Librarles in Great Britain 18 4 5 -19 7 5 , Lon­
dres, Library Association, 19 7 7 , p. 3 1). E n Airdrie, “ la comisión de la biblioteca se habría Por último, un mecanismo único en Inglaterra. Kaufman hace trein­
alegrado muchísimo de ver disminuir el porcentaje de novelas tomadas en préstamo, pero las ta años, y yo hoy, trabajamos solamente con datos ingleses, y como
cifras se negaron a secundar sus deseos” , escribe W. Craig Strang (“ Airdrie Public Library,
18 3 3 -18 9 4 ” , en Library Review, 1983, p. 222). En Belfast, el informe para 18 92-18 93 indica­
hasta ahora no he encontrado catálogos irlandeses, escoceses y gale-
ba préstamos del 6 1% para literatura en prosa, y 18 % para la “Juvenile Literature” , que es­ ses de mediados del siglo xix, realmente no podría decir si la unifica­
taba compuesta también casi enteramente por novelas {Our Readers and What They Read, in­ ción del mercado literario afectó a la totalidad del Reino Unido o no.
forme redactado para la reunión anual de la Library Association, septiembre de 1894).
18 “ Adiós hermosas esperanzas” , comenta Kelly después de citar el Retum de Salford:
Algunos catálogos escoceses incluidos en la figura 74 (que sin embar­
veinte años después, “ en el informe para 1876, se reveló que las novelas constituían el 4 3% de go son muy anteriores) o la colección económica “ Parlour Library
los títulos del catálogo,y el 8 3% de los préstamos” {A History o f Public Librarles, cit., p. 31). de Simms y M dntyre —que al principio, cuando se publica en Bei-
Y a propósito de otros Returns de fines del siglo xix: “ Una muestra de trece bibliotecas, que
comprende a todas las más grandes y a una selección de las menores, da ios siguientes resulta­ - Entre el siglo xvu. y el xnc, escribe John Feather, “ los libreros habían terminado por
dos: las novelas representan menos del 3 0 % de los préstamos en sólo dos casos: Sheffield (30%) generar una distribución de alcance nacional. E l significado político, social y cultuial de este
y Manchester (48%). En los demás casos el porcentaje oscila entre el 5 7 % (en Birmingham) y proceso fue infinitamente superior a su peso económico. Si bien las culturas tegionakx1 conm
el 8 3% (en Bradford y en Salford). Una muestra análoga compilada en 1883 presenta una os­ nuaron existiendo, la uniformidad del papel impreso creo por encima de di.as mu. eultmr de
cilación que va del 3 3 % (Plymouth) al 78% (Nottingham): en este caso Manchester ha pasa­ carácter nacional” (Provincial Book Trnde in Eighlecnth Lentury England, Cambridge Un v a -
do al 5 7 % y Sheffield al 6 3 % ” {ibid., p. 77). sity Press 1985, p. 12 3): Según Donald Read la “ nacionalización de las provincias mg esas
La divergencia entre el gusto de los lectores y los deseos de los bibliotecarios era igual­ sL n lc ia en los L o s ryó o-ryyL (The English Pro vin e^ xy d o ^ o . A tudy
mente marcada en las bibliotecas para los trabajadores, como por ejemplo en la s p d alemana, dres, Edward Arnold, 1964, PP- 18 « .); en cuanto a Francia, M artin Lyons dice E n d e n ­
que quería “ guiar a los lectores de la literatura de entretenimiento a obras que no fuesen de tó del siglo xix las diferencias regionales lentamente desaparecen. E l progreso de la allabcUza-
‘ fantasía” pero chocó con una demanda de novelas que, entre 1908 y 19 14 , llegó al 7 3 % (M. dón anula gradualmente las diferencias de instrucción [...] y los diversos públicos regiona es
Lyons, “ I nuovi lettori. nel xix secolo: donne, fanciulli, operai” , en Cavallo y Chartier [comps.], son unificados en un solo gran público nacional” (M Lyons, U tnomphe du hvre 1 aris 1 rm
Storia de lia lettura nel mondo occidentale, cit., pp. 398-399). modis 1987 p. 194). Y más adelante, comentando los informes municipales sobre la leetma ,
' 9 Sobre el mecanismo del locking-out, véase B. Arthur, “ Competing Technologies, In- rural- “ La cosa más interesante de esta encuesta es que los mismos títulos tienen éxito en todo
creasing Returns, and Lock-in by Histórica! E ven ís” , en The Economic Journal, marzo de 1989 el país. Los gustos literarios de los Hautes-Pyrénées no difieren, según las autoridades mum-
(especialmente pp. 1 1 6 - 0 7 , 126-128). cipales, de los de Allier o del Norte {ibid., p. 163).
E l mercado de la novela hacia 1850 169
i68 Capítulo 3

fast (1847-1853), incluye casi un 40% de traducciones (cinco veces toria editorial en que el centro actúa literalmente como amo. Y a se
el promedio de Inglaterra, porcentaje que se desploma cuando la “ Par- trate de Inglatérra a mediados del siglo xvni (fig. 80) o de Italia a me­
lour Library” se traslada a Londres)— sugieren la posibilidad de di­ diados del xix, el mensaje es el mismo: la novela es el más centraliza­
ferencias muy notables dentro de la Gran Bretaña. Pero antes de do de todos los géneros literarios. Y cuanto más tiempo pasa más au­
aventurar hipótesis es preciso tener más datos. menta la centralización: a comienzos del siglo xvu, cuando el cuta y
el barbero deciden depurar la biblioteca de Don Quijote de novelas
de caballería, encuentran en ella 17 ejemplares, impresos en nueve
5. Interludio teórico: V . Centro y periferia ciudades diferentes, ninguna de las cuales muestra una clara supre­
macía editorial sobre las demás; dos siglos más tarde habitan descu-
“ Feliz de ti — escribía Samuel Richardson desde Londres al obispo
Figu xa 80 . L u g a r e s d e p u b l i c a c i ó n d e n o v e l a in g l e s a , 1 7 5 0 - 1 7 7 0 (por ciento)
Hildesley de Sodor y Man— que te quedas en tu retiro leyendo lo
que te da la gana, ya sea por instrucción o por placer.” 21 ¿Lo que te
da la gana? Lo que hemos visto hasta ahora hace pensar otra cosa. 80 N O V EL A S IN E D IT A S, R E IM P R E S IO N E S , R E E D IC IO N E S

Kenneth Clark: 70 -

60 -
! L a h isto ria del arte europeo h a sido en gran m ed id a la h isto ria de u n a serie de
; cen tro s, a p a rtir de cada uno de los cuales irrad ió un estilo que era m etro p o li­ 50 -
tano en o rigen , y se ib a h acien d o cada v ez más p ro vin c ian o a m ed id a que se
40 -
acercab a a la p e rife ria [ ...] S e p o d ría d ecir que el p ro vin cialism o coin cid e con
el alejam iento d el centro, don de los están d ares técn icos son más elevad os y la 30

d em an d a más e x ig e n te .22
20•
No sé el arte europeo, pero la historia de la novela sin duda da la JO-
razón a Clark. La confianza de Bajtin en las “ fuerzas centrífugas” de í ~~ L
O Otros
la escritura novelesca —una tesis ya dudosa para la geografía del ima­
ginario, como vimos en el capítulo anterior— choca aquí con una his­ %
JOO- N O V ELA S IN ÉD ITA S

21 La carta es de 17 6 1 , y la menciona R. M cKcen Wiles, “ The Relish for Reading in Pro­ 90 -


vincial England Two Centuries Ago” , en P. J. Korshin (comp.), The Widening Orele. Essays on the
80 -
Circulation ofLiterature in Eighteenth-Century Europe, Pennsylvania CJniversity Press, 1976, p. 87,
22 K . Clark, Provincialism, The English Association Presidential Address, 1962, p. 3. Aquí 70
Clark hace eco, casi palabra por palabra, a una idea de Giorgio Pasquali según la cual las “ inno­
60
vaciones victoriosas en su mayoría se irradian desde un centro hacia la periferia, y no siempre lle­
gan a tocarla” {Storia (¿ella tradizione e critica del testo, Florencia, Le Monnier, 1934, p. 7). Más 50
recientemente dice William McNeill: “ La difusión de técnicas y conocimientos de una comuni­
dad a sus vecinos, y después a los vecinos de los vecinos, constituye el proceso fundamental de la 40

historia humana [...] Con el desarrollo de la civilización, las técnicas superiores se fueron concen­
30
trando en pocos centros metropolitanos” (“ Diffusion in History” , en P. J . Hugill y D. R. Dick-
son (comps.), The Transfer and Transformation o f Ideas and Material Culture, Texas A&.M Univer- 20

sity Press, 1988, pp. 75-76). La tesis de Clark sobre la supremacía del centro fue atacada con gran
verve por Enrico Castelnuovo y Cario Ginzburg (“ Centro e periferia” , en Storia delTarte italiana,
10
.EETIZT1__________ r----------- ^..JSSnCM-
Turín, Einaudi, 1979, vol. 1, pp. 283-352), quienes sin embargo — al no haber encontrado ni si­ O Dublín Otros
quiera una innovación duradera originada lejos del centro— terminaron por corroborarla. Londres
170 Capítulo 3 El mercado de la novela hacia 1850 171

bierto que Madrid publica tantas novelas extranjeras como todo el res­ Figura 82. L ugar de publicación de las novelas de caballería
que leía D on Quijote
to de España (y junto con Barcelona, casi el 90% : figs. 82 y 83).
© Una novela
Hablábamos de provincianismo, y nos deslizamos hacia la centraliza­ © Dos novelas
ción. ¿Paradoja ? No, son las dos caras de la misma medalla, porque ® Tres-cuatro novelas
el provincianismo no es tanto una cuestión de diferencia del centro
como de semejanza forzada (y siempre un poco atrasada). 23 El provin­
cianismo como un efecto colateral de la nacionalización de la cultura,
ib Barcelona
23 La insistencia en el retraso es omnipresente en los estudios sobre la cultura de provin­
cia, Véase por ejemplo Roger Chartier, “ Livre et espace: circuits commerciaux et geographie
culturóle de la libraírie lyonnaise au xvm c siécle” , en Revue Frangaise d ’Histoire du Livre, 19 7 1,
núm. 1 , p. 103 (“ la diferencia, señalada con frecuencia, entre novedades parisienses y público de
provincia” ); también R. Chartiery D. Roche, “ Le livre” , en Faire de l ’histoire, París, Gallimard,
1974, vol. ni, p. 165 (“ las provincias sienten todo su rezago” ).

Figura 81. L ugar de publicación de los diversos géneros literarios


A MEDIADOS del SIGLO XIX
Lntre 1843 Y l &4 5 > s(: publican en Toscana 20 novelas, todas en Florencia. En cambio se pu­
blicar. 20 obras de teatro y 34 colecciones de poemas en otras 12 ciudades de la región. Los
mism >s resultados se desprenden de una muestra tomada en Lombardía, donde en los mismos
años 9y de 98 novelas se publican en Milán (la otra en Bérgamo), mientras que 86 obras de
teatro y 5 1 colecciones de poemas se publican en otras 7 ciudades lombardas. Figura 83. L ugar d e publicación d e las n o v e l a s extranjeras publicadas
en E spaña en la primera mitad del siglo xix

@ 1-5 novelas
•Hó Ti H 6-40 novelas
*3 i 19 4 novelas
í £& * 7/
novelas

' M atará
H. -
Barcelona
S. Croce sulPArno -
" 7L iv o r “n o* '
Colic V a lu
L
Palma

# Teatro h
Cádiz M álaga
A Poesía

□ Novela
¥]% Capítulo 3 E l mercado de la novela hacia 1850 173

en suma: la sensación siempre un poco triste de que la vida “ verda­ Cada vez que una novedad cultural empieza a difundirse, escri­
dera” está en París (o en Londres, o en Moscú), mientras que la de be A. L. Kroeber, choca siempre con una “resistencia [...] de los ma­
provincia no es sino una pálida sombra de ella. Y las novelas que lle­ teriales y de los sistemas de la cultura huésped que son [...] inconci­
gan del centro, y en las que el hastío de la provincia llega a ser uno liables con los elementos invasores” .25 Y eso le ocurrió probablemente
de los temas más populares, estrecha cada vez más sólidamente el también a la novela “ invasora” cuando llegó a la provincia, y chocó
círculo de la dependencia.24 con la cultura de la devoción. Pero la resistencia fue débil y duró po­
Novelas que se difunden del centro hacia la provincia... Pero aquí, co. Y a hemos visto la “ novelización” de la provincia inglesa entre el
¿es “ difusión” la palabra correcta? “ En la relación entre centro y peri­ siglo xviu y el xix, y he aquí como resume Robert Darnton el pano­
feria .. -escriben Castelnuovo y Ginzburg-...no se trata de difusión, rama europeo:
sino de conflicto.” 25 Es verdad. Es verdad también para Clark, que
E l desp egue de la n o v e la balan ceó la declin ació n de las edicion es re lig io sa s, y
habla del “ formidable poder de la tradición central, formidable y des­ en casi todos los casos el pu n to de in fle x ió n puede fija rse en la segu n d a m itad
tructivo” ;26 o para Torsten Hágerstrand, el teórico de los procesos del siglo x v iu , sobre to d o en el decen io de 1 8 7 0 , los d e la 1X/cvlljcvficbci [....] L as
de difusión espacial, que menciona explícitamente la “ zona de som­ últim as frases de W crther p arecían an u n ciar el n acim ien to de un p ú b lic o nue-¡,
bra” de las innovaciones de éxito, con sus “ consecuencias no desea­ v o , y a la vez la d e sap aric ió n de la c u ltu ra cristian a trad icion al: “ [E l cad áv e r] ,
das, y con frecuencia ruinosas” .2? fu e llevad o por trab ajad o re s. N in g ú n sacerd ote lo ac o m p añ ó .” 30

No difusión sino conflicto, pues. O más bien, difusión como con­


flicto: entre las novelas del centro y las formas culturales que son tí­ Un público nuevo. Que prefiere las novelas metropolitanas a la
picas de las editoriales de provincia. Lo que significa, ante todo, li­ devoción provinciana; y que también prefiere las historias largas a las
teratura devocional. En el siglo del despegue de la novela, escriben breves. Reflexionando sobre los inciertos confines entre la novela y
Julien Brancolini y Marie-Thérése Bouyssy, “las obras de religión [...] las demás formas narrativas, James Raven habla de las “ obras de pro­
siguen siendo el producto básico, los ‘clásicos’ de la provincia” . Y vincia, a menudo muy problemáticas” : impresionado probablemen­
después: te por las dimensiones reducidas de muchas ‘ novelas publicadas en
la provincia.51 E11 la Francia del siglo xviu, escribe Geneviéve Bollé-
A ju zgar por las ed icio n es de p ro vin cia, “ el fu n d am en to so b ren atu ral d el orden.
so c ial” que m en ciona Fran ^ois F u re t p a ra los años 1 7 2 3 - 1 7 2 7 se m an tien e sor­ - ,\ l Kroeber, “ Diífusionism” , en A. Etzioni y L . Etzioni (eds.), Social Chango, Nue­
p ren d en tem en te in v ariab le a todo lo largo del siglo x v iu [ ...] E l m ilietí provin- va York, Basic Books, 1964, p. 14 3 .
cian o parece caracterizarse por un p erd u rab le in terés re lig io s o .28* 3° R. Darnton, The Kiss o f Lamourette, Nueva York, Norton, 1990, p. 1 6 1. Como ob­
serva Darnton, prácticamente todos los historiadores del libro concuerdan en el hecho de que,
en Europa occidental, la edición de novelas se desarrolló a expensas de la literatura devocio- (
24 La provincia parece prestarse particularmente bien a la novela de adulterio —Madame nal. Dicho esto, todavía queda abierta una cuestión fundamental: ¿la novela sustituyó a la ele-1
Bovary, La señora presidenta, Effi Briest, La ilustre casa de Iiamires, Los virreyes, etc.— en que vocíón porque era una forma esencialmente secular o porque era devoción bajo otro disfraz? h a §
la oposición entre marido y amante se convierte en una especie de alegoría del contraste entre la el primer caso tenemos una oposición en el sentido pleno del término, y la novela abre una épo­
chatura provinciana y la fascinación un poco turbia de la gran ciudad. ca realmente nueva de la cultura europea; en el otro estamos frente a un caso de tiansformis-
25 Castelnuovo y Ginzburg/'Centro e periferia” , cit., p. 286. mo histórico en que la novela contribuye a la larga duración de las convenciones simbólicas.
26 Clark, Provincialism, cit., p. 3. Aquí, está claro que los métodos cuantitativos ya no nos ofrecen ayuda alguna: pueden esta­
27 T. Hágerstrand, “ Some Unexplored Problems in the Modeling of Culture Transfer blecer el peso relativo de las ediciones novelescas y las religiosas, pero no pueden decirnos si
and Transíormation” , en Hugill y Dickson (comps.), The Transfer and Transformaron o f Ideas, la novela se asemeja a la devoción, y de qué modo. Sólo el análisis morfológico puede hacerlo.
cit., p. 2 3 1. Es otra tarea para la historia literaria del futuro.
28 Julien Brancolini y Marie-Thérése Bouyssy, “ La vie provinciale du livre á la fin de 3' Raven, British Fiction 17 5 0 -17 7 0 , cit., p. 5. Las seis “ novelas” originales publicadas
1’A nden Régime” , en Livre et société dans la Trance du XViiE siécle, París-La Haya, Mouton, en la provincia inglesa entre 17 5 0 y 1770 (en Liverpool, Birmingham, York y Wolverhampton)
1970, vol. n, p. 1 1 - 1 3 . tienen una extensión respectivamente, de 70, 1 1 7 , 60, 352, 205 y 40 páginas).
E l mercado de la novela hacia 1850 1.75

J7 4 ', Capítulo 3
a las más pequeñas" y las grandes ciudades, donde era mas iacrl ha­
me de la Bibliolhéque Bleue de Rouen —que fue la mayor empresa llar capital para empresas (y libros) de formato grande obtuvieron
editorial de la provincia europea— , existe un “ áspero conflicto” en- na ventaja irreversible. Ese es el cuadro dentro del cual debernos re-
i tre les grands romans y otro tipo de libros “ que con razón podrían 11a- oensítr el despegue, y depuís el triunfo, de la novela: una lucha por
í rilarse petits romans (entre las 24 y las 48 páginas)” p 2 entre 18 16 y j conquista del mercado, donde desempeñan un papel de pnmeusi-
1850, Martin Lyons encuentra una geografía análoga con los edito­ L p Z t o a s que no tienen nada de "estético". Y además las fot-
res de provincia que se especializan en colecciones de cuentos, antes masPculturales masivas posteriores a la novela - e m e radio rv --tam­
que en novelas u otras obras de mayores d i m e n s i o n e s . 33 Y además, bién han aumentado cada vez la concentración de la producción de
la Bibliothéque Bleue siempre sometió a sus textos a una reducción Tcultura- íprimero dentro de cada uno de los estados nacionales, y d . .
radical de todo tipo: libros más breves, capítulos más breves, pági­ ;Í X , de más amplios sistemas de estados. A m — '
nas más breves, párrafos más breves, frases más breves... cultura cada vez más difuso corresponde, en suma, una producción
‘ Lo largo contra lo breve. O bien, la cultura escrita (que puede de cultura cada vez más centralizada, según una asimetría que fue mau
permitirse fácilmente las grandes dimensiones) contra la cultura oral guiada precisamente por la novela, y en Europa. Veamos como.
(que con más frecuencia está obligada a adoptar la forma breve). “ El
triunfo del libro” , escribe Martin Lyons,
II
se pro du jo a exp en sas de una literatu ra po p u lar o ral que co n ten ía los in gred ien ­
tes, en térm in os gram scian os, de una v isió n a lte rn a tiv a del m undo, aunque e x ­ E n lu gar de las v ie ja s ne cesid ad es, p a ra cuya s a tisfa c c ió n
p resad a en fo rm a asistem ática e in articu lad a. L as n o velas en traro n en las a lfo r­ b a s ta b a n los p ro d u cto s n a cio n ales, ap arecen n e ce sid ad e s
jas del v e n d e d o r am bu lan te ju n to con los alm an aqu es, y después el tren y la n u ev as que p ara ser satisfech as re q u ie re n los p ro d u cto s de
lib re ría del pu eb lo h iciero n su p erflu o al p ro p io v e n d e d o r am bu lan te. L a cultu- los p aíses y los clim as más lejanos. E n lu gar del an tigu o ais­
! ra lite raria popu lar no p o d ía so b re v iv ir m ucho tiem p o a la in d u strializació n de la m ie n to local y n a cio n al, por el cu al cad a país se b a s ta b a a
. , ) la edició n , a la n acio n alizació n del m ercado del lib ro y a la crecien te hom oge- sí m ism o, aparece u n tráfico u n ive rsal, una u n ive rsal d ep en ­
n eizació n d el consum o lite ra rio .32334 d e n cia de las n acio n es una de o tra. Y com o o cu rre con la
p ro d u cció n m aterial ocu rre tam b ién con la p ro d u cció n e s­
p iritu a l. L os pro d u cto s espiritu ales de las n aciones m d ivi-
La industrialización del libro; la “primera revolución industrial
d u ales se c o n vie rte n enj patrim on io(com ú n. L a u m late rah
del arte y del entretenimiento” de que habla Peter Burke para fines d a d y la e stre ch e z n acio n ales se v u e lv e n cad a v e z mas
del siglo xvm : cuando, “ como en otros sectores de la economía de si­ im p o sib les, y de las m uchas lite ratu ras nacionales y locales
glo xviii, las empresas de grandes dimensiones empezaron a desalojar surge u n a lite ra tu ra m undial.
K a r i , M arx y F ried rich E n g e ls ,
32 G . Bólleme, Littératurepopulaire et littérature de colportage au x v n f siécle, París-La H a­ M anifiesto d e l partido com unista
ya, Montón, 1965, vol. 1, p. 86.
33 E l 5 9 .3 % de las ediciones de los Cuentos de Perrault se publicó en provincia; para las
Fábulas de Florian el porcentaje es del 4 7 .1 % ; para las Fábulas de La Fontaine, 4 5 .9 % ; para
6. Las tres Europas
Robinson Crusoe, 3 8 .3 % ; para La Gerusalcmme libérala, 3 3 .3 % ; para Paulet Virginie, 2 8 ,1% ;
para el Teatro ele Hacine, 13 .6 % . E l 'Télemaque de Eenelon, con el 54 % de ediciones en pro­ I a novela en Europa; y su primer best-seller, Don Quijote Si segui­
vincia, es la única excepción a esta tendencia (Lyons, L e triomphe du livre, cit,, p. 103). mos su historia editorial, parece la clásica piedra arrojada al agua, que
Una distribución análoga, y aún más desequilibrada, surge de la muestra italiana de los hace partir de España una serie de ondas. Ondas de tradúcelo , p
años 18 4 3-18 4 5, cuando las ciudades de provincia publican una decena de cuentos breves (o
colecciones de ellos) y una sola novela. , , p. Burke, Popular Culture tn Early Modern Europe, Nueva Y ork, Harper & Row , 1978,
34 M. Lyons, “ Towards a National Literary Culture in France: Líomogeneity and the
p. 249.
i9 th Century Reading Public” , en History o f European Ideas, vol. xvi, núms. 1-3, p. 250.
Capítulo 3
E l m ercado de la n o vela h acia 18 5 0 177
r/6
F ig u ra 8 4 a-c. Don Q uijote. T raducciones europeas
así decirlo (figs. 84a~c). La primera es inmediata, una-dos generacio­
nes, a lo largo de una diagonal que va de Londres a Venecia (pasan­
do por Holanda, Francia y los territorios alemanes): un mercado co­
mún precoz, ya sincronizado a comienzos del siglo xvn. Es un exordio a)
asombroso (en el siglo xix, Le pére Goriot necesita treinta años para 161:2-1656
ir de París a Londres); pero después, por más de un siglo, nada. Ha­
ce pensar en un capítulo del Mediterráneo: “ el espacio, enemigo nú­
mero uno” . E11 Francia, en Inglaterra, las ediciones de Cervantes se
multiplican, pero nuevas traducciones aparecen sólo a fines del siglo
xvin: en Dinamarca, Rusia, Polonia, Portugal, Suecia (y aquí vuelve
la afinidad entre novela y estado-nación). Después una tercera ola,
en la Mitteleuropa (incluyendo una traducción al yidish, en 1848); en
los imperios otomano y habsburgo; en la periferia septentrional; y
después, en el último tercio del siglo, en un amplio grupo de países
asiáticos. Y la difusión continúa casi hasta hoy, en áreas lingüísticas
de dimensiones cada vez menores. b)
1769-1802

“ El espacio es como el cuadrante de un gigantesco reloj” , escribe Pía- 1.802

gerstrand de la difusión de la tecnología (y las formas literarias tam­


bién son, a su manera, tecnologías): el espacio es un reloj gigantesco,
y las cosas que lo atraviesan son sus agujas.36 Es verdad. Como esas
tres-cuatro olas, que nos muestran hasta qué punto los espacios cul­
turales de Europa — aun siendo cronológicamente contemporáneos
y geográficamente contiguos— no viven sin embargo en la misma épo­
ca literaria. Cuántos son esos espacios, después, es cosa discutible,
naturalmente, porque el continuum histórico y geográfico se puede
cortar de diferentes maneras. Se puede adoptar como unidad de aná­ 11872
lisis la propia literatura nacional, por ejemplo, y entonces Europa es­ c)
1 8 1 3 - 1 93 5
tá dividida de hecho en veinte o treinta espacios distintos. O se pue­
1923
de aceptar la tesis de Curtius, para quien el espacio europeo es uno
e indivisible. O finalmente —y esto es lo que haré yo— se puede se­ Turquía 18 6 0 / 18 7 5
guir la teoría del “ sistema-mundo” y tomar como unidad de análisis Egipto 1 8 7 2

no el continente ni la nación individual, sino tres posiciones posibles China 1 8 7 2


Pcrsia 18 7 8
dentro del sistema europeo: tres Europas, digamos. En un extremo india (gujarati) 18 8 0
India (hindi) 18 8 1
-j6 Hágerstrand, “ Some Unexplored Problemas” , cit., p. 2 17 . Hágerstrand está citando a Malasia 18 8 3
T860/8?.
Friedrich Ratzel (Anthropogeograpbie, Stuttgart, 1 9 12 , p. 4 1 1 ) , cuya obra estimuló buen nú­ Filipinas 18 8 4
mero de líneas de investigación geográfica a comienzos del siglo. Japón 18 9 6
E l mercado de la novela hacia 1850 179
178 Capítulo 3
Figura 85a-b. B uddenbrooks. T raducciones europeas
lo que Wallerstein llama el core, el “ centro” del sistema: un grupo
precoz, versátil y muy restringido (como aquí la diagonal de comien­
zos del siglo xvn). En el extremo opuesto, la “ periferia” , que es en a)
1 903-1929
cambio un grupo muy amplio pero dotado de poca libertad y poquí­
sima creatividad. Y a medio camino entre los dos un conjunto híbri­ ; . 24
do, vago, que mezcla rasgos de los dos anteriores: la “ semiperiferia” . 14oi
Espacio de transición: de declinación desde el centro (como para Es­
paña e Italia) o por el contrario (como para la novela rusa del siglo
xix) de promoción de la periferia al centro del sistema.

Las tres Europas ya habían aparecido en aquella investigación de 1992


a la que hice referencia más arriba. Al cuantificar el “despegue” de la
novela europea, por ejemplo, percibimos muy pronto que no ocurre en
Nueva Y o rk 19 2 4
un periodo circunscrito, sino en (por lo menos) tres fases diferentes: la
primera hacia 1720-1750 (en el centro: Francia, Inglaterra, y un poco
más tarde Alemania); la segunda, hacia 1820-1850 (en alrededor de
media docena de países); y la tercera, aún más tarde, en los otros. Lo b)
mismo ocurre con los flujos de traducción: en un extremo, un grupo I93O-I986
restringido (Francia, Inglaterra y Alemania; Francia, Inglaterra y Ru­
sia), un grupo restringido que exporta intensamente y más o menos ha­
cia todas partes; en el extremo opuesto un grupo muy amplio, el cual
por el contrario importa muchísimo y no exporta casi nada. Y a medio
camino entre los dos, influencias limitadas, “regionales” , como Budden-
brooks de la figura 85a-b\ un éxito inmediato, profundo, en el noreste 1942
de Europa, la región hanseática; pero hasta 1929 (el año del Nobel) ni rq 1
986
una sola traducción al oeste del Rin, o al sur del Danubio.
Dos, tres Europas. Con Francia e Inglaterra siempre en el cen­
tro; la gran parte de las traducciones siempre en la periferia; y en me­
dio un grupo variable, que cambia a cada momento. Pero ¿es posible Tel A v iv 19 3 0
Japón 1 9 3 2
ir más allá de este esquema general, y medir la diferencia entre esas
Turquía 1 9 5 3
tres posiciones ? Pregunta decisiva, y difícil, a la que lamentablemen­ lígipto 196.1
China .1962
te no puedo dar más que una respuesta parcial. Parcial, porque toco
India 19 7 8
sólo ocho o nueve países; y me limito a las traducciones (que son so­ I
lamente un aspecto de la cuestión); y trabajo con las bibliografías na­
cionales (que no son todas igualmente dignas de confianza). Además,
aquí hay tantas variables en juego que es difícil hacerles justicia. Sin
embargo, lo he intentado.
i8o C a p ítu lo 3 E l mercado de la novela hacia 1850 181

7. Una investigación bibliográfica Empecemos por el extremo superior del espectro: los grandes éxi­
tos del siglo xix. Scott, Bulwer-Lytton, casi todo Dickens, las sensation
Para medir la articulación interna del sistema literario europeo, de­ novéis de la muestra inglesa; la novela sentimental, Dumas, Sue, Hugo
cidí construir una muestra de alrededor de cien novelas inglesas, sub­ de la francesa (fig. 86 abcdpqrs). Es un diseño regular, casi monótono:
divididas en quince grupos,” y después seguir su suerte en un grupo toda Eluropa lee los mismos libros, con el mismo encarnizamiento -
de países que tenían bibliografías nacionales razonablemente dignas de y más o menos en los mismos años (cuando no meses). Es decir: toda
confianza, y de los que esperaba resultados más bien diversos: Dina­ Europa se reconoce, no en el “realismo” (basta echar una ojeada a la
marca, Francia, Italia, Polonia y Hungría. Controlé qué parte de la suerte de Stendhal y Balzac para comprender cómo van las cosas), no
muestra se traducía a las diversas lenguas; con cuánta frecuencia; y en el realismo, sino en lo que Peter Brooks ha llamado “imaginación
con cuánta rapidez. Cuando me pareció haber identificado algunas melodramática” : una retórica de tintas fuertes, que mezcla historia,
tendencias realicé un control, extendiendo la muestra sobre ambas ver­ emociones y misterio y que es perfeccionada (además de Verdi) por
tientes. Con ayuda de Margaret Cohén, reuní una muestra de nove­ Dumas y Sue, los dos escritores más populares de la época.
las francesas comparable al inglés (aunque de dimensiones más mo­ Ese mercado literario común sin embargo empieza muy pronto a
destas);3738 y después amplié el escenario europeo, agregando a los contraerse. Primero Rumania, después Polonia y Hungría, después,
primeros cinco países Gran Bretaña, Holanda, Rumania (cuya biblio­ Italia y España, poco a poco la parte oriental del continente, y des­
grafía se detuvo, lamentablemente, en la letra “ R ” , igual que Mr pués la parte meridional, desaparecen de los mapas: llegan a ellas cada
Ramsay en To the Lighthouse), y España (cuyo mejor catálogo plan­ vez menos novelas, e incluso tal o cual forma no llega en absoluto.
tea un problema similar, porque se detiene en 185o).39 Los mapas de ¿Falta de interés ? Yo diría, ante todo, falta de espacio. Si en Ruma­
la figura 86a~t> visualizan los resultados del trabajo. nia circulan menos formas que en Italia, o en Dinamarca, eso ocurre
porque Rumania es un mercado más restringido: y un mercado res- -
tringido, ya lo vimos con las circulating libraries, no se comporta igual
37 La composición de la muestra es la siguiente: nueve novelas sentimentales de los años que un mercado grande, en escala menor: se comporta de manera di­
18 0 0 -18 15 ; seis novelas de Scott (tres del primer periodo y tres del último); cinco oriental ta­
les, cinco nauticaltales y cinco novelas de guerra (todas formas muy populares en los años 1820-
ferente. En lugar de importar un tercio, o un décimo, de todas las
1840); doce silver-fork novels\ ocho novelas regionales; cinco best-sellers históricos de Bulwer- formas disponibles, selecciona poquísimos autores, o poquísimas for­
Lytton, cinco de Ainsworth y cinco de G . P. R. James; siete novelas de Dickens (dos del primer mas, y “ deja afuera” a todos los demás. Y así, tenemos quintales de
periodo, dos cuentos de Navidad y tres del último periodo); siete novelas religiosas de media­
dos del siglo; diez novelas sentimentales publicadas alrededor de 1850; ocho novelas “ indus­
triales” y ocho sensation novéis del periodo .1860-1870. En total, .104 novelas. Para Hungría: Kertbeny, Ungams 'Deutsche Bibliographie;Magyarország Bibliographiája
38 La muestra francesa consta de 53 novelas, subdivididas en siete grupos: trece novelas 17 12 - 18 6 0 , Budapest, 1890; Magyar Konyvészet, 18 6 0 -7 7 ,18 8 6 -19 0 0 , 17 0 1- 17 10 , Budapest,
sentimentales de los años 17 9 5 -18 10 ; ocho novelas históricas menores de los años 1820-1830 ; 18 9 0 -19 17 .
siete novelas “ realistas” de Balzac y Stendhal; cuatro novelas de Hugo; cinco romans champé- Para Holanda: Alphabetische Naamlijstvan Boeken, 17 7 0 -18 7 2 , Amsterdam, 18 3 5 ; Alpha-
tres de George Sand; siete novelas de Sue y cuatro de Dumas. betische Naamlijstvan Boekeri,Plaat-en Kaartwerken, 18 7 7 -18 4 7 , Amsterdam, 1858; Brinkman's
39 He consultado los siguientes catálogos bibliográficos. Para la Gran Bretaña: Nine- Catalogas der Boeken, Plaat-en Kaartenwerken, 18 7 0 -18 8 2, Amsterdam, 1884.
teenth-Century Short Title Catalogue, Serie 1 ( 18 0 1-18 16 ) y Serie 11 (18 16 -18 7 0 ), Londres, Un- Para Rumania: I. Bianu, N. Hodos, I). Simonescu, Bibliografía Romancesca Vecha, Bu-
win, 1986; British Library Catalogue. carest, 19 12 -19 3 6 ; G. Strempel, Bibliografía Romaneasca Moderna 1 8 7 1 - 1 7 1 8 , Bucarest, 1984-
Para Francia: Bibliographie de la France, París, 1 8 1 1 - 1 8 5 6 ; O. Lorenz, Catalogue general 1989 (este catálogo está actualmente detenido en la letra “ R ” ).
de la líbrame franqaise, 18 4 0 -6 5 ,18 6 6 -7 5 ,18 7 6 -8 5 ,18 8 6 -9 0 (París 1868, 1876, 1887, 1924); Para Dinamarca: Erland Munch-Petersen, A Bibliography ofTranslations into Danish 1800-
M. G . Devonshire, The English N ovelin Trance 18 3 0 -18 7 0 , University of London Press, 1929. 170 0 ofProse Viction from Germanic and Romance Languages, Copenhague, 1976.
Para Italia: C IJO , Catalogo dei libri italiani delVOttocento (18 0 1-19 0 0 ), Milán, Editrice Para España: J. Fernández Montesinos, Introducción a una historia de la novela en España
Bibliográfica, 19 9 1. en el siglo X IX : seguida del Esbozo de una bibliografía española de traducciones de novelas (1800-
Para Polonia: Karol Estreicher, Bibliografía Polska, Cracovia, 18 8 1-19 39 . 1870), Madrid, 1980.
Figura 86a-0. DIFUSIÓN EUROPEA DE LA NOVELA INGLESA
Figura 86p-v. D ifusión europea de la novela francesa

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m) Silver-fork novéis n) Novelas regionales o) Novelas de guerra
184 Capítulo 3
El mercado de la novela hacia 1850 185
Dumas, Hugo, Bulwer-Lytton, pero nada del Capitán Marryat, nada catolicismo el que “ selecciona” en Italia la novela religiosa, así como
de (Jur village, nada de oriental tales, novelas industriales, silver-fork una más avanzada emancipación femenina selecciona en los países
novéis...
protestantes historias de libre elección afectiva. Y al lado de esta se­
lección positiva tenemos además la opuesta, negativa: el rechazo pro­
Cada año el mercado rumano, o español, tiene espacio sólo para de­ piamente dicho de los mapas 86mno, en que novelas popularísimas
terminado número de novelas: una vez alcanzado ese límite las puer­ en Gran Bretaña apenas si sobreviven en un par de mercados del nor­
tas se cierran. Pero ¿cómo se cierran? ¿Por qué algunas formas son te, y nada más. Y en esas formas “ desafortunadas” (silver-fork novéis,
aceptadas y otras rechazadas ? En primer lugar, diría yo, por pura y novelas regionales, y sobre todo novelas de guerra) parece posible re­
simple saturación, como en los mapas 86efv. Ainsworth, James, las conocer un denominador común: una Britishness exagerada y hasta
mil novelas históricas francesas: los mercados europeos fueron inun­ un poco maniática, que quizás habrá entusiasmado al público inglés
dados por ese género literario a tal punto, que algunos rechazos eran pero que debe haber aburrido al extranjero y provocado su rechazo.
inevitables, Y así, en branda y en Polonia se traduce todavía a Ains-
w°rth, Pero poco o nada ajames; en Italia y en Hungría ocurre exac­ Hasta ahora he mirado los mapas desde el punto de vista de las for­
tamente lo contrario: mucho James y poquísimo Ainsworth. ¿Hay ra­ mas: las novelas históricas tienen éxito en todas partes, las sentimen­
zones específicas para esas diferentes elecciones ? Lo dudo; Ainsworth tales en el norte, las religiosas en los países católicos, las de guerra en
y James se parecen muchísimo, pero ahora hay menos espacio para la ninguna parte... Pero también podernos cambiar la perspectiva y ra­
novela histórica en general, y así, por un motivo cualquiera, uno de zonar desde el punto de vista de los distintos países, tratando de com­
los dos queda fuera del cuadro.
prender cuál es la amplitud de sus importaciones de literatura extran­
^ fenómeno de la saturación se suma después la selección propia­ jera. Las dos matrices de la figura 87, elaboradas por sugerencia de
mente dicha, que entra en juego en la elección entre una forma y otra Serge Bonin, ofrecen un comienzo de respuesta. Leyéndolas de iz­
En los mapas 86g-0, por ejemplo, es indudable que el mercado italiano quierda a derecha, en efecto, revelan un primer grupo de países que
se está contrayendo; sin embargo todavía está muy abierto (en ten- tienen acceso a (casi) todas las novelas incluidas en la muestra: Dina­
dencia contraria respecto de Europa) a la novela religiosa (fig. 86A). marca, España y Gran Bretaña para las novelas francesas; Holanda,
O bien, tomemos la difusión de la novela sentimental inglesa en los Dinamarca y Francia para las inglesas. Y de este primer grupo se pa­
mapas 86h-r. siempre elevada en la Europa septentrional, tanto al ini- sa después gradualmente al extremo opuesto (Rumania, tal vez tam­
cio como a la mitad del siglo, y siempre más bien baja en el resto del bién España para las novelas inglesas), que por el contrario sólo im­
continente. Son casos en los que la distribución geográfica sugiere porta una exigua minoría de formas. Por supuesto, dónde se ubican
una afinidad cultural entre una forma específica y un mercado determi- los límites entre los diversos grupos (especialmente en la matriz fran­
nado: entre la católica Italia, quiero decir, y Fabiola (o La iglesia de cesa) está lejos de ser obvio: es una elección, una decisión interpreta­
las catacumbas), escrita por el Cardenal Wiseman y traducida tres ve­ tiva, sobre la cual Bonin, por ejemplo, pensaba de otro modo, y pro­
nces en un año (en Milán, Turín y Nápoles). O entre el “individualis- ponía “ cortar” los datos de distinta manera. Pero de cualquier modo
mo afectivo” de la novela sentimental y el rico noroeste de Europa, que se prefiera, subsiste la realidad de un sistema dividido interna­
donde ese valor está mucho más difundido que en otras partes. mente: especialmente en la matriz inglesa, que es la más rica en datos.
Si, por lo tanto, las dimensiones del mercado hacen inevitable la Una Europa dividida. ¿Pero dividida precisamente en tres grupos ?
selección (al fin de cuentas, ningún mercado es suficientemente gran­ Esto depende de lo que cada uno “ ve” , literalmente, en las matrices
de para contener todas las novelas del siglo xix), la dirección de la elec­ de la figura 87, así como en los diagramas de la figura 88, que mues­
ción, por su parte, depende de fuerzas culturales específicas. Es el tran los porcentajes de importación de los distintos países europeos.
18 6 E l mercado de la novela hacia 1850 187
Capítulo 3

Figu ra 87. D if u s ió n d e l a n o v e l a f r a n c e s a e i n g l e s a e n E u r o p a e n e l s i g l o x i x Figura 8 8 . P o r c e n t a je s d e d if u sió n d e l a n o v e l a f r a n c e s a e in g l e s a


La matriz permite seguir simultáneamente el éxito de los distintos géneros y la amplitud de los Los diagramas visualizan simultáneamente la importación de textos individuales y de l°s db~
distintos mercados nacionales. La homogeneidad del sistema literario europeo es máxima en tintos grupos de las dos muestras. De los porcentajes conjuntos surge con particular claridad
el sector superior izquierdo de las dos matrices, y decrece a medida que nos desplazamos ha­ la división del sistema literario europeo.
cía abajo y hacia la derecha.
N B E n estos diagramas, y también en los de la figura siguiente, se considera que un grupo ha
D in E sp GB lt Pol FIol Hun Ruin sido importado con éxito sólo si todos los textos que lo integran (o textos equivalentes) fue­
Sue M I l É F tj P ron traducidos antes del fin del siglo XIX. La figura utiliza porcentajes porque algunas biblio­
grafías no están completas, y por lo tanto el uso de datos numéricos resultaría extremadamen­
i l i l l l i l ■ i ■ te equívoco. Lamentablemente, eso no significa que el uso de porcentajes nos asegtu'e contra
Hugo í s i i n

Novelas sentimentales ca. 1 8 1 0


i m i i l ÍÜ III m¡ H errores: aparte de la falta de homogeneidad de las fuentes bibliográficas, en realidad la mues­
tra inglesa comprende — cosa que es preciso tener presente en la discusión que sigue— un nu­
ívXI
mero más elevado de formas débiles que la francesa.
Sand, romans champetres p
N O V EL A S FRAN C ESAS

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E l mercado de la novela hacia 1850 189
i88 Capítulo 3

Yo, por mi parte, veo lo siguiente. Tres países que parecen estar del “ centro” que divide el continente en zonas de influencia simbó­
siempre en el grupo más avanzado: Francia, Gran Bretaña y Dinamar­ lica- una lucha por la hegemonía, en la que Francia realmente parece
ca: el centro, el core del sistema.40 Dos o tres países que presentan haber triunfado (fig. 89). Es como si la larguísima guerra terminada ¡
saltos marcados según los casos: España (muchísima literatura fran­ en 18 15 con la victoria de Gran Bretaña se hubiera repetido después, :
cesa y muy poca inglesa), Holanda (lo contrario) y en parte Italia. invertida, en el frente cultural: en la literatura el derrotado triunfo,
Después, dos países (Polonia y Hungría) que no tienen puntas hacia y París se convirtió, como si dijéramos, en el Hollywood del siglo xix.
arriba y parecen importar con regularidad alrededor de media docena En la Europa meridional y oriental, la novela francesa está inmensa­
de formas, pero no mucho más. Y por último, al fondo, aislada, Ruma­ mente más difundida que la inglesa (en Italia, a mediados del siglo,
nia (a la que sin embargo razonablemente podríamos agregar, para la proporción es de siete-ocho a uno), mientras que incluso en el norte
los datos ingleses, España, Hungría y Polonia). protestante las dos rivales están más o menos parejas (en Dinamarca,
En resumen: un grupito de avanzada, que tiene acceso a mucha Dumas es el autor que más se reimprimió en el siglo xix). Y la supe­
de la narrativa europea; dos grupos intermedios, que a pesar de seguir rioridad francesa surge con claridad en el caso de formas paralelas,
caminos muy diferentes terminan ambos por tener acceso a alrededor las novelas campestres de George Sand, tanto más dif undidas que sus
de la mitad de las novelas en circulación; y finalmente un país reza­ análogas inglesas, o las novelas sentimentales de comienzos dei siglo,
gado, al que llega una forma por generación, o poco más. Un solo país traducidas en masse prácticamente en todas partes, mientras que las
(en la posición “periférica” , donde uno esperaría muchos más), por inglesas no salen del norte de Europa.
esta razón, probablemente: porque en la periferia de Europa los ins­ No sé bien cómo explicar esta supremacía de la novela francesa
trumentos bibliográficos que he utilizado en esta investigación no exis­
ten, o en todo caso resultaron inaccesibles para mí (sin hablar de mi
Figura 89. E l distinto éxito de la novela francesa e inglesa en E uropa
total ignorancia del aspecto lingüístico del asunto). Casi por defini­
E N E L S IG L O X IX
ción, la periferia de un sistema es el lugar donde los datos son más esca­ N.B. Todos los datos están expresados en porcentajes. Se considera que un grupo ha stdtvim­
sos: y es por eso, creo, por lo que aquí la periferia está “representada” portado con éxito sólo si todos los textos que lo integran (o textos equivalentes) fueron tradu­
por Rumania únicamente. Pero la contracción del mercado que se des­ cidos antes del fin del siglo XIX.

prende de estas matrices es una tendencia demasiado precisa y mar­


cada para no haber tocado también a los demás países europeos.
Rumania

Tres Europas, probablemente. Y después, en las tres, una larga y en­


España 3
Hungría
carnizada rivalidad entre dos auténticas superpotencias literarias. Ob­
Polonia
sérvese cómo España y Holanda cambian de lugar en las figuras 87
y 88: España ávida de novelas francesas y cerrada a las inglesas, y Italia
Francia
Holanda al revés. Es indicio de una competencia entre las literaturas Inglaterra
Dinamarca

40 Es preciso aclarar: el centro del sistema por lo que se refiere a las importaciones. Otra
variable (precocidad del despegue de la novela, cantidad y variedad de la literatura nacional,
Holanda

60
L80 %
20 40 60 80 %
40
exportaciones, etc.) probablemente produciría otro resultado, en el que Dinamarca sería sus­
tituida ya por España, ya por Alemania o por Rusia. De la integración de todos esos sistemas □ Franceses
parciales surgiría finalmente una imagen detallada del “ sistema novelesco europeo” en su con­
junto. Por desgracia tal cosa aún está muy lejos en el futuro. L :J Ingieres
E l mercado de la novela hacia 1850 191

190 Capítulo 3 Fernández el espacio del barroco (fig. 90). En otros casos la geogra­
en Europa. Es posible que se trate de un contragolpe (y un contrapa­ fía de una forma puede muy bien trascender los limites de Europ .
so) de la insularidad inglesa, que pierde contacto (relativamente, por la narrativa breve, por ejemplo, se desarrolla en un sistema que nc.es
supuesto) con los gustos europeos. Tal vez sea consecuencia del he­ tanto “ europeo” como “ mediterráneo , con un tortísimo compon ^
cho de que el francés es la lengua cultural de Europa, lo que permi­ te indio y árabe (lo que tal vez explique la duradera ambientacion
te a los libros publicados en París viajar velozmente y ocupar nichos oriental del cuento corto europeo: como en las figuras 23 y 24 del p
culturales mucho antes que sus rivales. Y finalmente, bien podría tra­ mer capítulo).44 Obsérvese el mapa de Cenicienta en la Stona notturna
tarse de una diferencia morfológica entre las dos tradiciones narrati­ de Cario Ginzburg (fig. 9*)- P * * una variante especifica del cuento
vas (como quiera que se definan éstas). Pero por incierta que sea has­ la Bretaña está separada del resto de Francia, o Cerdena de I t a ia .y
ta ahora la explicación, el hecho en sí me parece confirmado; y no es en cambio se vinculan, por razones morfológicas, con la bahía de B
por nada que cuando el cine y la televisión estadunidenses invadie­ pala v el sudeste asiático. . .
ron los mercados europeos (exactamente como Dumas y compañía Formas distintas, Europas distintas. Cada genero literario tiene
cien años antes), la cultura francesa casi se insurrecciona contra el su geografía, casi su geometría: pero son todas figuras sin centro Kqe
nuevo amo. Gran cosa la hegemonía simbólica, y nadie se la deja arre­ se ve cuán extraña, cuán alejada de lo obvio, es la geografía de a nm
batar sin combatir. vela Y es extraña dos veces. La primera, porque la novela cierra 1
literatura europea a cualquier influencia extranjera: refuerza, o qui­
zá en realidad inventa, su carácter peculiarmente earoPe^ ™ ™
8. “Una universal dependencia de las naciones una de otra” forma tan profundamente europea priva después a casi toda Europ
de cualquier libertad creativa: dos ciudades, Londres y París la do­
Entonces, la novela europea tiene un centro en Francia e Inglaterra. minan por un siglo entero, publicando la mitad (y quiza mas) de t
Bueno, ya lo sabíamos. Pero quizá, sugiere la Fenomenología del es­ das las novelas europeas, en una despiadada, inflexible centralización
píritu, “lo conocido, en términos generales, precisamente por ser cono­ cultural. Centralización: el centro, el hecho bien conocido, pero v
cido, no es reconocido” :41 es tan familiar que uno ya ni lo ve, y sus t0 como lo que es: no un dato, sino unproceso. Y un proceso tmpr -
implicaciones jamás se examinan. Y sin embargo, si lo pensamos, en visible: la excepción, no la regla de la literatura europea.
la historia de la literatura europea la existencia de un centro restrin­
gido está lejos de ser obvia. La Europa de las baladas, por ejemplo, Así las bibliotecas inglesas y las bibliografías europeas nos mandan
no lo tiene: los folcloristas la describen como una especie de tablero el mismo mensaje: con la novela nace en Europa
de ajedrez, en que las formas se desarrollan en escala local y ahí se común. Un mercado único, debido a su centralización. Y un merca­
quedan: limitadas a “ comunidades pequeñas, estables, autosuficien- do desigual, por la misma razón. Porque en los cien anos decisivos en
tes” , escribe William Entwhistle.42 Y además: para Peter Burke la Eu­ tre 1750 y 1850, la peculiar trama geográfica de la centralización ha-
ropa de la épica oral tardía es un sistema de fronteras: no hay centro,
de nuevo, sino dos o tres largas trincheras simbólicas, como la que 44 “ E n el Panchatantra, Thcodor Benfey R d d em o stró que en el c u r s o d d m e d i e v o s ,
corre entre la Cristiandad y el Islam.43 Otra frontera, o más bien una
medialuna, que separa Reforma y Contrarreforma, es para Dominique

41 G. W . F. I legel, Venomenologia del espíritu (1807), trad. esp. M éxico, Fondo de Cul­ 1
B a g g e r , 1 9 4 8 , P- 45 ). V é a s e t a m b e n B u rk e ^ dd Llhr0ie Smbad,
erro r d e te n e rse en las fr o n te r a s d e E u r o p a | , ..] C u e n t o s arañes c o m o 1 „
tura Económica, 1966, p. 23.
e in d io s (co m o lo s d el Panchatantra) cir c u la b a n en E u r o p a m u ch o an te s e o
42 E. Entwhistle, European Balladry, O xford, Clarendon, 19 39 , p. 7.
43 Burke, Popular Culture, in Early Modern liurope, cit., pp. 37, 233,
192 Capítulo 3 El mercado de la novela hacia 1850 193

Figura 90. L a medialuna barroca Figura 91. E l mundo de la C enicienta

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Roma

E n el cuento de la Cenicienta [...] versiones que incluyen la reco­


lección de los huesos se han documentado en China, Vietnam, In­
Abramos un mapa de Europa: la civilización barroca toma forma dia, Rusia, Bulgaria, Chipre, Serbia, Dalmacia, Sicilia, Cerdeña,
como una especie de medialuna, que parte del sur de Italia, pasa Provenza, Bretaña, Lorena, Escocia y Finlandia. Una distribución
por Roma, Genova, Turín, el sur de Suiza, Austria, Bohemia, y tan amplia y variada lleva a excluir la eventualidad de que la pre­
termina al oriente de Praga. La formación de esa barrera de igle­ sencia del tema de la recolección de los huesos en el argumento del
sias y monasterios se explica por la necesidad de oponer a la Refor­ cuento sea fruto de un injerto ocasional. Es posible hacer una hi­
ma, y a los austeros mandamientos de Rutero y Calvino, una serie pótesis ulterior: la de que la versión que incluye la resurrección del
de monumentos decorados en forma agradable y vivaz, capaz de animal muerto sea la más completa, aunque sólo se haya conserva­
devolver a la religión católica su atractivo perdido. do en tres casos.
G arlo G in z b u r g , Storia nottuma. Una decifrazione delsabba
D om inique F e r n a n d e z , Le Banquet des unges
194 Capítulo 3 E l mercado de la novela hacia 1850 195

ce que en casi toda Europa las novelas sean, muy simplemente, libros Fue natural, sí. “ Tomar prestado es intrínsecamente mas fácil
extranjeros. Los lectores húngaros, italianos, daneses, griegos, se fa­ que inventar” , escribe William McNeill; y Torsten Hágerstrand:
miliarizaron con la nueva forma leyendo novelas inglesas y francesas, “ Los seres humanos exigen soluciones satisfactorias, no óptimas [...j
y así, inevitablemente, las novelas inglesas y francesas se convirtieron Una vez hallada una solución que funciona, en general con eso bas­
en modelos a imitar. “ De las muchas literaturas nacionales y locales ta.” 51 Es verdad: si el modelo de Scott funciona en Inglaterra, ¿por
surge una literatura mundial” , reza el Manifiesto del partido comunis­ qué no usarlo también en España, o en Hungría, o en Italia ?^Se aho­
ta, pero se equivoca: lo que surge en todo caso es una multiplicación rra tiempo, esfuerzo, y probablemente muchísimos errores. Esas son
planetaria de un par de literaturas locales particularmente afortuna­ las razones profundas del fenómeno de la difusión: de esa gran for­
das. “ Podríamos [...] divertirnos —observa Pieter De Meijer— es­ ma conservadora de la historia humana, como la definió A. L. Kroe-
cribiendo una historia de la novela en Italia sin hablar de la novela ber.52 Justo, y admirablemente contrastante con el sentido común,
italiana” ;45 y Lúea Toschi, hablando del mercado de la novela alre­ porque cuando uno mira, por ejemplo, los mapas de la difusión de
dedor de 1800: “ La demanda requería producción extranjera [...] y Don Quijote, ve una serie de movimientos, de cambios; pero por de­
la oferta tenía que adecuarse a ella.” 46 Una generación más tarde, en bajo de esos cambios, dice Kroeber, hay exactamente lo contrario, la
España, “ a los lectores no les interesa la originalidad de la novela espa­ creciente homogeneidad del gusto literario europeo. ^
ñola; lo único que desean es que sea conforme a los modelos extran­ Y en efecto, apenas una forma literaria encuentra un modelo “ sa­
jeros que ya se han vuelto familiares” , y en consecuencia, concluye tisfactorio” , su historia se hace realmente diferente. En el momento
Elisa Martí-López, bien se puede decir que entre 1800 y 1850 “la no­ del primer despegue de la novela, hacia 1750, ese modelo aún no exis­
vela española se escribe en Francia” .47 te, y la novela es un género libre, diversificado e incluso, a decir ver­
Es una relación de fuerzas que se impone también fuera de Euro­ dad, un poco alocado: sátira y lágrimas, picaresca y filosofía, viajes,
pa. Para Edward Said, “ a cierta altura, algunos escritores árabes des­ pornografía, cartas, autobiografías... Pero cien anos después, la in­
cubrieron la novela europea, y empezaron a escribir obras similares” .48 dustria anglo-francesa se ha puesto en marcha, y el segundo despegue
“ El folletín brasileño se puede definir como una servil imitación del es muy distinto del primero: novelas históricas en primera persona, y
francés” , agrega por su parte Marlyse Meier.49 Y Roberto Schwarz, poco más. Nada de invenciones morfológicas: en su lugar, la gran fuer­
en un excelente ensayo sobre “la importación de la novela a Brasil” : za conservadora de la difusión. Una forma, y una forma importada.

La novela existía en Brasil antes de que existieran novelistas brasileños; y así, cuan­ Aquí se ve que la geografía no es un contenedor , sino una condi­
do aparecieron, fue natural que siguieran aquellos modelos europeos que —para
ción, e incluso una constricción del desarrollo histórico, incluyendo el
bien y para mal— ya se habían establecido en nuestros hábitos de lectura.50
desarrollo morfológico. Porque es cierto que ya sabíamos que Fran­
■ o P. De Meijer, “ La prosa narrativa moderna” , en A. Asor Rosa (comp.), Letteratura ita­
cia e Inglaterra eran el centro de la novela europea, pero no habíamos
liana, m/2, Le forme del testo. La prosa, Turín, Einaudi, 1984, p. 762. tomado en cuenta las consecuencias de esa configuración espacial: el
56 L. Toschi, “ Alie orígini della narrativa di romanzo in Italia” , en M. Saltafuso (comp.), hecho de que, en un mercado integrado, los retrasados no recorren el
llviaggio del narrare, Florencia, La Giuntina, 1989, p. 19.
55 E . Martí-López, “ La orfandad de la novela española: política editorial y creación lite­
raria a mediados del siglo xix” , en Bulletin liispanique, 1997. deuda externa es tan inevitable en la literatura como en cualquier otro campo de la vida bra­
48 E . Said, Beginnings, 1975, Columbia University Press, 1:985, p. 8 1. sileña, y no es un aspecto fácilmente climinable de la obra, sino un atributo complejo de ella.
415 M. Meier, “ O que é, ou quem foi Sinclair das Ilhas ?” , en Revista do Instituto de V.sludos La deuda externa contribuye significativamente al conjunto de nuestra cultura... (ibul., p.y>).
Brasileiros, 19 7 3 , núm. 14 , p. 46, 5‘ M cNeill, “ Diffusión in ITistory” , cit., p. 76; Hágerstrand, “ Some Unexplored 1 ro-
50 R, Schwarz, “ The Importing of the Novel to Brazil and Its Contradictions in the Work blems” , cit., p. 2 2 1.
of Roberto Alencar” , 19 7 7 , en Misplaced Ideas, Londres, Verso, 19 9 2, p. 4 1. Y además: “ La 52 Kroeber, “ Difíusionism ” , cit., p. 144.
196 Capítulo 3 El mercado de la novela hacia 1850 197

mismo camino que los precursores, sólo que un poco más tarde, sino ¡Sólo dos tipos de automóviles! Pero la omnipresencia de la imi­
que recorren un camino diferente. Están obligados, constreñidos a re­ tación, continúa Hugill, “ es ocultada por la naturaleza competitiva
correr un camino diferente, y más angosto, por el éxito de los pro­ de la industria automovilística. Ningún fabricante de automóviles
ductos del centro: un “ desarrollo del subdesarrollo” , realmente, en el quiere admitir que sus modelos no son en realidad muy distintos de
campo literario. Lo cual, naturalmente, no es una conclusión agrada­ los de sus competidores”.55 Ningún fabricante de automóviles, y tam­
ble. Pero cuando uno estudia el mercado, es lo que encuentra. poco ningún editor, o novelista, o crítico. Todos insisten en la origi­
nalidad de sus productos, exactamente como la Fiat, y por la misma
razón: para vender. Lo cual es humano, pero no debe ocultar el mar
9. Interludio teórico: VI. E l mercado y las formas de copias que inunda el campo literario, igual que todo lo demás.

¿Suena demasiado pesimista lo que acabo de decir ? La idea de fondo Líe tratado de cuantificar la difusión literaria, de analizar su disper­
que quisiera comunicar, escribió Gunnar Myrdal hace cuarenta años, sión espacial, de encontrar modelos teóricos capaces de explicar su
rigidez. Y sin embargo el proceso en su conjunto conserva algo de
es que, normalmente, el juego de las fuerzas del mercado no tiende a la igualdad enigmático. ¿Por qué la difusión de la novela funcionó tan bien ? ¿Có­
entre regiones distintas, sino a la desigualdad. “ Nada tiene tanto éxito como el éxi­
to” ; y yo agrego: nada fracasa tanto como el fracaso. La versión bíblica de esta
mo lo hizo ? Entendámonos: esa difusión existió, y fue tan vasta y
antigua sabiduría tiene tintas aún más fuertes: “ A quien tiene le será dado, y a profunda que llegó a parecer incluso natural; pero no es en absoluto
quien no tiene, hasta lo poco que tiene le será quitado.” 53 natural. Novelas forjadas sobre la historia inglesa, o sobre la geogra­
fía de París: ¿cómo hacen para gustar a lectores rusos, o italianos, o
A quien tiene le será dado... Extrema solidez del éxito en el mer­ brasileños ? ¿Es que estamos todos presos en el mismo torbellino cós-
cado; como la inflexible box del paradigma de Kuhn, o los equilibrios mico-histórico ? Esto es verdad, naturalmente, pero en un nivel de
punteados de Gould y Eldredge, o los increasing retums de Brian Ar- abstracción tal que no nos ayuda mucho. Y después, subsiste toda­
thur. O para recurrir una vez más a la historia de la tecnología: vía otra pregunta: ¿cómo funciona la difusión ? Un novelista húnga­
ro, o brasileño, quiere escribir como Balzac; muy bien, pero ¿cómo
Después de un primer periodo de experimentación, la estructura del automó­
se las arregla con los aspectos técnicos de la empresa? ¿Qué es lo que
vil se estabilizó alrededor de 1902, y no tuvo cambios radicales hasta 1959. Para
emplear la terminología de Kuhn, un periodo de “ tecnología normal” fue se­ deberá mantener, del modelo original, y qué deberá cambiar ?
guido entonces por una revolución tecnológica, cuyos pródromos habían empe­
zado a circular en los años veinte. En los años sesenta, por el contrario, se inició Qué cosa mantener y cuál cambiar. Examinando “la reducción de la
un nuevo periodo de tecnología normal. Desde 1900 hasta hoy, por lo tanto, diversidad a unidad” en la Francia de la primera edad moderna, Ro-
sólo se han producido en serie dos tipos de automóviles.54534*
bert Muchembled ha encontrado una respuesta elegante: la difusión
53 G . Myrdal, Development and Under-Development. A Note on the Mechanism o f Natio­ cultural funciona, escribe, porque mezcla "syntaxe sanante, et vocabu-
nal and InternationalEconomic Inequality, E l Cairo, National Bank of Egypt, 1956, p. 27 (cur­ laire populaire” é 6 Sintaxis culta y léxico popular; “ modelo europeo y
sivas mías). Y también: ‘Si todo se dejara a las fuerzas del mercado, sin ninguna interferencia
ambientación local” , dice Schwarz de la novela en Brasil.57 La for­
política, la producción industrial, el comercio, las finanzas, los seguros, los transportes interna­
cionales, y en realidad casi todas las actividades económicas que en una economía en desarro­ ma, el elemento estable, viene de lo alto y del centro; los detalles
llo tienden a dar beneficios superiores al promedio, y además la ciencia, ciarte, la literatura, la
instrucción y en general toda la alta cultura se concentrarían en algunas ciudades o regiones, dejando 55 Ibid., pp. 13 5 -13 6 .
al resto del país en una especie de gran pantano” (ibid., p. 28, cursivas mías). 56 R. Muchembled, Culture populaire et culture des élites dans la France moderne (xve-xvme
54 P. J. Hugill, “ Technology Diffusion in the W orld Automobile Industry 18 8 5 -19 8 5 ” , siecle), París, F.lammarion, 1978, pp. 341-34 2.
en Hugill y Dickson (comps.), I he Eransfer and Transformation, cit., p. r io . 57 Schwarz, “ The Importing of the N ovel to Brazil” , cit., p. 46.
198 Capítulo 3 E l mercado de la novela hacia 1850 199

están en libertad de cambiar de un lugar a otro. En los términos de Una divergencia entre el modelo y la realidad. “ Nada tan típica­
este capítulo (y simplificando un poco las cosas): cuando la novela mente brasileño como esa literatura semielaborada” , agrega Schwarz
histórica se difunde desde Gran Bretaña por toda Europa y el mun­ a propósito de Alencar “ en la que estilo y estructura avanzan en di­
do, el argumento se mantiene constante (y “británico” ), mientras que recciones contrarias” , y del “ desacuerdo entre la forma y los materia­
los personajes cambian (y se vuelven “locales” ). Así se explica, por un les” derivan después todas las “ incongruencias” , las “disonancias” y
lado, la solidez de la hegemonía simbólica (lo que se difunde por el los “ defectos de composición” de la novela brasileña.61 Y no solo bra­
globo es una forma constante), y por el otro su flexibilidad (los deta­ sileña: “ uno de los problemas de los primeros novelistas [de la India]
lles locales, variables, “ aproximan” la forma a la experiencia vivida —escribe Meenakshi Mukerjee— , consistió en conciliar dos conjun­
de cada país). tos de valores: el primero extraído de la lectura de libros extranjeros,
Argumento constante, personajes variables. En el fondo, es el y el otro de la vida cotidiana” .62 “ La materia prima de la experiencia
modelo de la Morfología del cuento de hadas, donde para Propp — en social japonesa y los módulos abstractos de la construcción noveles­
las 450 fábulas de magia catalogadas por Aarne— “ cambian los nom­ ca occidental no siempre pueden fundirse en forma orgánica , escribe
bres (y con ellos los atributos) de los personajes, pero no sus acciones, por su parte Fredric J ameson en Origins o f Módem Japanese Literalure
o funciones” P8 y lo fundamental son éstas y no aquéllos. Y sin embar­ de Kojin Karatani.64 Para Masao Miyoshi, la novela japonesa moder­
go, también esa relación entre constantes y variables tiene sus com­ na “ tenía un proyecto irrealizable” ;64 según Karatani, la fusión del
plicaciones. Dice Lévi-Strauss, en su famosa polémica de 1960: pensamiento democrático y el kambungaku fue un intento paradóji­
co” ; y por otra parte “ todas las novelas de Soseki son fracasos” .Y O
Propp descubrió — y en eso reside su gloria— que el contenido de las fábulas para volver a Europa, muy cerca y muy lejos del centro:
es permutable, pero de ahí con demasiada frecuencia concluyó que es arbitrario,
y ahí está el motivo de las dificultades que encontró, porque también las per­ En Irlanda, los modos literarios más antiguos son heroicos, románticos, fantás­
mutaciones están sujetas a leyes...58
59 ticos; y la lejanía de esas formas aristocráticas respecto a la vida cotidiana no
es una buena base de partida para la novela.66
Pero si las permutaciones están sujetas a leyes, entonces está cla­
ro que algunas de ellas serán irrealizables: los materiales específicos - Problemas, contradicciones, paradojas, fracasos, defectos, desa­
de una cultura determinada muy bien pueden resultan inconciliables cuerdos semielaborados... Es asi como se hace sentir el peso del mercado
con el modelo importado, y hacer saltar todo el mecanismo. De nue­ sobre la elaboración formal. En el caso de las literaturas mas débiles
vo Schwarz: (lo que significa casi todas las literaturas, dentro y fuera de Europa),
en el caso de esas culturas más débiles, el éxito del modelo anglo-fran-
Brasil estaba importando un modelo cuya consecuencia involuntaria consistió cés comporta una serie infinita de formaciones de compromiso: y for­
en elevar el perfil de las ideas [del héroej y extender su radio de acción [...] de maciones frágiles, inestables: programas imposibles, fracasos, etcétera.
un modo que era incompatible con la realidad brasileña efectiva. O bien, des­
de el punto de vista de la composición: de un modo que no podía aplicarse a los 6t Ite/., pp. 65, 5 1 , 43-46.
62 M. Mukerjee, Realism and Realily. The N ovel and Sociely in India, Delhí, O xford Uni-
personajes secundarios, a los que tocaba aportar el color local, en la estructura
general de la acción.60 versity Press, 19 85, p. 7.
65 F. Jameson, “ Foreword. In the M irror of Altérnate M odernities” , en K . ICaratam,
Origíne o f Módem Japanese Literalure, Duke University Press, 19 9 3 , p. xm.
58 V. Propp, .Morfología della fiaba (1928), trad. it., Turín, Einaudi, 1966, p. 26 (cursi­ 64 M. Miyoshi, Accomp tices o/ Silencc IheM odern Japanese N ovel, California University
vas mías). Press, 19 74, p. x.
59 C. Lévi-Strauss, “ La struttura e la forma, Riflessioni su un’opera di Vladimir Ja. 65 K . Karatani, Origine o f Modern Japanese Literalure, cit., pp. 42, 184.
Propp” (1960), trad. ital. en Propp, Morfología de lia fiaba, cit., p. 188. 66 '17 Eagleton, “ Form and Ideology in the Anglo-Irish N ovel , en hleathcliff and the
6,1 Schwarz, “ The Importing of the Novel to Brazil” , cit., p. 55 (cursivas mías). Great Hunger, Londres, Verso, 1995, p. 149 -
200 Capítulo 3 E l mercado de la novela hacia 1850 201

Es, de nuevo, el “ desarrollo del subdesarrollo” del campo literario: tén: pero si eso ocurre, por cualquier extraño motivo, entonces de
donde la dependencia aparece -—por desgracia— como la fuerza de­ veras se abre un horizonte nuevo. Cuando un “proyecto irrealizable”
cisiva de la vida cultural. Y un día, tal vez, estaremos en condiciones se realiza, bueno, el cambio de paradigma está cerca. No por nada
de construir una historiografía a la altura de este problema: una mor­ Schwarz en un par de renglones aproxima las dos grandes rupturas
fología histórica comparada, que sepa reconocer en el mudar de las for­ ; de la narrativa moderna: la novela rusa de ideas (1860-1890) y el rea­
mas, y en su dispersión geográfica, el signo del poder del centro so­ lismo mágico latinoamericano (1960-1990).68 Y en ambos casos, el
bre una periferia muy extensa. nuevo modelo es producido por un nuevo espacio: la semiperiferia de
Europa, la semiperiferia del sistema-mundo (igual que, en el momen­
to, la novela histórica salió de la semiperiferia de la nación británi­
io. “Sostenida por su propio atraso” ca). Un espacio nuevo alienta los cambios de paradigma, escribe Hu-
gill, porque plantea problemas nuevos, y por consiguiente requiere
¿Y eso es todo ? ¿En todas partes y únicamente copias “ semielaboradas” soluciones también n u e v a s.O b lig a a contribuciones imprevisibles,
de pocos modelos de éxito ? Casi siempre, sí. Casi. De nuevo Schwarz: temerarias: como la novela de ideas (el argumento con tintas fuertes
del folletín, más la seriedad de la batalla ideológica), o corno el rea­
En conclusión, si insistimos en los modos en que la esclavitud y el favoritismo lismo mágico: ese oxímoron, ese “ proyecto irrealizable” , en realidad,
distorsionaron las ideas de la época, no lo hacemos para eliminarlas del cuadro, que volvió a unir lo que la novela europea había dividido con tanto
v sino justamente para describirlas en cuanto distorsionadas, en desacuerdo con­
éxito.70
sigo mismas. Esa distorsión las hace inconfundiblemente brasileñas. Y así [...]
nos quedamos con el sentimiento de incongruencia del que habíamos partido:
68 Para ser exactos, Schwarz habla del modernismo brasileño, que es entre una y dos ge­
la impresión de que Brasil es algo mal organizado: contrastes irresolubles, des­
neraciones anterior al boom de la narrativa latinoamericana. Pero los cambios de paradigma sue­
proporciones, insensatez, anacronismos, compromisos escandalosos...
len ser precedidos por precursores menos afortunados, que delinean sus aspectos esenciales, y
por lo tanto no creo traicionar las intenciones de Schwarz al extender el alcance de sus frases.
Hasta aquí es el escenario que ya conocemos. Y sin embargo, pro­ 69 Hugill, “ Technology Diffusion” , cit., pp. 1 3 1 ss. Según P. Hágg {The N o velin Anti-
quity, 1980, California University Press, 19 9 1, pp. 100 ss.), la inventiva técnica de la novela
sigue Schwarz, la disonancia entra la realidad brasileña y las ideas eu­ griega fue a su vez estimulada por el desplazamiento geográfico que tuvo lugar en la época he­
ropeas terminó por hacer extrañas esas ideas; y así, por un inespera­ lenista. E s una idea que comparte Oswyn Murray (Early Greece, Sussex, The H arvester Press,
do giro de la historia, 1980, p. 81): “ E l encuentro de dos tradiciones artísticas diferentes es lo que tiene más proba­
bilidades de tener efectos revolucionarios [...] liberando al menos en parte la capacidad de vi­
nuestras rarezas nacionales asumieron una dimensión histórico-universal. La sión de la tiranía de los esquemas heredados.”
cosa es tal vez comparable a lo que ocurrió en la literatura rusa, frente a la cual 70 ¿Por qué el cambio de paradigma tuvo éxito en Rusia, o en América Latina, y no lo
tuvo en circunstancias análogas (en el Japón, en Austria, en los países árabes, en Estados Uni­
; las novelas del realismo francés, hasta las más grandes, parecen en cierta medi-
dos) ? Es un hermoso y gran problema, que sin embargo exige una historia literaria muy dis­
s da ingenuas. A pesar de sus pretensiones universales, en efecto, la psicología
tinta de la corriente: una morfología histórica comparada — sobre el modelo, para entendernos,
. del egoísmo racional y la ética de la Ilustración aparecieron, en el imperio ru- de Orígenes sociales de la dictadura y de la democracia de Barrington Moore, o de Lincamientos
s° . como una ideología “ extranjera” , y por lo tanto relativa. Sostenida por su del estado absoluto de Perry Anderson— que todavía está por hacerse. Mientras tanto, pode­
propio atraso histórico, Rusia obligó a la novela burguesa a medirse con una mos recordar por lo menos dos cosas. Primero: que éxito y fracaso son resultados altamente
realidad más compleja .67 contingentes: dadas las condiciones iniciales levemente diferentes — por ejemplo^ no sé, la aper­
tura de la novela a las formas orales de la tradición afroamericana— los Estados Unidos de me­
Sostenida por su propio atraso... La fórmula, aquí, es justamen­ diados del siglo xix tal vez habrían podido dar origen a un formidable cambio de paradigma:
pero no hubo apertura, y el paradigma no cambió. Por otra parte, segundo punto, los cambios
te paradójica. Es extremadamente improbable que el atraso sea un sos­ de paradigma son acontecimientos sumamente raros, y por lo tanto lo que es preciso explicar no
es su ausencia en tal o cual país {que es exactamente lo que debemos esperar), sino su presencia
67 R. Schwarz, “ Misplaced Ideas” , e n Misplaced Ideas, ci.t., p. 25. (que en cambio es muy insólita).
202 Capítulo 3

Y , además, sucedió también otra cosa con la novela de ideas y el Indice de nombres y obras
realismo mágico. Producidas por un espacio geográfico nuevo, esas
formas a su vez produjeron un espacio nuevo del imaginario-, la bata­
lla europea de las ideas en la novela rusa, la planetaria contempora­
neidad de lo no-contemporáneo del realismo mágico. Y atención: Eu­
ropa, el mundo. Como en la forma de una clepsidra, la contracción
del universo narrativo descrita en los dos primeros capítulos de este
trabajo —de las utopías, de los largos viajes ultramarinos del siglo
xvn, al estado-nación y después a la ciudad— parece haber inverti­
do el movimiento, ampliándose en un sistema narrativo de extensión
creciente.

De un nuevo espacio a una nueva forma, que es además un nuevo es­


pacio. ¿Será siempre tan estrecho el entrelazamiento de historia y
geografía literarias ?
48 Capítulo i
Novela y estado-nación 49
que tipo de olor, también especificado por dos adjetivos distintos En las cercanías de la frontera la figuralidad aumenta. Pasada és­
uno de ios cuales tiene además una especificación ulterior). En esa ta, disminuye. La hipótesis inicial se ha confirmado: en la novela his­
meticulosa secuencia de causas y efectos, la condensación metafóri­ tórica, la geografía realmente influye en el estilo, determinando sal­
ca del trozo anterior ha sido sustituida por una representación pura­ tos muy visibles. ¿Y en las demás novelas ?
mente analítica. No objetiva” , esto es claro, ninguna descripción lo En las demás novelas, sí y no. Sí, porque también en ellas el es­
es, sino interna-, en lugar deHmpacto emotivo con una realidad des­ tilo cambia cuando cambia el espacio. Pero no, porque cambia cuan­
conocida, su detallada, puntillosa articulación. do cambia el espacio, no la geografía. Quiero decir: aun cuando las
Es un ejemplo de lo que Ernest Gellner ha llamado (metafórica­ metáforas sigan apiñándose en las cercanías de la frontera, esta últi­
mente) common mtellectual currency, moneda intelectual común: ma generalmente pertenece sin embargo a una escala espacial para la
cual hablar de geografía sería totalmente impropio. La escalinata de
Con el término de moneda intelectual común, o única, quiero decir que todos la novela gótica, la ventana de Wuthering Heights, el umbral de Dos-
Ícrn tín u id aT r 17 * ^ ™ ^ ÚnÍC0 y sin soludon“ toievski, el pozo de Germinal: son otras tantas barreras, “ fronteras”
con nn Í d ^ manera 611 pntlCÍPÍO’ se P ^ d e describir el mundo de gran intensidad metafórica; pero ninguna de ellas es de naturale­
cios « n i ° lengUÍ|Je> en su interior, sin que existan fenómenos o espa­
cios especiales, privilegiados, tales que no puedan ser contaminados o contra- za geográfica.
t i c Í d e T ° tr0S " ' ■1 er° )UStamente éste era exactamente el rasgo caracterís- Lo cual sugiere una reflexión ulterior. Como el estilo es correla­
Uco de las concepciones premodernas y prerracionales: la coexistencia de tivo al espacio, así el espacio a su vez es correlativo al argumento: en el
múltiples submundos que no estaban propiamente conectados, sino jerárquica­
sentido de que atravesar la frontera normalmente constituye (desde
mente ordenados; y la existencia en el interior de ellos de hechos especiales sa-
crallzados y sustraídos a la crítica 25 P ’ sa Propp hasta Lotman) un momento esencial de la narración: el comien­
zo de la historia o su viraje decisivo. La narración, por lo tanto, es de
naturaleza triangular: figuras, espacio, argumento. Y el triángulo ins­
Un esPaclo lógico continuo: como en la segunda descripción de pira otra pregunta más. Las figuras, las metáforas aumentan en las
Waverley, la descripción analítica. Y obsérvese la metáfora utilizada cercanías de la frontera, de acuerdo. ¿Pero por qué? ¿Qué razón hay
por Gellner: la sociedad como un sistema de espacios discursivos y para ese cambio de paso en el lenguaje del texto ?
espacios que la modernidad va uniformando. La construcción del Es­
tado exige nivelación, decíamos más arriba: barreras físicas, igual que No es fácil hallar una respuesta en las teorías de la metáfora (para res­
los mil dialectos y jergas locales que van siendo reducidos, en forma tringir el terreno de alguna manera), porque esas teorías generalmen­
gradual pero irreversible a un solo lenguaje. Y la lengua de la nove- te se preguntan “ qué” es una metáfora, mientras que a mí me inte­
a m ormal, impersonal, “ común” — contribuyó a la empresa qui­ resa sobre todo su “ cuándo” o su “ dónde” . Sin embargo hacia el final
za mas que cualquier otra. También en esto, la novela es verdadera­ de Métaphore vive, en un capítulo titulado “ La intersección de los ám­
mente la forma simbólica del estado-nación.26 bitos de discurso” (otra metáfora espacial...), Paul Ricoeur define los
términos esenciales de la cuestión. Las metáforas son indispensables,
escribe, cuando se trata “ de explorar un campo referencial que no es
Z P ' Gellner- Nations and Nationa&m, Ithaca, Cornell University Press , , 8 , „ 2T
directamente accesible” . Y prosigue:
E l significado segundo [...] se refiere a un campo referencial para el cual no
existe caracterización directa, y que por lo tanto no puede ser sometido a una
descripción identificadora por medio de predicados apropiados.
No pudiendo recurrir a la interacción de referencia y predicación, la in-

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