El niño que se negó a ser esclavo Cinco tiros de revólver disparados desde un carro en marcha acabaron con la vida de Iqbal Masih, un niño de doce años conocido en todo el mundo por su valiente lucha contra la explotación de los niños en la fábrica de tapetes en Paquistán. Iqbal estaba alegre. No sabía que la muerte acechaba. Los mandantes del crimen eran los dueños de las compañías de fabricación de tapetes, que se sentían amenazados por la lucha del chico. Iqbal tuvo una infancia terrible. A los cuatro años de edad comenzó a trabajar en una fábrica de ladrillos y a los cinco fue vendido por sus padres al dueño de una fábrica de tapetes como pago de una deuda. El ritmo de trabajo era masacrante, Iqbal permanecía encadenado al telar por el tobillo y trabajaba doce horas al día, entrelazando los hilos de seda con sus dedos. A los diez años entra a una asociación que lucha contra el trabajo forzado y con su apoyo consigue la libertad, teniendo que pagar una deuda (450 dólares), que le hubiera llevado 13 mil días cancelar con su sueldo. Libre para soñar, saltar y estudiar, Iqbal decide dedicar su vida a anunciar la violencia practicada contra los niños trabajadores de su país. En su entierro dijeron: “Mataron a un héroe. Iqbal era un chico muy valiente. Gracias a su lucha logramos liberar a millares de niños esclavos”.