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EL EDIFICIO JOHNSON, LLOYD WHRIGHT, ARQUITECTURAS 2000

Por Carlos Reyna

REPORTE

El 4 de Junio de 1937 un viejo arquitecto se enfrenta a un grupo de inspectores de la


comisión técnica federal, ha sido contratado para construir el edificio de una empresa de
productos para el hogar Lloyd imagina un proyecto que subvierte las normas al uso.
Propuso una gran sala de trabajo de sesenta columnas de hormigón armado vacías por
dentro y de una altura de 6, 50 metros, se extenderían en la cúspide para cubrir el edificio.
A los ingenieros de la comisión de control les parecía una proeza poco técnica poco realista
además de peligrosa, le exigen una prueba de tamaño natural, la columna tiene que
soportar por lo menos 60 toneladas, pero se considerarían satisfechamente plenos si
pudiera soportar el doble. Johnson quien había encargado el proyecto se había gasta ya
mucho dinero. Molesto por la desconfianza de los ingenieros que han puesto en tela de
juicio su talento, no quería la cosa quedara ahí, con el peso de la columna, al final la
columna llega a resistir 60 toneladas en su corola. Se dice entonces que el anciano dio un
golpe de bastón y que la construcción finalmente se derrumbó. No hay ninguna imagen que
compruebe este hecho; pero pronto el edificio estaría construido.

En cuanto finaliza la construcción, el edificio se convierte en una América poderosa,


innovadora. En Mayo de 1938, este edificio parecía una mujer nadando en el rio, fresco,
resbaladizo, musical en su movimiento y en sus formas. Whright ha inventado las oficinas
del futuro.

Lo que más llama la atención al entrar al edificio es el constante término familia, la familia
que protege al culto trabajo no andaba lejos de la religión, la empresa de los Johnson va
pasando de padres a hijos desde 1886 fabricando ceras y más tarde producto varios para
el hogar.

En 1935 Hib Johnson, el joven heredero quería darle a la empresa una imagen de
modernidad y construir un edificio administrativo para sus empleados, la posteridad
inmortalizará el encuentro industrial y el arquitecto que se intérprete de las ambiciones.

A finales de los años treinta Whright vive recluido en el campo dando clases de arquitectura
a un grupo de fieles, es muy famoso, pero a los setenta años su carrera parecía acabada,
en los siete últimos años sólo había construido dos casas y su economía estaba mermada,
se le conoce especialmente por sus casas integradas del paisaje pero antes diseñaba y
rediseñaba los planos de una ciudad ideal, hasta el final de su vida soñará con la ciudad
del futuro. Utopía de un retorno a la pradera de los pioneros en u a naturaleza que formaría
un entorno constante.
El 20 de Julio 1936 aparece Hib Johnson, dos veces más joven que él y le proponen que
construya un edificio de oficinas sobre las ruinas una parte de las viejas fábrica. La
propuesta de entrada non inspira al arquitecto construir en el campo separada de la
población una gran ciudad inundada de verses: Johnson lo rechaza y la mujer de Whright
sabe cómo convencer a su marido.

Whright tuvo que imaginar un edificio situado con sus propias palabras en un entorno
totalmente indigno, para hacerlo le dio al edificio una fortaleza, sin ventanas, con fachadas
ciegas, largas paredes de ladrillo volúmenes enrollado sobre sí mismos, un castillo aislado
de todo lo que lo rodea, de perfil bajo alargado que permite al arquitecto asentar una
horizontalidad que le guste mucho lejos de los rascacielos de moda que detestaba.

El viejo arquitecto consigue convencer al joven director de la empresa que confiesa a sus
amigos.

Se cierra el trato referente al edificio administrativo, diez años más tarde una torre y los
locales anexos lo completarán. El arquitecto empieza a poner a su financiador una entrada
principal discreta casi secreta, no importa los usuarios, no importa el orgullo. Whright
considera en su totalidad que el edificio el que tenía que ser símbolo de la de la empresa
y no la tradicional fachada del exterior.

En la fachada que recorre la calle principal no hay aberturas habría que continuar, la entrada
única se encuentra en el flanco oeste, es una entrada de parque. Desde 1936 para Whright
el coche significa arquitectura y condición en los espacios y las circulaciones, todavía del
coche se encuentra el corazón del edificio, los techo del aparcamiento son bajos como si
estuviera en una gruta con sus agujeros de luz y sus formas misteriosas, a los peatones
tenían que usar este espacio para tener acceso a la entrada única que se encuentra en el
interior del edificio. El espacio de la recepción tienen una actitud contemplativa incluso de
recogimiento, finalmente se descubre toda la amplitud de la gran sala del edificio, la
catedral del trabajo. Un entre suelo adosado de columnas rodea la gran sala, es el área de
los jefes de servicio abiertos sobre el personal. El ruido exterior no lleva hacia los
empleados gracias al corcho de los techos y a la arena proyectada sobre las columnas de
hormigón para absorber el ruido, y la luz entra por arriba porque no hay ventanas.

La reflexión sobre la luz lleva al arquitecto a independizar el techo de las paredes laterales,
aquí le gana la batalla al ángulo recto que desaparece en su totalidad. La claraboya más
brecha que ventana, ángulo recto quebrado, aniquilado acoge la luz del día, la electricidad
tomará el relevo cuando haga falta para regular la iluminación de la gran sala del trabajo.

En el proyecto de Whright la luz del día tenía que proceder igualmente del techo desde los
intersticios de las columnas nenúfares.

Los pilares plantados e intervalos regulares, forman este bosque domesticado que el
arquitecto había soñado. En su cúspide el ensañamiento de las columna asegura la
cobertura, las columnas de bufares crean en su acumulación un techo y a la vez un tejado.
Pero Whright tuvo que acceder a instalar la luz eléctrica continua e integrada en el techo,
demasiado sol excesivo alumbraba a los empleados y un cielo gris estropeaba los efectos,
el agua se estancaba sobre el tejado, la acumulación de nieve lo escurecía todo, fue
necesario instalar cubiertas de protección por las que se accede al dispositivo eléctrico .

Las columnas de hormigón no son solidarias con el suelo y es posible cierta elasticidad si
el edificio tiene que soportar movimientos sísmicos; el edificio Johnson está preparado para
resistir terremotos, por otra parte poco frecuente en la zona de los grandes lagos, pero Hib
Johnson se merece que se haga todo lo posible. Por todas partes en el edificio las
columnas están concebidas según los principios idénticos si se levanta la reja de protección
se puede acceder al interior. Fue observando la trama de un cactus californiano, siempre
las formas de la naturaleza, como a Whright se le ocurrió la idea de una estructura de
hormigón armado de maya de acero desplegado más que de tallos, una innovación que
permite reducir el grosor de los pilares, huecas transformadas en auténticas cáscaras, las
columnas permiten ocultar cables eléctricos y telefónicos.

Whright se inclinará con esta forma de acuerdo con su función y localización, los árboles,
el claro, las raíces y las flores invaden oficinas, galerías, salas de reunión. Whright se
proclama el inventor de la arquitectura orgánica, el edificio es un cuerpo y respira por la
raíz.

Sus colaboradores explicaban que las ideas se le ocurrían muy de prisa, pero que
necesitaba mucho tiempo para definir la geometría del edificio, con frecuencia modificaba
detalles en el último momento y esta tendencia a cierta improvisación complicaba la vida a
los ingenieros y jefes de obra.

El proyecto costó cuatro veces más de lo previsto y Johnson iba tragándose poco a poco
el capital de la empresa ante un consejo de administración atenazado. El motivo esencial
estriba en que el edificio está concebido como un prototipo en el que abundaban los
virtuosismos técnicos. Por todo el edificio hay tubos de pírex, Whright fue el primero en
utilizarlo con fines arquitectónicos, provenientes de la industria química, manda a construir
kilómetros de ello que al cabo de los años serán sustituidos por plexiglás por razones de
aislamientos y fragilidad. Los tubos están fijados horizontalmente unos sobre otros y
agarrados a su vez a estructuras de aluminio mediante alambres. Whright está seducido
por las posibilidades de redondez siempre el gusto por la línea curva y por la calidad de la
luz que crean, no hay uniformidad el arquitecto juega con los grosores o los coloca a alturas
diferentes para provocar efectos variados.

El pide, preserva la intimidad y al mismo tiempo ofrece luz pero no transparencia, en lugar
de ventanas en las paredes o tabiques opacos tubos translúcidos, a menudo se adivinan
formas un poco irreales, el exterior se vuelve confuso desestabilizador. Cada empleado
halla el equilibrio frente a su mesa de trabajo. Para Whright la decoración es la arquitectura
misma y el mobiliario, diseña cuarenta y ocho piezas, mesas, despachos, lámparas,
ficheros, escoge una combinación armónica de colores que son todos famosos, el rojo del
ladrillo, los muebles de la moqueta de la verja del ascensor. Según cálculos del propio
Johnson el placer que sentían los empleados al trabajar en aquél lugar, así como la nueva
organización de los servicios de la sociedad permitieron aumentar la eficacia en
aproximadamente veinticinco por ciento como empresario sagaz Hib Johnson también se
interesó en la vida social de los empleados, se crea un auditorio para ellos sobre la
recepción algo escondido tras una hilera de plantas verdes, se accede a ella atravesando
un pasillo traslúcido un refinamiento poco frecuente para un espacio reservado para los
empleados. Minuciosamente diseñado con un techo en cascada que se dirían que son
platillos voladores, el auditorio hace las veces de cafetería y de punto de encuentro para
todo el personal; se organizan espectáculos, teatro, conferencias, cine. El arquitecto incluso
había previsto instalar en el entresuelo un órgano monumental suspendido sobre el vacío
enzima de la gran sala pero a Johnson no le gustó la idea. El espíritu colectivo tiene sus
límites, la dirección y los directivos superiores no podían ser ubicados al final de la gran
sala de trabajo.

Ascensores de bronce, jaulas de pájaro comunican los pisos que hay sobre la recepción. A
los empleados de la empresa no les gusta demasiado utilizar esos pequeños lugares,
estrechos diseñados por el arquitecto, sólo Johnson y sus íntimos colaboradores e invitados
de categoría tienen acceso al piso de la dirección. Los directivos apenas pueden entre ver
la gran sala de trabajo a través del hueco de la recepción para luego dirigirse a sus
despachos o a la sala de reuniones. En frente está el despacho de Johnson en el centro de
la composición, colocado en la cúspide es el único que se abre al exterior y tiene un balcón
privado.

El edificio fue concluido en 1938. La opinión pública americana lavó principalmente la


belleza de un edificio perfilado como la carrocería de un coche, el perfil de un avión.

Pasan cinco años, la empresa Johnson nunca había sido tan próspera, pero en la gran sala
de trabajo había goteras, habría que revisar la impermeabilidad, no tenía importancia,
Johnson tenía que expandirse de nuevo, había que construir un laboratorio de
investigación, los libros ilustrados habían inmortalizado ese segundo encuentro entre los
dos hombres, Whright responde con un proyecto inspirado por su amor a Japón, una
elegante torrecita en medio de un patio interior, una vez más el empresario se deja
convencer.

La idea fundamental de Whright consiste en fijar a quince metros de profundidad una


columna central que se elevará a cincuenta metros de altura, un núcleo de hormigón sobre
el cual reposará todo el equilibrio de la construcción, todos los niveles están concebidos
siguiendo el mismo principio, todos los pisos están en voladizo unos hasta la pared, los
otros a medio nivel, son entre suelo circular aferrados al vacío. Los muros exteriores sólo
soportan su propio peso, la fachada de ángulo redondeado estará hecha de ladrillos y pírex
como el resto del edificio, son veintiocho kilómetros de tubo. La columna vertebral de la
torre el núcleo central, es un tubo por el que circulan aire, energía, fluidos, una escalera
incluso un ascensor. Tampoco había entrada monumental la pequeña puerta que da hacia
el patio lo comunica con un local técnico; la torre que se eleva por encima de un nuevo
aparcamiento está implantada sobre el edificio de la administración integrada en el
conjunto, por lo que la entrada se tiene que buscar por el interior del edificio mismo al final
que un despacho al igual que todos los demás.
Whright impone su idea, los locales tienen que estar unidos entre sí para que nunca sea
necesario salir de un edificio que no cesa de ampliarse, se circula por pasillos pasarelas,
del gimnasio para el personal a la torre del departamento de publicidad, las salas de
reunión.

En 1980 se pensó en cerrar la torre porque no tenía las medidas de seguridad pero incluso
vacía, la torre antes corona la fama de la Johnson. El edificio se convertía en el teatro de
las aspiraciones Johnson, la familia, la religión, el trabajo, la libre empresa. Gracias al
edificio Johnson Whright, la carrera de Whright recibió un gran impulso y el arquitecto ya no
dejaría de trabajar. En 1959 con más de noventa años y todavía en plena actividad su vida
se apagó y Johnson sobrevivió veinte años, su consejo de administración tenía que haber
llevado a la empresa a la ruina por culpa de aquella construcción faraónica, pero él la
convirtió en el emblema triunfante de una multinacional que obtiene unos beneficios anuales
de cinco mil millones de dólares

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