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ARTICULO DE OPINIÓN

Natàlia Eres Charles.


Especialista en Oncología Médica.

Oncología Integrativa.

EL MITO DEL PARABÉN.


Este artículo va destinado especialmente a las mujeres que tienen, han tenido, o pueden tener,
cáncer de mama, y a todos aquellos a quienes les interese crecer en la autoconciencia y
responsabilidad de la enfermedad y la salud.

La dependencia hormonal

-“Señora, tiene usted un tumor de mama hormono-dependiente”.


-“Y eso, ¿es bueno o malo, doctor?”

Muchas mujeres que tienen -o han tenido cáncer de mama- habrán escuchado esta frase de la
boca de su oncólogo, sin saber muy bien el que tal información implica en su enfermedad y en su
vida.

En concepto, se atribuye dependencia hormonal a un tumor si sus células cancerígenas tienen la


capacidad de responder a la señal química de las hormonas sexuales corporales; y lo hacen, en
general, estimulando su crecimiento celular. Este es el motivo por el cual, en los tumores que
expresan hormonodependencia, un aspecto importante de su tratamiento convencional es
administrar inhibidores de las hormonas sexuales: antiestrógenos para el cáncer de mama, y
antiandrógenos para el cáncer de próstata, los dos paradigmas de la dependencia hormonal
tumoral.

Nuestro paisaje hormonal autóctono

El sistema hormonal corporal –en especial el de las hormonas sexuales- es extremadamente


complejo. Podríamos decir que posee inteligencia propia, ya que se autogestiona a través de
mecanismos de inhibición o estimulación según sean los niveles de dichas hormonas en sangre.
Tiene además diversas posibilidades de modulación según el tejido en el que actúe, y los
receptores que estos tejidos expresen. Eso sin contar con todo el metabolismo intermedio que
poseen las hormonas : Las células de la grasa, el hígado, o las bacterias intestinales son capaces
de activarlas o inactivarlas, convirtiéndolas en otros compuestos de mayor actividad y diferente
acción selectiva según ubicación, o total inocuidad.

En las mujeres, sus hormonas sexuales necesitan -para poder ejercer una función equilibrada en
las distintas zonas de su cuerpo- variar sus concentraciones de manera cíclica. Es importante que
la relación concentración de estrógenos/ progesterona en nuestro cuerpo sea a favor de la
segunda, y que un nivel de estrógenos alto no sea muy mantenido en el tiempo. De ahí la
importancia de que nuestro hígado y nuestro intestino funcionen correctamente, pues serán piezas
claves a la hora de ajustar los niveles de las hormonas activas en la sangre.

Esta descripción es extremadamente simplificada, con el único objetivo de comprender que nos
movemos en un panorama sistémico, interactivo y complejo. En realidad , desconocemos el
verdadero alcance de la acción de las hormonas sexuales, al igual que nos sucede con nuestro
sistema inmunitario y neurovegetativo. Hace años creíamos que las hormonas sexuales se
limitaban básicamente a seleccionar el sexo en el embrión, fomentar el desarrollo de los genitales
externos, y activar el reloj biológico que para acentuar las diferencias de genero y permitir la
fertilidad. Esta visión del sistema hormonal sexual se ha quedado obsoleta: seguimos llamando a
estas hormonas “sexuales” en honor a la memoria histórica, pero hoy por hoy , sabemos que -los
estrógenos especialmente-, son los responsables de muchas más acciones que las vinculadas con
la genitalidad y fertilidad: los sabemos implicados en las diferencias en la fisiología y química
cerebral entre hombres y mujeres, en el mantenimiento de la integridad ósea y cardiovascular,
etc.

Si nuestras hormonas sexuales son tan beneficiosas e indispensables para la vida de nuestro
cuerpo, ¿porque, cuando tenemos cáncer de mama o de próstata debemos bloquearlas?. Hasta
ahora, ninguna fuente médica convencional ha especificado que la causa de estos tumores sea
debido a una alteración hormonal. Si no es esta la causa, entonces, ¿porque debemos bloquear
nuestras hormonas?

No somos los únicos seres vivos que tenemos hormonas esteroideas. El resto de animales y las
plantas los poseen en cantidad. Y, como veremos después, la era de la química ha cargado
sobremanera el ambiente con perfume “hormonal”.

Unos turistas bienvenidos: Fitoestrógenos.

Los fitoestrogenos se consideran hormonas con actividad estrogénica débil: ello significa que
pueden comportarse como si fueran estrógenos, pero con una potencia menor. Están presentes en
muchas plantas y algunos cereales formando parte de su constitución. Virtualmente casi todo lo
vegetal que comemos: granos, legumbres, frutos secos, semillas, frutas, bayas, verduras y raices,
contienen fitoestrogenos de diferentes clases y concentraciones.

Los fitoestrógenos se comercializan como extractos concentrados para múltiples usos terapéuticos,
entre ellos el alivio de los síntomas relacionados con la menopausia. Aunque, en un principio –en
especial la soja- se promocionaron como substancias preventivas del cáncer en general -y en
especial el endometrial, mamario y prostático- posteriormente, tal afirmación ha caído en
controversia.
El entusiasmo surgió en el año 2002, cuando se realizó un estudio poblacional en mujeres sanas
en el que se medía la concentración de los productos de deshecho de fitoestrogenos excretados en
la orina; concluyeron que: aquellas mujeres con los niveles mas bajos de fitoestrógenos en orina
tenian 4 veces mas riesgo de ser diagnosticadas de cancer. Ello, junto algunos estudios que
realizados por la mísma época que sugerían que los fitoestrogenos podrían proteger los tejidos de
los efectos carcinogénicos de los xenoestrogenos exógenos y otros polutos hormonales, fue lo que
nos llevó a una ecuación simple: si comemos más fitoestrogenos estaremos mas sanos.

Pero posteriormente, al profundizar en el estudio del mecanismo de acción de algunos


fitoestrogenos de la soja, se detectó que su efecto específico variaba -e incluso producía el efecto
contrario- según la concentración, el tipo de tejido, y si la persona padecía o no cáncer, y si éste
era hormono dependiente. En el laboratorio se demostró que los fitoestrogenos de soja a altas
concentraciones podían estimular el crecimiento de celulas de cancer de mama

Ante tantas variables aún por comprender, actualmente se recomienda no tomar grandes
concentraciones de extractos de soja o de otros fitoestrógenos si no es bajo supervisión médica.

Pero no debemos pasar al otro extremo, y abandonar estos alimentos terapéuticos. Para sacar el
mayor beneficio del consumo de los alimentos y hierbas fitoestrogenicas hemos de recordar:

1-los fitoestrogenos aislados y concentrados no son tan inocuos como cuando estan integrados de
manera natural en los vegetales que los contienen. Las plantas poseen muchos otros tipos de
estrógenos vegetales y otros constituyentes que ayudan a nuestro cuerpo a modificar los
fitoestrogenos para ser usados de forma segura. Los lignanos, cumestanos, isoflavonas
(genisteína, daidzeína, gliciteína) , acido resorciclico y lactosas son diferentes fitoestrogenos que
podemos encontrar.

2-Para que nuestro cuerpo pueda bien utilizar las hormonas de las plantas necesitamos una flora
intestinal activa y sana: Las hormonas de las plantas, incluidas la mayoria de los fitoestrogenos no
pueden ser incorporadas tal cual son por el organismo humano. Con la ayuda de nuestra flora
intestinal se transforman en compuestos que podemos absorver y utilizar. En las mujeres toman
antibioticos (que destruyen la flora intestinal sana de manera transitoria), la concentración de
fitoestrogenos en la orina cae en picado. Es importante mantener una flora intestinal sana

3-No todas las hierbas y alimentos tienen igual riqueza de fitoestrogenos. Ya hemos mencionado
que las plantas que son excepcionalmente ricas en fitoestrogenos -como la soja, regaliz, gingsen,
zarzaparrilla, raiz de agave etc.-se consideran poderosas hierbas medicinales, y por ello han de
usarse con precaución. Un alimento puede ser un gentil medicamento para nuestro cuerpo, pero
es tambien cierto que las medicinas pueden ser mas peligrosas que los alimentos terapéuticos.
Podremos tomar alimentos ricos en fitoestrogenos diariamente, pero en cambio, deberemos
tomar hierbas fitoestrogenicas en pequeñas cantidades, durante tiempo limitado, y bajo
supervisión.
Los forasteros: Xenoestrogenos

Nuestro entorno, de manera artificial, genera substancias químicas que poseen efecto hormonal.
Se denominan “Xenoestrogenos”. Con el desarrollo y expansión de la química -cosmética,
carburantes, plásticos, residuos industriales- se ha incrementadoi cada vez más su presencia en
el ambiente. Existen muchos tipos de compuestos xenoestrogenicos; hablaremos especialmente
del Paraben.

Los parabens son substancias químicas compuestas que forman parte de la composición de
muchas cremas, geles, desodorantes, y otros productos de belleza e higiene; las reconocemos en
la etiqueta con el nombre de metil-parabén, propil-paraben, etc.

Se han realizado numerosos estudios in vitro, cultivos celulares, tejidos humanos, y animales que
muestran cómo los parabens poseen realmente una actividad estrogenica; por tanto, una
capacidad potencial para distorsionar la funcion del sistema hormonal humano.

Aún hay más: al analizarse tejidos provenientes de cancer de mama humano, se detectaron
diferentes tipos de paraben intectos acumulados en éstos . El que se hallaran intactos significaba
que no habían sido transformados ni inactivados por el metabolismo corporal, lo cual es un
indicador de la facilidad que tienen estos productos químicos de penetrar a través de la piel y
mucosas y acumularse tal cual en el tejido mamario. Estudios animales tambien indican que los
paraben pueden afectar al sistema reproductivo masculino.

En algunos paises europeos, como Inglaterra, las autoridades se pronuncian sobre el tema:
“aunque no existe una relacion concluyente y directa entre la exposición al paraben y el cancer de
mama, las investigaciones existentes al respecto apuntan a la necesidad de tomar precauciones
respecto a la fabricacion y uso de estos compuestos”. Al mismo tiempo, recomiendan mas
investigación al respecto.

Ciencia, evidencia, y una opinión personal

La primera vez que supe del efecto estrogénico de los parabén, no fue a través de ninguna revista
científca médica, ni en ningún congreso. Fue a través de una médico que se dedica a temas
específicos de medicina de genero, y salud en la mujer. Cual fue mi sorpresa, cuando al hacer una
búsqueda bibliográfica me encontré con una multitud de estudios publicados en revistas científicas
que –aunque no médicas- pertenecían al ámbito de salud ambiental y toxicología.

En una charla que dí sobre Oncología Integrativa, presenté estos estudios a mis colegas
oncólogos. Por supuesto, como yo, ni sabían que era el paraben ni conocian remotamente estas
publicaciones. No solo no conocian estas publicaciones, sino que tampoco conocian las revistas
científicas, ya que “no eran de medicina”. Este es un grave problema en nuestro país: la
población médica no está formada en salud ambiental ni nutricional. Perdemos maravillosos
estudios científicos publicados en estos campos que serían de gran valor en la prevención primaria
y secundaria del cáncer.

Pero así es nuestro sistema médico –que no los médicos- sesgado en cuanto a la información que
no provenga de revistas estrictamente medicas. Un sistema medico, incrustado en un sistema
político que “protege a la población de “alarmismos innecesarios”, incrustado también en un
sistema social –nosotros los ciudadanos- que se resiste a tomar las riendas de su salud de una
manera responsable, sensata y constructiva.

Los Oncólogos podríamos alegar en nuestra defensa: “nosotros no hacemos medicina preventiva,
tratamos el cancer”. Pero entonces, ¿quien ejerce la medicina preventiva en nuestro país?.
Pareciere que la prevención solo tratara de generar estadisticas para detectar grupos de riesgo y
optimizar la detección precoz del cáncer, con alguna modesta maniobra de prevención. Además,
¿que hay de la prevencion secundaria? Los oncólogos seguimos viendo en la consulta a la mujer
que ha padecido un cancer hormono-dependiente, teóricamente curada. ¿Quien asume este
espacio de “segunda oportunidad para estar sano”?. Esta mujer, que con mucha probabilidad
recibirá como estrategia de prevención de recaída un modulador hormonal. Podemos pensar que,
al igual como la soja, puede interferir con la actividad del tamoxifen (uno e los moduladores
hormonales más usados) ***-, podria ser tambien distorsionada por el parabén.
Solo en este artículo cito mas de 20 estudios realizados con esta substancias, para que –como
mínimo- nos hagan reflexionar sobre –si no ya acerca de supuestos peligros- al menos sobre como
gestionamos la información.

La medicina basada en la evidencia nos dicta que se necesitan varios estudios de un alto grado de
evidencia para demostrar eficacia contundente, pero basta un pequeño estudio preclínico que
ponga sobre la mesa una mínima sospecha de toxicidad o yatrogenia para recomendar el “no uso
de dicha substancia”. Si esto es así en medicina, ¿porque no lo es en salud ambiental?

¿Podemos los médicos abrazar otras fuentes de información científica y hacernos responsables de
ellas a la hora de dar recomendaciones? ¿Pueden los políticos facilitar puentes vinculantes entre
las organizaciones responsables de salud ambiental y la medicina sin el típico recelo, para
permitirnos avanzar conjuntamente en una información científica de calidad más amplia, que
abarque la salud y no solo la el estado de enfermedad?

No pretende ser este un artículo alarmista, sino de autocrítica positiva y concienciación. Yo, de
momento, como mujer y ciudadana, he tirado a la basura todo mi kit de cosmetica paraben. Para
mal o “para bien”, no quiero esperar a que las autoridades sanitarias me lo confirmen. Y esta,
insisto, es una opcion personal basada en mi sentido comun, hermano mayor de mi sentido
científico.

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Fuente: http://www.ayudacancer.com/foro/viewtopic.php?id=4669

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