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PSICOLOGÍA HABILIDADES SOCIALES

Aprender a decir “no”


CUANDO QUEREMOS DECIR “NO” Y DECIMOS “SÍ”,
ESTAMOS DEVALUANDO NUESTRO “SÍ”

Comunicarse eficientemente con los


demás, con precisión y empatía y de-
jando un poso de imagen positiva an-
te nuestros interlocutores es uno de
los cometidos clave en una vida en so-
ciedad. Se trata de un proceso com-
plejo, en el que debemos articular ha-
bilidades aprendidas y talentos
naturales (como el dominio del len-
guaje oral y gestual, el don de la opor-
tunidad, la adecuada gestión de las
emociones, el encanto personal…). Y
en el que hemos de combinar la tole-
rancia necesaria para aceptar y en-
tender al otro, con la capacidad de ex-
presar nuestras opiniones o
preferencias.
Hay dos cosas que a muchas personas
les resultan muy problemáticas: una
es de pedir favores, y la otra, decir
“no”. Centrándonos en esta última
cuestión, dar respuestas negativas su-
pone un esfuerzo, empeñados como
estamos en caer bien, en resultar tole-
rantes, amables y diligentes.

Todo empieza en la infancia


Entre las primeras actitudes que
aprende un bebé, la de negarse, la de
rebelarse ante sus padres, ocupa un lu-
gar preferente. Oponerse es la mejor
manera que el niño o niña tiene para
afirmarse. Con el paso de los años la es-

Digamos “no” cuando queremos decir “no”


22 ■ No nos sintamos culpables en qué medida se nos valora ■ La confianza se fortalece
por decir “no”. y se nos quiere por cómo so- cuando el diálogo y la
■ Dar (adecuadamente) priori-
mos en realidad. interacción no se susten-
dad a nuestras necesidades, ■ Permitámonos verificar tan en falsos asentimien-
opiniones y deseos no es que nuestras negativas no tos y condescendencias.
una manifestación de egoís- sólo no rompen vínculos ■ Si ejercemos nuestro dere-
mo, sino de responsabili- con los demás, sino que cho a decir “no”, podre-
dad, autoestima y madurez. plasman un compromiso mos pensar que los demás
■ Decir “no” cuando lo consi-
de sinceridad, respeto (por hacen lo propio, y asenta-
deramos justo o necesario es los demás y por nosotros remos una comunicación
la mejor forma de comprobar mismos), responsabilidad y más fiable, veraz y fluida.
autenticidad.
PSICOLOGÍA
trategia del no va remitiendo, aunque
poniendo y defendiendo nuestros ar-
en la adolescencia recobra su fuerza y
gumentos con convicción y firmeza,
se erige casi en patrón de conducta.
sin herir ni menospreciar a nadie. Y
Pero en la medida que el joven va esto sólo es posible si previamente sa-
asumiendo mayores cuotas de res- bemos decir “no” sin sentirnos culpa-
ponsabilidad y autonomía, le resulta bles por ello. Cuando queremos decir
más difícil decir no. Comienzan a ad- SER INCAPACES “no” y, sin embargo, decimos “sí”, es-
quirir relevancia planteamientos co- tamos devaluando nuestro “sí”, ya
mo los de evitar problemas innecesa- DE DECIR“NO” que, de puro rutinario, lo hemos des-
rios y propiciar un buen ambiente con pojado de su valor. Y devaluar nuestra
su entorno, caer bien a los demás, sos- EQUIVALE A afirmación es hacerlo con nuestro
layar las discusiones… El problema crédito como personas que tienen cri-
surge cuando esta tendencia se con- HACERNOS DAÑO terio propio.
solida en exceso y, por timidez, como- Hemos de buscar un equilibrio
didad o pragmatismo, se convierte en que nos permita ser tolerantes y
hábito. comprensivos, pero siempre habi-
¿Por qué el miedo a decir no? litando un espacio para expresar
Hay que diferenciar entre no
contrariar a nuestros interlocuto- Algunas personas sufren cada vez nuestras discrepancias. Si cedemos
res porque coincidimos con sus que se han de negar a algo, bien sea siempre, nos estamos haciendo daño.
opiniones o planteamientos y en- por miedo a defraudar las expectativas Si no somos capaces de decir “no”,
tre hacerlo por sistema, en cual- de otros, bien por temor a no dar “ la pensaremos que a los demás les puede
quier circunstancia. Si no manifes- talla” o a no saber argumentar su ne- ocurrir lo mismo. Y cada vez que nos
gativa, o por simple pereza y comodi- digan “sí”, dudaremos de si realmente
tamos nuestro desacuerdo cuando
dad. Se trata, en definitiva, del miedo a es una respuesta sincera, y por ende, si
discrepamos en cuestiones importan-
no ser valorados y queridos. Nuestra importamos a nuestro interlocutor.
tes, o si hacemos lo que consideramos
necesidad de ser valorados y teni-
inapropiado o perjudicial para nues-
tros intereses, anteponemos las necesi-
dos en cuenta puede llevarnos a Ser nosotros mismos
mostrar una constante disponibi- Conectar con nuestras necesidades,
dades, opiniones o deseos de los demás
lidad a todo, lo que nos sume en atender a lo que queremos y necesita-
a los nuestros. Esto puede causarnos,
una dependencia no sólo de los mos, priorizar el cómo estamos en ca-
además de los previsibles perjuicios de
demás, sino de esa imagen desde da momento, nos obliga a saber decir
índole práctica, problemas de autoesti- la que actuamos. Esa dependencia
ma, y puede trasmitir de nosotros una “no”. En ocasiones, decir “no” de-
dificulta nuestra evolución personal, viene necesario para conocernos,
imagen de personas con poco criterio. dinamita nuestra autoestima e impo- para significarnos y mostrarnos
Tras esta conducta complaciente sibilita el libre ejercicio de la responsa- al mundo tal como somos. Desde la
puede hallarse la creencia de que lle- bilidad que propicia unas saludables y sinceridad empática (acercándonos a
var la contraria o no aceptar tareas equilibradas relaciones de interdepen- la situación del interlocutor), entabla-
dencia con los demás, en las que deci- 23
que consideramos incorrectas o que remos unas relaciones de autentici-
no nos corresponden conduce a que se mos “sí” cuando lo consideramos ade- dad, en las que impere un diálogo más
consumer

nos vea (o nos veamos) como egoístas. cuado y en las que mantenemos veraz, fluido y constructivo. Y podre-
Muchos piensan que eso es casi lo peor vigente la posibilidad a decir “no”. mos decir que sabemos con quién ha-
que les pueden llamar, hasta tal punto blamos y cómo se encuentra la perso-
La fuerza del sí
DICIEMBRE 2003 ¬

tienen asumido que la generosidad, la na con la que lo hacemos. Hay


compasión, la empatía y la incondicio- Un “no” a secas resulta demasiado demasiadas relaciones vacías, forma-
nalidad son atributos positivos, y del expeditivo; después del “no” conviene les, vestidas de cordialidad y buenos
todo contrapuestos al egoísmo natural decir “sí”, aunque sea a la postura modales. Una cosa es la sociabilidad y
-y hasta cierto punto, lógico- de las contraria de la de nuestro interlocu- otra muy distinta, la hipocresía del
personas. tor, proporcionando alternativas, ex- “quedar bien” a toda costa.

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