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Magia erótica: Giordano Bruno sobre el

poder de la retención del semen


Magia y Metafísica
Por: Alejandro Martínez Gallardo

Giordano Bruno explica por qué el mago o amante (quien busca atraer y
vincular) no debe eyacular

El filósofo Giordano Bruno creía que el amor era el vínculo de vínculos -vinculum quippe
vinculorum amore est- que mantenía unido todo el universo y que podía usarse para atraer
cualquier cosa. Como algunos filósofos platónicos, consideraba que Eros era el "daemon
magnus” el espíritu supremo que magnetizaba el cosmos -y el primero entre las divinidades.
En su libro Sobre los vínculos en general, Bruno escribe: "En todas las cosas hay una fuerza
divina, esto es, el amor, el padre en sí mismo, la fuente, el océano divino de todo los
vínculos". Es por este vínculo, añade Bruno, que las cosas inferiores se elevan hacia las
superiores.

Ya Marsilicio Ficino había equiparado la magia con el amor: "la tarea de la magia es
comparar las cosas", esto es, juntar, unir, vincular. Ficino también había sugerido que en el
amor, el amante se ve poseído por el fantasma o espíritu de su amado -una especie de
luminosidad psíquicamente cargada que invade la imaginación. Bruno es el continuador de
esta tradición. La definición de la magia de Bruno, en palabras del historiador rumano Ioan
P. Couliano, es "el proceso fantasmático que hace uso de la continuidad del pneuma
individual y el pneuma universal". En la medicina de la antigua Grecia y en la filosofía de
Aristóteles, el pneuma es el espíritu o aliento que se convierte en información que hace
inteligible el mundo a través de la fantasía o imaginación. En otras palabras el pneuma se
transforma en fantasmas (phantasmatos) o imágenes que permiten al alma percibir y entender
el mundo; es el vínculo entre el alma y el cuerpo. Tanto el amor como la magia ocurren en
esta sustancia universal que es el pneuma. El mago y el amante, ambos, tejen una red de
vínculos pneumáticos (que se experimentan como fantasmas o imágenes en la psique)
utilizando la simpatía y la resonancia entre esos vínculos y las características de la persona u
objeto que quieren afectar (las cuales debe estudiar). Ambos lanzan su red, disponen sus
carnadas y seducen para ganar control del mecanismo pneumático de su objeto deseado.

En cierta forma el amor que se forma en la mente o en el alma y las invade, ejerciendo un
poder sobre ellas, es un fantasma conjurado, un espíritu, un tercero (la fantasía) que une o
que incluso -en el caso del más alto amor que es el divino- puede devorar al amante para
trasformar su propia subjetividad -anulándola- en el amado, en el objeto de su deseo. Esta es
la fabulosa explicación que hace Bruno del mito de Acteón. El cazador Acteón se encuentra
un día con la diosa Diana (Artemisa) bañándose desnuda en una fuente en el bosque. Acteón
permanece embelesado contemplando a la diosa virgen desnuda en el agua con sus ninfas,
algo que nadie había podido gozar y que consistía en una especie de violación del orden, el
menos en la interpretación exotérica. Ningún humano puede ver a la divinidad sin morir (al
menos simbólicamente). Diana entonces lo transforma en un venado y hace que sus propios
sabuesos lo cacen y lo devoren. Bruno tiene una lectura más sutil y esotérica, y ve en esto la
transformación del amante en su amada, el cazador en lo que caza, algo que requiere de la
destrucción de su individualidad. Diana es la naturaleza, el universo material que refleja la
inteligencia universal; es una diosa lunar que refleja la luz intelectual del Sol (de Apolo). El
filósofo, que caza el conocimiento más alto, se transforma en su objeto de carecía, en la
sabiduría, y alcanza a fusionarse con la naturaleza misma, de tal manera que "la contempla
como una única cosa".

En Sobre los vínculos en general Bruno explica para que el mago o manipulador pueda
ejercer su poder en el mundo -y entonces, también, por añadidura, el amante sobre su amado
- debe de retener el semen, coitus reservatus. Como ha notado Ioan P. Couiliano, hay en el
entendimiento mágico del amor de Bruno -y en su teoría de la retención de semen- similitudes
con el tantra hindú y con el taoísmo. (Curiosamente la palabra "tantra" significa red,
continuidad, tejido y podríamos decir también vínculo). La magia, para Bruno, está basada
en la manipulación del pneuma, un término que, me parece, su mejor traducción es prana, el
aliento vital o energía, que es central a todo el yoga y el tantra. Tanto en el tantrismo como
en el taoísmo se busca cultivar y reconducir el prana o el qi para aumentar la vida -en tiempo
y calidad- e incluso alcanzar la inmortalidad o la divinización.

En el texto mencionado -que Couliano compara con El Príncipe de Maquiavelo, en tanto a


una herramienta para la manipulación, en este caso no política sino psicológica y emocional-
Bruno sugiere que el mago o manipulador debe cultivar este eros -que es su materia prima
vinculatoria- y no dilapidarlo, porque al hacerlo pierde fuerza o magnetismo. "La eyaculación
del semen libera los vínculos, mientras que su retención los estrecha. Aquel que busca
encadenar debe de desarrollar las mismas emociones que aquel que debe ser encadenado",
escribe Bruno. Al eyacular, se debilitan los vínculos, de alguna manera, porque el fuego de
la atracción erótica que cultiva el mago-amante pierde fuerza al emanar el semen, que es a
fin de cuentas, pneuma (según Aristóteles, la misma sustancia que las estrellas). (El semen
es la forma visible del espíritu). "Aquel que desea vincular [o atraer] debe de desarrollar las
mismas emociones de aquel que quiere vincular", dice Bruno. Explica Couliano que el
manipulador debe de ser "continente y a las vez desear ardientemente a su sujeto". Aquí yace
el punto fino de la magia de Bruno, que debe realizar dos acciones contrarias. Por una parte
debe de desear ardientemente, conjurar, por así decirlo, la energía erótica vinculante, y
cuidadosamente debe controlarse a sí mismo para no desbordarse. No sólo no emitir el semen,
sino no dejarse seducir por su objeto. Algo sumamente difícil, ya que él mismo debe de
producir mecanismos fantásmicos pasionales, la misma voluptuosidad del amor y el deseo,
pero hacerlo de manera desapegada, para que no se vea sujeto a la pasión.

Evidentemente Bruno escribe desde la perspectiva del mago/manipulador, no desde de la de


una persona que busca solamente seducir a su amada o mejorar su salud física. Hay que
mencionar, sin embargo, que los fines de Bruno son más nobles de lo que podría parecer, ya
que el mago/manipulador debe antes que nada estar libre del egoísmo o amor propio -es sólo
cuando está libre de esto que pueda operar y manipular las fuerzas cósmicas.

De cualquier manera es evidente que Bruno era consciente de esta noción, más o menos
generalizada en la magia y en el ocultismo, de que el semen tiene propiedades espirituales o
energéticas que no deben malgastarse. Algo que fue expresado por el famoso médico
Jan Baptista van Helmont (alumno de Paracelso) a principios del siglo XVII: "Si el semen no
es emitido, se transforma en una fuerza espiritual, que preserva su capacidad de producir
esperma y vigorizar el aliento y la palabra."

Twitter del autor: @alepholo

* Citas tomadas de Eros and Magic in the Renaissance, de Ioan P. Couliano

http://pijamasurf.com/2018/01/magia_erotica_giordano_bruno_sobre_el_poder_de_la_retencio
n_del_semen/

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