From the SelectedWorks of Lucero Celeste Ramírez Izaguirre

Summer January 31, 2018

Cuando no es lo que parece ser: La

probanza de los negocios jurídicos
simulados
Lucero Celeste Ramírez Izaguirre

Available at: https://works.bepress.com/luceroceleste-

ramrezizaguirre/5/
 ESPECIAL

“Cuando no es lo que parece ser”

La probanza de los negocios
jurídicos simulados

Lucero Celeste RAMÍREZ IZAGUIRRE*

Este estudio permitirá al lector identificar cuándo nos encontramos ante un negocio jurí-

RESUMEN
dico simulado, las clases de simulación, los requisitos para su configuración y su pro-
banza. Para explicar qué medios probatorios resultan idóneos para obtener la declara-
ción de nulidad mediante esta causal, la autora recurre a las líneas jurisprudenciales
trazadas en nuestro sistema jurídico.

Introducción

“No basta decir solamente la verdad, más

MARCO NORMATIVO
• Código Civil: arts. 190 al 194, 219 inc. 5), 221 y 1354.
• Código Procesal Civil: arts. 188, 190, 196 y 197.
PALABRAS CLAVE: Simulación / Apariencia / Prueba /
Acuerdo simulatorio / Nulidad / Anulabilidad / Ineficacia
conviene mostrar la causa de la falsedad”
decía el filósofo Aristóteles. En la actuali-
dad, los usos masivos de los medios de
comunicación nos ofrecen grandes ventajas,
pero también pueden ser nocivos. Estos son
voceros de información real y falsa que se
transmite mediante redes sociales o la tele-
visión que cada día nos es más accesible.
No todo lo que se muestra en las pantallas es
verídico, y este escenario público, también
se presenta en las relaciones privadas.

Recibido: 29/12/2017 Cuando alguien finge ante sus amista-

Aprobado: 04/01/2018
des ser una persona acaudalada, pero no lo
es; cuando sonreímos, cuando en realidad

* Abogada y con estudios concluidos en Maestría con mención en Derecho Civil y Comercial por la Universidad Nacio-
nal Mayor de San Marcos. Asistente de cátedra en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Miembro del Taller de
Derecho Civil “José León Barandiarán”. Abogada Asociada al Estudio Rodríguez Angobaldo.

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Lo que dice Galgano
La simulación, entonces, se confi-
gura “cuando los contratantes crean,
con su declaración, solo la aparien-
cia exterior de un contrato, del cual no
quieren los efectos o crean la aparien-
cia exterior de un contrato diverso del
querido por ellos”.
estamos molestos o tristes; cuando caes y
finges no sentir dolor; cuando dices que todo
lo sabes para conseguir un puesto de tra-
bajo; cuando en la infancia uno afirma sen-
tirse enfermo para no ir al colegio. En suma,
cuando no es lo que parece ser, estamos ante
la mentira, el engaño, la simulación, los cua-
les no siempre tienen una intención negativa.
La realidad no es ajena a lo jurídico, por el
contrario, son las normas las que regulan las
relaciones que se producen en la sociedad.
Nuestro legislador no podía desconocer la
existencia de la “simulación”, y por ello la
regula en los artículos 190, 191, 192, 193,
194, 219 y 221 del Código Civil. La simu-
lación que importa en el plano jurídico, es
aquella que tiene como fines el engañar, per-
judicar a terceros, obtener un beneficio. El
reconocer cuando existe un negocio jurídico
simulado y, particularmente, la probanza del
mismo es ingresar a un análisis que reviste
gran complejidad, por lo que en el presente
estudio se analizarán las líneas jurispruden-
ciales en lo atinente a la simulación de los
negocios jurídicos.
I. La simulación y sus requisitos
La representación de algo que no es cons-
tituye, en términos generales, la “simula-
ción”; sin embargo, en el plano jurídico, la
simulación va más allá, significa celebrar
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la realización de un negocio jurídico (apa-
rente), cuando en la realidad de los hechos,
no se tiene voluntad para hacerlo (por lo
menos no de la manera que se celebró) o
inclusive cuando la finalidad del negocio
jurídico es distinta de la que efectivamente
se ha realizado. Gagliardo (2008) sostiene
que “cuando en el ámbito de la realidad, se
suscita una situación jurídica que está dife-
renciada de la apariencia, estamos ante un
campo propicio para la simulación jurí-
dica. Nos ubicamos pues en la antesala de la
falsa imagen de lo verdadero” (p. 15). Por su
parte, Ferrara (1960) considera:
[La simulación] (...) es la declaración de
un contenido de voluntad no real, emitida
conscientemente y de acuerdo entre las
partes, para producir con fines de engaño
la apariencia de un negocio jurídico que
no existe o es distinto de aquel que real-
mente se ha llevado a cabo. (p. 56)
No resulta sencillo distinguir lo falso de lo
verdadero, máxime si quien oculta el hecho
lo mantiene en su esfera interna (o destruye
la prueba de su falsedad) y el sujeto per-
judicado tiene la intuición o el “sexto sen-
tido” (mas no la prueba) de que “no es lo que
parece ser”.
En suma, un negocio simulado “(...) es el
que tiene una apariencia contraria a la rea-
lidad, o porque no existe en absoluto, o
porque es distinto de como aparece (...)”
(Ferrara, 1960, p. 43). La simulación enton-
ces se configura “(...) cuando los contratan-
tes crean, con su declaración, solo la apa-
riencia exterior de un contrato, del cual no
quieren los efectos (...) o crean la apariencia
exterior de un contrato diverso del querido
por ellos (...)” (Galgano, 1992, p. 335). Esto
nos lleva a cuestionarnos si ¿todo acuerdo
ficticio es un negocio jurídico simulado?
Ferrara (1960) haciendo una distinción entre
actos simulados y actos aparentes, expresa
que aquellos “(...) negocios típicos aparentes
no son originariamente negocios simulados,
 ESPECIAL | LA PRUEBA DE LA SIMULACIÓN ABSOLUTA
sino negocios reales concluidos en aquella
forma por las partes para conseguir el resul-
tado jurídico apetecido” (p. 93).
¿Cómo reconocemos cuando nos encontra-
mos ante negocios jurídicos simulados? En
nuestro Código Civil su reconocimiento se
desprende de la lectura de los artículos 190
al 194, donde nuestro legislador ha regu-
lado la simulación absoluta, relativa y par-
cial (tipos de simulación); la legitimidad de
la acción de nulidad y del acto simulado y la
inoponibilidad de la simulación por las par-
tes y/o por los terceros perjudicados que de
buena fe y a título oneroso hayan adquirido
derechos del titular aparente.
De una lectura de dichas normas y conforme
se ha reconocido en nuestra jurispruden-
cia1, los presupuestos para la existencia de
un negocio jurídico simulado son particular-
mente tres: i) disconformidad entre la volun-
tad real y la manifestación; ii) el concierto
entre las partes para producir el acto simu-
lado; y, iii) el propósito de engaño. En la
misma línea de idea, Ferrara (1960) mani-
fiesta que los requisitos de un negocio jurí-
dico simulado son tres “1.- una declaración
deliberadamente disconforme con la inten-
ción; 2.- concertada de acuerdo entre las par-
tes; y, 3.- para engañar a terceras personas”
(p. 44). En nuestra jurisprudencia, con oca-
sión de la Casación N° 646-99, se afirmó
que para que la simulación se pueda dar
en un acto jurídico deben concurrir por lo
menos dos elementos: “a) el propósito de
provocar una falsa creencia sobre la realidad
de lo declarado, siendo por tanto la diver-
gencia entre lo querido y lo que se declara
consciente e intencional y b) el convenio o
acuerdo de simulación”.
Respecto al primer elemento reconocido
por nuestra jurisprudencia, se advierte que
1 Véase: Casación N° 1833-2013-Lima y Casación N° 543-2010-La Libertad.
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Comentario relevante
de la autora
Mediante el acuerdo simulatorio las
partes intervinientes saben y cono-
cen sobre la finalidad del acuerdo,
lo que se espera, la real intención, el
cual puede plasmarse, ya sea en un
documento o en una prueba a la que
sea posible acudir.
mediante el acuerdo simulatorio las partes
intervinientes saben y conocen sobre la fina-
lidad del acuerdo, lo que se espera, la real
intención, el cual puede plasmarse, ya sea
en un documento o en una prueba a la que
sea posible acudir (en caso resulte necesa-
rio) de forma próxima o de forma verbal
(no recomendable para ciertos escenarios).
Dicho de otro modo, si solo una parte tiene
la intención de celebrar un negocio jurídico
simulado, pero esto es desconocido por la
otra parte, no existirá un acuerdo simula-
torio. Con razón Gagliardo (2008) asevera
que el acuerdo simulatorio es un “(...) con-
venio entre las partes (bilateralidad) o entre
el declarante y el destinatario de la declara-
ción en los negocios unilaterales recepticios
(...)” (p. 76).
El segundo elemento, el propósito de
engaño, refiere a que las partes no buscan
establecer una relación jurídica contractual
o si bien buscan vincularse no es exacta-
mente el negocio jurídico concluido. Esta
apariencia tiene como miras el engañar, aun-
que no necesariamente este puede ser cali-
ficado de ilícito, y es esta la razón por la
cual no cualquier sujeto puede solicitar la
nulidad del negocio jurídico simulado, sino
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solo las partes o los terceros perjudicados.
Así también ha sido reconocido por la Corte
Suprema en la Casación N° 3455-2002-Aya-
cucho: “(...) un negocio jurídico no es anula-
ble por el hecho de ser simulado, sino en la
medida que se dañan a terceros (...)”.
II. Las pruebas de la simulación
Cuando una persona tiene la intención de
realizar una compraventa, pero a efectos de
evitar el pago de tributos realiza una dona-
ción; cuando “A” tiene una deuda con “B”
y el único bien que tiene en su patrimonio es
su bien inmueble, pero “A” ha incumplido el
pago y “B” se ha visto obligado a iniciar un
proceso de obligación de dar suma de dinero
que implicará el remate del bien inmueble
de “A” y por dicha razón este deudor decide
celebrar un contrato de compraventa con
“C”, quien luego de adquirirlo realiza (apro-
vechando su aparente titularidad) otro con-
trato de compraventa con “D”; entre otros
supuestos, es cuando surge la pregunta por
parte de quienes puedan perjudicarse con el
acuerdo simulatorio ¿cómo pruebo que nos
encontramos ante un negocio jurídico simu-
lado? Para responder esta interrogante, debe-
mos remitirnos necesariamente al Código
Procesal Civil y al Código Civil.
El artículo 188 del Código Procesal Civil
establece: “Los medios probatorios tienen
por finalidad acreditar los hechos expues-
tos por las partes, producir certeza en el juez
respecto de los puntos controvertidos y fun-
damentar sus decisiones”. En efecto, como
lo afirma Taruffo (2008), no queda duda
que “(...) la función principal de la prueba
es ofrecer al juzgador información fiable
acerca de la verdad de los hechos en litigio”
(p. 131).
Todos los medios probatorios son idóneos
para resolver una controversia; sin embargo,
no debemos desviar la atención que si bien
los medios probatorios deben permitir cono-
cer la realidad de los hechos, estos también
deben estar encaminados a la probanza de
la pretensión (en caso de ser el demandante
o en caso de la existencia de una recon-
vención) o a negar los hechos alegados por
quien inicia el proceso judicial, caso contra-
rio serán declarados improcedentes en apli-
cación del artículo 190 del Código Proce-
sal Civil2.
Los operadores jurídicos y particularmente
los litigantes deben saber y reconocer el rol
fundamental que juega la probanza de los
hechos. Seamos claros, poco ayuda un relato
de hechos correctamente escrito, un lenguaje
claro y conciso, una prosa elegante e incluso
contar con un staff de profesionales, sino se
cuenta con la clave del éxito en los procesos
judiciales: la prueba.

2 Artículo 190.- Los medios probatorios deben referirse a los hechos y a la costumbre cuando esta sustenta la pretensión.
Los que no tengan esa finalidad, serán declarados improcedentes por el juez.
Son también improcedentes los medios de prueba que tiendan a establecer:
1. Hechos no controvertidos, imposibles, o que sean notorios o de pública evidencia;
2. Hechos afirmados por una de las partes y admitidos por la otra en la contestación de la demanda, de la reconvención o
en la audiencia de fijación de puntos controvertidos.
Sin embargo, el juez puede ordenar la actuación de medios probatorios cuando se trate de derechos indisponibles o pre-
suma dolo o fraude procesales;
3. Los hechos que la ley presume sin admitir prueba en contrario; y
4. El derecho nacional, que debe ser aplicado de oficio por los jueces. En el caso del derecho extranjero, la parte que lo
invoque debe realizar actos destinados a acreditar la existencia de la norma extranjera y su sentido.
La declaración de improcedencia la hará el juez en la audiencia de fijación de puntos controvertidos. Esta decisión es ape-
lable sin efecto suspensivo. El medio de prueba será actuado por el juez si el superior revoca su resolución antes que se
expida sentencia. En caso contrario, el superior la actuará antes de sentenciar.

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 ESPECIAL | LA PRUEBA DE LA SIMULACIÓN ABSOLUTA
A propósito de lo antes afirmado, Muñoz
(2012) ha llegado concluir que:
Si uno de los resultados de la prueba,
ya sea de cargo o de descargo, es hacer
triunfar en el proceso la pretensión esgri-
mida, debemos reconocer humanamente
una propensión natural de la parte menos
favorecida en sus alegatos fácticos, y
salvo probos y limitados casos, a des-
equilibrar la prueba de su eje (...). El liti-
gante sabe que un porcentaje importante,
por no decir decisivo en múltiples casos,
de su éxito depende de la prueba (...).
(p. 16)
Nuestro Código Procesal Civil establece
como regla general en el artículo 196 que la
carga de probar corresponde a quien afirma
los hechos que configuran su pretensión,
o a quien los contradice alegando nuevos
hechos, salvo prueba en contrario. Partiendo
de dicha premisa, cuando un sujeto decida
iniciar un proceso judicial, en principio, será
sobre este que recaiga la carga probatoria.
De ordinario, ello no amerita mayor incon-
veniente, dado que es posible probar los
hechos sobre los que el sujeto demandante
ha sido partícipe, o cuando existen documen-
tos públicos o existe evidencia sobre lo ale-
gado, pero ¿qué ocurre cuando el deman-
dante pretende probar que, no este, sino otro
sujeto ha tenido (o no), la intención de cele-
brar (o no) un determinado negocio jurídico
y que además este negocio no es “real”, no
es verdadero, sino simulado?, ¿qué medios
probatorios se deberían ofrecer para acredi-
tar su pretensión?
A efectos de responder las interrogantes for-
muladas, es conveniente realizar un análisis
de las líneas jurisprudenciales que se trazan
en nuestro sistema jurídico respecto a la pro-
banza de la simulación.
Como asevera Gagliardo (2008): “Se ha
argumentado que el ‘contradocumento’ es
la prueba inequívoca y concluyente de la
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Comentario relevante
de la autora
Las líneas jurisprudenciales adverti-
das nos permiten afirmar que los jue-
ces valoran la situación económica,
la falta de requerimiento de entrega
del bien que es objeto del contrato,
la rapidez con la que se celebran los
contratos, los vínculos familiares y
amicales, el pago, el precio, la sol-
vencia económica, entre otros.
simulación” (p. 217). No obstante, si enten-
demos al contradocumento, precisamente
como un “documento” resulta más que evi-
dente que la mayor de las veces (por no decir
en todos los casos), cuando un sujeto inter-
pone una demanda de nulidad por causal de
simulación, no cuenta con un medio probato-
rio que demuestre la existencia del acuerdo
simulatorio.
Casos como el resuelto con ocasión de la
Casación Nº 4357-2011-Puno, donde se
ofreció como medio probatorio un contra-
documento, ciertamente, son los menos en
los procesos judiciales, recayendo la proble-
mática en los procesos en los cuales la pro-
banza se realiza mediante “sucedáneos” lo
cual no les resta su valor probatorio. En estos
casos, el juez tiene que observar lo dispuesto
en el artículo 197 del Código Procesal Civil
que establece que todos los medios probato-
rios son valorados de forma conjunta y utili-
zando la apreciación razonada por parte del
juez. El problema se acrecienta, puesto que
quien interpone una demanda de nulidad por
causal de simulación, no tiene, en la mayoría
de los casos, la prueba de su pretensión. He
aquí el rol protagónico del juez, el que, para
resolver la controversia, deberá evaluar ade-
más de las típicas pruebas, aquellas circuns-
tancias que en otro proceso son superfluas.
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Comentario relevante
de la autora
Otro medio probatorio que, según la
jurisprudencia, permite acreditar la
existencia de un acuerdo simulato-
rio, es la falta de pago estipulada en
el contrato y hasta la coincidencia
del valor del bien y el monto indicado
en el contrato.
Las líneas jurisprudenciales advertidas nos
permiten afirmar que los jueces valoran la
situación económica, la falta de requeri-
miento de entrega del bien que es objeto del
contrato, la rapidez con la que se celebran
los contratos, los vínculos familiares y ami-
cales, el pago, el precio, la solvencia econó-
mica, entre otros.
Merece especial atención analizar la Casa-
ción N° 543-2010-La Libertad, donde se
puntualiza que en primera instancia el Cuarto
Juzgado Civil Transitorio de Trujillo valoró
la existencia del vínculo familiar a efectos
de declarar la nulidad de un negocio jurídico
por causal de simulación. Contrariamente,
en la Casación N° 4673-2007-Lima Norte
se precisó que “(...) la existencia de vínculos
amicales no basta para acreditar la simula-
ción absoluta (...)”. Reanudando al análi-
sis de la Casación N° 543-2010-La Liber-
tad, tenemos que en esta se hizo hincapié
que el juzgado valoró el contenido del con-
trato que sería simulado, particularmente, la
circunstancia de la celebración de dos con-
tratos en la misma fecha (contrato de usu-
fructo y contrato de compraventa), donde el
segundo contrato tenía cláusulas más benefi-
ciosas para los usufructuarios inclusive con
carácter irrevocable e indefinido, hechos que
“(...) demuestran el interés distinto de los
contratantes al interés negocial plasmado en
el contrato de compraventa. Adoleciendo, en
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conclusión, dicha compraventa y posterior
usufructo de nulidad por simulación abso-
luta (...)”. La Primera Sala Civil de la Corte
Superior de Justicia de La Libertad resol-
vió confirmar lo resuelto por el Cuarto Juz-
gado Civil Transitorio de Trujillo al conside-
rar que existen “(...) indicios suficientes (...)”
de un acto jurídico simulado, debido a que
además “(...) las partes no tuvieron intención
de modificar la situación jurídica existente,
habida cuenta que no hubo desposesión del
inmueble por parte de los vendedores a favor
de los adquirentes (...)”, ergo, no existió real
voluntad de celebrar dicho acto jurídico.
Otro medio probatorio que, según la jurispru-
dencia, permite acreditar la existencia de un
acuerdo simulatorio, es la falta de pago esti-
pulada en el contrato y hasta la coincidencia
del valor del bien y el monto indicado en el
contrato y de ello es fiel reflejo la Casación
N° 5812-2007-Ucayali, donde se recogen los
argumentos de segunda instancia en los que
se afirmó que “(...) la demandada (...) no ha
logrado acreditar con prueba alguna haber
pagado la suma de diez mil nuevos soles por
la venta simulada cuya nulidad se demanda;
y que dicho precio, no refleja el valor real
del inmueble, ya que conforme se estable-
ció en el dictamen pericial (...), el valor del
bien ascendía a ciento cincuenta y cuatro mil
soles”. Nótese que en la Casación N° 1833-
2013-Lima se ultimó que “el hecho de que se
concluya en que no está probada la entrega
del precio de la venta no implica necesaria-
mente la causal de simulación absoluta (...)”.
A propósito de la determinación del precio
en los contratos, nos permitimos deslizar la
existencia del artículo 1354 del Código Civil
que regula de forma general que: “Las partes
pueden determinar libremente el contenido
del contrato, siempre que no sea contrario a
norma legal de carácter imperativo”.
La solvencia económica también (no en todos
los casos) puede ser considerada a efectos
de declarar nulo un contrato. Sin embargo,
ello no ocurrió en la sentencia de primera
 ESPECIAL | LA PRUEBA DE LA SIMULACIÓN ABSOLUTA
instancia que se recoge en la Casación
N° 1833-2013-Lima, en la que el juez de
la causa advirtió que en relación al hecho
que la demandada “(...) no contaba con los
medios económicos para la adquisición del
inmueble lo que se advierte es que en rea-
lidad no habría contado con recursos eco-
nómicos propios para asumir el pago del
precio por la adquisición del predio hecho
que sin embargo no puede ser tomado de
manera aislada (...)”. Líneas seguidas se
concluye que “(...) si bien se acreditado
que la demandada carecía de solvencia
económica al momento de la celebración
del acto cuestionado dicha circunstancia
no resulta suficiente (...)”. En la Casación
N° 4673-2007-Lima Norte, se expone que
en la resolución de vista se reformó la sen-
tencia de primera instancia y la declaró
improcedente ya que se encontraban –a
dicho momento– ante la existencia de
fraude y no de simulación (transfirieron
el inmueble), siendo que “(...) si bien el
codemandado no ha demostrado el desem-
bolso del precio de la venta del bien, no es
menos cierto que se ha verificado (...) que
es persona sujeto a crédito y que cuenta
con ahorros en el sistema financiero”. A
ello se suma la Casación N° 4530-2012,
en la que se acopia los argumentos de la
Sala en el sentido que “(...) tanto la ven-
dedora como el comprador no han acredi-
tado la existencia del dinero, pues la pri-
mera no acredita que el importe de dinero
ingresó a su patrimonio, y el segundo que
haya tenido dicha cantidad en su poder
(...)”. Esta última casación bajo análisis
inclusive se remite al Decreto Supremo N°
156-2004-EF, toda vez que no se dejó “(...)
constancia del pago del impuesto de Alca-
bala a cargo del comprador (...)”. No obs-
tante, la Corte Suprema en posición con-
traria explica que “(...) la Sala Superior
no puede fundar su sentencia en que no
se pagó el derecho de alcabala y autova-
lúo, pues ellos son requisitos de la compra-
venta, más no inciden en la voluntad de las
partes (...)”.
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III. Los efectos de la declaración de
“nulidad” del negocio jurídico
simulado
Fernanda, amiga de Mauricio (quien está
casado con Estela bajo el régimen de socie-
dad de gananciales), ofrece a este último
venderle sus tres departamentos, debido a
que invertirá dicho dinero en unas acciones
de una sociedad y requiere el dinero con
suma urgencia. Mauricio quiere adquirir los
departamentos, pero no quiere que su cón-
yuge tome conocimiento sobre la adquisi-
ción de los inmuebles porque su relación se
encuentra desgastada y existe la probabili-
dad de que ambos decidan divorciarse, por
ello conversa con su amigo Juan y le explica
que Fernanda quiere vender sus inmuebles
pero por obvias razones la compraventa ten-
dría que realizarse con Juan, Por ello, Mau-
ricio y Juan de manera oculta celebran un
acuerdo a efectos de que sea el segundo el
que adquiera los bienes inmuebles, pero que
los efectos de esta compraventa recaerían en
Mauricio.
Este es un típico caso de simulación jurí-
dica parcial, o lo que conocemos en doctrina
como interposición o interpósita persona,
donde “A” es quien contrata con “B”, pero
en realidad “C” es quien realmente está cele-
brando el negocio jurídico con “A” (sujeto
que desconoce del acuerdo simulatorio entre
“B” y “C”).
Esta clase de simulación es “(...) la más
intrincada en la doctrina (...)” (Deik, 2010,
p. 381). Para Galgano (1992), la interposi-
ción ficticia de persona es “(...) un supuesto
concreto de simulación relativa, que afecta a
la identidad de una de las partes: en el con-
trato simulado aparece como contratante un
sujeto (llamado interpuesto) que es una per-
sona distinta del verdadero contratante (lla-
mado interponente)” (p. 337). Este sujeto
es, en otras palabras, “(...) un titular fin-
gido o testaferro” (Deik, 2010, p. 381). En
efecto, ambas partes “(...) quieren realmente
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Comentario relevante
de la autora
La interposición ficticia de persona
es un supuesto concreto de simula-
ción relativa, que afecta a la iden-
tidad de una de las partes: en el
contrato simulado aparece como
contratante un sujeto (llamado inter-
puesto) que es una persona distinta
del verdadero contratante (llamado
interponente).
el negocio, pero se valen de contratantes fic-
ticios para sustraerse al conocimiento de ter-
ceros o de la ley” (Ferrara, 1960, p. 280).
Resulta necesario precisar que, en la interpo-
sición ficticia, “(...) el sujeto interpuesto no
adquiere derechos ni contrae obligaciones,
porque solo actúa para encubrir al verdadero
contratante. Cuando la simulación se declara
el interpuesto es eliminado” (Mosset, 2006,
p. 323). Es importante establecer que no en
todos los casos que exista una interposición
ficticia se constituirá un supuesto de simula-
ción parcial, ello se ve reflejado en la Casa-
ción N° 3455-2002-Ayacucho, donde este
acto se realizó entre una madre y su hija:
“(...) la simulación ha sido realizada entre
madre e hija, no habiéndose establecido
daño a tercero alguno”.
Víctor (amigo de Mauricio) tiene una deuda
con su buen amigo y compañero de trabajo
Roberto. La situación económica en los últi-
mos años de Víctor, lamentablemente, ha
sido inestable. La cantidad de préstamos
3 “Artículo 219.- El acto jurídico es nulo:
1.- Cuando falta la manifestación de voluntad del agente.
2.- Cuando se haya practicado por persona absolutamente incapaz, salvo lo dispuesto en el artículo 1358.
3.- Cuando su objeto es física o jurídicamente imposible o cuando sea indeterminable.
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que ha solicitado a sus amistades es tan
grande que se encuentra en “bancarrota”. Sin
embargo, Víctor tiene un bien inmueble que
en caso decida venderlo, cubriría la totali-
dad de las deudas que este mantiene. Pese a
ello, Víctor especula que si sus amigos saben
que está en la bancarrota le perdonarán sus
deudas. Un par de años después Roberto y
los demás amigos, exigen el cumplimiento
del pago de sus obligaciones a Víctor, quien
les comenta que el único bien inmueble que
tenía lo vendió a otro sujeto. La verdad es
que Víctor celebró un contrato de compra-
venta con su primo lejano a efectos de eludir
el pago de sus obligaciones.
Emilio y Pamela, dos reconocidos empre-
sarios, contraen matrimonio y años después
tienen dos hijos. Emilio, por su gran desem-
peño laboral es destacado de su centro de tra-
bajo a su ciudad natal de Huancayo, donde
la empresa tiene su principal sucursal. Allí
Emilio conoce a Elizabeth, con quien man-
tiene una relación de un año y tienen un hijo.
Pamela se entera de la relación que tiene su
cónyuge con Elizabeth y del niño que había
nacido producto de dicha relación extrama-
trimonial. Como consecuencia, Elizabeth le
dice a Emilio que no quiere que el hijo que
tiene con Elizabeth herede ningún bien, por
lo que le propone simular un contrato de com-
praventa con sus hijos para que al momento
de que ocurra el lamentable deceso de este,
no tengan que lidiar con Elizabeth y su hijo.
Emilio acepta y celebran el contrato de com-
praventa a favor de sus dos primeros hijos.
Los casos antes planteados constituyen un
supuesto de simulación absoluta del nego-
cio jurídico regulado en el artículo 219
inciso 5 del Código Civil3, existe un acuerdo
 ESPECIAL | LA PRUEBA DE LA SIMULACIÓN ABSOLUTA

simulatorio y notoriamente una voluntad

de perjudicar a terceros. Los contratantes
a los ojos del mundo realizan una determi-
nada declaración, pero no quieren los efec-
tos de la declaración entre las partes, sino la
mera apariencia que es apreciada por todos
(menos ellos). Nuestro Código Civil en el
artículo 190 establece que por la simulación
absoluta se aparenta celebrar un acto jurídico
cuando –nótese– no existe realmente volun-
tad para celebrarlo. Es necesario agregar que
cuando se invoca la simulación absoluta lo
que se analiza es el carácter personal (se
tiene que definir la voluntad de las partes) y
no real (no se trata de verificar los requisitos
de un determinado negocio jurídico)4.
A propósito de los efectos de la simulación,
Morales (2006) ha expresado que5:
El contrato simulado es perfectamente
válido pero ineficaz por ausencia de
vinculación compromisoria entre las par-
tes. En consecuencia, la teoría de la inefi-
cacia del contrato simulado es más com-
patible con este concepto. De acuerdo a
esta posición, el artículo 193 y el numeral
5 del artículo 219 resultan normas inapli-
cables en cuanto al efecto jurídico de la
nulidad si seguimos el modelo romanista
e italiano. (p. 328)
Lo que dice Morales
El contrato simulado es perfec-
tamente válido, pero ineficaz por
ausencia de vinculación compromi-
soria entre las partes. En consecuen-
cia, la teoría de la ineficacia del con-
trato simulado es más compatible
con este concepto.
requisitos de sustancia y forma y no perju-
dique el derecho de tercero. Ejemplo de ello
es cuando las partes sí tienen la intención
de celebrar un contrato de compraventa y lo
celebran como tal, pero alguna de las cláu-
sulas no coincide (por voluntad de las par-
tes) con la verdad de los hechos. Así, tene-
mos un contrato de compraventa donde se
pacta como pago la suma “Y”, pero en rea-
lidad se ha pagado el monto menor “Z”.
El contrato será válido, pero el real precio
solo es conocido por las partes, siendo que
en caso se determine que este contrato es
simulado, el contrato surtirá sus efectos,
salvo el precio real que afecta a la adminis-
tración tributaria.

En cambio, en la simulación relativa, el Hasta aquí hemos visto algunos casos de

artículo 191 del Código Civil dispone que
cuando las partes han querido concluir un
acto distinto del aparente, tiene efecto entre
ellas el acto oculto, siempre que –y en la
norma se hace la precisión– concurran los
simulación y las normas aplicables. Sin
embargo, resulta importante conocer cuá-
les serían los efectos de la simulación abso-
luta, relativa o parcial. Siguiendo a Ferrara
(1960):

4.- Cuando su fin sea ilícito.

5.- Cuando adolezca de simulación absoluta.
6.- Cuando no revista la forma prescrita bajo sanción de nulidad.
7.- Cuando la ley lo declara nulo”.
8.- En el caso del artículo V del Título Preliminar, salvo que la ley establezca sanción diversa.
4 En el mismo sentido se ha aseverado en la Casación N° 4530-2012-Lima y la Casación N° 3713-2001-San Martín.
5 A efectos del estudio analítico comparado de la simulación en diversas legislaciones, sugerimos el trabajo del profesor
Morales, R. (2006). Teoría general del contrato. Lima, Grijley.

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Comentario relevante
de la autora
Cuando se presenta un supuesto de
simulación absoluta, es claro que
los efectos del negocio jurídico que
se celebró en la realidad, precisa-
mente, no surten efectos entre las
partes.
[L]a simulación en sus diferentes for-
mas tiene siempre por efecto la nuli-
dad del negocio aparente. Si las partes
solo intentaran producir una apariencia,
solo tendremos nulidad de esta; pero si
la apariencia sirvió para ocultar un nego-
cio jurídico serio, la nulidad del fingido
no es obstáculo para la posible eficacia
de aquel, que será válido si puede serlo
y producirá las consecuencias jurídicas
que le sean propios. (p. 298)
Al remitirnos a los artículos 190, 191, 192
y 193, se aprecia que solo el artículo 191
establece de forma expresa los efectos de la
simulación relativa: “Cuando las partes han
querido concluir un acto distinto del apa-
rente, tiene efecto entre ellas el acto ocul-
tado, siempre que concurran los requisitos
de sustancia y forma y no perjudique el dere-
cho de tercero”. Empero, no precisan cuáles
serían los efectos entre las partes y respecto
a los terceros.
Cuando se presenta un supuesto de simula-
ción absoluta, es claro que los efectos del
negocio jurídico que se celebró en la reali-
dad, precisamente, no surten efectos entre las
partes. Esto es sabido por las partes, quienes
pueden “exigirse” los efectos del contrato
celebrado solo con fines simulatorios res-
pecto a los sujetos que no formen parte del
negocio jurídico, ello independientemente si
el acuerdo simulatorio es lícito o ilícito. Sin
embargo, a veces el acuerdo simulatorio es
94 pp. 85-96 • ISSN 2305-3259 • ENERO 2018 • Nº 55 | GACETA CIVIL & PROCESAL CIVIL
ignorado dolosamente por una de las partes y
decide iniciar procesos judiciales exigiendo
el cumplimiento del acuerdo simulado. Ate-
rricemos la hipótesis formulada. Primus le
propone a Secundus simular un contrato de
compraventa, debido a que Primus tiene una
deuda con Tertius. Secundus acepta y se sus-
cribe el contrato. En una de las cláusulas del
contrato, se dispone que Primus debe entre-
gar el bien inmueble en un plazo de un (1)
año desde que se celebra el contrato, con
lo cual se hace una supuesta reducción del
precio de compraventa y se legaliza el con-
trato de compraventa. Luego de transcurrido
el año de celebrado y, habiendo pasado el
evento por el que se celebró el contrato de
compraventa, Secundus le remite una carta
notarial a Primus requiriendo la entrega del
bien inmueble y dada la negativa de Primus,
Secundus inicia un proceso judicial. En resu-
men, la conocida frase “un lobo vestido de
oveja” es perfectamente aplicable.
Por el contrario, la consecuencia de un nego-
cio jurídico bajo simulación relativa es la
ineficacia entre las partes de aquello que se
ha simulado, pero este será válido en aque-
llo disimulado, siempre que concurran los
requisitos de sustancia y forma (requisitos
esenciales de la validez del negocio jurídico)
y no perjudique el derecho de tercero, lo
que conlleva a concluir que tampoco puede
vulnerar el artículo V del Título Prelimi-
nar del Código Civil (orden público y bue-
nas costumbres). Para terminar lo relativo
a este supuesto, precisamos que la simula-
ción puede ser total (artículo 191 del Código
Civil) o parcial (artículo 192 del Código
Civil).
El artículo 194 del Código Civil establece
que la simulación no puede ser opuesta por
las partes ni por los terceros perjudicados a
quien de buena fe y a título oneroso haya
adquirido derechos del titular aparente. Dos
requisitos que nos exige el legislador para
la inoponibilidad de la simulación: buena
fe, cuya aplicación “(...) hace penetrar en
 ESPECIAL | LA PRUEBA DE LA SIMULACIÓN ABSOLUTA
el orden jurídico un elemento natural, pro-
piamente extrajurídico, que viene, de este
modo, a formar parte de la propia regla jurí-
dica (...)” (De Los Mozos, 1965, p. 15), que
en este caso se hizo norma y, el segundo,
título oneroso, que refiere a la contrapresta-
ción que se efectuó con ocasión de la cele-
bración del negocio jurídico. En ese sen-
tido, si quien adquirió el bien del titular
aparente lo hizo a título oneroso, pero cono-
cía de la simulación, actuando de mala fe,
no le alcanzará la protección del artículo
194 del Código Civil. ¿Cómo probar la
mala fe?, la respuesta nos hace enfocarnos
nuevamente en la prueba. Es oportuno men-
cionar que en los artículos 219 y 221 se
disponen que son causales de nulidad o de
anulabilidad, la simulación absoluta y la
“(...) simulación, cuando el acto real que lo
contiene perjudica el derecho de tercero”,
respectivamente.
No queremos concluir el presente estu-
dio sin antes traer a colación (a propósito
de la simulación de los negocios jurídicos),
lo expresado por Thomas Filler “la astu-
cia puede tener vestidos, pero a la verdad le
gusta ir desnuda”.
Conclusiones
• La simulación significa celebrar la reali-
zación de un negocio jurídico (aparente),
cuando en la realidad de los hechos, no
se tiene voluntad para hacerlo (por lo
menos no de esa manera que se celebró)
o inclusive cuando la finalidad del nego-
cio jurídico es distinta de la que efectiva-
mente se ha realizado.
• A nivel de la jurisprudencia se afirma que
los presupuestos para la existencia de un
negocio jurídico simulado son particu-
larmente tres: i) disconformidad entre la
voluntad real y la manifestación; ii) el
concierto entre las partes para producir
GACETA CIVIL & PROCESAL CIVIL | Nº 55 • ENERO 2018 • ISSN 2305-3259 • pp. 85-96
Comentario relevante
de la autora
La consecuencia de un negocio jurí-
dico bajo simulación relativa es la
ineficacia entre las partes de aquello
que se ha simulado, pero este será
válido en aquello disimulado, siem-
pre que concurran los requisitos de
sustancia y forma.
el acto simulado; y iii) el propósito de
engaño, pero se requieren particular-
mente dos elementos para su configura-
ción: el propósito de provocar una falsa
creencia sobre la realidad de lo declarado
y el convenio o acuerdo de simulación.
• Las líneas jurisprudenciales analizadas,
nos permiten afirmar que los jueces valo-
ran de forma conjunta la situación econó-
mica, la falta de requerimiento de entrega
del bien que es objeto del contrato, la
rapidez con la que se celebran los contra-
tos, los vínculos familiares y amicales, el
pago, el precio, la solvencia económica,
entre otros.
• Atendiendo a lo dispuesto por nuestro
Código Civil y el Código Procesal Civil,
ante las causales de simulación absoluta
o relativa se genera la nulidad y la anu-
labilidad respectivamente, siendo la con-
secuencia final la declaración de nulidad
del negocio jurídico, acción que puede
ser promovida solo por las partes o los
terceros perjudicados.
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95

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