Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
CIENCIAS
SOCIALES
S E R I E
INVESTIGACIONES
Vivir afuera
Antropología de la experiencia urbana
Yo también pensé que él vivía afuera…
Fogwill, Vivir afuera
CIENCIAS
CIENCIAS
SOCIALES
SOCIALES
Vivir afuera
Colección: Ciencias Sociales
Serie: Investigaciones
Director: Máximo Badaró
Segura, Ramiro
Vivir afuera: Antropología de la experiencia urbana / Ramiro Segura;
con prólogo de Alejandro Grimson. 1a edición San Martín: Universidad
Nacional de General San Martín. UNSAM EDITA, 2015.
176 pp.; 21x15 cm. - (Ciencias Sociales. Investigaciones / Máximo Badaró)
ISBN 978-987-1435-94-4
1. Antropología. 2. Geografía. 3. Etnografía. I. Alejandro Grimson, prolog.
II. Título
CDD 306
CIENCIAS
SOCIALES
Vivir afuera
Antropología de la
experiencia urbana
SERIE INVESTIGACIONES: COMITÉ ACADÉMICO
Aguilera, Oscar
Universidad Católica del Maule, Chile
Barrancos, Dora
Universidad de Buenos Aires, CONICET, Argentina
Besserer, Federico
Universidad Abierta Metropolitana-Unidad Iztapalapa, México
Borges, Antonádia
Universidade de Brasília, Brasil
Burchardt, Hans-Jürgen
Universität Kassel, Alemania
Caetano, Gerardo
Universidad de la República, Uruguay
Calvo, Ernesto
Maryland University, EE. UU.
Carvalho Rosa, Marcelo
Universidade de Brasília, Brasil
Forment, Carlos
The New School for Social Research, EE. UU.
Goebel, Bárbara
Ibero-Amerikanisches Institut, Alemania
Grimson, Alejandro
Universidad Nacional de San Martín, CONICET, Argentina
Gutiérrez, Ricardo
Universidad Nacional de San Martín, CONICET, Argentina
Jelin, Elizabeth
Instituto de Desarrollo Económico y Social, CONICET, Argentina
Obarrio, Juan
Johns Hopkins University, EE. UU.
Pecheny, Mario
Universidad de Buenos Aires, CONICET, Argentina
Sabato, Hilda
Universidad de Buenos Aires, CONICET, Argentina
Theidon, Kimberly
Harvard University, EE. UU.
A Elena y a nuestro hijo, Lisandro
AGRADECIMIENTOS
Este libro tiene su origen en la tesis doctoral que escribí y defendí hace cinco
años. Muchas cosas han cambiado en el tiempo transcurrido –entre ellas, el
texto que ahora se publica–; pero otras persisten, como las personas y las insti-
tuciones a las que deseo agradecer.
En este sentido, reitero mi agradecimiento a tres personas que han si-
do fundamentales en mi proceso formativo como investigador. A Virginia
Ceirano, quien me posibilitó dar los primeros pasos en la investigación y la
docencia universitaria en la Universidad Nacional de La Plata. Incansable y
apasionada formadora; Virginia nos dejó hace unos años y somos muchos los
que lamentamos su partida y reconocemos su valía. A Elizabeth Jelin, por su
envidiable vocación pedagógica que despliega en el Programa de Doctorado
en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de General Sarmiento y el
Instituto de Desarrollo Económico y Social, manifiesta en su predisposición
a escuchar, leer y orientar, y por el apoyo que siempre sentí de su parte para
todos mis proyectos. A Alejandro Grimson, quien como director de la tesis
contribuyó con su agudeza analítica y con su compromiso para leer mis ideas
y ayudarme a mejorarlas. Para mí, es un placer compartir desde hace años
proyectos y espacios de trabajo y aprendizaje en el Instituto de Altos Estudios
Sociales de la Universidad Nacional de San Martín con Alejandro, quien me
incentivó constantemente para que este libro finalmente se publicara.
El Programa de Doctorado UNGS-IDES constituyó un ámbito inmejo-
rable para realizar el doctorado. Mi agradecimiento para Rossana Reguillo,
Silvia Sigal, Verena Stolcke y Adrián Gorelik, quienes realizaron productivas
sugerencias y observaciones en distintos momentos del desarrollo de la inves-
tigación. Quiero agradecer especialmente a Sabina Frederic, María Carman,
y Gabriel Kessler, evaluadores de la tesis, quienes en esa instancia realizaron
valiosas sugerencias que procuré seguir en la elaboración de este libro.
El Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San
Martín (IDAES/UNSAM) constituye mi lugar de trabajo como Investigador
del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET),
donde además enseño Antropología Urbana en la Licenciatura en Antro-
pología Social y Cultural. Desde hace años, el IDAES representa para mí un
ámbito de diálogo y de crecimiento intelectual. Quiero agradecer especial-
mente a Máximo Badaró, quien me invitó a transformar la tesis en libro. Y a
UNSAM EDITA, que hizo posible la publicación de este libro.
La Universidad Nacional de La Plata no es solo la institución en la que
me gradué, sino un lugar en el que trabajo desde hace más de quince años.
Quiero agradecer a la totalidad de compañeros y compañeras de la cátedra de
Antropología Social 1 de la Facultad de Trabajo Social. Y a los integrantes del
Laboratorio de Estudios en Cultura y Sociedad (LECyS), con quienes com-
partimos distintos proyectos de investigación.
La oportunidad de realizar una estadía posdoctoral en la Red de Investiga-
ción sobre Desigualdades Interdependientes en América Latina (desiguAL-
dades.net) en la Freie Universität de Berlín durante casi un año constituyó
una instancia de reflexión fundamental para la producción de este libro. Quie-
ro agradecer muy especialmente a Sérgio Costa, del Instituto de Estudios
Latinoamericanos (LAI) de la Universidad Libre de Berlín y a Bárbara Göbel,
directora del Instituto Iberoamericano de Berlín, por su camaradería y gene-
rosidad durante mi estadía. Y a Anne Huffschimd, de la Freie Universität de
Berlín, con quien no solo compartí momentos maravillosos en Berlín, sino
que nos une la pasión por comprender “lo urbano”.
También deseo agradecer a mis colegas Santiago Bachiller, María Carman,
Cristina Cravino, Carla del Cueto, Jaime Erazo Espinoza, Cecilia Ferraudi
Curto, Andrea Gutiérrrez, Frank Mueller, Jerónimo Pinedo y Neiva Vieira de
Cunha, con quienes comparto la pasión por los estudios urbanos y con quie-
nes nos hemos encontrado en distintas latitudes, instituciones e instancias de
intercambio a lo largo de los años.
Por supuesto, hay personas con las que he compartido y comparto alguno
o varios de los ámbitos mencionados, pero que el vínculo que nos une los tras-
ciende. Se trata de amigos antes que de colegas (en términos no solo afectivos,
sino también cronológicos), con quienes me es imposible establecer límites
precisos entre los libros y la vida. Quiero agradecer a Sergio Caggiano por esa
larga e interminable charla que, como a él le gusta recordar, comenzó hace
más de quince años con una discusión acerca del marxismo inglés. Si por defi-
nición no hay ideas propias, esta regla se cumple estrictamente en relación con
Sergio, con quien vivimos hablando y discutiendo sobre los libros, la ciudad y
la vida. En la misma dirección, quiero agradecer a Mariana Chaves, con quien
nos une una amistad que comenzó hace mucho tiempo en “el museo” cuando
inicié mi carrera de grado y que luego me allanó muchos caminos cuando di
mis primeros pasos en la investigación. Mariana ha sido una interlocutora
constante acerca de una pasión común: la antropología y la ciudad. Juntos
hemos compartido y compartimos clases, cursos, escritos, libros, trabajo
campo, proyectos, viajes y congresos. Resulta difícil ordenar todo eso, ponerlo
por escrito; aunque hoy solo quiero agradecerlo. También quiero agradecer a
Cristián Jure y a Mariel Cremonesi, por hacerme sentir siempre como en casa;
a Mariana Speroni, por recordarme sutilmente los vínculos entre pensamiento
y estética; a Néstor Artiñano, por mostrarme, quizás sin proponérselo, de otro
modo la vida.
Mi familia ha sido un soporte fundamental a lo largo de toda mi vida,
posibilitándome estudiar en la universidad y brindándome apoyo en todos
mis emprendimientos. Este libro no es la excepción. Quiero reconocer mi
agradecimiento y afecto para “mis viejos”, Carlos y Matilde, así como para mis
hermanos, Facundo y Dolores, y mis sobrinos, Augusto y Juana.
A Elena Bergé, por el amor que nos une y por la felicidad de estar juntos.
Y a Lisandro, nuestro hijo, quien está en camino mientras escribo estas notas.
PRÓLOGO por Alejandro Grimson 15
INTRODUCCIÓN 1. Presentación 19
Antropología de la 2. El retorno del habitante en los estudios 20
experiencia urbana urbanos
3. ¿Antropología en la ciudad o 22
antropología de la ciudad?
4. Sobre el concepto de “experiencia” 25
5. Antropología de la “experiencia urbana” 26
6. Antropología, periferia y experiencia 30
urbana
CAPÍTULO 1 1. Introducción 35
La persistencia de 2. La forma: ¡esto no es una ciudad! 37
la forma. 3. El devenir urbano de la forma 42
Historia material y 4. La persistencia de la forma y sus 46
representaciones omisiones
sociales de la ciudad 5. Desestabilizar la forma 49
CAPÍTULO 3 1. Introducción 75
Cartografías 2. Las imágenes de la ciudad como 76
discrepantes. problema interpretativo
La ciudad vista desde 3. Los vacíos de Garnier 80
la periferia 4. Los dibujos de la ciudad 82
5. El mapa y sus efectos 84
6. El cuadrado como clave de lectura de 86
la ciudad
7. El punto de vista periférico 88
8. Vivir afuera: las significaciones de 92
las imágenes de la ciudad
CAPÍTULO 4 1. Introducción 103
La trama relacional 2. Los cambiantes usos de barrio 104
de la periferia. 3. Tiempo de residencia y límites 106
La figuración (sociales y simbólicos)
“establecidos-outsiders” 4. Establecidos y outsiders 109
revisitada 5. La “figuración establecidos y outsiders” 117
revisitada
6. Hacia una lógica de la heterogeneidad 124
BIBLIOGRAFÍA 163
PRÓLOGO
para que alguien se internara por las calles de la ciudad o los pasillos de la vi-
lla y describir aquello que vive entre nosotros, o donde nosotros vivimos.
Hay otra cara de la historia de la antropología, complementaria de esta.
Fue en ese viaje hacia las sociedades no occidentales donde se forjaron teo-
rías y metodologías para abordar y comprender otros puntos de vista. Para
familiarizarse con lo extraño. Y es de allí mismo que habrían de beber quie-
nes, una vez derrumbada la frontera que limitaba a la antropología, proyec-
taron esas teorías y metodologías, con los debates que suscitan, sobre nuestra
sociedad contemporánea.
De hecho, el libro de Hugo Ratier Villeros y villas miseria desplaza una
frontera de la antropología al tomar tanto a las villas como a los Cabecita ne-
gra (su otro libro de la misma época) como objeto de estudio de la disciplina.
Esa picada abierta por Ratier, sin embargo, demoraría años en ser cruzada por
otros. Básicamente, en aquella misma década del setenta, pocos y extraordina-
rios antropólogos estaban realizando también estudios innovadores en otras
partes del país. Poco después, la antropología se tornó impracticable, además
de atacada y perseguida.
Entre los grandes debates de las diferentes disciplinas, se encontraban por
entonces tres temas cruciales. Uno, la cuestión de la marginalidad, analizada
por Germani y creativamente por Nun en un texto pionero. Dos, la influen-
cia de la idea de Castells respecto de la tensión y complementación entre el
ámbito de producción (la fábrica, el trabajo) y el ámbito de la reproducción
(el barrio). Este último, mostraba Castells, condensaba conflictos sociales
dinámicos y planteaba nuevos desafíos teóricos y políticos. En tercer lugar, la
emergente preocupación por los nuevos movimientos sociales, con la influencia
de Touraine en varios sociólogos argentinos. En particular, en el caso de Jelin
esta relación implicó preocupaciones que incluían las formas de organización
microsocial en espacios barriales, y su capacidad política.
En esos años, Esther Hermitte coordina un estudio sobre villas miseria y
barrios populares, que consiste en la primera incursión antropológica sobre la
cuestión urbana en la década del ochenta. Participaron de esa experiencia y de-
jaron textos relevantes Guber, Casabona, Tiscornia, Boivin y Rosato. Gravano
y Guber publicaron después un libro sobre la tensión entre la villa y el barrio.
Si lo pensamos desde el punto de vista del barrio, tres renovaciones inelu-
dibles que provienen de la sociología son los trabajos de Merklen, Auyero y
Svampa y Pereyra. Esa renovación dialoga con estudios propios de la antro-
pología social, como el de Sabina Frederic, Buenos vecinos, malos políticos, que
tiene la peculiaridad de no considerar a las villas en sí, sino en el panorama
urbano más general del municipio. Siempre se habían mirado las relaciones
desde el punto de vista de la villa, pero Frederic mira también la villa desde el
punto de vista central.
16
Prólogo
18
Introducción
ANTROPOLOGÍA DE LA EXPERIENCIA
URBANA
Los espacios se han multiplicado, fragmentado y diversificado. Los hay de todos los tamaños y
especies, para todos los usos y para todas las funciones. Vivir es pasar de un espacio a otro ha-
ciendo lo posible para no golpearse.
1. Presentación
El lugar de estudio no es el objeto de estudio. Los antropólogos no estudian aldeas (tribus, pueblos,
vecindarios...); estudian en aldeas.
Clifford Geertz, La interpretación de las culturas
en este trabajo, las cuestiones sobre las que nos detendremos, si bien tienen
en cuenta las peculiaridades locales, obtienen validez en relación con el objeto
analítico más que en relación con el enclave empírico. Por esto, como se verá, la
“suma de las partes” de este trabajo no componen una totalidad, no restituyen
(en gran medida porque es imposible hacerlo) “la ciudad”, sino que buscan dar
luz a ciertos problemas de la experiencia urbana contemporánea. Idealmente, el
libro fue pensado como un laboratorio donde se ponen a prueba teorías; es decir,
donde se encuentran y dialogan teorías que hablan (generalmente desde pocas
ciudades) sobre la ciudad y las ciudades, con lo que ocurre con los modos de
experimentar una ciudad por parte de distintos actores sociales.
Por medio de esta operación buscamos también remarcar (y cuestionar) la
“geografía de la teoría” que dominó largo tiempo los estudios urbanos. Desde
una perspectiva poscolonial, Jennifer Robinson ha señalado recientemente la
paradoja de una teoría urbana construida a partir de una espacialidad restrin-
gida (las historias y las experiencias urbanas europea y norteamericana), con
pretensiones de conocimiento universal sobre las ciudades (Robinson, 2011).
La aplicación de estas teorías en ciudades de otras latitudes, habitualmente, ha
conducido (y conduce) a la conclusión de que estas pertenecen a una categoría
diferente (y deficiente) de ciudad.
Esto es particularmente relevante en el caso específico de la “experiencia
urbana”, noción cuya fuerte carga normativa (cuando no etnocéntrica) radica
en que la forma ideal de la vida urbana se encuentra generalmente asociada a
algún universo cultural específico: habitualmente, la polis griega y su espacio
público, o la modernidad clásica europea del siglo XIX –paradigmáticamente
París– con sus tensiones, conflictos y horizontes futuros aún abiertos. De esta
manera, este conjunto de imágenes subyace a distintos juicios (generalmente
negativos) acerca de las ciudades contemporáneas, claramente alejadas en
escala, población, conflictividad e inserción en el mundo económico de aquel
universo cultural que se toma como instrumento de medida.
Por más deseables que sean aquellas experiencias históricas, en el abordaje
de una situación específica debemos abandonar (o al menos dejar en suspen-
so) semejante carga normativa, ese “deber ser” de la vida en las ciudades. Para
apoyar esta posición, no está de más señalar la singularidad (pretendidamente
universal) del urbanismo europeo occidental, muy diferente al oriental y al del
continente americano. La nostalgia que a veces se intuye en muchos trabajos
es por demás infundada, pues incluso en nuestro caso ni siquiera se trata de
un paraíso perdido.
Por esto, en lugar de estudiar las ciudades del “sur global” como casos em-
píricos interesantes por su anomalía respecto de los parámetros occidentales
(lo que conduce necesariamente a un neo-orientalismo), se trata siguiendo a
Ananya Roy (2013) de trabajar con geografías teóricas abiertas (que incluyen
24
Introducción
lo realizado en el norte) para producir una serie de conceptos que permitan re-
conocer la heterogeneidad y multiplicidad de las modernidades metropolitanas.
Mezcla de particularidad y generalización, los conceptos y las teorías ur-
banos son producidos en lugares específicos –y esos lugares, como venimos
diciendo, importan– y luego se encuentran sujetos a una historia de viajes,
apropiaciones, préstamos y resignificaciones. Por eso, antes que una antropo-
logía de “la ciudad”, este libro condensa el ejercicio de una antropología de
la experiencia urbana en una “ciudad ordinaria” (Robinson, 2002), entendida
como un locus donde mirar procesos compartidos con otras ciudades así como
particularidades locales y dialogar críticamente con conceptos construidos en
otras latitudes.
Sin ánimo de discutir las opciones metodológicas, cada una de las cuales
tiene sus potencialidades y sus límites, no se sabe muy bien a qué se refiere
la autora con etnografía urbana ni cuáles serían sus críticas. Parece bastan-
te claro que la diferencia entre la práctica etnográfica y, para ponerle un
26
Introducción
29
Vivir afuera. Antropología de la experiencia urbana
potencian, al tiempo que desaparecen los pocos efectos positivos que podría
llegar a presentar en ciertas circunstancias específicas.
Por el otro lado, las investigaciones centradas en el análisis del emergente
mundo comunitario de los pobres urbanos que, como señala Svampa, “la so-
ciología argentina contemporánea ha sintetizado como el pasaje de la fábrica
al barrio” (2005: 160). En efecto, en estas investigaciones se ha señalado que,
frente a la pérdida de centralidad de la actividad laboral, con la consecuente
declinación de las formas de organización y de identificación propias del
mundo del trabajo, la vida social de los sectores populares tendió a quedar
circunscripta a los límites del barrio y de las organizaciones locales que allí
operan. Denis Merklen (2005) ha denominado a este proceso “inscripción te-
rritorial” de los pobres urbanos, es decir, que frente al proceso de desafialiación
generalizado y empobrecimiento, el barrio aparece como lugar tanto de replie-
gue como de inscripción colectiva. También se ha señalado que el proceso de
“territorialización de los sectores populares” (Svampa, 2005) producido en los
últimos 25 años no solo se relaciona con la pérdida de centralidad del mundo
del trabajo, sino también con una correlativa transformación profunda de las
políticas públicas. De este modo, una vasta bibliografía coincide en señalar
que la conjunción entre la limitación de la mayor parte de las prácticas coti-
dianas al espacio barrial y los procesos de inscripción territorial han reforzado
la segregación socioespacial de los sectores populares.
Nuestro interés se encuentra precisamente en el vacío que surge de cruzar
ambas miradas. Si en el último tipo abordaje –y de manera paradojal– más
allá de la efectiva constatación de la “territorialización” o “inscripción territo-
rial” de los sectores populares se ha prestado escasa atención a las dimensiones
territoriales, la focalización en lo territorial por parte del primer tipo de en-
foque en general ha implicado la minimización de las dimensiones prácticas
y simbólicas de la vida social. Buscamos conocer la experiencia de habitar un
espacio segregado en la periferia de la ciudad. Se trata de estudiar precisamente
lo que no se reduce a las condiciones de vida e infraestructura de un barrio
ni al estudio de los procesos políticos que tienen lugar en él, sino en conocer
el cotidiano de la vida barrial y urbana en el que ambas cuestiones (carencias y
política) están incorporadas en los puntos de vista de los actores y en la expe-
riencia cotidiana del habitar la periferia.
Para reponer la heterogeneidad y complejidad de la periferia, buscamos
“darle un papel protagónico al sujeto anónimo que vive y hace la periferia”
(Hiernaux y Lindón, 2004: 118). Conocer esta experiencia supone indagar en
los modos en que los residentes de la periferia viven la ciudad. En definitiva,
nos interesa el habitar “como el proceso de significación, uso y apropiación
del entorno que se realiza en el tiempo” a través de un “conjunto de prácti-
cas y representaciones que permiten al sujeto colocarse dentro de un orden
31
Vivir afuera. Antropología de la experiencia urbana
del espacio, e indagar los usos y las apropiaciones de los distintos ámbitos de
una ciudad. Nos coloca ante una vida urbana que no se agota en el mapa y en
la cual los movimientos, los relatos y las prácticas, como remarcaba Michel
de Certeau (2000), no se localizan sino que espacializan, es decir, producen
espacio. A la vez, en muchas investigaciones el énfasis en la movilidad y la
blandura de la ciudad pierde de vista o minimiza tanto las posiciones –espa-
ciales y sociales– que los agentes ocupan en la vida urbana (Bourdieu, 2002),
como el hecho de que la ciudad presenta cierta resistencia y no es igualmente
maleable para todos los actores sociales. Atributos como la clase, la etnia y la
raza nos recuerdan que “la ciudad es más blanda para unas personas que para
otras” (Hannerz, 1986: 280).
Por esto, en nuestro abordaje de la periferia urbana de la ciudad de La Pla-
ta partimos de la precaución de evitar la tentación de encontrar “la aldea en la
ciudad” (Gorelik, 2008), prestando atención a las interacciones, los desplaza-
mientos y los usos que son constitutivos de la vida urbana, así como reconoce-
mos que la ciudad puede ser, según las situaciones, los actores involucrados y
los dominios de actividades, más o menos blanda, más o menos dura. De esta
manera, al estudiar un sector periférico de la ciudad no podemos suponer que
ese recorte sea relevante per se para los actores sociales involucrados, así como
tampoco esperamos que agote la vida urbana de esos actores (Althabe, 1999;
Bourgois, 2010). Las personas residen en espacios particulares, pero también
se mueven y desplazan por la ciudad y por otros dominios vinculados con el
trabajo, la recreación, los lazos de parentesco; es decir, los roles que desem-
peñan en su barrio son solo uno de los que potencialmente ocupan en los
distintos dominios de la ciudad y, por lo mismo, el barrio puede ser un espacio
socialmente relevante de su acción como puede no serlo, o serlo para algunas
actividades y no para otras.
Partiendo de la observación y descripción de “situaciones sociales” (Agier,
2012) necesariamente fragmentarias y situadas, el desafío consistirá en anali-
zar simultáneamente posiciones y movilidades, indagando cómo se entrelazan
en la experiencia urbana de los residentes en la periferia los límites y las fron-
teras con las relaciones y los intercambios.
33
Ramiro Segura
Vivir afuera
Antropología de la experiencia urbana
CIENCIAS
Lejos de las islas perdidas en la Melanesia, de
SOCIALES las tribus africanas y de los grupos indígenas
S E R I E
INVESTIGACIONES
amazónicos o relativamente apartados, Vivir
afuera explora y analiza la ciudad como esce-
nario, pero también, como objeto de estudio: simultáneamente
antropología en la ciudad y antropología de la ciudad. Tradicio-
nalmente estudiada por las más diversas disciplinas (geógrafos
y economistas, historiadores y sociólogos, filósofos y politólo-
gos), la antropología se suma al campo de los estudios urbanos
y aporta su método etnográfico para desentrañar la ciudad, en
general, y la ciudad de La Plata, en particular, desde los senti-
dos y las prácticas de sus habitantes. Ciudad monumental,
moderna, no porteña, la capital de la provincia de Buenos Aires
es un emblema del positivismo decimonónico y de la planifi-
cación urbana del siglo XIX, sujeta a un poderoso proceso de
transformación a lo largo de su historia. Sobre esta ciudad des-
bordada, utópica y distópica, organizada e inundada, Segura
construye con cimientos sólidos una mirada renovadora de la
experiencia del espacio urbano.