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El contrato de mandato en el nuevo código Civil y Comercial

Por Pablo A. Iannello

Art. 1319 .Definición. Hay contrato de mandato cuando una parte se obliga a
realizar uno o más actos jurídicos en interés de otra. El mandato puede ser
conferido y aceptado expresa o tácitamente. Si una persona sabe que alguien está
haciendo algo en su interés, y no lo impide, pudiendo hacerlo, se entiende que
ha conferido tácitamente mandato. La ejecución del mandato implica su
aceptación aun sin mediar declaración expresa sobre ella.

1) Concepto del mandato

La novedad de la nueva norma, consiste en lograr clarificar y separar al


mandato de la representación, como también eliminar la engorrosa cantidad de
formas en que se podía otorgar el mandato expreso, de este modo, la norma en
comentario, deja entrever, que se tuvieron en cuenta las modalidades coyunturales
de la sociedad, las nuevas formas de comunicación existentes y las que en un
futuro, puedan llegar a desarrollarse.
La definición de mandato, se circunscribe entonces a la indicación del
contrato que confiere un tipo de representación, estableciendo las relaciones
obligacionales que alcanzan a los sujetos del contrato. Resulta claro que el negocio
jurídico al que hace referencia el artículo en especie está basado en la noción de
confianza (manu dare) desarrollado por los romanos y no, como ya he intentado
mostrarlo en la parte general de este comentario ni al negocio de la representación
y tampoco al negocio del apoderamiento. Mientras el primerio difiere en la
naturaleza fenoménica del negocio estableciendo una relación genero especie, el
segundo es la concreción unilateral de la legitimación para la realización cierto
negocio jurídico.
Es por ello que existe una evolución del antiguo derecho en donde la
obligación implica una relación de dominación de una persona sobre otras a un
esquema en donde la estructura relacional reposa en prestaciones externas al ser
humano. En este contexto era imposible admitir la representación en la
antigüedad, instituto que sólo pudo admitirse con una concepción abstracta de la
relación obligacional1.
El código civil de Vélez Sarsfield define al contrato de mandato en el art
1869 mediante algunos requisitos esenciales tales como que exista representación
del mandatario respecto del mandante y, en segundo lugar, que se otorgase para la
realización de uno o varios actos jurídicos.

2.- Mandato y representación. Diferencias entre ambos conceptos.


El art 1874 de Vélez Sarsfield, hace referencia al mandato tácito y fija sus
pautas estableciendo que el mismo surge tanto de los derechos positivos como
negativos del mandante de los cuales se pueda suponer inequívocamente su
voluntad de apoderamiento.
Según SPOTA debemos preguntarnos si es procedente mencionar como acto
jurídico unilateral y modal al mandato, y no como “contrato”. Para ello nos hemos
de referir a la fuente del art. 1869 a fin de analizar, además, si es verdad que el
mandato es siempre representativo, para concluir señalando el distingo entre el
poder o mandato como negocio jurídico abstracto y la relación jurídica causal o
base, en cuya virtud el poder se otorgó, como lo puede ser el contrato de trabajo, el
contrato de obra, el contrato de sociedad. Hecho ello, concluiremos sobre si
procede el distingo entre poder y mandato y si este último puede aprehenderse en

1PILON, Eustache; “Essaid'unethéoriegénérale de la représentationdans les obligations”,


Valín, París, 1897, pp. 32 y ss.
el sentido de negocio jurídico base como en otra ocasión lo hemos sustentado.2
El mandato es el contrato del que surgen los derechos y las obligaciones del
mandante y el mandatario. El apoderamiento es el negocio unilateral del que surge
el poder de representación. Y el poder de representación es el derecho subjetivo
que legitima al apoderado para invocar al poderdante y lograr que los efectos del
negocio celebrado en su nombre pasen a corresponderle en forma directa. El
mandato y el apoderamiento son negocios jurídicos. En cambio, los derechos del
mandante y el mandatario, tanto como el poder de representación del apoderado,
son derechos subjetivos3.
Piensa HUPKA, que el mandato y el apoderamiento”…no son términos
sinónimos ni opuestos sino que constituyen en realidad las denominaciones de dos
relaciones diferentes entre sí. Mientras el mandato expresa una obligación del
mandatario y constituye para éste una necesidad de obrar, el apoderamiento no es
otra cosa que el consentimiento en la representación, y sus efectos un poder
jurídico: el poder de representación”.4 Asimismo, dicho autor, define al
apoderamiento como la “…concesión del poder necesario para una representación
eficaz”.5
SPOTA y LEIVA FERNÁNDEZ citando a IHERING afirmó que “la
coexistencia del mandato con la representación es algo puramente casual,
habiendo mandatarios que no son representantes y, al contrario, representantes
que no tienen mandato alguno”.6

2SPOTA, Alberto G., Tratado de derecho civil, Vol. 8, núms. 1987, 1989 y 1992 (tex. y ns. 138 a 141 y 155
a 169).
3ZINNI, Mario Antonio; “Mandato, apoderamiento y poder de representación” Revista del

Notariado 903 ,15


4HUPKA, Josef, La representación voluntaria en los negocios jurídicos, trad. de Luis Sancho Seral,

Madrid, 1930, p. 30.


5HUPKA, Josef, La representación voluntaria en los negocios jurídicos, trad. de Luis Sancho Seral,

Madrid, 1930,p. 29
6SPOTA, Alberto G.- LEIVA FERNÁNDEZ, Luis F.P. Instituciones de Derecho Civil . Contratos., Buenos

Aires, 2° Ed. La Ley, 2010. T.VII. p.3


El negocio es comportamiento humano, vida que transcurre y pasa.
Nuestros comportamientos se exteriorizan diciendo, haciendo u omitiendo decir o
hacer en determinadas circunstancias. Y no hace falta agregar que su
exteriorización los torna perceptibles (podemos ver y oír a quienes declaran vender
y comprar, entregan la cosa vendida, pagan el precio, etcétera)7.
3. El mandato expreso y tácito y su diferencia con la gestión de negocios.
Consistente con la estructura de manifestación de la voluntad que establece
el código se dice que el mandato puede ser expreso o tácito. En relación a esta
última cuestión es importante distinguirlo de la gestión de negocios.
Al tratar la gestión de negocios y su diferencia con el mandato, opina que la
gestión de negocios no debe confundirse con el mandato en virtud de que el
mandatario esté provisto del poder de representación por el mandante o que obre
en nombre propio con los terceros: la relación entre mandante y mandatario surge
de un negocio jurídico bilateral (contrato). En cambio, la gestión de negocios es un
acto unilateral que el gestor ejecuta por propia iniciativa, a diferencia del mandato
en el que el mandatario está obligado a obrar en provecho del mandante.
Para SÁNCHEZ URITE, tanto el mandato como la gestión de negocios son
actos jurídicos y, ese mandato o poder es un acto jurídico unilateral, recepticio y
modal. El mandato y la gestión de negocios resultan, pues, actos jurídicos
unilaterales; pero, mientras uno es recepticio —el acto de apoderamiento—, el otro,
es decir, la gestión de negocios ajenos, no es recepticia8
El Proyecto de reforma del Código Civil de 1998, en su art. 1241, señala que
hay mandato “…si una parte se obliga a realizar uno o más actos jurídicos en
interés de otra”. La frase “en interés” extirpa como requisito del mandato a la

7ZINNI, Mario Antonio; “Mandato, apoderamiento y poder de representación” Revista del


Notariado 903 ,15
8 Comp.: SÁNCHEZ URITE, Ernesto A., Mandato y representación, núm. 289, p. 167. Para dicho autor,

las figuras en estudio gozan de una profunda diferencia en cuanto a la naturaleza jurídica, “el
mandato es un contrato (art. 1869), y la gestión de negocios ajeno, es un cuasicontrato, como lo
manifiesta el propio Vélez en varias notas del Código Civil; LORENZETTI, Ricardo L.,Tratado de los
contratos, T. II, p. 229.
función representativa ya que, como sostiene LORENZETTI, “…el problema del
interés (…) alude al asunto gestionado mediante la representación, o a lo buscado
mediante la colaboración de otro”.9
En lo que respecta a la definición del contrato de mandato, la diferente
estructura de este contrato en el nuevo Código, que separa entre las figuras del
mandato y la representación, conlleva la pérdida de vigencia de la doctrina judicial
que caracterizaba esta figura contractual con las notas definitorias que presentaban
los Códigos extintos, mas no en lo referido a la actuación en interés o por cuenta de
otro que también tipificaba y tipifica al mandato.
En el Código de Vélez, se confundían los conceptos de mandato y
representación, a la vez que mandato con apoderamiento. A su vez, el Código de
Comercio, en el artículo 222, confunde mandato al apoderamiento y comisión al mandato.
Una interesante doctrina ha manifestado que como si dicha confusión no fuera suficiente,
la misma ha sido validada por la praxis dado el positivismo dogmático mediante, el cual
suele enseñarse en nuestras facultades de derecho. Interesante resulta el comentario que la
doctrina ha efectuado expresando: “Cómo extrañarnos, entonces, de que, luego de sufrir este
tratamiento, los alumnos salgan corriendo y gritando: "¡Lo que importa es la práctica! ¡Lo que
importa es la práctica!"? Tampoco debe sorprendernos que en el Registro de la Propiedad con
asiento en Rosario funcionara durante años una sección llamada Mandatos, pese a que en ella no se
inscribió jamás mandato alguno. Y no se lo inscribió porque las escrituras que pretendidamente
estaban destinadas a instrumentarlo fueron siempre otorgadas por un único otorgante, con lo que en
el mejor de los casos eran ofertas de mandato, de cuya aceptación, por otra parte, el Registro nunca
tuvo noticia.”10
La confusión entre el aspecto contractual entre representante y representado
y el portador del interés, quien declara la voluntad y el tercero destinatario del
acto, se explican con la simple lectura del precepto citado. En otras palabras se
confunden la declaración de voluntad efectuada por el mandatario, con la facultad
de concluir el negocio con el tercero que posee el mandante.

9LORENZETTI,Ricardo L, Tratado de los contratos, Bs. As., Rubinzal-Culzoni, 2000, T. II, p. 224.
10ZINNI,Mario Antonio; “Mandato, apoderamiento y poder de representación” Revista del
Notariado 903 , 15
ARTÍCULO 1320.- Representación. Si el mandante confiere poder para ser
representado, le son aplicables las disposiciones de los artículos 362 y siguientes. Aun
cuando el mandato no confiera poder de representación, se aplican las disposiciones
citadas a las relaciones entre mandante y mandatario, en todo lo que no resulten
modificadas en este Capítulo.

1.- Concepto de representación voluntaria


En el régimen jurídico anterior, la figura en comentario determina que el
mandatario ejecuta negocios en nombre del mandante, con lo cual se originan dos
relaciones jurídicas entre el mandatario y el mandante nacidas éstas del contrato de
mandato. Por un lado, el mandatario debe cumplir con las diligencias asumidas y
por el otro se origina una relación entre el mandante y los terceros, con los cuales
queda obligado en virtud del poder otorgado al mandatario.
Según BORDA, no hay representación para realizar actos simples o
materiales. La encomienda de actos materiales por cuenta de otro es materia del
contrato de servicios.11
La regla es que puede actuarse por representante en todos los actos jurídicos
patrimoniales y entre vivos12 lo que excluye a los actos mortis causae13.
Tal como advierten BUERES y MAYO, el “…fenómeno representativo
denuncia dos aspectos distintos, uno interno y otro externo, que constituyen sus
componentes. El primero se identifica con el encargo que el dominus confiere al
representante; el segundo no es otra cosa que la investidura con la cual el

11BORDA, Guillermo A., Tratado de Derecho Civil. Contratos, Bs. As., Perrot, 1979, T. II, p. 471.

12 Conf. ALBALADEJO, Manuel, Derecho Civil, Barcelona, Bosch, 1989, T. I, Vol. 2, ps. 391 y 420; BETTI,
Emilio, Teoría general del negocio jurídico, Madrid, Ed. Revista de Derecho Privado, s/f, p. 431; PUIG
BRUTAU, J., Fundamentos de derecho civil, Barcelona, Ed. Bosch, 1978, T. II, Vol. I-2, p. 930; PUIG PEÑA,
Federico, Tratado de derecho civil español, Madrid, Ed. Revista de Derecho Privado, 1974, T. I, Vol. 2,
p. 587..
13 Conf. BORDA, Guillermo A., Tratado de Derecho Civil. Contratos,Bs. As., Perrot. 1979, T. II, p. 482; íd.

íd.,Parte General,Bs. As., Perrot. 1980, T. II, p. 132; RIPERT, Georges, BOULANGER, Jean. Tratado de
derecho civil, Bs. As., La Ley, 1979, T. I, p. 437.
poderdante habilita al apoderado para gestionar los negocios frente a terceros, con
el efecto de aceptar directamente todas las consecuencias jurídicas de los actos
cumplidos por este último”.14
En lo que respecta a la norma en comentario, consideramos que nuevamente
hay una concordancia entre el artículo y la correcta armonización del Código. La
fuente del artículo, corresponde al Código Italiano, y guarda una estructura
idéntica. Definiendo primero mandato (art. 1703 Código Italiano) y luego enuncia
al mandato, remitiendo a artículos referidos a la representación, Título II Capítulo
VI en relación a la representación.15
Ahora bien, nuestro Código, ubica a la representación en un capítulo
separado dentro del Título reservado a los hechos y actos jurídicos. El Código
italiano aun la sigue ubicando dentro del Libro relativo a efectos de los contratos.
La representación en el mandato, vincula al mismo tiempo la representación
en cuanto a legitimidad externa junto a la facultad interna de la gestión del derecho
material.16
La existencia de mandato sin representación y de representación sin
mandato ha dado lugar a las confusiones terminológicas. Es por ello que el
correcto encuadre de la naturaleza de la voluntad de apoderamiento y de su
relación con la voluntad contractual del represente es de fundamental importancia,
por ello la opinión según la cual la voluntad de apoderar no es distinta a la
aportada por el representante a la declaración en que el negocio consista (Savigny),
lo mismo que la teoría que entiende que la voluntad del principal y la del
representante jutas forman la voluntad contractual arrojan resultados diferentes a

14BUERES,Alberto J. y MAYO, Jorge A. Ideas básicas para una teoría de la representación, Revista de
Derecho Privado y Comunitario, Ed. Rubinzal-Culzoni, Nº 6, 1994, p. 60.
15 MESSINEO, Francesco; Manual de Derecho Civil y Comercial” T I, Ediciones Jurídicas Europa

América, Buenos Aires, 1954, p. 312.


16 HUPKA, Josef; “La representación voluntaria en los negocios jurídicos”, Biblioteca de la “Revista

de Derecho Privado”, Madrid, 1930, p 12


los que consideró la doctrina mayoritaria que considera al acto de apoderamiento y
a la declaración contractual del representante son negocios jurídicos diferentes.17
El Código Civil y Comercial de la Nación unifica la teoría del mandato del
Código Civil y del Código Comercial, a la vez que recepta una serie de criterios
que habían sido desarrollados por la doctrina y jurisprudencia.
Como primera novedad y con buena técnica legislativa, el nuevo
ordenamiento establece en una relación de género especie la figura del mandato
como una relación de especie dentro de la representación.
Cabe recordar las palabras de calificada doctrina nacional que ha
establecido que la noción de representación es una creación relativamente reciente
de la ciencia jurídica, concretamente desarrollada por la tradición alemana sobre
fines del siglo XIX), es por ello que los códigos de tradición napoleónica no
lograron ofrecer un desarrollo sistemático del instituto.18
La comisión redactora del Código Civil ha expresado que “el proyecto
establece el siguiente ordenamiento: a) la representación tratada dentro de las
reglas generales del acto jurídico, b) el mandato como contrato contempla tanto la
forma civil como comercial c) cuando existen consumidores, se aplican las normas
relativas a los contratos de consumo, d) se regulan seguidamente el mandato, la
consignación y el corretaje, por estrechos vínculos basados en la gestión.
a.- Antecedentes de la figura en comentario
El contrato de mandato encuentra sus antecedentes en el derecho Romano,
siendo uno de los cuatro contratos consensuales (junto a la compraventa, la
sociedad y el arrendamiento) cuya aparición ha sido situada en la época de
desarrollo de la actividad comercial en el Mediterráneo, hacia el siglo III a.C., al
igual que el resto de los negocios del iusgentium. El mandato se desarrolla en forma
paralela mandato en el iuscivile con institutos que cumplían una función similar: la

17HUPKA, Josef; “La representación voluntaria en los negocios jurídicos”, Biblioteca de la “Revista
de Derecho Privado”, Madrid, 1930, p 13.
18 FONTANARROSA, Rodolfo “Apuntes para una teoría general de la representación con especial

referencia a la materia comercial”, LL 78-871.


procuratioomniumrerum y la procuratio ad litem. En el período clásico mandatum y
procuratio se distinguen con claridad en varios aspectos: sólo el mandato es
necesariamente gratuito, y, a diferencia del procurador, el mandatario no debe
rendir cuentas al mandante, no puede adquirir la posesión para su principal y
responde únicamente por dolo. La evolución del contrato es producto de la
variedad de manifestaciones que resulta de la práctica de un contrato que
responde a la prestación de servicios por razón de la amistad y cuyo núcleo
esencial radica en la idea de un encargo sin contraprestación y de allí la gratuidad
que se concebía en el mandato en el código de Vélez19.
En el momento de la codificación, El Código Civil francés regula el mandato
en los arts. 1984 y ss., estableciendo en el primero de éstos que: Le
mandatouprocurationest un acteparlequel une personnedonne a une autre le pouvoir de
faire quelquechosepour le mandant et en son nom». Le contratne se forme que par
l’acceptation du mandataire. La norma es claramente indicativa de la conclusión
alcanzada en el Derecho francés, respecto de la delimitación jurídica de la figura
del mandato. Se trata de una regulación que descansa sobre la idea de que el
mandatario actúa en nombre del mandante.
Los fundamentos del anteproyecto del Código establecen claramente que:
“Las disposiciones del contrato de mandato tienen un necesario correlato con las
disposiciones generales sobre la representación. Ello causa una reformulación casi completa
de las reglas actualmente vigentes, así como su notable aligeramiento. El mandato se
presume con lo que se establece un criterio largamente reclamado en la doctrina y que tiene
precedentes en todos los Proyectos nacionales. Se mantiene la posibilidad de otorgar
mandato a favor de persona incapaz. Las obligaciones del mandatario son enumeradas con
detalle. Las normas sobre mandato se aplican supletoriamente a la consignación”.20

19ARCOS VIERIA, Luisa “Sobre el contrato de Mandato en el nuevo Código Civil y en el Nuevo
Fuero de Navarra”,
disponiblehttp://www.navarra.es/appsext/DescargarFichero/default.aspx?codigoAcceso=PdfRev
istaJuridica&fichero=RJ_22_I_3.pdf (visitada por última vez 6/6/15
20http://www.biblioteca.jus.gov.ar/fundamentos-primero.PDFVistiada por última vez el 9/6/2015
Sistematizando la posición de la Comisión, calificada doctrina efectuado la
siguiente sistematización: a) La representación es tratada dentro de las reglas
generales del acto jurídico, b) El contrato de mandato contempla tanto la forma
civil como comercial, c) cuando existen consumidores se aplican las normas
relativas a los contratos de consumo, d) se regulan en forma conjunta el contrato de
mandato, la consignación y el corretaje, por la similitud en la naturaleza que
presentan estos contratos.21
Ya hemos mencionado en el apartado único, la juventud de la noción de
representación en relación de la teoría de la representación. De manera previa al
nuevo Código Civil y Comercial, la representación no había recibido un
tratamiento separado del mandato y fue tarea de la doctrina y la jurisprudencia
delinear las diferencias entre mandato y representación.
La representación es el producto de la cooperación humana. En ella se
evidencian dos elementos que forman parte de la noción de derecho subjetivo: La
voluntad y el interés. Cuando existe una separación entre interés y voluntad, la
teoría de la representación se vuelve relevante. Puede ocurrir que quien encarga a
otro la realización de su interés, quien realiza la declaración de la voluntad no es el
titular del interés. Se impone allí la clásica distinción de actuar a nombre ajeno y la
que se realiza en interés o por cuenta ajena. Actuar por cuenta ajena, significa
actual para satisfacer fines o intereses de otro, aunque el acto se celebre nombre
propio.
También, hemos dicho, que la representación en sentido técnico, puede
decirse que es una institución moderna que no fue conocida en el derecho romano,
ello en tanto la organización de los romanos era de tipo doméstico y tribal, en el
cual la familia constituía una especie de organismo cerrado, mientras que la
cooperación, en tanto la confianza depositada, requiere un esquema de desarrollo
económico y social de mucha mayor envergadura.

21JUNYENT BAS, Francisco – GARZINO, María Constanza “El contrato de mandato en el Código
Civil y Comercial”; Sup. Esp. Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación Contratos en Particular
(2015) Abril, 21/04/2015.
¿Por qué es relevante efectuar estas consideraciones de la representación?
En primer lugar cabe destacar, que la representación se da en los casos en los que
quien declara la voluntad, lo hace en nombre del sujeto titular de un interés y por
ende, las consecuencias jurídicas del acto celebrado, pero no es de la esencia de la
representación que el representante actué en interés del representado. Es posible
así concebir un mandato otorgado, cursado en interés exclusivo del mandatario: el
procurator in rem suam. Es decir, que la relación de representación consiste en el
vínculo directo que se forma entre el representado y el tercero, quedando excluidas
las relaciones internas entre representante y representado.
La representación, es un negocio que requiere consideraciones abstractas diferentes
al negocio contractual del mandato y que se fueron perfilando con el desarrollo
económico de la sociedad moderna, cuestión que puntualizaremos en el apartado
correspondiente.
En este punto, no puede pasarse por alto comparar el sistema de mandato
con el equivalente anglosajón. Tal es la figura del “agency”, la cual es una noción
mucho más amplia y cuyos límites fueron delineados por la jurisprudencia.
Calificada doctrina argentina ha dicho que “Agency es la relación que resulta de la
manifestación del consentimiento por parte de una persona a otra para que esta segunda
actúe en nombre de la primera sujeta a su control, y del consentimiento de la segunda para
actuar de tal manera". Ordinariamente es una relación contractual, pero no es necesario
que lo sea. Es decir, mientras es necesario que las partes presten su consentimiento para la
creación de la relación, en forma expresa o implícita, por el contrario, no es necesario que
exista "consideración” para ello. "Agency" no es sino, pues, la relación de carácter
representativa, resultante de la circunstancia de que una persona manifieste su intención de
que otra actúe para la primera bajo su dirección, así consintiéndose. De la definición de
"agency" surge la amplitud de su alcance. "Agency" es la representación de una persona
por otra. Y las relaciones que generalmente se incluyen dentro del alcance de "agency" son
tres: a) mandante y mandatario ("principal and agent"); b) patrón y dependiente ("master
and servant"); c) empleador y "contratista independiente" ("employer and
independentcontractor"). La característica distintiva del mandatario ("agent") es que
representa al mandante ("principal") contractualmente. Si el mandatario ("agent") ha sido
debidamente autorizado, puede contratar o realizar negociaciones en nombre de su
principal, y éste queda obligado”22.
En este sentido, el art. 1869 del Código Vélez, establecía que existía mandato
cuando una persona da poder a otra para representarla al efecto de ejecutar en su
nombre y de su cuenta actos jurídicos.

b.- Sobre la formación del consentimiento en el contrato de mandato.


Respecto de la formación del consentimiento contractual, dados los
similares términos entre la legislación vigente y la derogada, se mantienen en
esencia los lineamientos desarrollados por la jurisprudencia, con las variantes
indicadas.
Principalmente, referidas a que la decisión sobre la existencia o no de un
mandato tácito constituye una cuestión de hecho que depende de las
circunstancias y antecedentes de cada caso 23
La lectura de la profusa jurisprudencia dictada bajo el Código Civil, debe ser
analizada considerando la distinta estructura del mandato en el nuevo Código
respecto de la legislación anterior. "En virtud del efecto representativo del
mandato, todas las consecuencias activas y pasivas del negocio concluido por el
mandatario recaen directamente en el patrimonio del mandante" 24

2) El caso del mandato sin representación:


Artículo 1321.- Mandato sin representación. Si el mandante no otorga poder
de representación, el mandatario actúa en nombre propio pero en interés del
mandante, quien no queda obligado directamente respecto del tercero, ni éste

22 BARRANCOS y VEDIA, Fernando, “Observaciones sobre el régimen jurídico del mandato


(agency) en los Estados Unidos y su enseñanza”.Obligaciones y Contratos Doctrinas
Esenciales Tomo V ,, La Ley, Buenos Aires, P 1131.
23 Cám. Fed., 30/6/1970, JA, 8-1970-63.
24 CC.Com. Cap., 10/10/1952, JA, 1953-1-15.
respecto del mandante. El mandante puede subrogarse en las acciones que tiene el
mandatario contra el tercero, e igualmente el tercero en las acciones que pueda
ejercer el mandatario contra el mandante.
Este artículo, guarda correlato con el art. 1705 del Código Italiano, y
representa un ejemplo de la unificación de los Códigos Civil y Comercial, pues
incluye en él la posibilidad de actuar del comisionista, quien actúa en nombre
propio pero por cuenta y orden del mandante.
En el Código de Vélez Sarsfield, se le da tratamiento a esta figura en el
artículo 1929, en el cual, el mandatario, puede en el ejercicio de su cargo contratar
en nombre propio y en el del mandante. Si contrata en nombre propio, no obliga al
mandante respecto de terceros.
El mandatario, obra en nombre propio, pero interés ajeno por lo que las
relaciones internas generadas en el mandato no trascienden del ámbito externo.
Siguiendo a SPOTA y LEIVA FERNÁNDEZ, delinea la idea de que allí se
determina que “el mandatario que actúa en su propio nombre adquiere los
derechos y asume las obligaciones derivadas de los actos celebrados con los
terceros, aunque éstos hayan tenido conocimiento del mandato”; se agrega que
estos terceros “no tienen ninguna relación con el mandante”, pero éste puede,
“sustituyéndose al mandatario, ejercer los derechos de crédito derivados del
cumplimiento del mandato, salvo que ello pueda perjudicar los derechos
atribuidos al mandatario”.25
El mandatario que obra en nombre propio adquiere los derechos y asume
las obligaciones derivadas de los actos realizados con terceros aun cuando estos
conozcan el mandato. 26
3.- Evolución del concepto de mandato sin representación

25SPOTA, Alberto G.- LEIVA FERNÁNDEZ, Luis F.P. Instituciones de Derecho Civil . Contratos., Buenos
Aires, 2° Ed. La Ley, 2010. T.VII. p.19

26MESSINEO, Francesco; Manual de Derecho Civil y Comercial” T I, Ediciones Jurídicas Europa


América, Buenos Aires, 1954, p. 313.
El Proyecto de Código Civil de 1998, establece en su art. 1244, que: “Si el
mandato no otorga poder de representación, el mandatario actúa en nombre
propio pero en interés del mandante, quien no queda obligado directamente
respecto del tercero, ni éste respecto del mandante. El mandante, puede subrogarse
en las acciones que tiene el mandatario contra el tercero, e igualmente el tercero en
las acciones que pueda ejercer el mandatario contra el mandante”. Es igual la regla
establecida por el art. 1266, del Proyecto de Código Civil de 1993 del Poder
Ejecutivo.
En el sistema privado del Código Civil y del Código Comercial, existió una
doble regulación del mandato: por un lado el Código Civil estatuye el mandato
con representación y sin representación (en los arts. 1869 y 1929 respectivamente),
mientras que el Código de Comercio considera mandato a la representación
otorgada para uno o más negocios de índole mercantil (art. 223, Cód. de
Comercio), y designa comisión al mandato -ausente de representación - otorgado
para uno o más negocios mercantiles determinados (art. 239)27.
La nueva norma, sigue los lineamientos generales del Código civil
derogado, no obstante, se presenta expresado de manera más clara y precisa.

3) Onerosidad del mandato.


Artículo 1322. El mandato se presume oneroso. A falta de acuerdo sobre la
retribución, la remuneración es la que establecen las disposiciones legales o
reglamentarias aplicables, o el uso. A falta de ambos, debe ser determinada por el
juez.
Una de las particularidades que surgió, producto de la unificación del
Código Civil y Comercial de la Nación, es la presunción de onerosidad que se
establece para este contrato. En el código Civil derogado, cabía la posibilidad de
optar por un mandato gratuito u oneroso, no así en el caso planteado en el Código
Comercial saliente.

27 ACOSTA, Miguel Ángel; “La Comisión Necesaria” LA LEY 2003-F, 1053.


El derogado art. 1871, cuya fuente inmediata se halla en el Proyecto de
FREITAS (arts. 2855 y 2856), comienza por determinar que “el mandato puede ser
gratuito u oneroso”, y luego establece presunciones relativas del uno u otro.
La nueva norma establece un criterio más moderno y adaptado a los nuevos
lineamientos económicos, determinando la onerosidad del contrato de mandato y
prescribe que para el caso en que no se haya pactado una retribución entre las
partes, se estará en principio a las disposiciones legales o reglamentarias, a los usos
o a la decisión del juez.
COMPAGNUCCI DE CASO, citando a MACHADO, destacó “que la doctrina de la
gratuidad debía rechazarse, porque no está conforme con los ideales de la sociedad
actual, cuyas necesidades y aspiraciones debe traducir, y que la regla es que las
contrataciones son remuneradas”.28
En línea similar, se encuentra el Código Italiano ya citado, estableciendo en
su artículo 1709, la onerosidad del mandato. Y nuestro nuevo ordenamiento,
establece un criterio muy similar al de nuestra redacción, remitiendo a las tarifas
profesionales, a los usos o en su defecto determinación judicial29
La doctrina judicial, vinculada con la presunción de gratuidad del mandato
puede considerarse superada por la nueva legislación, ante la presunción de
onerosidad que se fija para esta figura.
La remuneración del mandatario, puede consistir en un tanto por ciento de
las utilidades que resulten de su cometido, ya que la ley no limita el derecho de los
interesados a convenir libremente las modalidades de aquélla 30

4. Capacidad en el contrato de mandato.


Artículo 1322: El mandato puede ser conferido a una persona incapaz, pero
ésta puede oponer la nulidad del contrato si es demandado por inejecución de las

28JUNYENT BAS, Francisco A; “El contrato de mandato en el código civil y comercial” LA LEY
AR/DOC/1177/2015
29 MESSINEO, Francesco; Manual de Derecho Civil y Comercial” T I, Ediciones Jurídicas Europa

América, Buenos Aires, 1954,


30 (SCBA, 31/12/1951, LA LEY, 65-485).
obligaciones o por rendición de cuentas, excepto la acción de restitución de lo que
se ha convertido en provecho suyo.
En este caso, la nueva norma sigue los lineamientos planteados por Vélez
Sarsfield, mediante el cual se confiere la posibilidad de otorgar mandato a una
persona incapaz.
La persona incapaz, contará con la posibilidad de oponer la nulidad del
mandato, en el caso de que el mandante inicie una demanda contra él (el incapaz)
por no cumplir con las obligaciones asumidas en el contrato o por rendición de
cuentas.
El mandante sólo podrá accionar frente al mandatario, en aquellos casos en
donde el incapaz hubiese convertido para su propio provecho, siempre y cuando
encuentre una causa en el mandato conferido.
El código de Vélez Sarsfield, regula en los artículos 1896 y 1897 el tema de la
capacidad del mandatario. En primer lugar, se establece que tendrán capacidad
para ser mandatarios todas las personas que sean capaces de contratar. En el
artículo siguiente, Vélez autorizaba y le otorgaba carácter de válido al contrato de
mandato celebrado por un incapaz e inmediatamente en el artículo ulterior regula
los efectos respectivos al mandato ejercido por una persona incapaz.
En ese sentido, el art. 1897 comienza por reputar “válido”, el mandato
otorgado a un incapaz para luego agregar, en el art. 1898, que se trata de una
“nulidad”, aunque sólo invocable por el incapaz, todo lo cual no se compadece con
una correcta terminología jurídica. Mejor concebido resulta, al respecto, lo
establecido en la parte general de los contratos, en el tema de la capacidad
contractual (arts. 1163 y 1164).31
Para SPOTA y LEIVA FERNÁNDEZ, cabe aclarar que los preceptos referidos no
distinguen entre la incapacidad absoluta de obrar y la incapacidad relativa de
obrar; pero ese distingo debe efectuarse, ya que la suerte del acto jurídico es

31SPOTA, Alberto G.- LEIVA FERNÁNDEZ, Luis F.P. Instituciones de Derecho Civil . Contratos., Buenos
Aires, 2° Ed. La Ley, 2010. T.VII. p.107.
distinta en uno y otro caso: en el de la incapacidad absoluta nos hallamos ante un
acto nulo y, por ende, de nulidad absoluta. En el supuesto de la incapacidad
relativa, se trata de anulabilidad y, por tanto, de un acto jurídico claudicante que
puede quedar convalidado por decisión del representante necesario del incapaz.32
MOSSET ITURRASPE, opina que “…sólo puede otorgarse a un incapaz el
poder o sea la facultad de cumplir un encargo a nombre ajeno; no ocurre lo mismo
con el mandato —los incapaces no pueden contratar— y, por tanto, con el mandato
sin representación, donde debe actuar en su nombre”33
Un gran sector de la doctrina, considera que Vélez autorizó este caso de
excepción porque consideraba que todo aquello que puede realizar el mandante,
puede realizarlo el mandatario, salvo aquellos actos de carácter personalísimo.
ESPER, citando a SALVAT, explica que el fundamento de la permisión se
funda en que el acto jurídico que el mandatario incapaz, realiza se reputa
efectuado por el propio mandante, y por ello, la capacidad del mandatario
resultaba indiferente, y en consecuencia, el mandato se reputa válido.34
El Proyecto de Código Civil de 1998 para la República Argentina, dispone
que el mandato puede ser conferido a un incapaz, y consagra una norma
protectora para el incapaz, tal como reclama parte de la doctrina. En esta línea de
pensamiento, se encuentran el Proyecto 1993 del Poder Ejecutivo (art. 669), y el
Proyecto de Código Civil de 1987 (arts. 1870 y 1871).
La norma en comentario continúa en este aspecto los lineamientos seguidos
por el Código de Vélez Sarsfield.

5) Obligaciones del mandatario:

32SPOTA, Alberto G.- LEIVA FERNÁNDEZ, Luis F.P. Instituciones de Derecho Civil . Contratos., Buenos
Aires, 2° Ed. La Ley, 2010. T.VII. p.107
33MOSSETITURRASPE,
Jorge, Mandatos, p. 63
34Junyent
Bas, Francisco A; “El contrato de mandato en el código civil y comercial” LA LEY
AR/DOC/1177/2015
a) Nociones generales:
Artículo 1324. El mandatario está obligado a: a. cumplir los actos
comprendidos en el mandato, conforme a las instrucciones dadas por el mandante
y a la naturaleza del negocio que constituye su objeto, con el cuidado que pondría
en los asuntos propios o, en su caso, el exigido por las reglas de su profesión, o por
los usos del lugar de ejecución; b. dar aviso inmediato al mandante de cualquier
circunstancia sobreviniente que razonablemente aconseje apartarse de las
instrucciones recibidas, requiriendo nuevas instrucciones o ratificación de las
anteriores, y adoptar las medidas indispensables y urgentes; c. informar sin
demora al mandante de todo conflicto de intereses y de toda otra circunstancia que
pueda motivar la modificación o la revocación del mandato; d. mantener en
reserva toda información que adquiera con motivo del mandato que, por su
naturaleza o circunstancias, no está destinada a ser divulgada; e. dar aviso al
mandante de todo valor que haya recibido en razón del mandato, y ponerlo a
disposición de aquél; f. rendir cuenta de su gestión en las oportunidades
convenidas o a la extinción del mandato; g. entregar al mandante las ganancias
derivadas del negocio, con los intereses moratorios, de las sumas de dinero que
haya utilizado en provecho propio; h. informar en cualquier momento, a
requerimiento del mandante, sobre la ejecución del mandato; i. exhibir al
mandante toda la documentación relacionada con la gestión encomendada, y
entregarle la que corresponde según las circunstancias. Si el negocio encargado al
mandatario fuese de los que, por su oficio o su modo de vivir, acepta él
regularmente, aun cuando se excuse del encargo, debe tomar las providencias
conservatorias urgentes que requiera el negocio que se le encomienda.

El art. 1324 comprime el extenso articulado de casi cuarenta disposiciones


que el Código Civil dedicaba a tratar las obligaciones del mandatario (arts. 1904 a
1940), como también las reglas que el Código de Comercio traía en la materia
(arts. 225, 226, 228 y 229). De este modo, el Código aporta claridad, economía
de lenguaje y, una sencilla interpretación del contenido de este tradicional
contrato. A mi parecer, se han cumplido, en este caso, los propósitos declarados
por el legislador en los Fundamentos del Código, respecto de la técnica de redacción
del Código dispuesta en el apartado III, "Método", punto 1.3. "El método del
Anteproyecto".
Examinaremos por separado las obligaciones legales y efectuaré su
comparación con el sistema anterior, recordando que en esta materia rige en
primer término el principio de la autonomía de la voluntad (doct. arts. 958 y 962),
por lo que las partes pueden válidamente modificar las pautas legales y estipular
otras obligaciones o condiciones a las obligaciones que la ley prescribe.

b).- Cumplir con los actos comprendidos en el mandato.


De acuerdo con lo que disponían los arts. 1904 y concs. del Cód. Civil, la
primera obligación del mandatario es la de cumplir con el cometido solicitado por
el mandante y aceptado por él35. El encargo debe ser ejecutado observando las
instrucciones u órdenes que el mandante ha dado, la naturaleza del negocio
encargado y observando los límites de la función asignada.
El Código determina un primer estándar o patrón de conducta que debe
respetar el mandatario en el desarrollo y ejecución del encargo: debe cumplirlo con
el cuidado que pondrían en sus propios asuntos. Posteriormente establece como
pauta de cuidado, lo que surja de las reglas de la profesión y, por último, lo que
emane de los usos vigentes en el lugar de ejecución del mandato.
El Código Civil derogado, aludía al “cumplimiento fiel” del mandato en su
artículo 1908 y el Código de Comercio señalaba una regla de prudencia en la
actuación del mandatario en su art. 226.

35BORDA, Guillermo A, Fundamentos de Derecho contractual. Parte especial , t. II, La Ley,


Buenos Aires, 2009;
SEGOVIA, explicaba que el mandatario debía obrar como buen comerciante,
como lo haría en negocio propio, consultando el interés del mandante y
conformándose a los usos del comercio en casos semejantes.36
Este inciso adopta parámetros de conducta diversos para fijar el modo en
que el mandatario debe realizar su cometido: a) uno subjetivo, vinculado con la
atención que el mandatario pone en sus propios asuntos: y b) otros dos objetivos: el
primero relacionado con las reglas de la profesión del mandatario, y el segundo
vinculado con las normas que surjan de los usos.
Será el juez quien determine el adecuado equilibrio entre uno y otros al
tiempo de evaluar el comportamiento del mandatario en la ejecución del contrato.
De cualquier modo, el mandatario siempre debe dirigirse bajo la luz del
principio general dela buena fe en la ejecución del mandato y de sus obligaciones.
En realidad, el deber de cumplimiento conforme las explicaciones
brindadas, no es sino una derivación del principio de buena fe que rige cualquier
relación contractual. Más aun, en el caso del contrato que se comenta en donde la
relación subyacente es algún tipo de “confianza” a quien se le encomienda la
gestión. Rige acá entonces un deber fiduciario37

c).- Circunstancias sobrevinientes que justifican apartarse de las obligaciones


recibidas
El mandatario tiene obligación de dar aviso inmediato al mandante de cualquier
circunstancia sobreviniente que razonablemente aconseje apartarse de las instrucciones
recibidas, requiriendo nuevas instrucciones o ratificación de las anteriores, y adoptar las
medidas indispensables y urgentes.

36SEGOVIA, Lisandro , Explicación y crítica del nuevo Código de Comercio de la República


Argentina , t. I, La Facultad, Buenos Aires, 1933;
37 Sin embargo afirmar la existencia de un fiduciary duty, es formar el instuto del mandato para

asimilarlo al del agency. Para una clara diferenciación entre ambos conceptos ver GRAUBERGER,
Jana “From Mere Intrusion to General Confusion”, Agency and Mandate in Lousiana, Tulane
LawReview“ (1998) Vol 72, pp 257- 276.
Los incisos b) y c) del art. 1324 se encuentran correlacionados ya que se
vinculan con el deber genérico que tiene el mandatario de informar al mandante
las circunstancias referidas a la posible modificación, ratificación o extinción de las
instrucciones dadas para ejecutar el mandato.38
A su vez, estos incisos se vinculan con los incisos. e) y h) que también
aluden a la obligación del mandatario de informar al mandante, en circunstancias
que analizaré oportunamente. En inc. b), se le impone al mandatario dos deberes:
El primero, avisar al mandante cualquier evento sobreviniente a la
celebración del mandato que pueda influir en las instrucciones recibidas, a fin de
que el mandante las pueda modificar o ratificar. El buen criterio del mandatario
determinará el impacto que el evento de que se trate pueda tener en las órdenes
dadas por el mandante y la conveniencia ele que éste se encuentre en conocimiento
de ello.
La norma dispone que el aviso tiene que ser inmediato, sin fijar un plazo
para ello, el que surgirá de las circunstancias del caso. No obstante, es viable
suponer que debe hacerlo en el menor tiempo posible, ya que una demora podría
influir en las instrucciones dadas por el mandante respecto del modo en que el
mandato debe ser ejecutado.
La disposición, no aclara la forma en que el aviso debe ser dado por el
mandatario, con lo cual, tranquilamente podríamos asumir que es correcta la
aplicación del principio general de libertad de formas establecido en el artículo 284.
El segundo deber, impone al mandatario adoptar las medidas
indispensables y urgentes en caso de que se presente una circunstancia
sobreviniente que pueda afectar las órdenes que había dado el mandante.

d) Deber de información

38MOSSETITURRASPE, Jorge, Mandatos, p. 71


El mandatario tiene el deber de informar sin demora al mandante de todo conflicto
de intereses y de toda otra circunstancia que pueda motivar la modificación o la revocación
del mandato.

Por su parte, el inciso c), establece una obligación de información específica


que válidamente pudo ser incluida en el deber general previsto en el inciso
anterior.
A su vez, este inciso exige que el mandatario comunique al mandante
cualquier conflicto de intereses, entre los suyos propios y los del mandante u otro
tipo de conflicto de intereses, que pudiera surgir en la ejecución del mandato, y
que también, informe toda circunstancia que pueda generar la modificación o
revocación del mandato.
Tampoco aclara el modo en que esa comunicación debe ser efectuada, por lo
que también rige aquí el principio general de libertad de formas consagrado en el
art. 284 del Código. Por último, en caso de conflicto de intereses entre los del
mandante y los del mandatario, éste debe priorizar los del mandante en la
ejecución del mandato.

e).- Deber de confidencialidad


El mandatario tiene el deber de mantener en reserva toda información que adquiera
con motivo del mandato que, por su naturaleza o circunstancias, no está destinada a ser
divulgada.
Esta disposición, obliga al mandatario a guardar secreto y a no difundir la
información que adquiera con motivo del mandato, que por su naturaleza o
circunstancias no esté destinada a ser divulgada. Es, en cierto modo, una
explicitación de la regla de todo representante de mantener reserva.
El mandatario determinará según su razonable criterio cuál es la información
concreta que deba mantenerse en reserva. Ante la duda, debe guardar secreto
respecto de ella, para evitar toda posible afectación a los intereses del mandante.
a) Dar aviso al mandante de todo valor que haya recibido en razón del mandato, y
ponerlo a disposición de aquél.

Este inciso se encuentra parcialmente relacionado con los incisos. b), c) y h) de este
artículo, y con el art. 372, inc. c, que establece las obligaciones del representante,
aplicables al mandato. Los arts. 1909 y 1911 del Código. Civil derogado, aunque
referidos a la rendición de cuentas y obligaciones consecuentes se vinculan con este
inciso.
Lo que plantea el inciso es referente a la información que debe brindarse al
mandante, que debe relacionarse con todo valor -dinero, efectos, papeles de
comercio, etc. Que el mandatario haya recibido como consecuencia de la ejecución
del mandato.
La información debe resultar clara y completa, para que el mandante tome
conocimiento de los datos de las cosas o valores recibidos, a qué operación
corresponden y, especialmente, para que instruya al mandatario respecto de qué
debe realizar con ellos, salvo, claro, que esto último surja de las instrucciones
previas, la naturaleza del negocio, las reglas de la profesión o los usos del lugar de
ejecución del encargo.
Además de informarle, el mandatario también debe poner los valores, cosas,
etc., a disposición del mandante, entregándoselos remitiéndoselos, según lo que el
mandante indique o haya indicado.

f) Rendición de cuentas.
Rendir cuenta de su gestión en las oportunidades convenidas o a la extinción del mandato.

La obligación que este inciso impone al mandatario, es la de rendir cuentas al


mandante de la gestión en ejecución o realizada. Constituye un deber clásico del
mandatario, que preveía la legislación sustituida (arts. 1909 y ss., Cód. Civil),
aunque ahora no se activa sólo a la finalización de la gestión del mandatario, como
la doctrina explicaba, sino que actúa durante toda la vida del encargo.39
Esta obligación se reitera y precisa en el art. 1334, que remite a su vez a los
arts. 858 y siguientes del Código.

g) Entrega de ganancias
El mandate tiene la obligación de entregar al mandante las ganancias derivadas del negocio,
con los intereses moratorios, de las sumas de dinero que haya utilizado en provecho propio.

La primera parte del inciso, que obliga al mandatario a entregar al mandante las
ganancias derivadas del negocio coincide en algunos aspectos con la regla general
que contenía el artículo 1911, Cód. Civil, que obligaba al mandatario a entregar al
mandante todo lo que hubiera recibido en virtud del mandato. Ese principio
genérico y las aplicaciones particulares que establecía el mismo art. 1911, Cód.
Civil, se mantienen en general en el nuevo Código, aunque dispersas en varios
incisos de este artículo.
La segunda parte de la norma, para que tenga mejor sentido, debe leerse sin la
coma luego de "intereses moratorias", como lo establecía la fuente directa del
precepto (art, 1247, inc. g), Proyecto de 1998). Evidentemente, se trata de una
errata.
La norma replica el art. 1913, Cód. Civil, con alguna omisión: exige que si el
mandatario utilizó a su favor sumas de dinero recibidas de terceros en la ejecución
del encargo -ello se deduce de la primera parte del inciso-, debe restituir esas
cantidades con más sus intereses moratorias. La ley no reproduce la expresión"
desde el día en que lo hizo" que empleaba el extinto art. 1913, Cód. Civil, que
establecía así un supuesto de mora legal que no requería interpelación.40

39ARIZA, Ariel C. Y Hernández, Carlos A. (coords.), Fundamentos de Derecho contractual. Parte


especial , t. II, La Ley, Buenos Aires, 2009;
40SALVAT, Raymundo M. , Tratado de Derecho Civil argentino. Fuentes de las obligaciones, t. III, 2ª

ed.act. por Arturo Acuña Anzorena.


Sin embargo, entendemos que la regla resulta ser la misma y el mandatario deberá
restituir esos intereses desde el día en que empleó las cantidades para su propio
beneficio o provecho y que no es necesaria la constitución formal en mora del
mandatario.
Finalmente, si las instrucciones del mandante determinaban cuál era el destino que
había que darle a las ganancias del negocio o prohibían el uso de esas ganancias
por el mandatario, cualquier empleo que el mandatario realizara de ellas será
considerado incumplimiento a sus obligaciones que, por ende, permitirá al
mandante reclamar no solo los intereses moratorias por el uso sino todos los daños
que el incumplimiento del mandatario le hubiera ocasionado.

h) Deber de información:
Informar en cualquier momento, a requerimiento del mandante, sobre la ejecución del
mandato.

La disposición se vincula con los ya analizados incs. b), c) y e) de este artículo,


y también con el art. 372, inc. c), que, en materia de representación, hace renacer el
deber del representante de comunicar e informar al representado.
Como el mandante es el titular del interés que se pretende satisfacer con el negocio
encomendado al mandatario, es de su interés conocer permanentemente el
desenvolvimiento de la gestión encargada.
Por este motivo, el mandante posee el derecho, y el mandatario el consecuente
deber, de solicitar información sobre todos los aspectos o circunstancias del trabajo
encomendado, de manera tal que el mandante pueda velar por sus intereses de la
forma que mejor lo considere.
El derecho del mandante puede ser ejercicio en cualquier momento. La ley no
establece cómo debe ser comunicado su requerimiento o solicitud, por lo que rige
para ello el principio general de libertad de formas (art. 284).

T.E.A., Buenos Aires, 1957


La ley tampoco determina cuál es el alcance de este deber o cuál es el contenido
exacto de aquello que el mandatario debe informar. Además de aplicarse el
principio general de la buena fe, para interpretar adecuadamente el alcance de esta
obligación, también deberá estarse al contenido del requerimiento del mandante, a
las circunstancias del caso y a los usos vigentes en el lugar de ejecución del
mandato.
La nueva legislación tampoco especifica cuál es el plazo que el mandatario tiene
para evacuar la información requerida. La información debe ser proporcionada en
el plazo razonable que surja de las pautas indicadas en el párrafo anterior, excepto
que el mandante hubiera establecido un término al efecto, que debe ser razonable
para poder contestar adecuadamente el requerimiento.

i) Exhibición de documentación
Exhibir al mandante toda la documentación relacionada con la gestión encomendada, y
entregarle la que corresponde según las circunstancias.

Esta disposición establece una doble obligación a cargo del mandatario:


a) Por una parte, debe exhibir al mandante toda la documentación vinculada con
su gestión, como pueden ser minutas, preacuerdos, contratos, etc., celebrados con
terceros, o constancias de pagos, recibos, etc., es decir cualquier documentación
relacionada con el encargo encomendado.
b) Por otra parte, el mandatario debe entregar al mandante la documentación que
corresponda, según las circunstancias. Esta regla, por una parte, replica
parcialmente la que establecía el art. 1911, Cód. Civil, aunque éste era más amplio
y explícito en su contenido y alcances, y. por la otra, reitera en parte la que
establece el nuevo Código en el art.372, inc. f), en materia de representación,
aplicable al mandato.
La entrega de la documentación puede ser requerida al mandatario al finalizarla
gestión o durante la ejecución de la encomienda, ya que ello se desprende de la
locución "según las circunstancias" que la norma emplea. La dación al mandante
de todos los demás bienes resultantes de la gestión confiada queda incluida dentro
de la obligación general del mandatario de rendir cuentas de sugestión, que
impone el art. 1334, a cuyo examen reenvío al lector.

La nueva norma regula las obligaciones del mandatario, y le da una especial


preponderancia al deber de información que pesa sobre el mandatario como deber
general de buena fe negocial.
Respecto de la obligación de rendir cuentas o, la extinción del mandato, se
establece el deber de restituir las ganancias derivadas del negocio en tiempo
oportuno, y, para el caso de incumplimiento de este deber, o de que se ocasione un
retardo en el cumplimiento se incluirán los intereses por mora.
Finalmente, de la lectura de la manda legislativa, se sigue que el mandatario tiene
que ejecutar el encargo observando las instrucciones u órdenes y llevarlo a cabo
con el cuidado que pondría en sus propios asuntos.41
La notoria similitud entre el contenido de las obligaciones del mandatario que
imponía la legislación sustituida y el que establece la vigente determinan la
vigencia genérica de la copiosa jurisprudencia desarrollada en la materia.
El mandante no queda obligado por el contrato celebrado por el mandatario
excediendo las facultades que le habían sido conferidas.
Para que las sumas que el mandatario aplicó a usos propios devenguen intereses,
es innecesario que sea constituido en mora.42

6) Conflicto de intereses.

41Junyent
Bas, Francisco A; “El contrato de mandato en el código civil y comercial” LA LEY
AR/DOC/1177/2015.

42(CCiv.1a, 17/10/1958,JA, 1959-II-215).


Artículo 1325: establece si media conflicto de intereses entre el mandante y el
mandatario, éste debe posponer los suyos en la ejecución del mandato, o renunciar.
La obtención, en el desempeño del cargo, de un beneficio no autorizado por el
mandante, hace perder al mandatario su derecho a la retribución.
En cuanto a la cuestión referente al conflicto de intereses, el código civil
consideraba que el mandatario no cumplía fielmente lo dispuesto en el contrato de
mandato, en aquellos casos en los que, los intereses de las partes colisionaban, y
ante este supuesto fáctico, el mandatario optaba por satisfacer sus propios intereses
por sobre los de su mandante.
El código de comercio guardaba silencio ante tal supuesto. La obligación que
impone la nueva norma establece que en caso de conflicto de intereses el
mandatario debe posponer los suyos en la ejecución del mandato o renunciar.
La actuación del mandatario debe estar guiada por los principios de buena fe,
fidelidad y lealtad, entre otros. Esto implica que, en el caso de que existiese una
confrontación de intereses, los principios determinan que el mandatario debe hacer
prevalecer los intereses de su mandante o renunciar.
Este artículo, si bien es más claro y preciso, mantiene la idea de “fidelidad de
mandato” dispuesta por la antigua normativa.
De igual modo, la norma citada dispone que en este caso, si el mandatario obtiene
un "beneficio" no autorizado por el mandante, en el desempeño del cargo, perderá
el derecho a la retribución -convencional o que corresponda de conformidad al art.
1322.
El beneficio al que hace referencia la norma incluye cualquier tipo de ventaja
patrimonial, y no sólo la obtención de una suma de dinero, de manera tal que
pueda compensarse con la eximición de pago de la retribución del mandatario.
Esta regla no se encontraba prevista en el Cód. Civil, pero la incorporación se
funda en el carácter oneroso del mandato que impone el art. 1322, y que el 1325
autoriza a no efectivizar la retribución en caso que el mandatario hubiera obtenido
"otro" beneficio no previsto por las partes.
Ahora bien, en este sentido, si bien la manda se ubica bajo el título "Conflicto de
intereses", el párrafo en el que se dispone la pérdida del derecho a la retribución
aclara que tiene lugar ante: "La obtención, en el desempeño del cargo, de un
beneficio no autorizado por el mandante..." lo que creemos podría ocurrir aun sin
la contradicción de intereses en atención a que no pareciera ser un requisito legal
indispensable para la pérdida del derecho a la retribución, sino que bastaría con
que exista la obtención de un beneficio.43
La similitud del deber regulado por el artículo en comentario con el que preveía
el viejo art. 1908, Cód. Civil, determina que la doctrina judicial elaborada en
derredor de esa obligación se mantiene vigente.
Para que haya oposición de intereses a que se refiere la norma, ella debe existir
entre mandante y mandatario; no hay la aquí prevista, cuando esa colisión se
produce entre dos mandantes distintos de un mismo mandatario.44

7) Mandato a pluralidad de sujetos.


Artículo 1326: Mandato a varias de personas. Si el mandato se confiere a varias
personas sin estipular expresamente la forma o el orden de su actuación, se
entiende que pueden desempeñarse conjunta o separadamente.
La nueva norma, por un lado, considera válido el hecho de que el mandante,
incluya en el instrumento la condición de que en el caso de que existan varios
mandatarios estos actúen en forma conjunta o separada. No obstante ello. Si no se
estipulare expresamente las condiciones de la actuación de éstos, se origina una
presunción de que podrán actuar tanto en forma conjunta como separada y los
actos que realicen se considerarán válidos.

Tal modalidad posibilita mayor flexibilidad en el cumplimiento del encargo sin


necesidad de fraccionar la gestoría ni de seguir un orden de prelación específico. 45

43Junyent
Bas, Francisco A; “El contrato de mandato en el código civil y comercial” LA LEY
AR/DOC/1177/2015.

44 (CNCiv., sala D, 27/5/1966, LA LEY, 123-632).


No es necesario que el mandato dado conjuntamente a varias personas sea aceptado
por todas ellas en un solo acto; la norma sólo significa que deben desempeñarlo
conjuntamente" tal lo que establece el antiguo art. 1900, Cód. Civil46.

8) Sustitución de mandato
a) Consideraciones generales
Artículo 1327: Sustitución de mandato: El mandatario puede sustituir en otra
persona la ejecución del mandato y es responsable de la elección del sustituto,
excepto cuando lo haga por indicación del mandante. En caso de sustitución, el
mandante tiene la acción directa contra el sustituto prevista en los artículos 736 y
concordantes, pero no está obligado a pagarle retribución si la sustitución no era
necesaria. El mandatario responde directamente por la actuación del sustituto
cuando no fue autorizado a sustituir, o cuando la sustitución era innecesaria para
la ejecución del mandato.
Esta norma, regula aquellos casos en los que el mandatario delega la ejecución del
mandato en un sustituto y prevé a favor del mandante, la posibilidad de ejercer
una acción directa contra en el sustituto cuando se haya generado responsabilidad
del mandatario por actividad del sustituto.

Los reformadores han seguido lo propuesto por Vélez en el código derogado (por
derogar), pero se incorpora una excepción en donde el mandatario se exime de
responsabilidad y se desliga de la obligación de vigilancia, cuando haya sido el
mandante el que ordenó la actividad del sustituto.

El mandante no está obligado a pagar retribución, si la sustitución no era necesaria,


de lo que se desprende que si el mandatario delega tareas a un sustituto sin
autorización, pero era indispensable para la ejecución del negocio encomendado, el
mandante deberá remunerar el trabajo prestado por el sustituto.

45Mosset Iturraspe,J., “El contrato de mandato en el Proyecto de Código Civil y Comercial”, Rev.
Derecho Privado y Comunitario, “Problemática contractual. Contratos en Particular”, 2014-2,
Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2014, p. 173
46 (C. 1ª La Plata, 12/4/1955, JA, 1955-III-105)
Por su parte, ESPER, explica que la sustitución puede constituir un supuesto de
cesión de contrato o un supuesto de subcontrato o contrato derivado. Así, señala
que la cesión de contrato o transmisión de la posición contractual se encuentra
regulada en el CCCN en los arts. 1636 a 1640, dentro de la regulación de los
contratos en particular, mientras que el subcontrato, en los arts. 1069 y ss., en la
parte general de los contratos, siendo una posibilidad que en principio resulta
procedente en todo contrato con prestaciones pendientes.47
b) Mandato y Submandato

En esta línea, el autor citado aclara que la doctrina moderna diferencia la cesión de
la representación y el submandato. En el primero, el mandante autoriza la
sustitución e indica quién debe ser el sustituto, por lo que, el mandatario se desliga
del vínculo con el mandante, quien entenderá directamente con el sustituto. En el
segundo caso, el submandato se da cuando el mandatario está autorizado a
sustituir sin que se indique en quién puede hacerlo, o cuando la facultad no está
expresamente consagrada, supuestos en los que el mandatario continúa
relacionado con el mandante.

Por último, cabe destacar que no corresponde confundir la sustitución del mandato
con la relación jurídica que se establece entre el mandatario con las personas de
que se sirve para cumplir con el apoderamiento que se le ha investido; en
consecuencia, la sustitución importa un nuevo contrato de mandato que celebra el
mandatario con el sustituto, estableciéndose entre éstos una relación contractual en
la medida determinada por el objeto del nuevo negocio, que nunca puede ser
distinto, ni superior al objeto mediato del mandato origina48

Volviendo al tema de la responsabilidad que le compete al mandatario, es


necesario establecer las distintas posibilidades que se presentan, dependiendo del
caso.

47
ESPER, Mariano, Mandato, en: Código Civil y Comercial de la Nación Comentado, Rivera, Julio César y
Medina, Graciela (Directores), Esper, Mariano (Coordinador), Tomo IV, La Ley, 2014, pág 143.
48
PIANTONI, Mario A., El mandato, Córdoba, Marcos Lerner, 1983, pág 226
En primer lugar, si la sustitución está expresamente prohibida en el convenio, y a
pesar de ello, el mandatario la realiza, COMPAGNUCCI DE CASO, explica que
éste habrá violado el contrato y será responsable por los daños y perjuicios
causados incluso por caso fortuito, ocurridos por la actuación del sustituto, y esos
actos serán nulos con respecto al mandante, aunque también podrá optar por
ratificarlos si lo considera pertinente.49
En este caso, el art. 1327 expresamente dispone que el mandatario responde
directamente por la actuación del sustituto cuando no fue autorizado a sustituir,
por lo que, la regla es clara, y agrega que también responde directamente cuando
la sustitución era innecesaria para la ejecución del mandato.

En segundo lugar, si la sustitución está permitida pueden presentarse dos


situaciones: que nada se disponga respecto de la persona del sustituto o que el
mandante defina expresamente quién se encuentra autorizado o debe reemplazar
al mandatario, y en consecuencia, habrá que estar a lo convenido por las partes en
el contrato.

Ante el vacío convencional, el mandatario tiene derecho a elegir a cualquier tercero


para que cumpla con la ejecución del mandato, y en consecuencia, es responsable
de la elección del sustituto, tal como ahora lo manda el art. 1327 del CCCN. Por el
contrario, si el mandante indica quién debe ser el sustituto, no será responsable,
pues la misma norma así lo dispone.

En caso que el mandante imponga al sustituto, Piantonia clara que desaparece la


responsabilidad del mandatario pues, nace un nuevo mandato que lo libera.50
Lo dicho, encuentra su fundamento en que en el primer caso se estaría ante un caso
de "submandato", en el que el mandatario continúa relacionado con el mandante, y
en consecuencia, responde por la persona que él mismo eligió, mientras que en el

49
COMPAGNUCCI DE CASO, Rubén H., en: Código Civil y leyes complementarias, Comentado, Anotado y
Concordado, Belluscio (Director), Zannoni (Coordinador) Tomo 9, Buenos Aires, Astrea, 2004, p. 246 y 247
50
PIANTONI, Mario A., El mandato, Córdoba, Marcos Lerner, 1983, pág. 225
segundo caso, el sustito es impuesto por el mandante, por lo que, opera la "cesión
de la representación", que desvincula al mandatario del "dominus".

El mandato puede sustituir en otra persona el mandato recibido, aunque no haya


sido facultado a tal efecto, si tampoco le ha siso expresamente prohibido 51
El sustituto tiene las mismas facultades que tenía el sustituyente, en tanto éste no
las haya limitado.
"El mandante tiene acción directa contra el sustituto, con prescindencia de que el
mandatario se hallase o no autorizado para sustituir."52
9) Obligaciones del mandante.
Artículo 1328: Obligaciones del mandante a: a. suministrar al mandatario los
medios necesarios para la ejecución del mandato y compensarle, en cualquier
momento que le sea requerido, todo gasto razonable en que haya incurrido para
ese fin; b. indemnizar al mandatario los daños que sufra como consecuencia de
la ejecución del mandato, no imputables al propio mandatario; c. liberar al
mandatario de las obligaciones asumidas con terceros, proveyéndole de los
medios necesarios para ello; d. abonar al mandatario la retribución convenida. Si
el mandato se extingue sin culpa del mandatario, debe la parte de la retribución
proporcionada al servicio cumplido; pero si el mandatario ha recibido un
adelanto mayor de lo que le corresponde, el mandante no puede exigir su
restitución.
a) Deber de colaboración.

En este caso la norma clarifica las obligaciones del mandante concernientes a su


deber de colaboración, para lograr una ejecución del mandato adecuada y más
eficaz por parte del mandatario.

51
(CCom. Cap., 23/5/1923, JA, 10-615).
52
(CCiv. 1a, 21/3/1934, JA, 45 559).
El art. 1945 del código derogado, establece el principio de solidaridad frente al
mandatario para aquellos supuestos en donde haya pluralidad de mandantes y
cuyo requisito era la comunidad de intereses.

b) Gastos en ocasión del mandato

También, pesaban sobre el mandante, la obligación de adelantar cantidades


necesarias de dinero al mandatario (art. 1948), liberar al mandatario de las
obligaciones asumidas a su nombre o bien proveerle los fondos para que se
exonere frente a terceros (art. 1951), retribuir los servicios prestados (art. 1952),
indemnizar pérdidas sufridas por el mandatario en la ejecución de la manda que
no encontrasen causa en su accionar culposo (art 1953).

La doctrina más moderna efectúa un distingo entre las relaciones internas


mandante-mandatario y las externas existentes entre mandatario- terceros,
colocando el acento en la obligación del mandante de mantener indemne al
mandatario.53

Se mantiene sin modificaciones la parte esencial de la doctrina judicial que


desarrollaba las obligaciones del mandante que imponía el Código Civil y que
no hayan sufrido mayores variantes con la Reforma, según lo explicado en el
apartado anterior.
El mandante debe reembolsar al mandatario los gastos que éste ha realizado para
cumplir su cometido.54
c) Supuestos de remuneración del mandato.
Cuando la remuneración convenida excede los límites de lo permitido por la moral
y buenas costumbres, ella puede ser reducida por los jueces55

53 MOSSET ITURRASPE, J., “El contrato de mandato en el Proyecto de Código Civil y Comercial”,
Rev. Derecho Privado y Comunitario, “Problemática contractual. Contratos en Particular”, 2014-2,
Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2014, p. 180
54 (CCom. Cap., 2/6/1926, JA, 20-890).
55 (CNCiv., sala A, 13/9/1960, LALEY, 101-208).
Si el mandato se revoca por culpa del mandatario, el mandante no debe ninguna
remuneración.56
En la nueva normativa, nada impide que la facultad judicial de reducción de
remuneración pueda aplicarse si se apartan de los usos normalmente establecidos.

7) Extinción del mandato.


Artículo 1329: Extinción del mandato. a. por el transcurso del plazo por el que
fue otorgado, o por el cumplimiento de la condición resolutoria pactada; b. por
la ejecución del negocio para el cual fue dado; c. por la revocación del mandante;
d. por la renuncia del mandatario; e. por la muerte o incapacidad del mandante o
del mandatario.

a) Cumplimiento del plazo o de la condición resolutoria.


Siendo el interés del mandante, el determinante para la configuración del contrato,
la ausencia de aquél es también determinante de su extinción, con lo cual está
además fuera de toda idea de justicia y hasta roza la mala fe, que el dueño del
negocio revierta su gestión hacia su persona e invocando la existencia de una
relación jurídica —a la que él mismo vació de contenido— pretenda exigir el
cumplimiento de obligaciones agotadas.
La norma continúa con los lineamientos establecidos por Vélez, en cuanto a los
modos normales y anormales de terminación de un contrato de mandato pero
agrega la posibilidad más, que es la de incorporar una cláusula resolutoria pactada
por las partes.

Siendo el interés del mandante el determinante para la configuración del contrato,


la ausencia de aquél es también determinante de su extinción, con lo cual está
además fuera de toda idea de justicia y hasta roza la mala fe, que el dueño del
negocio revierta su gestión hacia su persona e invocando la existencia de una

56 (CCivil, sala D, 8/6/1951, JA, 1952-1-41).


relación jurídica —a la que él mismo vació de contenido— pretenda exigir el
cumplimiento de obligaciones agotadas.

Desde esta perspectiva, MOSSET ITURRASPE, explicó que la cesación o extinción


significa el fin del contrato, la conclusión de la situación que vincula a las partes:
mandante y mandatario, y por ende, la terminación de las relaciones jurídicas que
las ligan y que las colocan en calidad de acreedor y/o deudor. Asimismo, el autor
señala que la cesación, como acto que apunta a la celebración de actos jurídicos con
terceros, significa también la terminación de una situación que legitima la
actuación del mandatario en interés del mandante, por lo que, se darán
consecuencias que afectan tanto las relaciones internas como las externas.57

b) Fallecimiento del mandante


La cesación del mandato por fallecimiento del mandante no se produce desde el
momento mismo de su muerte, sino desde que ella llega a conocimiento del
mandatario o de los terceros interesados.
Es válido el pago hecho al mandatario cuyo poder había sido revocado, si el
solvens ignoraba tal circunstancia sin culpa de su parte.58

10) El caso del mandato irrevocable


a) Aspectos generales de la irrevocabilidad
Artículo 1330: Mandato irrevocable. El mandato puede convenirse expresamente
como irrevocable en los casos de los incisos b) y c) del artículo 380. El mandato
destinado a ejecutarse después de la muerte del mandante es nulo si no puede
valer como disposición de última voluntad.
En este caso, la nueva norma, autoriza a las partes para que convengan en los casos
señalados la irrevocabilidad del mandato.

57
MOSSET ITURRASPE, Jorge, Mandatos, Santa Fe, RubinzalCulzoni, 1996, pág. 365,366.
58
(CCiv. 1ª, 21/5/1926,TA, 20-351).
En este sentido, el Cód. Civil preveía esta alternativa en el art. 1977, que fue
modificado por la ley 17.711, siempre que fuese para negocios especiales, limitado
en el tiempo y en razón de un interés legítimo de los contratantes o de un tercero,
sin embargo, aún en este supuesto la norma estipulaba la posibilidad de
revocación con justa causa.

En primer lugar, se aclara que aun cuando se produzca la muerte de las partes, el
mandato va a subsistir en el caso del fallecimiento del “representado”, siempre y
cuando el negocio englobe actos puntualmente determinados y en función de un
interés legítimo del representante o de un tercero.

ESPER, critica el tratamiento conjunto de lo que sería el mandato irrevocable,


advirtiendo que en el caso de fallecimiento se está frente a una alternativa de
subsistencia del mandato y no de irrevocabilidad, y que por el contrario, es el inc. c
del art. 380 el que regula el poder irrevocable que para ser tal debe reunir ciertos
requisitos, y su calificación no tiene vinculación con el fallecimiento del
poderdante.59
El art. 1330, in fine señala que el mandato destinado a ejecutarse después de la
muerte del mandante es nulo si no puede valer como disposición de última
voluntad.

En esta línea, cabe puntualizar que el nuevo ordenamiento ha eliminado los arts.
1980 y 1981 del Cód. Civil que consagraban el contrato posmortem, para ser
ejecutado después de la muerte del mandante.

Ahora bien, esta modalidad no ha sido eliminada definitivamente, sino que es


autorizada en la medida que pueda valer como disposición de última voluntad,
por lo que habrá que estar a lo previsto por las partes en el contrato de mandato, o
en alguna otra disposición del mandante en el que pueda probarse su voluntad de
mantener la representación posmortem. En definitiva, si bien para valer como

59
ESPER, Mariano, Mandato, en: Código Civil y Comercial de la Nación Comentado, Rivera, Julio César y
Medina, Graciela (Directores), Esper, Mariano (Coordinador), Tomo IV, La Ley, 2014, pág 158
disposición de última voluntad, en principio no existiría formalidad alguna pues el
código no lo impone, sí resulta trascendental la prueba de tal manifestación de
voluntad que tiene que ser inequívoca por su carácter excepcional.

La irrevocabilidad establecida por el texto del art. 1977 es relativa, es decir, que
aunque el mandato se haya otorgado para un negocio especial y por un tiempo
determinado, puede ser revocado, pero el mandante se halla obligado a
indemnizar al mandatario los años que le resulten de esa revocación injustificada.60

c) Revocación
Artículo 1331: Revocación. La revocación sin justa causa del mandato otorgado
por tiempo o asunto determinado obliga al mandante a indemnizar los daños
causados; si el mandato fue dado por plazo indeterminado, el mandante debe
dar aviso adecuado a las circunstancias o, en su defecto, indemnizar los daños
que cause su omisión.

Los códigos anteriores, no traían, ninguna disposición semejante a la transcripta.


Luego de admitir genéricamente la revocación como modo extintivo de mandato
en el artículo 1963 inc. 1 del CC, este cuerpo de leyes, reglamentaba esa causal:
admitía como regla que el mandante puede revocar el mandante puede revocar el
mandato siempre que quiera (art. 1970 CC) y no imponía ninguna exigencia de
preaviso o de indemnización por ejercicio de esa facultad.

Siempre que no exista justa causa, y el derecho a revocar sea ejercido con
anterioridad al cumplimiento del plazo pactado por las partes, o con anterioridad a
la finalización de la tarea encomendada, el mandante estará obligado a indemnizar
al mandatario.

60
(C2a La Plata, 27/6/1969, JA, 1969-Reseñas-605, sumo 271).
Si el mandato no se encontraba condicionado por un plazo específico de duración,
antes de ejercer el derecho a indemnizar, el mandante debe preavisar al
mandatario para poder liberarse de la obligación de indemnizarlo. Dicho plazo
debe ser razonable. Como la norma no especifica el plazo, deberá analizarse en
cada caso en concreto el tiempo efectivo transcurrido, la situación económica del
mandatario, para poder determinar la razonabilidad del plazo en que se dio
preaviso.

Por supuesto, si el mandante omite el preaviso deberá reparar los daños que cause
dicha omisión.

11) Renuncia al mandato


Artículo 1332. Renuncia. La renuncia intempestiva y sin causa justificada del
mandatario obliga a indemnizar los daños que cause al mandante.

El código civil establecía una regla similar en su artículo 1978, cuando determinaba
que la renuncia del mandatario, en tiempo indebido, sin causa suficiente, lo
obligaba a resarcir al mandante los perjuicios ocasionados.

La renuncia del mandatario a las actuaciones que se le confirieron, no constituye


una prerrogativa que pueda ejercerse libremente, sin consecuencias patrimoniales
para el. La ley ordena que si no cumple determinadas pautas y condiciones, se
producirán efectos patrimoniales negativos con respecto a él.

Para que la renuncia del mandatario no genere una obligación, esta debe ser
planteada oportunamente. Además, debe existir una causa que amerite liberar al
mandatario de responder por los perjuicios que su renuncia pueda ocasionar.

Si el mandatario, al momento de presentar la renuncia, no reúne alguno de estos


requisitos, debe indemnizar al mandante por los perjuicios que produjo su
decisión.
PIANTONI, señaló que la renuncia al mandato es un acto unilateral del
mandatario que no precisa de la aceptación del mandante, y aún puede hacerse en
contra de la voluntad de éste, pues la ley sólo le exige que lo comunique al
"dominus".61

La renuncia es un acto jurídico unilateral recepticio, por lo que se perfecciona


cuando llega a conocimiento del mandante, si necesidad de que sea aceptada
La renuncia de uno de los mandatarios designados para actuar conjuntamente, 62
trae aparejada la extinción del mandato con respecto al conferido a todos ellos,
pues de otra manera no se lograría la finalidad perseguida al otorgárselo en esa
forma (CCivil. 1a, 11/9/1942,GF 160-530).

12) Muerte e incapacidad del mandatario


ARTÍCULO 1333.- Muerte o incapacidad del mandatario y del mandante.
Producida la muerte o incapacidad del mandatario, sus herederos,
representantes o asistentes que tengan conocimiento del mandato deben dar
pronto aviso al mandante y tomar en interés de éste las medidas que sean
requeridas por las circunstancias. Si se produce la muerte o incapacidad del
mandante, el mandatario debe ejecutar los actos de conservación si hay peligro
en la demora, excepto instrucciones expresas en contrario de los herederos o
representantes.

El contrato de mandato, es un contrato intuito personae, por lo que cualquiera de


los contratantes o su incapacidad pone fin al contrato y a las relaciones emergentes
del mismo.

61
PIANTONI, Mario A., El mandato, Córdoba, Marcos Lerner, 1983, pág. 291
62
(CCom., sala A, 23/3/1960, LALEY, 99-490).
No obstante, el artículo 1980 del Código derogado prevé las situaciones en las
cuales el negocio debe ser cumplido o continuado después de la muerte del
mandante, no como acto de última voluntad, sino que iniciado en vida de
mandante su fallecimiento no adquiere virtualidad extintiva del mandato y
tampoco lo será cuando exista peligro en la demora.

El artículo 1981 del código de Vélez, establece que independientemente de lo que


hayan pactado las partes, el contrato quedará resuelto “si los herederos fuesen
menores o hubiese otra incapacidad y se hallasen bajo la representación de sus
tutores o curadores”.

El fallecimiento o incapacidad del mandante o del mandatario producen la


extinción del mandato. Sin embargo, existen algunos efectos residuales que esos
eventos generan y que el Código disciplina al establecer las obligaciones que deben
cumplirse ante la ocurrencia de esos hechos:

a) La primera parte del art. 1333 dispone que en caso de muerte o incapacidad del
mandatario, sus herederos, representantes o asistentes y, simultáneamente, deben
adoptar las medidas pertinentes para proteger los intereses del mandante en el
negocio encargado

b) La segunda parte del art. 1333 alude al caso de muerte o incapacidad del
mandante y, para esos supuestos, impone al mandatario la obligación de ejecutar
los actos de conservación si hay peligro en la demora, excepto instrucciones
expresas en contrario de los herederos o representantes.

La norma sólo obliga al mandatario a realizar los actos de conservación vinculados


con el negocio encomendado y siempre que hubiere peligro en la demora; por lo
tanto, no existiendo éste, el mandatario no posee ninguna obligación residual a
realizar en caso de fallecimiento o incapacidad del mandante. Y aun existiendo
peligro en la demora, el mandatario sólo debe ejecutar actos de conservación, cuyo
exacto alcance y contenido dependerá del tipo de negocio encomendado y demás
circunstancias de tiempo, personas y lugar que hayan rodeado el encargo
conferido.

Cuando el negocio es urgente, siempre que el negocio ya haya comenzado en el


momento en que cesó el mandato, el mandatario tiene la obligación de
continuarlo63.

13) La obligación de rendir cuentas.


Artículo 1334: Rendición de cuentas. La rendición de cuentas por el mandatario
debe ser en las condiciones previstas en los artículos 858 y siguientes acompañada
de toda la documentación relativa a su gestión. Excepto estipulación en contrario,
las cuentas deben rendirse en el domicilio del mandatario y los gastos que generan
son a cargo del mandante.

Consustancial a la función de administrar, es la obligación de rendir cuentas. Toda


gestión, manejo, administración, gobierno de un patrimonio o negocio ajeno, lleva
ínsita la obligación de rendir cuentas por parte de quien gestiona, maneja,
administra, gobierna. Esta afirmación que podríamos decir, la dicta el sentido
común, está expresamente consagrada como obligación legal en gran cantidad de
casos. Baste reparar en el art. 33 inc. 4. arts. 68 a 74 y art. 277 del Código de
Comercio, arts. 421, 458, 460, 475, 1700, 1909, 2388, 3246, 3868 entre otros. Es ésta
una obligación que, por sobre todas las cosas, tiene íntima relación con el deber de
buena fe —objetiva y subjetiva- que debe primar en toda relación jurídica64.
La obligación de rendir cuentas es propia de cualquier estructura jurídica que
implique dos elementos, la administración delegada por un lado y por el otro lado
la confianza.

63
CCom., 22/11/1945, JA, 1945-IV-852, CCiv.1ª, 5/6/1940, JA, 71-47.

64
GIAVARINO, Magdalena “La obligación de rendir cuentas y el mandato”, LA LEY 2009-A , 349
Subsiste en general la profusa doctrina judicial elaborada alrededor de esta clásica
obligación del mandatario, en tanto la sustancia de este deber se mantiene en la
nueva legislación.
La rendición de cuentas consiste en una manifestación completa de los ingresos
y egresos, con la presentación de los documentos que acrediten cada partida, las
explicaciones necesarias para su comprensión y un informe sobre el desempeño
del mandatario (CNCiv., sala E, 10/10/1969, LA LEY, 139-98).

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