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“La observación en la sala de clases como instrumento

para mejorar la enseñanza”


En el siguiente documento, “La observación en la sala de clases como instrumento
para mejorar la enseñanza”, se intenta definir la importancia y los propósitos de la
observación en la sala de clases y cómo ésta contribuye, bien desarrollada al
fortalecimiento del maestro en su contexto de desarrollo profesional y responsable de
la enseñanza. Este tema fue desarrollado por este autor en el 1989 como requisito
para obtener el grado de Maestría en Educación de la Universidad de Puerto Rico,
Recinto de Río Piedras. Aunque ya hace veinticinco años (25) de su presentación, no
deja de ser pertinente, como lo son muchos de los temas en el campo de la educación,
más aún en este momento en el que se está discutiendo el sistema de evaluación a los
maestros y en el que la etapa de la observación juega un rol protagónico.

La supervisión está dirigida al mejoramiento del proceso enseñanza-aprendizaje.


Dado que es el maestro un componente esencial para que este mejoramiento se dé, su
desarrollo debe constituir una función básica e importante de la supervisión. Muchos
autores consideran que la supervisión es, por lo general, un proceso de enseñar a los
maestros a enseñar (Mosher y Purpel, 1972). Según éstos, es el supervisor quien
asume la mayor parte de la responsabilidad en las decisiones sobre lo qué se debe
enseñar, quién debe enseñarlo y en qué circunstancias.Para lograr lo anterior, el
supervisor requiere del uso de una serie de estrategias o instrumentos de supervisión.
Estas le permitirán ofrecer una ayuda más real y variada de acuerdo a las
características de sus supervisados. Una de las estrategias o instrumentos de
supervisión que un supervisor puede utilizar con sus maestros es la observación en la
sala de clases. Es de suma importancia que todo supervisor tenga claro la distinción
entre lo que es ver y observar. Observar es mucho más que ver, es internalizar lo que
se ve para de esta forma analizar objetiva y analíticamente lo que pasa dentro de la
sala de clases.

Son muchas las destrezas que todo supervisor y administrador escolar debe dominar
para hacer de su función una de servicio y ayuda a los demás. Entre este grupo de
destrezas sobresalen las técnicas, humanas y conceptuales (Katz, 1975; Alfonso, Firth
y Neville, 1984). La observación puede considerarse como una destreza técnica
dentro de la supervisión escolar. Esto es así ya que es responsabilidad de todo
supervisor escolar analizar los datos, producto de una observación en la sala de
clases, así como utilizar criterios para observar un maestro en ejecución. La
observación en la sala de clases le servirá al supervisor escolar de base para
documentarse de tal manera que pueda ofrecer una ayuda real al maestro. He ahí la
importancia de tener una habilidad analítica dentro de la función de observador
(Wilson, 1986). Además de la ayuda que se pretende prestar al maestro luego de
haber observado su ejecución, hay que establecer que la observación está dirigida a
mejorar el aprendizaje del alumno (Neagley y Evans, 1980). Actualmente, son
muchos los supervisores que hacen uso de la observación como criterio o propósito
de evaluación (Peterson, 1985-86; Stodolsky, 1984, y Wiersma y Gibney, 1985). Sin
embargo, hay que clarificar que la evaluación no es el único propósito (Cooper, 1984).
La queja que a diario se escucha en el maestro, especialmente aquellos de menos
experiencia, es que se le observa con el único propósito de evaluarlo. Aún así, no es en
Puerto Rico el único lugar donde esta práctica se lleva a cabo. En estudios
desarrollados en los Estados Unidos se percibe la misma situación (Ryan y Hickcox,
1980; Stodolsky, 1894, y Kowalsky, 1978). El maestro requiere que detrás de una
observación haya unas recomendaciones que ayuden a mejorar la calidad de la
enseñanza. En estudios realizados en algunas escuelas de Estados Unidos se
desprende que la observación es una de las actividades de supervisión que más los
maestros deseaban para mejorar la enseñanza (Franseth, 1967). En estudios similares
se enfatizaban los rasgos o características que desagradan a los maestros. Estudios en
Alabama se refieren al disgusto de los maestros con las visitas de observación
efectuadas por el supervisor escolar. Los maestros sostienen que el supervisor les
visitaba, pero no les hacia recomendaciones de clase alguna y no ofrecían alternativas
viables para mejorar el proceso instruccional. Son muchos los investigadores que
sostienen que detrás de cada visita de observación debe haber un propósito y no
llevarse a cabo como mero ritual (Blumberg y Stevan, 1987).

La observación debe girar en torno a aquellas áreas en las cuales el maestro requiere
una verdadera ayuda. El supervisor es responsable de proveer para que el maestro
descubra esas áreas (Wilson, 1986). Por lo tanto, para que el supervisor sea eficiente
en su función de observar debe conocer los elementos de información que a la larga
utilizará para mejorar la calidad de la enseñanza. Nerici (1975) describe la
observación como el recurso fundamental del supervisor ya que la toma de conciencia
de cómo se está desarrollando realmente la enseñanza, sólo puede hacerse mediante
la verificación con relación a lo que ocurre en la sala de clases. Sostiene el mismo
autor, que la visita de observación puede utilizarse como óptimo recurso de la labor
de supervisión. Hay que aclarar que, independientemente de la estrategia de
supervisión que se utilice, la observación es un instrumento de vital importancia. Lo
anterior indica que hay una necesidad por parte del maestro de que se le ayude en los
problemas que confronta para enseñar. Hay innumerables escritos sobre supervisión
en los cuales se recalca la importancia que tiene la observación como medio o
instrumento para mejorar la enseñanza (Wiles, 1967; Loubriel, 1973 y Lemus, 1975).

Siendo la observación una de las técnicas directas con las que cuenta la supervisión
escolar, es de suma importancia resaltar los diferentes propósitos que la acompañan,
así como su utilidad como técnica supervisoria. Son muchos los autores que enfatizan
sus propósitos. Sostiene Nerici (1975), que la observación debe incidir sobre todas las
actividades y todos los sectores de la enseñanza que influyen, directa o
indirectamente, en el proceso educativo. Tiene que ser el recurso fundamental del
supervisor dado que la toma de conciencia de cómo se está desarrollando la
enseñanza, sólo puede hacerse mediante la verificación de lo que ocurre dentro de la
sala de clases. Por otro lado, según Oliva (1976), el último propósito de un sistema de
observación es proveer al maestro de una oportunidad para, en forma sistemática,
analizar su propia enseñanza de manera que la mejore. Enfatiza Loubriel (1973) que
por ser la observación la actividad que sitúa al supervisor dentro de la enseñanza, su
uso puede ser de gran valor para realizar la finalidad básica de la supervisión.
Sostiene el mismo autor que la observación es un medio efectivo para precisar
necesidades y, a la vez, una actividad necesaria y muy importante para apreciar el
progreso y los resultados de la labor escolar. Arnaldi (1978) argumenta también sobre
la importancia de la visita de observación en el mejoramiento del maestro y su
enseñanza como tal. Otros de los que enfatizan la importancia o utilidad de la
observación en el mejoramiento de la enseñanza lo es Cooper (1984). Este describe la
observación como aquella tarea que tiene como propósito recopilar datos descripticos
sobre el comportamiento en la sala de clases de tal forma que se ayude al maestro en
la toma de decisiones en relación con aspectos de la enseñanza que éste quiera
mantener o modificar. Algunos autores aclaran que la visita de observación
constituye una técnica para conseguir una base de análisis de los puntos específicos
en los cuales el maestro necesita ayuda (Wiles, 1967). La observación le sirve val
supervisor para familiarizarse con la situación instruccional, el maestro y el
estudiante (Fleming, 1973).

Otro de los propósitos de la observación es su uso en la identificación de


competencias en los maestros (Macmillan y Pendlebury, 1985; Wiersma y Gibney,
1985). Fleming (1973) destaca que la observación consiste en identificar las
competencias de una facultad y encontrar recursos para aumentar el potencial
creativo. Muchas veces la visita de observación puede ayudar al supervisor a
comprobar si el maestro está debidamente capacitado profesionalmente para llevar a
cabo su tarea de enseñar en forma eficaz (Arnaldi, 1978). Además de los propósitos de
la observación identificados anteriormente, está el de la evaluación del maestro. Hay
discrepancia entre los estudiosos del tema en relación a si es permitido o no usarse
como mecanismo o medio de evaluación. Peterson (1985- 86) recalca que, dada la
ambigüedad en los instrumentos de observación, ésta no debe ser utilizada en el
proceso de evaluación de la enseñanza en un cien por ciento. Loubriel (1973) aclara
que aunque la observación haya caído en descrédito como mecanismo o instrumento
de evaluación, no implica que no se pueda usar como medio para evaluar la
competencia de los maestros, especialmente los de menos experiencia. Algunos
autores señalan que la observación es uno de los instrumentos más eficaces para
evaluar la eficiencia del maestro de acuerdo al aprendizaje del alumno (Wiersna y
Gibney, 1985). Por otro lado, Stodolsky (1984) enfatiza las limitaciones que tiene la
observación como procedimiento de evaluación. Según éste, para evaluar se depende
de la ocasión y circunstancias de la observación, o sea, hay que tener un
procedimiento pre específico, lo que según el autor, no existe en muchas
observaciones. Otro que argumenta en contra del uso de la observación como medio
de evaluación lo es Wiles (1967). Sostiene éste que la observación de una lección no es
una muestra perfecta de la enseñanza que se ofrece. Hay que tener una base completa
de lo qué se enseña y cómo se enseña para decidir sobre la evaluación de la calidad de
la enseñanza como tal. Si la observación tiende a utilizarse como un aspecto de la
evaluación, pueden correrse los riesgos que limite los alcances del mejoramiento de la
enseñanza (Wiles, 1967). La observación puede ser útil en la identificación de
patrones de comportamiento, no solo en el maestro, sino en el estudiante como
partes o componentes de la situación instruccional (Lemus, 1975.
Independientemente de la utilidad que tenga la observación y las diferencias que
pueda existir entre los que defienden uno u otro punto, hay que reconocer que es de
gran ayuda en la supervisión del maestro. Si en algo todos los estudiosos antes
citados están de acuerdo, es en la importancia de que antes de llevar a cabo una visita
de observación se tenga en mente unos propósitos definidos que le ayuden a
contestar al supervisor y al maestro el por qué de esa observación (Berman y Usery,
1966; Lemus, 1975; Loubriel, 1973; Mosher y Purpel, 1972; Nerice, 1975 y Oliva,
1976).

Todo lo anterior nos indica que la observación es la forma más adecuada de describir
lo que pasa dentro de la sala de clases (Glickman, 1985). Esta descripción ayudará a
eliminar cualquier confusión en relación con lo que verdaderamente pasa dentro de
la sala de clases. De esta forma se tendrá un cuadro más claro y real y se estará en
mejor posición para ofrecer una verdadera ayuda al maestro para que éste mejore su
enseñanza. He ahí la importancia de contar con un propósito definido cuando se
decide visitar a un maestro con el propósito de observarlo en acción.

La observación en la sala de clases como técnica directa de supervisión, tiene una


serie de implicaciones tanto para el maestro como para el supervisor en su intento de
hacer de esta un mecanismo o instrumento productivo y eficaz. Dada la importancia
de esta técnica, el supervisor se verá en la obligación de perfeccionar su función de
observador, si es que quiere servir de una verdadera ayuda al maestro en el
mejoramiento de la enseñanza. Para lograr lo anterior, este deberá tomar en
consideración al maestro y otorgarle una participación más activa en el proceso de
observación. El supervisor debe fomentar y concientizar al maestro de la importancia
de la observación en la toma de decisiones relacionadas con la enseñanza. Su función
y desempeño en la observación determinarán a largo plazo el éxito o fracaso de la
misma. El maestro, dentro del proceso de la observación, debe aprovechar las
oportunidades que el supervisor le ofrece y compartir con éste las necesidades que
tenga relacionadas a su forma de enseñar. Debe confiar en la observación y reconocer
que es una de las técnicas más adecuadas en la recopilación de la información
necesaria para ofrecerle una verdadera ayuda. También debe tratar de participar
activamente en la planificación de las visitas que el supervisor haga a su sala de
clases. Es deber del maestro exigir que se le ayude a mejorar su ejecución, pero claro
está, dentro de un clima de respeto mutuo.

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