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UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTOS

(UAPA)

TEMA
El Ensayo

ASIGNATURA

Español II

SUSTENTADO POR:

Yesenia Altagracia Vásquez Martínez

16-0628

FACILITADORA
Lucrecia Lalondriz

Santo Domingo Este, R.D. 7 de octubre de 2016


QUINTA SEMANA

El ensayo

Ejercicios de asimilación

I- Desarrolla las cuestiones siguientes:

1.- ¿Qué es un ensayo?

El ensayo es un escrito en prosa con características particulares, ya que este


adopta la objetividad de la ciencia y la subjetividad del arte. Se dice que el mismo
es el resultado de una reflexión profunda por parte del autor ya que este define
la actitud del mismo frente al objeto de ensayo, no al objeto mismo.

2.- Describe el papel de las funciones denotativa y connotativa del


lenguaje en el ámbito del ensayo.

El lenguaje denotativo. Es cuando el texto es totalmente objetivo. En este tipo


de texto no se explica los recursos de la poesía por ejemplo. La personificación,
la metáfora, etc.

El lenguaje connotativo cuando un texto está escrito de manera connotativa,


significa que es subjetivo. Por ejemplo. Los poemas normalmente son
connotativos ya que tiene el uso de la metáfora, la hipérbole, la preconización.
Estos elementos hacen que el texto no sea directo y no este escrito tal como algo
estaría escrito en un diccionario.
3.- El ensayo es una reflexión personal del autor. Sin embargo, se
recomienda hacer una documentación del tema antes de empezar a
escribir. ¿Por qué?

La documentación aportara conocimiento y nuevas ideas al autor, por eso es


recomendable ya que esta constituye el fundamento del ensayo.

4.- ¿Cuáles son las características del ensayo?

En primer lugar es un escrito que se nutre de la prosa argumentativa y expositiva


por tanto este suele ser:

. Es generalmente breve.

.Puede ser de un tema científico, literario, filosófico. Económico o social.

.En este la denotación y la connotación conviven simplemente en armonía.

.Prioriza la amenidad sobre el rigor científico, si bien en algún caso su objeto es,
precisamente, divulgar un tema científico.

.Pone de manifiesto la solidez o puerilidad del bagaje cultural del autor.


II.- Lee detenidamente el siguiente ensayo. Responden las
interrogantes que aparecen al pie del mismo:

El arte de escribir

Jorge Mañach

Cubano (1898 – 1961)

Evidentemente, escribir es sólo cuestión de tener algo que decir y de


decirlo lo mejor posible. Por lo tanto, de substancia y de forma.

Prescindamos por el momento de lo que resulta anterior aún a eso,


que es la preparación general, el fondo de cultura y de adiestramiento
específico indispensable para tener algún depósito contra el cual
girar. Sobre eso vendremos luego, aunque sea previo. Asumamos
que ese fondo existe en mayor o menor medida, y que nuestro
escritor en ciernes experimenta unas ganas irresistibles de
expresarse literariamente. Lo primero, repito, en ese trámite, es lo
que se quiere decir: la substancia.

La substancia puede ser de índole muy variada; substancia de


pensamiento, substancia de cosas o substancia de emoción. En
otras palabras: el escritor se pone ante la cuartilla como un
meditador, como un “reportador” o como un poeta…aunque sea en
prosa. Obviamente, el trance menos severo es el del que llamo
“reportador”. Tiene éste el mundo, o una parcela de él, frente a sí.
Las cosas que se propone entresacar de él y revelar o destacar al
lector están ahí: es sólo cuestión de elegirlas con acierto, por lo que
tienen de insólitas o, al contrario, de características; por lo que tienen
en todo caso, de significativas. Si no ve eso, no vale la pena que
escriba. El escritor es por definición, un señor que cree ver más o
mejor que los demás. No hay modo de quitarle al oficio esa vanidad.
Y ya el ver claras las cosas significativas, el verlas con su propio
perfil, no es poca substancia. De los buenos informadores, entran
pocos en libra.

Otro modo de substancia es la emoción que se experimenta ante


las cosas o por la ausencia y nostalgia de ellas. Es la materia del
poeta; del escritor de sensibilidad o el escritor de fantasía. El primero
es el que se conmueve con presencias; el segundo, el que se
emociona con ausencias. Aquél podrá informar primero de las cosas
que le impresionan, como en el caso del cronista o del narrador, pero
lo más importante de su materia será siempre la herida que ellas
hacen en su sensibilidad, y su acierto expresivo consiste en respirar
por esa herida. El segundo se crea un mundo a su gusto o su
angustia. Tendrá que ser un mundo interesante, un mundo en que el
aleteo de su fantasía sea bastante vigoroso para despertar la fantasía
que los demás hombres llevan dormida.

Y finalmente, está el escritor cuya materia es el pensamiento. Se


parece mucho al escritor emotivo; sólo que en él la sensibilidad es de
la inteligencia y de la conciencia, y consiste en la aptitud para
reaccionar con ideas ante las cosas del mundo, o ante las ideas
mismas de él y de los demás.

Es evidente que esas substancias _ imágenes de cosas, emociones,


ideas_, se tienen o no se tienen cuando se va a escribir. No sé qué
haya ninguna fórmula para hacerse de ellas, para agenciárselas a la
fuerza. La cultura contribuye mucho a esa dotación, pero si no va
acompañada de sensibilidad, la cultura por sí sola no vale. Hay
mucha gente cultísima que no sabe escribir, no ya porque carezca de
la técnica del caso, a que luego me referiré, sino porque tiene lo que
pudiéramos llamar la cultura pasiva, sin vibración de sensibilidad
bastante para irradiar las substancias de ella. Miran, sienten y
piensan para sí. La experiencia del mirar, el sentir y el pensar no los
llena y estremece al punto de que necesiten desbordarse en la
comunicación literaria. El escritor genuino es siempre una
sensibilidad que no puede contenerse. Por eso generalmente, se les
paga tan mal.

Una vez en posesión de esa materia efusiva, el problema del escritor


es precisamente la efusión; cómo expresarla, cómo sacársela de
dentro y darle un cauce comunicativo. Y aquí me parece que no hay
más que dos vías posibles: la de la inspiración y la del método.

La inspiración es un modo de expresarse que, misteriosamente, se


ordena a sí mismo. Es propio de los escritores poéticos, pero no
patrimonio exclusivo de ellos. Hay días en que también el reportador
ve las cosas más significativas que nunca; impudorosamente
parecen mostrarle de por sí su perfil desnudo y agruparse en su justa
jerarquía, sin que haya más que trasladar al papel su misteriosa
espontaneidad. También el meditador habitualmente afanado tras la
esquivez y sutileza de los conceptos, tiene días en que éstos se le
echan encima como un rumoroso enjambre y le punzan lo más
delicado de la conciencia, como si quisieran incitarle al hallazgo y la
plenitud. En esos días, se dice que se está “inspirado”.

Vaya usted a saber de qué depende eso. A lo mejor, de una buena


digestión, de una víspera de sueño reparador. O tal vez de un culto
destilamiento que lentamente se le ha ido produciendo entre los
cuarzos del espíritu.
La inspiración, pues, es un estado de gracia. Lo mismo le puede
sobrevenir al escritor novicio que al veterano. Los poetas dependen
casi enteramente de ella (por eso escriben tan poco…si son poetas
de verdad). Los demás, no pueden depender de cosa tan adventicia,
sobre todo si son escritores profesionales. Cuando las imágenes y
las ideas no hallan su camino de por sí, no hay más remedio que
abrírselo. Esto es lo que se llama metodizar la exposición. Método
significa, como es sabido, camino.

Permítaseme tomar el ejemplo que me es más cercano en este


momento. Mientras esto escribo, ando un poquillo afortunado. Mal
que bien, esto va saliendo con cierto orden, sin que yo hiciera
demasiado plan previo de expresión. Sencillamente, antes de
ponerme a escribir, puse en una cuartilla, a la carrera, diez o doce
renglones de tipo telegráfico, con las ideas y las fórmulas verbales
que de entrada se me ocurrieron acerca del tema. Como no tenían
orden espontáneo alguno, se lo he ido dando al escribir. Pero mucho
más a menudo ocurre que uno no está tan “de vena”; y entonces sí
hace falta un esquema previo de lo que se va a decir, un “esqueleto”
en que los conceptos se jerarquizan y articulan lógicamente. He aquí,
pues una primera recomendación para el novicio que quiera irse
habituando a la expresión ordenada, sobre todo en el campo de las
ideas. Solamente cuando uno ya se ha disciplinando un poco en eso,
puede confiarse con alguna soltura “a lo que salga”.

Pero nunca hay que confiarse demasiado. “Lo que sale” es,
frecuentemente, lo que cuesta menos trabajo. Aquello de la línea de
menor resistencia también opera en esto de escribir. Cierto
abandono ha sido característico del escritor hecho. Como el elegante
de raza, éste lleva sus prendas con naturalidad y soltura, hasta con
cierta displicencia. El “empaque” es una calamidad, en el escribir
como en todo; la retórica no es otra cosa que el estilo de “empaque”
o empaquetado. Pero no hay que exagerar la cosa. No hay que
olvidar, sobre todo, que para poder llegar a esa soltura y abandono,
es necesario haberse formado antes, por la disciplina, por la
vigilancia severa de la propia expresión, una especie de instinto de lo
que está bien. Nada hay más peligroso para el novicio que querer
escribir “fácilmente” antes de tiempo. De ahí proceden a menudo la
vulgaridad, la superficialidad, el simplismo, el contentarse con lo que
buenamente “sale”. Decía un buen pintor español Casado del Alisal,
que “el poco más o menos nunca ha hecho buenos artistas”.

Ejercicios

1.-Transcribe un párrafo expositivo de este ensayo.

La substancia puede ser de índole muy variada; substancia de pensamiento,


substancia de cosas o substancia de emoción. En otras palabras: el escritor se
pone ante la cuartilla como un meditador, como un “reportador” o como un
poeta…aunque sea en prosa. Obviamente, el trance menos severo es el del que
llamo “reportador”. Tiene éste el mundo, o una parcela de él, frente a sí. Las
cosas que se propone entresacar de él y revelar o destacar al lector están ahí:
es sólo cuestión de elegirlas con acierto, por lo que tienen de insólitas o, al
contrario, de características; por lo que tienen en todo caso, de significativas. Si
no ve eso, no vale la pena que escriba. El escritor es por definición, un señor
que cree ver más o mejor que los demás. No hay modo de quitarle al oficio esa
vanidad. Y ya el ver claras las cosas significativas, el verlas con su propio perfil,
no es poca substancia. De los buenos informadores, entran pocos en libra.

2.- ¿Cuál es el propósito de Jorge Manach en este escrito?

El propósito de este es dar a conocer el estilo de cada escritor que existe y como
este da lo mejor de sí, o como son sus atributos para la escritura.
3.- ¿De qué manera hace convivir la denotación y la connotación para
lograr sus fines? Ilustra con ejemplos.

Este da ejemplos connotativos cuando habla de la maravilla de cada escritor o


de cada persona que tiene su arte para escribir, cuando este habla de la
sustancia del escritor está haciendo una connotación, pero cuando este habla de
que la materia del escritor no la tienen todas las personas.

5.- Interpreta en tu propio estilo por lo menos tres de sus


recomendaciones; escribe un párrafo breve de cada una.

Dice que el escritor debe tener sensibilidad al escribir.

Debe ser emotivo.

Debe escribir de manera que despierte en el lector la imaginación y la fantasía.

III Elige un tema de tu interés, cuyas vivencias y posteriores


impresiones sean para ti tan relevantes que quieras compartir
con otros tus consideraciones al respecto. Redacta un ensayo
de cuatro párrafos, por lo menos. Cuida la ortografía, la
estructura y el estilo.

“La Urgencia de Educar para una Ciudadanía Responsable”

En este ensayo se plantea la necesidad de cultivar, a través de la educación,


una nueva generación de ciudadanos consciente de su rol social, y de su
responsabilidad en la construcción de un mundo mejor. En un segundo
momento, la importancia del papel que juegan los educadores en la consecución
de una cultura de paz, respetuosa de los derechos humanos y comprometida
con la justicia, el cuidado y preservación del medio ambiente.

Educar es mucho más que enseñar sobre ciencia o matemáticas, si consultamos


la definición de educar encontraremos que es desarrollar las facultades
intelectuales, morales y afectivas de una persona de acuerdo con la cultura y las
normas de convivencia de la sociedad a la que pertenece. Sin embargo educar
para una ciudadanía responsable es desarrollar en otras personas la capacidad
de decidir por sí mismo.

El papel de la educación en las escuelas en la que entra en acción la práctica


docente es el de apoyar a sus estudiantes en el procesos de construcción de su
conciencia crítica, de promover en ellos el ejercicio de una ciudadanía que
reconoce sus deberes y que no acepta como dadiva, lo que le pertenece por
derecho.

Indiscutiblemente, el maestro(a) tiene una gran responsabilidad. Aceptar el


compromiso, implica una constante actualización de sus conocimientos y el
fortalecimiento de su práctica docente. No procede ya culpabilizar a otros de los
desaciertos, es momentos de aprender a prometer y a cumplir con nuestras
promesas, actuando por convicción propia y no para cumplir los estándares de
nuestras instituciones.

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