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Ficha 2.1.

FORMAS JURÍDICAS

Taína López Cruz


Licenciada en Actuación por la Escuela Nacional de Arte Teatral (2001-México), con
especialidades en Políticas Culturales y Desarrollo (Máster-Universidad de Girona 2003) y
Gestión y Producción de Artes Escénicas (Postgrado-Universidad de Barcelona 2005). Ha
trabajado como gerente, jefe de producción y gestora cultural para diferentes organizaciones,
compañías y festivales como el centro de creación l’Animal a l’Esquena de Celrà, el Festival
Innmotion de Barcelona o el Festival Internacional Cervantino de México, entre otros. Ha
participado en proyectos de investigación aplicada para organismos como la Fundación
Carolina, el Fondo –ODM de las Naciones Unidas, o AECID.
Actualmente es gestora cultural independiente especializada en cultura, cultura y desarrollo
y formación de gestores culturales. Ejerce principalmente en el ámbito de la formación
participando como docente y en el diseño de programas formativos para organismos
como la Universitat Oberta de Catalunya, la Cátedra UNESCO de Políticas Culturales y
Cooperación de la Universidad de Girona o la Organización de Estados Iberoamericanos.
Es autora de diversos materiales formativos, y co-autora de publicaciones y artículos en el
ámbito de la cultura. En el ámbito de la producción colabora con la productora Produccions
Grau Peirò y coordina la oferta cultural de su localidad de residencia, Juià, en Girona.

Antònia Vallès Majoral


Experiencia profesional
Centre Gestió, SLP. Consultora de gestión. A partir de enero de 2013.
Agente de seguros. A partir de enero de 2013.
Mémora Servicios Funerarios, SLU. Asesora-tramitadora. A partir de julio de 2014.
Fundación Intermèdia. Prospección de empresas para el programa de medidas activas de inserción para
personas destinatarias de la renta mínima de inserción. Noviembre de 2014-abril de 2015.
L’anella empresarial, SLU. Gestión de bolsa de viviendas para alquiler social y joven del Ayuntamiento
de Girona, servicios de gestión inmobiliaria y trámites administrativos. Septiembre de 2009-diciembre
de 2012.
API Immobles SLU. Directora-gerente. Julio de 2006-julio de 2009.
Mútua Intercomarcal de AT y MP. Coordinadora de Gestión del Pla de l’Estany, la Garrotxa y el
Ripollès. Septiembre de 2004-abril de 2006.
Gremiat Mutua de AT y MP. Delegada provincial de Girona. Julio de 2000-mayo de 2004.
Mutua General de Catalunya, MPS. Delegada de la provincia de Girona. Septiembre de 1998-junio
de 2000.
Girolabor, SA ETT. Directora provincial. Octubre de 1994-marzo de 1998.
VILALLONGA GRUP. Jefe contable del grupo. Septiembre de 1986-noviembre de 1993.
Participación en proyectos sociales
Equipara (2005-2006), Tràmits Gent 3 (2011), Escudella Solidària (inicio de 2013), Mesa Ciutadana i
d’Entitats per a la Participació de Girona (2012-2014), Gatzara (2012), Psicomotricitat Girona (2012),
Banc del Temps (inicio de 2013).
Estudios reglados
Licenciatura en Ciencias del Trabajo. Universidad de Girona (2005).
Diplomatura en Relaciones Laborales. Escuela Universitaria de Graduados Sociales de Barcelona (1986).
Técnica Especialista Administrativa. Instituto Politécnico de FP de Girona (1983).
Estudios no reglados
© Autor/a, 2015 Dirección y gestión empresarial, coaching con caballos, recursos humanos, informática nivel usuaria,
seguros, especialización inmobiliaria y salud en el trabajo. Realizados en: Cámara de Comercio de
Todos los derechos reservados Girona, Fundación Intermedia, FOEG, Escuela de Gestión Empresarial (UdG), Instituto Formutua,
Colegio de API de Girona, Centro de Negocios Inmobiliarios de Cataluña y Fundació Universitat de
© de esta edición: UdG Girona.
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Descripción
La forma jurídica de una organización o un individuo es aquella que determina
sus derechos y deberes en el ejercicio de sus actividades económicas, según su
ámbito profesional de actuación.
Toda persona o agrupación de personas que deseen iniciar una actividad u
operación económica, deberá adoptar una forma jurídica determinada, según
su marco normativo. Este aspecto es muy importante, ya que el hecho de
notas
que toda persona (todo ser humano) tenga el derecho de iniciar actividades
económicas según su ámbito profesional, debe adquirir la capacidad de ejercer
dicho derecho y la adopción de los deberes a los que obliga este ejercicio. Para
ello debe cumplir ciertas características, como estar en condiciones de ejercer
ese derecho en función de una edad determinada, por ejemplo (un menor
de edad no podrá iniciar por sí mismo una actividad económica, entre otros
supuestos).
Cada contexto (con excepciones y un mayor o menor grado de democracia)
estructura un ordenamiento jurídico que determina a quiénes se destinan las
normas, y quiénes pueden ser titulares de los derechos y deberes que dichas
normas dictaminan. En este marco, se diferencian tipos de personas jurídicas,
individuales o colectivas, y cada tipo tiene adjudicados unos derechos y unos
deberes específicos. Existen muchas teorías sobre el sustrato y la base teórica
del concepto de persona jurídica, pero en un sentido técnico supone más que
una denominación; es decir, es el mecanismo por el cual el orden jurídico
otorga derechos y exige obligaciones a personas, de un modo individual o
colectivo.
En este marco, cabe hacer dos distinciones:
Persona física (también denominada persona natural): aquí suelen surgir
varias confusiones ya que en un Estado de derecho todas las personas son
personas jurídicas, en tanto que la denominación de jurídico no es más que la
fórmula para indicar la ostentación derechos y obligaciones. Aun así, se suele
diferenciar entre persona jurídica y persona física, entendiendo la segunda
como cualquier ser humano. Esto genera confusión porque, como ya se ha
especificado, en un Estado de derecho todo ser humano debe gozar de los
derechos que le otorga su marco normativo y cumplir los deberes a los que
se le obliga, con lo cual no cabría dicha distinción. Pese a ello, en un sentido
técnico y desde el punto de vista del ejercicio de actividades económicas, la
persona física es la que asume toda la responsabilidad, a título personal, de
sus actividades económicas, y todas las consecuencias derivadas de dichas
actividades. En este sentido, por ejemplo, una persona física tendrá que
hacer frente a las deudas que pueda generar su actividad con la totalidad de
su capital personal.
Persona jurídica: comúnmente asociada a organizaciones o empresas
constituidas por más de una persona, aunque también existen las denominadas
empresas unipersonales. La diferencia con las personas físicas es que la persona
jurídica ostenta derechos y obligaciones como entidad, no como individuo, lo
que repercute en el hecho de que toda la responsabilidad se limite a la entidad
(y no al empresario o el dueño de dicha entidad, a título personal); es la entidad
la que asume todas las obligaciones, y la que tendrá que responder por todas las
consecuencias de su actividad económica. En este sentido, a diferencia de lo
que sucede con la persona física, la persona jurídica deberá afrontar las deudas
que pueda generar su actividad solo con el capital de la entidad, no con el de su
dueño a título personal.
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Función
La función de una forma jurídica determinada es adquirir la capacidad para iniciar
actividades económicas y acogerse a un marco normativo adaptado al tipo de
actividades que se deseen iniciar. No es posible iniciar actividades económicas si
no se ha adoptado una forma jurídica u otra, con lo cual es un paso ineludible para
la realización de actividades profesionales (a menos que se trate de actividades
gratuitas ya que, como determina, por ejemplo, la Agencia Tributaria española,
notas «No tendrán la consideración de empresarios o profesionales quienes realicen
exclusivamente entregas de bienes o prestaciones de servicios a título gratuito»).
Personas que intervienen
En la gestión y la dirección de una forma jurídica determinada pueden intervenir
muchas personas según el tipo de entidad del que se trate. Podemos identificar
los siguientes grupos:
Administración del Estado y órganos normativos: toda forma jurídica deberá
estar debidamente registrada, validada y regulada por los órganos del Estado
correspondientes. En este marco son muchos los órganos que pueden intervenir,
pero son indispensables para constituir y gestionar, en cumplimiento del marco
legal que corresponda, cualquier forma jurídica.
Órgano de gobierno: toda forma jurídica tendrá un órgano de gobierno que tome
las decisiones que afecten al funcionamiento de la entidad. Cada forma jurídica
tiene sus propias especificidades en esta materia. En el caso de las entidades
unipersonales, el órgano de gobierno será la misma persona que ostente la forma
jurídica en cuestión.
Socios: la mayoría de las formas jurídicas se componen mediante personas
asociadas, y estas personas tienen, en mayor o menor medida, una incidencia
en la toma de decisiones de la entidad. En el caso de las formas que suponen un
funcionamiento asambleario, por ejemplo, las personas con capacidad de voto
pueden tener una gran influencia en el futuro de la entidad.
Gestores y empresas especializadas: es muy habitual y altamente recomendable
(especialmente si la forma jurídica es compleja) contar con los servicios de un
profesional (o una empresa especializada) en los aspectos legales y las obligaciones
a las que se debe someter cualquier entidad. No es imposible prescindir de este
tipo de servicios externos, pero es recomendable dejar en manos de especialistas
todo lo que tenga que ver con el cumplimiento de las obligaciones legales de la
entidad, en todos los aspectos.
Personas contratadas o que prestan servicios: según las necesidades o la medida
de las distintas formas jurídicas, estas tendrán a su cargo a otras personas que
presten servicios profesionales, o a empresas especializadas en la prestación de
servicios externalizados (como las gestorías, por ejemplo).

Características

Constitución y alta de la organización, la empresa o el profesional


El primer paso para adoptar una forma jurídica es darla de alta legalmente, es
decir, comunicar al órgano competente (en España, la Agencia Tributaria) que
se inicia una actividad económica, lo que implica la adopción de la forma jurídica
que regule esa actividad. Debemos recordar que, a pesar de que las personas
tengan derecho a iniciar las actividades económicas legales que crean oportunas
(y según la normativa vigente), previamente deben adquirir la capacidad de
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ejercer este derecho y comprometerse al cumplimiento de las obligaciones


correspondientes; por ello, se tiene que comunicar el inicio de la actividad, y
constituir y dar de alta la forma jurídica que mejor se adapte.
En este sentido pueden haber muchos modos de constituir y dar de alta una
organización, empresa o a un profesional a título individual en relación con
una forma jurídica específica según cada contexto nacional. A continuación se
describen algunos aspectos generales.
En primer lugar, se debe afrontar la constitución de la entidad. Esta constitución notas
debe ser documental, es decir, debe quedar reflejada en un documento
constitutivo en el que se definan todos los detalles que caracterizan a la entidad
(las actividades que realiza, la dirección donde se establece, las normas que la
rigen, el período de vigencia de la entidad y el modo de prorrogar estos periodos,
las personas que la conforman ...). Este documento constitutivo es el acuerdo en
relación con todos los extremos que definen la entidad por parte de las personas
que la conforman, por lo que tiene que estar firmado por todas ellas. El formato
de este documento constitutivo suele depender de la forma jurídica que se adopte,
y puede requerir otros modelos específicos definidos por la ley. Los modelos en
los que se ha de acoger una entidad para constituirse documentalmente tienen
el objetivo de garantizar que se incluyan todas las informaciones necesarias para
determinar, con precisión, la naturaleza, la forma, los miembros y el marco
normativo de la entidad; normalmente, estos modelos tienen que ser aprobados
por el órgano competente y de ellos depende poder considerar constituida la
entidad. Un símil útil es el del nacimiento de una persona: debemos comunicar
su nacimiento, registrarlo para que el Estado la integre como una ciudadana o
un ciudadano de la nación (con unos derechos y unos deberes concretos). Una
entidad también se registrará, pues, y su registro supone la asunción, como en el
caso de una persona, de unos derechos y unos deberes determinados.
Por ello, la comunicación del nacimiento de una entidad (sus miembros saben
que ha nacido para que la han constituido, pero el Estado todavía no tiene
ninguna noticia) es un paso indispensable que según el marco normativo de cada
contexto puede requerir la realización de diversos trámites. A continuación,
ofrecemos algunos ejemplos:
Registro: la nueva entidad debe registrarse, como ocurre cuando nace una
persona. Este registro se realizará ante el órgano competente y es el aval que
certifica que la entidad está correctamente constituida, y que la Administración
del Estado es conocedora de su existencia. Normalmente, este registro se aplica
a las entidades y no a los trabajadores autónomos, aunque esto dependerá de
cada marco normativo concreto. El registro puede suponer la inscripción del
documento constitutivo de la entidad y la revisión de toda la documentación que
justifica esta constitución. En el caso español, el registro conlleva la obtención
de un número sin el cual no es posible la realización de otros trámites de
comunicación del nacimiento de una nueva entidad.
Número de identificación fiscal (NIF): es el número de identificación de la
entidad, tal como las personas, en muchos países, también disponemos de un
número de identificación personal. En el caso de los trabajadores autónomos,
esta cifra suele ser su NIF personal, pero en el caso de las entidades es un número
completamente nuevo. La composición del NIF (alfanumérica, por ejemplo)
facilita información sobre la forma jurídica de la entidad, con lo que facilita su
identificación. Es indispensable para cualquier transacción económica, ya que
(como se explica en el documento sobre gestión económica), cualquier factura,
contrato, etc., que involucre la entidad debe incluir su NIF para tener validez. La
obtención del NIF también puede ser un requisito para realizar otros trámites
relacionados con las comunicaciones del nacimiento de la nueva entidad.
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Alta: en el caso español hablamos de la alta censal, es decir, de la comunicación


del inicio de actividades económicas de una nueva entidad (o la comunicación de
las modificaciones que se hayan producido, posteriores a la primera alta censal).

En el ámbito de competencias del Estado, corresponde a la Agencia


Estatal de Administración Tributaria la formación y el mantenimiento
de los censos tributarios y registros definidos reglamentariamente.
Para la consecución de tal fin, las declaraciones censales constituyen un
notas instrumento fundamental. […] El Censo de los Obligados Tributarios,
está formado por la totalidad de las personas físicas y jurídicas, así
como los obligados tributarios a que se refiere […] la Ley 58/2003.
[…] Formando para del censo de obligados tributarios, se encuentra
el Censo de Empresarios, Profesionales y Retenedores, constituido
por las personas o entidades que desarrollen, o vayan a desarrollar un
territorio español [actividades económicas determinadas].

La Administración define una serie de actividades económicas y condiciones


que definen dichas actividades en función de una serie de supuestos. Estar
dado de alta como persona física o como persona jurídica es una obligación y
un mecanismo para la adopción de los deberes tributarios específicos de cada
tipo de entidad colectiva o individual, es decir, el alta en el censo (en este
ejemplo) permite a la Agencia Tributaria obligar, comunicar, reclamar, etc.
el cumplimiento de los deberes (pagos, comunicaciones, declaraciones, etc.)
tributarios que correspondan a cada forma jurídica.
Pueden haber otras comunicaciones necesarias para formalizar la constitución de
una entidad o declarar el inicio de una actividad económica según cada contexto;
lo más importante es asegurar que se cumplen todos los requerimientos legales,
y que la Administración dispone de toda la información y los mecanismos
necesarios para la regulación de las actividades de la entidad, y para garantizar
el cumplimiento de las normas que corresponda.

Tipos de formas jurídicas


Existen muchos tipos de formas jurídicas, al margen de las dos distinciones
descritas anteriormente (personas físicas y personas jurídicas) en función del
tipo de actividad económica que realizan. No son generalizables a todos los
contextos (cada contexto tiene sus propios tipos y denominaciones), y no todos
los tipos tienen interés para el ámbito cultural, ya que unos son más adecuados
que otros para la gestión de la cultura.
Por ejemplo, en el caso español, podemos encontrar los siguientes tipos:

• Asociaciones y fundaciones.
• Comunidades de bienes y herencias.
• Comunidades de propietarios.
• Congregaciones e instituciones religiosas.
• Organismos públicos.
• Sociedades anónimas.
• Sociedades civiles.
• Sociedades colectivas.
• Sociedades cooperativas.
• Sociedades de responsabilidad limitada.
• Uniones temporales de empresas.
• Etc.

En cada contexto nacional, seguramente encontraríamos muchos más tipos


y denominaciones, con lo cual es imposible en un solo documento ofrecer
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detalles que las abarquen todas. Por ello proponemos las fórmulas anteriores
como ejemplo (en el caso español), y porque se trata de formas jurídicas muy
habituales en el ámbito cultural. A continuación, detallaremos de un modo
general las características de los trabajadores autónomos (persona física) y de las
asociaciones, las fundaciones y las sociedades que más nos interesan para el caso
que nos ocupa (persona jurídica).

Trabajadores autónomos
notas
El o la trabajadora autónoma es aquella persona que inicia, por cuenta propia
e individualmente, una actividad económica lucrativa en el ámbito de su
profesión. Se considera persona física porque asume, a título personal y con la
totalidad de su patrimonio (actual y futuro, y lo que genere con su trabajo), todas
las obligaciones y las consecuencias derivadas del ejercicio de su actividad.
La decisión de iniciar una actividad económica es personal, y normalmente no
exige la confirmación de esta decisión mediante documento escrito (como en
el caso de las entidades); sin embargo, se debe hacer constar oficialmente la
toma de algunas decisiones (como, por ejemplo, la actividad económica que se
realizará) y comunicarlo a los órganos competentes.
El tipo de actividad económica normalmente se debe corresponder con
alguna de la de actividades permitidas en este sentido (muy probablemente, en
ningún contexto encontraremos la posibilidad legal de dar de alta actividades
consideradas delitos, como terrorismo, narcotráfico, etc.). Cabe mencionar aquí
un caso interesante devenido en España: la reivindicación que se hizo en su
momento de la profesión de gestor cultural y que dio origen a su reconocimiento
profesional por parte de los servicios de empleo. Esto ha permitido que un
gestor cultural se pueda dar de alta como tal, es decir, que la lista de profesiones
incluye la de gestor cultural, lo que posibilita dar de alta una actividad económica
con esta denominación (o epígrafe, que en este caso es la lista de actividades
económicas oficiales que se pueden dar de alta en el momento de realizar la
declaración censal). La definición del tipo de actividad es importante porque
determinará una serie de características específicas en materia de impuestos,
restricciones, etc.
Por un lado, se tiene que formalizar el alta de la actividad económica en
Hacienda o el órgano tributario que corresponda a cada contexto, para
formar parte de lo que en España se denomina censo de obligados tributarios
(que incluye el censo de empresarios, profesionales y retenedores); es decir, el
órgano que registra a todas las personas o entidades que inician una actividad
económica, y a través del cual se regulan, comunican y exigen las obligaciones
a las que deben responder a su marco normativo. Esta alta, en el caso español,
se realiza mediante la llamada declaración censal y siguiendo unos modelos
determinados.
Por otro lado, también se tiene que formalizar el alta en la Seguridad Social. En
muchos marcos normativos nacionales, cualquier trabajador tiene la obligación
de ceder una parte de sus ingresos a un fondo destinado al acceso futuro a una
pensión (a partir de una edad determinada, la edad de jubilación fijada por
la ley), y a la cobertura sanitaria en caso de sufrir enfermedades o accidentes
laborales. En España, el alta en la Seguridad Social se formaliza en el régimen
de autónomos (RETA). El marco normativo de muchos países con un sistema
de seguridad social público obliga a formalizar esta alta; con todo, también
podemos encontrarnos en la obligación (en ausencia o con sistemas de seguridad
social públicos limitados) de contratar una cobertura sanitaria, un plan de
pensiones o un seguro de accidente laboral privado a empresas de seguros o
entidades bancarias.
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El NIF de un trabajador autónomo suele ser su mismo número de identificación


personal.
Normalmente, se considera trabajador autónomo al profesional o el trabajador
que realiza una actividad económica de forma habitual y sostenida en el tiempo,
aunque una persona se puede dar de alta como trabajador autónomo tantas veces
como lo requiera su actividad económica, pudiéndose producir altas y bajas
(según su marco normativo) en un mismo año, por ejemplo.
notas
Asociaciones
Una asociación es la agrupación de un número determinado de personas (suele
haber un número mínimo de personas necesarias para la constitución) que se
unen para llevar a cabo una actividad colectiva, con unos objetivos comunes.
Forman parte de las llamadas organizaciones sin ánimo de lucro, lo que supone
que no persiguen el reparto de beneficios (no pueden generar ganancias y los
ingresos que generen deben reinvertir en las actividades para las que fueron
constituidas). Pertenecen al grupo de las personas jurídicas, lo que permite la
separación de los bienes de la entidad de los personales de cada miembro (de cada
socio), así como que sea la asociación la que asume todas las responsabilidades
y las consecuencias del ejercicio de sus actividades, y no sus miembros a título
individual.
Lo más frecuente es hallar un marco legal definido para las actuaciones, los
derechos, los deberes, etc., de este tipo de persona jurídica, que en el caso de
España está definido por la Ley Orgánica 1/2002, de 22 de mayo, reguladora
del derecho de asociación (aunque se pueden aplicar, además, otras leyes locales
específicas). Pero en su regulación pueden influir muchas normativas más,
como las relacionadas con las actividades económicas en general y la rendición
de cuentas, las que regulan todo lo relacionado con el ámbito laboral (en el
caso de una asociación que tenga empleados), el tributario, los permisos y las
licencias (por ejemplo, en caso de abrir un local al público), etc. Por tanto, más
allá de la normativa aplicable en materia de asociaciones, es muy importante
tener claros cuáles son los marcos normativos aplicables y las obligaciones con
las que se deberá alinear la asociación una vez se ponga en funcionamiento.
Cabe mencionar que las asociaciones eran, tradicionalmente, estructuras muy
independientes y poco reguladas legalmente, poco sometidas a control pero que,
al menos en el caso español, cada vez están más reguladas y deben cumplir con
mayores exigencias. Sea como sea, siguen siendo un tipo de forma jurídica fácil
de constituir y muy frecuente en el mundo cultural. El proceso para poner en
marcha una asociación lo podríamos describir del siguiente modo, teniendo
en cuenta que se puede asociar cualquier persona o grupo de personas a título
individual (legalmente capacitadas para hacerlo), o entidades (la asociación de
varias asociaciones es una federación).
Primero, necesitaremos formalizar su constitución y registrarla
documentalmente, es decir, que quede reflejada en un documento que
plasme el acuerdo entre sus socios. Este acuerdo de constitución se reflejará
en el acta constitutiva o acta de constitución, documento en el que se hacen
constar todos los datos (lugar, fecha y hora, miembros, etc.) del nacimiento de
la asociación. El acta constitutiva debe estar firmada por todos los socios, de
los que hay que incluir también todos los datos identificativos. También será
necesario contar con un documento que establezca toda la serie de artículos que
regularán internamente el funcionamiento de la asociación; este documento
son los estatutos. Los estatutos (que normalmente responden a un modelo
específico aprobado por ley) también deben estar firmados por todos los
socios de la entidad, ya que los tienen que reconocer y acatar. Finalmente, la
asociación deberá elegir su junta directiva, es decir, el órgano que velará por el
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cumplimiento de las actividades de la asociación, el alcance de sus objetivos, el


cumplimiento de su regulación interna (reflejada en sus estatutos, etc.). La junta
directiva suele tener estipulados unos cargos por ley y requerir unos mínimos
indispensables (por ejemplo, en España, es necesario que al menos haya un
presidente, un secretario y un tesorero en la junta directiva: con estas tres figuras
ya puede constituirse una asociación aunque no existan más socios). El conjunto
total de socios se denomina asamblea general.
Satisfechos estos requisitos (en otros contextos y determinadas circunstancias, es notas
posible que también existan otros), la nueva asociación deberá efectuar el registro
correspondiente en el órgano competente, obtener un número de identificación
fiscal (el de la nueva entidad creada) y dar de alta su actividad económica.
En la gestión de una asociación (al margen de la gestión propia de sus
actividades), es importante tener en cuenta ciertas tareas de mantenimiento,
como las siguientes:

• Todos los cambios que se produzcan en los estatutos se comunicarán y se


deberán inscribir los nuevos estatutos actualizados.
• Se deberán renovar las juntas directivas cada vez que lo establezcan los
estatutos, y volver a inscribir las nuevas juntas directivas.
• El programa de actividades, los presupuestos y otras informaciones
relevantes se deben dar a conocer a la asamblea general, en reuniones
convocadas periódicamente (al menos una al año), siendo necesario que
la propia asamblea los apruebe. Estas reuniones, sus contenidos y los
acuerdos derivados se harán constar en actas de la asociación firmadas,
normalmente, por el secretario de la asociación.
• Todas las actas de la asociación se archivarán y deben ser accesibles para
los socios (existen ciertos trámites para los que es necesaria la presentación
de actas, como en el caso de la inscripción de una nueva junta directiva).
• Hay que realizar un correcto seguimiento de todos los movimientos
económicos de la asociación (desde las cuotas de socios hasta todos los
demás tipos de actividades que supongan movimientos dinerarios), tanto
para un seguimiento interno como en el caso de estar obligados a rendir
cuentas ante la Administración pública (una obligación que se solía
entender como ajena a las asociaciones en general, salvo excepciones, pero
que ha sufrido cambios en las normativas obligando cada vez más a la
rendición de cuentas ante organismos oficiales a asociaciones de todo tipo).
• En caso de disolución, se deberá seguir el procedimiento legal establecido
para las asociaciones, que es sencillo pero incluye la baja de la entidad (en
el registro y el censo).
• Se deberá prestar atención al surgimiento de nuevas normativas que
afecten a las asociaciones, su funcionamiento y sus obligaciones.

Fundaciones
También forman parte de las llamadas organizaciones sin ánimo de lucro, como
las asociaciones. Están reguladas por ley, como en el caso de España (Ley estatal
50/2002, de 26 de diciembre, de fundaciones, al margen de otras leyes locales).
Algunas características específicas de las fundaciones:

• Sus actividades deben ser de interés general. El órgano competente,


por tanto, deberá verificar, previamente y en el registro legal de una
fundación, que sus actividades son efectivamente de interés general, así
como que disponga de la dotación fundacional inicial adecuada para
realizar estas actividades, como se describe a continuación. Por tanto, no
será posible registrar una fundación si no se ha superado esta validación.
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• Suponen la aportación de ciertos bienes por parte de los fundadores que


constituyen la base patrimonial de la entidad, y que componen de lo que
se llama una dotación fundacional inicial. Esta aportación no podrá ser
recuperada por los que la hayan realizado. Como base patrimonial, esta
dotación puede ser económica (o no serlo); en el caso de no ser dineraria, sí
se tiene que poder valorar en términos dinerarios. La ley regula la cantidad
y la forma de esta dotación, que se puede ver aumentada con el tiempo.
• Su órgano de gobierno interno es un patronato compuesto, también, por
notas al menos 3 miembros (que pueden ser personas físicas o jurídicas, públicas
o privadas) y designado inicialmente por los socios fundadores. La toma
de decisiones de gobierno es responsabilidad del patronato, y la gestión de
las acciones de la fundación puede (normalmente es así) contar con una
dirección ejecutiva designada por el mismo patronato, el cual delimita y
aprueba su gestión.
• Tanto el plan de actividades como las cuentas anuales se presentarán ante
el órgano competente en cada contexto, lo que supone un alto nivel de
control y regulación de esta forma jurídica por parte de la Administración
del Estado.
• Pueden tener ganancias y que estas incrementen su dotación fundacional,
pero no se pueden repartir entre sus miembros y estos no pueden recuperar,
de estos beneficios, lo que hayan aportado en la dotación inicial.
• Dispone de ciertas ventajas fiscales de las que no disfrutan las
asociaciones.
• Para poder proceder a su disolución, las fundaciones están obligadas a
seguir un proceso legal regulado y en ningún caso podrán recuperar la
dotación fundacional inicial, la cual se destinará a otra fundación con
fines similares que seleccionará el órgano legal con competencias en
materia de fundaciones.

Las fundaciones, como otras entidades, para constituirse (o por cesar su


actividad) necesitan contar con el registro documental de su constitución
(fuertemente regulado en el caso de las fundaciones y condicionado por un
proceso complejo de aprobación por disposición administrativa), la definición
y la inscripción de unos estatutos, la consecución de un NIF, el alta de su
actividad económica; en caso de disolución, se seguirá el procedimiento legal
estipulado para las fundaciones.

Sociedades
Las sociedades son formas asociativas que pueden adoptar diversos formatos en
función de la actividad económica para la que se constituyen. Se diferencian
de las dos formas anteriores porque tienen fines principalmente económicos, y
porque pueden generar beneficios. No están obligadas a reinvertir sus ingresos
en su actividad, sino que estos ingresos se pueden convertir en ganancias y ser
repartidos entre los socios. En este sentido, se podrán acoger a menos ventajas
fiscales que los dos tipos anteriores (encontraremos más fácilmente asociaciones
o fundaciones sujetas al reconocimiento de la exención de IVA que sociedades,
con algunas excepciones). Son la estructura más adecuada en un planteamiento
de organización desde la perspectiva de empresa.
Entre las distintas tipologías de sociedades hallaremos desde las más sencillas
(sociedades unipersonales o sociedades civiles) hasta las más complejas
(sociedades mercantiles). Lo más importante a la hora de decidir el tipo de
sociedad que se quiere constituir es que la estructura y el marco normativo
del tipo de sociedad sea el adecuado a la actividad económica que se quiere
emprender, y a las características de los socios. Algunos aspectos a tener en
cuenta para la elección de un tipo u otro de sociedad son:
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• Contexto: según el contexto, y en relación con la actividad que se desea


poner en marcha, se puede considerar más o menos adecuado un tipo u
otro de sociedad. Los futuros clientes pueden aceptar mejor (o peor) un
tipo u otro de forma jurídica si esta le vende o suministra un producto o un
servicio determinados. Según la forma de sociedad, se puede disfrutar de
más o menos ventajas competitivas en el entorno empresarial. Asimismo,
la Administración del Estado y el marco legal aceptarán mejor un tipo de
sociedad que otro para ciertas actividades. Es muy importante determinar
qué fórmula es la más adecuada para la actividad que se desea emprender notas
según el contexto, tanto de cara a los clientes y otras empresas, como a la
Administración.
• Responsabilidad: según el tipo de sociedad, la responsabilidad puede ser
limitada o ilimitada, es decir, unas sociedades afrontan sus deudas con
limitaciones según el capital de la sociedad (el patrimonio de la empresa)
y otros, limitadamente, con la totalidad del capital personal (y el de la
empresa) de sus socios.
• Socios: según la cantidad de socios será más adecuado un tipo u otro de
sociedad; también según sus características. Podemos hallar una cantidad
sensible de socios que exijan un tipo complejo de sociedad que, además,
requiera la dotación de un capital inicial; en estos casos, se debe valorar si
los socios pueden asumir una estructura compleja de funcionamiento, si
tienen la capacidad económica suficiente para cubrir la dotación inicial,
etc.
• Capital inicial: algunas sociedades, para constituirse, requieren una
inversión determinada, el destino de unos recursos a un capital inicial.
Esto mantiene cierta relación con la responsabilidad limitada o ilimitada,
ya que en el caso de una sociedad que se constituye con un capital inicial
puede limitar su responsabilidad a dicho capital y, en términos generales, el
capital empresarial, liberando a sus socios de responder con su patrimonio
personal. No siempre se dispone de un capital inicial suficiente, o puede
que la actividad a desarrollar no incluya este requerimiento; en este caso,
se tienen que medir muy bien las consecuencias futuras en materia de
responsabilidad que se asumirán según la forma de sociedad que se
adopte (la que permita empezar sin contar con un capital inicial).
• Impuestos: en esta materia existen muchas casuísticas que no
detallaremos (como no hemos entrado, tampoco, en detalles específicos
sobre los distintos tipos de sociedades que no son asimilables a todos los
contextos nacionales), pero es importante tener en cuenta que el tipo de
sociedad determinará las obligaciones tributarias que se deberán asumir.
Es importante conocerlas con detalle porque, una vez adoptado un tipo
u otro de sociedad, se habrán asumido unas obligaciones tributarias
ineludibles y específicas. Podríamos establecer dos grandes grupos
para ilustrarlo: por un lado, tendríamos las sociedades más pequeñas o
unipersonales, con obligaciones tributarias iguales o similares a las de las
personas físicas, ya que los socios responden personalmente en nombre
de la sociedad; por otro lado, tendríamos sociedades más complejas
(normalmente más grandes) que tributan a través de impuestos aplicables
a las entidades como personas jurídicas (en el caso español, el llamado
impuesto de sociedades).

Como ya se ha advertido en párrafos anteriores, no entramos en detalles de tipos


de sociedades porque no son asimilables en todos los contextos nacionales y en
cada contexto se habrá de realizar la correspondiente investigación en la materia
antes de tomar una decisión. Sobre todo necesario, en cualquier caso, asesorarse
bien antes de adoptar un tipo u otro de sociedad (y en general, un tipo u otro de
Máster de Gestión Cultural UOC-UdG 11

forma jurídica). Cada tipo de sociedad impondrá también unos requerimientos


constitutivos determinados y exigirá una gestión específica. Se deberá tener en
cuenta el circuito que ya hemos comentado en el caso de otras formas jurídicas,
es decir, una constitución documental, un registro de la nueva sociedad en el
órgano competente, la obtención de un NIF, el alta de la actividad económica...
entre otros requerimientos particulares de cada tipología.
Se ha realizado aquí una exposición muy general de las diferentes tipologías
notas de formas jurídicas básicas. El objetivo no es formar especialistas en cada una
de ellas, sino comprender que cada forma mantiene una correspondencia con
unos fines y unas actividades económicas concretas, y que de ello depende, en
primera instancia, la elección de una forma jurídica u otra. Normalmente, se
opta por la forma jurídica más sencilla de constituir, con una gestión más simple
y que permita disfrutar de más ventajas fiscales; con todo, estos no deberían ser
los únicos criterios para elegir una forma jurídica u otra: es indispensable contar
con asesoramiento especializado a la hora de tomar esta decisión.

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