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Lucas 11:1-13
EXORDIO:
La relación con Dios por medio de la oración es de lo más importante en nuestra formación
como discípulos de Jesucristo, pero es quizá lo más descuidado entre nosotros los creyentes
evangélicos.
PROPOSICIÓN:
El propósito del sermón de esta mañana es aprender a orar por medio del modelo de Jesús,
aprovechando su disposición para enseñarnos, tomando como fundamento sus enseñanzas sobre
lo que debemos orar, y dejándonos guiar por el Espíritu Santo para aprender.
CONFIRMACIÓN:
Cuando de aprender a orar se trata, el modelo por excelencia es el Señor Jesucristo. Dice la
Escritura que “… estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó, le dijo uno de sus
discípulos: Señor, enséñanos a orar …” (11:1). Al parecer fue el ver orar a Jesús lo que provocó
en este discípulo el interés en aprender a hacerlo. Dice la Biblia que Jesús “… solía retirarse a
lugares solitarios para orar (Lucas 5:16); y que “Muy de madrugada, cuando todavía estaba
oscuro, Jesús se levantó, salió de la casa y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar.”
(Marcos 1:25).
Si queremos aprender a orar hemos de ver a Jesús para seguir su ejemplo y aprender de él.
También Jesús dejó personas con ciertos dones espirituales para que fuéramos edificados en
ciertas áreas para la obra del ministerio (Efesios 4:12). Hay personas con el don espiritual de la
oración, quienes tienen sensibilidad al orar, disposición de hacerlo por muchas horas, y que
tienen cierto poder de Dios al hacerlo (Col. 4:12,13; Daniel 6:11,12; 9:1-4; Santiago 5:16-18).
De estos hermanos podemos también aprender a orar.
La disposición del Señor Jesús para enseñar a sus discípulos es admirable. Lucas dice: “El le
dijo: Cuando oren, digan:” (Lucas 11:2). Sin decir más, Jesús inició con la instrucción,
mostrando de manera inmediata su disposición para enseñarles.
Si alguien en la congregación no sabe orar, o sabiéndolo tiene dificultades para hacerlo, Jesús
está dispuesto a enseñarle. Así también, ha puesto en su iglesia personas que están dispuestas a
enseñarle a usted a orar. Si algo es necesario y conveniente enseñar en la iglesia, es a orar. No es
lo único, pero es fundamental para un sano desarrollo del creyente en Jesucristo y de la iglesia
en su conjunto. Creo que de parte de Jesús, y de aquellos que han recibido el don de la oración,
hay disposición de enseñarle a usted.
III. Tenemos la enseñanza de Jesús.
Cuando queremos aprender a hacer algo, no solamente es conveniente buscar a alguien que lo
sepa hacer y que tenga disposición para enseñarle a usted, sino que es necesario que esa persona
conozca las bases de lo que habrá de enseñar.
Jesús tenía que resumir en pocas palabras todo aquello que englobaba lo que era lícito hablar
con el Padre. En primer lugar, la oración era dirigida al Padre, reconocer la santidad de él,
desean en primer lugar que el reino se haga presente en la tierra, solicitar el sustento
indispensable diario, ser limpiado de las impurezas del pecado que se va dando en nuestra vida,
hablar con él de nuestras buenas relaciones con el prójimo, ser guardados por él de las
asechanzas del enemigo.
Esta llamada “oración modelo” de Jesús, nos sirve para guiarnos en todo aquello que hemos de
hablar con el Padre. La iglesia debe enseñar a orar a los discípulos de Jesús, más en este tiempo
que corremos el peligro de caer en tantas oraciones parcas y egoístas. Aquellos que tienen el don
de la oración, que están dispuestos a enseñar a orar a orar, deben también conocer los
fundamentos bíblicos, modelados en Jesús, de la oración.
Si usted y yo queremos aprender a orar, demos dejarnos guiar por el Espíritu Santo que el Señor
nos ha concedido. Nuestra mayor atención no debe estar puesta en lo que nosotros deseamos,
sino aquello que el Espíritu Santo nos lleva a orar, pues es por eso que él intercede por nosotros.
EPÍLOGO:
De Jesús tenemos el ejemplo, contamos con su disposición para enseñarnos, tenemos de él la
base sólida de sus enseñanzas para orar, y de él contamos con lo necesario (el Espíritu Santo)
para poder orar.
RESOLUCIÓN:
La Iglesia Bautista Casa Blanca está obligada, si desea vivir en el centro de la voluntad de Dios
y cumplir con la misión que le ha sido encomendad, a desarrollar una vida muy cerca del
corazón de Dios. Esto solamente se puede lograr cuando todos seamos, aun que no tengamos el
don, cristianos de oración.