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NTRODUCCIÓN

El duelo se considera un proceso normal, en el cual, por lo general, no es necesario el uso de


fármacos, ni de intervenciones psicológicas para su resolución, además es universal, al igual
que la muerte. Es necesario para poder seguir viviendo, para separarse de la persona perdida
conservando distintos lazos con ella. Intentar escapar de él puede dar lugar a complicaciones,
a veces graves. El proceso de trabajo de duelo es siempre necesario y su bloqueo puede dar
lugar a dificultades importantes.

Hay que darse cuenta que el duelo es siempre penoso y doloroso, y ante el dolor de una
perdida, entramos, queramos o no, en un proceso de elaboración de duelo que acaba en una
resolución normal o patológica.

A lo largo de nuestra evolución unas cosas perdemos y otras ganamos, no podemos pasar a la
siguiente etapa sin perder algo y sufrir el duelo por esa perdida, y esta claro que otras
ganamos, esto nos ayuda a crecer y madurar.

La experiencia de la perdida es parte de nuestra propia evolución, el sentido y la extensión es


percibida de forma diferente por cada persona.
La muerte es la última estación del viaje de todos los seres vivos: un alegre ruiseñor, un dulce
delfín, un milenario roble, un inquieto pececito, una bella orquídea, todos, sin excepción,
coinciden en un mismo fin. Por qué, entonces, los seres humanos no logramos entender que
deberíamos disfrutar, al máximo, cada momento de nuestra vida, dado que la muerte está tan
segura de su victoria, que nos da toda una vida de ventaja.

El duelo es un proceso necesario y natural para sanar nuestra mente y se utiliza siempre que
perdemos algo o alguien querido. Es necesario que comprendamos y aceptemos nuestros
sentimientos con respecto a la muerte, que incorporemos la creencia de que es un proceso
natural en una vida y que su significado tiene que ver más con renovación e inicio que con final
o castigo. Es un proceso natural que nos conduce a un nuevo despertar, porque hay algo en tu
interior que así te lo dice y que llamamos alma, aquella que alberga tu cuerpo físico y que es
invisible y adimensional. Este pensamiento proporcionará seguridad y mantendrá alejado el
miedo a esa misteriosa experiencia.

La actitud que tengamos hacia la muerte depende mucho de nuestro entorno tanto cultural
como familiar. Nuestras convicciones las hemos heredado o aprendido de aquello que oímos y
es, al madurar y hacernos adultos, cuando a menudo cuestionamos esas creencias tan
instaladas en nuestro ser.

Recuerdo que en el seno de mi familia la muerte siempre ha sido considerada tema tabú.
Nuestros progenitores querían que tanto mi hermana como yo creciéramos alejadas de su
vivencia y nos protegieron de todo peligro. Algo así como aquello que suelen decir de "estar
envueltas en suaves nubes de algodón". Por suerte o por desgracia mi primera experiencia
cercana con la muerte fue el fallecimiento de una profesora que apreciaba mucho cuando yo
contaba con 8 años de edad. La impresión que causó en mí su cuerpo inerte y amoratado me
marcó en los años siguientes. No entendía ese proceso porque sólo conocía lo que mi
educación religiosa me había enseñado y en ella habían demasiadas contradicciones. Crecí con
temor y el paso a la madurez me ha hecho empezar a querer entenderla, incorporándola en mi
visión de la vida.

He comprendido que en el pensamiento se alberga la clave para una mente sana e intento a lo
largo de mi vida incorporar pensamientos positivos que me ayuden a evitar frustraciones o
malestares.

Frente a cualquier situación lo peor que puede pasar es la propia muerte y ello es un hecho
totalmente natural, con lo cual son innecesarias emociones tales como ansiedad o depresión.

Qué es el dolor?

El dolor es la reacción que tenemos en respuesta a una muerte o pérdida. Este dolor puede
afectar nuestro cuerpo, mente, emociones y espíritu.
Las personas pueden transmitir o demostrar el dolor que les provoca una pérdida de varias
maneras:

Reacciones físicas: Pueden ser cambios en el apetito o el sueño, malestar estomacal, opresión
en el pecho, llanto, músculos tensos, problemas para relajarse, poca energía, nerviosismo o
problemas para concentrarse.

Pensamientos frecuentes: Pueden ser recuerdos felices de la persona que falleció,


preocupaciones o arrepentimientos, o pensamientos de cómo será la vida sin esa persona.

Emociones fuertes: Por ejemplo: tristeza, enojo, culpa, desesperación, alivio, amor o
esperanza.

Reacciones espirituales: Una pérdida puede llevarnos a encontrar fuerza en la fe, a cuestionar
creencias religiosas o a descubrir significados y conexiones espirituales.

Cuando las personas tienen estas reacciones y emociones, se dice que están atravesando un
duelo.

El proceso de duelo

El dolor es una reacción ante la pérdida, pero también es parte del duelo, que es el proceso de
superar la pérdida de la persona que falleció. El duelo es un proceso sano que busca
reconfortarnos, hacer que aceptemos la pérdida y encontremos formas de adaptarnos.

Superar el gran dolor de una pérdida no significa que uno se olvide de la persona que falleció.
El duelo sano consiste en encontrar la forma de recordar al ser querido y adaptarnos a nuestra
vida sin su presencia.

. Es necesario para poder seguir viviendo, para separarse de la persona perdida conservando
distintos lazos con ella. Intentar escapar de él puede dar lugar a complicaciones, a veces
graves. El proceso de trabajo de duelo es siempre necesario y su bloqueo puede dar lugar a
dificultades importantes

Las personas suelen experimentar reacciones dolorosas como "olas" que van y vienen. En
ocasiones, cuando la pérdida es muy reciente, el dolor es muy intenso. Pero algunas personas
no sienten ese dolor de inmediato. Se sienten paralizadas, en shock o niegan lo sucedido.
Puede tomar tiempo aceptar la realidad de que el ser querido se ha ido.

Ceremonias de duelo
Las ceremonias, como los funerales y los homenajes, permiten a amigos y familiares reunirse
para apoyar y consolar a las personas más afectadas por la pérdida. Estas actividades pueden
ayudar a la gente a sobrellevar los primeros días luego de la pérdida y a honrar la memoria de
la persona que falleció.

Las personas pueden pasar un tiempo hablando y compartiendo recuerdos sobre el ser
querido. Esto puede continuar por algunos días o semanas luego de la pérdida, mientras los
amigos y familiares traen comida, envían cartas o simplemente pasan a visitar.

En muchas ocasiones, la gente expresa sus emociones durante este período, por ejemplo,
llorando. Pero algunas personas pueden estar tan paralizadas o abrumadas por la muerte que
no expresan sus sentimientos de inmediato, aunque la pérdida sea muy dura. Hay quienes
pueden sonreír o hablar con otras personas en un funeral como si nada hubiera ocurrido, pero
sin embargo, están tristes. Estar con otros que también sufren la pérdida puede ser
reconfortante, al recordarnos que algunas cosas se mantendrán igual.

Cuando las ceremonias finalizan, algunos pueden pensar que el dolor debería terminar
también. Pero a menudo el duelo apenas está comenzando. Las personas pueden retomar sus
actividades normales, pero les resulta difícil dedicarse con entusiasmo a las cuestiones
cotidianas. Aunque es posible que no hablen demasiado sobre la pérdida, el proceso de duelo
continúa.

Sentirse mejor

Si alguien que conoces ha muerto, es normal tener sentimientos y preguntas por un tiempo.
También es normal comenzar a sentirse un poco mejor. Todo depende de cómo la pérdida
afecta tu vida.

Está bien sentir dolor por algunos días, semanas o incluso más tiempo. La intensidad del dolor
que sientas puede estar relacionada con lo repentino o esperado de la pérdida, o con cuán
cercana sentías a la persona que falleció. Cada persona y situación son diferentes.

Generalmente, uno se va sintiendo mejor en forma gradual. A veces, puedes sentir que nunca
te recuperarás. El proceso de duelo lleva tiempo y, algunas veces, el dolor puede volverse más
intenso que otras.
A medida que pasa el tiempo, las cosas que te recuerdan a la persona que falleció pueden
hacer que se intensifique tu dolor. En otras ocasiones, puedes sentir como que el dolor está
por detrás de tus actividades normales, y no constantemente en tu mente.

Hacer cosas que disfrutas o pasar tiempo con personas que te hacen bien puede ayudar a que
te sientas mejor. El duelo tiene su propio ritmo. Cada situación es diferente. Cuánto dolor
sientes o cuánto tiempo dura tu duelo no es un parámetro que mida cuán importante fue para
ti la persona que perdiste.

El hecho de saber no suprime el dolor, pero nos permite situarlo, comprenderlo y afrontarlo de
otra manera. Ayuda saber que lo que estamos viviendo, por intenso, duro, confusos,
desconcertantes y difíciles que nos parezca, es la reacción normal ante una pérdida. Conocer
qué es el duelo, qué sentimientos suelen aparecer, qué proceso interior tenemos que hacer,
qué obstáculos pueden aparecer, cómo podemos afrontarlos sanamente, cuándo y dónde
tenemos que pedir ayuda...

Una fuente importante de sufrimiento en el duelo es la soledad. Es un gran consuelo para


alguien que ha perdido un ser querido la escucha, la comprensión y la solidaridad de aquellos
que viven la misma situación, la importancia del dolor compartido. Vivir la pérdida, quiere
también a través de su foro de ayuda mutua, ofrecer un espacio donde recibir o dar apoyo.

¿Qué es el duelo?

El duelo es la reacción normal después de la muerte de un ser querido.

Supone un proceso más o menos largo y doloroso de adaptación a la nueva situación.

Elaborar el duelo significa ponerse en contacto con el vacío que ha dejado la pérdida, valorar
su importancia y soportar el sufrimiento y la frustración que comporta.

La intensidad y duración del duelo depende de muchos factores: tipo de muerte (esperada o
repentina, apacible o violenta..), de la intensidad de la unión con el fallecido, de las
características de la relación con la persona perdida (dependencia, conflictos, ambivalencia...),
de la edad...

La duración del duelo por la muerte de una persona muy querida puede durar entre 1 y 3 años.

Duelo resuelto. Podemos decir que hemos completado un duelo cuando somos capaces de
recordar al fallecido sin sentir dolor, cuando hemos aprendido a vivir sin él o ella, cuando
hemos dejado de vivir en el pasado y podemos invertir de nuevo toda nuestra energía en la
vida y en los vivos.

No existe un tiempo fijo para vivir el duelo. Cada cual necesitará su tiempo. Y sólo nosotros
podemos marcar

el tiempo que necesita nuestro ser para poder considerarse recuperado. Todo ello a pesar, de
que muchas veces

nuestros familiares y amigos, nos apremian, quisieran vernos en la normalidad ¡ya!, tal vez
porque así ellos.

tampoco sufrirán tanto... Pero sólo cada uno de nosotros sabe lo que necesita.

Integrar el duelo es todo un proceso que tiene como intención reconocer el dolor que nos
produce la pérdida.

Aceptar que nos duele, aceptar las ausencias, aceptar que ha muerto, manifestar el dolor e
iniciar el camino de regreso a la realidad y a nuestro propio orden de las cosas. Reacomodar
todos aquellos asuntos que quedaron dispersos, resolver pendientes, retomar arraigo,
llenando nuevamente los espacios. Recordando lo vivido con esa persona, recordarlo dentro
de nuestra existencia tal como fue mientras vivía, aceptando que ha muerto. Nos queda el
tenerlo presente, en nuestro corazón, no lo que fue, sino lo que nos hizo ser, hijo, hermana,
padre, esposo, amiga…

1) Negación y aislamiento: la negación nos permite amortiguar el dolor ante una noticia
inesperada e impresionante; permite

recobrarse. Es una defensa provisoria y pronto será sustituida por una aceptación parcial: "no
podemos mirar al sol todo el

tiempo".

Las cinco etapas del Duelo


2) Ira: la negación es sustituida por la rabia, la envidia y el resentimiento; surgen todos los por
qué. Es una fase

difícil de afrontar para los padres y todos los que los rodean; esto se debe a que la ira se
desplaza en todas direcciones, aún injustamente. Suelen quejarse por todo; todo les viene mal
y es criticable. Luego pueden responder con dolor y lágrimas, culpa o vergüenza. La familia y
quienes los rodean no deben tomar esta ira como algo personal para no reaccionar en
consecuencia con más ira, lo que fomentará la conducta hostil del doliente.

Muerte

3) Pacto o negociación: ante la dificultad de afrontar la difícil realidad, mas el enojo con la
gente y con Dios, surge la fase de intentar llegar a un acuerdo para intentar superar la
traumática vivencia.

4) Depresión: cuando no se puede seguir negando la persona se debilita, adelgaza, aparecen


otros síntomas y se verá invadida por una profunda tristeza. Es un estado, en general,
temporario y preparatorio para la aceptación de la realidad en el que es contraproducente
intentar animar al doliente y sugerirle mirar las cosas por el lado positivo: esto es, a menudo,
una expresión de las propias necesidades, que son ajenas al doliente. Esto significaría que no
debería pensar en su duelo y sería absurdo decirle que no esté triste. Si se le permite expresar
su dolor, le será más fácil la aceptación final y estará agradecido de que se lo acepte sin decirle
constantemente que no esté triste. Es una etapa en la que se necesita mucha comunicación
verbal, se tiene mucho para compartir. Tal vez se transmite más acariciando la mano o
simplemente permaneciendo en silencio a su lado. Son momentos en los que la excesiva
intervención de los que lo rodean para animarlo, le dificultarán su proceso de duelo. Una de
las cosas que causan mayor turbación en los padres es la discrepancia entre sus deseos y
disposición y lo que esperan de ellos quienes los rodean.

psicologia
5) Aceptación: quien ha pasado por las etapas anteriores en las que pudo expresar sus
sentimientos -su envidia por los que no sufren este dolor, la ira, la bronca por la pérdida del
hijo y la depresión- contemplará el próximo devenir con más tranquilidad. No hay que
confundirse y creer que la aceptación es una etapa feliz: en un principio está casi desprovista
de sentimientos. Comienza a sentirse una cierta paz, se puede estar bien solo o acompañado,
no se tiene tanta necesidad de hablar del propio dolor... la vida se va imponiendo.

Esperanza: es la que sostiene y da fortaleza al pensar que se puede estar mejor y se puede
promover el deseo de que todo este dolor tenga algún sentido; permite poder sentir que la
vida aún espera algo importante y trascendente de cada uno. Buscar y encontrar una misión
que cumplir es un gran estímulo que alimenta la esperanza.

depresion

Bueno gente, espero hayan encontrado esta info interesante, hasta la próxima

http://www.psicoactiva.com/arti/articulo.asp?SiteIdNo=826

http://www.taringa.net/posts/info/862883/Las-cinco-etapas-del-Duelo.html

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