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Una tercera forma de entender el rol de la oposición política, implica un rol activo para
detener o debilitar determinadas acciones de gobierno, no simplemente controlarlas. Esto es
lo que algunos denominan como “poner palos en la rueda”, pero puede tornarse una acción
indispensable, no solamente para enfrentar determinado rumbo de las políticas de gobierno,
sino para poner en evidencia la naturaleza conflictiva de la democracia, las contradictorias
perspectivas que conviven en el entramado político. Este papel es crucial, ya que muchas veces
el partido gobernante –y Cambiemos no es una excepción- busca afianzar la idea de que hay
un solo camino posible, con lo que la democracia queda reducida a la aprobación de la única
opción viable.
Aún otro objetivo para una oposición, es el de crear un nuevo porvenir político, esto
es, constituir un nuevo lenguaje, vertebrar diferentes identidades colectivas de formas
novedosas, reactualizar y revitalizar los lazos constituyentes con los movimientos sociales y las
politicidades que no pueden ser reducidas a la forma partido. Esto implica no simplemente
pensar que la oposición política es el signo contrario u opuesto al gobierno, sino que es capaz
de desplegar y recorrer diferencias, de hacer diferir el juego político dominante de modo
significativo.
Para que esa oposición política por crear pueda efectivamente presentarse como
alternativa a la forma de vida que propone la alianza neoliberal-conservadora, deberá afinar el
oído para percibir qué es lo que a esa forma de vida se opone en la sensibilidad menos
articulada de las calles, de los barrios, de los cuerpos, de los territorios. No puede reducirse
simplemente a un problema económico, porque eso sería seguir el juego de la despolitización
reinante. El kirchnerismo o la fuerza que de alguna manera lo suceda, deberá profundizar ante
todo esa deriva plebeya y excéntrica que supo tener en algún momento.
Se trata de oponerse a lo que triunfa, sabiendo identificar de qué modos eso que se
impone lo hace también al interior de nuestras prácticas políticas. Para formar una oposición
tal, es indispensable oponer a la moral oficial, una nueva vitalidad democrática.