Вы находитесь на странице: 1из 3

El infarto de Piermario Morosini

Para la medicina el infarto agudo de miocardio en pacientes con coronarias


angiográficamente normales constituye una entidad bien descrita, pero su
fisiopatología sigue siendo un enigma; solo puede averiguarse la etiología en un tercio
de estos pacientes. El espasmo coronario en asociación con la formación de trombos,
una mínima ateroesclerosis y la disección espontánea de la arteria coronaria son causas
posibles, junto con el abuso de drogas y determinados tóxicos. Estudios recientes hacen
también referencia a la posibilidad de encontrar un cáncer oculto en el contexto de un
infarto agudo de miocardio con coronarias normales.

El IAM con coronarias normales representa el 2-3% de los eventos que son
sometidos a estudio coronariográfico. En la mayor parte de los casos, el mecanismo por
el cual se produce está basado en la especulación: trombosis coronaria, embolias, vaso
espasmo coronario sostenido, vasculitis, coagulopatías, ateroesclerosis subclínica y la
enfermedad de pequeño vaso se consideran las etiologías fundamentales de esta
enfermedad. Normalmente afecta más a personas jóvenes y mujeres.

El 14 de abril de 2012 Piermario Morosini jugador de 25 años del Livorno


de la segunda división del fútbol italiano fallecía en cancha al minuto 31 del partido
disputado frente al Pescara.

El 16 de abril, tras practicarse la autopsia en el Instituto Forense de Pescara (en la


costa adriática italiana), los responsables médicos señalaron que eran necesarias
nuevas pruebas para determinar las causas de la muerte del futbolista, puesto que los
primeros exámenes no habían desvelado alguna causa evidente.
El 2 de julio del 2012 la prensa informaba que, luego de una segunda
autopsia, la causa de la muerte del centrocampista italiano fue una cardiomiopatía
arritmogénica, de posible origen genético, según las últimas pruebas médicas
realizadas.

Los medios de comunicación italianos informaron de los resultados de los


exámenes médicos, en los que se precisa que los efectos de esta malformación se
encontraban en "fase inicial".
El 3 de julio se informa que sufría una enfermedad genética, una "miocardiopatía
arrítmica" según el informe final de la autopsia divulgado este martes.

La miocardiopatía genética es una inusual enfermedad que transforma


progresivamente las células musculares del corazón, "muy difícil de detectar", según
Cristian Basso, el médico que eligió la familia para estudiar la muerte de Morosini.

El examen de autopsia en el cuerpo de Piermario Morosini habría trazado un área "cicatricial" en el área
del ventrículo izquierdo. La hipótesis de que la vida del centrocampista de Livorno podría haber sido una
miocarditis que habría golpeado el circuito eléctrico del corazón es cada vez más probable. Localizar una
lesión en esa área luego fortalece la probabilidad de arritmias que pueden haber causado la fibrilación
ventricular. Para la confirmación final, será necesario esperar los resultados de los exámenes histológicos
llevados a cabo en los hallazgos, pero llevará algún tiempo.
Según el anatomista de la Universidad de Chieti, Domenico Angelucci, un instituto donde la autopsia fue
llevada a cabo por el médico forense designado por el fiscal de Pescara, Cristian D'Ovidio, en caso de
confirmarse el diagnóstico, la muerte de Morosini habría ocurrido el 14 de abril en el estadio Adriático
"como un cortocircuito, la corriente eléctrica en el corazón va en una cierta dirección", explica el médico,
"una infección eventual que causa un daño material interrumpe el circuito y causa fibrilación ventricular".

Ahora no se sabe cuándo Morosini puede haber contraído esta infección y si algún control puede haber
detectado alguna anomalía, pero es el propio Dr. Angelucci quien deja en claro que "a menudo estos
daños son mínimos o pueden confundirse con anomalías congénitas, hasta que el el circuito no se
detiene de una manera trágica "

Si estas hipótesis fueran confirmadas por los análisis, entonces se abriría un nuevo escenario en la
investigación, con la ahora bien conocida pregunta sobre el uso del desfibrilador en el campo. No está de
ninguna manera excluido que el poder judicial quiera recorrer todo el camino con la investigación para
determinar cualquier responsabilidad en el rescate.

Piermario Morosini no murió en el trigésimo primer minuto de juego en Pescara-Livorno. Permaneció con
vida por al menos otros diez minutos. Un "corazón firme", pero vivo. Sin aneurisma Sin ataques al
corazón. Nada fulminante El joven jugador de fútbol sufrió un paro cardíaco, el corazón dejó de bombear
causando "la eliminación del gasto cardíaco y la cancelación de la profusión de los diversos órganos".
Murió, entonces, en los brazos de sus rescatadores que intentaron revivirlo.

El infarto de miocardio
Más conocido como infarto, el infarto de miocardio tiene una clave que lo distingue del paro cardíaco: los
tiempos. Mientras que este es prácticamente súbito y afecta rápidamente al funcionamiento del corazón y
provoca la pérdida de conocimiento de quien lo padece, el infarto conlleva dolores agudos durante horas y
no hay pérdida de conciencia. Ahora bien, detectar estos síntomas debe acompañarse de un tratamiento lo
más inmediato posible por servicios médicos, ya que puede provocar la muerte del músculo cardíaco que lo
sufra y desembocar en paro cardíaco.

La incidencia comienza en la arteria coronaria, responsable de que al corazón le llegue el riego sanguíneo adecuado,
cuando un coágulo de sangre bloquea el flujo e impide su circulación. Este bloqueo puede ser resultado del
desprendimiento de una placa de ateroma, un trombo que se proyecta sobre una placa previa de aterosclerosis
–masas de sustancias grasas que se acumulan en las arterias- e impide que el alimento y el oxígeno que
necesita el corazón para su funcionamiento llegue correctamente a su destino.

El tapón que se forma en la arteria coronaria supone que los latidos no sean regulares y se den arritmias, así
como un dolor intenso en el lado izquierdo del pecho, unas molestias que se pueden hacer extensivas a todo
ese lado del cuerpo. Dado que las células del corazón se quedan sin alimento, van muriendo -necrosis- y debilitando
los tejidos cardíacos, de ahí que aunque el infarto no suponga un riesgo mortal desde que tiene lugar, a
medida que pasa el tiempo su peligro sigue multiplicándose.
A pesar de que supone un grave riesgo sanitario, la tasa de supervivencia a un infarto suele ser más elevada
que la de un paro cardíaco, especialmente cuando se detecta a tiempo y se recibe una pronta atención médica.
Sin embargo, cada persona tiene un umbral del dolor distinto y el infarto se puede manifestar con mayor o
menor intensidad, así que no siempre se detectan con la inmediatez que sería deseable para el bienestar del
paciente.

El paro cardíaco
Al igual que el infarto de miocardio, el paro cardíaco es uno de los principales peligros a los que se enfrenta
el corazón de una persona. Sin embargo, a diferencia del anterior, sus efectos son mucho más inmediatos y
más graves, si cabe. Cuando tiene lugar este incidente se pierde el conocimiento, el consiguiente desmayo y se
entra en parada cardiorespiratoria, el corazón cesa su actividad y, salvo actuación en los primeros
minutos con un desfibrilador y maniobras de reanimación cardio pulmonar (RCP), la probabilidad de fallecimiento
es elevada.

En este caso, la irregularidad cardíaca también obedece a un incorrecto flujo sanguíneo a través de las arterias que
distribuyen la sangre por el organismo, la devuelven al cuerpo y la alimentan de oxígeno para que las funciones
corporales se desarrollen correctamente. Esta parada es súbita y el corazón deja de latir hasta provocar la
pérdida de conciencia y la necrosis gradual de las células que no reciben el alimento sanguíneo, así que a
medida que avanzan los minutos son peores las repercusiones.
Por lo tanto, ante un suceso cardíaco de estas características, la prevención diaria es fundamental. Esta
anticipación debe realizarse tanto en los hábitos individuales de buena alimentación y vida saludable como de
forma colectiva, mediante un compromiso social hacia la cardioprotección en forma de instalaciones de desfibriladores y
el desarrollo de una conciencia colectiva hacia el objetivo de salvar vidas también mediante formación RCP
en la ciudadanía.
El infarto de miocardio y el paro cardíaco, pues, se asemejan en que son trastornos muy peligrosos para el
bienestar cardíaco y en que se pueden prevenir a base de conciencia diaria, si bien la forma en la que el
corazón sufre sus efectos es muy distinta. El resultado del infartoes más gradual y no implica siempre
pérdida del conocimiento, si bien en caso de un infarto muy grave puede producirse la parada y pérdida de
conciencia, mientras que el paro cardíacoes prácticamente fulminante. Por tanto, la actuación en los primeros
minutos marca la diferencia entre la vida y la muerte y sí que implica el desvanecimiento y la pérdida de
conciencia.

Вам также может понравиться