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Realismo mágico

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Para otros usos de este término, véase Realismo.

El realismo mágico es un género artístico y literario de mediados del siglo XX. El término fue
inicialmente usado por un crítico de arte, el alemán Franz Roh, para describir una pintura que
demostraba una realidad alterada, pero fue usado más tarde por ciertos escritores
latinoamericanos.

Entre sus principales exponentes están el guatemalteco Miguel Ángel Asturias y el colombiano
Gabriel García Márquez, ambos galardonados con el Premio Nobel de Literatura, aunque muchos
aclaman como padres del realismo mágico a Juan Rulfo, Arturo Uslar Pietri con su cuento "La
lluvia"(1935), José de la Cuadra, Pablo Palacio y otros. Jorge Luis Borges también ha sido
relacionado al realismo mágico pero su negación absoluta del realismo como género o Una
posibilidad literaria lo pone contra este movimiento. Laura Esquivel de México con "Como agua
para chocolate" y Alejo Carpentier, de Cuba, en su prólogo al Reino de este mundo, define su
escritura inventando el concepto de "real maravilloso", que a pesar de sus semejanzas con el
realismo mágico de Gabriel García Márquez, no se tiene que asimilar con él. El realismo mágico se
desarrolló muy fuertemente en las décadas del '60 y '70, producto de las discrepancias entre dos
visiones que convivían en Hispanoamérica en ese momento: la cultura de la tecnología y la cultura
de la superstición. Además surgió como modo de reaccionar mediante la palabra a los regímenes
dictatoriales de la época. Sin embargo, existen textos de este tipo desde la década de 1930, de la
mano de las obras de José de la Cuadra, en su nouvelles como "La Tigra".

El realismo mágico se define como la preocupación estilística y el interés de mostrar lo irreal o


extraño como algo cotidiano y común. No es una expresión literaria mágica, su finalidad no es la
de suscitar emociones sino más bien expresarlas y es, sobre todas las cosas, una actitud frente a la
realidad. Una de las obras más representativas de este estilo es Cien años de soledad de Gabriel
García Márquez.

El realismo mágico comparte ciertas características con el realismo épico, como la pretensión de
dar verosimilitud interna a lo fantástico e irreal, a diferencia de la actitud nihilista asumida
originalmente por las vanguardias como el surrealismo.

Una vez Gabriel García Márquez dijo: “Mi problema más importante era destruir la línea de
demarcación que separa lo que parece real de lo que parece fantástico. Porque en el mundo que
trataba de evocar, esa barrera no existía. Pero necesitaba un tono inocente, que por su prestigio
volviera verosímiles las cosas que menos lo parecían, y que lo hiciera sin perturbar la unidad del
relato. También el lenguaje era una dificultad de fondo, pues la verdad no parece verdad
simplemente porque lo sea, sino por la forma en que se diga.”

Contenido

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1 Aspectos destacables del Realismo mágico
2 Características del Realismo mágico
o 2.1 Temas
o 2.2 Espacio
o 2.3 Personajes
o 2.4 Tiempo

Aspectos destacables del Realismo mágico [editar]

Los siguientes elementos están presentes en muchas novelas del realismo mágico, pero no
necesariamente todos se presentan en las novelas y también otras obras pertenecientes a otros
géneros pueden presentar algunas características similares.

Contenido de elementos mágicos/ficticios, percibidos por los personajes como parte de la


"normalidad".
Elementos mágicos tal vez intuitivos, pero (por lo regular) nunca explicados.
Presencia de lo sensorial como parte de la percepción de la realidad.
Se puede apreciar en el contenido de la novela, representaciones de mitos y leyendas que
por lo general son latinoamericanas. Incluso, en el libro Cien años de soledad, se hace
alusión al mito de la humanidad, en el momento en que Adán y Eva se marchan del jardín
del Eden.
Contiene multiplicidad de narradores (combina primera, segunda y tercera persona), con
el fin de darle distintos puntos de vista a una misma idea y mayor complejidad al texto.
El tiempo es percibido como cíclico, no como lineal, según tradiciones disociadas de la
racionalidad moderna.
Se distorsiona el tiempo, para que el presente se repita o se parezca al pasado.
Transformación de lo común y cotidiano en una vivencia que incluye experiencias
"sobrenaturales" o "fantásticas".
Preocupación estilística, partícipe de una visión "estética" de la vida que no excluye la
experiencia de lo real.
El fenómeno de la muerte es tenido en cuenta, es decir, los personajes pueden morir y
luego volver a vivir.
Planos de realidad y fantasía: hay hechos de la realidad cotidiana combinándose con el
mundo irreal, fantástico, del autor, con un final inesperado o ambiguo.

Escenarios americanos: en mayoría ubicados en los niveles más duros y crudos de la


pobreza y marginalidad social, espacios donde la concepción mágica, mítica, aún es "vida
real".

El autor se encuadra fuera de la realidad representada.

Literatura para lectores cultivados, no es popular.

se refiere a la novedad de los personajes irreales que siempre actuan sin actuar, es decir,
que la copiosidad del personaje se ve reflejada en cada letra de la novela.
Características del Realismo mágico [editar]

Temas

Diversidad de épocas históricas.


Esencia cultural del mestizaje.
Lo prehispánico en sus valores mitológicos.

Espacio

Mínimo y vital
Dinamiza y activa el contenido de las acciones
Atmósfera interiorizada- hoy
También posibilita observar las figuras gramaticales de esa época
Hay una utilización repetitiva de Raccontos
Sobresale lo irreal

Personajes

Los personajes presentes en las obras de esta corriente, suelen tener viajes no de tipo físicos como
los que sufren los personajes de las obras criollistas para dar un ejemplo, sino que estos cambian
de espacios y tiempos desde sus pensamientos y sus estados onírico.

Tiempo

Encontramos 4 posturas:

Tiempo cronológico: Las acciones siguen el curso lógico del tiempo.


Ruptura de planos temperamentales: mezcla de tiempo presente con tiempo pasado
(regresiones) y tiempo futuro (adelantos).
Tiempo estático: El tiempo cronológico se detiene, es como si no trascendiera.
Tiempo invertido: Es el más contradictorio: considerar la noche día cuando leemos: "Era el
amanecer","se hizo la noche"

Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Realismo_m%C3%A1gico"

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El realismo mágico, es una característica propia de la literatura latinoamericana de la segunda


mitad de siglo XX que funde la realidad narrativa con elementos fantásticos y fabulosos, no tanto
para reconciliarlos como para exagerar su aparente discordancia. El reto que esto supone para la
noción común de la “realidad” lleva implícito un cuestionamiento de la “verdad” que a su vez
puede socavar de manera deliberada el texto y las palabras, y en ocasiones, la autoridad de la
propia novela.
S i bien esta tendencia a fundir lo real con lo fantástico ya existía en las obras de novelistas de
todos los tiempos, principalmente en escritores como François Rabelais y Laurence Sterne; otros
precedentes más inmediatos pueden ser las novelas del ruso Vladimir Nabokov o del alemán
Günter Grass.
Pero el realismo mágico floreció con esplendor en la literatura latinoamericana de los años
sesenta y setenta, a raíz de las discrepancias surgidas entre cultura de la tecnología y cultura de la
superstición, y en un momento en que el auge de las dictaduras políticas convirtió la palabra en
una herramienta infinitamente preciada y manipulable. Al margen del propio Carpentier, que
cultivó el realismo mágico en novelas como Los pasos perdidos, los principales autores del género
son Miguel Ángel Asturias, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa y, sobre todo, Gabriel
García Márquez. Las novelas de este último, Cien años de soledad (1967), El otoño del patriarca
(1975) y Crónica de una muerte anunciada (1981) siguen siendo obras notables del género.
Fuera del continente americano el realismo mágico ha influenciado, al decir de algunos críticos,
la obra del italiano Italo Calvino y del checo Milan Kundera, así como en el inglés Salman Rushdie.

Realismo mágico

Una de las características fundamentales de la literatura latinoamericana, y que ha cautivado a


lectores de todo el mundo, es lo que se llamó 'realismo mágico', término que al parecer acuñó por
primera vez el escritor cubano Alejo Carpentier al formular la siguiente pregunta, en el prólogo de
su novela El reino de este mundo, publicada en 1949: "¿Qué es la historia de America Latina sino
una crónica de lo maravilloso en lo real?". Tiempo después Alistair Reid lo introdujo en su
vocabulario de la crítica y el venezolano Arturo Uslar Pietri empleó el término 'realismo mágico'
aplicado a la literatura hispanoamericana. Nacido a partir de la segunda mitad del siglo XX, el
realismo mágico es ecléctico en su esencia, fundiendo la realidad narrativa con elementos
fantásticos y maravillosos, exagerando la discordancia. La realidad 'veraz', tal cual la podemos
conocer de nuestra vida cotidiana, se ve quebrada abruptamente por elementos fantásticos que
se mezclan en un contexto donde son parte de esa realidad, colocando a los personajes en un
contexto que conjuga realidad y fantasía y les devuelve un mundo cotidiano, que es aceptado
como normal.

El realismo mágico refleja a través de su fantasía toda una serie de supersticiones, creencias
populares y religiosas que son propias del sentir latinoamericano. Pese a encontrarse en algunos
novelistas europeos, este género es propio de la literatura de América Latina, prosperando
durante la década del sesenta y parte del setenta y provocando lo que se denominó el 'boom' de
la novela latinoamericana; conviviendo con una etapa histórica donde las dictaduras confrontaban
con una cultura que buscaba apartarse del autoritarismo y exiliarse de la persecusión. Durante
esos años, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, García Márquez y otros, lograron el
reconocimiento de la crítica y el público cultivando un género que describe la vida y la historia de
todo un pueblo.
El realismo mágico.
Conceptos, rasgos, principios y métodos

por María Achitenei

El término "realismo mágico" apareció en la tercera década del siglo XX. Es un estilo en las bellas
artes, que fue empleado por primera vez en 1925 por el crítico alemán Franz Roh, aludiendo a una
escuela de pintura, y luego por el escritor Massimo Bontempelli, que se refería a una novela suya,
como lo subraya Joseph Bernstein en www.geocities.com.

El realismo mágico es una corriente literaria cuyos rasgos principales son la desgarradura de la
realidad por una acción fantástica descrita de un modo realista dentro de la narrativa.

Ángel Flores fue el primero en llamar el rico estilo literario suramericano realismo mágico. A
finales de los an~os sesenta el término empezó a embarcar a escritores de otros continentes.
Paulatinamente, el realismo mágico fue ganando lugar en la conciencia literaria del mundo, hasta
el punto que será necesario mucho más de una corriente literaria vanguardista para sustituir el
realismo mágico y su poder. El realismo mágico apagó las diferencias culturales empleando una
interpretación global y estándar; exagerándola algunas veces, y subrayando la tolerancia de que el
ser humano es capaz. El realismo mágico empezó por decodificar la herencia del postmodernismo,
así que el primer rasgo del estilo fue tratar las diferencias con deferencia.

El realismo mágico también supera la imaginación de cualquier lector, sin desprenderlo de su


cultura y tradiciones y todo aquello que se adquirió por educación, memorias heredadas de sus
antepasados y de la vida misma.

El realismo mágico persuadió la novela para que saltara por encima del muro de dos mil años que
la historia novelística había construido sobre las lecturas y de prejuicios de la gente; el realismo
mágico disuadió a la novela para que continuara el mismo rumbo del postmodernismo, monótono
y estéril.

Muchos escritores son considerados como pertenecientes a esta corriente literaria: entre ellos,
podríamos mencionar a: Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez, Isabel
Allende, Salmán Rushdie, Lisa St Aubin de Terán, Louis de Berniéres, Gunter Grass, Laura Esquivel.
De ellos, Carpentier llama 'real maravilloso' la búsqueda de propiedades mágicas dentro de la
realidad misma: "lo maravilloso comienza a serlo de manera inequívoca cuando surge de una
inesperada alteración de la realidad" en su obra El reino de este mundo, (Editorial Universitaria,
Santiago de Chile, 1967, pág.12).

Las propiedades que surgen de la realidad son: clarividencia, levitación, vidas largas al estilo
bíblico, milagros, enfermedades mitad imaginarias que son exageradas hiperbólicamente; pero
todo eso supone fe, como Carpentier lo subraya en la obra citada.
Todo esto representa la parte mágica, mientras el realismo se encuentra en el modo de contar la
narrativa: como si el hilo principal fuera realista y lo más importante, mientras que lo mágico no
representa más que unos detalles ordinarios de poca importancia. El realismo mágico invita al
lector a menospreciar lo real, a apreciar lo milagroso y a despreciar lo histórico.

Los detalles resultan narrados en un tono neutro y sin destacar lo mágico, no sea que el lector le
preste demasiada atención. El escritor da lo mágico por sentado.

Pudiéramos tratar de enumerar las causas principales que condujeron a la irrupción del realismo
mágico en el siglo XX:

La crisis de la religión: en el siglo de la velocidad y de los grandes descubrimientos


técnicos, la humanidad dudaba de sus sentimientos ancestrales, empezando así a buscar
algo nuevo, o, por lo menos a llenar los huecos de sus conocimientos sobre la creación del
mundo.

El lector del occidente se había cansado de introspecciones y lucha psicológica de las


ánimas de los personajes literarios, así que estaba listo para una historia épica rica, que no
podría llegar sino superadornada de metáforas, hipérboles y sabiduría. Los lectores habían
agotado la serie de experiencias en la literatura del principio del siglo XX y querían
regresar a formas más antiguas: a aquellas historias de miles de an~os, contadas de una
forma nueva: la del realismo mágico. Los lectores también querían que la actualidad —la
realidad social que conocían— fuera pintada en palabras hipnóticas.

El postmodernismo había agotado su manantial y ya no podía inventar estructuras nuevas


porque sus frases carecían de lo mágico, de lo ritual y la vivacidad de la existencia: había
llegado al punto en que, ya no era sino que un revolcón de oraciones non conformistas, un
montón de metáforas muertas. El realismo mágico llena el abismo entre la vida y la
creación literaria con la premonición de un acontecimiento milagroso e inesperado, un
acontecimiento que va a venir contado de un modo cautivador y cuasi primitivo.

El realismo mágico es una corriente del tipo afectivo, es una corriente experimental y
repetida, que usa las más hondas raíces de la subconciencia humana, asumiéndose de este
modo el papel ideológico que la religión había perdido, el papel que apela a las emociones
y a las experiencias restrictivas, guardadas hasta entonces solo para los elegidos.

El aumento paradójico de la alineación y la soledad en el medio de un mundo más y más


aglomerado tenía que ser resaltado en literatura. El postmodernismo ha sido una
corriente fría, intelectual, que produce alineación; el realismo mágico expone y envuelve
en cosas ordinarias todas las inquietudes previamente presentadas por el
postmodernismo en sus introspecciones sin dar una solución.

El realismo mágico hace mover la plaza literaria a formas antiguas, fortaleciendo las
estructuras antes de darles vida; el realismo mágico usa el libre albedrío con todo el
respeto que emplea en los otros rasgos; da la impresión de que incluso el escritor queda
sorprendido del desenlace de su escritura.

El realismo mágico apareció muy pronto después de que los vanguardistas habían
experimentado nuevas formas de escribir, así que tuvo la ventaja de poder fundirlo todo y
extraer solo los métodos que consideró como los más apropiados para la novela.

El realismo mágico apareció paralelamente con la cultura Beat y ambas corrientes


descubrieron, por rutas y raíces distintas, la felicidad de las cosas simples.

El lector mismo pedía algo distinto, dado que el realismo y la realidad resultaban
demasiado para soportar; había muerto tanta gente, así que el solo modo de enfrentar a
la muerte era burlándose de ella; eso aumentó la necesidad de leer hazañas hiperbólicas
emprendidas por personajes ordinarios, o, al revés, sobre personajes hiperbólicos dentro
de una vida habitual. El lector necesitaba que lo invisible invadiera su vida para reforzarla,
así como todos nosotros necesitamos de los milagros.

Cíclicamente, la gente recrea historias para recordar a sus héroes. Los pueblos e imperios
grandes crearon epopeyas en sus períodos de gloria; ahora es el turno de cualquier país
para crear historias épicas como cuentos de hadas, dentro del realismo mágico. El poder
persuasivo de esta corriente es tan grande que, si creara unos héroes profetas, jugarían un
papel demasiado grande para la literatura y entrarían en la vida real y la conmoverían. Así
es como sus héroes fracasan en el esfuerzo de llegar a serlo, según la receta mágico-
realista.

El realismo mágico es descrito por el lenguaje que usa, que no tiene fronteras; el realismo
mágico se lo debe todo a la infinidad del tiempo que describe y a los espacios aislados,
delineados solo por metáforas, metamorfosis y reiteración.

"Todos los textos literarios son tejidos de otros textos literarios (...)no hay tal cosa como la dicha
originalidad literaria y no hay tales cosas como obras literarias primeras: toda literatura es
intertextual"
[Alison Lee, Realism and Power, Postmodern British Fiction, (Realismo y poder), Londres: Editorial
Routledge,1990, pag.25]

Por consiguiente, si tratamos de seguir el rastro del realismo mágico y a ver en qué textos se basan
sus raíces, podríamos mencionar unas influencias, o la estela de otras corrientes: el Barroco, la
literatura picaresca, el gótico, la fábula, la tragedia, los mitos, las leyendas, las supersticiones de
las tierras nativas, las alegorías, el realismo social, la parábola, el postmodernismo.

Del realismo, el realismo mágico ha tomado la transparencia del lenguaje, la pseudo objetividad
de las convenciones del siglo XX; pero el texto tuvo que expresar más que un oráculo de una sola
voz.
Una metáfora amarga que denuncia el agotamiento del realismo queda expresada por Salmán
Rushdie en Midnight's Children (Los hijos de la medianoche), Avon Books, Nueva York, 1982,
pag.541, que nos dice que las camareras, respetando la manera secreta de un club son ciegas,
para no atestiguar las citas de los clientes:

"yo vi que sus ojos estaban cerrados; ojos luminosos y extraterrestres habían sido pintados en sus
párpados." (en inglés en original)

Si el realismo se refiere a la semejanza de la obra literaria con nuestra realidad familiar, entonces,
si, el realismo mágico es realista; objetos ordinarios, sentimientos familiares, datos históricos son
presentados en todas las novelas mágico-realistas, pero ellos están súper adornados en causas y
efectos metafóricos sobre un fondo hiperbólico.

El realismo está representado fragmentariamente dentro del realismo mágico, como si solo rastros
de la más importante estructura de narrar una historia se abriera paso en el enredo de la
narrativa. Migajas del realismo pueden ser reconocidas en la narración mágico-realista por un
lector atento:

realismo interior o exterior, basado en detalles;

realismo familiar, que resulta distorsionado por el realismo mágico, por una intromisión
de diferencias ligeras de lo conocido;

realismo impresionista, haciendo notas de la percepción más que encasillando los detalles;
también lo opuesto, poniendo los detalles en orden;

realismo puro, que trata de coger una verdad absoluta e imposible;

realismo social, de tipo revolucionario;

realismo espiritual, refiriéndose a las ideas, a los sentimientos, vicios y remordimientos de


los personajes;

realismo cruel, pueril, empleado para destacar los rasgos del personaje positivo;

El realismo no es más democrático en ideas que otras corrientes literarias. Pero el realismo mágico
lo es: construye mundos imaginarios que representaran para el lector la dificultad en volver a
adaptarse a su vida diaria.

El mito ayuda al realismo mágico a lograr el matiz ritual, que, por ser tan antiguo, parece exótico.

El realismo mágico se ramificó y lo que podemos ver hoy son dos grandes tipos: el
hispanoamericano y el asiático. Es su dote genética de mezcla de razas y culturas que doto a los
escritores con tal explosiva imaginación. Escritores de otros países pertenecen también a ese estilo
literario, pero si lo estudiamos y comparamos más profundamente, veremos que las novelas
suramericanas llevan el sello de una influencia, mientras que las novelas escritas en inglés llevan el
sello de otra influencia, aunque las dos influencias tienen raíces comunes: el Barroco. Mientras las
novelas de Salmán Rushdie son más semejantes al Culteranismo español cuyos rasgos fueron:
metáforas, lenguaje poético, antítesis de ideas y conceptos, hipérboles, motivos mitológicos y
descripciones de tipo sensorial, en la narrativa de Gabriel García Márquez podemos notar rasgos
desarrollados del Conceptismo español: Ingenuidad, humor, tendencia moral, sabiduría,
metáforas.

El Barroco fue basado en "teatralidad, metamorfosis, ostentación", "sabiduría metafórica


esencial", pero también en "movilidad, fluidez y desintegración interior produciendo antítesis al
nivel existencial" (Adrián Marino, Barocul, Bucarest, Pág. 306).

El rasgo principal del Barroco fue la oscilación entre la percepción de la realidad y de la irrealidad.
El hilo literario se esfuerza por destacar detalles feos, hiperbólicos, extravagantes, ridículos,
estridentes, chocantes o conmovedores que están entretejidos en un orden hipnótico para
abrumar al lector. Todo eso puede ser notado en la escritura mágico-realista.

Distinto de otros estilos, cuya descripción dentro de la narrativa resulta llena de metáforas
muertas, el realismo mágico abunda en metáforas en la secuencia de los acontecimientos: cabe
decir que las metáforas son afiladas y vivas, ingenuas y vivaces, irónicas e hiperbólicas, destacando
la veloz fluidez de la narrativa. El hipérbaton se usa para poner énfasis a una idea, para subrayar su
importancia ya que el hipérbaton confiere al texto calidad lírica y musicalidad.

Pero el Barroco no es el solo manantial que inspiró al realismo mágico: unos sus personajes tienen
rasgos del pícaro. Un pícaro es "astuto, hábil, malicioso, travieso, descarado"(Oxford Dictionary). El
pícaro cambia varias veces su trabajo y su amo, viviendo una vida tramposa y peliaguda; sería
capaz de engañar a todos para sobrevivir, como bien nos muestra el Lazarillo. Mas a su vida le falta
la aspiración de un héroe verdadero. El héroe del realismo mágico muy a menudo lucha por la vida
de la misma manera que el pícaro. Aadam Aziz (Los hijos de la medianoche) es tal héroe. Vasco
Miranda (La última mirada del Moro) es un personaje parásito, muy semejante al pícaro. El pícaro
tiene la ambivalencia de un héroe y de un antihéroe, un personaje que se vuelve cíclicamente en
vagabundo, sirviendo amos distintos, sazonando sus realizaciones con trampas y bromas pesadas,
gastadas a cualquiera, con un matiz de desdeño cínico por los que se lo permiten; la historia es
siempre contada en primera persona del singular y tiene un dejo satírico. Al leer Los hijos de la
medianoche, por Salmán Rushdie, podemos notar que el pícaro es el antihéroe Shiva, que había
sido cambiado al nacer con Saleem, y así Shiva había sido entregado a una existencia pobre,
creándose de esa manera la premisa para volverse un pícaro.

La burla tiene matices trágicas o ridículas:

"Clarividencia hizo posible que él arrestara a un futuro traidor antes que el traidor cometiera el
acto de traición."
(Vergüenza, por Salmán Rushdie, Londres: Picador,1984, pág. 184).
En el postmodernismo, las fronteras del género literario se fundieron para dejar lugar a la
universal comedia grotesca humana: meta ficciones estafadoras llevaron a la vista personajes
promiscuos, presentados sea como extraordinarios, sea como admirados por otros personajes por
la voz del narrador. El lector es invitado a analizar las calidades narrativas del autor, y a ser
espectador de un soliloquio, que resulto una confesión dirigida al lector: mencionamos aquí la
entrevista de Martin Amis consigo mismo en su novela Dinero, o Rosa Montero alabando uno de
sus libros en la novela La hija del Caníbal. Hubo un tiempo para que la novela se volviera
consciente de sí misma.

Cuando esta técnica era nueva —Cervantes y luego Sterne lo habían probado también— los
lectores estaban asombrados, pero poco después, ellos necesitaron algo más rico, algo que
cubriera más áreas de sus espíritus y sentidos; algo que apelara a los valores morales y que creara
otros dado que un individuo puede vivir sin fe, pero un grupo de gente siempre necesitará unos
pilares morales para confiar en ellos y guiar las relaciones interhumanas según ellos.

Cuando el postmodernismo dejó de estar de moda, emergió el realismo mágico, cuyos autores
redescubrieron los medios del gótico, con monstruos y seres estrafalarios, incesto y violencia,
cosas raras e insólitas armas, y lo usaron todo para burlarse de ello, fingiendo tomarlo en serio al
mismo tiempo. Los monstruos se volvieron repentinamente en héroes fabulosos que podían fundir
los cristales de las tiendas: Oskar Matzerath (El tambor de lata, por Günter Grass), que podían
parar el tiempo cuando querían, o podían hacer girar el tiempo: Ursula Iguarán (Cien años de
soledad, por García Márquez) o Fevvers (Noches en el circo, por Ángela Carter), imitando de ese
modo al legendario monstruo Polifemo del poema épico de Góngora.

El realismo mágico puede ser también descrito, como

"una narrativa corta que a veces es el comentario sobre una sociedad o sobre la condición humana
presentada como una alegoría o parábola, casi siempre con un mensaje escondido, aunque no
menos claro. Emplea frases utilizadas en los cuentos de hadas y el folklore"
(definición de la fábula, en Enciclopedia de lo fantástico, (Encyclopedia of Fantasy), por John
Clute&John Grant, Londres: Orbit, 1999,pág.327).

Como también en la fábula, las historias del realismo mágico tienen una moral, a veces declarada
desde el principio, para enfocarla mejor. El realismo mágico usa la fábula para aumentar el valor
moral de la escritura; trata de individualizar el fracaso moral de alguna clase social o de una
nación, en el país imaginario que construye; por eso, el escritor emplea la sinécdoque, expresando
la historia de una familia para la historia de un país entero; otra particularidad es que el escritor
duda de los acontecimientos históricos como también de las creencias antiguas presentándolos en
el lenguaje del cine —a veces con acentos melodramáticos que se esfuman bajo las metáforas
pesadas, bajo las referencias frecuentes a las otras culturas, bajo las alusiones a obras olvidadas o,
por el contrario, muy nuevas, y a las más nuevas teorías astrofísicas.

Sin embargo, la referencia cultural está mezclada con hechos grotescos en todos los autores del
realismo mágico; líneas surrealistas juntan escenas de pesadilla con influencia gótica:
"eran las doce menos cinco pero el general Rodrigo de Aguilar no llegaba, había un calor de
caldera de barco perfumado de flores, olía a gladiolos y tulipanes, olía a rosas vivas en la sala
cerrada, alguien abrió una ventana, respiramos, miramos los relojes(...) se oyeron los ruidos
viscerales de las máquinas de los relojes en el silencio de un abismo final, eran las doce, pero el
general Rodrigo de Aguilar no llegaba, alguien trató de levantarse, por favor, dijo, él lo petrificó
con la mirada mortal de que nadie se mueva, nadie respire, nadie viva sin mi permiso hasta que
terminaron de sonar las doce, y entonces se abrieron las cortinas y entró el egregio general de
división Rodrigo de Aguilar en bandeja de plata puesto cuan largo fue sobre una guarnición de
coliflores y laureles, macerado al horno, aderezado con el uniforme de cinco almendras de oro de
las ocasiones solemnes, y las presillas del valor sin límites en la manga del medio brazo, catorce
libras de medallas en el pecho y una ramita de perejil en la boca, listo para ser servido en
banquete de compañeros por los destazadores oficiales ante la petrificación de horror de los
invitados que presenciamos sin respirar la exquisita ceremonia del descuartizamiento y el reparto,
y cuando hubo en cada plato una ración igual del ministro de la defensa con relleno de piñones y
hierbas de olor, él dio la orden de empezar, buen provecho señores."
[El otoño del patriarca, por García Márquez, Mondadori, Pág. 125-126]

El realismo mágico aprovecha de estas cosas grotescas para subrayar la parte socarrona del
carácter humano. A ese estilo no pueden faltarle los rasgos oscuros del ser humano, porque, en
efecto, el realismo mágico es sátira.

Lo gótico del realismo mágico es trágico: es un intento de burlarse de la muerte y del destino
tratando siempre satíricamente de vencerlos. Los elementos de la tragedia son muy poderosos
dentro del realismo mágico, porque son semejantes a las estructuras de las tragedias antiguas. Así
notamos:

un crimen está seguido por otros, por venganza;

hay un coro para comentar los principales acontecimientos de la obra;

el escritor usa la ironía para resaltar la importancia de la muerte;

los héroes son caracterizados por sus hazañas;

el fin es casi siempre catastrófico;

la historia es sometida al sino;

desde el primer momento de su aparición en la obra, los personajes emprenden su viaje a


tropezones sea hacia el cielo, sea hacia el infierno y no hay otra alternativa.

Sin embargo, el realismo mágico es eminentemente catártico: ninguno de los incestos o crímenes
es despreciable en el realismo mágico, y eso porque todo es presentado como para surgir en el
lector una reacción estética a una solución literaria. Parece ser que el lector está menos envuelto
sentimentalmente en la historia mágico realista que en otra, pero está más implicado
razonadamente en el realismo mágico que en otro estilo.

Por ser tan irónica —ironía blanda en las novelas de García Márquez o Lisa St Aubin de Terán, e
ironía aguda de Salmán Rushdie— la narrativa mágico realista resulta un artificio; pero porque
maneja tantos planes de la historia que se ramifican en otras historias, como pasa en la
matemática con las superficies Riemann, los elementos artificiales se esfuman, determinando al
lector que se preguntara, admirando cada plano, si la narrativa fuera posible.

En el realismo mágico, la tragedia resulta más como la imitación del sacrificio divino que como
simples desastres sufridos por los mortales que no abren paso entre ellos y el lector para que todo
se volviera mito y adquiriera un dejo ritual. La presencia de la muerte ya no es terrible y
horripilante, dado que el realismo mágico apareció después de la segunda guerra mundial cuando
había muerto tanta gente; en el realismo mágico la muerte es una presencia diaria y es la vida que
logra valores metafísicos: la muerte ya no basta, así que al fin, el lector es testigo de la explosión
del mundo entero.

Claro que la mixtura es mucho más compleja y enredada, y contiene también una atmósfera que
se adquiere por el desgarro de la realidad, por extender o comprimir unas secuencias de la
realidad familiar. Los escritores emplean el coro de la tragedia griega para aumentar las creencias
tradicionales y para obtener otros efectos especiales que enfoquen lo antiguo y las supersticiones.
En Los hijos de la medianoche el coro es representado por el barquero, luego por la gente y
finalmente por Padma.

El lector se da cuenta de que los personajes monstruosos representan solo una alternativa literaria
y no los juzgan desde el punto de vista moral, como pasaría en la vida real. Los elementos góticos
aumentan en el lector la opinión de que su misma idea sobre los personajes se muestra ser
verdadera. Los elementos barrocos, góticos y satíricos salpican el trágico flujo veloz de la narración
mágico realista. La velocidad del hilo narrativo hace que la tragedia disminuya y resalta los
elementos fantásticos que son contados como si fueran pequeñas realidades sin importancia,
lógica y calculadamente.

El realismo y la tragedia no son compatibles dentro de la literatura, así como los son en realidad. El
realismo mágico necesita otros argumentos para sostener su compatibilidad dentro de la narrativa
y puede adquirirlo volviendo elementos ordinarios, o menospreciados en elementos sagrados. El
autor intensifica unos rasgos, multiplica otros y destaca escenas surrealistas (apud Adrián Marino,
Dictionar de termeni literari, el capítulo sobre lo fantástico)

En esencia, el realismo mágico trata a lo gótico despreciadamente, lo que significa que el autor
emplea las técnicas góticas, pero con desdén. Ese rasgo y la aceleración del hilo narrativo son las
dos condiciones sine qua non para que el estilo sea de verdad realismo mágico.

El escritor utiliza también sea una distribución desigual de la atención narrativa, sea un tono
monótono describiendo acontecimientos grotescos y escenas conmovedoras, dando la impresión
de que todo cuenta lo mismo para la historia. Cuando el narrador nos llama la atención sobre la
singularidad de un elemento, él no es fidedigno, lo que en efecto hace es distraernos la atención
sobre otro elemento, que es fantástico. Varias veces, el narrador pregunta a sí mismo si la acción a
la cual él fue testigo pasó de verdad. Es una duda prestada de la realidad, de los diálogos
callejeros.

La metáfora parcial o posesiva del realismo mágico restringe el entero universo a su singular
existencia. El narrador hace caso omiso a la realidad, resaltando un acontecimiento reiterado por
medio del genitivo, como en los ejemplos:

"la llaga del insomnio"(Cien años de soledad, por Gabriel García Márquez);

"La llaga de la vergüenza" (Vergüenza, por Salmán Rushdie);

"el velo de su solipsismo" (Vergüenza, por Salmán Rushdie);

"El silex de su vergüenza prendió fuego a la yesca de su orgullo" (Vergüenza, by Rushdie);

Ese tipo de metáfora resulta ordinaria una vez sacada del contexto, pero es muy sugestiva dentro
de la narrativa: refuerza la singularidad de este estilo narrativo.

La técnica del montaje: aunque el nombre y la descripción de un país, como también otros
detalles parecen familiares, a una mirada más profunda podemos observar bastantes anomalías,
anacronismos e inadvertencias de que el lector no está conciente. El país puede tener rasgos
prestados de períodos distintos e incluso de otros países; el país descrito puede ser totalmente
imaginado, pero con un nombre de la realidad. Por eso no debemos fiar de ningún nombre
reconocible.

No huelga añadir las teorías científicas que el realismo mágico —Rushdie más que otros autores—
emplea en medio de la narrativa. Nos enteramos así de los últimos descubrimientos en cuanto a
los agujeros negros, a los universos transmutables.

Como las palabras destino o sino son raramente pronunciadas, el lector tarda mucho en
comprender el papel poderoso que el destino desempeña en la novela de tipo realismo mágico.
Nada más identificar el hilo del destino narrado, el lector empieza a sospechar una segunda, luego
tercera solución, una tercera promesa de la que va a suceder; pero nada de eso ocurre, porque el
texto hace implosión por la rigidez del sino. La coincidencia está relacionada con el destino
también: ocurre tan frecuente, y algo rítmicamente que el lector tiene la impresión de que está
descubriendo el texto en el dibujo de un juego de ajedrez.

Los temas son muy importantes en el realismo mágico: enfermedades inauditas e increíbles
aparecen repentinamente sin lógica alguna y desaparecen del mismo modo. El Moro, de La última
mirada del Moro, por Rushdie, envejece dos veces más rápidamente que otra gente; el padre de
Saleem en la novela Los hijos de la medianoche, por Rushdie, sufre de la enfermedad de volverse
blanco, y los habitantes de Macondo, en Cien años de soledad, por García Márquez, sufren de la
llaga del olvido.

El tema del mundo repleto alude a los hijos de Nicanor Alvarado, de la novela El otoño del
patriarca, por García Márquez, que pueden ser comparados con los hijos de Tulvar Ulhaq, cuyo
número crece exponencialmente en la novela Vergüenza, por Rushdie. Todos son concebidos bajo
la amenaza de la autoridad del hombre.

El tema de la soledad del dictador se entreteje con el tema del rencor y la maldad, que tiene
multifacetas semánticas, que confiere a la narrativa una ilusión que resulta sea cómica, o
espeluznante. Son temas del Barroco, de los cuales el realismo mágico se adueñó expresándolos
en un lenguaje de colores y sabores, como en la novela La última mirada del Moro, por Salmán
Rushdie, que alude a la última mirada del rey árabe Boabdil el Chico, antes de dejar Granada.

Esos temas engendran otros, de venganza, de paternidad desconocida, de los gemelos y muchos
otros, pero los temas solos no hacen el estilo. Se necesita el talento del escritor y la intuición del
lector para que juntos, crearan el realismo mágico, el más mágico de los estilos literarios.

El realismo mágico es una crónica dentro de la cual son injertados los más fantásticos detalles y
milagros hechos por personajes con dones y poderes estrafalarios —que son descritos por sus
hazañas— todo en una épica acelerada, llena de cosas grotescas, metáforas, hipérbolae y lenguaje
poético.

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Más que un género literario es una forma de escribir en la que se funden la realidad con
elementos fantásticos, mágicos y fabulosos, de modo que no son por si mismos el elemento
fundamental del argumento, si no una parte más del entorno en el que el autor sitúa su obra.
Esencialmente es una literatura de contrastes, en la que la circunstancia mágica sirve de
contrapunto a situaciones cotidianas, (en CIEN AÑOS DE SOLEDAD, de Gabriel García Marquez, la
ascensión a los cielos de Remedios la Bella mientras dobla las sábanas) como forma de concretar
la pureza de un ideal (el caballero Agilulfo en EL CABALLERO INEXISTENTE, de Italo Calvino) o
simplemente como vehículo para cuestionar la realidad (la reducción paulatina hacia la nada que
sufren los protagonistas de LA ESPUMA DE LOS DIAS, de Boris Vian)

El realismo mágico ha sido cultivado fundamentalmente por autores iberoamericanos (Gabriel


García Marquez, Miguel Angel Asturias, Carlos Fuentes), en menor medida por escritores
europeos de ámbito latino (Italo Calvino, Boris Vian, Rafael Sánchez Ferlosio, Alvaro Cunqueiro) y
con un impacto prácticamente nulo fuera de éste ámbito, circunstancia más que notable, puesto
que la mayor parte de la literatura puramente fantástica es de procedencia anglosajona.

Debido a esta circunstancia, el realismo mágico apenas ha tenido influencia en la ciencia-ficción.


Por un lado el espíritu racionalista propio del género, y por otro la enorme influencia de la fantasía
anglosajona, apenas han dejado alguna puerta para que autores como los ya mencionados Italo
Calvio y Boris Vian, hayan conjugado ciencia-ficción y realismo mágico, o Stanislaw Lem ronde
muy de cerca esa forma de escribir (¿que son, al cabo, los viajes de Ijon Tichy?)

© Francisco José Súñer Iglesias, 10 de enero de 2000

Realismo fantástico

Movimiento intelectual y literario que pretendía reivindicar toda una serie de fenómenos
misteriosos presuntamente ignorados de forma deliberada por la ciencia oficial. Quizá el
origen de este movimiento haya que fijarlo en la publicación, hacia 1960, del libro EL
RETORNO DE LOS BRUJOS, de Louis Pauwels y Jacques Bergier, seguido de LA
REBELIÓN DE LOS BRUJOS, de los mismos autores.

Pauwels y Bergier planteaban la necesidad de estudiar con espíritu crítico, pero


asimismo abierto, todos aquellos fenómenos que la ciencia oficial no podía, o no
quería, investigar, pudiéndose explorar así, al margen de la metodología científica,
todas las facetas oscuras de la vida. La iniciativa de estos dos escritores tuvo éxito y
cuajó en el movimiento bautizado como realismo fantástico, aunque por desgracia
pronto empezó a contaminarse con todo tipo de pseudociencias que iban desde el
estudio de los ovnis (Antonio Ribera, Aimé Michel, Juan José Benítez) hasta
fenómenos como presuntas visitas de extraterrestres en la antigüedad (Erich von
Daniken), regiones del planeta en las que tendrían lugar fenómenos extraños y
desconocidos como en el triángulo de las Bermudas (Charles Berlitz), etc.

Finalmente el realismo fantástico degeneró todavía más, al incorporarse a él todo


tipo de charlatanerías mal llamadas ciencias ocultas (ni son ciencia ni tienen
demasiado de ocultas) tales como la astrología, la quiromancia, la brujería, el vudú o
los variados métodos para adivinar presuntamente el futuro. Tal degeneración, que
intentaba enlazar incluso con los diversos tipos de movimientos místicos, esotéricos y
similares surgidos a lo largo de la historia, acabó por completo con el espíritu inicial del
movimiento, que no era otro sino el de considerar que el hombre no era capaz de
percibir todas las realidades del universo. Actualmente tal movimiento ha caído en un
olvido casi absoluto, aunque algunos autores, cuyos libros suelen compartir en las
librerías, por desgracia, estanterías con las obras de ciencia ficción, siguen empeñados
en ver extraterrestres y seres celestiales o infernales hasta en la sopa, todo ello unido
a la plaga de adivinadores varios especializados en vivir a costa de la buena fe de los
incautos.

© José Carlos Canalda, 3 de enero de 2000

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