Вы находитесь на странице: 1из 6

Un corpulento hombre se paseaba por la sala de su casa buscando reposo despues de una jornada

dura de trabajo. Las tareas que habian encomendado a todo el personal del castillo no habian sido
faciles: Registrar una y otra vez la escena del crimen en busca de pistas del asesino, limpiar esa
escena y cavar las tumbas de sus compañeros y de la familia Real. Bastante más ajetreado de lo
habitual.

Se sentó en uno de los sillones y aflojó su túnica, apoyó su cabeza con el respaldar y contempló el
techo de aquella pequeña habitación absorto en sus pensamientos. Una a una desfilaban las
imágenes en su cabeza, los recuerdos afloraban en su cerebro. Reconocía que Amauri nunca le
había caido bien, que incluso en muchas ocasiones él se había propasado infringiéndole cortes o
moretones, pero no esperaba una acción como la que desde hace horas se le atribuía al truhan.
Además, ¿cómo podría haberlo hecho? El comedor estaba bien protegido.

De pronto empezó a sudar frío, la cara se le puso pálida y sentía nauseas. Su labio inferior
temblaba incontroladamente ante el recuerdo de un episodio que había ocurrido un día antes:
Amauri lo cruzó caminando por el pasillo. En sus ojos grises se reflejaba decisión y su boca
esbozaba una sonrisa perturbadora que se acentuaba con la presencia de esos horribles grandes
dientes amarillos. Caminaba lo más erguido posible, era un poco jorobado, y jugaba con sus dedos
haciendo destellar algo que no él no pudo contemplar bien. Willy estaba apurado pero eso no
evitó a que aproveche a molestar a su personaje favorito. Fue directamente a chocar su hombro
contra el de Amauri para asustarlo un poco, pero no lo logró.

El bufón retrocedió por culpa del golpe, pero su expresión no varió en lo absoluto. No bajó la
mirada como en otras ocasiones, ni aceleró el paso para salir de escena. Tampoco lo miró con odio
y resentimiento. Nada. En un segundo que pareció una eternidad giró lentamente su cabeza hacia
su agresor y suavemente le susurró:

"Después de ellos... iré por ti"

"iré por ti".... "iré por ti"... "iré por ti"... la frase se repetía en su mente mientras sus sentidos lo
devolvían a su salita de estar.

Por fin toda tenía sentido.

"Después de ellos"... "Ellos", la Familia Real, ya no respiraban más. "iré por ti"...

La profundidad de sus meditaciones fue interrumpida por el sonido de unos cascabeles al agitarse.

-¿Estas cómodo Willy?

El corpulento hombre tragó saliva y su respiración se agitó. Evitó toda tentación de hacer contacto
visual con el lugar de donde venía la voz. Era un rincón oscuro. ¿Y si lo había imaginado?

-Willy, viejo amigo, ¿porque no vuelcas la cabeza?... ah claro... falta luz

Se oyó un chasquido de dedos y un destello iluminó la habitación.


Ahí estaba él, sentado sobre un sillón con la misma sonrisa amplia y perturbadora. Lo miraba
fijamente, tal como un pirata admira a un pequeño tesoro. Willy sentía como esos ojos grises le
atravesaban la piel y estremecían cada uno de sus órganos. Sobre una de sus manos flotaba una
pequeña bola de fuego que acentuaba cada uno de sus rasgos y le confería un aspecto tétrico, un
aspecto que haría palidecer a todos aquellos que alguna vez hayan manchado su conciencia
molestando a tan indefenso truhan.

En su hombro derecho se hallaba una pequeña rata negra de cola larga que permanecía cómoda
apoyada en la clavícula de su amo.

Willy pestañeó varias veces esperando creer que todo era producto de una jornada agotadora,
pero no. El bufón seguía ahí, con su traje rojo y dorado, y su sombrero de 4 puntas del que
colgaban unos cascabeles amarillos. Amauri estaba vestido como para entrar en escena, como si
ante él se encontrase el rey esperando su espectáculo rutinario.

-¿De qué tienes miedo Willy? ¿Acaso no te alegra verme? -dijo el arlequin

El corpulento hombre trató de gesticular alguna palabra, algún sonido pero el nudo de su garganta
era más fuerte que su voluntad. Tampoco sentía sus piernas, y sus manos no se despegaban del
respaldar del sillón. ¿Por qué su cuerpo no le respondía? Él había atemorizado en incontables
ocasiones a ese tipo. Lo había visto sufrir la humillación en carne propia. ¿Por qué entonces los
papeles de predador y presa se habían invertido en tan poco tiempo?.

-Willy, Willy, Willy... te noto diferente. Ya no me diriges la palabra. ¿Acaso es mi fealdad la que te
impide hablarme?

-¿Q...q...qué quieres?

-¡oh! ya estaba por pensar que te habías vuelto mudo. Solo quiero visitar a mi querido amigo
Willy. mi MUY querido amigo Willy

Cada vez que pronunciaba su nombre, Willy no podía evitar estremecerse. El eco de su voz
retumbaba una y otra vez en sus oídos cual un redoble de tambores se pierde en una cueva.

-Ah... que descortés de mi parte, discúlpame -dijo el bufon dirigiéndose a su rata - Willy, quiero
presentarte a Pomodoro. Ve Pomodoro, ve y saluda a tu tío Willy con un beso en la mejilla.

La rata se deslizó por el cuerpo de Amauri hasta alcanzar el suelo e iniciar el ascenso por el sillón
donde el corpulento hombre se encontraba. Trepó ayudándose de la túnica y posó su hocico sobre
el pómulo de aquel petrificado soldado que se dedicaba a contemplar perplejo la inusual escena
mientras que en su interior el asco de sentir las extremidades del horrible animal se mezclaba con
el miedo.

Hecho esto, Pomodoro volvió al hombro de su amo.


-Adorable, ¿no te parece?... esta pequeña criatura... muchos solo saben juzgar por las apariencias -
Amauri acarició con sus huesudos dedos el lomo de la rata- Willy... parece que ahora adquieres un
poco de color. Un poco de cariño no hace mal por lo visto...

-V...Ve...Vete de aquí... -interrumpió tartamudeando el corpulento hombre

-No te escucho bien Willycito... ¿Podrías repetir....

-¡QUE TE VAYAS!

El grito provocó que el silencio luego reine la sala mientras ambas personas solo atinaban a
mirarse fijamente a la luz de la llama. Willy se había puesto rojo, su sangre circulaba ferozmente a
través de sus venas mientras que la adrenalina comenzaba a subir. La tensión también iba en
aumento entre ambos ya que Amauri fruncía el entrecejo dejando ver que no esperaba una
actitud así de su anfitrión, y que no toleraría las faltas de respeto.

La bola de fuego brillaba con mayor intensidad alcanzando un resplandor cegador.

-Aquí las ordenes la doy yo, ¿entendido? -dijo Amauri en tono amenazador

En un abrir y cerrar de ojos, el bufón ya no se encontraba en el cómodo sillón pero la llama seguía
flotando imperturbable. Sin embargo, el alivio fue una débil ilusión que acabó tan pronto Willy
sintió un frío metal que se apretaba contra su cuello, una respiración agitada por su oído y el vivo
sonido de los cascabeles. Una mano lo mantenía fijo con la cabeza apretada contra el pecho del
truhán y los dedos impedian un flujo continuo de aire a sus fosas nasales. El solo hecho de tragar
saliva se había convertido en una ardua tarea.

-O me parece que te tengo que hacer entender... -susurró la voz -... ¿Podemos hablar tranquilos
ahora?

El hombre asintió como pudo y al instante la sensación de asfixia así como la presencia de aquel
filoso metal desaparecieron.

Al frente de él volvía a estar el bufón, solo que esta vez jugueteaba con una daga con una
empuñadura de oro tan brillante como la bola de fuego que llenaba de luz la habitación. Se la
paseaba de mano en mano de manera rápida, sin miedo alguno de lastimarse con el filo.

-No aceleres las cosas querido Willy, no estás en posición de hacerlo. Te recomiendo que
comportes bien si no quieres que esta sesión termine de forma.... mmm... abrupta. Ahora sé buen
chico y dime... ¿Qué sabes de Jacques?

-¿J...Jacques?

-Sí Willy, Jacques, ese que era el ingeniero del Castillo. Necesito preguntarle algunas cosas... y creo
que tú sabes dónde está

-Y...yo... no sé qué de qué estás hablando -respondió el hombre


El bufón se agarró la cabeza en señal de decepción mientras exhalaba una bocanada de aire.

-Willy... Willy... no me mientas por favor. Me partes el corazón con cada una de tus falacias. ¿Crees
que yo perdería mi tiempo contigo solo por placer? ¡NO! Si no me fueras útil, hace rato ya que
estarías muerto.

"¿muerto?" El pánico atravesó como un rayo el cuerpo de Willy mientras su mente buscaba alguna
manera de escapar de allí. Sus sospechas se habían confirmado, Amauri lo iba a asesinar. Tenía
que huir de ahí, quizás, si colaboraba, ganaría algo de tiempo.

-Ahora mi querido amigo -prosiguió el bufón- si mi memoria no me falla... tu recibías una orden
directa del rey cada 2 meses, ¿no es cierto?

-S...si

-Y bueno, esa orden consistía en llevar una carta a la oficina de correos. ¿o me equivoco?

-No, estas en lo correcto.

-Supongo que alguna vez... ya sea por accidente... o por curiosidad... viste el rótulo del paquete.
¿Podrías hacer un esfuerzo sobrehumano y decirme las iniciales de esa inscripción? -el tono
sarcástico que adquirió la voz de Amauri hacía sentir a su compañero casi como un idiota, pero ya
tenía claro que con él no se podía andar con rodeos- Quizá, si me lo dices, ambos podamos irnos
felices.

El corpulento hombre se cerró en las nebulosas de su mente en una búsqueda desesperada por
satisfacer las peticiones de su captor. Hacía casi un mes desde que dejó la última carta y estaba
seguro de haberle echado una ojeada relámpago al sobre en un arranque de curiosidad. A pesar
de que llevaba bastantes años cumpliendo esos inusuales encargos, nunca se atrevió a leer lo que
contenía. Le aterraba la idea de que el Rey se entere de su traición y perder así su confianza siendo
que él, Willy, era uno de los soldados a los que más tenía en estima.

Tampoco se le cruzó cuestionar siquiera a Su Majestad en porqué se empeñaba en utilizar el


sistema postal como todos los demás plebeyos siendo que la Familia Real disponía de un servicio
de correspondencia privado de último nivel. Pero... ¿Con qué derecho iba un alabardero
insignificante a pedirle explicaciones al hombre más poderoso de toda la región? Lo hubiesen
encerrado en los calabozos por 5 días a base de pan y agua por el solo hecho de pensar cometer
tal falta de respeto.

Poco a poco unas pequeñas letras negras fueron adquiriendo forma, impresas en un pequeño
rótulo que volaba libre inmerso en una mar de recuerdos: El suelo lleno de polvo que levantaban
las personas al pasar apuradas en sus deberes cotidianos, la algarabía de los niños al correr
alrededor de la fuente jugando "mancha" y la majestuosa imagen de un cartel gigante que escrito
sobre un fondo blanco con letras azules recitaba "CORREO". Allí, al bajar la vista, Willy pudo leer
claramente.
-"SC, calle Junín #33" -declaró claramente el corpulento hombre olvidando por momento que de
cierta manera, estaba prisionero.

Amauri empezó a aplaudir fuertemente reluciendo de nuevo sus horribles dientes amarillos
mientras Pomodoro daba una pirueta en señal de alegría.

-¡Wow Willy! ¡Esta vez si te has pasado!... Por un momento creí que debía darte otro impulso de
adrenalina para ayudarte a recordar, pero veo que lo conseguiste solo... ¡buen chico!

Y desde aquellos huesudos dedos una galleta salió disparada en dirección de la boca de Willy,
donde rebotó y se partió en miles de migajas sobre el piso.

Me has puesto muy contento -prosiguió el bufón- no solo me diste una respuesta, sino que era la
¡verdad!. Entre amigos no nos podemos mentir, claro que no. Además, si así hubiese sido,
Pomodoro me hubiese advertido, ¿no es así? ratita mía

La rata emitió unos chillidos mientras dirigía su hocico hacia la puntiaguda nariz de Amauri que lo
miraba con un dejo de ternura.

Aquella escena formaba parte del elenco de escenas de amor más repugnantes que Willy habría
podido imaginarse. 2 de los seres más desagradables, juntos, bajo su techo… para él ya había sido
suficiente.

-¿Qué tiene que ver esa dirección con Jacques? -preguntó el corpulento hombre

-¿Ein?... ¿Acaso no es obvio?, ¡es donde vive!

-¿SC? ¿SantaCroce?, ¿Jacques en SantaCroce? ¿Por qué él? ¿Por qué el Rey se ha comunicado todo
este tiempo con él? -Willy estaba confundido ante una revelación que había secretamente
esperado con ansias algún día. ¿Qué tenían en común un ingeniero y un monarca? Claro que
estaba al tanto que hubo un tiempo en que ambos fueron amigos, pero aún eso no era suficiente
excusa para explicar por qué tantas cartas a través de todos esos años. ¿Tan fuerte era aquella
amistad?

-¿Por qué crees que lo estoy buscando? Además, si lo supiera no te lo diría. ¡Jaja!. Discúlpame,
pero me tengo que ir -dijo Amauri mientras se levantaba del sillón para dirigirse al vestíbulo,
dejando a la bola de fuego flotando peligrosamente a media altura.

-Espera, dimelo -insistió Willy

-No lo necesitas, allá donde vas no te lo van a pedir- Dicho esto el bufón apuñaló en el vientre con
la brillante daga al corpulento hombre que aún permanecía sentado, perplejo. Un líquido caliente
empezó a circular entre sus piernas, deslizándose hasta el suelo y manchando tanto la alfombra
como el bonito piso de madera de la habitación con un tono rojizo.

Una voz entonces le susurró en el oído:


-"Después de ellos, iré por ti"... ¿lo recuerdas?, JAJAJAJA!

Con una sonora carcajada, el bufón se dirigió a la salida y cerró la puerta tras de si dejando a un
herido Willy que contemplaba pálido cómo la llama, que había gentilmente compartido su luz, se
esparcía convirtiendo aquella sala en un auténtico infierno.

Вам также может понравиться