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Geografía económica.

Rama de la Geografía, en concreto de la geografía humana, que se dedica al estudio de los


diversos tipos de actividades económicas y su relación con la explotación de los recursos naturales terrestres. En
términos simplistas, es la parte de la Geografía dedicada a conocer cómo viven las personas en relación con la
distribución espacial de los recursos y la producción y el consumo de bienes y servicios. También, se ocupa de
estudiar la relación entre los factores físicos y biológicos productores de los recursos naturales y también las
condiciones económicas y técnicas que determinan su producción y transporte.

Campos
La geografía económica se ha dividido tradicionalmente en cuatro grandes campos estrechamente interrelacionados:
la geografía agrícola o agraria, la geografía industrial, la geografía de los servicios y la geografía del transporte, esta
última incluida en ocasiones en la anterior.
Durante los últimos decenios han cobrado protagonismo los estudios que analizan los sectores de forma
interrelacionada y se le da más relevancia a los aspectos relacionados con el desarrollo económico; de esta forma, los
geógrafos se han interesado, en los últimos años, por el análisis de los desequilibrios económicos (como demuestran
los patrones de actividades económicas a lo largo del mundo), así como por el modo en que se puede relacionar la
estructura social con la actividad económica y la forma en que determinadas formas de desarrollo económico hacen
uso de los recursos naturales y del medio ambiente en general.
En la actualidad, se tratan temáticas novedosas como el desarrollo sostenible a escala espacial, el teletrabajo, la
terciarización, el sistema mundo y la globalización, las nuevas tecnologías y su aplicación en los medios de transporte
y las telecomunicaciones.

Inicios en el siglo XIX


La Geografía económica, como especialidad en el seno de la Geografía, tiene sus orígenes en la geografía comercial
del siglo XIX, que se centraba en la localización espacial de materias primas y recursos naturales, localización
relacionada con la geografía física y el desarrollo de las redes de transporte, y con la formación de los imperios
coloniales. La geografía comercial desempeñó así un importante papel en el establecimiento y sostenimiento de las
relaciones económicas del colonialismo. Muchos de los exploradores del siglo XIX fueron patrocinados por las
sociedades geográficas fundadas durante las primeras décadas de la centuria en Berlín, París y Londres.
Por ejemplo, los viajes de David Livingstone fueron subvencionados por la Real Sociedad Geográfica británica, con sede
en Londres. El objetivo de estas sociedades y de la mayoría de los exploradores era, no solo descubrir ‘nuevos’ lugares,
sino también nuevas fuentes de materias primas que beneficiarían el rápido crecimiento de las industrias europeas.
Así, se inició el comercio con la apertura de nuevas áreas, como el Áfricatropical, ricas en materias primas, que podrían
ser extraídas a bajo precio por mano de obra indígena y, más tarde, transformadas en bienes de consumo en Europa.
La geografía comercial, imperante hasta mediados del siglo XX, se basó fundamentalmente en el amplio marco
epistemológico y metodológico de la geografía regional. Se dedicó a la descripción y el trazado de mapas con la
ubicación de los recursos naturales y de su explotación en el mundo. Sin embargo, desde la década de 1950, este
enfoque, predominantemente descriptivo, dio paso a otro, centrado más en en el análisis de los factores económicos
y su incidencia espacial.

El motor de este cambio fue la llamada ‘revolución cuantitativa’, que afectó a la totalidad de la Geografía, y en especial
a la geografía humana durante el final de la década de 1950 e inicios de la siguiente. Muchos geógrafos rechazaron los
tradicionales métodos descriptivos, en general, y la idea de unicidad de áreas concretas (comarcas, regiones), centro
del interés de la geografía regional de la época, en particular. Por el contrario, empezaron a buscar maneras de
introducir un enfoque más científico, mediante el desarrollo de teorías generales que pudieran explicar las estructuras
espaciales de la ocupación y la explotación humanas de la Tierra.
En un primer momento, estas teorías de la geografía económica se basaron fundamentalmente en la política económica
neoclásica y asumieron que el sistema de mercados era un racional y eficaz distribuidor de los recursos y de la riqueza.
Los aspectos políticos, sociales y culturales y los problemas asociados con la distribución de los recursos y de la riqueza
fueron ignorados. Los modelos geográficos derivados de la política económica neoclásica incluían muchas teorías sobre
localización de industrias y sobre patrones del uso agrícola de la tierra, de asentamiento y de redes de transporte.
Esas teorías defendían las actuaciones para lograr la maximización de los beneficios por parte de los individuos y
aprovechaban otras, procedentes de la geometría y de la física, para predecir modelos geográficos. Algunos modelos
anteriores fueron desarrollados en esta época. Entre estos se hallan el modelo del uso de tierras agrícolas, establecido
por el agrónomo alemán Johann Heinrich Von Thünen (1783-1850) en 1820; el de Alfred Weber (1868-1958) sobre el
asentamiento industrial, establecido a inicios del siglo XX; y los modelos para la localización de asentamientos,
definidos en la década de 1930 por el geógrafo Walter Christaller (1893-1969) y el economista August Lösch (1906-
1945), ambos alemanes, que dieron origen a la teoría del lugar central.
Estos modelos, sin embargo, no reflejaban con exactitud la complejidad del mundo real y los geógrafos económicos
comenzaron a adoptar, tras la década de 1960, teorías que les permitían centrarse en las consecuencias sociales de la
actividad económica. Las teorías de Karl Marx (1818-1883), escritas un siglo antes y en las que manifestaba que la
estructura de la sociedad estaba en estrecha relación con la organización del sistema productivo, ejercieron una gran
influencia, no solo en la geografía económica, sino también en la geografía humana en general, lo que constituyó la
base de lo que más tarde sería denominada geografía radical o marxista.
Las teorías marxistas, que implican que la producción económica y la sociedad están inextricablemente ligadas,
mantienen su importancia para los estudios de la relación entre la estructura social y la actividad económica, a cualquier
escala, local o global. El desarrollo desigual, esto es, el hecho de que, tanto en el pasado como en la actualidad, ciertas
regiones han sido favorecidas, desde el punto de vista económico, a expensas de otras, ha sido objeto importante de
estudio.
Esta desigualdad en el desarrollo ocurre a diversas escalas: por ejemplo, a escala mundial, la concentración de riqueza
y tecnología tiene lugar en las economías altamente industrializadas de Occidente, a costa de los países en vías de
desarrollo. Dentro de los países occidentales, ciertas regiones, como el sureste de Inglaterra, se han desarrollado con
mayor rapidez que otras. A una escala menor, Londres es el centro dominante en el sureste de Inglaterra, y dentro de
la ciudad, existe, a su vez, una concentración de riqueza en ciertas zonas residenciales o industriales. Son estas tupidas
redes, que se hacen más complejas en las distintas lecturas escalares, las que preocupan a los geógrafos económicos
desde la década de 1970, siendo aún hoy objeto de numerosos trabajos geográficos.

Tendencias actuales
Desde los primeros años de la década de 1970 se produce también un significativo cambio en el contexto mundial que
centrará el interés de muchos geógrafos desde entonces: el inicio de la reestructuración socioeconómica que ha
devenido en el actual modelo de globalización. El proceso se inició como una reestructuración industrial que provocó
un importante revulsivo en la práctica totalidad de sectores económicos y países del mundo.
Las industrias pesadas tradicionales (siderurgia, minería, química, etc.) se han reubicado principalmente en los países
menos desarrollados, mientras que las industrias de alta tecnología y de servicios se instalan en los países desarrollados,
incluidas las economías de los países del Sureste asiático, los denominados ‘dragones asiáticos’. No obstante, aunque
los países en vías de desarrollo manufacturan productos y no son meras fuentes de materias primas, estos raramente
controlan el proceso productivo, que en gran medida está en manos de empresas multinacionales. Estas buscan, a la
vez que segmentan su proceso de producción, ubicar sus instalaciones en aquellos países y regiones en los que se
maximiza el aprovechamiento de los avances en las redes de comunicación y transporte, y son menores las restricciones
sobre los permisos de instalación y el control de la polución y los costes de la mano de obra.
Además, los países menos desarrollados, en los que se ubican las nuevas plantas industriales, no siempre se benefician
de su presencia, pues, a menudo estas industrias apenas mantienen relación alguna con la economía local, mientras
que sus beneficios salen fuera y no revierten en el país. El papel de las multinacionales es controvertido; cabe citar en
este sentido, por ejemplo, su implicación en la República de Sudáfrica durante el apartheid, o las actuales inversiones
de compañías petrolíferas en países con escasa capacidad de decisión sobre sus propios recursos. La reubicación de las
industrias pesadas también ha originado problemas medioambientales y de polución en muchos países en vías de
desarrollo. Uno de los aspectos más interesantes para los geógrafos es el papel de la economía informal o sumergida,
que es por definición aquella que se desarrolla al margen del control público y que actúa al margen de las legalidades
vigentes, empleando a trabajadores sin contrato (trabajadores con salarios muy bajos y sin coberturas sociales).
Aunque las empresas multinacionales, por lo general, no contratan de esta manera, en cambio sí que sucede con
muchas de las empresas a las que las multinacionales subcontratan para labores concretas.
Este mecanismo, que abarata mucho la producción en origen, ha hecho que algunos estados asiáticos y americanos
lleguen a ser muy competitivos, sobre todo, a costa de nuevas fórmulas de ‘semiesclavitud’. Además, si bien con
diferencias, estos procesos de economía informal también se dan en el llamado ‘Primer Mundo’ y forman parte de las
estrategias de muchas empresas para mantener competitividad gracias a costes de producción muy bajos. Mujeres que
trabajan a tiempo parcial en su casa, inmigrantes, jóvenes a la búsqueda de un empleo estable, entre otros, son algunos
de los colectivos implicados en estos procesos en numerosas ciudades europeas y de los estados más ricos de América.
A escala regional, la geografía económica se ha preocupado por el análisis de la importancia de la concentración de
ciertas industrias y usos de la tierra en determinadas regiones. En el pasado, estos estudios se centraron en la relación
entre los recursos naturales, como el carbón, el hierro o el agua, y las industrias que surgían en torno a estos. Sin
embargo, el desarrollo de las comunicaciones y de los sistemas de transporte desde el decenio de 1950 ha supuesto
que las industrias ya no necesiten, como antes, estar ligadas a una localización concreta. No obstante, a pesar de que
la globalización de la economía mundial y la descentralización de las industrias de los centros metropolitanos tienden
a minusvalorar la escala regional, los estudios regionales han generado, de hecho, un gran interés en fechas recientes.
La geografía económica todavía se dedica al estudio regional, ya que el carácter de las regiones es, con frecuencia, un
importante aspecto a considerar por las empresas, en la medida que concierne a la oferta de ciertos tipos de trabajo.
La concentración de industrias de alta tecnología a lo largo del corredor de la autopista M4 en el sur de Inglaterra o en
el Silicon Valley en la costa occidental de Estados Unidos, son ejemplos de ello. Además, la importancia que adquiere
lo local en el mundo de la globalización ha dado lugar al empleo desde el inicio de la década de 1990 de términos como
‘glocal’. Con esta expresión se entiende la interconexión que se establece entre los procesos socioeconómicos globales
y la capacidad de respuesta desde lo local, con sus características, recursos y estrategias para situarse de forma
competitiva en dicho contexto general.

Ciencias auxiliares de la geografia económica


1. La sociología (del latín socius, socio, y del griego «λóγος» logos) es la ciencia que estudia, describe y analiza los
procesos de la vida en sociedad. Su objeto de estudio son los seres humanos y sus relaciones sociales, las sociedades
humanas.
2. La Geología es la ciencia que estudia la forma interior del globo terrestre, la materia que la compone, su mecanismo
de formación, los cambios o alteraciones que ésta ha experimentado desde su origen, la textura y estructura que tiene
en el actual estado.
3. La geomorfología es la rama de la geografía que estudia el relieve de la Tierra, el cual es el resultado de un balance
dinámico —que evoluciona en el tiempo— entre procesos constructivos y destructivos, dinámica que se conoce
de …ver más…
4. La cartografía (del griego chartis = mapa y graphein = escrito) es la ciencia que se encarga del estudio y de la
elaboración de los mapas geográficos, territoriales y de diferentes dimensiones lineales y demás. Por extensión,
también se denomina cartografía a un conjunto de documentos territoriales referidos a un ámbito concreto de estudio.
5. Economía (de οiκος, que se traduce por casa en el sentido de patrimonio y νέμεωιν, administrar) es la ciencia social
que estudia las relaciones sociales que tienen que ver con los procesos de producción, intercambio, distribución y
consumo de bienes y servicios, entendidos estos como medios de satisfacción de necesidades humanas y resultado
individual o colectivo de la sociedad.

Métodos
La Geografía Económica también analiza y valora los efectos de las diferentes políticas económicas aplicadas sobre el
territorio, en especial aquellas que tratan de promover el desarrollo regional o local, o lograr una ordenación más eficaz
de las actividades para evitar impactos negativos en materia urbanística o medioambiental.
En definitiva, esta disciplina intenta descubrir las interrelaciones que se establecen entre economía y territorio. En
términos generales, trata de describir la estructura económica, en la que influyen factores como las condiciones
naturales del medio, las herencias históricas, las características de la población, la organización política, las relaciones
sociales y las pautas culturales.
Esta rama de la Geografía adquiere relevancia de forma relativamente reciente —último tercio del siglo XIX— y desde
entonces ha progresado en tres fases bastante diferenciadas:

♦ la Geografía Económica, Comercial y Estadística. Tiene una finalidad descriptiva, enumerativa y concede prioridad a
las labores relacionadas con los recursos naturales —sector agrario y actividades extractivas—, así como a las ramas
industriales ligadas a la primera transformación de dichos recursos. Esta geografía es concebida con un carácter
eminentemente informativo, por lo que es frecuente la elaboración de inventarios sobre materias primas, producciones
y recursos, analizando sus principales características, las áreas productoras y los intercambios que generan;

♦ Teorías geográficas y localización de actividades económicas. Esta corriente surge en los años sesenta del siglo XX de
forma paralela al desarrollo de la economía regional. Sus objetivos primordiales son la localización de actividades y el
desarrollo regional, adoptando una óptica mucho más economicista. Posteriormente, en los años setenta, surgen
enfoques relacionados con factores sociales y políticos en la organización espacial de las empresas, con el desarrollo
desigual generado por la nueva situación socioeconómica (pobreza, deterioro ambiental…);
♦ Sistemas económicos y geografía del capitalismo. Es la tendencia más reciente y considera que las diferentes
actividades desarrolladas en el territorio tienden a establecer ciertas relaciones de interdependencia, por lo que se ven
condicionadas por el entorno económico y social en el que se ubican.
La economía y el territorio se comportan como complejidades organizadas, como sistemas. Se estudiará la dimensión
(volumen de actividad, empleo, producción…), la estructura interna (características de las empresas, importancia de
sus actividades, interrelaciones…), las pautas de localización de actividades y especialización de territorios y la
evolución o dinamismo experimentados por su estructura y la localización. La Geografía Económica deberá interesarse
en establecer la lógica espacial del sistema económico capitalista, que hoy extiende sus dominios por la práctica
totalidad del escenario mundial.
El sistema productivo: sus sectores
El núcleo central de la actividad económica de cualquier territorio está constituido por su sistema productivo, que
puede definirse como el conjunto de agentes y relaciones productivas (flujos) que se establecen sobre un territorio
determinado. Las empresas y los trabajadores, la oferta y la demanda son piezas clave en dicho sistema.
Se habla de sistema porque entre todos esos elementos existe un variado tipo de relaciones porque ocupan un
determinado territorio y porque comparten ciertas condiciones comunes.
Este sistema económico se ha dividido tradicionalmente en tres apartados o sectores económicos, en función de la
naturaleza de las actividades practicadas:

♦ Actividades extractivas (sector primario). Destinadas a la obtención de recursos naturales (suelo, subsuelo, mar). Son
la base de todas las demás, aunque su importancia relativa desciende en las sociedades desarrolladas. En este grupo
se incluye la agricultura, ganadería, pesca, explotación forestal o selvicultura, minería, producción de energía y
captación de agua.

♦ Actividades industriales (sector secundario). Dedicadas a la transformación de los recursos naturales en bienes de
naturaleza diferente, con un incremento de valor en el proceso.

♦ Actividades de servicios (sector terciario). Destinadas a satisfacer las necesidades más diversas de las empresas y de
la sociedad en general. Contempla actividades financieras y de transporte, las relacionadas con la Administración
pública, los servicios a las empresas, las distribuidoras de bienes y servicios entre la población, turismo y ocio, etc
Principios La Geografía Económica se basa en:

1. La Economía: Permite identificar y analizar el proceso productivo de bienes y servicios destinados a la


satisfacción de las necesidades humanas.
2. La Historia: Que facilita la comprensión de los procesos temporales que configuran las dinámicas
socioeconómicas actuales.
3. La Demográfica: Que aporta el análisis de la dinámica poblacional, tanto en la dimensión individual, como en
la colectiva.
4. Las Ciencias de la Tierra: Que permiten conocer las características de los recursos naturales y las posibilidades
de uso por parte de la sociedad.
5. La política: Que se encarga de analizar las relaciones de poder que se dan alrededor de la distribución y acceso
de los recursos, bienes y servicios.

Importancia de la Geografía Económica


La geografía económica es importante porque se orienta a descubrir cómo vive la gente, las relaciones que establece
con la distribución espacial de los recursos, la producción y el consumo, tanto de los bienes como de los servicios. Ha
servido para el conocimiento de problemas que afectan a las grandes mayorías del mundo, explicando las causas de su
existencia, apuntando a soluciones con tendencia al mejoramiento de la vida humana.

Ejemplos del mismo nos lo explica el Dr. Bassols como:


- Todo habitante del campo o de la ciudad, depende en forma inseparable del ambiente físico y social en que se
desenvuelve, y sus labores cotidianas son factores de producción, entonces se convierten en materia de estudio
múltiple de la geografía económica.

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