extraiios pensamientos que se les puedan ocurrir a las
personas de Albania o Burkina Faso». La competencia
entre los grandes estados, por otro lado, amenazaria el
nuevo orden mundial tan s6lo si uno, o més, de ellos se
viera poseido por el tipo de nacionalismo con ambicién
global, es decir, que aspira a un imperio universal, Fl
fascismo fue precisamente tal tipo de creencia, en el
Tercer Reich y el Showa de Jap6n, Su destruccién pone
de relieve con agudeza los limites del tipo de maniobras
que se ha utilizado subsiguientemente para obtener ven.
tajas nacionales y que ahora estén despojadas de una
dinamica universal comparable. Incluso antes de haber
completado la jornada hacia el capitalismo liberal, la
politica exterior china se asemeja mas a la de la Francia
de De Gaulle que a la de la Alemania guillermina, para no
mencionar la nazi, Y ya en la zona misma del capitalismo
avanzado, el nivel de os antagonismos es atin mas bajo,
como lo muestran las relaciones entre los Estados Unidos
y Canada o dentro del Mercado Comin, siempre y cuan-
do se mantenga el nivel adquirido,
El rechazo de plano a cierto tipo de sabiduria conyen-
onal no es en ninguna parte tan notorio como en el
juicio de Fukuyama a este respecto. El conflicto del Gol-
fo, que suscité el interés de tantos de sus criticos, desper-
tando el entusiasmo tanto en la derecha como en la
izquierda por la batalla para defender la causa de la
independencia nacional y la democracia en el Medio
Oriente contra la amenaza de un nuevo Hitler, fue com
parado por Fukuyama con la pelea entre un condotiero
del siglo xv y un clérigo del siglo ximt. El nacionalismo es
virulento donde nada vale gran cosa; donde las acciones
tienen mayores consecuencias, ya no logra infectar. Por
lo tanto no representa, en ninguno de los dos casos, un
127, eThe End of History, p. 9.
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reto serio como doctrina en el futuro. Aunque la forma de
expresarlo es provocadora, la idea subyacente no tiene
nada de extravagante. Coincide, por cierto, con la de dos
prominentes analistas de este fendmeno en tiempos re
cientes: un liberal, Ernest Gellner, y un socialista, Eric
Hobsbawm, cuyas actitudes politicas en lo que se refiere al
nacionalismo difieren, pero cuyo diagnéstico de su futuro
es similar. Un tema comtin a estos dos escritores es que las
pasiones nacionallistas se pueden mitigar por medio de las
actividades de consumo: de hecho, es ésta la version mo-
dema del papel que se le asigna a le doux commerce en el
mundo del absolutismo, Su fuerza resulta incuestionable.
El argumento general de Fukuyama es, tomado por si solo,
lo suficientemente fuerte. No obstante, este articulo pasé
por alto una contingencia, pues los conflictos nacionalis-
tas en si bien pueden tener poca importancia estructural
en la politica mundial; pero en conjuncién con el arma-
mento nuclear, en la zona de Ia historia, pueden tener
consecuencias materiales mas grandes que en el pasado.
Formalmente, esto no altera el veredicto de Fukuyama,
pues la devastacién militar de un intercambio entre paises
del Tercer Mundo no ofrece ninguna perspectiva de susti:
tucion social positiva en el Primer Mundo. Pero si consti:
tuye una advertencia, pues el fin de la historia tiene otro
significado, ya consabido, y el que se llegue a una forma de
final en los pafses ricos no excluye un colapso del otro
tipo, mientras haya atin paises pobres con armamentos
modernos, es decir, con armas, que si bien no estan a la
altura de hoy en dia, por lo menos si a la de ayer
El segundo desafio potencial a Ia hegemonia universal
del liberalismo aducido por los criticos de Fukuyama es
el fundamentalismo. La revolucién chitta en Iran, el for
talecimiento del separatismo hinda en Ia India, la expan-
sién de la ortodoxia sunita en el norte de Africa e incluso
movimnientos como la Mayoria Moral en Estados Unidos,
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