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PERVIVENCIA DE LA TRADICIÓN PROVERBIAL

GRECORROMANA1

Abstract.
Many ancient Greek and Latin proverbs have survived in our cultural tradition and today they are
still alive in the modern languages. The transmission of these proverbs, from the classical Antiquity until
our times, has followed different ways. Sometimes they have survived through a continuous and
uninterrupted use (from the ancient Greek to the ancient Latin, then to the medieval Latin and to the
modern languages). But in another cases ancient proverbs have survived through an erudite way: in some
moment of their age-old history, these proverbs stopped being used, but they were recovered and
reentered into our cultural tradition either because they were quoted in a very influential work or because
of the Humanists‟ task (a task in which Erasmus is outstanding).
In our essay we propose to study some Greek and Latin proverbs which are alive in the modern
languages, and we have tried that the selected examples illustrate those different ways of survival of the
ancient proverbs.

Key words: Ancient Greek proverbs, Latin proverbs, classical tradition, Erasmus, Aristotle, fable.

Son muy numerosos los antiguos proverbios griegos y latinos que han
sobrevivido en nuestra tradición cultural y permanecen todavía hoy vivos en las lenguas
modernas. Y probablemente no sea exagerado decir que el hecho de que, todavía hoy,
sigamos utilizando muchos proverbios y expresiones proverbiales acuñados por los
antiguos griegos y romanos y que muchos de estos proverbios estén extendidos a una
buena parte de las lenguas europeas, supone uno de los testimonios que más claramente
demuestran la unidad de la cultura occidental y el cordón umbilical que la une con sus
orígenes grecorromanos2. Los caminos que ha seguido la transmisión de estos
proverbios desde la Antigüedad hasta nuestros días han sido diversos (y es nuestra
intención que los ejemplos escogidos ilustren estas diversas vías de transmisión): unas
veces han sobrevivido a través de un uso constante e ininterrumpido (del griego antiguo
-cuando han tenido su origen en Grecia- han pasado al latín antiguo, luego al latín
medieval y finalmente a las lenguas modernas); en otras ocasiones, en cambio, no han
sobrevivido por vía “popular”, sino por vía erudita: en algún momento de esta cadena de
transmisión los proverbios se perdieron, pero fueron recuperados e reincorporados a
nuestra tradición cultural porque eran citados en alguna obra muy leída, o bien gracias
al trabajo erudito de los Humanistas3, una labor en la que ocupa el lugar más destacado
el gran Erasmo de Rotterdam, quien, como él mismo comenta, echó sobre sus espaldas
los Herculei labores de recoger, editar y comentar, con admirable competencia y
erudición, una parte muy importante del refranero grecolatino4. Erasmo publicó la
primera edición de sus Adagia (que contenía 3.271 proverbios) en las prensas
venecianas de Aldo Manuzio en 1508, y la última edición que publicó en vida (Basilea
1536) contenía ya 4.151 proverbios. En siglo y medio la recopilación de Erasmo se
reeditó nada menos que cuarenta veces y fue una obra decisiva para la propagación del
espíritu de la Antigüedad durante los siglos XVI y XVII.
Los proverbios que vamos a estudiar aquí vienen a tener 2.000 ó 2.500 años de
vida, que son indudablemente muchos años. Pero resulta que a veces podemos
remontarnos incluso mucho más lejos. Es el caso de un proverbio que nos exhorta a
hacer las cosas con calma si queremos hacerlas bien: “la perra que tiene prisa pare crías
ciegas”5. Este proverbio pervive en las tradiciones proverbiales inglesa (the hasty bitch
brings forth blind whelps/puppies)6, alemana (die eilende Hündin wirft blinde Junge,
wenn die Hündin nicht eilite, würfe sie nicht blinde Junge) y sobre todo italiana, tanto
en “versión perra” (la cagna frettolosa fà li cagnuoli ciechi) como particularmente en
“versión gata” (la gatta frettolosa fece i gattini ciechi). Si nos vamos remontando en el
tiempo, el proverbio está bien documentado en griego bizantino (hJ skuvla
spoudazomevnh tufla; koulouvkia ejgevnnhsen)7 y en latín medieval (canis festinans
caecos parit catulos, recogido en los Adagia de Erasmo II 2, 35)8. También se encuentra
en griego antiguo (hJ kuvwn speuvdousa tufla; tivktei, recogido en la colección de
Macario 5.32), y en concreto se documenta (yendo hacia atrás en el tiempo) en la
Antigüedad tardía cristiana (Gregorio de Nacianzo9), en época imperial (Galeno, De
semine II 5 [IV 639 Kühn]10), y ya antes, en época clásica, en el v.1078 de la comedia
La paz de Aristófanes (421 a.C.), en la parodia de un oráculo, en la cual la proverbial
perra es sustituída burlescamente por un jilguero hembra11:
Mientras la cucaracha en su huída apesta terriblemente,
y la jilguera cantarina en su apresuramiento pare crías ciegas,
durante ese tiempo todavía no se debe hacer la paz.
El proverbio se relaciona también con una fábula que se recoge en la tradición esópica
(251 Hausrath-Hunger: a una perra que presume de la velocidad con la que se
multiplican sus camadas le replica una cerda que con tantas prisas le nacen los
cachorros ciegos). Pero Aristófanes y la tradición esópica no son los autores griegos
más antiguos en los que se documenta el proverbio. En 1974 un papiro nos permitió
conocer el famoso fragmento 196a West2 del poeta del siglo VII a.C. Arquíloco de
Paros (el llamado Epodo de Colonia); en este poema Arquíloco arremete
despiadadamente contra una mujer, diciéndole a propósito de ella a la joven que lo
acompaña (vv.35-41)12: Con mucho a ti te prefiero, / pues tú no eres infiel ni tienes
doblez, / mientras que ella es mucho más tornadiza / y a muchos hace amigos suyos; /
tengo miedo de engendrar hijos ciegos y prematuros / por su afán acuciado, tal como
hacen las perras.
Pues bien, nos dicen los expertos en la materia13 que el proverbio se encuentra
documentado en textos orientales nada menos que desde el siglo XIX a.C., de manera
que en las lenguas modernas sigue vivo un proverbio que utilizaron sumerios y acadios
hace 4.000 años, y que ha pasado entretanto por griegos y latinos antiguos y medievales,
y resulta maravilloso que nosotros podamos aún seguirle a grandes rasgos la pista al
proverbio durante esos 4.000 años de vida documentada.
¿Por qué éste y otros proverbios provenientes de la Antigüedad grecolatina han
tenido tan larga vida y continúan aún gozando de buena salud? Dos razones me parecen
especialmente importantes para explicar esta supervivencia. En primer lugar, por
supuesto, la antes mencionada continuidad de nuestra cultura desde la Antigüedad hasta
nuestros días y el indudable prestigio del que ha gozado la civilización grecolatina, que
ha hecho que los proverbios grecolatinos se hayan conservado en mayor medida que los
procedentes de otras tradiciones. Y, en segundo lugar, los propios rasgos que
caracterizan a los proverbios y los hacen especialmente “resistentes” al paso del tiempo
y a los avatares de la Historia, como ya vio muy bien Aristóteles (cuyo tratado,
lamentablemente perdido, Sobre los proverbios fue el punto de partida de los numerosos
estudios que se hicieron en la Antigüedad sobre el tema). Nos dice, en efecto, Sinesio de
Cirene en su obrita Elogio de la calvicie (XXII = fr.13 Rose = 8a Ross = 463 Gigon)
que Aristóteles afirmaba que los proverbios son “restos de una antigua filosofía perdida
en el curso de las grandísimas catástrofes humanas, que han sobrevivido a causa de su
concisión y agudeza. Un proverbio es precisamente esto: un dicho que tiene el prestigio
de la antigüedad de la filosofía de la que procede”14. Así pues, para Aristóteles los
proverbios son, como los mitos (cf. Metaph. 12.8, 1074a38-b12), restos del pensamiento
de civilizaciones antiquísimas, que han sobrevivido por vía oral a las grandes catástrofes
sufridas por la humanidad debido a su capacidad para grabarse en la memoria gracias a
su concisión (suntomiva) y a su agudeza (dexiovth")15, y este hecho nos explica también
probablemente por qué nuestros antiguos proverbios han sobrevivido al paso del
tiempo.
Pasemos, pues, a comentar algunos proverbios de origen grecolatino que se han
incorporado a nuestro acervo paremiológico (se trata sobre todo de proverbios que están
documentados tanto en griego antiguo como en latín clásico). He intentado que los
ejemplos que he seleccionado ilustren los diferentes caminos por los cuales estos
proverbios han sobrevivido hasta nuestros días.
Y voy a comenzar por lo más fácil: proverbios que han tenido una continuidad
ininterrumpida, que se documentan en griego antiguo, luego en latín clásico, de donde
pasaron al latín medieval y a las lenguas modernas, sea por vía oral, por transmisión
erudita o por ambos conductos.
En un poeta épico del siglo V a.C., Quérilo de Samos (fr.11 Bernabé) se
documenta ya el proverbio que mejor expresa la idea de que todo se puede conseguir a
base de constancia y tenacidad: pevtrhn koilaivnei rJani;" u{dato" ejndeleceivh/ (“la
gota de agua horada la piedra con su insistencia”). El proverbio lo utiliza también el
poeta bucólico de los siglos II-I a.C. Bión de Esmirna (fr.4 Gow) y se encuentra
recogido en el corpus de paremiógrafos griegos (Apostolio 15.19: rJani;" ejndelecou`sa
koilaivnei pevtran). Luego tiene un éxito espectacular en las letras latinas16, quizá
porque la constancia y la fuerza de voluntad son virtudes especialmente apreciadas por
la tradición romana. Lucrecio lo utiliza para referirse a los átomos en De rerum natura I
313 (stillicidi casus lapidem cavat), y ya en IV 1286-87 para afirmar que la insistencia
del amante acaba rindiendo la resistencia de la persona amada (nonne vides etiam guttas
in saxa cadentes / umoris longo in spatio pertundere saxa?), y es éste precisamente, el
erótico, el contexto dentro del cual el proverbio aparece citado con más frecuencia en la
literatura latina; con ese sentido lo emplean Tibulo (I 4, 18: longa dies molli saxa
peredit aqua), Propercio (II 25, 16: teritur rubigine mucro / ferreus et parvo saepe
liquore silex; IV 5, 19-20: ceu blanda pererrat / saxosamque forat sedula gutta viam) y
Ovidio (Ars amatoria I 475-6: dura tamen molli saxa cavantur aqua)17. El proverbio se
documenta también en otros pasajes ovidianos dentro de contextos no eróticos
(Epistulae ex Ponto I 1, 70 aequorei scopulos et cavat unda salis, II 7, 40 percussaque
crebro saxa cavantur aquis, y IV 10, 5 gutta cavat lapidem); también lo emplea Séneca
(Cuestiones naturales IV 3, 4), y en el bíblico libro de Job (14, 19) no podía faltar, en
concreto dentro de las quejas que Job dirige a Dios afirmando que las continuas
desgracias pueden destruir las esperanzas de los hombres.
La tradición del proverbio “la gota horada la piedra” continúa vivísima en latín
medieval (cf. Walter nos 30351 y 10508: gutta cavat lapidem non vi sed seape cadendo;
/ sic addiscit homo, non vi sed saepe legendo)18, y ha pasado a las lenguas vernáculas,
donde todavía hoy sigue gozando de espléndida salud19. Por lo que se refiere en
concreto a la tradición en lengua española, el proverbio está bien documentado desde el
siglo XIV, en algunas de las obras mayores de la literatura española de ese siglo, como
el Libro de buen amor del Arcipreste de Hita (estrofa 526: “es el agua muy blanda y da
en la piedra muy dura, / mas, si da muchas veces, hace gran cavadura”), en los Sonetos
del Marqués de Santillana (no 6: “el agua blanda en la piedra dura / faze poco curso de
tiempo señal, / e la rueda rodante la ventura / trasmuda o troca del género humanal”) o,
ya acabando el siglo, en La Celestina de Fernando de Rojas, para aludir, como hemos
visto que ocurría de manera recurrente en la literatura latina (y Fernando de Rojas era
buen conocedor de la literatura latina), al hecho de que la constancia del enamorado
puede conducir al éxito en asuntos amorosos (auto VIII: “una continua gotera horaca
una piedra”)20.
También podemos seguirle la pista durante 25 siglos, pasando del griego al latín
y a las lenguas modernas, a otro sabio proverbio, que nos recomienda reflexionar con
toda prudencia antes de decir algo de lo que podamos arrepentirnos después, cuando ya
no haya remedio: “palabra y piedra suelta no tienen vuelta”21. Este proverbio está
documentado, prácticamente con la misma formulación, desde el siglo V a.C., en un
fragmento del poeta trágico Eurípides (1044 Kannicht: ou[t j ejk cero;" meqevnta
kartero;n livqon / rJa/`on katascei`n, ou[t j ajpo; glwvssh" lovgon, “ni la dura piedra
que se lanza con la mano es muy fácil de detener, ni la palabra que se lanza con la
lengua”), y posteriormente reaparece en la literatura griega antigua en la colección de
sentencias atribuída al poeta cómico Menandro (692 Jaekel: rJivya" lovgon ti"
ajnairei`tai pavlin, “cuando se ha lanzado una palabra, no se recoge de nuevo”) y, por
supuesto, en el tratado Sobre la locuacidad de Plutarco (507a)22. Y, desde luego, el
empleo de una expresión semejante por parte del latino Horacio23 en una de las obras
más leídas e influyentes durante siglos en nuestra tradición cultural, el Arte poética
(390: nescit vox remissa reverti) ha contribuído de manera importante para la
pervivencia del proverbio en latín medieval y en las lenguas modernas, a lo que hay que
añadir otra cita del propio Horacio en Epístolas I 18, 71 (et semel emissum volat
irreparabile verbum) y la presencia del proverbio también en autores cristianos como
San Agustín (Epístolas 143, 4, citando expresamente a Horacio)24 o San Jerónimo
(Epístolas 13, 14: lapis emissus est sermo prolatus, y 48, 2)25. Desde el medievo, las
diversas variantes de “palabra y piedra suelta no tienen vuelta” se documentan
frecuentemente en las lenguas vernáculas. Ya se cita, en el siglo XIII, en el Roman de la
Rose (XVI 747: “parole une fois volée, / ne peut plus estre rapellée”)26. En la literatura
española el proverbio está bien documentado desde el siglo XV: “la palabra así es como
la piedra, que, salida de la mano, non guarda dó fiere” (A. Martínez de Talavera, El
Corbacho o reprobación del amor humano II 4, 142; la obra se data en 1438)27; y llega,
veinticinco siglos después de Eurípides, hasta nuestras letras contemporáneas:
“Cuidado, muchacha -dijo Salmón-, que palabra y piedra suelta no tienen vuelta, y
palabra en boca es lo mismo que piedra en honda” (B. Pérez Galdós, Napoleón en
Chamartín, dentro de la serie Episodios nacionales).
En fin, se podrían citar otros muchos ejemplos similares de proverbios y frases
proverbiales que han pervivido ininterrumpidamente desde la Antigüedad grecolatina
hasta nuestros días. Baste citar expresiones como “el canto del cisne”, que empleamos
sobre todo para designar la última acción de una persona, que resulta ser especialmente
notable como postrera demostración de su genio, y que se encuentra ya en el v.1444 del
Agamenón de Esquilo (458 a.C.) y luego en una gran cantidad de textos griegos y
latinos de todas las épocas y géneros literarios28 (el dicho se basa en la creencia antigua
de que el cisne cantaba antes de morir y que ese su postrer canto era su canto más
hermoso); “del árbol caído todos hacen leña”, que se recoge en la colección de
sentencias atribuídas a Menandro (185 Jaekel: druo;" pesouvsh" pa`" ajnh;r xuleuvetai)
y reaparece entre las máximas espúreas de la colección latina atribuída a Publilio Siro
(52: deiecta quivis arbore ligna legit), y a partir de ahí es frecuente en latín medieval y
es proverbio extendidísimo en las lenguas modernas para aludir sobre todo al hecho de
que, cuando un hombre destacado cae, aprovechan para humillarlo quienes antes no se
atrevían siquiera a acercarse a él29; “tener miedo hasta de la propia sombra”, que cinco
siglos antes de Cristo ya decían los atenienses de las personas extraordinariamente
miedosas como testimonian textos de Aristófanes (fr.79 Kassel-Austin) y Platón (Fedón
101d: th;n eJautou` skia;n fobei`sqai), y testimonian luego una larga serie de autores
griegos y latinos, hasta llegar a las lenguas modernas pasando por el latín y el griego
medieval30; “tener vista de lince (o de Linceo)”, pues ya los eruditos antiguos discutían
si el lince del proverbio es el felino que tan agudísima vista tiene, o, más
probablemente, el individuo del mismo nombre (Linceo), uno de los argonautas, cuya
vista era tan aguda que incluso penetraba a través de los objetos sólidos y le permitía
encontrar bajo tierra oro, estaño y otros metales sin necesidad de hacer trabajosas
prospecciones (los autores antiguos que citan la expresión, desde Píndaro en la primera
mitad del siglo V a.C., hacen referencia al Argonauta, de manera que la versión antigua
debía de ser “tiene una vista más aguda que Linceo”)31. Y, por supuesto, han conocido
también amplio y duradero éxito muchos proverbios de origen propiamente latino (al
menos no tenemos documentado su uso en griego antiguo), como “perro ladrador, poco
mordedor” / “perro que ladra no muerde”, documentado ya, tres siglos antes de Cristo,
en Ennio (Anales 542 Skutsch, citado por Varrón, De lingua latina 7.3: canis sine
dentibus latrat) y citado tres siglos después por Quinto Curcio Rufo como proverbio
usado por los habitantes de Bactria (Historia de Alejandro Magno VII 4, 13: adicit
deinde, quod apud Bactrianos vulgo usurpabant, canem timidum vehementius latrare
quam mordere)32; o “quien da primero da dos veces” (bis dat qui dat celeriter, en
Publilio Siro I 6, Séneca, De beneficiis II 1,2 y III 8, 4, San Agustín, Epístolas 150, 1)33,
y un largo etcétera.

Hay, no obstante, ocasiones en las que los hechos no son tan claros, sobre todo
cuando nos falta un eslabón importante en esa cadena de transmisión que lleva desde el
griego antiguo hasta las lenguas modernas, pasando por el latín clásico y medieval.
Veamos algunos ejemplos, empezando por uno de los refranes más extendidos en las
lenguas modernas34, “una golondrina no hace primavera/verano”, que Sebastián de
Covarrubias, en su Tesoro de la lengua castellana o española (1611), glosa de la
siguiente manera: “Proverbio es vulgar nuestro, latino y griego, „una golondrina no hace
verano‟, presupuesto que es la anunciadora de la primavera; entiéndase cuando todas
ellas vienen de golpe y no porque una se haya adelantado se le ha de dar crédito; así, ni
más ni menos, del testimonio singular de uno no hemos de formar notoriedad, ni de la
cosa que es rara, porque acontezca una vez, sacar regla general”35.
El proverbio se cita en la Ética a Nicómaco de Aristóteles (I 7, 1098a18), sin
duda el texto clave que explica en buena parte el extraordinario éxito que el proverbio
ha tenido en nuestra tradición cultural. Dice así Aristóteles: “Y si esto es así…resulta
que el bien del hombre es una actividad del alma de acuerdo con la virtud, y si las
virtudes son varias, de acuerdo con la mejor y más perfecta, y además en una vida
entera [es decir, adulta; Aristóteles excluye de la felicidad al niño y al adolescente,
porque sólo el adulto es capaz de poseerla con el ejercicio de las virtudes]. Porque una
golondrina no hace primavera, ni un solo día; y así tampoco ni un solo día ni un
instante bastan para hacer venturoso y feliz” (traducción de J. Pallí)36.
Pero tenemos documentado el proverbio antes de Aristóteles, en el siglo V a.C. y
concretamente en uno de los géneros literarios griegos que hace un uso más frecuente y
original de los proverbios: la comedia antigua37. Precisamente un comentario al pasaje
de Aristóteles que acabamos de citar38 nos indica que el proverbio “una golondrina no
hace primavera” lo empleaba ya el poeta cómico Cratino (activo entre 450 y 423 a.C.
aproximadamente) en una comedia titulada Las delias, perdida para nosotros (fr.35
Kassel-Austin). Se ha pensado también que otro poeta cómico de la época, Aristófanes,
tuvo en mente nuestro proverbio en un pasaje de difícil interpretación de su comedia
Las aves (representada en 414 a.C.), en el cual un delator profesional (sicofanta) aparece
en escena cantando una canción que dice “variopinta golondrina de largas alas”, y
Pistetero, el protagonista de la obra, comenta (vv.1416-1417): “Creo que le está
cantando una canción a su manto, y da la impresión de que necesita de no pocas
golondrinas”. El pasaje se puede quizá interpretar en el sentido de que el manto que
lleva el sicofanta es tan viejo y raído que su poseedor sólo dejará de pasar frío cuando
hayan llegado no una sino muchas golondrinas y, con ellas, definitivamente el buen
tiempo; si esta interpretación es correcta, sería una alusión a nuestro proverbio39. En
todo caso, parece fuera de toda duda que el proverbio estaba ampliamente extendido ya
en la Grecia clásica.
También para los latinos la golondrina es el ave que anuncia, y por tanto
simboliza, la llegada de la primavera (baste citar Horacio, Epístolas I 7, 13, u Ovidio,
Fastos II 853). Y, sin embargo, el proverbio “una golondrina no hace primavera” no se
encuentra documentado, que nosotros sepamos, en latín clásico. ¿Por qué, entonces, el
proverbio tuvo tanta difusión en latín medieval, bajo la forma (que presenta variantes)
una hirundo non facit ver40, y se ha convertido en uno de los proverbios más difundidos
en las lenguas europeas modernas? En mi opinión, la causa hay que buscarla
fundamentalmente en la cita aristotélica, y también en la aparición del proverbio en
autores griegos de la Antigüedad tardía, cristianos sobre todo. Porque, en efecto, “una
golondrina no hace primavera” se documenta también en tres de los más importantes
autores griegos del siglo IV p.C., dos paganos, Libanio (Cartas 834, 5 = X 752, 19 ss.
Förster)41 y el emperador Juliano (Cartas 82, 446a Bidez)42, y un cristiano, Gregorio de
Nacianzo, que lo cita tanto en prosa (Discurso XXXIX 14, 352b: “si es verdad que una
única golondrina no hace primavera, ni una única línea al geómetra o una única
navegación al marino”) como en verso (Oda 8 = Comparatio vitarum, vv.242-243:
“dicen que una golondrina no trae / la primavera gozosa, ni los cabellos la vejez”).
Son estas citas de Gregorio de Nacianzo y el pasaje de la Ética a Nicómaco de
Aristóteles, los textos que han cimentado la popularidad de nuestro proverbio en nuestra
tradición cultural. Gregorio es mencionado explícitamente por autores griegos
posteriores que citan el proverbio, como Juan Damasceno (ca. 676-750) en su obra Tres
discursos contra los iconoclastas I 2543. Y si del griego pasamos al latín, Tomás de
Aquino (siglo XIII) cita en diversas ocasiones nuestro proverbio en su forma latina una
hirundo ver non facit, y lo hace refiriéndose expresamente a los autores griegos de los
que ha tomado la cita, Gregorio de Nacianzo y Aristóteles. Así, en Summa Theologiae
III 39, 3 leemos: “Sed, sicut Gregorius Nazianzenus dicit, „non est lex Ecclesiae quod
raro contingit, sicut nec una hirundo ver facit‟”44; y en otro pasaje de la Summa
Theologiae (II.1 51, 3) vuelve a mencionar el proverbio, en esta ocasión remitiendo al
libro primero de la Ética a Nicómaco de Artistóteles: “sed contra est quod philosophus
dicit, in I Ethic., quod „una hirundo ver non facit, nec una dies, ita utique nec beatum
nec felicem una dies, nec paucum tempus. Sed beatitudo est operatio secundum habitum
perfectae virtutis‟”. Estas citas de un pensador tan influyente como Santo Tomás, así
como las traducciones latinas medievales de Aristóteles45 y, en menor medida, de
Gregorio de Nacianzo, fueron sin duda decisivas para la difusión del proverbio, el cual,
por tanto, se reincorporó a la tradición proverbial europea probablemente por vía erudita
y no por tradición oral continuada, como en el caso de los proverbios que hemos
comentado anteriormente. Por supuesto, su presencia en las obras de los eruditos del
Renacimiento, particularmente en los Adagia de Erasmo (I 7, 94), fue de gran
importancia para su consolidación definitiva, pero el proverbio parece que ya por
entonces se hallaba bien asentado en nuestra tradición cultural, como testimonian sus
frecuentes citas en el medievo, tanto en latín46 como en lenguas vernáculas, en las
cuales se encuentra ya documentado en el siglo XIII en Li livres dou trésor de Brunetto
Latini47, y luego en el Convivio (I 9) de su buen amigo el gran Dante Alighieri, que
remite expresamente a Aristóteles en su cita: “E non ha contradizione perché alcuno
litterato sia di quelli, ché, si come dice il mio maestro Aristotele nel primo de l‟Etica,
„una rondine non fa primavera‟”.
Por lo que a las letras españolas se refiere, el proverbio se documenta
amplísimamente desde el siglo XIV, y no falta, como ocurre en el resto de las lenguas
europeas, ni en obras mayores de nuestra literatura (como la poesía del Marqués de
Santillana48, La Celestina49 o El Quijote50), ni tampoco en las colecciones de proverbios
desde el Medievo51.
Se podrían citar otros muchos casos similares, en los cuales un proverbio antiguo
se ha reincorporado a nuestra tradición cultural por vía culta. Sin embargo, no siempre
es fácil seguir la pista de tales proverbios en su paso desde el mundo antiguo al mundo
medieval y moderno, y a veces es incluso bastante complicado. Para mí hay un caso
especialmente enigmático, que es la expresión proverbial “ha pasado un ángel”, que
empleamos cuando se produce, en una conversación en grupo, un silencio prolongado y
un tanto embarazoso52. Parece evidente que el proverbio moderno es una cristianización
de un antiguo proverbio griego documentado por Plutarco (Sobre la locuacidad 4,
502f)53. En efecto, para expresar exactamente la misma idea que nosotros cuando
decimos “ha pasado un ángel”, los griegos antiguos decían JErmh`" ejpeiselhvluqe, “ha
pasado Hermes”, el dios que desempeña funciones análogas a los ángeles cristianos54.
Pero me ha sido imposible averiguar cómo y cuándo ha tenido lugar esta transformación
de Hermes en un ángel, ya que no he encontrado el proverbio ni en latín clásico ni en
latín medieval, y en las lenguas modernas se documenta bastante tardíamente55. En todo
caso, parece claro que el proverbio ha pasado del griego antiguo a las lenguas modernas
por vía erudita.

A propósito del proverbio “una golondrina no hace primavera” hemos visto


cómo la cita de un proverbio en un texto, el de la Ética a Nicómaco de Aristóteles, ha
sido decisiva para la pervivencia de ese proverbio desde la Antigüedad hasta nuestros
días. En otras ocasiones, la influencia de un texto ha sido tan grande que no sólo un
proverbio ha pervivido gracias a su cita en ese texto, sino que incluso lo que ha
pervivido ha sido la versión del proverbio conservada en ese texto, o, dicho de otro
modo, ese texto convertido en proverbio. Veamos un ejemplo, creo que bastante claro.
Un “tópico proverbial” bien difundido en la cultura griega antigua nos transmite
la idea (bastante materialista si se quiere, pero en todo caso bastante certera) de que no
sólo de amor vive el hombre, que el amor muere cuando no va acompañado por la
prosperidad material56. Así, en el fr.6 Snell-Kannicht del poeta trágico Aqueo leemos
peinw`sin ga;r hJ Kuvpri" pikrav (“porque Afrodita es amarga para quienes pasan
hambre”), y su contemporáneo Eurípides afirma en el fr. 895 Kannicht que ejn
plhsmonh`/ toi Kuvpri", ejn peinw`nti d j ou[ (“en la saciedad está Afrodita, y en
cambio entre los que pasan hambre no”)57. Este verso de Eurípides se convirtió en un
proverbio (si no lo era ya antes de Eurípides), y como proverbio aparece utilizado en
muchos autores posteriores de todas las épocas, como en el poeta cómico del siglo IV
a.C. Antífanes (fr.238.3 Kassel-Austin)58, en los Problemas atribuídos a Aristóteles (X
47, 896a20 ss.), en Plutarco (De sanitate tuenda 8 126c, donde se manifiesta en
desacuerdo con el dicho), Claudio Eliano (Naturaleza de los animales 8.1), Clemente de
Alejandría (Stromateis III 2, 10, 1), Temistio (Discursos 13, 164b), Libanio (Discursos
64.107 = IV 490, 11 Förster). Y el verso de Eurípides se encuentra igualmente recogido
en la colección de sentencias atribuídas al poeta cómico Menandro (231 Jaekel; cf.
también 263), y aparece citado expresamente como proverbio en las colecciones
paremiográficas griegas (Zenobius Athous V 65)59 y en los escolios a la tragedia
Antígona de Sófocles (v.781)60.
La misma idea se recoge en la literatura latina 61, y en concreto en el v.732 del
Eunuco de Terencio (basado precisamente en una comedia del griego Menandro del
mismo título) el joven Cremes exclama: verbum Hercle hoc verum erit: „sine Cerere et
Libero friget Venus” (“Por Hércules, será cierto ese dicho: „sin Ceres y Baco se enfría
Venus‟”). De la cita de Terencio se deduce claramente que el poeta cómico está
recogiendo un dicho difundido, quizá de origen griego; pero la popularidad de este
pasaje de Terencio fue tal que autores posteriores como Cicerón (Sobre la naturaleza de
los dioses II 23, 60: “Ex quo illud Terenti „sine Cerere et Libero friget Venus‟”.),
Minucio Félix (Octavio 21.2)62 o San Jerónimo (Epístolas 54.963; cf. también Contra
Joviniano 2.7 y Sobre la regla monástica 11) citan expresamente al poeta cómico como
autor del dicho64, y la expresión acuñada por Terencio es utilizada ya sin cita de autor,
es decir, claramente como un proverbio, por autores posteriores como Servio
(Comentario a la Eneida I 686)65 o Isidoro de Sevilla (Etimologías I 37, 9)66. Y es el
verso de Terencio el que pasa como proverbio al latín medieval67 y el que subyace
también en citas como la de François Rabelais, gran conocedor de la literaturas griega y
latina (Le tiers livre des faicts et dicts heroïques du bon Pantagruel 31: “L‟antique
proverbe nous le designe, on quel est dict que Venus se morfond sans la compagnie de
Ceres et Bacchus”), y es también el verso de Terencio el que está en la base de los
proverbios que las lenguas vernáculas crean a partir de su versión latina68: italiano
“senza Cerere e Bacco è amor debole e fiacco”, francés “sans pain, sans vin, l‟amour
n‟est rien”, alemán “ohne Wein und Brot leidet Venus not”, portugués “sem Ceres e
Baco o amor é fraco”, inglés “without Ceres and Bacchus, Venus grows cold”, griego
moderno (cwri;" ywmiv kai krasiv, pagwvnei h agaphv), etc. El uso del proverbio, no
obstante, suele estar restringido al ámbito literario, como ocurre claramente en el caso
de la variante española “sin pan y vino, Venus tiene frío”69, que se documenta, por
ejemplo, en Los trabajos de Persiles y Segismunda de Cervantes (I 5: “no tuve amistad
en mis verdes años ni con Ceres ni con Baco; y así en mí siempre estuvo Venus fría”),
en El castigo de Penseque de Tirso de Molina (vv.1493-96, dice Chinchilla: “¿Sin
comer / amas? ¡Lindo desvarío! / Tú te pondrás pronto flaco, / porque sin Ceres ni Baco
/ dicen que Amor tiene frío”) o, en su variante italiana más o menos macarrónica, en el
auto sacramental de Lope de Vega El hijo pródigo (1604), donde Juego dice a Gula “Il
mangiar a tuto ecceda, / perche Venus si rafreda / senza la festa de Baco” 70. En efecto,
en el refranero popular español para expresar la misma idea se prefiere el proverbio
“cuando el hambre/la pobreza entra por la puerta, el amor sale por la ventana”, que tiene
correspondencias exactas71 en numerosas lenguas: italiano (“quando la fame vien dentro
la porta, l‟amore se ne va dalla finestra”), francés (“quand pauvreté frappe à la porte
d‟une maison, l‟amour s‟en va par la fenêtre”), alemán (“kommt Armut durch die Tür
ins Haus, fliegt Amor gleich zum Fenster hinaus”), inglés (“when poverty enters the
door, love flies out at the window”), rumano72 y otras lenguas. En todo caso, puesto que
el refranero nos instruye para cualquier situación, los más idealistas pueden decir
también eso de “contigo, pan y cebolla” para indicar justamente la idea contraria, que no
importan las penurias si se está con la persona amada73.
Pero el antiguo adagio latino no ha muerto del todo. Incluso cuando las lenguas
vernáculas han desplazado ya al latín, el verso de Terencio convertido en proverbio
reaparece una y otra vez en la literatura y en el arte. Así, el pedantísimo don
Hermógenes se atreve directamente con el latín de Terencio en la deliciosa pieza teatral
de Leandro Fernández de Moratín (1830) La comedia nueva o el café (acto II: “Mucho
lo deseo para que a este consorcio apetecido acompañe el episodio de tener qué comer,
puesto que sine Cerere et Bacho friget Venus”) y, sobre todo durante los siglos XVI y
XVII, la divisa sine Cerere et Baccho/Libero friget Venus da título a numerosas pinturas
y grabados alegóricos, obra de Barthélemy Aneau (1552), Hans von Aachen (ca.1584-
1587), Bartholomäus Spranger (1595), Hendrick Goltzius (ca.1600-1603) [figura 1],
Peter Paul Rubens (1613), Domenico Piola (1627-1703), etc. En fin, incluso todavía en
nuestros tiempos, lamentablemente menos latinos, podemos decir que el viejo verso de
Terencio sigue vivo, aunque sea únicamente para ilustrar jornadas gastronómicas y
enológicas y encuentros eruditos en los que se discute sobre las virtudes del vino, como
las “Jornadas de divulgación cultural „Aspectos culturales del vino en la Antigüedad. De
Roma a la Rioja‟”, que se celebraron en la Universidad española de La Rioja en Enero
de 2006 bajo la divisa “sine Baccho friget Venus” (parece que para la ocasión
prescindieron de Ceres), o la exposición “Mitología Clásica y vino” que el “Museo de la
Cultura del Vino Dinastía Vivanco” de la localidad española de Alfaro, en La Rioja,
acogió en Marzo-Abril de 2008 bajo el mismo lema [figura 2].
A veces la difusión y pervivencia de un proverbio se ha visto facilitada por su
relación con alguna fábula, otro “género” que se graba fácilmente en la memoria y que
ya los antiguos relacionaban con el proverbio74. La tradición fabulística grecolatina ha
tenido vigencia prácticamente continua desde la Antigüedad hasta nuestros días y
naturalmente este hecho ha facilitado que se hayan introducido y afianzado en las
lenguas modernas proverbios antiguos que se relacionaban de alguna manera con
fábulas.
A veces, la tradición de una fábula (y de la expresión proverbial relacionada con
ella) ha sido continua desde la Antigüedad grecolatina hasta nuestros días. Así, las
lenguas modernas75 han conservado la expresión proverbial “el parto de los montes”,
que se dice a propósito de un acontecimiento que genera una expectación enorme y
luego resulta sumamente decepcionante. El proverbio w[dinen o[ro", ei\ta mu`n
ajpevteken (“una montaña tenía dolores de parto, y luego dio a luz un ratón”) se
encuentra documentado en la literatura griega (Plutarco, Agesilao 36.9; Ateneo XIV
616d)76 y recogido en las colecciones griegas de proverbios (Zenobius Athous 4.47,
Diogeniano 8.75, Gregorio de Chipre 4.5, Gregorio de Chipre Leidensis 3.43, Macario
8.94, Apostolio 18.57); pero la enorme difusión que ha conocido en nuestra tradición
cultural se ha debido fundamentalmente a su presencia en la tradición fabulística (Fedro
4.24, a partir de una fábula griega de tradición esópica; La Fontaine 5.10; Samaniego
2.15)77 y, por otro lado, a su aparición en una de las obras latinas más influyentes en
nuestra tradición cultural, el Arte poética de Horacio (v.139: parturient montes,
nascetur ridiculus mus)78.
Diferente es, en cambio, el caso de otro proverbio que tiene relación también
con la tradición fabulística y que se encuentra igualmente documentado en las lenguas
modernas: “la cabra (o la oveja) el cuchillo”, que se dice de quienes se perjudican a sí
mismos y en concreto exhorta a no remover un asunto si no queremos salir
perjudicados79. Las fuentes griegas explican el proverbio de la siguiente manera:
- Zenobius Vulgatus 1.27: “La cabra el cuchillo. Proverbio a propósito de
quienes hacen algo de manera perjudicial para sí mismos, a partir de la siguiente
historia. Los corintios, cuando realizaban un sacrificio anual en honor de Hera (bajo la
advocación de „Acrea‟, instituída por Medea), sacrificaban a la diosa una cabra. Y
algunos de los encargados de llevarla escondieron el cuchillo y, cuando pretextaban
haber olvidado dónde lo habían dejado, la cabra escarbó con sus patas y lo sacó a la luz,
de modo que acabó con sus pretextos, pero fue causante de su propia degollación. De
ahí el proverbio”80.
- La glosa de otra colección, Zenobius Athous (2.30) nos aclara algunos puntos
que quedan oscuros en la versión de Zenobius Vulgatus (¿por qué se esconde el cuchillo
y por qué se pretexta luego no saber dónde se encuentra?, etc.) y certifica que toda esta
historia de la cabra (en esta versión, una oveja) y el cuchillo se inscribe en un marco
ritual: “La oveja el cuchillo. Se dice el proverbio acerca de quienes se perjudican a sí
mismos. Cuentan que Medea, después de matar a sus propios hijos y enterrar la espada
en los alrededores del santuario de Hera, se trasladó a Atenas. Y los corintios, cuando
realizan sacrificios cada año por medio de siete jóvenes y también siete muchachas,
ocultan la espada en el santuario. Y, cuando ha transcurrido el año, los jóvenes que han
salido por sorteo realizan el sacrificio, y cuentan que la oveja sigue el rastro de la
espada que ellos han ocultado”81.
Otras fuentes82 nos hablan de estos sacrificios que hacían los corintios en honor
de los hijos de Medea, en los cuales la cabra u oveja desempeñaba la función de “chivo
expiatorio”, con el cual la comunidad pretendía lavar sus culpas. Tales fuentes, sin
embargo, no hacen ninguna referencia al cuchillo del proverbio, de manera que la
historia que leemos en nuestras colecciones de proverbios es posiblemente un relato que
inventó un erudito antiguo para explicar el nacimiento de un proverbio que tiene otro
origen, y este origen es probablemente una fábula. Conocemos, en efecto, fábulas y
proverbios orientales en los que se narra una historia muy similar.
a) Tenemos, en primer lugar, un cuento hindú del que nace un refrán “cabra y
cuchillo” (los especialistas señalan que se trata de un cuento budista datable a
comienzos del siglo V a.C. y que se encuentra también en el Mahabharata II 59, 8, en
una parte que suele datarse en el siglo IV a.C.). En este cuento unos ladrones roban una
cabra y cuando van a matarla resulta que han olvidado el cuchillo. Pero hete aquí que
anduvo por los alrededores un recolector de bambú, que había dejado en el suelo -para
recogerla más tarde- una cesta con hojas y entre ellas su cuchillo. La cabra da una
patada a la cesta y deja al descubierto el cuchillo con el que la matan los ladrones, que
luego se dan con ella un buen banquete.
b) Un proverbio árabe “la oveja se atrajo su muerte con sus propias uñas” se usa
en el mismo sentido que los refranes hindú y griego.
c) Lo mismo sucede en el caso de un cuento y un proverbio etíope, cuyo
protagonista no es ya una cabra o una oveja, sino un pollo.
Pues bien, en la tradición europea la que desentierra el cuchillo fatal es una
gallina. Concretamente en español se documentan (sobre todo hasta el siglo XVII,
aunque parece que el refrán se encuentra aún vivo en algunos lugares, como Laorre en
Huesca) proverbios como “la gallina escarbando halla el cuchillo con el que la matan”,
“escarba la gallina por su mal y halla el cuchillo con el que la han de degollar” o
“escarbó el gallo y descubrió el cuchillo para matallo”83. En este caso parece claro que
el proverbio no ha pasado a nuestra tradición cultural directamente desde la tradición
grecolatina (de hecho, no se documenta en latín), de manera que lo más probable es que
se haya incorporado a las lenguas modernas por medio de las colecciones de fábulas
orientales, bien conocidas en Europa desde época medieval. Así pues, procedentes de
Oriente la fábula y el proverbio entran en la Grecia antigua y, muchos siglos después, en
la Europa medieval.
Para acabar, una curiosidad, pero que también tiene relación con el tema que nos
ocupa. Un antiguo proverbio griego nos exhorta en general a no buscar lejos lo que
tenemos cerca de nosotros y en particular equivale a nuestro “más vale malo conocido
que bueno por conocer”. Se trata del proverbio “un cojo hace el amor muy bien”, que
nuestra fuente, Zenobius Athous 3.17, explica de la siguiente manera: “Dicen que las
Amazonas lisiaban a los varones que les nacían, privándolos de una pierna o de un
brazo. Y cuando los escitas estaban en guerra con ellas y querían pactar con ellas, les
decían [para convencerlas de lo beneficioso que les iba a resultar llevarse bien con los
escitas] que iban a unirse en matrimonio con los escitas, que no estaban lisiados ni
mutilados. Antianira, la jefa de las Amazonas, les respondió diciendo: „un cojo hace el
amor muy bien‟. Menciona el proverbio Mimnermo [fr.24 Gentili-Prato]”84.
Resulta que en la tradición popular de varias regiones europeas pervive la
creencia de que mantener relaciones sexuales con un cojo o una coja proporciona un
placer mucho mayor que el que se obtiene en la relación con personas sin esa limitación
física (sobre su presencia en el folklore siciliano, véase el delicioso relato que ofrece A.
Camilleri en su encantador libro Il gioco della mosca)85. Por lo visto, es un tema sobre
el que han debatido sesudamente intelectuales y científicos de la talla de Michel de
Montaigne (Ensayos III 11 “Des boyteux”, “Sobre los cojos”, citando el proverbio
griego y la historia de Amazonas y escitas) para tratar de hallar un fundamento
fisiológico o psicológico que explique esa supongo que envidiable fama popular de los
cojos y las cojas86; e incluso parece ser que algunos de ellos (o muchos, no lo sé), por
esos sacrificios que hay que hacer en beneficio de la ciencia y el progreso humano, se
han avenido a realizar experimentos en carne propia con el fin de corroborar
personalmente de manera empírica, como el siciliano Barón de Scammaca de Camilleri,
si es verdad que cojos y cojas hacen el amor tan bien como decían las Amazonas
(Montaigne, no obstante, piensa que probablemente el disfrute sea mayor porque se va
con la idea preconcebida87). En fin, supongo que lamentablemente para los cojos
españoles, en la tradición española esta fama no se ha extendido88 y cuando los cojos
aparecen en nuestro refranero es para aludir de manera aséptica a su limitación física
(como en el refrán “antes se coge a un mentiroso que a un cojo”), o bien aparecen (de
manera menos satisfactoria para ellos) como prototipo de individuos irascibles y de
malas pulgas o de mal agüero (en refranes del tipo “con la mujer y con el cojo, ojo”).

Creo que los ejemplos citados hasta aquí pueden mostrar suficientemente que la
pervivencia de los proverbios son un fiel testimonio de la continuidad y unidad de
nuestra cultura desde sus fundamentos en la Antigüedad grecolatina. Un griego diría
que estos refranes que han sobrevivido más de dos milenios son “más antiguos que
Crono” (cf. Aristófanes, Nubes 398, con escolios), pero están todavía hoy “más sanos
que una garrapata”, el animal que quizá fuera para los griegos el prototipo de la
capacidad de resistencia, “porque toda ella es lisa, sin rasguños y no tiene ningún
defecto” (Zenobius Vulgatus 6.27 = Zenobius Athous 1.53)89, como estos viejos y sabios
proverbios de los que hemos hablado.

Fernando García Romero


Facultad de Filología, Dto. de Filología Griega
Universidad Complutense, E-28040 Madrid (Spain)
E-mail: fgarciar@filol.ucm.es
Figura 1: Hubert Goltzius (Van Loo 1526 – Brujas 1583)
Figura 2: Exposición organizada en Alfaro (La Rioja)
entre el 14 de Marzo y el 20 de Abril de 2008

1
Este trabajo se ha realizado en el marco del Proyecto de Investigación “El mínimo paremiológico:
opciones metodológicas y su aplicación a la didáctica de las lenguas” (Ministerio de Ciencia y Tecnología de
España, HUM2005-03899).
2
Cf. R. TOSI, Dizionario delle sentenze latine e greche, Milán 19938, IX-X. Numerosísimos ejemplos
recoge también (aunque, a diferencia de Tosi, sin ningún tipo de comentario) A. ARTHABER, Dizionario
comparato di proverbi e modi proverbiali in sette lingue, Milán 1929 (reimpr. 1989). Para los proverbios
griegos antiguos véase también el diccionario comparado de proverbios que se publica en la página web
del Instituto Cervantes (de esa sección se encarga el autor de estas páginas).
3
Cf. R. TOSI, “Proverbi antichi in tradizioni moderne”, Eikasmos 2, 1991, 227-247. Para el caso concreto
de la tradición en lengua española, véase M.P. CUARTERO SANCHO, Fuentes clásicas de la literatura
paremiológica española del siglo XVI, Zaragoza 1981, y “Origen grecolatino de refranes y frases
proverbiales castellanas del Siglo de Oro”, Paremia 2, 1993, 59-64.
4
Véase al respecto W. BÜHLER, Zenobii Athoi proverbia I: Prolegomena, Göttingen 1987, 303-314; R.
TOSI, “Dai paremiografi agli Adagia di Erasmo: alcune precisazioni”, en R.M. Piccione – M. Perlams
(eds.), Selecta colligere, Alessandria 2005, 435-443. También R. MARIÑO – F. GARCÍA ROMERO,
Proverbios griegos. Menandro: Sentencias, Madrid 1999, 47 ss.; y W. BARKER, The adages of
Erasmus, Toronto 2001. En nuestras referencias a la recopilación de Erasmo seguimos la edición a cargo
de F. Heinimann et alii, Amsterdam etc. 1969 ss.
5
Cf. R. TOSI, Dizionario, no 1580, así como “Aforismi italiani e ipotesti classici”, Belfagor 58, 2003,
476, y “Le „forme brevi‟ nella tradizione greca”, en M.A. Rigoni – R. Bruni (eds.), La brevità felice.
Contributi alla teoria e alla storia dell‟aforisma, Padua 2006, 72. Véase también A. ARTHABER, no
565.
6
Cf. BENJAMIN FRANKLIN, Poor Richard Almanack 1755.
7
Cf. K. KRUMBACHER, Mittelgriechische Sprichwörter, Múnich 1894 (reimpr. Hildesheim-Nueva
York 1969), 79 no 16.
8
Véase un pormenorizado estudio en V.HINZ, “‟Die eilende Hündin wirft blinde Junge‟ und einege
andere antike Sprichwörter bei Michael Apostolius und Erasmus”, Antike und Abendland 50, 2004, 124-
148. En su formulación latina, el proverbio se encuentra, por ejemplo, en los Emblemas de ALCIATO
(pág. 877 de la edición de Padua de 1621) y, también en latín, es frecuente en obras escritas en otras
lenguas hasta bien entrado el siglo XIX; cf. The diary of Thomas Burton, Londres 1828, vol 4 (28 de
Marzo de 1658): “I would make no reflections, as those did that said, canis festinans caecos parit catulos.
The last Parliament travailed of them. They are their children, and for aught I know, brought forth them
that will bound themselves”; P. BAYLE, Dictionnaire historique et critique, París 1820, vol. I (Prefacio):
“Ils m‟appliqueront sans doute le canis festinans caecos edit [sic] catulos”. También en latín se
documenta en lo que nos ha llegado de la Comoedia Sigonia del humanista español JUAN LORENZO
PALMIRENO (1563) (cf. http://parnaseo.uv.es/Ars/teatresco/textos/2_1_ComSigonia1563.htm).
9
Según el testimonio de Juan Damasceno: tethvrhntai oiJ tw`n leovnwn skuvmnoi kaqvavper kai; oiJ
kuvne" tivktesqai tufloiv. Cf. E.L. von LEUTSCH – F.G. SCHNEIDEWIN, Corpus Paroemiographorum
Graecorum, Göttingen 1839-1851 (reimpr. Hildesheim 1965), en la nota a Macario 5.32.
10
Galeno, De semine II 5 (IV 639 Kühn): ta;" de; kuvna" h[dh pou hJ paroimiva fhsi; tufla; tivktein uJpo;
speudh`".
11
wJ" hJ sfonduvlh feuvgousa ponhrovtaton bdei`, / †chj kwvdwn† ajkalanqi;" ejpeigomevnh tufla;
tivktei, / toutavki" ou[pw crh`n th;n eijrhvnhn pepoih`sqai. Los escolios al pasaje citan el auténtico
proverbio. Véase M. MENOR MARTÍNEZ, Proverbios en Aristófanes, Madrid, Tesis doctoral de la
Universidad Complutense, 2007, 514-521.
12
pollo;n se; bouvloªmai / su;º me;n ga;r ou[t j a[pisto" ou[te diplovh, / hJ dºe; mavl j ojxutevrh, / pollou;"
de; poiei`taªi fivlou": / devºdoic j o{pw" mh; tufla; kajlithvmera / spºoudh`i ejpeigovmeno" / tw;" w{sper
hJ kªuvwn tevkw. Hemos reproducido la excelente traducción de E. Suárez de la Torre.
13
W.L. MORAN, “An Assyriological gloss in the new Archilochus”, Harvard Studies in Classical
Philology 82, 1978, 17-18; B. ALSTER, “An Akkadian and a Greek proverb”, Die Welt des Orients 10,
1979, 1-5; J. BREMMER, “An Akkadian hasty bitch and the new Archilochus”, Zeitschrift für
Papyrologie und Epigraphik 39, 1980, 28; M.L. WEST, The East face of Helicon, Oxford 1997, 500.
Según West, el proverbio se documenta también en turco y en árabe.
14
palaia`" filosofiva" ejn tai`" megivstai" ajnqrwvpwn fqorai`" ajpolomevnh" ejgkataleivmmata,
periswqevnta dia; suntomivan kai; dexiovthta: paroimiva dhvpou kai; tou`to, kai; lovgo" e[cwn ajxivwma
th`" o{qen kathnevcqh filosofiva" th;n ajrcaiovthta.
15
A.H. CHROUST, “The „Great Deluge‟ in Aristotle‟s On philosophy”, L‟Antiquité Classique 42, 1973,
113-122; A.Mª IERACI BIO, “Il concetto di paroimía in Aristotele”, Atti dell‟Accademia dei Lincei di
Napoli 53, 1978 [1980º, 235-248; J.F. KINDSTRAND, “The Greek concept of proverbs”, Eranos 76,
1978, 71-85.
16
Cf. A. OTTO, Die Sprichwörter und sprichwörtlichen Redensarten der Römer, Leipzig 1890 (reimpr.
Hildesheim 1964; con suplemento de R. Häussler, Darmstadt 1968), 156-157; TOSI, Dizionario, no 898.
17
Quizá ya en el fragmento de Bión, conservado sin contexto, el proverbio fuera usado para aludir a la
insistencia del amante, dada la importancia del tema erótico en la poesía bucólica.
18
H. WALTHER, Lateinische Sprichwörter und Sentenzen des Mittelalters in alphabetischer Anordnung,
Göttingen 1963-1967, 6 vols. Se recoge también en los Adagia de Erasmo, III 3, 3.
19
Cf. ARTHABER, no 601, y J. SEVILLA – J. CANTERA (eds.), 1001 refranes españoles con su
correspondencia en alemán, árabe, francés, inglés, italiano, polaco, provenzal y ruso, Madrid 2001, no
260. Español: “la gota horada la piedra”, “dando la gotera hace señal en la piedra”, “la piedra es dura y la
gota menuda, mas cayendo de contino hace cavadura”; italiano: “goccia a goccia si scava anche la
roccia”; francés: “la goutte d‟eau cave la pierre”; inglés: “constant dropping wears the stone”; alemán:
“stetes Tropfen höhlt den Stein”; griego moderno: stalagmatiav stalagmatiav, trwvei thn pevtra thn
plateiav, (cf. C. CRIDA ÁLVAREZ – G. ZORAS, Eivnai paroimive". Son paremias. Sono proverbi.
Diccionario de concordancias paremiológicas griegas, españolas e italianas, Atenas 2005, no 129); se
documenta también en las lenguas eslavas e incluso en la tradición árabe.
20
A comienzos del XVI el proverbio se documenta también en la Crónica de don Álvaro de Luna 296
(“la gotera cava la piedra cayendo en ella por continuas veces”), y luego, por ejemplo, en el capítulo
segundo del Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, de 1604 (“la gotera cava la piedra y la porfía
siempre vence”). El proverbio se recoge sistemáticamente en las recopilaciones españolas de proverbios
al menos desde el siglo XVI. Cf. E.S. O‟KANE, Refranes y frases proverbiales españolas de la Edad
Media, Madrid 1959, 122a; CUARTERO SANCHO, “Origen grecolatino”, 61.
21
Cf. TOSI, Dizionario, no 90; ARTHABER, no 994; SEVILLA-CANTERA, no 529. Italiano: “parola
detta e sasso tirato non fu più suo”; francés: “parole lâchée ne revient jamais”; inglés: “a word spoken is
an arrow let fly”; alemán: “wenn das Wort heraus ist, ist es eines andern” y, en variante de más dudoso
buen gusto, “ein Wort und einen Furz kann niemand entgehen”; griego moderno: lovgo kai pevtran
evrixe", de qa tav xanapiavsei" (cf. V. LIAPÍS, Menavndrou Gnw'mai Monovsticoi, Atenas 2002, 443),
etc. En español, G. CORREAS (Vocabulario de refranes y frases proverbiales, 1627, edición de L.
Combet, Burdeos 1967, 458; hay edición revisada, Madrid 2000) registra también las variantes “palabra
echada, mal puede ser retornada” y “palabra de boca, piedra de honda”.
22
“Así, una palabra que se queda en la primera persona es un verdadero secreto; pero si pasa a una
segunda, adquiere el estatuto de rumor. Es que las „palabras son aladas‟, dice el poeta; pues no es fácil
detener lo que se lanza con las manos y se deja volar, ni tampoco es posible atrapar y someter la palabra
que previamente se ha soltado por la boca”. El proverbio se recoge también en el Florilegio de Juan
Estobeo, del siglo V p.C. (III 36, 14a).
23
Para su presencia en latín, véase OTTO, 367.
24
Non mihi Tulliana illa blanditur, qua dictum est: „nullum umquam verbum, quod revocare vellet,
emisit‟, sed angit me plane Horatiana sententia „nescit vox missa reverti (“por eso no me halaga la
sentencia de Tulio cuando dice „no dijo palabra alguna que hubiera deseado revocar‟, sino que me
atormenta la de Horacio „la palabra soltada no sabe volver‟”).
25
TOSI señala también otros autores latinos tardíos y cristianos que citan el proverbio: Sulpicio Severo,
Vida de San Martín, Prefacio 109 Halm, y Epístola sobre la virginidad 247, 15 (véase también
Exhortación a la Esposa de Cristo 16), y Valeriano, Homilías 5.
26
ARTHABER y TOSI citan también unos versos del libretista operístico del XVIII Pietro Matastasio
(Ipermestra II 1): “voce del sen fuggita / poi richiamar non vale; / non si trattien lo strale / quando
dall‟arco uscí”.
27
Cf. O‟KANE, 178. Sentido semejante tiene el proverbio “sanan cuchilladas y no malas palabras”,
recogido en la colección Refranes que dizen las viejas tras el fuego (atribuída al Marqués de Santillana,
pero datable a finales del XV, no 654 en la edición de H.O. Bizzarri, Kassel 1995) y luego por CORREAS
(p.271 Combet); se documenta en el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán (II 292 de la edición de J.M.
Vicó, Madrid 19942). Véase M.L. CALERO, “Paremiología e historia de la lingüística (las paremias en la
obra de Mateo Alemán)”, Paremia 8, 1999, 91.
28
Cf. Eurípides, Heracles 110; Platón, Fedón 84e3 ss.; Calímaco, fr.194.46 ss. Pfeiffer; Crisipo, fr. 8.4 ss.
von Arnim; Polibio XXX 4, 7 y XXXI 12, 1; Silesio de Cirene, Dión 11.31; Cicerón, De oratore III 2, 6;
Ovidio, Metamorfosis 14.427-29, Tristia V 1, 11 y Fastos 2.109 ss.; Séneca, Fedra 302; Estacio, Tebaida
5.341 ss. y Silvas II 4, 9-10; San Ambrosio, Hexaemeron VIII 12, 39, etc. Se recoge la expresión en
muchas colecciones del Corpus Paroemiographorum Graecorum (Collectio Bodleiana 516, Diogeniano
5.37; Gregorio de Chipre 2.78; Gregorio de Chipre Mosquensis 3.84; Macario 5.40; Apostolio 10.18;
también en el léxico bizantino Suda k 2655); he aquí el texto de Diogeniano: kuvkneion a\sma: ejpi; tw`n
ejggu;" qanavtou o[ntwn kai; ta; teleutai`a fqeggomevnwn. oiJ kuvknoi ga;r ajpoqnhvskonte" a[/dousin
(“‟canto del cisne‟: a propósito de quienes están cerca de la muerte y emiten su último canto. Porque los
cisnes cantan al morir”). Esta expresión proverbial se encuentra recogida en los Adagia de Erasmo (I 2,
55). Véase TOSI, Dizionario, no 619, y “La musica nei proverbi greci”, en D. Restan (ed.),
Etnomusicologia storica del mondo antico. Per Roberto Leydi, Rabean 2006, 83-101, sobre todo 85-87;
D‟ARCY W. THOMPSON, A glossary of Greek birds, Londres-Oxford 1936 (reimpr. Hildesheim 1966),
180-183; W.G. ARNOTT, “Swan songs”, Greece and Rome 24, 1977, 149-153; P. VIDAL-NAQUET,
“Le chant du cygnet d‟Antigone. À propos des vers 883-884 de la tragèdie de Sophocle”, en A. Machin -
L. Pernière (eds.), Sophocle. Le texte, les personnages, Aix-en-Provence 1993, 285-298; también C.
WUNDERER, Polybios-Forschungen: Sprichwörter und sprichwörtliche Redensarten bei Polybios,
Leipzig 1898 (reimpr. Aalen 1969), I 29-30. Para este apartado nos ha sido utilísimo el excelente estudio
de V. LÓPEZ GRAÑA, Los proverbios en el „Agamenón‟ de Esquilo, Trabajo de Doctorado (inédito) del
Departamento de Filología Griega y Lingüística Indoeuropea de la Universidad Complutense de Madrid,
2004, 94-107.
29
La tradición del proverbio deriva de la formulación latina, ya que en el original griego no se hace
referencia al genérico “árbol”, sino al específico “roble” (“del roble caído cualquiera hace leña”), el árbol
que desde la épica homérica simboliza la fuerza y la resistencia. Sobre el proverbio, véase TOSI,
Dizionario, no 1039, y “Tradizione dei Monostici e tradizione paremiografica”, en M.S. Funghi (ed.),
Aspetti di letteratura gnomica nel mondo antico II, Florencia 2004, 49-60. Recogen y comentan el
proverbio los escolios al poeta helenístico Teócrito 5.65 y varias colecciones de proverbios (Appendix
proverbiorum 2.1, Macario 3.3a, Apostolio 6.36; éste último lo glosa de la siguiente manera: parovson
ajnh;r mevga" o{tan sfavlh/, pavnte" kat j aujtou` fevrontai kai; ta; aujtou` aJrpavzousi, “porque cuando
un hombre grande cae, todos van contra él y le arrebatan lo que es suyo”). Para su presencia en latín
medieval, véase WALTHER, nos 1262, 2205, 5333; se recoge en los Adagia de Erasmo, III 1, 86. Para su
uso en las lenguas modernas, cf ARTHABER, no 28; SEVILLA-CANTERA, no 290, que documentan
versiones en italiano “sopra l‟albero caduto, tutti corrono a far legna” (se cita en Orlando furioso 37, 106,
3-4: “com‟ è il proverbio, ognun corre a far legna / dell‟arbore che „l vento in terra getta”); francés
“quand l‟arbre est tombé, tout le monde court aux branches”; inglés “when the tree is fallen down, every
man goes with his hatchet”; alemán “wenn der Baum gefallen ist, so macht ein jeder Holz”; portugués “á
árvore caída todos vâo buscar lenha / em pau caído todo o mundo faz graveto”. Se documenta igualmente
en griego bizantino y moderno: o{tan pevsh/ to; devntro, kaqevna" to; klarivzei (cf. LIAPÍS, 305-306).
Cf. Juan Valera, Historia y política, capítulo “Sobre el concepto que hoy se forma de España”: “En
nosotros se cumple el refrán que dice „del árbol caído todos hacen leña‟. No hay extranjero que presuma
un poco de escritor y que venga a España por cualquier motivo, que no vaya luego escribiendo y
publicando mil horrores”. En árabe existe el paralelo “cuando cae el dromedario abundan los cuchillos”
(cf. Z. GOGAZEH, “Problemas culturales y lingüísticos en la traducción de refranes del árabe al español
y viceversa”, Paremia 14, 2005, 182).
30
Cf. Arriano, Discusiones de Epicteto I 24, 3; Plutarco, Conversaciones de banquete 7, 709c; Cicerón,
Cartas a Ático XV 20, 4 y De petitione consulatus 2.9 (donde, hablando de Catalina, dice: “quod
Antonius umbram suam metuit, hic ne leges quidem, natus in patris egestate, educatus in sororiis stupris,
corroboratus in caede civium”); Séneca, Sobre la ira II 11, 6 (donde asegura que “temer la propia
sombra” es cosa de niños, no de adultos), Propercio II 34, 19, etc. La expresión se encuentra recogida en
las colecciones paremiográficas de Gregorio de Chipre Leidensis 3.18, Macario 7.67, Arsenio 16.49a. Cf.
TOSI, Dizionario, no 1602; OTTO, 354-355. Se incluye también en los Adagia de Erasmo, I 5, 65 (cf.
BARKER, 94). Se documenta en italiano “aver paura della propria ombra”; francés “avoir peur de son
ombre”; inglés “to be afraid of one‟s own shadow”; alemán “von seinem eignen Schatten fliehen”;
portugués “ter medo da própria sombra”; griego moderno trevmei kai th skiav tou (cf. ARTHABER, no
1013).
31
Appendix proverbiorum 3.71 ofrece la siguiente explicación: Lugkevw" ojxuvteron blevpei: ejpi; tw`n
ojxudorkouvtwn. ou|to" ga;r oJ Lugkeu;" eu|re ta; uJpo; gh`n mevtalla crusivou kai; kassitevrou kai; tw`n
loipw`n. oiJ dev fasin o{ti oJ ligkeu;" qhrivon ejsti ojxuderkevstaton (“‟tiene una vista más aguda que
Linceo‟: a propósito de quienes ven con agudeza. Ese Linceo encontró las minas que había bajo tierra, de
oro, de estaño y de los demás metales. Otros, en cambio, afirman que el lince es un animal salvaje que ve
con grandísima agudeza”). Usan el proverbio, siempre con referencia al Argonauta (cf. Píndaro, Nemeas
10.62-63), Aristófanes (Pluto 210), Luciano (Diálogos de los muertos 28, Icaromenipo 12, Timón 25),
Cicerón (Cartas a familiares IX 2, 2), Horacio (Sátiras I 2, 90), Séneca (Medea 231-233), y luego
Apuleyo, Boecio y un largo etcétera. Se recoge en los Adagia de Erasmo (II 1, 54: Lynceo perspicator).
32
Se encuentra en los Adagia de Erasmo (III 7, 1000). Cf. TOSI, Dizionario, no 222. En latín medieval se
documenta sobre todo la variante de Curcio Rufo (cf. WALTHER, n os 2287c, 2296a, 11377). Se
documenta también en italiano “can che abbaia non morde”, francés “chien qui aboie, ne morde pas”,
inglés “barking dogs seldom bite”, alemán “Hunde, die bellen, beiben nicht”, portugués “câo que ladra
nâo morde”, griego moderno skuliv pou gabgivzei, de dagkwvnei (cf. ARTHABER, no 208, y SEVILLA-
CANTERA, no 792, que documentan también su uso en árabe y lenguas eslavas).
33
Cf. TOSI, Dizionario, no 1354. Para su uso en latín medieval, cf. WALTHER, no 2033, etc.; se recoge
también en los Adagia de Erasmo, I 8, 91. Amplia información sobre la historia de la expresión puede
encontrarse en A. ERLER, “Zur Geschichte des Spruches „bis dat, qui cito dat‟”, Philologus 130, 1986,
210-220.
34
W. MIEDER (“Historia y futuro de los refranes comunes en Europa”, Paremia 9, 2000, 17) lo atestigua
nada menos que en 49 lenguas europeas. Para más detalles sobre la historia de este proverbio, véase F.
GARCÍA ROMERO, “Una golondrina no hace primavera”, Paremia 16, 2008, y también TOSI,
Dizionario, no 1589, “Proverbi antichi”, 241-243, y “Le „forme brevi‟”, 83.
35
Citamos por la edición de I. Arellano – R. Zafra, Pamplona 2006, 982-983.
36
eij d j ou{tw"...to; ajnqrwvpinon ajgaqo;n yuch`" ejnevrgeia givnetai kat j ajrethvn, eij de; pleivou" aiJ
ajretaiv, kata; th;n ajrivsthn kai; teleiotavthn. e[ti d j ejn bivw/ teleivw/. miva ga;r celidw;n e[ar ouj
poiei`, oujde; miva hJmevra: ou{tw de; oujde; makavrion kai; eujdaivmona miva hJmevra oujd j ojlivgo"
crovno".
37
Véase al respecto MENOR MARTÍNEZ, op. cit.
38
El comentario está publicado en J.A. CRAMER, Anecdota Graeca e codicibus manuscriptis
Bibliothecae Regiae Parisiensis, Oxford 1839 (reimpr. Hildesheim 1967), I 182, 22-25. Sobre el
fragmento de Cratino, véase E. LELLI, Volpe e leone. In proverbio nella poesia greca (Alceo, Cratino,
Callimaco), Roma 2006, 84.
39
Esta interpretación se encuentra ya en los escolios al pasaje (cf. también Suda e 11), y la aceptan, en sus
respectivas ediciones comentadas de la comedia Las aves, A.H. SOMMERSTEIN (Warminster 1987,
292) y, con más dudas, N. DUNBAR (Oxford 1995, ad loc.) y G. ZANETTO – D. DEL CORNO (Milán
19974, 294). Después de Aristóteles, cita el proverbio Teles, filósofo cínico de mediados del III a.C., en
su fr.IVa; cf. P.P. FUENTES GONZÁLEZ, Les diatribes de Télès, París 1998, 370-371 y sobre todo, para
el proverbio, 415. El proverbio se encuentra también recogido en las recopilaciones paremiográficas
griegas antiguas y bizantinas y en los lexicógrafos: Zenobius Vulgatus 5.12, Apostolio 11.63 y 17.20b,
Collectio Bodleiana 634, Collectio Coisliniana 340, Gregorio de Chipre 3.11, Gregorio de Chipre
Leidensis 2.71, Gregorio de Chipre Mosquensis 4.43, Macario 6.1, Hesiquio (m 1317), Focio (sub voce),
etc.; véanse también la fábula esópica 179 Hausrath-Hunger y la fábula de Babrio no 131 Perry.
40
Véase WALTHER, no 32125h.
41
“Te necesito a ti, y también que todos los demás te animen a esta empresa, para que nadie nos eche en
cara el proverbio de la golondrina sola”. Cf. E. SALZMANN, Sprichwörter und sprichwörtliche
Redensarten bei Libanios, Tübingen 1910, 82-83.
42
“Yo, por los dioses, ya he escuchado a muchos, que afirman ser muy amigos tuyos, defenderte a
menudo de ese desliz, e incluso hay alguno que no se lo cree; pero ése es la única golondrina y no hace
primavera”.
43
“En tercer lugar, la rareza no es ley para la iglesia ni una golondrina hace primavera, como opinan
tanto Gregorio el teólogo como la verdad” (Juan Damasceno defiende que el magisterio lo tiene la iglesia
en su conjunto y no cada padre en particular).
44
Tomás repite la cita, sin mención expresa del autor, en Catena aurea in quatuor Evangelia. Expositio in
Lucas III 8: “non est autem lex Ecclesiae quod raro contingit, eo quod nec unica hirundo ver statuit”.
45
Cf. TOSI (“Le „forme brevi‟”, 83). Un estudio exhaustivo de las traducciones medievales y
renacentistas de la Ética a Nicómaco puede encontrarse en R.A. GAUTHIER – J.Y. JOLIF, Aristote.
L‟Éthique à Nicomaque, introduction, traduction et commentaire, Lovaina-París 1970, I.1 91 ss., sobre
todo 111 ss. La Ética a Nicómaco fue ya traducida al latín a finales del XII, y luego en el XIII por Robert
Grosseteste; cf. Aristoteles Latinus XXVI, edición de R.A. Gauthier, Leiden-Bruselas 1972-1974, 5 vols.,
sobre todo pp.125 ss. del volumen primero, el capítulo “Le texte révisé et le commentaire de Saint
Thomas”.
46
Cf. WALTHER, no 32125h, y E. MATTHEWS SANDFORD, “Gaspare Veronese, humanist and
teacher”, TAPhA, 84, 1953, 206.
47
Su versión castellana reza así: “Una sola golondrina nin un solo día atemperado non son ciertas señales
que ya es verano” (Libro del Tesoro. Versión castellana de Li Livres dou trésor, edición de S. Baldwin,
Madison 1989).
48
Bías contra Fortuna, estrofa 39: “Pero por satisfacer / a tus opiniones, / argumentos e porfías, / yo te
quiero responder. / ¿Qué dizes de Octaviano? / Muy aýna, muy aýna, / que es la sola golondrina, / la qual
no faze verano” (el texto presenta problemas; he seguido la edición de M. Kerkhof, Madrid 1983). Para
éste y otros textos medievales donde se documenta el proverbio, véase O‟KANE, 122.
49
En boca de la propia Celestina en el auto VII: “Quien no tiene sino un ojo, mira a cuánto peligro anda.
Un alma sola ni canta ni llora; un solo acto no hace hábito; un fraile solo pocas veces lo encontrarás por la
calle; una perdiz sola por maravilla vuela, mayormente en verano; un manjar solo continuo presto pone
hastío; una golondrina no hace verano; un testigo solo no es entera fe; quien sola una ropa tiene, presto la
envejece”.
50
En el capítulo XIII de la primera parte (“Donde se da fin al cuento de la pastora Marcela, con otros
sucesos”), cuando Don Quijote responde con nuestro proverbio a la objeción puesta por Vivaldo de que
hubo un caballero andante, “don Galaor, hermano del valeroso Amadís de Gaula, que nunca tuvo dama
señalada a quien pudiese encomendarse”; don Galaor es la golondrina que no hace verano, la excepción
que confirma la regla de que todo caballero andante debe tener una dama a la que servir.
51
En los diccionarios comparados de proverbios aparece siempre “una golondrina no hace primavera” (cf.
SEVILLA-CANTERA, no 983; ARTHABER, no 1193), en sus múltiples versiones: francesa (“une
hirondelle ne fait pas le printemps”), italiana (“una rondine non fa primavera”), catalana (“una oreneta no
fa estiu/primavera”), gallega y portuguesa (“unha andoriña soa non fai verán” y “uma andorinha só não
faz verão”), provenzal (“uno flour fai pas lou printèmps”, y “uno hirundo printèmps ne alportas”), rumana
(“o rîndunicã nu aduce/face vara/primăvera”), alemana (“eine Schwalbe macht/bringt noch keinen
Sommer/Frühling”), inglesa (“one swallow makes no summer/a spring”), danesa (“en svale gjør es
sommer eller krage vinter”), noruega (“en svale gjør ingen sommer”), sueca (“en svala gör ingen
sommar”), holandesa (“eene zwaluw maakt jeen zomer”), rusa (“oдна ласточка весньі не делает”),
polaca (“jedna jaskółka nie czyni wiosny”), serbia (“jedna lasta ne ǔni proléce”), checa (“ena lastovka še
me pomeni pomladi”), vasca (“enara batek ez du udaberria egiten”). Y, naturalmente, el proverbio
pervive asímismo en griego moderno, nada menos que veinticuatro siglos después de Cratino, Aristófanes
y Aristóteles, bajo la forma evna celidovni den kavnei avnoixh (“una sola golondrina no hace
primavera”), a la que ahora acompañan las variantes evna" kouvko" den fevrnei thn avnoixh (“un solo
cuco no trae la primavera”) y evna" kouvko" den kavnei Mavh (“un solo cuco no hace Mayo”).
52
Cf. A. BUITRAGO, Diccionario de dichos y frases hechas, Madrid 2007, 327: “Quizá la frase tenga
que ver con el hecho de que antiguamente cuando se mentaba a un muerto, se guardaban unos segundos
de silencio en señal de respeto, quizá porque se pensaba que su espíritu, su „ángel‟, se hacía presente en
aquel momento”. La expresión está bien documentada en lenguas eslavas (se cita en La gaviota de
Chejov, y da título a una antología de la poetisa búlgara Rada Panchovska publicada no hace mucho en
Tarazona), en francés (“un ange est passé/ passe”), en portugués (“passa/passou um anjo”) o en alemán
(“es geht ein Ángel durchs Zimmer”, cf. ARTHABER, no 543). Recuérdese el poema de Ángel González
“El otoño se acerca”, recogido en su poemario de 2001 Otoño y otras luces: “El otoño se acerca con muy
poco ruido; / apagadas cigarras, unos grillos apenas, / defienden el reducto / de un verano obstinado en
perpetuarse, / cuya suntuosa cola aún brilla hacia el oeste. / Se diría que aquí no pasa nada, / pero un
silencio súbito ilumina el prodigio: / ha pasado un ángel / que se llamaba luz, o fuego, o vida, / y lo
perdimos para siempre”.
53
Cf. R. STRÖMBERG, Greek proverbs. A collection of proverbs and proverbial phrases which are not
listed by the ancient and Byzantine paroemiographers, Göteborg 1954, 69. El proverbio se recoge en la
colección de Erasmo (IV 4, 91), con la traducción latina Mercurius supervenit; he aquí la explicación de
Erasmo: Ita loqui consueverunt, si quando silentium oriretur in conciliabulo multorum, significantes non
esse fas loqui Mercurio praesente, qui sermonis sit auctor. Ominosum et hodie putatur, si quando in
coetu aut convivio subitum silentium fuerit obortum. Refertur adagium a Plutarco….
54
El proverbio griego da título al sugestivo libro de L. KAHN, Hermès passe ou les ambiguités de la
communication, París 1978, donde se desarrollan ideas avanzadas por J.P. VERNANT, “Hestia-Hermes
sur l‟expression de l‟espace et du mouvement chez les Grecs”, en Mythe et pensée chez les Grecs, París
1965, 124-170.
55
Lo mismo afirma E. BENÍTEZ (“Proverbios, tópicos y mitología clásica: relación con los refranes
castellanos (II)”, Paremia 16, 2008), quien sugiere que “es posible que su incorporación al castellano se
haya producido recientemente por influencia de otros países donde esta tradición permaneciese viva”.
56
Véase al respecto TOSI, Dizionario, no 1411, y “Aforismi italiani e ipotesti classici”, 469-470; LIAPÍS,
321-323.
57
Cf. también Eurípides, Bacantes 773-774: “y si ya no hay vino, no hay Afrodita ni ningún otro goce
para los hombres”. Con una ligera variación, el primer verso aparece recogido en la colección de
proverbios de Apostolio 12.42f.
58
ejn plhsmonh`/ ga;r Kuvpri", ejn de; toi`" kakw`" / pravssousin oujk e[nestin jAfrodivth brotoi`"
(“pues en la saciedad está Afrodita, y en cambio no reside entre los mortales a los que les van mal las
cosas”).
59
En Apostolio 12.2 encontramos otra formulación de la misma idea, más cercana a la versión de
Terencio que comentaremos enseguida: nekro;n jAfrodivth Dionuvsou divca kai; Dhvmhtro" (“Afrodita
es un cadáver sin Dioniso y Deméter”).
60
Pág. 254, 8 Papageorgiou: to; d j ejra`n plousivou" e[cei: kai; hJ paroimiva: ejn plhsmonh`/ toi Kuvpri",
ejn peinw`nti d j ou[ (“y el estar enamorado se apodera de los ricos: y el proverbio „en la saciedad está
Afrodita, y en cambio entre los que pasan hambre no‟”).
61
Cf. OTTO, 366.
62
“Prodicus adsumptos in deos loquitur qui errando inventis novis frugibus utilitati hominum profuerunt.
In eandem sententiam et Persaeus philosophatur et adnectit inventas fruges et frugum ipsarum repertores
isdem nominibus, ut comicus sermo es „Venerem sine Libero et Cerere frigere‟” (“Pródico declara
promovidos al rango de los dioses a personas que, encontrando nuevos productos de la tierra en sus
viajes, han sido útiles a los hombres. Perseo hace iguales razonamientos filosóficos en el mismo sentido y
reunió los productos hallados y a quienes los hallaron bajo las mismas denominaciones, como en las
palabras del cómico cuando dice que „Venus se enfría sin Baco y Ceres‟”).
63
(Tratando de la embriaguez): “Et Apostolus, „vino in quo est luxuria‟. Nec mirum hoc figulum sensisse
de vasculo quod ipse fabricatus est, cum etiam comicus cuius finis est humanos mores nosse atque
describere dixerit „sine Cerere et Libero friget Venus‟” (“Y el Apóstol habla del „vino en que hay lujuria‟
[Efesios 5.18]. No es de extrañar que el alfarero tuviese la misma sensación a propósito del vaso que
había fabricado, cuando incluso el cómico, cuyo objetivo es conocer y describir las costumbres de los
hombres, dijera „sin Ceres y Baco se enfría Venus‟”).
64
También el mitógrafo Fulgencio, de ca.500 p.C., cita expresamente a Terencio como autor de la
expresión.
65
„Regales inter mensas epulas intemperantes, in quibus castitas rara est et facilis amoris occasio‟: unde
est “sine Cerere et Libero friget Venus”.
66
“Item per inventorem id quod inventum est, ut „sine Cerere et Libero friget Venus‟”. El texto está
bastante cerca del pasaje de Minucio Félix antes citado.
67
WALTHER, no 29670. Se recoge también en los Adagia de Erasmo (II 3, 97).
68
Cf. H. Kocher, Dicionário de expressôes e frases latinas, en la página web
www.hkocher.info/minha_pagina/dicionario.
69
L. MARTÍNEZ KLEISER, Refranero general ideológico español, Madrid 1953 (reimpr. 1978), no
48655; véanse también los nos 3623 (“sin pan y vino no hay amor fino”, ya recogido en el Vocabulario de
Gonzalo Correas, p.291 de la edición de Combet), 37280 (“sin el Baco y las Ceres no me acuerdo de las
mujeres”) y 48647 (“sin pan y vino no anda Venus camino”). Véase también J. CANTERA, “Vinum
laetificat cor hominis. El vino en el refranero español, francés y gallego”, Paremia 8, 1999, 105. Para su
presencia en la literatura española, desde la Edad Media, véase E. BENÍTEZ, “Proverbios, tópicos y
mitología clásica: relación con los refranes castellanos (I)”, Paremia 16, 2008.
70
Cf. E. CANONICA DE ROCHEMONTEIX, El poliglotismo en el teatro de Lope de Vega, Kassel
1991, 140. Véase también Juan de Luna, Diálogos familiares, en los cuales se contienen los discursos,
modos de hablar, proverbios y palabras españolas más comunes, París 1619, diálogo 11, pág.423 (“Que
pasó entre dos amigos ingleses y dos españoles, que se juntaron en la Lonja de Londres”): “Diego
(español): Por eso los poetas casaron a Venus con Vulcano dios del fuego. Egidio (inglés): Mas Vulcano
ni Venus, sin Ceres y Baco, no valen un caco”.
71
Cf. ARTHABER, no 78. Digamos como curiosidad que “Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor
salta por la ventana” fue el título del primer álbum del grupo musical español “El último de la fila”
(1985).
72
Cf. J.J. ORTEGA ROMÁN, “Paremiología y fraseologías comparadas española y rumana: buscando
equivalencias, acercando idiomas”, Paremia 15, 2006, 74.
73
Cf. G. DUPLESSIS, Le fleur des proverbes français, París 1853, 24: “‟Sans pain, sans vin, amour n‟est
rien‟. Traduction littérale d‟un aphorisme latin…Les amoureux novices opposent à ce proverbe, trop
positif pour eux, la divise suivante qui ne resta pas longtemps inscrite sur le même écu: „une chaumière et
son coeur‟” (tomo la cita de M. GARCÍA YELO, “Georges Duplessis en la Colección Paremiológica:
Petite encyclopédie des proverbes français y La fleur des proverbes français”, en el volumen colectivo
Semanario Internacional “Colección paremiológica”. Madrid 1922-2007, Madrid 2007, 201.
74
Véase al respecto H. VAN THIEL, “Sprichwörter in Fabeln”, Antike und Abenland 17, 1971, 105-118,
recogido en P. CARNES (ed.), Proverbia in fabula. Essays on the relationship of the proverb and the
fable, Frankfurt am Main 1988; cf. también P. CARNES, “The fable and the proverb: intertext and
reception”, Proverbium 8, 1991, 55-76, y D.M. LOUKÁTOS, Neoellhnikouv Paroimiovmuqoi. Proverbia
e fabulis, Atenas 1998. Proverbio y fábula fueron puestos en relación por los eruditos antiguos. Por
ejemplo, a uno de los eslabones fundamentales en la cadena de la transmisión de nuestro Corpus
Paroemiographorum Graecorum, el cretense Lucilo de Tarra (I p.C.), autor de un tratado Sobre
proverbios en tres libros, atribuye Eustacio (ad Iliad. 855) la siguiente afirmación: ai\no" kai; paroimiva
diafevrousin, kaqo; oJ me;n ai\no" lovgo" ejstin muqiko;" ejmferovmeno" ajpo; ajlovgwn zw/vwn h]
futw`n pro;" ajnqrwvpwn kai; e[stin ejxhplwmevnh paroimiva (“fábula y proverbio difieren en que la
fábula es un relato mítico en el que animales irracionales o plantas se asemejan a los hombres, y es un
proverbio extendido”). Esta concepción de la fábula como “proverbio extendido” se encuentra también
documentada, por la misma época, en la tradición gramatical y lexicográfica (Ammonio, peri; oJmoivwn
kai; diafovrwn levxewn 18 p.6 Nickau, del I-II p.C.: e[stin ai\no" ejxhplwmevnh paroimiva) y en la
tradición retórica (también en el s. I p.C., Quintiliano, 5.11.21, define el proverbio como fabella brevior).
75
ARTHABER, no 1360.
76
En ambos casos se narra la misma historia: el proverbio lo dicen los egipcios cuando van a recibir con
todos los honores al rey espartano Agesilao y quedan decepcionados cuando en lugar de encontrar a un
hombre de imponente presencia y acompañado de un fastuoso séquito, encuentran un viejecito vestido de
manera muy austera. He aquí el relato de Plutarco: “Cuando (Agesilao) desembarcó en Egipto,
inmediatamente los principales oficiales y gobernadores reales se encaminaron al barco para ponerse a su
servicio. Y había también entre los egipcios un gran interés y expectación a causa del nombre y la fama
de Agesilao, y todo el mundo se fue concentrando para verlo. Pero como no veían ninguna brillantez ni
aparato, sino a un hombre mayor sentado en la hierba junto al mar, de cuerpo normal y corriente y
pequeño, vestido con un manto tosco y vulgar, se les ocurrió reírse de él y hacerlo objeto de sus burlas, y
decir que eso era lo de la fábula: una montaña tenía dolores de parto, y luego dio a luz a un ratón”. Por su
parte, Porfirión, en su comentario al verso de Horacio, dice expresamente que se trata de un proverbio
griego, que cita en esta lengua.
77
He aquí la versión de Samaniego: “Con varios ademanes horrorosos / los montes de parir dieron
señales; / consintieron los hombres temerosos / ver nacer los abortos más fatales. / Después que con
bramidos espantosos / infundieron pavor a los mortales, / estos montes, que al mundo estremecieron, / un
ratoncillo fue lo que parieron. / Hay autores que en voces misteriosas, / estilo fanfarrón y campanudo /
nos anuncian ideas portentosas; / pero suele a menudo /ser el gran parto de su pensamiento, / después de
tanto ruido, sólo viento”.
78
Cf. OTTO, 234-235, y TOSI, Dizionario, no 1746, quienes citan su uso en autores latinos de la
Antigüedad tardía y del Medievo, como San Jerónimo (Adversus Iovinianum I 238; Epistula adversus
Rufinum III 3), Servio (ad Aen. VIII 83), Juan de Salisbury (Policratico 13 = Patrologia Latina 199,
415a), Pietro da Celle (Epistulae 89 = Patrologia Latina 202, 537d), etc. WALTHER recoge las variantes
latinas medievales parturiunt montes, nascetur ridiculus mus (20746) y parturiunt montes, peperitque
superbia mures (20746a1). El proverbio se encuentra también en los Adagia de Erasmo, I 9, 14. Cf.
LOUKÁTOS, no 58.
79
Sobre el proverbio véase G. DOBESCH, “Studien zu Sprichwörtern”, Wiener Studien 75, 1962, 83-89;
S. IMELLOS, “The goat and the knife. Comments on an ancient Corinthian proverb”, 3th International
Congress of Peloponnesian Studies, Atenas 1987-88, II 399-400; y sobre todo el pormenorizadísimo
estudio de BÜHLER en su comentario a Zenobius Athous 2.30, de donde hemos obtenido buena parte de
los datos que indicamos.
80
ai]x th;n mavcairan: paroimiva ejpi; tw`n kakw`" ti kaq j eJautw`n poiouvntwn, ajpo; iJstoriva"
toiauvth". Korivnqioi qusivan telou`nte" {Hra/ ejniauvsion, th`/ uJpo; Mhdeiva" iJdrunqeivsh/ kai;
jAkraiva/ kaloumevnh/, ai\ga th`/ qew`/ e[quon. tine;" de; tw`n komisavntwn misqwtw`n e[kruyan th;n
mavcairan, kai; skhptomevnwn <ejpilelh`sqai> e[nqa ajpevqento, hJ ai]x toi`" posi;n ajnaskaleuvsasa
ajnevfhne, kai; th;n me;n skh`yin aujtw`n dihvlegxen, eJauth`/ de; th`" sfagh`" aijtiva ejgevneto. o{qen hJ
paroimiva. Cf. también Diogeniano 1.52, Gregorio de Chipre 1.13, etc. Igualmente recogen el proverbio
los lexicógrafos (Hesiquio, Focio, Suda).
81
oi\" th;n mavcairan: ei[rhtai hJ paroimiva kata; tw`n ajlusitelw`" sfivsin aujtoi`" crwmevnwn. levgousi
de; o{ti kteivnasa hJ Mhdeiva tou;" eJauth`" pai`da" kai; katoruvxasa peri; to;n iJero;n th`" {Hra" to;
xivfo" metecwvrhsen eij" jAqhvna". oiJ de; Korivnqioi quvonte" ajna; pa`n e[to" dia; z j hjiqevwn kai;
parqevnwn wJsauvtw" z j kruvptousi to; xivfo" ejn tw`/ iJerw`/. tou` de; e[tou" perielqovnto" oiJ
klhrwqevnte" nevoi quvousin, hJ de; oi\", fasiv, kekrummevnon aujtoi`" ajnicneuvei to; xivfo".
82
Cf. Eusebio de Cesarea, Contra Marcelo I 3, 2, quien afirma que fue un oráculo (n o 199 Parke-
Wormell) el que indicó a los corintios que debían hacer sacrificios para expiar la muerte de los hijos de
Medea. Sobre la muerte de los hijos de Medea a manos de los corintios y los sacrificios expiatorios de
éstos, véase A. BRELICH, “Los hijos de Medea”, Studi e Materiali di Storia delle Religioni 30, 1959,
213-254; A. MOREAU, Le mythe de Jason et Médée. Le va-nu-pied et la sorcière, París 1994, 106 ss.;
S.I. JOHNTSON, “Corinthian Medea and the cult of Hera Akraia”, en J.J. Clauss – S.I. Johnston (eds.),
Medea. Essays on Medea in myth, literature, philosophy and art, Princeton 1997, 44-70; F.M. del
RINCÓN SÁNCHEZ, Trágicos menores del siglo V a.C.: de Tespis a Neofrón, Madrid 2007, 440-441.
83
Estos refranes se recogen en la colección de Correas (p.128 Combet) y Sebastián de Horozco (Teatro
universal de proverbios, edición de J.L. Alonso, Groningen-Salamanca 1986, no 1155), y luego, por
ejemplo, en las de J. CEJADOR Y FRAUCA (Fraseología o estilística castellana, Madrid 1923, II 571) y
MARTÍNEZ KLEISER (15021 ss.; cf. también 53314). Se documenta en el cap. VII de la segunda parte
del Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán (1604): “¿Un murmurador sin provecho, que, pensando hacer
en sí, deshace a los otros y escarba la gallina siempre por su mal?”. Cf. D. CARBONELL BASSET,
Diccionario panhispánico de refranes, Barcelona 2002, 217. En el Libro de Buen Amor (977) leemos un
refrán semejante, aunque de sentido opuesto: “como dise la fabla, del que de mal se quita: / escarva la
gallina e falla su pepita”.
84
a[rista cwlo;" oijfei`: <ejpi; tw`n oijkei`a kaka; ma`llon aiJroumevnwn h] ta; ajllovtria ajgaqav>. fasi;n
o{ti aiJ jAmazovne" tou;" gignomevnou" a[rsena" ejphvroun h] skevlo" h] cei`ra. polemou`nte" de; pro;"
aujta;" oiJ Skuvqai kai; boulovmenoi pro;" aujta;" speivsasqai, e[legon o{ti sunevsontai toi`" Skuvqai"
eij" gavmon ajphrwvtoi" kai; mh; lelwbhmevnoi". ajpokrinamevnh jAntiavneira hJ hJgemw;n tw`n
jAmazovnwn ei\pen “a]rista cwlo;" oijfei`”. <mevmnhtai th`" paroimiva" Mivmnermo"> (la primera
adición procede de la Collectio Coisliniana 41, mientras que la referencia final a Mimnermo se encuentra
en el manuscrito A). El proverbio está recogido en la colección de Erasmo (II 9, 49: virus agit claudus
optime).
85
Palermo 1998, 77-78: “STICCHIU DI ZOPPA U CAVADDRU ´UN AZZOPPA: Sesso di donna zoppa
non azzopperà il cavallo. Dove chiaramente il cavallo simboleggia il sesso maschile. Su questa credenza,
che l‟atto sessuale con una donna zoppa sia fonte di piacere imparagonabile rispetto a quello con una
donna normale, è stato molto scritto e dibattuto. Serissimi studiosi ci si sono messi a tentare di spiegare la
convinzione, dandola quindi per certa, dal punto di vista anatomico…Un amico mio, ora professore di
storia del teatro a riposo, venne epurato come fascista negli anni ‟45: fra tutti i mestieri che intraprese per
sopravvivere, gli capitò di fare l‟amministratore di una prostituta alla quale era stata amputata una gamba.
Credeva di dover menare vita grama, ebbe invece tra le mani milioni di lire d‟allora. L‟amputazione,
evidentemente, vale più della zoppìa. Il barone Scammacca, noto per l‟avarizia, stava dettando nel salone
della sua villa il contratto dotale della figlia, che era carina ma zoppa. A un tratto lo folgorò la memoria di
quello che si diceva circa le nascoste delizie di una donna claudicante. Fermata la cirimonia, salì di corsa
una rampa di scale, si precipitò in cucina, agguantò una cuoca zoppa, la trascinò in un ripostiglio, sempre
senza far parola la possedette, ridiscese la rampa, piombò in salone con un gran sorriso beato, ordinò al
notaio di rifare il contratto: la dote della figlia doveva essere dimezzata. E tratto in un angolo appartato il
futuro genero che protestava: „dovresti pagarmi tu‟ -gli disse- „il letto di mia figlia vale assai più di mezza
dote‟”.
86
Dice Montaigne: “J'eusse dit, que le mouvement detraqué de la boiteuse, apportast quelque nouveau
plaisir à la besoigne, et quelque poincte de douceur, à ceux qui l'essayent : mais je viens d'apprendre, que
mesme la philosophie ancienne en a decidé : Elle dict, que les jambes et cuisses des boiteuses, ne
recevans, à cause de leur imperfection, l'aliment qui leur est deu, il en advient que les parties genitales,
qui sont au dessus, sont plus plaines, plus nourries, et vigoureuses. Ou bien que ce defaut empeschant
l'exercice, ceux qui en sont entachez, dissipent moins leurs forces, et en viennent plus entiers aux jeux de
Venus”.
87
“Ces exemples, servent-ils pas à ce que je disois au commencement: Que nos raisons anticipent souvent
l'effect…..Outre la flexibilité de nostre invention, à forger des raisons à toutes sortes de songes; nostre
imagination se trouve pareillement facile à recevoir des impressions de la fauceté, par bien frivoles
apparences. Car par la seule authorité de l'usage ancien et publique de ce mot: je me suis autresfois faict
accroire, avoir receu plus de plaisir d'une femme, de ce qu'elle n'estoit pas droicte, et mis cela au compte
de ses graces”.
88
MARTÍNEZ KLEISER (11287) recoge un refrán “quien no conoce coja, de Venus no goza”, del que su
fuente, F. RODRÍGUEZ MARÍN (Más de 21.000 refranes castellanos no contenidos en la copiosa
colección del Maestro Gonzalo Correas, Madrid 1926, 415), indica que se documenta en el acto III,
escena primera, de la comedia La Lena o El celoso del vallisoletano Diego Alfonso Velázquez de Velasco
(publicada en Milán en 1602): “Policena: Tal provecho te haga como el aceite a las sardinas, que si hará,
por ser castaña, que de fuera engaña, y tú buitre, pues dexando lo bueno te abates a lo corruto y hediondo;
mas el mal francés me vengará de ti y de la señora Coxa. Cornelio: Esso tiene más la pieça. Quien no
conoce Coxa, de Venus no goça” (sigo la edición de M. Menéndez y Pelayo, Orígenes de la novela. III:
Novelas dialogadas con un estudio preliminar, Madrid 1910). El propio Rodríguez Marín señala que la
fuente de Velázquez de Velasco es Montaigne, por lo se trata muy probablemente de una cita erudita más
que de un refrán popular (quizá también en el uso del refrán pudo haber influído el hecho de que
Velázquez de Velasco vivió mucho tiempo en Italia, donde la tradición estaba viva, hasta el punto de que
Montaigne afirma expresamente que se trata de una tradición italiana: “on dit en Italie un commun
proverbe, que celuy-là ne cognoist pas Venus en sa parfaicte douceur, qui n'a couché avec la boiteuse”).
De manera semejante, E. BENÍTEZ (“Proverbios, tópicos y mitología clásica: relación con los refranes
castellanos (I)”) lo califica de “refrán de libro”. No obstante, sobre la idea véase lo que dice uno de los
personajes de la novela policíaca de Lorenzo Silva El alquimista impaciente (Barcelona, Destino, 2000,
213): “Mira, chaval, yo de putas me voy cuando se me pone…Y lo he probado todo: nacionales, rusas,
negras, chinas y hasta cojas, que tienen un morbo increíble”.
89
Sobre este proverbio, sus variantes y sus dificultades de interpretación, véase F. GARCÍA ROMERO,
El deporte en los proverbios griegos antiguos, Hildesheim 2001, 97-100, y “La buona salute degli atleti di
Crotone (o delle zecche): su un proverbio greco antico”, en A. Teja – F. García Romero – S. Mariano – D.
Bolz (eds.), Sport e culture. Atti del IX Congresso Internazionale di Storia dello Sport. I: Età antica,
Calopezzati (Cosenza) 2005, 39-47.

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