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Este libro de Byron Good, catedrático de antropología médica y director del depar- tamento de

medicina social de Harvard, es una auténtica hermenéutica de la sospe- cha sobre las relaciones
entre el sufrimiento humano, las representaciones culturales, el lenguaje médico y el poder. Bajo
el formato de una compiiación de conferencias dictadas en el prestigioso Foro Lewis Heny
Morgan, el texto indaga con un lenguaje claro y reflexivo en las diferentes distorsiones de las
investigaciones sobre la cultura y la subjetividad. Quizá lo más caractenstico sea su talante anti-
intuitivo, siguiendo un concepto utilizado por el autor para definir aquellas exploraciones que no
dan por sentado las inflexiones del sentido común. Y, ciertamente, pocos autores han sabido
abordar tan bien el análisis de la biomedicina o medicina científica para desvelar en sus juegos de
lenguaje estrategias de ocultamiento de la dimensión cultural de la experien- cia. El libro de Good
es algo así como una cartograíía de las coordenadas semióticas y epistemológicas de la
biomedicina que, al ser mostradas como principios culturales, permiten una nueva mirada
antropológica, más independiente y menos convencional, sobre la enfermedad y la subjetividad
humanas. Es por ello que se convierte en un texto pertinente no sólo para los especialistas en el
ámbito de la antropología médica, sino también para toda suerte de científicos sociales y
profesionales de la salud. El primer problema que invoca Good es el dilema de la "creencia" y sus
implica- ciones en el campo de la historia de la antropología, la medicina y la antropología
médica. Pensar en los saberes locales como creencias, en tanto que opuestas a la cien- cia, no es
sólo producto del prejuicio o del establecimiento de distancias entre el etnó- grafo y los
informantes, sino una forma de denotar que los conocimientos culturales son entendidos por el
investigador como contrafactuales, así como de soslayar una reflexión sobre el propio saber. Y es
que el concepto de creencia es para Good ínti- mamente dependiente de una determinada teoría
empirista del lenguaje, aquella que presume, como en determinadas epistemologías populares,
que el mundo natural es transparente para el discurso científico, que éste es una especie de
"espejo de la naturaleza" ajeno a la cultura y a los modos de pensar y construir los hechos y las

representaciones. De ahí que cuando la noción de creencia es más invocada por el conocimiento
científico -ya estemos hablando de medicina o de antropología- más puede acercarse este
mismo conocimiento al propio modelo presuntivo de la creencia. Es lo que Good define como
"epistemologías fundamentalistas", pues para este autor "existe una estrecha relación entre la
ciencia -incluida la medicina- y el fundamentalismo religioso", aunque sea sólo en la analogía
que para unos y otros guarda la creencia como instrumento de salvación, ya sea del espíritu o de
la salud. La crítica al uso de la noción de creencia aparece articulada a lo largo del libro con otros
argumentos teóricos y con ejemplos etnográficos de Irán, Turquía y Estados Unidos. El objetivo es
mostrar las potencialidades de una mirada interpretativa o "centrada en el significado" en el
análisis de las relaciones entre la subjetividad y la cultura. Una aproximación, eso sí, que tiene en
cuenta que no todo es explicable a partir de la idea de isignificado, pues éste no deja de ser una
condensación de mundos morales, relaciones de poder, realidades de opresión, formas estéticas y
desigualdades sociales, entre otros muchos factores. La defensa de isu orientación "centrada en el
significado" cobra especial impor- tancia en el segundo capítulo titulado "Representaciones de la
enfermedad en la an- tropología médica. Aquí Good analiza cuatro formas de representar la
enfermedad por parte de la antropología: la enfermedad como creencia popular, como modelo
cognitivo, como realidad culturalmente constituida y como mistificación. A la primera de ellas
puede aplicarse, según el autor, los mismos argumentos que al modelo biomé- dico, pues ambas
aproximaciones se instalan en la tradición empirista del lenguaje. La segunda ya fue objeto de
critica por parte de Good en otros textos (Good 1977; Good y Good 1981) y básicamente el
argumento es que se trata de una orientación demasiado inclinada a una idea formalista del
lenguaje, así como a un tratamiento de los juegos de significado como realidades de tipo mental.
La tercera y la cuarta, final- mente, representan la discusión que ya desde la década de los setenta
enfrenta a idea- listas y materialistas en antropología médica: la enfermedad como significado
verstls la enfermedad como desigualdad social. Good ha sido y continúa siendo un claro repre-
sentante de la tercera orientación que ha derivado desde una hermenéutica del signi- ficado a una
fenonnenología de la experiencia y el sufrimiento. Su crítica a la última tendencia, la materialista,
va dirigida fundamentalmente a aquellas posiciones que se han ubicado en una crítica sin
concesiones a toda aplicación clínica del conocimiento antropológico. Para Good el peligro de
esta última orientación consiste en "inter- pretar la cultura ajena como rnistificación y falsa
conciencia", de tal manera que estos conceptos adquieran un función similar a la idea
racionalista de superstición y el investigador vuelva a actuar de nuevo desde una especie de
"verdad revelada

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