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10/11/2017
Paciente Angustiado
• Los pacientes buscan reducir el nivel de las
emociones angustiantes, mientras que los terapeutas,
con frecuencia intervienen, para asegurar que, al menos,
algo de la angustia, esté presente para aumentar la
motivación al cambio.
• Los procedimientos usualmente utilizados para reducir
los niveles altos de angustia del paciente, son los que les
permiten expresar y desahogar su carga de infelicidad.
• Se recomienda utilizar los métodos de la terapia de la
voz: se refiere al proceso de ponerle palabras al marco de
pensamientos negativos internalizados, del paciente, el
cual consiste en tres pasos:
1. Suscitar e identificar patrones de pensamientos
negativos liberando el afecto asociado.
Por ejemplo, el paciente expresa:
―siento que soy un inútil y que siempre voy a fracasar, por
eso me angustia pensar en el futuro porque tengo mucho
temor a fracasar y a no poder sostenerme por mí mismo.
2. Debatir las reacciones emocionales o provocar el
insight verbalizando las voces (los auto-diálogos
negativos, los mandatos familiares y atribuciones
erróneas, pueden adquirir la propiedad de voces
internas que condicionan y regulan el
comportamiento).
Por ejemplo, el terapeuta puede solicitar al paciente
que exprese las razones o motivos por los cuales se
siente que es un inútil y que además, siempre ha de
fracasar.
3. Neutralizar o contrarrestar los auto-
diálogos alimentados por las voces, a
través de la participación. Se buscan
evidencias y alternativas de pensamientos
cuestionando su sistema de creencias.
Terapeuta: ¿Qué evidencias tiene usted
para decir que es una persona inútil y que
siempre ha de fracasar? ¿Cual podría ser un
pensamiento diferente al de sentirse un
incapaz?
• Las actividades basadas en la relajación dirigida y las
técnicas de respiración, son útiles después de un período de
descarga y expresión emocional.
• En situaciones de miedos y de ansiedad anticipatoria, se
puede trabajar con una visualización agradable para
aumentar la relajación y para introducir pensamientos que
enfaticen y refuercen la habilidad del paciente para afrontar
situaciones estresantes.
Paciente Apático
• Con los pacientes apáticos el terapeuta deberá
incrementar la angustia.
Por ejemplo, si un paciente apático es traído a consulta por
sus familiares, por tener graves problemas de salud física,
quien además no reconoce la gravedad de sus problemas
cardíacos, agravados a su vez por el consumo de cocaína, el
terapeuta puede:
1. Confrontar al paciente con las consecuencias más
negativas de su comportamiento.
“¿Si las cosas siguen así, que cree usted que va a pasar dentro
de un año?”
2. Intervenir sobre el contexto familiar para que este influya
sobre el paciente, pidiéndole a cada uno de los integrantes
que expresen abiertamente toda su carga de aflicción y dolor
personal en relación al problema.
“Dígame señora, ¿qué siente usted cuando su marido dice que
puede seguir drogándose, que es su vida y que él tiene todo el
derecho de hacer lo que quiera?
- En esta situación es útil incluir en la entrevista a la mayor
cantidad de personas si previamente se ha estimado que el
paciente valora y desea preservar esos vínculos.
3. En casos muy graves y altamente resistentes al cambio, se
puede incrementar el tono emocional de la entrevista.
“¿De qué manera se van a organizar ustedes como familia
cuando cambie la dinámica?
- El objetivo de estas intervenciones es incrementar la
angustia del paciente apático, para que sirva como palanca
motivacional para facilitar el cambio terapéutico.
Paciente que llora
• El terapeuta debe de preguntarse cuál es el
significado que el paciente otorga al llanto y además
contextualizarlo dentro de la vida del paciente.
• Cuando el llanto expresa un acontecimiento vital
doloroso, de alto contenido emocional (muerte de un ser
querido), el silencio por parte del terapeuta, mostrando
una actitud empática, ayuda al paciente a sentirse
comprendido y apoyado en su pena y su necesidad de
manifestar su dolor.
• Tratar de interrumpir el llanto prematuramente, suele
responder al malestar e incomodidad que le genera al
terapeuta más que a la intención de aliviar el dolor y
malestar del paciente.
• Cuando se trabaja con pacientes que muestran un exceso
control de sus emociones, debido a que presentan
dificultades de expresión emocional, o porque consideran el
llanto como una conducta inadecuada (“los hombres no
lloran”), es necesario favorecerlo.
• El llanto puede representar un recurso o
medio para bloquear o controlar el
proceso terapéutico. Algunos pacientes lo
usan para protegerse de tener que hablar
ciertos temas o situaciones no deseadas o
para manipular al terapeuta y ponerlo a
prueba.
• El llanto como conducta aprendida y
condicionada puede aparecer frente a
situaciones de frustración, desagrado o
con la intención de obtener atención y
cuidado.
• En estos casos no se debe de reforzar o estimular el llanto
con especial actitud empática, si no que facilitar que el
paciente exprese las razones que han desencadenado el
llanto.
• Cuando el llanto es de tipo incontrolado, involuntario y
frecuente, como expresión de malestar no deseado (cuando
alguien llora y no quiere hacerlo) se puede aplicar técnicas
de relajación y respiración.
Paciente verborrágico