1. Platón (Grecia Antigua 427-347 a. C.) Para este pensador este mundo es una efímera copia del verdadero mundo; el de las Ideas. De tal mundo proviene el Hombre, su alma y allí ha de volver utilizando su razón, su logos (conocimiento). El comportamiento moral es darse cuenta, vía razón, que el mundo real es el Ideal. La razón, utilizada en su máxima expresión, lleva al Bien junto a lo Bello y lo Justo, este es el mundo Ideal, aquel que debemos tender, poco importa que no logremos alcanzarlo es la intención la válida. Platón sabe que el hombre actúa en forma diversa y lejana a lo que debería ser lo Ideal, sin embargo como para él este mundo no es el verdadero de allí que suceden todas una serie de inconsecuencias y de “irracionalidades”. La ética de Platón es ideal y teorética y por ello abre un abismo para lograr posibles soluciones a los reales problemas del ser humano. 2. Aristóteles (Grecia Antigua 384/3-322 a. C.) A pesar que se pueden encontrar antecedentes anteriores a Aristóteles, por lo general se le reconoce como el fundador de la ética como disciplina filosófica. Aristóteles planteó la mayor parte de los problemas de los que, más tarde, se ocuparon los filósofos morales, la relación entre normas y bienes, entre la ética individual y la ética social, y entre la vida teórica y la vida práctica, entre otros. El enfoque teleológico aristotélico ve al ser humano esforzándose hacia un fin último que es identificado con la felicidad, visto como un bien supremo. Para este pensador el bien es lo que todos desean, nadie desea el mal y si escoge algo malo lo hace porque lo piensa como un bien. Aristóteles distinguió las virtudes éticas, aquellas que se desenvuelven en la práctica para la consecución de un fin, de las virtudes dianoéticas, propiamente intelectuales; la sabiduría y la prudencia, son virtudes de la inteligencia o de la razón y funcionan como los principios de las virtudes éticas. Las virtudes éticas sirven para la vida organizada del Estado, así tenemos, la justicia, la amistad, el valor y la solidaridad. Para Aristóteles el máximo bien del hombre es la Razón y por tanto debe vivir conforme a ella, siguiendo el camino de la Razón el hombre llegará a las virtudes y la más importante es la sabiduría. Todas estas virtudes se originan directamente en las costumbres y en el hábito, es decir en la práctica. Aristóteles es un hombre realista, por tal motivo llegará a establecer que la virtud es el término medio (justo medio) entre dos extremos viciosos, el hombre virtuoso se opone al mediocre. 3. Immanuel Kant (Alemania 1724-1804) Este filósofo produjo un cambio radical en la historia de la ética, que hasta el siglo 18, los principios éticos del mundo occidental eran los cristianos. Kant postuló una ética teórica autónoma. Una ética humana de principio a fin, que no depende de Dios. Para Kant la ética no tiene fundamentos científicos y menos metafísicos, este pensador establece un hecho innegable; la ley moral, ley que todo ser humano puede experimentar y sobre tal hecho, se puede formar una ética no contaminada por nada externo al hombre. Por tanto, la ética de Kant es de forma y no de contenidos. Según Kant, la razón práctica y la razón teórica difieren en el uso moral. Partiendo de la reflexión de este uso, el filósofo alemán sostuvo que sólo las acciones que se originan en la buena voluntad sin restricciones pueden recibir el apelativo de morales, ya que solo la buena voluntad es absolutamente buena. De acuerdo con sus seguidores, sus afirmaciones que han recibido abundantes comentarios tanto críticos como explicativos, muestra que aquellos bienes que no son la buena voluntad dependen para su bondad de una situación particular, así que la sabiduría es buena solamente si es usada para obtener un buen fin, y que sólo la buena voluntad no depende de ninguna situación particular. Kant estableció que la ley (norma moral) es pura forma (no contenido) y de allí que estableció su imperativo categórico; Actúa de tal forma que esa actuación se convierta en ley universal. 4. Friedrich Nietzsche (Alemania 1844-1900) Para el pensador alemán; "No existen fenómenos morales, sino sólo una interpretación moral de los fenómenos".10 Por tanto nadie hace el bien o el mal por impulso puesto que el proceso de interpretación requiere reflexión. Cuando se realiza el bien o el mal, se hace en virtud del poder que se tiene, para fortalecer la superioridad o garantizar la seguridad o integridad. Si tales actos ayudan a la colectividad son vistos (interpretados) como buenos sino son malos. De esta manera lo que se ejecute o no, puede afectar al individuo o a los demás. Para Nietzsche el hombre es un ser social, para este pensador, [...] nuestro cuerpo, en efecto, no es más que una estructura social de muchas almas. L'effet c'est moi [el efecto soy yo....]11 La segunda naturaleza humana es, muchas veces, imperceptible, se cree que es natural el comportamiento moral y sin embargo todo ello es aprendido de los demás, la sociedad que está representada en la familia, en la educación, en la religión, etcétera. Para Nietzsche el bien supremo es la vida misma, cuya esencia es la voluntad de poder, sólo los más vitales deben tener el poder. La democracia y el igualitarismo son de los débiles, frente a ellos se opone la aristocracia natural, los fuertes. 5. Jean Paul Sartre (Francia 1905-1980) Este pensador francés escribió ensayos filosóficos y políticos, novelas y obras de teatro. Por lo general se presenta a Sartre como el modelo del pensador comprometido con su tiempo, pues se interesó en forma permanente por los problemas políticos de su país y del mundo. Para Sartre, la libertad es una carga de la que no nos podemos librar. Como nos pesa mucho nuestra libertad, nos comportamos como si estuviéramos terminados. Tratamos de mostrar que nuestras elecciones fueron inevitables. En realidad, intentamos engañarnos a nosotros mismos y a los demás. A esta negación de nuestra libertad Sartre la llamó, mala fe. 6. Ludwig Wittgenstein (Austria 1889-1951) Lo escrito por este autor sobre ética, tal vez, no es mucho, sin embargo lo “dicho” es considerado como una de las críticas más radicales a las teorías éticas elaboradas por la filosofía. Podemos clasificar, a modo de un mapa conceptual sobre ética, a Wittgenstein como un “irracionalista”, es decir, la incapacidad para tratar de aclarar los conflictos éticos así como fundamentar o defender cualquier criterio universal de moralidad vía la razón. La fe, las emociones, sentimientos, la vida, la subjetividad tienen que ver con la racionalidad pero es algo secundario en un mundo moral, de allí la irracionalidad, este pensador establece un totalitarismo lógico. Para Wittgenstein a los problemas morales (teoría ética) les ha llegado la hora si realmente pueden ser “pensados” y por tanto “expresados”. El Tractactus, termina con una conclusión abierta y absurda pero una vez superada se verá correctamente el mundo, conforme a su autor; “De lo que no se puede hablar hay que callar”. La ética reflexiva o argumentativa es ineficaz y un “sinsentido”, un absurdo, pues como disciplina normativa pretende hablar de aquello que no puede ser dicho. En clave tractariana (6.42); “Está claro que la ética no resulta expresable. La ética es trascendental.”12 Y por tanto solo Dios puede poner los principios éticos al hombre, éste solo debe aceptar el mundo, voluntad de Dios. Por tanto el sujeto volitivo portador de la ética es también trascendente, no pertenece a este mundo; está en el límite y como consecuencia la voluntad se confina al silencio. En el Tractactus (6.423) dice su autor; “De la voluntad como soporte de lo ético no cabe hablar”. De la felicidad en el Tractactus hay poco escrito, el autor expone (6.43) “El mundo del feliz es otro que el del infeliz”, a propósito de la voluntad buena o mala que sólo puede cambiar los límites del mundo, es decir al hombre, no los hechos. Por tanto el vivir feliz es hacer la voluntad de Dios. La conciencia del sujeto es la voz de Dios. Así, vista la ética de éste pensador, podemos concluir que es la propia ignorancia, siempre radical, en cuanto al conocimiento de Dios es lo que determina nuestro saber ignorante sobre los problemas éticos. 7. Fernando Savater (España 1947- ) Femando Savater es un autor español que ha escrito dos libros dirigidos a los jóvenes, Ética para Amador y Política para Amador. En ambas obras, Savater se dirige a su hijo para explicarle qué es la ética y qué es la política. Con respecto a la ética, este autor considera que es, el arte de vivir, pues la ética intenta averiguar en qué consiste vivir una buena vida. Una persona ética es una persona libre que quiere saber cómo debe actuar sin dejarse llevar por las costumbres, las rutinas, las acciones mecánicas o por lo que diga la mayoría o por los castigos y los premios.
La Ética un modo de pensar
La ética es un modo de pensar, de conocer el mundo interno y externo, hacer de la vida una forma de existencia en conformidad a las capacidades y facultades del ser humano. ¿Por qué una forma de pensar? Porque cuando pensamos, reflexionamos, analizamos lo hacemos desde nuestra capacidad que nos identifica como humanos; la razón y la emoción, expresado como el “sintiente” es cuando la humanidad se hace concreta en nuestro ser. La ética es una manera, un modo, una forma de expresar nuestros pensamientos, ideas, análisis pero no es más que eso una forma de pensar, sin embargo sin esta base toda acción es un absurdo, un sinsentido, por tanto la ética como forma de pensar tiene un grado relativo de importancia, es necesario pero no es suficiente para la vida humana. Por esto la acción humana adquiere tal relevancia en lo social, sin embargo no es más que la parte visible de un proceso que finaliza en eso que llamamos acto. Sí la ética es una forma de pensar, la moralidad es la forma de actuar, es el hacer realidad o concretar nuestros pensamientos. Así, podemos dar una aproximación del término moral; es el conjunto de normas que pone los límites a los actos de los seres humanos en sociedad. La moral es la interpretación o representación del pensamiento, es tal interpretación o representación la que nos lleva a cometer errores o desviar nuestra acción, pues la reflexión en sí misma no es buena ni mala, no hay falsedad o veracidad, tales términos aparecen cuando llevamos a cabo o queremos concretar los pensamientos. Son los procesos de representación o interpretación de la reflexión en que aparecen o se originan los errores, lo falso o lo malo. Dichos términos son determinaciones de nuestro accionar y no de nuestra reflexión.