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Las culturas son mas hibridas que las identificaciones

En este capítulo el autor se ocupa del concepto de frontera y su relación con la constitución de
la identidad y la cultura

el objetivo central del capítulo es deslindar el concepto de frontera del concepto de cultura del
de identidad. Las fronteras eran espacios donde no existían límites y donde los estados y otros
actores sociales intervienen de modos múltiples para fabricarlos e institucionalizarlos. Cada
vez que se estudian las fronteras es necesario mostrar la contingencia y la historicidad del
límite, pero también las luchas de poder, los estigmas persistentes y las nuevas formas de
nacionalismo. El autor distingue entre dos tipos

de fronteras: la cultural y la identitaria, las fronteras de significación y las fronteras de


sentimientos de pertenencia.

Cuando se habla de la crisis del Estado y de su penetración en la sociedad se suele nombrar la


desprotección social, sin embargo, la presencia estatal en las zonas de frontera se ha
incrementado notablemente. El estado continúa desempeñando un papel dominante como
árbitro de control, la violencia, el orden y la organización para aquellos cuyas identificaciones
están siendo transformados por las fuerzas globales. Este papel fue subestimado por los
investigadores de la actualidad. Estos han contribuido a reforzar dos mitos que son criticados
por el autor: el esencialismo de la hermandad y el esencialismo de la hibridación generalizada.
Ambos se sustentan en el concepto de “unión” y hacen hincapié en las figuras de “hermandad”
y “cruce”. Ambas metáforas tienen un punto en común: invisibilizan el conflicto que muchas
veces caracteriza a las fronteras políticas. Así se dificulta la visualización de las asimetrías entre
sectores, grupos y Estados, y de las dinámicas de inclusión/exclusión. Se ha tratado de
demostrar la “inexistencia” de las fronteras para las poblaciones locales, produciendo una
imagen congelada previa a la construcción del Estado, como si se creyera posible que sus
complejos dispositivos no afectaron ni afectan cultural e identitariamente a esas poblaciones.
Esta visión romántica impide comprender la relevancia afectiva y política del estado y de la
nación.

Todas las fronteras del mundo son heterogéneas y lo mismo son las relaciones interestatales

como los vínculos entre las sociedades fronterizas y sus estados nacionales. En las fronteras
entran en contacto los peculiares entramados socioculturales de uno y otros países. Lo que
vemos es que las prácticas culturales cruzan fronteras que las identificaciones reproducen y
refuerzan.

Con la nueva integración regional y económica que vino de la mano de la formación del
Mercosur y de la Unasur se ha anunciado la disolución de las fronteras, cosa que solo se
verifico para el gran comercio internacional. En el plano de las sociedades y las culturas,
durante los primeros años solo se ha aumentado los controles cotidianos. La acción estatal
modifico las propias clasificaciones identitarias de los grupos sociales. El estado y la nación
fueron incorporados a las categorías y las practicas nativas. Los sentimientos e intereses suelen
definirse en términos nacionales en varias ciudades fronterizas. La idea de la desaparición de
las fronteras y las naciones es una expresión de deseos para el autor. Esto se verifica en los
procesos sociales que atraviesan a los habitantes.

Lo que explica Grimson es que compartir algunos aspectos de la cultura no necesariamente


implica tener una identidad común. El problema de este concepto es que tiene diversos
significados, tanto su versión jurídico-política, la institucional, la económica, la soberana y la
identitaria. Esta confusión hace necesaria que distingamos entre fronteras de identificación y
fronteras culturales: la primera hace referencia a categorías de adscripción de personas o
grupos. Permiten establecer un “nosotros” y un “otros”. La

nacionalidad establece tipos distintivos. Lejos de las ideas de integración, las fronteras
identitarias son cada vez más fuertes, lo que se evidencia en la disminución de casamientos
“mixtos” en las zonas de frontera. Al mismo tiempo prácticas que en principio son asimilables
entre ambos pueblos en realidad en cada lado de la frontera tienen una significación diferente.
La diferente configuración cultural se dio por las diferentes experiencias políticas y económicas
que se dieron de ambos lados de la frontera.

En conclusión, los antropólogos han tratado de combatir la idea de que las fronteras fueran
barreras naturales y que la cultura no puede asociarse a un territorio determinado, mostrando
como la existencia de numerosos circuitos de intercambio, historias y código en común. Es así
que se demostró que las fronteras tienen n carácter socio histórico y por lo tanto son
contingentes. Esto fue complementado con el estado de los sedimentos materiales y
simbólicos que implico la creación de estos límites entre los estados nacionales: sus
dispositivos culturales y sus avatares políticos y económicos. Lo que demuestra Grimson es
que las culturas son mas hibridas que las identificaciones. Las fronteras no solo se revelaron
como lugares de cruce y dialogo sino también como espacios de conflictos y de desigualdades
crecientes

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