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COMITÉ EDITORIAL
ELARD RICARDO BOLAÑOS SALAZAR
ROSEMARY STEPHANI UGAZ MARQUINA
REVISTA VIRTUAL DEL CENTRO DE ESTUDIOS DE DERECHOS HUMANOS
UNIVERSIDAD DE SAN MARTÍN DE PORRES
Número 1 /2014
Editada por:
Centro de Estudios de Derechos Humanos
Universidad de San Martín de Porres
Facultad de Derecho
Lima – Perú
@CEDH_USMP
La Revista Virtual del Centro de Estudios de Derechos Humanos es una revista electrónica de
carácter jurídico orientada a la publicación de artículos de investigación y/o reflexión académica,
científica y profesional en el ámbito del Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Es una
revista de acceso abierto dirigida a todas las personas y entidades que trabajen e investigan en el
campo jurídico. Su periodicidad es semestral.
CONTENIDO
PRESENTACIÓN
María Soledad Pérez Tello
En la revista encontrará rigurosidad académica, originalidad y sentido crítico, esta vez se tratan
temas generales como las tradiciones europeas comunes para la formación de un derecho
europeo, la responsabilidad internacional de los estados, el control de convencionalidad en la
jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y temas más específicos
como la consulta previa, la problemática del medio ambiente, el derecho al agua y los derechos
de las personas con discapacidad.
La revista tiene como principal aporte el generar un espacio donde coexistan la lógica y
experiencia del profesor mas el análisis de la información, la curiosidad y cuestionamientos de
los alumnos, la doctrina y la duda, un centro de pensamiento sin jerarquías donde todo el que
quiere pensar tiene un espacio.
Después de más de una década de trabajar en Derechos Humanos y formar estudiantes, que
hoy son profesores que forman a nuevos estudiantes; iniciamos la difusión de lo que sabemos,
de lo que defendemos y en lo que creemos, en la búsqueda de contribuir al conocimiento y a la
duda. Los invitamos a ser parte del CEDH a través de estas páginas.
I. INTRODUCCIÓN
1Relativizando sus diferencias, Cp. Luis María Diez-Picazo, "¿Qué diferencia hay entre un tratado y una
Constitución?", en Cuadernos de Derecho Público, Núm. 13, Madrid 2001, pág. 85 y sgtes.
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Las “tradiciones constitucionales comunes” y la interpretación de los derechos fundamentales (a propósito de 7
la constitución europea)
Edgar Carpio Marcos
nacionales son evidentes2. Eso es lo que sucede, por ejemplo, con su Parte II, denominada
"Carta de los derechos fundamentales de la Unión". En efecto, si como allí se indica, su
propósito es consignar "los derechos, libertades y principios" que la Unión reconoce a los
ciudadanos comunitarios, sin embargo, los términos de ese reconocimiento han de entenderse
conforme con las
"tradiciones constitucionales y las obligaciones internacionales comunes de los Estados miembros, el Convenio
Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, las Cartas Sociales
adoptadas por la Unión y por el Consejo de Europa, así como por la jurisprudencia del Tribunal de Justicia
de la Unión Europea y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos".
Precisándose que,
"En este contexto, los tribunales de la Unión y de los estados miembros interpretarán la Carta atendiendo
debidamente a las explicaciones elaboradas bajo responsabilidad del Praesidium de la Convención que redactó
la Carta".
2Cp. PÉREZ TREMPS, Pablo. "La Constitución española ante la Constitución Europea", en E. ALBERTÍ y E.
ROIG (Coordinadores), El Proyecto de nueva Constitución Europea. Balance de los trabajos de la Convención sobre el futuro de
Europa, Tirant lo Blanch, Valencia 2004, p. 485 y sgtes. Igualmente, RUBIO LLORENTE, Francisco. "El
constitucionalismo de los Estados integrados de Europa", en Revista Española de Derecho Constitucional, núm. 48,
Madrid 1996, pág. 9 y sgtes.
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Las “tradiciones constitucionales comunes” y la interpretación de los derechos fundamentales (a propósito de 8
la constitución europea)
Edgar Carpio Marcos
Más allá de estas singularidades, sobre los cuales no hemos de detenernos, está el hecho,
igualmente poco frecuente en la parte dogmática de las constituciones nacionales, de haberse
establecido, a la par del reconocimiento de determinados derechos y libertades fundamentales,
de un conjunto de criterios de interpretación de los mismos3. Precisamente, el propósito de
este trabajo es analizar uno de esos criterios de interpretación de los derechos fundamentales
que recoge la Constitución Europea, denominado interpretación conforme con las "tradiciones
constitucionales comunes".
CONSTITUCIONALES COMUNES
1. ORIGEN
Por ese motivo, cuando se constituyó el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas,
con competencia para resolver diferencias entre los Estados miembros de esos tratados, su
actividad inicial no estuvo relacionada con la protección de los derechos fundamentales
comunitarios4.
3 Cp. ROLLA, Giancarlo. "Técnicas de codificación y cláusulas de interpretación de los derechos fundamentales.
Algunas consideraciones a propósito de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea", en Revista
de Derecho Constitucional Europeo, núm. 4, Granada 2005, pág. 87 y sgtes.
4 CÁMARA VILLAR, Gregorio. "Los derechos fundamentales en el proceso histórico de construcción de la
Unión Europea y su valor en el Tratado Constitucional", en Revista de Derecho Constitucional Europeo, Núm. 4,
Granada 2005, pág. 9 y sgtes. Ver también, FREIXES SANJUÁN, Teresa "Derechos fundamentales en la Unión
Europea. Evolución y perspectiva: la construcción de un espacio jurídico europeo de los derechos
fundamentales", en la misma revista, pág. 43 y sgtes.
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Las “tradiciones constitucionales comunes” y la interpretación de los derechos fundamentales (a propósito de 9
la constitución europea)
Edgar Carpio Marcos
No obstante, esta tendencia variaría hacia finales de la década de los 60, cuando el Tribunal
de Luxemburgo declaró, en la Sentencia del Caso Stauder (de 11 de noviembre de 1969), que
los derechos fundamentales "forman parte del derecho comunitario, de los cuales el tribunal
garantiza su observancia".
Esta apertura del derecho comunitario a los derechos fundamentales sería ratificada en la
sentencia del Caso Internacional Handelsgesellschaft (de 17 diciembre de 1970), en la que el Alto
Tribunal, al afirmar la autonomía y primacía del derecho comunitario sobre el derecho
nacional, afirmaría que un acto de los estados partes sólo podía anularse si su contenido era
incompatible con los derechos fundamentales, en tanto y en cuanto éstos integren los
principios generales del derecho comunitario.
Como quiera que ese derecho comunitario no reconocía formalmente una tabla de derechos
fundamentales, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas sostendría que éstos están
representados, por un lado, en el Convenio Europeo para la salvaguarda de los derechos y las
libertades fundamentales; y de otro, en las "tradiciones constitucionales comunes" a los
Estados miembros.
"La Unión respetará los derechos fundamentales tal y como se garantizan en el Convenio Europeo para la
Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales firmado en Roma el 4 de noviembre
de 1950, y tal y como resultan de las tradiciones constitucionales comunes a los Estados miembros como
principios generales del Derecho comunitario".
"La presente Carta reafirma, respetando las competencias y misiones de la Comunidad y de la Unión, así
como el principio de subsidiariedad, los derechos resultantes especialmente de las tradiciones constitucionales
comunes de los Estados miembros, del Tratado de la Unión Europea y de los Tratados comunitarios, del
Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, de las
Cartas Sociales adoptadas por la Comunidad y por el Consejo de Europa, así como de la jurisprudencia del
Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos".
"Los derechos fundamentales (...) resultantes de las tradiciones constitucionales comunes a los Estados
miembros, forman parte del derecho de la Unión en cuanto principios generales".
"(...) la presente Carta reafirma, en el respeto de las competencias y tareas de la Unión y del principio de
subsidiaridad, los derechos derivados en particular de las tradiciones constitucionales y de las obligaciones
internacionales comunes a los Estados miembros";
7 Su valor para interpretar los alcances de los derechos fundamentales no ha sido ajeno, por otro lado, a los
tribunales constitucionales nacionales, como se evidencia en la jurisprudencia de los tribunales de España, Italia o
Alemania, luego, por cierto, de una primera etapa de reticencia, caracterizada por la fijación de "contralímites". Al
respecto, ORTIZ VAAMONDE, Santiago. "El Tribunal Constitucional ante el Derecho comunitario", en Revista
Española de Derecho Constitucional, núm. 61, Madrid 2001, pág. 301 y sgtes. Igualmente, en la misma revista y
número, LÓPEZ CASTILLO, Antonio "Un nuevo paso en la andadura iuscomunitaria del Tribunal
Constitucional Federal de Alemania. El Auto (Sala Segunda), de 7 de junio de 2000", pág. 349 y sgtes. Un
recuento sumario del establecimiento de los contralímites, en AMEZUA AMEZUA, Luis Carlos. "Los derechos
fundamentales en la Unión Europea", en Revista de Derecho, Valdivia (Chile) 2004, vol.16, pág. 115 y sgtes.
8 Cp. Saiz Arnaiz, Alejandro. "Constitución y derechos: la Carta `retocada´, el Convenio Europeo de Derechos
Humanos y la Parte II del Proyecto de Tratado", en E. ALBERTÍ y E. ROIG (Coordinadores), El Proyecto de nueva
Constitución Europea. Balance de los trabajos de la Convención sobre el futuro de Europa, Tirant lo Blanch, Valencia, 2004, p.
327 y sgtes.
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Las “tradiciones constitucionales comunes” y la interpretación de los derechos fundamentales (a propósito de 12
la constitución europea)
Edgar Carpio Marcos
"Aquellos derechos fundamentales resultantes de las tradiciones constitucionales comunes de los Estados
miembros que se reconozcan en la presente Carta, se interpretarán en armonía con las citadas tradiciones."
9 Cp. BINDI, Elena. "Tradizioni costituzionali comuni e valore del Trattato costituzionale europeo", en Atti del
Convenio "Giurisprudenza costituzionale e principi fondamentali: alla ricerca del nucleo duro delle Costituzioni”,
publicado en la siguiente página en internet: http://www.news.unina.it/dettagli_area.jsp?ID=1545 (revisado el 15
de junio de 2006).
10 Dicho criterio surgió en el derecho constitucional portugués, luego fue recogido por la Constitución española
de 1978, y desde allí a un importante número de países, tanto de Europa Oriental como de América Latina. Cp.
sobre el tema, SAIZ ARNAIZ, Alejandro. La apertura constitucional al Derecho Internacional y Europeo de los Derechos
Humanos. El artículo 10.2 de la Constitución española, Consejo General del Poder Judicial, Madrid 1999, pág. 205 y
sgtes.
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Las “tradiciones constitucionales comunes” y la interpretación de los derechos fundamentales (a propósito de 13
la constitución europea)
Edgar Carpio Marcos
Desde luego, este parámetro interpretativo no significa que por su virtud hayan quedado
recepcionados y protegidos todos los derechos fundamentales que se hayan reconocido en las
constituciones nacionales, ni que aquellos que lo han sido en la Constitución Europea y se
encuentren también reconocidos en las constituciones nacionales, tengan que interpretarse en
la manera cómo éstos han sido comprendidos por los tribunales nacionales.
Una determinación de sus alcances bajo cualesquiera de las posturas antes expresadas,
significaría sacrificar el principio de primacía del derecho comunitario. Por ello es que ya desde
la Sentencia Internacional Handelsgesellschaft, el Tribunal de Justicia de las Comunidades recordaría
que "la alegación de violaciones de los derechos fundamentales, tal como están formulados por
la Constitución de un Estado miembro, o de los principios de una estructura constitucional
nacional, no puede afectar a la validez de un acto de la Comunidad o a su efecto en el territorio
de dicho Estado"12.
Europeas, BOE-CEPC, Madrid 2001, pág. 517. Últimamente, en el auto del 2 de abril de 2004, expedido en el Caso
Gonelli, el Tribunal de primer grado de Luxemburgo reafirmaría que la Constitución de un Estado miembro no
constituye un límite a la aplicación del derecho comunitario.
13 Cp. BINDI, Elana. "Tradizioni costituzionali comuni e valore del Trattato costituzionale europeo", en Atti del
Convenio "Giurisprudenza costituzionale e principi fondamentali: alla ricerca del nucleo duro delle Costituzioni”,
publicado en la siguiente página en internet: http://www.news.unina.it/dettagli_area.jsp?ID=1545 (revisado el 15
de junio de 2006). Ver, asimismo, ROLDÁN BARBERO, J. "La interacción entre las normas internas e
internacionales en el acervo jurídico europeo", en Revista de Derecho Comunitario Europeo, Núm. 13, Madrid 2002, p.
677 y sgtes.
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Las “tradiciones constitucionales comunes” y la interpretación de los derechos fundamentales (a propósito de 14
la constitución europea)
Edgar Carpio Marcos
con esta pauta interpretativa se ha de exigir a los tribunales de la Unión que, cuando tengan
que interpretar sus alcances y límites, lo hagan con sujeción al común "denominador" del
patrimonio constitucional de todos los Estados miembros de la Unión en esta materia.
De ahí que las tradiciones constitucionales de los Estados que conforman la Unión esté
compuesta por leyes fundamentales y jurisprudencia constitucional nacionales, que son de
carácter esencial y común para todos los Estados miembros de la Unión Europea, y no de
alguna disposición constitucional en particular. Se trata, por lo tanto, del reconocimiento de un
conjunto de valores constitucionales comunes que subyacen a la cultura de los diferentes
estados que integran la Unión Europea, y que en su conjunto representan la identidad
constitucional del ordenamiento de la Unión Europea.
Como es obvio, su empleo, no ha de ser una tarea sencilla14, ni siquiera semejante a la que,
mutatis mutandis, suelen realizar los tribunales nacionales con los tratados sobre derechos
humanos. Y es que "a diferencia de los tratados internacionales circunscritos a los derechos
humanos, que tienen una clara vocación de complementariedad de los sistemas nacionales de
protección, la (Constitución) se enmarca en un contexto, el de la Unión, construido
conceptualmente en términos de autonomía y con vocación integradora, tendente a desplazar
en aras de la uniformidad, a través del principio de supremacía, las disparidades de los Estados
miembros"15.
A lo que hay que agregar que el criterio de las tradiciones constitucionales comunes hace
referencia a un número bastante amplio de recursos normativos nacionales de carácter
constitucional, que no siempre tienen por qué coincidir, por ejemplo, con los alcances y límites
que en un Estado miembro se haya dado a un derecho determinado. De este modo, los jueces
de los Estados miembros, al encontrarse también vinculados por la Constitución Europea, y
tener por tanto el deber de aplicarla; se encontraran con el problema que cada vez que lo hagan
Europea", en Cuadernos de Derecho Público, Núm. 13, Madrid 2001, pág. 35.
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Las “tradiciones constitucionales comunes” y la interpretación de los derechos fundamentales (a propósito de 15
la constitución europea)
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con una cláusula que reconoce un derecho fundamental de orden comunitario, además de
tener que basarse en la jurisprudencia de los tribunales de la Unión, tendrá que tomar en
consideración también a elementos normativos exógenos (nacionales) resultantes de esas
tradiciones constitucionales comunes.
Sea como fuere, y más allá de los problemas que su instrumentalización pueda generar,
mediante este nuevo criterio de interpretación de los derechos fundamentales la determinación
de la esfera material de cada uno de ellos, habrá de culminar, en un futuro tal vez no muy
lejano, en la creación de un ius publicum europeum en materia de derechos y libertades esenciales.
IV. EPÍLOGO
En efecto, cada vez es más frecuente que en el ámbito de la jurisprudencia de los tribunales
constitucionales de algunos países de esta Región, se observe la recepción de la jurisprudencia
constitucional de los tribunales más importantes de Europa (España, Alemania, Italia, etc).
Pero no sólo se trata de un diálogo entre tribunales constitucionales en materia de derechos
fundamentales, pues éste también se ha hecho extensivo al que emana de los diversos órganos
internacionales de protección de derechos humanos (como la del Tribunal Europeo de
Derechos Humanos, sin que ésta sea vinculante, o la del Comité de Derechos Humanos de la
ONU, por poner 2 ejemplos).
BIBLIOGRAFÍA
ALONSO GARCÍA, Ricardo. Las sentencias básicas del Tribunal de Justicia de las
Comunidades Europeas, BOE-CEPC, Madrid 2001.
I. INTRODUCCIÓN
El presente trabajo1 tiene como objetivo general presentar una visión respecto a un
concepto muy pocas veces delimitado con precisión y frialdad: la responsabilidad internacional
de los Estados por violaciones a los Derechos Humanos. Ha sido un mal frecuente en nuestras
sociedades la excesiva influencia del poder político y económico en la resolución de conflictos,
por lo que muchas veces la decisión en torno a un caso concreto (ya sea el Poder Legislativo,
1Es oportuna la ocasión para expresar mis más sinceros sentimientos de agradecimiento a personas sin las cuales
no hubiera encontrado en la materia de los Derechos Humanos una opción de desarrollo para nuestro país: la
Doctora María Soledad Pérez Tello, el Doctor Alex Carranza Reyes, y el Doctor Miguel Ángel Soria Fuerte,
maestros y amigos sin los cuales no hubiera sido posible la realización del presente artículo.
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Acerca de la responsabilidad internacional de los estados en el marco de la jurisprudencia de la Corte 20
Interamericana de Derechos Humanos
Ejecutivo o Judicial) no se realiza por un análisis racional del operador jurídico apegado a los
principios que sustentan al Estado Constitucional de Derecho, sino, la mayoría de las veces,
por un frio cálculo de intereses que toma como fundamento una opción política no siempre
garantizadora del desarrollo de la comunidad, ni mucho menos de cada ser humano como ente
individual.
Este concepto del Estado como ente último de protección de los Derechos Humanos ha
cedido terreno. En efecto, las conflagraciones mundiales del siglo XX demostraron a la
comunidad internacional que el Estado no necesariamente debe ser el guardián final de estos
vienen bienes inherentes al hombre, o que el respeto de la ley interna implicaba como
consecuencia garantías de protección, toda vez que la peor violencia frente a los derechos
humanos partió del mismo Estado, ya fuera por leyes que facilitaban la impunidad, órdenes del
ejecutivo que la propiciaban, o razonamientos jurídicos a nivel judicial que la apañaban. Es a
partir de este contexto que debemos entender las reglas del funcionamiento del SIDH.
Por lo anteriormente señalado, una primera regla que debe precisarse es que el SIDH actúa
sólo frente a determinados comportamientos del Estado. Si bien es cierto el contexto de
violaciones a los derechos fundamentales por parte del Estado deslegitimaban su rol de ente
guardián, no menos cierto es que no es posible privar al Estado de su facultad de reparar en el
orden interno sus propias falencias, intentando de esta manera reenfocar sus políticas hacia
nuevos rumbos. En este sentido es que se ha entendido que el SIDH sólo actúa cuando a nivel
interno las violaciones se mantienen en impunidad, dejándose mostrar por parte del Estado
una reticencia a respetar los derechos del ser humano. Por ello, se ha entendido que su
naturaleza es subsidiaria o complementaria de la justicia a nivel interno, es decir, “la Comisión
[o la Corte] no puede[n] revisar las sentencias dictadas por los tribunales nacionales que actúen en
la esfera de su competencia y aplicando las debidas garantías judiciales, a menos que considere la
posibilidad de que se haya cometido una violación de la Convención [Americana sobre Derechos
Humanos]”2. En otras palabras, sólo el incumplimiento de las obligaciones internacionales de un
Estado parte de la Convención legitiman la intervención del Sistema Interamericano.
Como segunda regla, se debe entender que la Convención Americana (al igual que los
demás instrumentos de protección de los derechos humanos) es un instrumento de orden
público internacional. Y esto no sólo por el rol fundamental que posee para el funcionamiento
2 CIDH. Informe de Inadmisibilidad N° 87/07, Luis de Jesús Víctor Maldonado Manzanilla contra Mexico, 17 de
octubre de 2007, parr. 56, e Informe de Inadmisibilidad N° 39/96, Santiago Marzioni contra Argentina, 15 de octubre
de 1996, parr. 48.
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Acerca de la responsabilidad internacional de los estados en el marco de la jurisprudencia de la Corte 22
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de los órganos del SIDH, sino además porque debe entenderse que tratados como este “no
son tratados multilaterales de tipo tradicional, concluidos en función de un intercambio
reciproco de derechos, para el beneficio mutuo de los Estados contratantes. Su objetivo es la
protección de los derechos fundamentales de los seres humanos, independientemente de su
nacionalidad, tanto frente a su propio Estado, como frente a los otros Estados contratantes. Al
aprobar estos Tratados sobre Derechos Humanos, los Estados se someten a un orden legal
dentro del cual ellos, por el bien común, asumen varias obligaciones, no en relación con otros
Estados, sino hacia el individuo bajo su jurisdicción”3. Así, pues, el SIDH se asienta sobre la
base que los Estados se encuentran permanentemente obligados frente a todo individuo, y que
la protección que deben se extiende a todo individuo, sin miramiento alguno de raza,
condición social, nacionalidad, etc. Por regla general, antes que a sus respectivos
ordenamientos jurídicos (incluida la Constitución), los Estados se han sujetado, por elección
propia, al mandato de la Convención Americana, instrumento a partir del cual se analiza si han
cumplido o no sus obligaciones internacionales.
Una tercera regla a considerar es que los Estados pueden ser responsables
internacionalmente independientemente de que un caso contencioso ante el SIDH tenga lugar
durante un gobierno de un Estado parte de la Convención que no haya llevado a cabo una
política sistemática de violaciones a los derechos humanos, la cual ha sido probada como
realizada por otro gobierno de turno. Las obligaciones internacionales en materia de
protección de los derechos humanos persiguen al Estado, más no al gobierno. Es decir, poco
importa qué partido político o que institución ha sido la responsable, lo trascendental es que el
Estado es el responsable por ser el ente que las comprende, ya que responde por los actos u
omisiones de cada uno de sus funcionarios independientemente del programa político existente
dentro del Estado en cuestión. En este sentido, “[s]egún el principio de Derecho Internacional
de la identidad o continuidad del Estado, la responsabilidad subsiste con independencia de los
cambios de gobierno en el transcurso del tiempo y, concretamente, entre el momento en que
se comete el hecho ilícito que genera la responsabilidad y aquél en que ella es declarada. Lo
3Corte IDH. El Efecto de las Reservas sobre la Entrada en Vigencia de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Opinión Consultiva OC-2/82 del 24 de septiembre de 1982. Serie A No. 2, parr. 29.
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Interamericana de Derechos Humanos
anterior es válido también en el campo de los derechos humanos aunque, desde un punto de
vista ético o político, la actitud del nuevo gobierno sea mucho más respetuosa de esos
derechos que la que tenía el gobierno en la época en la que las violaciones se produjeron”4.
Finalmente, como cuarta regla, se debe entender que los órganos del SIDH no son Cortes o
Tribunales de naturaleza penal o de otra índole, que busquen responsables en el orden interno
de un Estado, y por tanto el procedimiento ante dichos organismos es muy distinto al que se
ventila a nivel nacional. Como ha sostenido la Corte IDH, “la protección internacional de los
derechos humanos no debe confundirse con la justicia penal. Los Estados no comparecen
ante la Corte como sujetos de acción penal. El Derecho internacional de los derechos
humanos no tiene por objeto imponer penas a las personas culpables de sus violaciones sino
amparar a las víctimas y disponer la reparación de los daños que les hayan sido causados por
los Estados responsables de tales acciones”5. Consecuencia de lo anterior, las reglas de juego
durante el proceso a nivel interno son muy distintas frente a las del SIDH. En efecto, “[a]
diferencia del Derecho penal interno, en los procesos sobre violaciones de derechos humanos,
la defensa del Estado no puede descansar sobre la imposibilidad del demandante de allegar
pruebas que, en muchos casos, no pueden obtenerse sin la cooperación del Estado”6.
4 Corte IDH. Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras. Fondo. Sentencia de 29 de julio de 1988. Serie C No. 4, parr.
184.
5 Ídem, parr. 134.
6 Ídem, parr. 135.
En tal sentido, el apoyo que los Estados puedan dar al labor de los mecanismos
internacionales de salvaguardia de los derechos humanos termina creando en los seres
humanos una sensación de protección por parte del mismo Estado, ya que siempre tendrán en
cuenta que si por algún motivo no encuentran justicia a nivel interno, podrá formular su
petición ante organismos internacionales de derechos humanos que podrán darle acogida.
III. REFLEXIONES RESPECTO AL PAPEL QUE DEBEN DESEMPEÑAR LOS ESTADOS FRENTE A
LA CONVENCIÓN AMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
Precisadas las reglas que sigue el funcionamiento del sistema interamericano, es preciso
esbozar algunas reflexiones respecto al rol que debe desempeñar el Estado como garante de los
derechos de todo individuo sujeto a su jurisdicción. Por ello, creemos conveniente hacer
referencia a tres puntos concretos: a) la obligación que tienen los Estados de respetar los
derechos humanos; b) la obligación de garantizar el goce y ejercicio de estos mismos derechos,
y, finalmente; c) el deber de adoptar disposiciones de derecho interno. Entender las
obligaciones internacionales que tienen los Estados en el marco de la Convención permitirá
saber en qué supuestos se origina su responsabilidad internacional por el incumplimiento de
este instrumento internacional.
1. LA OBLIGACIÓN DE RESPETO
7 Corte IDH. Caso Godínez Cruz Vs. Honduras. Fondo. Sentencia de 20 de enero de 1989. Serie C No. 5, parr. 174.
8 Se suele diferenciar.
9 Cp. REMOTTI, José Carlos. La Corte Interamericana de Derechos Humanos. Estructura, funcionamiento y jurisprudencia.
en las que sólo puede penetrar limitadamente. Así, en la protección a los derechos humanos,
está necesariamente comprendida la noción de la restricción al ejercicio del poder estatal”11.
Por ello, el deber de respeto que tienen los Estados se encuentra íntimamente ligado a esta
última afirmación, en el entendido que los actos u omisiones de sus funcionarios públicos ya se
encuentran prima facie limitados y sólo obtienen legitimidad para restringirlos conforme a leyes
que se dictaren por razones de interés general y para el propósito para el cual fueron
establecidas dichas restricciones12. Por interés general se entiende que las restricciones son
adoptadas en función del bien común, es decir, el mejoramiento de las condiciones de vida que
permitan alcanzar un mayor grado de desarrollo personal13. El propósito para el cual han sido
establecidas las restricciones requiere necesariamente que exista racionalidad y
proporcionalidad entre las medidas que se adopten y la finalidad que se persigue.
2. LA OBLIGACIÓN DE GARANTÍA
La otra obligación que emana en virtud del artículo 1.1 de la Convención es la obligación de
garantía. Pasado cierto tiempo desde las guerras mundiales, se consideró pertinente hacerse la
pregunta respecto a si el rol que debía desempeñar el Estado frente a la sociedad era
únicamente de carácter negativo, es decir, abstenerse de realizar actos que configurasen
violaciones a los derechos humanos, o si por el contrario tenía también obligaciones de realizar
determinadas conductas para el pleno goce y ejercicio de los Derechos Humanos.
Prevaleció esta segunda posición. En efecto, no basta que los funcionarios se abstengan de
realizar violaciones a los derechos humanos (más aun cuando es plenamente factible que
particulares también las realicen), ya que si el Estado permanece inactivo frente a ellas es
prácticamente un encubridor de las mismas. Proteger derechos humanos no significa solo no
11 Corte IDH. La Expresión "Leyes" en el Artículo 30 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Opinión
Consultiva OC-6/86 del 9 de mayo de 1986. Serie A No. 6, parr. 21.
12 Convención Americana sobre Derechos Humanos, art. 30.
13 Corte IDH. La Expresión "Leyes" en el Artículo 30 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, supra nota 11,
parr. 31.
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Interamericana de Derechos Humanos
realizar violaciones, sino además no permitir que las mismas se realicen, ya que también los
Estados están obligados a garantizas la plena vigencia de los derechos humanos. Por ello,
“[c]omo consecuencia de dicho deber de garantía, surgen obligaciones que recaen sobre el
Estado a fin de asegurar el libre y pleno ejercicio de los derechos reconocidos en la
Convención a toda persona sujeta a su jurisdicción”14. Esta última afirmación resulta relevante,
por cuanto el cumplimiento de las obligaciones internacionales de los Estados no es exigible
solamente por sus nacionales, ya que los principios de universalidad y no discriminación exigen
que los Estados respeten y garanticen los derechos humanos de todos los individuos sujetos a
su jurisdicción sin distinciones o miramientos por motivos de sexo, raza, religión, nacionalidad,
entre otros.
Ahora bien, esta obligación de garantía se manifiesta en distintos ámbitos. Como ha sido
mencionado, personas ajenas al aparato estatal también pueden cometer violaciones a los
derechos humanos. Por ello, de darse esta situación, el Estado debe adoptar todas las medidas
legales posibles a su alcance para permitir el goce o el ejercicio de cualquier derecho humano.
En esta misma línea de ideas, como efecto de la obligación de garantía, “los Estados deben
prevenir, investigar y sancionar toda violación de los derechos reconocidos por la Convención
y procurar, además, el restablecimiento, si es posible, del derecho conculcado y, en su caso, la
reparación de los daños producidos por la violación de los derechos humanos”15. Resta
formularse la pregunta respecto a que si es necesario en todos los casos obtener un resultado
producto de las diligencias para que el Estado cumpla con sus obligaciones internacionales. Es
decir, ¿acaso el Estado, en todos los supuestos, debe responder internacionalmente si es que
no se ha podido investigar, enjuiciar o sancionar a los responsables de perpetrar violaciones a
los derechos humanos? La Corte Interamericana ha sido contundente al respecto, sosteniendo
14 Corte IDH. Caso García Prieto y otros Vs. El Salvador. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 20 de noviembre de 2007. Serie C No. 168, parr. 98; Caso de la Masacre de la Rochela. Fondo
Reparaciones y Costas. Sentencia de 11 de mayo de 2007. Serie C No. 163, párr. 67; y Caso Zambrano Vélez y otros.
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 4 de julio de 2007. Serie C No. 166, párr. 114.
15 Corte IDH. Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras, supra nota 4, parr. 166.
que el deber de investigar es de medios y no de resultados, pero debe ser asumida de manera
seria por los Estados, sin que exista una predeterminación al fracaso16.
Es por todo esto que las investigaciones que son simple formalidades, los procesos
aparentes o las sanciones simbólicas no constituyen, bajo ningún parámetro, una causal para
que el Estado aduzca que ha cumplido de buena fe17 con sus compromisos en virtud de la
Convención Americana. Garantizar significa, en pocas palabras, prevenir de manera eficaz en
tanto los medios legales y los recursos lo permitan, investigar seriamente, sancionar con
responsabilidad y a través de un debido proceso, y finalmente realizar lo necesario para que las
violaciones no se vuelvan a perpetrar, reparando a las víctimas por el daño que han recibido,
más aun cuando es quizás el ente que cuente con los recursos más aptos para tan trascendental
tarea.
Si bien el texto convencional señala que los Estados se encuentran en el deber de adoptar las
disposiciones de derecho interno necesarias, no debe entenderse únicamente como un deber
de realizar un acto. Es aún más importante que los Estados adecuen su normativa para el
debido cumplimiento de la Convención, y ello importa no solo adaptar su ordenamiento
jurídico, sino además suprimir las normas que obstaculicen dicho cumplimiento. En este orden
de ideas, la Corte ha sostenido que “tal adecuación implica la adopción de medidas en dos
16 Cp. Corte IDH. Caso Escher y otros Vs. Brasil. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 6 de julio de 2009. Serie C No. 199, parr. 195; Caso Kawas Fernández Vs. Honduras. Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 3 de abril de 2009 Serie C No. 196, parr. 101, y Caso Tristán Donoso Vs.
Panamá. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de enero de 2009 Serie C No. 193,
parr. 146.
17 Según los artículos 26 y 31 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969, los Estados
deben cumplir de buena los Tratados que ratifican, constituyendo además el citado principio una regla de
interpretación de los mismos.
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Acerca de la responsabilidad internacional de los estados en el marco de la jurisprudencia de la Corte 29
Interamericana de Derechos Humanos
Ahora bien, ¿esta obligación de adecuación de normativa proviene únicamente del artículo 2
de la Convención Americana? Creemos que no, ya que por sus propios orígenes y naturaleza,
el Derecho Internacional y el Derecho Interno, si bien se encuentran en constante interacción,
poseen fuentes y reglamentaciones distintas. Es decir, esta obligación sería incluso exigible pese
a no existir el artículo 2 de la Convención, toda vez que la lógica y la estructura del Derecho
Internacional impondrían el citado deber. De esta manera, “esa reglamentación y regulación
(del derecho internacional) se traduce en normas jurídicas internacionales que se crean a través
de las fuentes propias del derecho internacional”19.
18 Corte IDH. Caso Heliodoro Portugal Vs. Panamá. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 12 de agosto de 2008. Serie C No. 186, parr. 180; Caso Castillo Petruzzi y otros. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 30 de mayo de 1999. Serie C No. 52, párr. 207; Caso Almonacid Arellano y otros. Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2006. Serie C No. 154, párr. 118, y
Caso Salvador Chiriboga. Excepción Preliminar y Fondo. Sentencia de 6 de mayo de 2008. Serie C No. 179, párr.
122.
19 PAGLIARI, Arturo. “El Derecho Internacional Público. Funciones, Fuente, Cumplimiento y la Voluntad de los
Estados”. Anuario Mexicano de Derecho Internacional. México D.F.: vol. IV. 2004, pág. 459.
20 Corte IDH. Caso Ticona Estrada y otros Vs. Bolivia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de noviembre
de 2008. Serie C No. 191, parr. 101; Caso Heliodoro Portugal Vs. Panamá, supra nota 18, párr. 179; Caso Castañeda
Gutman Vs. México. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 6 de agosto de 2008.
Serie C No. 184, párr 132; y Caso Garrido y Baigorria Vs. Argentina. Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de
agosto de 1998. Serie C No. 39, párr 68.
21 Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, articulo 27.
legislación, la cual ha emitido de manera unilateral y sin consulta con el otro sujeto de derecho
internacional en cuestión (ya sea un Estado o un Organismo Internacional).
Desde nuestro punto de vista, no era necesario establecer una obligación como la que
consagra el artículo 2 de la Convención, toda vez que el contenido del mismo ya se encuentra,
a nuestro entender, subsumida en la obligación de garantía contenida en el artículo 1.1. Prueba
de ello, es que la Corte ha entendido que el deber de garantía importa “organizar el poder
público para garantizar a las personas (…) el libre y pleno ejercicio de los derechos
humanos”22. Es decir, “tomar las medidas necesarias para remover los obstáculos que puedan
existir para que los individuos puedan disfrutar de los derechos que la Convención
reconoce”23. De estos pronunciamientos constantes de la Corte es que podemos colegir que
esta obligación importa que todo el poder público (tanto el Poder Ejecutivo, Legislativo como
Judicial) se someta al mandato de la Convención para salvaguardar los derechos de los
individuos sujetos a su jurisdicción. De esta manera, organizar el poder público implica
necesariamente que estos órganos adopten las medidas convenientes para tal lograr tal
finalidad, ya no sólo absteniéndose de realizar conductas lesivas, sino además obrando de
manera activa para garantizar, a través de la adopción de normas o medidas pertinentes, unas
mejores condiciones de vida. Además, cuando la Corte menciona que se deben remover los
obstáculos que impidan el goce o ejercicio de los derechos humanos, entendemos que se
refiere a la obligación, que ha sido considerada inserta en el artículo 2, de suprimir las normas
de derecho interno que impidan dicho beneficio.
22 Corte IDH. Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros) Vs. Guatemala. Fondo. Sentencia de 8 de marzo de
1998. Serie C No. 37, parr. 174; Caso Bámaca Velásquez Vs. Guatemala. Fondo. Sentencia de 25 de noviembre de
2000. Serie C No. 70, parr. 210, y Caso Caballero Delgado y Santana. Sentencia de 8 de diciembre de 1995. Serie C
No. 22, párrs. 55 y 56.
23 Corte IDH. Caso Cantos Vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 28 de Noviembre de 2002.
Resulta evidente que, una vez realizado un acto imputable al Estado, se ha generado su
responsabilidad internacional al haber incumplido con alguno de los deberes estipulados en la
Convención Americana. Sin embargo, como se mencionó anteriormente, no toda conducta del
Estado que haya vulnerado derechos humanos puede ser de conocimiento de los órganos que
integran el SIDH. Producto de la subsidiariedad y complementariedad del sistema, debe
otorgársele al Estado la posibilidad de reparar en el orden interno cualquier violación que haya
tenido lugar dentro de su jurisdicción.
Una vez que se hayan configurado los actos u omisiones que generan la responsabilidad
internacional, surge como consecuencia la obligación del Estado de reparar el daño
ocasionado, garantizando de esta manera no que la situación vuelva al estado anterior a la
violación (lo cual, al menos en el plano fáctico es sumamente difícil, y más aún en un caso de
violación a los derechos humanos), sino que la persona que se ha visto perjudicada por los
actos u omisiones de los Estados obtenga los reparaciones que permitan alivianar el dolor
sufrido.
Ahora bien, si el Estado cumple con reparar oportunamente ante cualquier violación, no
podrá evitar que se genere su responsabilidad internacional, pero sí que la misma no pueda ser
exigida ante instancias internacionales. En este sentido, tanto la Corte como la Comisión han
sostenido que la “responsabilidad internacional del Estado se genera de inmediato con el ilícito
internacional a él atribuido, aunque sólo puede ser exigida después de que el Estado haya
tenido la oportunidad de repararlo por sus propios medios24”. Si el Estado, conociendo de una
situación vulneradora de los derechos recogidos en la Convención, no adopta los mecanismos
de reparación adecuados, incumple nuevamente con su deber de garantía, permitiendo que las
afectaciones que han tenido lugar terminen consumándose.
24 Corte IDH. Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri Vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 8 de
julio de 2004. Serie C No. 110, párr. 75. Ver además, CIDH. Informe de Admisibilidad N° 55/08. Trabajadores
Despedidos de la Empresa Nacional de Puertos S.A (ENAPU) contra Perú, 24 de julio de 2008, párr. 42.
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Acerca de la responsabilidad internacional de los estados en el marco de la jurisprudencia de la Corte 32
Interamericana de Derechos Humanos
Por ejemplo, supongamos que se haya realizado un acto de tortura por parte de
funcionarios públicos dentro del territorio de un Estado Parte de la Convención. Al ser una
conducta atentatoria a la integridad personal, ya se originaría una violación del artículo 5 de la
CADH, el cual reconoce este derecho. Sin embargo, el Estado, dentro de un plazo razonable,
cumple con imponer una pena proporcional al delito ocasionado a todos los responsables de la
realización de este ilícito. En este supuesto se ha originado la responsabilidad del Estado en
cuestión (toda vez que ha realizado un acto contrario a lo estipulado en la CADH), pero no se
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Acerca de la responsabilidad internacional de los estados en el marco de la jurisprudencia de la Corte 33
Interamericana de Derechos Humanos
Sin embargo, más allá de la normativa internacional, habría que preguntarse qué es lo que se
encuentra en el trasfondo de este caso. Se puede evidenciar que, independientemente del
cumplimiento de una de sus obligaciones internacionales la cual es investigar y sancionar a los
responsables de violaciones a los Derechos Humanos, el Estado en este caso no está
demostrando tolerancia o respaldo alguno a la tortura efectuada, y muy por el contrario la
reprime de forma contundente. En pocas palabras, si bien un funcionario perteneciente al
poder público ha realizado una conducta reprochable, otro funcionario perteneciente al mismo
poder (y en representación del Estado) declara que ese acto que originó la responsabilidad
internacional del Estado no puede tolerarse, restableciendo de esta manera la vigencia del
mandato que tiene el Estado de no cometer un acto lesivo a la integridad personal. A ello se
debe añadir el argumento trascendental del rol que cumple la justicia a nivel interamericano, ya
que esta solo puede activarse cuando en el orden interno no se haya ofrecido una debida
garantía al cumplimiento de las obligaciones internacionales de los Estados, siendo entonces
una justicia complementaria o coadyuvante de la ofrecida por los Estados.
Es por ello que, en este caso, sí puede ser utilizada la formula efectuada por la Corte en el
Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, en el que existe una separación entre origen y
exigibilidad de la responsabilidad internacional. Estos dos ámbitos son claramente
determinables en casos de actos u omisiones realizados por funcionarios públicos, por cuanto
existe un primer acto de violación imputable al Estado y uno segundo que restablece la
vigencia de la obligación de respetar y garantizar los derechos que tienen los Estados. Por un
lado, se tiene un acto de un órgano del poder público, y por otro a un órgano del mismo poder
que se encarga de determinar –a nombre del Estado- que dentro de su jurisdicción estos actos
no tienen cabida ni tolerancia por parte del mismo.
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Acerca de la responsabilidad internacional de los estados en el marco de la jurisprudencia de la Corte 34
Interamericana de Derechos Humanos
De esta afirmación, parecería sugerirse que el solo hecho que un particular realizara un acto
lesivo a los derechos humanos ya implicaba responsabilidad del Estado si es que no prevenía o
sancionaba adecuadamente a los responsables. Que el Estado estuviese o no al tanto de los
pormenores de dicho acto dependía de su exhaustiva diligencia al esclarecer este hecho. Sin
embargo, en un caso posterior, la Corte al parecer determina un límite en estos casos de
responsabilidad internacional. En efecto, ya no todos los actos de particulares que no hayan
sido adecuadamente previstos o sustanciados conforme a los mandatos de la Convención
implicaban responsabilidad del Estado, ya que se consideró que “es claro que un Estado no
puede ser responsable por cualquier violación de derechos humanos cometida entre
25Corte IDH. Condición Jurídica y Derechos de los Migrantes Indocumentados. Opinión Consultiva OC-18/03 del 17 de
septiembre de 2003. Serie A No. 18, parr. 141, y Caso Godínez Cruz Vs. Honduras, supra nota 7, parrs. 181, 182 y
187.
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Interamericana de Derechos Humanos
26 Corte IDH. Caso de la Masacre de Pueblo Bello Vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 31 de
enero de 2006. Serie C No. 140, parr. 123. Ver además, TEDH. Caso Opuz contra Turquia. Sentencia de 9 de junio
de 2009. Aplicación N° 33401/02, párr. 128; Caso Branko Tomasic contra Croacia. Sentencia de 15 enero de 2009.
Aplicación N° 46598/06, párr. 50; Caso of Dodov contra Bulgaria. Sentencia de 17 de enero de 2008. Aplicación N°
59548/00, párr. 100; Caso Kiliç contra Turquia. Sentencia de 28 de marzo de 2000, Aplicación No. 22492/93, párrs.
62 y 63, y Caso Osman contra Reino Unido. Sentencia de 28 de octubre de 1998, Aplicación N° 23452/94, párrs. 115
y 116.
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Acerca de la responsabilidad internacional de los estados en el marco de la jurisprudencia de la Corte 36
Interamericana de Derechos Humanos
finalidad de que dicho delito prescriba. Ante el excesivo tiempo transcurrido sin que se
resuelva la causa, los familiares de la víctima deciden someter su caso a conocimiento de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, alegando que, pese al plazo transcurrido y el
conocimiento por parte del Estado del elevado número de asesinatos en la localidad, no se ha
emprendido investigación seria alguna con la finalidad de sancionar a los responsables. Tras
examinar el caso, la Comisión concluye que el Estado en cuestión viola los artículos 8 y 25 al
no permitirse un recurso efectivo a los familiares de la víctima, y el articulo 4 por no garantizar
el derecho a la vida, ya que el Estado tenía el conocimiento de estos crímenes y sin embargo
nunca emprendió diligencia seria alguna para su esclarecimiento.
Así las cosas, ¿en qué momento se ha originado la responsabilidad internacional del Estado?
Evidentemente, no se ha originado con la muerte de la víctima del caso citado, por cuanto este
acto en sí no es imputable al Estado, y según lo establecido por la Corte Interamericana, esta
surgiría por la falta de garantía por parte del Estado, que se refleja en la falta de diligencia para
la investigación. Es decir, surgió desde que los órganos judiciales no emprendieron con
seriedad la investigación para garantizar el derecho a la vida a través de una sanción penal
proporcional al daño causado. Por ello, el incumplimiento ha sido de los órganos
jurisdiccionales por falta de garantía al derecho a la vida (que se reflejó en la falta de
investigación y sanción a los responsables y en la negación de un recurso efectivo para
esclarecer este hecho), pero no por el acto de homicidio practicado por el particular.
mediado ejecución de un acto violatorio a los derechos humanos por parte de funcionarios
públicos, y la misma se hará exigible en el momento en que dicho acto quede consentido por el
Estado al no investigar y sancionar a los responsables, manteniendo de esta manera a la norma
que impone el deber de investigar fuera de vigencia. En este caso el Juez es el encargado de
decidir si restablece la vigencia de este deber o si simplemente lo incumple, dando lugar a la
exigibilidad de la responsabilidad internacional del Estado. En el otro caso señalado, cual es el
de atribución de responsabilidad por actos de particulares, existe la realización de un ilícito por
un particular, el cual no es investigado ni sancionado por el Estado, mostrando de esta manera
su aquiescencia frente a su ocurrencia, pero no es la realización de este ilícito la que genera la
responsabilidad del Estado, sino la falta de garantía al no esclarecer los hechos.
En este supuesto, no existe un hecho que origine la responsabilidad del Estado que los
jueces deban resolver, intentando restablecer la vigencia del mandato de abstenerse de realizar
actos contra los derechos humanos, sino la exigibilidad misma de dicha responsabilidad por
cuanto estos jueces – pertenecientes al poder público- decidieron no emprender una
investigación seria para cumplir con las obligaciones consagradas en la Convención. En un
caso, el juez decide si la intervención de otro funcionario público constituye o no violación a
los derechos humanos, cuestionando de esta forma el accionar o las omisiones de otro
funcionario público que con su acto genera la responsabilidad; mientras que, en el otro caso, es
la misma conducta de un juez al dilucidar un caso a nivel interno la que servirá de parámetro
para establecer si es que se origina la responsabilidad internacional y su inmediata exigibilidad,
toda vez que, pese a ser el último protector de los derechos en el orden interno, no ha
cumplido de manera adecuada con su labor.
INTERNACIONALES
Una vez consumada una violación a los derechos humanos dentro de la jurisdicción de un
Estado, surge una nueva obligación: realizar las reparaciones correspondientes. Así, un Estado
cumple la obligación que le incumbe como resultado de una obligación internacional
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Acerca de la responsabilidad internacional de los estados en el marco de la jurisprudencia de la Corte 38
Interamericana de Derechos Humanos
En este apartado, nos referiremos, en primer lugar, sobre de la obligación del Estado de
reparar al haberse constatado violaciones a los derechos humanos para, posteriormente,
analizar los componentes que dicha reparación debe tener para ser considerada, en la medida
de lo posible, abarcadora frente a todos los ámbitos del desarrollo de la persona que se han
visto vulnerados. Todo ello es de trascendental importancia porque nos permite evaluar la
actuación de los Estados una vez que se ha declarado su responsabilidad internacional, y el no
hacerlo implicaría un nuevo incumplimiento de sus obligaciones internacionales.
1. OBLIGACIÓN DE REPARAR
27Cp. SORENSEN, Max. Manual de Derecho Internacional Público. Sexta Reimpresión. México D.F.: Fondo de
Cultura Económica. 1998, pág. 534.
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garantizar nuevamente el goce del derecho lesionado, por un lado; y el de reparar las
consecuencias de la violación, por el otro.
Esta obligación no es propia del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, sino
que es tributaria del Derecho Internacional General. En este orden de ideas, ha sido sostenido
por la Corte IDH que “[e]s un principio de Derecho Internacional que toda violación de una
obligación internacional que haya producido daño comporta el deber de repararlo
adecuadamente”28, y que “[e]sa obligación se regula por el Derecho Internacional”29. En este
sentido, podemos afirmar entonces que en toda rama del derecho internacional ha sido
recogido este principio, el cual importa que los Estados tienen una nueva obligación una vez
que se ha cometido una violación a los derechos humanos: no solo deberán de investigar y
sancionar a los responsables de dicha violación, sino que además deberán reparar por el daño
ocasionado.
Las reparaciones representan una oportunidad para los Estados. En efecto, el evitar
cualquier acto de violación a los derechos humanos realizado por un particular o funcionario
público suena como una utopía. Y quizás lo sea, toda vez que el control de cada una de las
esferas de actuación o manifestación del ejercicio del poder estatal implica una labor por lo
demás imposible de cumplir. Por ello, se puede entender que el Estado no pueda prevenir toda
violación a los derechos humanos que se presente dentro de su jurisdicción, a la cual no puede
menos que denigrar. Pero lo que sí no es concebible es que, conociendo de la violación y de los
alcances y repercusiones que la misma ha tenido para las víctimas, el Estado se niegue a
efectuar las reparaciones correspondientes. He aquí la oportunidad. Si el Estado no ha sido lo
suficientemente diligente para prevenir o evitar cualquier menoscabo a los derechos humanos,
puede compensar esta negligencia -evitando, conforme hemos señalado, que sea exigible su
28 Corte IDH. Caso Acevedo Buendía y otros (“Cesantes y Jubilados de la Contraloría”) Vs. Perú. Excepción Preliminar,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de julio de 2009. Serie C No. 198, párr. 108; Caso Kawas Fernández
Vs. Honduras, supra nota 16, párr. 156, y Caso Perozo y otros Vs. Venezuela. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 28 de enero de 2009. Serie C No. 195, párr. 404.
29 Corte IDH. Caso Blake Vs. Guatemala. Reparaciones y Costas. Sentencia de 22 de enero de 1999. Serie C No. 48,
párr 32; Caso Suárez Rosero Vs. Ecuador. Reparaciones y Costas. Sentencia de 20 de enero de 1999. Serie C No. 44,
párr. 42; y Caso Castillo Páez Vs. Perú. Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de noviembre de 1998. Serie C No.
43, párr. 49.
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Sobre esta afirmación, ha sido señalado por la Corte que “(l)as reparaciones son medidas
que tienden a hacer desaparecer los efectos de las violaciones cometidas. Su naturaleza y su
monto dependen de las características de la violación y del daño ocasionado en los planos
material e inmaterial. No pueden implicar enriquecimiento ni empobrecimiento para la víctima
o sus sucesores, y deben guardar relación con las violaciones declaradas en la Sentencia30.
Lo anterior nos revela algo evidente. No tendrá el mismo significado o alcance la reparación
de una violación del derecho a la libertad de expresión que la correspondiente por un acto de
tortura. No sólo por la magnitud del daño que pueda ocasionar la tortura respecto a la
restricción de una publicación, sino por los mecanismos que son más idóneos para proceder a
la reparación. Así, en el primer caso, es plenamente conocido el grave sufrimiento tanto físico
como psíquico que sufre una víctima de tortura; en tanto que una restricción a la libertad de
expresión puede ser eficazmente reparada con el permiso para difundir ya sea un pensamiento
o una información o con el pago de una indemnización proporcional al daño causado. Lo
anterior implica, por ejemplo, que el pago de una suma de dinero no puede ser considerado
como el único mecanismo de reparación frente a un acto de tortura; muy por el contrario,
existen otros mecanismos idóneos para hacerle frente de una manera más eficaz. Ha sido
considerado en esta clase de casos que la indemnización debe comprender también los gastos
futuros por tratamiento psicológico y médico, así como se proceda a la investigación y sanción
a los responsables31. Esto porque las consecuencias que genera una tortura en el desarrollo de
30 Cp. Corte IDH. Caso Blanco Romero y otros Vs. Venezuela. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 28 de
noviembre de 2005. Serie C No. 138párr. 67; Caso García Asto y Ramírez Rojas Vs. Perú. Excepción Preliminar,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 25 de noviembre de 2005. Serie C No. 137, párr. 246, y Caso Gómez
Palomino Vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 22 de noviembre de 2005. Serie C No. 136, párr.
112.
31 Cp. Corte IDH. Caso Bueno Alves Vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 11 de mayo de
2007. Serie C No. 164, parr. 189; Caso Tibi Vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
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la personalidad pueden perseguir al individuo por el resto de su vida, en tanto que los
generados por una afectación a la libertad de expresión requieren únicamente, las más de las
veces, el pago de indemnizaciones por daño material e inmaterial o la adecuación de la
normativa interna a lo estipulado en la Convención32, lo cual refleja que las reparaciones se
deben adecuar conforme al caso en concreto y, sobretodo, atendiendo a las particulares
necesidades de la víctima frente a la violación cometida.
En pocas palabras, consideramos que una reparación adecuada exige que se considere: a)
una adecuación o relación entre el hecho cometido y la reparación adoptada, es decir, un nexo
lógico que contribuya a desaparecer los efectos del ilícito, b) las necesidades que deriven de la
víctima en concreto con ocasión del ilícito internacional, y c) la gravedad de la violación
cometida, lo que se refleja en el impacto que ella haya tenido en la sociedad. El encontrar los
mecanismos adecuados de reparación le permitirá a la persona agraviada superar, en parte, los
efectos de la violación de la cual fue víctima.
Las reparaciones tienen un claro propósito, cual es que la víctima vea aminorados los
efectos que la violación causó en el goce o ejercicio de sus derechos. Por ello, no podría
concebirse un mecanismo de reparación que no atienda a este propósito, más aun cuando su
otorgamiento debe entenderse como una nueva oportunidad que tiene el Estado infractor de
cumplir con sus obligaciones internacionales sin tener que comparecer ante los organismos
internacionales. La reparación no es, por lo tanto, una aceptación del incumplimiento de un
dispositivo internacional sino, muy por el contrario, una clara muestra de repudio a la misma.
Sentencia de 7 de septiembre de 2004. Serie C No. 114, párr. 249; Caso Molina Theissen Vs. Guatemala. Fondo.
Sentencia de 4 de mayo de 2004. Serie C No. 106, párr. 71, y Caso Myrna Mack Chang Vs. Guatemala. Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 25 de noviembre de 2003. Serie C No. 101, párr. 266.
32 Ver al respecto, Corte IDH. Caso Ríos y otros Vs. Venezuela. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 28 de enero de 2009. Serie C No. 194; Caso Kimel Vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 2 de mayo de 2008. Serie C No. 177, y Caso Herrera Ulloa Vs. Costa Rica. Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 2 de julio de 2004. Serie C No. 107.
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Acerca de la responsabilidad internacional de los estados en el marco de la jurisprudencia de la Corte 42
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En este sentido, constituye opinión generalizada que “[l]a reparación del daño ocasionado
por la infracción de una obligación internacional requiere, siempre que sea posible, la plena
restitución (restitutio in integrum), la cual consiste en el restablecimiento de la situación anterior a
la violación33.
Sin embargo, el caso específico de las violaciones a los derechos humanos (más aun cuando
afectan derechos de particular entidad como el derecho a la vida, la integridad personal o el
derecho a no ser sometido a cualquier forma de trabajo forzoso) las reparaciones encuentran
muchos obstáculos de diversa índole, siendo el principal de ellos el de la irreparabilidad del
daño por la naturaleza o especiales características del derecho violado. Si una persona es
privado de manera arbitraria de su derecho a la vida, resulta difícil imaginar algún mecanismo
que permita siquiera a los familiares afrontar de manera digna la pérdida de un ser querido. Por
ello es que la Corte ha sostenido que “[d]e no ser esto posible (la plena restitución en el goce o
ejercicio del derecho), cabe al tribunal internacional determinar una serie de medidas para que,
además de garantizar el respeto de los derechos conculcados, se reparen las consecuencias que
produjeron las infracciones y se establezca el pago de una indemnización como compensación
por los daños ocasionados”34.
a) Respecto al pago por daño material, este “supone la pérdida o detrimento de los
ingresos de las víctimas, los gastos efectuados con motivo de los hechos y las consecuencias de
carácter pecuniario causadas por los hechos del caso (…). El Tribunal fijará las
33 Corte IDH. Caso Caesar Vs. Trinidad y Tobago. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia 11 de marzo 2005. Serie
C No. 123, párr. 122; Caso Huilca Tecse Vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 03 de marzo de 2005.
Serie C No. 121, párr. 88, y Caso de las Hermanas Serrano Cruz Vs. El Salvador. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 01 de marzo de 2005. Serie C No. 120, párr. 135.
34 Íbidem.
En cuanto al daño inmaterial, este se refiere a los sufrimientos y las aflicciones causados por
la violación como el menoscabo de valores muy significativos para las personas y cualquier
alteración, de carácter no pecuniario, en las condiciones de existencia de las víctimas. Ya no se
evalúa, como ocurría con el concepto de pago por daño material, la pérdida o detrimento de
ingresos de las personas involucradas, sino la magnitud o gravedad del daño que ha ocasionado
serias alteraciones a las mismas, especialmente en el plano afectivo. Sin embargo, “[c]omo no
es posible asignar al daño inmaterial un equivalente monetario preciso, resulta pertinente
proveer por otras vías a la reparación integral del daño causado. En primer término, mediante
el pago de una cantidad de dinero que el Tribunal determina en ejercicio razonable del arbitrio
35 Corte IDH. Caso del Penal Miguel Castro Castro Vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 25 de
noviembre de 2006. Serie C No. 160, parr. 423; Caso Vargas Areco Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 26 de septiembre de 2006. Serie C No. 155, párr. 146; y Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile, supra
nota 18, párr. 158.
36 Corte IDH. Caso Vargas Areco, supra nota 35, párr. 146; Caso Goiburú y otros Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 22 de septiembre de 2006. Serie C No. 153 párr. 150; y, Caso Montero Aranguren y otros (Retén de
Catia) Vs. Venezuela. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 5 de julio de 2006. Serie
C No. 150, párr. 126.
37 Corte IDH. Caso del Penal Miguel Castro Castro Vs. Perú, supra nota 35, parr. 430.
38 Corte IDH. Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros) Vs. Guatemala. Excepciones Preliminares.
Sentencia de 11 de Septiembre de 1997. Serie C No. 32, párr. 84; Caso Yvon Neptune Vs. Haití. Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 6 de mayo de 2008. Serie C No. 180, párr. 170; y Caso Kimel Vs. Argentina,
supra nota 32, párr. 120.
39 Corte IDH. Caso Trujillo Oroza Vs. Bolivia. Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de febrero de 2002. Serie C No.
92, párr. 119, y Caso Castañeda Gutman Vs. México, supra nota 20, párr. 235.
40 Corte IDH. Caso Bayarri Vs. Argentina. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 30 de
octubre de 2008. Serie C No. 187, parr. 180, y Caso Suárez Rosero Vs. Ecuador. Reparaciones y Costas. Sentencia de
20 de enero de 1999. Serie C No. 44, párr. 113
41 Corte IDH. Caso del Pueblo Saramaka. Vs. Surinam. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
contubernio con la violencia es que se puede activar dicho sistema. Las obligaciones
internacionales en materia de derechos humanos que los Estados han asumido en virtud de la
ratificación de la Convención Americana de Derechos Humanos nos permiten dar luces
respecto a si los Estados cumplen o no de manera adecuada dicha posición de garante en el
orden interno. Sin embargo, la sola realización del ilícito no genera la exigibilidad de la
declaratoria de responsabilidad internacional del Estado denunciado, toda vez que esto solo
procederá cuando no se hayan efectuado las reparaciones correspondientes para los derechos
de la víctima, intentándose de esta manera aminorar los efectos de la transgresión. Por ello, se
puede afirmar que las reparaciones constituyen la oportunidad que tiene el Estado de reafirmar
su aquiescencia frente a la violación o, en todo caso, repudiarla al realizar las investigaciones y
sanciones correspondientes.
BIBLIOGRAFÍA
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Perú. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de
julio de 2009. Serie C No. 198.
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Reparaciones y Costas. Sentencia de 6 de julio de 2009. Serie C No. 199.
INSTRUMENTOS INTERNACIONALES
FINALES.
HUMANO
la solemne obligación de proteger y mejorar el medio para las generaciones presentes y futuras”1. La
preocupación por parte de los Estados por la conservación del equilibrio medioambiental,
suscitada en los años sesentas y setentas, y la influencia de la Declaración de Estocolmo se
vieron reflejados en el inicio de la incorporación de normas constitucionales que reconocían el
derecho de las personas a vivir en un medio ambiente sano.
1Declaración de la Conferencia de Las Naciones Unidas sobre el Medio Humano. Declaración de Estocolmo de
1972. Artículo 1.
ambiente.”
Desde finales de la década de los ochentas y los primeros años de la década de los noventas,
el desarrollo normativo constitucional y legal en materia ambiental se reimpulsó generando
nuevos avances. La celebración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio
Ambiente y el Desarrollo en Río de Janeiro en 1992 fue relevante para la inclusión normativa
en materia ambiental.
2
El término en inglés utilizado en el texto original es “environment” a pesar cuya traducción literal al
castellano es “entorno” , la terminología utilizada equivalente a “medio ambiente”
Desde un enfoque filosófico entendemos a los seres humanos como elementos de una
misma naturaleza pero en manifestaciones particulares que son así importantes para la
conformación de un sistema de vida no creado por los propios seres humanos sino que es
preexistente. El deber entonces corresponde al derecho y se entiende desde que el ser humano
existe como parte del sistema de vida y, consecuentemente, su conducta debería estar orientada
hacia la interacción con los otros elementos que conforma el sistema de manera que se
mantenga una dinámica armónica de vida. Para esto, es primordial que los seres humanos
seamos conscientes de que somos parte de un sistema que constituye en sí mismo nuestro
ambiente de vida. Como consecuencia de nuestra capacidad de pensamiento surge nuestra
responsabilidad frente al sistema y a nosotros mismos, lo que nos vincula con el deber de
cuidar y respetar nuestro propio ambiente de vida con conductas tendientes a contribuir a la
subsistencia de la vida. La conciencia3 es una capacidad humana que nos diferencia de los
animales, las plantas, el aire, el agua, la tierra, en nuestra conciencia; lo cual no implica que
3Según la Real Academia Española: “conciencia.” (Del lat. conscientĭa, y este calco del gr. συνείδησις). 1. f.:
Propiedad del espíritu humano de reconocerse en sus atributos esenciales y en todas las modificaciones que en sí
mismo experimenta; 2. f. Conocimiento interior del bien y del mal; 3. f. Conocimiento reflexivo de las cosas: 4. f. Actividad
mental a la que solo puede tener acceso el propio sujeto, y 5. f. Psicol. Acto psíquico por el que un sujeto se percibe a sí mismo en el
mundo.
Disponible en: http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=conciencia
seamos superiores o inferiores a estos otros elementos de vida sino que somos diferentes en
tanto que necesitamos pensar para poder desarrollar nuestra vida a diferencia de ellos que
simplemente se desarrollan y de alguna u otra manera son influenciados por la interrelación
con la humanidad.
Un paso importante a fin de articular la conducta humana tanto individual como colectiva
es la identificación de aquellos actores que están sujetos al derecho. Identificamos al ser
humano como individuo, a los pueblos como sociedades organizadas, a los Estados como
representación de “administración” de las sociedades, a las agrupaciones de personas que
conforman unidades económicas, sociales, políticas y culturales (empresas y asociaciones). A
cada uno de estos actores les alcanza el derecho y recaen sobre ellos responsabilidades
diferenciadas según su propia naturaleza5. En lo que concierne a la disciplina del Derecho de
los Derechos Humanos, principalmente nos centramos en el ser humano y el Estado. Es
propicio reflexionar acerca de la tendencia del Derecho Internacional de los Derecho Humano
que ha estado enfocada más hacia un proteccionismo del ser humano y no a un protagonismo
del ser humano desde la visión del Estado; es decir que los derechos humanos son muchas
4 ALDAVE, Hugo. “Algunos fundamentos del derecho ambiental”. En: GIUSTI, Miguel (ed.). La Filosofía del siglo
XX: Balance y perspectivas. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. 2000. pág. 722.
5 Sin bien dentro de los actores relacionados al derecho consideramos a los propios elementos de vida del entorno
natural, para no los consideremos en este caso sujetos de derechos pues no surgen en ellos deberes exigibles. Es
decir, para la aplicación del derecho es un requisito fundamental tomar en consideración la interacción del ser
humano y los otros elementos de vida, esto no quiere decir que les atribuya la calidad de sujetos de derecho de la
misma forma que al ser humano en sus distintas manifestaciones de asociación.
veces apreciados sólo como responsabilidades que los Estados asumen hacia los individuos y
que por consiguientemente tienen que proteger restringiendo su actuar hacia ellos y actuando
respecto de ellos, pero no actuando conjuntamente.
El vínculo existente entre el derecho a la vida y el derecho vivir en un medio ambiente sano
nos ayuda a comprender mejor la necesidad de ir más allá de esta visión proteccionista de las
obligaciones respeto y garantía de los derechos humanos e incluir el enfoque participativo de
los seres humanos como sujetos dotados de derechos y deberes6.
“Toda persona tiene derecho a la vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de
la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente.”
6 Sin embargo, no podrán exigirse deberes sin que antes a las personas no se les reconozca sus derechos humanos
y que estén en la capacidad de ejércelos conjuntamente con sus deberes. La incapacidad de ejercer los derechos
humanos tiene como principal fuente como la discriminación histórica, de la exclusión social y la pobreza.
7 Corte IDH. Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros) Vs. Guatemala. Fondo. Sentencia de 19 de
“El cumplimiento de las obligaciones impuestas por el artículo 4 de la Convención Americana, relacionado con el
artículo 1.1 de la misma, no sólo presupone que ninguna persona sea privada de su vida arbitrariamente (obligación
negativa), sino que además, a la luz de su obligación de garantizar el pleno y libre ejercicio de los derechos humanos,
requiere que los Estados adopten todas las medidas apropiadas8 para proteger y preservar el derecho a la vida
(obligación positiva)9de todos quienes se encuentren bajo su jurisdicción.10”
“Una de las obligaciones que ineludiblemente debe asumir el Estado en su posición de garante, con el objetivo de
proteger y garantizar el derecho a la vida, es la de generar las condiciones de vida mínimas compatibles con la
dignidad de la persona humana11 y a no producir condiciones que la dificulten o impidan. En este sentido, el
Estado tiene el deber de adoptar medidas positivas, concretas y orientadas a la satisfacción del derecho a una vida
digna, en especial cuando se trata de personas en situación de vulnerabilidad y riesgo, cuya atención se vuelve
prioritaria”12.
8 Corte IDH. Caso de la Masacre de Pueblo Bello Vs. Colombia. Sentencia de 31 de enero de 2006. Serie C No. 140,
párr. 120.
9 Corte IDH. Caso de la “Masacre de Mapiripán” Vs. Colombia. Sentencia de 15 de septiembre de 2005. Serie C No.
134, párr. 232; Caso Huilce Tecse Vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 3 de marzo de 2005. Serie C
No. 121, párr. 66; Caso “Instituto de Reeducación del Menor” Vs. Paraguay. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 2 de septiembre de 2004. Serie C No. 112, párr. 158; Caso de los Hermanos
Gómez Paquiyauri Vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 8 de julio de 2004. Serie C No. 110, párr.
129; Caso 19 Comerciantes Vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C No.
93, párr. 153; Caso Myrna Mack Chang Vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 25 de noviembre
de 2003. Serie C No. 101, párr. 153; Caso Juan Humberto Sánchez Vs. Honduras. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C No. 99, párr. 110; Caso Bámaca Velásquez vs.
Guatemala. Fondo. Sentencia de 25 de noviembre de 2000.Serie C No. 70, párr. 172; y Caso de los “Niños de la Calle”
(Villagrán Morales y otros), supra nota 7, párrs. 144 a 146.
10 Corte IDH. Caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 29
Vemos entonces que Estado no debe atentar contra la vida de los seres humanos, debe
protege la vida las personas frente a actos de terceros, y además debe crear las condiciones de
vida para que las personas vivan con dignidad. Bajo este primer planteamiento, la vida de las
personas radica en que el Estado haga algo por ellas, es decir las personas sean receptoras de la
acción protectora del Estado y su vida sólo será posible si es que el Estado le crea las
condiciones para ello. El enfoque proteccionista hasta este punto es el que prevalece. El propio
preámbulo de la Convención Americana señala que los Estados Americanos “reconociendo que los
derechos esenciales del hombre no nacen del hecho de ser nacional de determinado Estado, sino que tienen como
fundamento los atributos de la persona humana, razón por la cual justifican una protección internacional, de
naturaleza, convencional, coadyuvante o complementaria de la que ofrece el derecho interno de los Estados
americanos”.13
Siguiendo con el análisis del derecho a la vida, llegamos a un punto en que nos preguntamos
¿Cómo son estas condiciones de vida que el Estado debe generar? ¿Cuáles son esas medidas
que el Estado debe adoptar? ¿Cómo es que el Estado genera esas condiciones? Tal como
hemos mencionado, el Estado no podrá ser ni eficiente ni eficaz si antes no incluye a las
personas tanto en la formulación de las preguntas como en los procesos de cumplir sus
obligaciones respecto del derecho a la vida.
En efecto, las condiciones ambientales son fundamentales para la garantía del desarrollo de
la vida de las personas. Es aquí donde podemos ver por un lado, el vínculo entre el derecho a
la vida y el derecho a un medio ambiente sano, y por el otro lado, la falta de claridad en los
límites de los contenidos de ambos derechos. En cuando al primer punto, es incuestionable
que la vida humana requiere contar con un medio ambiente propicio para su desarrollo. Según
Augusto Cançado Trindade, el derecho a un medio ambiente sano aparece como una extensión
natural del derecho a la vida basado en la existencia física y la salud humana así como en las
condiciones dignas y la calidad de vida14.
Cp. CANÇADO, Augusto. “Environment and Development: Formulation and Implementation of the Right to
14
Development as a Human Right.” En: BROW, Weiss (ed.). Derechos Humanos, Desarrollo Sustentable y Medio
Ambiente. Segunda Edición. San José: BID. 1995, pág. 39-65.
implica tener la disponibilidad de un lugar donde vivir sino que éste deba ser habitable15. Es así
que el propio Comité considera a la vivienda “como el factor ambiental que con más frecuencia está
relacionado con las condiciones que favorecen las enfermedades en los análisis epidemiológicos; dicho de otro
modo, que una vivienda y unas condiciones de vidas inadecuadas y deficientes se asocian invariablemente a tasas
de mortalidad y morbilidad más elevadas”16.
Las condiciones ambientales adecuadas son de vital importancia para la garantía del derecho
a la salud de las personas pues se consideran como condiciones que les permite tener mejor
calidad de vida posible y estar libre de enfermedades. Por otro lado, para contar con atención
médica disponible, accesible y de calidad es necesario que las condiciones ambientales de las
instalaciones de salud sean las adecuadas. A este respecto el Comité de PIDESC se ha
pronunciado diciendo que son factores determinantes para la salud “el acceso al agua limpia potable
15 Cp. CDESC. Observación General N° 4. Derecho a una Vivienda Adecuada. U.N. Doc. E/1991/23 (1991).
16 Cp. CDESC. Observación General N° 4, supra nota 15, párr. 8.
17 El Convenio Europeo de Derechos Humanos no contempla dichos derechos.
y a condiciones sanitarias adecuadas, el suministro adecuado de alimentos sanos, una nutrición adecuada, una
vivienda adecuada, condiciones sanas en el trabajo y el medio ambiente”18.
Las obligaciones del Estado correspondientes a este derecho incluyen acciones relacionas
con las condiciones del medio ambiente de vida de las personas. Por un lado la obligación de
respetar considera la abstención por parte del Estado de contaminar el aire, el agua o la tierra y
por otro lado, el deber de cumplir implica la adopción de medidas para evitar que se contamine
el medio ambiente por parte de particulares19. Cabe señalar que el Comité reconoce la
importancia de la participación de la población en los proceso de adopción de decisiones
vinculadas a la salud20.
En cuanto a la relación medio ambiente, salud, vida y trabajo cabe mencionar que el
derecho al trabajo está reconocido en diversos instrumentos jurídicos internacionales como el
PIDESC y el Protocolo de San Salvador con una directa relación con la vida de las personas.
En ambos instrumentos si bien no se utiliza la misma terminología, esto sí vinculan el derecho
al trabajo con la vida de la persona. Por su parte el Pacto considera el derecho a trabajar como
aquel que tiene toda persona “a ganarse la vida mediante un trabajo libremente escogido o aceptado”21; en
cambio el Protocolo de San Salvador concibe este derecho como aquel que tiene “toda persona a
desempeñar una actividad libremente escogida o aceptada que le dé oportunidad de obtener los medios para llevar
una vida digna”22. Además, el derecho al trabajo no implica sólo la posibilidad de desempeñar
actividades laborales sino que para ello se requiere que éstas se realicen bajo condiciones
ambientales adecuadas que permitan a la persona desempeñarse eficazmente y que no se ponga
en peligro su salud y vida. El mismo Comité PIDESC, en la Observación General sobre
derecho a la salud previamente citada, hace referencia a esta interdependencia de derechos
18 Cp. CDESC. Observación General N° 14. Derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud. U.N. Doc.
E/C.12/2000/4 (2000), párr. 11.
19 Cp. CDESC. Observación General N° 14, supra nota 18, párrs. 34 y 36.
20 Cp. CDESC. Observación General N° 14, supra nota 18, párr. 11.
21 Pacto de Derechos Económicos Sociales y Culturales, artículo 6.
22 Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos
interpretando el artículo 2.12.b del Pacto “El derecho a la higiene del trabajo y del medio ambiente” de
la siguiente manera:
"El mejoramiento de todos los aspectos de la higiene ambiental e industrial" (apartado b) del párrafo 2 del artículo
12) entraña, en particular, la adopción de medidas preventivas en lo que respecta a los accidentes laborales y
enfermedades profesionales; la necesidad de velar por el suministro adecuado de agua limpia potable y la creación de
condiciones sanitarias básicas; la prevención y reducción de la exposición de la población a sustancias nocivas tales
como radiaciones y sustancias químicas nocivas u otros factores ambientales perjudiciales que afectan directa o
indirectamente a la salud de los seres humanos. Además, la higiene industrial aspira a reducir al mínimo, en la
medida en que ello sea razonablemente viable, las causas de los peligros para la salud resultantes del medio
ambiente laboral. Además, el apartado b) del párrafo 2 del artículo 12 abarca la cuestión relativa a la vivienda
adecuada y las condiciones de trabajo higiénica y segura, el suministro adecuado de alimentos y una nutrición
apropiada, y disuade el uso indebido de alcohol y tabaco y el consumo de estupefacientes y otras sustancias nocivas23.
23 Cp. CDESC. Observación General N° 14, supra nota 18, párr. 11, párr. 15
A partir de la Observación General No.15 del año 2002 del Comité PIDESC, el
reconocimiento internacional del derecho al agua como derecho humano a cobrado un
relevancia importante, a pesar que no existe un pronunciamiento de esta naturaleza en cuando
al derecho a vivir en un medio ambiente sano, el agua como elemento natural del medio
ambiente y utilización por los seres humanos significa un avance que nos permite interpretar
esta intercalación también con el derecho a la vida. El agua es reconocida por el Comité
PIDESC como “un recurso natural limitado y un bien público fundamental para la vida y la salud. El
derecho humano al agua es indispensable para vivir dignamente y es condición previa para la realización de otros
derechos humanos”26. Las acciones requeridas a los Estados para la garantía del acceso al agua
coinciden con un elemento integrante del medio ambiente y por lo tanto las condiciones
ambientales para el derecho al agua se repetirían para el derecho a un medio ambiente sano.
Por ejemplo, la necesidad de servicios básicos de saneamiento para evitar la contaminación de
las aguas, cuidar que las fuentes de agua no se contaminen con sustancias toxicas, generar el
acceso al suministro de agua como para de las condiciones ambientales necesarias para
garantizar la vida.
24 Cp. Asamblea General de las Naciones Unidas. Informe del Relator Especial sobre el derecho a la alimentación.
Documento. A/61/306 del 1 de septiembre de 2006.
25 Cp. Asamblea General de las Naciones Unidas. Informe del Relator Especial sobre el derecho a la alimentación.
Por lo tanto, consideramos que el Derecho Humano al medio ambiente sano está
relacionado con otros derechos humanos, que la vulneración de este derecho radicará en la
directa generación de riesgos, o la tolerancias de circunstancias generadoras de daños al medio
ambiente humano, así como la falta de adopción de medidas tendientes a disminuir la
generación de factores y efectos ambientalmente inadecuados para la vida del sistema en el
conviven los seres humanos. Sólo se determinará la violación de los demás derechos
relacionados cuando estos factores ambientales estén a su vez ocasionando la vulneración de
dichos derechos. Es decir toda vez que se ponga en riesgo inminente la salud humana
producto de la contaminación de agua, se estará vulnerando el derecho a la salud, el derecho al
agua y el derecho a un medio ambiente sano, y según las circunstancias del caso podrá
determinarse la violación del derecho a la vida. Asimismo, las medidas tendientes al cuidado
del medio ambiente humano requerirá la participación ciudadana no sólo en las políticas
medioambientales sino también en aquellas relacionadas a la salud, agua, vivienda, alimentación
y otros derechos vinculados.
Después de haber identificado que el derecho a vivir en un medio ambiente sano incluye la
protección y generación de condiciones ambientales adecuadas para la vida humana y que es en
sí mismo una garantía para el ejercicio de otros derechos como la alimentación, vivienda, salud,
entre otros en tiempos normales de paz, nos preguntamos acerca de la importancia de la
vigencia de este derecho en situaciones excepcionales y extremas como en contextos de
conflictos armados. A fin de encontrar una respuesta recurrimos al Derecho Internacional de
Derechos Humanos, específicamente en las normas referidas a estados excepcionales, y
principalmente a la regulación del Derecho Internacional Humanitario.
que la “vida de la nación” se encuentre en peligro, tales como situaciones de conflicto armado,
desastres naturales u otras perturbaciones que así lo ameriten según la doctrina y
jurisprudencia nacional e internacional de los sistemas de protección de derechos humanos,
bajo los principios de necesidad y proporcionalidad en la adopción de medidas.
27 GONZALES, Juan Carlos. “La Protección del Medio Ambiente en el Derecho Internacional Humanitario”.
En: RODRÍGUEZ, José Luis (cord.). Derechos Internacional Humanitario. Valencia: Tirant lo Blanch, 2002, pág. 248.
28 CDH. Observación General N° 29. CCPR/C/21/Rev.1/Add.11, párr. 9.
29 BOUVIER, Antonie. La Protección de medio ambiente en periodo de conflicto armado. Separata de la Revista
Internacional de la Cruz Roja. No. 108. Noviembre- Diciembre de 1991. pág. 606.
30 El Convenio sobre la prohibición de utilizar técnicas de modificación ambiental con fines militares, según su
Protocolo I considera que deben concurrir los tres efectos: vastos, duraderos y graves.
32 GONZALES, Juan Carlos, Óp. Cit, pág. 671.
33 Protocolo Adicional I a los Convenios de Ginebra de 1949, de 1997. Artículo 35.3
interpretarse de manera aislada del contenido integral del Protocolo. En nuestra opinión debe
de interpretarse en concordancia con el artículo 54, que contempla las prohibición de “hacer
padecer hambre a las personas civiles como método de guerra”34 y la prohibición de “atacar, sustraer,
destruir o inutilizar los bienes indispensables para la supervivencia de la población civil, tales como los artículos
alimenticios y las zonas agrícolas que los producen, las cosechas, el ganado, las instalaciones y reservas de agua
potable y las obras de riego, con la intención deliberada de privar de esos bienes, por su valor como medios para
asegurar la subsistencia, a la población civil o a la Parte adversa.”35De esta forma podrá considerarse
que todo método de guerra utilizado para causar daños ambientales y que a su vez tenga o
prevea efectos como los contemplados en el artículo 54, estará prohibido.
supervivencia de la población.
2. Quedan prohibidos los ataques contra el medio ambiente natural como represalias.
El objetivo de estas normas está claramente vinculado la protección del medio ambiente
como mecanismos de protección a su vez de la población civil contra los efectos hostiles del
conflicto. Cabe precisar que de esta interpretación no debe desprenderse la apariencia de
duplicidad del artículo 35.3 y 55.1 pues el primero regula específicamente lo métodos y medios
de hacer la guerra tomando en consideración sólo al medio ambiente y el segundo establece la
prohibición de causar daño a la población civil mediante el desmedro del medio ambiente,
aunque finalmente lo dos refuerzan la idea de la protección ambiental.
El Protocolo sobre la prohibición del uso, en la guerra de los gases asfixiantes, tóxicos
o similares y los medios bacteriológicos (Ginebra, 17 de Junio de 1925)
La Convención sobre la prohibición del desarrollo, la producción y almacenamiento de
armas bacteriológicas (biológicas) y toxica y sobre su destrucción, del 10 de abril de
1972
Convención sobre Prohibiciones o Restricciones del empleo de ciertas Armas
Convencionales que puedan considerarse excesivamente nocivas o de efectos
indiscriminados (Ginebra, 10 de octubre de 1980)37
Artículo 14 Artículo 15
Protección de los bienes indispensables para Protección de las obras e instalaciones que contienen
la supervivencia de la población civil fuerzas peligrosas
Queda prohibido, como método de combate, Las obras o instalaciones que contienen fuerzas
hacer padecer hambre a las personas civiles. peligrosas, a saber, las presas, los diques y las centrales
En consecuencia, se prohíbe atacar, nucleares de energía eléctrica, no serán objeto de ataques,
destruir, sustraer o inutilizar con ese fin los aunque sean objetivos militares, cuando tales ataques
bienes indispensables para la supervivencia puedan producir la liberación de aquellas fuerzas y
de la población civil, tales como los artículos causar, en consecuencia, pérdidas importantes en la
alimenticios y las zonas agrícolas que los población civil.
producen, las cosechas, el ganado, las
instalaciones y reservas de agua potable y
Si bien el Derecho Humano al medio ambiente está considerado por algunos como un
derecho de segunda o tercera generación, que no puede ser exigible mediante el sistema de
peticiones individuales de los sistema internacionales de derechos humanos y que requiere un
mayor desarrollo de su contenido como derecho humano, no pude dejar que reconocerse su
vital importancia tanto para los contexto de paz como los contexto de conflictos armados en
tanta constituye una garantía para la vida y supervivencia de las personas.
Asimismo, cabe resaltar que si bien nos hemos enfocado en la conducta de los Estados,
señalamos que en las circunstancias de paz como en contexto de conflicto la intervención de
actores privados como las empresas también cumple una labor importante pues estos actores
pueden jugar una rol importante en la promoción del desarrollo sostenible cumpliendo con el
respecto del medio ambiente de la población.
Finalmente, el hecho que el medio ambiente esté considerado como un bien de carácter
civil de protección especial relacionado a su vez con la protección de la población civil en casos
tan extremos como la guerra, pone en evidencia la importancia que tiene este derecho para la
vida de las personas; en este sentido es necesario que los Sistemas Internacionales de Derechos
Humanos se avoquen en el análisis más profundo del contenido del derecho humano a vivir en
un medio ambiente sano para efectos de generar su efectivo ejercicio a nivel interno tanto en
situaciones de paz como en situaciones excepciones sobre todo en circunstancias de conflicto
armado.
BIBLIOGRAFÍA
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y Costas. Sentencia de 8 de julio de 2004. Serie C No. 110.
Corte IDH. Caso “Instituto de Reeducación del Menor” Vs. Paraguay. Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 2 de septiembre de
2004. Serie C No. 112.
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de 3 de marzo de 2005. Serie C No. 121.
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derecho a la alimentación. Documento. A/61/306 del 1 de septiembre de 2006.
Asamblea General de las Naciones Unidas. Informe del Relator Especial sobre el
derecho a la alimentación. Documento. A/62/289 del 22 de agosto de 2007.
INSTRUMENTOS INTERNACIONALES
REFLEXIONES FINALES.
I. INTRODUCCIÓN
*La primera edición de este artículo fue publicado en Gaceta Constitucional. Tomo 66, junio 2013: 349 – 358.
1Artículo 2. Deber de Adoptar Disposiciones de Derecho Interno […] Si el ejercicio de los derechos y libertades
mencionados en el artículo 1 no estuviere ya garantizado por disposiciones legislativas o de otro carácter, los
Estados Partes se comprometen a adoptar, con arreglo a sus procedimientos constitucionales y a las disposiciones
de esta Convención, las medidas legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales
derechos y libertades.
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Número 1 | págs. 81 – 99
La implementación de la consulta previa legislativa en el congreso peruano: una tarea pendiente 82
Renato Sotelo Torres
artículo 2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos2, efectivo para el Perú desde
el 28 de abril de 1978.
El Convenio 169 de la OIT fue ratificado por el Estado Peruano el 02 febrero de 1994. Este
convenio fija como obligatorio para los Estados parte el desarrollo de una acción coordinada y
sistemática con miras a proteger los derechos de los pueblos indígenas y tribales. Bajo ese
paradigma, el Tribunal Constitucional peruano ha señalado, respecto a su vigencia, que dicho
convenio “forma parte de nuestro ordenamiento jurídico y, por lo tanto, como cualquier otra
norma debe ser acatada”3.
En esa línea, en el proceso de implementación del Convenio 169, el Estado peruano, luego
de 17 años, aprobó la Ley Nº 29785 del “Derecho a la Consulta Previa a los pueblos Indígenas
u Originarios reconocidos en el Convenio N° 169 de la OIT” y, breve tiempo después, el DS
Nº 001-2012-MC que lo reglamenta. En tal sentido, la implementación llevada a cabo por el
Poder Ejecutivo alcanza exclusivamente: (i) las medidas administrativas que dicte el Ejecutivo
mediante las distintas entidades que lo conforman, (ii) medidas legislativas, entendiéndose
como tales a los decretos que se emitan conforme con el artículo 104º de la Constitución, y (iii)
las medidas administrativas mediante las cuales se aprueban los planes, programas y proyectos
de desarrollo.
Dicha normativa tiene por objeto garantizar los derechos colectivos de los pueblos
indígenas vigentes en el ordenamiento jurídico peruano debido a la interpretación sistemática
de las obligaciones internacionales contraídas por el Estado en virtud de la cuarta disposición
final y transitoria de la Constitución y el Artículo V del título preliminar del Código Procesal
Constitucional, y los artículos 2 núm. 19, 88 y 89 de la Constitución Política.
2 Artículo 2 […] 2. Cada Estado Parte se compromete a adoptar, con arreglo a sus procedimientos
constitucionales y a las disposiciones del presente Pacto, las medidas oportunas para dictar las disposiciones
legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos los derechos reconocidos en el presente
Pacto y que no estuviesen ya garantizados por disposiciones legislativas o de otro carácter.
3 STC Exp. 03343-2007-PA/TC, del 19 de febrero de 2009, f.j. 31.
La Corte IDH ha tenido en cuenta que entre los pueblos indígenas “existe una tradición
comunitaria sobre una forma comunal de la propiedad colectiva de la tierra, en el sentido de
que la pertenencia de ésta no se centra en un individuo sino en el grupo y su comunidad. Los
indígenas por el simple hecho de su existencia, tienen derecho a vivir libremente en sus
propios territorios. La estrecha relación que los indígenas mantienen con la tierra, debe ser
reconocida y comprendida como la base fundamental de sus culturas, su vida espiritual, su
integridad y su supervivencia económica. Para las comunidades indígenas la relación con la
tierra no es meramente una cuestión de posesión y producción, sino un elemento material y
espiritual del que deben gozar plenamente, inclusive para preservar su legado cultural y
transmitirlo a las generaciones futuras”4.
Para la Corte Interamericana, el deber estatal de consultar a los pueblos indígenas debe
cumplirse de acuerdo con sus costumbres y tradiciones, a través de procedimientos
culturalmente adecuados y teniendo en cuenta sus métodos tradicionales para la toma de
decisiones5. Además, a juicio del Tribunal, el derecho a la consulta, y el deber estatal
correlativo, se vinculan con múltiples derechos humanos, y en particular se conectan con el
derecho a la participación consagrado en el artículo 23° de la Convención Americana6.
Según la Corte IDH, la consulta debe ser informada, en el sentido de que los pueblos
indígenas tengan “conocimiento de los posibles riesgos, incluidos los riesgos ambientales y de
salubridad, a fin de que acepten el plan de desarrollo o inversión propuesto con conocimiento
y de forma voluntaria”7. Para la Corte Interamericana, “este deber requiere que el Estado
acepte y brinde información”8 e “implica una comunicación constante entre las partes”9.
4 Cp. Corte IDH. Caso Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni Vs. Nicaragua. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 31 de agosto de 2001. Serie C No. 79, párr. 149; Caso Comunidad Indígena Sawhoyamaxa Vs. Paraguay.
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de marzo de 2006. Serie C No. 146, párr. 118; Caso del Pueblo
Saramaka. Vs. Surinam. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 28 de noviembre
de 2007. Serie C No. 172, párr. 90, y Caso Comunidad Indígena Xákmok Kásek. Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 24 de agosto de 2010 Serie C No. 214, párr. 86.
5 Cp. Corte IDH. Caso del Pueblo Saramaka. Vs. Surinam, supra nota 4, párr. 131.
6 Cp. Corte IDH. Caso Yatama Vs. Nicaragua. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 23 de
propone, de consultar activamente con el pueblo Saramaka, de buena fe, y con el objetivo de
llegar a un acuerdo, lo cual a su vez requiere que el Estado acepte y brinde información al
respecto en un formato entendible y públicamente accesible. Además, dependiendo del nivel
de impacto que tendrá la actividad que se propone, el Estado podría ser requerido a obtener el
consentimiento del pueblo Saramaka11. En dicha sentencia también, la Corte aclaró que es el
propio pueblo y no el Estado quien debe decidir quiénes representarán a la comunidad en cada
proceso de consulta de acuerdo a sus costumbres y tradiciones12.
Por otro lado, el Comité de Derechos Humanos, órgano creado por el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos, ha reconocido que el goce de los derechos culturales de los
pueblos indígenas, incluyendo los que se asocian al uso de la tierra y los recursos naturales,
“puede requerir la adopción de medidas jurídicas positivas de protección y medidas para
asegurar la participación eficaz de los miembros de comunidades minoritarias en las decisiones
que les afectan”13.
11 Corte IDH. Caso del Pueblo Saramaka. Vs. Surinam., supra nota 4, párr. 17.
12 Corte IDH. Caso del Pueblo Saramaka Vs. Surinam. “Interpretación de la Sentencia” de Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 12 de agosto de 2008 Serie C No. 185, párr. 18.
13 Cp. CDH. Observación General N°. 23. Artículo 27 – Derechos de las Minorías. 50° período de sesiones,
En tal sentido, ha manifestado que los Estados deben aprobar legislación “que desarrolle
los derechos individuales de los indígenas, que garantice mecanismos de participación de los
pueblos indígenas en la toma de decisiones de índole política, económica y social que afecten
sus derechos y que incremente su participación política en la adopción de decisiones a nivel
nacional”16; en consecuencia, “la ausencia de directrices jurídicas claras para el procedimiento
de consulta supone, en la práctica, un serio obstáculo para el cumplimiento del deber estatal de
consulta”17.
Del mismo modo, la Comisión ha resaltado que los Estados tienen “la obligación general de
consultar a los pueblos indígenas sobre las medidas legislativas que les pueden afectar
directamente, particularmente en relación con la reglamentación legal de los procedimientos de
consulta. El cumplimiento del deber de consultar a los pueblos indígenas y tribales sobre la
definición del marco legislativo e institucional de la consulta previa, es una de las medidas
especiales requeridas para promover la participación de los pueblos indígenas en la adopción
de las decisiones que les afectan directamente”18.
En igual sentido, la CIDH ha declarado que “todo pronunciamiento sobre la medida en que
los pueblos indígenas pueden mantener intereses en las tierras a las que tradicionalmente han
tenido título y que han ocupado y usado debe basarse en un proceso de consentimiento
plenamente informado y mutuo por parte de la comunidad indígena en conjunto”19. Los
procesos de obtención del consentimiento previo e informado de la comunidad en su conjunto
exigen “como mínimo, que todos los miembros de la comunidad sean plena y precisamente
15 CIDH. Derechos de los pueblos indígenas y tribales sobre sus tierras ancestrales y recursos naturales. Doc. OEA/Ser.L/V/II,
Doc. 56/09, 30 de diciembre de 2009, párr. 285.
16 CIDH. Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en el Perú. Doc. OEA/Ser.L/V/II.106, Doc. 59
informados de la naturaleza y las consecuencias del proceso y cuenten con una oportunidad
efectiva de participar individual o colectivamente”20.
En ese mismo orden de ideas, el Relator Especial sobre los Derechos de los Pueblos
Indígenas de las Naciones Unidas ha formulado su postura expresando que la consulta y el
consentimiento no se limitan a asuntos que afecten los derechos de propiedad indígenas, sino
que también son aplicables a otras acciones administrativas o legislativas de los Estados que
tienen un impacto sobre los derechos o intereses de los pueblos indígenas21. En este sentido se
ha pronunciado, al explicar que “[n]o existe una fórmula específica para consultar a los pueblos
indígenas aplicable a todos los países en todas las circunstancias”, y que “[l]as características
específicas del proceso de consultas requerido por el deber de celebrar consultas variará
necesariamente en función de la naturaleza de la medida propuesta y del alcance de su impacto
sobre los pueblos indígenas”22.
En palabras del Relator Especial, “en los casos relativos a explotación de recursos naturales
o proyectos de desarrollo que afecten tierras indígenas, para que los pueblos indígenas
interesados puedan adoptar decisiones libres e informadas sobre el proyecto en consideración
es necesario que reciban información objetiva y completa sobre todos los aspectos del
proyecto que los afecta, incluidas las repercusiones del proyecto sobre su vida y su entorno. A
este respecto, es esencial que el Estado haga estudios sobre el impacto ambiental y social a fin
20 CIDH. Informe de Fondo N° 40/04, Comunidades Indígenas Mayas del Distrito de Toledo contra Belice, 12 de octubre
de 2004, párr. 142.
21 Los Estados deben elaborar mecanismos para determinar y analizar si las medidas legislativas o administrativas
propuestas, incluidas las relativas a la extracción de recursos o a otras actividades de desarrollo, afectan los
intereses particulares de los pueblos indígenas y en qué medida lo hacen a fin de determinar la necesidad de
iniciar procesos especiales de consultas mucho antes de que se adopten las medidas en cuestión. Las
características específicas de los procedimientos de consulta requeridos variarán según la naturaleza de la medida
propuesta, el alcance de su impacto en los pueblos indígenas y la naturaleza de los intereses o derechos de los
pueblos indígenas que estén en juego. Sin embargo, en todos los casos en que se aplique el deber de celebrar
consultas su finalidad deberá ser obtener el consentimiento o el acuerdo de los pueblos indígenas afectados. De
ahí que las consultas deban realizarse en las primeras etapas de la elaboración o planificación de la medida
propuesta a fin de que los pueblos indígenas puedan verdaderamente participar e influir en el proceso de
adopción de decisiones”. ONU. Consejo de Derechos Humanos. Informe del Relator Especial sobre la Situación de los
Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales de los Indígenas. James Anaya. Doc. ONU A/HRC/12/34, 15 de julio
de 2009, párrs. 64-65.
22 ONU. Consejo de Derechos Humanos, supra nota 21, párrs. 37 y 45.
de que se puedan conocer todas las consecuencias que cabe prever. Los grupos indígenas
interesados deben conocer esos estudios de impacto en las primeras etapas de las consultas,
tener tiempo suficiente para entender las conclusiones de los estudios y poder presentar sus
observaciones y recibir información acerca de cualquier preocupación que planteen”23.
Por otro lado, en relación a la buena fe que debe revestir todo proceso de consulta, el
Comité Tripartito señaló que la consulta requiere el establecimiento de un clima de confianza
mutua entre las partes “considerando que el establecimiento de mecanismos eficaces de
consulta y participación contribuyen a prevenir y resolver conflictos mediante el diálogo”. El
Comité subraya la necesidad de desplegar esfuerzos para intentar generar consensos en cuanto
a los procedimientos, de facilitar su acceso dándoles amplia difusión y de crear un clima de
confianza con los pueblos indígenas que propicie un diálogo productivo25.
del Convenio sobre pueblos indígenas y tribales, 1989 (núm. 169), presentada en virtud del artículo 24 de la
Constitución de la OIT por la Federación de Trabajadores del Campo y la Ciudad (FTCC), GB.294/17/1;
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La implementación de la consulta previa legislativa en el congreso peruano: una tarea pendiente 89
Renato Sotelo Torres
Dadas las circunstancias, el Pleno del Congreso crea una Comisión Multipartidaria con la
finalidad de estudiar y recomendar la solución a la problemática de los Pueblos Indígenas.
Dicha Comisión emitiría un Informe recomendando a la Comisión de Constitución y
Reglamento del Congreso de la República, la derogatoria de una serie de Decretos Legislativos
emitidos por el Ejecutivo entre los que se encuentra DL. N° 1090.
26Decreto Supremo N° 002-2009-AG, que reglamenta el Decreto Legislativo Nº 1090 que aprueba la Ley
Forestal y de Fauna Silvestre. Dicho Decreto Legislativo entró en vigencia el 17 de enero de 2009.
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La implementación de la consulta previa legislativa en el congreso peruano: una tarea pendiente 90
Renato Sotelo Torres
pre- publicado, y sin dictaminar; y continuó permitiendo el cambio de uso de las tierras
forestales, uno de los motivos de las protestas.
La propuesta identificó a quienes tenían que ser consultados, quienes serían los garantes del
proceso, y cuales las instituciones invitadas en calidad de observadoras. Respecto a la
27 OIT. Comité de Expertos en la Aplicación de Convenios y Recomendaciones (CEACR). Observación respecto
al Convenio 169 sobre pueblos indígenas y tribales en el Perú (2009), publicada en la 99° reunión CIT de 2010.
Disponible en:
http://www.ilo.org/dyn/normlex/es/f?p=1000:13100:2553473347056369::NO:13100:P13100_COMMENT_ID:
2307227
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La implementación de la consulta previa legislativa en el congreso peruano: una tarea pendiente 91
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metodología, estableció los principios del proceso de Consulta y la lista de los artículos del
Proyecto de Ley Forestal y de Fauna Silvestre relacionados con la gestión y regulación del uso
de los recursos forestales por parte de los Pueblos Indígenas, dejando abierto el debate a la
incorporación de otros artículos o preocupaciones que surgieran en el marco del Proyecto de
Ley que se sometía a consulta. El documento emitido por la Comisión Agraria, estableció
adicionalmente los criterios para la identificación de los Pueblos Indígenas a ser consultados y
los mecanismos de publicidad del proceso, antes, durante y después del mismo. Señala los
procedimientos de información de la medida legislativa materia de consulta, y las etapas de
evaluación interna por parte de las Organizaciones Indígenas representativas. Finalmente,
define la etapa de diálogo y establece un conjunto de reglas para el desarrollo de las Audiencias
Regionales y el Encuentro Nacional.
Si bien existen algunos esfuerzos normativos en el derecho comparado, cabe destacar que la
realidad de cada uno de ellos no determina una forma o método unívoco de implementación
sino que la consulta debe adaptarse a las particularidades de cada país, las acciones posibles,
para que se construyan herramientas que coadyuven a implementar un procedimiento de
consulta de las medidas legislativas acorde a la realidad nacional.
a. Tratándose específicamente de medidas legislativas, el deber de consulta “no surge frente a toda medida legislativa
que sea susceptible de afectar a las comunidades indígenas, sino únicamente frente a aquellas que puedan afectarlas
directamente”;
b. En cuanto a las condiciones de tiempo, modo y lugar en que debe producirse la consulta, “debe atenderse a la
flexibilidad que sobre el particular consagra el Convenio y al hecho de que, de acuerdo con el mismo, el trámite de la
consulta se somete al principio de la buena fe, lo cual quiere decir, por un lado, que corresponde a los Estados definir
las condiciones en las que se desarrollará la consulta, y por otro, que la misma, para que resulte satisfactoria a la luz
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La implementación de la consulta previa legislativa en el congreso peruano: una tarea pendiente 92
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del ordenamiento constitucional, debe realizarse de manera que sea efectiva y conducente, pero sin que quepa hablar, en
ese contexto, de términos perentorios para su realización, ni de condiciones ineludibles para el efecto. Se trata de
propiciar espacios de participación, que sean oportunos en cuanto permitan una intervención útil y con voceros
suficientemente representativos, en función del tipo de medida a adoptar”
c. En lo concerniente al momento concreto en el que debe hacerse la consulta y la autoridad responsable de llevarla
a cabo, expresó: “el gobierno, tan pronto advierta que cursa un proyecto de ley en relación con el cual debe darse el
proceso de consulta, acuda a las instancias que para ese efecto se hayan previsto en la legislación” y “que ese proceso de
consulta puede entenderse cumplido cuando exista evidencia de que antes de radicar el proyecto de ley en el Congreso de
la República, sus texto se haya divulgado entre las comunidades interesadas, se haya avanzado en la ilustración de
tales comunidades sobre su alcance, y se hayan abierto los escenarios de discusión que sean apropiados”. En esa
oportunidad la Corte advirtió que “la consulta previa a la ley, es adicional a la participación que se les debe dar a los
pueblos indígenas a partir de su entrada en vigencia, esto es, con posterioridad a la expedición de la respectiva ley;
destacándose el especial cuidado que deben observar las autoridades que tienen a su cargo el desarrollo administrativo
de la misma, particularmente en lo tocante a la adopción de las medidas administrativas susceptibles de afectar
directamente los intereses de tales pueblos”28.
También en relación con el derecho de consulta dentro del contexto del trámite legislativo,
en la sentencia C-461 de 2008, la Corte analizó si resultaba obligatorio o no realizar consulta
previa con los grupos étnicos respecto de la ley del Plan Nacional de Desarrollo. Al respecto
encontró que era necesario tener en cuenta que el contenido de esta ley tiene niveles distintos
de generalidad y que, específicamente en la parte constitutiva del Plan Nacional de Inversiones
Públicas, era necesario examinar cada uno de los programas, proyectos y presupuestos
plurianuales que lo conforman, “para efectos de establecer si tal programa, proyecto o
presupuesto plurianual tendrá una incidencia directa y específica sobre los grupos indígenas o
las comunidades afrodescendientes del país”. Es decir, a juicio de la Corte, era necesario
verificar si cada programa, proyecto o presupuesto plurianual individualmente considerado
constituía una de las medidas “susceptibles de afectar específicamente a las comunidades
28Corte Constitucional de Colombia. M.P. Jaime Araujo Rentaría. Sentencia del 22 de octubre de 2002. Exp. C-
891/02.
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La implementación de la consulta previa legislativa en el congreso peruano: una tarea pendiente 93
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29 Corte Constitucional de Colombia. M.P. Rodrigo Escobar Gil. Sentencia del 23 de enero de 2008. Exp. C-
030/08.
30 Corte Constitucional de Colombia. M.P. Luís Ernesto Vargas Silva. Sentencia del 18 de marzo de 2009. Exp. C-
175/09.
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La implementación de la consulta previa legislativa en el congreso peruano: una tarea pendiente 94
Renato Sotelo Torres
consultados antes de la adopción de una medida legislativa que pueda afectar cualquiera de los
derechos colectivos”31.
En igual forma, dicho Tribunal reseñó diferentes temas relacionados con la consulta
prelegislativa: (i) De los actores, a quién se consulta y quiénes realizan la consulta, y (ii) De las
Fases de la consulta prelegislativa: fase de preparación de la consulta prelegislativa, fase de
convocatoria a la consulta prelegislativa, fase de información y realización de la consulta
prelegislativa y fase de análisis de resultados y cierre de la consulta pre legislativa33.
V. REFLEXIONES FINALES
indígenas, efectuadas sin ningún tipo de consulta. Los Estados siguen ejerciendo un control
paternalista que sustituye a la soberanía indígena respecto de las decisiones sobre el futuro de la
tierra, los procesos políticos y las demás leyes referidas a los pueblos indígenas34.
Sin lugar a dudas, los canales de diálogo y deliberación que implementa el derecho a la
consulta previa son herramientas efectivas ante la alta conflictividad social de nuestro país. La
función legislativa del Congreso no se circunscribe exclusivamente a la dación de leyes sino a la
correcta evaluación de las necesidades sociales que justifiquen las mismas, incluyendo las
necesidades de los pueblos indígenas.
Sin embargo, resta un proceso más completo que instrumentalice el Convenio 169° a través
del proceso legislativo actual, consignado en el artículo 73º del Reglamento del Congreso del
34 Texto original: “The international recognition of the right of free, prior and informed consent in a human rights
declaration would help prevent the wholesale exploitation of resources, enacted by ‘eminent domain’ or other
legally justified theft of Indigenous territories, without any kind of consultation, warning or compensation.
Nation-states continue to exercise a paternalistic control that supercedes indigenous sovereignty, making all
decisions about the future of the land, the political processes and the other laws that immediately concern
Indigenous peoples”. Cp. The International Forum on Globalization. 2007. Toward a campaign in support of the
UN Declaration on the rights of indigenous peoples. New York. Rainy Blue Cloud Greensfelder, Editor, pág. 10.
35 STC Exp. 0022-2009-PI/TC, del 9 de junio de 2010, f.j. 21.
a. El derecho a la participación de los pueblos indígenas u originarios debe garantizarse en todo el proceso
legislativo. Desde la formulación de la iniciativa legislativa hasta el dictamen sometido a primera votación en
el Pleno. Debe distinguirse que entre el derecho de participación y el derecho a la consulta previa, la
diferencia radica en que éste último supone un medio para obtener el consentimiento de los pueblos
consultados.
b. La consulta previa, en estricto, debe efectuarse en una etapa posterior a la primera votación del texto
legal (dictamen) por el Pleno; momento donde ya se vislumbra una medida legislativa concreta que, en
observancia del derecho a la consulta previa, procederá a ser ratificada antes de la segunda votación
obligatoria.
c. Luego de la primera votación del Pleno, el artículo 78° del Reglamento del Congreso de la República
establece un plazo de 7 días como mínimo para que la segunda votación se lleve a cabo. Dicho plazo deberá
ser flexible atendiendo a las características propias de los procesos de consulta que deberán llevarse a cabo en
ese periodo.
d. Dado que la realización de las consultas a que haya lugar efectuar generarían un gasto para el
Congreso de la República, es imperativo asignar una partida dentro del pliego presupuestal destinado para el
Parlamento en la Ley General del Presupuesto Público. Dicha partida debe servir para llevar a cabo los
procesos de consulta, sin importar cuál sea el órgano del Congreso encargado de llevarlos a cabo.
e. Una vez realizada la consulta previa y firmada el acta de acuerdos, entre los representantes de los
pueblos afectados y el Congreso de la República, éste debe garantizar el cumplimiento de dichos acuerdos.
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JURISPRUDENCIA EXTRANJERA
Corte IDH. Caso Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni Vs. Nicaragua. Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 31 de agosto de 2001. Serie C No. 79.
Corte IDH. Caso del Pueblo Saramaka. Vs. Surinam. Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 28 de noviembre de 2007. Serie C
No. 172.
Corte IDH. Caso Comunidad Indígena Xákmok Kásek. Vs. Paraguay. Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de agosto de 2010 Serie C No. 214.
I. INTROITO
La Convención Americana sobre Derechos Humanos, conocida como Pacto de San José, es
un tratado que vio la luz el 22 de noviembre de 1969, sin embargo el Perú se hizo parte de ella
con su ratificación de 7 de diciembre 1978, esto es, desde esa fecha el Estado peruano está
obligado a respetar y garantizar el contenido de la Convención Americana.
Bajo esas premisas, el control de convencionalidad es aquel mecanismo que busca afirmar la
vigencia real de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Así, se le exige al poder
público, del Estado Parte de la CADH, que cuando encuentre una colisión entre una norma
interna y la Convención, debe preferir a esta última inaplicando la norma interna
inconvencional.
ARELLANO
Fue el juez Sergio García Ramírez quien usó por primera vez la expresión control de
convencionalidad al interior de la Corte IDH. Aunque es de destacar que lo hizo en relación con el
principio de unidad del Estado, y no como la concepción que se tiene ahora de este
mecanismo.
Efectivamente, fue en su voto razonando recaído en el Caso Myrna Mack Chang vs. Guatemala
(2003) que el juez mexicano señaló:
“… No es posible seccionar internacionalmente al Estado, obligar ante la Corte sólo a uno o algunos de sus órganos,
entregar a éstos la representación del Estado en el juicio… y sustraer a otros de este régimen convencional de
responsabilidad, dejando sus actuaciones fuera del “CONTROL DE CONVENCIONALIDAD” que trae
consigo la jurisdicción de la Corte internacional”1.
Como advertimos, la posición del juez García Ramírez no era entender el control de
convencionalidad como exigir un control de inaplicación de normas y prácticas contrarias a la
Convención Americana, sino más bien hace referencia a que el Estado en el proceso ante la
Corte Interamericana es un todo, no puede ser diseccionado en sus poderes o estamentos, y
por ello la responsabilidad la asume cuando algún órgano o poder público viola derechos del
Pacto de San José.
ARELLANO
En el Caso Almonacid Arellano y otros (2006) la Corte IDH estableció por vez primera el
control de convencionalidad en los siguientes términos:
“[la] obligación legislativa del artículo 2 de la Convención tiene también la finalidad de facilitar la función del
Poder Judicial de tal forma que el aplicador de la ley tenga una opción clara de cómo resolver un caso particular.
Sin embargo, cuando el Legislativo falla en su tarea de suprimir y/o no adoptar leyes contrarias a la Convención
Americana, el Judicial permanece vinculado al deber de garantía establecido en el artículo 1.1 de la misma y,
consecuentemente, debe abstenerse de aplicar cualquier normativa contraria a ella”2.
1 Corte IDH. Caso Myrna Mack Chang Vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 25 de noviembre
de 2003. Serie C No. 101, párr. 27.
2 Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
“La Corte es consciente que los jueces y tribunales internos están sujetos al imperio de la ley y, por ello, están
obligados a aplicar las disposiciones vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha ratificado un
tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces, como parte del aparato del Estado, también
están sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean
mermadas por la aplicación de leyes contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio carecen de efectos jurídicos.
En otras palabras, el Poder Judicial debe ejercer una especie de “control de convencionalidad” entre las normas
jurídicas internas que aplican en los casos concretos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En
esta tarea, el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del
mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana”3.
Luego, meses después, en el Caso Trabajadores Cesados del Congreso –Aguado Alfaro y otros-
(2006) la Corte reiteró el criterio del caso Almonacid Arellano agregándole la característica ex
ofifcio a este tipo de control judicial.
“Cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces
también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque el efecto útil de la Convención no se vea
mermado o anulado por la aplicación de leyes contrarias a sus disposiciones, objeto y fin. En otras palabras,
los órganos del Poder Judicial deben ejercer no sólo un control de constitucionalidad, sino también “de
convencionalidad” ex officio entre las normas internas y la Convención Americana, evidentemente en el
marco de sus respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes. Esta función no debe
quedar limitada exclusivamente por las manifestaciones o actos de los accionantes en cada caso concreto,
3 Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile, supra nota 2, párr. 124.
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El control de convencionalidad en la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos 104
Benji Espinoza Ramos
aunque tampoco implica que ese control deba ejercerse siempre, sin considerar otros presupuestos formales y
materiales de admisibilidad y procedencia de ese tipo de acciones”4.
En el caso concreto un artículo de una ley impedía impugnar –a través de los procesos de
amparo- la evaluación y el cese de los trabajadores del Congreso. La Corte consideró que los
jueces debían inaplicar dicha disposición en aras de garantizar el contenido de la Convención
Americana. Por ello, la Corte IDH declaró la violación de los artículos 8 y 25.
“El análisis del CJCP no debería haberse limitado a evaluar si la LDCP era inconstitucional. Más bien,
la cuestión debería haber girado en torno a si la ley también era “convencional”. Es decir, los tribunales de
Barbados, incluso el CJCP y ahora la Corte de Justicia del Caribe, deben también decidir si la ley de
Barbados restringe o viola los derechos reconocidos en la Convención. En este sentido, la Corte ha afirmado,
en otras ocasiones, que el Poder Judicial debe ejercer una especie de “control de convencionalidad” entre las
normas jurídicas internas […] y la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En esta tarea, el
Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha
hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana”6.
4 Corte IDH. Caso Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) Vs. Perú. Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de Noviembre de 2006. Serie C No. 158, párr. 128.
5 Corte IDH. Caso La Cantuta Vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 29 de noviembre de 2006. Serie C
Por lo tanto, la Corte concluyó que, “en tanto que el artículo 26 de la Constitución de
Barbados impide el escrutinio judicial sobre el artículo 2 de la Ley de Delitos contra la Persona,
que a su vez es violatoria del derecho a no ser privado, arbitrariamente, de la vida, la Corte
considera que el Estado no ha cumplido con el deber establecido en el artículo 2 de la
Convención en relación con los artículos 1.1, 4.1, 4.2 y 25.1 de dicho instrumento”7.
En el Caso Heliodoro Portugal (2008) dentro del marco del análisis de la compatibilidad de la
tipificación del delito de desaparición forzada con el Derecho Internacional y por tanto del
artículo 2 de la CADH, el Tribunal sostuvo:
“Precisamente, respecto a la adopción de dichas medidas, es importante destacar que la defensa u observancia
de los derechos humanos a la luz de los compromisos internacionales en cuanto a la labor de los operadores
de justicia, debe realizarse a través de lo que se denomina “control de convencionalidad”, según el cual cada
juzgador debe velar por el efecto útil de los instrumentos internacionales, de manera que no quede mermado o
anulado por la aplicación de normas o prácticas internas contrarias al objeto y fin del instrumento
internacional o del estándar internacional de protección de los derechos humanos8”.
Sin embargo, el control de convencionalidad en este caso no fue determinante para declarar
la violación de alguna disposición convencional.
Finalmente, en el caso Manuel Cepeda Vargas (2010) el tribunal hace referencia al control de
convencionalidad sin especificar su aplicación. Se limita a señalar que la Corte Constitucional
de Colombia declaró la violación del derecho a la honra de Iván Cepeda y sus familiares por un
mensaje publicitario dentro de la campaña de reelección de Álvaro Uribe y que en esos
términos la Corte declara la violación del artículo 11.
“Este Tribunal ha analizado la referida sentencia de la Corte Constitucional, en el sentido que declaró la
violación del derecho a la honra y la dignidad del señor Iván Cepeda Castro y sus familiares por el
mencionado mensaje publicitario, y que además dispuso reparaciones pertinentes a nivel interno. En esos
términos10, la Corte declara la violación correspondiente”11.
IV. CONCLUSIONES
9 Cp. Corte IDH. Caso Radilla Pacheco Vs. México. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 23 de noviembre de 2009. Serie C No. 209, párr. 339.
10 En lo relevante respecto del “control de convencionalidad”, Cp. Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile, párrs.
124 y 125; y Caso Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) Vs. Perú, párr. 128.
11 Corte IDH. Caso Manuel Cepeda Vargas Vs. Colombia. Excepciones Preliminares, Fondo y Reparaciones.
BIBLIOGRAFÍA
Corte IDH. Caso Myrna Mack Chang Vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 25 de noviembre de 2003. Serie C No. 101
Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile. Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2006. Serie C
No. 154.
Corte IDH. Caso Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) Vs. Perú.
Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de
Noviembre de 2006. Serie C No. 158.
Corte IDH. Caso La Cantuta Vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de
29 de noviembre de 2006. Serie C No. 162.
Corte IDH. Caso Boyce y otros Vs. Barbados. Excepción Preliminar, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 20 de noviembre de 2007. Serie C No. 169.
Corte IDH. Caso Radilla Pacheco Vs. México. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 23 de noviembre de 2009. Serie C No. 209.
Corte IDH. Caso Manuel Cepeda Vargas Vs. Colombia. Excepciones Preliminares,
Fondo y Reparaciones. Sentencia de 26 de mayo de 2010. Serie C No. 213.
Corte IDH. Caso Trabajadores Cesados del Congreso Vs. Perú. Solicitud de Interpretación de la sentencia de
Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 30 de noviembre de 2007. Serie C No.
174. Voto disidente del juez A.A. Cançado Trindade, párr. 10.
1 Cp. GOZAÍNI, Osvaldo. “Sobre sentencias constitucionales y la extensión erga omnes”. Revista Iberoamericana de
No obstante, los Estados que han ratificado la Convención Americana sobre Derechos
Humanos deben cumplir con las obligaciones que emanan del artículo 1.1°, respeto y garantía
de los derechos y libertades convencionales sin discriminación; y 2°, que en su vertiente
positiva, obliga a los Estados a dictar nuevas normas y suprimir normas o prácticas
incompatibles a la Convención Americana2, y que, en su vertiente negativa, prohíbe a los
Estados dictar leyes contrarias a la Convención3.
Estas obligaciones –adquiridas, una vez que los Estados se someten a la competencia
contenciosa de la Corte IDH– generan dos deberes prima facie, esto es, que los jueces y
órganos vinculados a la administración de justicia deben exhibir la supremacía y respeto de los
derechos humanos, aplicando el principio pro persona4 en sus decisiones y, lo que a partir del
año 2006 la Corte IDH ha denominado una especie de control de convencionalidad5.
2 Cp. Corte IDH. Caso Castillo Petruzzi y otros Vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 30 de mayo de
1999. Serie C No. 52, párr. 207; Caso Baena Ricardo y otros Vs. Panamá. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de
2 de febrero de 2001. Serie C No. 72, párr. 180. En el mismo sentido, sobre un caso concreto de violación del
derecho a la libertad personal, Cp. Corte IDH. Caso Suárez Rosero Vs. Ecuador. Fondo. Sentencia del 12 de
noviembre de 1997. Serie C No. 35, párr. 99.
3 Cp. Corte IDH. Responsabilidad internacional por expedición y aplicación de leyes violatorias de la Convención (arts.1 y 2
Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-14/94 del 9 de diciembre de 1994. Serie A
No. 14, párr. 50.
4 Cp. Corte IDH. La colegiación obligatoria de periodistas (arts. 13 y 29 Convención Americana sobre Derechos Humanos).
Opinión Consultiva OC-5/85 del 13 de noviembre de 1985. Serie A No. 5, párr. 52.
5 Cp. Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
entered into force january 27, 1980. Viena, 1969, articulo 26° y 27°.
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El control difuso de convencionalidad: una tarea antigua, un hábito nuevo 111
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cual los Estados deben cumplir de buena fe y no utilizar el derecho interno para incumplir la
Convención Americana.
Sin embargo, la Corte IDH ha ido puliendo la forma de esta tarea a través de su
jurisprudencia, respondiendo a la pregunta quién debe aplicarlo, descrito en el párrafo cinco.
Empero la pregunta cómo debe aplicarse el control de convencionalidad respecto a los fallos
que emite la Corte IDH interpretando la Convención ha sido poco explorada, lo cual es
precisamente el objeto de este artículo, por lo que se buscará darle posibles respuestas a partir
del análisis del autor.
En ese sentido, cabe responder dos interrogantes: a) Cuál es el grado de obligatoriedad del
estándar jurisprudencial, en ejercicio del control de convencionalidad, para los Estados parte a
diferencia del Estado sentenciado; y, b) si los Estados parte podrían inobservar criterios de un
fallo de la Corte IDH en virtud de la doctrina del margen de apreciación.
8Cp. QUINCHE, Manuel. “El control de convencionalidad y el sistema colombiano”. Revista Iberoamericana de
Derecho Procesal Constitucional. México D.F., 2009, número 12, pág. 168.
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Por ejemplo, en el caso Karen Atala vs. Chile, llama la atención como la Corte
Interamericana realiza una especie de jerarquización del estándar de interpretación del caso en
concreto, al ubicar al control de convencionalidad como una garantía de no repetición: En
conclusión, con base en el control de convencionalidad, es necesario que las interpretaciones judiciales y
administrativas y las garantías judiciales se apliquen adecuándose a los principios establecidos en la
jurisprudencia de este Tribunal en el presente caso. Ello es de particular relevancia en relación con lo señalado en
el presente caso respecto a la proscripción de la discriminación por la orientación sexual de la persona de acuerdo
a lo estipulado en el artículo 1.1° de la Convención Americana9.
Por lo tanto, como primera regla, podemos observar que en los casos en que la Corte IDH
realice una interpretación evolutiva, es decir, considerar a la Convención Americana como un
instrumento vivo que debe adaptarse a los diversos cambios sociales, la evolución de los
tiempos y las necesidades sociales10, los criterios interpretativos, establecidos por la Corte
Interamericana, se deben aplicar obligatoriamente por todos los Estados que se encuentren
sometidos bajo su competencia contenciosa.
En relación, a la segunda pregunta, con las interpretaciones emitidas en los diversos casos
respecto a las realidades y contextos particulares de los Estados responsables, como segunda
9 Corte IDH. Caso Atala Riffo y niñas Vs. Chile, supra nota 6, párr. 284.
10 Cp. Corte IDH. Caso Artavia Murillo y otros ("Fecundación In Vitro") Vs. Costa Rica. Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 28 noviembre de 2012. Serie C No. 257, párr. 173; El derecho a la
información sobre la asistencia consular en el marco de las garantías del debido proceso legal. Opinión Consultiva OC-16/99 de
1 de octubre de 1999. Serie A No. 16, párr. 114, e Interpretación de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre en el marco del artículo 64 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Opinión Consultiva OC-10/89 de
14 de julio de 1989. Serie A No. 10, párr. 43.
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regla, los demás Estados del Sistema Interamericano en aplicación de la doctrina del margen
de apreciación –restringir un derecho convencional sin violarlo– no estarían obligados a que
dicha interpretación les sea aplicada, como ocurre, por ejemplo, con requisitos para otorgar la
nacionalidad en un Estado11.
Al explicar este fenómeno, del control de convencionalidad, comparto la postura del Juez
Cançado Trindade, al establecer que el nuevo reto es: La constitucionalización del derecho
internacional, es decir, constituciones internacionales aceptando que los Tratados de derechos
humanos tienen una dimensión constitucional. Diferenciándola de la "internacionalización" del
Derecho Constitucional, esto es, una pugna porque las normas internacionales tengan una
jerarquía especifica dentro de los Estados.
Finalmente es menester señalar que los máximos Tribunales, de los Estados Parte, se
encuentran aplicando el control de convencionalidad como lo explica la Corte IDH en el caso
Karen Atala12, a pesar de ello falta una mayor capacitación para que los jueces ordinarios y los
órganos vinculados a la administración de justicia realicen un eficiente control de
convencionalidad.
BIBLIOGRAFÍA
11 Cp. Corte IDH. Propuesta de modificación a la Constitución Política de Costa Rica relacionada con la naturalización.
Opinión Consultiva OC-4/84 de 19 de enero de 1984. Serie A No. 4, párr. 62.
12 Cp. Corte IDH, Caso Atala Riffo y niñas Vs. Chile, supra nota 6, párr. 283.
DE DERECHOS HUMANOS
Corte IDH. Caso Suárez Rosero Vs. Ecuador. Fondo. Sentencia del 12 de
noviembre de 1997. Serie C No. 35.
Corte IDH. Caso Castillo Petruzzi y otros Vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia del 30 de mayo de 1999. Serie C No. 52.
Corte IDH. Caso Baena Ricardo y otros Vs. Panamá. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 2 de febrero de 2001. Serie C No. 72.
Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile. Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2006. Serie C
No. 154.
Corte IDH. Caso Atala Riffo y niñas Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 24 de febrero de 2012. Serie C No. 239.
Corte IDH. Caso Artavia Murillo y otros ("Fecundación In Vitro") Vs. Costa Rica.
Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 28
noviembre de 2012. Serie C No. 257.
FINALES.
I. INTRODUCCIÓN
Suena la alarma, ¡Despiertas! te diriges a los servicios para asearte, vas a la cocina por un
café, los días transcurren por lo general así ¿qué pasaría si en nuestra rutina diaria no
tuviéramos agua potable suficiente para cubrir nuestras necesidades o si al menos supiéramos
que al tomar una taza de café gastamos aproximadamente 140 litros de agua (todo el proceso)?
Qué ha sucedido en este proceso casi automatizado del ser humano que no se tiene en
consideración el hecho de tener agua potable y un servicio de saneamiento adecuado; se
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El derecho al agua bajo análisis: distintos enfoques sobre un tema que nos compete a todos 117
Aura Arbulú Vásquez
desconoce que más de 884 millones de personas en el mundo, no pueden acceder a este
recurso de manera segura y que cerca de 2600 millones de personas carecen de un saneamiento
básico, de acuerdo a datos brindados por Naciones Unidas1, estos datos pueden parecer
devastadores sobre la crisis humanitaria existente en la actualidad y sin embargo, todavía parece
que no se prestara atención al desarrollo de este derecho y no hemos caído en la cuenta de los
números que mencioné, o tal vez es necesario verlo desde otro punto de vista: “si la cantidad
total de agua en el mundo estuviera representada por el contenido de una piscina olímpica
(3.000 m3), un cubo de los... [Que] los niños [usan] para jugar con la arena, de unos 2,4 litros,
representaría el agua dulce. Esta es el agua de los ríos, lagos y acuíferos que son accesibles al
hombre”2 y de esa pequeña proporción restar los números arriba mencionados, la situación
parece increíble, pero es cierta.
El problema del derecho humano al agua es un problema complejo, sobre todo por el
hecho de poder disponer de manera universal del recurso, teniendo en consideración lo
señalado por Naciones Unidas respecto a que esta disposición sea “suficiente, salubre,
aceptable, accesible y asequible para el uso personal y doméstico”3 lo que está íntimamente
ligado a derechos como salud, alimentación, vivienda, al desarrollo, entre otros, sin embargo
este no es el único obstáculo, el tema de la escasez o del recurso es fundamental abordarlo y
brindar una solución al mismo.
1 Cp. OMS Y UNICEF. “Progresos en materia de saneamiento y agua. Informe de actualización 2010” Francia.
2010.
2 GARCÍA-CALVO, Eloy. “El agua: claves para el uso sostenible”. En: RODRÍGUEZ-JIMÉNEZ, Juan
(compilador). Hacia un uso sostenible de los recursos naturales. Sevilla: Universidad Internacional de Andalucía, p. 38.
3 CDESC. Observación General N° 15. Derecho al agua. U.N. Doc. E/C.12/2002/11 (2003).
soluciones aplicadas en otras partes del mundo que podrían ser totalmente válidas aquí en
Perú, en cuanto acceso al agua potable.
Si tuviera que mencionar dónde comenzó toda la elaboración interestatal con respecto al
agua potable, tendría que señalar que sin duda lo fue la Declaración de Mar de Plata en 1977, la
cual ha sido la única conferencia dedicada de manera exclusiva al problema del agua potable, la
que tuvo como misión adoptar políticas para el futuro desarrollo y utilización eficiente del
agua, para así poder evitar una crisis mundial del agua en las próximas décadas; asimismo que
tuvo entre otros de sus objetivos principales el crear conciencia de la situación de los recursos
hídricos en los países miembros, así como de una adecuada racionalización del recurso.4
Sin embargo, el instrumento que marcó un hito en cuanto a derecho al agua potable, sin
lugar a dudas, fue la Observación General N° 155, la cual hace un desarrollo de lo que
comprende el derecho al agua.
4 Cp. CASTILLO, Lilian. Los Foros del Agua: De Mar de Plata a Estambul 1977- 2009. Buenos Aires: Consejo
Argentino para las Relaciones Internacionales. 2009.
5 CDESC. Observación General N° 15, supra nota 3.
6 Capítulo III, Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Artículo 26. Desarrollo Progresivo. Los Estados
partes se comprometen a adoptar providencias, tanto a nivel interno como mediante la cooperación internacional,
especialmente económica y técnica, para lograr progresivamente la plena efectividad de los derechos que se
derivan de las normas económicas, sociales y sobre educación, ciencia y cultura.
7 Cp. Corte IDH. Caso Castañeda Gutman Vs. Estados Unidos Mexicanos. Resolución del Presidente de la Corte
La obligación de proteger, comprende en opinión del Comité, que el Estado proteja a las
personas del ejercicio del derecho al agua de terceros, es decir, que los terceros no realicen
acciones con el fin de desabastecer a la población; por ejemplo, si una empresa de extracción
corta el abastecimiento de agua potable a determinada comunidad, con el fin de hostigarlos y
que éstos abandonen la propiedad, el Estado tiene la obligación de proteger a la comunidad.
La disponibilidad está referida a que el abastecimiento de agua por persona debe ser
continua y suficiente para los usos personales y domésticos, es importante resaltar que hasta
8 Cp. Corte IDH. Caso Acevedo Buendía y Otros (Cesantes y Jubilados de la Contraloría) Vs. Perú. Excepción Preliminar,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de julio de 2009. Serie C No. 198.
9 CDESC. Observación General N° 15, supra nota 3, párr. 20.
10 CDESC. Observación General N° 15, supra nota 3, párr. 12.
La calidad del agua ha de ser salubre, es decir sin sustancias químicas o materiales
radioactivos; sobre este punto la Organización Mundial de la Salud, tiene un fuerte desarrollo a
través de sus guías, constituyendo una muy importante la del “Manual para el desarrollo de
planes de seguridad del agua: metodología pormenorizada de gestión de riesgos para
proveedores de agua de consumo”, en esta, se recomienda a los proveedores de agua elaborar y
ejecutar planes de seguridad del agua (PSA), para así gestionar los riesgos de manera ordenada.
Esta guía ha sido un éxito, debido a la gran acogida que ha tenido en los Estados, utilizando lo
ahí sostenido, pero sobretodo porque ha permitido a raíz de casos prácticos, dar soluciones a
problemas de sistemas de gestión de riesgos de agua potable.
Por último, la accesibilidad implica que “el agua y las instalaciones y servicios de agua deben
ser accesibles para todos, sin discriminación alguna, dentro de la jurisdicción del Estado
Parte”11, esta última característica implica cuatro dimensiones; accesibilidad física, accesibilidad
económica, no discriminación y acceso a la información.
De estas cuatro dimensiones, cabe resaltar que los servicios de agua potable deben ser
accesibles a las personas, la OMS ha sostenido que si la fuente se encuentra a más de un km o
si no se percibe al menos 50 litros a más, el nivel de acceso no es bueno, ni óptimo; así
también, los costos de los servicios deben ser accesibles de acuerdo a la situación
socioeconómica de los que utilizan el servicio, no debe existir ningún tipo de diferencia en el
servicio entre los que reciben a menos que esta sea proporcional y razonable, finalmente si las
personas desean acceder a información sobre el ejercicio del derecho, tienen que tener las
herramientas para conocer sobre este ejercicio, aseguradas por los Estados Miembros.
La Observación general 15, además menciona que la protección al derecho al agua potable,
debe tener una mayor incidencia en aquellas poblaciones que históricamente han tenido
11 Ibídem.
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El derecho al agua bajo análisis: distintos enfoques sobre un tema que nos compete a todos 121
Aura Arbulú Vásquez
dificultades para ejercerla como son los grupos vulnerables, por lo tanto los Estados deben
adoptar medidas para que : no se excluya a las mujeres, se menciona a las mujeres porque sobre
estas recae en zonas vulnerables la labor de acopio y gestión del agua potable; no se perjudique
a los niños y niñas que acuden a sus instituciones educativas, el Estado debe garantizar el
servicio de agua potable en centros de enseñanza; no se excluya de agua de calidad a las zonas
rurales y menos favorecidas; no se perjudique la propiedad de los Pueblos Indígenas
considerando ríos y lagos; no dejen de proteger a los refugiados, desplazados internos,
procurando otorgar el recurso en las mejores condiciones posibles así se esté en campamentos;
no se excluya a los presos, las personas con discapacidad, personas de edad y tampoco a
víctimas de desastres naturales.
La Corte IDH, ha tratado el tema del derecho al agua en relación con otros derechos, como
vida digna, propiedad, medio ambiente, debido a que no se encuentra expresamente recogido
en la Convención Interamericana.
De esta manera, mencionaré 3 casos, en los cuales la Corte hace un desarrollo mínimo
sobre el derecho, pero importante.
En primer lugar, cabe resaltar que la Corte ha tratado el tema del derecho al agua, por lo
general en casos donde existen pueblos indígenas involucrados, cumpliendo así lo estipulado
líneas arriba por la Observación General 15.
14 ONU. Derecho Humano al Agua y al Saneamiento. AG/R/64/ 292. Nueva York. 28 de julio de 2010.
15 ONU. Año Internacional de la Cooperación en la Esfera del agua. AG/R/65/154. 20 diciembre de 2010.
16 Corte IDH. Caso Comunidad Indígena Yakye Axa Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 17 de
encontramos ante madres lactantes o personas con alguna enfermedad; con respecto al
segundo criterio, la Corte ha sostenido que la calidad del agua debe tener un nivel tolerable de
riesgo, y que esta calidad, debe ser garantizada por el Estado, debido a que si un caso similar
llegara ante la Corte, este tendría que probar que la calidad del agua es aceptable18.
El segundo caso, de un pueblo indígena, el caso del Pueblo Indígena Kichwa de Sarayaku
Vs Ecuador; en el cual el Estado otorgó un permiso de exploración y explotación a una
empresa petrolera sobre territorio ancestral del PPII sin antes haberles consultado, creando así
una situación de riesgo para el pueblo.
La Corte, con respecto al derecho al agua, realiza un breve análisis teniendo en cuenta la
importancia del agua dentro del derecho a la propiedad colectiva, pero específicamente dentro
del derecho a la identidad cultural como pueblo debido a que la empresa privada había
destruido fuentes de agua importantes para el pueblo y sus costumbres19.
Como podemos observar el derecho al agua no solo como recurso natural, sino también
como servicio ha sido tratado, aunque todavía de manera mínima, por la Corte Interamericana,
sentando ciertas bases como calidad y suficiencia, y teniendo en cuenta la condición de
18 Ibídem.
19 Corte IDH. Caso Pueblo Indígena Kichwa de Sarayaku Vs. Ecuador. Fondo y Reparaciones. Sentencia de 27 de junio
de 2012. Serie C No. 245, párr. 219 y 220.
20 Corte IDH. Caso Raxcacó Reyes Vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 15 de septiembre de
Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, celebrado en Ginebra en 1995, y
aprobadas por el Consejo Económico y Social en sus resoluciones 663C (XXIV) de 31 de julio de 1957 y 2076
(LXVII) de 13 de mayo de 1977.
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El derecho al agua bajo análisis: distintos enfoques sobre un tema que nos compete a todos 124
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Sin embargo, tengo dos críticas a lo sostenido en la sentencia del TC, una referida a lo
señalado en el TC en la sentencia, sobre que no existía un marco claro internacional sobre el
derecho humano al agua y la segunda, referida al poco desarrollo jurisprudencial del derecho
estableciendo sólo una obligación positiva al Estado Peruano.
Pero, vayamos por partes; la sentencia 6534-2006 PA, fue un amparo presentado por un
ciudadano peruano que residía en un edificio; refería el ciudadano que SEDAPAL había
cortado el suministro de agua en su departamento a pesar de él estar al día con sus pagos; esto
se realizó por una cláusula contenida en el contrato de suministro entre la empresa y los
propietarios de los edificios, la cual estipulaba que si más del 25 % de propietarios debían 2 o
más meses de agua, todo el suministro sería cortado en el edificio.
Pues bien, de esta manera el TC comenzó a analizar las supuestas violaciones al derecho a la
salud, libertad contractual, entre otros, siendo el más importante en el caso en concreto, el
análisis de si existía un derecho fundamental al agua, como derecho autónomo, es decir no
dependiente de otros derechos.
No obstante el TC con esta sentencia, reconoce la autonomía del derecho al agua, algo
trascendental, resaltando que el agua potable “constituye un elemento indispensable para la
salud y la vida de las personas”24. Asimismo establece que el derecho al agua es de naturaleza
prestacional o positiva, ¿qué quería decir con esto? Que el Estado se encuentra obligado a
realizar ciertas acciones positivas para de esta manera garantizar el derecho, así, menciona 3
factores que coadyuven a la realización efectiva del derecho. Primero menciona al acceso,
entendido como la manera mediante la cual el Estado acerca a la población al recurso; como
segundo punto menciona a la calidad, entendida como la obligación de garantizar la salubridad
el recurso y además de mantener en óptimas condiciones los servicios mediante los cuales se
transporta el líquido elemento; finalmente menciona a la suficiencia, entendida como la
racionalización del recurso a las personas en cantidades adecuadas y que al menos suplan los
usos personales y domésticos. Esta parte de la sentencia me parece importante debido a la
autonomía que se le brinda al derecho al agua, incluso sosteniendo el TC que de este derecho
se desprenden otros, por lo que es un derecho básico y necesario; sin embargo, cuando
comienza a desarrollar el tema de calidad, acceso y suficiencia me parece importante que se
establezcan parámetros mínimos de protección; así, si se realiza una comparación con la
Sentencia T40/2011, en primer lugar notamos que el Estado no solo tiene una obligación
positiva o de garantía, llamado a realizar acciones de hacer; sino también una obligación
negativa o de respeto, es decir de abstención de algunas conductas; así como una obligación de
cumplir, reformulando nuestro ordenamiento jurídico e incluyendo el derecho al agua y
desarrollando un plan para la gestión de la misma, por ejemplo.
Asimismo, la CCC, establece ciertos parámetros con respecto a los 3 factores que
coadyuvan a las obligaciones de los Estados, así con respecto a la disponibilidad, toma en
consideración los litros por persona necesarios que sugiere la OMS y estable 50 litros por
persona en condición de vulnerabilidad25; con respecto a la accesibilidad, la Corte sostuvo que
el Estado cumple sus obligaciones cuando esta está garantizada en un nivel intermedio u
óptimo, es decir cuando existe un suministro de agua en el inmueble a través de al menos un
grifo26; finalmente, con respecto al último factor establecen que “La calidad del agua apta para
consumo humano implica la existencia de unas condiciones físico-químicas y bacteriológicas
que aseguren su potabilidad, esto garantiza que el agua que se va a consumir tiene el
tratamiento y desinfección necesarios para el consumo humano, así como el control de los
parámetros microbiológicos del agua, tanto de la distribuida por medio del servicio de
acueducto como la de las fuentes superficiales y subterráneas”27
Esta última parte no tiene que ver al agua como un derecho humano, sino más bien “La
escasez de agua se define como el punto en el que, el impacto agregado de todos los usuarios,
bajo determinado orden institucional, afecta al suministro o a la calidad del agua, de forma que
la demanda de todos los sectores, incluido el medioambiental, no puede ser completamente
satisfecha. La escasez de agua es pues un concepto relativo y puede darse bajo cualquier nivel
de oferta o demanda de recursos hídricos. La escasez puede ser una construcción social
(producto de la opulencia, las expectativas y unas costumbres arraigadas) o consecuencia de la
variación en los patrones de la oferta, derivados, por ejemplo, del cambio climático.”
La escasez del agua potable es una realidad, de acuerdo a datos estadísticos de Naciones
Unidas 1200 millones de personas viven en zonas cercanas a la escasez física del agua y cerca
de 500 millones están cerca de alcanzar ese nivel. Por lo que es necesario brindar respuestas28.
26 Corte Constitucional de Colombia, supra nota 23, y BARTRAM, Howard. Domestic water quantity, service level and
health. Ginebra: Wordl Health Organization. 2003.
27 Corte Constitucional de Colombia, supra nota 23.
28 http://www.un.org/spanish/waterforlifedecade/scarcity.shtml
Es necesario tomar conciencia que no es solo un problema social, sino también económico,
por lo tanto mucho influyen la oferta y la demanda, además de las múltiples externalidades que
se pueden presentar y que afectarían una adecuada gestión, por ejemplo, el cambio climático, la
ubicación de los países, los recursos disponibles; el problema con estas externalidades es que
no se puede prever que tanto influenciarán sobre el recurso, por lo que es necesario establecer
parámetros claros para lograr un marco jurídico que permita cumplir con los objetivos.
Las Naciones Unidas brindan a partir del Objetivo de Desarrollo del Milenio sobre el
acceso a agua potable y saneamiento una pauta a seguir para la gestión de los Recursos
Hídricos, comenzando por (a) internalizar en los Estados Miembros los ODM como Objetivos
Nacionales; (b) después, se realiza un análisis de los recursos hídricos en el país; (c) luego, se
crean las políticas y estrategias hídricas de acuerdo a la situación encontrada; (d) a
continuación, se crea el Plan de Implementación de los Recursos Hídricos; (e) el siguiente
paso, es aplicar las acciones para la implementación del Plan; y (f) finalmente, el monitoreo y
evaluación del progreso de los Recursos Hídricos29.
A nivel de país, me parece importante resaltar la Ley de Gestión de Recursos Hídricos Ley
29938, promulgada en Marzo del 2009, la cual sienta en el Perú, las bases para un adecuado
manejo y administración del recurso y a su vez es un instrumento mediante el cual existe una
relación entre la Administración Pública y los Administrados para discutir sobre el tema; sin
29 Ibídem.
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El derecho al agua bajo análisis: distintos enfoques sobre un tema que nos compete a todos 129
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embargo, no debemos olvidar que la prioridad del recurso va destinado a satisfacer necesidades
personales y domésticas de acuerdo a todo lo arriba sostenido.
El derecho al agua como derecho autónomo no data más allá del 2006, por lo que es un
derecho en constante desarrollo en nuestro país, es importante que el Estado garantice este
derecho de manera progresiva, sobretodo porque su escasez está íntimamente ligada a la
pobreza, lo que trae como consecuencia daños en la salud de las personas sobre todo de
sectores vulnerables.
Se debe tener en consideración que el Estado debe prestar especial atención a los grupos
vulnerables, enfocando sus políticas y objetivos en lograr satisfacer en la mayor medida de lo
posible esta necesidad básica, debido a sus especiales condiciones.
Finalmente, hay algunos que se oponen a que este sea considerado un derecho fundamental
autónomo porque piensan que es innecesario, por lo que me gustaría preguntar ¿Qué harías sin
agua potable por más de 3 días? Si pensaste en la respuesta, es necesario que reflexiones que
hoy en día existen personas que no se hacen esa pregunta, sino que esa es su realidad.
BIBLIOGRAFÍA
BARTRAM, Howard. Domestic water quantity, service level and health. Ginebra:
Wordl Health Organization. 2003.
CASTILLO, Lilian. Los Foros del Agua: De Mar de Plata a Estambul 1977- 2009.
Buenos Aires: Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales. 2009.
OMS. Informe sobre la cantidad de agua domiciliaria, el nivel del servicio y la salud, y
ONU 2003. 1er Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos
Hídricos en el Mundo: Agua para todos, agua para la vida. París.
Corte IDH. Caso Comunidad Indígena Yakye Axa Vs. Paraguay. Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 17 de junio de 2005. Serie C No. 125.
Corte IDH. Caso Raxcacó Reyes Vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 15 de septiembre de 2005. Serie C No. 133.
Corte IDH. Caso Acevedo Buendía y Otros (Cesantes y Jubilados de la Contraloría) Vs.
Perú. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 1 de
julio de 2009. Serie C No. 198.
Corte IDH. Caso Comunidad Indígena Xákmok Kásek. Vs. Paraguay. Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de agosto de 2010 Serie C No. 214.
Corte IDH. Caso Pueblo Indígena Kichwa de Sarayaku Vs. Ecuador. Fondo y
Reparaciones. Sentencia de 27 de junio de 2012. Serie C No. 245.
RELEVANTES.-V. CONCLUSIONES.
I. INTRODUCCIÓN
Los derechos políticos, en general, cobran real importancia debido a que representan un
verdadero pilar para el desarrollo de la democracia. La Corte Interamericana ha resaltado que
los derechos políticos reconocidos en el artículo 23 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (“Convención Americana”) son derechos de importancia fundamental
debido a que se encuentran relacionados de manera muy estrecha con otros derechos
consagrados en la Convención Americana como, por ejemplo, la libertad de expresión, la
libertad de reunión y la libertad de asociación que, en conjunto, hacen posible el juego
democrático1.
AMERICANA
En ese sentido, la Convención Americana reconoce dos aspectos de los derechos políticos,
el primero, el sufragio activo, que se puede definir como el derecho individual de voto que
tiene cada ciudadano para participar en cualquiera de las votaciones públicas que se celebren2,
es decir, la posibilidad de poder elegir. Por otro lado, la otra cara de este derecho, el sufragio
pasivo, se define como el derecho a ser elegible para los cargos públicos, pero, dado que para
ser elegido primero hay que ser proclamado candidato, tal definición resultaría inexacta según
la apreciación de Manuel Aragón Reyes3 pues, en principio, podría darse la circunstancia de ser
perfectamente elegible por reunir los requisitos y no estar incurso en inelegibilidades y, sin
1 Cp. Corte IDH. Caso Castañeda Gutman Vs. Estados Unidos Mexicanos. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 6 de agosto de 2008. Serie C No. 184, párr. 140.
2 Cp. ARAGÓN, Manuel. “Derecho Electoral: Sufragio Activo y Pasivo”. En: NOHLEN, Dieter; ZOVATTO,
Daniel, OROZCO, Jesús y THOMPSON, José (comp.). Tratado de Derecho Electoral Comparado de América Latina.
Segunda Edición. Distrito Federal de México. Fondo de Cultura Económica. 2007, pp. 178 – 195.
3 Ibídem.
embargo, no poder ejercer el sufragio pasivo por no estar reconocido a los individuos, sino a
los partidos políticos, la facultad de presentar candidaturas, como de hecho ocurrió, por
ejemplo, en el caso de Jorge Castañeda Gutman contra México que falló la Corte
Interamericana en el año 2008. Por ello, aplicando una definición más completa, se puede
concluir que el sufragio pasivo es el derecho individual a ser elegible y a presentarse como
candidato en las elecciones para cargos públicos.
AMERICANA
4 Cp. Corte IDH. Caso Manuel Cepeda Vargas Vs. Colombia. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 26 de mayo de 2010. Serie C No. 213, párr. 172.
5 Cp. Corte IDH. Caso Yatama Vs. Nicaragua. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
propio cuerpo normativo de la Convención Americana reconoce en su artículo 23.2 que la ley
puede reglamentar el ejercicio de los derechos políticos “exclusivamente” por razones de edad,
nacionalidad, residencia, idioma, instrucción, capacidad civil o mental, o condena por juez
competente en proceso penal.
Cabe además precisar que la Corte Interamericana ha tenido oportunidad de enfatizar que
las limitaciones al ejercicio de los derechos políticos previstas por el artículo 23.2 no son
taxativas. De esa forma, entendiendo que el término "exclusivamente" podría ser interpretado
como una prohibición de otras restricciones no contempladas en ese inciso, la Corte
Interamericana en el caso Castañeda Gutman Vs. Estados Unidos Mexicanos sostuvo, al
evaluar la legitimidad de la negativa de las autoridades mexicanas de inscribir la candidatura
independiente del señor Jorge Castañeda Gutman, que no era posible aplicar al sistema
electoral sola y únicamente las limitaciones del párrafo 2 del artículo 23 de la Convención
Americana8, ampliando, con esta valoración, las posibles limitaciones a los derechos políticos
más allá que a las causas previstas por la propia Convención Americana.
Sin embargo, existen “límites a los límites” que puede imponer un estado para el ejercicio
de los derechos políticos, en primer lugar, encontramos que el artículo 29 (a) de la Convención
Americana prohíbe interpretar disposición alguna de dicho cuerpo normativo en el sentido de
“permitir a alguno de los Estados Partes, grupo o persona, suprimir el goce y ejercicio de los
8 Cp. DALLA, Alberto. “Los Derechos Políticos en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos”. Revista
Justicia Electoral. Distrito Federal de México, volumen 1, número 8. 2011, pp. 15 – 79.
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Las personas con discapacidad y el sufragio activo: reflexiones a partir de los estándares regionales e 138
internacionales de derechos humanos
Ricardo Bolaños Salazar
Este caso reviste importancia por dos motivos, primero porque fue el primer caso juzgado
por la Corte Interamericana respecto de Brasil que originó la primera condena de este estado
ante el Sistema Interamericano de Protección de Derechos Humanos y segundo porque ser el
primer caso sobre personas con discapacidad a nivel de Corte Interamericana. De tal manera,
al reconocer la situación de vulnerabilidad a que están sometidas las personas con discapacidad,
9 Corte IDH. La Expresión “Leyes” en el Artículo 30 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Opinión
Consultiva OC-6/86 del 9 de mayo e 1986.
10 Corte IDH. Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil. Sentencia de 4 de julio de 2006. Serie C No. 149.
Dentro del análisis de los derechos de las personas con discapacidad, la Corte
Interamericana enfatizó, entre otras cosas, el derecho de acceso a una atención médica eficaz y
de calidad que se adecue a su situación concreta; el respeto por su autonomía personal, y los
derechos a la integridad y vida que imponen una mayor diligencia estatal cuando se trata de
personas con discapacidad, por ser, como ya se explicó, un grupo que merece especial
protección.
En cuanto a los deberes estatales, la Corte Interamericana, no solo se limitó a indicar que
los estados deben garantizar y respetar los derechos y libertades fundamentales de las personas
con discapacidad, sino que también planteó una obligación de “prevención de las
discapacidades”. Conjuntamente, precisó que los estados tienen el deber de cuidar a las
personas con discapacidad, de regular y fiscalizar a las instituciones públicas o privadas que
11 Cp. MARÍA, Cássia y Ludmila CERQUEIRA. “Caso Damião Ximenes Lopes: Cambios y Desafíos después de
la Primera Condena de Brasil por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos”. Revista Internacional de
Derechos Humanos. São Paulo, volumen 8, número 15. 2011, pp. 93 – 115.
12 Convención Interamericana para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Personas
prestan servicios de salud para personas con discapacidad y el deber de investigar las
afectaciones y/o lesiones a los derechos de este grupo en situación de vulnerabilidad.
Seis años después de aquella sentencia, en el caso Furlam y familiares Vs. Argentina13, la Corte
Interamericana remarcó la especial protección que deben brindar de manera imperativa los
estados a las personas con discapacidad, sin embargo, lo resaltante de este fallo es que se
dieron alcances respecto del derecho a ser oído en juicio de las personas con discapacidad, en
específico los niños. Así, basándose en la Observación General N° 9 del Comité de los
Derechos del Niño14 y en la Convención sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad15, la Corte Interamericana determinó que es fundamental que los niños con
discapacidad sean escuchados en todos los procedimientos que los afecten y que sus opiniones
se respeten de acuerdo con su capacidad en evolución y que los estados deben velar por el
desempeño de las funciones efectivas de las personas con discapacidad como participantes
directos o indirectos en los juicios, incluida su declaración como testigos, en todos los
procedimientos judiciales.
13 Corte IDH. Caso Furlam y familiares Vs. Argentina. Sentencia de 31 de agosto de 2012. Serie C No. 246.
14 Comité de los Derechos del Niño. Observación General N° 9. Los Derechos de los Niños con Discapacidad (2006) U.N.
Doc. CRC/C/GC/9.
15 Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, aprobada en Nueva York el 13 de diciembre
junio de 2006.
16 CIDH. Informe N° 63/99, Víctor Rosario Congo contra Ecuador, 13 de abril de 1999.
Luego de haber explorado el panorama respecto a los derechos políticos en la región y los
estándares desarrollados por el Sistema Interamericano de Protección de Derechos Humanos
sobre las personas con discapacidad, corresponde analizar, en ese acápite, el derecho a voto de
las personas con discapacidad. Primero conoceremos el estado actual de la cuestión en el
Sistema Europeo de Protección de Derechos Humanos para luego hacer referencia a lo
plasmado por el Comité de los Derechos de las Personas con Discapacidad y finalmente se
expondrá de manera breve la perspectiva de la Corte Constitucional de Colombia en este tema.
En primer lugar, merece especial atención el fallo Alajoss Kiss Vs. Hungría17 resuelto por el
Tribunal Europeo que ocupada el caso de un ciudadano con depresión maníaca, la cual es
considerada un tipo de discapacidad mental, que luego de este diagnóstico en el 2005, se enteró
que por disposiciones legales internas de su país había sido omitido del censo electoral
efectuado con miras a las próximas elecciones generales en Hungría previstas para el 2006 y
por consiguiente no podría acudir a las urnas a hacer efectivo su derecho a voto.
17 TEDH. Caso Alajoss Kiss Vs. Hungría. Sentencia de 20 de mayo de 2010. Aplicación N° 38832/06.
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Las personas con discapacidad y el sufragio activo: reflexiones a partir de los estándares regionales e 142
internacionales de derechos humanos
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El Tribunal de Estrasburgo esbozó una interesante tesis sobre los derechos políticos y la
democracia, y trayendo como referencia los casos Hirst Vs. Reino Unido18 y Mathieu-Mohin y
Clerfayt Vs. Bélgica19 indicó que, pese a que los derechos políticos no son absolutos, se presume
que un estado democrático aboga por la inclusión y la expansión del derecho al sufragio activo.
Al analizar la medida restrictiva del derecho, el Tribunal Europeo consideró, que el fin
perseguido por el estado húngaro de permitir sufragar solo a los ciudadanos capaces de evaluar
consiente y responsablemente las consecuencias de sus decisiones era legítimo a la luz de los
estándares europeos en la materia. En cuando a si la medida fue proporcional o no, el Tribunal
Europeo verificó que en la legislación húngara no existía una distinción entre los parcialmente
incapaces y los que eran totalmente incapaces jurídicamente, ante ello sostuvo que aun
existiendo un margen de apreciación para que los estados regulen el ejercicio del derecho a
voto, esta regulación no debe restringir de manera excesiva el derecho y además, el estado
debió tomar en cuenta los diferentes grados de discapacidad que, mención aparte, ya habían
sido reconocidos en la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. A la
luz de estos hechos, el Tribunal Europeo declaró la responsabilidad internacional de Hungría
por haber limitado el ejercicio del derecho a voto de Alajoss Kiss sin llevar a cabo una
evaluación individualizada sobre su situación específica, de esta forma declaró que Hungría
debía modificar la legislación al respecto por considerar que esta no se adecuaba a los
estándares europeos ni universales en la materia.
No obstante, Hungría no modificó su legislación pese a que en el año 2012, el Comité sobre
los Derechos de las Personas con Discapacidad20 (“CDPD”) le solicitó información adicional
sobre las consecuencias jurídicas de la decisión del caso Alajoss Kiss Vs. Hungría y le requirió
indicar si después de esa sentencia se habían adoptado medidas para modificar la legislación
nacional. Incluso, como veremos a continuación, en un caso ante el CDPD en el 2013,
18 TEDH. Caso Hirst Vs. Reino Unido (no. 2). Sentencia 6 de octubre de 2005. Aplicación No. 74025/01.
19 TEDH. Caso Mathieu-Mohin y Clerfayt Vs. Bélgica. Sentencia de 2 de marzo de 1987. Aplicación N° 9267/81.
20 CDPD. Lista de cuestiones que deben observarse al examinar el informe inicial de Hungría (CRPD/C/HUN/1), en relación
Hungría siguió ignorando la decisión del Tribunal Europeo y la recomendación hecha por el
CDPD en el año 2012.
El caso en mención es Zsolt Bujdosó y otros cinco Vs. Hungría21 sobre seis personas con
discapacidad intelectual que se encontraban bajo tutela, algunos de ellos parcialmente y otros
de manera total, por decisión judicial. Por esta razón sus nombres fueron eliminados del
registro electoral en virtud del artículo 70, inciso 5 de la Constitución de Hungría, que establece
que las personas con discapacidad puestas bajo tutela total o parcial no pueden ejercer el
derecho a voto. En el año 2010 se llevaron a cabo las elecciones parlamentarias y las seis
personas en cuestión no pudieron hacer efectivo su derecho a voto, al igual que en las
elecciones municipales de ese mismo año.
El CDPD concluyó que en virtud del artículo 29 de la Convención sobre los Derechos de
las Personas con Discapacidad, los estados deben garantizar que las personas con discapacidad
tengan una participación plena y efectiva en la vida política de su país en igualdad de
condiciones que las demás personas. Haciendo referencia a las Observaciones Finales sobre
Túnez22, el CDPD determinó que los estados deben adoptar medidas legislativas urgentes para
garantizar que las personas con discapacidad que se encuentran bajo tutela o curatela ya sean
totales o parciales, puedan votar. Por estas consideraciones, el CDPD declaró que la medida
restrictiva no era legítima y tampoco era proporcional al objetivo de preservar la integridad del
sistema político de Hungría.
21 CDPD. Zsolt Bujdosó y otros cinco Vs. Hungría, Comunicación No. 4/2011, U.N. Doc. CRPD/C/10/D/4/2011
(2013).
22 CDPD. Observaciones Finales respecto de Túnez. U.N. Doc. CRPD/C/TUN/CO/1 (2011)
De esta manera, vemos cómo ha ido progresando el goce y ejercicio del derecho al voto de
las personas con discapacidad con estándares que desarrollan, o procuran desarrollar la garantía
de este derecho teniendo como norte el principio ius cogens de igualdad y no discriminación.
23Corte Constitucional de Colombia. Hermes Armando Cely Ocaña. Sentencia de 9 de junio de 2003. Expediente T-
473/03.
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Las personas con discapacidad y el sufragio activo: reflexiones a partir de los estándares regionales e 145
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V. CONCLUSIONES
Que duda cabe que uno de los retos más importantes para el Sistema Interamericano de
Protección de Derechos Humanos y en general para el Sistema Universal y las legislaciones
nacionales son la garantía y el respeto por el derecho al voto de las personas con discapacidad,
si bien, se han llevado a cabo numerosos esfuerzos por plasmar el goce de este derecho bajo el
principio effet utile, aún se perciben desigualdades, no solo respecto al derecho a voto, que
deben combatir los estados para lograr una sociedad más justa para las personas con
discapacidad.
Para finalizar, es preciso recordar lo señalado por Manuel Aragón Reyes en el sentido que,
“no basta con reconocer el carácter universal del sufragio para considerarlo democrático: ha de
ser también libre, igual, directo y secreto. El voto de los ciudadanos ha de valer igual, ha de
emitirse sin intermediarios y ha de ser la manifestación de una decisión libre”24.
BIBLIOGRAFÍA
24Cp. ARAGÓN, Manuel. 2007. “Derecho de Sufragio: Principio y Función”. En: NOHLEN, Dieter;
ZOVATTO, Daniel; OROZCO, Jesús y José THOMPSON (comp.), Óp. cit., pp. 162 – 173.
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Corte IDH. Caso Ximenes Lopes Vs. Brasil. Sentencia de 4 de julio de 2006. Serie
C No. 149.
Corte IDH. Caso Castañeda Gutman Vs. Estados Unidos Mexicanos. Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 6 de agosto de 2008.
Serie C No. 184.
Corte IDH. Caso Manuel Cepeda Vargas Vs. Colombia. Excepciones Preliminares,
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de mayo de 2010. Serie C No.
213.
TEDH. Caso Hirst Vs. Reino Unido (no. 2). Sentencia 6 de octubre de 2005.
Aplicación No. 74025/01.
INSTRUMENTOS INTERNACIONALES
Comité de los Derechos del Niño. Observación General N° 9. Los Derechos de los
Niños con Discapacidad (2006) U.N. Doc. CRC/C/GC/9.
CDPD. Lista de cuestiones que deben observarse al examinar el informe inicial de Hungría
(CRPD/C/HUN/1), en relación con los artículos 1 a 33 de la Convención (2012),
CRPD/C/HUN/Q/1.
CDPD. Zsolt Bujdosó y otros cinco Vs. Hungría, Comunicación No. 4/2011, U.N.
Doc. CRPD/C/10/D/4/2011 (2013).