Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Negar el proceso histórico y concebir las formas de organización del presente como
leyes naturales eternas que en el pasado quedaron simplemente imperfectas o no consiguieron
imponerse, quedándose con la mera “individualidad” de las épocas históricas y de sus
portadores sociales e individuales: eso termina con la negación del desarrollo histórico, es decir,
se pierde toda posibilidad de entender el origen de las formaciones sociales. Los objetos de la
historia se presentan como objetos de leyes naturales eternas e inmutables. La historia cristaliza
en un formalismo incapaz de concebir formulaciones histórico-sociales en su verdadera esencia.
Lúkacs plantea que una investigación histórica concreta significa, pues, lo siguiente:
referencia a la sociedad como un todo. Pues sólo en esa referencia aparece con todas sus
determinaciones esenciales la consciencia que en cada momento tiene de su existencia los
hombres. Al referir la consciencia al todo de la sociedad se descubren las ideas, los sentimientos,
etc., que tendrían los hombres en una determinada situación vital si fueran capaces de captar
completamente esa situación y los intereses resultantes de ella, tanto de la acción inmediata
cuanto respecto de la estructura de la entera sociedad, coherente con esos intereses, o sea: las
ideas, etc., adecuadas a su situación objetiva. En ese sentido, la consciencia de clase es la
reacción racionalmente adecuada que se atribuye de este modo a una determinada situación
típica en el proceso de la producción. Esta consciencia es pues, la actuación históricamente
significativa de la clase como totalidad y determinada en última instancia por esa consciencia, y
no por el pensamiento, etc., del individuo, y sólo puede reconocerse por esa consciencia. Así,
pues, la consciencia de clase es al mismo tiempo una inconsciencia, clasísticamente
determinada, de la propia situación económica, histórica y social.
Por otro lado, la burguesía y el proletariado son las únicas clases puras de la sociedad
burguesa, esto es: ellas son las únicas cuya existencia y cuyo desarrollo se basan exclusivamente
en el desarrollo del proceso de producción moderno, y sólo partiendo de sus condiciones de
existencia es imaginable incluso un plan para la organización de la sociedad entera. El interés de
clase de los pequeños burgueses y campesinos se orienta pues sólo a síntomas del desarrollo y
no al desarrollo mismo: hacia fenómenos parciales de la sociedad, no a la estructura de la entera
sociedad.
El materialismo histórico tiene una función decisiva en esa lucha por la consciencia. El
proletariado y la burguesía son clases coordinadas en lo ideológico igual que en lo económico.
Como es natural, el proletariado tiene que partir de los datos de la situación inmediata. Pero se
distingue de las demás clases por el hecho de que no se detiene ante los acaecimientos
singulares de la historia, ni tampoco se deja simplemente arrastrar por ellos, sino que constituye
él mismo la esencia de las fuerzas motoras y actúa centralmente sobre el centro mismo del
proceso del desarrollo social. El proletariado es capaz de contemplar la sociedad desde su
mismo centro, como un todo coherente, y, por lo tanto, es también capaz de actuar de un modo
central que transforme la realidad entera. Esa superioridad consiste en que para la consciencia
de clase del proletariado es capaz de lanzar conscientemente su propia acción como momento
decisivo en la balanza del desarrollo histórico. Asimismo, para el proletariado, la “ideología” no
es una bandera bajo la cual luchar, ni una capa disimuladora de sus verdaderos objetivos, sino
la finalidad y el arma mismas.