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Unos meses antes de dar a luz la niña, el padre de la pequeña Lina notó
como a su hija le crecía el vientre según iban pasando las semanas,
motivo por el que la llevó frente a un curandero local y éste, creyendo
que se trataba de algún tipo de tumor, recomendó a Tiburcio
Medina (progenitor de la pequeña) que se desplazaran hasta la localidad
de Pisco donde podría ser atendida por algún médico especialista.
Tras ser visitada el doctor Gerardo Lozada comprobó sorprendido que
la pequeña no padecía tumor alguno, sino que todos los síntomas que
presentaba era de estar embarazada. Con ella se trasladó hasta el hospital
de Lima y allí la examinaron e hicieron todo tipo de pruebas,
confirmando el diagnóstico del doctor Lozada que fue quien la atendió
hasta el momento del parto.