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Tipo y atipicidad
Derecho
Privado IV
(Contrato de
empresa)
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Contratos de empresa:
Tipo y atipicidad
1
1) empresas de distribución, encargadas de vender las
materias primas a los fabricantes y las mercaderías a los
consumidores,
El tipo y la atipicidad
En materia contractual se habla de tipo cuando el acuerdo encuentra un
marco regulatorio, sea que éste se encuentre dado por la ley, o las
costumbres; en tanto se habla de atipicidad cuando el acuerdo que se
quiere llevar a cabo no se encuentra delineado ni legal ni socialmente.
Seguidamente profundizaremos en estas nociones.
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Noción de tipicidad en materia de contratos
Cuando nos referimos a la problemática actual en materia contractual,
sobre todo en lo que refiere a los contratos de empresa, debemos
considerar la noción de tipo contractual propiamente dicho. En esta
dirección, si nos basamos en la teoría legal del tipo contractual, podemos
afirmar que refiere a aquella actividad del legislador que tiende a regular
las relaciones jurídicas de los contratantes, a través de un molde o modelo
que el legislador predispone para que los sujetos partes ajusten sus
relaciones empresarias, con los consecuentes efectos jurídicos.
Frente a ello, vinieron en auxilio otras fuentes del Derecho, tales como la
costumbre, ofreciendo a los contratantes un marco jurídico flexible y, por
ende, posible de adaptar a las nuevas relaciones comerciales.
El tipo
El tipo referido a la noción general del contrato:
caracteres del tipo contractual. Tendencias actuales.
El contrato es un instrumento para llevar a cabo actividades económicas,
en el marco de una relación entre partes que programan el intercambio
recíproco a futuro expresando su voluntad negocial, a partir de la cual
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quedarán definidos los alcances de las obligaciones y derechos asumidos
por cada sujeto contractual, cuya exigibilidad se encuentra asegurada por
el derecho. En tal sentido, debemos recordar que las obligaciones tienen su
causa en el contrato, el cuasi-contrato, el delito, el cuasi-delito, la voluntad
unilateral y la ley.
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es el acto jurídico mediante el cual dos o más partes manifiestan su
consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o extinguir
relaciones jurídicas patrimoniales”.1
Tal como se interpretaba con la redacción del art. 1137 del anterior Código
Civil, la “presencia” de esas personas no resulta esencial, ya que -como
veremos a lo largo de la materia-, en muchos casos, el perfeccionamiento o
cristalización del contrato, en el ámbito del derecho de empresas, no
depende de la presencia física de las personas, bastando generalmente con
una llamada telefónica, el envío de un fax, un correo electrónico, entre
otras modalidades. Con ello, se facilita la dinámica propia de los negocios,
pues, a medida que se desarrollan nuevos medios de comunicación, éstos
son aplicados a la celebración y posterior cumplimiento de las operaciones
comerciales para darles mayor celeridad.
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especialmente el objeto que tuvieron las partes en miras al contratar,
como así también la conducta efectivamente adoptada por ellas en la
ejecución de las respectivas prestaciones a su cargo y el principio de buena
fe.4 Al respecto, viene al caso recordar que en la nota al viejo artículo 1137
del C.C., el codificador manifestaba que su fuente de inspiración había sido
el maestro Savigny, autor alemán que veía en el contrato en general un
abanico infinito de posibilidades, basadas en la libertad contractual y la
autonomía de la voluntad, brindándonos también un claro análisis de sus
presupuestos esenciales. Es decir que tanto en la nueva como en la
anterior regulación legal, el contrato como institución jurídica se encuentra
regido por los principios de libertad y autonomía de la voluntad. En su
actual redacción, el Código Civil y Comercial expresamente establece:
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Art. 961- Cód. Civil. y Comercial Argentino - Art. 1198 del Cód. Civil vigente hasta 31 de
julio de 2015.
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Art. 970 – Código Civil y Comercial Argentino.
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Art. 1 – Código Civil y Comercial Argentino.
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Además, se hace preciso destacar que cuando no se cuente con soportes
jurídicos específicos, por no encontrarse previstos por la ley,
corresponderá aplicar supletoriamente las disposiciones del contrato, y las
disposiciones relativas a los contratos contenidas en el Código Civil y
Comercial. Habrá que detenerse, entonces, en lo que la voluntad
contractual de ambas partes pretende, para evitar situaciones de conflicto.
Cuando existen problemas en el giro de los negocios, suelen comenzar a
presentarse conflictos entre las partes, que comienzan a reclamarse unas a
las otras. Esta tarea puede ser llevada a cabo por los propios sujetos
contractuales y, si así no lo hicieran, por otro sujeto que no ha intervenido
en el vínculo contractual, en cuyo caso la resolución del conflicto se dejará
a la interpretación subjetiva de un tercero, pudiendo ser un mediador, un
árbitro o un juez.
Ahora bien, si relacionamos la noción de contrato con el art. 259 del nuevo
código civil relativo a los actos jurídicos, en cuanto reza: "son actos
jurídicos los actos voluntarios lícitos que tienen por fin inmediato la
adquisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones
jurídicas"7, advertimos que la nota tipificante de los actos jurídicos en
general es su fin jurídico propiamente dicho, esto es, el nacimiento,
modificación o extinción de una relación jurídica. Esta característica se
encuentra claramente reflejada en la definición de contrato dada por el
actual art. 9578, por lo que es inevitable concluir en que el contrato es un
acto o negocio jurídico, siendo indistinta la utilización de uno u otro
vocablo. Así las cosas, al enfocarnos en el estudio de los contratos de
empresa, centraremos nuestra atención en los contratos como acto o
negocio jurídico del derecho privado, dejando de lado aquellos negocios
que pertenezcan a la órbita del derecho público, sea en el ámbito nacional,
como internacional.
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Art. 259 – Código Civil y Comercial Argentino.
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Art. 957 – Código Civil y Comercial Argentino.
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En la actual regulación, debemos destacar que ya no media distinción entre
los contratos civiles y los comerciales, los que -como lo adelantara la
doctrina en vigencia de la anterior regulación-, en esencia y naturaleza
jurídica son similares, tal y como sucede en la mayoría de los
ordenamientos de origen latino. En efecto, en la anterior regulación legal,
el foco recaía en la finalidad económica que se proponían las partes, pero
el nuevo Código Civil y Comercial unificado receptó la realidad en la que
existen contratos comerciales que no tienen relación con una actividad
empresarial específica, como el hecho indiscutido de que los contratos de
ambas naturalezas (civil y comercial) tenían en la vieja normativa legal la
particularidad de ser instrumentos que apuntan a la circulación
patrimonial. A ello podemos agregar que, en la nueva regulación jurídica, la
calidad de comerciante ha sido suprimida, aniquilando con ello los
fundamentos de la mencionada distinción entre contratos civiles y
comerciales.
Tendencias actuales
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partes, en un marco jurídico menos exhaustivo y detallista, pero que, sin
dudas, resulta más efectivo para enfrentar los distintos cambios de la
dinámica comercial, dada por la gran creatividad de los particulares y la
constante evolución de sus necesidades negociales en el marco de la
globalización. Prueba de lo referido es, a modo de ejemplo, la regulación
de la figura del fideicomiso, que cuenta con pocos artículos pero no se
puede dudar en que ha devenido en una herramienta apta para el
desarrollo de emprendimientos de distinta envergadura.
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ventas domiciliarias y otros, en donde, como podemos apreciar, no
surge de manera clara cuando se ha prestado el consentimiento.
c) Problema del control estatal de entrada al mercado: lo esencial, en
este caso, es el orden público, rector de todas las relaciones entre
particulares. El Estado, teniendo en miras su protección, podrá
requerir determinadas condiciones o características para autorizar
el desarrollo de cierta actividad. Es común, entonces, que el Estado
obligue al cumplimiento de requisitos, verbigracia de idoneidad o
de solvencia para la realización de ciertas actividades. Ello se
observa, por ejemplo, en la actividad financiera de las
aseguradoras, en la medicina prepaga, entre otros que cuentan con
una regulación legal. Asimismo, se verifica en el ámbito de los
contratos de distribución con relación al contrato de concesión y de
agencia actualmente regulados en el Código Civil y Comercial
Unificado, el que cuenta con normas de orden público que no
pueden ser dejadas de lado por el acuerdo de las partes. De este
modo, el Estado ejerce el control sobre las modalidades
contractuales que hacen posible el ingreso de los bienes y servicios
al mercado.
Lo hasta aquí referido permite afirmar que el tipo legal que venimos
desarrollando cumple distintas funciones, entre las que podemos
mencionar a las siguientes:
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2) Función delimitativa: el tipo legal consagra un deber ser y, como tal,
muestra lo deseable en el desarrollo de una finalidad económico-social
específica. En determinados sectores específicos, el apartamiento
injustificado y contrario al sentido común provoca una desnaturalización
respecto de la cual el tipo legal cumple efectos delimitativos; v.gr.: en el
sector referido al derecho del consumo, dada la debilidad que el legislador
presume en el consumidor, se establece el carácter abusivo de cláusulas
que desnaturalizan las obligaciones de las partes.
3) Función de programación: el tipo establece apriorísticamente las clases
de finalidades que el derecho considera susceptibles de protección,
definiendo figuras contractuales y las cláusulas que caracterizan a las
mismas.
c. Las funciones contractuales típicas
Al hablar de funciones contractuales típicas nos referimos a la existencia de
un contrato tipo principal, que es el líder y, por ello, sus normas son
aplicadas en forma subsidiaria a otros contratos que persiguen similares
objetivos. Entre las principales funciones económico-sociales del tipo
contractual, podemos mencionar las siguientes:
3) Función financiera.
4) Función de garantía.
5) Función de custodia.
9) Función de previsión.
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Los contratos atípicos
El Código Civil y Comercial recientemente sancionado, en su art. 970 hace
la distinción entre contratos típicos y atípicos, refiriendo a ellos con la
denominación de contratos nominados e innominados, respectivamente.
En tal sentido, señala que: “Son nominados e innominados, según que la
ley los regule especialmente o no”.9 Ello, con la salvedad antes efectuada
de aquellos contratos que, no obstante no contar con una regulación legal,
tienen tipicidad social.
Una vez calificada la relación o vínculo jurídico habido entre las partes, es
importante determinar la jerarquía de las normas interpretativas, la
aplicación de normas generales, de las normas especiales, imperativas y
supletorias.
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Art. 970 – Código Civil y Comercial Argentino.
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sentido u orientación que las partes han querido darle al contrato, a cuyo
fin no debemos perder de vista las normas generales relativas a todos los
contratos, que se encuentran en nuestro Código Civil. Como segundo paso,
debemos integrar el contrato, encontrando normas aplicables para
aquellos supuestos que no han sido previstos por los contratantes. En este
ámbito, no sólo son útiles las normas de la parte general, sino también las
distintas reglas de los contratos típicos. Por último, rectificar el contrato,
ajustándolo en respeto al orden público, principio rector e invulnerable en
nuestro ordenamiento jurídico y el principal límite a la autonomía de la
voluntad de las partes.
Ahora bien, puede darse la situación de que en una misma relación jurídica
pueda ser subsumida en varios tipos, como ocurre generalmente con los
contratos atípicos mixtos, en cuyo caso la doctrina ha distinguido tres
teorías que vienen en nuestro auxilio y que desarrollamos a continuación:
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correspondientes a los contratos nominados, afines que son
compatibles y se adecuan a su finalidad.10
Contratos típicos
Un negocio jurídico bilateral es calificado como típico cuando es un
supuesto de hecho que encuadra perfectamente en la descripción legal o
social, sin apartarse de las finalidades. El apartamiento del tipo se configura
cuando las disposiciones del contrato se apartan de la finalidad
económico–social del mismo.
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Art. 970 – Código Civil y Comercial Argentino.
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Los contratos atípicos son una sub-especie del contrato según nuestro
derecho, razón por la cual rigen respecto a ellos todos los preceptos
correspondientes a la parte general.
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Bibliografías de referencia
López, Frías (1994). Los contratos conexos. Barcelona: José María Bosch
Editor S.A.
www.21.edu.ar
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