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Esquizofrenia: un análisis histórico y conceptual

Germán E. Berrios
Universidad de Cambridge, Reino Unido

Rogelio Luque
Universidad de Córdoba, España

José M. Villagrán
Hospital de Jerez, Cádiz, España

“When the story of dementia precox is written it will be the history of psychiatry”
Nolan Lewis (1936)

La esquizofrenia se considera la enfermedad mental por excelencia, en consecuencia,


parecería razonable asumir que constituye el paradigma del objeto de estudio real,
reconocible, unitario y estable (‘RRUE’). Así mismo, como resultado de la estabilidad, su
historia sería sencilla y "directa"1. Sin embargo, sigue sin estar claro cual sería la definición
ideal de esquizofrenia a pesar de que desde su construcción las propuestas han sido
numerosas (Meduna & McCulloch, 1945; Sarbin, 1972; Rieder, 1974; Boyle, 1990;
Brockington & Nalpas, 1993). La mayoría de los psiquiatras se han inclinado por la
definición promovida por el DSM-IV por su novedad y su empleo profuso 2. No obstante,
antes de aceptarla sería necesario aplicar lo que constituye su soporte empírico: la (mal)
llamada "medicina basada en la evidencia". A este respecto, no se ha realizado ningún
experimento que demuestre que "lo último sea lo más verdadero" o que el "mayor uso"
constituya una prueba de su validez 3. De hecho, el único argumento que otorgaría validez al
principio de "lo más reciente" es la denominada "hipótesis de la continuidad". Pero, por la
misma regla, las presiones de determinados grupos clínicos y las imposiciones médico-
legales explicarían mejor "la frecuencia de su uso" que el "valor de verdad". En realidad, no

1
Directa en el sentido de que la “primera descripción” equivale a su “descubrimiento”, es decir que no añadiría
nada sustancial al propio objeto, que simplemente permanecía oculto hasta entonces. Ejemplos claro de objetos
RRUE serían la Piedra Roseta, el planeta Júpiter o el metal plutonio. El acto del descubrimiento los
contextualiza pero no añade nada a su ontología.
2
Estudiar la historia de la esquizofrenia del DSM-IV solo nos informaría de los enfoques clínicos y del contexto
político y social del Comité Elaborador de la Asociación Psiquiátrica Americana. Nada diría, sin embargo, del
proceso de interacción entre determinados términos, conceptos y conductas que sucedió a final del siglo XIX
en Francia y Alemania y que generó la noción de “dementia praecox”.
3
Se puede argüir que la definición del DSM-IV es “superior” a las definiciones previas porque es la más
“respaldada” por la metodología de investigación avanzada. Este argumento transfiere el problema a la “última
metodología estadística” que, sin embargo, nunca se ha demostrado empíricamente que sea
epistemológicamente superior a aproximaciones descriptivas e interpretativas anteriores.
existe una forma "objetiva" o "empírica" de decidir cual de las diversas definiciones (o
referentes)4 de esquizofrenia debería considerarse como la definitiva RRUE.

Aspectos históricos

¿Cuáles son las razones de estas dificultades? La primera podría ser que la función de
denominación de la esquizofrenia sea defectuosa y provoque un número inaceptable de casos
fronterizos; la segunda, que el referente de la esquizofrenia sea intrínsecamente vago 5; la
tercera, que su objeto-referente sea sólo un constructor6. Cada una de estas explicaciones
generará una aproximación histórica diferente. La que seguiremos en este trabajo es la
segunda (el punto de vista de la "vaguedad" del objeto), modificada para satisfacer las
necesidades de la psiquiatría.

La primera descripción de la mayoría de los síntomas y enfermedades puede trazarse a una


determinada coyuntura histórica o "convergencia". La "convergencia" significa la reunión en
la obra de un determinado autor de una conducta que es considerada en ese momento como
susceptible de ser aislada y descrita (aunque puede haberse conocido durante siglos y, sin
embargo, haber sido tachada de irrelevante desde el punto de vista psicopatológico), un
término cuya historia puede ser breve (si se trata de un neologismo) o extenso (si es un
término establecido al que se despoja de su significado original y se le confiere otro nuevo)
y un concepto que representa un esfuerzo para explicar la conducta en términos de una teoría
científica —lo que hace que este proceso se pueda situar en un determinado contexto
histórico— y establece las reglas de uso de la "convergencia".

La "enfermedad" denominada actualmente "esquizofrenia" fue el resultado de una


convergencia descrita por el alienista Eugen Bleuler en 1911, y que incluía un neologismo
(inventado por él mismo) (Allen, 1990), un referente conductual (en parte tomado prestado
de una convergencia anterior)7,y un concepto (que vinculaba la "enfermedad" a unas teorías
psicológicas y psicodinámicas dominantes durante el comienzo del siglo XX).

A pesar de algunos cuestionamientos eventuales —que inició el propio Kraepelin al final de


su carrera cuestionando su propia dicotomía nosológica— (Hoche, 1912; Kraepelin, 1920;
Bumke, 1932; Colodrón, 1999), la esquizofrenia ha logrado sobrevivir en buen estado. ¿Por
qué ha sido así? En general, apenas se sabe por qué algunas "enfermedades" sobreviven más
que otras. Para algunos, la explicación más obvia radicaría en el "grado de verdad", es decir,

4
Con “referente” u “objeto referente” nos referimos a la entidad (real o ideal) que el término denomina. El
término “esquizofrenia” se acuñó para denominar una agrupación particular de signos y síntomas. La eficacia
de la función denominadora no depende de la cualidad del referente (en este caso la esquizofrenia, sin que
importe si el referente constituye una “enfermedad” estable).
5
Un concepto se considera vago cuando ningún criterio adicional mejora su definición o perfila mejor sus
límites. Es decir, siempre existirán casos “inciertos” que no entran definitivamente en esa categoría
(Williamson, 1994).
6
Es decir, un concepto cuyos límites dependen en mayor medida de la interpretación del contexto histórico y
sociológico que de las invariables intrínsecas que controlan la estabilidad del objeto de estudio.
7
Convergencias anteriores serían por ejemplo, insania, locura, lunacy, melancolía, demencia, paranoia, manía,
licantropía, demoniomanía, demencia precoz, locura delirante crónica, etc. Las agrupaciones de síntomas en
estas convergencias previas no son idénticas sino que se superponen. Esto, sin embargo, no puede usarse como
evidencia histórica del “mito de la continuidad”.
mientras más ajustada al objeto natural "real" sea la descripción, más duradera será.
Desgraciadamente, las cosas no son tan sencillas y otros factores sociales y económicos
también pueden influir de forma determinante. Por ejemplo, en el caso de la "esquizofrenia",
no cabe duda de que han contribuido a su supervivencia factores sociales (como las
reputaciones académicas, los grupos de poder y la relevancia en otras disciplinas como la
genética) (Gaupp, 1939) y factores económicos (como la inversión de la industria
farmacéutica y, más recientemente, la neuroimagen).

La historia de la esquizofrenia, stricto sensu, debería comenzar por la convergencia de


Bleuler. La supuesta relación continúa entre las convergencias anteriores y posteriores (es
decir, las descritas por otros autores como dementia praecox, paranoia, vesania, melancolía,
manía o insania) sigue siendo una hipótesis (Ewald, 1930) por la ausencia de una
investigación histórica rigurosa. A este respecto, y para no complicar el campo, se estudiarán
dos hipótesis: 1) la hipótesis de la continuidad, según la cual existe una línea de progresión
directa entre la vieja noción de insania y el DSM-IV; 2) la hipótesis de la discontinuidad,
para la que esta progresión es un mito; es decir, aunque exista alguna asociación, las diversas
convergencias que se estudiarán más adelante son conceptualmente independientes. En otras
palabras, la investigación histórica proporciona escasos indicios fidedignos que apoyen la
hipótesis de la continuidad como un hecho; por tanto, su supervivencia debe explicarse por
otros procedimientos.

Para probar estas dos hipótesis, el significado de la noción de esquizofrenia será el de una
serie de convergencias (algunas difuntas) cuya relación ab initio es incierta.

La "hipótesis de la continuidad"

Según esta hipótesis:

a. la "esquizofrenia" ha existido siempre (como, por ejemplo, existe un "diamante en bruto")

b. los alienistas de los siglos XIX y XX (Kraepelin, Eugen y Manfred Bleuler, Kurt
Scheneider, Carl Schneider, etc.) han ido puliendo sus aristas e impurezas hasta culminar en:

c. la definición del DSM-IV, que puede considerarse como el parangón de objeto RRUE

d. el final de la historia está próximo, ya que sólo es cuestión de (poco) tiempo para que la
etiología y la genética de la esquizofrenia sean dilucidadas.

La historia —convenientemente compuesta— es seductora. Nos cuenta que durante siglos se


usaron términos como "insania" y "locura" para nombrar un baturrillo de enfermedades que
los médicos eran incapaces de desenredar. Al inicio del XIX, y por mera observación, John
Haslam describió un caso típico (ICD-10) de esquizofrenia, pero nadie le prestó atención
(Haslam, 1850). En la década de 1850, Benedict Morel acuñó el término démence précoce
para denominar los estados de déficit cognitivo que aparecen en la adolescencia o poco
después de la misma, pero su empeño tampoco tuvo continuidad (Morel, 1860).
En la segunda mitad del siglo XIX, las cosas comenzaron a mejorar: la "catatonia" fue
descrita por Kahlbaum (1874) y la "hebefrenia" por Hecker (1871). Al final de siglo, Emil
Kraepelin ciertamente "descubrió" la enfermedad al agrupar bajo el nombre de "dementia
praecox" (una versión latinizada del término de Morel) las descripciones (parciales) de las
dos anteriores junto a otra propia (las demencias paranoides). El mito de la continuidad no
duda en enfatizar que Kraepelin consiguió realizar su "descubrimiento" porque se basó en la
pura observación empírica. Primero, utilizando fichas especiales donde recogió de forma
minuciosa las manifestaciones clínicas y los pormenores del seguimiento de miles de
historias clínicas de sus pacientes. Después, analizó esos datos llegando a la inevitable
conclusión de que la dementia praecox y la locura maníaco-depresiva podían distinguirse por
los síntomas (aunque existiera poca diferencia en un corte diacrónico), especialmente por el
curso y la resolución8: la demencia precoz es crónica y la locura maníaco depresiva episódica.

No obstante, habría que explicar porqué el "mito de la continuidad" no menciona para nada
a las principales taxonomías y descripciones de la locura (o de la psicosis) "rivales" (por
ejemplo, la de Wernicke) de la época. Una explicación podría ser que fueran irrelevantes para
la historia de la esquizofrenia. Sin embargo, para el historiador esto no parece justificado ya
que la supervivencia de una teoría no constituye garantía de su verdad. ¿Existirían otras
razones que expliquen por qué se han mantenido las ideas de Kraepelin y no las de Wernicke?
¿No supondría esto, un asunto fundamental a dilucidar para forjar una correcta historia de la
esquizofrenia?

Mantener lo importante en la historia de la esquizofrenia son los nombres que se le han dado
en distintos periodos que sólo lleva a realizar una historia de los términos. Desde el punto de
vista clínico, esta historia es menos importante que la historia de las conductas, con
independencia del nombre y de los comportamientos haya recibido a lo largo de la historia.

Desde entonces, continúa la historia; el objeto RRUE de Kraepelin sólo requería reajustes.
Influido por Gustav Jung, Eugen Bleuler la rebautizó como "esquizofrenia", reagrupó sus
síntomas y ofreció unas explicaciones que diferían ligeramente de las de Kraepelin. Por
entonces, bajo el impacto del psicoanálisis el nuevo nombre del RRUE se vio sometido a
algunas turbulencias y sus límites se difuminaron. Preocupado por ello, y por el hecho de que
algunos de los síntomas de Bleuler eran difíciles de identificar, Kurt Schneider tomó la
decisión, práctica y "ateórica", de crear una serie de criterios diagnósticos "empíricos"
definitivos.

La "hipótesis de la continuidad" puede embellecerse aún más. Por ejemplo, diciendo que la
psiquiatría europea continuó influida por Kraepelin mientras que la psiquiatría americana
siguió a Adolph Meyer y Bleuler. Esto, junto al impacto del psicoanálisis y de Adolph Meyer,
difuminó las definiciones de esquizofrenia del DSM-I y II (Raskin, 1975; Fullinwider, 1982).
Este escenario no podía continuar así: la disparidad en las definiciones entre EE UU y Europa
se resuelven por la investigación empírica (por ejemplo, el trabajo UK-USA, el estudio de la
OMS, etc.), Kraepelin y Schneider son descubiertos, y el periodo de oscurantismo da paso al
nuevo evangelio de la psiquiatría biológica. El DSM-III es la primera expresión de la nueva

8
A pesar de esta afirmación, existen evidencias de que las fichas de Kraepelin no contienen información
suficiente para llegar a ninguna conclusión estadística (Weber y Engstrom, 1997).
ciencia y el DSM-IV ofrece una definición de esquizofrenia que, aunque no de iure (el credo
de los empiristas lo impide), de facto es el nuevo objeto RRUE.

Actualmente, esta narrativa tiene status de mito y, por tanto, inaccesible a la corrección o
falsación empírica. No es difícil entender el por qué. Primero, utiliza una poderosa arma
retórica: una progresión lineal desde el orden al caos, de la subjetividad a la objetividad, de
la confusión a la ciencia verdadera. Segundo, justifica la idea de que la actual definición de
esquizofrenia es superior a cualquier otra anterior y legitima el que se favorezca social y
económicamente. Tercero, protege a los investigadores de cualquier preocupación sobre su
validez, es decir, sobre la cuestión fundamental de si las descripciones clínicas del DSM-IV
pueden aplicarse a los pacientes.

La historia de la psiquiatría clínica ilumina el presente al indagar el pasado. Pero también


debe explicar por qué ignora determinadas investigaciones sobre la historia de la
esquizofrenia recientes y valiosas (Guiraud, 1968; Lanteri-Laura y Gros, 1982; Janzarik,
1986). Quizá, porque si se hiciera comprometería la hipótesis de la continuidad. Esto no
significa, sin embargo, el cuestionamiento de la existencia de las conductas agrupadas en las
diversas convergencias frustradas o en la convergencia actual (denominada esquizofrenia).
Tampoco supone rechazar la contribución de Haslam, Morel, Kahlbaum, Hecker, Diem,
Stransky, Kraepelin, Bleuler, Schneider y tantos otros. De lo que se trata es de estudiar y
comprender las convergencias (estables o frustradas) que a través de la historia han
pretendido aprehender la enfermedad.

La hipótesis de la discontinuidad

El resto del trabajo se dedicará a comprobar las dos hipótesis mediante el examen de las
fuentes primarias yendo más allá de lo que generalmente se considera relevante para la
historia de la esquizofrenia.

La construcción del "referente" de la esquizofrenia se perfiló por movimientos intelectuales


vigorosos como la psicología del asociacionismo, el "neo-kantianismo" y la teoría evolutiva.
Según el asociacionismo, los fenómenos psicológicos son ramilletes de "componentes
atómicos" primarios o unidades de análisis. Por ejemplo, la percepción y el pensamiento
resultan respectivamente de la asociación de ideas simples o pensamientos. Así, Bleuler
(1911) recurrió a las "asociaciones alteradas" para explicar algunos de los "síntomas
primarios" de la esquizofrenia y Jaspers (1963) para los trastornos del habla en las psicosis.
El neo-kantianismo denomina un movimiento intelectual alemán que entre la década de 1850
y la Primera Guerra Mundial promovió una vuelta a la filosofía de Kant. La definición neo-
kantina de cognición influyó a Kraepelin, Bleuler y Jaspers como reflejan sus definiciones
de trastorno formal del pensamiento (que en su momento fue una de las características
centrales de la esquizofrenia). Por último, la teoría evolutiva, expresión de las creencias
historicistas que influyeron Europa durante el siglo XIX, animó a los alienistas a concebir
algunos de los síntomas de la dementia praecox como un reflejo de una regresión a conductas
atávicas. Por ejemplo, según el concepto de enfermedad de Kraepelin (del que la dementia
praecox era el mejor ejemplo), el proceso morboso activa una serie de "reacciones
preformadas" (responsable del cuadro clínico) que son biológicas y evolucionistas en su
origen (Hoff, 1994). Bleuler sugirió que el Schnauzkrampf (según Kahlbaum, la protrusión
labial semejante a un hocico que aparece en los catatónicos) que aparece en la esquizofrenia
podría estar relacionado con la protrusión labial (que expresa insatisfacción) de los
chimpancés (Bleuler, 1911).

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Dirección editorial: Julio César Salamanca


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Para citar esta obra:

Cangas, A. J., Gil Roales, J. & Peralta V. (2013). Esquizofrenia Volumen I. Nuevas
perspectivas en la investigación. Bogotá: Biblomedia Editores.

http://biblomedia.com/producto/esquizofrenia/

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