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Germán E. Berrios
Universidad de Cambridge, Reino Unido
Rogelio Luque
Universidad de Córdoba, España
José M. Villagrán
Hospital de Jerez, Cádiz, España
“When the story of dementia precox is written it will be the history of psychiatry”
Nolan Lewis (1936)
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Directa en el sentido de que la “primera descripción” equivale a su “descubrimiento”, es decir que no añadiría
nada sustancial al propio objeto, que simplemente permanecía oculto hasta entonces. Ejemplos claro de objetos
RRUE serían la Piedra Roseta, el planeta Júpiter o el metal plutonio. El acto del descubrimiento los
contextualiza pero no añade nada a su ontología.
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Estudiar la historia de la esquizofrenia del DSM-IV solo nos informaría de los enfoques clínicos y del contexto
político y social del Comité Elaborador de la Asociación Psiquiátrica Americana. Nada diría, sin embargo, del
proceso de interacción entre determinados términos, conceptos y conductas que sucedió a final del siglo XIX
en Francia y Alemania y que generó la noción de “dementia praecox”.
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Se puede argüir que la definición del DSM-IV es “superior” a las definiciones previas porque es la más
“respaldada” por la metodología de investigación avanzada. Este argumento transfiere el problema a la “última
metodología estadística” que, sin embargo, nunca se ha demostrado empíricamente que sea
epistemológicamente superior a aproximaciones descriptivas e interpretativas anteriores.
existe una forma "objetiva" o "empírica" de decidir cual de las diversas definiciones (o
referentes)4 de esquizofrenia debería considerarse como la definitiva RRUE.
Aspectos históricos
¿Cuáles son las razones de estas dificultades? La primera podría ser que la función de
denominación de la esquizofrenia sea defectuosa y provoque un número inaceptable de casos
fronterizos; la segunda, que el referente de la esquizofrenia sea intrínsecamente vago 5; la
tercera, que su objeto-referente sea sólo un constructor6. Cada una de estas explicaciones
generará una aproximación histórica diferente. La que seguiremos en este trabajo es la
segunda (el punto de vista de la "vaguedad" del objeto), modificada para satisfacer las
necesidades de la psiquiatría.
4
Con “referente” u “objeto referente” nos referimos a la entidad (real o ideal) que el término denomina. El
término “esquizofrenia” se acuñó para denominar una agrupación particular de signos y síntomas. La eficacia
de la función denominadora no depende de la cualidad del referente (en este caso la esquizofrenia, sin que
importe si el referente constituye una “enfermedad” estable).
5
Un concepto se considera vago cuando ningún criterio adicional mejora su definición o perfila mejor sus
límites. Es decir, siempre existirán casos “inciertos” que no entran definitivamente en esa categoría
(Williamson, 1994).
6
Es decir, un concepto cuyos límites dependen en mayor medida de la interpretación del contexto histórico y
sociológico que de las invariables intrínsecas que controlan la estabilidad del objeto de estudio.
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Convergencias anteriores serían por ejemplo, insania, locura, lunacy, melancolía, demencia, paranoia, manía,
licantropía, demoniomanía, demencia precoz, locura delirante crónica, etc. Las agrupaciones de síntomas en
estas convergencias previas no son idénticas sino que se superponen. Esto, sin embargo, no puede usarse como
evidencia histórica del “mito de la continuidad”.
mientras más ajustada al objeto natural "real" sea la descripción, más duradera será.
Desgraciadamente, las cosas no son tan sencillas y otros factores sociales y económicos
también pueden influir de forma determinante. Por ejemplo, en el caso de la "esquizofrenia",
no cabe duda de que han contribuido a su supervivencia factores sociales (como las
reputaciones académicas, los grupos de poder y la relevancia en otras disciplinas como la
genética) (Gaupp, 1939) y factores económicos (como la inversión de la industria
farmacéutica y, más recientemente, la neuroimagen).
Para probar estas dos hipótesis, el significado de la noción de esquizofrenia será el de una
serie de convergencias (algunas difuntas) cuya relación ab initio es incierta.
La "hipótesis de la continuidad"
b. los alienistas de los siglos XIX y XX (Kraepelin, Eugen y Manfred Bleuler, Kurt
Scheneider, Carl Schneider, etc.) han ido puliendo sus aristas e impurezas hasta culminar en:
c. la definición del DSM-IV, que puede considerarse como el parangón de objeto RRUE
d. el final de la historia está próximo, ya que sólo es cuestión de (poco) tiempo para que la
etiología y la genética de la esquizofrenia sean dilucidadas.
No obstante, habría que explicar porqué el "mito de la continuidad" no menciona para nada
a las principales taxonomías y descripciones de la locura (o de la psicosis) "rivales" (por
ejemplo, la de Wernicke) de la época. Una explicación podría ser que fueran irrelevantes para
la historia de la esquizofrenia. Sin embargo, para el historiador esto no parece justificado ya
que la supervivencia de una teoría no constituye garantía de su verdad. ¿Existirían otras
razones que expliquen por qué se han mantenido las ideas de Kraepelin y no las de Wernicke?
¿No supondría esto, un asunto fundamental a dilucidar para forjar una correcta historia de la
esquizofrenia?
Mantener lo importante en la historia de la esquizofrenia son los nombres que se le han dado
en distintos periodos que sólo lleva a realizar una historia de los términos. Desde el punto de
vista clínico, esta historia es menos importante que la historia de las conductas, con
independencia del nombre y de los comportamientos haya recibido a lo largo de la historia.
Desde entonces, continúa la historia; el objeto RRUE de Kraepelin sólo requería reajustes.
Influido por Gustav Jung, Eugen Bleuler la rebautizó como "esquizofrenia", reagrupó sus
síntomas y ofreció unas explicaciones que diferían ligeramente de las de Kraepelin. Por
entonces, bajo el impacto del psicoanálisis el nuevo nombre del RRUE se vio sometido a
algunas turbulencias y sus límites se difuminaron. Preocupado por ello, y por el hecho de que
algunos de los síntomas de Bleuler eran difíciles de identificar, Kurt Schneider tomó la
decisión, práctica y "ateórica", de crear una serie de criterios diagnósticos "empíricos"
definitivos.
La "hipótesis de la continuidad" puede embellecerse aún más. Por ejemplo, diciendo que la
psiquiatría europea continuó influida por Kraepelin mientras que la psiquiatría americana
siguió a Adolph Meyer y Bleuler. Esto, junto al impacto del psicoanálisis y de Adolph Meyer,
difuminó las definiciones de esquizofrenia del DSM-I y II (Raskin, 1975; Fullinwider, 1982).
Este escenario no podía continuar así: la disparidad en las definiciones entre EE UU y Europa
se resuelven por la investigación empírica (por ejemplo, el trabajo UK-USA, el estudio de la
OMS, etc.), Kraepelin y Schneider son descubiertos, y el periodo de oscurantismo da paso al
nuevo evangelio de la psiquiatría biológica. El DSM-III es la primera expresión de la nueva
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A pesar de esta afirmación, existen evidencias de que las fichas de Kraepelin no contienen información
suficiente para llegar a ninguna conclusión estadística (Weber y Engstrom, 1997).
ciencia y el DSM-IV ofrece una definición de esquizofrenia que, aunque no de iure (el credo
de los empiristas lo impide), de facto es el nuevo objeto RRUE.
Actualmente, esta narrativa tiene status de mito y, por tanto, inaccesible a la corrección o
falsación empírica. No es difícil entender el por qué. Primero, utiliza una poderosa arma
retórica: una progresión lineal desde el orden al caos, de la subjetividad a la objetividad, de
la confusión a la ciencia verdadera. Segundo, justifica la idea de que la actual definición de
esquizofrenia es superior a cualquier otra anterior y legitima el que se favorezca social y
económicamente. Tercero, protege a los investigadores de cualquier preocupación sobre su
validez, es decir, sobre la cuestión fundamental de si las descripciones clínicas del DSM-IV
pueden aplicarse a los pacientes.
La hipótesis de la discontinuidad
El resto del trabajo se dedicará a comprobar las dos hipótesis mediante el examen de las
fuentes primarias yendo más allá de lo que generalmente se considera relevante para la
historia de la esquizofrenia.
Cangas, A. J., Gil Roales, J. & Peralta V. (2013). Esquizofrenia Volumen I. Nuevas
perspectivas en la investigación. Bogotá: Biblomedia Editores.
http://biblomedia.com/producto/esquizofrenia/