Вы находитесь на странице: 1из 11

HISTORIA SOCIAL ARGENTINA Y REGIONAL

MONOGRAFÍA

CONTEXTO HISTÓRICO, POLÍTICO Y SOCIAL EN LA


OBRA LITERARIA “EL MATADERO”
DE ESTEBAN ECHEVERRÍA
CONTENIDO:

1. Introduccioó n

2. Biografíóa del autor y contextualizacioó n histoó rica de la obra.


3. Resumen de ”El Matadero”

4. Anaó lisis.

5. Conclusioó n.

6. Bibliografíóa

2
INTRODUCCIÓN

En el presente trabajo trataremos de dejar en evidencia como el contexto


histoó rico tanto políótico, social y econoó mico ejercieron una gran influencia en esta
obra literaria considerada como el primer cuento argentino.
Tambieó n mostraremos el posicionamiento ideoloó gico del autor como una de
las posturas de las dos fuerzas políóticas que dividieron la sociedad argentina desde
la revolucioó n de mayo y la visioó n que se teníóa a cerca de síó mismos y de sus
opositores federales.

BIOGRAFÍA DEL AUTOR Y CONTEXTUALIZACIÓN HISTÓRICA DE LA OBRA

Esteban Echeverríóa poeta escritor Argentino que es considerado quien


introdujo el romanticismo en la Argentina, nacioó en Buenos Ares en 1905, antes de
la revolucioó n de mayo. Hizo sus estudios primarios en el lugar de origen y mas
tarde estudioó filosofíóa y latíón en la universidad de Buenos Aires. A los veinte anñ os
hace un viaje a Paríós, Francia, donde permanece por cuatro anñ os entregado al
estudio de muó sica, historia, ciencias políóticas, literatura y filosofíóa, logrando una
soó lida educacioó n y tambieó n recibe las influencias del romanticismo principalmente
de Byron y de Joseó Espronceda.

Entre 1820 y 1852, diversos grupos sociales con proyectos políóticos


diferentes se enfrentaron en los intentos por construir un Estado en las Provincias
Unidas del Ríóo de la Plata.
La diferencia entre los proyectos enfrentados surgíóa en primer lugar de la
forma de organizacioó n políótica que proponíóan para el nuevo Estado: unos el
centralismo y otros el federalismo. Por esto, es conveniente precisar en queó
consistíóa juríódicamente esa diferencia.

La organizacioó n políótica de un Estado puede adoptar baó sicamente dos


formas: el centralismo o el federalismo. En el centralismo o unitarismo, todos los
niveles de gobierno estaó n subordinados al poder central; ademaó s, un reó gimen

3
centralista generalmente unifica la legislacioó n y la administracioó n de todo el paíós
maó s allaó de particularidades regionales o diversidades culturales. El federalismo,
en cambio, se basa en la asociacioó n voluntaria o federacioó n de Estados o poderes
regionales que delegan algunas de sus atribuciones para constituir el Estado o
poder central.

Despueó s de 1810, los pueblos de las provincias interiores mostraron un


fuerte localismo en defensa de sus intereses, que entraban en colisioó n con los
intereses de Buenos Aires. Maó s tarde, muchos gobiernos provinciales comenzaron
a declararse federales cuando advirtieron que la centralizacioó n políótica fortalecíóa
los histoó ricos privilegios de la ciudad puerto de Buenos Aires. La forma unitaria de
gobierno fue sostenida no soó lo por grupos portenñ os sino tambieó n por grupos
sociales del interior cuyos ingresos dependíóan de actividades econoó micas
relacionadas con el puerto de Buenos Aires. Se tratoó ademaó s de una reaccioó n de las
maó s antiguas y poderosas familias que controlaban los gobiernos provinciales
frente al creciente poder de los nuevos jefes rurales.

Todos los gobiernos provinciales que se declararon federales tambieó n


expresaron, unos en forma maó s explíócita que otros, su voluntad de constituir el
paíós. Para ellos, la constitucioó n era un instrumento adecuado para terminar con los
privilegios de Buenos Aires. Una constitucioó n federal podíóa respetar la autonomíóa
provincial de Buenos Aires y, al mismo tiempo, garantizar los derechos de todas las
provincias a participar en la distribucioó n de los ingresos del puerto de Buenos
Aires, a traveó s de un Estado central.

De acuerdo con los principios doctrinarios, los federales se oponíóan a un


reó gimen de gobierno unitario en defensa de las autonomíóas provinciales. Pero en la
provincia de Buenos Aires, la defensa de la autonomíóa provincial se transformoó en
una justificacioó n para no ceder la ciudad y el puerto de Buenos Aires a un Estado
central.

Por esta razoó n, entre los federales se distinguieron dos grupos: los federales

4
doctrinarios y los autonomistas bonaerenses. Estos uó ltimos se enfrentaron tanto a
los unitarios como a los federales doctrinarios.

Desde 1828, el autonomíósmo de Buenos Aires se fue identificando cada vez


maó s con Juan Manuel de Rosas (representante de los intereses de todos los
hacendados y terratenientes de la provincia). Desde su gobierno sostuvo que antes
de organizar la federacioó n las provincias debíóan mejorar sus respectivas
administraciones y evitoó nuevos intentos de constitucioó n de un Estado central.

Echeverríóa regresoó a Buenos Aires en 1830, un anñ os despueó s de que el


caudillo Juan Manuel Rosas asume por segunda vez al poder donde se le han
otorgado la suma del poder puó blico, cargo que no solo asume por designacioó n de la
Junta de representantes sino mediante un plebiscito popular que le fue favorable,
surgiendo asíó una dictadura legal.

Cuando Echeverríóa volvioó a su paíós natal ya habíóa comenzado el exilio de


varios intelectuales y escritores. Con su obra, Echeverríóa, quien era del partido
unitario, dio testimonio de las tensiones políóticas y sociales, entre su partido y los
federalistas. Este conflicto protagoniza su cuento “El Matadero”.

En 1837 fundoó el Saloó n Literario, una institucioó n para tertulias literarias que
sobrevivioó pocos meses. El anñ o siguiente creoó la Asociacioó n de la Joven Generacioó n
Argentina que eventualmente se convirtioó en la Asociacioó n de Mayo.

Dado que el objetivo principal por lo cual se le habíóa entregado el poder a


Rosas era para el restablecimiento del orden y la paz frente al gran caos de los
enfrentamientos de fuerzas internas a las cuales tambieó n se sumaban las amenazas
externas. Rosas se propuso la unificacioó n políótica sin admitir ninguó n tipo de
oposicioó n por lo que bajo la calificacioó n de unitarios, se persiguioó a los enemigos
políóticos con el convencimiento de que eran responsables de los males que
aquejaba a la Repuó blica. Y con este fin impuso un reó gimen de partido uó nico.

5
Decidioó eliminar de la administracioó n, el ejeó rcito, y la Iglesia a todos los
considerados unitarios o traidores a la causa federal, para lo cual dispuso
numerosas cesantíóas. La causa de la federacioó n se identificoó con la de la provincia y
la de la Nacioó n. La uniformidad de pensamiento políótico se manifestaba
exteriormente en el uso obligatorio de la divisa punzoó (a la que se hace referencia
en la obra literaria que nos ocupa) .

La esposa de Rosas, Encarnacioó n Ezcurra, organizoó la Sociedad Popular


Restauradora a la que tambieó n se llamoó Mazorca porque ese era el síómbolo que
utilizaron para identificarse. Este organismo, integrado por federales fieles
incondicionales a Rosas pertenecíóan a distintos sectores sociales, y se encargaron
del espionaje y la intimidacioó n de los enemigos políóticos, muchos de los cuales
optaron por emigrar. Montevideo fue el centro donde se nucleoó la oposicioó n y a los
cuales se sumaron los joó venes de la generacioó n del ‘37

Un de las caracteríósticas del rosismo fue su popularidad. Rosas, representante


de las clases altas vinculadas con la explotacioó n ganadera, se ganoó el apoyo de las
clases bajas de la campo y la ciudad. En el caso de los gauchos no vaciloó en adoptar
sus costumbres y en compartir con ellos las actividades fíósicas relacionadas con el
manejo del caballo y del cuchillo. Tambieó n los negros contaron con su atencioó n ya
que siendo gobernador concurríóa a las principales fiestas de sus comunidades, en
los arrabales de la ciudad. Es asíó que todos estos sectores apoyaron
incondicionalmente al Restaurador de las Leyes, que los convocaba a participar en
el mantenimiento del reó gimen.

La defensa de la religioó n catoó lica fue otra de las premisas del reó gimen por lo
cual se devolvieron bienes confiscados durante el gobierno de Rivadavia a ordenes
religiosas por lo cual contoó con el apoyo incondicional de los representantes de la
Iglesia.
El rosismo tomo asíó un caraó cter Nacional opuesto al liberalismo
europeizante de tiempos de Rivadavia que carecíóa de respaldo mayoritario. Este
sector que representaba el pensamiento ilustrado, cuya difusioó n comenzoó en

6
tiempos del virreinato y se generalizoó con la revolucioó n teníóa ideas que derivaban
del liberalismo utilitario, que planteaba la importancia del Estado en la
organizacioó n cultural y la reforma de las instituciones en funcioó n al bien o utilidad
que pudiesen aportar a la sociedad. Confiaban en el progreso y en la educacioó n
como el medio para lograr el ejercicio de la libertad y el funcionamiento de las
instituciones. Aspiraron a la laicizacioó n de la cultura, despojaó ndola de la
influencia de la Iglesia, por lo que fueron considerados anticatoó licos.

El romanticismo, movimiento cultural desarrollado en Europa en la primera


mitad del siglo XIX, llegoó al Ríóo de la Plata en 1930 traíódo por Echeverríóa y se
expandioó raó pidamente entre los joó venes intelectuales, donde se manifestoó en la
llamada Generacioó n del ’37 integrada por joó venes nacidos en tiempo de la
revolucioó n y educados en las instituciones creadas por la reforma rivadaviana
como el Colegio de Ciencias Morales y la Universidad de Buenos Aires. En su
formacioó n confluíóan las ideas del liberalismo y las primeras corrientes del
socialismo utoó pico.

Esteban Echeverríóa tomoó el liderazgo de la juventud ilustrada de la eó poca


cuyas figuras maó s destacadas fueron: Juan Bautista Alberdi, Miguel Caneó , Carlos
Tejedor, Santiago Albarracíón, Joseó Rivera Indarte, entre otros.

Las obras de los escritores romaó nticos indagaron sobre lo nacional, se


inspiraron en el paisaje nativo, la vida, la historia, la políótica y los personajes
caracteríósticos de la sociedad de su tiempo. En su mayoríóa se produjeron o editaron
fuera del paíós, ya que sus autores debieron emigrar en tiempos de Rosas, como
Echeverríóa que escribiríóa su cuento El Matadero en esta eó poca, donde introduce
tambieó n caracteríósticas realistas y que seríóa publicado despueó s de su muerte, en
1874 por su amigo Juan Maríóa Gutieó rrez.

RESUMEN DE ”EL MATADERO”.

El marco del relato se encuadra en los anñ os posteriores a la Revolucioó n de

7
Mayo, durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, en un matadero vacuno en la
provincia de Buenos Aires en Argentina. Luego de la muerte de la esposa de Rosas,
Encarnacioó n Ezcurra, y durante la eó poca de cuaresma.

El relato comienza con la descripcioó n de un gran diluvio que duroó quince


díóas y afectoó la economíóa del paíós causando una crisis y la imposibilidad de utilizar
el matadero en este períóodo de tiempo, por lo que hubo falta de carne. Esta
carencia, que iba acorde a los mandatos de la iglesia en lo referido a la abstinencia
de carne, produjo un aumento en los precios de los otros productos como aves,
pescados y rosquillas. Sin embargo, aunque la iglesia dictoó que no se debíóa comer
carne bajo el pretexto del pecado, no fue igual de ríógida con los gobernantes y el
cuerpo religioso, lo que demuestra la hipocresíóa del gobierno y la iglesia.
Echeverríóa narra que ante la crisis, Rosas "el Restaurador" envíóa una
reducida cantidad de novillos al matadero, los cuales son recibidos con algarabíóa
por la gente, que se pelea para conseguir comida, achuras y testíóculos de toro.
Entre uno de esos animales se encuentra un toro, que se escapa tras producir
indirectamente la muerte de un ninñ o que es raó pidamente olvidada. El brioso
ejemplar es perseguido por varios jinetes, que al final de una larga persecucioó n
logran atraparlo y matarlo. Luego de narrar la muerte del toro, entra en escena un
joven que es identificado raó pidamente como unitario por no llevar luto ni la divisa
punzoó . El mozo es atrapado y llevado a la casilla del juez del matadero, donde es
interrogado y torturado por los federales. El unitario se resiste manteniendo una
actitud desafiante y digna ante las crueldades de los federales. Finalmente, en el
momento en que lo pensaban torturar, el joven literalmente estalla de rabia, y
muere heroicamente sin haber sido desmoralizado por la tortura, y luego de haber
expresado sus pensamientos del reó gimen federa

ANÁLISIS

El relato comienza utilizando una foó rmula narrativa que lo aleja


temporalmente de los acontecimientos que es necesario para que el relato se
convierta en ficcioó n aunque los hechos y personajes fueran contemporaó neos.

8
La eleccioó n del espacio donde se realizan los hechos es el Matadero que tiene que
ver con la identificacioó n del rosismo con la ganaderíóa, ya que ese era el sector
privilegiado por el gobierno. Ademaó s el matadero estaó en el líómite entre lo urbano
y lo rural es decir entre la civilizacioó n y la barbarie.

Tambieó n se describe la condicioó n humana del matadero como “la


chusma”, la reunioó n de ”todo lo horriblemente feo, inmundo y deforme de una
pequenñ a clase proletaria peculiar del Ríóo de la Plata.” Las personas son
animalizadas y los animales adquieren rasgos humanos, todos pelean por carne y
víósceras a cuchillo o golpes. Tal escena produce una analogíóa con los problemas
nacionales y asíó la relacioó n entre matadero y federalismo se hace evidente.

Los personajes son descritos en dos grupos opuestos: unitarios y


federales. Los militantes del partido federal, cuyo caudillo era Rosas, son
representados como personas crueles y brutales, baó rbaros y brutos,
establecieó ndose analogíóa entre los personajes federales y animales como buitres,
lobos y tigres, con gusto por la sangre, actitud depredadora y dominacioó n por el
terror y la violencia. En cambio, los unitarios, con los que se identifica el narrador,
son presentados como personas cultas y amantes de las luces, civilizados.

Echeverríóa describe a otras figuras sociales de la eó poca, como los gringos


y la plebe. Al pueblo lo describe como inculto y hambriento. Los personajes de la
plebe, como las negras achureras y los muchachos que se entrenan en el manejo
del cuchillo, son descritos como seres vulgares y faó cilmente manipulables, de
manera que se conformen faó cilmente con los designios del Restaurador o los
mandatos de la iglesia, y olvidan raó pidamente los hechos, como sucedioó con el
muchacho degollado.

Se puede ver tambieó n la confrontacioó n clara entre dos mundos que el


autor quiere reflejar, presentado por dos personajes estereotipados como son
Matasiete, hombre violento de pocas palabras por lo tanto irreflexivo, y pronto
para la accioó n y por otro lado el joven unitario, gallardo, con un lenguaje cuidado,

9
artificioso, idealizado. Despueó s de esta presentacioó n el desenlace se da con la
tortura, la vejacioó n y posterior muerte accidental del unitario.

Este testimonio se convierte en denuncia y el paralelismo entre la vida


del matadero y la mazorca del gobierno rosista se hace explíócito sobre toda en la
conclusioó n críótica final que pone en evidencia de queó y de quieó nes habla emitiendo
un juicio revelador:

“En aquel tiempo los carniceros degolladores del Matadero eran los apóstoles que
propagaban a verga y puñal la federación rosista, y no es difícil imaginarse qué
federación saldría de sus cabezas y cuchillas. Llamaban ellos salvaje unitario,
conforme a la jerga inventada por el Restaurador, patrón de la cofradía, a todo el
que no era degollador, carnicero, ni salvaje, ni ladrón; a todo hombre decente y de
corazón bien puesto, a todo patriota ilustrado amigo de las luces y de la libertad; y
por el suceso anterior puede verse a las claras que el foco de la federación estaba en
el Matadero”.

Se puede observar en esta obra dos partes muy claramente, la primera


con predominio de lo descriptivo, que presenta un realismo dramaó tico, y la
segunda con predominio narrativo donde se denuncia y se expone una propaganda
políótica militante cuyo objeto es herir la tiraníóa de Rosas considerada como tal por
los unitarios.

CONCLUSIÓN

A traveó s de toda esta exposicioó n creo que ha quedado claro como el


contexto políótico y social del la eó poca en que fue escrito ”EL Matadero” por Esteben
Echeverríóa ha influido en la produccioó n de la obra y nos da una clara visioó n de
coó mo eran visto los Federales por los ojos y el entendimiento de sus contrarios.
Es un obra muy corta, de pocas paó ginas pero con un gran dinamismo y
elocuencia donde las situaciones descriptas y el simbolismo que encierra soó lo
pueden ser entendido dentro del contexto histoó rico social en el que fue escrito.

10
BIBLIOGRAFÍA:

 Esteban Echeverríóa ”El matadero” Emeceó Editores, Bs. As., 1967

 Barba, E 1982 Unitarismo y federalismo, rosismo, C.E.A Biblioteca Argentina


Fundamental
 Myers Jorge. 1998. La revolucioó n en las Ideas: La Generacioó n Romaó ntica de
1837 en la cultura y en la políótica Argentina. (Apunte de Caó tedra)
 Jitrik, Noeó . Forma y significacioó n en «El Matadero», de Esteban Echeverríóa
Web: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/forma-y-significacion-
en-el-matadero-de-esteban-echeverria/html/cd3a0586-523c-11e1-b1fb-
00163ebf5e63_3.html

11

Вам также может понравиться