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LAS MUJERES INMIGRANTES EN ANDALUCÍA: INSERCIÓN LABORAL,


SOCIABILIDAD Y REDES SOCIALES1

Dra. Ángeles Castaño Madroñal


Universidad de Sevilla

Existe un discurso generalizado que presenta la inmigración de mujeres como un


fenómeno reciente, afirmando que asistimos a un proceso de feminización del fenómeno
inmigratorio en España. Se generaliza, así mismo, la novedad del proceso como algo
propio de la inmigración de mujeres como colectivo, obviándose las claras diferencias
que existen entre los diversos colectivos étnicos asentados en nuestro territorio. Tengo
que señalar que estas afirmaciones generalizadoras y esquemáticas contribuyen a la
formación de categorías sociales, en este caso concreto, a la construcción de la categoría
de “mujeres inmigrantes” como estrato social inferior a la categoría “mujeres” en
nuestra sociedad.

Mi experiencia en la investigación del proceso inmigratorio en Andalucía me


demuestra que ésta cómo otras muchas generalizaciones debe ser matizada, para poder
dibujar un panorama más real del proceso de asentamiento de los distintos colectivos, y
así llegar a entender mejor las diferencias que se producen en los procesos de
integración, en las actitudes sociales o en los procesos de interacción social.

Apoyando el discurso de la feminización de la inmigración, está el hecho de que


la recogida de datos oficiales que contemplan la variable de sexo era muy complicada
antes de 1996: no existía una base de datos adecuada en el Mº de Interior, los datos del
padrón no se adecuaban a la realidad de la inmigración, los datos extraoficiales de
organizaciones humanitarias inducían (e inducen) a error por duplicación de registros,
etc. Hasta dicho año no se acometió la remodelación de los programas informáticos para
la separación de los datos según sexo de la población inmigrante, en buena parte de las

1
Este artículo se ciñe al curso sobre las mujeres inmigrantes en Andalucía, impartido en las 2ª Jornadas
de Servicios Sociales Comunitarios sobre inmigración, organizado por la Consejería de Asuntos Sociales
de la Junta de Andalucía y la Universidad Pablo de Olavide. Actualmente en prensa . Publicado en Edit.
Almuzara, Colección Política Social, 2005, ISBN: 84-96416-35-6
2

oficinas de extranjeros de las Delegaciones del Gobierno en Andalucía2. De este modo,


la apreciación de la inmigración de mujeres era un dato sólo constatable a través del
trabajo de campo, y su valoración cuantitativa debía realizarse, como fue mi propia
experiencia, a través de datos afines a la presencia de mujeres y de familias en territorio
andaluz, como la escolarización de niños extranjeros en los colegios públicos, los datos
sanitarios de neonatos de padres extranjeros cuando existen informes elaborados en los
hospitales, etc. De entrada, esto supone una invisibilización de la inmigración femenina
en los datos oficiales, que en mi caso dio lugar a la necesidad de reconsiderar las
unidades de análisis contempladas a priori, para poder atender a la realidad de lo
observado en el trabajo de campo: la inmigración de mujeres marroquíes antes de 1995
era un hecho constatable y a contemplar en cualquier estudio antropológico sobre el
proceso inmigratorio en Andalucía.

La inmigración de mujeres de distintos colectivos étnicos, insertas en el servicio


doméstico en las capitales de provincia andaluzas, ha sido un dato relevante a la hora de
abordar el estudio de la inmigración urbana desde mediados de los años 80. En 1985,
era significativo el número de filipinas que trabajaban en este tipo de mercado laboral
en la modalidad de contratación interna, en zonas urbanas residenciales de clase alta en
Sevilla. Y a lo largo de la misma década existía una inmigración estacional desde el
norte de Marruecos hacia Sevilla y el litoral andaluz, que cubría la demanda de mujeres
en el servicio doméstico y la hostelería en época estival. Esta actividad de
complementariedad económica doméstica entre las sociedades de ambas orillas, se vio
interrumpida a partir de la entrada en vigor del acuerdo Schengen, dando lugar a una
inmigración indefinida en nuestra sociedad. Afirmo por tanto, que la inmigración
femenina ha tenido una temporalidad pareja a la masculina en Andalucía, si bien los
distintos sectores ocupacionales, las pautas de sociabilidad culturales y de género, y la
tendencia en el tratamiento de los datos estadísticos por parte de la Administración, han
contribuido a la invisibilización de esta presencia.

Otra cosa es que desde mediados de los noventa estemos asistiendo a un


incremento en la diversificación de los colectivos étnicos de mujeres, debido a la “nueva

2
Aún hoy es realmente difícil acceder a datos fiables sobre la nacionalidad de los inmigrantes
regularizados, es decir, con permiso de trabajo y residencia en España, y atendiendo a la variable de sexo,
pues estas estadísticas no están a disposición del público en las estadísticas del Mº del Interior.
3

inmigración” de mujeres procedentes de Latinoamérica3 y países del Este europeo que


contribuye a una mayor presencia de las mujeres inmigrantes y a evidenciar una mayor
diversidad cultural. Esto último sí es un fenómeno reciente, que junto a la mayor
visibilización de las mujeres inmigrantes en España de determinados colectivos étnicos
(directamente relacionado con las pautas culturales propias de sociabilidad) favorezcan
la extensión de la idea o percepción generalizada de feminización de la inmigración.

Hablar de inmigración de mujeres es bastante complejo ya que resulta, por todo


lo señalado, bastante inadecuado la generalización a la hora de explicar el proceso. Y
ello es así, tanto por la diversidad que atañe a los distintos colectivos como por la
invisibilidad con que distintos factores han afectado a la inmigración femenina. Se
puede afirmar que la inmigración femenina ha estado invisibilizada por los siguientes
aspectos:

1. Invisibilidad que está directamente relacionada con el papel tradicional


de la mujer en la estructuración social de nuestra sociedad y de las propias
culturas de origen.
2. Invisibilidad por los ámbitos de inserción laboral predominantes en la
sociedad de destino, como son fundamentalmente el servicio doméstico,
empleadas de limpieza y, muy a la zaga, la hostelería.
3. Invisibilidad relacionada con las pautas de sociabilidad tradicionales de
género.

Estos aspectos que son de índole sociocultural se unen a la práctica estadística


que de los datos ha realizado la Administración, que ha dado lugar a que la inmigración
femenina “invisible” haya tenido que ser, en cierto sentido, “descubierta”. Esta práctica
administrativa, por otro lado, no sólo es una mera cuestión técnica, sino así mismo
imbuida de una ideología hegemónica como es el androcentrismo cultural de nuestra
sociedad.

3
En el caso de las latinoamericanas se produce el hecho de que siendo una inmigración arraigada en los
grandes centros urbanos del Estado, como Madrid y Barcelona, desde los noventa se ha dado un proceso
de orientación de los flujos de asentamiento hacia Andalucía, con una notable presencia de familias
nucleares y extensas.
4

Por tanto, a la hora de desarrollar una panorámica general de la inmigración de


mujeres, me siento obligada a entrar en aspectos particulares y específicos de los
colectivos, al tiempo que trataré de esbozar unas líneas generales que permitan
diferenciarla de la inmigración masculina. La constricción necesaria de espacio me
obligan a realizar esta labor muy esquemáticamente y tratando de ceñirme a los ámbitos
laborales dominantes. Por otro lado, a la hora de entrar en detalles de índole cultural, la
mayor dificultad radica en la ausencia de estudios específicos sobre muchos colectivos,
en ocasiones por lo reciente de su presencia en Andalucía, que implica, en algunos
casos, una escasa presencia cuantitativa, que unida a la dispersión territorial de los
asentamientos, dificulta el acceso desde la etnografía.

Características de la inmigración de mujeres en Andalucía.

Hay que resaltar la evidencia de una diferenciada distribución territorial respecto


a la masculina. Las mujeres se asientan predominantemente en zonas urbanas, tanto en
capitales de provincia como en centros turísticos del litoral (Sevilla, Granada, Málaga),
a diferencia de una mayor presencia masculina en los municipios y comarcas de
producción agrícola (Almería, Huelva, Jaén). Esta preferencia de asentamiento está
directamente relacionada con los ámbitos de inserción laboral de hombres y mujeres. La
mayor demanda de mano de obra femenina en el sector del servicio doméstico y
empleadas de limpieza y hostelería, abren un campo laboral que sitúa a las mujeres
inmigrantes en los centros turísticos y urbanos (Gráfico nº1)4.

Por otro lado, se producen diferencias en el proceso migratorio y en las


estrategias de migración desarrolladas; a pesar de una posible salida en solitario, hay un
predominio de reagrupaciones familiares en el colectivo de mujeres, con una doble
tendencia: un incremento del número de mujeres que son protagonistas del proceso de
reagrupación de la familia nuclear, y por otro, las que son objeto de reagrupación por
parte de su cónyuge que ha realizado la emigración en solitario en una primera fase de

4
Merecen una mención las mujeres inmigrantes que trabajan en la prostitución, por tener cierta relevancia
simbólica significativa en los discursos, y cuya actividad es también desarrollada sobre todo en estos
núcleos de población. Nos obstante no será una actividad contemplada en este artículo, por que la
considero, a falta de estudios sistemáticos, minoritaria y marginal, por tanto no relevante en cuanto a su
representación del colectivo de mujeres inmigrantes.
5

una estrategia de migración familiar. En el primer caso, la experiencia migratoria


supone para las solteras una estrategia de promoción social y la posibilidad de
desarrollar un proyecto individual; en el caso de las casadas, la mujer ha pasado a ser la
avanzadilla de la migración familiar. En ambos casos, esta nueva situación que supone
la migración favorece un cambio en el capital simbólico de la mujer inmigrante, un
proceso de revalorización social a través de la emigración, y un cambio en las relaciones
y roles de género en las comunidades de origen y en el seno de las familias inmigrantes
asentadas en nuestra sociedad.

En cuanto a la inserción laboral de mujeres inmigrantes en el servicio doméstico


y la hostelería5, los datos muestran un claro predominio en estos sectores laborales. Los
datos sobre sectores de inserción laboral de mujeres extranjeras en España para el año
19996, muestran un claro predominio en las tasas de actividad de la mujeres en el
servicio doméstico (31,3 %), hostelería (15,6%) y comercio (8,3%). Estando estos
sectores mayoritariamente ocupados por mujeres inmigrantes extracomunitarias. Por la
importancia que ocupa la mujer en este sector laboral, y las implicaciones de este
singular trabajo en la sociabilidad y las relaciones interétnicas de los colectivos sociales,
vamos a detenernos en ello.

Mujeres inmigrantes y servicio doméstico.

Se han realizado por el momento dos estudios sobre las mujeres inmigrantes en
el servicio doméstico en las zonas urbanas de Sevilla y su área metropolitana del
Aljarafe ( Martín y Castaño 20037), y un segundo, en Granada (Gregorio, Alcázar y
Huete, 20038). Ambos demuestran que el ámbito laboral dominante en el que se insertan
las mujeres inmigrantes es el servicio doméstico, como corroboran los datos oficiales de

5
E. Martín y A. Castaño: Mujeres inmigrantes en el servicio doméstico en Sevilla. Género, migración y
redes sociales, Informe de 2003 para la Consejería de Asuntos Sociales de la Junta de Andalucía, s.p.;
Col. IOÉ: Mujeres, inmigración y trabajo. MTAS / IMSERSO, Madrid, 2001; U. Martínez: Mujeres,
trabajo y domicilio. Los orígenes de la discriminación, Icaria, Barcelona, 1995.
6
Datos de la Tesorería de la Seguridad Social/IMSERSO (1999).
7
Estudio subvencionado por la Consejería de Asuntos Sociales de la Junta de Andalucía en el 2002, y
resultados del informe “Mujeres inmigrantes en el servicio doméstico en Sevilla: género, inmigración y
redes sociales” depositado en el 2003.
8
(2003: 215-225) Estudio subvencionado en el 2002 por la Dir. Gral. de Políticas Migratorias de la Junta
de Andalucía.
6

altas en la Seguridad Social en régimen de Empleadas de Hogar. Aunque hay que tener
en cuenta que aún siendo ésta la práctica de inserción laboral más común, las cifras
encubren el hecho de que otras prácticas de trabajo sumergidas que realizan las mujeres,
no salen a la luz por no encontrarse tipificadas en los tipos de régimen, lo que da lugar a
que haya mujeres que utilizan el régimen de empleadas de hogar para alcanzar la
regularización. Así como el hecho de que las propias características de este sector
posibilita la existencia de prácticas de empleo sumergidas, que redunda en la
invisibilización de la actividad de las mujeres inmigrantes y en que haya un número de
mujeres indocumentadas que tratan de mantenerse trabajando en este sector.

Los datos del trabajo de campo de 2003 sobre las mujeres inmigrantes en el
servicio domestico en Sevilla, arrojan luz sobre la variabilidad en la inserción laboral
por sectores según la procedencia de las inmigrantes. Los datos demuestran cómo los
colectivos mayoritarios que ocupan actualmente el sector de las empleadas de hogar o
servicio doméstico son las marroquíes, seguidas de las ecuatorianas, peruanas,
colombianas, rusas y ucranianas. La mayoría china de las asiáticas ocupan otros ámbitos
del sector servicios (gráfico nº 2).

En la provincia de Almería, por contra, el servicio doméstico no es el sector


laboral predominante en el que se insertan las mujeres inmigrantes, pues buena parte de
ellas trabajan, como los hombres, directamente en la agricultura invernada, en
semilleros o en las empresas de envasado y manipulación de productos agrícolas. Sin
embargo, en las zonas del litoral turísticas con una mayor demanda en otros sectores
laborales, como Roquetas de Mar, un buen número sí se encuentra en el servicio
doméstico, dándose el caso de que los colectivos mayoritarios que se ocupan en este
sector son las latinoamericanas (argentinas, colombianas, peruanas y ecuatorianas)
(Gráfico nº3)

Según los datos disponibles de altas en la Seguridad Social a 11 de enero de


2002, en Sevilla hay un total de 5.504 extranjeros dados de alta. De ellos 1.659 son
originarios de la UE, mientras 3.845 son extracomunitarios. De estos totales, las
mujeres suponen el 40.94%, que en cifras absolutas son 2.253 mujeres. Los extranjeros
dados de alta en la Seguridad Social (SS.) como autónomos suponen el 19,3% con 1.063
altas, mientras que las empleadas de hogar suponen el 14% con 761 altas contabilizadas
7

(Gráfico nº4). Teniendo en cuenta la inclinación de determinados colectivos de


inmigrantes a insertarse en sectores económicos específicos, según lo constatado en el
trabajo de campo, se puede deducir que estos son actualmente los tipos de régimen de
S.S. que ampara la actividad laboral mayoritaria de las mujeres extranjeras
extracomunitarias en Sevilla, particularmente en el servicio doméstico y en el comercio
ambulante como autónomas.

El servicio doméstico es una actividad básicamente femenina, que arrastra una


rémora de marginalidad laboral, que se hace palpable incluso en una legislación laboral
particular de la que se deduce que, cuanto menos, no se trata de un trabajo equiparable a
otros, puesto que el trabajo propiamente dicho se considera cuando se desarrolla fuera
del espacio privado. En distintas legislaciones europeas (Inglaterra y Francia), la
relación de empleo de los trabajadores domésticos estaba sujeta al derecho de familia y
no a la legislación laboral, lo que da carácter de liminalidad al sector. Hasta 1984 se
mantiene vigente en España la relación de dependencia del trabajador doméstico al
“amo” a través de la vigencia de los vínculos de fidelidad y el privilegio del testimonio
del amo en caso de conflicto. Esta legislación se basaba en el Régimen Especial de la
Seguridad Social para el Servicio Doméstico de 1969, que supone de facto, una
desigualdad de derechos con respecto a los trabajadores del Régimen General. En ella se
reconoce la autoridad patriarcal del cabeza de familia. En el Real Decreto 1424 de 1985
se reconoce la relación laboral pero le otorga un “carácter especial”, por desarrollarse
en el hogar, “espacio privado y de intimidad familiar”. Por ello que se basa la relación
en la “mutua confianza” entre las partes y salvaguarda la inviolabilidad del espacio
doméstico. El alta en la seguridad social sólo es necesario si prestan servicios durante
72 horas mensuales en 12 o más días cada mes. Si la relación laboral tiene más de un
año la empleada tiene derecho a despido con preaviso de 20 días, y sólo de 7 días si es
menor de este tiempo. La jornada laboral de tiempo completo es de 40 horas semanales
y 9 horas diarias como máximo. Se establece un descanso semanal de 36 horas, 24 de
ellas seguidas, y un periodo vacacional de 30 días anuales, siendo 15 de ellos continuos.
El salario mínimo interprofesional se cobra si la jornada laboral es completa. El
empleador/a puede retener el 45% del salario por gastos de manutención y alojamiento.
No hay subsidio de desempleo, y no se reconoce la categoría de enfermedad
profesional.
8

La discriminación legislativa subyace en el hecho de que el contrato no es


obligatorio, y se sobreentiende la vigencia anual de los mismos, no indefinida, así como
en el procedimiento de despido. Como resultado, se trata de un sector laboral con un
elevado índice de empleo sumergido ya que un alto porcentaje no está dado de alta.
Pocas empleadas trabajan a jornada completa y acceden al derecho sanitario a través de
la cartilla del cónyuge. Muy a menudo, el alta en la seguridad social conlleva que la
cotización se detraiga del salario de la propia trabajadora.

Las modalidades de contratación son como internas y externas a tiempo


completo o por horas, en todo caso, bien sea con alta en la seguridad social o sin alta y
mediante contratación verbal. El resultado del estudio en Sevilla (Martín y Castaño
2003, s.p.9), demuestra la existencia de unas practicas de empleo que conllevan un
proceso de etnización de las empleadas y del sector, ya que hay tendencia a buscar
trabajadoras que concuerden con los modelos culturales de género autóctonos sobre los
ideales de decencia y limpieza. Al tiempo, se produce un rechazo de las trabajadoras
con características étnicas muy marcadas (piel oscura, aspecto indígena, uso de pañuelo
musulmán, etc.), lo que demuestra la existencia de prejuicios raciales. Desde el punto de
vista de las condiciones laborales y salariales, las mujeres inmigrantes están peor
pagadas y trabajan más horas que las empleadas autóctonas. Esta segmentación laboral
tiene que ver con el país de origen y la posesión del permiso de residencia y laboral, es
decir las condiciones de estancia en el país según la ley de extranjería.

Los datos existentes demuestran que en los últimos años se ha producido un


aumento en la demanda que se encuentra directamente relacionada con el aumento del
índice de feminización de la población ocupada. Los datos en Andalucía muestran cómo
Sevilla es la provincia con mayor índice de feminización superando el 55,5% en el
2001. Ello ha favorecido que las mujeres inmigrantes hayan copado este sector, unido a
ciertos ideales sociales, como el hecho de que tener servicio doméstico es un símbolo de
estatus en los sectores sociales medios y altos; y debido también al incremento de la
esperanza de vida en las últimas décadas, que ha producido un mayor índice de
población dependiente que no puede ser atendida por sus familiares femeninas activas,

9
Informe para la Consejería de Asuntos Sociales año 2003.
9

que son las que tradicionalmente realizaban esta labor. Según el estudio en Sevilla, casi
el 80% de las empleadoras entrevistadas prefieren trabajadoras inmigrantes.

Sin embargo, las características del sector, particularmente su inestabilidad y


precariedad lo dotan de una extraordinaria movilidad laboral, que se corrobora en la
percepción de trabajo transitorio que las trabajadoras tienen de este trabajo. Las propias
practicas de empleo no se encuentran sujetas a las directrices de otro tipo de trabajos.
Las trabajadoras de este sector acceden a él mediante la instrumentalización de una serie
de redes sociales: a través de las redes endógenas de inmigrantes, de los programas de
inserción laboral de las ONGs proinmigrnates y de redes sociales autóctonas en las que
funciona el “boca a boca”.

Observando las cotizaciones de la seguridad social por provincias, las altas en el


servicio doméstico son superiores en Málaga y en Sevilla10. La demanda de mano de
obra en este sector explica la feminización de una inmigración extracomunitaria urbana,
y una mayor tendencia en la presencia de familias extracomunitarias en estas provincias
(Tabla nº1 y Gráfico nº5).

Según la encuesta de Condiciones de Vida y Trabajo en España (ECVT)


realizada en 1985 para el ministerio de Economía y Hacienda, alrededor de un 42,9% de
las/os empleadas/os domésticos cotizan en la Seguridad Social. De lo que se deduce el
alto índice de economía sumergida en el sector. Las cifras muestran, como se puede
observar en la tabla nº 1, una tendencia importante a la disminución en el número de
afiliados en la SS. entre 1984 y 1999, con un incipiente incremento a partir del 2000.
Teniendo en cuenta que en ambas décadas es cuando se produce una mayor
incorporación al mercado laboral de las españolas, a pesar de que los datos en
Andalucía son inferiores a la media Estatal, habría que deducir que la disminución en la
cotización coincide con un lógico incremento de la demanda relacionado con la
actividad laboral de las españolas, lo que hace suponer un espectacular incremento en la
actividad sumergida en este sector. Diferentes factores inciden en ello: en principio, se

10
En la tabla de elaboración propia: 1983-1985 datos a 31 de dic.; 1986-1999 media anual; 2000 datos a 31 de dic;
2002 datos a 11 de enero. Fuentes: Anuario de estadísticas laborales del Mª de Trabajo Y Asuntos Sociales, Plan
Integral para la inmigración en Andalucía 2001-2004 de la Consejería de Gobernación, Anuario de Extranjería 2002
del Mº del Interior.
10

puede deducir que las medidas subsidiarias que en los últimos años se han tomado para
paliar los efectos del paro en l@s español@s mayores de 45 años, permite compaginar
el subsidio con la actividad sumergida, estrategia que está en relación con la precariedad
salarial en este tipo de actividades; por otro lado, el alto número de mujeres
extracomunitarias con estancia irregular en el país encuentran en la actividad sumergida
de este sector una salida laboral, y al mismo tiempo, la tendencia a la feminización de la
inmigración a lo largo de la última década, daría lugar a un lento proceso de
regularización de estas mujeres a través de las ofertas de trabajo en este sector, cuyos
efectos han empezado a notarse en los últimos años. Las estrategias de reagrupación
familiar y la necesidad de cotizar para mantener la regularidad en el país, explican la
necesidad de cotizar y el aumento en los datos de los últimos años.

Datos sobre la procedencia de las mujeres inmigrantes.

A la hora de establecer una tipología sobre la procedencia de las mujeres


inmigrantes se han utilizado distintas fuentes. Pero la luz que arrojan dichas fuentes
ofrecen diferentes lecturas: los datos del Ministerio de Interior ofrecen datos sobre los
regularizados, pero el padrón que ha sido un mecanismo de registro de los inmigrantes
independientemente de la situación de residencia en el país y que es voluntaria, ofrece
datos de localización espacial en los que además se puede ver la equiparación entre
sexos en las localidades, ello ha demostrado la importante presencia de inmigrantes
asentados en el área metropolitana de Sevilla, concretamente en la zona del Aljarafe
sevillano, con una importante presencia de mujeres en estas localidades,
presumiblemente vinculadas al trabajo en el servicio doméstico interno en las
abundantes zonas residenciales de estas localidades (Gráficos nº6 y nº7). Los datos de la
seguridad social demuestran el índice relativo de mujeres inmigrantes que cotizan, pero
no son datos que ayuden a la valoración del trabajo sumergido. Una valoración por
provincias en Andalucía, debería recoger los datos de las diferentes fuentes. Puesto que
este artículo se basa en datos de campo, nos basamos en las fuentes rastreadas durante
las investigaciones realizadas en puntos concretos de nuestra geografía andaluza.

Según los datos de altas en la Seguridad Social, encontramos que los colectivos
mayoritarios son los procedentes de la UE, Latinoamérica y, en tercer lugar, África.
11

Salvo en Almería, en que los originarios de países europeos no pertenecientes a la


Unión antes de 2004 aventajan a los comunitarios, la preeminencia de dichos tres
colectivos se mantiene en el resto de las provincias.

En Sevilla, los datos de los padrones municipales a fecha de noviembre de


2002, arrojan diversos resultados observables: un dato es la feminización de la
inmigración de colectivos determinados dentro de los procedentes de países de la
Europa del Este y Latinoamérica (rusas, polacas, dominicanas, brasileñas, colombianas,
peruanas…). Mientras en otros casos, predomina la inmigración familiar directamente o
a través de la reagrupación como en el caso de los marroquíes, iraníes, iraquíes, croatas,
yugoslavos y moldavos. Parece existir una distinta evolución en la tendencia migratoria
de los diferentes colectivos. El resultado de la cata en los padrones muestra cómo en los
colectivos del Magreb y Oriente Medio hay una tendencia a cierta inmigración familiar
directa o por reagrupación. La reagrupación es una estrategia predominante en los
colectivos marroquíes, aunque los argelinos que se empadronan demuestran una
equiparación entre los sexos que puede indicar que este tipo de registro se produce en
los casos en los que se da una migración familiar. En el caso de los iraquíes e iraníes el
tipo de inmigración familiar que se registra se encuentra en relación a un tipo de
emigración que obedece no simplemente a la establecida tipología “económica” sino
más bien política. La inmigración Subsahariana es predominantemente masculina,
mientras la Latinoamericana es eminentemente femenina, suponiendo las mujeres
brasileñas y dominicanas más del doble del total, a lo que se añade el evidente dato de
que doblan la cifra de los hombres las colombianas y peruanas. Las cifras de los
ecuatorianos empadronados aún persistiendo el predominio femenino, evidencia una
mayor presencia de familias. La inmigración de europeas del Este siguen una tónica
parecida en cuanto a la feminización en los colectivos procedentes de Polonia, Rusia y
Ucrania, mientras parece existir una presencia familiar en los procedentes de la antigua
Yugoslavia, Rumania y Bulgaria.

Procesos de inserción social de las mujeres inmigrantes.

¿Por qué hablo de inserción y no de integración?. Para responder a esta cuestión


vamos a establecer la diferencia existente entre inserción e integración.
12

Hablo de inserción social distinguiéndola del concepto integración, dado que


entiendo que hay un proceso de inclusión social que llevan a cabo los propios colectivos
inmigrantes, desarrollando toda una serie de estrategias que les permite vivir y
reproducirse socioculturalmente entre nosotros. La integración como tal, requiere de la
intervención de factores ajenos a la voluntad de los sujetos pertenecientes a colectivos
minoritarios, y que tienen que ver con los mecanismos de dominación en una sociedad.
En España, el contexto político y la situación jurídica en la que se produce la
inmigración, hablar de integración es una manera de contribuir a velar la realidad y
produce confusión sobre la misma y en torno al significado conceptual.

La integración social de las personas inmigrantes extracomunitarias requiere de


medidas sociales y jurídicas que ayuden a la consecución de unos objetivos básicos:
vivienda, documentación y trabajo. Los tres son indispensables, y la carencia de uno
de ellos sitúa a las personas en una clara situación de marginación y dependencia social,
que puede dar lugar a que algunos sujetos que no logran estabilidad en la tenencia de los
tres factores, acaben engrosando las bolsas de miseria existentes en nuestra sociedad. En
nuestro país, el régimen jurídico para las personas extranjeras no comunitarias, es decir,
la práctica legislativa, y por otro, los programas de intervención social con estas
personas, chocan en la imposibilidad de confluencia para posibilitar la integración
efectiva de las personas extracomunitarias. En primer lugar, por que la ley sitúa en
posición subordinada a estas personas, al tiempo que hace discriminación con los
indocumentados segregándolos como sujetos sin derechos, ello les imposibilita la
integración como sujetos de pleno derecho en nuestra sociedad. En segundo lugar, si
una práctica legislativa sitúa en una determinada posición social a los sujetos, la práctica
de intervención social difícilmente podrá subsanar o corregir lo que la ley establece, de
ahí que los programas sociales de los organismos públicos no puedan sino abarcar
aspectos tangenciales de la problemática social, quedando fuera de su campo de
intervención una integración efectiva en los temas cruciales de vivienda y trabajo,
campos que, por otro lado, también están sujetos a la legislación y la praxis social.

Sin embargo, los inmigrantes no son sujetos pasivos, sino que desarrollan sus
propias estrategias para insertarse y reproducirse física y socioculturalmente en nuestra
13

sociedad. De ahí que me interese más por los procesos de inserción social efectiva que
las personas y colectivos desarrollan, y por las estrategias de reproducción.

Las mujeres inmigrantes han desarrollado una serie de estrategias propias,


relacionadas con sus respectivas culturas de género, y con la estabilidad en el
asentamiento local del respectivo colectivo étnico, para llevar a cabo el proceso de
inserción en nuestra sociedad. En estas estrategias juegan un papel crucial la estabilidad
y cohesión de las redes sociales de los colectivos asentados en Andalucía. Lo que a su
vez está relacionado con la temporalidad en el proceso migratorio y la densidad o
complejidad de las redes de relaciones que tienen que ver, en buena medida, con las
prácticas de reproducción de las culturas de origen.

Se encuentran dos modalidades básicas en las estrategias desarrolladas por las


mujeres:

1. Las mujeres que emigran en redes basadas en el parentesco: en este caso


se utilizan los recursos humanos que supone el asentamiento de familiares en
el lugar de destino. Se trata de estrategias establecidas antes de emigrar, es
decir, desde la comunidad de origen. Mediante esta estrategia, la inmigrante
tiene garantizada una serie de elementos básicos para su inserción social,
tales como la vivienda, la documentación (mediante el proceso de
reagrupación, e incluso el permiso de trabajo y residencia que suele ser
tramitado previamente por sus familiares) y el trabajo, pues su inserción en
redes familiares previamente asentadas pone a su disposición los recursos y
canales de información, redes mixtas con agentes autóctonos de la sociedad
de destino, etc., recursos indispensables para el acceso al trabajo.

2. Las mujeres que emigran solas: estas personas tienen una notable
precariedad desde el instante en que llegan a la sociedad de destino. La
necesidad de cubrir con urgencia sus necesidades básicas de subsistencia, las
encamina hacia el servicio doméstico interno como una de las mejores
alternativas posibles para alcanzar en primer lugar vivienda y trabajo, y por
último, la documentación a medio plazo, mediante la negociación entre las
partes implicadas en la relación laboral.
14

Según origen se puede establecer una tipología general11 de acuerdo a ambas


modalidades:

1. Mujeres del Este europeo: especialmente rusas y ucranianas, mencionan


como estrategia para emigrar en solitario una práctica que viene determinada
por lo que he denominado la “comercialización de la demanda laboral”.
Consiste en que un intermediario del propio colectivo étnico, es decir, de su
misma sociedad de origen, le vende la oferta laboral de una empleadora
española que demanda mano de obra en el servicio doméstico interno, por la
que paga una cantidad establecida por el intermediario. Una vez en España,
el intermediario la pone en contacto directo con la empleadora y su nuevo
domicilio. Las rumanas, en cambio, suelen emigrar en redes parentales
nucleares.

2. Mujeres Latinoamericanas: se ha observado, entre las ecuatorianas y


colombianas en Sevilla, que actualmente se da una inmigración y
asentamiento utilizando el recurso de redes parentales preestablecidas, con
estrategias de salida e inserción en destino establecidas a partir de las redes
familiares transnacionales, es decir, entre la comunidad de origen y la
emigrada.

3. Mujeres Magrebíes: las mujeres argelinas emigran generalmente a través de


la reagrupación familiar. A través de esta modalidad los argelinos con
familia en el país de origen reagrupa a toda su familia nuclear. En numerosas
ocasiones se trata de decisiones tomadas por motivos políticos que afectan a
la continuidad del marido en el lugar de origen. Sólo excepcionalmente se
produce la migración de la familia nuclear completa.
La mujeres marroquíes en cambio, desarrollan estrategias muy diversas. Esta
inmigración se caracteriza por la gran flexibilidad de las estrategias

11
Estas tipologías se han elaborado sobre la serie de entrevistas desarrolladas en el trabajo etnográfico y
sobre los datos obtenidos de las informantes. En absoluto pretenden ser categorías basadas en realidades
15

desarrolladas. Fundamentalmente ello se debe, a que se trata de una


inmigración ya tradicional en Andalucía, de larga temporalidad, establecida
en nuestro territorio en distintas fases migratorias que obedecen a distintas
coyunturas sociopolíticas de nuestro país y de Marruecos. Debido a ello, las
mujeres marroquíes gozan de las ventajas de una redes sociales
transterritoriales densas, estables y antiguas, establecidas en la sociedad de
destino con lazos permanentes en la sociedad de origen, lo que redunda en la
flexibilidad de estrategias que se establecen desde el propio lugar de origen.

4. Mujeres asiáticas: las armenias, iraquíes e iraníes realizan la emigración en


redes parentales nucleares, es decir, se trata de familias nucleares que
establecen la estrategia migratoria del grupo familiar completo. Suelen pasar
por un largo periplo migratorio antes de establecerse de forma indefinida en
nuestras ciudades, y lo corriente es que la emigración se haya debido a
factores políticos de sus países de origen.

Redes sociales y sociabilidad.

La sociabilidad de las mujeres inmigrantes se encuentra directamente


relacionada con una serie de factores, algunos ya expuestos: factores culturales, de la
situación de precariedad en que se encuentre la persona según la estrategia migratoria
desarrollada individualmente, y factores relacionados con las características de las redes
sociales grupales establecidas en el lugar de destino.

La cultura determina la forma que toma la sociabilidad de las personas. Formas


y normas de comportamiento en la interacción social que son aprendidas por procesos
de enculturación en las sociedades de pertenencia, es decir, que las personas aprenden a
comportarse y relacionarse con sus congéneres de acuerdo a unos patrones de conducta
comúnmente aceptados en la sociedad en la que uno nace y crece. Sería excesivamente
largo, establecer aquí las peculiaridades culturales de cada uno de los colectivos de
mujeres inmigrantes en cuanto a la sociabilidad, y por otro lado, no disponemos de

socioculturales, en el sentido de que los procesos migratorios de los colectivos son dinámicos y
evolucionan en función de múltiples variables.
16

datos etnográficos sobre cada uno de los colectivos señalados a lo largo de este artículo.
Pero lo que sí nos interesa es reconocer que la sociabilidad diversa que se observa en los
diferentes colectivos de mujeres inmigrantes está relacionada con las pautas culturales y
las características de las redes asentadas en destino. Ambos elementos se encuentran
relacionados por que cuando las redes sociales son poco estables y difusas, las prácticas
culturales encaminadas a permitir las relaciones sociales entre las personas se resienten,
hasta el punto de que, en determinadas circunstancias, una persona inmigrante puede
llegar a sentirse aislada en nuestra sociedad, con el consiguiente malestar psíquico y el
sufrimiento emocional que conlleva. Veamos por tanto, la relación entre la sociabilidad
de las mujeres inmigrantes y las redes sociales.

Una sociabilidad rica y dinámica requiere, entre otros requisitos, que las
personas tengan la capacidad y la posibilidad de desarrollar una redes sociales
egocentradas, es decir, a partir de la relación de ego con las personas de su entorno. Sin
embargo, en el caso de las personas inmigrantes, el panorama se complica, en el sentido
de que, para la satisfacción emocional de estas personas que experimentan un proceso
vital transcendental en sus vidas, no cualquier relación social que puedan establecer en
la sociedad de destino le ayudará en su estabilidad. Solamente las relaciones que se
establecen con un grupo asentado en destino con el que se comparta la mayor afinidad
cultural, posibilita una inserción social satisfactoria para las personas inmigrantes. Por
tanto, inmediatamente podemos deducir que la sociabilidad de las inmigrantes depende
de las redes colectivas asentadas en la sociedad de destino con las que les une una gran
afinidad cultural, y en las que pueden llegar a desarrollar sentimientos de pertenencia
grupal.

Un factor importante para el desarrollo de estas redes es la temporalidad en el


proceso migratorio del colectivo que se trate. Las redes más estables y densas son
aquellas de colectivos que se asentaron en nuestros pueblos y ciudades hace más
tiempo. Las personas tienden a decidir su sociedad de destino en función del
asentamiento previo de personas de su comunidad de origen, ya que el conocimiento de
otras personas de la misma procedencia en el lugar de inserción les proporciona una
mayor seguridad a la hora de desarrollar sus estrategias de subsistencia y reproducción.
En cualquier caso, las personas que no cuentan con la posibilidad de insertarse en redes
sociales ya establecidas, suelen decidir su destino tomando como base conocimientos
17

previos e información recabada sobre el lugar al que se dirigen. Este es el caso de la


inmigración más reciente o de colectivos muy minoritarios desde el punto de vista
cuantitativo. Por otro lado, la antigüedad y la cuantía del asentamiento produce, como
ya he señalado una redes sociales densas o complejas, en las cuales es posible basar una
variabilidad de relaciones que permiten la materialización de estrategias múltiples para
la inserción social: sobrevivencia y manutención, inserción laboral, actividades lúdicas
y de ocio, reproducción de las pautas culturales de origen, etc.

Otro de los factores importantes en la naturaleza de las redes sociales


inmigrantes es la proximidad geográfica entre el lugar de origen y destino. Los
colectivos que cuentan con ello, pueden llegar a establecer una relación permanente
entre ambos lugares, y desarrollar de este modo múltiples relaciones con diversos fines.
Se da el caso de algunos colectivos en los que se ha llegado a desarrollar redes sociales
transterritoriales, debido a la proximidad geográfica entre redes sociales
endogrupales12 asentadas en distintos países, a las nuevas tecnologías de la
comunicación y al auge del transporte individual y colectivo. El colectivo marroquí, con
una larga trayectoria migratoria en Europa, casi centenaria, ha llegado a desarrollar este
tipo de redes establecidas sobre relaciones más o menos permanentes entre las
comunidades de origen en Marruecos y la relación de éstas con las redes colectivas
endogrupales asentadas en países europeos (Francia, Holanda, Bélgica e Italia), y en
España. La proximidad geográfica con Andalucía, permite a las marroquíes tener una
relación casi permanente con la comunidad de origen, desarrollando múltiples
estrategias, que en casos concretos, casi ni necesitan el contacto con la población
autóctona para su mantenimiento en nuestra sociedad. Estas redes transterritoriales de
una complejidad y riqueza de relaciones extraordinarias, aumenta las posibilidades de
los individuos para desarrollar relaciones de intercambio, complementariedad y
solidaridad grupal. Otros colectivos que gozan de esta particularidad, es el senegalés y
el maliense, que a pesar de una mayor distancia con el país de origen, la antigüedad de
los asentamientos de estos colectivos inmigrantes en distintos países europeos, les ha
permitido desarrollar redes transterritoriales en Europa. De ahí los importantes
intercambios endogrupales de malienses y senegaleses a través de redes asentadas en
Portugal, Francia y España.

12
Término antropológico que refiere al interior de un grupo social, a lo que acontece en el seno de un
colectivo, dentro de un colectivo.
18

Por todas estas razones, no es igual la inestabilidad y precariedad o la seguridad


y estabilidad de las mujeres de distinta nacionalidad asentadas en Andalucía. A rasgos
generales se puede establecer que.

1. Las mujeres que cuentan con redes complejas en el lugar de destino tienen
una sociabilidad centrada en el endogrupo. Las mujeres con familia
desarrollan redes familiares y grupales basadas en la afinidad de procedencia
(de la misma ciudad e incluso barrio). Son cotidianas las reuniones en ámbito
doméstico en los que se desarrolla con naturalidad la reproducción de las
culturas de origen: fiestas del calendario litúrgico, cultura culinaria, musical,
folklore, y fiestas tradicionales. Las redes se encuentran concentradas en el
territorio urbano, dando lugar a los denominados “barrios étnicos”, de
reciente formación en nuestras ciudades13. Esto es así porque las personas
inmigrantes se sienten más seguras y consideran que hacen mejor frente a las
dificultades viviendo cerca de familiares, amigos y parientes. Marroquíes,
ecuatorianos y senegaleses se encuentran en esta tendencia.

2. Las mujeres con inmigración reciente en nuestra sociedad, cuentan con redes
frágiles y diseminadas en el territorio de nuestras ciudades. Ambas
características influyen negativamente en la sociabilidad endogrupal que
pueden desarrollar. Es por ello, que las relaciones de amistad son la base de
las redes sociales con una sociabilidad fundamentalmente pública en
espacios urbanos (parques, cines, discotecas y cafeterías). Generalmente la
afinidad de la lengua, la capacidad para entenderse en una lengua o dialecto
compartido, es el factor que influye en la formación de estas redes. Las
inmigrantes del Este europeo se encuentran en esta coyuntura. La dispersión
territorial de las redes permiten unas relaciones esporádicas, poco estables y
caracterizadas por la exogrupalidad, es decir, se producen redes mixtas
formadas por personas de distinta nacionalidad con la lengua como nexo de
las relaciones. Muchas de estas mujeres, dada la situación de precariedad
residen en viviendas en las que trabajan como servicio doméstico. La falta de

13
Es el caso de los barrios de La Macarena, Los Pajaritos, Bellavista o San Lorenzo en Sevilla, o de zonas
concretas del casco antiguo de Málaga, así como del centro urbano de Almería o el propio barrio de
Pescadería.
19

vivienda propia es otro factor determinante en su sociabilidad. Por ello, el


tiempo de descanso laboral (fines de semana) sirve para una sociabilidad
esporádica, en la que los encuentros se producen en parques y cafeterías. En
Sevilla el parque de Doña Cristina14 y alguna conocida discoteca sirve para
estas relaciones sociales.

Hay colectivos inmigrados con redes sociales densas, que tras una larga
temporalidad en la experiencia migratoria empiezan a entrar en nuevos procesos de
migración. Tanto las familias extensas ecuatorianas como las marroquíes tienen
tendencia a asentar sus redes parentales en barrios cercanos. En el caso del colectivo de
mujeres y familias marroquíes en Sevilla, a partir de las redes parentales establecidas en
distintos puntos de la geografía española, empiezan a desarrollar lo que he llamado una
“segunda fase de reagrupación” en España. Las familias que cuentan con parientes de
la familia extensa en otras ciudades, que atraviesan una coyuntura desfavorable, o en
ocasiones por el deseo de estar juntos, desarrollan estrategias para la reagrupación de
dicho grupo familiar extenso y facilitarle la inserción laboral en Sevilla. De este modo,
no es extraño encontrar redes parentales extensas formadas por hermanos y hermanas
con sus respectivas familias nucleares que se encuentren viviendo en el mismo barrio o
en barrios cercanos, a partir del desarrollo de esta “segunda reagrupación”. Estos
colectivos además cuentan con cierta sociabilidad asociativa, a partir de la constitución
de asociaciones de mujeres, que en Sevilla son dos en la actualidad (“Mujeres con
Identidad” en el barrio de La Macarena, y “Amal Andaluza” en La Alameda). Tanto las
familias extensas ecuatorianas como las marroquíes tienen tendencia a asentar sus redes
parentales en barrios cercanos.

Un hecho significativo es que no es excepcional que estas redes familiares


formen parte de la red social de hombres marroquíes que se encuentran en Sevilla sin el
soporte familiar de origen. En ocasiones especialmente significativas de sufrimiento
emocional, como es el caso de muerte en Marruecos de padres o hermanos de un

14
Durante el trabajo etnográfico nos encontramos con el dato de que las mujeres marroquíes con una
larga permanencia en Sevilla, a principios de los noventa, se encontraban preferentemente en el servicio
doméstico interno. Las condiciones de falta de vivienda y laborales, eran la causa de una sociabilidad
endogrupal esporádica, circunscrita a los fines de semana, concretándose el espacio urbano de los jardines
de Doña Cristina y el cine que se encuentra en el mismo lugar como lugar de encuentro.
20

hombre que se encuentra solo y de manera irregular (lo que impide la salida y entrada
del país sin problemas), estas redes familiares sirven de apoyo psicológico, pues en el
colectivo de mujeres alguna toma la iniciativa para organizar en su casa los ritos
litúrgicos y la reunión social de los hombres para pedir por el alma del familiar
fallecido.

CONCLUSIÓN:

La inmigración de mujeres en Andalucía es significativa en las capitales de


provincia, y en algunos casos, como en Sevilla (50,26%) y Córdoba (52,33%), son
mayoría cuantitativa según datos de 2004.

La inserción social de las mujeres es diversa según los colectivos de procedencia


nacional, y las estrategias y el proceso desarrollado depende de la temporalidad del
proceso migratorio. De esta temporalidad depende la posibilidad de desarrollar redes
sociales complejas que permitan a los individuos una inserción social con el menor
sufrimiento emocional y alcanzar objetivos diversos a través del desarrollo de
estrategias de distinta índole. Existen colectivos con redes complejas de relaciones
sociales transterritoriales, basadas sobre la experiencia de un proceso migratorio
antiguo o más largo, respecto a otros colectivos, en Europa. Así mismo las posibilidades
de desarrollar una rica sociabilidad y de reproducir las culturas de origen depende de la
estabilidad de estas redes.

Se puede concluir que las redes familiares suponen un soporte fundamental para
la inserción social de los colectivos inmigrantes en las zonas urbanas, y que a partir de
su establecimiento en barrios concretos, residencia concentrada, se producen
constelaciones complejas de redes parentales en las que se desarrollan todo tipo de
estrategias laborales, económicas, de solidaridad, de complementariedad e intercambio
vecinal, de ocio y de reproducción de las culturas de origen.
21

GRÁFICOS:

EXTRANJEROS SEGÚN SEXO CON PERMISO DE RESIDENCIA EN ANDALUCÍA A 30 DE JUNIO DE 2004

50000
40000
30000 mujeres
20000 hombres
10000
0

m n
hu a
a

la
ía

gr ba

ga
có iz

é
ad
elv

vil
d
er

ja
o

ála

an

se
m

rd
al

(gráfico nº1)

IN M IG R A N T E S E N S E V ILLA Y A LJ A R A F E S E G Ú N
P R O C E D E N C IA a 3 1 d e l 12 d e 2 0 0 1

M A GR EB
OR IEN TE M EDIO
A FR IC A SU B SA HA RIA N A
IB ER OA M ÉR IC A
ESTE EUR OPA
A SIA

(gráfico nº2)

PROCEDENCIA DE LAS EXTRANJERAS EN ALMERÍA A 30


DE JUNIO DE 2004

EEE
E.Este
ÁFRICA
MAGREC
AMERICA NORTE
ASIA
LATINOAMER

(gráfico nº3)
22

T r a b a j a d o r e s E x t r a nj e r o s s e g ún R é g i me n
S S e n S e v i l l a a 11 d e e ne r o d e 2 0 0 2

R .E.E. Ho g a r
14 %

R .E.Ag r a r io
9%

R .E.T.
Au t ó n o m o s R é g . Gr a l.
58%

(gráfico nº4)

EVOLUCIÓN COMPARATIVA ALTAS EN RÉG. GRAL. S.S. EMPLEADAS DE HOGAR EN S EVILLA Y


MÁLAGA
AÑO 1983 1985 1987 1989 1991 1993 1995 1997 1999 2000 2002

MÁLAGA 1030 790 690 550 440 420 340 340 360

SEVILLA 2850 2050 1500 1060 790 650 500 450 440 596 761

(Tabla nº1)

Altas en Rég. Gral. Emplead@s de Hogar en


Sevilla (1983-2002)

3000

2000

1000

(gráfico nº5)
23

EXTRANJEROS EN LA CIUDAD DE SEVILLA SEGÚN SEXO a 31


de diciembre de 2001
3500
3000
2500

2000 VARONES
1500

1000 MUJERES
500
0

(gráfico nº6)

EXTRANJEROS EXTRACOM. EN EL ALJARAFE SEGÚN SEXO a


31 de diciembre de 2001
500
450
400
350
300
250
200
150 HOM BRES
100
50 M UJERES
0

(gráfico nº7)

BIBLIOGRAFÍA:

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MTAS/IMSERSO, col. Inmigración y refugio.
- GREGORIO, C., ALCÁZAR, A. Y HUETE, M. (2003) “¿“Muchacha”, “chacha”,
“una más de la familia”?: mujeres inmigrantes en el servicio doméstico en la
ciudad de Granada” en III Seminario sobre la investigación de la inmigración
extranjera en Andalucía, Consejería de Gobernación de la Junta de
Andalucía; 215-225.
24

- INSTITUTO DE ESTADÍSTICA DE ANDALUCÍA (2002) Mujeres andaluzas.


Datos básicos.
- (2002) El mercado de trabajo en
Andalucía. Datos estructurales.
- MARTÍN, E. y CASTAÑO, A. (s.p.) Mujeres inmigrantes en el servicio doméstico
en Sevilla. Género, migración y redes sociales. Informe para la Consejería de
Asuntos Sociales de la Junta de Andalucía.
- MARTÍNEZ, U. (1995) Mujeres, trabajo y domicilio. Los orígenes de la
discriminación. Barcelona, Icaria.
- (2000) “Evolución y clasificación del trabajo doméstico
inmigrante”, OFRIM Suplementos, junio de 2000; 75-96.
- MINISTERIO DEL INTERIOR 2002 Anuario de extranjería.
- Extranjeros con tarjeta o autorización de
residencia en vigor a 30 de junio de 2004.
- MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES. Anuario de estadísticas
laborales.
- PADRONES MUNICIPALES 2002. Aytos. De Sevilla, Castilleja de la Cuesta,
Coria del Río, Bormujos, Mairena del Aljarafe, Tomares, San Juan de
Aznalfarache y Valencina de la Concepción.

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