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Sangre cristera, entrega de amor valiente

Publicado en web el 22 de Mayo, 2017


http://www.semanario.com.mx/ps/2017/05/sangre-cristera-entrega-de-amor-
valiente/
A 17 años, incrementa la fe en los Santos Mártires mexicanos
El 21 de mayo del año 2000, el entonces Papa Juan Pablo II, regaló a México 25
nuevos santos, encabezados por San Cristóbal Magallanes. Hoy, la fe hacia
nuestros santos gana poco a poco terreno y el Santuario en su honor continua su
avance.

Sonia Gabriela Ceja Ramírez


El 21 de mayo se festejará a nivel Iglesia universal la fiesta de San Cristóbal
Magallanes y compañeros mártires quienes fueran canonizados en esa misma
fecha, pero hace 17 años por el ahora también santo Juan Pablo II, en El Vaticano.
Para conmemorar tan importante efeméride, el Santuario de los Mártires organiza
un triduo a manera de fiesta patronal y que se llevará a cabo del 19 al 21 de mayo.
“Todos los días tendremos a las 5 de la tarde una hora santa, exposición del
Santísimo, la bendición y luego, el rezo del Rosario; confesiones y a las 6, la Misa.
“El viernes tendremos la conferencia ‘Testigos de Cristo Rey y Santa María de
Guadalupe’, la cual se realizará en la capilla provisional del Santuario y será
impartida por la Hermana Anacely Villa.
“El sábado 20, a las 9 de la mañana, tendremos primeras comuniones. El domingo
21, de manera especial pidiendo por la unidad de las familias, tendremos la Misa a
las 10, la Misa solemne a las 12 y la de acción de gracias a las 6 de la tarde.
“Además, el domingo, también a las 8 de la mañana tendremos la Carrera por la
Eucaristía.
“Durante las fiestas, como de ordinario, se tendrá el relicario que estuvo presente
en Roma, hace 17 años en la Misa de Canonización. La intención era que el relicario
se quedara allá pero el Papa San Juan Pablo II dijo que las reliquias de los mártires
deberían estar en tierra mexicana.
“Este relicario está regularmente en el Santuario, mientras que, desde hace algunos
meses, está saliendo otro con los restos de los beatos Anacleto González y
compañeros. Este relicario está visitando algunas parroquias con la intención de
que la gente los conozca y pida su intercesión por un milagro para que puedan llegar
a ser canonizados y celebrarlos también como santos”.

Sí crece la devoción
El padre Aviña señaló que la participación de fieles en el Santuario de los Mártires
se ha triplicado. “Aunque entre semana es poca la afluencia, si es más gente que
cuando iniciamos, vienen entre 20 y 30 personas. Y los domingos que vienen los
decanatos en peregrinación después de que las reliquias visitan sus parroquias, ahí
también ha aumentado la participación.
“Nos visita gente no solo de la Zona Metropolitana de Guadalajara sino también
foráneas. En el norte del país o incluso al otro lado, hay un gran interés por conocer
la vida de los mártires, porque es gente que emigró y anhela muchas cosas de
México y entre ellas su fe. Tienen más conocimiento muchas veces de los mártires,
porque allá también se les hace difusión y esporádicamente vienen a conocer y
visitar el Santuario”.
El sacerdote explicó que el Año de la Misericordia atrajo muchos fieles al Santuario
así como los eventos que se han organizado en la asamblea principal.
Que también crezca la generosidad
El padre invitó a todos los fieles católicos a donar según sus posibilidades pues
destacó que el Santuario es una obra es de todos. Dijo que particular interés por
contar con este amplio espacio celebrativo han mostrado los diferentes grupos,
movimientos y apostolados de la arquidiócesis quienes han colaborado
generosamente y de manera constante con esta obra.
Finalmente el padre exhortó a los fieles a orar por el Santuario y a colaborar
económicamente según sus posibilidades y su generosidad.
El Santuario está abierto diariamente de 9 de la mañana a 7 de la tarde. Misa diaria,
6 de la tarde.

Vivir la fe en fidelidad hasta la muerte


El viernes 19 de mayo, a las 6.45 de la tarde y como parte de la fiesta de San
Cristóbal Magallanes y compañeros Mártires, la hermana Anacely Villa Barriga,
Messt., impartirá una conferencia titulada “Testigos de Cristo Rey y Santa María de
Guadalupe”.
Y es que, dijo en entrevista a Semanario, es importante que recordemos y nos
ubiquemos cómo vivió la Iglesia esa época oscura para la historia de México.
Recordar y valorar la entrega
“En 1915 se da la muerte del primero de los mártires canonizado, San David Galván,
mientras que en 1935, muere el último de los mártires canonizados hasta el
momento.
“Fue una época muy difícil para la Iglesia en México porque los gobernantes venían
con una mentalidad liberal tratando de hacer a un lado el papel de la Iglesia en la
sociedad, con el argumento de que la Iglesia no permitía el progreso, el desarrollo
de la nación, que hubiera igualdad, etcétera.
“Esta mentalidad acompañada de una fuerte influencia de la masonería, del
socialismo, y también otras ideas un poco indigenistas hicieron que hubiera una
reacción de rechazo de parte de muchos gobernantes, tanto del presidente de la
república como de algunos gobernadores y presidentes municipales.
“Todo este ambiente tenía como objetivo quitar a la Iglesia su papel de defensora
de los derechos humanos y también del cierto arbitraje en la sociedad, de la
influencia espiritual que tenía porque según esto, cada hombre tenía libertad de
actuar según su conciencia, que ciertamente así es pues sabemos que tenemos
una ley inscrita por Dios en el corazón, pero como Dios le estorbaba al gobierno se
decidió sacarlo”.
Sin miedo, con mucha valentía
“Los católicos en ese tiempo, que eran personas que tenían una fe sólida,
rechazaron esa actitud del gobierno y de una u otra forma trataron de defender la
libertad religiosa en nuestra patria. Este fue el papel de nuestros mártires.
“Los sacerdotes continuaron con la formación religiosa de los católicos, pero los
laicos también tuvieron un papel muy importante.
“El llamado de los Obispos fue a resistir de una manera pacífica. Los sacerdotes por
ningún motivo debían tomar las armas ante la insurgencia de algún grupo de laicos
que defendieron la fe, porque cuando vieron por ejemplo, en Chalchihuites el 15 de
agosto de 1926, que mataron al padre Luis Batiz y a tres jóvenes laicos
comprometidos con la Iglesia, un grupo de laicos fueron de los primeros que
empezaron a combatir al Ejército, a disparar por esa acción que realizó. Aunque
alguno desobedeció, a ellos no se les considera mártires.
“En esa época hubo un poco de confusión porque los Obispos, muchos de ellos
estaban exiliados y algunos otros se fueron por su cuenta. Algunos estuvieron
asilados en Cuba, en Estados Unidos o en Roma para evitar la muerte. Fue una
situación muy difícil para ellos. Muy pocos se quedaron en México, por ejemplo, Don
Francisco Orozco y Jiménez, Arzobispo de Guadalajara.
“Ellos ejercieron el papel que tenían que ejercer, ser pastores y tratar de evitar más
derramamiento de sangre. En el momento en que se tomó la decisión que vino
también de Roma respecto a que se dejara la lucha armada, los cristeros
obedecieron porque los sacerdotes llamaban a la obediencia al Santo Padre y a los
Obispos, quienes se adhirieron a buscar la paz.
El privilegio de testificar la fe
La religiosa señaló que desde el principio de la Iglesia siempre ha habido mártires.
Ser mártir significa ser testigo.
“Cuando una persona, sobre todo nosotros cristianos-católicos tomamos
consciencia de lo que significa la fe, se está dispuesto a pedirle a Dios su gracia
para vivir en fidelidad esa fe hasta la muerte.
“Nuestros mártires nos dan ejemplo de esa fidelidad a Dios. Nosotros desde el
bautismo hemos aceptado a Dios como lo único en nuestra vida. Somos cristianos,
llevamos la marca de la cruz de Cristo y la gracia más grande que como cristianos
podemos recibir es la del martirio, no cualquiera recibe esa gracia. En ese tiempo
muchos cristianos deseaban ser mártires. Anhelaban el martirio porque era la
oportunidad de vivir en fidelidad hasta el último momento, la gracia de su bautizo y
demostrar al mundo que Cristo es el Rey, que no hay ningún gobernante, ni ninguna
mentalidad, que esté por encima de la consciencia del ser humano más que Dios y
en aquel tiempo el gobierno, quería manejar la consciencia del hombre y ponerse
en el lugar de Dios, que fue lo que no aceptaron nuestros mártires, que se impusiera
sobre la ley de Dios una ley que era contraria a la libertad de religión y a cualquier
derecho en contra el hombre.
“Este ser testigo, este ser fiel hasta el último momento, es lo que a nosotros nos
debe de servir, sobre todo en este tiempo, de motivación profunda para decir, se
puede dar la vida por Dios.
“Así como a ellos les concedió la gracia del martirio, a nosotros nos puede conceder
la gracia de la fidelidad diaria a nuestra fe en medio de las persecuciones que
estamos viviendo en la actualidad, que no son persecuciones con armas o de
muerte pero que son persecuciones contra la fe y contra los principios y derechos
del hombre”.

Devoción que refleja respeto y cariño


Museo y Santuario dedicados a San Cristóbal
En el lugar donde nació y donde fue Párroco el santo que encabeza el grupo de
Mártires Mexicanos, Totatiche, se le tiene un gran amor y fervor, y le agradecen sus
favores y milagros, con un museo y la construcción de un Santuario.
Dulce Natalia Romero Cruz
El Museo ubicado en la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario en Totatiche, ha
tenido varias etapas. Después del martirio de San Cristóbal Magallanes el 25 de
mayo de 1927, que en ese entonces era Párroco de Totatiche, y de San Agustín
Caloca, Vicario, la gente comenzó a guardar las pertenencias personales que tenía
de los dos porque ya los consideraban santos. Entre las reliquias de segundo grado
que se reunieron, fueron: ropa, utensilios de cocina que usaba para comer (platos,
vasos) cuando visitaba a las familias, además de las cosas personales que se
conservaron en la Parroquia, sus muebles, los libros con los que celebraban la
Eucaristía, los ornamentos, etc. Poco a poco se fueron recabando y estuvieron
resguardados en el Seminario. Pero las reliquias de primer grado son sus restos,
sus huesos, y se encuentran en unas urnas que están depositadas en el interior de
la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario, en los altares laterales.
“Cuando inició el proceso de canonización –platicó el Pbro. Juan José Villanueva
Ríos, que tiene 5 años como Párroco de Nuestra Señora del Rosario en Totatiche-,
el Pbro. José de Jesús Gálvez Amezcua, comenzó a recolectar todas las
pertenencias y en un Salón Anexo a la Parroquia, que se usaba para el catecismo,
exhibió las pertenencias en unas vitrinas y fue cuando nació el Museo, esto fue hace
unos 20 o 25 años”.
Pero hace 3 años se remodeló, se cambió el piso, se renovaron las vitrinas, se
pusieron luces led, se grabaron algunos escudos, entre otros detalles.
Reconocimiento mundial
El señor Cura relató que “la gente les tiene mucha fe, los invoca para todo, para
curar enfermedades, solventar necesidades, resolver inquietudes y para que los
ayude en peligros”. Asegura que la devoción a San Cristóbal se ha ido extendiendo
en todo el país e incluso en el extranjero, como en Argentina, Italia, España, Estados
Unidos de Norteamérica. Que incluso lo han nombrado Patrono de algunos
Seminarios y Congregaciones Religiosas, en el país.
La fama se ha ido extendiendo principalmente entre las personas que estudian e
investigan el acontecimiento de la Guerra Cristera, donde el señor Cura Magallanes
tiene una presencia muy importante. Es por eso que el cariño y la devoción se han
propagado.
Un digno Santuario
En la cabecera municipal de Totatiche, se está construyendo un Santuario, con
capacidad para 1000 personas, dedicado a San Cristóbal. El 25 de mayo de este
año, que es el aniversario de su martirio, va a iniciar la tercera etapa de este recinto
que es la construcción del techo.
Los Agentes de Pastoral de Nuestra Señora del Rosario son los que están
trabajando para la recaudación de fondos junto con los hijos ausentes que habitan
en el país vecino del norte y algunos que viven en otros lugares de México, pidiendo
donativos, organizando kermeses y rifas. Además hay muchas personas que han
sido beneficiadas con la intercesión del Cura Magallanes y se han convertido en
bienhechores para poder concluir la edificación.

90 años de su martirio
Fue sacrificado el 25 de mayo de 1927 en Colotlán, junto con San Agustín Caloca,
de quien también se conservan y exhiben algunas pertenencias, como su cinturón,
su cartera, su escapulario, etc.
Para conmemorar esta fecha se realiza un Novenario, comenzó el miércoles 17 de
mayo, asisten peregrinos de distintos lugares. Se celebra la Eucaristía en un
contexto de fiesta con cohetes y castillo. Las urnas con las sagradas reliquias salen
en procesión por las calles del pueblo el día 25, por la tarde. Este año se van a llevar
a su Santuario por la conclusión de la segunda etapa e inicio de la tercera.
Y como se está celebrando el 90º Aniversario de su martirio se va a inaugurar una
explanada con un monumento de San Cristóbal, hecho de piedra, en el lugar donde
el nació que se llama San Rafael, población de Totatiche.
Todos estos acontecimientos son en preparación de la conmemoración del
Centenario del Martirio de San Cristóbal, en 2027, donde la principal novedad será
el Santuario terminado.

En defensa de la libertad religiosa


Testimonio de Fe
El grito de ¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!, sigue haciendo eco en el
Siglo XXI. A 17 años de la Canonización de San Cristóbal Magallanes y compañeros
Mártires y a 90 años de la Guerra Cristera, es primordial escuchar los testimonios
de las personas que vivieron y experimentaron el anticatolicismo.
Rebeca Ortega Camacho
María Concepción Plascencia
Parra nació el 4 de marzo de 1917
en Guadalajara, Jalisco; la novena
de diez hijos de un matrimonio con
profundas raíces católicas. En
entrevista para Semanario
recapituló los años de la
implementación de la “Ley Calles”
y cómo esas reformas suscitaron
que su familia tuviera que salir del
país. Además, el recuerdo de su
participación en la Acción Católica
de la Juventud Mexicana (ACJM) y
su asistencia al funeral del Beato
Anacleto González Flores, “El
maistro Cleto”.
“Andaban inspectores sondeando
por un lado y por otro, buscando
sacerdotes para llevarlos a la
cárcel y después fusilarlos”. Entre
algunas anécdotas, recuerda que
para que su hermanito recibiera la
Primera Comunión, su mamá lo
llevó a la casa del padre y en Misa
de 5 de la mañana, recibió el Sacramento de la Eucaristía. Y cuando sus papás
cumplieron 25 años de casados, el sacerdote celebró la Misa en su casa. “En ese
tiempo nuestro párroco, era el Padre y después Obispo Vicente M. Camacho.
También fue mi primer confesor, hice mi Primera Comunión en el Templo de San
Miguel a los 4 años.
“Mi infancia fue muy bonita, pero muy triste por la situación. Me tocó precisamente
el tiempo de la persecución por la “Ley Calles”. Mi papá que era un católico
acendrado dijo: ‘miren hijas, aquí ya no podemos ni adorar a Dios’, y nos
trasladamos toda la familia a Estados Unidos.
“Nos fuimos en 1928, tenía 11 años, me fui llorando porque yo amé a mi patria desde
chica. Dejamos nuestra casa (fundada en 1926, en el centro de la Ciudad) con
mucha tristeza. Pero mi papá dijo, ya no se puede, porque ni Misa, no había culto
sencillamente. Estaba aquí el Templo de los Santos Ángeles, como está ahorita,
con la imagen de la Virgen de Guadalupe; fui a despedirme de ella llorando y le
prometí que mi primera visita, si regresábamos era para irla a verla para darle las
gracias y lo hice, cumplí con mi promesa (3 años después)”, relató la señorita
Conchita.
En otro país, con diferentes costumbres, sin conocer el idioma, la familia Plascencia
Parra ubicó su nueva residencia, precisamente a dos cuadras de Hollywood
Boulevard en Los Ángeles, California. “En Estados Unidos, fue una experiencia muy
diferente, con libertad. Asistimos a una escuela católica, con religiosas y todas allá
andaban con sus hábitos. Nos tocó una parroquia muy bonita, Blessed Sacrament,
que era de los Jesuitas. Esa fue mi infancia”. Regresaron a México en 1931.
Participación en la ACJM
“Una de las cosas que me gustó mucho fue la Acción Católica, que acababa de
fundar Anacleto González Flores, la ‘Unión Católica de la Juventud Mexicana’; me
integré en el Templo Expiatorio, con el Padre que le decíamos ‘Chiquito’, el Padre
Javier Nuño.
“Con la “Ley Calles” se prohibió el culto; fue cuando Anacleto que era valiente y al
mismo tiempo un Cristiano de carta cabal, tomó el papel de defender los derechos
de la Iglesia. Se reunían en casas grandes y él daba juntas. Se congregaba la gente
y él les hablaba de cómo teníamos que defender la Iglesia, defender nuestros
derechos y salían con unas ganas de ser mártir.
“Una hermana, Rosario, tenía 18 años cuando se levantaron los Cristeros y se
quería ir, ella estaba dispuesta a ser mártir (sus papás no la dejaron, porque era
peligrosos). Los Cristeros necesitaban que se les llevaran municiones y alimentos;
cooperar con ellos para que lucharan. Las muchachas hicieron como corsets, con
costuras muy pegaditas y metían las balas entre una y otra”, dijo la entrevistada.
El funeral del “maistro Cleto”
El Licenciado Anacleto González Flores, nació en Tepatitlán, Jalisco, el 13 de julio
de 1888. En 1922 se tituló de abogado y contrajo matrimonio. En 1925 fue
presidente y fundador de la “Unión Popular de Jalisco”. Desde antes de 1926 luchó
porque no se realizara la rebelión armada, él siempre se manifestó de forma
pacífica. Fue tomado prisionero el 1º de abril de 1927 y sin proceso ni sentencia fue
cruelmente ejecutado en el cuartel colorado de Guadalajara. “Lo colgaron de los
pulgares, se le azotó, se le torturó para arrancar nombres de ilustres católicos. Por
fin, le hundieron una balloneta en la espalda”. Murió a los 38 años de edad.
“Conchita (María Concepción Guerrero Figueroa), esposa de Anacleto, era amiga
de mis hermanas mayores; él dejó un niño de 3 años y un bebé. “Cuando lo
cogieron, lo martirizaron, fue muy terrible. Lo mataron en la cárcel y cuando lo
llevaron a su casa, lo pusieron en un cajón muy pobre. De suerte que como estaba
tan herido, corría la sangre alrededor del cajón.
“Era una casa que tenía rejas, que daban hacia la banqueta y nada más a través de
las rejas lo podían ver. Solamente nosotros pudimos entrar. Yo estuve a un lado del
cajón; me acuerdo que tenía la boca abierta y una raya de sangre sobre sus labios.
Estuve a un lado y las personas que estaban afuera, en la banquea, me daban
escapularios y estampas para que se los pusiera sobre su cuerpo y se las
regresaba. Lola, mi hermana, llevó una rosa blanca y la pasó alrededor de su
cuerpo. Otra hermana, recogió muchos testimonios.
“En el Santuario (de Guadalupe), lo enterraron y pusieron una placa con las
palabras: ‘Verbo, vita et sanguine docuite’. Los ACJMeros fueron los primeros en
honrarlo el día de su martirio, el 1° d abril. Al Santuario, iban con sus banderas de
la Unión Católica, ellos fueron a honrarlo, a venerarlo. Unos años después, lo
exhumaron para cambiarlo, y estuve presente; sacaron la urna, no encontraron más
que polvo y tengo de ese polvo, una reliquia”, señaló la señorita Conchita, que el
pasado mes de marzo cumplió 100 años de vida.
Un recuerdo más, con Anacleto, fue en los primeros días de su vida. “Resulta que
mis papás escogieron como mi padrino de bautismo a Hilario Pérez, que era amigo
íntimo de Anacleto González Flores y cuando me bautizaron, lógico que iba a invitar
a su amigo. Me dijo mi hermana, que ese día repartieron bolos y que Anacleto
estaba tan contento tocando la guitarra y me tenía en sus brazos, así que tuve ese
privilegio”.
Otra lucha en defensa de la libertad religiosa que enfrentó Concepción Plascencia
fue cuando el gobierno de Lázaro Cárdenas estableció la educación socialista en
México. Ella participó del movimiento estudiantil que tenía como objetivo “preservar
la libertad de cátedra y la autonomía universitaria. Recuerda su participación en la
manifestación pacífica que tuvo lugar el 3 de marzo de 1935 que fue disuelta
violentamente y en la que murieron baleadas tres personas.
A pesar de todo lo que ha vivido, la entrevistada, que tiene un siglo de vida y
continúa la labor de Evangelización enseñando el catecismo, manifiesta: “yo no he
perdido la Fe” y exhorta a los cristianos a “aprovechar la libertad que tenemos”.

Comentario sobre la figura de Anacleto González Flores en la película la Cristiada.


http://www.churchforum.org/comentario-sobre-figura-de-anacleto-gonzalez-flores-
en-pelicula-cristiada.htm
Me sorprendió mucho que en una película tan bien cuidada se presentara la figura
de Anacleto en una forma un tanto disminuida dado el papel fundamental y el
liderazgo que representó el Maestro y luego como jefe civil del movimiento.
Ciertamente que él proponía la lucha no armada, pero su actividad siempre fue de
una pasión desbordante y por ello creó la Unión Popular, al fin tuvo que aceptar la
lucha porque por su posición no podía abandonar a sus seguidores que eran miles.
Los levantamientos ante el atropello de las fuerzas federales fueron espontáneos e
incontenibles, así lo decía un corrillo popular.
Les anexo cual fue la posición de Anacleto y la narración de su muerte que
inexplicablemente en la película aparece muy minimizado.
Señores, pongan cuidado
Lo que les voy a contar;
Se levantaron en armas
Los de la Unión Popular.

Ya no había posibilidad ni tiempo de explicar la diferencia entre el Ejército Nacional


Libertador y La Unión Popular, cuyos miembros se confundían en las montañas. Los
levantamientos fueron una respuesta espontánea a las acciones del gobierno que
quiso apoderarse de los templos, y en forma valiente la población rechazó esta
medida por ser considerada un atropello. Iniciándose de esa manera las acciones
armadas de defensa.
Con todo su pesar y ante los hechos consumados tuvo Anacleto que asumir su
nueva responsabilidad. Reproduciré el dramático y emocionante texto con que el
Padre Navarrete recuerda esa última entrevista con “El Maestro” convertido por las
circunstancias en “El Jefe”.
“Se habrán dado cuenta ustedes de que nuestra posición de católicos militantes nos
ha llevado, casi sin sentirlo, a la crisis obligada que necesariamente hará reflexionar
a cada uno de nosotros en el alcance que para la propia vida puede tener una
determinación actual. La liga (Nacional de la defensa religiosa) se ha lanzado a la
aventura revolucionaria con una determinación que puede ser, más que todo, una
verdadera corazonada. Ojala que la intuición haya sido certera. Por mi parte se que
tengo decidida mi posición personal, que no puede ser otra que la que parece exigir
mi puesto; estaré con la liga y echaré en la balanza todo lo que soy y lo que tengo.
Pero me siento obligado delante de ustedes a decir mi mensaje a la posteridad; La
Unión Popular no debió ser nunca un organismo cuya misión propia fuera provocar
una guerra civil. Mezclados como van ustedes a quedar, demasiado lo sé, en el
torbellino de una lucha que recomenzamos hoy acudiendo a la razón de la fuerza,
corren el riesgo de olvidar la doctrina: no es la hoja de una espada el mejor sostén
para instituciones como la nuestra. Por encima del triunfo o por encima de la derrota
del mañana, tenemos que seguir sosteniendo que el problema de México es
problema de cultura, de apostolado de civilización. Hoy sin embargo, todo nos
empuja a la montaña. Vamos allá. Es mucha cosa la Unión Popular para perderla
toda en una aventura en que nos van a dejar solos. Dios haga fructificar este
sacrificio colectivo”.
En este punto enlazó su orientación especial para cada uno de nosotros, con
palabras y actitudes que se grabaron en mi alma para siempre:
“De sobra sé, que lo que va a comenzar para nosotros es un calvario. Dispuestos
hemos de estar a coger y llevar nuestra cruz. A ustedes, los que han querido
espontáneamente batir la masa y afrontar conmigo las más difíciles situaciones, los
he llamado para plantearles ahora con crudeza el problema tal cual es. Si los
convido en este momento a continuar la tarea, no quisiera que alguno estuviera
engañado acerca del alcance que tiene tal invitación: los convido a sacrificar su vida
para salvar a México. Siento la sagrada obligación de no engañar a ninguno, yo,
que soy aquí el responsable de la decisión de todos. Si me preguntara alguno de
ustedes que sacrificio le pido para sellar el pacto que vamos a celebrar, le diría dos
palabras: Tu sangre. El que quiera seguir adelante, deje de soñar con curules,
triunfos militares, galones, brillo y victoria y dominio sobre los demás. México
necesita de una tradición de sangre para cimentar su vida libre de mañana. Para
esta obra esta puesta mi vida y para esta tradición os pido la vuestra”.
Sobre un crucifijo juramos guardar el secreto de todo lo que entonces y en adelante
supiéramos en el ejercicio de las comisiones que se nos encomendaran.
Entre los presentes (Recuerdo que éramos seis o siete) estaban Lauro Rocha,
Salvador Álvarez y Nicolás Méndez Suárez.
Nunca tomó Anacleto un arma, pero una vez recibida de Roma la determinación de
que siempre era lícita la defensa, cuando no quedaba otro camino, aceptó la
coordinación del movimiento.
La familia González Vargas con toda valentía, había dado albergue a Anacleto aún
a sabiendas del enorme riesgo que corrían al dar asilo al hombre más buscado por
el gobierno. Anacleto no quería ya arriesgar a nadie y por eso “El Maestro” tenía
decidido en pocos días más salir a las montañas con los suyos, sin embargo ya no
hubo tiempo, los agentes del gobierno toman por asalto la casa mediante un tumulto
y a las seis de mañana sorprenden a Anacleto que hace un intento de salir
precipitadamente por el patio trasero sin darle tiempo apenas de vestirse, crecidas
las barbas para tratar de pasar desapercibido, pero es tomado preso. En su odio y
llenándolos de insultos se llevan también a tres de los hermanos, Jorge, Ramón y
Florencio, a este último lo dejan libre pensando que era menor de edad. Los
hermanos Vargas eran jóvenes ejemplares y totalmente comprometidos con la
causa y en las actividades de la ACJM. Su madre lo único que alcanzó a decir a su
hijos fue una despedida desgarradora. “Hijos míos, hasta el cielo”
Cuando llegan al cuartel colorado se encuentran con que también habían aprendido
a Luis Padilla, Secretario de la Unión Popular, hombre de extraordinaria religiosidad,
entregado totalmente a la causa a quien habían tomado preso en su propio
dormitorio mientras descansaba plácidamente. Ciudadanos extraordinariamente
comprometidos con la causa de la libertad.
Había llegado la hora de la gran prueba, momento del que sólo se puede salir
victorioso cuando ha existido una gran congruencia de vida, cuando se ha vivido lo
que se ha predicado. Tal vez en el recorrido iría pronunciando Anacleto la oración
que él mismo había compuesto y que muchos cristeros pronunciarían después en
los campos de batalla:
¡Jesús Misericordioso! Mis pecados son más que las gotas de sangre que
derramaste por mí. No merezco pertenecer al ejército que defiende los derechos de
tu Iglesia y que lucha por ti. Quisiera nunca haber pecado para que mi vida fuera
una ofrenda agradable a tus ojos. Lávame de mis iniquidades y límpiame de mis
pecados. Por tu santa Cruz, por mi Madre Santísima de Guadalupe, perdóname, no
he sabido hacer penitencia de mis pecados; por eso quiero recibir la muerte como
un castigo merecido por ellos. No quiero pelear, ni vivir ni morir, sino por ti y por tu
Iglesia. ¡Madre Santísima de Guadalupe!, acompaña en su agonía a este pobre
pecador. Concédeme que mi último grito en la tierra y mi primer cántico en el cielo
sea: ¡Viva Cristo Rey!”
Anacleto aceptó su responsabilidad de estar luchando por la libertad de México, y
fue interrogado sobre el paradero del Arzobispo de Guadalajara y otros líderes del
movimiento. Con dignidad se negó a revelar cualquier secreto y el general Ferreria
ordenó torturarlo, no mediando juicio alguno sino una farsa de consejo de guerra
sumarísimo, como se acostumbraba hacer en la época supuestamente regida por
una constitución que estos bárbaros decían obedecer. Colgado de los pulgares fue
golpeado e insultado, como esto no daba resultado se le cortaron con una navaja
las plantas de los pies y al bajarlo con un golpe le fracturaron el hombro.
Con la ayuda de Dios se mantuvo con toda dignidad. Sentenciado a muerte su
respuesta fue:
“Una sola cosa diré; y es: que he trabajado con todo desinterés por defender la
causa de Jesucristo y de su Iglesia. Vosotros me mataréis, pero sabed que conmigo
no morirá la causa. Muchos están detrás de mi dispuestos a defenderla hasta el
martirio. Me voy, pero con la seguridad de que veré pronto, desde el cielo, el triunfo
de la religión en mi patria”
Anacleto pidió que se fusilase primero a sus compañeros para consolarlos y darles
ánimo hasta el momento final. Luís Padilla quería un sacerdote para confesarse,
pero Anacleto muy consciente de las circunstancias le dice: “No hermano, ya no es
tiempo de confesarse, sino de pedir perdón y perdonar. Es un Padre, y no un Juez,
el que te espera. Tu misma sangre te purificará.”. Pidiendo unos minutos para
orar Luis fue ejecutado. Anacleto se dirigió al general Ferreira en un último gesto
de heroísmo cristiano y le dijo: “General, perdono a usted de corazón, muy pronto
nos veremos ante el tribunal divino; el mismo Juez que me va a juzgar será su juez,
y entonces tendrá usted en mí, un intercesor con Dios.” Dirigió unas palabras a los
soldados, y como estos impactados por la fuerza espiritual de este hombre se
negaron a disparar, el general haciendo una seña a un capitán que estaba cerca
de Anacleto hundió una bayoneta en su costado para que ya caído le dieran el tiro
de gracia, pero antes alcanzó a pronunciar estas célebres palabras:
Por segunda vez oigan las Américas este santo grito; Yo muero, pero Dios no
muere. ¡Viva Cristo Rey!
A los treinta y ocho años, muere, ya no pudo ni necesitó recibir la Eucaristía, pues
ya se encontraba ahora en la presencia de Aquél a quien había consagrado su vida
y su obra. Su pequeño hijo resumió el drama de toda una vida con las siguientes
palabras: “Unos hombres malos lo mataron porque amaba mucho al niño Jesús”
Pese a las advertencias policíacas una multitud acudió al sepelio, en el silencio
muchos en sus corazones estarían escuchando las palabras del maestro: “El mártir
es y ha sido el primer ciudadano de una democracia extraña e inesperada, que en
medio del naufragio de la violencia arroja su vida para que jamás se extingan ni su
voto ni su recuerdo” años después fue trasladado su cuerpo al santuario de
Guadalupe con una valla de honor, en donde descansa con su amigo Miguel Gómez
Loza.
Al llegar el papá de los hermanos Vargas y empezar a recibir las condolencias dijo:
“No me den el pésame, más bien felicítenme porque ya tengo dos hijos en el cielo”.
Así de extraordinarias y de heroicas eran esas familias.
Domingo 20 de noviembre del 2005, el Estadio Jalisco empieza a llenarse de
personas, la tarde es espléndida, es día de la Revolución Mexicana y coincide con
la fiesta de Cristo Rey. Nadie de los asistentes está en espera del inicio de un partido
de fútbol, sino de una magna ceremonia de reconocimiento y de reivindicación de
la justicia. La ceremonia se llama Beatificación de Anacleto González Flores y sus
compañeros mártires. Trece mártires fueron beatificados por el cardenal José
Saraiva Martens, prefecto de la congregación de los santos, son diez laicos y tres
sacerdotes, todos muy virtuosos, todos comprometidos con las causas de la
libertad.
Los mexicanos necesitamos ejemplos como éste que nos permitan recobrar la
esperanza en nosotros mismos. Los jóvenes necesitan sentir que hay una vocación
trascendental que va ligada a algo más que a conseguir una posición económica,
política o social, para realizarse como personas y contribuir así al desarrollo de
México.
A 90 años del martirio de los Beatos Anacleto González Flores y Compañeros
Publicado en web el 4 de Abril, 2017
http://www.semanario.com.mx/ps/2017/04/a-90-aos-del-martirio-de-los-beatos-
anacleto-gonzlez-flores-y-compaeros/
Gloriosa efeméride

Pbro. Tomás de Híjar Ornelas


Cronista de la Arquidiócesis de Guadalajara
La madrugada del viernes 1º de abril de 1927, en un operativo doble en el que
tomaron parte el Ejército Federal y la Policía Secreta de Guadalajara, fueron
capturados Anacleto González Flores, Florentino, Jorge y Ramón Vargas González
y Luis Padilla Gómez.
Los militares arrestaron a este último escalando el balcón de su vivienda, a pocos
pasos del Templo de San Agustín, y sometiendo a sus moradores: la anciana madre
de Padilla, doña Mercedes Gómez, su hija María de la Luz y su presa. A ellas se les
recluyó en la Presidencia Municipal, y a él en el Cuartel Colorado, al tiempo que los
soldados saqueaban la casa buscando armas, municiones, documentos
comprometedores y, sobre todo, dinero y objetos valiosos.
Al mismo tiempo, pero al noroeste de la ciudad, en la casa de la familia Vargas
González, situada en la confluencia de las calles Herrera y Cairo y Mezquitán,
Atanasio Jarero y su gente, usando también el asalto, aprehendieron a los
ocupantes de la vivienda: los cuatro varones antes dichos y la madre y las hermanas
de los Vargas González, una de ellas de 9 años de edad.
El Presidente de la República los mandó matar sin juicio previo
Muy temprano, el Jefe de Operaciones Militares de Jalisco, General Jesús María
Ferreira, recibió por vía telefónica instrucciones del Presidente Plutarco Elías Calles
de pasar por las armas a los reos, según lo narra José Vasconcelos Calderón en su
libro ‘La Flama’.
El vecindario, en grupos cada vez más nutridos, se fue congregando en la sede de
la Jefatura de Operaciones Militares de Jalisco, que hoy ocupa la Escuela de Artes
Plásticas de la Universidad de Guadalajara [el dato real es el actual Museo del
Ejército y la Fuerza Aérea], cuyos muros pintados de rojo le granjearon el apodo de
Cuartel Colorado. Se gestionó y obtuvo un amparo de la Justicia Federal en favor
de los prisioneros, que no impidió su fusilamiento, del que se salvó Florentino. Ese
día cayeron en una redada de católicos Antonio Gómez Palomar y su hijo Antonio
Gómez Robledo, a quienes salvó la vida el Senador Juan de Dios Robledo. Por
todos lados se buscó, vivo o muerto, al joven Agustín Yáñez Delgadillo.
Los cadáveres de los ajusticiados, trasladados a la Presidencia Municipal, fueron
echados en el piso, de donde los recuperaron sus familiares para velarlos esa
noche. Al otro día, en cortejos diversos, se les inhumó en el Cementerio Municipal
de Mezquitán, en medio de una concurrencia tan nutrida, que terminó siendo el
mejor plebiscito de repudio a estos hechos.
Principio y fin del General Ferreira
El brazo ejecutor de estas muertes, el General Jesús María Ferreira Knappe, tenía
apenas 36 años de edad (nació en Hermosillo, Sonora, en 1891), pero un historial
largo y negro. Fue uno de los muchos milicianos de Sonora que arribó a Jalisco con
Manuel Macario Diéguez. Egoísta y absolutamente falso, dice de él su
correligionario Juan Gualberto Amaya, mientras estuvo al frente a la Jefatura de
Nayarit se puso al servicio de la poderosa Casa de “Aguirre” para ajusticiar, a
cambio de gruesas sumas de dinero, a sus malquerientes.
Alarmados por sus tropelías, el Secretario de Guerra y Marina, Joaquín Amaro, y el
Presidente Calles, transfirieron a Ferreira de la Jefatura de Jalisco a la de
Chihuahua, acusándolo de haber “colectado”, a fuerza de extorsiones entre
católicos pudientes, casi un millón de pesos bajo la amenaza de pasarlos por las
armas por apoyar a los cristeros. Degradado de su cargo y víctima de delirios de
persecución, murió en 1938, a la edad de 47 años. [Se casó con Zenaida García
Ramírez en 1916]
Beatificados el 20 de noviembre de 2005, las reliquias de Anacleto González Flores
se veneran en el Santuario de Guadalupe, de Guadalajara; las de Luis Padilla, en
el Templo Parroquial de San José de Analco, y las de los hermanos Jorge y Ramón
Vargas González, en el de San Francisco, de Ahualulco de Mercado.
Acción Católica: su pasado le obliga a trascender
Publicado en web el 15 de Julio, 2010
Fidelidad que trasciende la historia
La Acción Católica Mexicana se renueva
En nuestra Arquidiócesis de Guadalajara se preparan ya los festejos por el 80º
Aniversario de la Fundación de la Acción Católica Mexicana, Movimiento que ha
dado grandes frutos al país y a nuestra Iglesia Local, y que hoy en día afronta
grandes retos
Mónica Livier Alcalá Gómez
Incrementar la militancia es ahora uno de los mayores problemas de este
Movimiento que ha tenido una historia gloriosa y que ahora vive con el desafío, no
sólo de aumentar la cantidad de sus afiliados, sino su calidad como católicos y
ciudadanos.
Y es que la Acción Católica Mexicana nació a raíz de la Carta Encíclica Rerum
novarum, del Papa León XIII, cuando se inauguró la inserción de los católicos en la
“cuestión social”, dando paso a la militancia católico-social, que motivó a la Iglesia
a participar activamente en los problemas sociales que aquejaban sobre todo a los
desprotegidos: “Todo esto dio como resultado la organización gradual y ascendente
de asambleas y movimientos de la Acción Social Católica, cuya vida en México
surgió cuando finalizaba el Siglo XIX y daba comienzo el XX, a través de
agrupaciones laborales y asociaciones mutualistas” (Padre Tomás de Híjar Ornelas,
Libro Protomártires de la Acción Católica).
Por su parte, el Papa Pío XI propulsó la acción social hasta convertirla en Acción
Católica. Desde ese momento “la juventud católica se agremió para hacer Acción
Social Católica, que consistía en Círculos de Estudio, en los que se adentraban en
la filosofía de la acción social expuesta en las Encíclicas de León XIII y de los
sociólogos católicos”. Grandes promotores de estos Círculos aquí en Guadalajara,
fueron, entre otros, los abogados y ahora Beatos Anacleto González Flores y Miguel
Gómez Loza.
La cuestión religiosa en medio de dos guerras
La Revolución Mexicana y la llamada Guerra Cristera fueron dos episodios de
nuestra Nación -la segunda, sobre todo, presente en el Occidente-, que cimbraron
las estructuras de la Iglesia e hicieron brotar numerosos mártires.
Dado el ambiente hostil a todo lo que oliera a religión católica, hombres y mujeres
valientes, fieles a sus convicciones, defendieron su fe de forma pacífica por medio
de agrupaciones históricas, la Acción Católica a la punta.
En 1926, el Papa Pío XI dirigió a los católicos de México una Carta Apostólica
llamada “Paterna sane solicitudo” proporcionando los fundamentos para una
auténtica Acción Católica. “Los acontecimientos que sobrevinieron en ese año
interrumpirían por tiempo indefinido la aplicación del proyecto, debiendo pasar más
de tres años, hasta el 24 de diciembre de 1929, para que oficialmente se creara,
con rango de Asociación Pública de Fieles Laicos, la Acción Católica Mexicana”.
Cuando concluyó la persecución religiosa en forma definitiva, en 1940, este
Movimiento se convirtió, en pocos años, en la más grande, compacta y eficiente
obra del apostolado seglar, “echándose a cuestas el sostenimiento de un sinfín de
obras asistenciales, patronatos de obreros, comedores públicos, dispensarios
médicos, guarderías, academias, cooperativas y mutualistas”.
Desafíos de la Acción Católica tapatía
Así, en medio de todo este contexto histórico, siendo coronada la Acción Católica
por medio de sus mártires, el desmembramiento de esta organización se dio
paulatinamente, según el carisma que impulsó a sus miembros, a formar otras
agrupaciones en las Parroquias a las que pertenecían, e incluso a niveles diocesano
y regional.
Aún en 2004, la ACM de la Arquidiócesis de Guadalajara contaba con cerca de
cinco mil miembros; mas hoy en día se considera que no llegan a los tres mil: “Con
todo, no hemos dejado de trabajar en lo que fundamentalmente es nuestra misión,
que es la acción social; por tanto, estamos presentes para defender la vida y el
matrimonio, así como también para proyectos pastorales de evangelización”, refiere
la Presidenta de la Junta Diocesana de la ACM, Maestra María Cristina Castillo
Elorriaga.
“La Acción Católica tiene un pasado glorioso, un presente desafiante y un futuro
esperanzador”, cita la mencionada Maestra María Cristina, haciendo alusión a las
palabras pronunciadas en el Congreso Nacional celebrado recientemente en Puebla
por los 80 años de vida de esta institución.
Por tanto, para hacer frente al presente desafiante y dar rostro esperanzador al
futuro, la Acción Católica Diocesana se ha empeñado en comenzar un nuevo
proyecto, una reestructura que le permita permear, como en tiempos pasados, las
conciencias de los fieles de esta Iglesia Local de Guadalajara.
“Ante todo, deseamos que los que ya son miembros de la Acción Católica logren
ser fieles a los retos actuales. No sólo se trata de reunirse y orar -lo cual es muy
bueno y provechoso-, sino que también hay que buscar la forma de responder a las
necesidades de nuestra Sociedad. Por ejemplo, existe la iniciativa de crear grupos
de apoyo a las madres solteras y viudas, cuidar de nuestros adultos mayores, e
incluso ‘resucitar’ a aquellos grupos que desaparecieron, como: “Santidad y trabajo;
Expresión de la fe en el campo; Pastoral de estudiantes y profesionistas. De igual
modo, se contempla proyectar más todavía el Diplomado para la formación de
Agentes de Pastoral, en el contexto y cumplimiento del Documento Conclusivo de
Aparecida”.
La ACJM, Por Dios y por la Patria
Anacleto González Flores atraía a
multitud de jóvenes por un método muy
sencillo: usaba un fonógrafo, que era un
instrumento para reproducir sonidos
grabados, muy común en aquella
época. Así, una vez que lograba reunir
a una considerable cantidad de
muchachos, comenzaba a hablarles de
la importancia de la acción social y de la
evangelización.
“Así nosotros, estamos en búsqueda de
ese ‘fonógrafo’ que nos permita atraer a
más jóvenes a nuestro organismo para
dar una respuesta más completa a las
necesidades de nuestra ciudad y de nuestra Arquidiócesis”, apunta el Presidente de
la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, Moisés Israel Rodríguez Ramos.
Y es que, dentro de esta Asociación, fundada en 1913, a la que perteneció el Beato
Mártir Anacleto, erudito abogado, orador, periodista y gran defensor de las
libertades religiosas, se procura, por medio de actividades culturales, deportivas y
sociales, la formación de jóvenes líderes que ejerzan su influencia positiva en la
Sociedad, como lo hiciera “El Maistro” en los tiempos conflictivos de la “Guerra
Cristera” (1926-1929).
JCFM, Eucaristía, apostolado, heroísmo
Por medio de campamentos, reuniones, trabajo en la comunidad y, sobre todo, una
intensa vida sacramental, es como la Juventud Católica Femenina Mexicana, viva
desde 1926, pretende, por su parte, atraer a jovencitas -aunque hoy en día, tanto la
ACJM como la JCFM tienen grupos mixtos-, que sepan ejercer un liderazgo
principalmente pastoral en sus comunidades, y sean capaces de transmitirlo por
medio de acciones piadosas, como el rezo del Rosario en diferentes casas, como
el servicio social en las comunidades más necesitadas y desprotegidas: “Una de
nuestras primordiales actividades consiste en los Talleres de Preparación; el
primero, de aspirantes; el segundo, de promoción y de integración, ya que es
indispensable no solamente pertenecer a un grupo, sino sentirse parte de él; y el
último, consistente en una promoción para madurar, como persona y como grupo.
Esta formación es básica para quien desea ser un buen líder social y pastoral”,
afirma la Presidenta de este organismo, María Guadalupe Espinoza Íñiguez.
A guisa de ilustración, cabe hacer notar que, tanto la ACJM como la JCFM, llegaban
a sumar, en conjunto, hasta 500 ó más militantes en las Parroquias más vitales de
los años 50s a los 70s. Los jóvenes de Acción Católica tenían áreas de atención a
adolescentes: “Vanguardias”, a Obreros, Empleados, Profesionistas, Estudiantes y,
en su caso, Campesinos.
Las jóvenes, por su parte, atendían a: Pequeñas, Aspirantes, Obreras, Maestras,
Empleadas, Estudiantes e Independientes. El principal propósito de ambas
agrupaciones era el de la formación cristiana, de manera metódica e intensiva.
MEAC, Caridad, ciencia y pureza
El Movimiento de Enfermeras de la Acción Católica nació hace 55 años en
Chihuahua. Es un grupo de “enfermeras comprometidas con el Evangelio,
profesionalmente actualizadas y comunitariamente apostólicas”. El ideal de
renovación de este grupo, que cuenta apenas con 20 integrantes en nuestra
Arquidiócesis, es “crecer hacia fuera”, y uno de sus proyectos más interesantes es
la creación de una Escuela de Enfermería a nivel Licenciatura, en la que, además
de las materias básicas para ejercer como tales, se les exponga a las alumnas,
como prioridad, la temática de la ética y la caridad, refiere su Presidenta, Ana Rosa
Bernal Morales.
Es destacable que esta Escuela será la que ofrecerá sus servicios en el Centro de
Caridad que se creará con el Santuario de los Mártires de Cristo. Sin embargo,
María del Refugio Aguilar Heredia, Vicepresidenta Diocesana de la Junta de Acción
Católica y también Enfermera, asegura que han platicado con el Cardenal Juan
Sandoval Íñiguez para que este proyecto comience lo más pronto posible,
comprometiendo incluso un inmueble que quizás pronto será desocupado, y
habilitarlo como edificio interino, mientras se concluye la obra del Santuario.
UCM, Fuertes en la fe
Esta es la rama de la Acción Católica encargada de trabajar sobre todo con hombres
adultos, e incluso con jóvenes esposos. Ejerce su acción pastoral desde 1929, y el
objetivo es crear padres cristianos responsables, con una buena formación religiosa
y social: “La idea de este organismo es que pueda dar continuidad al trabajo que los
jóvenes vienen realizando desde la ACJM, con una formación más específica en
cuanto a la familia, la responsabilidad y la educación de los hijos”, refiere el
Presidente de este antiguo grupo, Martín Don Aguirre.
UFCM, Restaurarlo todo en Cristo
La Unión Femenina Católica Mexicana,
fundada desde 1929, es un grupo de
mujeres adultas cuyo objetivo es
“Evangelizarse para transmitir la fe, y
colaborar con la Iglesia Universal, ya
que, al evangelizar a la mujer, se
evangeliza a la familia”, comenta su
Presidenta, María de la Paz Beltrán
Villarruel.
La principal actividad es la formación
por medio de Cursos y Talleres, para
que la mujer, en particular la madre de
familia, viva con dignidad la Palabra de
Dios y la transmita a las personas más
cercanas a ella, que es su familia, con la finalidad de “santificar su hogar y hacer
una comunidad verdadera de fe, en donde se viva el compromiso cristiano, también
en el aspecto social”, afirma la entrevistada. “Y es que, aunque la mayoría son
mujeres de la tercera edad, son muy activas y no sólo enfocan su labor en la oración,
sino que también saben organizarse para ayudar a los hermanos más necesitados
en zonas realmente pobres. Y aunque todavía falta darle más el impulso social, en
general las integrantes son mujeres muy comprometidas”.
Históricamente, este organismo ha sido el más activo de la ACM, y llegó a tener sus
Secciones de Madres Jóvenes, Agentes de Manzana, Seminario y atención a los
más pequeños: ANAC, Asociación de Niños de Acción Católica, además de
conformar un grupo para el auxilio espiritual, moral, material, económico y jurídico
de los presos y sus familiares.
ACAN, Niños y adolescentes con Cristo
Trabajando desde hace 35 años, la Acción Católica de Adolescentes y Niños la
conforma, en la Arquidiócesis de Guadalajara, un grupo de alrededor de 300
jovencitos, distribuidos en cinco Parroquias. Las actividades cotidianas son las
reuniones, paseos grupales y familiares, e incluso la Escuela para Padres: “La
finalidad es que el Evangelio llegue a los más pequeños de la casa para que ellos,
dadas las circunstancias, sean evangelizadores de sus padres, de sus amigos y
compañeros de escuela; es por ello que trabajamos arduamente para dar la mejor
formación posible a estos muchachitos”, asegura Eduardo Hernández Aguirre,
Presidente de este organismo.
En renovación para trascender
Y es que no sólo con la gloria pasada, con el recuerdo de los Mártires, es como
subsistirá la Acción Católica, sino con el compromiso cotidiano, con la promoción
de aquellos que derramaron su sangre por Cristo y en la imitación de sus virtudes.
Solamente así se podrá lograr un resurgimiento nuevo de este Movimiento cumbre
en la Historia de la Iglesia y, sin duda, inigualable en la historia local de nuestra
ciudad.
Es por eso que los actuales dirigentes de todas sus ramas hacen un llamado a la
comunidad arquidiocesana para conocer y reconocer a la Acción Católica y para
ayudarle a “mirar esperanzadoramente el futuro, trabajando en el presente, fieles
como siempre a la jerarquía católica, al Evangelio y a Dios”.

A lo largo de la historia, algunos tapatíos, laicos y consagrados, han tenido


cargos importantes a nivel nacional dentro del campo de influencia de la
Acción Católica Nacional:
Por ejemplo, han sido Presidentes de la Comisión Episcopal para el Apostolado
Laico:
Cardenal José Garibi Rivera
Obispo Adolfo Hernández Hurtado
Obispo Rafael Muñoz Núñez
Como Asistentes Eclesiásticos
Nacionales, han fungido:
Pbro. Salvador Michel Corona
Mons. Rafael Vázquez Corona
Obispo Rafael Muñoz Núñez
Y fue Presidente
de la Junta Nacional:
Lic. Gabriel Rosales Hueso de 1971 a 1974, y anteriormente Presidente Nacional
de la ACJM, al igual que Gabriel Márquez.

Si deseas conocer más de algún grupo o quieres implementarlo en tu comunidad,


acude a:
Casa de la Acción Católica
Nuño de Guzmán 477, entre Av. La Paz y Montenegro, Sector Juárez, Colonia
Americana.
Tel. 38 25 60 88 y 38 25 55 97
E-mail: acm_gdl@hotmail.com
Con motivo de los Festejos del 80º Aniversario de la Acción Católica, se promoverán
diversas celebraciones, entre ellas:
30 de julio, 8 p.m. Marcha con antorchas, partiendo del Jardín de San Francisco
hacia el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe.
1º de agosto, 10.30 a.m. Presentación del Libro “Protomártires de la Acción
Católica”, del Presbítero y Licenciado Tomás de Híjar Ornelas.
12 Hrs. Celebración Eucarística presidida por el Cardenal Juan Sandoval Íñiguez,
Arzobispo de Guadalajara; todo ello en el Santuario de los Mártires Mexicanos, en
el Cerro del Tesoro.
Mártires mexicanos que pertenecieron a la Acción Católica Mexicana
San Luis Batis, Pbro.
San David Roldán Lara, laico
San Manuel Morales, laico
San José Salvador Lara Puente, laico
Beato Anacleto González Flores, laico
Beato Jorge Vargas González, laico
Beato Ramón Vargas González, laico
Beato Miguel Gómez Loza, laico
El Beato Anacleto, en Medios de inspiración cristiana
Publicado en web el 3 de Abril, 2014
Maestro y líder
La Pastoral Diocesana de la Comunicación promovió el Patronato del Beato
González Flores sobre aquellos Medios de Comunicación Social, impresos o
electrónicos, así como Programas que específicamente aluden al Evangelio o al
Magisterio de la Iglesia en sus contenidos.

Los Padres Ricardo González Moreno y Antonio Gutiérrez Montaño encabezaron la


Procesión del Personal del Centro Católico de Comunicaciones, portando la urna
con reliquias óseas de los Beatos Mártires Anacleto González, Luis Padilla y los
hermanos Jorge y Ramón Vargas. Fotos: Mónica L. Alcalá Gómez
José de Jesús Parada Tovar
El jueves 6 de marzo ya había sido instalada la imagen del Beato Mártir Anacleto
González Flores en las Oficinas de “El Sembrador”, institución radiofónica y
televisiva, así como en las del Grupo Valora, A.C. El miércoles 19 se hizo otro tanto
en la Emisora Radio María, y el martes 1º de abril, al cumplirse 87 años del martirio
del ejemplar profesionista, se le rindió similar homenaje y veneración en el Centro
Católico de Comunicaciones “Cardenal Juan Sandoval Íñiguez”, sede de este
Semanario; del Centro Arquidiocesano de Producción Televisiva y Audiovisual,
CAPTA, y de ArquiRadio, Emisora que transmite vía Internet.
Coherente cristiano y líder cabal
Correspondió al Seminarista Dante Omar Covarrubias Islas hablar primeramente
sobre el testimonio de vida del Maestro (o “Maistro”, como se le decía) Anacleto,
enfatizando su amor a la Eucaristía y la fidelidad a su Obispo, en tiempos aciagos
de Persecución Religiosa. De palabra fogosa, tanto en el discurso como gran orador
y conferencista, como en sus escritos en periódicos y libros. “Perdonó a sus
verdugos hasta en su agonía -añadió-. Aceptarlo como Patrono nos invita a imitarlo
y a pedir su intercesión”.
A través de un videodocumental de la vida y la obra de González Flores, oriundo de
Tepatitlán; de familia humilde y numerosa; brillante alumno del Seminario Auxiliar
de San Juan de los Lagos, y después, de la Facultad de Jurisprudencia, se hizo
notar la participación del Padre Armando González Escoto, Cronista de la Ciudad,
Historiador y Director de Pensamiento Estratégico de la Universidad del Valle de
Atemajac:
“Anacleto fue un adalid de los Derechos Humanos. Coherente con su vocación
cristiana y su profesión, sobresalió como defensor de libertades sagradas como la
de Religión, de Pensamiento, de Expresión y de Prensa. Fue un gran luchador de
Causas nobles como Abogado, Escritor y Orador”.
Valor y convicción
La Misa del día, en honor del Beato Anacleto González y sus Compañeros
martirizados en la misma fecha: Luis Padilla Gómez y Jorge y Ramón Vargas
González, fue presidida por el señor Cura Felipe Larios Velasco, Asesor de
Espiritualidad del Centro Católico de Comunicaciones, CCC. Cerca del Altar, se
expuso la urna con reliquias óseas de estos cuatro Beatos, que fueron facilitadas
por el señor Cura Jorge Antonio Luna Casillas, Párroco del Dulce Nombre de Jesús,
donde son habitualmente veneradas.
Resaltó el Sacerdote Celebrante que “un buen Comunicador católico no hace gala
de su propia palabra, sino de la Palabra de Dios, porque Él es ‘el mejor Maestro de
la Comunicación’. Un privilegio de los Santos en general, pero en particular de los
Mártires, ha sido el imprimir valor y convicción a la tarea de Evangelización, y el
Beato Anacleto se significó singularmente entre los Laicos como un transmisor de
la Palabra.
“La Providencia Divina -agregó- nos manifiesta hoy la Misericordia de Dios, que
debe vivirse y compartirse con gratitud, generosidad y alegría. En este Centro
Católico de Comunicaciones hay un Equipo promotor del Evangelio que posee
grandes valores y que debe ponerlos en juego con protagonismo y sentido de
liderazgo, ante los evidentes y preocupantes cambios en la Sociedad, y
demostrando su capacidad de servicio con amor a Dios y a la Iglesia. Para ello,
contamos con la fortaleza del Espíritu Santo y el auxilio de la Santísima Virgen
María”.
Modelo a la vist
Concluida la Celebración Eucarística, los trabajadores de este Centro pasaron a
venerar las reliquias de los Beatos Mártires; el Padre Felipe Larios bendijo la
escultura, en busto, del Patrono de los Comunicadores, y ésta fue trasladada, en
respetuosa procesión y entonando el Canto “¡Que viva mi Cristo, que viva mi Rey”,
hasta depositarla en visible lugar del Área de Recepción.
El señor Cura Antonio Gutiérrez Montaño, Coordinador de la Pastoral Diocesana de
la Comunicación y Director del CCC, expresó que tenemos, muy cercano, “un
ejemplo de admirables virtudes humanas y cristianas, al que debemos pedir su
intercesión para pensar y actuar siempre con discernimiento y sabiduría”. Al término
de esta Celebración y Homenaje, los Padres Asesores, Directivos y Personal de
esta Institución disfrutaron de un breve convivio.
Correspondió al Padre Felipe Larios Velasco presidir la Misa en honor del Beato
Anacleto González Flores, Patrono de los Comunicadores Católicos en la
Arquidiócesis de Guadalajara, y luego bendecir la escultura del Mártir.

Exseminaristas mártires, a 90 años de su testimonio


Publicado en web el 18 de Abril, 2017
José Manuel Gutiérrez Alvizo
1° Teología
Existen diversos motivos de alegría y orgullo para el
Seminario de Guadalajara: ser el que tiene el mayor
número de alumnos en el mundo y contar entre sus
egresados a personajes ilustres de la población
jalisciense y, aún más, a grandes maestros de ciencia
y virtud como algunos de los santos y beatos mártires
mexicanos de la persecución religiosa.
Dos grandes ejemplos los tenemos en los Beatos
Anacleto González Flores y Luis Padilla Gómez,
exseminaristas de este plantel, que supieron rubricar
su compromiso y entrega con la Iglesia tapatía en la
ofrenda de su vida hasta el martirio.
El triste 1° de abril de 1927
Este 1° de abril se conmemoraron 90 años de aquél momento testimonial de estos
dos exseminaristas diocesanos, quienes fieles a sus conciencias decidieron decir sí
a Dios pero no por el camino sacerdotal, sino, por medio del matrimonio el primero
y de la vida célibe el segundo; no sin hacer presentes entre sus contemporáneos
las inigualables herramientas y la excelsa formación que el Seminario les otorgó al
servicio de la grey tapatía.
No es casualidad, que hoy en día en el interior de la capilla de la casa del Seminario
Mayor, encima de las puertas del acceso principal se encuentren para la veneración
los dos retratos de estos dos Beatos, (realizados magistralmente por el pintor
cubano Yoel Díaz) que hacen frente a los seminaristas que día con día salen de la
capilla, siendo mudo testimonio de que en estos dos hombres de Iglesia, tenemos
un ejemplo para quienes abandonan este plantel levítico en busca de su verdadera
vocación, siendo lumbreras de Cristo en un mundo inmerso en la oscuridad.
Pocas fechas han sido tan tristes y han hecho tanto
eco como lo fue aquel viernes 1° de abril, día que 4
grandes hombres supieron dar la vida en testimonio
cristiano sus nombres: los hermanos Ezequiel y
Ramón Vargas González, Anacleto González Flores y
Luis Padilla Gómez.
Anacleto González Flores, es quien encabeza la
causa de estos beatos, fue un cristiano polifacético,
comprometido, escritor prolífico y dirigente sindical y
político-social, líder de los movimientos católicos
seglares y un abogado de una sola pieza.
Aquellos que lo conocieron supieron darle con
propiedad el título de “el maestro” por su notable
influencia en la juventud jalisciense; oriundo de
Tepatitlán Jalisco, había realizado ahí sus primeros
estudios, y prosiguió el bachillerato en el Seminario Auxiliar de San Juan de los
Lagos, que por aquellas fechas aún formaba parte del extenso territorio de la
Arquidiócesis tapatía. Por 5 años, el seminario lo formó íntegramente, y al terminar
en 1913, se trasladaría a Guadalajara a cursar la carrera de leyes, e influir en la vida
política de la población.
En 1922 contrajo matrimonio con María Concepción Guerrero Figueroa, quien fue
la madre de sus 3 hijos, 2 de los cuales sobrevivieron, Anacleto de Jesús y Raúl. A
sus 38 años dio testimonio de fidelidad a Cristo y a su Iglesia.
Luis Padilla Gómez por su parte, nació en la ciudad de Guadalajara, contaba con
27 años al momento de su martirio, hombre culto, pacífico y sereno; muy joven, y a
la luz de unos ejercicios ignacianos, se planteó el sentido de su vida, y supo
escuchar la llamada al Sacerdocio, ingresando en 1917 al seminario de Guadalajara
y después de su formación humanística y filosófica se retiró en 1921, a ser un
cristiano de testimonio; recapacitó después su decisión y después de un serio
discernimiento decidía regresar al seminario, cuando el martirio llegó a su vida.
http://www.semanario.com.mx/ps/2017/04/exseminaristas-mrtires-a-90-aos-de-su-
testimonio/
Recuerdo de un Líder Laico
Anacleto: 1º de abril de 1927
Luis de la Torre Ruiz
México, D.F.
La Ciudad de Guadalajara está consternada. La
angustia y la impotencia ahogan sus gargantas.
Un murmullo, como rezo, recorre las calles.
Aquella tarde del viernes primero de abril de 1927
llegaba al Cuartel Colorado un piquete de
soldados empujando violentamente a cuatro
jóvenes que habían sido aprehendidos unas
horas antes. Ellos eran: Anacleto González
Flores, dos hermanos Vargas y Luis Padilla.
Habían escapado de esa redada los jóvenes acejotaemeros (miembros de la
Asociación Católica de la Juventud Mexicana, ACJM) Antonio Gómez Robledo -
posteriormente un brillante Humanista y Diplomático- y Agustín Yáñez Delgadillo -
con el tiempo, gran Literato, Gobernador del Estado y Secretario de Educación
Pública-, gracias a las influencias de sus padres y amigos, con el Gobierno de José
Guadalupe Zuno Hernández.
Luego de ser maltratados los prisioneros, los esbirros se ensañaron con Anacleto,
lo colgaron de los pulgares y lo acosaron con groserías y preguntas para que
delatara el sitio donde se encontraba oculto el Arzobispo Francisco Orozco y
Jiménez. Le pedían, además, que diera los nombres de los dirigentes de la Unión
Popular. Ante su silencio, Anacleto fue herido por la espalda a bayoneta calada. Y,
ya a punto de muerte, fue arrastrado al patio del Cuartel para ser fusilado junto con
sus compañeros. Pronto, los cuatro cuerpos yacerían en medio de un charco de
sangre.
Lo que siguió fue un cuadro de lo más desolador: El Cuartel Colorado se teñía de
rojo, rememorando la roja tierra de Tepatitlán, tierra natal del Mártir. El crepúsculo
de ese día canicular también enrojecería a jirones el cielo.
Hombre de silencio heroico y de candente palabra
Anacleto sabía muy bien dónde se escondía el
Arzobispo; también podía dar conocimiento de los
Jefes de la Unión Popular, y estaba, a la vez, bien
informado sobre los movimientos de los cristeros.
Se había resistido, hasta donde fuera posible, a
la lucha armada, aunque, ante la evidente
decisión del campesino por la guerra, no tuvo más
que aceptar la acción, sin tomar él personalmente
las armas, salvo su espada de doble filo: la
palabra. Espada esgrimida poderosamente con la
letra impresa en el Periódico Gladium, su Medio
de Comunicación. Se sabía perseguido en
Guadalajara por la jauría de sus enemigos, y
pudo haberlos evadido yéndose a la sierra o a la
barranca, pero prefirió permanecer en su atalaya
haciendo fuego con la palabra escrita y con su
elocuente verbo.
Anacleto fue un hombre trascendente. Su inteligencia, su cultura, su vocación y su
liderazgo traspasaron su tiempo. Su juventud es eterna. Amó y creyó en los jóvenes
hasta hacerlos capaces de dar la vida por un ideal. Supo enfrentarse al poderoso
con una resistencia pacífica, capaz de derogar leyes sectarias, incubadas en el odio
al Catolicismo. Poseía la fuerza suficiente para desatar tempestades: el Misticismo.
Su vida seguía los pasos de San Vicente de Paúl, en la caridad, y de San Francisco
de Asís, en la pobreza, sustentándose diariamente en la Eucaristía. Pero también
se inspiraba en Sócrates, en Alejandro, en Carlomagno, en Shakespeare, en
Ozanam, en Lacordaire, en O´Connell y en Windthorst.
Ejemplo de fidelidad
Su pasión por la Filosofía y la Historia aumentó su pasión por Cristo, por el Evangelio
y por el Catolicismo, como única Doctrina que conoce y reconoce al hombre como
un ser profundamente divino y hondamente humano. Veía en Jesús de Nazareth a
Dios hecho Hombre. Y por Él depositó su voto de sangre. Nos costaría trabajo
imitarlo tan sólo con un voto de unidad y de Fe.
Para Anacleto había tres clases de hombres: el creyente, el no creyente y el tibio. A
partir de su sacrificio y el de tantos Mártires de La Cristiada, los fieles de la Iglesia
han ido claudicando, mientras el número de los tibios se ha multiplicado y ha
engrosado las filas de las sectas. Cabría preguntarnos – los católicos- cuánto hemos
sabido apreciar una personalidad de ese tamaño.
Si Anacleto hubiera sido un liberal, seguramente estaría entronizado en los altares
de la Razón; pero, como católico, su vida y su nombre no aparecen en la Historia
Oficial, y de seguro es una ‘papa caliente’ para la élite intelectual que conduce la
mentalidad ideológica en este país. Y, si bien la Iglesia lo ha elevado a la Beatitud
por encima de sus virtudes cívicas, también es verdad que no es suficientemente
conocido su pensamiento ni su modelo de vida. Su tono es de trompetas
apocalípticas, y sus dardos son de fuego. Tal vez por eso su lectura no sea
placentera, sino más bien mortificante, como de otro idioma, como de otro tiempo.
Pero González Flores fue un paladín que respaldó, con hechos, cada una de sus
exaltaciones. Con su vida, selló la verdad de sus mensajes.
Inicialmente, el cadáver del Abogado Anacleto González Flores fue sepultado en el
Panteón Municipal de Mezquitán. Luego fue reinhumado en el interior del Templo
Parroquial del Santuario de Guadalupe, de Guadalajara, en cuyo barrio vivió y fue
apresado. Muy elocuente es la síntesis que encierra el epitafio de su tumba: “Vita,
Verbo et Sanguine, docuit”. “Enseñó con la vida, con la palabra y con la sangre”…
Por algo le decían con respeto “El Maestro”. Y, con afecto, “El Maistro Cleto”.
En nombre del Papa Benedicto XVI, el Cardenal portugués José Saraiva Martins lo
beatificó el 20 de noviembre de 2007 durante Solemne Ceremonia en el
Monumental Estadio Jalisco, junto con otros 12 Mártires.
http://www.semanario.com.mx/ps/2013/03/martires-de-jalisco/

Un Bicentenario pleno de gratitud


Publicado en web el 29 de Enero, 2015
200 años de tradición y devoción
“…Al nombre de Jesús, toda rodilla se doble”
La Comunidad Parroquial del Dulce Nombre de Jesús, mejor conocida como La
Capilla de Jesús, tiene una historia muy representativa para nuestra ciudad. Por eso
hoy celebra el Segundo Centenario de haber recibido el Título de Parroquia, con
una serie de eventos culturales.
Dulce Natalia Romero Cruz
El Dulce nombre de Jesús es Sede de Decanato,
es la quinta Parroquia erigida en la Ciudad de
Guadalajara. El territorio parroquial tiene
actualmente 8,000 habitantes; cifra conocida
porque se hizo un Censo como parte de las
Misiones, con apoyo del Seminario Diocesano en
julio de 2014, y está dividido en cinco Zonas. Es
un barrio de los más antiguos, cuya mayoría de
sus moradores son personas de la tercera edad.
De ahí que buena parte de las actividades
corresponde a la visita y asistencia a los
enfermos.
La labor pastoral, el señor Cura la describe como
interesante: “Los fines de semana acuden
muchas familias a visitar a sus abuelos, y son
ellos quienes llevan a los niños al Catecismo; esto
es atractivo porque es un barrio de costumbres
muy familiares, de apego a las tradiciones y
mucho comercio, principalmente de antojitos mexicanos. Así, vemos cómo se va
trasmitiendo la Fe y costumbres de los padres a sus hijos y a sus nietos”.
Un atractivo especial es contar con un Museo dedicado a algunos de los Beatos
Mártires y a una Santa. En este recinto descansan los restos mortales de los
hermanos Salvador y Ezequiel Huerta Gutiérrez, también hermanos de dos
Sacerdotes: los señores Canónigos José Refugio y Eduardo, los cuales sirvieron a
esta comunidad, siendo este último el Párroco durante la Persecución Religiosa.
En la Historia del Templo se sabe que el Beato Anacleto González Flores asistía a
la Parroquia a hacer oración. Es por eso que el Museo exhibe objetos de Anacleto,
de los hermanos Huerta y de los hermanos Jorge y Ramón Vargas González.
El Templo fue construido, a petición del Obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas y
Crespo, en estilo neoclásico y con cantera dorada. Su planta es de cruz latina; tiene
28 bancas y en cada una caben cuatro personas, con capacidad total para casi 300
fieles. Hay una Capilla en la parte trasera del Altar principal, para 40 personas. Se
le da constante mantenimiento, debido al deterioro normal que provocan la
contaminación, las palomas, la vibración de los camiones pesados. Recientemente
se cambió el piso del pasillo del ingreso a la Notaría; reparaciones a la herrería e
iluminación del atrio y a las bancas, aparte de que se restauró el 80% de las
imágenes.
II Centenario
“Ha sido muy motivante, aseguró el Párroco, el
hecho de cómo ha ido despertando la Comunidad
a los Festejos de los 200 Años; actividades que
comenzaron el 3 de enero, Fiesta Litúrgica del
Dulce Nombre de Jesús, y que van a concluir el
1º de febrero, al cumplirse los 200 Años de la
Erección Canónica Parroquial. Pero, por el éxito
de los eventos culturales que ha habido durante
el mes, van a ampliarse algunos para otras fechas
durante el año”.
Añadió el entrevistado que, como siempre, se ha
trabajado muy de cerca con los representantes de
los locatarios del Mercado. Para la celebración
del Bicentenario, éstos se involucraron en la
preparación de algunos de los eventos, como lo
hacen para las Fiestas Patronales o para la Visita
de la Virgen de Zapopan.
Algunos datos históricos
-1810. El Padre Juan María Corona construyó una Capilla de adobe con techo de
zacate, dedicada al Divino Salvador. La vida del Barrio se nutría entonces con
migrantes de Zacatecas y de Los Altos de Jalisco.
-1812. El Obispo Cabañas dio permiso para celebrar la Misa de manera ordinaria.
-1815. 1º de febrero. El Obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas erigió la quinta
Parroquia de la Ciudad, desmembrándola del Santuario de Guadalupe. Comprendía
“Los Colomitos”, la Fábrica de Atemajac, Mezquitán, y colindaba con la de San
Pedro, en Zapopan.
-1856. Consagración del Templo, siendo Obispo Don Pedro Espinosa y Dávalos. La
edificación fue obra del Arquitecto Manuel Gómez Ibarra, y se utilizó cantera de
Mezquitán.
-1925. Se fundó la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM), por el
señor Cura Eduardo Huerta Gutiérrez.
-1927. Se suspendió el culto, debido a la Persecución Religiosa. Martirio de los
Beatos Anacleto González, Luis Padilla, Jorge y Ramón Vargas, Ezequiel y
Salvador Huerta.
ROSAS DE SANGRE
Los cielos están abiertos,
los Ángeles te contemplan,
y con sus liras de oro,
te cantan y te veneran,
mientras tus Cruces sonríen,
al guiño de las estrellas.
“Dulce Nombre de Jesús”
es el nombre que tú llevas.
Cuarenta lustros de gloria,
en el Cielo, te celebran.
Parroquia de mis amores:
eres jardín de gardenias
y de rosas ensangrentadas
que tus Mártires te dieran;
eres Casa de Jesús;
eres Casa de la Reina.
¡Cuarenta benditos lustros
en el Cielo te celebran!
Pablo Ramírez Sandoval

Para conocerlos mejor TRES NUEVOS LIBROS SOBRE LOS BEATOS


MÁRTIRES
Publicado en web el 28 de Noviembre, 2008
En el tercer aniversario de la Beatificación de Anacleto González Flores y
Compañeros mártires, que se cumplió el reciente día 20 del mes en curso

Pbro. Maurilio Martínez Tamayo


“UNA CANCIÓN PARA LAS BALAS” del Doctor Jorge Huerta Wilde, Editorial Buena
Prensa, México, 2008. 96 Págs.
Esta biografía del Beato Ezequiel Huerta Gutiérrez, cantor y organista, muerto dos
días después del mártir Anacleto González Flores, el 3 de abril de 1927, constituye
una semblanza y un repaso de los sucesos más significativos de su vida. Describe
su infancia y primera juventud en su natal pueblo de Magdalena, Jalisco, y luego su
vida artística y matrimonial en la Ciudad de Guadalajara, donde habría de alcanzar
la palma del martirio en los aciagos días de la persecución religiosa.
El relato es claro, sencillo, transparente, moderado en calificativos y rico en
referencias familiares y anotaciones históricas, que reflejan su labor cercana a sus
dos hermanos sacerdotes: José Refugio y Eduardo, párroco por 26 años de la
llamada “Capilla de Jesús”; sacerdotes que fueron muy cercanos al quinto Arzobispo
de Guadalajara, Monseñor Francisco Orozco y Jiménez.
El título del libro evoca el momento del sacrificio, en el cual, como respuesta al
inquisitivo interrogatorio, Ezequiel respondió confesando su fe con el canto “¡Que
viva mi Cristo, que viva mi Rey!…”
“UNA LÁMPARA PARA LAS BALAS”, del Doctor Jorge Huerta Wilde, Editorial
Buena Prensa, México, 2008. 103 Págs.
El título de este segundo libro biográfico dedicado a los mártires de “La Capilla de
Jesús”, lo ha dedicado el autor al Beato Salvador Huerta Gutiérrez, quien tras ver
caer a su hermano Ezequiel, acribillado por las balas en el Panteón de Mezquitán,
pidió a uno de los veladores del cementerio una luz con que iluminaba la escena, y
tras descubrirse el pecho dijo a sus verdugos: “Pongo esta luz en mi pecho para
que no fallen. Aquí está este corazón dispuesto a morir por su Dios, porque desde
siempre lo ha amado”.
Dicho volumen presenta el perfil de este cristiano y esposo ejemplar, dedicado a la
mecánica, y a quien sus amigos y conocidos llamaban “Maestro”, por su habilidad
en este menester, y quien supo ejercer realmente ese magisterio a través de los
rasgos su vida, como por ejemplo, y sobre todo, en los momentos dramáticos de su
sacrificio final.
La narración del Dr. Huerta está respaldada por la investigación de primera mano,
hecha con los familiares del mártir, quienes aportaron detalles que nadie puede
conocer, comenzando con los del propio autor, que es nieto del Beato Ezequiel.
Este libro se añade a un anterior título sobre el mismo tema: “Sangre de Mártir”.
Leer estas amenas y bien documentadas biografías, escritas con un estilo accesible,
atrapan al lector y no lo dejan, y además de informarle de manera agradable con
ese estilo de narrar tan emotivo, le permiten penetrar en la interioridad de los beatos
y conocer la grandeza de la fe que los sostuvo en aquellos momentos del supremo
sacrificio. Como lectura edificante estas obras podrán ser de grande beneficio para
fortalecer el propio seguimiento de Cristo.

LOS BEATOS MÁRTIRES DE LA CAPILLA DE JESÚS, de María Guadalupe


Alatorre Huerta, Parroquia del Dulce Nombre de Jesús, México, 2008.
Por su parte, esta colección de textos recupera el minucioso trabajo de investigación
publicado a lo largo de dos años en el Boletín “EN TU NOMBRE”, de la Parroquia
de Jesús, de parte de una nieta del Beato Salvador Huerta Gutiérrez.
Escrutadora detallista de la memoria familiar, devota ferviente de los Beatos y de
Cristo, Quity, como se le conoce a la autora entre las personas de su cercanía, supo
dejar en estos artículos, aquí recogidos ahora en forma de libro, emotivos retazos
de su propia experiencia y la de sus familiares.
El texto está respaldado, además, con los testimonios íntimos, constituidos por los
objetos pertenecientes a esos mártires, y que son conservados en el Museo
Parroquial, junto a algunas de sus reliquias, ubicadas en el altar de la Sagrada
Familia. De esta manera puede comprenderse mejor su vida, sus devociones, sus
experiencias familiares, porque esos mismos objetos personales hablan de ello.
Mas quién mejor que Quity para exponer, como lo hace en su libro, la historia y
significado de tales piezas únicas que fueron custodiadas por los familiares de los
mártires durante 80 años y que luego fueron generosamente cedidas al Museo
Parroquial en bien de toda la comunidad.
Sin duda que la lectura de estas páginas, aparte de informar detalladamente sobre
la vida de los venerados mártires, como lo fueron el Maestro Anacleto, los Hermanos
Jorge y Ramón Vargas, y particularmente, los Hermanos Ezequiel y Salvador Huerta
Gutiérrez, servirá para reafirmar la fe de los lectores.
Parroquia de San José Analco
Publicado en web el 11 de Noviembre, 2010
Resguardo de la devoción de un mártir
“Yo te seguiré por el camino de todos los olvidos, de todos los desprecios y de todos
los dolores” (Beato Luis Padilla Gómez)
Mónica Livier Alcalá Gómez
El antiguo Barrio de Analco, cuya palabra de
origen náhuatl significa “al otro lado del río” o “en
la tierra opuesta”, está ubicado, en efecto, al lado
oriental del otrora Río de San Juan de Dios,
donde hoy se ubica la Calzada Independencia.
En el corazón de este lugar se había levantado,
desde 1543, una modesta ermita hecha de adobe
y techo de zacate, a cuyo costado estaba un
convento franciscano.
De aquel lugar de culto hoy no quedan rastros, y
el convento es ahora un colegio; pero de la
primitiva edificación emergería, con el tiempo,
una nueva, dedicada a San José, con una sólida
arquitectura de sobrio estilo colonial, y que es
ahora una activa Parroquia que guarda en su
interior -desde 1981-, entre otros muchos
tesoros, los restos de uno de los mártires mexicanos; un joven pacífico y místico,
trabajador incansable de la libertad religiosa, íntimo amigo de Anacleto González
Flores: el Beato Luis Padilla.
Este joven mártir vino al mundo en esta Ciudad de Guadalajara el 9 de diciembre
de 1899; fue hijo de Dionisio Padilla y de Mercedes Gómez, siendo -junto con su
hermano gemelo, que falleció-, el último vástago de una familia tan virtuosa como
pudiente.
Vetusta comunidad
Los orígenes de San José de Analco se remontan al tiempo de Fray Antonio de
Segovia y demás Misioneros Franciscanos, quienes fundaron un convento en lo que
hoy es San Sebastián de Analco, en el Siglo XVI. Esta comunidad
estaba compuesta por indios venidos de Tetlán y de Tonalá, a quienes los frailes
adoctrinaban e infundían los valores del Evangelio.
El primer Obispo efectivo de Guadalajara, Don Pedro Gómez de
Maraver, describe así ese rincón: “A la parte de la ciudad, está un
monasterio de San Francisco, el mejor de este reino, e junto a él,
de la otra parte del río, hay hasta quinientas casas de naturales”.
San José de Analco, considerada la segunda Parroquia más
antigua de la Arquidiócesis, sólo después del Sagrario
Metropolitano, tuvo un extenso territorio y es madre de muchas
otras Parroquias aledañas, como San Pedro Tlaquepaque, San Andrés, San Martín
de Tours, Madre Santísima de la Luz, San Carlos Borromeo, La Purísima
Concepción, San Juan de Dios, El Sagrado Corazón de Jesús, San Vicente de Paúl
y algunas más.
Fue en esta comunidad analquense donde, hace más de 100 años, nació el Hospital
del Sagrado Corazón de Jesús para pobres, lugar donde se forjaría la vocación de
Santa María de Jesús Sacramentado Venegas; donde fue bautizado San Julio
Álvarez Mendoza, Mártir de la persecución religiosa, y donde se contó con la
presencia y liderazgo de los laicos Beatos Anacleto González Flores y Luis Padilla
Gómez, Fundadores de la ACJM (Asociación Católica de la Juventud Mexicana), y
la UCM (Unión de Católicos Mexicanos), en Guadalajara.
Un espíritu místico
Fue, pues, sobre los cimientos de este barrio lleno de historia,
donde vendrían a hacer su “cuartel general” Anacleto y el joven
Luis, para fundar una agrupación que, desde la acción social,
llevara a la práctica los valores del Evangelio hacia los más
necesitados en los tiempos de la persecución religiosa en México.
Por aquel entonces, Luis Padilla, quien arrastraba una lucha
interna sin tregua en el camino de la perfección cristiana y la
búsqueda de su vocación definitiva, se consideraba “viejo a los
veinticuatro años; con el alma gastada por la inacción y el desencanto; después de
haber buscado inútilmente la vida y la juventud en todas partes, menos en las únicas
donde realmente podría encontrarlas: en Dios y en mí, me encontré una tarde con
mi vida deshecha, con un pasado que infundía tristeza de todo el bien perdido, con
un presente que me daba vergüenza y con un futuro que me infundía pavor…”,
según se autodescribe en su libro de Memorias, el que después sería un mártir, al
poco de haber abandonado el Seminario.
En años posteriores, ya siendo Presidente de la ACJM, entraría de lleno y
activamente a apoyar al Arzobispo de Guadalajara, Don Francisco Orozco y
Jiménez, por lo que se convertiría en “cruzado de la Iglesia”.
Presintiendo que aquella guerra sin cuartel entre la fe y los enemigos de ella llegaría
a una sangrienta culminación, al menos para él, es por lo que escribió lo siguiente:
“Siento que algo solamente va a ocurrir en mi vida, que me aproxima a la realidad
de ella, y que esta realidad tendrá todo el horror de una tragedia”.
Luis entonces era el Secretario de la Unión Popular, y desde ahí conocería tanto la
valentía sin límites de algunos, como el cobarde egoísmo de muchos católicos.
El primero de abril de 1927, de madrugada, entraron los soldados a su casa, fue
apresado y conducido al antiguo Cuartel Colorado, donde se encontraría con sus
compañeros, los hermanos Vargas y Anacleto González. Y, tras haber sido
cruelmente torturados, todos fueron fusilados en ese mismo lugar.
La devoción hoy
Reconocido el valor heroico al morir por la fe católica, hoy Luis Padilla, junto con
sus compañeros de sacrificio, es objeto de veneración especial por los fieles de San
José de Analco, donde descansan sus restos. Es justamente en la Capilla de
Nuestra Señora de Guadalupe, a un costado del presbiterio, donde acuden a rezar
y pedir su intercesión los vecinos de esta barriada, que sienten como suyo ya a este
Beato, en espera de que pronto sea proclamado Santo.
Ex alumnos ilustres, Laicos, del Seminario
Publicado en web el 7 de Noviembre, 2013
José Luis Íñiguez García, 4º de Teología
Hace tiempo tuve la oportunidad de encontrarme
con un ex alumno Seglar del Seminario, y en los
pocos segundos de diálogo que sostuve con él,
pude comprobar que estaba feliz con su esposa y
con su trabajo; que llevaba una buena vida
cristiana y que se mostraba agradecido por lo
aprendido como Seminarista. Al igual que este
ejemplo, abundan otros a lo largo de la historia de
esta Casa Tricentenaria de Formación Sacerdotal
de Guadalajara, que no sólo modela Sacerdotes,
algunos de ellos Santos, reconocidos por la
Iglesia Universal, sino también cristianos
comprometidos con la Sociedad, y destacados
personajes que han participado de la Historia
nacional y local.
Timbre de orgullo
Uno de los ejemplos más notables y conocidos es el de los Beatos Anacleto
González Flores y Luis Padilla Gómez, quienes probaron la vida seminarística a
finales del Siglo XIX e inicios del Siglo XX; incluso, fueron promovidos por sus
Superiores para continuar sus estudios en el Colegio Pío Latinoamericano en Roma;
pero, curiosamente, ninguno de los dos aceptó, y posteriormente se retiraron del
Seminario.
Anacleto cursó Jurisprudencia y se licenció como Abogado, pese a las dificultades
que se le presentaron, y como profesionista pudo apoyar la Defensa de la Libertad
Religiosa en la segunda década del Siglo XX. En cambio, Luis Padilla experimentó
la inquietud de regresar al Seminario, pero las dificultades suscitadas por la Guerra
Cristera se lo impidieron. Ambos fueron martirizados el 1º de abril de 1927 por
propagar y defender la Fe Cristiana, y beatificados el 20 de noviembre de 2005.
Casos de la Política
Encontramos también en la Nómina de ex
alumnos del Seminario a personajes que han
contribuido a forjar la Historia Nacional, como
el Caudillo de la Independencia Pedro Moreno
González; los Presidentes de la República:
Pedro Vélez, Anastasio Bustamante, José
Justo Corro Silva y Valentín Gómez Farías; a
Diputados como Juan José Romero, José
María Vigil, José María Cuervo, Juan de Dios
Cañedo, José María Bravo, quienes fueron
miembros de los primeros Congresos
Federales, incluyendo el Constituyente. A
Diplomáticos o Ministros como Octaviano
Obregón, José Ramón Pacheco, Teodosio
Lares, Andrés López de Nava, e incluso a
Gobernadores de otros Estados, como Rafael
Bracho, en Durango; Emmanuel Gaxiola, en
Sonora, y Octaviano Muñoz Ledo, en
Guanajuato.
Dentro de la Historia de Jalisco, el primer Gobernador del Estado, Prisciliano
Sánchez Padilla, y otros que le siguieron, como Juan Nepomuceno Cumplido, Pedro
Tamés y Joaquín Angulo. Además, el reconocido Educador tapatío Manuel López
Cotilla; el Médico Pablo Gutiérrez, Fundador de la Escuela de Medicina; el
benefactor Dionisio Rodríguez; los Periodistas Liberales Ignacio Vergara, Anastasio
Cañedo Arróniz y Pedro Zubieta, así como un gran número de Galenos y Abogados;
por ejemplo: Salvador Garcíadiego, José Antonio Martín del Campo, Nicolás Pérez,
José María Cano. Otros fueron Alcaldes de la Ciudad, como Buenaventura Anaya y
Martín Román; unos más, dejaron el Seminario para continuar sus estudios en la
Escuela Militar, como José Apolonio Ruiz, Melchor Ecay, José Luis Bobadilla, José
Pablo Ortiz de Rosas y José Luis Correa.
Como podemos constatar, pues, en este breve recorrido histórico, el Seminario
Conciliar de Guadalajara no sólo ha sido semillero de Sacerdotes, Obispos,
Cardenales y Santos, sino también de hombres que, desde su estado de vida laical,
han contribuido al desarrollo de la vida política, social, científica, artística, cultural y
eclesial de México y de Jalisco.
En la Cristiada, allá, en las cúpulas, la ignominia
Publicado en web el 2 de Agosto, 2009
El día de “los arreglos” en el pueblo alteño de San Diego de Alejandría, hace 80
años. Allí mismo había dado comienzo, tres años antes, la rebelión cristera.

Pbro. Óscar Maldonado Villalpando


El conflicto religioso en San Diego de Alejandría tuvo rasgos que lo distinguieron
como un verdadero paradigma de la popular guerra cristera. Esto lo corrobora el
testimonio del Padre Juan Pérez Gallegos, que entonces contaba con once años;
así como las remembranzas impresas de don Domingo Cerrillo, quien escribiera dos
libros: “Memorias de mi pueblo” y “Memorias Cristeras”, donde narra mucho de lo
sucedido, con lujo de detalles, y sirven para testimoniar el particular protocolo de
este conflicto en San Diego.
Conocimiento pleno de los hechos
Los habitantes de San Diego, su párroco y autoridades civiles estaban bien
enterados del significado del conflicto que se vivía –Iglesia-Estado- en aquellos
años. Sin televisión ni medios modernos de comunicación, demostraron, empero,
que conocían bien la fisonomía política del Presidente Plutarco Elías Calles y sus
intenciones, así como las coyunturas en las cuales estaban inmiscuidos personajes
como José de León Toral, el General Álvaro Obregón Salido, el abogado y líder
católico Anacleto González Flores, su compañero Miguel Gómez Loza, etcétera…
El Padre Juan, en su comentario, hace escuchar la voz ladina del joven Heriberto
Navarrete (después Sacerdote Jesuita e historiador), subido en una banca del jardín
de San Diego, arengando a la población, casi toda reunida en el areópago alteño.
A los decires del párroco, que era moderado y sencillo, hay que añadir los de don
Marcos Rivera Ledezma, el intercambio de mensajes con el Padre Pedro González,
Vicario parroquial, al frente de Jalpa; los escritos del mismo don Domingo, que
reproducen el sermón entrañable del Padre Fernando Escoto en la noche en que
se cerró el templo en 1926, entre emotivas lágrimas.
El plan ambicioso, declaración de estado de guerra
Nos cambiaron la historia. No andaba Calles persiguiendo católicos; ellos lanzaron
el reto. Y también, hay que decirlo, en coordinación de sus Pastores, punto medular
de la cuestión.
En San Diego brilló con nitidez una valiente iniciativa del pueblo, un verdadero
proyecto atrevido. San Diego, con todos sus habitantes, se entregó “a la causa”, y
no lo hizo sólo para defenderse, sino para ir a la conquista de un derecho
arrebatado.
Las últimas horas del año 26 fueron escogidas para dar de alta a los nuevos
“soldados” de Cristo Rey por aquellas tierras. Fue el Señor Cura Narciso Elizondo,
de San Julián, quien, como otros, dio también un matiz religioso al envío de la tropa,
cuando poco más de 30 valientes recibieron la bendición con el Santísimo en la
plaza principal.
Mas, en San Diego, todo el pueblo estaba en vilo aquella noche, pues luego ante
los jefes militares, sentados tras los escritorios destinados al efecto del
reclutamiento voluntario, fue pasando cada candidato para enlistarse, firmar y recibir
inmediatamente su primer jornal como miembro de la epopeya cristera: un brillante
peso de plata 0.720.
Mas los cristeros de aquellos rumbos estaban decididos a emprender una
acometida con sabor de odisea: Por principio de cuentas, pretendían invadir el
Estado de Guanajuato, tomar dos importantes Municipios: Purísima y San
Francisco; así, el Gobierno se daría cuenta de que los católicos alteños estaban
dispuestos a luchar por la más bella de las libertades: la de creer. Y pensaron bien.
Entrados en la lucha
El ejército cristero de San Diego se hizo al camino -20 kilómetros de distancia- en
la complicidad de aquel obscuro amanecer del 1º de enero de 1927. Se decía que
iban unos 400 hombres, todos a pie, y que hubo que obligar a que regresaran
algunos fervorosos ancianos queapenas avanzaban bordón en mano, y que muchos
cortaron palos de los árboles del Cerro del Palenque, que metidos bajo la cobija
parecían fusiles.
Al llegar a la importante plaza de San Francisco del Rincón, rendidas las fuerzas
policiales y tomada la Presidencia, se celebró Misa,por el Padre Capellán de la
tropa, Fernando Escoto, en el kiosco. San Francisco era ya una importante ciudad
de Guanajuato, contaba con estación de tren a México, y se hallaba a un tiro de
piedra de las grandes plazas militares de León y de Lagos. La primera fase del
trayecto se había logrado con éxito; la suerte estaba echada.
Y así siguieron batallando durante casi tres años, mostrando, los miembros de este
ejército sandieguino, su entereza, valentía y heroísmo. De él destacarían, y
entrarían a la historia del conflicto religioso, figuras como la de Victoriano, el célebre
“Catorce”; Miguel Hernández; Guadalupe Martínez; Refugio Mena; Toribio Valadez;
Víctor López; Eulogio González, y tantos otros que se erigieron como verdaderos
expertos, implacables e invencibles guerrilleros en su propio terreno.
Pactaron por su cuenta
Mas fue entonces cuando, obligados por las circunstancias, el Presidente, los
Obispos Leopoldo Ruiz y Pascual Díaz, y hasta los gringos, vinieron a pactar unos
dizque “acuerdos” que, al parecer, fueron firmados el 29 de junio de 1929.
Pero, más que acuerdos, muchos los consideraron traiciones a la causa cristera y
a sus generosos combatientes. Gracias a tal convenio, fueron capturados y
ejecutados jefes como el General Enrique Gorostieta Velarde, tan a traición, que
“casualmente” su compañero de confianza, Navarrete, logró escabullirse entre una
tormenta de balas, mientras que pocos días después cayó también asesinado, y no
en campaña, Aristeo Pedroza.
“Entretanto, la tropa cristera de San Diego, hagan de cuenta que se
profesionalizaba; así se puede apreciar en una foto del día en que decidió entregar
las armas. Estos cristeros tienen el porte, la fortaleza y la presencia de verdaderos
soldados…” Así lo narra don Domingo Cerrillo, en la página 279 de su libro, que
consigna las efemérides o fechas claves, y menciona la solemne clausura de la
Guerra Cristera en San Diego de Alejandría:
“El día 29 de julio de 1929, en el lugar llamado ‘La Ceja Colorada’, a las 10 horas,
se dan un abrazo el Coronel Cristero don Toribio Valadez y el Coronel Manuel
Quiroz Lozada”… Con ese abrazo oficial y solemne se daba por terminada La
Cristera en esta zona, donde desde su comienzo hasta el final ésta tuvo toda esa
formalidad, como algo que totalizaba la vida de este pueblo.
Fue por ello que este 29 de julio de 2009 se conmemoró el LXXX Aniversario de
aquel histórico “abrazo” y el fin de hostilidades, con un programa de actos, apoyados
por las autoridades; entre ellos, un desfile y cabalgata; una conferencia en la Casa
de la Cultura, sustentada por los historiadores Padre Juan Carlos González Orozco
y Jean Meyer.
Valor a toda prueba La ofrenda suprema de San Pedro Esqueda Ramírez
Publicado en web el 28 de Noviembre, 2008
“-Ahora ya estarás arrepentido de ser cura.
-No, ni un momento, y poco me falta para ver el Cielo”.
[Palabras cruzadas entre uno de los verdugos y el sacerdote mártir]

Pbro. Tomás de Híjar Ornelas


La Pasión de Cristo, actualizada por un ministro sagrado de ascendencia india y
cepa alteña, que recorrió el último jirón de su vida con serenidad y hombría de bien.
Cuando San Juan era chiquito…
Como de sobra se conoce, la primitiva evangelización de lo que se llamó la Nueva
Galicia tuvo dos etapas. La segunda comenzó en el año de 1542, cuando se
establecieron o se refundaron pueblos y aldeas de indios, tanto con los aliados
tlaxcaltecas como con los insurrectos caxcanes, cocas y tecuexes, estos últimos
antiguos lugareños de lo que pasó a llamarse San Juan Bautista de Mezquititlán, y
a partir del siglo XVII, San Juan de los Lagos.
De cepa india y clase social baja eran los esposos Margarito Esqueda y Nicanora
Ramírez, a quienes les nació, el 26 de abril de 1887, un niño, al cual bautizaron al
día siguiente, imponiéndole el nombre del santo de ese día, el religioso mercedario
san Pedro Armengol.
Por cierto, de este San Pedro se sabe que antes de su conversión llevó una vida
deshonesta y delictiva, pues formaba parte de una gavilla de salteadores de
caminos. En una emboscada estuvo a punto de asesinar a su padre, episodio que
lo marcó profundamente. Obtuvo un indulto, y durante mucho tiempo pidió, sin
lograrlo, la admisión a la recién fundada Orden Militar de la Merced. Cuando pudo
hacerlo, se consagró a rescatar cristianos esclavizados por los musulmanes, tarea
que casi le costó la vida en el año de 1266. No murió, pero sí arrastró en su salud
secuelas graves durante los restantes cuarenta años de su vida.
Indio entre criollos
Ser descendiente de indios y pobre en una ciudad que con el tiempo fue ocupada
por criollos o mestizos de raza blanca, era materia de discriminación, la cual
conocería Pedro Esqueda durante su infancia. Sin embargo, tal fue el crisol donde
la Providencia dispuso se depurara el carácter del joven y se fuera fraguando su
conversión.
Pupilo desde los seis años de la “escuela del Santuario”, formó parte de la escolanía
y del grupo de monaguillos de la Colegiata de Nuestra Señora de San Juan.
Concluida la primaria, su padre lo destinó a obrero en un taller de zapatos. No
mucho después, a petición suya, ingresó a la Escuela Apostólica y posteriormente
al Seminario de Guadalajara, a cuya Casa central llegó más o menos por estas
fechas pero hace un siglo, en noviembre de 1908, cruzándose en el camino con
Anacleto González Flores, quien iniciaba en tal año los estudios humanísticos en el
Seminario Auxiliar de San Juan.
Su servicio ministerial debió desempeñarlo en un contexto de inseguridad y
persecución religiosa. Salvo esporádicas treguas, desde el 19 de noviembre de
1916, fecha de su ordenación presbiteral, que debió realizarse en la clandestinidad,
hasta la de su martirio, probó la hiel de la inseguridad jurídica.
Caso raro en su ministerio, sólo tuvo un destino, y caso todavía más extraño, ese
destino fue su parroquia de origen, San Juan Bautista, con atención al Seminario
Auxiliar de esa población. Cantó su primera Misa a los pies de Nuestra Señora de
San Juan, y durante once años sirvió con especial celo y edificación de los fieles a
sus paisanos.
Pastor a carta cabal
Muchas prendas tuvo su ministerio: devoto del culto eucarístico y de la catequesis
infantil; abnegado y humilde en su tiempo y forma de vivir; deseoso de hacer la
entrega de su vida por Cristo. No fue temerario ni imprudente. Cuando la
persecución hizo imposible su estancia entre los suyos, planeó una salida para el
18 de noviembre de 1927. Ese mismo día, un Judas lo entregó; los soldados lo
arrestaron en el escondrijo que una familia de apellido Macías cavó en una de las
salas de su casa, toda vez que hasta ese momento el ministro se resistía a
abandonar a su suerte a los católicos de San Juan.
No le doblegaron el tormento de cuatro días en un calabozo, donde sufrió vejaciones
sin cuento; la fractura de un brazo, ocasionada por sus verdugos, ni la caminata que
debió recorrer, como manso cordero al que llevan al matadero, jinete al lado de las
cabalgaduras de sus verdugos y al trote de éstos, hasta el lugar donde fue tiroteado
por un cobarde asesino de apellido Santoyo, y que en ese tiempo manchaba al
Ejército Nacional con el rango de Teniente Coronel. De tan perverso sujeto se sabe
que su plan era quemar vivo al presbítero; pero no fue posible, por la lesión del
brazo de éste, lo cual le imposibilitó cumplir la voluntad de Santoyo, quien lo orillaba
a trepar el tronco de un árbol de mezquite, cuyas ramas servían de depósito de
pastura o almiar. Cerca del poblado de Teocaltitán, en el Municipio de San Miguel
el Alto, entre la una y las dos de la tarde del 22 de noviembre de 1927, las puertas
de la gloria de abrieron para él. Ahora sus reliquias se veneran en el templo
parroquial donde fue acogido como hijo de Dios y donde, más tarde, durante una
década, prestó sus servicios.

Los Mártires, genuina expresión de “¡México siempre fiel!”


Publicado en web el 26 de Mayo, 2011
San Cristóbal Magallanes Jara
Nació en Totatiche, Jalisco, el 30 de julio de 1869.
Ordenado presbítero el 17 de septiembre de 1899, prestó sus
servicios en la Escuela de Artes y Oficios del Espíritu Santo, en
Guadalajara; fue luego Vicario y Párroco de su pueblo natal.
Fue capturado en Momax, Zacatecas, y fusilado en la Presidencia
Municipal de Colotlán.
Sus restos, exhumados de Colotlán, descansan en la Parroquia
de Totatiche, Jalisco.
San Román Adame Rosales
Nacido en Teocaltiche, Jalisco, el 27 de febrero de 1859, fue
ordenado presbítero el 30 de noviembre de 1890, tras lo cual le
fueron conferidos varios nombramientos, hasta que el 4 de enero
de 1914 llegó al que sería su último destino, Nochistlán,
Zacatecas.
Tras ser capturado el 19 de abril, fue fusilado el 21 de ese mismo
mes en Veladores, muy cerca de Yahualica, Jalisco.
Años después, sus restos fueron exhumados y trasladados a
Nochistlán, Zacatecas.
San Rodrigo Aguilar Alemán
Nació en Sayula, Jalisco (Diócesis de Ciudad Guzmán), el 13 de
marzo de 1875. Párroco de Unión de Tula, Jalisco (Diócesis de
Autlán).
En la madrugada del 28 de octubre de 1927 fue conducido a la
Plaza de Ejutla. Arrojaron la cuerda a una rama gruesa de un árbol
de mango, hicieron una lazada y la colocaron al cuello del
sacerdote, ahorcándolo.
Sus restos reposan en el Templo Parroquial de Unión de Tula, Jalisco
San Julio Álvarez Mendoza
Nació en Guadalajara el 20 de diciembre de 1866.
Fue ordenado sacerdote en 1894. Se desempeñó como Capellán
de Mechoacanejo, Jalisco, y se distinguió por su celo pastoral, la
atención al catecismo y el fervor con que atendía al culto divino.
El 26 de marzo de 1927 fue sorprendido por una partida de
soldados. Lo condujeron, atado a la silla de una caballería, por
varias ciudades.
En León, el General Joaquín Amaro firmó la sentencia para que lo fusilaran.
Su cadáver quedó tirado en un basurero cercano al templo parroquial. En el lugar
de su martirio se erigió un monumento en su honor.
Sus restos se hallan en el templo de Mechoacanejo.
San Luis Batis Sáinz
Nació en San Miguel del Mezquital, Zacatecas (Arquidiócesis de
Durango), el 13 de septiembre de 1870. Párroco de San Pedro
Chalchihuites, Zacatecas (Arquidiócesis de Durango). El 15 de
agosto de 1926 fue conducido, junto con sus más cercanos
colaboradores, al lugar conocido como “Puerto de Santa Teresa”,
donde fueron fusilados. Se le venera en el Templo de San Pedro
Chalchihuites.
San Agustín Caloca Cortés
Nació en San Juan Bautista de El Teúl, Zacatecas (Arquidiócesis
de Guadalajara), el 5 de mayo de 1898.
Recibió la ordenación sacerdotal el 15 de agosto de 1923.
Después de ordenarse sacerdote, fue nombrado Ministro de la
Parroquia de Totatiche y Prefecto del Seminario Menor Auxiliar de
ese lugar.
Sufrió el martirio el 25 de mayo de 1927 en Colotlán, Jalisco
(Diócesis de Zacatecas, Zac.).
Sus restos descansan en el Templo Parroquial de El Teúl.
San Mateo Correa Magallanes
Nació en Tepechitlán, Zac., el 22 de julio de 1866.
Fue ordenado sacerdote en 1893 y se desempeñó como capellán
en diversas haciendas y parroquias. Fue nombrado Párroco de
Concepción del Oro; le dio la Primera Comunión al Beato Miguel
Agustín Pro Juárez, y bautizó a Humberto Pro, su hermano y
compañero.
En 1927 fue arrestado, lo condujeron a Durango y lo encerraron
en la jefatura militar. Fue fusilado en el campo el 6 de febrero de
1927. Hoy en día se veneran sus restos en la Catedral de Durango.
San Atilano Cruz Alvarado
Nació en Ahuetita de Abajo, perteneciente a la Parroquia de
Teocaltiche, Jalisco (Diócesis de Aguascalientes), el 5 de octubre
de 1901.
Se ordenó sacerdote cuando esto se consideraba como el mayor
crimen que podía cometer un mexicano.
Obediente, se encaminó al Rancho de “Las Cruces”, lugar que
sería su calvario. Mientras dormía, llegaron las fuerzas militares y
la autoridad civil. El padre Atilano, al oír la descarga que cortó la
vida de su Párroco, se arrodilló en la cama y esperó el momento
de su sacrificio. Allí fue acribillado, dando testimonio de su fidelidad a Cristo
Sacerdote, la madrugada del 1° de julio de 1928.
Es venerado en el Templo Parroquial de Cuquío.
San Miguel de la Mora de la Mora
Nació en el Municipio de Tecalitlán, Jalisco, el 19 de junio de 1874.
Adolescente, ingresó al Seminario Conciliar de Colima, donde
cursó los estudios eclesiásticos hasta su ordenación presbiteral,
en 1906.
La madrugada del 7 de agosto de 1927, salió rumbo a la Sierra.
En el Mesón de Cardona, Colima, alguien lo reconoció.
Mientras recitaba el Rosario, fue acribillado. Sus restos fueron
colocados en la Iglesia Catedral de Colima.
San Pedro Esqueda Ramírez
Nació en San Juan de los Lagos, Jalisco, el 29 de abril de 1887.
El 22 de noviembre de 1927 fue sacado de su prisión para ser
ejecutado.
Al llegar a las afueras del poblado de Teocaltitán, Jalisco, le
dispararon tres balas, que cambiaron su vida terrena por la eterna.
Sus restos se encuentran en la Parroquia del Centro de San Juan
de los Lagos, donde fuera Vicario.
San Margarito Flores García
Nació en Taxco, Gro. (Diócesis de Chilapa), el 22 de febrero del
1899.
Párroco de Atenango del Río, Guerrero, (Diócesis de Chilapa).
Después de sólo tres años de ministerio, fue apresado y
conducido a Tulimán, Guerrero, donde se dio la orden de fusilarlo
el 12 de noviembre de 1927.
Es venerado en el Templo del Señor de Ojeda, en Taxco,
Guerrero.
San José Isabel Flores Varela
Nació en El Teúl, Zacatecas, el 20 de noviembre de 1866. Fue
adscrito a varias Parroquias, y trasladado finalmente a Matatlán,
donde permaneció hasta su muerte.
La mañana del 21 de junio de 1927, luego de ocho días de
agresiones, fue conducido al cementerio de esa municipalidad;
deslizaron una reata por la rama de un árbol y le lazaron el cuello;
para atormentarlo, lo suspendían hasta casi provocarle la asfixia; esta operación se
repitió tres o cuatro veces, hasta finalmente sacrificarlo con sus armas.
Sus restos se encuentran en el Templo de Matatlán, Municipio de Zapotlanejo.
San David Galván Bermúdez
Nació en Guadalajara el 29 de enero de 1881.
Logró su ordenación como presbítero el 20 de mayo de 1909;
poco después, se le confirmó como Superior del mismo
Seminario.
El sábado 30 de enero de 1915, se registraron en la ciudad
violentos enfrentamientos frente al viejo Hospital de San Miguel;
fue interceptado cuando acudía a auxiliar a un moribundo, y tras ponerlo ante la
barda del Cementerio de Belén, fue acribillado.
En junio de 1922, los restos del Padre David Galván fueron depositados en un
templo en construcción, próximo al lugar del martirio: la actual Parroquia de Nuestra
Señora del Rosario, en el Barrio del Retiro.
San Salvador Lara Puente (laico)
Nació en el poblado de Berlín, Durango, perteneciente a la
Parroquia de Súchil (Arquidiócesis de Durango), el 13 de agosto
de 1905.
Vivía su fe en la pureza de sus costumbres y en la entrega al
apostolado como militante de la Asociación Católica de la
Juventud Mexicana, ACJM.
Cuando llegaron los soldados para apresarlo, junto con Manuel
Morales y David Roldán, respondió al ser llamado: «Aquí estoy».
Caminó sonriente, como siempre, junto a su compañero y primo David hasta el lugar
que les señalaron para ser fusilados, el 15 de agosto de 1926.
Sus restos se veneran en el Templo de San Pedro Chalchihuites, Zacatecas
San Pedro de Jesús Maldonado Lucero
Nació en un barrio de la Ciudad de Chihuahua conocido como San
Nicolás. Pedro entró al Seminario Diocesano a los 17 años de
edad, y fue ordenado en El Paso, Texas, un 11 de febrero.
Fue sacerdote de la Diócesis de Chihuahua, y hasta el momento
de su muerte había estado ejerciendo su ministerio en la
Parroquia de Santa Isabel (General Trías).
La causa de su muerte fue una brutal y salvaje golpiza que le
causó un severo daño cerebral y heridas en diversas partes del cuerpo. Murió el 11
de febrero de 1937, aniversario de su ordenación sacerdotal.
Sus restos descansan en el Panteón Dolores, en Chihuahua, Chih.
San Jesús Méndez Montoya
Nació en Tarímbaro, Michoacán, el 10 de junio de 1880. Fue
ordenado sacerdote el 3 de junio de 1906. Desempeñó su
ministerio sacerdotal en diferentes Parroquias. El 5 de febrero de
1928, en Valtierrilla, Guanajuato, fue acribillado.
Sus restos yacen en urna en el piso del presbiterio de la Iglesia
Parroquial de Valtierrilla, Guanajuato.
San Manuel Morales (Laico)
Nació en Mesillas, Zacatecas, perteneciente a la Parroquia de
Sombrerete, (Arquidiócesis de Durango), el 8 de febrero de 1898.
Miembro de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana.
El 15 de agosto de 1926, al conocer la prisión del señor Cura Luis
Batis, se movilizó para ir a pedir la libertad de su Párroco, pero
junto a éste fue conducido fuera de la ciudad, y al escuchar que
su Párroco pedía que le perdonaran la vida en atención a su
familia, lleno de valor y de fe, le dijo: «Señor Cura, yo muero,
pero Dios no muere. Él cuidará de mi esposa y de mis hijos».
Es venerado en el Templo de San Pedro Chalchihuites, Zacatecas.
San Justino Orona Madrigal
Nació en Atoyac, Jalisco (Diócesis de Ciudad Guzmán), el 14 de
abril de 1877.
Párroco de Cuquío (Arquidiócesis de Guadalajara). Fundador de
la Congregación Religiosa de las Hermanas Clarisas del Sagrado
Corazón.
En la madrugada del 1° de julio de 1928, las fuerzas federales y
el Presidente Municipal de Cuquío irrumpieron violentamente en
el Rancho Las Cruces y golpearon la puerta donde dormían el Párroco y su Vicario.
El señor Cura Orona abrió, y con fuerte voz saludó a los verdugos: «¡Viva Cristo
Rey!» La respuesta fue una lluvia de balas.
Es venerado en el Templo Parroquial de Cuquío.
San Sabás Reyes Salazar
Nació en Cocula, Jalisco (Arquidiócesis de Guadalajara), el 5 de
diciembre de 1883.
Vicario de Tototlán (Diócesis de San Juan de los Lagos). El 13 de
abril de 1927, Miércoles Santo, fue conducido al cementerio. Lo
remataron a balazos, pero antes de morir, más con el alma que
con la voz, pudo gritar el sacerdote mártir: «¡Viva Cristo Rey!».
Descansa en el Templo de Tototlán.
San José María Robles Hurtado
Nació el 3 de mayo de 1888 en Mascota, Jalisco (Diócesis de
Tepic). Fue ordenado sacerdote el 22 de marzo de 1913. Sus
primeros ministerios estables empezaron en Guadalajara. Fue
Fundador de las Víctimas del Corazón Eucarístico de Jesús.
El 25 de junio de 1927 fue hecho prisionero y conducido al cuartel
de los agraristas. A media noche, sujeto con cuerdas, fue sacado
de la cárcel y obligado a caminar rumbo a la Sierra de Quila.
Tomando la soga de entre las manos, se la colocó él mismo al
cuello para que los soldados consumaran el crimen. Era la madrugada del 26 de
junio de 1927.
El 26 de Junio de 1932, fueron trasladados sus restos de Quila al Templo Expiatorio
de Guadalajara.
Sus reliquias reposan bajo el altar de la Capilla en la Casa General de sus hijas
Religiosas, las Hermanas del Corazón de Jesús Sacramentado (Calle República #
452, Sector Libertad).
San David Roldán Lara (Laico)
Nació en Chalchihuites el 2 de marzo de 1907.
Pertenecía a la A.C.J.M. En 1926, denunciado el Padre Luis Batis
y sus colaboradores como incitadores del movimiento armado,
David fue aprehendido en su casa.
Los condujeron a Zacatecas. En la carretera se detuvo el primer
automóvil, y los jóvenes, que venían en el segundo, presenciaron
la ejecución del sacerdote y de Manuel Corrales.
Luego a Salvador Lara y David Roldán los llevaron cerca del lugar de la ejecución
anterior, donde se encontraba el pelotón de fusilamiento que segó su vida.
Es venerado en el Templo de San Pedro Chalchihuites, Zacatecas.
Santo Toribio Romo González

Nació en Santa Ana de Guadalupe, ranchería perteneciente al


Municipio de Jalostotitlán, Jalisco (Diócesis de San Juan de los
Lagos), el 16 de abril de 1900.
Fue ordenado sacerdote, a los 22 años, el 23 de diciembre de
1922 por el Arzobispo de Guadalajara, Francisco Orozco y
Jiménez.
Prestó sus servicios ministeriales en Sayula, Tuxpan, Yahualica y Cuquío. En la
Parroquia de este último destino se encontró con el señor Cura Justino Orona, padre
bondadoso que le brindó su amistad.
A las 4 de la mañana del sábado 25, una tropa compuesta por soldados federales y
agraristas disparó contra él. Con pasos vacilantes y chorreando sangre, se dirigió
hacia la puerta de la habitación, pero una nueva descarga lo derribó.
Veinte años después de su sacrificio, los restos del Mártir Toribio Romo regresaron
a su lugar de origen y fueron depositados en la capilla que había construido él
mismo, en Jalostotitlán.
San Jenaro Sánchez Delgadillo
Nació el 19 de septiembre de 1886 en la ranchería de Agualele,
cercana a Zapopan, Jalisco.
Jenaro llegó a Tamazulita en el año de 1923, acompañado de sus
padres. En este lugar ejerció su ministerio hasta su martirio.
El 17 de enero de 1927 fue apresado y llevado a Tecolotlán. Le
pusieron una reata al cuello. El Padre Jenaro dijo: “Bueno,
paisanos, me van a colgar; yo los perdono, y que mi Padre Dios
también los perdone, y siempre: ¡Que viva Cristo Rey!”
Sus restos reposan en el Templo Parroquial de Cocula, Jalisco.
San David Uribe Velasco
Nació en Buenavista de Cuéllar, Guerrero, (Diócesis de Chilapa),
el 29 de diciembre de 1889.
Párroco de Iguala, ejerció ejemplarmente su ministerio en una
región atacada por la masonería, el protestantismo y un grupo de
cismáticos.
Fue sacrificado con un tiro en la nuca el 12 de abril de 1927.
Sus restos descansan en la Iglesia de San Antonio de Padua, en su pueblo natal de
Buenavista de Cuéllar.
San Tranquilino Ubiarco Robles
Nació en Zapotlán el Grande, Jalisco (Diócesis de Ciudad
Guzmán), el 8 de julio de 1899.
Vicario con funciones de Párroco en Tepatitlán (Diócesis de San
Juan de los Lagos).
Cuando una noche preparaba la Celebración de la Eucaristía y la
bendición de un matrimonio, fue hecho prisionero y condenado a
morir ahorcado en un árbol de la alameda, a las afueras de Tepatitlán. Era la
madrugada del 5 de octubre de 1928.
Sus restos descansan en el templo del centro de esa misma población.

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