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Alienación y cosificación.

Perspectivas críticas sobre la conciencia del sujeto y el objeto

Contrapunto entre los autores K.Marx y M.Weber

Realizaremos la siguiente contraposición de nociones centrales de los dos autores, siguiendo los
textos principalmente los textos de los “Manuscritos filosóficos y económicos de 1844” de Karl
Marx, “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, de Max Weber, y el trabajo de Karl
Löwith “Max Weber y Karl Marx”.
Partiendo del área de análisis que tomas Marx y Weber, se puede decir que el tema explícito de
ambos autores es el capitalismo. Siguiendo a Löwith, los dos comparten una motivación de fondo,
tienen interés en el ánalisis del capitalismo y de la modernidad, en tanto realidad que rodea al
hombre y lo determina o condiciona. En este sentido, Löwith sostiene que el interés radical
filosófico-antropológico que podemos leer tanto en Marx como en Weber, radica la condición
humana bajo el capitalismo. Ambos plantean la cuestión del hombre en su situación terrenal,
histórica, se preguntan por el ser del hombre particular en la modernidad capitalista, y esta pregunta
implica además la pregunta por el destino de la humanidad.
Ahora bien, si bien el área de investigación de los dos autores es la constitución del orden capitalista
de la economía y la sociedad moderna, difieren en cuanto al fin último de sus investigaciones.
En cuanto a Marx, realiza una crítica de la sociedad burguesa, poniéndo el énfasis en como en el
orden social capitalista la objetivación tanto de las cosas como de las relaciones entre los hombres,
producen alienación al no realizarse la esencia genérica del ser humano, es decir como el hombre
pasa a ser un objeto en un mundo objetivo y objetivable. Este ser genérico, para Marx, se manifiesta
mediante y en el trabajo. En este sentido, en los “Manuscritos económicos y filosóficos de 1844”,
Marx se refiere al trabajo en la sociedad capitalista como trabajo enajenado, aquel que separa al
hombre de su producción, y el producto de este trabajo, dice Marx:
“se enfrenta a él como un ser extraño, como un poder independiente del productor. El producto del
trabajo es el trabajo que se ha fijado en un objeto, que se ha hecho cosa; el producto es la
objetivación del trabajo. La realización del trabajo es su objetivación. Esta realización del trabajo
aparece en el estadio de la Economía Política como desrealización del trabajador, la objetivación
como pérdida del objeto y servidumbre a él, la apropiación como extrañamiento, como
enajenación”.1

1 Marx, K.: Manuscritos económico y filosóficos de 1844. Buenos Aires, Colihue, 2004. Pág 34.
En el trabajo enajenado, el hombre no puede ver su actividad como manifestación de la esencia de
su especie, sino sólo como un medio individual para la mera satisfacción de sus necesidades
privadas. La enajenación es así autoenajenación, porque produce alejamiento del hombre respecto
del hombre mismo. En términos de Löwith, se trata de la diferencia humanemente interna entre la
vida individual y la vida genérica. Por lo tanto, en este mundo de las mercancias, el hombre es un
hombre parcial.
La mercancía como la expresión económica de esta enajenación de si, a la que hace referencia
Marx, implica que el mundo se vuelve inhumano, podemos decir, cosificado, en donde las
relaciones se invierten. En relación con ello, está el carácter de fetiche de las mercancías, que no es
mas que las relaciones sociales ocultas en el intercambio de cosas (mercancías como meros
objetos). Esta carácter de fetiche es la apariencia cosificada de las modernas relaciones sociales de
trabajo, a la que alude Löwith.
De esta manera, Löwith sostiene que la enajenación de si humana, es para Marx, la expresión
fundamental del capitalismo y por ello lo entiende como el hilo conductor para su interpretación.
Weber, por su parte, seguiría para Löwith, el hilo conductor de la racionalización. El objetivo sería
entonces abordar la problemática histórica de la vida moderna, a través de su expresión que es la
racionalidad.
Weber se sitúa al igual que Marx en el plano de la realidad. Plantea una ciencia de lo real, es decir
situada en la especificidad y significado cultural del mundo capitalista moderno. De acuerdo con
ello, entiende a la economía como destino de la humanidad, y por tanto la cuestión de la
configuración económica social del capitalismo, entendido como totalidad, está ligada al ser del
hombre.
En este sentido, para Weber, el ser racional es el carácter fundamental del modo de vida o de
conducción de la vida capitalista occidental moderna.
Al respecto dice, en “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”:
“Parece pues que sería posible comprender la evolución del “espíritu capitalista” como un caso
especial de la total evolución del racionalismo, explicable por la posición de este ante los últimos
problemas de la vida […] es posible racionalizar la vida, desde los más distintos puntos de vista y
en las más variadas direcciones. El racionalismo es un concepto histórico que encierra un mundo
de contradicciónes, y necesitamos investigar de qué espíritu es hijo aquella forma concreta del
pensamiento y la vida racionales que dió origen a la idea de profesión y a la dedicación abnegada
(tan irracional al parecer desde el punto de vista del propio interés eudemonístico) al trabajo
profesional, que era y sigue siendo uno de los elementos característicos de nuestra civilización
capitalista. Este elemento irracional que se esconde en este y todo concepto de profesión es
precismante lo que nos interesa”2.
Sobre esta base del modo racional de conducir la vida, entiende Weber tanto la la religión como la
economía, por tanto sostiene la afinidad electiva interna de ambas, para explicar el surgimiento y
desarrollo del capitalismo. En este sentido, para Weber la racionalización es el hilo rector del
entendimiento, porque es una totalidad originaria, es decir que no lo entiende como la racionalidad
de “algo”, sino que se refiere a un ethos.
Pero Weber dice que le interesa la irracionalidad, esto es, la paradoja de la racionalizacion creciente
es su derivación en irracionalidad, o lo que es lo mismo en modos irracionales de conducirse en la
vida.
Esta irracionalidad tiene que ver con la inversión que tiene lugar cuando los medios pasan a ocupar
el lugar de fines en sí, y como tal, caracteriza a la completa cultura moderna.
Podemos trazar aquí un paralelo entre Marx y Weber, en cuanto a la idea de inversión. Ambos
sostienen que dicha inversión es la contradicción mas sobresaliente, podemos decir, del capitalismo.
Tanto para Marx como para Weber la inversión se muestra de manera más clara y fuerte en la
conducta económica. La diferencia entre ambos autores, quedará evidenciada en como piensan “la
salida” de la misma, mientras que Weber pretende mas bien su comprensión, Marx propone además
la destrucción de la misma.
Para Weber en la inversión del mero medio en fin, se pierde el sentido originario (en términos de
valor) que orienta la acción: “A través de aquello que originariamente sólo era una mero medio –
en relación con un fin pleno de valor – se vuelve un fín en sí mismo, se autonomiza lo mediado
hacia lo propio del fin. Pierde con ello su racionalidad con arreglo a fines, orientada en el inicio al
hombre y sus necesidades”3.
Para Marx, como vimos, se más arriba, se invierte la relaciones, los hombres y las cosas. La
mercancía pasa a ser un fín en sí mismo, y no un mero valor de uso.
De esta manera, siguiendo a Löwith, así como las cosas dominan a los hombres, los medios
dominan a los fines.
En este sentido, volviendo a Weber, la racionalización es ambigua, es decir, que por una lado
implica servidumbre en tanto no permite al hombre ser libre, le impide en cierta medida la
autonomía de actuar racionalmente bajo su propio poder; pero por otro lado, la racionalización es la
condición que posibilita la libertad humana.
Löwith sostiene que hay aquí una articulación entre racionalidad y libertad, siendo la primera el
lugar de la segunda. De este modo, en el actuar teleológico racional, es donde hay mayor libertad.
Racionalidad es aquí libertad de actuar “es una libertad en tanto racionalidad teleológica”.4

2 Weber, M.: La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Buenos Aires, Terramar, 2006. Pág 68
3 Löwith, K: Max Weber y Karl Marx. Barcelona, Gesida, 2007. Pág. 62
4 Löwith, K: Max Weber y Karl Marx. Barcelona, Gesida, 2007. Pág. 60
Esta idea de Weber conecta directamente con la salida de la contradicción: si es posible o no y cómo
la emancipación del hombre.
Para Weber es ineludible el destino del capitalismo, por eso, frente el irrefrenable avance del
proceso de racionalización y burocratización, Weber propone una salida individualista para el
hombre, mediante el ideal de la responsabilidad y la idea de “salvar cierta dignidad humana”. Esta
idea de responsabilidad, conecta con la noción de hombre que Weber está pensando, ya que implica
entender hombre como responsable de sí mismo. Este hombre moderno es una totalidad opuesta en
hombre y especialista, y por tanto su emancipación digamos, solo puede realizarse dentro de la
humanidad especializada y en consideración a ella.
Frente a la ausencia de valores trascendentales y creencias que vayan más allá del tiempo y la vida
cotidiana, que entiende Weber como parte del desencantamiento de la vida fragmentada en esferas
del mundo moderno, la responsabilidad va a tener que ver con una ética (sopesar medios y fines,
actuar considerando posibilidades y consecuencias de la acción). Esta sería entonces la única
posibilidad de ser libre: practicando una ética de la racionalidad y de la responsabilidad. En este
sentido, Löwith entiende, que Weber defiende al individuo autónomo en medio de y contra la
creciente dependencia del mundo político y autónomo.
En cambio, para Marx, la libertad tiene que ver con superar la contradicción del hombre libre (como
ciudadano) pero que vive dominado por la potestad de las cosas.
Marx entonces, plantea la emancipación del hombre como una posibilidad, solo posible con la
superación del modo de producción y la sociedad capitalista. Sólo así el hombre sería hombre. El
hombre en la sociedad capitalista jamás podrá ser libre para Marx, porque no puede realizarse la
completa esencia del mismo.
De acuerdo con esto, Marx ve en el proletariado la realización de la función universal humana,
siendo que el mismo encarna el universal humano, el ser genérico del hombre en su negación.

Bibliografía
Löwith, K: Max Weber y Karl Marx. Barcelona, Gesida, 2007.
Marx, K.: Los debates de la dieta renana. Barcelona, Gedisa, 2006.
Marx, K.: Manuscritos económico y filosóficos de 1844. Buenos Aires, Colihue, 2004.
Marx, K.: El capital. Crítica de la economía política. T. 1. México, FCE, vv.ee. (selección).
Weber, M.: La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Buenos Aires, Terramar, 2006.

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