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LUCHAS Y TRANSFORMACIONES

SOCIALES EN SALTA

Alejandra Cebrelli y Víctor Arancibia

(Editores)
Luchas y transformaciones sociales en Salta / edición literaria a cargo de Víctor

Arancibia y Alejandra Cebrelli. - 1a ed. - Salta : Centro Promocional de Investigaciones en

Historia y Antropología - CEPIHA, 2011.

300 p. ; 21x17 cm.

ISBN 978-987-1602-04-9

1. Historia Regional. 2. Estudios Sociales. 3. Procesos Sociales. I. Arancibia, Víctor Hugo, ed.
lit. II. Cebrelli, Alejandra, ed. lit.

CDD 982.42

Fecha de catalogación: 27/12/2011


INDICE

Prólogo

Capítulo I: Neocolonialismo, hambre y agronegocios de la soja


transgénica (Salta, Argentina) - Sonia Álvarez Leguizamón.

Capítulo II: Defensa del lugar, luchas clasificatorias y


producción de ausencias. Reflexiones a partir de movilizaciones
étnico-identitarias relacionadas a las la lucha por el territorio en
la Provincia de Salta - Mónica Flores Klarik, Marcela Álvarez y
Norma Naharro

Capítulo III: La constitución del sujeto indígena en el Chaco


Salteño. Disputas simbólicas y estrategias de comunicación en
torno al desarrollo - Fernando Bustamante

Capítulo IV: Cuando la intimidad es colectica. Narrativas del yo


e identidades emergentes - Alejandra Cebrelli

Capítulo V: Visiones, discursos y prácticas durante el proceso


de ordenamiento territorial de los bosques nativos en Salta -
Lucas Seghezzo, José N. Volante, José Paruelo, Daniel J. Somma,
E. Catalina Buliubasich, Héctor Rodríguez, Sandra Gagnon y
Marc Hufty

Capítulo VI: Representaciones y Documentalismo. Acerca de las


estrategias para visibilizar la protesta social - Víctor Arancibia

Capítulo VII: Como una cadena que nunca se corta. Horizontes


de pasado entramados de poder y visiones subalternas -
Andrea Villagrán

Epílogo: Tejiendo Redes

Curriculum de los Referatos


PRÓLOGO

Luchas y transformaciones sociales en Salta es el resultado de


un Proyecto de Investigación de Ciencia y Técnica Orientado (PICTO
N° 1836828) desarrollado entre los años 2009 y 2011, en el marco de
un convenio entre la Agencia Nacional de Promoción Científica y
Tecnológica (ANPCyT) y la Universidad Nacional de Salta (UNSa). El
equipo estuvo compuesto por la Dra. Sonia Álvarez Leguizamón como
Investigadora Responsable y Directora, la Dra. Alejandra Cebrelli
como Investigadora del Grupo Responsable y un Equipo de
Colaboradores compuesto por el Mg. Víctor Arancibia, la Lic. Mónica
Flores Klarik, el Lic. Javier Yudi y la Lic. Norma Naharro desde el inicio
del trayecto. Luego se incorporó la Lic. Marcela Álvarez, el Lic.
Fernando Bustamante, Leda Kantor y la Lic. Andrea Villagrán1.
La investigación tenía como objetivos principales indagar los
modos en que las relaciones sociales en Salta se han transformado en
últimos años del siglo XX y la primera década del siguiente, dando
cuenta de las modificaciones y pervivencias de las condiciones de
reproducción de la vida de los sectores subalternos y de las formas de
resignificación de las identidades de los sujetos involucrados. Con tal
fin, fue importante el análisis de los discursos y de las
representaciones que legitimaron la reconversión de las relaciones
sociales en el marco de las luchas y movilizaciones que se dieron en
el gozne de la crisis del neoliberalismo en Argentina y de la
implementación de nuevas políticas de desarrollo.
Para ello resultó clave la descripción de las modalidades de
resistencia y de luchas en los procesos de construcción de
identidades. Asimismo, tanto la lectura contrastiva entre las formas
de registro documental y la cobertura periodística de estos conflictos
que realizaron los medios de comunicación posibilitaron la
aprehensión de los regímenes de visibilidad de los objetos
considerados.
A lo largo de la investigación, se analizaron las formas de
gobierno y dominación durante el período de la gubernamentalidad
neoliberal en Salta, estableciendo vinculaciones con Argentina y
América Latina. Esto permitió dar cuenta de los modos de producción
1
Es importante destacar que, durante la implementación del citado PICTO, la mayor parte de los
miembros del mencionado equipo avanzaron notablemente en sus estudios de doctorado y están
actualmente en la etapa de elaboración final de la tesis (Mg. Víctor Arancibia, Mg. Pedro Ibarra, Lic.
Mónica Flores Klarik, Lic. Javier Judi) o, como en el caso de Andrea Villagrán, obtuvieron el título
máximo. Por su parte, el Lic. Fernando Bustamante obtuvo una Beca Erasmus, gracias a la cual está
cursando el doctorado en España.
y reproducción de la pobreza y la desigualdad y su impacto en las
luchas y movilizaciones sociales en esta zona del país, sin obliterar las
matrices históricas en las que se sostienen estos procesos.
Paralelamente, se dio particular relevancia a las estrategias
comunicacionales y retóricas utilizadas para tomar la voz por los
líderes de las organizaciones campesinas, de comunidades originales
y por los dirigentes gremiales. El recorte puso de manifiesto no sólo
las estrategias de empoderamiento, lucha y visibilidad creciente
legibles en los medios de comunicación tradicionales sino también en
las nuevas propuestas generadas por los propios grupos y/o por la
apertura de los espacios mediáticos a través de la sanción e
implementación de la Ley Nº 26522 de Servicios de Comunicación
Audiovisual, todo lo cual quiebra más de un siglo de silenciamiento
por parte de la sociedad y del Estado Argentino. El estudio permitió
periodizar, si bien de manera parcial y a modo de muestreo, el
evidente incremento de la participación en el mercado discursivo
periodístico de las voces de los hombres y de las mujeres que lideran
los movimientos sociales en la provincia.
En ese sentido, resultó fundamental dar cuenta de las luchas
clasificatorias en tanto estrategia de defensa de los lugares
materiales y simbólicos que llevaron adelante los grupos
subalternizados locales. De este modo, se comprobó la tensión entre
la lucha por el territorio, la construcción por las identidades de los
pueblos originarios y el requerimiento de los Estados (nacional y
provincial).
El análisis demostró que, en muchos casos, las características
culturales a las cuales se adscriben algunas comunidades en
movilización y conflicto se amoldan al repertorio de temas y
clasificaciones que se proponen desde las instituciones
gubernamentales como estrategia para obtener tanto la visibilidad
como el derecho a la palabra y el acceso a los bienes materiales y
simbólicos que dan sentido a sus luchas. De allí la importancia de
contextualizarlas en el marco de las políticas agroeconómicas, en
particular las relacionadas con el desmonte y la sojización que tuvo
particular relevancia en Salta durante el periodo señalado. Al analizar
el impacto negativo en la vida cotidiana de los diferentes grupos
sociales estudiados, se consideró también el de los programas
sociales de tipo asistencial, implementados a modo de paliativo desde
el estado nacional, tales como “Jefas y Jefes de Hogar Desocupados”,
el “Plan Familia por la Inclusión Social” y la “Asignación Universal por
Hijo”, todo lo cual permitió comprobar sus beneficios parciales: la
cobertura de las necesidades básicas de los grupos marginalizados y
la inclusión de los mismos en los sistemas educativos y de salud.
Cabe destacar el intenso trabajo en territorio realizado por los
diversos investigadores: entrevistas en profundidad a funcionarios,
técnicos y beneficiarios de los citados planes como así también a los
responsables de la implementación de las políticas públicas aquí
consideradas. En ese sentido, el equipo en su conjunto, mediante
diversas estrategias y en diferentes instancias de reunión, convocó al
diálogo, al debate y a la discusión a dirigentes sectoriales y
gremiales, líderes de movimientos sociales, gauchos y miembros de
comunidades indígenas.
A la vez, se relevó un abundante material textual –construido a
partir de la prensa local y de referencia nacional, de la publicidad
turística, de la documentación emanada de organismos oficiales,
fundaciones y ONG’s, de registros fotográficos, documentales y
fílmicos. Este corpus permitió estudiar las categorías nativas
vinculadas con la construcción de alteridades que realizan los grupos
dominantes y demostrar la pervivencia en ellas de viejas categorías
coloniales y neocoloniales, tales como las de ‘indio’, ‘coya’, ‘gaucho’,
‘mestizo’, entre otras.
El libro es el resultado final de este rico proceso de indagación.
Aquí se han seleccionado algunas de las producciones de las y los
investigadores del proyecto más las de otros académicos con
intereses afines que participaron de talleres de discusión
instrumentados desde el PICTO. Los trabajos son un muestreo de las
problemáticas abordadas, de las categorías analíticas utilizadas, de
las metodologías con que se trabajaron y de los resultados, siempre
parciales y perfectibles, a los que finalmente se arribó.
El primer capítulo se titula ‘Neocolonialismo, hambre y
agronegocios de la soja transgénica (Salta, Argentina)’ y es de Sonia
Álvarez Leguizamón. Allí se realiza un recorrido histórico de los
cambios producidos por las reformas del estado, las
transformaciones en el capitalismo global y las políticas neoliberales.
Se analizan los discursos vinculados a las políticas de desarrollo en el
marco de las políticas neoliberales locales, nacionales y globales. Se
pone especial atención a la expansión de los agronegocios vinculados
a la soja transgénicas y a las consecuencias de su implementación en
las regiones del norte argentino, particularmente en la provincia de
Salta.
‘Defensa del lugar, luchas clasificatorias y producción de
ausencias. Reflexiones a partir de movilizaciones étnico-identitarias
relacionadas a las la lucha por el territorio en la Provincia de Salta’ es
el aporte de Mónica Flores Klarik, Marcela Álvarez y Norma Naharro.
En este capítulo se analizan las diversas estrategias de defensa del
territorio por parte de grupos subalternizados; asimismo, se establece
un contraste entre las formas de dominación y los modos de
resistencia que se producen en diferentes lugares de la provincia de
Salta a partir de casos vinculados a las luchas por la titularidad de las
tierras.
El tercer capítulo, de autoría de Fernando Bustamante, se titula
‘La constitución del sujeto indígena en el Chaco Salteño. Disputas
simbólicas y estrategias de comunicación en torno al desarrollo’. En el
mismo, se analiza la complejidad y heterogeneidad del Chaco Salteño
focalizando la atención en las organizaciones indígenas que
resistieron a los modelos vigentes en el marco de las luchas y
reivindicaciones territoriales. Puntualmente se da cuenta de las
estrategias de comunicación de las mencionadas organizaciones y del
uso que se hicieron de los medios locales y regionales a los efectos de
instalar una forma de representación diferente a las que plantea la
hegemonía.
‘Cuando la intimidad es colectica. Narrativas del yo e
identidades emergentes’ de Alejandra Cebrelli aborda la producción
discursiva de mujeres aborígenes en las que relatan su vida mediante
la estrategia de la biografía. La visibilización de la voz individual
permite leer las luchas reivindicatorias de sus comunidades de origen.
El trabajo da cuenta de los enclaves enunciativos en los que se
entrecruzan las identidades de género, de etnia, de pertenencia
social y la localización territorial. La inclusión de las voces de mujeres
en los espacios mediáticos posibilita una resignificación de
representaciones nodales, sobre todo las que se vinculación con los
constructos de nación y de ciudadanía.
‘Visiones, discursos y prácticas durante el proceso de
ordenamiento territorial de los bosques nativos en Salta’ de Lucas
Seghezzo, José N. Volante, José Paruelo, Daniel J. Somma, E. Catalina
Buliubasich, Héctor Rodríguez, Sandra Gagnon y Marc Hufty da
cuenta de los procesos de cambios a partir de la expansión de la
agricultura y los intentos de regulación a partir de la Ley de Bosques
a nivel nacional y la de Ordenamiento Territorial de los Bosques
Nativos en Salta. A lo largo de este capítulo se realiza un análisis de
los procesos y los conflictos de intereses que acompañaron el
desarrollo de las implementaciones de las mencionadas leyes.
El capítulo sexto titulado ‘Representaciones y Documentalismo.
Acerca de las estrategias para visibilizar la protesta social’ de Víctor
Arancibia es un análisis del documental Mosconi. Crónica de saque,
rebelión y muerte del periodista Héctor Alí. En el trabajo se analizan
las estrategias constructivas del documental, los procesos históricos a
los que hace referencia y los modos en que el film va construyendo
una historia de la protesta social. Se hace un relevamiento de las
formas en que la imagen audiovisual puede confrontar las formas de
percepción y de representación instaladas desde las hegemonías con
las que se producen desde los grupos subalternizados en la sociedad.
El último capítulo del libro se titula ‘Como una cadena que
nunca se corta. Horizontes de pasado entramados de poder y visiones
subalternas’, de Andrea Villagrán. En el trabajo se analizan los relatos
de los ‘gauchos’ de los diferentes fortines de la provincia y se
historizan las narrativas vinculadas a la construcción de la
‘salteñidad’. Se apela para ello al relevamiento de las categorías
nativas con que se definen los gauchos, las narrativas oficiales y las
relaciones entre ‘patrones y peones’ que se encontraron en las
entrevistas realizadas entre los años 2006 y 2010 en diferentes
localidades de la provincia de Salta.
En síntesis, cada uno de los capítulos que componen este libro
da cuenta, desde el análisis de un objeto particular de los objetivos
propuestos al comienzo del Proyecto en que se entraman y al cual
dan sentido. Luchas y transformaciones sociales en Salta resulta así
un análisis de cómo se han modificado las relaciones sociales en los
últimos años, de su impacto en la vida de los sectores subalternos y
de los modos en que se resignifican las identidades de los sujetos
involucrados. A la vez, registra, analiza y devuelve el espesor
histórico tanto a los discursos y representaciones de los grupos
hegemónicos locales como a los de los sectores menos favorecidos,
poniendo en evidencia las estrategias utilizadas en la lucha por la
toma de la palabra y por el poder de la representación.
La tarea de investigación, tal como aquí se plantea, tiene un
cariz cultural y político a la vez pues se intenta colaborar, desde las
trincheras de la academia, en el combate contra el pensamiento
consagrado y nunca reflexivo, contra las frases hechas que circulan
como verdades irrefutables y no son cuestionadas pues operan
ideológicamente sin ser vistas. La lucha por el poder de la
representación aporta, de este modo, no sólo banderas a los
movimientos sociales de los más débiles sino también herramientas
para la instrumentación de estrategias aptas para asegurarles voz
pero también un tratamiento equitativo y un lugar digno en el mundo.
Así considerada, la investigación académica se transforma en una
tarea ardua y necesaria ya que la reconfiguración de
representaciones tiene su correlato en las modificaciones de las
prácticas sociales de modo tal de construir, poco a poco, una
sociedad más justa para todos.
Alejandra Cebrelli y Víctor Arancibia
CAPÍTULO I

NEOCOLONIALISMO Y HAMBRE.
Los agronegocios de la soja transgénica (Salta, Argentina)

Sonia Alvarez Leguizamón2

Resumen
El trabajo analiza los cambios producidos por las reformas del
estado, las transformaciones en el capitalismo global y las políticas
neoliberales que se espacializan y materializan en forma diferenciada
según los espacios sociales. En el norte Salteño se produjo una
profunda modificación de las relaciones sociales vinculadas con la
extracción de petróleo a partir de la re-estructuración de YPF, por la
expansión de la frontera agraria producida por la explotación
intensiva de soja y de recursos forestales. Estas transformaciones, a
su vez, se han legitimado con nuevos discursos y representaciones
sobre la prosperidad, el crecimiento económico, es decir, lo que se
entiende por “desarrollo”, vinculado con renovados estilos de
concebir la “sustentabilidad”, el crecimiento y el bienestar. Se analiza
el desarrollo como un sistema discursivo que si bien es diferenciado,
construye y justifica formas diversas de desigualdad, a partir de la
promoción de actividades económicas y políticas que se basan en el
mito de que el aumento de la producción y extracción de recursos
naturales beneficiaría a la población automáticamente, produciendo
un derrame, en oposición con aquellas formas de prosperidad que no
ponen el énfasis en los factores económicos como prioritarios sino el
estar bien en un equilibrio con los recursos y entre las personas.
Paralelamente, se investiga sobre la gubernamentalidad neoliberal
del desarrollo actual de los agronegocios, tiene lugar a partir de la
imposición de formas de gubernamentalidad que faciliten la
expropiación de riquezas diversas, oponiéndose a toda forma de

2
Doctora en Antropología Social y Cultural, Master en Sociología del Desarrollo, Licenciada en Trabajo
Social, Profesora de Antropología Urbana y de Problemáticas Regionales en la Facultad de Humanidades
de la Universidad Nacional de Salta, Argentina. Sus áreas de especialización e investigación incluyen
temáticas sobre políticas sociales y su historia en Argentina, teoría e historia de los procesos de
producción de la pobreza y el desarrollo en América Latina; particularmente en la actualidad: el análisis
del discursivo del Desarrollo Humano debatiendo acerca de la biopolítica como parte de la
gubernamentalidad neoliberal y la construcción/producción de la desigualdad y la pobreza. Ha realizado
numerosas publicaciones a nivel nacional e internacional entre las que se destacan: Trabajo y producción
de la pobreza en Latinoamérica y el Caribe: estructuras, discursos y actores (comp.) (CLACSO,
2005); Neoliberal and Neo-Colonial Governmentality, social policies and Strategies against poverty
(from the North,), alternatives from the South (The case of South America and the Caribbean) en prensa;
entre otras.
control nacional, comunitario o societal sobre los recursos y riquezas
locales y descalificando a los sectores que se oponen o presentan
formas alternativas.
Se sostiene, entonces, que la expansión de los agronegocios de
la soja transgénica en América Latina y en especial en Salta, es un
caso paradigmático de esta nueva gubernamentalidad transnacional
colonial actuando en este territorio. Para ello se analizan los discursos
y las representaciones hegemónicas locales que legitiman estas
transformaciones que resultan de los modelos de desarrollo
recientemente reconvertidos e implementados en la región. Se buscó
articular una mirada global -de las fuerzas que impulsan estas
transformaciones, como las políticas de los organismos “promotores
de desarrollo”, la transnacionalización del capital, la producción
primaria destinada a la alimentación animal y a los biocombustibles
como la soja transgénica-, con las transformaciones locales y
discursos y representaciones sobre la prosperidad, el crecimiento
económico, vinculado con renovados estilos de concebir la
“sustentabilidad” de parte de los sectores de poder.

Palabras claves
Neocolonialismo, gubernamentalidad neoliberal, agronegocios,
reproducción de la pobreza

Planteos previos
“Hambre, exclusión y devastación, los
pilares del modelo de la soja 3”
"El hambre se parece al hombre que el
hambre mata. El hombre se parece al árbol que el
hombre mata. Los árboles tienen brazos y las
personas, ramas. Cuerpos escuálidos, resecos:
árboles hechos de huesos y gentes hechas de
nudos y raíces que se retuercen al sol. Ni los
árboles ni las personas tienen edad. Todos han
nacido hace miles de años, quién sabe cuántos, y
están de pie, inexplicablemente de pie, bajo el
cielo que los desampara. (Galeano)

Este trabajo tiene como objetivo analizar la relación entre


nuevas formas de expansión del capitalismo y del neocolonialismo o
neocolonialidad glo/cal. Me interesa observar la relación entre formas
de producción de la pobreza y los llamados agronegocios4
particularmente la expansión de la soja transgénica en la provincia de
3
Programa de vigilancia social de las empresas transnacionales del sector agronegocios, Reporte n°
05, Informe de investigación sobre las operaciones de Monsanto en Argentina,
http://www.foco.org.ar/oet-documentacion%20y%20base%20de%20datos/oet-
reportes/Reporte.05.%20Monsanto.pdf
Salta. Abordo aquí este caso de gubernamentalidad neoliberal neo
colonial actual, a partir del análisis de datos secundarios, de fuentes
periodísticas y de la web5, mostrando además las prácticas políticas
locales que lo han hecho posible.
Me detengo particularmente en un síntoma doloroso de estos
procesos: las muertes por hambre de niños de etnia Wichí
denominados con la categoría clasificatoria de “indios” 6 en la zona de
expansión, que se denomina zona de transición entre las Yungas y el
Chaco Seco de la provincia de Salta, también llamado “eje
productivo”, al este de la ruta 34 (ver mapas en otros artículos de
este libro). Analizo estos eventos no desde una perspectiva empírica
que describa diferentes indicadores de desnutrición y salud, sino
como paradigmas de las formas de dominación neo coloniales del
presente. Los abordo como acontecimientos que develan el racismo
neocolonial persistente de las explicaciones sobre la desnutrición y el
hambre en los discursos gubernamentales locales de largo tiempo
(durante el siglo XX y parte del XXI), que los explican como producto
de sus hábitos culturales considerados inferiores, atrasados, arcaicos,
no modernos, a partir de un racismo indio particular neo
evolucionista, higienista y neo Lamarkiano. Observo cómo, en el largo
tiempo, las respuestas gubernamentales y no gubernamentales no
actúan sobre los procesos coyunturales e históricos estructurales que

4
Conforme Nivaldo Hespanhol (2007 citado por Soares Campos: 2011) los agronegocios son el
“conjunto de segmentos productivos que se articularan directa o indirectamente con la agricultura
moderna” en todas sus actividades y ramas, a diferencia de la denominación tradicional de agro
industria que estaba circunscripta a estas dos actividades. Ahora se entiende a la agricultura desde
una perspectiva sistémica como formando parte de un sistema más complejo del que participan
industrias proveedoras de insumos, (implementos, máquinas, transporte, almacenaje) y distintos
servicios de asistencia técnicas, (financieros, de logística, contable, etc.). (Soares Campos: 2011) así
como la acción del estado y sectores de poder asociados o facilitadores. La Argentina en 1996,
durante el gobierno de Carlos Menem, aprueba la siembra comercial de semillas transgénicas y a
partir de allí se inicia el proceso de expansión de la soja y la conformación de los llamamos “pool de
soja”, asociaciones de sectores de capital que materializan su producción.
5
Las fuentes alternativas a la prensa hegemónica que circulan en el ciberespacio, a veces muestran
el carácter de resistencia, dada la desinformación y tergiversación de los medios de comunicación
privados, en oposición a la libre circulación de información que aparece en los sitios administrados
por organizaciones sociales diversas. Es interesante destacar, tanto desde el punto de vista
metodológico como teórico, la relevancia de estas fuentes que nos muestran posicionamientos no
subsumidos por el discurso oficial, sin que sus voces hayan sido apropiadas o resignificadas (Venna
Das: 1989, 284). Estas fuentes superan, en cierto sentido, la historia oral clásica donde el
investigador interpela al sujeto individual en una relación cara a cara.
6
La categoría clasificatoria de indio en el siglo XX y también durante el XIX, en Salta, antes de las
luchas indígenas de finales de 1980, se asocian a los pueblos originarios de las zonas de los
ecosistemas denominado chaqueño, de yungas, selva subtropical (para algunos denominados
también Selva Tucumano Boliviana o Parque Chaqueño) mientras que los pueblos originarios
andinos son clasificados por las voces autorizadas y el sentido común, con el nombre de coyas que
remite a poblaciones que habitan valles de altura, puna y pre puna andina, a diferencia de los
gauchos cuya clasificación se asocia con poblaciones que habitan valles o planicies vinculados al
pastaje de ganado mayor.
producen el hambre, se despliegan renovados dispositivos
biopolíticos “civilizatorios”.
La muerte por hambre, se podría erradicar -según estos
discursos- a partir de de la educación. Es en las propias víctimas en
las que se corporiza el problema de la falta de medios de
subsistencia. Se naturaliza una visión del mundo que reafirma la
superioridad del que diagnostica por sobre “la cultura” del otro, en
este caso “el indio”, que "deja morir": argumentación que justifica los
dispositivos de intervención social disciplinatorios para "educarlos" e
"integrarlos". La muerte por hambre en esta zona no es nueva, pero
se ha visto agudizada por los procesos intensos de expropiación
brutal de medios de subsistencia básicos para la vida que brindaba el
bosque y el agua. Considero, como Josué de Castro (1951,1965) que
las zonas de hambre endémico son una muestra de las relaciones de
expropiación de riqueza y de medios de subsistencia neocoloniales
persistentes y brutales.
Primero describo someramente los procesos de expansión del
capitalismo por medio de la soja en la provincia de Salta, basada en
estudios y datos de múltiples investigaciones e informes realizados
sobre el tema. Asimismo contextualizo la temática en el ámbito
internacional, dado que el caso del norte argentino es representativo
de las paradojas entre, por un lado, la promoción de parte de
organismos promotores del “desarrollo humano” de los derechos
básicos a la vida y a la alimentación así como los discursos
“solidarios/humanitarios” ante el creciente hambre en el mundo y,
por otro, el fomento de actividades agrícolas vinculadas a los
agronegocios y aumento de la productividad, junto con la promoción
de cultivos para biocombustibles que generan aumento de la
producción de pobreza y muerte por hambre. El análisis de los sujetos
involucrados, los procesos de acumulación originaria, de transferencia
de riquezas, de expropiación de medios de subsistencia dan cuenta
de un “desarrollo” particular del capitalismo local transnacionalizado.
Estos dispositivos, sus discursos prácticos y las consecuencias que
están teniendo para la población afectada, nos permite mirar, a partir
del recorte de este caso, la actualidad de procesos de
neocolonialismo o de “colonialidad del poder”.
Analizo, discursivamente, las declaratorias gubernamentales y
de otros actores acerca de los casos recientes de muerte por hambre,
en la zona de expansión de la soja, en el norte argentino como un
evento crítico (Vena Das; 1996) 7, mostrando el renovado
7
Un evento crítico o acontecimiento, tiene una serie de características para Vena Daas (1996), su
temporalidad (forma parte de un proceso en el que se sucede una cadena de acontecimientos), es
un referente ineludible y posee una cualidad arrolladora puesto que pone en cuestión una serie de
tematizaciones que provocan posicionamientos, inaugurando formas de acción y resignificando
neocolonialismo de las elites de principios de este siglo. La expansión
del capitalismo neocolonial de los agronegocios de la soja está
produciendo procesos de etnocidio8 junto a formas renovadas de
ecocidio9, lo que permite explicar la dinámica de la dominación local y
global fuertemente entrelazada y multideterminada, que podríamos
ejemplificar con la metáfora de una arborescencia neo colonial 10. En
el caso de Salta, el Gobierno Provincial ha sido promotor activo de
políticas facilitadoras de esta expansión y de los intereses
empresariales y, al mismo tiempo, ha actuado reprimiendo las luchas
por la tierra de las comunidades indígenas afectadas, como se puede
observar en algunos de los trabajos de este libro.
En último término, a partir de un análisis histórico discursivo de
declaratorias gubernamentales a lo largo del siglo XX, basada en
investigación de archivo y con el apoyo de viñetas de investigación
periodísticas11, muestro el linaje de largo tiempo que posee este
racismo indio acerca de las explicaciones sobre pobreza y de la
desnutrición. Este discurso remite a explicaciones provenientes de

sistemas categoriales y códigos morales. Los eventos tocan no solo cuestiones de derechos y accesos,
sino también manifiestan la violencia estatal y de otros tipos que no solo atraviesan la intimidad de
las personas, sino que tienen como resultado zanjar, de diversa forma, lo que podríamos decir que
se ha reproblematizado o se comienza a problematizar. Los derechos reclamados por la comunidad
o los intereses y valores que están siendo concretados y que ponen en cuestión una cierta cultura
política enfrentada con otra y de lo que significa la dignidad de las personas o el límite moral que
pueden soportar, es para ella parte constitutiva de la cultura. Estos objetos de la cultura pueden
incluir: derecho a la naturaleza (derechos sobre la foresta, al uso de la tierra) y también productos
de la imaginación: folklore, por un lado y por el otro el derecho de instituir la memoria en la forma
de una comunidad histórica y el derecho a vivir bajo la ley que regula la vida personal de sus
miembros.
8
La idea de etnocidio es un concepto desarrollado por el campo de saber de la antropología,
vinculado con el etnocentrismo. Según Abramavoff el etnocidio es la anulación de la diferencia, “es
querer hacer del “otro” un igual a mí. El pensamiento “etnocida funcional así: hacer del indio, del
negro, del gitano, del asiático otro de sí, transformándolo en un indio civilizado…. Negar la
diferencia, ignorando su identidad, es la clave para ponerlo mejor a mi servicio, y cuando esto no
es posible, debo suprimirlo físicamente, en la medida que se torna peligroso y amenaza mi
supervivencia. Si no puedo convertirlo en un “otro previsible” en un “otro que se parece a mi” y
deje de ser peligroso debo eliminarlo directa o indirectamente. Esto es el genocidio” (Abramovoff:
2004, 159-160).
9
El neologismo ecocidio se define como deterioro y destrucción del medio ambiente y de los
recursos naturales como consecuencia de la acción directa o indirecta del hombre sobre los
ecosistemas.
10
La estructura arborescente del colonialismo interno, para Rivera Cusicanqui, se manifiesta a
partir de ejemplos elocuentes de la estigmatización de las conductas de mimesis cultural, como el
caso de la vestimenta de la chola paceña y también en los habitus coloniales de las elite que continua
funcionando a través del eje invisible de las "dos repúblicas" -la una de los súbditos, la otra de los
soberanos- (Rivera Cusicanqui: 2004). Para ella, también la estructura arborescente del
colonialismo interno se articula con los centros de poder del hemisferio norte, “llámense
universidades, fundaciones u organismos internacionales”. Afirma que “la estructura ramificada
del colonialismo interno-externo tiene centros y subcentros, nodos y subnodos” (2010, 63).
11
Las viñetas del Diario El Intransigente de la Provincia de Salta que se reproducen aquí, han sido
cedidas por Alejandro Morandini (2008) en su investigación “Compilación, análisis y
sistematización de los artículos periodísticos escritos por Manuel J Castilla entre setiembre de 1939
y diciembre de 1960” (Beca de investigación para escritores del Fondo Nacional de las Artes: 2008).
distintos campos de saber-poder (sobre todo médico) que forman
parte de lo que se puede denominar un habitus colonial (Rivera
Cusicanqui; 2004, 2001)12 de las elites gubernamentales salteñas de
“larga duración”, que coloca a las causas de la muerte por
desnutrición en las propias víctimas, culturalizando la pobreza,
obliterando los procesos de expropiación de medios de subsistencia y
de acumulación de capital, así como las resistencias y luchas de las
víctimas para evitarlas.
Entendemos por gubernamentalidad neoliberal (Foucault: 2006
[1977-1978] y 2007 [1978-1979]) al saber/poder, a las prácticas,
relaciones sociales, dispositivos de intervención, disciplinamiento y
regulaciones, que incluyen distintas escalas y niveles (tanto macro,
meso como micropolítico) y que tienen por objeto conducir la
conducta de los hombres en el campo de relaciones de poder
particulares vinculados sobre todo a una nueva lógica de gobierno. En
el caso de América Latina y particularmente de la Argentina, la
gubernamentalidad neoliberal es imperial y neo colonial y juegan un
papel fundamental, no sólo EEUU sino también las regulaciones y
disciplinamientos promovidos por los organismos llamados de
desarrollo, como el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario
Internacional (FMI). Estos, presionan por transformaciones macro
políticas, denominadas técnicamente como “reforma o ajuste
estructural”, exigiendo como condicionalidad de los préstamos,
desregular las economías locales y permitir la “libre circulación del
capital” supranacional, la privatización de los servicios públicos
básicos y los recursos naturales no renovables, todo lo cual facilita la
extracción y expropiación de riqueza y ahorro nacional local y su
transferencia a los países centrales y a las empresas transnacionales,
sobre todo al capital financiero internacional. En esta misma línea,
para Ferguson y Gupta (2002), la gubernamentalidad neoliberal
transnacional sería una forma de gobierno aplicada a nivel global que
incluye las nuevas estrategias de disciplina y regulación como las de
la OECD o los programas de ajuste estructural implementados por el
FMI. Estas artes de gobierno se materializan en renovadas formas de
neocolonialismo dependiente, entre burguesías locales
transnacionalizadas y entre países centrales y periféricos. Se
comienzan a desarrollar programas focopolíticos en el marco del
discurso del Desarrollo Humano (DH) que avanzan desde los
Organismos supranacionales de desarrollo hasta el nivel local (Álvarez
Leguizamón: 2009) aunque se producen nuevas formas de
12
Según Silvia Rivera Cusicanqui (2004) se podría hablar, de una estructura del habitus
republicano colonial haciendo referencia al concepto Bourdieusiano de habitus, que continua
funcionando, en el caso de Bolivia que estudia, a través del eje invisible de las "dos repúblicas" que
resultó encubierto y disfrazado por la retórica del reconocimiento jurídico de la igualdad del indio.
interdependencia de lo supranacional sobre lo nacional y lo local –las
que se deben entender desde una topografía no vertical sino
complementaria como plantean Ferguson y Gupta (2002)-. Al caso
particular de estudio y a estas formas de arte o gubernamentalidad
neoliberal, Susana Murillo (2010) las denomina “limpieza de tierras”.
Se refiere al proceso iniciado en los noventa en el que los
agronegocios, entre otros procesos, están ligados a la apropiación de
bienes naturales que están expulsando trabajadores, indígenas y
pequeños productores de tierra, a pesar de las leyes que protegen la
posesión de tierras de las comunidades originarias.
La definición del colonialismo interno según Pablo González
Casanova (1975, 2006)13.

“está originalmente ligada a fenómenos de conquista, en que


las poblaciones de nativos no son exterminadas y forman parte,
primero, del Estado colonizador y, después, del Estado que
adquiere una independencia formal (….). Los pueblos, minorías
o naciones colonizados por el Estado-nación sufren condiciones
semejantes a las que los caracterizan en el colonialismo y el
neocolonialismo a nivel internacional: habitan en un
territorio sin gobierno propio; se encuentran en
situación de desigualdad frente a las elites de las etnias
dominantes y de las clases que las integran; su
administración y responsabilidad jurídico-política
conciernen a las etnias dominantes, a las burguesías y
oligarquías del gobierno central o a los aliados y
subordinados del mismo (…); los derechos de sus
habitantes y su situación económica, política, social y
cultural son regulados e impuestos por el gobierno
central; en general, los colonizados en el interior de un
Estado-nación pertenecen a una “raza” distinta a la que
domina en el gobierno nacional, que es considerada
“inferior” (…)14.

Ya en un artículo de 1963 había analizado el concepto a nivel


interno e internacional, que luego amplió en 1969 en ensayos sobre
Sociología de la explotación (González Casanova, 1975). En esos,
trabajos se precisaron los vínculos entre clases, imperialismo,
colonialismo y colonialismo interno. También se relacionó éstos

13
El despliegue de la idea de colonialismo interno se encuentra desarrollada en un artículo de
Pablo González Casanova que formaba parte de su libro Sociología de la Explotación (1975) y que
en esta nueva versión publicada por CLACSO, ha revisitado (González Casanova: 2006).
14
En su trabajo La democracia en México sostuvo la tesis de que en el interior de dicho país se da-
ban relaciones sociales de tipo colonial. “Rechazando que el colonialismo sólo debe contemplarse a
escala internacional”, este también “se da en el interior de una misma nación, en la medida en que
hay en ella una heterogeneidad étnica, en que se ligan determinadas etnias con los grupos y clases
dominantes, y otras con los dominados” (González Casanova; 1975 citado por G. C. en 2006).
aspectos con las diferencias regionales en la explotación de los traba-
jadores y con las transferencias de excedente de las regiones
dominadas a las dominantes. Según G.C., “el planteamiento
correspondió a esfuerzos semejantes que fueron precedidos por C.
Wright Mills (1963, citado por G.C.: 2006), quien de hecho fue el
primero en usar la expresión colonialismo interno”. A la violencia
física se añadió la violencia verbal, lógica e histórica que hace sufrir a
“los más pobres entre los pobres” (González Casanova: 2006).
Otra tradición latinoamericana de la comprensión del
neocolonialismo es la de Silvia Rivera Cusicanqui (1997, 2003, 2010)
quien toma la idea de González Casanova pero le imprime otras
características como la expropiación de subjetividades, el habitus
neocolonial o la estructura arborescente del colonialismo interno 15.
Desarrolla la primera idea basándose en la introducción al libro Los
condenados de la tierra, de Franz Fanon (1961) escrita por Jean Paul
Sartre. Esta también es tomada por el peruano Aníbal Quijano en su
concepción de colonialidad del poder, pero desde otro lugar, a partir
de incorporación de la noción de Foucault de control y
disciplinamiento sobre el cuerpo de los sujetos y sus subjetividades,
aunque no lo diga taxativamente. Sartre plantea que el colonialismo
descripto por Fanon no se refiere sólo a la sobreexplotación, a la
desnutrición, sino también a la expropiación de la humanidad del
colonizado, poniendo en cuestión el humanismo occidental y su
presunción de universal. “Hace siglos […] que en nombre de una
pretendida ‘aventura espiritual’ se ahoga a casi toda la humanidad”
(Fanon: 1961). “Ustedes, tan liberales, tan humanos, que llevan al
preciosismo el amor por la cultura, parecen olvidar que tienen
colonias y que allí se asesina en su nombre […] La violencia colonial
no se propone sólo como finalidad mantener en actitud respetuosa a
los hombres sometidos, trata de deshumanizarlos. Nada será
ahorrado para liquidar sus tradiciones, para substituir sus lenguas,
para destruir su cultura” (Sartre en Fanon: 1961).
Sin entrar en la complejidad de las discusiones y coincidencias
en el marco de los llamados estudios de-coloniales o de colonialidad
del poder tomemos la idea de colonialidad de Quijano (2000a y
15
Esta tradición la explicita en el estudio introductorio que comparte con la historiadora Rossana
Barragán, sobre los estudios de la subalternidad de la India, denominado “Debates post coloniales.
Una introducción a su estudio” (Rivera Cusicanqui y Barragán: 1997) con los que también dialoga.
Según ella, en su mirada influyen también los estudios de la historia social argentina de origen
marxista neo-gramsciana de Garavaglia, Tandetert y Assadourian, quienes realizan estudios de las
formas de dominación en la ciudad minera de Potosí, probando, entre otras cuestiones, las formas
de articulación entre estilos de dominación coloniales y capitalistas, a través del mercado interior
de larga duración. También reconoce entre sus influencias al historiador peruano Alberto Flores
Galindo y al sociólogo boliviano René Zavaleta, vinculando este último aporte “a las formas de
insurrección campesino-indígena y las formas particulares que asumen el capitalismo y la opresión
oligárquica en los siglos XIX y XX” en Bolivia.
2000b) para quien éste es uno de los elementos constitutivos y
específicos del patrón mundial de poder capitalista. Colonialidad es
“un concepto diferente de, aunque vinculado al Colonialismo. Se
funda en la imposición de una clasificación racial/étnica de la
población del mundo como piedra angular de dicho patrón de poder y
opera en cada uno de los planos, ámbitos y dimensiones, materiales y
subjetivas, de la existencia social cotidiana y a escala societal”. Estas
formas de dominación se asientan en una violencia epistémico y
social (colonialidad del saber), la que impone una visión particular de
modernidad eurocéntrica. Según Quijano su concepto es diferente al
del colonialismo interno por que incluye relaciones de dominación
supranacionales, aunque creo que el de neo colonialismo también lo
hace en el contexto de las relaciones de dominación que en ese
momento se denominaban centro-periferia16.

La expansión del capitalismo por medio de la soja en el Norte


Argentino

16
Se diferencia del concepto de colonialismo interno que sería el poder racista/etnicista que opera
dentro de un Estado-Nación. Según Quijano esta colonialidad “se origina y mundializa a partir de
América. Con la constitución de América (Latina) en el mismo momento y en el mismo movimiento
histórico, el emergente poder capitalista se hace mundial, sus centros hegemónicos se localizan en
las zonas situadas sobre el Atlántico—que después se identificarán como Europa—y como ejes
centrales de su nuevo patrón de dominación se establecen también la colonialidad y la modernidad.
En breve, con América (Latina) el capitalismo se hace mundial, eurocentrado y la colonialidad y la
modernidad se instalan asociadas como los ejes constitutivos de su específico patrón de poder hasta
hoy.” (Quijano: 2000b)
Para darse una idea de la dimensión de la expansión de la soja
en Sud América tomemos sólo algunos datos. Las proyecciones para
el futuro realizadas por WWF ( por sus siglas en ingles World Wide
Fund for Nature, Fondo Mundial para la Naturaleza) de zonas
deforestadas y áreas afectadas por las plantaciones de monocultivos
de soja en Sud América son las siguientes: en Brasil, se llegarán a
deforestar entre 70 y 100 millones de hectáreas entre Chaco, Mata
Atlántica y bosques tropicales; en Argentina se llegarán a deforestar
25 millones de hectáreas entre pampa húmeda, yunga y chaco; en
Paraguay se llegarán a deforestar 3,5 millones de hectáreas entre
pantanal, mata atlántica y chaco; en Bolivia proyectan deforestar 1
millón 200 mil hectáreas en bosques tropicales y chaco. (Elizabeth
Bravo: 2007). El Informe del Defensor del Pueblo de la Nación (IDPN:
2009) sobre la deforestación en la zona de estudio afirma que “el
avance de la frontera agropecuaria se concentra en la zona de
transición entre las Yungas17 y el Chaco Seco -el llamado “eje
productivo”- debido a que existen buenos suelos y baja pendiente
(igual o menor a 5º). El reciente incremento de las precipitaciones en
todo el noroeste de Argentina incentivó la expansión agrícola hacia
estas zonas que tradicionalmente eran consideradas bosques
marginales. Junto con el paquete tecnológico de la soja transgénica se
ha producido el avance de la producción agrícola en tierras que antes
eran de propietarios ausentistas o tierras fiscales, debido a su poca
riqueza para la agricultura intensiva. Entendemos que el
neocolonialismo actual de los cultivos de soja transgénica permite
visualizar con claridad las formas de operar del capitalismo que
mantiene muchos de los estilos que ya tenía en la etapa del llamado
desarrollo desigual o dependiente. En un trabajo anterior (Álvarez
Leguizamón: 2005), planteaba que un renovado modelo
agroexportador globalizado –parafraseando a las nociones
dependentistas-, está siendo promovido como las “mejores” políticas
de “desarrollo nacional”, las que sin embargo concentran cada vez
más la riqueza y producen pobreza y expropiación de medios de
subsistencia. La soja es un caso testigo y puede ser considerada
como uno de los productos agrícolas de más rentabilidad actual 18. La
17
En las Yungas o Selva Tucumano-Boliviana más del 90% de la superficie original ubicada en
áreas planas de suelo profundo de esta selva ha desaparecido al ser reemplazada por cultivos de
caña de azúcar entre las décadas del 30 y 50, y actualmente por plantaciones de soja (Brown y
Malizia: 2004, citado por IDPN: 2009)
18
El valor de la producción de cereales y oleaginosas para la campaña 2007/08 fue de 70.845
millones de pesos o 19.147 millones de dólares. Las exportaciones de aceites de soja y girasol, pellets
de soja y harina de trigo totalizaron unos 11.602 millones de dólares en lo que va de la campaña
2009. Las empresas de venta de granos transnacionales como Dreifus, Bunge, Pérez Companc están
entre las que más producen y concentran la riqueza. En Federico Bernal, “La renta sojera”
publicado en el Diario "Página 12". Buenos Aires, domingo 12 de julio de 2009, Suplemento Cash
en www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-3954-2009-07-12.html
riqueza producida se concentra en los productores y en la
multinacional que monopoliza la venta de la semilla Monsanto 19. La
producción de soja ha adquirido una extensión similar a la del
algodón, el cacao, la caña de azúcar del siglo XIX y XX. Es una típica
forma de un nuevo “enclave” –como planteaban los teóricos
dependentistas para el caso de la estructura de la hacienda– que, al
igual que antes, está produciendo efectos depredadores que afectan
el medio ambiente. Sin embargo, dicha depredación adquiere nuevas
formas mucho más destructoras que las anteriores. No sólo se
produce una intensa deforestación, cambio climático, pérdida de
biodiversidad, sino que la aplicación de la biotecnología transgénica
está generando efectos devastadores sobre la napa terrestre y sobre
las vidas humanas.
En las fotos del artista Julio Pantoja “Las madres del monte” 20,
tomadas en el Chaco Salteño, se puede ver la intensa deforestación
en imágenes que muestran los procesos de destrucción y despojo
producidos. “En el período 2002-2006, en Salta, dejaron de existir
414.934 hectáreas de bosque, más del doble del registrado entre
1998-2002, y cuyo índice de desmonte supera el promedio mundial,
según datos de la Secretaría de Ambiente de Nación. En el país, en el
mismo lapso, dejaron de existir 1.108.669 hectáreas de bosques, 277
mil hectáreas por año, que equivalen a 760 por día, 32 hectáreas por
hora”. La misma Secretaría remarca que la deforestación se produce
para destinar esas superficies a la agricultura, principalmente al
cultivo de soja.”
Desmontes, desalojos violentos y éxodo rural son algunas
consecuencias del mayor cultivo del país, que abarca 17 millones de
hectáreas. El uso de los agrotóxicos y las consecuencias en la salud
también son aliados del cultivo transgénico.21 (Aranda, 2011)
19
Para mayor información sobre los efectos negativos de Monsanto ver el documental “El mundo
según Monsanto” que denuncia los efectos que provocan los productos agroquímicos y las semillas
de soja transgénica que comercializa la empresa más grande del mundo del sector. En síntesis,
expone la cara más oscura de la lógica económica neoliberal, a través de la realidad agrícola de
América del Norte y del Sur, especialmente de Argentina. Monsanto es el primer semillero de soja,
maíz, algodón y productor de agroquímicos del mundo. Quien dice semilla, dice Monsanto, pero
también dice alimentos. Esta es la empresa norteamericana que maneja el mercado mundial de la
soja. Es la misma empresa que fabricó PCB y ocultó, durante 50 años, que ese aceite era
cancerígeno. Es la empresa que produce y que patentó las semillas de soja genéticamente
modificadas, para resistir agroquímicos y tempestades, etc.” Dirección del documental, Marie-
Monique Robin, Portal Libertario OACA http://www.portaloaca.com y el video
http://www.youtube.com/watch?v=LdIkq6ecQGw
20
http://www.juliopantoja.com.ar/madres_monte.html
21
“La propia Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de Salta (actual Secretaría
de Política Ambiental) reconocía en 2006 -en el auge de los desmontes- que los departamentos más
afectados por la deforestación son: Anta, Orán, Rosario de la Frontera, San Martín y General
Güemes, todos en la zona de transición entre la Selva Tucumano-Boliviana o Yunga y el Chaco
Seco, totalizando en los últimos 8 años una pérdida de 600.000 hectáreas de selva pedemontana y
bosque chaqueño, con un alarmante incremento en la velocidad de la misma. Sólo en Anta, San
“La deforestación de la provincia se concentra
actualmente en el departamento San Martín y, en forma
creciente, en el departamento Rivadavia. Allí es donde se
encuentran los principales remanentes del bosque tropical seco
del Chaco Salteño. En 2007 fue autorizada la deforestación de
una superficie de tierras sin precedentes en aquellos
departamentos, poniendo en gravísimo riesgo la integridad
ecológica de una región que, a más de sus (mal entendidos)
valores ambientales, es el territorio de ocupación tradicional y
actual de más de 200 comunidades indígenas. En los
departamentos de Anta, San Martín y Rivadavia, habitan más de
23 mil indígenas cazadores-recolectores. Hasta la fecha – y tras
décadas de reclamos – sólo han logrado legalizar en forma
efectiva sus derechos de propiedad sobre tierras que, en
conjunto, constituyen menos del 5% de la superficie afectada
por los desmontes propuestos en los últimos tres años y tres
meses. A ello se suma la situación de numerosas familias
criollas que habitan la región bajo un régimen de tenencia
precaria.” (Leake y Economo: 2008)

Estas transformaciones generan fuertes procesos de etnocidio


dado que la ocupación del territorio expulsa, desaloja o acorrala a
poblaciones que vivían de los recursos del monte, a través de la
llamada acumulación originaria constante, es decir la expropiación de
medios de subsistencia para la vida sobre todo la tierra, el agua y los
recursos naturales, con un sistema de explotación de la tierra con
propietarios ausentistas y legitimadas con dispositivos neocoloniales.
Se expropian medios de subsistencia y de reproducción material y
cultural de la vida a grupos de población aborigen y campesina, con
la anuencia de los sectores de poder gubernamental y bajo discursos
prácticos necoloniales que naturalizan y justifican el discurso
desarrollista productivista22 que lo sustenta.
La explotación de la soja transgénica combina: la robótica
(tractores con GPS comandados por una persona que puede hacer
todo el trabajo agrícola en diez hectáreas) y la biotecnología aplicada
Martín y Orán -los municipios con mayor cantidad de desmontes entre 2000 y 2005- la
deforestación es el 80% del total de la superficie perdida de bosques en toda la Provincia de Salta”.
(IEDPN: 2009)
22
Según Naharro, Alvarez y Flores Klarik (2009) el saber práctico productivista es aquel que
tiende a legitimar la apropiación de la tierra, concibiendo a la misma como suelo o sustrato físico,
continente de recursos o variables de interés a desarrollar. Tiene que ver con una valoración de su
potencialidad y eficacia productiva, en donde la concepción de región se utiliza como instrumento
simbólico asociado al progreso y al desarrollo. La misma está sustentada en el éxito del capitalismo,
en donde el mercado es el que determina lo que se produce. A los actores que esgrimen este
discurso les interesa, en la zona, acceder a aquellas tierras de bajo precio, consideradas con aptitud
productiva para determinados paquetes tecnológicos como el de los agronegocios de la soja. Se
suele resaltar los aportes que este modelo hace a la generación de riqueza de la zona, el progreso y
desarrollo regional apelando a la idea de la creación de puestos de trabajo, desarrollo de vías de
comunicación y servicios. También se argumenta que éste modelo permite incorporar nuevas
superficies, antes improductivas, reactualizando el imaginario civilizatorio del desierto.
a las semillas transgénicas y a los herbicidas como el glifosato 23 que
está produciendo también malformaciones y otras enfermedades a
poblaciones cercanas a los cultivos. Los procesos de expansión de la
frontera agrícola con la soja transgénica, tanto como la reconversión
de la existente en la llamada pampa húmeda y el creciente
monocultivo tienen efectos de diferente tipo. Entre otros se puede
señalar, el empobrecimiento del suelo dado que no se realiza en la
mayoría de los casos barbecho; la pérdida de la seguridad alimentaria
por la tendencia al monocultivo y a la expropiación de medios de
subsistencia básicos como el agua y la tierra a indígenas y
campesinos, precarización de los pocos empleos que genera como la
estiva, migración forzosa a las ciudades medianas cercanas,
empobrecimiento en los asentamientos de esas periferias urbanas,
entre otros aspectos.
Todo el circuito productivo está altamente concentrado e
implica altísimas transferencias de excedentes monetarios y
energéticos. En un análisis realizado por Elizabeth Bravo (2007), se
puede observar que -para Argentina- la alta concentración del
circuito productivo y de la renta de este agronegocio. Tres empresas
controlan gran parte del mercado de semillas: Nidera (de Holanda) y
dos empresas argentinas. Con los agrotóxicos, antes de la roya24 de
la soja, la empresa que más ganancias tenía con la venta de
agrotóxicos era Syngenta, cuando aparece la roya de la soja, las
ganancias de Bayer suben convirtiéndose en la primera transnacional
de agrotóxicos a nivel mundial, en término de ventas; hay que
recordar que Bayer es la empresa que produce el fungicida que
combate la roya. Entre las empresas involucradas en el
procesamiento y la venta del grano de soja, hay cuatro que dominan
este mercado en el Cono Sur: ADM, Cargill, Bunge 25 y Louis Dreyfus.
23
El glifosato (N-fosfonometilglicina) es un herbicida no selectivo de amplio espectro, desarrollado
para eliminación de hierbas y de arbustos. Es un herbicida total, absorbido por las hojas y no por
las raíces, además de otras aplicaciones se asperja a tocones o se aplica con avionetas que arrasan
los cultivos. El glifosato es el principio activo del herbicida Roundup (nombre comercial de la
Multinacional Monsanto quien la ha patentado). Muchas investigaciones en el mundo y en América
Latina han probado sus efectos nocivos sobre la salud humana.
24
La roya de la soja es una enfermedad de la planta causada por dos especies de hongos del género
Phakopsora las que fueron separadas taxonómicamente recién en 1992 Phakopsora pachyrhizi,
originaria de Asia, y Phakopsora meibomiae, originaria de Sudamérica. Ambas especies poseen
estructuras morfológicas muy semejantes y causan en las plantas, una sintomatología similar.
25
Dice Raúl Padilla, presidente de Bunge "Nos posicionaremos como líder en el creciente mercado
de fertilizantes en la Argentina. Podremos fabricar localmente tanto productos a base de nitrógeno
como de fosfato, con lo cual ampliaremos nuestro portafolio". “Bunge es uno de los principales
procesadores locales de soja, con una capacidad que supera las 25.000 toneladas diarias, siendo uno
de los mayores exportadores de oleaginosas y subproductos. La compañía, además, ya vendió y
distribuyo productos líquidos y sólidos con un volumen anual de 500.000 toneladas. La
empresa Bunge es una de las que más factura en el mundo con ventas por u$s 4,1 mil millones.(En
Los 10 empresarios de 2009 http://www.bungeargentina.com/sp/no_medios_detalle.asp?
pre_id=1023 y datos del 2009 de la Revista Fortune en
En la Argentina juntas controlan el 78% de las exportaciones de trigo,
el 79% de maíz, el 71% de harina de soja, el 95% de aceite de soja, y
el 97% del aceite de girasol. En lo que respecta a la comercialización,
las empresas como Cargill, Tufed y La Plata Cereales, exportaron el
75% de la soja en grano en el año 2003. El almacenamiento de los
granos también está a cargo de estas empresas. Aproximadamente,
entre el 8 y el 10% de la producción sojera nacional se produce en las
provincias de Salta, Santiago del Estero, Tucumán, Jujuy, Catamarca,
aproximadamente 2,8-3 millones de toneladas de granos26.
Considero que el modelo de exportación de los agronegocios y
de biocombustibles son también formas de expropiación energética.
Los alimentos como la soja o el maíz en forma de “commoditties” 27,
producen expropiación energética de nutrientes que se reconvierten
en combustible como el girasol o el maíz (bioetanol) o sirven para
consumo animal que luego se transfiere al consumo humano (caso de
China). La manera en que el glifosato actúa sobre la muerte de las
napas terrestres potencia la expropiación de energía que se traslada
fuera y que provoca localmente desertificación creciente y pérdida de
energías nutrientes para la vida de las poblaciones de la zona.

La zona de expansión de los agronegocios y de la soja en


Salta
En el área de estudio, zona de transición entre las Yungas y el
Chaco Seco en la Provincia de Salta, se asentaron a principios de siglo
familias campesinas gauchas ganaderas, de prácticas silvopastoriles
que hacen uso de la trashumancia. También se encontraban
medianos establecimientos fruti-hortícolas que abastecía de trabajo a
la población por su requerimiento de tareas manuales. Es a fines de
los ‘70 que la región recibe a los nuevos actores empresarios, con
perfil corporativo de grandes capitalistas que compran tierras o las
reciben del gobierno provincial en base a tratados sospechosos. El
promedio de poco más de 100 has de las explotaciones agrícolas
tradicionales cambia a más de 1.000 has, con los primeros grandes
http://www.bungeargentina.com/sp/no_medios_detalle.asp?pre_id=981)
26
Fuente: “Expansión de los agronegocios en el Noroeste argentino: Deforestación legalizada y
resistencia de las comunidades” CAPOMA, Julio del 2009.
27
“Los "commoditties" tienen la particularidad de tener un precio mundial de transacción. Este
valor, a diferencia de lo que el sentido común pudiese motivarnos a pensar, no se fija en las
naciones productoras de estos bienes, sino en tres centros financieros principales ubicados en dos
países: el mercado de Londres (Reino Unido), y los mercados de Nueva York y de Chicago, en
Estados Unidos. Tanto la “city” londinense como la neoyorquina manejan todo tipo de
transacciones de bienes, instrumentos financieros, acciones, monedas, metales preciosos. Chicago es
un referente mundial del precio de los bienes agrícolas. Además, el comercio internacional de estos
"commoditties" no lo realizan sus propios productores.” En
Pablo Ramos “El lobo detrás del disfraz de cordero. Las trampas que esconde el TLC”, APAS
(Agencia periodística de América del Sur), 23|04|2006,
http://www.prensamercosur.com.ar/apm/nota_completa.php?idnota=1739
desmontes de los nuevos propietarios. Ya en el año 1989, más del
70% de la superficie cultivada de esa región, aún rodeada en ese
tiempo de grandes zonas boscosas, está en manos de empresas extra
provinciales y extranjeros (Delgado: 2007). En los años ‘90, el
proceso de monocultivo mecanizado (con la soja transgénica) crece
exponencialmente con una dinámica focalizada en este territorio. El
impacto económico sobre las exportaciones en la provincia es
significativo (en el 2001 el 12% y en el 2002 creció un 13%28)
En la etapa de la transición democrática entre dictaduras del 73
y 76 hubo un proyecto de entrega de tierras que nunca se concretó.
Delgado (2007:136) describe como el gobierno militar de facto de
1976-83, “anuló la documentación que legitimaba la propiedad
ancestral de las tierras indígenas del Departamento de San Martín;
secuestró, torturó y asesinó a militantes, dirigentes representativos
de la movilización social de base, dando fuerza a los grandes
terratenientes tradicionales y a los nuevos poderosos inversores que
se apropiaron de las tierras”. Según testimonios de un indígena Wichí,
de Embarcación29 “en la época militar se anularon los papeles y las
tierras que el Gobernador Ragone 30 ya tenía listos para entregarnos.
Se asentó la Gendarmería en Embarcación y metió presos a varios
paisanos31 torturándolos malamente, venían en helicópteros
metiéndonos tiros los milicos, así perdimos toda seguridad a la tierra”
(2007, 136). Otro testimonio de origen Wichí de Gral. Mosconi dice
“En el año 1978, vinieron los empresarios de León y Chibán S.A., que
dicen tener papeles de dueños, a echarnos de 3.000 has que siempre
habitamos; está nuestro cementerio de los “antiguos” (sus ancestros)
acá. No les permitimos que nos echen, nos “pedaceaban” (destruían)
las casas de madera con topadoras y a la noche las volvíamos a
armar. No les contestábamos en castellano cuando venían con Juez y
Policía y no les firmábamos nada. Hasta hoy seguimos luchando ya
que no nos reconocen como dueños, pero esta es nuestra historia y
cultura desde esta tierra, esa es la verdad” (en Oscar Delgado: 2007,
136).
En las últimas décadas, que coinciden con la expansión el
neoliberalismo a nivel local, nacional y global el norte Argentino ha
experimentado fuerte transformaciones vinculada con la privatización
de YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales) y con la expansión
capitalista de la frontera agropecuaria vinculada con la reconversión
tecnológica de la agroindustria, la profundización de un modelo
28
Datos de INDEP, 2009.
29
Departamento de San Martín.
30
Gobernador de la Provincia de Salta, desaparecido/asesinado pocos meses antes del Golpe
Militar de 1976.
31
Voz nativa que usan los indígenas para referirse a otros indígenas.
extractivo de los recursos naturales en manos de corporaciones
multinacionales asociados con dueños de latifundios y cierta
burguesía local, la desregulación de las relaciones entre el capital y el
trabajo y de la libre circulación del capital. Esto ha sido denominado
para casos similares en el Brasil como la triple alianza entre los
agronegocios, el latifundio y el estado (Soares Campos: 2011). Como
contracara, se ha producido el retraimiento de la participación del
estado en políticas sociales llamadas universales (como salud y
educación pública) de gran importancia en la Argentina pero con un
leve desarrollo en la zona generalizándose subsidios focalizados para
pobres.
La zona es una de las más pobres del país. La situación de
marginación y exclusión de las comunidades asentadas en éste
espacio es ancestral y se ha intensificado con la República. Luego de
la llamada Conquista del Chaco 32 donde se logra su reducción, según
las palabras utilizadas por los informes gubernamentales, la situación
social de estas poblaciones ha sido deplorable, siendo obligadas a ser
mano de obra semiservil para los ingenios de la zona, como el de San
Marín del Tabacal y el de Ledesma de la provincia de Jujuy, bajo
diferentes formas de coacción y coerción física.
La situación social, en los años de la expansión neoliberal, se ha
caracterizado por fuertes conflictos y luchas sociales que tuvieron su
máxima expresión luego de la privatización de Yacimientos
Petrolíferos Fiscales (YPF), empresa nacional que tenía a cargo su
producción. Las ciudades de Campamento Vespucio, General Mosconi
y Tartagal estaban directamente ligadas a las refinerías,
asentamientos de obreros y actividades comerciales. Los piquetes
más importantes se suceden a partir de 1997 sobre todo en Gral.
Mosconi (1997- 1999, 2000 y 2001). Ex trabajadores desocupados 33
de YPF junto a otros grupos que venían viendo deteriorado o
expropiados sus medios de subsistencia (trabajo remunerado,

32
En la Argentina, a fines del siglo XIX y principios del XX la república llevó adelante la
“ocupación militar”, en realidad una guerra de exterminio, que se llamó con el eufemismo de la
“Conquista del Chaco” (región entre los ríos Pilcomayo, Paraguay, Paraná y Salado) que se
encontraba hasta entonces en poder de pueblos indígenas. La primera expedición militar se realizó
en 1870 y luego, en 1917, se logró finalmente exterminar toda resistencia tanto por medio de la
muerte como por distintas formas de sujeción como los fueron las misiones religiosas. Se
encontraban allí guaycurúes: mocovíes, tobas y mataco-mataguayos: wichís, chorotes y chulupíes y
también tapietes, chanes y chiriguanos. Muchos de estas etnias han sobrevivido en el presente a
pesar de las variadas formas de explotación que vinieron después de la “conquista” como el trabajo
forzado en Ingenios, construcción de ferrocarriles, etc.
33
“No existen datos del crecimiento del desempleo anual para el departamento de General San
Martín, al que pertenecen Tartagal y General Mosconi, sin embargo entre el Censo Nacional de
Población de 1991, realizado en vísperas de la privatización, y las del siguiente censo, de 2001,
muestran un crecimiento de una tasa de 6,2% de desempleo, al 33,7%, lo que implica un aumento
de más del 540% de la desocupación. Comparada con la media provincial –que pasa del 6% al
29,2%–, la tasa de General San Martín se ubica 4,5 puntos por encima.” (Benclowicz: 2004/2005).
autoempleo, tierra y agua) como desempleados urbanos,
organizaciones indígenas víctimas de desalojos, deforestación,
cercamiento de tierras, imposibilidad de acceso al agua y zonas
sagradas de la zona34, tomaron las rutas e incendiaron las
instituciones públicas de las ciudades aledañas. El manejo político de
los piquetes implicó fuerte represión y muerte de piqueteros 35.
Además el desempleo masivo de los ex empleados de YPF tuvo un
efecto de cascada sobre otros sectores sociales que generaban
ingresos directos o indirectos, ya sea en el comercio o en los servicios
(Aguilar, María Angela y Vázquez, Estela: 1998). A pesar de haber
tenido los trabajadores de YPF un importante bienestar, los
departamentos donde se localizaban las ciudades asociadas a la
extracción de petróleo son unos de los que más indicadores de
pobreza tienen en la provincia de Salta, antes de la privatización.
El estado provincial se ha caracterizado, en este último periodo,
por políticas de coerción sobre los conflictos y luchas sociales
aplicando brutalmente la violencia sobre los reclamos de las
poblaciones afectadas y criminalizando la protesta de distinta
manera. El caso de la represión al movimiento piquetero del norte de
la provincia y de las luchas indígenas, durante el gobierno de Juan
Carlos (JC) Romero (1995-2007 por tres períodos) y del actual
gobernador Urtubey (2007-2015 por dos períodos) son un ejemplo.
En el caso de JC Romero en su gestión se actúa de forma
extremadamente violenta durante los piquetes.
Otra estrategia para neutralizar el conflicto en constante
negociación con las organizaciones sociales fue el otorgamiento de
los denominados “programas trabajar” y, más tarde, en la gran crisis
del 2001, los “programa jefes y jefas de hogar desocupados” que
denominamos focopolíticas36 para los más pobres de entre los pobres
34
Durante las represiones policiales y de Gendarmería Nacional fueron asesinados los
trabajadores: Aníbal Verón, Orlando Justiniano, Matías Gómez en el año 2000 y Carlos Santillán y
Oscar Barrios en el 2001 y fueron heridos con armas de fuego más de 200 pobladores, En
“Criminalización y represión NOA”, Observatorio Petróleo Sur
http://opsur.wordpress.com/2010/05/21/repudio-contra-la-brutal-represion-policial-ordenada-por-
el-gobierno-de-urtubey-en-salta/, acceso el 21/05/2010. Para más información sobre los sucesos ver
“Violencia policial y saqueos en Salta tras la disolución de un piquete. La represión terminó con un
hombre muerto”. www.pagina12.com.ar/.../00-11-11/na03fo01.jpg
35
A diferencia de otros que realizaron los empresarios sojeros años más tarde en ocasión de un
aumento de retenciones a los granos quienes, por oposición, recibieron el apoyo de policías
provinciales de parte del gobierno.
36
El arte de gobierno de la focopolítica se diferencia de los denominados regímenes de bienestar,
última etapa de las políticas de la vida o biopolítica a las que se refería Foucault. Entiendo a la
focopolítica (Álvarez Leguizamón: 2008) como una forma particular de lo que Foucault denomina
gubernamentalidad neoliberal (1981 [1978]), 2006 [1977-1978]); 2007 [1978-1979]) dirigida al
gobierno de la pobreza creciente, que se viene constituyendo además en una nueva práctica del
derecho político supranacional y un nuevo humanitarismo, bajo la fuerte influencia de los
organismos supra nacionales que dicen promover el desarrollo de la vida pero lo hacen a niveles
mínimos básicos cercanos a la desnutrición y a la muerte por hambre. Se retorna a la idea más
y, como contracara, se transfirieron ingentes recursos público a
clases y fracciones vinculadas con el circuito de los agronegocios,
sobre todo de la soja.
Las llamadas políticas de foto consisten en ínfimos subsidios a
la desocupación, que ya se venía instrumentando pero no de manera
masiva. Los denominados programas de transferencia condicionado
como el “Jefes y Jefas de hogar desocupados” en Argentina y otros
tanto en América Latina, están basados en la creencia de la
reproducción intergeneracional de la pobreza debida a la falta de
capital humano (educación para el trabajo), por lo que los subsidios
se otorgan condicionados a una contraprestación disciplinar sobre la
escolarización de los hijos. La pobreza es una cuestión ya no debida a
los valores subjetivos de cada uno como creían la Economía del
Bienestar (Álvarez Leguizamón: 2005) sino que se hace cuerpo en la
máquina del pobre “improductivo” por medio de la categoría practica
de capital humano (Álvarez Leguizamón: 2011; Foucault: 2007 [1978-
1979]). Estos programas fueron arrancados por los piqueteros al
gobierno nacional (Svampa y Pereira: 2003), luego de una importante
pueblada, realizada en la ciudad de Jujuy, por desocupados y
empleados públicos. El gobierno nacional para neutralizar el conflicto
-que había adquirido fuerza inusitada-, decide aumentar
cuantitativamente los “programas” llamados “trabajar” para lograr el
levantamiento de los cortes de ruta37. El denominado Jefes y Jefas de
Hogar desocupados que se instrumenta en el 2001 requería una
contraprestación por trabajo de veinte horas semanales por un monto
de 150$ (50 U$A) al comienzo y acreditar la pertenecía al territorio.
La condición y efecto de terrritorialización que los programas
producen es uno de los factores que, considero, evitaron la diáspora
de trabajadores desocupados hacia otros territorios y los mantienen,
mayoritariamente, en el espacio de esas ciudades, a diferencia de lo
extrema del liberalismo, la que se opone a cualquier actuación de la sociedad sobre sí misma con el
objeto de alcanzar cierto bien común por medio de la acción estatal y la regulación de los vínculos
entre el capital y el trabajo. Se desregula (se re-mercantiliza en cierto sentido) la relación entre el
capital y el trabajo y entre el estado y la población o el ciudadano (desjuridizando los derechos
sociales). Concomitantemente se regulan los vínculos entre el mercado y la “sociedad civil” a fin de
re-mercantilizar la protección social de sectores con capacidad de pago y entre el estado y la
sociedad civil para tutelar a las poblaciones pobres, por medio de relaciones neo-filántropicas, neo
benéficas o autogestionarias. El capital humano es promovido por esta lógica y aplicado a las
políticas “contra la pobreza” se traduce en la creencia y práctica de que el pobre es una maquina,
es un empresario de sí mismo y por lo tanto debe autogestionarse, empoderarse, participar, etc.,
una serie de categorías prácticas que trasladan al pobre (entendido genéricamente) la resolución
individual, familiar o vecinal de su problema (a través de las llamadas redes o capital social).
37
Según Svampa y Pereyra (2003, 34), “los “programas” se consolidan como el eje principal –
aunque no exclusivo– que sintetizaría la demanda por trabajo y su justificación en relación con la
crisis de las economías locales (...). El caso jujeño –cruzado transversalmente por una larga historia
de confrontación con las autoridades políticas provinciales– contribuyó a reafirmar una tendencia
(que se mostraría con una mayor claridad años más tarde), a trasladar la administración de planes
de los municipios a las organizaciones sociales y políticas” piqueteras
sucedido en Bolivia, por ejemplo. Este hecho, a su vez, tiene un
efecto sinérgico ya que el movimiento de desocupados, que más
tarde adquiere la identidad de piquetero, se fortalece en esos
territorios adquiriendo, al principio, un consenso masivo de la
población local. Muchas de estas transformaciones no resultan
comprensibles exclusivamente desde los esquemas economicistas
clásicos o desde un análisis marxista de la producción de población
excedente y medios de subsistencia. La forma que adquieren los
nuevos patrones llevan inscriptos esquemas de reproducción de la
diferencia, la desigualdad y la pobreza que tienen raíces profundas en
la historia de la integración económica de la región a los mercados
nacionales y/o mundiales, así como un racismo anti indígena anclado
en relaciones sociales neocoloniales de larga data.
El proceso de agriculturización en el NOA llevado adelante en
estos últimos 40 años, impulsado por el cultivo de porotos primero y
luego de soja, es responsable de casi la mitad de la expansión de la
frontera agropecuaria a nivel nacional y se concentra principalmente
en las provincias de Salta y Santiago del Estero (Slutzky: 2005) 38.
Junto a ello y debido a las características del paquete tecnológico de
la soja y a la triple alianza de los intereses del capital y los nuevos
ramas de apropiación de renta, en la zona se produjo según Van Dam
(2007, 8) un proceso creciente de concentración de la tierra,
expulsión de los pequeños productores y disminución del empleo
rural.
Además Salta es una de las provincias con mayores índices de
concentración de la propiedad; el 3,1% de los establecimientos
agropecuarios, de más de 5000 ha, tiene el 63% de las tierras en
producción principalmente con soja, poroto, maíz, caña de azúcar,
tabaco y ganadería extensiva (Censo Nacional Agropecuario –CNA- de
2002). Según este mismo censo en los departamentos afectados
viven 500 comunidades indígenas y casi trece mil criollos rurales, los
que tienen una relación muy estrecha con el monte y sus recursos39.
38
Con la ley de promoción de biocombustibles aprobada en 2006 por el gobierno nacional, se da
continuidad y se agudiza el modelo de los agronegocios. En agosto de 2007, el gobierno salteño
firma un convenio con el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) para instalar
plantas de experimentación de biodiesel a base de Jatropha Curcas. A fines de 2008 el Ingenio El
Tabacal inaugura su planta y refinería de bioetanol, mientras que Ledesma SAAI (Ingenio
dedicado hasta entonces a la producción de azúcar y papel) moderniza y amplía sus instalaciones
del mismo agrocombustible y las dos empresas empiezan a funcionar asociadas en algunos rubros.
A fines de diciembre de 2008 se firma un convenio entre el gobierno salteño y la empresa
Interamericana de Biocombustibles, donde ésta se compromete a brindar asistencia técnica a
productores que inicien el cultivo de Jatropha Curcas en el Chaco Salteño con superficies mínimas
de cultivo de 500 ha. En enero de 2009 Ledesma presenta públicamente su plan de producción de
biocombustibles con respaldo del gobierno jujeño, proclamando una primera expansión de 4.000 ha
de caña de azúcar con ese fin y sin poner límites de crecimiento.
39
Obtienen del monte elementos para construir sus viviendas, forraje para alimentar sus animales,
materias primas para la producción de artesanías, plantas para preparar remedios tradicionales,
Es en los años ‘90, que el proceso de monocultivo mecanizado
(con la soja transgénica) crece exponencialmente con una dinámica
focalizada. Las ciudades de las Lajitas Metán y Tartagal ven
establecerse en la segunda mitad de los ‘90, oficinas, centros de
insumos y silos agrícolas, montados por las corporaciones, Monsanto,
Bunge y Dreyfus; que promueven los beneficios de la biotecnología
agrícola. En 1996, comienzan los desalojos violentos de pobladores
indígenas y criollos que habitan en bosques fiscales y pequeños
campos de cultivo de autosubsistencia.
Juan Carlos Romero, ex gobernador y actual Senador nacional,
es desde sus inicios, colaborador y cómplice del devastador “negocio
sojero”; es así que cuando se libera el cultivo de soja en el año 1996,
el gobierno promueve el cultivo como una nueva gran oportunidad de
negocios. Romero se ha ganado el mote de Ecocida, puesto que
autorizo el desmonte de medio millón de hectáreas en el curso del
2007, mientras se discutía la ley de bosques40.
En un estudio de COPAMA-DDHH41 (2009) afirma que, para los
empresarios, esta tecnología no sólo cuenta con la “ventaja de
reducir la necesidad de mano de obra y laboreo de la tierra”, sino que
vuelve disponibles los territorios sin explotar de la zona del chaco
salteño, cuyo valor de venta comparado con tierras de la zona
pampeana es mucho menor. Esto se ve claramente reflejado en el
crecimiento de la superficie total bajo cultivo; en el NOA que creció un
48% entre 1988/2002, frente al 5,2 % del resto del país.
En los que hace a la estructura de clases, instituciones y grupos
sociales que forman parte de este sistema de negocios se puede
observar la estructura arborescente del neo colonialismo, por un lado
las multinacionales asociadas a todo el circuito productivo y, por otro,
propietarios latifundistas locales socios de los primeros, técnicos
particulares y el estado (a través de políticos y profesionales) que
acompañan y promueven esta forma de gubernamentalidad
neoliberal neocolonial.
El discurso productivista es el que prima en los funcionarios y
empresarios el que permite naturalizar este modo particular de
expropiación de medios de subsistencia y deforestación masiva.
Walter Bielecki Ingeniero Agrónomo, asesor privado de 20.000 has.
en la zona informó como factor positivo de la actividad que ingresan
465 millones de dólares al NOA (Salta, Santiago del Estero, Tucumán
y Jujuy) por este cultivo. El productor Miguel Francisco Medina, que

proteínas a través de la caza, y un ambiente donde desarrollan desde hace generaciones su vida y su
cultura. (IEDPN: 2009)
40
Para un mayor detalle de esta expansión y del rol que jugó Romero en el ecocidio ver Miguel
Bonasso, diario Critica, Buenos Aries, 6 de Marzo del 2008
41
Centro de Acción Popular Olga Márquez de Aredez en defensa de los Derechos Humanos
cuenta con 6.000 hectáreas en Rosario de la Frontera, comentó como
positivo y dando importancia a este desarrollo que considera
“exitoso” que "se han agregado tierras de desmonte al sistema
productivo" (…) "El desmonte cuesta unos 450 dólares por hectárea,
incluye topado y acordonado con máquinas, destroncado a mano,
quemado del cordón y pasada de rastra niveladora”. El desmonte,
hasta hace poco, "era muy rentable para hacer agricultura,
especialmente soja". Varios "pools" de siembra 42 pagaron alquileres
de hasta 150 -160 dólares la hectárea. Según datos extraoficiales la
tasa de desmonte para hacer agricultura (la mayoría de las veces soja
y algo de maíz) es de un cinco por ciento anual43 .
La expansión de los monocultivos en Salta fue acompañada por
una intensa campaña de promoción sostenida por el ex gobernador
Juan Carlos Romero y por el actual Juan Manuel Urtubey y por
sectores de poder entre los que se encuentra la Unión Industrial de
Salta la que, junto con el gobierno provincial, desarrollan eventos y
actos gubernamentales para legitimar y promover el avance de la
deforestación y la imposición de un sistema de agricultura intensiva a
gran escala. El discurso del desarrollo productivista sigue
pregonando la creencia del derrame, como justificativo de la
depredación y concentración de la riqueza.
Como ejemplo de la importancia y “beneficios” del mito del
derrame que el discurso naturalizador proclama veamos que dicen los
empresarios y técnicos que este modelo de “desarrollo” genera en la
zona.
“Este movimiento de dinero trae como consecuencia un
derrame en las actividades de servicios, tales como el del
almacenaje” (…) "Bunge cuenta con plantas en Las Lajitas,
Mollinedo, Piquete Cavado y Macapillo. También se sabe que
se están planeando inversiones de otras empresas que ya
están incursionando en la zona, tales como Aceitera General
Deheza, Cargill y Luis Dreyfus" (…) “Por otra parte, el
42
Pool de siembra es la denominación que recibe en la Argentina un sistema de
producción agraria caracterizado por el papel determinante jugado por el capital financiero y la
organización de un sistema empresarial transitorio que asume el control de la producción
agropecuaria, mediante el arrendamiento de grandes extensiones de tierra, y la contratación de
equipos de siembra, fumigación, cosecha y transporte, con el fin de generar economías de escala y
altos rendimientos. Al finalizar la cosecha y realizarse el producto, las ganancias son distribuidas.
Legalmente son fideicomisos agropecuarios. La palabra inglesa pool -en este uso, significa "vaca" o
"colecta", es decir, se trata de un fondo que reúne el aporte en dinero de varios inversores, para
con ese dinero proceder a contratar los bienes y servicios necesarios para realizar una cosecha
agraria, y luego distribuir la ganancia entre los miembros del pool. El sistema desempeña un papel
dominante en la producción de soja en la que la Argentina se ha vuelto tercer productor mundial
en el mercado de venta del producto en bruto (semillas y porotos), y primero en el mercado de
aceites de soja.
43
El crecimiento del NOA. Agro: luces y sombras de un fenómeno que va más allá de la Pampa
Húmeda. La Nación - Suplemento El Campo, Nota publicada el día: 28/2/2005
desarrollo también se observa en las carreteras que, hace
algunos años atrás, eran casi inexistentes o muy malas. Una
recorrida por Salta permitió visualizar la repavimentación de
200 kilómetros, 100 que van desde Joaquín V. González hasta
Apolinario Saravia (ruta 30) y otros 100 que conectan "Las
Lajitas con Lumbreras" (Ruta 5).” "Se observa un esfuerzo
por mejorar los caminos". “En ocasiones los "forasteros" como
es el caso de Santos Uribelarrea (padre e hijo) vinieron hasta
Juana Azurduy, desde la pampa húmeda (desde el sur, como
aquí dicen) para quedarse. Producen cerca de 10.000
hectáreas y han construido casas y otras instalaciones que
permiten pensar que no son "aves de paso". "Eso es
indudablemente muy bueno para esta provincia (cursivas
nuestras)” 44 dijo Walter Bielicki, asesor privado de unas
20.000 hectáreas de la zona”45.
"La soja se ha transformado actualmente en el único cultivo
extensivo rentable en la zona", afirma Maggipinto técnico sojero.
Según un informe del INTA, en los últimos 5 años la producción de
soja se incrementó en 31 por ciento en todo el NOA. Santiago del
Estero produce en unas 735.000 hectáreas; Salta, 455.000; Tucumán,
253.000; Catamarca 40.000”46. El rendimiento medio oscila entre los
23 y los 24 quintales, aunque en algunos sitios ese nivel puede
duplicarse.
En las imágenes superpuestas satelitales del INTA puede
observarse a simple vista que la mayoría de los lotes agrícolas de la
provincia está en límite de la intensidad de uso. Esto es: no se están
realizando las rotaciones agronómicas recomendadas por los expertos
en siembra directa, sistema que ocupa casi la totalidad de la
superficie cultivada.
El presidente de la Unión, Industrial salteña Guillermo Jakúlica,
es el administrador encargado general del Ingenio El Tabacal y vocero
público de la vinculación de los agronegocios sojeros y azucareros y
también minero. En mayo 2009, dijo por un canal de televisión
salteño que el Estado debía acelerar los recursos para poner en
funciones el ramal ferroviario C 14 del “Belgrano Cargas”, “debido a
que el desarrollo de la región se potenciará con la salida al pacífico de
la producción minera en crecimiento y la producción de granos”. Este
ramal fue levantado durante la gestión del Presidente Carlos Menem
(1989-1999) junto a la mayoría de los ferrocarriles argentinos, el
ramal se encuentra privatizado en manos de representantes del
44
“El crecimiento del NOA”, Diario La Nación, 10 de Julio del 2011, www.lanacion.com.ar/682647-
el-crecimiento-del-noa.
45
“El crecimiento del NOA” idem anterior.
46
“El crecimiento del NOA” idem anterior.
gremio de camioneros. Jakúlica personalmente condujo represiones
con fuerzas de seguridad privada contra comunidades indígenas
guaraníes y enfrentamientos violentos a obreros de El Tabacal que
reclamaban y reclaman justicia en sus salarios reclamos, y actitud
que se mantiene hasta el día de la fecha47.

El racismo neocolonial y las muerte por hambre, el caso de la


soja

En este apartado desarrollamos brevemente la situación de


acoso, violencia y racismo que viven las comunidades indígenas
debidas a la expansión de la soja, luego abordamos los
acontecimientos de muertes por hambre de niños de comunidades
Wichís, sobre todo el discurso gubernamental y finalmente
mostramos como, estas representaciones son una constante, a lo
largo del siglo XX, de un neocolonialismo racista indígena de la
gubernamentalidad salteña. Según Leda Kantor, la defensa de los
intereses de los agronegocios de la soja generó un cuadro de
violencia sistemática en contra de las poblaciones rurales e indígenas
que se traduce en desalojos, detenciones, persecuciones y amenazas
a quienes se resisten. La presión para que abandonen sus tierras
tiene que ver con diferentes tipos de hostigamientos que van desde la
contaminación intencional de fuentes de agua hasta el robo o
matanza de animales. El uso intensivo de agroquímicos y las
fumigaciones en cultivos de soja muchas veces terminan
contaminando a población de zonas aledañas, a sus cultivos,
animales y fuentes de agua (Kantor: 2007).
El Programa de Vigilancia Social de las empresas
transnacionales del sector agronegocios de la Argentina afirma que
este sistema produce violación de diferentes derechos llamados
humanos según normas de RSE de la ONU 48 y junto a ello violación de
la soberanía nacional, la soberanía alimentaria, pérdida de la
biodiversidad, pueblos originarios desplazados, concentración de la
tierra (extranjerización). Este informe caracteriza a esta forma de
producción como un “Modelo de agricultura sin agricultores”. Señala

47
“SALTA: Tensión en el Ingenio Tabacal, empresa norteamericana desalojaría a obreros
utilizando la violencia”, COPENOA, en http://www.copenoa.com.ar/SALTA-Tension-en-el-
Ingenio.html, 5 de Septiembre del 2008. Ver también “Pueblos Originarios en defensa del
Territorio, Movimiento por la Madre Tierra, informe sobre algunos de los reclamos indígenas,
casos de violación a los derechos territoriales”, en
http://www.argentina.attac.org/documentos/12.19.htm
48
Programa de vigilancia social de las empresas transnacionales del sector agronegocios, Reporte
n° 05, “Informe de investigación sobre las operaciones de Monsanto en Argentina”, en
http://www.foco.org.ar/oet-documentacion%20y%20base%20de%20datos/oet-
reportes/Reporte.05.%20Monsanto.pdf
que Argentina se “posiciona como el tercer productor mundial de soja
transgénica después de Brasil y Estados Unidos. Ese año 2004 49, la
soja batió nuevos records de cosechas. También se informa que “se
conoció la muerte de por lo menos catorce indígenas por desnutrición
en el norte del país”. Paradójicamente, son estas provincias norteñas
las que en los últimos diez años percibieron un mayor avance del
monocultivo de la soja. “Hambre, exclusión y devastación, los pilares
del modelo de la soja”.
Algunos testimonios de indígenas muestran como la creciente
expansión de la frontera agrícola está dejando sin medios de
subsistencia básicos a estas comunidades, al mismo tiempo que se
dificulta el acceso a agua y a otros medios para la vida como los
recursos del bosque, donde se puede visualizar que el ecocidio está
directamente unido al genocidio.

“Si perdemos la tierra, no vamos a tener para buscar


animalitos, para buscar miel, para hacer artesanías. Si
perdemos la tierra nos vamos a morir de hambre. Defendemos
la tierra porque es lo que nos da vida. Si tenés la tierra, sos
libre de ir al río, de ir al campo. Nadie te va a perseguir y
controlar”. No nos dan los títulos de la tierra “ por interés.
Quizás en el subsuelo haya petróleo o minerales. Hay interés,
por eso el gobierno no quiere entregar los títulos….les interesa
para la agricultura... Pero no le interesa lo que hay, como el
algarrobo o la planta medicinal. Tampoco le interesa la fauna, la
naturaleza, nada. Le interesa vender la tierra y listo.... 50.

“Uno de los problemas es el agua. El río Caraparí se secó y la


gente tiene que ir a cavar pozos grandes. También el
alambrado; las empresas alambran todo. Ellos compran y creen
que son dueños, pero dueño es el que vive en la tierra, los
habitantes originarios. Cuando alambran desmontan. Les vamos
a agarrar las topadoras, si escuchamos que siguen
desmontando. La Secretaría de Recursos Naturales de la
Provincia de Salta da 250 guías (permisos para extraer madera
por cuotas) por cada dirigente para repartir a las comunidades.
La gente, en vez de usar las guías para sacar madera, las
vende. Se están desmontando unas 13 mil hectáreas y

49
Este informe fue realizado antes del lockout patronal de productores sojeros que hemos vivido
recientemente en la Argentina, en ocasión de un decreto presidencial que aumentaba las
retenciones y las hacía móviles.
50
Entrevista realizada por Emilse Caneda (2008) a Rogelio Segundo, representante del cacique de
su comunidad, La Curvita, en el departamento Rivadavia, tesorero de la Asociación Lhaka Honhat
(nuestra tierra), y miembro de la Organización de Naciones y Pueblos Indígenas en Argentina
(ONPIA). La Asociación Lhaka Honhat es la organización indígena más importante de Argentina,
reúne a 46 comunidades, en su mayoría wichí, y está reclamando la titulación de los lotes fiscales 55
y 14, ubicados en la cuenca del río Pilcomayo ante la Comisión 1nteramericana de Derechos
Humanos
Recursos Naturales no controla a los tractores que sacan de día
y de noche. Nosotros solos no podemos controlar. Cuando ya no
haya más monte, vamos a tener que ir a trabajar a las fincas…
Si no hay para comer, no importa, porque la tierra beneficia
más. Si tenemos la tierra, no nos pueden molestar. Ellos tienen
la tierra, y nadie los puede molestar. No le mezquinamos todo,
sino sólo el pedacito que necesitamos. Nosotros vamos a seguir
luchando, y si no nos quieren dar la tierra, más vale que nos
fumiguen a todos los indios 51. “Antes no teníamos necesidad de
pozos, porque pasaba el río Itiyuro y podíamos hacer represas.
El río se secó, o le cambiaron el curso. Las empresas
desmontaron y alisaron para poder sembrar, y entonces
taparon las aguadas, las cañadas y los lugares donde se
acumulaba el agua de lluvia para usar durante la sequía.
Taparon con tierra y sembraron. Tenemos este problema del
agua y el gobierno municipal no nos ayuda a poner pozos.
Desmontan miles de hectáreas. Por el desmonte y el alambrado
nos estamos quedando sin lugar. Las fincas y las empresas
alambran todo. –¿El desmonte y el alambrado afectan la caza y
la recolección en el monte? J.V.: Sí, mucho; «montear» ahora es
difícil. Además, fumigan los campos con los aviones, sobre los
animales. Ya no tenemos nuestra comida tradicional: se mueren
las abejas, las corzuelas, el quirquincho y la iguana. También
fumigan sobre la gente, y hay enfermedades. Antes éramos
más de 27 familias; la gente fue falleciendo... Luchamos contra
el Gobierno. Se cortan rutas... Se hacen pedidos... No vamos a
bajar los brazos... Yo me pregunto: ¿no sabe el Gobierno
Nacional o se hace el que no sabe? El Presidente de la Nación
está sabiendo perfectamente bien el tema de los indígenas.”52

Las comunidades aborígenes de misiones ubicadas a la vera de


la Ruta 86, en el municipio de Tartagal, desarrollan una serie de
estrategias de resistencia contra los desmontes que se producen en
los campos colindantes, entre otras el desalambrado. En diciembre
del 200453 cortaron esta ruta, y en Julio del 2005, los Wichís de
Tonono, levantaron seis kilómetros de alambrada que cerraban su

51
Antonio Cavana es dirigente de la comunidad de Tonono, compuesta por setenta familias. Está
sobre la Ruta Provincial 86,. Entrevista realizada por Emilse Caneda (2008).
52
Juan Vega tiene 45 años y es cacique de la Comunidad Sopfwayuk, ubicada sobre la Ruta
provincial 86, en el Departamento de San Martín. Dicha comunidad está compuesta por 27
familias.
53
El Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) envió una carta documento por la que hace
uso de la opción de expropiación de 2.500 hectáreas situadas junto a la misión Lapacho Mocho,
sobre la ruta 86 en jurisdicción del municipio de Tartagal, como resultado de los reclamos
aborígenes. El Tribuno (Salta), 29 de diciembre de 2004, “Expropiarán 2.500 hectáreas junto a
Lapacho Mocho”, La comunidad aborigen mantenía cortada la ruta 86 pidiendo soluciones. Las
tierras representan una fracción de la propiedad de la firma Los Cordobeses que estaban
reservadas por ley nacional para este fin, con el objetivo de ser entregadas luego a la comunidad
aborigen que vive en la zona.
tierras echaron al capataz, armaron un campamento como medida de
protesta para evitar la expropiación y recuperaron el lugar. 54
La desmontadora se vincula con una empresa privada que
comenzaba el alambrado de 5600 hectáreas ubicadas alrededor de la
cuenca del río Itiyuro, una zona donde conviven unas seis
comunidades Wichís integradas por unas dos mil personas y que
posee pozos de agua que ancestralmente sirvieron de asentamiento
de otras comunidades. El capataz los denunció por privación ilegítima
de la libertad. Ellos afirman que la ocupación como acción directa es
una respuesta a la inacción del Poder Judicial. John Palmer,
antropólogo que trabaja en esas comunidades, informó que el año
pasado, cuando otras dos compañías encabezaron proyectos de
desmonte semejantes, sobre terrenos de diez mil hectáreas cada uno,
las comunidades acudieron a la Justicia antes de iniciar una acción.
“La respuesta fue absolutamente positiva: la Justicia ordenó paralizar
la obra, pero esa decisión nunca se llevó a la práctica.” Por esa razón,
la reacción esta vez fue distinta. “Acá se está diciendo que ocuparon
las tierras, como si fuera un corte de rutas, pero en realidad no
ocuparon nada, están al lado de su pozo de agua en un terreno que
les pertenece”, “rechazan el ingreso de extraños a las tierras que
ellos usan tradicionalmente”55.
El Secretario de Gobierno de ese momento, Raúl Medina,
manifestó que los aborígenes que protestan por los desmontes no
aceptan “que se trata de tierras privadas, cuyos proyectos
productivos fueron oportunamente aprobados por la Provincia y,
además, son constantemente monitoreados por la Secretaría de
Medio Ambiente.” En esa circunstancia, una representación de la
iglesia anglicana56 y ASOCIANA, una ONg que trabaja en el lugar,
presentaron un documento al gobernador Romero en el que los
aborígenes fijan su postura y piden “que cesen los desmontes, ya que
atenta contra su modo peculiar de vida”. En septiembre del 2006
continuó la protesta indígena57, en la finca Caraguatá Sur, en
cercanías de Tartagal, quemaron elementos de trabajo ya que
comenzaban también desmontes. El Ministro que viajó a la zona
54
Foto de Copenoa, en Reclamo y resistencia indígena en Salta,
http://www.copenoa.com.ar/Reclamo-y-resistencia-indigena-en.html
55
Entrevista realizada en el articulo “Una comunidad wichi resiste desmonte y alambrado de su
tierra,” Página 12, Argentina, 6-6-05, en http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-52024-
2005-06-06.html
56
En El Tribuno, “Tartagal, Expropiarán 2.500 hectáreas junto a Lapacho Mocho. La comunidad
aborigen mantenía cortada la ruta 86 pidiendo soluciones”, 29 de diciembre de 2004. Desde la
época de la última dictadura militar (1973-1984) autoridades gubernamentales provinciales realizan
denuncias sobre la injerencia Inglesa en la zona, a través de la Iglesia Anglicana, como “promotores” de
la resistencia indígena, siendo que sólo acompañan sus luchas.
57
“Aborígenes bajo la lupa: Preocupación del Gobierno Salteño” Por Radio Salta - Friday, Sep. 29,
2006 at 4:08 AM. http://argentina.indymedia.org/news/2006/09/446244.php
informó: que “un solo cacique juntó gente que no era de la zona para
iniciar una acción directa donde se nos informó que tenían armas y
que el objetivo era tomar la finca citada” (cursivas nuestras). Medina
afirmó que en esa protesta hubo “indicios de que la misma fue
promovida por personas vinculadas al Instituto Nacional de Asuntos
Indígenas (INAI)”. “Si al organismo nacional realmente le interesan los
indígenas no debería promover hechos de violencia y
enfrentamientos”, de esta manera debilita y descalifica a la
institución nacional gubernamental como “incitación a la protesta” y
de apoyo “externo”. “No creo en las coincidencias, creemos que hay
un intento por desestabilizar la región para presionar con una
protesta el tratamiento de la Ley de Suspensión de Desalojos de
Comunidades Indígenas en Diputados que no aporta una solución de
fondo”, (…) “este tipo de accionar está buscando tener alguna
víctima” (cursivas añadidas). La seriedad de estas declaraciones
además de visibilizar la lucha interna entre el gobierno nacional y
provincial, muestra una vieja estrategia de los sectores de derecha
para neutralizar el conflicto social criminalizando a las víctimas e
inculpando a intelectuales y organizaciones de apoyo
gubernamentales o de base de incitar a la violencia y de esa manera
justificar la represión. El gobierno provincial criminaliza la protesta,
llegando al extremo de denunciarlos por posesión de armas.
Leda Kantor (2007), muestra a través del relato de las luchas
indígenas que el gobierno provincial continuamente los reprimió, en
algunos casos judicializó la lucha y en otros coopto a algunos
dirigentes para debilitarla. En una instancia de encuentro entre los
caciques y el gobierno para una eventual negociación se produjo una
fuerte represión a mujeres, ancianos y niños. Un anciano fue
internado y luego falleció.
Este entramado de relaciones sociales y omisiones devela la
estructura arborescente del colonialismo interno y los distintos
actores involucrados. En ocasión de un litigio entre aborígenes y la
venta de tierras que eran una reserva forestal de la Provincia,
llamado el caso Olmedo58 para ser entregadas para la explotación de
58
Olmedo tiene 110 mil hectáreas, tres aviones y es el mayor productor sojero individual con
tierra propia factura más de u$s 50 millones solo con el poroto de soja que vende a las exportadora
(Alfredo Olmedo, verdadero rey de la soja, en Fortuna web, 12/3/2010 en
http://fortunaweb.com.ar/alfredo-olmedo-el-verdadero-rey-de-la-soja/). Parte de esas hectáreas
fueron cedidas por la Provincia de lo que era antes una reserva denominada Salta Forestal. Las
empresas formadas por Olmedo y otros socios no pagaron el canon que les correspondía. En estos
momentos el gobierno provincial está tratando de cobrarlo. El Ministro de Hacienda actual
informó que “el monto que corresponde pagar a esta empresa es de $1.305.000 por año en concepto
de canon. Antes de esta renegociación, las empresas involucradas no pagaban nada de canon hasta
el año 21 de concesión de las tierras, cuando se debía comenzar a pagar un canon anual de 50 mil
dólares”. (Olmedo debe renegociar el contrato de Salta Forestal, en Nuevo Diario de Salta, Viernes,
23 de Octubre de 2009. 07:41hs. En http://www.informatesalta.com.ar/noticia.asp?q=10217)
soja a grupos privados, el Diario El Tribuno, de propiedad del
gobernador, hizo un suplemento cuya tapa decía “Civilización o
Barbarie”. La foto de tapa era una familia Wichí adelante en primer
plano y atrás un rancho, haciendo referencia a que eso es la
“barbarie”, la que se opone al “desarrollo” de la expansión de la soja.

Hambre y discursos humanitaristas.


Una de las consecuencias más dolorosas del impacto que está
produciendo esta forma de expansión particular del capitalismo son
muertes por hambre de niños pertenecientes a comunidades
indígenas, acontecimiento o evento crítico que visibiliza el habitus
colonial de los gobernantes y técnicos.
La relación entre zonas de alta concentración de la riqueza y
muertes por hambre no sólo ocurre en este espacio. En estos últimos
años, la prensa está dando a conocer muertes por hambre en países
sudamericanos que, paradojalmente, muestran un importante
crecimiento de la riqueza medida en términos de su producto bruto
(como lo son el caso de México, Colombia y Argentina).
El habitus neocolonial del presente visibiliza la contradicción
entre el reconocimiento de la “igualdad multicultural” y la creencia de
superioridad de la cultura dominante. Junto a la retórica de la
igualdad del “indio” o las llamadas “poblaciones originarias” del
presente, encontramos discursos internacionales y nacionales
vinculados a la “multiculturalidad globalizada” que dicen promover el
respeto a las alteridades anteriores (Álvarez Leguizamón, Sonia y
Sacchi, Mónica: 2000) pero que promueve la desigualdad y nuevas
maneras de racismo. Debido a la creciente pobreza y hambre en el
mundo, contracara del discurso del crecimiento y del desarrollo que
dice ser “sustentable” que mantiene viejas formas de reproducción
persistente de la pobreza, pero con nuevas formas de expropiación
de medios de subsistencia y sujeción neocolonial, los OID
(Organismos internacionales de desarrollo) han renovado discursos
neo filantrópicos y humanizadores vinculados con el “derecho a la
alimentación” eufemismo para expresar el derecho a no morir por
falta de alimentos.
La creciente concentración de la riqueza y el aumento del rango
de desigualdad en Sudamérica viene acompañado de su contracara,
la pobreza en términos de acceso a medios de subsistencia y
titularidades (Cimadamore y Cattani: 2008; Álvarez Leguizamón:
2007) junto a la suba persistente del precio de los alimentos básicos
para el consumo a nivel mundial59. La suba del precio de los alimentos
59
Según datos del 2008 brindados por el BM (Banco Mundial), los precios de los productos
alimenticios registraron un alza del 83 por ciento en los últimos tres años, y se prevé que la
tendencia continúe hasta el 2015. En el caso del trigo, el aumento fue del 181 por ciento. Se
afecta, sobre todo, a los países pobres y a los pobres de esos países.
Se sabe que la incidencia de los alimentos en las canastas de
consumo básico de los pobres es fundamental, lo que torna aún más
seria la cuestión. El caso de la Argentina es uno de los tantos
ejemplos de esta macabra paradoja (altos índices de crecimiento,
acumulación y centralización del capital/ pobreza, exclusión y muerte
por hambre).
Durante los años 2007 y 2008 se han producido muertes por
hambre en el Norte argentino, en las provincias del Chaco, Formosa y
Salta60, en su mayoría de población aborigen. Esto ha sido
considerado como un “desastre humanitario”. El Defensor del Pueblo
de la nación Argentina, presentó a fines de agosto del 2008, una
demanda contra el Estado nacional y el gobierno de la provincia del
Chaco, en la que consta que las comunidades indígenas, se
encuentran “al borde de la muerte, en una situación de exterminio
silencioso sistemático e inexorable”, haciendo énfasis en una realidad
cuidadosamente ocultada en todo el país. Solicitó que se adoptaran
medidas necesarias que “detengan el exterminio” de los pueblos
originarios en esa provincia. Posteriormente la Corte Suprema de
Justicia falló contra el Estado Nacional y el gobierno del Chaco a favor
de las comunidades aborígenes, diciendo que el Estado nacional y el
gobierno chaqueño deberán proveer de alimentos y agua potable a
las comunidades aborígenes de esa provincia61.
Luego de tres siglos de la vigencia de la idea de derecho a la
reproducción de la vida -que tiene su primer expresión en Occidente
en las Leyes de Pobres inglesa y luego la declaración de los derechos
del Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa- y ante el
incremento del hambre en el mundo luego de casi tres siglos de la

considera que los principales factores que generan el incremento de los precios: son el fomento en el
uso de biocombusitbles, el cambio en las costumbres alimenticias, las extensas sequías como las que
se han dado en Australia y el elevado precio del petróleo. (En “Biocombustible impulsa hambre y
deforestación” EL MUNDO | 13.04.2008, http://www.dw-world.de/dw/article/0,,3263978,00.html).
La directora del Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PAM), Josette Sheeran, advirtió que
la subida del precio de los alimentos de base equivale a un “tsunami silencioso”. El director gerente
del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, afirmo ó que “si los alimentos
continúan siendo tan caros como hasta ahora la población de una gran cantidad de países podría
verse ante consecuencias terribles” en la reunión del Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial en Washington "Cientos de miles de personas morirán de hambre, miles de niños sufrirán
los efectos de una alimentación deficiente". Ver http://medios.batiburrillo.net/2008/04/22/reunion-
de-expertos-para-frenar-la-subida-de-precios-en-los-alimentos.html.
60
“Víctimas del hambre en Salta”, 23 de Agosto de 2007; en http://wichiwet.org//index.php?
option=com_content&task=view&id=22&Itemid=2
61
Publicado en http://marcialcandioti.wordpress.com/2007/12/05/hambre-desnutricion-fallo-de-la-
corte-suprema-de-justicia-contra-el-estado-nacional-y-el-gobierno-del-chaco-a-favor-de-las-
comunidades-aborigenes/, diciembre 5 del 2007. Sin embargo las muertes por hambre continuaron
en esa provincia, a pesar del pedido del Defensor del Pueblo, ver “El hambre en el Chaco,
http://www.nuevoencuentro.com/modules.php?name=News&file=article&sid=2081, 10 de agosto
del 2008.
misma, se producen una serie de declaraciones y acuerdos
“humanitarios” de ciertos OID.
En el Documento Final de la Cumbre Mundial sobre
Alimentación, realizada en noviembre de 1996 en Roma por la
Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se adoptó
por consenso el "derecho de todos a tener acceso a alimentos
adecuados y el derecho fundamental de todos a no pasar hambre". El
hecho de que se deba inventar el derecho a no pasar hambre es un
síntoma de las contradicciones de la democracia, el capitalismo y los
mitos del desarrollo. Luego de más de tres siglos de la declaración de
igualdad de los ciudadanos y de otros tantos de capitalismo y de la
creencia en que el desarrollo basado en el “crecimiento económico”
traerá bienestar a las personas, miles de personas mueren por
hambre. En el momento de la firma del documento, la delegación de
la administración Clinton, en declaración oficial que quedó a manera
de "reserva oficial", es decir, de "no compromiso", señaló que
"Estados Unidos cree que este es un objetivo o una aspiración para
ser realizada de forma progresiva pero que no plantea ninguna
obligación internacional ni reduce las responsabilidades de los
gobiernos nacionales hacia sus ciudadanos". La reserva oficial de USA
muestra el desinterés y el no compromiso del imperio neocolonial
americano por el hambre en el mundo, ni siquiera desde su lado
humanitarista. Sin contar que estas declaratorias son de tal nivel de
generalidad que no comprometen a los estados miembros.
Por otra parte, el Consejo de la FAO (Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) ha proclamado
el derecho a la alimentación a través de las llamadas “directrices
voluntarias internacionalmente aceptadas” para la realización
progresiva de la concreción de este derecho (noviembre de 2004)
aprobadas por todos los gobiernos (FAO: 2005, cursivas añadidas). Se
dice que son “pioneras”, ya que establecen una definición
internacionalmente aceptada del derecho a la alimentación, así como
medidas prácticas para materializarlo pero, al mismo tiempo, está
mostrando que miles de personas mueren por hambre. Por otra parte,
la FAO “asume la responsabilidad internacional de monitorear e
identificar los países y regiones donde existen situaciones críticas de
escasez de alimentos”, identificando tres niveles de escasez:
perspectivas desfavorables para las cosechas, déficit de suministro de
alimentos en el mercado o problemas de distribución de excedentes
locales y/o exportables. Es interesante señalar que el caso de
muertes por hambre en el norte argentino no se adecua a ninguna de
estas causales aunque vinculadas a la escasez de alimentos.
Paradojalmente aumenta la producción agrícola, las cosechas son
cada vez más favorables así como los excedentes exportables y el
hambre aumenta.
Por otra parte, las preocupaciones “humanitarias” por el
hambre en el mundo rápidamente se asocian con intereses utilitarios
vinculados a la lógica de la rentabilidad, de la expansión del capital y
a factores políticos contradiciendo su intención “humanitaria”. El
hambre es visto como una amenaza a la “gobernabilidad”, para que
los intereses del gran capital no se vean opacados por protestas
sociales. Para Dominique Strauss-Kahn, ex director gerente del Fondo
Monetario Internacional, el hambre "no es sólo es una cuestión
humanitaria y económica, sino también un tema que atañe a la
democracia”62. El discurso humanitarista de estos organismos que se
alarma con el hambre y la suba del precio de alimentos, considera
que las personas bien nutridas son una inversión de alta
“rentabilidad”63, y por otro lado, se sigue insistiendo en inversiones
agrícolas de alta productividad como solución 64, siendo que estas son
las que lo producen.
Ese mismo año, en marzo del 2004, se produce un hecho
fundamental para las modificaciones de los problemas que
reproducen la pobreza y el hambre. Junto a la declaración de los
derechos a la alimentación de la FAO, Estados Unidos de Norte
América anuncia su política de convertir alimentos en combustible a
partir de la producción de etanol y biodiesel. La relación entre la
cantidad de alimentos que se necesitan para producirlos y resolver
en parte los problemas que ocasiona la suba en los precios del
petróleo a los monopolios automotrices es alarmante, dado los
efectos que tendrá en la oferta de bienes básicos para la
alimentación, como el azúcar, el trigo, el maíz, las oleaginosas y la
propia soja. Se requieren 320 millones de toneladas de maíz para
producir 35 000 millones de galones de etanol. Dice Fidel Castro
“Aplíquese esta receta a los países del Tercer Mundo y verán cuántas
62
Dominique Strauss-Kahn alerto que “Si los alimentos continúan siendo tan caros como hasta
ahora la población de una gran cantidad de países podría verse ante consecuencias terribles”.
"Cientos de miles de personas morirán de hambre, miles de niños sufrirán los efectos de una
alimentación deficiente". En “Biocombustible impulsa hambre y deforestación”, Diario EL
MUNDO | 13.04.2008, http://www.dw-world.de/dw/article/0,,3263978,00.html
63
La FAO plantea que “una persona bien nutrida puede aprovechar mejor las oportunidades
económicas. Invertir en la erradicación del hambre es también una inversión en bienestar
económico, con una alta rentabilidad, y en una mejora de la sanidad y la educación” (cursivas
nuestras), en “Resumen sobre el Comité de seguridad alimentaría de la FAO, Federación
internacional de productores agropecuarios, Roma, 30 de octubre - 4 de noviembre de 2006,
http://www.ifap.org/es/publications/er-fao-cfs-11-06.html
64
Dice la FAO “La segunda lección es que el crecimiento agrícola es fundamental para la
reducción del hambre en los países en vías de desarrollo donde tres cuartas partes de los pobres
viven en zonas rurales. Aumentar la productividad de la agricultura estimula la demanda de
productos no agrícolas en las zonas rurales y el incremento de los ingresos de origen no agrícola”
(FAO op. cit.)
personas dejarán de consumir maíz entre las masas hambrientas de
nuestro planeta. O algo peor: présteseles financiamiento a los países
pobres para producir etanol del maíz o de cualquier otro tipo de
alimento y no quedará un árbol para defender la humanidad del
cambio climático. Otros países del mundo rico tienen programado
usar no sólo maíz, sino también trigo, semillas de girasol, de colza y
otros alimentos para dedicarlos a la producción de combustible”65.
Para Josué de Castro (1951), los bolsones de muerte por
hambre son una muestra de cómo opera las relaciones de dominación
local en su vínculo con la Geopolítica mundial sobre todo a partir de
relaciones neocoloniales capitalistas y las formas en que se produce
la dominación social a nivel local. Él estaba poniendo en cuestión las
visiones evolucionistas, desarrollistas y neo-Malthusianas de la
pobreza y el hambre66. En el libro Siete palmos de terra e um caixao,
ensaio sobre o nordeste do Brasil, uma area explosiva (1965b), en el
capítulo denominado a “reinvençao dos mortos”, explica entre otras
cosas como, para los campesinos nordestinos la muerte no cuenta, lo
que cuenta es la vida, puesto que la vida no les pertenece 67. La larga
experiencia de más de cuatro siglos de un régimen agrario de tipo
“feudal escravocrata” productor de azúcar y la resistencia invencible
de este régimen a ceder a cualquier exigencia o reivindicación de los
campesinos para mejorar un poco sus trágicas condiciones de vida,
“acavarom por dar a esta gente o sentimento da inutilidadade de
cualquer esforco para sair do atgoleriro da sua miséria”. Los
problemas alimentarios derivan, en última instancias de las relaciones

65
“Condenados a muerte prematura por hambre y sed más de 3 mil millones de personas en el
mundo”, en Digital Gramma internacional. Marzo 28 del 2007, en
http://www.cuba.cu/gobierno/reflexiones/2007/esp/f280307e.html
66
El neomaltusianismo fue y es promovido por los pensadores de las teorías del desarrollo ortodoxo
y por instituciones “promotoras de desarrollo y progreso” de los EEUU como “La Alianza para el
Progreso”. Ésta tenía como uno de sus mandatos más importantes, el desarrollo de tecnologías de
control de la natalidad, durante los 60’, para disminuir el crecimiento de la población. A su vez, la
Three Lateral Commission, propiciada por David Rockefeller, preocupada por diseñar escenarios
futuros del desarrollo del capitalismo global, siguió la línea de la Alianza para el Progreso, de años
anteriores, con una visión de la reproducción de la pobreza también Neo- Malthusiana,
recomendando el control de la natalidad de las poblaciones, junto al control sobre las fuerzas
productivas de los países pobres, para parar su crecimiento y su capacidad de producción, ante la
creencia de que si estos crecían (al mismo ritmo que lo hacían los países más ricos), los recursos
energéticos y naturales se agotarían. Esta posición se tradujo en la teoría del crecimiento cero
incluida en el Repote Meadows de 1972, difundido por el Club de Roma (Matozzo de Romualdi, L.:
1999).
67
“De ella nada tiran, además del sufrimiento, del trabajo e esfaltante e da eternan incerteza do
amanha: da amenca constante da seca, da policia, da fome e da doencia”. Para ellos su muerte es
una cosa cierta, segura y garantizada. “Um direito que ninguem lhes tira: o seu direito de escapar
um idia pela porta da morte, do cerco da miseria e das injusticas da vida. Tudo o mais é incerto,
improvável ou impossível”.
de dominación heredadas del colonialismo (Ricardo Abramovoy:
1996, De Castro: 1951)68.

El acontecimiento
La zona del caso de estudio también se caracterizó por
reclutamiento de mano de obra semi-servil, como el caso de las
poblaciones del nordeste brasileño que estudia De Castro, para los
ingenios como el San Martín del Tabacal y el Ledesma, a partir del
primer cuarto del siglo XX, además del trabajo en las haciendas o
fincas azucareras. Inclusive, muchas de las misiones religiosas que se
asentaron en esta fecha fueron promovidas por los dueños de los
ingenios para controlar la mano de obra indígena para la cosecha del
azúcar.
En Octubre del 2008 la agencia Copenoa69 da a conocer como
noticia que “Mueren dos niños aborígenes luego de pasar tres días
sin comer en una finca en Tartagal”. "Los niños de entre un mes y dos
años fallecieron por desnutrición en la finca Nuevo Horizonte, ubicada
en el paraje Caraguata distante a 80 kilómetros de la ciudad de
Tartagal, al norte de la provincia de Salta. Los pequeños no habían
ingerido alimentos y tomado agua durante tres días". "Las
denigrantes condiciones de esclavitud a los que son sometidos los
aborígenes en las fincas rurales de la zona del departamento San
Martín, se cobraron estas pequeñas vidas" se informa. El noticiero
Video Tar, dice que “los nenes, uno de 23 meses y otro de sólo un
mes, desde hace tres días no ingerirían ningún tipo de alimentos ni
líquidos afectados por una infección". "Murieron como perritos" afirmó
personal del Hospital de Tartagal. Los niños eran hijos de un
trabajador que estaba viviendo bajo un plástico mientras trabajaban
en negro en esa finca70.
En febrero de 2011 de nuevo las muertes por hambre en la
zona vuelven a ser noticia periodística, esta vez son siete niños los
muertos por desnutrición. Todos pertenecían a la etnia Wichí y todos
fallecieron a causa del estado de desnutrición en que se encontraban
y debido a diarrea estival como causa desencadenante.

68
Josué de Castro, en la Geografía del Hambre (1951) estudia los regímenes alimentarios de cada
región brasileña a partir de las posibilidades ofrecidas por los suelos el clima, la vegetación, pero
también por la manera que se organiza la apropiación de la tierra y las relaciones con el trabajo.
Josué de Castro además, como dependendista, debate la nominación de subdesarrollo a nuestros
países y explica estos procesos y el hambre que producen, en base a las relaciones de explotación a
nivel internacional y nacional, además de la concentración de la riqueza creciente
69
Colectivo Periodístico del NOA, Noticia del martes 7 de octubre del 2008.
http://www.copenoa.com.ar/SALTA-Mueren-dos-ninos-aborigenes.html.
70
En Elena Luz González Bazán “La muerte blanca en Salta (Parte I)” en Argenpress.info, Prensa
Argentina para todo el Mundo, 15/10/2008, http://www.argenpress.info/2008/10/la-muerte-blanca-
en-salta-parte-i.html
El actual Gobernador de la Provincia de Salta. Juan Manuel
Urtubey, ante el acontecimiento afirmó que las muertes de estos
niños "son un problema cultural, no sanitario ni social, porque los
aborígenes no concurren al hospital (añadidos nuestros)”, es decir los
Wichís dejarían morir a sus niños. “El eje de la cuestión es fortalecer
en términos sanitarios y culturales la inclusión. Yo no transfiero
nuestra responsabilidad pero debemos advertir que allí (en el tema
cultural) está el verdadero problema”71. Es decir no se trata de un
problema social, debido al despojo, la deforestación, la concentración
de la tierra, la apropiación de altas rentas por sectores de poder sino
que es meramente un problema de la cultura de estas poblaciones y
de intervenciones sanitarias. El verdadero problema, según el
gobernador, está en sus propias víctimas. Estas representaciones de
los gobernantes salteños sobre la desnutrición de indígenas son
persistentes a lo largo del siglo XX, como veremos más adelante. Es
un habitus neocolonial de “larga duración” basado en un fuerte
racismo indio por parte de las elites gobernantes. Estas prácticas
fundamentan las coerciones vinculadas al trabajo y la represión de las
protestas, que se despliegan a través de variados dispositivos y
tecnologías disciplinatorias sobre las poblaciones percibidas como
pertenecientes a “culturas” consideradas directa o indirectamente
“incivilizadas”.
Las declaraciones de JC Romero, el ex gobernador durante el
periodo 1995-2007 en estas circunstancias también reproduce esta
visión culturalista y paternalista de las causas de muerte por hambre.
Para él, no se puede dejar librada a la "intuición" de los padres la
posibilidad de alimentar a sus hijos; el gobierno es el que debe ir a
dárselos en la boca. El problema, entonces, es considerado sólo
sanitario obliterando la expansión del capitalismo de la soja del que
es cómplice directo72.
71
En Según Urtubey, los aborígenes desnutridos no van al hospital “por una cuestión cultural”, 9-
02-11, http://www.lapoliticaonline.com/noticias/val/71200-6/segun-urtubey-los-aborigenes-
desnutridos-no-van-al-hospital-%E2%80%9Cpor-una-cuestion-cultural.html
72
“Priorizar alimentos y orientar estrategias nutricionales es tarea del Estado. Dejarlo librado a la
buena voluntad o a la intuición de los intendentes, los padres o tutores es la opción equivocada,
cuyos resultados hoy se perciben en las comunidades del norte. Tampoco se puede confundir
mortalidad infantil con desnutrición infantil. Son cosas claramente diferentes. Para enfrentar la
desnutrición es necesario que actúen con energía los agentes sanitarios, tal como lo hacían hasta
hace tres años, llegando a los hogares con todos los recursos para detectar de manera temprana las
falencias nutricionales de un niño….. Salta es una provincia pobre. Nadie puede asombrarse por
ello. Contra la pobreza, la marginación y la exclusión no podemos pelear solos. Lo dijimos hace
quince años y lo repetimos ahora. Se necesita un gobierno nacional que entienda que el desarrollo y
la inversión en las zonas postergadas es la puerta por la que saldrán de la pobreza miles de familias.
Pero con la desnutrición es otra cosa: se trata de un problema de gestión. No se puede estar
cambiando planes probadamente exitosos por recetas foráneas y es contraproducente buscar
réditos políticos en cada acción.” En Romina Chávez Díaz “Las mentiras de Juan Carlos Romero y
la “desnutrición cultural” de Urtubey” , artículo que reproduce un texto de la página web del ex
Gobernador que yo no se encuentra colgado titulado “Contra la pobreza, la marginación y la
Este discurso, se ve justificado por otros actores políticos que
toman posición en el acontecimiento. Un candidato a Diputado
provincial por el Frente Grande, partido que apoyaba la reelección del
gobernador Urtubey en ese entonces, para las elecciones realizadas
en abril del 2011, afirma en un diálogo de Facebook con la autora de
este artículo lo siguiente73: “¿Qué se hace en el fondo con los Wichís?
Una, sería no desmontar, ahora, si los desmontes siguen y tienen un
consenso de todo el senado y 57 de 60 diputados, habría que pensar
alternativas. ¿Se los integra? ¿Se les da comida en forma
permanente, en el marco de una cultura recolectora? Uno podría
decir: cambiar el consenso, ganar elecciones y poner diputados
conservacionistas. Si uno lo piensa, es probable que nuestra sociedad
nunca apoye estas medidas con un consenso suficiente. No conozco
sociedad en el mundo que haya optado por no crecer”. Se observa
cómo este acontecimiento visibiliza la visión productivista y
evolucionista de la expansión del capitalismo sojero por encima de la
vida de las personas.
Parte de las explicaciones culturalistas de las causas de la
pobreza y el hambre se sostienen en la creencia de que el
alcoholismo las provoca; ésta es también una tematización
persistente en el habitus neocolonial de las elites salteñas, como
veremos en el apartado siguiente.
Una técnica que participó de este debate abona la visión
culturalista del Gobernador y además pone el énfasis en el
alcoholismo y la vagancia para argumentar los “factores culturales”
temática también persistente en el habitus neocolonial de larga
duración.
“El problema de la desnutrición aborigen, sí que es
consecuencia de lo cultural, lo vi cuando estuve en Rivadavia
Banda Norte y Sur. El aborigen recibe el subsidio y al rato está
comprando alcohol etílico para preparar las bebidas que
consumen las 24 hs. de los 365 días del año. Fui testigo de
entrega de leche y alimentos no perecederos por parte de la
Municipalidad y del Hospital. Todo lo que reciben lo
"Venden"!!!!!!. Ello no quita que no se haga foco en las muertes
de los niños, porque es terrible que esto suceda, pero no toda la
culpa la tiene es Estado. El aborigen vive y piensa de una
manera, es muy difícil negociar con ellos, no son personas para
nada "tontas", saben bien lo que quieren, lo que hacen y la
consecuencia de sus actos (…). Existe muchísima gente que
percibe subsidios por parte del Estado sin prestar
exclusión no podemos pelear solos”, Salta 21, 23-2-11 http://www.salta21.com/Las-mentiras-de-
Juan-Carlos-Romero.html
73
Estos diálogos tuvieron lugar entre el 15 y el 20 de febrero del 2011 y figuran en
http://es.scribd.com/doc/50675172/muerte-por-hambre-de-los-whichies-dialogo-en-face-book-
neocolonialismo-Inicio
contraprestación alguna y ello hace que se fomente el hábito de
la "vagancia" y de la idea de que "todo le sea otorgado
fácilmente". A éstos percibidores de la ayuda social los
debieran poner al frente de los comedores ya que son sus hijos
los que concurren a las escuelas. (…) Al eje del problema hay
que atacarlo de raíz, educando a las comunidades para que
tomen consciencia de que la ayuda que reciben es para
satisfacer sus NBI y no para desviarla en otra cosa" (Luciana
Ruiz, cursivas nuestras)

Las explicaciones y soluciones gubernamentales remiten al


saber practico médico/sanitario el que, como veremos esta preñado
de un racismo indio neocolonial. Otro aspecto persistente en este
habitus colonial es un racismo indio Neo Lamarkiano que explica las
causas de la pobreza no sólo en la cultura sino también en el
ambiente. Pero paradojalmente no es en la depredación ecocida del
llamado actualmente medio ambiente donde se pone el énfasis
(posición política de las organizaciones y movimientos verdes
conservacionistas) sino en el lugar puntual donde viven las
comunidades. Es una mirada infinitesimal del ambiente. Antes era la
especialización llamada “medicina social” o también expresada como
“causas indirectas” de la enfermedad la que daba explicaciones de
este tipo, ahora será la Epidemiología Social. Un médico que practica
este saber afirma que su cultura es “deleznable”, arcaica y debe ser
modificada a partir de la “planificación”, la “prevención” y la
profesionalización de lo que ahora se denomina “recurso humano” o
“capital humano”, a partir de la creencia de la “naturaleza social” de
la enfermedad. Lo social no se entiende como las relaciones sociales
que producen la exclusión y expropiación de medios de subsistencia,
de renta y de excedentes. Remite sólo a los estilos de vida de las
poblaciones.
Dice un médico sanitarista salteño en este dialogo y a propósito
de las muertes por hambre recientes.

“Yo estuve recorriendo durante 3 años consecutivos las


comunidades originarias y hay que estar y compartir sus ideas
por lo que el Dr. Urtubey no está muy lejos de la verdad. Las
comunidades originarias poseen una cultura ancestral que para
el hombre contemporáneo resulta hasta deleznable, son
personas geográfica, social y culturalmente aisladas de la
sociedad moderna.(…) Son dos los patrones que rigen la
existencia física del ser humano, el "genético y/o hereditario" y
el "cultural y/o ambiental", ambos conformando una "unidad":
la persona humana, original e irrepetible. (…). Creo que en la
actividad sanitaria al "problema" hay que conocerlo muy bien
para de este modo poder "planificar" una actividad sobre la que
se instalan "programas" coherentes, factibles y viables (…) y
acá no debemos nunca olvidar la "capacitación" del recurso
humano "suficiente" para la acción, que lleva su tiempo.” (…) El
tema en discusión necesariamente compromete a la Salud
Pública, ciencia y arte de PREVER y PREVENIR acontecimientos
que atañen a la salud de una población con el desarrollo de un
abanico de actividades para asegurar un nivel de vida adecuado
de cada individuo. La epidemiología social, uno de los pilares
fundamentales, proclama la "naturaleza social" de la
enfermedad desarrollando sus acciones dentro de ese marco.
Por lo tanto significa tener en cuenta factores biológicos,
sociales, económicos, culturales y políticos, todo en un
momento y lugar determinados, así toda enfermedad tiene su
historia..(Felipe Adolfo Calvet)74

Un medio de prensa alternativo deja oír las voces de dirigentes


obreros e indígenas de la zona que interpelan este discurso oficial,
afirmando que es un “problema indígena” asociado a la expropiación
de las tierras y los medios de subsistencia, mostrando cómo se los
criminaliza, incluyendo las circunstancias cuando cortan las rutas por
las luchas obreras piqueteras. Se informa en esta noticia que las
muertes por desnutrición, el año 2010 habían duplicado las de 2011,
pero no adquiririeron la repercusión nacional e internacional por qué
no era un año electoral, según el medio de prensa. Las voces de las
poblaciones sojuzgadas y su lucha siguen presentes en los medios
sobre todo en los alternativos. El diario de mayor tirada de la
Provincia es de propiedad del ex gobernador J. C. Romero.
Eduardo Paliza, dirigente obrero e indígena de la zona
manifiesta:

“La otra vez fuimos noticia porque cortamos la ruta, por los
pozos petroleros, pero ¿quién se va a acercar ahora por los
niños que mueren de hambre, hermano? El niño no habla, no te
puede decir tengo hambre, y son sólo los papás los que los
están mirando y los tienen en los brazos hasta que se mueren”
“La radio y la tele, que están acá a la vuelta nomás, dicen que
‘es un problema cultural’. Mentira. ‘Es un problema indígena’,
“Cortan el hilo por lo más delgado. Si nosotros tuviéramos todas
las tierras, el río, el pescado, las frutas, las plantas….., no se le
pide a nadie nada. Cómo va a hacer una madre con sus hijos, si
no le puede dar la fruta, ni el pescado? Acá en el norte hay
mucha riqueza en la tierra, ¿pero cómo llegar si está todo
alambrado y no podés pasar porque te meten tiro o te mandan
a la policía?” “El departamento de San Martín empieza en
Embarcación y termina en Bolivia. Son cien kilómetros de ruta.
74
Jefe del Programa Medical Service ver www.xing.com/profile/FelipeAdolfo_Calvet
Al este están las sojeras, todos los días los aviones están
tirando cagada y veneno, matando a los pueblos indígenas
todos los días. Al oeste, están las petroleras, que envenenan
todo, los ríos, la tierra, y matan a los animales, y eso nadie lo
dice”. (Eduardo Paliza75, dirigente obrero e indígena de la zona).

Octorina Zamora76 dirigente indígena Wichí, de la comunidad de


Honhat Le Les de Embarcación señala “el continuo acorralamiento
que sufren las comunidades indígenas, por la deforestación y el
despojo vinculado a “patrones” transnacionales que no tienen cara
visible, mostrando además la fragilidad del ecosistema agravado por
la deforestación. La invisibilidad de los patrones en este nuevo
modelo de agronegocio es persistente en las denuncias indígenas, a
diferencia de la presencia en la estructura de la hacienda o la finca.
“Los pobres, los indígenas, no tenemos acceso al trabajo digno,
no podemos contar con los medios económicos para dar de
comer a nuestros hijos. Les dan prioridad a la soja y nos
despojan de nuestro territorio, de nuestro hábitat. Uno de los
mayores culpables de todo esto es el tema de los despojos, el
desmonte, hay muchos pueblos acorralados por vastos
territorios de gente que ni siquiera son del lugar. Hay muchos
patrones que nosotros ni conocemos”. “Las 17 comunidades
indígenas (Wichí, Guaraní y Quom) que viven en Embarcación y
se quedaron sin territorios, también sufren inundaciones cada
vez que llueve.” “Encima, Embarcación está en una zona de
transición entre las sierras de yungas y el Chaco salteño árido,
el único pulmón ecológico que tenemos77”.
75
Eduardo Paliza trabajó en la ex estatal Yacimiento Petrolíferos Fiscales (Y.P.F) es dirigente
originario y conformó la (UTD Vespucio) “Unión de Trabajadores Desocupados de Vespucio”, es
Técnico en Minería, vive en la localidad de Campamento Vespucio. Esta localidad del norte de la
Provincia de Salta 60 km de la frontera con Bolivia, adquiere el adjetivo de Campamento dado que
su fundación está vinculada con los primeros pozos petroleros encontrados en la zona. Foto en
Eduardo Paliza “Patrones peor que en la época de la esclavitud”, COPENOA 29 de mayo del 2009,
http://www.copenoa.com.ar/Eduardo-Paliza.html
76
“Comunidades wichi advirtieron sobre el "peligro inminente" de alud”, Diario El Tribuno 20 de
Julio del 2011.
77
Octorina se está refiriendo a la situación de vulnerabilidad que sufren esos territorios desde el
punto de vista ecológico. Según el informe del Defensor del Pueblo “existe consenso de que los
desmontes masivos producidos en zonas donde existe un fuerte contraste de relieve -como es el caso
de la región salteña en donde se pasa de un ambiente de montaña (Yungas) a una llanura
deprimida (Chaco Seco)- están vinculados al aumento de los riesgos de erosión y movimientos en
masa en el primer ambiente, y de flujos torrenciales e inundaciones en las áreas planas. Sin la
vegetación propia del lugar, la estructura de las laderas se vuelve cada vez más inestable. Esto,
provoca que haya poca retención y se acelere el escurrimiento superficial. Con poca retención y
excesivo escurrimiento, las crecidas no se regulan y el agua fluye a gran velocidad arrastrando las
partículas del suelo, destruyendo puentes y caminos, aislando comunidades y cambiando la
dinámica propia de los sistemas naturales (IEDPN, 2009: 31 y 32). “Los suelos de textura fina,
presentes en el Parque Chaqueño en esta zona, son fácilmente erosionables ante los procesos de
desmonte. La ausencia de cobertura vegetal continua los expone a la energía calórica, lo que
disminuye la disponibilidad hídrica para las plantas por la evaporación y produce la pérdida de la
estructura del suelo por la volatilización del nitrógeno y el carbono: literalmente “se quema” la
Ante el acontecimiento, que tuvo repercusión internacional 78, el
gobernador respondió de diversas maneras. Pidió a la ONU
colaboración para modificar la alimentación de los pueblos indígenas;
puso en marcha un plan de emergencia con la intención de “detener”
la “seguidilla de muertes”79 a cargo de Susana Canela, trabajadora
social y especialista en políticas públicas, quien considera que la
cuestión es sobre todo “educativa” y no sólo un problema de escasez
de alimentos, interpelando de esta manera la situación de
expropiación de medios de subsistencia en que viven. Pone el énfasis
en los dispositivos pedagógicos más que culturales y sanitarios,
aunque también los incluye.

“La problemática que se vive no tiene que ver solamente con


un problema de acceso a los alimentos, sino con un proceso
educativo, con el acceso a la salud, con condiciones dignas de
vida. Todo eso hace que una persona y una familia pueda
cambiar su situación de vulnerabilidad y superar problemáticas
tan específicas como esta”80.

La ciudad más importante del área es Tartagal, la que vivió en


estos últimos tiempos una serie de procesos que pueden ser
considerados paradigmáticos de la “gran transformación neoliberal”,
vinculada a las privatizaciones petroleras, la expansión de los
agronegocios, la deforestación, el creciente empobrecimiento de las
poblaciones rurales y su migración a las zonas periurbanas. Al mismo
tiempo es escenario de luchas sociales tanto de obreros industriales
piqueteros, como de organizaciones indígenas. Dos hechos
catastróficos producidos en los últimos años dan cuenta de lo que
está sucediendo, el aluvión del río Seco que se llevo gran parte de

materia orgánica (Dirección de Bosques 2003 citado IEDPN, 2009:33)


78
La BBC ha difundido primero las noticias de “Muertes de Hambre en Salta “ ocurridas en
febrero del 2011 y luego realizó un video sobre el tema que se encuentra en el artículo de Vladimir
Hernández, Una mirada al corazón del hambre en Argentina, BBC Mundo, Argentina, Martes, 26
de abril de 2011, en
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/04/110404_argentina_salta_desnutricion_vh.shtml
79
“La atención primaria de la salud es la llegada de los agentes sanitarios al territorio, muchos de la
propia comunidad”, “Teníamos el centro de salud, enfermera, los médicos iban al lugar, pero la provincia
ahora está teniendo un déficit de médicos en la parte pública”, pero “si las actividades que venimos
haciendo no son suficientes, hay que buscar estrategias nuevas e integrales. Si detectamos desnutridos,
nos apoya muchísimo el Ministerio de Desarrollo Humano [de la Nación], que tiene todos los planes
alimentarios con dietas especiales. Vamos a tener once nutricionistas repartidos por las comunidades, así
que vamos a trabajar fuerte en éste tema”, serán diez grupos de especialistas, universitarios e indígenas
que trabajarán “comunidad por comunidad. Unas cuarenta personas se incluirían para trabajar en todo el
territorio desde Pichanal hasta Pocitos”. En Periovista, el Medio de los Medios “La isla de los wichí”,
publicada el Viernes 18 de Febrero, 2011 a las 12:44 am, http://periovista.com.ar/2011/02/la-isla-de-
los-wichi/
80
Declaraciones de Susana Canela, en Periovista, el Medio de los Medios “La isla de los wichí”,
Viernes 18 de Febrero, 2011 http://periovista.com.ar/2011/02/la-isla-de-los-wichi/
viviendas de la ciudad y el brote de dengue en el año 2008 y 2009.
Está probada la relación entre deforestación, aparición de
enfermedades endémicas (muchas de las cuales son comunes en la
zona, como la leishmaniasis y la enfermedad de Chagas) y de
catástrofes naturales, ambos problemas sufridos en la región 81. A
pesar de este hecho comprobado científicamente, las enfermedades
(a veces llamadas endémicas) de este tipo, son interpretadas por los
médicos como problemas de sus pautas culturales haciendo caso
omiso de estos factores.

Las representaciones racistas de la pobreza y la desnutrición


en Salta: la inveterada cuestión del “indio”
El comentario del Gobernador Urtubey acerca del
acontecimiento de las muertes por hambre en la zona de expansión
de la soja en relación a que la desnutrición es un problema cultural,
es una idea persistente de las elites gubernamentales salteñas, todo
a lo largo del siglo XX y parte de este. Esta afirmación, además de
invisibilizar las razones socio económicas y ambientales que
imposibilitan a las personas acceder a recursos y servicios del bosque
para la subsistencia básica, es racista puesto que parte del supuesto
de que hay personas cuya cultura es inferior. Este saber hacer se
fundamenta bajo diferentes discursos racistas a lo largo del siglo XX,
el higienismo o la medicina social, la eugenesia, la epidemiología y la
moderna pedagogía del "desarrollo social" de las políticas de
"inclusión social" que el gobernador actual cree, son la solución. Si
bien durante este período se producen importantes transformaciones
sociales y políticas, y el contexto socio histórico se modifica a veces
substancialmente, el pensamiento gubernamental y de las elites
sobre las causas de la pobreza y el hambre, mantiene imperturbable
el racismo indio, subsumido en distintos discursos prácticos. En otro
trabajo analizo el contexto de estas transformaciones vinculadas
sobre todo a los dispositivos de intervención sobre la pobreza
(Álvarez Leguizamón: 2002) pero en este caso no me detengo en
ello.

81
“Según el Informe Geo Argentina, los factores básicos de riesgo ambiental para la salud
relacionados con la deforestación, son el aumento de las catástrofes naturales y de los animales
transmisores de enfermedades (vectores). En este sentido, la Organización Mundial de la Salud
señala a la deforestación como un factor más que -junto al desarrollo agrícola, los embalses y los
planes de regadío- puede desencadenar brotes de enfermedades parasitarias u otras de carácter
infeccioso favoreciendo la difusión de los mosquitos propagadores del paludismo o de los moluscos
de agua dulce que difunden la esquistosomiasis. Entre otras enfermedades afectadas por los
cambios ambientales se hallan la filariasis linfática, la fiebre dengue, la leishmaniasis, la
enfermedad de Chagas y la meningitis bacteriana (Informe sobre las Enfermedades Infecciosas,
Eliminar Obstáculos al Desarrollo Sustentable citado en IEDPN: 2009)
Para los mitos de la modernidad, tanto como para el desarrollo
y el capitalismo imperial globalizado, la construcción de la pobreza
como problema, parafraseando a Foucault (1981 [1966], 9-10), es la
historia del “otro”. Aquel que es a la vez interior y extraño a una
cultura. Por ello debe excluirse, conjurarse y distinguirse pero que a
través de ciertas identidades es nombrado y clasificado. Forma parte
de la historia del orden de las cosas, de su naturalización 82. En este
sentido, la pobreza es la alteridad de los poderosos, es la alteridad
de las utopías de la “modernidad” y del “desarrollo”. Cuando la
pobreza se asocia a la “cuestión del indio” es una alteridad neo
colonial radical vinculada al inveterado racismo “indio”. Entiendo que
la cuestión del indiotrata de una forma particular de afrontar
problemas entre la desigualdad social y étnica y su problematización.
No es lo mismo que la llamada “cuestión social” que intenta resolver
el hiato o la aporía entre la desigualdad social y la igualdad jurídica
del ciudadano, según el pensamiento francés. La “cuestión” o el
“problema del “indio” atraviesa los tiempos coloniales, republicanos y
el presente de la democracia neoliberal. Usamos aquí la idea de
cuestión del indio también como formando parte de un racismo anti
indígena, que es el núcleo duro del discurso civilizatorio
latinoamericano. Si bien abreva de las reflexiones de Maritategui
sobre la cuestión del indio como problematización de las elites ,
plantea que no es necesario que estén a la vista las luchas sociales
indígenas o que haya discusiones y dispositivos explícitos de
blanqueamiento o dominación, el indio aparece soterrado en un
racismo a veces visible y otras que sale a la luz en eventos críticos
como este que develan los rangos de las diferencias de derechos, de
identidades y de tipos de ciudadanía. Es lo que Manrique (1999),
desde otro lugar, denomina el racismo antí-indígena 83. En cada
82
“La historia de la locura sería la historia del “otro” –de lo que, para una cultura, es a la vez
interior y extraño y debe, por ello, excluirse (por conjurar un peligro interior), encerrándolo (para
reducir la alteridad); la historia del orden de las cosas sería la historia de lo mismo- de aquello que,
para una cultura, es a la vez disperso y aparente y debe, por ello, distinguirse mediante señales y
recogerse en identidades. Y si soñamos que la enfermedad es, a la vez, el desorden, la peligrosa
alteridad en el cuerpo humano que llega hasta el corazón mismo de la vida, pero también un
fenómeno natural, que tiene sus regularidades, sus semejanzas y sus tipos, veremos qué lugar
podría ocupar una arqueología de la mirada médica” (Foucault (1981 [1966]:9-10)
83
Según Manrique, “existe consenso en torno a que el racismo anti-indígena es uno de los
componentes fundamentales de la dominación social instaurada por las repúblicas oligárquicas. El
racismo cumple una función decisiva en la legitimación de las exclusiones, pues «naturaliza» las
desigualdades sociales, consagrando un orden en el cual cada uno tiene un lugar inmutable, en
tanto éste no aparece fundado en un origen social sino anclado en la naturaleza. Como toda
creación humana, el racismo tiene una historia que puede ser reconstruida. En la dinámica social,
el racismo es, ante todo, una ideología y, como tal, sirve para consagrar un status quo determinado,
de manera que va cambiando de acuerdo a cómo cambian las relaciones socioeconómicas y las
correlaciones de poder establecidas. No existe pues un racismo. Como toda construcción histórica,
éste asume diversas formas de acuerdo al contexto social en que se genera. Su historia no puede
desvincularse de la historia social.” (Manrique,1999)
espacio social, la cuestión del indio adquiere formas particulares y
contextualizadas en un presente histórico que le da inteligibilidad y
condiciones de posibilidad. El rol fundamental del estado en estos
acontecimientos está enmarcado para Rivera Cusicanqui “en una
situación colonial más amplia y estructurante, donde la matriz
cultural e ideológica de Occidente se instala en el Estado y desde allí
nombra, enumera, oprime y jerarquiza los diversos pueblos y culturas
nativas (…) en base a su (relativa) condición humana. Estos "otros",
semi-humanos, a los que marginaliza por sus diferencias, han sido en
realidad, heredados como súbditos de una república nacida del
derecho de conquista. La práctica de la opresión colonial se
reproduce así, aún en los espacios más avanzados de la modernidad
ilustrada y en los nuevos mecanismos de mediación populista
injertados en el Estado” (Rivera Cusicanqui: 2004b).
Seguidamente veremos de manera muy sucinta como, a lo
largo del siglo XX en los discursos gubernamentales en Salta,
aparecen persistentemente explicaciones de las causas de la pobreza
y el hambre, nombrando y representándose a la pobreza en su
homologación con lo indio, mostrando así, su linaje genético con las
recientes declaraciones de gobernadores ante las muerte por
hambre, producidas en las zonas de expansión de la soja. Es sobre
todo el saber médico el que lo legitima vinculado con intensiones de
modificar “hábitos” que se consideran la causa de la pobreza, la
desnutrición o la muerte por hambre.
A mediados de siglo, se desarrolla el saber-práctico de la
medicina social que, podríamos decir, forma parte de la biopolítica
higienista de esa época84. Este campo de saber se aplica a las
denominadas culturas nativas (eufemismo para lo indio) y sus
condiciones de vida. Preocupación, además vinculada a un
corrimiento que producen las elites locales de la representación de
las elites del centro sobre todo porteñas, donde Salta junto con otras
provincias del Norte Argentino, es vista como un espacio social
periférico, vinculado a la gran clasificación argentina entre capital e
interior (bárbaro, criollo, mestizo), pero también por ser un espacio
geográfico donde se cree se encuentra el atraso, la pobreza, las
enfermedades degenerativas debido, todo ello, a la existencia de
poblaciones llamadas, de diferente manera por las voces autorizadas:
nativas, autóctonas, criollas, indias, rurales, etc. La representación de
debilidad de la población rural y de las poblaciones “nativas” se
vinculaba –sobre todo, durante la primera mitad del siglo XX, aunque
sigue metamorfoseada hasta el presente como hemos visto-,
84
La biopolítica a través del higienismo, tiene entre sus objetivos fundamentales aumentar la
productividad del trabajo, lograr el disciplinamiento de la clase obrera y dar solución a los abusos
de la caridad por medio del “derecho” a la asistencia estatal y a la profilaxis social
principalmente a enfermedades endémicas y a pautas culturales que
se cree tiene esa población “rural” (en términos genéricos) como el
alcoholismo y la tradición de mascar coca -propia de la zona andina-,
las cuales se creían eran una traba para la denominada profilaxis
social, para el desarrollo y para la civilidad.
Los factores “sociales de la enfermedad” serían la miseria, la
ignorancia, la vivienda insalubre, la alimentación inadecuada, que
hacen referencia a “hábitos culturales”. Se jerarquizan así acciones
que promueven “estudios sistemáticos” de diagnóstico que ayuden a
generar políticas de salud pública para enfrentar estas cuestiones que
son problematizadas y, por lo tanto, hay que atacarlas. Las
problematizaciones sociales las entendemos, tanto bajo la influencia
de Focuault como de Lenoir y Bourdeiu, en el sentido que son
temáticas que irrumpen en variados campos de saber poder experto
(sobre todo en el médico), para diagnosticar e intervenir con
dispositivos diferentes, desde la violencia y la represión, al
integracionsimo compulsivo, o el indigenismos miserabilista 85. El caso
que abordamos aparece reiteradamente en el largo tiempo en lo que
en Salta se denominaba cuestiones de “orden social” en los informes
gubernamentales de hasta la década de los 60’ o también el
“problema del indio”, como lo muestra una viñeta periodística.
Para el higienismo neo-Lamarckiano, que se desarrolla en la
primera mitad del siglo XX (Ley Stepan, Nancy: 1991 y Ramacciotti,
Karina Inés: 2004), el alcoholismo era un veneno racial y una tara
propia de las clases que las elites consideraban inferiores, por lo que
debía ser erradicado. Encontramos que en los médicos higienistas
salteños, sobre todo entre los gobernadores, el consumo de coca
también se asimilaba a un veneno racial (Álvarez Leguizamón: 2004),
seguramente lo sería también para un gran grupo de sus colegas. A
partir de la década del 30’ observamos preocupaciones asociados a la
especialidad de la llamada “medicina social”, la que pone especial
atención en los “factores indirectos”, llamados “sociales” de las
enfermedades. En la transformación de mediados de siglo del partido
peronista este campo de saber se gubernametnaliza e
institucionaliza. Luego en los 60’, junto a la medicina “social”, toma
importancia la especialidad denominada “patologías regionales” o
“del subdesarrollo”.

85
Me remito aquí al hecho de que ciertos problemas no se convierten en problematizaciones
sociales automáticamente. Hay un proceso social por el cual una cuestión se incorpora en la agenda
pública. Este implica la acción de muchos actores que presionan para que sea puesta y considerada
como tal. En este campo de fuerzas, las ciencias sociales juegan un rol fundamental en la pretensión
de universalización y de objetividad del tratamiento de esos problemas. (Bourdieu: 1989, 38;
Lenoir: 1993).
El diario La Provincia de Salta, en 1924 86 en un artículo titulado
“El problema del alcoholismo en el Norte. Actitud del Departamento
Nacional de Higiene. Clara visión de nuestro gobernante” reproduce
una serie de medidas de Gregorio Araoz Alfaro quien era en ese
entonces Director del Departamento Nacional de Higiene de la
Nación, durante la Presidencia de Mariano Torcuato de Alvear, un
radical anti Yrigoyenista. El artículo pone énfasis en que el
alcoholismo es un veneno racial y además un “vicio”, “propio de las
poblaciones nativas del norte”. La relación entre alcoholismo
subsumido en enfermedades “nerviosas y mentales” gana una
dimensión sanitaria y racista. Aráoz Alfaro manifiesta que en estas
provincias “la embriaguez (es) brutal casi cotidiana” (cursivas
nuestras). La noticia cuyo título ya es sugerente, al asumir que el
alcoholismo es un “problema” viene a apoyar además las medidas
tomadas por “nuestros gobernantes”, en ese entonces el gobernador
de Salta el médico Dr. Adolfo Güemes.
Las políticas consistían en
un plan para combatir el
alcoholismo considerada “terrible
endemia que llena anualmente a
las cárceles, hospitales y
manicomios de un gran número de
hombres”. El fundamento del
Director Nacional de Higiene es
aplaudido por el diario local y calificado como una “clara visión”,
puesto que para Adolfo Güemes, el alcoholismo sería el origen del
incremento de enfermedades nerviosas mentales, afirmando que esta
la “causa primera y capital”.

“Cuanto más estudio los problemas sanitarios nuestros,


especialmente de las provincias del norte y territorios
nacionales, más me convenzo que es uno de los problemas más
primordiales que tenemos que resolver, (…) sin ello no
podremos abordar con fruto la profilaxis de la Tuberculosis ni
las endemias de la zona subtropical. Y esto sin contar con que
el alcoholismo, por sí solo, es le origen de múltiples afecciones
viscerales, el factor principal de las enfermedades nerviosa y
mentales, de la locura, del crimen y de la degeneración de la
raza”, esto tiene lugar sobre todo “en muchas provincias y
territorios donde predomina la población de origen autóctono
que por muchas razones debemos proteger y salir no solo del
alcoholismo una lenta y crónica sino a la embriaguez brutal casi
cotidiana”… “..”Es sabido que Salta es una de las provincias
más castigadas por el horrible vicio” (Araoz Alfaro, Director del
86
Diario La Provincia el 2 de Junio de 1924 en (Álvarez Leguizamón y Queiroz Coutinho: 2004)
Departamento Nacional de Higiene de la Nación Argentina,
1924).

Gregorio Aráoz Alfaro publicó en la serie sobre Salubridad


pública y previsión social87 donde tematiza ¿cuáles son las causas de
la mortalidad infantil? Según el ministros serían: a) causas médicas
(debilidad congénita, los vicios de conformación y afecciones del
recién nacido -falta casi constante de asistencia pre-natal-,
afecciones del aparato digestivo o de la nutrición, afecciones del
aparato respiratorio, en especial bronquitis, bronconeumonías,
congestiones pulmonares, neumonía) y b) causas sociales
(ignorancia, mala situación económica) (cursivas nuestras). Vemos
aquí la cadena de homologías morales, racio-genéticas, sociales y
culturales hechos cuerpo en las propias poblaciones que padecen
necesidades de alimentación o acceso a la salud.
En una viñeta de junio de 1943 del Intransigente se da cuenta
de una resolución tomada por el Ministro del Interior de la Nación,
seguramente a sugerencia del funcionario Araoz Alfaro, que no
podrán venderse bebidas fermentadas a los “aborígenes”, aduciendo
“la conveniencia de adoptar esta medida, teniendo en cuenta los
estragos que el alcoholismo causa entre las razas indígenas (cursivas
nuestras)”.
El Estado provincial a mediados del siglo XX, paulatinamente se
va ocupando de generar instituciones especializadas que se
constituyen como públicas, entre otras, cobran importancias las
temáticas de medicina social que comienzan a llamarse
indistintamente como higiene social o Asistencia Social.
Durante la gestión del gobernador del Dr. Ernesto M. Araóz, en
1943 ya se planteaban esta concepción de medicina social asociada a
la prevención y a la higiene social. Dice el gobernador en su mensaje
a la Asamblea Legislativa:

“La evolución de la medicina moderna y los múltiples adelantos


científicos han modificado substancialmente antiguas
concepciones relacionadas con la salud pública y su
conservación, agregando así una nueva rama a estas ciencias:
la medicina preventiva é higiene social, vale decir, que el arte
de curar se va orientando no ya tan solo a combatir las
enfermedades sino a prevenir su aparición.” (Aráoz: 1943, 51,
cursivas añadidas).

Habiendo pasado casi veinte años a la gobernación de Adolfo


Güemes, en la década de 40’, el consumo alcohólico era entendido
por el interventor de Salta Fassio, siendo Perón Ministro de Trabajo,
87
No. 57, editada en Washington : Unión Panamericana, 1930,
como causa de la “mortalidad infantil, los porcentajes elevados de
inútiles al servicio militar, la producción inusitada de locos, dementes,
idiotas, el acrecentamiento de los inválidos, el aumento de los
delincuentes, la muerte prematura con la consiguiente destrucción de
los hogares, y la plétora de enfermos; en fin, una disminución
progresiva de la potencialidad racial y el valor humano” (Fassio:
1944. 105 cursivas añadidas).
Esta cadena de homologías y atributos que se les asigna a las
consecuencias del alcoholismo que va de la mortalidad infantil, hasta
la locura, demencia, idiotas, inválidos “plétora de enfermos”, hasta la
delincuencia, junto a la disminución de la “potencialidad racial”,
muestra la idea eugenésica de que el alcohol es un veneno racial y la
explicación de la desnutrición como una cuestión individual y cultural
y para nada social. Es decir, producto de la falta de medios de
subsistencia básicos para la vida, cualquiera sean ellos: tierra, agua,
salario, acceso a alimentos o titularidades (derechos garantidos) para
tener una vida digna y saludable.
En una viñeta de la época se puede observar lo que se llama “el
problema del indio” en Salta donde está presente la amenaza del
“malón”, la lógica instrumental del uso de la “energía” para el trabajo
para los Ingenios y el ferrocarril (“se abusa de ellos en toda forma,
tareas abrumadoras, pésimo rancho por los que se les puede
descontar 1, 20 por día”) y las políticas paternalistas de tutela que se
proponen. El articulista cree que hay que desarrollar compasión
católica en vez de la “repulsión que inspiran”, “son como hijos
menores a los cuales deberíamos tenderles una mano”. La ciudadanía
se entiende proletarizada y con pantalones “entre los matacos… los
hay que forman su hogar dentro de la habitual familia proletaria”
porque “vestidos con pantalones” hasta “tienen hijos argentinos vale
decir ciudadanos” (cursivas añadidas). La foto que acompaña el texto
muestra la exotización que busca el fotógrafo.
Fassio era médico
y había realizado un
informe sobre las
provincias del norte a
pedido de Perón antes de
ser nombrado
interventor (entre el
15/08/44 y el 6/12/45) y
había impulsado la
política que Perón
llevaba a cabo desde la
Secretaría de Trabajo y
Previsión. Para el gobernador Fassio (1944, 13) la vivienda es otra
problematización social que, según él, ha sido omitida por los
“oligarcas palaciegos” y manifiesta que en su programa
“construiremos, derribaremos las chozas malsanas, tanto en la ciudad
como en la montaña y en la selva. Si es preciso destruiremos con el
fuego las parvas que sirven de “hogares” llevados a los ingenios y
quebrachales. ¡Levantaremos, pues las casas humanas a que tienen
derechos nuestros semejantes! (cursivas añadidas)”. Es interesante
destacar la referencia indirecta al antecedente de incendio de chozas
en el norte argentino, realizadas por el Dr. Salvador Mazza 88, como se
muestra en la película “Casas de fuego” por lo que no se trata de una
metáfora. Más allá de las humanitarias intenciones de Mazza y Fassio,
la quema de las viviendas de poblaciones en el Norte Argentino, en
las provincias de Salta y Jujuy, es de una violencia inusitada.
Fassio al mismo tiempo que denuncia a la oligarquía local,
opina que “las viviendas malsanas, paupérrimas, que tanto abundan
en nuestras provincias tendrán que merecer un estudio especial.
Alguna vez habremos de ocuparnos seriamente de elevar el nivel
humano de la raza autóctona que debemos cuidar como elemento
proverbial89 para el trabajo y evitar, en toda forma, que se pierda
definitivamente” (1943, 20). En su discurso se puede ver no sólo el
racismo indio y los dispositivos integracionistas para convertirlos en
mano de obra, sino lo que Rivera Cusicanqui (2006) llama
miserabilismo, en el sentido que si bien critican la situación social de
ciertas poblaciones y señalan como causas del problema a las
relaciones sociales de dominación, por otro, sus descripciones y
representaciones están llena de adjetivos que denostan y
miserabilizan a campesinos e indígenas, obliterando sus resistencias
y luchas a la situación de dominación local.
Entre otras formas de resistencia en la viñeta del diario El
Intransigente de agosto de 1942, se da cuenta de un “Malón de
hambre” que terminó con represión y muerte de “indios”. Si bien
denuncia la situación de la “explotación inhumana” basada en los
“privilegios políticos” los miserabiliza al afirmar que “no paran
mientes en esclavizar a estas pobres criaturas (cursivas añadidas).
88
Salvador Mazza es el descubridor, junto con el brasileño Carlos Chagas, de la relación entre la
vinchuca y la enfermedad denominada otripanosomiasis americana. Es una enfermedad
generalmente crónica, causada por el Trypanosoma cruzi. El reservorio natural lo constituyen
muchos animales pero en la zona sobre todo la vinchuca, que anida en los techos de las viviendas de
barro y paja típicos de la zona, el cual transmite el parásito cuando defeca sobre la picadura que él
mismo ha realizado para alimentarse. El insecto que transmite esta enfermedad puede infectarse si
pica a una persona que tenga la infección, y así adquirir la capacidad de seguir propagando este
parásito. Salvador Mazza se instaló en Jujuy y allí fundo la Misión de Estudios de Patología
Regional Argentina (MEPRA) en 1928.
89
Aquí la acepción de proverbial se refiere al hecho de ser algo muy notorio, conocido de siempre,
consabido de todos.
La caracterización que hace Fassio de las poblaciones pobres,
muestra una fuerte representación racista eugenésica que vincula los
vicios, que según él estos poseen, a una condición racial particular y,
por otro, la complementa con una idea moralizante de sus hábitos de
vida, junto a una fuerte sensación de amenaza de esos “males”, bajo
la creencia que estos son portadores de enfermedades que se
“expanden” por la provincia90. Aparece la “mortalidad infantil” y la
“infancia desvalida” como una problematización social y
preocupación persistente en todos los gobernadores, cualquiera sea
su partido político, su posición de clase, su linaje. Dice “En los
hogares campesinos, tanto en la montaña como en el Valle y la Selva
se vive en medio del dolor y la miseria” (….). Para el gobernante la
mortalidad infantil está directamente asociada con el alcoholismo y
con la tasa de ilegitimidad de los hijos. “Las endemias comarcanas
señalan índices que consternan. El ciento cuarenta por mil de los
niños de cero a once meses, mueren en esta provincia según las
estadísticas oficiales” (…) “hijos de padres alcoholistas, coqueros,
desnutridos, enfermos, vencidos moral y físicamente, nos dicen las
respuesta del problema. Agréguese a ello, que la tasa de ilegitimidad
de los hijos señala para Salta el 433,13 por mil de los nacimientos en
el último trienio y, y se tendrá la sensación dolorosa del cuadro social
de la provincia”. (Fassio: 1944 cursivas añadidas).
La práctica de mascar coca en Salta está muy generalizada
desde hace mucho tiempo en todas las clases sociales, así como la
cultura de tomar vino. Sin embargo, las clases altas nunca han sido
objeto de dispositivos gubernamentales para “cambiar” sus hábitos
de vida y menos aún se los ha considerado racialmente inferiores por
ello. Cornejo fue el primer gobernador del partido Justicialista (1946-
1949) que lideraba Perón, durante su primera presidencia, quien
habría jugado en rol fundamental en la transformación de la
beneficencia a la Salud Pública, interviniendo la Sociedad de
Beneficencia y abonado la idea del derecho a la salud pública y
gratuita, conteste con la política de Juan Domingo Perón y de Eva
Perón. Para él también los problemas de la pobreza tienen un
componente étnico, racial y moral. Considera Cornejo que los
90
Dice el interventor “lo salarios exiguos, sin relación con el esfuerzo, una alimentación unilateral,
una vivienda precaria sin el más elemental abrigo a las inclemencia del tiempo y los vicios
arraigados, coca y alcohol, que en simbiosis marcan secuelas imborrables en el sistema nervioso. La
migración de grandes masas de obreros que todos los años acuden a los centros fabriles en busca de
trabajo (Ingenios azucareros, Minas, etc.) y que son alojados en el más franco hacinamiento,
contrayendo enfermedades que posteriormente siembran en sus lugares de orígenes vírgenes e
indefensos. Todos estos factores influyen en forma continuada, trayéndonos como resultado, la gran
mortalidad infantil, los porcentajes elevados de inútiles al servicio militar, la producción inusitada e
locos, dementes, idiotas, el acrecentamiento de los inválidos, el aumento de los delincuentes, la
muerte prematura con la consiguiente destrucción de los hogares, y la plétora de enfermos; en fin,
una disminución progresiva de la potencialidad racial y el valor humano” (Fassio: 1944, 105).
indígenas son semisalvajes. Da cuenta de una visión Neo-Lamarkiana
de las influencias del ambiente sobre los hábitos culturales a pesar de
que ya estas ideas habían perdido credibilidad por los
descubrimientos de Mendel. Su discurso si bien está fuertemente
influenciado por las ideas higienistas del momento, como por ejemplo
la creencia en que la ilegitimidad de las uniones maritales son la
causa de la mortalidad infantil al igual que para Fassio, en su discurso
aparece una nueva categoría práctica que substituye la de venenos
raciales (de la etapa de predominio de higienismo eugenésico) los
factores “indirectos de la enfermedad”. Estos factores se denominan
“médico sociales”, vinculados con el estudio de ciertos hábitos
culturales, como el de mascar coca, y que pasan a denominarse más
tarde como “patologías regionales”, o “vicios” que según él dejarían
secuelas en el sistema nervioso y, cómo todo “mal”, deberían ser
extirpados. Esta mirada racista neo-Lamarckiana se basa en la
creencia de una relación estrecha entre geografía y medio ambiente,
etnicidad y moral, vistas como las causas de los problemas de
salubridad, lo que explica y tipologiza personas y espacios que
producen diversas “patologías regionales”.
Según las palabras del gobernador Lucio Cornejo:

“Salta es, posiblemente, la provincia donde la salud pública


necesitaba una acción más pronta y vigorosa. Esta afirmación
resulta comprensible si se reflexiona acerca de todos los
problemas de orden geográfico, étnico y moral que configuran
sus condiciones de salubridad. Existencia de múltiples zonas
distintas unas de otras, con la consiguiente multiplicación de las
patologías regionales91; largas fronteras internacionales, que
exigen constante vigilancia dada la posibilidad (...) de avance
de peligrosas epidemias; población indígena en estado
semisalvaje, con todas las secuelas que se derivan del estado
de miseria y abandono en que hasta hoy vivieron (…);;
debilidad orgánica general, originada por la endemia palúdica,
el alcoholismo y cocaísmo, las diferencias de alimentación, etc.;
pronunciada mortalidad infantil, favorecida por el problema
moral de la ilegitimidad, que afecta a más del 40 por ciento de
los nacimientos producidos en la provincia”. Todo ello produce:
mortalidad infantil, locos, discapacitados, inválidos,
delincuentes y disminución progresiva del “potencial racial”
(Cornejo, 1948: 143, cursivas añadidas).

91
La idea de patologías regionales tiene su origen en el desarrollo de un campo de saber médico
denominado topografías médicas. Esta disciplina se desarrolla en Europa en el siglo XVIII y se incluyen
allí, desde aspectos meteorológicos a un complejo conjunto de acontecimientos naturales: cualidades del
suelo, climas, estaciones, lluvia, sequedad, centros pestilentes. Esta corriente es promovida por
Sydenham, dando origen a un higienismo que prestará una singular atención al medio natural y su posible
relación con los problemas patológicos. (Urteaga, Luis: 1980).
Durante su gobernación se crea la Asistencia Social, intervienen
la Sociedad de Beneficencia e institucionaliza la Salud Pública a partir
del traspaso de los hospitales que estaban en manos de las damas de
la Beneficencia. Una de las funciones del área de la Asistencia Social
promueve estudios de las “poblaciones”, para intervenir socialmente
por medio de la acción que se comienza a denominar social o de
asistencia social, para “los más necesitados e ignorados”, y con una
visión claramente racista y eugenésica, dirigida según el gobernador
a aquellos grupos “con mayores posibilidades étnicos sociales de
mejoramiento” (Cornejo: 1948, 304; cursivas añadidas). La Asistencia
Social nace en Salta entonces fuertemente vinculada al racismo indio.
Se observa aquí también la idea eugenésica de la posibilidad de
regeneración de la “raza”.
El miserabilismo se puede observar en la forma que el discurso
oficial oblitera las luchas indígenas. En 1945 durante su gobierno se
produce el llamado Malón de la Paz. Indígenas de las provincias de
Salta y Jujuy van a Buenos Aires, parte a pie y otros a caballo, luego
de una nota solicitando al entonces Consejo Agrario Nacional que se
restituyesen las tierras al dominio de las comunidades aborígenes,
conforme la ley 880 de 1930. Cuando llegan a Buenos Aires son
recibidos por Perón y por representantes de la Cámara de Diputados
prometiéndoles que se realizaría la expropiación, Perón ordena que se
los hospede en la Casa de los Inmigrantes pero, el 27 de Agosto
fuerzas de la Prefectura y la Policía Federal los desalojan con violencia
y se los obliga a embarcarse en un tren por orden del gobierno sin
que se cumplan ninguno de sus reclamos.
Las preocupaciones de los médicos higienistas y más tardes
sanitaristas salteños fueron, además de las condiciones de vida o los
factores “indirectos de la enfermedad”, las enfermedades en sí y en
conjunto: la tuberculosis, la desnutrición, el paludismo, el bocio, la
lehismaniasis; todas ellas subsumidos en la década del ´60 y para el
médico salteño Arturo Oñativia92 y otros que trabajaban junto a él,
bajo el nombre de “patologías regionales” 93. Para Oñativia, bajo la
clasificación de “patologías regionales” coexisten conjuntamente “el
escaso poder adquisitivo para la compra de alimentos por las
poblaciones y la persistencia de malos hábitos alimentarios” (cursivas
añadidas), “índices de analfabetismo y deserción escolar”, “un
panorama de viviendas escasas, antihigiénicas y con hacinamiento”;
92
Médico salteño fue Ministro de Salud Pública durante la presidencia del radical Illia (1963-
1966), promulgó la ley 17259 de "Obligatoriedad del uso de la sal enriquecida con yodo como
profilaxis del bocio endémico" que lo disminuyo (también llamado cretinismo).. (María Elena
Storani, Biografía del Dr. Arturo Oñativia, en
en http://www.cancerteam.com.ar/invi023.html)
93
Las referencias a las patologías regionales y a la producción del Dr. Oñativia se basa en el
artículo Álvarez Leguizamón y Llao (2005).
“despoblación crónica y sostenida” “un estado de saneamiento
ambiental de significativo deterioro…(etc.)” 94, sin olvidar que,
igualmente se ve al “cáncer de tiroides como patología regional”95.

Algunas reflexiones finales


Las formas de gobierno de la vida que hemos visto en este
estudio de caso muestran que la expansión del capitalismo, a través
del paquete tecnológico de la soja transgénica, es ecocida y etnocida.
Se comprueban casi todos los elementos de un neocolonialismo que,
por un lado, recuerda las economías de enclave descriptas por los
teóricos de la dependencia y por otro es paradigmático de las
estrategias de expansión del capitalismo transnacionalizado. El
neocolonialismo produce procesos de acumulación originaria
constante sobre poblaciones campesinas e indígenas cuyas
subjetividades son minorizadas y representadas como arcaicas e
incivilizadas. Por otra parte, la gran mayoría de los actores del ciclo
productivo y de las exportaciones son empresas locales asociadas con
multinacionales o directamente monopolios multinacionales, llamados
“pool de siembra”. La alta renta que produce se concentra en un
grupo reducido de empresas que transfieren sus divisas al extranjero
(salvo un porcentaje de retenciones a las exportaciones que se ha
visto modificado estos últimos años). Por otra parte, estas políticas y
los sectores privados que se benefician son apoyados por técnicos,
organizaciones gremiales de propietarios y por las políticas
gubernamentales que además ha reprimido la resistencia indígena
con mecanismos de fuerte violencia y prácticas neocoloniales de
discriminación. Las poblaciones indígenas y campesinas de la zona,
víctimas directas de estos procesos se resisten tenazmente con varias
estrategias: judiciales, piquetes, desalambradas, denuncias, al mismo
tiempo que están siendo acorraladas, despojadas, reprimidas
violentamente y privadas de los recursos del bosque y de sus tierras.
El caso analizado muestra que los factores de producción de
pobreza tienen que ver, no sólo, con relaciones sociales de
explotación y dominación locales, sino con procesos macro sociales
de distinta índole pero confluyentes vinculados con: la lógica de la
expansión del capital a nivel internacional (estilos de “desarrollo”
basadas en capital intensivo y destrucción de medios de subsistencia
de los cuales los agronegocios son un ejemplo paradigmático), junto
con políticas gubernamentales nacionales y locales de “desarrollo
94
Oñativia, A.; Estado Actual de la Desnutrición en la Región del Noroeste Argentino, Publicaciones
del Instituto de Endocrinología y Nutrición, Salta. Nº 2, Pg. 3; 1974.
95
Oñativia, A.; El Cáncer de la Tiroides en un Región con Bocio Endémico” Publicaciones del
Instituto de Endocrinología y Nutrición, Salta. Serie “Monografías Médicas” Nº1, Pg. 7,1970.
productivista” que lo fomentan (en forma directa o indirecta), donde
juega un rol fundamental la complicidad de los gobiernos locales y
sus fuerzas de seguridad para con los intereses empresariales. Junto a
ello, los discursos prácticos y los habitus neocoloniales de larga data,
siguen naturalizando formas de expropiación salvaje a partir de
renovados estilos de un racismo indígena que va desde el
integracionismo, la represión lisa y llana, la cooptación, la
descalificación y la muerte.
El carácter transnacional del circuito productivo de la soja,
actúa en un territorio acotado a partir de procesos de expropiación de
riqueza que es acumulada por elites locales y grupos financieros
transnacionales, con el apoyo y la promoción activa de las elites
gubernamentales provinciales vinculadas a los latifundios, la agro
industria y los servicios lo que, en conjunto, constituye el sistema de
los “agro negocios”. Concomitantemente estos grupos han legitimado
esta expansión a partir de la actualización de un discurso práctico
neocolonial que remite al corazón del racismo “indígena”
latinoamericano.
Por otra parte, el análisis del acontecimiento crítico de las
muertes por hambre y su vínculo genético con las ideas de nuestros
gobernantes durante el siglo XX, muestra el posicionamiento de los
funcionarios gubernamentales en un claro habitus neocolonial de
larga duración que explica y problematiza la pobreza y la desnutrición
inveterada de esta provincia, a partir de ciertos hábitos culturales de
las poblaciones pobres/indias/rurales que se considera deben ser
modificados. La pobreza y las bajas expectativas de vida son
producto de viejas relaciones de dominación basadas en la semi-
servidumbre y la hacienda, la súper explotación del trabajo, el
despojo de las tierras, el acorralamiento por la expansión de la
frontera agrícola y la acumulación originaria constante. Estas formas
de dominación se anclan en un inveterado racismo indio que
mantiene persistente las mismas tematizaciones aunque cambien los
saberes y las políticas hacia estas poblaciones. Los dispositivos
disciplinarios de modelación de los comportamientos como la
“educación” (eufemismo neocolonial para “civilizar”) sanitaria que
pueden parecer no violentos, ejercen una violencia extrema sobre el
cuerpo y la “cultura” de las poblaciones en las que inscribe el “núcleo
del problema”. Estos pueden ser considerados como regímenes de
representación, como lo señala Cristina Rojas (2004). Serían los
lugares de encuentro entre lenguajes del pasado y del futuro (creo
también del presente), en los cuales las identidades se construyen
pero donde también se origina, simboliza y maneja la violencia, tales
como los lenguajes de “civilización” y “barbarie” (Rojas: 1994 citado
por Escobar: 1998, 33) o los de “desarrollo” y “subdesarrollo”
(Escobar: 1998) o los de culturas inferiores y superiores. Para
Santiago Castro Gómez (2002, 148) el intento de crear perfiles de
subjetividades estatalmente coordinados conlleva al fenómeno que
denomina “la invención del otro”, temática por otra parte inveterada
de la antropología social. Al hablar de invención, no se refiere
solamente al modo en que un cierto grupo de personas se representa
mentalmente a otra, sino que apunta, más bien a los dispositivos de
saber poder a partir de los cuales esas representaciones son
construidas. “Antes que como el ocultamiento de una identidad
cultural preexistente, el problema del “otro” debe ser teóricamente
abordado desde la perspectiva del proceso de producción material y
simbólica en el que se vieron involucradas las sociedades
occidentales a partir del siglo XVI.
La FAO, el Banco Mundial, el FMI, los gobiernos nacionales y
locales han favorecido el desarrollo de modelos de producción
agrícola intensivas, vinculados a los llamados “agronegocios”, al
mismo tiempo que realizan declaraciones humanitarias sobre el
derecho a no tener hambre, siendo que las primeras son uno de los
factores de su perpetuación y aumento debido a la deforestación,
pérdida de biodiversidad, de recursos para la subsistencia,
contaminación por el uso de agroquímicos, cambio climático
desfavorable para las poblaciones más débiles y expulsión de sus
tierras y recursos del bosque.
Los hábitos, usos y costumbres considerados tradicionales de la
población pobre salteña, en cuanto a vivienda, alimentación y
cuidado de la salud eran concebidos, desde una mirada cientificista
racista, como una traba para el desarrollo y para la Salud Pública.
Esta representación se puede visualizar en los diagnósticos de la
época, que intentaban tipologizar racialmente a la población. Las
clasificaciones se establecían, según la posesión de atributos o
elementos “indirectos” que se consideraba incidían sobre la salud
como: mala vivienda, miseria, falta de educación y poca adecuación
de los “patrones culturales locales” a los estándares de progreso y
civilización. Para los gobernadores la pobreza y la desnutrición se
deben a hábitos culturales, o a la cultura, o las formas de vida (según
el caso) que se consideran venenos raciales, factores indirectos de la
enfermedad o patologías regionales homologados a cuestiones
étnicas, raciales y morales.
En lo que respecta a los saberes en que se funda el racismo
indio que hemos analizado en la última parte, constatamos que el
higienismo es neo evolucionista, lo que se denomina “darwinismo
social”. Se cree que estas poblaciones están en una etapa de
desarrollo atrasado o tradicional, situación que se vinculaba a su
cultura. La idea de “regeneración racial” usada por los médicos
higienistas salteños y su preocupación por las enfermedades
endémicas, cuya causa se veía en los factores ambientales y raciales,
permite entender la violencia de sus políticas sobre las poblaciones
que eran y son tomadas como objeto de intervención por ser focos
portadores de “venenos raciales”, o de patologías regionales o de
hábitos culturales que hay que erradicar. La representación de la
cultura indígena se asocia a condiciones de vida salvaje. Estas tratan
de modificarse por medio de la intervención de la denominada
medicina social, la profilaxis, la epidemiología. De allí que el campo
de las enfermedades llamadas sociales se convirtió en formas de
saber y hacer política, bajo la creencia de las elites de su superioridad
y de la inferioridad cultural de los grupos más pobres, cuyos estilos de
vida, se cree, son la causa de su propia pobreza y de las
enfermedades o “males” que padecen. Lo que se consideraba como
debilidad de la población rural (desnutrición, bocio, tuberculosis, por
ejemplo) se vincula y vinculaba principalmente a enfermedades
endémicas y a pautas culturales como el alcoholismo y la tradición de
mascar coca - propia de la zona andina trabas para la denominada
profilaxis social, como ahora lo son “las pautas culturales”. En la
actualidad no se habla ya de la palabra salvaje pero si de su cultura,
del alcoholismo, la vagancia, la falta de educación, de modernidad,
etc. De allí se justifica un tutelaje moderno que desarrolla
dispositivos educativos de “desarrollo integral” o “humano” para
modificar sus estilos de vida. De esa manera se cree se acabaría con
la desnutrición o la muerte por hambre.

Como colofón tomemos al glifosato como paradigmático, tanto


de esta forma de expansión del capitalismo transnacional y local que
tiene lugar a través de muchas alianzas arborescentes neo
coloniales -entre el estado y el gobierno, la estructura de la hacienda,
las burguesías locales y nacionales vinculadas al gran capital
financiero, los profesionales y funcionarios, etc.-, como de la
destrucción del medio ambiente y el cambio climático por
deforestación, de la expropiación de energía y nutrientes naturales,
de las malformaciones y enfermedades que produce sobre la salud
humana y de la reproducción de la pobreza en general (sobre todo
rural) cuyos efectos son depredadores.
En el caso argentino además, tenemos problemas de
transporte, dado que la cosecha se traslada a los puertos en
camiones (luego de la privatización y levantamiento de casi todo el
sistema de ferrocarriles que se produjo en el gobierno del presidente
Menem) lo que está generando serios problemas, tanto en las rutas
como en las ciudades puertos. En la reciente cosecha a la ciudad de
Rosario entra un camión cada 15 segundos. Como contracara,
tomemos la quiwicha96 como paradigmática de la resistencia que
están ejerciendo las víctimas de la última cadena de expropiaciones.
La planta sagrada de los incas “desafía al gigante Monsanto” en los
EEUU y se han tenido que abandonar cinco mil hectáreas de soja
transgénica y otras cincuenta mil están gravemente amenazadas
debido a la quiwicha. En el 2004, un agricultor de Atlanta comprobó
que algunos brotes de amaranto resistían al poderoso herbicida
Roundup. Bajo la metáfora “cuando la naturaleza devuelve el golpe”
Sylvie Simon (2011) relata:

“Los campos víctimas de esta invasora “mala hierba” habían


sido sembrados con granos Roundup Ready, que contienen
una semilla que ha recibido un gen de resistencia al
herbicida (…). Según un grupo de científicos británicos
del Centro para la Ecología y la Hidrología, se ha
producido una transferencia de genes entre la planta
modificada genéticamente y algunas hierbas
"indeseables" como el amaranto (…) Así, al parecer un
gen de resistencia a los herbicidas ha dado nacimiento a
una planta híbrida surgida de un salto entre el grano que
se supone protege y el humilde amaranto, que se vuelve
imposible de eliminar.(…). Así este bumerán, devuelto
por la naturaleza a la transnacional Monsanto, no sólo
neutraliza a este predador, sino que instala en sus
dominios una planta que podría alimentar a la
humanidad en caso de hambre. Soporta la mayoría de
los climas, tanto las regiones secas como las zonas de
monzón y las tierras altas tropicales, y no tiene
problemas ni con los insectos ni con las enfermedades
con lo que nunca necesitará productos químicos.”

Se dice que los colonizadores de entonces, los españoles,


trataron por todos los medios de exterminar al amaranto, pues con su
harina y sangre humana se hacían ritos, por los que se pensó que
exterminándola se evitarían los sacrificios humanos y no fue así, ni
tampoco ahora. Renace la kiwicha, la planta ancestral se resiste al
depredador, lo neutraliza, aunque sea localmente como en el caso
que analizamos.
Se deduce del análisis realizado que los bolsones de muerte por
hambre no pueden ser resueltos con ningunas de los dispositivos

96
“Pertenece a los alimentos más antiguos del mundo. Cada planta produce una media de 12.000
granos al año y las hojas, más ricas en proteínas que la soya, contienen vitaminas A y C, y sales
minerales.”
técnicos esgrimidos (sanitaristas o pedagógicos) o humanitaristas
(como la declaratoria de derechos a la alimentación o a la cultura
propia, los programas asistenciales alimentarios o de subsidios para
la alimentación) y menos aún con la integración (sojuzgamiento y
etnocidio). Las relaciones de producción que lo produce y sus
discursos naturalizadores debe parar, sino los efectos serán cada vez
más depredatorios a pesar de la bonanza económica que generan
para algunos pocos.

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CAPÍTULO II

DEFENSA DEL LUGAR, LUCHAS CLASIFICATORIAS Y


PRODUCCIÓN DE AUSENCIAS
Reflexiones a partir de movilizaciones étnico-identitarias
relacionadas a la lucha por el territorio en la provincia de
Salta

Mónica Flores Klarik97, Marcela Amalia Alvarez98 y Norma


Naharro99

Resumen
En el artículo se reflexiona sobre las luchas clasificatorias y la
producción de ausencias como parte de las prácticas de dominación-
resistencia y el papel que juega en dicho proceso el conocimiento
académico y científico producido por la antropología a partir de
relatos sobre casos localizados en diferentes regiones de la provincia
de Salta, en los que se evidencian estrategias de defensa del lugar
por parte de grupos subalternizados y catalogados en categorías
como “pobres”, “indígenas” o “campesinos”.
Entendemos el lugar asociado a la idea de espacio vivido como
parte de la experiencia singular de los grupos, donde se inscribe su
historia cargada de significados, sentidos y valoraciones y en donde
emerge una asociación naturaleza/cultura, que varía acorde a la
historicidad particular de cada grupo. Por esta razón, al inscribirse en
la lógica dominante hegemónica de la modernidad estatal, la defensa
del lugar pareciera reducirse a una lucha por la certificación de
titularidad sobre un espacio delimitado, en donde las variables que se
consideran -delimitación, mensurabilidad, inscripción catastral,
derecho a la propiedad- forman parte de las categorías técnico-
racionales y en donde desaparecen los otros aspectos, del lugar que
tienen relevancia en la vida cotidiana de las personas (sacralidad,
construcción de una unidad naturaleza cultura, los ancestros) y que

97
Es antropóloga egresada de la U.NSa. donde actualmente ejerce la docencia e investiga en proyectos
acreditados sobre la problemática del territorio y las demandas indígenas en la provincia de Salta.
Es becaria del CONICET y está cursando el doctorado en Antropología Social en la Facultad de Filosofía
y Letras de la UBA.
98
Lic.en Antropología (Universidad Nacional de.Salta). Docente e Investigadora de la Carrera de
Antropología de esa institución en el área de la antropología social, con especial atención a las
problemáticas de los pueblos indígenas salteños.
99
Lic.en Antropología (Universidad Nacional de.Salta). Docente e Investigadora de la Carrera de
Antropología de esa institución. Ha dirigido numerosos trabajos de extensión en diferentes comunidades
originarias locales. Es especialista en derecho indígena y derecho a la tierra.
forman parte de la construcción de un mundo socio/cultural/natural
propio.
En los regímenes discursivos sobre la diversidad cultural y en el
de las políticas sociales se generan modos de visibilización /
invisibilización, legitimación / deslegitimación de la diferencia, que se
institucionalizan construyendo formatos para su reconocimiento. Esta
lucha por la titularidad de la tierra, actualmente inscripta en las
políticas sobre la diversidad, implica para los agentes involucrados, la
necesidad de demostrar y certificar ante otros, la estrecha asociación
entre territorio e identidad cultural. De allí que se tiende a
esencializar en los discursos y las prácticas, elementos objetivos de
una identidad de los grupos que remiten a historias certificadas por el
saber técnico-científico de la modernidad para entrar en el catálogo
de lo estatalmente válido.
El desafío es hacer visibles las ausencias, sin realizar
traducciones empobrecedoras para no perder de vista la radicalidad o
las alternativas propias de los grupos locales ya que el
reconocimiento de la diferencia debe estar acompañado por la
equidad material y simbólica que implica la eliminación de las
jerarquías de saberes y formas de ser y estar en el mundo.

Palabras clave
Políticas y legislación indígena, luchas clasificatorias,
certificación de identidad, territorio/lugar.

Introducción
La historia latinoamericana abunda en enfrentamientos y luchas
en defensa del territorio como lugar de reproducción de la vida social
y cultural de los pueblos indígenas, algunos se han hecho evidentes
por diferentes estrategias de visibilización y otros han sido
obliterados por el discurso constituyendo un proceso silencioso.
El reconocimiento constitucional que se hace en 1994 en
Argentina de los derechos de los indígenas ha sido una de las
transformaciones legales más importantes de los últimos tiempos en
el sentido de visibilizar las luchas y reclamos por el derecho al
territorio y la identidad. Tras años de invisibilizar la presencia de los
pueblos indígenas, el Estado Argentino ha reconocido no sólo su
existencia sino también su condición de sujeto colectivo de derecho y,
como tal, su potestad para ser titulares de las tierras que
tradicionalmente ocupan100.
La invisibilización operada mediante las políticas indigenistas
del Estado argentino, a la que hacemos alusión en el párrafo anterior,
100
Ver Artículo 75, Inciso17 de la Constitución Nacional Argentina (1994).
tiene aristas muy especiales ya que si bien se les negaba sus
derechos específicos, se habían llevado adelante políticas activas de
“ciudadanización” y “aculturación”, invirtiendo recursos y esfuerzos
de distinta índole para borrar las diferencias de sus formas de ser y
de estar en el mundo.
La historia salteña, se halla signada por una fuerte impronta de
prácticas e instituciones coloniales. En la época colonial, la
Gobernación de estas provincias se relacionó con los pueblos
indígenas a través de políticas indigenistas particulares conforme a
un mismo patrón de dominación 101 según rutas históricamente
diferenciadas102. Estos distintos modos de relación tuvieron un
correlato y una continuidad durante el período de los Estado
Nacionales. En los inicios de la conformación del Estado argentino, se
realizaron con mayor empuje una serie de campañas militares con la
finalidad de exterminio físico de los pueblos que habitaban los
territorios de Chaco y Patagonia para procurar el corrimiento de la
frontera interna. Por otro lado los pueblos andinos, perdiendo su
condición de pueblos de indios pasaron a ser considerados
campesinos siendo sometidos a políticas civilizatorias de asimilación y
ciudadanización e integración. En ambos casos se llevó adelante una
incorporación forzada de las personas como mano de obra barata a
ingenios azucareros y otros emprendimientos de producción
capitalista.
En resumen: tutelaje, asimilacionismo e integracionismo fueron
algunas de las formas político-prácticas en las que se abordó el
“problema del indio”. En todas ellas se consideró un “problema” la
diferencia cultural, pretendiendo eliminarla a través de la
construcción de un ciudadano homogéneo y “formateado” según las
necesidades del proyecto económico del momento, en donde todos
los “recursos”103 debían estar al servicio de una única idea de
evolución, desarrollo y progreso de carácter altamente excluyente y
subordinado para este sector de la población local.

Actualmente, si bien el reconocimiento constitucional de


derechos especiales a los pueblos indígenas habilitó a las
comunidades para reclamar su derecho a la diferencia, en sus
mecanismos administrativos éste debe ser probada y presentada en
formatos autorizados estatalmente. Tales formatos incluyen la
101
Entendemos por Políticas Indigenistas “los diferentes proyecto[s] de los vencedores para integrar a los
vencidos dentro de la sociedad que nace después de la conquista” (Irigoyen Fajardo. 2006, 538).
102
Yrigoyen Fajardo define para el caso de los pueblos andinos en el período colonial tres modelos: a)
Naciones Indígenas colonizadas en el S XVI; b) Naciones Indígenas no sometidas con las que la Corona
firmó tratados; c) Naciones indígenas no colonizadas a donde la Corona enviaba misioneros (Irigoyen
Fajardo. ibídem, 537).
103
Entiéndase tierra, naturaleza, fuerza de trabajo, etc.
nominación-clasificación que debe corresponder a lo reconocido como
válido. Es así que aquellos que fueron obligados a dejar su lengua,
asumidos desde las elites gobernantes como ignorantes y
supersticiosos por sus creencias, discriminados negativamente por su
vestimenta, etc., hoy se encuentran bajo sospecha de no ser
indígenas porque no presentan todos esos caracteres considerados
por algunos como imprescindibles para certificar identidad étnica.
Sucede muchas veces que ese tipo de representaciones
estereotipadas del indio provocan que, pese al avance en el
reconocimiento de la legislación vigente, los derechos reconocidos
continúen siendo letra muerta. Este es el caso en particular, de los
pueblos del Chaco salteño los cuales mantienen su lengua y gran
parte de sus costumbres tradicionales y por ello son percibidos como
detenidos en el tiempo, atrasados, como parte de un pasado que hay
que superar. Más allá de que esté reconocido legalmente el derecho a
la diferencia, en la mentalidad de gran parte de la sociedad no
indígena, se tiene la idea de que la cultura es un problema a
solucionar. Es en este sentido que trabajadores de la salud, maestros
y funcionarios de las distintas áreas estatales encuentran argumentos
creíbles para justificar la injusticia y el despojo.

En el espacio provincial el derecho a la diversidad cultural sigue


siendo una cuestión sin resolver. Se considera comúnmente que los
pueblos con numerosos elementos culturales en tanto marcadores
diacríticos de la diferencia (Barth: 1969) -incluida la lengua- deben ser
objetos de políticas civilizatorias a fin de que abandonen todas
aquellas costumbres consideradas “salvajes” puesto que se visualiza
a las mismas como causales de pobreza. Por otro lado, los pueblos
que por el largo proceso histórico de sometimiento conservan sólo
algunos de sus marcadores diacríticos de etnicidad, devienen en
sospechosos. Su identidad y cultura deben superar las pruebas que se
les imponen para poder ser certificados como diferentes.
En las prácticas, el “indígena deseable” desde la percepción de
agentes vinculados a instituciones del estado nunca llega a ser tal,
ya que en el imaginario social éste aún no representa un conjunto de
valores positivos (para nuestra sociedad) que los haga dignos de ser
considerados como sujetos de derechos especiales.
En la provincia de Salta nos encontramos con una multiplicidad
de casos en los que la defensa del territorio como lugar y de la
cultura como forma de la vida, es un constante hacer cotidiano y
otras veces son procesos de movilizaciones colectivas de grupos de
personas, que han sido obviados como sujetos colectivos de
derechos, y que se ven obligados a tomar parte de luchas
clasificatorias por encajar en las representaciones dominantes,
intentando hacerse visibles para ser tomados en cuenta y ser
respetados como diferentes. A continuación relatamos algunas de las
situaciones que nos llevaron a reflexionar sobre estas
problemáticas .104

La diferencia entre ser “campesino” o “indígena” cuando se


lucha por la tierra
Una vez concluida la ocupación militar de la región chaqueña, a
principios del siglo XX se instala en el norte de la provincia de Salta
un ingenio azucarero que utilizó gran cantidad de mano de obra
indígena para la cosecha de caña de azúcar. Los mecanismos de
reclutamiento de los trabajadores fueron diversos pero en general se
relacionaron con la enajenación de sus territorios, titulándolos a
nombre de terceros, para obligarlos de esa manera a vender su
fuerza de trabajo.
Muchas de las personas indígenas de origen chaqueño y andino
trasladadas con este fin fueron radicándose definitivamente en la
región. Posteriormente cuando el ingenio mecanizó la cosecha de
caña de azúcar, la mano de obra indígena que quedó excluida del
circuito de la zafra, se asentó con permanencia en sus territorios o se
conformaron alrededor de núcleos urbanos de la zona como
comunidades multiétnicas, teniendo como principal medio de
subsistencia el cultivo de la tierra, alternado con el enganche
temporario en fincas agrícolas u otros trabajos informales en las
ciudades cercanas.
En un paraje rural de esta zona habitan alrededor de 50 familias
que trabajan la tierra cultivando hortalizas que venden en la ciudad
ubicada a unos 20 km, donde además asisten regularmente para
acceder a los servicios de salud y educación ya que no cuentan en el
paraje con sala de primeros auxilios ni escuela.
Convocados por un programa gubernamental focalizado
destinado a productores rurales caracterizados como N.B.I.
conformaron grupos de trabajo que les permitió acceder a
financiamientos (subsidios y/o créditos) y a asistencia técnica para
mejorar su producción.
Los titulares dominiales de la tierra quienes tenían la intención
de vender la finca, presentaron una demanda de desalojo ya que la
presencia de los campesinos disminuía el precio de mercado de la

104
Es probable que llame la atención la falta de precisión en las referencias identificatorias de los casos
(lugar, fecha, etnia, etc.). Esto no se debe a un descuido, ni es azaroso, simplemente responde a la
necesidad de preservar los datos de los agentes que están involucrados en demandas concretas ante el
Estado.
misma.
Ante la sentencia judicial que autorizaba el desalojo, los
pobladores intentaron diversas estrategias para conservar su tierra:
algunos entraron en diálogo con los titulares dominiales, quienes
propusieron parcelar una fracción de la finca -la que tiene peores
condiciones en cuanto suelo y acceso a riego- y que se firmara un
contrato de arriendo con opción a venta en el plazo de 10 años. La
firma de este contrato en términos jurídicos implicó para estas
personas la pérdida del ánimo de dueño y por lo tanto la renuncia a la
posibilidad de realizar un juicio de posesión veinteañal que les
permitiera acceder a los títulos de sus tierras.
Otro grupo, con el apoyo de un sector de la iglesia católica
local, decidió cortar el camino de ingreso al paraje para evitar la
entrada de las fuerzas de seguridad encargadas de hacer cumplir la
orden judicial.
En contacto con dirigentes indígenas zonales iniciaron gestiones
ante el Estado para solicitar el reconocimiento como “comunidad
indígena”. Para ello realizaron un acta en la que expresaban su
pertenencia a los pueblos “guaraní, chiriguano, chaguanco, coya,
mataco, wichí, chané y criollos”. Abrieron así un proceso de
reactivación de la memoria histórica, recuperando costumbres y
léxicos de los padres y abuelos, vigorizando las prácticas culturales
indígenas que en muchos casos ya habían sido dejadas de lado.
Finalmente los organismos estatales los inscribieron en el
registro de comunidades indígenas con una denominación que incluía
sólo a dos de los pueblos anteriormente mencionados. La acción de
resistencia al desalojo ordenado por el Poder Judicial a pedido de los
titulares dominiales, implicó para la comunidad una gran inversión de
tiempo y energía de los dirigentes, quienes viajaron a Salta y a
Buenos Aires en busca del apoyo de organizaciones indígenas,
instituciones estatales especializadas en el tema indígena y medios
de comunicación. Estos últimos al tratarse de una comunidad
indígena les brindaron un espacio que les había sido negado en su
carácter de campesinos.
El discurso de los dirigentes se radicalizó construyendo una
alteridad agresivamente marcada en relación con los no indígenas
“blancos”. En esta categoría de “blancos-enemigos” se incluyó a los
titulares dominiales que pretendían quitarles sus tierras, a los vecinos
que firmaron el contrato de arriendo, a técnicos que trabajaban con
ellos, a miembros de la iglesia, entre otros.
En este caso podemos visualizar cómo, en relación a las
políticas de desarrollo y programas de asistencia, los miembros de la
comunidad se vinculan con una representación de pobreza, entrando
en la categoría de “beneficiarios” como población objeto de asistencia
y tutela de las instituciones desde donde se canalizan las "ayudas".
En un segundo momento al posicionarse como indígenas en tanto
sujeto colectivo de derecho, se radicalizaron las diferencias,
activando una alteridad confrontativa basada en la oposición binaria
blanco/indio, proceso que sirvió como respuesta a las jerarquías
previamente dadas y les dio la posibilidad de una acción política con
mayor autonomía. Para que esta reafirmación identitaria cobrase
legitimidad y les permitiera defender su territorio, tuvieron que apelar
a un repertorio de etiquetas étnicas plausibles de ser certificadas,
vinculadas a nominaciones estatalmente reconocidas y
científicamente validadas.
El discurso del derecho indígena revirtió la condición de
“ausente” como sujetos colectivos de derecho. Su apropiación los
habilitó para realizar demandas y exigirle al Estado que cumpliera con
la legislación vigente ante la amenaza de perder sus tierras. En este
sentido, la lucha por el "territorio" representa una defensa del lugar,
en tanto espacio o reducto de la existencia física y social. Y todo esto
va más allá de que los medios y condiciones objetivas para la
subsistencia o reproducción social hayan sido y continúen siendo
enajenados.

“La patrimonialización de la memoria para la defensa del


lugar”
Este caso proviene de una región en la cual la densidad de
sitios arqueológicos denota una ocupación de gran profundidad
temporal. Desde épocas precolombinas fue una importante zona de
paso que conectaba los Valles con la Puna, el Océano Pacífico y el
área andina central. En el período colonial la región participó del
comercio de mulas desarrollándose haciendas latifundistas que
despojaron de la tierra a los pobladores nativos quienes cultivaban
pequeñas parcelas para el autoconsumo, incorporándolos a la
explotación en carácter de arrenderos y pastajeros.
A lo largo del tiempo se han ido conformando pequeñas
comunidades con un patrón de asentamiento disperso, cuyos
pobladores practican la ganadería extensiva y venden
estacionalmente su fuerza de trabajo en establecimientos agrícolas
de la región.
En los asientos de principio del siglo XX del libro histórico de la
escuela de uno de los parajes se puede leer la caracterización que los
maestros realizan de los “aborígenes” locales en donde se resaltan
como negativos los rituales “paganos” y otras costumbres “poco
civilizadas”, señalando la necesidad de transformarlas.
A partir de 1924 se habilitan distintos tramos del Ferrocarril, el
que además de ser incorporado rápidamente a las actividades de las
comunidades del lugar, favorece la instalación de empresas mineras,
que también emplean mano de obra local.
En 1969 trabajadores rurales y campesinos de la zona tienen
una activa participación en la conformación de la Federación Única de
Sindicatos de Trabajadores Campesinos y Afines (FUSTCA), llevando
adelante luchas en defensa de derechos laborales y derecho a la
propiedad de la tierra. Esta actividad reivindicativa se ve
interrumpida por presiones e intimidaciones a los militantes sociales.
En febrero de 1976, la “desaparición” de uno de sus principales
dirigentes en manos de la “Triple A”105 marca un hito en la declinación
de la lucha.
Cuando en la década de 1990 se privatiza el Ferrocarril, se
interrumpen los circuitos locales y muchas comunidades quedan
aisladas, debiendo readaptarse a la nueva situación.
Entre la mayoría de los pobladores la tradición cultural andina
no han perdido vigencia durante todo estos períodos, la preservación
y reactualización de la cultura material y simbólica remiten a una
práctica constante de transmisión de saberes de generación en
generación.
Al presente, se está incrementando notablemente la promoción
del lugar como producto turístico, desarrollándose esta actividad de
neto corte extractivo con muy poca participación de la población local
en cuanto al manejo y control de los recursos y en las ganancias que
ésta produce. A nivel gubernamental se han iniciado gestiones para
que la zona sea declarada “Patrimonio de la Humanidad”
argumentando su riqueza cultural, paisajística y la presencia de un
tramo del “camino del Inca”. Todo esto confluye, produciéndose una
activación del mercado inmobiliario -con el consiguiente incremento
del valor del precio de la tierra- lo cual genera inseguridad e
incertidumbre en los pobladores, la mayoría de los cuales no son
titulares dominiales de sus tierras.
En algunas comunidades del área baja se inició un proceso de
reivindicación étnica bajo el liderazgo de dirigentes recientemente
instalados en la zona que gestionaron una personería jurídica
indígena adscribiendo al pueblo Kolla, a través de la cual se obtuvo y
repartió un cupo de becas estudiantiles provista por el Instituto
Nacional de Asuntos Indígenas.
Posteriormente y tras intensos debates y disputas internas, la
105
La “Triple A” (Alianza Anticomunista Argentina) fue una organización paramilitar que llevó a cabo
cientos de asesinatos de luchadores sociales entre 1973 a 1976. Sus acciones fueron catalogadas por la
justicia argentina como delitos de lesa humanidad.
organización zonal que reúne a la mayoría de las comunidades
adscribió a una categoría étnica cuya etiqueta clasificatoria remite a
la toponimia local, la que hasta ese momento no figuraba en el
repertorio de clasificaciones étnicas estatalmente reconocidas. La
adscripción a la nueva categoría étnica que remite a la toponimia
local implica el inicio de una lucha clasificatoria para imponer su
autonominación en el repertorio de las categorías estatalmente
reconocidas, a la vez que los independiza y particulariza en su
representación ante el Estado.
Se inicia así un proceso tendiente a lograr el reconocimiento
estatal de su existencia y denominación. Al ser inscriptos con esta
nominación en el registro estatal han logrado particularizar su
representación ante el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI),
ya que según la reglamentación del mismo las comunidades eligen un
representante por Pueblo. El haber logrado el reconocimiento estatal
se constituyó en una herramienta fundamental al momento de
detener los desalojos ya que esto les permitió ampararse en leyes
tales como la 26.160106.
En los grupos que participan del mercado turístico, la etnicidad
se fue activando como un recurso con valor económico, como un
producto para el consumo de los que buscan comprar el “contacto
con la diferencia”. La exacerbación de íconos y emblemas que
remiten a un pasado indígena incaico, se codifica en el lenguaje del
discurso turístico. Este discurso está basado en una idea de
patrimonio que pone en valor símbolos que representan rasgos de
culturas ordenadas en una escala jerárquica. Es así que lo incaico
-como representación civilizada de lo indígena- genera un plus valor
en relación a otras tradiciones culturales barbarizadas o salvajizadas.
La actividad turística exige una espectacularización de los rasgos
emblemáticos de la cultura, apropiándose de su valor simbólico para
ofrecerlo como "marca" del espacio local. Sus pobladores pasan así a
ser construidos externamente como un “otro diferente” valorado por
su significado estético.
Estamos entonces en presencia de identidades subalternizadas
de larga data, que van tomando preponderancia según el contexto
histórico en el que se encuentran. Las identidades étnicas y las de
clase no son excluyentes, sólo que se activan en espacios de
interlocución concretos. Lo que otrora fue una reivindicación de clase,
sustentada en el lema “la tierra para el que la trabaja”, se fue
resignificando en el presente como una reivindicación étnica en la
que el argumento principal para reclamar su derecho a la tierra es la
106
La ley 26160, denominada como “De emergencia en materia de posesión y propiedad de las tierras que
tradicionalmente ocupan las comunidades indígenas originarias del país” fue sancionada el 1/11/2006 y
promulgada el 23/11/2006.
preexistencia al Estado. Pero de todas maneras lo que continúa
vigente es la necesidad de contar con los títulos de la tierra para
defender el lugar, el cual tiene especial significancia para la
reproducción social, cultural y económica de la vida.

Cuando la comida y el agua desaparecen ...


“Yo no sé hablar bien el castellano...Cuando yo era
chango de la zona de la ruta 86. Ante en el tiempo de nuestro
abuelo tenían paz, tenían libertad pero sin embargo a nuestros
abuelos anunciaban que iban a venir esta gente, pero nosotros
con esta gente tenemos que hacer valer los derechos que nos
están favoreciendo, pero esta ley depende de uno, si uno no se
hace respetar por más que hay una ley... yo voy a retomar la
tierra, la tierra es mía!. Yo soy dueño de la tierra, ante yo no he
conocido ningún propietario, nunca hemos visto, en tiempo de
mis abuelos teníamos paz, tranquilidad. Pero ha llegado un
momento en que han venido uno que decían ser dueño, ya han
metido alambrado, no se puede pasar... como si fuese que no
había dueño.. y se cumplió lo que decía mi abuelo, gente que
no sabia leer, ya anunciaba que iba a pasar esto, desde hoy
nosotros queremos que nos reconozcan de una vez por todas!.
Eso es lo que queremos nosotros... (Representante Wichi)

Historizando el proceso de producción del “otro” Wichí,


podemos citar diversidad de nominaciones con las que se han
registrado a estos habitantes del Chaco. “Mataco es el etnónimo 107
con que los españoles de la conquista del Chaco, los criollos de la
colonización y los etnógrafos de este siglo nombraron a ciertos
grupos que compartían, en términos generales, una lengua y un
carácter (ethos) cultural común”108 (De la Cruz: 1997, 15).
El territorio de este pueblo supo abarcar, al momento de la
conquista, el área geográfica del Chaco Central y el pedemonte
cordillerano. Las campañas militares acontecidas durante la colonia
conformaron un borde en este territorio que posteriormente -durante
el régimen republicano109- se fue corriendo en sentido oeste-este. Los
indígenas que sobrevivieron a estos encuentros militares y a las
pestes que los mismos trajeron, para sobrevivir a siglos y años de
violencia del blanco hacia ellos se fueron replegando en el monte. Es
en el monte donde se mantuvieron como refugiados de las
107
Dentro de los etnónimos podemos distinguir los nombres con los que el grupo se autodenomina de las
denominaciones que les asignan otros grupos sociales con los cuales se relacionan – incluida aquí la
academia. (Albó: 2005).
108
“Al principio eran muchos los gentilicios con que se conocía a esta gente: abuchetas, hueshuos (o
vejoces), pesatupés, mataguayos, pelás, matacos, matucos, noctenes, entre otros y terminaron siendo
“matacos” a secas sin distinciones” (De la Cruz: ibídem,15)
109
La Campaña al Chaco puede ser considerado el primer avance durante el régimen republicano sobre
territorio Wichí.
transformaciones de los procesos de modernización. Su incorporación
a los ingenios, como mano de obra barata, les proporcionaba en
algunos períodos del año el acceso a otros bienes de consumo
novedosos para su cultura. De estas prácticas de “enganche” en la
zafra azucarera, contrajeron otro tipo de vínculos con el blanco que
redundaron en la configuración de distintos estilos de vida posibles: la
vida en el monte donde se mantuvieron alejados de los cambios y
transformaciones de la modernidad o el traslado a centros urbanos
donde encontrar trabajos de “enganche” temporario una vez que la
zafra se hubo mecanizado.
El caso que analizamos corresponde a un conjunto de
comunidades Wichí que se encuentran ubicadas a lo largo de la Ruta
86. Esta ruta se extiende hacia el noreste de la ciudad de Tartagal,
Provincia de Salta. Esta era una zona “montaraz” en la que se fue
tornando casi imposible la vida en el monte a causa de los desmontes
para soja, multiplicados en los años 2000 a instancias de empresas
con gran inversión de capital y con vínculos en el gobierno provincial.
Estas comunidades se encuentran transitando desde el año
2004 por una etapa de resistencia y movilización ante el avance de
los desmontes y expropiación de sus territorios y recursos. El proceso
ininterrumpido110 de deforestación de sus tierras llevado a cabo a lo
largo de estos años ha ocasionado cambios drásticos en el entorno
natural y en la disponibilidad de recursos, afectando directamente a
las comunidades ya que las mismas subsisten en gran medida de la
caza y la recolección de frutos del monte.
Desde hace mucho tiempo estos territorios fueron titularizados
por el Estado a particulares que los utilizaban como garantías para
préstamos bancarios, los destinaban a la explotación forestal y/o a la
ganadería extensiva, y aunque “competían” de manera conflictiva
con las actividades de caza y recolección de los grupos indígenas,
permitían su coexistencia.
Con la reactivación del mercado de tierras 111 y la instalación de
las empresas agrícolas se produjo la incorporación de extensas
superficies a la agricultura (especialmente de soja) lo que implicó un
grave y acelerado deterioro de las condiciones de vida de las
comunidades que se vieron obligadas a refugiarse en los pequeños
espacios que quedaron (cortinas forestales) o migrar a las zonas
110
La cantidad de hectáreas desmontadas ha tenido un incremento exponencial en estos últimos años. Los
datos indican que entre el 2004 y el 2007 en el Departamento San Martín aumentó a 217.569 has.
(Asociana).
111
La activación del mercado de tierras se relaciona también con la política cambiaria que mantiene el
dólar “alto”, lo que favorece la exportación de productos agrícolas principalmente soja a precios
sumamente competitivos y posibilita que el valor de venta en dólares de la tierra en Argentina sea bajo
comparado con los estándares internacionales.
periurbanas. La degradación ambiental derivada del desmonte de
vastas superficies se ve agravada por las permanentes fumigaciones
con agroquímicos, las que afectan directamente la salubridad del
agua y de los espacios donde transcurre la vida cotidiana de la gente.
El establecimiento de los alambrados delimitando las
propiedades además impide el tránsito por las sendas tradicionales
dificultando el acceso a las fuentes de agua y a los espacios de
relevancia cultural y representa una ruptura de los circuitos de caza y
recolección. La combinación de todos estos factores (desmontes,
escasez de agua potable, contaminación, alambrados,
arrinconamiento) más las continuas amenazas de desalojo por parte
de los titulares dominiales han originado numerosas acciones de
protesta y resistencia como cortes de alambrados y piquetes en
rutas, quemas de herramientas y tomas de vehículos y topadoras.
Ante esta situación el Estado provincial tuvo dos tipo de respuestas:
por un lado la represión policial con la criminalización de los
dirigentes indígenas y por otro la intermediación en un conflicto
considerándolo entre privados (las empresas agrícolas y las
comunidades) sin asumir el rol que por ley le compete: garantizar el
cumplimiento de los derechos indígenas reconocidos
constitucionalmente.
Los grupos Wichí en cuestión, escasamente hablan castellano y
no tienen (salvo algunos dirigentes) conocimiento de sus derechos.
Como se encuentran afectadas las posibilidades de reproducción de
su vida han reaccionado con más ímpetu. A pesar de haber sido
objeto de represión, los Wichí continuaron con sus movilizaciones y
cortes de ruta. Y así también esta permanencia en la lucha intensificó
la criminalización de sus acciones con episodios de denuncias,
persecución y encarcelamiento a sus principales dirigentes y
caciques. Es importante destacar que este proceso también fortaleció
la organización y el acercamiento entre grupos de diferentes pueblos
que estaban en lucha.
Con el episodio de represión producido en enero del 2008 se
puso en evidencia una continuidad en el manejo de la cuestión
indígena a nivel provincial, a pesar de que la nueva gestión
gubernamental iniciada en diciembre de 2007 había asumido con la
promesa de priorizar y resolver la problemática indígena 112.
Son múltiples los indicios y las señales que se han recibido
respecto al destino marginal de los pueblos cazadores y recolectores

112
La represión desmedida ante un corte de ruta llevado a cabo por los indígenas del Chaco contrasta con
la respuesta gubernamental ante los “piquetes” masivos y mediáticos de los productores agrícolas
-especialmente sojeros- quienes contaron con la “colaboración” de Gendarmería para mantener el orden.
Por otra parte en este conflicto, que construye una representación del campo vs. gobierno se invisibilizó la
existencia de los reclamos indígenas y campesinos.
del Chaco salteño. Después de una historia de matanza, abuso,
explotación laboral y desatención, las comunidades del pueblo Wichí,
se ven colocadas en el centro de la discusión. Este pueblo que fue
exprimido hasta el cansancio se ve culpabilizado desde el discurso del
gobierno por mantener su propia cultura, por mantener su costumbre
ante el devenir histórico que se supone como progreso.
La muerte de varios niños Wichí de 6 meses a 3 años de edad
en los primeros meses del 2011 a causa de cuadros de desnutrición
graves, ha llevado a la discusión pública 113 los problemas
infraestructurales y de interculturalidad que aún, a pesar de la
legislación vigente, existen y tienen actualidad.
A modo de ejemplo transcribimos literalmente una serie de
dichos publicados en la prensa gráfica que muestran de que manera
se justifica, se oscurecen y se invisibilizan las causas de fondo.

Para el gobernador de la Provincia Juan Manuel Urtubey,


la crisis del norte provincial no es sanitaria ni social sino cultural
(Diario El Tribuno, 5 de febrero 2011).

El eje de la cuestión es fortalecer en términos sanitarios y


culturales la inclusión de aquellos que aún teniendo
infraestructura sanitaria no quieren asistir por una cuestión
cultural. Yo no transfiero nuestra responsabilidad pero debemos
advertir que allí (en el tema cultural) está el verdadero
problema (Urtubey, El Tribuno, 5 febrero 2011).

Es importante que haya un cambio en las costumbres,


pero desde el punto de vista de la cotidianeidad. Los aborígenes
tienen pautas dadas a través de los años y les cuesta
modificarlas, pero tienen que incorporar el sentido de riesgo en
el niño y comprender que es necesario recurrir al médico (...)
Muchas madres recurren al curandero porque piensan que su
hijo está “aicado”, cuando lo ven flaco y, en realidad, está
desnutrido” (Beatriz Serrato – Pediatra salteña especialista en
trastornos alimentarios – El Tribuno, 13 febrero 2011).

Se debe educar para que la gente recurra a los centros


asistenciales y para que, si lo hacen, sepan comprender las
recomendaciones del médico, pero también los profesionales
puedan entender y respetar las creencias de los aborígenes
(B.S-Pediatra, El Tribuno, 13 de febrero 2011).

Las raíces del problema son mucho más profundas. La


113
Si bien sale a la luz y es tomado por la prensa en un contexto preelectoral donde se entrecruzan
distintos intereses y culpabilidades entre representantes del gobierno anterior y el actual, el problema de
la desnutrición en la zona no es nuevo. Además como se puede visualizar en el relato del proceso
histórico, es consecuencia lógica de la acción sistemática de avasallamiento de las comunidades y
expoliación centenaria.
desnutrición por falta de alimentos, no es un problema médico,
es un problema social y político. El hambre es un crimen, y si
los gobiernos no lo combaten, se convierten en responsables”
(Dra. Lapasset CTA-Salta, El Tribuno, 5 febrero 2011).

Hace diez años nosotros vivíamos con lo que


necesitábamos, pero vinieron las topadoras y la comida se
acabó” (Roque Miranda, Líder de Lapacho Mocho, Clarín, 20 de
febrero 2011).

En 1996 acá teníamos bosque nativo, pero lo tiraron abajo


y sembraron. Después vinieron las enfermedades que los
médicos no saben decirnos qué son. Y no pudimos vivir más de
la naturaleza, ya ni miel sacamos, todo este campo que nos
rodea no sirve para más (Miranda, Lapacho Mocho, Clarín, 20
febrero 2011).

La invisibilización, muy evidente en las citas, es una


reactualización de la colonialidad donde los agentes que reproducen
este esquema de poder disimulan su responsabilidad en esa misma
reproducción. De este modo, quedan expuestas las representaciones
sociales respecto a los Wichí, y a los pueblos cazadores y recolectores
en general en las circunstancias actuales. Además se pone en
evidencia la forma en que los afectados restringen su demanda
dentro de las reglas de juego que el Estado y sus agentes demarcan.

¿Lucha por el título de la tierra o defensa del lugar?


En términos generales podemos visualizar que los actuales
movimientos sociales de base étnica tienen como denominador
común la "lucha por el territorio". En términos legales, esta lucha es
por los títulos de propiedad de la tierra. A su vez, en la práctica,
implica obtener garantías de permanencia y de uso, pero
principalmente se constituye en resguardo jurídico ante amenazas de
desalojo.
Si bien las demandas parecen focalizarse en torno a la
obtención de la titularidad como solución a las problemáticas que
atraviesan las comunidades indígenas, hay cuestiones económico-
políticas de índole estructural que trascienden a cada caso y que en
las demandas quedan veladas pero que sin embargo están en la base
de los conflictos.
Esta disputa, se da en el marco de relaciones sociales
desiguales y asimétricas, lo que nos lleva a plantear otros aspectos
presentes que están imbricados entre si. Es necesario abordar el
problema haciendo referencia a que toda ausencia es producto de un
proceso de invisibilización del otro, y en ese proceso aquel que
produce al otro como ausente es quien clasifica. Luchar por el
territorio, implica necesariamente cuestionar lo dado, lo asumido
como natural y tomar parte de una lucha clasificatoria.
Por un lado tenemos que considerar las cuestiones de índole
macro estructural en las que se configuran los conflictos de base
territorial, y por otro, la significancia cultural y económica que tienen
para la gente que reclama aquellos lugares que están en disputa.
En los ejemplos de los casos presentados para la discusión, la
lucha por la titularidad de la tierra, se plantea como el objetivo
principal de las acciones reivindicativas. La importancia central que
para la gente reviste esta certificación estatal (los títulos de la tierra)
deviene de circunstancias históricas concretas, marcadas por ideales
de modernidad y progreso.
Nos preguntamos qué aspectos soslaya esta lucha por el título
de la tierra, cuál fue el proceso que lleva a las comunidades indígenas
a enunciar de esta forma de demanda; por qué la certificación estatal
se esgrime como el objetivo a alcanzar. Para comenzar a
responderlas tenemos, en primer lugar, que establecer la diferencia
conceptual entre territorio, espacio y lugar. Desde la geografía crítica
se viene sosteniendo que comúnmente existe una visión estado-
céntrica de lo que es el territorio, y que por ende en la representación
del territorio siempre tendemos a asociar la idea de un Estado (Sousa
Santos: 2010) con sus bordes, sus recursos, su control soberano y una
identidad homogénea. Esta representación del espacio de la
modernidad, viabilizada por la cartografía como cuadrícula
aparentemente neutra se presenta como una idea hegemónica que
se constituye en un referente con pretensión de universal, borrando
(del mapa) representado otras formas de construcción del espacio en
tanto espacio vivido y experimentado por grupos concretos cuyas
identidades siempre han trascendido las fronteras fijadas por los
Estados (Ferguson y Gupta: 1997). Distinguimos, entonces, las
nociones de territorio y lugar como dos elementos diferentes en la
representación del espacio culturalmente construido. Según Segato
(2007), el territorio es una noción estrechamente vinculada a la
noción de poder y dominación. Es la efectivización de un control del
espacio y su demarcación. El lugar, más que el territorio, está
asociado a lo que Lefevbre (ibídem) concibe como espacio vivido;
esto es, el espacio de la experiencia, como parte de la historia
singular de los grupos cargada de significados, sentidos y
valoraciones, que por ende nunca puede ser algo fijo y estático sino
que se define en la particularidad de los procesos y relaciones del
contexto social que se trate.
Respecto a la significancia del lugar en los conflictos
territoriales, tenemos que considerar que lo que está en juego,
además del sustrato físico, es el sentido de pertenencia, es decir, su
significación social y su relevancia para la existencia cultural, lo que
importa en la vida cotidiana de los grupos que reivindican derechos
territoriales. Como plantea Escobar (2000), el "lugar es una
experiencia de localidad específica con algún grado de enraizamiento,
linderos y conexión con la vida diaria”. Aunque su identidad sea
construida y nunca fija continúa siendo importante en la vida de las
personas, sobre todo por el sentido de pertenencia que se le asigna.
Si entendemos que los lugares son creaciones históricas,
dotadas de una significación particular por parte de los grupos
sociales, debemos considerar que los mismos no pueden ser
reductibles a concepciones con pretensión de universalidad por parte
de las agencias del capital y el saber científico moderno, pues éstos
ponen énfasis sobre todo en cierta idea de "territorio", que como
vimos se naturaliza a aquel correspondiente al Estado.
Dentro de las cuestiones estructurales más locales, a nivel
provincial, aparecen como telón de fondo en los actuales conflictos,
elementos que nos informan sobre una reconfiguración del espacio
(Harvey: 1993) puesto a disposición de la reproducción del capital,
que ha ido generando en su aplicación múltiples contradicciones
sociales. Éstos elementos se vinculan con la política económica de
corte neoliberal que se profundizó a partir de los 90’. Entre estas
cuestiones están la ampliación de la frontera agrícola 114, la
privatización de empresas estatales 115 y la paridad bancaria. En este
contexto geopolítico se ha invadido el lugar de las comunidades
indígenas, convirtiendo la tierra en materia de disputa, resultando
que para asegurar su permanencia en el territorio el elemento clave
es la “titularidad dominial” del mismo.
En los movimientos de base étnica también se utiliza la noción
de territorio como forma de resistir a la dominación del espacio de la
modernidad. En este caso se reactualiza la forma de territorio basada
en el control, la dominación de los recursos y la creación de límites
excluyentes, lo cual contradice pero a la vez asume la representación
dominante del Estado.
Por esta razón, al inscribirse en la lógica hegemónica dominante
de la modernidad estatal, la defensa del lugar pareciera ser que se
reduce a una lucha por la certificación de titularidad sobre un espacio
delimitado, en donde las variables que se consideran -delimitación,
mensurabilidad, inscripción catastral, derecho a la propiedad- forman
parte de las categorías técnico- racionales y en donde desaparecen

114
Ver Trinchero (2000), Leake (2009), Leake y Ecónomo (2008).
115
De estas las más significativas fueron Ferrocarriles Argentinos, YPF, AGAS, etc.
los otros aspectos del lugar que tienen relevancia en la vida cotidiana
de las personas116 y que forman parte de la construcción de un
mundo socio/cultural/natural propio.
Nos interesa destacar justamente esto último. El lugar, emerge
de una asociación naturaleza/ cultura, que varía acorde a la
historicidad particular de cada grupo. Y en ese sentido, habría que
pensar la lucha por el territorio por parte de las comunidades
indígenas, como un proyecto de defensa del lugar y del lugar en un
sentido ontológico (Blazer: 2009).
En el proceso de creación del lugar, específico y situado, el
conjunto de emblemas demarcatorios son recreados en un sentido de
apropiación, y constitución de linderos nosotros/ellos, generalmente
para el adentro del grupo encierran un carácter ontológico (Blazer:
ibídem y Viveiros de Castro: 2004), y en relación a un “ellos” estos
emblemas remiten a un ordenamiento simbólico hegemónicamente
constituido como referencia para las luchas enmarcadas en los
discursos que ofrecen las instituciones creadas para su
reconocimiento: el derecho.
El lugar es así la base desde la que emergen los proyectos
políticos, en estrecho vínculo cultura/ naturaleza, como una creación
no reductible a los espacios del capital y la modernidad basados en
otras concepciones de la naturaleza y la cultura (Blazer: op.cit.).
En el proyecto de la modernidad, la representación del espacio
está construida por un conjunto de categorías técnico-científicas
tendientes a su cuantificación y a la escisión naturaleza/cultura. Así
también la modernidad crea grupos subalternos valiéndose de
sistemas clasificatorios y jerarquizantes. En este marco, los proyectos
de defensa del territorio, se inscriben en estas representaciones
dominantes para ser tomados en cuenta como válidos, y de esa forma
se obstaculiza una compresión mas amplia de los modelos de
naturaleza/cultura basados en el lugar, los cuales son los de mayor
implicancia para la vida de las personas ya que en ellos se inscribe su
historia, su sentido de pertenencia y significación social, pero sobre
todo su existencia material y concreta que forma parte de la vida
cotidiana y su continuidad en el tiempo.

La certificación de identidades y las luchas clasificatorias


En los casos analizados, la lucha por la titularidad de la tierra
hace referencia a un estrecho vínculo material y simbólico entre
territorio e identidad cultural. Podría pensarse siguiendo en detalle
algunos casos de los reseñados, que se tiende a esencializar en los
discursos y las prácticas elementos objetivos de una identidad
116
Por ejemplo sacralidad, construcción de una unidad naturaleza/cultura, los ancestros, etc.
(subjetiva) que remite a historias certificadas por el saber científico
de la modernidad para, de esta manera, entrar en el catálogo de lo
socialmente válido.
El hecho de la certificación, conlleva a la clasificación 117 de
identidades en válidas e inválidas, auténticas e inauténticas en el
juego de las luchas por el ingreso a lo instituido por el Estado en tanto
espacio del capital y la modernidad.
Las nuevas formas de construir una alteridad subalternizada en
torno a la etnicidad y la pobreza, forman parte de un proceso más
amplio en el que intervienen además de las nuevas transformaciones
estructurales de la economía y la política local, la implementación
política de nuevas concepciones sobre el tratamiento de la diversidad
étnica al interior del Estado nacional y provincial, en este caso,
viabilizado -mediante la legislación indígena y un conjunto de políticas
sociales- la inclusión de lo indígena como parte del sector vulnerable
de la población.
En este marco, se han creado un nuevo conjunto de etiquetas
que son el resultado de la aplicación de nuevas políticas sobre la
diversidad cultural, las cuales han incidido en las prácticas sociales y
la vida cotidiana de los sujetos o grupos que hacen suyas las
clasificaciones burocrático-legales enmarcadas en el derecho
indígena, a través de un proceso de resignificación.
A fines del siglo XX, en un contexto de multiculturalismo
globalizado, desde el Estado se habilita la construcción de
“etnicidades emblemáticas” (Segato: ibídem). Para ello se impone
como requisito la obtención de certificaciones del propio Estado que
las validan en base a formatos de la diferencia estandarizados que
pautan y normativizan la alteridad, relacionada a una idea cosificada
de cultura que se pretende estática en el tiempo, y se apela a
categorías construidas desde la academia.
El derecho indígena, pasa a contemplar y legitimar esta forma
117
Clasificar significa disponer grupos según relaciones muy especiales, con la consiguiente implicancia
de ordenamiento y jerarquización. Como postulan Mauss y Durkheim (1904), la base de las
clasificaciones está en la existencia de mimesis entre las relaciones sociales y las cosas, y por ello, esta
mimesis deviene en naturalización.
En sociedades jerárquicas los grupos sociales hegemónicos logran imponer sus representaciones o
puntos de vista o los principios de visión y división del mundo social, construyendo a partir de estos
principios particulares categorías que aspiran y pretenden detentar universalidad. (Bourdieu: 1995).
Diversas instituciones creadas a partir de la conformación del Estado entre ellas el Derecho y la
Escuela se constituyeron en ámbitos o dominios de la producción simbólica, y en órganos productores y
reproductores de las representaciones sociales oficiales, “uno de los poderes mayores del Estado es el de
producir y de imponer las categorías de pensamiento que aplicamos espontáneamente a cualquier cosa del
mundo” (Bourdieu: 1996,.5). Y estas representaciones se consolidan a partir de los que hablan/hacen
autorizadadamente, en nombre del bien común, dentro de los espacios de poder estatal. Por un lado
tenemos las leyes y legislaciones, como una estrategia política por la cual se van formalizando las
representaciones hegemónicas, “forma objetivada y codificada del capital simbólico”(Bourdieu: 1996) y
también la Escuela, como Institución encargada de la socialización de los “ciudadanos del mañana” en la
“comunidad imaginada” (Anderson: 1992) particular, que es la Nacional.
de acceso a las ayudas y políticas sociales. Los derechos reconocidos
a un colectivo y no a individuos aislados, fomentan la organización de
las demandas, constituyendo grupos que se identifican en la
categoría estatalmente reconocida de “comunidad".
El Estado con su monopolio del capital simbólico es quien
certifica y da validez a estos grupos mediante la entrega de
certificados (Personas Jurídicas Indígenas)118. Pero para contar con el
aval de su propia existencia, deben probar su identidad, y
referenciarse a un territorio. Para pensar en la construcción de las
nuevas categorías que legitima el derecho se requiere tener en
cuenta los principios de clasificación y las visiones de quienes las
inventan, reproducen y apropian.
Actualmente los intelectuales, funcionarios públicos, expertos y
técnicos de organismos internacionales, aportan los criterios y
requisitos, del modo en que se instrumentarán las acciones y
políticas tendientes a canalizar las demandas por acceso a recursos y
titulaciones, pero además hay que considerar que estas categorías
son re-significadas, y puestas en tensión a partir de las prácticas de
los agentes para quienes se dirigen.
En un contexto globalizado las problematizaciones de la vida
social trascienden las fronteras del Estado y se formulan desde otros
espacios de poder hegemónico. Nos enfrentamos así, actualmente a
un proceso de construcción de pan-etnicidad de los sectores
considerados de “alto riesgo social”, fomentado por instituciones
internacionales como el BID y el Banco Mundial en búsqueda de
comunalizaciones que promuevan procesos de desarrollo
autogestionados. A nivel global estaríamos en presencia de una
nueva modalidad de incorporación asimétrica de grupos
estructuralmente desiguales, dentro de una misma economía política,
al estilo del descripto y analizado por los Comaroff (1992), siempre
dentro de un modelo capitalista y colonialista119.
Para los grupos dominantes la etnicidad es una protección
ideológica, una legitimación del control sobre la economía y la
sociedad, y para los subordinados casi siempre la afiliación étnica se
origina en una atribución de la identidad colectiva hacia ellos, pero
una vez hecha esta nominación, los grupos subordinados suelen

118
“Al enunciar con autoridad lo que un ser, cosa o persona, es en realidad (veredicto), en su definición
social legítima, es decir lo que está autorizado a ser, lo que tiene derecho a ser, el ser social que tiene
derecho reivindicar, a profesar, a ejercer (por oposición al ejercicio ilegal), el Estado ejerce un verdadero
poder creador, casi divino (y muchas luchas, aparentemente dirigidas contra él), le reconocen de hecho
este poder, reclamándole que autorice una categoría de agentes determinados a ser oficialmente, es decir
pública y universalmente, lo que por el momento sólo es para sí misma” (Bourdieu: 1997).
119
En coincidencia con estos autores, consideramos que la etnicidad tiene su génesis en fuerzas históricas
específicas, fuerzas que son simultáneamente estructurales y culturales.
tomar “su identidad” como un emblema del predicamento de
intereses comunes, a la vez que a través de ella pueden afirmar un
compromiso compartido con un orden de símbolos y significados, y a
menudo, con un código moral.
Con la incorporación de estos conceptos a sus luchas,
estaríamos ante el producto de procesos históricos que estructuran,
una vez más, la desigualdad entre entidades sociales discretas. Una
vez objetivada, la etnicidad se constituye en un principio de
estructuración de los destinos desiguales de los individuos y los
grupos (Comaroff y Comaroff: ibídem).
En relación a esto nos parece pertinente considerar la distinción
analítica propuesta por Segato (op. cit.) entre las formas de etnicidad
producto de alteridades históricas y aquellas vinculadas a identidades
políticas. Por alteridades históricas, entiende aquellas que “se fueron
formando a lo largo de las historias nacionales, y cuyas formas de
interrelación son idiosincráticas de esa historia. Son “otros”
resultantes de formas de subjetivación a partir de interacciones a
través de fronteras interiores, inicialmente en el mundo colonial y
luego en el contexto demarcado por los Estados Nacionales (…) más
que un conjunto de contenidos estables (es) una forma de relación,
una modalidad peculiar de ser-para otro.”
Las identidades políticas transnacionales, en cambio, son un
producto de la globalización y “no se trata simplemente de la
adquisición de conciencia sino de una sustitución de una forma de ser
otro, de constituir alteridad, dentro de una historia concreta de
interacciones, por un estatuto de identidad con referencia a patrones
fijos donde se rechaza o niega la hibridez constitutiva de subjetivarse
como otro (...) ocurre una homogeneización mundial de las maneras
de constituirse en diferencia, en identidad. Se introduce también una
artificialidad y una superficialidad de lo étnico, un “multiculturalismo
anodino y liberal” que se transforma en puramente emblemático,
etnicidad emblemática, en tanto que constituida por puros signos
diacríticos de una supuesta “diferencia”, pero donde no hay discusión
sobre la naturaleza misma de los recursos, su forma de extracción y
su finalidad en el destino humano. (Segato: 63-64)
A partir de los casos analizados, podemos visualizar cómo los
discursos del derecho indígena, junto con las políticas de
reconocimiento han convertido a la “cuestión indígena” en un ámbito
de interlocución sumamente complejo y dialéctico en donde, si bien
existen formatos de la diferencia como elementos codificados y
pautados desde la visión de los sectores hegemónicos que toman la
punta para el establecimiento y normalización de una diferencia
autorizada a “ser y estar” en el mundo, estos formatos son traducidos
a los lenguajes locales y a las memorias colectivas, generando en su
apropiación diversos sentidos para posibles modos de ser/actuar en
donde se interpretan, discuten, negocian o tensan y nunca se
reproducen de manera lineal.
Estos discursos, políticas y prácticas construidos desde los
sectores dominantes van asociados a un particular manejo y control
de los medios y recursos y a una economía política de la identidad
que construye “formas válidas de ser otro” con el objeto de erradicar
su potencial amenaza o conflictividad. Sin embargo, esta
conflictividad es producto de estructuras de dominación/exclusión
que, a la vez que siguen vigentes, tienden a agudizarse y objetivarse
en el medio imprescindible para existir/subsistir: la tierra.
En la vida cotidiana, hecha de muchas maneras de luchar por la
existencia, y por diversos imaginarios del “buen vivir”, los conflictos
no desaparecen por un mero efecto de enunciación/naturalización o
de marcadores positivos de la identidad.
A través de las luchas autoclasificatorias, de su resignificación,
de la exacerbación de emblemas e íconos de diferencias, de la
racialización y radicalización de la etnicidad se está
contestando/protestando/resistiendo a la vez que autoafirmando una
voluntad de ser otro pero un otro muy distinto al que pretenden
contener y encasillar las representaciones dominantes. Esta lucha no
es meramente simbólica, como ya dijimos en párrafos anteriores, sino
que surge de la lucha por defender el último reducto para la vida: la
tierra en tanto lugar de la existencia.

Juego de luces y sombras: la producción de ausencias


Siguiendo con el planteo anterior, se puede visualizar que
existen formas estatalizadas de dar cabida a las demandas que
incluyen discursos, políticas y acciones específicas las cuales se
asientan en criterios dispares y a veces contradictorios entre si, que
terminan obstaculizando el acceso a los derechos reconocidos. Esto lo
podemos interpretar como un conjunto de representaciones
socialmente construidas por los sectores hegemónicos que visibilizan
en parte algunos elementos que hacen a la cuestión indígena pero
que al mismo tiempo niegan la posibilidad de que las mismas sean
efectuadas en sus propios términos, quedando las demandas
concretas entrampadas en el discurso que el estado ofrece como
mecanismo de resolución.
Esto nos remite a una cuestión de índole epistemológica
subyacente a los discursos de la modernidad del cual el estado es
tanto productor como reproductor. Siguiendo el planteo, sería
necesario romper con las epistemologías de la modernidad para dar
cabida a otros proyectos políticos de base centrados en otra
formulación de la relación naturaleza/cultura. En ese sentido, la
interculturalidad sería indispensable para reconfigurar el presente en
tanto no resulta de un acto voluntarista de arrepentimiento histórico
por parte de quienes tienen el privilegio de hacerlo. La
interculturalidad resultaría más bien de un acto político consensuado
entre grupos étnico-culturales muy distintos con un pasado histórico
de relaciones que, a pesar de su inherente violencia, abre una
ventana de oportunidad para un futuro diferente” (Sousa Santos:
2010).
La forma de lograr procesos de deconstrucción orientados, es
mediante lo que él denomina Epistemologías del Sur, aplicadas con la
finalidad de des-mercantilizar para el “despensamiento” de la
naturalización del capitalismo y para sustraer vastos campos de
actividad económica a la valorización del capital; democratizar para
“despensar” la naturalización de la democracia liberal- representativa
y legitimar otras formas de deliberación democrática y descolonizar lo
cual significa , además, “despensar” la naturalización del racismo y
denunciar todo el vasto conjunto de técnicas, entidades e
instituciones que lo reproducen (Sousa Santos: ibídem, 131).
La imposición de los términos en el proceso de reconocimiento
de derechos al territorio y a la identidad cultural, podría entenderse
desde nuestro punto de vista como una forma más de producción de
ausencias (Sousa Santos: op.cit.). En palabras de este autor en el
contexto actual, “lo que no existe es, de hecho, activamente
producido como no-existente, o sea como una alternativa no creíble a
lo que existe”. Se genera inexistencia porque esas realidades que
conforman algún otro se constituyen como obstáculos a las realidades
que cuentan, las del capitalismo, las científicas, las racionales, las
modernas.
Parafraseando a Boaventura de Sousa Santos, Yrigoyen Fajardo
dice que “desde la racionalidad monocultural, se ha ignorado
desdeñado como inexistente, experiencias y saberes no producidos
desde la ciencia occidental, considerando a tales saberes como
ignorancia. Se ha condenado como retrasado o primitivo a todo aquel
que no responda a una lógica del progreso lineal. Se ha estereotipado
como inferiores a pueblos y personas a través de técnicas racistas y
sexistas desde una supuesta superioridad construida para legitimar el
colonialismo. Se ha minusvalorado como local o particular lo que no
responde a la cultura occidental, que a sí misma, se considera
universal. Y se ha descalificado como improductiva o estéril a toda
forma de vida social, el uso de la tierra o relación con la naturaleza
que no responda a la lógica de la producción para el mercado”
(Yrigoyen Fajardo: 2010).

Palabras finales
A lo largo de este trabajo hemos tratado de mostrar que, en el
proceso de la lucha por la tierra (por parte de los actuales
movimientos indígenas) parecen perderse de vista, (se obliteran) al
menos en el discurso del derecho o en el planteo de las demandas,
cuestiones que son trascendentes en cada caso, algunas que tienen
que ver con contradicciones de índole estructural, otras que forman
parte de las ontologías, conocimientos locales, razones y prácticas
basadas en los lugares concretos o contextos específicos.
También hemos visto que en la tensión clasificatoria de la
correspondencia identidad/cultura/lugar, la particularidad, lo
singularmente situado correspondiente a prácticas basadas en el
lugar y su relación con contradicciones sociales específicas a los
grupos implicados en las reivindicaciones, no son tenidos en cuenta
como válidos o legítimos, tendiéndose de ese modo a desconocer o
producirse activamente una ausencia a través de la invisibilización y
descarte de las aspiraciones existenciales propias, o lo que es lo
mismo a “otras formas de ser o estar en el mundo”.
El desafío al que nos enfrentamos es cómo trabajar en hacer
visible las ausencias, sin hacer traducciones empobrecedoras, que
pierden de vista la radicalidad o las alternativas propias de los grupos
locales, el reconocimiento de la diferencia debe estar acompañado
por la equidad material y simbólica que implica la eliminación de las
jerarquías de saberes y formas de ser y estar en el mundo.

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CAPÍTULO III

LA CONSTITUCIÓN DEL SUJETO INDÍGENA EN EL CHACO


SALTEÑO.
Disputas simbólicas y estrategias de comunicación en torno al
desarrollo.
Lic. Fernando Bustamante120

Resumen
La realidad indígena tiene en la zona del Chaco Salteño una
expresión de su gran complejidad y heterogeneidad, cargada de
conflictos interétnicos históricos, antiguos y recientes. Se configura,
así, un territorio constituido por distintos procesos que le dan su
textura. En ese contexto se dan formas de resistencia y de lucha de
los sectores subordinados, así como nuevas condiciones en las que se
inscriben las identidades.
En este trabajo nos ocuparemos de organizaciones indígenas,
que protagonizan procesos de resistencia centrados en su lucha y
reivindicación territorial en el Chaco Salteño. Estas organizaciones y
comunidades ensayan y desarrollan estrategias de comunicación
como parte constitutiva de dichos procesos, utilizando medios de
comunicación locales y regionales, como así también diversas
mediaciones en la confrontación con sectores hegemónicos para lo
cual se organizan en red con organizaciones del norte argentino.
En esos espacios las organizaciones y comunidades indígenas
se constituyen como sujetos que disputan por su legitimidad para ser
interlocutores válidos en dichos procesos, a través de distintas
estrategias de presentación, de establecimiento de relaciones, de
modalidades de producción de sentidos y de prácticas significantes.

Palabras Clave
Estrategias de comunicación, resistencia social, pueblos
indígenas

Delimitación del problema:

120
Fernando Bustamante es Licenciado en Ciencias de la Comunicación Social. Ha sido Coordinador de
la Red de Comunicación Indígena de Argentina y ha trabajado en organizaciones de desarrollo,
articulando con organizaciones indígenas y comunitarias en general. Como docente universitario viene
trabajando temas de Comunicación Comunitaria, Popular y Alternativa en la Universidad Nacional de
Salta. Actualmente es becario Erasmus Mundus de doctorado en la Universidad de Málaga e investiga
sobre procesos de Comunicación y Educación en las comunidades indígenas wichí del Chaco Salteño,
Argentina.
Los procesos de globalización y las transformaciones de las
formas de acumulación del capital, la neo liberalización de la
economía y las reformas del Estado, junto a las nuevas
discursividades sobre el desarrollo (desarrollo humano sustentable,
desarrollo regional integral, etc.), producidos en las últimas décadas
del siglo XX, conllevaron transformaciones sociales y experienciales
-de diversa intensidad y profundidad- de las relaciones sociales de
dominación en la provincia de Salta. En este marco, las relaciones de
dominación y las formas de explotación agro-industrial, que son la
base de la producción de la riqueza de la provincia –y de la región- y
de generación de un mercado de trabajo local, tuvieron cambios
técnico-productivos y económico-sociales muy profundos. Me refiero
básicamente a la mecanización de los ingenios, y al proceso de
concentración económica que se dio en el rubro azucarero a partir de
la década del sesenta (Rosenzvaig: 1999). También me refiero a la
introducción, en la década del noventa, de monocultivos en base a
paquetes de tecnología genética de punta, que hicieron innecesaria la
utilización masiva de mano de obra, así como desplazaron actividades
preexistentes. Estas transformaciones constituyen las condiciones
económicas, sociales, culturales y políticas en las que se da el
conflicto que nos ocupa.

Marco conceptual
El marco conceptual elegido para dar cuenta de los procesos de
transformación mencionados anteriormente problematiza
concepciones difusionistas de la comunicación en relación con los
procesos sociales. Este aspecto es de particular importancia para
nosotros, en la medida en que dichas concepciones difusionistas de la
comunicación tienen una larga historia de vínculo con la propuestas
de desarrollo elaboradas en los centros de poder mundial para los
sectores subalternizados de América Latina, y a las cuales podemos
caracterizar como estrategias específicas de colonización.
En ese sentido, y siguiendo la propuesta de María Cristina Mata
(Mata: 1994), la comunicación se ocupa de los sujetos que entran en
relación, la naturaleza de la relación, las modalidades de producción
de sentidos y la significación de las prácticas comunicativas.
Cuando hablamos de los sujetos que entran en relación, Mata se
refiere a las características, sus modos de constituirse en términos de
esa relación, sus fines e intereses -implícitos o explícitos-, las
situaciones que los han llevado a conformarse como términos de esa
relación.
La naturaleza de la relación, se refiere a las características de la
relación que se establece entre dichos sujetos, la presencia de
asimetrías, las formas que toma la dimensión del poder en dicha
relación, etc.
Las modalidades de producción de sentido son aquellas
mediaciones tecnológicas y sociales que intervienen y de que se
sirven los sujetos en relación, así como los productos u objetos
culturales que se ponen en circulación, y los espacios e instancias de
interlocución.
Por último, la significación de las prácticas comunicativas se
refiere al sentido que los sujetos que participan en dichas prácticas
otorgan a las mismas, sus características culturales, valores que
encarnan, acuerdos o conflictos que involucran.
A esta propuesta de María Cristina Mata, nos permitimos
agregar que es posible entender de esta forma todo tipo de prácticas
sociales. Es decir que es necesario atender también a la significación
de todo tipo de prácticas. Como señala Washington Uranga:

Entendemos la comunicación como todo un proceso social de


producción de formas simbólicas, considerando tales procesos
como fase constitutiva del ser práctico del hombre y del
conocimiento práctico que supone este modo de ser. Esta
definición de comunicación comprende y trasciende la mera
reproducción selectiva y especializada del manejo técnico de
ciertos elementos discursivos de un orden socialmente
establecido (Uranga: 2001).

En ese sentido, atendemos aquí a prácticas o estrategias


desarrolladas por los sujetos como prácticas que producen sentido, y
no sólo aquellas que específicamente producen mensajes.

Discursos sobre Desarrollo


Los discursos predominantes del neoliberalismo y del desarrollo
constituyen un entramado que provee de un horizonte de sentido y
legitimidad a las transformaciones en curso (Cimadevilla: 2004, 100 y
ss., 133 y ss.).
Las nociones hegemónicas de desarrollo, implícitas en la
política indígena en la provincia de Salta, se revisten de la idea de
progreso, e implica la sobre-explotación de los recursos naturales y
de la mano de obra, en gran parte indígena, de forma ambiental,
cultural y socialmente no sustentable (Bustamante: 2006).
A esta idea, organizaciones indígenas oponen proyectos de vida
propios, implícitos en sus formas tradicionales de uso y ocupación, y
que pueden entenderse como nociones propias de desarrollo. Estas
nociones también vienen modificándose en los últimos años. Es decir
que las prácticas de resistencias y lucha de las organizaciones y
comunidades indígenas, en ese sentido, apelan a un conjunto de
elementos simbólicos en la elaboración de un lenguaje crítico sobre el
presente, que llevan las marcas de las estructuras de las
desigualdades de las que emergen, pero que permite vislumbrar
rasgos de alteridad histórica.
Las recurrentes acusaciones por parte de la prensa y
funcionarios oficiales al reclamo indígena como estorbo al progreso 121
operan excluyendo el aprovechamiento de recursos tradicional del
campo de sentido de lo racional, de lo económico, lo productivo, etc.
De la misma forma que ha operado la cultura hegemónica con las
culturas populares y subalternas en distintos momentos de la historia
(Zubieta: 2000. 27-61).
Declaraciones cómo “para qué quieren tierra, si ni animales
tienen”122, constituyen argumentos políticos que ubican a las
prácticas de aprovechamiento de recursos en el campo de lo
improductivo y del “atraso”.
Morita Carrasco señala que la representación del indígena que
construyen las leyes específicas con la vuelta de la democracia está
cargada de cierta idea de desarrollo, más productivista. Pero también
construyen una idealización de las organizaciones comunitarias como
representativas, genuinas (Carrasco: 2000).
En el fondo, subyacen representaciones de la vida comunitaria,
cercanas a la pureza y a una inocencia primigenia, como si originario
se refiriera a adánico123. Nociones similares sobre las culturas
populares en general han sido comunes desde el romanticismo en
adelante.
Más allá de esto, la respuesta privilegiada del Estado a la
situación de las comunidades, plasmada en la legislación
mencionada, es la inclusión de los indígenas al mercado de trabajo.
Esto implica la negación de las prácticas tradicionales de
aprovechamiento de los recursos naturales, que a su vez desafían las
raíces más profundas del modelo económico capitalista, ya sea
predominantemente extractivo o productivista. El rasgo cultural
presente en el aprovechamiento que hacen del monte los pueblos
cazadores-recolectores, es el componente de sentido que fundamenta
y moviliza la organización y lucha indígena por la tierra en el chaco

121
Diario El Tribuno 1996 (Salta) 29 de agosto (Nota del editor “Junto al gran río”). Diario El Tribuno
2005 (Salta) 28 de agosto.
122
Ganadero de Santa Victoria Este, Salta, en conflicto con reclamo indígena (reunión de “Diálogo para
la Reubicación de Criollos”).
123
Es cierto, que hay algo de edénico en las condiciones de vida de los pueblos chaqueños, y en todos los
cazadores-recolectores, en la medida en que, en el relato bíblico, la condena de Dios a la salida del edén
funda la revolución agraria para la humanidad: “obtendrás tu sustento con el sudor de tu frente”, es decir,
los frutos de la naturaleza ya no estarían disponibles para la recolección. De La Cruz sostiene que en estas
sociedades, alcanzaba con cuatro horas de trabajo diario para reproducir la vida (1997).
salteño. Es el nudo del conflicto, es el eje de articulación entre
hegemonía y subalternidad en este caso concreto.

Emergencia y movilización indígena en Argentina


A diferencia de organizaciones sociales vinculadas a otros
actores populares, en el caso de los pueblos indígenas, no ha sido tan
importante lo que se señala como “diversificación” del sujeto popular
(Borri y Herrera: 2002). Este proceso que significó el estallido de
categorías como pueblo, pero también la de clase trabajadora como
el sujeto privilegiado de las transformaciones sociales, pudo verse en
sectores de la sociedad donde la organización preponderante fue la
de trabajadores, donde proliferaron movimientos de jóvenes, mujeres,
de género, etc.
Durante el período histórico en que se da la diversificación
mencionada, en el norte argentino ocurre la conformación y el
ascenso de muchas organizaciones indígenas, que puede describirse
como la emergencia de un campo asociado a la causa indígena. En
ese sentido, la emergencia de la Red de Comunicación Indígena (RCI)
en 2003 y su desarrollo en años posteriores se puede tomar como
síntoma de maduración de ese fenómeno, y es posible gracias a él.
Si bien, darse organización está arraigado en la cultura de gran
parte de la población indígena, ya sea como presente vital donde
subsiste la vida comunitaria, ya sea como memoria de dicha vida
comunitaria en los nuevos contextos urbanos, migratorios o de
desarraigo, la organización de los pueblos chaqueños ha sido
históricamente basada en el parentesco, a través de clanes que
atraviesan la conformación de las diversas comunidades de un pueblo
(Braunstein, s/f: 15). Las relaciones de parentesco que existen en un
territorio indígena con cierta unidad e integración, como la cuenca
salteña del Pilcomayo, permiten canalizar las solidaridades y los
conflictos a través de las distintas comunidades, y por lo tanto, son
los marcos de referencia para las prácticas comunitarias.
Sin embargo, a principios de la década del noventa, se dan
procesos organizativos más “formales” que suman capacidad
organizativa orientada a reclamos y reivindicaciones específicas. A la
vez, probablemente recién con el Proceso de Participación Indígena 124
(1994) se dio una gran visibilidad de lo indígena a nivel de la nación
argentina, lo que los dirigentes indígenas que participaron de la RCI
señalaron como un proceso de valoración de la identidad, un
renombrarse como indígenas (Bustamante, 2008). Como señalamos,
124
El PPI (Proceso de Participación Indígena) fue un proceso de discusión y consulta en las comunidades
sobre la nueva legislación indígena integrada a partir de la reforma constitucional de 1994. En dicha
reforma se incluyeron a la legislación nacional tratados internacionales de derecho indígena, como el
Convenio 169 de la OIT, que de esta manera adquirieron jerarquía constitucional.
este proceso parece condición para el surgimiento de la misma red.
Estas transformaciones muestran, a la vez que alimentan, cambios en
las identidades indígenas.
Este proceso de ascenso y mayor poder de movilización de los
pueblos indígenas respecto de grupos no indígenas 125 tiene raigambre
cultural tradicional y también tiene origen en las últimas décadas en
las nuevas configuraciones identitarias que responden a las nuevas
formas de dominación y nuevas lógicas de poder colonial.

Formas de presentarse: estrategias de comunicación.


Como detallamos anteriormente, María Cristina Mata señala
cuatro formas en que la comunicación está presente en los procesos
sociales.

1. Los sujetos que entran en relación


Los sujetos que entran en relación son las comunidades wichí
por un lado, y las autoridades gubernamentales por otro.
1. 1.
El Pueblo Wichí busca constituirse como sujeto en esta relación,
en primer lugar, presentándose como Pueblo Indígena, a través del
protagonismo de un proceso de lucha por el reconocimiento oficial en
Argentina. Se trata del reconocimiento efectivo de la preexistencia al
Estado Nacional. Este proceso, como muchas luchas en torno a
derechos, intenta, a través de la movilización social, efectivizar las
herramientas reconocidas en el derecho indígena e internacional,
integrado en Argentina a través del convenio 169 de lo OIT. Que este
tratado integre el cuerpo constitucional es una conquista de los
pueblos indígenas que viven en Argentina.
Es una dificultad para el sentido común no indígena reconocer a
los Pueblos Indígenas en su carácter colectivo, debido a nuestra
ideología individualista. Como sociedad hubo que reconocer a los
pueblos indígenas como un colectivo diferente, con características
propias. Esas particularidades consisten justamente en ser colectivos,
pero colectivos con una continuidad histórica que se inicia mucho
antes de la fundación de los Estados Nacionales.
Al constituirse en colectivo adquieren unas características y
unos derechos específicos, que no les dan la mera descendencia
étnica, si no mediara identificación como parte de un colectivo social.
En el convenio 169 de la OIT, existen derechos a la tierra, a su uso
tradicional, a su posesión, a la educación indígena, a la salud

125
En la zona de Tartagal (pero también en Castelli, Chaco), pequeños campesinos y ganaderos se suman
al reclamo indígena porque reconocen que las comunidades son más escuchadas (observaciones propias).
culturalmente apropiada. Se trata de derechos que les asisten por el
hecho de identificarse como pueblo indígena.
1. 2
Una de las formas en que el Pueblo Wichí se constituye como
sujeto es presentándose como usuario de la tierra.
No siempre es obvio para la opinión pública que, en general, los
reclamos territoriales no se establecen para todo un Pueblo Indígena,
sino en base a relaciones entre comunidades concretas con territorios
concretos. Las comunidades están dispersas en zonas muy vastas, y
sus condiciones concretas son muy diversas. Algunas están en
conflicto con empresas privadas, otras con pobladores criollos, otras
están asentadas en tierras fiscales.
Presentarse como usuarios de la tierra es una forma de
mostrarse y de validarse como sujeto colectivo que entra en relación
con los estados provincial y nacional, y con organismos multilaterales
de derechos humanos. Las argumentaciones ante las autoridades y la
opinión pública, así como las pruebas aportadas a los procesos
legales apuntan a probar su vínculo ancestral con el territorio en
cuestión, a través del registro del conocimiento de las comunidades
sobre dicho territorio, a través del registro de los nombres indígenas
de los distintos lugares, a través del señalamiento de los recursos que
las comunidades aprovechan en cada lugar.
Esto constituye prueba jurídica, que se obtiene con pericias
antropológicas, en los procesos legales ante distintas instancias
judiciales donde las comunidades reclaman los derechos indígenas:
los lugares de cementerio, los lugares de aprovechamiento del
monte, donde hay distintos recursos que los pueblos indígenas
conocen, y poseen el saber para aprovecharlos; y los lugares que
tienen nombre que los mismos Pueblos le han puesto en lengua
indígena, en función de su historia en ese territorio. Podemos acceder
a la cultura wichí126 a través de los nombres con que ha marcado su
territorio, el territorio lleva las marcas de la historia de este Pueblo.
Cada nombre tiene una narración que lo justifica: alguna anécdota,
alguna guerra, alguna forma de supervivencia, a algún recurso
disponible en esa zona (Palmer: 2006).
Este nombrar la tierra es marca de la propiedad de este Pueblo
sobre ese territorio. O mejor dicho, es marca de la pertenencia de
este Pueblo a ese territorio. Esta es una forma en que los Pueblos
Indígenas, por lo menos los chaqueños, se constituyen en sujetos que
entran en relación con los organismos oficiales.
126
La toponimia wichí muestra que nombrar la tierra es, para ellos, ubicar las fuentes de agua y
manifestar la diversidad biológica del monte chaqueño y su vitalidad. Pero también, para los wichí, dar
nombre a los lugares tradicionalmente ocupados es señalar las marcas de la encarnizada lucha entre los
principios cosmológicos opuestos -la Vida y la Muerte- de la que los wichí participan (Palmer: 2006).
1. 3
Un recurso del Pueblo Wichí para validarse como un pueblo
distinto es su lengua, y desarrollan estrategias para que la lengua sea
respetada.
En el año 1998, concluyó un proceso de consulta y organización
que involucró a muchas comunidades de las tres provincias
argentinas en las que habita el pueblo wichí. Este proceso en el que
colaboraron la Fundación Tepeyac, la Fundación Asociana y la
Universidad Nacional de Salta dio por resultado el alfabeto unificado
de la lengua wichí. También participaron de dicho proceso distintos
especialistas que asesoraron en cuestiones técnicas de lingüística.
(Buliubasich y otros: 2004). Desde ese espacio, distintos dirigentes se
siguieron reuniendo y conformaron la Comisión Wichí Lhämtes con
una clara decisión de promover el alfabeto unificado, tener una
política lingüística como pueblo y ejercer influencia en otros actores
que intervienen con publicaciones en lengua wichí, que no utilizan el
alfabeto acordado por los dirigentes y ancianos127.
Sin entrar en la complejidad de la cuestión lingüística en la
zona, es muy clara la asociación que hacen los wichí entre su
identidad como pueblo y la lengua hablada. Las condiciones
específicas de la estructura sociolingüísticas del chaco salteño -la
vitalidad de la lengua wichí en comparación con otras lenguas
indígenas, la particular relación entre lengua prestigiosa y lenguas
subordinadas, y sus espacios de uso- refuerzan esta identificación
entre grupo étnico y lengua.
Si se compara la cuestión lingüística con la territorial, en la
última el reclamo general por el territorio propio tiene mucho
consenso, pero hay muchas divergencias en relación a aliados
legítimos, metodologías y estrategias políticas. Sin embargo, en la
cuestión lingüística, el interés que suscita la reivindicación de respeto
de la propia lengua es generalizado y con amplia coincidencia en
aspectos puntuales de política lingüística, como el respeto irrestricto
de todas las variedades dialectales por igual y la necesidad de la
escritura wichí128.
1. 4
Otra forma de constituirse en sujeto es organizarse de manera
no tradicional. Con esto me refiero al proceso de emergencia de
organizaciones indígenas más formales mencionado anteriormente.
Es decir, organizarse, no ya solo en base al parentesco, sino además
delimitando campos de acción de dichas organizaciones, con algún
grado de legalidad y acceso mínimo a recursos, con distribución de

127
Observación propia, 2004.
128
Idem.
roles e integrando conceptos como representatividad. Esto permite
contar con referentes que puedan hablar por un colectivo y negociar
con los poderes. Este tipo de organización permite acordar y
coordinar acciones, y viabilizar las demandas del grupo. Podríamos
decir que constituye un dispositivo de poder, en la medida que
permite operar sobre la materia de lo social (Deleuze: 1990). En esa
operación, las organizaciones se constituyen en herramientas que
permiten construir la legitimidad del grupo e interactuar con los
poderes desde dicha legitimidad. La organización permite a los
indígenas constituirse en sujeto en base a un valor reconocido por los
interlocutores occidentales: la representatividad.
1. 5.
La constitución de los sujetos que entran en relación se
establece en base a sus intereses. Este elemento permite construir la
caracterización que los sujetos hacen de sí mismos para entrar en
relación.
Los intereses de los actores/ sujetos pueden ser implícitos o
explícitos. El rol de la comunicación muchas veces consiste en
facilitar la articulación de lo que está implícito. Explicitar los intereses
de un sujeto le permite ponerlo en común, discutirlo y afinarlo de
manera que oriente más claramente las estrategias de organización,
comunicación e intervención.
Un interés fundamental es la subsistencia material y cultural, la
viabilidad de su proyecto de vida. Allí la tierra es la base material
para que pueda existir la cultura indígena alrededor del monte. Su
espiritualidad se basa en la creencia en espíritus “dueños” del monte.
Son entidades que tienen directa relación y operatividad narrativa en
relación con elementos de la naturaleza chaqueña. No se trata de un
dios abstracto que puede ser el mismo en la región chaqueña, en los
Andes, en la ciudad o en el desierto de Atacama. Los espíritus del
monte están presentes cuando salen a recolectar. Los eventos en el
monte son adjudicados a estas potencias, y los indígenas tienen que
relacionarse con ellas para poder conseguir esos frutos. Esos seres
espirituales implican pautas una serie de procedimientos que en
ocasiones son vistos desde nuestra cultura como ecológicos, que
están relacionados con tabúes o mandatos de no desperdiciar los
recursos. Hay relatos míticos que hablan de personas castigadas por
los espíritus por dilapidar esos recursos. Y la vida comunitaria es
interpretada desde esos esquemas. El dueño de la corzuela mata a
los cazadores que matan más corzuelas de las necesarias 129. El monte
es la base material necesaria para sostener y actualizar la cultura
indígena.
129
Cuco, Santa María, 2004.
Las organizaciones indígenas se sostienen además sobre el
interés en afirmar la identidad a partir de aparecer en el escenario
público como sujeto legítimo, de ser reconocidos como interlocutor
para el Estado, de ser tenidos en cuenta por los gobiernos. La
visibilidad, la búsqueda del poder de representarse a sí mismo frente
a la sociedad, el poder de generar la propia comunicación, contar la
propia historia ellos mismos frente al resto de la sociedad y poder
discutir las políticas ante los poderes dominantes.

2. La naturaleza de la relación
Aquí, nos dedicaremos a las relaciones entre dos sujetos que
entran en conflicto: Las comunidades indígenas, por un lado, y el
Gobierno provincial, por otro. Es necesario señalar que este abordaje
responde a una de las formas posibles en que distintos actores
involucrados conciben la lucha por el territorio en el Chaco salteño 130.
Cada sujeto posee intereses que le son propios, alguno -o algunos- de
los cuales entra en conflicto con intereses de otro sujeto. En este caso
tiene que ver con el interés en base a un recurso que está en disputa.
La relación de los pueblos indígenas con el Estado es conflictiva, y el
recurso en disputa es la tierra.
Así como las comunidades buscan constituirse como sujeto
legítimo, el Estado parece luchar para que las comunidades no se
constituyan como tales. Durante muchísimos años podía ignorarlos
porque la mayoría de los argentinos pensaba que en Argentina no
había indígenas. Hoy, esa realidad ha cambiado. Podemos decir que
la consideración de los Pueblos Indígenas ha pasado de la negación a
un reconocimiento paternalista de su existencia y del consentimiento
de alguno de sus derechos. Pero no de su autonomía como Pueblos.
Tampoco se asume la responsabilidad de efectivizar sus derechos,
sino que toma medidas que socavan la forma de vida indígena. Esta
configuración histórica del ejercicio del poder frente a las culturas
subordinadas se puede comparar con lo que Díaz-Polanco denominó
etnofagia131. Se trata de unas condiciones en las que resultan
130
Esto es así, de tal modo que, por ejemplo, la estrategia legal del reclamo ante la CIDH por los lotes 55
y 14 asume que la cuestión central es un conflicto entre Pueblo Indígena y Estado Nacional. Esto se debe,
como se señala ya en este trabajo, a que los derechos indígenas garantizados en los tratados
internacionales fueron asumidos por el Estado Nacional, aunque quien tiene jurisdicción sobre las tierras
fiscales son los Estados provinciales. Pero a la vez, se está asumiendo que es el Estado quien tiene la
responsabilidad de resolver qué respuesta da a un actor muy importante en este caso: los puesteros
criollos. Sin embargo, otra forma de concebir la cuestión por actores involucrados se plasma, por ejemplo,
en la estrategia política en el terreno, donde se intenta dialogar con los pobladores criollos.
131
Díaz-Polanco señala al multiculturalismo como un momento posterior y necesario de la etnofagia, y
que consiste en un discurso de la diversidad cultual y la tolerancia del otro-indígena, tratando al grupo
como trata a las identidades que la misma globalización genera. Retomando a Žižek, señala que el
multiculturalismo es a la “autocolonización capitalista global” lo que el imperialismo cultural occidental
al colonialismo imperialista. La novedad radica en que el multiculturalismo trata a la cultura local como
el colonizador trataba al pueblo colonizado: hay que estudiarlo en general y respetar hasta ciertos límites.
inconvenientes los métodos de etnocidio propios del colonialismo
tradicional. La etnofagia constituye la asunción de un discurso
tolerante con el otro indígena, mientras se avanza sobre su medio y
formas de sustento. Con la distinción respecto del caso salteño, en
que aquí, el discurso asumido no es el de la diversidad cultural
integrada al capitalismo, sino el de la asimilación de los “hermanos
indígenas” a los grupos criollos (Carrasco: 2009, 147).
En el caso del Estado salteño, la política ha sido de diluir a las
comunidades en el resto de la población, de dividir las organizaciones
indígenas tentando a los dirigentes con beneficios para que
abandonen el reclamo territorial, con puestos de trabajo, de manera
que no necesiten la tierra para sobrevivir. Pero esos puestos de
trabajo no son para todos, son para los líderes críticos con el
Gobierno.
Entonces, la naturaleza de las relaciones en las que entran los
sujetos en cuestión puede ser de negociación, de extorsión, de
participación, de articulación.
En el caso de los Pueblos Indígenas, tradicionalmente, se trató
de una relación de exterminio, de dominación y de negación. Hace
algunos años, la relación se está transformando en una relación de
negociación. Pero el conflicto es permanente y muchas veces alcanza
altísima intensidad, con el máximo perjuicio para las comunidades, en
vidas humanas, represiones y violaciones de derechos, inadmisibles
para la opinión pública y las instituciones cuando se trata de zonas
metropolitanas y otros sectores sociales.
La estrategia de los gobiernos salteños con los líderes y
organizaciones es de extorsión, en base al manejo arbitrario de
recursos provinciales.
2. 1.
Es necesario ver qué asimetrías, y qué desigualdades hay en
esa relación. Hay desigualdades culturales. La cultura
occidental/nacional es la que tiene predominio, la más valorada por
distintos actores con poder de decisión en la zona, la que se
encuentra en posición hegemónica. La cultura indígena está en
condición de subalternidad. Debe luchar para ser valorada como
cultura, debe justificar por qué es necesario que la cultura wichí
subsista. Esa es una argumentación que la cultura hegemónica no
necesita hacer debido a su posición dominante. Por ejemplo, en la
relación entre maestros criollos y auxiliares indígenas del chaco
salteño, se niega la existencia de conocimientos indígenas
socialmente pertinentes y de formas de producción cultural. Se ignora

El límite son las identidades críticas y heterogéneas con el capitalismo neocolonial. Allí, la hegemonía
retoma mecanismos represivos del colonialismo tradicional (Díaz-Polanco: 2005).
y desaprovecha el potencial formativo de la experiencia y las formas
de vida indígena.
2. 2.
Existe una asimetría lingüística. El castellano se utiliza en todos
los ámbitos públicos y de toma de decisiones, como dicen los
sociolingüistas, es la lengua prestigiosa. En castellano se escriben
todos los formularios, en castellano se habla en los juzgados, en los
hospitales, en todas las instancias donde se accede a recursos, a
servicios y a derechos. La incapacidad de esos espacios para operar
en las lenguas no oficiales, lenguas maternas de los pobladores de la
zona resulta en una discriminación en el acceso a derechos (salud,
justicia, educación, etc.)132.
2. 3.
Existe una asimetría política. Claramente son los criollos, los no
indígenas los que detentan los espacios políticos de poder. Existen
relaciones de sociedad entre actores económicos y funcionarios
públicos con intereses en la zona.
Esto no implica que no se den algunos casos de cooptación, es
decir, indígenas que ocupan espacios potencialmente decisorios, pero
sin el poder real o sin la base social para sostener posturas
transformadoras o críticas.
2. 4.
Existe una asimetría relacionada con la desigualdad económica.
El gobierno provincial y las empresas tienen poder económico y
recursos materiales para definir el curso de los procesos mucho
mayor que las comunidades. Las comunidades cuentan solamente
con el apoyo de algunas organizaciones que las acompañan, con la
buena voluntad de algunos observadores e instituciones nacionales e
internacionales, y se sostienen sobre una moral muchas veces
inquebrantable de algunos de sus líderes. Por el otro lado, las
empresas tienen poder económico para tentar líderes indígenas,
pagar muchos abogados y convencer a la opinión pública a través de
los medios de comunicación, de los que muchas veces son socios.
2. 5.
La naturaleza de la relación se manifiesta además en la manera
en que se legitima cada sujeto. Nos referimos aquí a la estrategia
discursiva que utiliza, a las formas en que se relaciona
discusivamente, y a las cuestiones en torno a las que se da y se
construye la relación entre los sujetos.
El gobierno provincial salteño -en consonancia con la elite
salteña- busca desacreditar el reclamo territorial indígena agitando
temores a lo externo, lo extranjero que estaría detrás de dicho
132
Observación propia.
reclamo133, y que amenazaría la integración nacional en su faz
territorial y por lo tanto la argentinidad. Esta estrategia coloca al
gobierno en garante y defensor del patrimonio y los valores de la tan
mentada argentinidad en general, y en particular de su núcleo duro
local que sería la salteñidad. Esta estrategia hace mella en la opinión
pública, incluso en sectores medios salteños, que podrían mirar con
simpatía el reclamo indígena, pero que ven en un nacionalismo
fundamentalista y esencialista la forma de la solidaridad y del sentido
de comunidad (Flores Klarik: 2010, 57-59).
Por otro lado, los gobiernos provinciales vienen apelando al
relato del progreso y la modernización. Paradójicamente, es una
conjunción de tradicionalismo colonialista y esencialista con el
progreso de la globalización modernizante y etnocéntrica (Álvarez
Leguizamón: 2010).
Desde las organizaciones indígenas se desarrollan distintas
estrategias a partir de la relación entre el espacio nacional argentino
y las comunidades indígenas. Como ya se mencionó, existen planteos
fundamentados en el derecho indígena internacional, no sobre la
extranjería, sino sobre la preexistencia de las comunidades frente al
Estado argentino, que constituyen la base para cualquier estrategia o
posicionamiento frente a lo nacional. Sobre dicha base, se dan
posicionamientos indígenas que se incluyen en lo nacional, y que
exigen la obligación del Estado de garantizar una serie de derechos
dentro de los territorios que reclaman como autónomos.
Esta estrategia de comunicación no posee la iniciativa en este
punto concreto en el debate público. Con ello quiero decir que en
cuanto a la relación de las comunidades indígenas con lo nacional, las
comunidades están a la defensiva. Si bien la iniciativa está de su lado
y la opinión pública en general acepta cuando se plantea el derecho
de las comunidades a su tierra 134; cuando se exige a las
organizaciones indígenas identificación con lo nacional, este tipo de
estrategia acepta, en este punto, la posición subordinada que se le
adjudica, y que es consecuencia de no renegar de la identidad
nacional, mientras simultáneamente se adscribe a una identidad otra,
ligada a una tradición diferente y también ligada a la tierra; pero
sobre todo, adscribir a una identidad cuya negación fue inherente a la
conformación del Estado Nación.

133
Han sido frecuentes las asociaciones directas propuestas desde el diario El Tribuno de Salta entre los
asesores de Lhaka Honhat -en wichí, Nuestra Tierra. Asociación de comunidades del Pilcomayo salteño-
vinculados a la iglesia anglicana y “la corona inglesa”. Ya en 1996 un legislador denunció a un miembro
de la Fundación Asociana como “espía de la Corona Inglesa” (cfr. Carrasco: 2009, 184).
134
Es necesario aclarar que en general no está claro a qué tierra se refiere, y mayormente se reconoce
derecho solo a la tierra de habitación y no al territorio integrado de aprovechamiento.
Un posicionamiento diferente lo representan, por ejemplo,
comunidades de la cuenca del río Itiyuro, como veremos más
adelante. En este caso, sin llegar a la radicalidad de planteos
indígenas de otras regiones135, estas comunidades parecieran
posicionarse por fuera del espacio nacional, por lo menos, en lo que
se refiere a la dinámica de solución del conflicto de tierras.

3. Modalidades de producción de sentido


Como señalamos anteriormente, las modalidades de producción
de sentido son mediaciones tecnológicas y/o sociales que los sujetos
hacen entrar en juego al establecer la relación. Son los productos
culturales que se ponen en circulación, son los elementos
comunicacionales que aparecen. Aquí se pone atención también a la
manera en que se hace entrar en juego dichos productos, y cuáles
son sus características. En el caso que nos ocupa, se hacen circular
programas radiales, publicaciones comunitarias, informes de impacto
ambiental, mapeos satelitales. Se establecen espacios de reunión y
concertación.
3. 1.
Detengámonos primero en los productos culturales.
Programas radiales: este elemento merece una investigación
completa en sí. Sin embargo, podemos mencionar el uso de los
espacios radiales que hacen los dirigentes de la zona de Tartagal
cada vez que realizan cortes de ruta. También la radio FM La voz
indígena, de la misma ciudad, vinculada con la organización
ARETEDE, que surgió como proyecto de extensión de la UNSA Sede
Tartagal. Allí se da la participación de jóvenes y mujeres
comunicadores y comunicadoras indígenas de las comunidades
cercanas a la ciudad de Tartagal. En la zona del Pilcomayo, existió
durante mucho tiempo un programa de radio enteramente en lengua
wichí, conducido por Laureano Segovia, dedicado a relatos orales e
históricos, que constituyó un espacio de identificación y referencia
para las comunidades. En las radios del Pilcomayo la discriminación
hacia la lengua wichí -pero también en general- es mucho mayor que
en otras zonas136. En toda la región se emite el programa Voces
originarias, de la Red de Comunicación Indígena137.

135
El pueblo Mapuche se reivindica como Nación Mapuche, cuyo territorio involucra zonas en Argentina
y Chile, y cuya autonomía administrativa reclama.
136
Testimonio de un poblador wichí de Juarez, Formosa, que se trasladó por un tiempo a Santa Victoria
Este.
137
Según un estudio de audiencia de la RCI (2009), 65,7 % de encuestados en Santa Victoria Este, Salta,
escucharon el programa Voces Originarias. 23,5 % de quienes escucharon el programa recuerdan haber
escuchado sobre Tierra-Territorio y 22,9 % sobre derechos indígenas. 34,6 % dice que el programa le
sirve para exigir sus derechos. 45,8 % piensa que el programa es importante para su comunidad.
Publicaciones: distintas organizaciones e instituciones
comprometidas con las comunidades realizan esporádicamente
publicaciones de mucho valor con registros de relatos, y temas como
el alfabeto wichí unificado o la Ley de protección de bosques
nativos138. Lamentablemente los presupuestos son limitados y por lo
tanto la circulación también. Una publicación que tuvo una circulación
importante y sostenida es el Boletín de la Red de Comunicación
Indígena139. Aunque se trata de una publicación en castellano para
una población con alto analfabetismo en esa lengua, constituye una
referencia de identificación140.
Informes de impacto ambiental: Se trata de un producto
académico puesto a jugar a favor de intereses económicos, apelando
a la valoración positiva de cientificidad. En 2006 se realizó el Estudio
de Impacto Ambiental de Arzelán y Asoc., encargado por la empresa
ARCOR, para justificar el desmonte de cerca de 30.000 has. de la
finca “Don Tito” de su propiedad en el Departamento San Martín,
Salta. Se trató de un estudio generado por un instituto vinculado a la
UNSa.
Otro recurso para constituirse como sujetos son los mapeos del
territorio indígena. Con el apoyo y la capacitación de organizaciones
técnicas, las comunidades de la cuenca salteña del río Pilcomayo han
realizado mapas satelitales para mostrar cuales son los circuitos
tradicionales de recolección de recursos del monte, denominados
sendas. Una senda es un camino que se ha usado tradicionalmente
para ir a ciertos lugares donde hay ciertos recursos. Es impactante
para habitantes urbanos ver como un camino angosto que atraviesa
el monte puede ser un recorrido ancestral, anterior al Estado
Nacional.
Otras comunidades han tenido intercambios con miembros de
las comunidades del Pilcomayo, han conocido su experiencia de
mapeo y han comenzado a realizar mapas similares.
3.2.
En segundo lugar nos referimos a las mediaciones sociales. Se
trata de los espacios de comunicación, tales como reuniones
informativas, de trabajo, encuentros de difusión. Aquí importa cómo
son esos espacios y cómo juegan los sujetos en esos espacios.

138
Me refiero básicamente a las publicaciones de los talleres de historia oral realizados por ARETEDE y
a las publicaciones de la Fundación Asociana.
139
Según el estudio de audiencia de la RCI (2009), en Santa Victoria Este, el 100% de las personas que
conocen el Boletín de la RCI lo han leído. 55,5% lo ha leído acompañado, con la comunidad o con su
organización. 33,3% recuerda haber leído sobre Tierra-Territorio, 22, 2% sobre derechos indígenas.
66,6% señala que el Boletín trata temas que no tratan otras publicaciones.
140
Es necesaria una nota para la Biblia Wichí. Aunque no se trata de una publicación dedicada a luchas
indígenas, es una publicación muy importante para gran parte de los indígenas, en tanto texto en propia
lengua muy presente en la construcción de identidad de ciertos sectores.
Aquí hay que considerar las reuniones de la organización
indígena con sus asesores, las asambleas indígenas para tomar
decisiones, reuniones bilaterales con funcionarios del gobierno para
negociar, o reuniones multilaterales141 donde intervienen además el
Estado nacional, el provincial, los patrocinadores legales, los asesores
de terreno, otros actores involucrados como las familias criollas142.
Las distintas reuniones tienen distintas connotaciones. No es lo
mismo una reunión de la organización con el Secretario de Gobierno
de la Provincia a solas e intercambien impresiones, propuestas,
intenten acercamientos; a que se reúnan mucho más formalmente
una serie de actores. El reclamo en la Corte Interamericana de
Derechos Humanos de la organización de comunidades Lhaka Honhat
es un reclamo contra el Estado Nacional, que es quien suscribió el
convenio 169 de la OIT y es quien está obligado a efectivizar el
derecho indígena. Sin embargo, es el Estado Provincial el que tiene
jurisdicción sobre el territorio provincia y quien tiene que emitir los
títulos para las comunidades.
En ambos espacios las estrategias de los dos actores
protagonistas van a ser claramente diferenciadas. En una reunión
bilateral, el funcionario presiona a los dirigentes para que dejen su
reclamo, les ofrece beneficios a cambio, soluciones parciales.
Existen otras instancias donde participan las organizaciones y
comunidades como el Foro salteño por la Tierra, donde participan
también instituciones de apoyo, miembros de la Universidad Nacional
de Salta y organizaciones vinculadas a iglesias. Existe también la
Organización Nacional de Pueblos Indígenas de Argentina, que es un
espacio netamente indígena.
Es necesario agregar aquí otra mediación social constituida por
los piquetes. Una forma de forzar el establecimiento de una relación.
Un grupo siente que su reclamo no es atendido. El piquete es una
instancia por la cual los funcionarios llaman por teléfono, mandan
intermediarios, convocan a reuniones de negociación, y en el mejor
de los casos, negocian personalmente en el lugar.
3.3.
Desde 2005 se viene dando una proliferación de teléfonos
celulares entre indígenas entregados por los funcionarios del
Gobierno provincial a los dirigentes. Facilita esa comunicación directa
desde Salta a las zonas rurales con la consiguiente situación de

141
Cuando el reclamo de la Asociación de Comunidades Lhaka Honhat estaba ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos -antes de pasar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos-
atravesó una instancia denominada Mesa de Solución Amistosa, donde participaban los actores
mencionados.
142
Observación propia. Para un mayor detalle del reclamo ante la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos ver Carrasco: 2009, 230-232).
conversación privada de uno a uno, sin la posibilidad de que otros
indígenas participen en esa conversación. Se da una vinculación
privada, sorteando las instancias públicas o colectivas donde
dirigente y funcionario estén expuestos a la mirada de otros
indígenas y del resto de la sociedad (medios de comunicación,
técnicos de terreno, ONG, etc.).

4. Significación de las prácticas de comunicación


En relación con la significación de las prácticas de
comunicación, nos referimos a los resultados de dichas prácticas. Se
trata de la pregunta por las costumbres de los indígenas en relación
con la comunicación, y el resultado es la reproducción social y
cultural de esa sociedad indígena. Es decir, la reproducción de
normas, preceptos y conocimientos ancestrales.
Por el otro lado, los sujetos que se enfrentan a las comunidades
indígenas caracterizan ciertas prácticas como atraso. Es decir que
esas prácticas tienen como resultado la discriminación.
En relación con los rasgos culturales y conductales, podemos
señalar que entre los wichí, una práctica de comunicación es la
escucha (Palmer: 2006). Para ellos, la comunicación se basa en la
escucha, no tanto en la producción de mensajes, como se da en
nuestra cultura143.
Otro rasgo cultural es la confianza en la reciprocidad. A pesar
de la combatividad de algunas organizaciones y líderes indígenas,
existe la confianza en que el otro va a responder solidariamente a su
solicitud, a sus derechos. Es un rasgo profundamente contracultural
que entraña una cosmovisión según la cual es el entorno social y
natural lo que garantiza la propia pervivencia y no el esfuerzo
individual, ni las capacidades y recursos propios (De la Cruz: 1997).
Los wichí llevan siglos subsistiendo de esa manera. Esto se ve en la
práctica concreta de distribución de lo recolectado. Si uno o varios
miembros de una familia salen a cazar al monte, reparte en la
comunidad el fruto de la jornada, según criterios muy precisos de
valoración de las relaciones. De no darse esa práctica de distribución
se estaría violentando la ética wichí, pero además se echaría a perder
lo no consumido en el momento.
En la próxima oportunidad, será otro el grupo que irá al monte,
y distribuirá el resultado de la caza o la recolección. Esta práctica
también es una distribución del riesgo que implica ir al monte.
Algunos indígenas se burlan o se compadecen de quienes van
detrás del trabajo rentado, confían en el dinero y solo en sí mismos.
143
Ante la pregunta de Eduardo, mi maestro de wichí, sobre qué es la comunicación, ensayé una
explicación del tipo “todo lo que nos dice algo, todo lo que podemos ver y entender”. Entonces me
preguntó si comunicación es lo que nos dice la tierra, el monte.
Dos preguntas útiles para entender el conflicto por el territorio
indígena desde esta perspectiva que propongo son: ¿Qué acuerdos y
conflictos implican estas prácticas de comunicación entre los sujetos
en disputa? ¿Cuál es el sentido de esas prácticas de comunicación
para los distintos actores involucrados?
En relación con la primera pregunta, un acuerdo implícito es
que la tierra es valiosa para unos y para otros. Seguramente por
distintas razones. Hemos visto los intereses de los actores en esta
tensión. Eso no fue siempre así. El desacuerdo es sobre quién debe
poseer esa tierra.
En relación con la segunda, para el Gobierno de Salta, el sentido
de sus prácticas de comunicación, la política indígena oficial es
entendida como una gestión de gobierno que trata de unificar a todos
los salteños tras un modelo económico extractivo; para las
organizaciones indígenas la misma política es discriminatoria y no
respeta sus derechos.

5. Significación de las prácticas organizativas


En la cuenca del río Itiyuro, Departamento San Martín, las
comunidades wichí ven invadido su territorio ancestral por parte de
empresas agrícolas, de una forma sumamente violenta, que significa
muchas veces el alambrado de parcelas con las comunidades
adentro, desmontes a mansalva, y fumigación aérea con agrotóxicos
sobre las mismas.
Entre las organizaciones de esta zona que resisten este
avasallamiento, John Palmer señala dos estrategias de lucha
presentes. En primer lugar, una estrategia que hace énfasis en las
reglas de juego del Estado, cumpliendo con los requisitos formales
jurídicos del “debido proceso” (Palmer: s/f).
Otra estrategia es la que Palmer nombra como tradicionalista,
con rasgos de continuidad cultural, negando dichas pautas estatales
que hacen pasar todo por la escritura. Esta estrategia se basa mucho
más en medidas de acción directa como cortes de ruta y
desalambrado. Los dirigentes que apelan a esta estrategia sostienen
que la estrategia adaptativa constituye una distracción por parte del
gobierno provincial y que está probada su ineficacia. El rasgo
tradicional de esta estrategia radicaría en la negación de los
mecanismos estatales y sus lógicas racionalista y burocrática,
basados en la escritura. Al mismo tiempo implicaría una afirmación de
la oralidad que caracteriza a la cultura tradicional wichí.
Los dirigentes que sostienen una estrategia tradicionalista
apuntan a que las autoridades den soluciones directas, en calidad de
reconocimiento del derecho indígena, sin mediar mayor trámite que
el planteo del reclamo, que por otra parte lleva varias décadas de
planteado formalmente por distintas comunidades de la zona. En un
sentido, esta estrategia supone un posicionamiento de las
comunidades por fuera de las lógicas y espacios de negociación
políticos, así como de las lógicas de las estructuras estatales,
entendidos como propios de la sociedad no indígena.
Sería parcial no mencionar un rasgo cultural que señala Luis De
La Cruz (De La Cruz: 1997) presente en la cultura wichí: se trata de la
adaptabilidad a distintas condiciones propia de las culturas cazadoras
recolectoras. De la Cruz plantea este rasgo como una definición
superadora de supuesto nomadismo de los pueblos chaqueños. Por
ello, no sería el movimiento lo característico, sino la búsqueda de
adaptarse a las distintas condiciones de las distintas zonas de su
territorio, en las distintas temporadas del año. En la actualidad, esta
adaptabilidad es observable para quienes trabajamos entre las
comunidades, en distintos aspectos del relacionamiento de los
indígenas wichí con los objetos, las herramientas o las instituciones a
las que van teniendo acceso.
Es interesante ver cómo la estrategia adaptativa, según los
términos de Palmer, puede entenderse también como tradicional.

Conclusión
Los sectores indígenas basan, implícita o explícitamente, sus
reivindicaciones en lo cultural, desde una identidad concreta,
haciéndose quizás comparable con lo que se ha denominado nuevos
movimientos sociales, cuando sobrevino la crisis de las categorías
clásicas de la modernidad con las que se pensaba el mapa político,
según las cuales se identificaría cualquier movimiento social con la
clase trabajadora, etc. En realidad, las organizaciones comunitarias
indígenas estaban ya presentes como actores, pero invisibilizados.
La identidad de los wichí se configuró en los últimos tiempos a
partir de los reclamos territoriales. Debido a la necesidad de disputar
ese recurso, la relación con el cual aparecía, desde la visión de las
comunidades, como naturalizada y no era tematizada en otro
momento histórico. A partir de dicha necesidad, se explicitó y llevó a
la discusión política su conocimiento del monte y su
aprovechamiento, por medios de distintos recursos aquí
mencionados, cuando a partir de fines de los años ochenta y
principios de los noventa, comenzaron los reclamos de titulación a
favor de las comunidades, como un reclamo formalizado y más
claramente llevado al plano político.
La estrategia de comunicación, de representación, de
confrontación, de construcción de discurso parece ser la politización
de la cultura. ¿En qué medida esta estrategia está fijada por las
políticas hegemónicas? La hegemonía interpela. Los indígenas
responden desde el uso tradicional del territorio, como rasgo cultural
interferido. La politización de la cultura aparece en esta articulación
intercultural. El rasgo cultural en cuestión, tradicionalmente
naturalizado por las comunidades, hoy es atributo identitario con una
gran politicidad.
El principio indígena según el cual “no es tanto que la tierra nos
pertenezca, sino que nosotros pertenecemos a ella” señala la
heterogeneidad de la concepción indígena en un régimen en el que el
principio de legitimidad es el de la propiedad privada.

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CAPÍTULO IV

CUANDO LA INTIMIDAD ES COLECTIVA


Narrativas del yo e identidades emergentes
Dra. Alejandra
Cebrelli144

Resumen
El presente trabajo pretende reflexionar sobre el rol que
cumplen las narrativas del yo en la construcción de identidades
emergentes en el marco de esta segunda modernidad. La biografía se
plantea como uno de los modos de hacer inteligible la identidad
fracturada y mapear un territorio propio a partir de narraciones donde
se dirime la lucha por la representación individual y colectiva. En este
último ítem es donde se pueden leer, de manera sesgada, narrativas
producidas por mujeres de los pueblos originarios, antes ignoradas o
acalladas, pero con un creciente protagonismo en los medios lo cual
posibilita visibilizar en una voz individual el proceso colectivo de
reparación y reatadura de los hilos cortados y el retorno a tramas
históricas no siempre completas.
De ese modo, las palabras de mujeres aborígenes ingresan al
espacio público en el marco de las luchas reivindicatorias de sus
etnias de origen. El estatuto genérico de estas voces sólo puede
entenderse en la intersección política y cultural en que son dichas: un
espacio de frontera entre culturas disímiles cuyas relaciones, roles y
jerarquías sociales y de parentesco no suelen coincidir. En
consecuencia, en este enclave enunciativo, la identidad femenina
está atravesada por el género, el lugar social y la localización
territorial en el mapa nacional pero también por la propia etnia.
Cuando estos discursos femeninos ingresan en las narrativas
mediáticas, resignifican algunas de las representaciones nodales, en
particular las de nación y ciudadanía; como consecuencia, interpelan
las identidades instituidas proponiendo nuevas imágenes de los
pueblos aborígenes, de su historia y de sus territorios. Construyen, de
este modo, una imagen desconocida del país, elaborada desde una de
las fronteras más extrema del territorio nacional; es una figuración
donde se inscriben imágenes ‘otras’ sobre la argentinidad, el interior,
los migrantes de países limítrofes y los otros pueblos originarios. Es el
resultado de una traducción entre lenguas y culturas, pasajes de
sentido entre universos simbólicos que poseen matrices de sentido,
144
Profesora y Licenciada en Letras por la Universidad Nacional de Cuyo. Doctora en Humanidades por
la Universidad Nacional de Salta. Ha realizado el Posdoctorado en Semiótica, Análisis del Discurso y
Comunicación en el CEA-Conicet (Universidad Nacional de Córdoba). Ha publicado varios libros y
artículos en revistas especializadas nacionales e internacionales. Participó en la Comisión que diseñó e
implementó la carrera de Ciencias de la Comunicación de la U.N.Sa. donde actualmente ejerce como
docente a cargo de las cátedras vinculadas con el Periodismo, la Semiótica de la Cultura y el Análisis del
Discurso. Investiga y dirige proyectos del Consejo de Investigación de la U.N.Sa y, más recientemente,
proyectos de la Agencia de Ciencia y Técnica sobre prácticas y discursividades locales. Forma parte del
Programa de Investigación sobre la Sociedad Argentina Contemporánea (PISAC-Consejo de Decanos en
Ciencias Sociales y Humanas).
regulaciones y prácticas marcadamente distintas. Este tipo de
semiosis es propio de fronteras culturales que funcionan como
externas aunque desde el punto de vista geopolítico formen parte del
territorio nacional.

Palabras clave
Toma de la palabra comunitaria, subjetividades originarias,
liderazgos femeninos.

Segunda modernidad, narrativas y subjetividades periféricas


El enorme poder de la narrativa neoliberal
estriba en su capacidad desreguladora de los
saberes sociales, al difuminar los lugares de la
experiencia y favorecer, según la
circunstancia, la mayor o menor visibilidad de
ciertos valores, prácticas, hablas y proyectos /
…/ En una época tan propensa al colapso,
conviene tener en cuenta que uno de los
desafíos para el pensamiento crítico es el de
encontrar los contactos y continuidades
ocultos, los restos aislados y la discontinuidad
de los relatos sociales que atestiguan una
historia de luchas e interrupciones y la forma
en que estas luchas van constituyendo
“nuevos sujetos sociales”.
Rosana Reguillo (2007)

El presente trabajo pretende reflexionar sobre el rol que


cumplen las narrativas del yo en la construcción de identidades
emergentes en el marco de esta segunda modernidad, atravesada
por una racionalidad liberal y tecnocrática que disuelve convicciones,
sujeciones y territorios, interpelando fuertemente las antiguas y
tranquilizadoras certezas sobre el individuo, la ciudadanía y el estado.
Esta etapa de la modernidad es percibida, entonces, como
“líquida” (Bauman: 2004), en tanto abre un abismo entre el derecho a
la autoafirmación y la capacidad de controlar los mecanismos sociales
que la hacen viable o inviable. En estas condiciones sociohistóricas, la
biografía se plantea como un modo de hacer inteligible la complejidad
de las contradicciones sistémicas y de achicar la brecha entre
individuo de juri y de facto, como una forma de asunción de una
ciudadanía que antes se percibía como ‘para todos’ y, hoy por hoy,
resulta cada vez menos inclusiva.
Internet resulta el escenario paradigmático de estos procesos:
opiniones de ciudadanos de todo tipo anotadas en los “Comentarios”
de blogs, de diarios y revistas on line, videos de jóvenes,
adolescentes y adultos mostrando vivencias que antes quedaban
pudorosamente cubiertas por el manto de la privacía, sitios como
Facebook en los que una amplia franja etárea de individuos
pertenecientes a las clases altas y medias se reinventan una
identidad pública y establecen una comunidad virtual con una red de
supuestos ‘amigos’ cuyo número no parece tener fin son algunos de
los espacios donde hoy se dirime la lucha por la representación
individual y colectiva.
A esta enumeración bizarra y siempre incompleta hay que
sumarle las páginas de los medios tradicionales, instituciones,
organismos, fundaciones y organizaciones de todo tipo. En este
último ítem es donde se pueden leer, de manera sesgada, narrativas
producidas por subjetividades periféricas, antes ignoradas o
acalladas, cuya emergencia fue posible gracias a cambios en las
políticas estatales en buena parte de América Latina.
En el caso de la sociedad argentina, un punto posible de partida
en este proceso fue la crisis brutal del 2001 que significó, entre otras
cuestiones, el quiebre del sistema representacional que sostenía la
arquitectura social y política del país lo cual dejó entrever otras
formas de ser, entender y estar en el mundo (Svampa: 2009). En la
percepción del ciudadano común, desocupados, cartoneros,
homosexuales, aborígenes –entre otros- se tornaron visibles
‘repentinamente’ e ingresaron al espacio público, instaurándose como
actores sociales capaces de organizarse y autogestionar proyectos
orientados a la lucha por el derecho a otro tipo de justicia, salud y
educación, a modos diferentes de relacionarse entre sí y con el resto
de los argentinos, con la naturaleza y con el territorio.
A partir de este momento, se hizo más evidente un proceso de
reparación y reatadura de los hilos cortados y del retorno a tramas
históricas abandonadas (Segato: 2007) que se venía dando entre las
sombras.
La otra cara de la moneda fue la del aumento geométrico del
deterioro del entramado social y de las condiciones de vida por esos
años que se habían traducido en una creciente exclusión social y en
un aumento de la pobreza a lo largo y a lo ancho de la Argentina,
mucho más visibles en regiones como la noroéstica, en la cual el
deterioro mencionado está fundado, en gran medida, en la expansión
del capital agrario sobre territorios diversos por una parte y, por la
otra, en la implementación de modelos económicos neoliberales que
interpelaron y modificaron los modos de trabajo y de reproducción de
la vida que tienen larga data en la memoria colectiva local (Alvarez
Leguizamón: 2012). Dichos procesos tienen un espesor temporal
(Cebrelli/Arancibia: 2005) que responde a diversas formas de
dominación burguesa y de dominación señorial, las cuales se
articulan sobre formas específicas de subordinación que pueden
considerarse como “configuraciones particulares de inclusión
subordinada” de diferente tipo (Alvarez L.: 2002, 2005 y 2012).
En este marco, emergieron y se fortalecieron nuevos zócalos
discursivos marcados por el impacto de los programas y discursos
sobre y del desarrollo en la reconfiguración de discursos identitarios
comunales, sobre todo en los vinculadas a las formas de apropiación
del territorio y a los modos de adscripción de subjetividades
históricamente silenciadas, tales como las de los pueblos originarios,
estrechamente relacionadas, en estas condiciones socio-históricas,
con la lucha por la subsistencia pero, a la vez, por el poder de la
representación (Reguillo: 2007 a).
Reaparecieron así tramas de memorias casi desconocidas para
la ciudadanía argentina. Entre otras, se discursivizaron las palabras,
apenas audibles, de mujeres aborígenes que ingresaron al espacio
público en el marco de las luchas reivindicatorias de sus etnias de
origen. El estatuto genérico de estas voces sólo puede entenderse en
la intersección política y cultural en que fueron y son dichas: un
espacio de frontera entre culturas disímiles cuyas relaciones, roles y
jerarquías sociales y de parentesco no suelen coincidir 145. En
consecuencia, en este enclave enunciativo, la identidad femenina
está atravesada por las de etnia, lugar social y localización territorial
en el mapa nacional pero también en el de la propia etnia146.
El caso resulta particularmente expresivo para analizar pues
estos testimonios no sólo visibilizan subjetividades colectivas
percibidas en el espacio público como una ‘novedad’ sino que
también señalan una frontera extrema, el espacio socio-cultural
donde la diferencia se hace más densa (Segato: ibídem). La
emergencia de estas voces en el espacio público significó una ruptura
en sí misma ya que su aparición quebró un campo de interlocución
145
La categoría de frontera es deudora de los aportes de múltiples disciplinas sociales: historiografía
(Clementi: 1992; Presta: 2000), antropología o sociología (Grillo: 1999; Grimson y Jelín: 2000; García
Canclini: 2004), semiótica (Lotman: 2006), estudios culturales (Fernández Bravo: 1999; Cebrelli: 2002 a
y b, 2005). Deudora de la idea de estado, la frontera funciona como una sinécdoque de nación y
constituye no sólo una categoría geográfica sino temporal, estrechamente relacionada con la irrupción del
otro en el discurso oficial, al punto de interpelar las certezas acerca de la identidad, de la cultura y de la
misma nación. Su estudio, no sólo deja en evidencia la contingencia, porosidad y cruces de dinámicas
interculturales, sino también las luchas de poder, los estigmas que se fundan, se resignifican o se fosilizan
y que acompañan la historia de los estados nacionales e, inclusive, los procesos de desnacionalización,
cada vez más evidentes frente a las peticiones globales. La frontera adquiere una dimensión múltiple
transformándose en un eje discontinuo que reaparece en la(s) cultura(s) como una representación, como
un objeto de análisis, como forma de posición (ideológica y/o política) que va interrogando, construyendo
y resignificando identidades y territorios en relación a los límites geopolíticos y geoculturales. Es decir,
hacia el afuera y el adentro de los territorios locales y nacionales en un esfuerzo por señalar las
diferencias no sólo culturales sino también sociales, en contraste con una homogeneidad siempre deseada,
imaginada y, hasta a veces, forzada e impuesta por las diversas políticas estatales (Cebrelli: 2011).
146
Las comunidades aborígenes más numerosas que habitan el territorio argentino (Wichís, Guaraníes,
Kollas y Mapuches) consideran que sus naciones atraviesan los límites políticos de los estados limítrofes.
oficial de larga data en la cultura argentina (Grimson: 2006), campo
en el cual carecían de voz y presencia.
Interesa ver, por lo tanto, el modo en que estas narrativas
intentan legitimar un universo representacional propio y, a la vez,
pretenden resignificar y relocalizar las representaciones nodales de la
hegemonía (Reguillo: ibídem y Grüner: 2003), es decir, aquellas que
vehiculizan los sentidos políticos fundamentales para la sociabilidad
-democracia, derechos humanos, ciudadanía, género, diferencia-,
representaciones que participan en los procesos de reproducción
social. Desde el punto de vista de la producción de sentido,
constituyen procesos de traducción violenta ya que se trata de
semiosis producidas en culturas en contacto que poseen matrices de
sentido, regulaciones y prácticas marcadamente diferentes (Lotman:
2000; Cebrelli: 2007a, b, c y 2008 a, b y c).
Cabe destacar que la emergencia de estas subjetividades
resulta de una larga práctica de resistencia sin la cual éstas no
podrían haber supervivido, articuladas con históricas luchas por la
tierra, la propia lengua y los derechos más elementales (agua,
comida, techo, abrigo, salud, educación), luchas que,
lamentablemente, no parecen poder terminar en un futuro inmediato.
En este punto cabe destacar que este proceso de emergencia
significó, a la vez, un aumento paulatino de visibilidad mediática,
cada más evidente en estos últimos años 147. Por último es necesario
recordar que, en la Argentina, la etapa más reciente del proceso de
visibilización de los pueblos originarios argentinos se da en el marco
de tensiones políticas muy marcadas entre un gobierno progresista
representado por Néstor Kirschner (2003-2007) y Cristina Fernández
(2007-2011 y 2011-2015) contra un neoconservadurismo maquillado
y fortalecido durante las políticas neoliberales de la década anterior.
La ‘oposición’ al modelo oficial está formada por clases dominantes
relacionadas con un modelo de agronegocios (sobre todo, con la soja
transgénica), con los holdings con un particular protagonismo de las
empresas mediáticas que las componen en acuerdo con el
heterogéneo y -a la fecha- diseminado conjunto de partidos y grupos
opositores148. Por su parte, el gobierno declara (y ha demostrado)
tener un compromiso explícito con los derechos humanos, con los
procesos de recuperación/reinvención/relectura de las memorias
147
Este proceso se analiza en forma exhaustiva a propósito del caso de los pueblos originarios de San
Martín del Tabacal en Cebrelli y Arancibia (2010) “Registros de la diferencia. De la Crónica al
Documental”, paper leído en Congreso 200 Años: Medios, Comunicación y Cultura, Escuela de Ciencias
de la Comunicación, Universidad Nacional de Córdoba; (2012) “Visibilidades, Territorios e Identidades.
Las representaciones sociales como formas de mediar la experiencia en las producciones
comunicacionales” en prensa, Santa Cruz de la Sierra: ABOIC.
148
Sonia Alvarez Leguizamón considera que éstas son nuevas formas de expansión del capitalismo y del
neocolonialismo y las analiza en el capítulo inicial del presente libro.
fracturadas y con un modelo estatal cada vez más inclusivo aunque,
lamentablemente, todavía con fuertes deudas con los derechos de
estas comunidades.

El caso
Hoy la situación indígena ha cambiado un
montón, podemos decir, podemos hablar
nosotros los pueblos indígenas desde nuestro
propio pensamiento, desde nuestro propio
desafío más que nada.
Ofelia Morales (2007)

Durante la mayor parte de la historia de esta nación, se ignoró y


se acalló la existencia de los indios y de los negros. Se trataba de una
operación ideológica, convalidada por políticas oficiales sucesivas,
según la cual las personas étnicamente marcadas fueron presionadas
por el estado para desplazarse de sus categorías de origen a fin de
identificarse con la representación del ciudadano, lo cual resultó en la
estigmatización o invisibilización de esta diferencia (Segato: 1998).
Así se construyó una representación de la Argentina como país
étnicamente homogéneo y la ilusión de que sus ciudadanos eran de
origen europeo (Grimson: 2006 y 2000; Segato: 2007), imagen que
vulneró, distorsionó y, en ocasiones, borró las identidades de los
pueblos originarios al desgajarla de sus raíces, tradiciones y
territorios. El proceso fue tan eficiente que los mismos aborígenes
ignoraban o negaban su identidad cultural, lo que no es de extrañar si
en la escuela les enseñaban que este país ‘ya no habían indios’,
según sus propias declaraciones (Sarapura: 2007). Pero, ¿cómo se
llegó a tal convencimiento?
Durante los primeros años de la democracia y acompañados por
la implementación de un aparato legislativo y burocrático (leyes,
normativas149, censos150 e, inclusive, de la reforma constitucional de
los noventa151), se produjeron fuertes procesos de individuación y
reetnización de pueblos originarios en el país que se dieron, inclusive,

149
Los Estados provinciales fueron los primeros en promulgar nuevas leyes de las que derivaron
dispositivos jurídicos, institucionales y burocráticos destinados a las poblaciones indígenas. Por ejemplo,
la provincia de Salta sancionó en 1986 la Ley Nº 6373 de Promoción y Desarrollo del Aborigen. En la
década siguiente el Estado nacional desplegó su propia política de administración indígena, algunas veces
en correspondencia y otras en superposición y disidencia con los mecanismos jurídicos institucionales
preexistentes (Bidaseca et al.: 2008).
150
El segundo ítem del Censo Nacional del año 2001, denominado “Variable indígena”, indagaba sobre
la relación del censado con alguna etnia aborigen. Como Anexo al mismo, el Estado promovió, por
primera vez, la realización de una Encuesta Complementaria De Pueblos Indígenas, 2004-2005.
151
La Constitución Nacional del año 1994, Artículo 75, Inciso 17, reconoce la preexistencia étnica y
cultural de estos pueblos, garantizando sus derechos, entre otros, a una educación bilingüe e intercultural,
a la posesión comunitaria de la tierra y a la personería jurídica. Este último es importante para el análisis
de caso del presente trabajo, como se verá más adelante.
en el marco de políticas neoliberales que posibilitaron acciones de
intervención en pos de los derechos de las ‘minorías’ de agencias,
ONG’s y fundaciones extranjeras o trasnacionales. Durante estos
años, la lucha y movilización resultante se tradujo en una visibilidad
creciente de estos pueblos los cuales, en muchos casos, fueron
percibidos como novedosos aunque, en realidad, su existencia se
remontara a una temporalidad anterior a la colonia y al mismo
estado. La percepción de la novedad estaba relacionada además con
la reinvención de tradiciones (Hobsbawm: 1984) que se daba en el
marco de comunidades hasta entonces desconocidas para la mayor
parte de la ciudadanía argentina. Así ‘reaparecieron’ en el escenario
de la cultura nacional Wichís, Chorotes, Guaraníes, Tobas, Pielagás,
Chanés, Kollas y Mapuches, etiquetados bajo el colectivo ‘pueblos
originarios’152.
En particular, la Reforma Constitucional de 1994 y la sanción de
su Artículo 75, Inciso 17 fue el instrumento legal que posibilitó a estos
pueblos el resquicio necesario para sistematizar las luchas antes
aisladas por la reivindicación de sus identidades y de sus derechos
colectivos en lo que puede denominarse como ‘movimiento indígena’
el cual, en muchas comunidades, permitió la emergencia de mujeres
como dirigentes de los mismos153. Éstas crearon espacios de reflexión
sobre sus experiencias de exclusión como mujeres y como
aborígenes, con plena conciencia de la erosión de diferente grado en
sus identidades individuales, genéricas y colectivas producidas por
falta de reconocimiento estatal y los altos niveles de prejuicio y
discriminación por parte de la sociedad argentina en general. Lo
inédito del proceso es que estas reuniones tuvieron cobertura en
diarios de referencia nacional (Página/12, 5 de octubre de 2005).
Hoy por hoy, con un largo camino por delante todavía, las
líderes comunitarias consideran que uno de los obstáculos más
fuertes en su lucha por la recuperación de la identidad se encuentra
todavía entre sus mismos pares.

Soy dirigente de los tiempos en que había que ir a la comunidad


y explicarles lo que era el derecho indígena, lo que era la
identidad. Todos decían: “Pero indios no hay, y si hay, hay
152
Un análisis pormenorizado de estos procesos en la provincia de Salta se encuentra en el Capítulo 3, a
cargo de Mónica Flores Klarik, Marcela Álvarez y Norma Naharro. También pueden leerse en el Capítulo
4, de Fernando Bustamante para el caso Wichí.
153
“Las organizaciones y las luchas indígenas se sostienen sobre el interés en afirmar la identidad a
partir de aparecer en el escenario público como sujeto legítimo, de ser reconocidos como interlocutor para
el Estado, de ser tenidos en cuenta por los gobiernos. La visibilidad, la búsqueda del poder de
representarse a sí mismo frente a la sociedad, el poder de generar la propia comunicación, contar la propia
historia ellos mismos frente al resto de la sociedad y poder discutir las políticas ante los poderes
dominantes” (Bustamente: ibídem).
pocos”. /…/ “En Jujuy no hay indígenas, puede haber en el
Chaco que están muy pobres pero en Jujuy no hay”.
Natalia Sarapura, dirigente Kolla (2007: 153)

¿Cómo aceptar una identidad tan devaluada en el imaginario


nacional? ¿Cómo luchar por la posibilidad de la autorrepresentación
cuando la eficacia estigmatizadora de las imágenes legitimadas se
sostenía en un espesor temporal cuyo origen se hunde en quinientos
años de historia oficial? ¿Cómo reconocerse Wichí, Guaraní, Kolla,
Qom si ellos mismos declaran que los fundadores de la Argentina
dibujaron la tribu salvaje, al indio malo, al indio malón y al transmitir
esos dibujos no [se les dio] la oportunidad de desmentirlos 154
?
A estas dificultades se suman la ambigüedad y el valor de los
roles femeninos dentro y fuera de sus comunidades. En general, las
mujeres de los pueblos originarios ocupan lugares casi de igual
importancia al de los hombres, lugares que surgen del reparto
equitativo de tareas esenciales para la supervivencia del grupo
familiar y de la comunidad. Sin embargo, el contacto aculturador con
el ‘blanco’ trajo como consecuencia la incorporación de formas de
machismo y violencia de género que no formaban parte de las
tradiciones ancestrales.
Todo el proceso de colonización ha atravesado a todos los
pueblos originarios. Los valores del patriarcado están insertos
en nuestras comunidades. /…/ En la cosmovisión original hubo
una visión de complementariedad, dualidad y horizontalidad
entre varones y mujeres pero hoy no lo vivimos así. Las mujeres
de los pueblos originarios estamos afectadas por el machismo.
Moira Millán (2007)155

La situación de frontera intercultural complica la interpretación


de la emergencia de estas subjetividades femeninas, desde culturas y
situaciones diversas. Cabe aclarar que la mujer Wichí, Qom, Guaraní,
Kolla o Mapuche no ocupan idénticas jerarquías ni poseen los mismos
roles en sus culturas de origen; tampoco el contacto con la cultura
‘blanca’ ha sido igual ni ha impactado sobre sus identidades de la
misma manera; sin embargo, la emergencia de sus voces en el
154
Lecko Zamora, Página/12, 2 de marzo de 2009.
155
Es una de las voceras del Frente de Lucha Mapuche y Campesino de Chubut. Su testimonio fue
publicado en Las 12 (Página12), 12 de Octubre de 2007.
espacio público argentino tiene entre sus condiciones de posibilidad
el surgimiento en los ’80 de las voces disidentes femeninas en el
espacio público y, en otro plano, la impronta de la convergencia de
las teorías feministas con el posestructuralismo (Cháneton: 2007)
aunque la particularidad de los enclaves enunciativos de los discursos
de mujeres aborígenes obliga a relocalizar las herramientas
explicativas producidas desde esos paradigmas.
Las líderes de los pueblos originarios son conscientes tanto de
la particularidad de sus decires como del movimiento que los
sostienen y califican esta experiencia como de una profunda soledad
que, a la larga, las lleva a desmarcarse de sus categorías étnicas
particulares para asumir una identidad de género marcada sólo por la
pertenencia a su etnia sino a los pueblos originarios en general. En
este caso, el compromiso pasa por defender los derechos aborígenes
para que, todas y todos en pie de igualdad puedan luchar en contra
de la pobreza, de la exclusión, de las situaciones de subordinación
dentro y fuera de sus comunidades.

Hay una soledad muy fuerte de las mujeres de los pueblos


originarios que tenemos que llevar adelante no solamente la
reafirmación de nuestra identidad, sino nuestra revalorización
de ser mujeres.
Moira Millán (ibídem)

Aquellas quienes aceptaron el desafío, saben que la


revalorización del género se enmarca en la lucha por la
reconstrucción de sus pueblos y de sus derechos colectivos al
territorio, a la lengua, a la gestión de los recursos naturales y de su
propio desarrollo (Declaración del Primer Encuentro Provincial de
Mujeres Indígenas, Jujuy, 2006).
La tarea de recuperación y de reafirmación de estas
identidades fue y sigue siendo muy difícil. Se trata, en primer
término, de lograr la visibilidad necesaria para luego poder proponer
saberes y narrativas otras, capaces de entramar horizontes
representacionales y valores cuya diferencia suele ser radical a las
lógicas nacionales pero también a las globales y neoliberales. Claro
está, no son las únicas narrativas que, desde una de las múltiples
fronteras de la cultura nacional, se disputan un lugar en la lucha por
el poder de la representación.
En boca de estas mujeres, sus comunidades de origen
protagonizan junto a otros actores sociales las narraciones de la
desposesión en el campo de los derechos ciudadanos de los
argentinos156. Se trata de individuos que son ciudadanos en la letra de
la ley pero están absolutamente impedidos del ejercicio de sus
derechos. De ahí que su visibilidad mediática esté ligada, en la
mayoría de los casos, a las penurias que sufren por vivir, en muchos
casos, en una pobreza extrema.
No es de extrañar, entonces, que la palabra femenina e
indígena, hecha sujeto y con toda la fuerza de verosimilización propia
del testimonio, emerja plenamente en las notas periodísticas y en los
libros con testimonios publicados en la segunda mitad del año 2007,
luego de que se hiciera pública la muerte de los Qom en ese mismo
escenario y después de que la Corte Suprema ordenara al Estado que
tomara medidas para frenar lo que denominó como genocidio. No
parece casualidad, si se recuerda que de las 16 muertes producidas
ocho fueron que pudimos contabilizar, a pesar de las trabas que pone
salud pública en el acceso a la información, ocho son mujeres”, como
señala Rolando Núñez.

La mujer es más vulnerable en las poblaciones indígenas. Ellas


presentan un mayor cuadro de desnutrición que los varones
porque son madres multíparas, de manera que el embarazo y la
lactancia producen efectos devastadores sobre ellas, mucho más
cuando la magra dieta que consumen, mayoritariamente, se
compone de harina y grasa. También vimos cómo ceden sus
porciones alimentarias en favor de sus niños de manera
sustancial. Esto también aporta un factor determinante para los
cuadros de desnutrición, malnutrición y anemia. Además, no
cuentan con agua potable o apta para el consumo. Son
extremadamente vulnerables”157.
Con estas palabras se describe el femicidio que produce la
pobreza a la que estas comunidades han estado condenadas por más
de cien años de políticas estatales. Por su parte, las páginas web de
numerosas ONG’s158 se encuentran imágenes de estas mujeres
hechas pura piel y hueso que rememoran las del Holocausto nazi
durante la Segunda Guerra Mundial. Sólo que estas fotografías ya no
registran imágenes de un pasado sino una situación insostenible e
injustificable en la Argentina contemporánea.

De la visibilidad a la toma de la palabra


Entre medios y mediaciones
Además de las condiciones que posibilitaron este proceso de
visibilidad y toma de la palabra ya mencionadas en el primer acápite
156
Me refiero a los excluidos del ejercicio de sus derechos de ciudadanía, tales como gente en situación
de calle y/o con capacidades diferentes, desocupados, homosexuales, jóvenes y no tanto atrapados en las
redes de trata de personas o de la violencia en sus múltiples formas.
157
Cfr. Así mueren los mansos, Informe Periodístico de TN antes mencionado.
158
Ver acápite siguiente.
también, merecen destacarse políticas oficiales de respeto por la
diferencia cultural, tales como las que lleva a cabo la Secretaría de
Cultura de la Nación desde el 2005 o las provenientes de instituciones
nacionales (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y
el Racismo -INADI, Consejo Nacional de la Mujer Indígena) y
provinciales (Instituto Provincial de Pueblos Indígenas de Salta –IPPIS,
Instituto del Aborigen Chaqueño -IDACH); también es importante el
trabajo realizado el marco de centros de investigación de
organizaciones civiles (Centro Nelson Mandela) o universitarias
(Centro Paco Urondo de la UBA, Centro Promocional de
Investigaciones Históricas y Antropológicas de la UNSa), entre
muchas otras.
Iniciativas surgidas a partir de estas políticas hicieron posible
aperturas musicales como las de Tonolec –música toba de fusión-, la
publicación de textos de lectura bilingües para chicos (Guaraní-
Español, )159 que revalorizan las identidades originarias, como así
también de libros con testimonios, leyendas e historias de estos
pueblos. Entre éstos, merecen destacarse dos publicaciones
realizadas con fondos estatales que constituyen un hito entre la
escritura testimonial femenina y aborigen: El anuncio de los pájaros
(Salta: 2005)160 y Mujeres dirigentes indígenas. Relatos e historias de
vida (Buenos Aires: 2007) 161.
Finalmente, resulta imprescindible mencionar la labor
comunicacional que llevan a cabo fundaciones y redes comunitarias
que cuentan con apoyo de alguna entidad religiosa nacional o
internacional (ENDEPA, ASOCIANA, Red de Comunicación Indígena,
entre las más conocidas), organizaciones de autogestión aborigen
(Centro de Documentación Mapuche, Fundación Walter León, Consejo
Nacional de la Mujer Indígena, entre otras) o que tienen intereses
159
Puede citarse la colección para chicos de la Editorial Sudamericana que contienen una revalorización
de la historia de los wichís, tobas y mapuches y manuales publicados por el Ministerio de Educación,
Ciencia y Tecnología de la Nación como Un libro para chicos. TE CONTAMOS SOBRE NOSOTROS.
Narraciones de Niños Aborígenes Salteños.
160
Es una publicación conjunta del Ministerio de Desarrollo Social, el Instituto de Asuntos Indígenas y
los Talleres de Memoria Étnica coordinados por la antropóloga Leda Kantor en el Departamento de San
Martín (Salta). Tanto los talleres como la publicación contaron con el apoyo de Liliana Lizondo y de
Norma Naharro, docentes-investigadoras de la Sede Tartagal y de la Sede Central de la Universidad
Nacional de Salta. En él se recogen relatos, leyendas y testimonios de mujeres pertenecientes a siete
etnias chaqueñas. Se trata de una cuidada edición que incluye ilustraciones de dos artistas Wichís de
Misión Chaqueña (Salta).
161
La publicación Cultura ciudadana y diversidad. Mujeres dirigentes indígenas. Relatos e historias de
vida permitió la circulación de los testimonios de mujeres aborígenes en el circuito educativo y
académico de la Argentina y fue publicado por la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación
(Buenos Aires: 2007). Contiene los testimonios de doce líderes pertenecientes a los Wichí, Huarpe,
Guaraní, Mapuche, Pielagá, Qom, Ranquel, Mocoví y Ava Guaraní. Si bien en todos los casos, el relato
íntimo sirve de pretexto para registrar la historia de sus comunidades y se utilizan estrategias afines con
las que acá se analizan, la riqueza de estos textos requiere de una reflexión que excede los estrechos
límites de la presente ponencia.
comunes con estas comunidades (MoCaSe, Fundación Foro de la
Tierra, FUNDAPAZ, por citar algunas). Todas ellas cumplen el rol de
mediadores que promocionan y representan a los grupos aborígenes
frente a la sociedad argentina. La mayoría funcionan como agencias
informativas y hacen llegar los partes de prensa a medios
tradicionales y alternativos con mayor o menor suerte. Asimismo,
cuentan con boletines, periódicos y/o páginas web donde puede
encontrarse información sobre estos pueblos desde una perspectiva
que pretende ser aborigen.
Como es de esperar, la audibilidad de las narrativas que aquí
interesan depende del tipo de mediación que cada una otorga a las
voces femeninas ya que estas agencias –como los medios masivos-
enmarcan, recortan y traducen, dejando emerger con mayor o menor
fidelidad sus relatos.
Las condiciones hasta aquí enunciadas han permitido un
progresivo ingreso de los pueblos originarios a la producción de
narrativas mediáticas, poderosos dispositivos de subjetivación. Los
medios masivos en general y la prensa gráfica en particular les
prestan protagonismo por diversos motivos, sin salir de sus lógicas
mercantiles.
La mayoría de las veces, las noticias sobre aborígenes ocupan las
primeras planas cuando protagonizan hechos con ribetes
sensacionalistas –como, por ejemplo, el caso de la chica Wichí entre
el año 2006 a 2008 (Cebrelli: opus cit.)- o trágicos, como las muertes
por hambre que, desde el año 2002 a la fecha, aparecen con mayor o
menor repercusión en diarios de referencia nacional y/o local (Cebrelli
/ Arancibia: 2008). En estos casos, los pueblos originarios se
transforman en objeto de discurso pues se cuentan historias sobre
ellos y, rara vez, le dan lugar a la palabra salvo en forma de voz
citada.
Mucho más respetuosos de la palabra aborigen resultan los medios
cuando la ocasión se da en el marco de luchas reivindicatorias. A
veces, se debe a su participación en movimientos sociales más
amplios, tales como los levantamientos de CutralCó y Plaza Huincul
(1996/1997), los cortes en la Ruta 38 iniciados en 1997 hasta la
fecha, las asambleas surgidas entre el 2001 y 2002. En otras
ocasiones, cuando organizan marchas a las capitales provinciales
(Segundo Malón de la Paz en Jujuy, 2006), cortes y movilizaciones en
defensa de sus derechos sobre la tierra o para exigir que paren los
desmontes.
No por casualidad, en la mayoría de los artículos revisados 162 se
privilegia la nota, tal vez el más híbrido de los géneros informativos.
Lo interesante es que todas comienzan utilizando retóricas propias
del discurso de la información –uso de la tercera persona, de variadas
modalidades de voz citada, predominio de la narración con inserción
de secuencias narrativas y argumentativas. Sorpresivamente, la
enunciación embraga en un juego de preguntas y respuestas,
transformándose en una entrevista y, como en un estallido, surge la
palabra aborigen, femenina y plural hilando una historia que tiene la
cualidad de vincular el lenguaje con la vida tanto propia como de su
comunidad. La hibridez genérica da cuenta de la situación de frontera
cultural antes aludida: la escritura también se da en un entre-
géneros, entre-voces, entre-etnias, instituyéndose en mediación,
travesía e interpelación desde múltiples e ignotas memorias
colectivas a la memoria oficial (Ortiz: 2000)163.

Visibilidad(es)
Desde el año 2001 a la fecha164, Página/12 –por ejemplo165- ha
ido aumentando el número y la frecuencia de publicación de artículos
con noticias sobre los pueblos originarios por lo que resulta el diario
de referencia nacional más apropiado para observar el proceso
aludido.
Uno de los indicadores del aumento de visibilidad mediática es
el paso de la cita a la entrevista en los modos de registro de la voz
162
Se revisaron los archivos de Página /12 desde el año 2002 a la fecha. Se construyó un corpus de más
de veinte artículos sobre los aborígenes, privilegiando los que registraban la voz de mujeres
pertenecientes a los pueblos originarios del Gran Chaco y del Noroeste argentino, sobre cuyas
representaciones y su espesor temporal vengo investigando desde hace unos años (Cebrelli: 2008 c). El
recorte se realizó con la idea de contrastarlos a futuro con la producción sobre el mismo tema realizada
desde el año 2004 a la fecha por Nuevo Diario. El diario chiquito de Salta. Cabe aclarar que se trata de un
matutino de clasificados sin una línea editorial muy clara; sin embargo, publica noticias cada dos o tres
días sobre los pueblos originarios salteños y jujeños las cuales muestran un claro compromiso con la
diversidad cultural y de género. Un avance de esta línea de indagación puede leerse en dos trabajos
anteriores de mi autoría (Cebrelli: 2008 a y b).
163
Mientras la memoria colectiva responde al orden de la vivencia, la memoria nacional se refiere a una
historia que trasciende los sujetos y no se concreta en las cotidianeidades. La primera fija los recuerdos de
sus propios portadores y su olvido es fruto del desmembramiento del grupo. La segunda trasciende las
divisiones sociales, es del orden de la ideología e integra un campo de poder (Ortiz: 2000).
164
Se ha tomado como criterio de corte el año 2001. En los relevamientos realizados en el archivo virtual
del diario Página /12 no se han encontrado artículos anteriores significativos para este trabajo. Es muy
evidente el incremento de la cantidad a partir del año 2004 en relación a los reclamos territoriales y,
posteriormente al 2007, a partir de la muerte de los Qom en el Impenetrable, sobre diversas cuestiones,
tales como escuelas bi y trilingües, vivienda, reclamos territoriales y diversas acciones orientadas a frenar
el desmonte. La cobertura mediática de la muerte por hambre de los Qom fue analizada en artículos
anteriores en co-autoría (Cebrelli y Arancibia: 2007 y 2008). La visibilización de la muerte de los niños
Wichís se viene siguiendo desde el año 2008 (Cebrelli: 2007 y 2008). Un abordaje antropológico de este
problema se encuentra en el citado capítulo de Flores Klarik et al.
165
Un análisis contrastivo del proceso en Clarín, Página12 y La Nación puede leerse en “Fronteras
invisibles. El caso de los pueblos originarios argentinos”, Conferencia Plenaria, XIII Congreso de
RedCom, Targagal, 2011 (en prensa).
indígena. Aquí es importante recordar que la entrevista es la variable
mediática de la biografía y, por lo mismo, constituye un medio
invaluable para dar a conocer historias de vida y resguardar, a la vez,
la autenticidad de las palabras dichas (Arfuch: ibídem, Klein: 2008).
La nota elegida para iniciar el seguimiento del proceso de
visibilización citado es de abril del 2002 y se titula “Vida de Wichís”.
Registra la visita de la por entonces primera dama, Chiche Duhalde,
a la localidad de “El Sauzalito”, último pueblo del Impenetrable
chaqueño.
El relato comienza desde la ruta, perspectiva ajena al territorio,
que da cuenta del uso de la focalización externa. El estilo indirecto y
el verbo dicendi –dicen sus habitantes- sumados a un evidente
proceso de traducción y estilización de la voz del otro destaca aún
más el hiato existente entre una y otra cultura.

Visto desde la ruta, el Impenetrable chaqueño es una


muralla verde y polvorienta. Un océano de vegetación que
crece sobre la tierra reseca, donde casi nunca llueve. Cuando
sopla el viento norte, el aire se transforma en una niebla blanca,
áspera, hecha de polvo /…/ El Impenetrable no se ajusta a la
descripción tradicional de una selva, sino que parece más bien
un monte árido, interminable. En él, dicen sus habitantes,
todavía hay extensiones vírgenes, nunca pisadas por el
hombre. 166

Idéntica distancia se lee entre una voz enunciativa que deja


entrever un sujeto que hace un esfuerzo de traducción –se notó
que- y de reacentuación de las representaciones más disfóricas de
los aborígenes, tradicionalmente relacionadas con anomia y con el
analfabetismo. Por lo mismo, a lo largo de toda la narración se insiste
en el contacto de los Wichís con la escuela –por lo que quedó escrito
en el pizarrón, los chicos habían estado repasando la letra Ch- y con
la escritura -cada comunidad entregó cartas relatando su
situación y reclamando lo urgente, y algunos hicieron firmes
copias de esos pedidos.
La focalización del relato pasa paulatinamente de externa a
interna al referir la situación de extrema pobreza de los Wichís de una
comunidad más aislada. Pese al uso de comillas de distanciamiento
para la cita de la voz ajena, el uso del discurso coloquial y la
utilización de diminutivos acorta la diferencia entre una y otra cultura,
con la finalidad de provocar un impacto emotivo, acorde con la
situación de desamparo aludida.

166
Cfr. “La tribu que visitó Chiche Duhalde. VIDA DE WICHIS”, El País, Página /12, domingo 26 de
mayo de 2002. En todos los casos la negrita es mía.
De Fuerte Esperanza es también Viviana Pereira, 29 años,
integrante de la comunidad wichi167. La mujer viajó los 100
kilómetros que separan su paraje de El Sauzalito para acercar
un reclamo por los planes Jefes y Jefas de Hogar, ya que “de
500 solicitudes sólo 100 personas recibieron el subsidio”. Para
la joven, madre de cuatro hijos, el principal problema es la falta
de trabajo, “que nos tiene comiendo pescaditos y pájaros”. En
el lugar, dice, ni siquiera tienen una huerta por falta de semillas.
Beben agua del río ubicado a mil metros. No hay electricidad, ni
teléfono, ni vehículos para moverse en caso de enfermedad. La
última muerte en su comunidad se produjo el mes pasado: fue
un bebé de cuatro meses; lo enterraron sin saber siquiera por
cuál enfermedad lo habían perdido.

Interesa destacar que, aunque citada y finalmente apropiada


por el enunciador, emerge un sujeto a la vez femenino y plural –nos
tienen comiendo pescaditos y pájaros. En este punto, cabe recordar
que los wichis son tradicionalmente un pueblo de cazadores y
recolectores. El argumento deja entrever una de las tretas de débil: la
capacidad de resignificar el lugar que se le ha dado para, en este
caso, obtener más cantidad de subsidios de un gobierno indiferente;
sin embargo, es la voz delatora y crítica del sujeto de la enunciación,
voz legitimada por un enclave enunciativo mediático, la que sostiene
el argumento más fuerte: la comunidad carece de los requerimientos
mínimos para su subsistencia y esta situación impacta en la muerte
de un niño.
La voz femenina asume la de los suyos y en ella se reconoce la
de una líder, cabezante-mujer –niyát atshina, en tanto tiene la
responsabilidad de buscar los alimentos necesarios para repartir,
proteger y beneficiar a su entorno doméstico (Palmer: ibídem y Cruz
de la: s/d).
Claro está, nada de esto puede ser interpretado por el lector
común, ignorante de la vida y de las tradiciones de estas culturas; sin
embargo, y más allá de las traducciones y mediaciones a la que ha
sido sometida la palabra de Viviana, una alteridad irreductible se lee
detrás de estas representaciones de los Wichís y de su territorio: esa
diferencia, hecha sujeto y con toda la fuerza de verosimilización
propia del testimonio, emerge plenamente en las notas escritas en la
segunda mitad del año 2007, luego de que se hiciera pública la
muerte de los Qom en ese mismo escenario y después de que la
Corte Suprema ordenara al Estado que tomara medidas para frenar el
genocidio.
167
La vacilación ortográfica entre Wichí y wichi es una marca más del funcionamiento de frontera ya
aludido.
Retóricas de un yo plural
¿Cómo dicen la palabra propia y, a la vez, las de su tribu estas
voces femeninas? ¿Cómo traducen la palabra doblemente ajena –por
el género, por la etnia- para hacerla comprensible sin traicionarse
ellas mismas o a la memoria de su colectividad?
La estrategia pasa por la asunción de un yo como forma de
anclaje de una realidad otra para, desde ahí, abrir el juego de la
responsividad (Bajtín: 1982) e interpelar así al enunciatario. El
desdoblamiento de la imagen sí misma en un pasado y un presente,
característico de la biografía –en este caso, entre un presente
militante y una infancia casi ingenua- colabora en la construcción de
la verdad referencial del relato de vida.
En el marco de esta segunda modernidad, este tipo de
estrategias narrativas ingresan en la lógica celebratoria y
desideologizada de la diferencia y de la hibridación; sin embargo,
ese yo descentrado y fronterizo está muy lejos de esa matriz y, por
lo mismo, se inscribe en el discurso mediático sólo para quebrar y
rearticular los campos de interlocución hasta ahora instituidos.

“Mi papá está en lachugue”, decía Elizabet González y decía


río. “Mi papá está en aviaqu”, decía ella y decía monte. Pero
Elizabet no sabía ni decía monte ni río a sus ocho años, antes de ir
a la escuela. Hoy tiene treinta y nueve, pero habla con Las 12 y
aunque su hablar fluye ella explica que traduce de su
pensamiento originario al castellano, tan traducido como el
nombre toba que ella denuncia impuesto y que define qom.
(Página 12, 12 de octubre de 2007).

La extensa nota de tapa arranca con la cita de la palabra diglósica


y doblemente ajena. El dicendi marca una separación que, en este
caso, no implica una jerarquía entre el lugar de enunciación y el del
sujeto del enunciado. De este modo, el discurso construye un campo
de interlocución otro, en el cual el derecho de ciudadanía se entiende
como el derecho a la palabra. Esto explica el paso de la nota a la
entrevista y que el espacio cedido a la palabra ajena sea cada vez
más amplio.

“Nosotros respetamos a la sociedad, pero también en las


escuelas se debería conocer más de nosotros. Yo aprendí
francés en el Chaco. ¿Por qué no se puede empezar a enseñar
toba en las escuelas o universidades? Para hablar con vos yo
tengo que pensar en mi idioma y traducirlo. También puede ser
al revés ¿no?” (Página/ 12, ibídem).
Cuando la cita se transforma en testimonio, las estrategias y
retóricas de los géneros biográficos dejan emerger la subjetividad
antes reprimida. La interpelación se hace al fin explícita e ingresa una
lógica del mundo al revés, capaz de proponer un cambio efectivo en
las prácticas culturales más legitimadas y que tradicionalmente
tuvieron alta eficacia reproductiva: las de la escuela y de la
universidad.
Detrás del yo que insiste en inscribir su autobiografía, emerge
un nosotros fuertemente inclusivo. Atravesando las fronteras de las
lenguas, culturas y memorias en contacto, la responsividad instituida
por el discurso del yo permite la expansión máxima de ese nosotros
que ya no sólo incluye en pie de igualdad a hombres y mujeres de los
pueblos originarios, sino también a sus interlocutores, es decir, al
resto de los ciudadanos argentinos.
Se trata, sin lugar a dudas, de una toma de la palabra (De
Certeau: 2005) a la vez individual y colectiva en una situación de
frontera cultural. Dar (y tomar) la palabra no implica sólo acceder o
ejecutar el acto decimonónico de la escritura, sino también
relacionarse con y apropiarse de retóricas y estrategias de la cultura
dominante, de formas y repertorios narrativos con eficacia política:
ingresar la palabra en los medios, hacerse oír pero a la vez entender
y entender(se) como un lenguaraz capaz de ejecutar múltiples
procesos de traducción entre lenguas y culturas disímiles pero
también, de un universo mayoritariamente oral a otro en el que
funcionan sistemas escriturarios múltiples, de una cosmovisión
femenina e indígena a otra todavía patriarcal y, todo ello, en el marco
de una apropiación inicial: asumirse como portavoz legítima de toda
una comunidad, de sus necesidades y reclamos pero también de una
memoria colectiva capaz de recuperar tramos de la historia nacional
absolutamente desconocidos para el resto de los argentinos.
Para encontrar la palabra plena de estas mujeres es necesario
salir de la lógica mercantil de los medios masivos e ingresar en el
campo de la comunicación comunitaria. El Boletín de la Red de
Comunicación Indígena tiene entre sus objetivos informar sobre las
noticias de los pueblos originarios. No es de extrañar que en sus
páginas se encuentren las voces de hombres y mujeres que, si bien
mantienen las características de una escritura de frontera, han sido
mucho menos manipuladas, mediadas y recortadas.
A propósito de la conmemoración de la última dictadura militar,
el boletín registra el testimonio de Ofelia Morales, una maestra
bilingüe del pueblo qom. El fragmento que sigue arranca con una
historia de un yo que la sitúa en un pasado –en ese momento- sólo
para darle a la narración el peso documental de ‘lo visto y oído’ pues
casi inmediatamente desembraga para que el discurso se focalice en
el relato de las experiencias colectivas.

En ese momento, yo vivía con nuestro pueblo Qom de


Chaco, yo era muy niña todavía. Y, sí, hemos sufrido la
persecución de nuestros líderes antecesores /…/ En ese tiempo
había asociaciones civiles de hermanos de colonias /…/Eso se
logró gracias a un maestro campesino que acompañó a las
grandes comunidades del Chaco [para conseguir] el desarrollo
agropecuario y en el golpe militar a este hermano lo habían
asesinado en ese tiempo y apresaron a los hermanos dirigentes
(Boletín de la Red de Comunicación Indígena, abril de 2008168).

Reconstruido como narración, el testimonio mantiene todavía


las huellas del diálogo que le diera origen – y, sí, hemos sufrido-
registro de la particular situación comunicativa en la que se ha
producido y que implica la mediación de un interlocutor cuyas
preguntas, elididas, orientaron y dieron inteligibilidad a una narración
que ya se ha vuelto comunitaria. El desembrague temporal y
actancial señala el inicio de la versión chaqueña y aborigen de una de
las páginas más dolorosas de la historia argentina.
El discurso avanza e identifica esa época con el [último] golpe
militar. En lo no dicho se instaura una equivalencia entre
desaparecidos y pueblos originarios, equivalencia que permite
preguntarse si, como muchos intelectuales han señalado, los indios
no fueron los primeros desaparecidos de la historia argentina, con
todo el peso de violencia y conspiración de silencio que tal estatus
implica (Viñas: 1983).

Puedo recordar algunos nombres de los que estuvieron


presos: Marcelo González del Pueblo Qom, Fermín García,
Fermín Cáceres y Romildo, son del pueblo Charrúa. Ellos
estuvieron presos durante meses y después recuperaron su
libertad porque no encontraron antecedentes. Y los demás que
sufrieron persecuciones se escondían en los montes, los
dirigentes máximos nuestros, que eran como cinco o seis en
nuestra provincia (ibídem).

El embrague construye en el discurso la imagen de un sujeto


cuya competencia depende de su capacidad de recordar, de
conservar la memoria de los nombres de sus propios héroes. A la
vez, emerge la representación de una identidad aborigen
168
Se titula “Testimonio mujer qom: historia de las luchas. OFELIA MORALES. DOCENTE TITULAR
BILINGÜE DEL PUEBLO QOM”.
reacentuada en tanto atribuye a sus líderes virtudes que resultan la
inversión de las que tradicionalmente la historia oficial negó a estos
pueblos: una capacidad superior de raciocinio, de diálogo y de
convivencia pacífica.

Llegaban los automóviles de las autoridades. Decían que eran


militares o que eran autoridades, pero llegaban a altas horas de
la noche. Eso fue muy, muy nefasto para nuestra gente porque
no se entendía por qué llegaban a esa hora…. Pero los
dirigentes nuestros eran más intelectuales y estratégicos en el
diálogo y pacíficos siempre (opus cit.).

El hecho de destacar la imposibilidad de los aborígenes para


comprender la irracionalidad de los actos represivos –no se entendía
por qué llegaban a esa hora- produce un efecto de extrañamiento que
ahonda aún más la oposición instaurada entre militares y nuestra
gente, atribuyendo a cada representación valores que resultan la
inversión absoluta de las entramadas por la memoria oficial desde la
época de la Campaña del Desierto. El espacio de inversión así
instituido verosimiliza el relato del saqueo realizado por el ejército y,
a la vez, otorga legitimidad a la resistencia entablada por sus líderes.

[Algunas organizaciones] fueron algunas saqueadas y


nuestros hermanos, padres, abuelos, tíos que estaban en la
lucha se preparaban a la noche para defender sus
organizaciones, porque tenían galpones de depósito de toda la
siembra y de todo lo que había, por ejemplo maquinarias,
muchas cosas tenían, como maquinarias agrícolas, eran
bastante trabajadores (op. cit.).

Nuevamente, la cita deja traslucir la operatoria de


reacentuación aunque parcial del universo representacional oficial
(/indio vago/ vs. /nuestros padres eran bastante trabajadores/). El
uso del adverbio bastante da cuenta de un trabajo todavía incompleto
de revalorización de la identidad, todavía contaminada por la disforia
producida por la historia oficial del país.

Cuando empezó la democracia en el año 1982,


empezaron a reorganizarse las comunidades dentro de todo el
pueblo chaqueño. Ahora, los tres pueblos originarios del Chaco
nos hemos reorganizado después de tantos años de estar
callados. /…/ En fin, todos los pueblos originarios de cada
provincia empezaron a hablar, a decir, a reclamar, a exigir sus
derechos como canta la Constitución Nacional, porque la
Constitución nos da derecho a ser habitante de Argentina y
tendría que brindarnos los privilegios como describe la
Constitución Nacional.

El embrague temporal (ahora) y actancial (nosotros) pone en


evidencia la emergencia de un colectivo de identificación amplio –los
tres pueblos originarios del Chaco- que no sólo es de naturaleza
discursiva sino que se asienta en una praxis liberadora de naturaleza
empírica –nos hemos reorganizado después de estar callados. Pese al
desembrague que sigue, resulta evidente la irrupción de una pasión
legible en el uso de la enumeración que constituyen etapas de la
lucha –empezaron a hablar, a decir, a reclamar a exigir-, pasión que
explica la excesiva repetición de lexemas y ciertas vacilaciones
sintácticas, fruto de las traducciones a las que este testimonio ha sido
sometido: de la oralidad a la escritura, de la entrevista al relato, de la
lengua Qom al español.
Las palabras de Ofelia funcionan, además, como un alegato a
sus pares para recordarles que este relato legitima la lucha por sus
derechos de ciudadanía asegurados por la Carta Magna. La recurrente
alusión a la Constitución Nacional destaca el hecho de que, si bien
este instrumento legal reconoce a los integrantes de estos pueblos
como individuos de juri, de ellos y de su lucha depende la posibilidad
de transformarse en individuo de facto, es decir, en ciudadanos
capaces de ejercer sus derechos en igualdad de condiciones con los
del resto del país.

Crecí en ese debate, después de los años de la dictadura, en mi


estudio secundario y entonces me metí en la dirigencia para
poder saber que dice la ley. Por ello, en la elaboración de las
leyes estuve acompañando a mis antecesores más que nada
porque muchos ya son fallecidos. Ellos pensaban que sus
nietos, sus bisnietos protagonizaran esta lucha.

La imagen del yo y su autobiografía reaparece al final sólo para


asumir frente a los suyos el liderazgo a partir de un recorrido que
pretende ser paradigmático: crecer en el debate, estudiar, dirigir,
participar en la elaboración de las leyes que los rigen, entramando
esta asunción de la ciudadanía en la propia memoria como única
dimensión de futuridad posible.

Fotos movidas y sujetos migrantes


Hasta aquí se ha visto el modo en que estos discursos
femeninos ingresan en las narrativas mediáticas para resignificar
algunas de las representaciones nodales, en particular las de nación y
ciudadanía, y para interpelar las identidades instituidas proponiendo
nuevas imágenes de los pueblos aborígenes, de su historia y de sus
territorios. Resulta interesante cerrar estas reflexiones con una
imagen desconocida del país, visto desde una de las fronteras más
extrema del territorio nacional.
Isabel Condorí, una dirigente kolla y una de las mujeres elegidas
por la Secretaría de Cultura para contar su historia, interpela la
hegemonía al develar que las imágenes en circulación sobre la
argentinidad, el interior, los migrantes de países limítrofes y los
pueblos originarios se sostienen sobre estereotipos lábiles e
imprecisos cuya eficacia se explica en la larga historia de
discriminación y racismo a la que ya se ha aludido.

A los que somos del norte nos llaman bolivianos, a los guaraníes
les dicen paraguayos, a los mapuches les dicen chilenos.
¿Entonces nadie es argentino? /…/Sí, la verdad es que los
argentinos son los que vinieron en los barcos porque cuando
estábamos nosotros éramos los mapuches, los diaguitas, las
naciones originarias. Por eso los argentinos no sienten nada de
orgullo por la identidad originaria (Página /12, opus cit.).

La ambigüedad de las representaciones identitarias


mencionadas puede entenderse además como un efecto del
funcionamiento semiótico de la situación de frontera en la que la
mayoría de los argentinos colocamos a quienes no coinciden con el
estereotipo desmarcado étnicamente de ciudadano: bolivianos,
paraguayos, peruanos, chilenos, norteños o indígenas.
Cabe aclarar que una frontera cultural se genera en y por las
interacciones de los sujetos sociales que la habitan y es percibida
como un espacio de entrecruzamientos y contactos muchas veces
conflictivos. Las instancias dialógicas suelen caracterizarse por el
desencuentro comunicativo ya que uno de los interlocutores o aquel
que es referido por el discurso provienen de universos socioculturales
disímiles y heterogéneos. Se construyen así, dentro de marcos
geopolíticos más amplios como el de estado, espacios culturales
marginales o “intermedios”, cuyas regulaciones son inestables y son
entendidas como transgresiones a la hegemonía pero, por lo mismo,
exigen de sus interlocutores una competencia comunicativa
específica y difícil de alcanzar que requiere de las habilidades de un
lenguaraz propias de un migrante: un conocimiento cabal de las
lenguas en contacto pero también de las normas no explícitas que
regulan la comunicación de uno y otro lado.
La lectura de estos testimonios de mujeres originarias permite
afirmar que la migrancia se transforma en la condición de necesidad
para que la inteligibilidad de estas narraciones sea posible. Elisabet
González es una maestra que maneja, según su propio relato, tres
lenguas (qom, español y francés), Isabel Condorí es una destacada
artesana que vive en Buenos Aires y es coordinadora del Consejo
Nacional de la Mujer y Ofelia González también es maestra bilingüe.
Cada una de ellas conoce la cultura dominante y sus lenguajes casi
tan bien como la propia.
Al contrastarlos con los relatos autobiográficos registrados en
Mujeres dirigentes indígenas (2007) resulta evidente que la
posibilidad de ser escuchadas en una y otra cultura es el resultado de
una vida trashumante cuya protagonista parte de una infancia dentro
de una comunidad o una familia aborigen para trasladarse a una
ciudad donde se aprende a vivir consigo y con los otros, a
respetar(se) y a luchar por el derecho a la diferencia. La ‘vuelta’ al
terruño significa la asunción de un rol de liderazgo en el movimiento
por la reivindicación de las identidades y de los derechos colectivos.
En cada una de estas narraciones se construyen una variedad de
espacios socio-culturales y prácticas disímiles que remiten al
funcionamiento de tiempos asincrónicos cuya única articulación es el
relato de migrancia que coincide con el de la propia vida. El sujeto
que emerge es descentrado, dual, contradictorio. Como dice Natalia
Sarapura, dirigente Kolla, para estas mujeres la dualidad es parte de
la realidad (2007: 152).
Sus testimonios demuestran que estar en la frontera también
puede significar ‘estar en el medio’, en un territorio de travesías
incesantes, un lugar que obliga a quienes la transitan a comunicarse
utilizando más de un código, más de una lengua, más de un sistema
de valores. Obliga a unos y a otros a realizar permanentemente un
ejercicio de traducción en el que sólo se puede entender si se está
dispuesto a perder parte del sentido, si se es capaz de escuchar
palabras y comprender representaciones sabiendo que el mundo
traducido será siempre incompleto, producto de un espacio en-medio,
de una escucha y de un afecto en-medio pues la traducción sólo pone
mundos representacionales, raigalmente ajenos en un contacto que
es insuficiente para producir sentidos acabados; sin embargo, esta
interlocución incompleta y precaria constituye el gran desafío no sólo
para los aborígenes sino también para el resto de los argentinos si es
cierto que se pretende asumir, al fin, una ciudadanía pluricultural y
pluriétnica y, por lo mismo, la construcción de una Argentina
realmente democrática.
Los testimonios aquí analizados posibilitan inaugurar nuevas
articulaciones entre las diversas culturas que abarca la nación,
creando los referentes necesarios para hacer vacilar las
representaciones cristalizadas de una argentina homogénea. Como
en una foto movida, la vacilación devela el carácter constructivo de
las representaciones sobre los pueblos originarios (siempre
estigmáticas y denigrantes) y deja entrever, imágenes alternativas
capaces de mostrar sus formas de ser, hacer y decir. Las voces y
relatos de estas mujeres inician, además, un proceso de
reivindicación que coloca los saberes de estos pueblos el mismo
rango de los del ciudadano ‘blanco’, otorgándoles un poder orientador
y legitimador similar más allá de su diferencia radical.
Y es aquí donde se hace necesario mencionar una de las
preguntas que orientó estas reflexiones: la pregunta por los sujetos,
por la construcción de subjetividades diversas, abiertas a las
identificaciones múltiples y hacia todas las posibilidades de otredad y
diferencia. En esta modernidad que parece disolver las certezas, se
hace indispensable repensar en la necesidad de que existan
individuos capaces de asumirse en la praxis y en el discurso como un
lugar dinámico y contingente pero anclado en la historia y que, por lo
mismo, permita reinventar una noción más inclusiva de ciudadano.
Se trata no sólo de reconocer y legitimar la emergencia de
estos nuevos enclaves enunciativo que ponen en discurso las voces y
los relatos de sujetos emergentes sino también de acompañar y/o
proponer políticas nacionales y locales que aseguren la asunción –no
sólo jurídica sino y sobre todo pragmática- de una ciudadanía plena e
inclusiva de la diversidad y de la diferencia.

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CAPÍTULO V

VISIONES, DISCURSOS Y PRÁCTICAS DURANTE EL PROCESO DE


ORDENAMIENTO TERRITORIAL DE LOS BOSQUES NATIVOS EN
SALTA

Lucas Seghezzo169, José N. Volante170,


José Paruelo171, Daniel J. Somma172, E.
Catalina Buliubasich173, Héctor
Rodríguez174, Sandra Gagnon175 y Marc
Hufty176

Resumen
La expansión de la agricultura puede considerarse una de las
principales fuerzas impulsoras de los procesos de cambio de uso del
suelo en el Norte argentino. Gran parte del crecimiento del sector
agrícola en los últimos años puede atribuirse al cultivo de soja
genéticamente modificada. En la provincia de Salta, este crecimiento
se ha hecho, generalmente, a expensas de los bosques nativos con lo
169
Lucas Seghezzo es Investigador Adjunto del CONICET-Argentina. Lic. en Recursos Naturales de la
Universidad Nacional de Salta (UNSa). Master y Doctor en Ciencias Ambientales de la Universidad de
Wageningen (Holanda). Dirección: Instituto de Investigaciones en Energía No Convencional (INENCO)
de la UNSa.
170
José N. Volante es investigador en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en Salta,
Argentina. Lic. en Recursos Naturales de la UNSa y está en la etapa final de su Doctorado sobre los
impactos ambientales de la deforestación en el noroeste argentino.
171
José M. Paruelo es Prof. en la Fac. de Agronomía de la UBA e Investigador Principal del CONICET.
Ingeniero Agrónomo con un Doctorado en ecología de pasturas. Director del programa de Ciencias
Ambientales de la UBA y miembro del Laboratorio de Análisis Regional y Teledetección (LART) de la
Facultad de Agronomía y del IFEVA.
172
Daniel J. Somma trabaja para la Administración Nacional de Parques Nacionales (APN). Actualmente
investigador del INTA, en la estación Delta, Campana, Argentina. Master y Doctor en Sistemas de
Información Geográfica (SIG) de la Universidad de Wageningen (Holanda).
173
E. Catalina Buliubasich es Antropóloga y Doctora en Antropología por la Universidad de Sevilla,
España. Investigadora del Centro Promocional de Investigaciones en Historia y Antropología (CEPIHA)
de la UNSa. Fue Decana de la Facultad de Humanidades de la UNSa.
174
Héctor E. Rodríguez es Antropólogo, y fue Profesor e Investigador de la Facultad de Humanidades de
la UNSa. Es miembro y ex director del CEPIHA. Estuvo a cargo de la Escuela de Antropología y ocupó
diversos cargos administrativos en la UNSa.
175
Sandra Gagnon es estudiante de Doctorado en el Graduate Institute of International and Development
Studies de Ginebra, Suiza. Tiene un Master en Estudios del Desarrollo de ese Instituto y un Master en
Biología de la Universidad de Quebec en Montreal, Canadá.
176
Marc Hufty es Profesor en el Graduate Institute of International and Development Studies de Ginebra,
Suiza. Tiene un Doctorado en Ciencias Políticas de la Universidad de Ginebra.
cual se ha puesto en riesgo su alta diversidad cultural y biológica. En
noviembre de 2007, el Congreso argentino aprobó la Ley Nacional
26.331 conocida como la “Ley de Bosques”. Esta ley, concebida como
una manera de reducir y controlar la deforestación de los bosques
nativos del país, estableció que las provincias debían poner en
marcha procesos participativos de Ordenamiento Territorial de los
Bosques Nativos (OTBN). En este artículo se describe el proceso de
OTBN llevado a cabo en la provincia de Salta y se discute hasta qué
punto las diferentes visiones de lo que significa el “desarrollo”
influyeron sobre el resultado final. Se realiza una descripción
contextualizada de las prácticas concretas de algunos actores
intervinientes en el proceso con el objeto de entender las visiones de
desarrollo subyacentes, las cuales son raramente explicitadas con
claridad en los discursos sectoriales. Se discute también la
importancia de un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
(CSJN) en el cual, a instancias de un grupo de pueblos originarios y
pobladores criollos, se ordenó la suspensión de la tala y los
desmontes en cuatro departamentos de la provincia de Salta. Este
fallo obligó a un reacomodamiento de los discursos y las acciones del
gobierno y del sector agropecuario aunque, como argumentamos en
este trabajo, las visiones de fondo siguieron obedeciendo a un
paradigma desarrollista de tipo exportador.

Palabras clave
Argentina, deforestación, visiones de desarrollo, ordenamiento
territorial de los bosques nativos, Salta.

Introducción
Este trabajo describe y analiza el proceso de Ordenamiento
Territorial de los Bosques Nativos (OTBN) que se llevó a cabo en
Salta, Argentina, para cumplir con lo exigido por la Ley Nacional
26.331, conocida como “la Ley de Bosques” 1. Nuestro principal
argumento es que las diferentes, y muchas veces antagónicas,
visiones de lo que significa el “desarrollo” influyeron
significativamente en el resultado del OTBN. Estas visiones fueron
defendidas de manera abierta o velada por los distintos actores y
grupos de interés que participaron del proceso. Como herramienta de
análisis, proponemos que una descripción contextualizada de las
prácticas concretas de los actores, en un marco temporal de mediano
1
Este trabajo se basa en una presentación realizada en el seminario “Luchas sociales, transformaciones
del trabajo y de los medios de subsistencia” que tuvo lugar en la Universidad Nacional de Salta en
diciembre de 2009. Una parte del mismo ha sido enviada para su publicación a una revista científica
internacional.
o largo plazo, es más reveladora de las visiones subyacentes que los
discursos que los actores articulan en la arena del conflicto para
hacer prevalecer sus intereses sectoriales. Nos concentraremos
principalmente en los discursos y prácticas del gobierno provincial y,
en menor medida, en los del sector agropecuario, ya que
consideramos que estos dos sectores fueron los actores más
poderosos durante el proceso de OTBN en Salta. Como mostramos en
el trabajo, la influencia de estos dos grupos fue parcialmente
contrarrestada por una intervención crucial de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación (CSJN) la cual, en un fallo sin precedentes,
dictaminó la suspensión de la tala y los desmontes en una gran
porción del territorio provincial a pedido de un grupo de
representantes de pueblos originarios y pobladores criollos.
En este trabajo no describiremos en detalle los discursos y
prácticas de los grupos ambientalistas y las organizaciones de
pueblos originarios o productores criollos, a pesar de que somos
conscientes de que estos grupos tampoco están exentos de su propia
cuota de contradicciones y ambigüedades. Consideramos que una
mejor comprensión de la manera en que las visiones contrastantes de
los distintos actores y los conflictos de poderes existentes entre ellos
influyeron sobre el proceso de OTBN en Salta puede contribuir a
mejorar los procesos de ordenamiento territorial en otras provincias
del país y en regiones de similares características. Este trabajo se ha
basado en la experiencia directa e indirecta de los autores durante el
proceso de OTBN en Salta. Algunos autores jugaron roles centrales
durante este proceso, ya sea como funcionarios públicos o como
consultores profesionales, mientras que otros participaron
activamente como asesores de ONG locales. Hemos adoptado como
enfoque de análisis el que propone la “ecología política”, el cual
puede ayudar a comprender la complejidad de estos procesos de
planificación y a integrar en una representación coherente las
interpretaciones que de ellos se hacen desde diversas disciplinas
(Robbins: 2004). La ecología política, una disciplina en constante
evolución, intenta profundizar precisamente en el carácter
íntimamente interrelacionado que tienen “las dimensiones
discursivas, materiales, sociales, y culturales de la relación existente
entre el ser humano y la naturaleza” (Escobar: 1999, 1). Si bien la
ecología política no postula lineamientos metodológicos y protocolos
de investigación estandarizados, provee un marco conceptual de
análisis que facilita un abordaje amplio y a la vez sutil de los
conflictos socio-ambientales.
Deforestación y cambio de uso del suelo en Salta
Una de las principales fuerzas impulsoras de los procesos de
cambio de uso del suelo ha sido históricamente la expansión de la
agricultura (Lambin y Meyfrodit: 2010). En el Norte argentino, y la
provincia de Salta no es una excepción, el desarrollo de cultivos tales
como caña de azúcar, poroto, cítricos y, en menor medida, tabaco,
viñedos, maíz, algodón y hortalizas, han sido los impulsores históricos
del cambio de uso del suelo. Sin embargo, gran parte de los cambios
recientes se puede atribuir al cultivo de soja genéticamente
modificada altamente resistente a herbicidas. Tanto en las Yungas
como en el Chaco, dos de los ecosistemas boscosos más importantes
de la región, la expansión de la “frontera agropecuaria” se hace
generalmente a expensas de los bosques nativos (Grau et al.: 2005;
Paruelo et al.: 2004). Entre 2000 y 2008 el área cultivada en
Argentina aumentó más de un 30%, pasando de 24 a 32 millones de
hectáreas (SAGPyA: 2009). La producción de soja es responsable por
un 77% de ese crecimiento.

Las Yungas ocupan más de cuatro millones de hectáreas en


Argentina y generalmente se ubican sobre la pendiente oriental de los
Andes, entre los 400 y los 3.000 m de altitud, donde las
precipitaciones son abundantes (Brown et al.: 2001). Este ecosistema
se caracteriza por su gran diversidad biológica. Las áreas más bajas
de las Yungas han sido profundamente transformadas por los
asentamientos humanos, la agricultura y la extracción de madera,
mientras que algunos sectores en las áreas intermedias y altas se
encuentran bajo algún sistema de protección ambiental. Existen
poblaciones originarias que ocupan tierras ancestrales en las Yungas
pero un gran porcentaje de dichas tierras se encuentra bajo manejo
privado. Por otro lado, la región conocida como el Gran Chaco
contiene el bosque nativo más grande de Sudamérica después del
Amazonas. Más de un 60% del Chaco se ubica en Argentina, pero esta
región se encuentra también en Bolivia, Paraguay y Brasil. Las
precipitaciones en el Chaco son menores que en las Yungas, con
áreas semiáridas y áridas (REDAF: 1999). Casi la mitad del Chaco
todavía presenta bosques nativos, los cuales se encuentran en
diferentes estados de conservación y bajo distintos grados de
amenaza por actividades agrícolas y forestales (Volante et al.). En los
últimos años la tasa de deforestación en el Chaco varió entre 1.5 y
2.5%, lo cual es mucho mayor que los promedios latinoamericano
(0.51%) y mundial (0.20%) (FAO: 2007; Gasparri et al.: 2008; Paruelo
et al.: 2005; UMSEF: 2007; Volante et al.: 2006). El Chaco también
está recibiendo ganado proveniente de la Pampa, en donde algunas
pasturas están siendo reemplazadas por cultivos de soja. La
conversión de tierras para agricultura reduce además la provisión de
los denominados “servicios ecosistémicos” de los bosques, tales
como la regulación de gases atmosféricos, la protección de los ciclos
hidrológicos, la preservación de la biodiversidad, y el control de la
erosión de suelos, entre otros (Viglizzo et al.: en prensa).
La diversidad étnica y cultural es muy alta en Salta,
especialmente en la región del Chaco. Muchas de las comunidades
indígenas que habitan esta zona (Wichí, Guaraní, Chané, Qom [Toba],
Iyojwa’ja [Chorote], Niwaclé [Chulupí], Tapu’i [Tapieté], y familias
Kollas) todavía practican sus modos de vida tradicionales, tales como
la agricultura de subsistencia, la caza y la pesca, y utilizan de forma
integral los recursos que proveen los bosques nativos (Leake: 2008).
Estas actividades, como es de suponer, son altamente dependientes
del acceso irrestricto a los ecosistemas locales, que deben
encontrarse en muy buen estado de conservación. Muchos de los
“bienes” y “servicios” naturales que usan las comunidades locales
tienen propósitos rituales o culturales que trascienden o prescinden
totalmente de su “valor” de mercado. Por tal motivo, estos bienes y
servicios no pueden ser substituidos o intercambiados por otras
alternativas. Un proceso que reduce significativamente el espacio y
los recursos disponibles para las comunidades originarias, amenaza
sus modos de vida ancestrales, y es una fuente potencial de
conflictos, es el hecho de que la tenencia de la tierra en la región se
encuentra en un proceso de concentración paulatina en un número
cada vez más pequeño de empresas agrícolas de gran escala (Van
Dam: 2008). En los últimos años ha podido observarse también una
clara tendencia hacia la sedentarización de muchos grupos indígenas.
Esta tendencia, que obedece fundamentalmente a circunstancias
históricas, sociales y económicas externas a estas comunidades,
puede interpretarse también como una manera de estabilizar la
obtención de recursos mediante la práctica de agricultura y ganadería
de subsistencia y como una forma de acceder a los sistemas de
sanidad y escolaridad ofrecidos por el Estado en los centros poblados.
La mayoría de la población indígena actual sigue siendo monolingüe.
En el Chaco semiárido y, en menor medida, en zonas de
transición o en las Yungas, habitan también un gran número de
familias “criollas” de ascendencia preponderantemente española, o
europea en general, con un porcentaje variable de mestizaje. El
afincamiento de criollos en la región, si bien es reciente en
comparación con la presencia indígena, supera las 3 ó 4
generaciones. De hecho, la presencia criolla se puede rastrear hasta
fines del siglo XIX y principios del XX con la fundación de
asentamientos denominados “colonias”. En el año 1902 se funda la
Colonia Buenaventura en tierras cedidas por la nación sobre la
margen argentina del río Pilcomayo (Gordillo y Leguizamón: 2002). En
Rivadavia Banda Sur ya existía desde 1860 la Colonia Rivadavia. En
Embarcación, Tartagal y Orán, la presencia criolla data de la época
colonial. Muchos criollos se encuentran establecidos en núcleos
familiares aislados que se conocen como “puestos”. La economía
doméstica de los criollos les exige un conocimiento detallado del
ambiente en el que viven ya que su supervivencia depende en gran
medida de su habilidad para la cría extensiva de ganado a campo
abierto (en tierras fiscales o privadas sin explotar), en condiciones
relativamente desfavorables en términos edáficos y climáticos. La
concentración de la tenencia de la tierra afecta también a la
población criolla, cuya ocupación efectiva del territorio resulta de
difícil determinación ya que no se circunscribe únicamente al
“puesto” y sus adyacencias. Algunas familias criollas efectúan labores
agrícolas a pequeña escala, a secano o bajo riego, sin que ello
signifique una modificación sustancial de su decidida actitud
ganadera. Un porcentaje importante de las familias criollas
complementa sus ingresos mediante actividades de caza, pesca y
recolección, lo que vincula directamente su modo de vida con la salud
de los ecosistemas en los que viven.
La deforestación asociada a los procesos de expansión agrícola
ha sido motivo de intensas controversias entre distintos actores
políticos y fue también muy criticada por los movimientos sociales y
ambientales (Greenpeace: 2008; Leake y Economo: 2008). Algunas
oficinas gubernamentales han producido informes críticos en los que
se alertaba sobre las eventuales consecuencias negativas de los
monocultivos (SADS: 2008) pero se puede decir que, en general, los
gobiernos fueron más bien actores de promoción de los procesos de
expansión de la frontera agropecuaria. La comunidad científica no ha
sido unánime al respecto, existiendo posiciones encontradas respecto
de los beneficios económicos reales de las actividades agrícolas que
se desarrollan luego de los desmontes y de la verdadera magnitud de
los impactos ambientales y sociales atribuibles a ellos. Estas
diferencias de apreciación de los problemas asociados a la
deforestación y al cultivo de soja, y de los posibles caminos para
llegar a un aprovechamiento más sustentable del suelo en la región,
han derivado en la elaboración de diferentes marcos conceptuales de
análisis y en la propuesta de enfoques técnicos no siempre
compatibles (comparar, por ejemplo, los trabajos de Paruelo et al.:
2004 y García et al.: 2005). Ni siquiera existe un acuerdo
generalizado sobre los factores inmediatos o mediatos que
determinan los procesos de deforestación y eventual reforestación
cuando se verifican cambios en las condiciones económicas o sociales
que reducen la presión agrícola sobre algunas áreas (Grau y Aide:
2008; McCarthy y Tacconi: 2011; Perz: 2007; Perfecto y Vandermeer:
2010; Zak et al.: 2008). La falta de suficiente información
sistematizada, las discrepancias existentes sobre la existencia o la
real magnitud del problema, y la diversidad de propuestas de acción
que se sugieren desde los ámbitos académicos o técnicos, no
favorecen la generación de políticas consensuadas que permitan
tratar efectivamente las consecuencias de los procesos de cambio de
uso del suelo en la región.
A pesar de todos estos procesos, la provincia de Salta todavía
posee más de 6 millones de hectáreas de bosques nativos
subtropicales. Por lo tanto, se puede decir que Salta es un caso
interesante para analizar las dinámicas de conversión territorial y los
procesos de deforestación de bosques nativos.

La Ley de Bosques
La Ley Nacional 26.331, que regula la protección,
enriquecimiento, restauración, utilización y manejo de los bosques
nativos y de los servicios ambientales, fue aprobada por el Congreso
argentino el 28 de noviembre de 2007 luego de un extenso debate y
numerosas postergaciones. Esta ley fue concebida principalmente
como una manera de reducir y controlar la deforestación
indiscriminada de los bosques nativos. La ley también reconoce los
derechos ancestrales al territorio de las comunidades indígenas de la
región, en un todo de acuerdo con otras leyes nacionales
(especialmente la Ley Nacional 23.302 de pueblos originarios y la Ley
Nacional 26.160 de tierras indígenas), con la Constitución Nacional
del año 1994, con el Convenio 169 de la Organización Internacional
del Trabajo (OIT) ratificado por Argentina en el año 2000, y con
Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los Pueblos
Indígenas adoptada en 2007. La ley exige que las provincias pongan
en marcha procesos participativos de OTBN. Estos procesos deben
clasificar los bosques nativos de acuerdo a tres categorías de
conservación: categoría I (alto valor de conservación), categoría II
(valor de conservación medio) y categoría III (bajo valor de
conservación). Estas categorías se tienen que representar en un
mapa mediante los colores rojo, amarillo y verde, respectivamente.
En la categoría I los bosques deben permanecer intangibles. En estas
áreas sólo son posibles usos ancestrales de los pueblos originarios e
investigación científica. En las áreas identificadas bajo la categoría II
son posibles el turismo, algunas actividades productivas
“sustentables” bajo estrictas normas de control, y la investigación
científica. La categoría III está disponible para la extracción de
madera, la agricultura y la ganadería bajo las limitaciones impuestas
por las leyes ambientales vigentes. Los desmontes pueden
autorizarse en la categoría III, pero sólo luego de la aprobación de un
Estudio de Impacto Ambiental y Social (EIAyS). Según la Ley de
Bosques, todos los procesos de OTBN, conjuntamente con la
cartografía elaborada, deben ser ratificados por las legislaturas
provinciales. Esta validación política también es un requisito para
obtener los fondos federales de que hace reserva la ley de bosques.
Muchos actores económicos y políticos de Salta se opusieron de
manera abierta o velada a la Ley de Bosques 1. Uno de los argumentos
utilizados para justificar la oposición era que esa ley era un intento
del gobierno nacional (centralista) para detener o controlar el
desarrollo económico del interior del país, una lógica que se utiliza
para analizar también otros conflictos originados en el uso de los
recursos naturales. Según esta lógica, la presión que ejercería el
gobierno nacional sobre las regiones más postergadas se vería
agravada por la acción de ONG fundamentalistas que serían parte de
una estrategia global para impedir o detener el desarrollo de los
países del Sur y controlar el acceso a los recursos naturales
existentes en ellos (Alonso: 2010; Orduna: 2008).
Durante el año 2007, mientras se discutía la Ley de Bosques en
el Congreso Nacional, el entonces gobernador de Salta, J.C. Romero,
emitió autorizaciones para desmontar 435.400 hectáreas de bosques,
el triple de lo autorizado entre 2004 y 2006 (Leake y Economo: 2008).
Algunas de estas autorizaciones fueron emitidas en el período entre
las elecciones provinciales y la asunción del nuevo gobernador. En
esas elecciones, el ex vicegobernador de Romero fue derrotado por
J.M. Urtubey, un abogado que había ocupado altos cargos durante el
gobierno de Romero (fue dos veces Secretario de Estado en distintas
áreas y se desempeñó como vocero gubernamental durante dos
años). A pesar de su protagonismo durante la gestión anterior,
Urtubey basó su campaña en promesas de “cambio”. En su discurso
inaugural del 10 de diciembre de 2007, Urtubey declaró que su
gobierno terminaría con “el festival irresponsable de autorizaciones
de desmonte sin el más mínimo apego a las normas vigentes” 2. Para
cumplir con esta promesa electoral, creó el Ministerio de Ambiente y
Desarrollo Sustentable (MADS) y nombró como Ministro a un biólogo
especialista en enfermedades tropicales de la Universidad Nacional
1
Nuevo Diario 2008 (Salta) edición del 19 de diciembre. (NDS a partir de este momento).
2
Discurso inaugural disponible en http://gestionurtubey.wordpress.com/2007/12/10/discurso-y-promesas-
de-urtubey-al-asumir-el-gobierno-de-salta acceso 22 de febrero 2011.
de Salta (UNSa), la cual había sido muy crítica de la gestión de
Romero en materia ambiental.

El proceso de Ordenamiento Territorial de los Bosques


Nativos (OTBN) en Salta1
Para cumplir con el OTBN exigido por la Ley de Bosques, se creó
una Unidad Ejecutiva (UE) que se constituyó con representantes del
gobierno provincial, de la Administración de Parques Nacionales
(APN), y del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). La
funcionaria a cargo de la Secretaría de Política Ambiental del MADS,
una antropóloga especializada en tenencia de la tierra y derechos
indígenas, fue la encargada de la coordinación de la UE. Su
participación en el gobierno y, por lo tanto, en la UE fue efímera. El
gobernador, a través del Ministro de Ambiente y Desarrollo
Sustentable, solicitó su renuncia al cargo de Secretaria cuando
intentó detener un desmonte ubicado en un área reclamada por una
comunidad indígena, el cual había sido autorizado poco antes del
cambio de gobierno. Su reemplazante en la Secretaría y nueva
coordinadora de la UE fue una agrónoma especializada en granja y
producción ganadera con escasa experiencia en procesos socio-
técnicos de ordenamiento territorial.
Estos eventos fueron considerados por muchos observadores
del proceso como una indicación temprana de la verdadera posición
del nuevo gobierno (tanto la del gobernador Urtubey como la del
grupo del Ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable) en relación
al tema de los desmontes y la conservación de bosques nativos.
Aunque con problemas operativos, la UE pudo continuar trabajando y
finalizar en tiempo y forma el mapa que establecía la “zonificación”
de los bosques nativos exigido por la Ley de Bosques. El Sistema de
Información Geográfica (SIG) que constituía la base del mapa
elaborado tuvo en cuenta toda la información disponible sobre el
tema hasta ese momento, y fue pensado para incluir las opiniones y
reclamos de los diferentes actores que participaron en el proceso
(Somma et al.: en prensa).
Como era de esperar, el área que se destinaba a una potencial
expansión agrícola bajo la categoría III (bajo valor de conservación)
fue el mayor tema de debate y conflicto entre los diversos actores
intervinientes (gobierno provincial, ONG, propietarios de tierras en las
zonas afectadas, grandes y pequeños productores agropecuarios,
criollos, y poblaciones indígenas). El mapa elaborado por la UE incluía
1
Todos los hechos que se mencionan en este apartado y en el siguiente son el resultado de un
seguimiento de las publicaciones periodísticas realizadas sobre el Nuevo Diario de Salta entre el 12 de
noviembre de 2008 y el 11 de febrero de 2009.
alrededor de 1.3 millones de hectáreas en la categoría III. Sin
embargo, el informe advertía que, de esta área total potencialmente
desmontable, sólo podrían desmontarse inmediatamente alrededor
de 0.6 millones de ha. El área restante, que correspondía a una
cuenca del sudeste de la zona de bosques nativos de la provincia, por
ser un ecosistema no típico que representaba el umbral a la región
del Chaco, sólo podría desmontarse en caso de que estudios
específicos y detallados lo consideraran aceptable. Si tenemos en
cuenta que la deforestación en la región había sido de
aproximadamente 100.000 ha/año en los años previos al OTBN
(Paruelo et al.: 2005), se puede concluir que una deforestación
completa de las 0.6 millones de hectáreas hubiera requerido
aproximadamente seis años. Ese período hubiera sido más que
suficiente para realizar los estudios detallados que recomendaba el
informe de la UE para, eventualmente, incrementar la superficie
destinada a la producción agrícola o ganadera, todo esto sin alterar la
elevada tasa de deforestación medida en la región en años
anteriores.
Durante el proceso de OTBN varios actores hicieron sus propias
propuestas de zonificación de los bosques nativos. En estas
propuestas, el área destinada a la categoría III variaba desde cero
hasta prácticamente la totalidad de los bosques nativos remanentes
en la provincia en áreas accesibles. El reclamo de “desmonte cero” o
“ni una hectárea más” fue la propuesta inicial de algunas
organizaciones ambientalistas (Greenpeace: 2008, 43). Estos grupos
abandonaron gradualmente la postura inicial y terminaron adhiriendo,
aunque con algunas reservas, al mapa elaborado por la UE
(Greenpeace y FARN: 2008). En una nota dirigida al gobernador
Urtubey, tres ONG ambientalistas (Greenpeace, Fundación Vida
Silvestre Argentina y la Fundación Ambiente y Recursos Naturales)
consideraron aceptable de hecho la cifra de 1.3 millones de hectáreas
en la categoría III. Sin embargo, cabe resaltar que en dicha nota las
ONG mencionadas parecen ignorar que el área realmente propuesta
por la UE para esta categoría, en una primera etapa, era de sólo 0.6
millones de hectáreas.
La postura flexible de Greenpeace y otros grupos
ambientalistas fue inesperada y puede ser interpretada como una
falla de sus equipos técnicos o como un desacertado cambio de
estrategia política. Se podría decir que este cambio en la posición de
los grupos supuestamente más radicalizados levantó el piso de
discusión y favoreció que, como se verá más adelante, el gobierno
finalmente adopte una política mucho menos conservacionista que la
originalmente propuesta por la misma UE. Por otro lado, si se realiza
un análisis un poco más minucioso de la situación ambiental y
productiva de la provincia de Salta, se puede decir que la demanda
de desmonte cero ni siquiera se puede considerar una postura
demasiado radical. De hecho, durante las últimas décadas se
deforestaron millones de hectáreas de bosques nativos en el Norte
del país sin que se analice de manera profunda la relación entre estos
desmontes y los crecientes problemas de erosión de suelos,
disminución de la productividad, pérdidas de biodiversidad, o
alteración de la dinámica hídrica (Paruelo et al.: 2004), o su impacto
social sobre las poblaciones indígenas y criollas. Una serie de
inundaciones que se verificaron en la provincia de Salta a comienzos
del año 2009 pusieron de manifiesto la importancia de preservar
áreas sensibles cubiertas con bosques. Sin embargo, y por razones
políticas, tanto el gobierno nacional como los gobiernos provinciales
negaron sistemáticamente cualquier relación entre estas
inundaciones y la deforestación, en lo que algunos interpretaron
como el resultado de una presión de los grandes productores
agrícolas, forestales y ganaderos. Por otra parte, y por razones
topográficas, climáticas, o edáficas, muchas de las áreas
deforestadas no son (o han dejado de ser) completamente aptas para
la agricultura o la ganadería y podrían ser reconvertidas sin mayores
pérdidas económicas en nuevas áreas forestales. Por lo tanto, sería
posible imaginar un escenario que combine una suspensión de la
deforestación de nuevas áreas de bosques nativos con prácticas de
reforestación de zonas sensibles tales como las cabeceras de cuencas
y las zonas de bosques protectores. Si al mismo tiempo se inicia un
proceso de recuperación de la fertilidad y el potencial productivo de
áreas agrícolas degradadas por malas técnicas culturales, esta
combinación de acciones podría derivar en un incremento neto de las
áreas de bosques sin que ello afecte necesariamente la producción
agrícola, forestal o ganadera en términos absolutos. Es difícil realizar
una estimación de la cantidad de hectáreas que se podrían reforestar
de esta manera o de la cantidad de tierras agrícolas que podrían
recuperar su productividad original. Lo que sí es posible afirmar es
que la deforestación de nuevas áreas forestales no parece inevitable
a pesar de lo que sostienen los gobiernos y los sectores
empresariales aduciendo la necesidad de producir alimentos para el
mundo.
De acuerdo a versiones extraoficiales, el área propuesta para la
categoría III por la UE (entre 0.6 y 1.3 millones de hectáreas) fue una
decepción para el gobernador Urtubey, quien aparentemente
esperaba que esta categoría incluyera al menos 2 millones de
hectáreas. Esta expectativa del gobernador era probablemente el
fruto de la presión ejercida por los grandes productores y propietarios
de tierras que no aceptaban que sus tierras fueran categorizadas
como de alto o medio valor de conservación (categorías I y II). Más
allá de estas especulaciones, el hecho concreto es que el mapa
producido por la UE fue desechado por el gobierno provincial, a pesar
de que la UE había sido conformada por el mismo gobierno para
elaborar dicho mapa. Debido a que el plazo de un año establecido por
la Ley de Bosques para la elaboración de los OTBN provinciales
estaba por vencer, el MADS elaboró un proyecto de ley de
ordenamiento territorial que fue enviado a la Legislatura provincial.
Incumpliendo dicha Ley, este proyecto carecía del mapa de
zonificación que debía indicar, con distintos colores, las áreas
asignadas a las tres categorías de conservación.
Al no existir un mapa que limite de manera explícita las áreas
de conservación, el Senado provincial, bajo la presión de los grandes
productores sojeros y madereros, pudo introducir cambios en el
proyecto de ley que permitirían extender significativamente el área
potencialmente desmontable. El entonces senador A.H. Olmedo, uno
de los productores de soja más grandes de la provincia y actualmente
diputado nacional por Salta, propuso su propio mapa de zonificación
en el cual se consideraba factible el desmonte de unas 5 millones de
hectáreas (un área equivalente a Costa Rica). El proyecto de ley del
poder ejecutivo fue finalmente aprobado con modificaciones el 16 de
diciembre de 2008 por ambas cámaras de la Legislatura y se convirtió
en la Ley Provincial 7.543. Aparentemente contrariados, funcionarios
del MADS declararon que la ley, tal como fue aprobada, no
garantizaba “el piso de sustentabilidad que se buscaba con la
elaboración del ordenamiento”, especialmente debido a la
modificación introducida en un artículo mediante la cual se
incrementaba el porcentaje de pendiente eventualmente susceptible
de ser desmontado (del 5 al 15%). El gobernador Urtubey podría
haber vetado la ley, como se lo requirieron algunas ONG. Por el
contrario, la ley fue rápidamente promulgada, lo cual levantó
sospechas de que el ejecutivo provincial, algunos miembros de la
Legislatura, y los grandes productores agropecuarios y madereros
habían llegado a algún tipo de acuerdo extraoficial.
El rol de los funcionarios del MADS fue, cuando menos,
ambiguo. De hecho, a pesar de algunas declaraciones públicas en las
cuales se criticaba a la Legislatura por los cambios introducidos en la
ley, fue precisamente la falta de un mapa de zonificación en el
proyecto elaborado y elevado por el MADS lo que facilitó la
introducción de esos cambios y llevó a algunas organizaciones
sociales a solicitar la renuncia del ministro y de “todos sus
funcionarios”, algo que nunca ocurrió.

Participación pública durante el OTBN


El proceso participativo organizado por el gobierno para cumplir
con el mandato de la Ley de Bosques fue también fuertemente
criticado por las organizaciones sociales y ambientales. Algunas
comunidades aborígenes se sintieron especialmente frustradas con
este proceso ya que, según indicaron, sus opiniones y reclamos
territoriales fueron ignorados o subestimados. Algunos líderes de
estas comunidades consideraron que el proceso participativo “no ha
servido de nada” e incluso que fue “una burla” del gobierno para
legitimar decisiones tomadas de antemano. Mediante una nota
enviada al gobernador Urtubey, con copia a los funcionarios del
MADS, algunas comunidades aborígenes indicaron que los procesos
participativos llevados a cabo por el Poder Ejecutivo y por las
Cámaras de Senadores y Diputados “no han respetado el derecho a la
participación y consulta reconocido por la Constitución Nacional”, por
el Convenio 169 de la OIT y por la Declaración de las Naciones Unidas
sobre los derechos de los pueblos indígenas. La nota indicaba que la
ley “fue aprobada sin tener en cuenta el denominado proceso
participativo que tuvo lugar previamente para el cual fuimos
convocados y en el marco del cual presentamos una propuesta
formal” que “no fue ni siquiera considerada” 1. Durante los talleres
participativos fue evidente, al menos, que iba a ser difícil alcanzar un
consenso entre todos los actores relevantes en tan poco tiempo.
Incluso dentro de grupos supuestamente homogéneos existían
desavenencias sobre las categorías de conservación que deberían
asignarse a determinadas áreas. Por ejemplo, las comunidades
aborígenes no estaban todas de acuerdo en clasificar sus tierras
ancestrales dentro de la Categoría I (alto valor de conservación), ya
que esto podría impedirles o dificultarles la realización de algunas
actividades extractivas y productivas. El cronograma impuesto por el
gobierno también fue motivo de conflicto. Algunas comunidades
aborígenes lo consideraron demasiado ajustado como para tratar
adecuadamente un tema tan fundamental como su derecho al
territorio y a los beneficios derivados de la conservación de los
bosques nativos. En este punto es conveniente aclarar que la
estrategia general de las comunidades que participaron del proceso
de OTBN fue vincular este proceso con la resolución de los numerosos
conflictos de tenencia de la tierra que se mantenían en la región.

1
NDS 02/01/2009.
Los resultados del proceso participativo y las críticas emitidas
por las comunidades aborígenes y algunas ONG no hicieron si no
reforzar la sensación de que, a pesar de los discursos oficiales, las
decisiones importantes se tomaron de manera centralizada e
inconsulta. A nuestro juicio, esto sólo puede llevar a una
profundización de las asimetrías de poder existentes y a la
consolidación de las situaciones de marginalidad a las que se somete
a una parte importante de la población, especialmente a los pueblos
originarios y a los pequeños productores periféricos o de bajos
recursos. El gobierno provincial ni siquiera pudo evitar que las
actividades de tala y desmonte continúen durante el proceso
participativo convocado para la elaboración del OTBN, como fue
repetidamente denunciado por comunidades locales y algunas ONG, a
pesar de una prohibición explícita al respecto contenida en la Ley de
Bosques. Los grandes productores agrícolas, por su lado, ejercieron
constante presión para acelerar un proceso (participativo) que
consideraban demagógico e innecesario, siendo que ya se habían
asegurado una amplia mayoría en ambas cámaras de la Legislatura
para aprobar de manera expeditiva una ley ajustada a sus exigencias.
Este apuro obedecía, también, a que la Ley de Bosques exigía que, al
cabo de un año de su promulgación, las provincias con bosques
nativos ya contaran con un OTBN aprobado y validado socialmente
como prerrequisito para la autorización de nuevos desmontes.

La intervención de la Corte Suprema de Justicia de la Nación


Considerando la dirección que había tomado todo el proceso de
OTBN, representantes de pueblos originarios y pequeños productores
criollos decidieron iniciar acciones legales contra el gobierno
provincial y nacional. En tal sentido, al día siguiente de la aprobación
de la Ley Provincial 7.543 promovieron una “formal demanda de
amparo constitucional […] contra la Provincia de Salta y contra el
estado nacional por la manifiestamente arbitraria e ilegal autorización
y/o tolerancia a los inconstitucionales desmontes y talas
indiscriminadas de bosques nativos situados en los Departamentos
San Martín, Orán, Rivadavia y Santa Victoria de dicha Provincia”. En
concreto, se solicitó que se disponga “el cese inmediato y definitivo
de los referidos desmontes y talas de bosques nativos” y que se
ordene a las demandadas “que arbitren en forma urgente las medidas
necesarias para controlar en forma efectiva el cumplimiento de dicha
prohibición”. También se solicitó que “se declare la
inconstitucionalidad y nulidad absoluta e insanable” de las
autorizaciones de tala y desmontes ya otorgadas y que “se imponga
la prohibición de otorgar nuevas autorizaciones”. Asimismo, se
solicitó que “se imponga a las demandadas y/o responsables el deber
de recomponer y restablecer el ambiente a su estado anterior a la
producción del daño denunciado” o que “se fije una indemnización
sustitutiva”. Tanto los representantes de los pueblos originarios como
los criollos que realizaron la demanda de amparo formaban parte de
lo que se denominó la “Mesa de Tierra”, una organización de tercer
grado en la que participaban también ONG locales y fundaciones
pertenecientes o vinculadas a las iglesias anglicana y católica. La
Mesa de Tierra se fundó el 30 de agosto de 2008, poco antes de la
aprobación de la Ley 7.543, con el objeto expreso de “hacer posible la
materialización de nuestro derecho sobre la tierra en áreas fiscales y
privadas”1. La Mesa de Tierra consideraba que el único obstáculo para
el otorgamiento de las escrituras traslativas de dominio era “la falta
de decisión política y de gestión efectiva y concreta para avanzar”. Si
bien por razones legales la demanda a la CSJN se hizo a título
personal y/o en representación de organizaciones indígenas y criollas
de primer o segundo grado, la Mesa de Tierra jugó, y sigue jugando,
un rol central en todo este proceso.
En fallos emitidos el 28 de diciembre de 2008 y el 26 de marzo
de 2009, la CSJN dictaminó en contra del gobierno provincial y ordenó
el cese provisional de las actividades de tala y desmonte en los
cuatro departamentos mencionados2. Estos fallos históricos marcaron
un quiebre en el proceso de OTBN y obligaron al gobierno de Salta a
cambiar de estrategia si bien, como discutiremos más adelante, esto
no trajo aparejado cambios significativos en sus acciones, lo cual
sugiere que el paradigma de desarrollo que determinaba y guiaba
esas acciones se mantuvo relativamente intacto. Además de la
suspensión de la tala y los desmontes en los departamentos
indicados, el fallo de la CSJN solicitó al gobierno provincial y nacional
la realización de un “estudio del impacto ambiental acumulativo”
(EIAAc) para determinar los efectos sociales y ambientales de los
desmontes pasados, como medida previa indispensable para la
autorización de nuevos desmontes. Si bien no existe normativa
específica en el país sobre estudios ambientales de tipo acumulativo,
es posible encontrar antecedentes en otros países (CEAA: 1999;
Comisión Europea: 1999; Court et al.: 1994).
El gobierno provincial, en lugar de iniciar inmediatamente el
EIAAc requerido, y desaprovechando el trabajo realizado por la UE
durante más de 9 meses, decidió encargar al MADS la contratación de
una consultora privada para que elaborara un nuevo mapa de
1
Acta de Declaración de la Mesa de Tierra fechada en la ciudad de San Ramón de la Nueva Orán el 28 de
noviembre de 2008.
2
Este caso fue caratulado como: S. 1144. XLIV. ORIGINARIO. Salas, Dino y otros c/ Salta, Provincia
de y Estado Nacional s/ amparo.
zonificación. Este nuevo mapa, elaborado de forma urgente debido al
escaso tiempo disponible, incluyó 1.6 millones de hectáreas en la
categoría III, considerándolas de esa manera aptas para deforestación
inmediata sin requerirse estudios adicionales de ningún tipo en
cuencas o áreas sensibles. Este mapa fue aprobado por la Legislatura
provincial e incorporado como soporte cartográfico oficial de la Ley
Provincial 7.543 mediante el Decreto Reglamentario 2.785. Esta
supuesta desobediencia al fallo de la CSJN sugiere que el gobierno
consideraba que todavía era posible elaborar un mapa de zonificación
aceptable para todos los actores intervinientes y que sirviera, por sí
solo, para conducir a una anulación del recurso de amparo. En el
informe, que nunca se hizo público oficialmente 3, se hace una
descripción detallada de los criterios necesarios para el
procedimiento de zonificación pero no se indica explícitamente la
forma en que estos criterios fueron utilizados para la construcción del
mapa que se presenta como fruto de ese procedimiento. Por tal
motivo, el mapa final parece desconectado de los datos y los análisis
conceptuales suministrados en el cuerpo del informe, construido
mayoritariamente con información generada por la misma consultora
en trabajos previos.
La estrategia del gobierno fue presentar este nuevo mapa como
relativamente ambientalista, en contraposición al mapa del senador
Olmedo. Parte de esta estrategia consistía en descalificar cualquier
crítica al nuevo mapa tildándola de irracional o emocional, algunos de
los adjetivos que, según Huxham y Sumner, son aplicados con
frecuencia al activismo ambiental y social que se opone a las políticas
oficiales. Los críticos también eran desautorizados con el argumento
de que la única opción “realista” era la postura oficial mientras que
toda oposición era, en última instancia, útil (funcional) a los intereses
de los productores sojeros que respaldaban de manera explícita o
implícita la propuesta del senador Olmedo. Sin embargo, y contrario a
lo que sugiere una comparación ligera de las áreas asignadas a la
categoría III en las propuestas del gobierno y el senador Olmedo,
ambas propuestas tienen más similitudes que discrepancias. De
hecho, el Decreto 2.785 establece explícitamente la posibilidad de
“recategorizar” áreas mediante un procedimiento administrativo
expeditivo para el cual ya no se requiere la participación pública, lo
cual lo convierte en relativamente arbitrario y potencialmente
discrecional. Todo indica que este procedimiento se incorporó al
decreto con la sola intención de trasladar áreas de las categorías I y II
3
El mapa y el informe elaborados por la consultora se pueden descargar del sitio de Greenpeace
http://www.greenpeace.org.ar/blogbosques o del sitio de la asociación de productores ProGrano
http://www.prograno.org/docs/Decreto%202785%20-%20Reglamenta%20ley%207543.pdf acceso 24 de
noviembre 2010.
a la categoría III, lo cual convertiría en la práctica a todos los bosques
nativos remanentes en la provincia de Salta, ubicados en zonas
accesibles, en potencialmente desmontables.
A pesar de la aprobación del nuevo mapa la suspensión de la
tala y los desmontes siguió firme. Por tal motivo, el gobierno decidió
finalmente iniciar la realización del EIAAc solicitado por la CSJN. El
trabajo se asignó a otra consultora privada ya que, según lo
declarado por la Secretaria de Política Ambiental, el MADS no estaba
en condiciones de realizarlo en tiempo y forma 4. La Secretaría de
Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación (SADS), máxima
autoridad nacional en la materia, no participó de este estudio en
abierto incumplimiento con lo requerido por la CSJN. El EIAAc se elevó
a la CSJN a mediados del año 2009.

A pedido de las ONG que asesoraban a las comunidades


aborígenes y a los productores criollos, un equipo independiente de
científicos y docentes universitarios de Salta y Buenos Aires (entre los
cuales se encontraban varios de los autores de este trabajo) evaluó el
EIAAc elaborado por la consultora privada. De esta evaluación surge
que el estudio estaba incompleto y que contenía numerosas
inexactitudes, errores y omisiones. De acuerdo con el informe,
incorporado luego al expediente del caso en la CSJN, la evaluación de
impactos ambientales y sociales contenía errores metodológicos de
significación y numerosas contradicciones internas. La crítica
conceptual de mayor relevancia realizada fue el hecho de que el
EIAAc haya sido elaborado meses después de que el nuevo mapa
fuera aprobado por la Legislatura provincial. Esto se consideró una
incongruencia técnica de suma relevancia, ya que el fallo de la Corte
exigió la realización de un EIAAc precisamente para obtener
información que sería indispensable para la elaboración del nuevo
mapa de zonificación. El nuevo proceso participativo realizado
también se consideró insuficiente. Sólo fue posible realizar un número
reducido de talleres para la identificación y valoración de impactos
ambientales y sociales y al menos dos de ellos terminaron con hechos
de violencia verbal o física5. Se cuestionó particularmente que se
hayan utilizado metodologías de valoración contingente tales como la
“voluntad de pago” o la “voluntad de recibir compensación” 6. Muchas
culturas originarias no consideran aceptable la noción de asignar
valor monetario a los “bienes” y “servicios” ambientales sobre los
que basan su modo de vida, muchos de los cuales conllevan además
significados sagrados o rituales. Por otra parte, como se discute en
4
NDS 3l/03/2009.
5
NDS 06/06/2009.
6
NDS 06/06/2009.
Hanley (2000) y en Arvanitakis y Boydell (2009), la gente de bajos
ingresos tiende a aceptar compensaciones más bajas a cambio de la
pérdida de bienes o servicios ambientales, lo cual no puede ser
tomado como un indicador de su menor capacidad para valorar o
apreciar el ambiente. Tomar en cuenta una asignación diferencial de
valor ligada al ingreso y a la cultura contribuiría a perpetuar la
distribución desigual de la riqueza, consolidando patrones injustos de
ocupación del territorio y marginando a las poblaciones ya
empobrecidas a las zonas más desfavorables desde el punto de vista
ambiental (Renfrew: 2008).
Funcionarios de la SASD también evaluaron el EIAAc presentado
por la provincia de Salta y elevaron un informe a la CSJN. Este informe
fue considerablemente crítico y señaló numerosas deficiencias en el
EIAAc. Entre otras cosas, se remarcó que el EIAAc analizado era
confuso, presentaba inconsistencias en cuanto a la escala de análisis,
utilizaba indicadores de impacto ambiental inapropiados, carecía de
criterios sistemáticos de organización, ignoraba las visiones de las
culturas aborígenes de la región, asignaba valores sesgados a los
servicios ecosistémicos, presentaba resultados confusos en cuanto a
los costos y beneficios de los desmontes, y subestimaba el carácter
acumulativo o sinérgico de algunos impactos. El hecho de que los
resultados del EIAAc no fueron tenidos en cuenta para la elaboración
del nuevo mapa de zonificación también fue criticado en el informe
de la SADS. Esta situación, indica el informe, infringiría el fallo de la
CSJN y estaría en contra del espíritu de la Ley de Bosques. La CSJN
tuvo en cuenta, aparentemente, los informes emitidos por la SADS y
el equipo de profesionales universitarios y solicitó al gobierno
provincial que revise el EIAAc. La versión revisada del EIAAc que el
gobierno de Salta elevó a la CSJN fue prácticamente idéntica a la
primera y se consideró igualmente insatisfactoria, lo que fue
informado oportunamente a la CSJN.
Desde entonces ha pasado más de un año pero la CSJN todavía
no ha emitido un veredicto final sobre el caso. En este tiempo ha
habido denuncias de desmontes ilegales en zonas declaradas como
categoría II (valor de conservación medio). La Mesa de Tierra
denunció ante la CSJN la violación de la medida cautelar vigente por
el desmonte ilegal de casi 10.000 hectáreas y la quema de los restos
vegetales, en franco incumplimiento a las normas legales vigentes en
la provincia de Salta. La CSJN comunicó a los denunciantes que estos
hechos deberían ser comunicados a las autoridades competentes de
la provincia de Salta. Las denuncias hechas posteriormente ante el
MADS no han surtido el efecto deseado y todo indica que los
desmontes ilegales no han sido detenidos a pesar de que se conocen
las ubicaciones específicas de muchos de ellos 7. Por otra parte,
mediante Decreto 3.464, el gobierno de Salta creó una Agencia de
Bosques Nativos para actuar como Organismo de Aplicación de la Ley
7.543 en lo referido a la evaluación y aprobación de proyectos de
aprovechamiento forestal y planes de manejo de bosques nativos.
Esta Agencia será también la responsable de formular los proyectos y
gestionar los fondos que contempla la Ley de Bosques.
La complejidad del caso descripto y las implicancias políticas,
sociales, ambientales y económicas que cualquier sentencia de fondo
de la CSJN podría tener sobre la región hacen muy difícil anticipar cuál
será la decisión final. La CSJN podría aceptar el EIAAc revisado y
considerar que todo el proceso que llevó a la aprobación de la Ley
Provincial 7.543 y el Decreto 2.785 fue legítimo y legal. De esa
manera, se debería tener por válido el mapa de zonificación
elaborado por la consultora privada y catalogar 1.6 millones de
hectáreas dentro de la categoría III de la Ley de Bosques. Parece claro
que el gobierno provincial trabaja sobre esta hipótesis y no considera
que el fallo de fondo de la CSJN pueda afectar en grado alguno las
decisiones que se están tomando sobre la base del OTBN aprobado
por la Ley 7.543 y su decreto reglamentario, o las recategorizaciones
que se llevan adelante en virtud del Decreto 2.211. Sin embargo, una
segunda opción sería que la CSJN rechace el EIAAc, considere inválido
el nuevo mapa de zonificación, y obligue al gobierno provincial a
modificar los instrumentos legales emitidos, con lo cual el OTBN
debería ser reformulado totalmente desde el inicio y sería necesario
derogar tanto la Ley Provincial 7.543 como el Decreto 2.785 y los
decretos subsiguientes relacionados con el tema. Una tercera
posibilidad es que la CSJN encuentre algún tipo de posición
intermedia que le permita evitar una confrontación directa con el
gobierno provincial y que, al mismo tiempo, contribuya a detener la
tala y los desmontes indiscriminados o ilegales en la zona Norte de la
provincia de Salta.
Habiendo analizado todo el proceso desde el comienzo, a partir
de los puntos de vista que aportan nuestras diversas formaciones
profesionales, los autores de este trabajo consideramos que la
segunda opción sería la más adecuada ya que es la única que puede
ser justificada con argumentos técnicos y legales, y permitiría abrir
nuevamente los espacios de participación pública para discutir una
gestión futura de los bosques nativos que sea más equitativa y
sustentable. Los inconvenientes y retrasos en que se incurriría en
caso de reiniciarse todo el proceso de OTBN estarían justificados, a
nuestro juicio, si ese proceso finaliza con un mapa de zonificación
7
El Intransigente (Salta) 2011, 23 de febrero y NDS 06/06/2009.
consensuado y un plan de acción de largo plazo fundado sobre bases
técnicas sólidas y aceptación social genuina.

Visiones, discursos y prácticas durante el OTBN de Salta


La Ley de Bosques develó profundos conflictos de intereses que
trascendían el tema de la gestión de los bosques nativos. Durante el
OTBN de Salta estuvieron en pugna, de modo más o menos abierto,
distintas cosmovisiones sobre la tenencia y el uso de la tierra y sobre
la gestión de los recursos naturales y los beneficios directos e
indirectos obtenibles de ellos. Como en todo proceso de interacción
social, los actores intervinientes desplegaron discursos y argumentos
a los fines de defender intereses sectoriales. Mientras que las normas
formales y los discursos remiten a una serie de valores más o menos
consensuados por la sociedad, son las prácticas concretas de los
actores sociales las que permiten dilucidar más claramente las
cosmovisiones profundas que los mueven a la acción, reflejando
también con mayor crudeza las relaciones de poder existentes. En el
caso que tratamos en este trabajo, conceptos tales como “progreso”,
“desarrollo”, “desarrollo sustentable”, “sustentabilidad”, “recursos
naturales”, y “bienes y servicios ambientales”, entre otros, que son
intrínsecamente polisémicos, adoptaron diferentes significados de
acuerdo a la historia, la cultura, y la ideología de aquellos que los
utilizaron. Estos términos están cargados de los valores que les
asignan los actores en sus discursos y, por tal motivo, pueden ser
herramientas útiles para interpretar la visión del mundo que subyace
a su utilización. Además, pueden ser también puntos de referencia
para la acción y la reflexión que exigen enfoques contemporáneos
como el de la ecología política. Para comprender mejor el proceso de
OTBN que se llevó a cabo en la provincia de Salta vamos a focalizar
entonces nuestra atención en algunos discursos y prácticas que,
analizados de manera interrelacionada y contextualizada en el tiempo
y el espacio, pueden ayudar a deducir e interpretar las cosmovisiones
de los distintos actores intervinientes.
En el caso de Salta, el discurso convencional de promoción del
desarrollo económico se puede vincular claramente al gobernador
Romero, quien se desempeñó en ese cargo durante tres períodos
consecutivos y jugó un rol activo en el proceso de privatizaciones de
la década de 1990 (Liverman y Vilas: 2006). Durante su segundo
mandato, Romero creó a nivel provincial una Secretaría de Ambiente
y Desarrollo Sustentable (SeMADeS) que fue inicialmente conducida
por un abogado especializado en derecho ambiental. Sin embargo, la
creación de esta oficina ambiental no alteró para nada la noción de
desarrollo económico de tipo neoliberal impulsada por Romero, quien
fue acusado de “ecocida” por Miguel Bonasso, el autor de la Ley de
Bosques, por su manejo del tema de la deforestación y los
desmontes1. Desde que dejó el gobierno, Romero se desempeña
como senador nacional por Salta y no ha jugado un rol trascendente
en lo que a leyes ambientales se refiere2.
Al asumir el gobierno, Urtubey intentó distanciarse de Romero
en este tema y creó el MADS como una forma de respaldar un nuevo
discurso relativamente más ambientalista en el cual se adoptó más
activamente el lenguaje del desarrollo sustentable y la
sustentabilidad. El nuevo Ministerio sería el órgano de aplicación de la
Ley Provincial 7.070 del año 2.000 (Ley de Protección del Medio
Ambiente), la cual fue pensada para “asegurar y garantizar el
desarrollo sustentable, la equidad intra e intergeneracional y la
conservación de la naturaleza”, en clara alusión a la definición ya
clásica de “desarrollo sustentable” contenida en el denominado
Informe Brundtland (WCED: 1987). Este informe, conocido como
“Nuestro futuro común”, fue publicado por la Comisión Mundial sobre
Ambiente y Desarrollo dirigida por la entonces Primer Ministra de
Noruega, Gro Harlem Brundtland. En este informe, el desarrollo se
define como “sustentable” si “permite satisfacer las necesidades de
la población actual sin afectar la capacidad de las generaciones
futuras de satisfacer sus propias necesidades” (WCED: 1987, 8). Este
concepto fue considerado como un “objetivo global” para guiar las
políticas orientadas a “balancear los sistemas sociales y económicos
con las condiciones ecológicas”. Se lo representa a menudo como la
“triple línea de base” de economía, ambiente y sociedad (Elkington et
al.: 2007, 1). El término “sustentabilidad” se considera un sinónimo
de desarrollo sustentable aunque se han hecho algunas distinciones
fundamentales entre estos dos conceptos (Dresner: 2002). El
concepto de desarrollo sustentable fue muy criticado prácticamente
desde el momento mismo de su definición ya que se lo vio como una
manera encubierta, aparentemente más correcta, de presentar y
justificar las mismas prácticas desarrollistas del pasado (Tijmes y
Luijf: 1995). La pertinencia de este paradigma para explicar y resolver
los problemas sociales y ambientales contemporáneos ha sido, por lo
tanto, puesta en duda, como se discute extensamente en el trabajo
de Seghezzo (2009). En particular, se ha cuestionado su carácter
esencialmente antropocéntrico y el valor excesivo que asigna a las
herramientas económicas neoclásicas para la resolución de los
problemas ambientales y sociales. En este trabajo no se puede entrar
1
Página 12 edición del 11/12/2008.
2
La producción ambiental de Romero durante su segundo período como senador está disponible en
http://www.romerojuancarlos.com.ar/senador_segundo_periodo/autoria/medioambiente.html acceso 1 de
enero 2010.
en más detalles sobre los cuestionamientos que se hace al concepto
de desarrollo sustentable. Lo que se quiere resaltar es que la idea de
desarrollo sustentable, planteada desde el nuevo gobierno como un
concepto innovador y potencialmente superador de los conflictos de
gestión de bosques y otros recursos naturales, era ya un concepto
relativamente obsoleto y fuertemente cuestionado desde las
corrientes más actuales de análisis ambiental y social tales como la
economía ecológica y la ecología política (Martínez Alier: 2004).
En cuanto al concepto de sustentabilidad, también invocado
desde el gobierno, podemos decir que sobre él existen claramente al
menos dos enfoques diferentes, a veces antagónicos. Estos enfoques
se han definido como “sustentabilidad débil” y “sustentabilidad
fuerte”. La sustentabilidad débil está basada también en una visión
antropocéntrica de la naturaleza y es comúnmente operacionalizada
mediante herramientas económicas neoclásicas como el análisis
costo-beneficio (ACB). Se podría decir que la sustentabilidad débil es
un sinónimo de desarrollo sustentable, tal como lo define el Informe
Brundtland. La sustentabilidad fuerte, en cambio, se apoya en una
concepción más ecocéntrica de la relación entre la naturaleza y la
cultura, y no acepta que la valoración económica sea la única forma
de asignar valor a la naturaleza (Shechter: 2000). La sustentabilidad
fuerte es frecuentemente adoptada por grupos ambientalistas,
agrupaciones sociales que defienden el derecho a la tierra, y
movimientos de justicia social. La Ley 7.070 de Salta contiene
algunos enunciados en los cuales parece traslucirse una visión más
ecocéntrica, tales como el que “reconoce la existencia de sitios,
poblaciones, humanas, patrimonios históricos, culturales y naturales,
monumentos y otras categorías de elementos que poseen un valor
intrínseco, estético o cultural, no cuantificables en términos
económicos y que, por consiguiente, deben ser conservados y
preservados de todo daño”. Sin embargo, como se indica claramente
cuando se define el “Principio de Sustentabilidad”, “[l]a meta de los
Poderes Públicos de la Provincia, es el desarrollo económico
ambientalmente sustentable”3. A lo largo de esta ley, y en su
posterior reglamentación, es posible observar el acento que se pone
en las herramientas económicas como la mejor garantía para la
protección ambiental. Por lo tanto, se puede concluir que la Ley 7.070
adopta claramente una base filosófica e ideológica en línea con el
concepto de desarrollo sustentable y la sustentabilidad débil.
A pesar de su renovado discurso y la jerarquización que se hizo
de la oficina ambiental, las acciones de gobierno siguieron en línea
con el paradigma de expansión de la agricultura industrial (y la
3
Énfasis propio.
minería) orientada a la producción de commodities (productos básicos
y materias primas de escaso valor agregado) para el mercado global
(Hufty, 2008; Risku-Norja y Mikkola, 2009). En su discurso inaugural,
el nuevo gobernador criticó duramente a su predecesor y antiguo jefe
en el tema de la tala y los desmontes, pero dejó bien claro que “Salta
debe tener cada vez más producción, debe intensificar la actividad
industrial y debe sostener el desarrollo de la actividad minera”.
Además, indicó que su gobierno va a “impulsar políticas activas de
beneficios fiscales” y a “incrementar las líneas de financiamiento para
industrializar nuestra producción, para incrementar el desarrollo del
comercio […], para continuar el desarrollo minero y para mejorar la
competitividad de la actividad agropecuaria, que tanto trabajo da en
esta provincia”. Este discurso, netamente desarrollista, revela la
ideología neoliberal subyacente conocida como “teoría del derrame”,
la cual sostiene que la intensificación del crecimiento económico
cuantitativo va a generar, de manera automática, mejoras en los
sectores más postergados por virtud de un supuesto efecto
multiplicador. Los beneficios fiscales prometidos y la promoción de
actividades netamente extractivas como la minería y la agricultura de
gran escala son también indicadores claros de la visión desarrollista
del nuevo gobernador, quien también parecía ignorar en su discurso
que la principal actividad agrícola de una gran porción de la provincia
de Salta es la producción de soja transgénica, de escaso
requerimiento de mano de obra. Urtubey agregó también, durante su
discurso inaugural, que iba a garantizar “la previsibilidad”, “el
crecimiento [económico] sostenido”, y “el progreso”. Según Blühdorn
y Welsh (2007), existe hoy suficiente evidencia de que los principios
de crecimiento económico infinito y acumulación de riquezas no han
contribuido a la construcción de sociedades más sustentables.
Además, también parece haber fracasado la idea de la
“modernización ecológica”, una teoría que se presenta como la forma
de operacionalizar el concepto de desarrollo sustentable, y que
sostiene que se puede mantener el modelo económico actual
indefinidamente siempre y cuando se hagan pequeñas correcciones
para minimizar los impactos ambientales y sociales (Baker: 2007;
Barry: 2003).
La primera indicación clara de la incongruencia entre el discurso
y las prácticas concretas del nuevo gobierno fue, como se indicó
anteriormente, el temprano despido de la Secretaria de Política
Ambiental luego de su oposición a un desmonte en tierras ocupadas
por poblaciones indígenas. A menos de un año de asumir, algunas
comunidades aborígenes llegaron a acusar al mismo Urtubey de
“genocidio en grado de tentativa” debido a su incapacidad o falta de
voluntad para detener el “programa de desmonte masivo, por parte
de particulares” que se estaba llevando a cabo en muchas tierras que
ellos reclamaban como propias 4. Advertencias sobre los posibles
efectos fatales de los desmontes sobre las poblaciones indígenas ya
habían sido formuladas por la UNSa en un informe publicado por el
gobierno provincial, en el cual se indicaba claramente que la pérdida
de recursos naturales asociada a los desmontes y a la degradación
ambiental “no se traduce […] en un tránsito inmediato a la ciudad” si
no que lleva al “hambre con sus etapas de desnutrición,
enfermedades y muerte” (Gobierno de la Provincia de Salta: 1995). El
mismo gobierno, en una señal que indica un retroceso conceptual
pero que, a la vez, se puede considerar un acto de sinceramiento, viró
el tono de su discurso luego del fallo de la CSJN e invocó la necesidad
de balancear “los beneficios [económicos] relativos para las partes
involucradas” con “los costos ambientales y socioeconómicos” 5. Con
ese argumento, se decidió unilateralmente “permitir la reanudación
de la ejecución de las tareas de los aprovechamientos forestales
autorizados”6 con la idea de diferenciar entre aprovechamientos
legales e ilegales del bosque y obtener el apoyo de los productores
madereros. La sola consideración de las cuestiones ambientales y
sociales como “costos” es indicativa de la postura economicista típica
de las corrientes neoclásicas. Durante el proceso de OTBN fueron
evidentes las tensiones entre la retórica del desarrollo sustentable
que usaba el gobierno y sus prácticas concretas centradas en el
desarrollo económico y basadas en una visión agroindustrial del
progreso. Para esta visión, lo máximo (y, en realidad, lo único) que
pueden hacer los gobiernos es circunscribir o mitigar las
consecuencias negativas pero inevitables de una expansión
económica que se considera no sólo deseable si no también
inexorable, recurriendo a lo que se denomina la “internalización” de
las “externalidades” económicas (es decir los “costos” ambientales y
sociales), mediante su adecuada incorporación al mercado como
bienes de cambio (Norgaard: 1992). Sin embargo, incluso algunos
economistas han cuestionado la validez y la eficiencia de los
mecanismos de mercado como herramientas para detener la
degradación ambiental y reducir la inequidad social (Barde y Pearce:
1991).
El discurso del gobierno en relación con la cuestión ambiental
volvió a cambiar ligeramente al cabo de dos años de gestión. En
efecto, lo que se inició como una defensa del desarrollo sustentable y
pareció luego retroceder hacia paradigmas más desarrollistas desde
4
Clarín 25/11/2008.
5
Énfasis propio
6
Resolución del MADS 327-2009 BIS.
el punto de vista económico, se consolidó finalmente como un
discurso todavía más tradicional y conservador (en el sentido
político). En efecto, existen numerosos indicios de que el mensaje que
intenta transmitir actualmente el gobierno de Urtubey se puede
calificar como uno de “conservación y desarrollo”, entendiéndose por
desarrollo al crecimiento económico convencional y por conservación
a la protección de áreas naturales y biodiversidad biológica en zonas
específicas tales como parques o reservas. Esta visión, que remite a
las épocas de creación de los primeros parques nacionales a
principios del siglo XX y, a su vez, a los cotos de caza medievales
reservados para diversión de la nobleza, fue una de las formas
primitivas del ambientalismo en momentos en que el desarrollo
industrial y agroindustrial incontenible sólo aceptaba preservar áreas
remotas o singulares mediante mecanismos de exclusión social
(Pepper: 1996). Este cambio puede haber sido el resultado directo o
indirecto de la presión o la influencia del sector agroindustrial y de
algunas empresas transnacionales de semillas y agroquímicos que
defienden abiertamente la idea de “producir conservando” (Oliverio
et al.: 2005). En esta visión de la relación (conflictiva) entre el hombre
y la naturaleza, la producción y la conservación deberían estar
relativamente separadas desde el punto de vista espacial bajo el
presupuesto de que todas las tierras “productivas” deben ser
explotadas (aunque de manera “racional”) para generar riqueza y
promover el desarrollo económico. Las áreas a preservar serán
siempre proporcionalmente muy pequeñas en comparación con las
áreas destinadas a la producción agropecuaria, con lo cual no existen
demasiados riesgos de restricciones de uso del suelo en zonas
potencialmente agrícolas o ganaderas. Por tal motivo, este modelo es
altamente aceptable por los grandes productores agrícolas, quienes
ven satisfechas sus ambiciones económicas mientras pueden asumir,
paradójicamente, un discurso conservacionista y “ecológico” que les
permite también cubrir los requerimientos actuales de los sistemas
de certificación ambiental y los protocolos empresariales exigidos
para incorporarse en programas tales como el de Responsabilidad
Social Empresaria (RSE). En las áreas protegidas, si bien se permiten
los usos ancestrales, lo que más se promociona es su utilización para
la actividad turística “sustentable”.
En línea con este nuevo giro en el discurso, el gobierno emitió
el Decreto 2.211 en el cual se estableció el sistema mediante el cual
se evaluarían los proyectos productivos “a escala predial” y se indica
cuál será el procedimiento para la “recategorización” de tierras, es
decir el cambio de la categoría de conservación asignada
originalmente por el OTBN. Esta recategorización es posible ya que la
Ley 7.543 y su Decreto Reglamentario 2.785 establecieron que la
categorización inicial era solamente de “carácter orientativo”. El
Decreto 2.211 indica que la recategorización puede ser modificada
“de oficio” o “a solicitud de la parte interesada”. Es posible deducir
que este proceso llevará inevitablemente a un aumento gradual de la
superficie bajo la categoría III, con lo cual se incrementarán de
manera asociada las actividades de tala y desmonte. De hecho, es
altamente improbable que los propietarios de tierras productivas
soliciten su recategorización a áreas de alto valor de conservación de
las cuales no podrán obtener beneficios económicos. Poco antes de
que se emitiera el Decreto 2.211 y se inicie el proceso de
recategorización de áreas, el gobierno provincial creó, mediante el
Decreto 1.849, una Agencia de Áreas Protegidas que se encargaría de
supervisar e incrementar las reservas, parques y otras zonas bajo
regímenes especiales de conservación y, entre otras cosas, deberá
“fijar pautas para la prestación de servicios ambientales”, “fomentar
la actividad turística sustentable”, e “impulsar la comercialización de
bonos de carbono” en dichas áreas. Estos dos decretos, analizados
conjuntamente parecen aportar evidencia para respaldar la idea de
que el gobierno adhiere ahora de manera más explícita a la noción de
“conservación y desarrollo” o “producir conservando”. El poder de
control que tiene el MADS es tan limitado que resulta casi imposible
garantizar que el modelo de “producir conservando” no se transforme
inexorablemente en un modelo orientado simplemente a producir. Se
puede argumentar que esta incapacidad de control ambiental no es
casual si no que responde, directa o indirectamente, a una falta de
voluntad de control asociada a la idea de laisser faire que caracteriza
a la concepción económica neoclásica de mercado y a su variante
actual, la globalización económica. Para dar la última puntada en este
viraje discursivo y como una evidencia más de que la visión
subyacente en el nuevo gobierno, a pesar de los discursos, fue
siempre desarrollista, Urtubey nombró como nuevo Ministro de
Ambiente y Desarrollo Sustentable al mismo abogado que había
dirigido la SeMADeS durante la gestión de Romero. En rigor, el nuevo
Ministro no había abandonado la función pública, ya que se
desempeñó como Coordinador del MADS desde la asunción de
Urtubey. El cambio de funcionarios tampoco significa necesariamente
que Urtubey estuviera descontento con el desempeño del Ministro
anterior.

Comentarios finales
El caso descripto en este trabajo puede ser considerado un
ejemplo paradigmático de los conflictos existentes entre la
conservación de los bosques nativos y el desarrollo agrícola. Los
antagonismos que se observaron entre las distintas visiones de
desarrollo, defendidas de modo abierto o velado por los actores
intervinientes, y las desiguales relaciones de poder existentes entre
ellos, hicieron del OTBN de Salta un caso particularmente complejo
que constituye un tema típico de estudio para la ecología política.
Consideramos que sólo mediante una observación atenta de las
acciones concretas llevadas a la práctica en la arena ecológico-
política de este tipo de conflictos es que se puede realizar un análisis
que trascienda los discursos e ilumine las cosmovisiones que
sustentan y explican el comportamiento de los actores intervinientes.
El caso de Salta también demuestra que, cuando se combinan
reclamos territoriales concretos, acciones sostenidas de resistencia
no-violenta, y argumentos sólidos defendidos de manera racional y
fundamentada, es posible cuestionar las ideas convencionales y hoy
dominantes de desarrollo, e incluso desafiar la noción más
políticamente correcta del desarrollo sustentable, la cual puede
devenir fácilmente en una máscara verde de las prácticas del
progreso convencional. Este caso también sugiere que ninguna de las
nociones de desarrollo que determinaron el resultado final del OTBN,
en particular la visión productivista defendida por el gobierno y los
grandes productores agrícolas, forestales y ganaderos, parece ser
suficientemente inclusiva como para resolver de manera adecuada
los conflictos sociales y ambientales suscitados. Hasta la misma Ley
de Bosques contenía mecanismos muy cuestionados desde los
movimientos de justicia ambiental, tales como el pago por servicios
ambientales, un método que ha sido catalogado como una
“comodificación” de la naturaleza (Kosoy y Barbera: 2010; Liverman:
2004; Sullivan: 2009). Este pago puede devenir en un subsidio
encubierto a los grandes productores agrícolas que podrían ser
“compensados” por dejar fracciones de sus tierras sin trabajar,
incluso aquellas áreas que, por razones climáticas, edáficas, o
topográficas, son virtualmente imposibles de aprovechar desde el
punto de vista agropecuario.
Las inequidades de poder son particularmente relevantes en los
debates de planificación estratégica y gobernanza, tal como se ha
indicado al definir el concepto de marginalidad (Blaikie y Brookfield:
1987; Bryant y Bailey: 1997). Este concepto engloba las
marginalidades económicas y políticas pero también las ecológicas,
que en repetidas ocasiones pueden explicar el desplazamiento de
minorías pobres y olvidadas tales como los pueblos originarios o los
pequeños productores rurales. El desarrollo o progreso, entendido
como un proceso de acumulación de riqueza y poder ligado
indisolublemente a la posesión de tierra puede considerarse como la
ideología dominante en las elites económicas y políticas de Salta, y
ha sido probablemente la cosmovisión que, en definitiva, guió todo el
proceso de OTBN exigido por la Ley de Bosques. Este tipo de
ideología, que puede vincularse directamente con la historia
provincial, fuertemente influida por su pasado colonial, fue
abiertamente cuestionado por las organizaciones sociales y
ambientales. Estos cuestionamientos intentaron ocultarse haciendo
una utilización ilegítima y parcial del concepto de participación
pública, el cual fue manipulado para facilitar la imposición de políticas
decididas de forma inconsulta.
La ecología política puede ser una herramienta poderosa para
entender los conflictos sociales y ambientales como los que se
observaron en Salta, ya que pone en contexto y relativiza las
consideraciones puramente económicas e incorpora al análisis temas
como la distribución del ingreso y las diferencias de poder,
conocimiento y representatividad existentes entre los actores
individuales o institucionales (Robbins: 2004). Los gobiernos guiados
y condicionados por ideologías de mercado ven fuertemente
dificultada su capacidad para aceptar visiones alternativas sobre la
relación entre la naturaleza y la sociedad. Algunas de estas visiones
cuestionan la validez del mercado como único árbitro de las
decisiones políticas, sociales y ambientales (Escobar: 2001) y otras
recurren incluso a una deconstrucción de las supuestas
“necesidades” humanas que se aceptan como tales sin discusión y
que son la base de toda compulsión de consumo. Se han identificado
muchos tipos distintos de necesidades que van más allá de lo
meramente fisiológico, entre las cuales Maslow (1954) incluye, por
ejemplo, la seguridad, la estima, el amor, y la realización personal.
Algunas de estas necesidades no pueden ser plenamente satisfechas
por bienes transables en el mercado, por lo cual un modelo de
desarrollo basado únicamente en el mercado será necesariamente
incompleto e injusto.
La aprobación de la Ley de Bosques y, sobre todo, la histórica
intervención de la CSJN hicieron reducir la tasa de deforestación en la
provincia de Salta en más de un 65% en menos de dos años,
revirtiendo una tendencia que se inició con la introducción de la soja
genéticamente modificada en el año 1997 y se intensificó luego de la
crisis económica del 2001 (Volante et al.: 2005). Esta reducción, si
bien es significativa, debe ser analizada con cautela, ya que la tasa
estimada de deforestación en Salta para el año 2010 todavía presenta
valores por encima del promedio para América Latina. Por tal motivo,
podría ser necesario reducir aún más los procesos de deforestación
con el objeto de preservar la integridad de algunos ecosistemas
forestales y garantizar la supervivencia de las comunidades
aborígenes y las familias criollas que viven en ellos. En Salta, el
resultado final del proceso descripto es incierto, en particular porque
la CSJN, que jugó un rol crucial para detener la tala y los desmontes
en el Norte de la provincia, todavía no se expidió de manera definitiva
sobre la continuidad del amparo. Esta demora, aparentemente
inexplicable, para tomar una decisión de fondo sobre este tema
requeriría un análisis particular que excede los objetivos de este
trabajo. Lo que es claro es que la relación y los conflictos existentes
entre el desarrollo y la conservación de los bosques nativos nunca
recibieron tanta atención pública en la historia de la provincia de
Salta.

Agradecimientos
Agradecemos a ASOCIANA (Acompañamiento Social de la
Iglesia Anglicana del Norte Argentino) y a FUNDAPAZ (Fundación para
el Desarrollo en Justicia y Paz) por la valiosa información suministrada
sobre el proceso de OTBN y por su contribución a la descripción de
algunos de los actores intervinientes desde la óptica de las ONG que
están trabajando con ellos en el terreno. La participación en este
trabajo de algunos de los autores fue parcialmente financiada con
subsidios del Inter-American Institute for Global Change Research (IAI,
CRN II 2031) y de la US National Science Foundation (GEO-0452325).

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CAPÍTULO VI

REPRESENTACIONES Y DOCUMENTALISMO.
Acerca de las estrategias para visibilizar la protesta social
Eje temático o mesa de trabajo seleccionada:
Víctor Arancibia1

Resumen
El trabajo se centra en el análisis de un documental que da
cuenta de los modos de registro de la protesta social. Mosconi.
Crónica de saqueo, rebelión y muerte del periodista Héctor Alí (2006)
es, a la vez, un testimonio de las diferentes producciones
documentales argentinas que registraron las luchas de los diferentes
actores sociales que se resistieron a las políticas neoliberales al
mismo tiempo que resulta un mostración de las estrategias
mediáticas que registraron dichas formas de resistencia.
A lo largo del mismo, se analiza el proceso constructivo de las
imágenes en función de los procesos socio-históricos, desentrañando
los regímenes de representaciones diferenciados que conviven en
una sociedad y de todo el juego de poder y resistencia que el
documental entrama. De esta forma, se pone en evidencia un doble
proceso de historización a partir de la apelación a diferentes
regímenes de representación: por una parte, se historiza el proceso
político y económico argentino desde la perspectiva de la protesta y
la resistencia y, por otra, se hace un recorrido por los modos de
cobertura mediática que realizaron medios televisivos y gráficos a
nivel nacional y local. A la vez, el documental de Héctor Alí propone
formas de producción audiovisual en los que se puede hacer visibles y
audibles las voces y las imágenes de los sectores históricamente
subalternizados en la sociedad.
En síntesis, la indagación pone en evidencia los modos de
construcción un texto audiovisual complejo y complejizante, en tanto
desafía y confronta los modos de percepción naturalizados por la
circulación de los medios hegemónicos tratando de instalar otras
historias en el horizonte visual de los diferentes actores sociales.

Palabras Claves

1
Es Master en Estudios Históricos y Literarios de Frontera. Se desempeña como Profesor Adjunto a
cargo de las cátedras de Introducción a las Teorías de la Comunicación Social y de Semiótica
Audiovisual en la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Salta. Ha
dirigido documentales y programas televisivos por los cuales ha recibido premios nacionales. Posee
numerosas publicaciones nacionales e internacionales sobre representaciones sociales, producciones
audiovisuales y análisis de las imágenes.
Representaciones sociales, documentalismo, espesor temporal
de las representaciones y de las imágenes, regímenes de visibilidad,
cuerpos y territorialidades

El registro de las historias ‘otras’

Se trate de un documental o de una obra de


ficción, de una comedia musical o de un ensayo
histórico, sea destinado a públicos masivos o a
públicos selectivos, con fines comerciales o con
fines declaradamente sociales o políticos, todo
discurso fílmico es portador de una concepción
del mundo que aporta a la construcción de
sentidos sobre la realidad (...) El territorio
dramático del cine ha sido y es con frecuencia la
“continuidad de la política por otros medios”.
Octavio Getino / Susana Velleggia

La producción de documentales tiene una larga tradición en la


historia de las realizaciones fílmicas del mundo, en general, y de
Argentina, en particular, tratando de testimoniar los diferentes
procesos sociales desde diferentes puntos de vista. En las últimas
décadas, los documentales argentinos al estilo Piqueteras (2002) de
Mariana Bystrowics y Verónica Mastrosimone; Diablo, Familia y
Propiedad (1999) de Fernando Kirchmar; de Botín de Guerra (2000)
de Isidoro Blaustein o Yapoita Ñande Igüi – Queremos nuestra tierra
(2006) dirigido por Lorena Riposati2, las producciones de diversos
colectivos de documentalistas junto con la aparición del canal estatal
Encuentro, que pone en circulación una cantidad importante de
producciones documentales en el ámbito de la televisión, dan cuenta
de un proceso fundamental en la historia de la producción
audiovisual. Al mismo tiempo, la proliferación de cámaras hogareñas,
semi-profesionales y las cámaras de filmación en celulares en manos
de una mayor cantidad de personas ha provocado una explosión en la
producción y consumo de un género que fue durante mucho tiempo
el ‘hijo pobre’ del cine argentino.
En el aspecto social, la década del ’90 y los primeros años del
nuevo siglo significaron la pauperización de las condiciones sociales

2
Citar estos ejemplos es dar cuenta de las formas en que los documentalistas fueron mapeando las
problemáticas sociales que fueron foco de la mirada de la investigación. En el caso de Piqueteras se
visibilizan las luchas obreras desde la mirada de género; en el film Diablo, Familia y Propiedad se pone
el acento en el cruce entre las tradiciones y las narrativas míticas de las culturas y las formas de
explotación en el noroeste argentino; en Botín de guerra, Blaustein poné el acento en las tareas que
realizaron las Abuelas de Plaza de Mayo en la búsqueda y recuperación de una cantidad importante de
nietas que pudieron recuperar su identidad o el caso de Yapoita Ñande Igüi – Queremos nuestra tierra se
pone en el centro de la escena las luchas de los pueblos originarios por la propiedad de la tierra.
de la mayoría de la población ya que generaron desempleo y
marginalidad como resultado de la instalación de las políticas
neoliberales más fuertes de la historia reciente en la Argentina. La
década menemista concluyó con la crisis económica del 2001
produciendo la renuncia del entonces presidente Fernando De la Rúa.
Se produce, entonces, una necesidad de documentar los procesos
vividos por diferentes actores y organizaciones sociales en el cambio
profundo que vivió Argentina en el paso de un siglo a otro. El
comienzo del milenio produjo un cambio en las políticas de estado
con el gobierno denominado kirchnerista las cuales llevaron a la
reinstalación de una serie de derechos que hasta ese momento
estaban fuera de la escena política.
Esta explosión del documentalismo argentino lleva a
preguntarse acerca de los lugares ideológicos, de las estrategias
cinematográficas utilizadas, de las formas de narrar las problemáticas
sociales y, fundamentalmente, de las representaciones sociales que
se entraman en las producciones que circularon en el marco de las
diferentes coyunturas sociales y económicas. A la vez, plantea
interrogantes sobre los procesos a partir de los cuales los recursos
técnicos y estéticos se transforman en herramientas de denuncia, de
lucha o de simple mostración de los cambios sociales producidos.
Mosconi. Crónica de saqueo, rebelión y muerte del periodista
Héctor Alí (2006) se inserta en el campo de la producción documental
argentina recuperando algunos principios del ‘cine de la liberación’,
de la tradición del documentalismo organizando a la vez que
establece una política de la mirada marcada por el dialogismo de
voces, imágenes y representaciones enclavadas en el cruce de las
políticas de la visibilidad que recurren a tradiciones diversas en la
producción audiovisual. Mirar este tipo de producciones permite
establecer las estrategias mediante las cuales se pueden fisurar las
representaciones icónicas más naturalizadas en los imaginarios
circulantes y las formas de registro de los conflictos sociales en los
inicios del nuevo milenio. La imagen documental se transforma acá
en un espacio posible para la lucha por la descolonización de las
mentalidades, en tanto y en cuanto tratan de ‘desmontar’ las
imágenes dominantes y de relocalizar las miradas disciplinadas sobre
los diversos actores sociales.

Documentar las coyunturas


Cada una de las crisis vividas en las últimas décadas en
Argentina fue reinstalando la necesidad de debatir acerca de las
formas de construir la pertenencia al sistema nacional y las formas de
vinculación con las diversas modalidades simbólicas que la
constituyen, los modos de organización del país, las políticas locales y
sus relaciones con las nacionales y las extranjeras, la construcción y
reconstrucción de la base de derechos, entre otros aspectos no
menos significativos. Tal como lo plantean Octavio Gettino y Susana
Vellegia, la imagen audiovisual participa activamente en los debates
ideológicos y políticos en torno a las localizaciones y a las relaciones
internas que se dan entre los miembros de un mismo país que, junto
con la violencia política que atraviesan las prácticas cotidianas y las
diversas modalidades de empoderamiento, constituyen el escenario
de las últimas décadas en la historia Argentina.
En el marco de las flotaciones de los significantes 3 –
simbolizaciones como Nación, Estado, Justicia Social, entre otros- que
ya no logran estabilizar las formas de adscripciones identitarias, no
logran evitar la constitución de zonas conflictivas del país, las
protestas sociales se hacen presentes y, paralelamente a ellas, las
formas de registrarlas y hacerlas visibles mediante diversos formatos
comunicacionales que van recuperando la memoria de las prácticas
comunicacionales como las radios comunitarias, las producciones
gráficas diversas o las experiencias audiovisuales. Una de estas
formas es el documental que trata de dar cuenta de los procesos
socio-históricos involucrados en la generación de la problemática que
tematizan dichas producciones.
Este entramarse en los conflictos sociales y políticos forma
parte constitutiva de la historia del documental en la Argentina y en
Latinoamérica4. Desde los cuatro quiebres producidos por Fernando
Birri5 hasta las propuestas fílmicas, los ensayos teóricos referidos al
Tercer cine propuesto por el grupo Cine de la liberación6 o las
3
Entendemos la noción de significante desde los postulados de Laclau y Mouffe (2003) según lo cual hay
procesos de ‘vaciamiento’ de las cargas semánticas de determinados significantes. Esto se produce en
instancias coyunturales de procesos en un bloque histórico determinado. Estos significantes son claves en
la construcción de las representaciones vinculadas a la política y a la ciudadanía: ‘nación’, ‘patria’, por
citar algunos ejemplos.
4
Basta mencionar a las experiencias de los hermanos Sanjinés, las experiencias del Cinema Novo, las
modalidades de producción de Jorge Prelorán o Gerardo Vallejo, por citar algunos ejemplos
emblemáticos.
5
Estos quiebres son relevados por Claudio Remedi y caracterizan la irrupción de un nuevo modo de
documentalismo en el país a partir de la fundación de la Escuela de Cine de la Universidad Nacional del
Litoral. El primer quiebre consiste en la creación de un espacio universitario de enseñanza de las
estrategias documentales destinado a personas de diferentes procedencias, el segundo es una puesta en
visibilidad de los sectores sociales más marginados, el tercero implica socializar las formas de producción
y el cuarto en los modos de distribución, circulación y consumo.
6
Según el modelo analítico propuesto por Cine de la liberación, el llamado ‘primer cine’ es el que
responde a las exigencias de Hollywood y de algunas producciones europeas centradas en el tratamiento
espectacular de la imagen y en el Star System como forma de presentación de los protagonistas; el
‘segundo cine’ es el que correspondería a lo que una distinción genérica más tradicional denominó como
‘cine de autor’; mientras que el ‘tercer cine’ -en el que participaban activamente Pino Solanas, Octavio
Gettino, Nemesio Juárez, Gerardo Vallejo, entre otros- que se caracterizó por su lucha anti-imperialista y
un fuerte compromiso político militante. Este cine daba cuenta del debate ideológico que atravesaba la
sociedad argentina y latinoamericana. Los realizadores del ‘tercer cine’ buscaban dar un rol activo a los
declaraciones de principios del movimiento documentalista argentino 7
–por citar sólo algunos ejemplos- un sector importante del
documentalismo argentino tuvo una actitud claramente militante por
dar cuenta de las diversas protestas de los sectores más vulnerados
de la sociedad8.
Desde esta perspectiva, la práctica documental se transforma
en el espacio de confrontación de las representaciones sociales y de
las formas en que estas construcciones se articulan en las diversas
formaciones discursivas. La tarea de esta forma de registrar y de dar
a conocer una imagen del mundo se focaliza en la necesidad de
quebrar las representaciones instauradas por las hegemonías y
trabajar el registro documental como una herramienta válida para
fisurar dichas representaciones que se instalan en distintas instancias
de la producción de sentido en una cultura.
Los documentales, siguiendo esta línea de análisis, se
transforman en una forma de producción audiovisual militante,
ideológicamente definida y políticamente situada aunque no haya
necesariamente una manifiesta adhesión a líneas políticas partidarias
o a posturas estéticas claramente delimitadas, ya que las mismas en
general se van construyendo en los modos de hacer. Las imágenes
relevadas, los sonidos tomados, las voces textualizadas, las
estrategias de composición, las estéticas a las que se apelan, las
tradiciones en las que se entroncan, las sistemas visuales que se
toman como referencia van dando cuenta de un mundo que -hasta
esa instancia inaugural de la visibilización- había pertenecido a otro
régimen de visibilidad el cual había colocado a los sectores otros en
una posición devaluada y hasta invisibilizada para la percepción del
conjunto de la sociedad.
La práctica documental pensada desde la búsqueda del quiebre
del sistema representacional tiene la intencionalidad de
transformarse en un documento socio-histórico de las formas de
comunicación y de las prácticas socio-discursivas que no tienen su
registro en la cotidianeidad de los espacios mediáticos que dan
cuenta las protestas (noticieros, informes periodísticos, programas
televisivos de investigación, entre otros formatos). El documental, así
pensado y llevado a la práctica, se transforma en una producción

espectadores y expresar cabalmente la ideología de quien lo producía y la de su grupo de pertenencia.


Este tipo de reflexión se emparentaba con toda la propuesta circulante en el campo artístico de aquellos
años. En esta línea se pueden considerar las relaciones con el ‘teatro del oprimido’ de Augusto Boal, las
propuestas pedagógicas de Paulo Freire, las experiencias de radios mineras y campesinas, entre otras.
7
www.documentalistas.org.ar
8
La página www.documentalistas.org.ar es un claro ejemplo del trabajo de reflexión teórica y de
reflexión metacognitiva que realizan los documentalistas militantes lo que llevó a producir materiales
teóricos, manifiestos y hasta propuestas metodológicas de trabajo. A esto se suman los debates
ideológicos acerca de las funcionalidades sociales que tiene esta forma comunicacional.
audiovisual que asume ciertas causas sociales como propias, las
textualiza en un formato particular y le otorga la capacidad de
circulación a través de las imágenes. Estas formas de articular
representaciones encontradas, diversas y disímiles que tienen a la
vez ‘espesores temporales’9 múltiples hacen que sean espacios donde
se visibilizan las luchas simbólicas por la construcción de las
imágenes de los grupos subalternizados por las políticas económicas
y sociales.

La interacción entre periodismo y documental


El film Mosconi. Crónica de saqueo, rebelión y muerte de Héctor
Alí (2006) se posiciona en un cruce genérico más que interesante:
por un lado, es un registro documental de los participantes de los
piquetes en la zona Norte de Salta mediante las estrategias más
tradicionales de la historia del documental (uso de entrevistas casi
etnográficas, registro de imágenes que funcionan como insert en los
espacios intermedios de la narración o durante el desarrollo de la
entrevista a los diferentes actores, cámara pretendidamente objetiva,
entre otros recursos); por otro, es una reconstrucción de las
coberturas mediáticas realizadas por diferentes canales nacionales
(como Todo Noticias), provinciales (Canal 2 y Canal 11) y locales
(Video Tar) a la vez que se posiciona en un espacio en la que la crítica
a los medios es posible. La producción se instala en el cruce de dos
tradiciones: una más ‘antigua’, la del documental testimonial de las
luchas sociales y otra incipiente, la de la producción asentada en la
recursividad de la imagen que se piensa a sí misma y se transforma
en una crítica de los mismos recursos utilizados 10.
Tomando como base los propios informes periodísticos de Alí 11 y
las coberturas mediáticas de medios nacionales, provinciales y

9
La noción de espesor temporal fue desarrollada para el análisis de representaciones por Alejandra
Cebrelli (1999) y por Cebrelli/Arancibia (2005). Se realizará una referencia más precisa de la noción más
adelante.
10
Este básicamente es un recurso que se toma de la misma televisión en la que se produjeron una
cantidad importante de programas operaban como una puesta en abismo, en algunos casos, o como una
mirada sobre los propios vicios de las producciones fílmicas. La neo-televisión (en los términos en que
Mario Carlón sintetiza los debates teóricos a partir de los postulados de Umberto Eco) va influyendo en
las producciones más cercanas a la tradición del cine. Estos recursos tienen que ver con la partición de la
pantalla, la extensión de las narrativas, ritmos acelerados, multiplicidad de formas narrativas, entre otros.
El cambiante panorama de las producciones audiovisuales va de la mano de los procesos de la
tecnologización de la sociedad y de una ampliación de la base de conocimiento de los modos de
producción.
11
Cabe recordar que Héctor Alí tiene desde hace muchos años una serie de programas periodísticos y de
opinión en los que realiza un trabajo fino de investigación de diferentes hechos. Los que se toman para la
realización de este documental son los del ciclo Las barbas en remojo. Posteriormente realizó el ciclo El
informante con la dirección de Chino Vistas donde abordan casos policiales no resueltos, algunos de ellos
con fuertes implicancias políticas como el realizado en función al asesinato del Periodista Luciano Jaime
por parte de personal de la Policía de la Provincia de Salta, durante la plena vigencia de la Triple A.
locales –además de los testimonios de las personas involucradas en el
conflicto, el documental se articula como un testimonio de las formas
de registro de la protesta, casi como un metadocumental que permite
la visibilización de las estrategias propias de la producción y, a la vez,
opera como una visión crítica de los procesos de narrativización de
las protestas sociales en su conjunto. El mismo espacio fílmico es el
espacio donde dialogan y se confrontan diversas representaciones
sociales instauradas en el imaginario de la sociedad y textualizadas
por los medios de comunicación. Pero también es el lugar donde se
puede mapear las formas de cobertura que los medios de
comunicación –en sus diversas materialidades y soportes- hacen de
las protestas sociales, esto permite que se articulen y discutan las
modalidades de la producción y de las formas de registro.
A la vez, en el desarrollo del documental, se muestran
imágenes de las tapas de diarios (Clarín y Página/12) y semanarios
locales de la época (Nueva Propuesta, Crónica del Noa), se
textualizan registros fílmicos que circularon por diferentes noticieros
nacionales, se produce el rastreo de la historia de las privatizaciones
y de las formas de la protesta social. De este modo, se va
construyendo no sólo la narración de las historias de los piquetes de
Gral. Mosconi sino también una reconstrucción de los procesos
políticos y sociales en los que la protesta se entrama. Se produce una
reconfiguración de los relatos en los que las protestas son las que
articulan la historia y no los pasos que da el Estado.
Un claro ejemplo de ello en el documental es el recuerdo de los
muertos en diversas protestas en la Argentina: el registro se inicia
con el recuerdo de la última víctima de la dictadura militar en el año
1983 a la que se suman los fallecidos en cada uno de los piquetes
ocurridos en la era menemista y en los inicios del período delarruista.
La edición del documental se asienta sobre una operación clara:
la narración de la historia se cuenta desde la perspectiva del despojo
y del reclamo. Desde allí, las configuraciones representacionales a las
que se apelan comienzan a entramarse en una línea de sentido
diferente a las habituales. Las representaciones oficiales acerca del
mundo del trabajo quedan resignificadas en la cadena equivalencial 12
de la desocupación y de la protesta. En el film, las imágenes del
monumento al obrero de YPF 13 en la localidad de General Mosconi –
otrora símbolo del trabajo y del progreso que llevaría el pan a todos
12
Una relación de equivalencia no es una relación de identidad entre objetos. La equivalencia no es
tautológica ya que la sustitubilidad que establece entre ciertos objetos sólo es válida de acuerdo a las
posiciones que toma dentro de un contexto estructural dado. Esto significa que aquello que llamamos
identidad de un objeto dentro de una relación de equivalencia está escindida: por un lado conserva su
propio sentido ‘literal’; por el otro da cuenta de la posición que ocupa el objeto dentro de la cadena
equivalencial, es decir dentro de la cadena en la cual es un elemento sustituible. (Laclau-Mouffe, 2003:
96).
los hogares- se transforman en la dramática representación de la
utopía resignada frente a las imposiciones de las formas de la política
neoliberal. Las cargas valorativas se alteran y las posiciones se
resignifican articulando nuevos sentidos que fisuran las cadenas
consolidadas en el imaginario social.
Como correlato a la operación mencionada, Mosconi, Crónica de
saqueo… se construye como una suerte de archivo material de las
formas en que los medios hacen las coberturas de los conflictos
sociales y, por ende, de las representaciones acerca del trabajo
periodístico que van configurando desde el hacer de los diversos
miembros del campo, en el sentido bourdieuano del concepto. Un
ejemplo claro es cuando se insertan las imágenes y las voces de los
funcionarios. Las declaraciones de los oficiales de gendarmería, las
palabras de los políticos que protagonizaron la escena nacional y
provincial están registradas por los micrófonos de los medios más
importantes, sobre todo los de circulación nacional (TN, Canal 13,
América, etc.) mientras que las asambleas en la plaza de Tartagal
quedan apenas relevadas por el cable local y un puñado de
periodistas más. Las vinculaciones, los intereses, los recorridos y las
focalizaciones quedan claramente marcadas en cada una de las
imágenes. Se pone en evidencia, al mismo tiempo, la disponibilidad
técnica y de recursos para el registro y la cobertura; por ende,
también es dable suponer las facilidades y las dificultades en la etapa
posterior de puesta en circulación de la información.
Pero, junto con los recursos escuetamente mencionados, la
producción de Héctor Alí se entrama en otra tradición de la
producción audiovisual argentina. En efecto, si se toma la modalidad
enunciativa tanto verbal como icónica de este documental se puede
observar que recupera las estrategias de la mostración de la pobreza
y de la marginalidad similares a películas como Memoria del Saqueo
de Pino Solanas (2003-2004), por citar un ejemplo cercano en el
tiempo. La relación intertextual se establece desde el mismo título del
documental de Alí que rememora al de uno de los fundadores de Cine
de la liberación. Esta relación también se entabla en el terreno de la
concepción del documental cuya narración en off sigue los
lineamientos de la narrativa de Solanas: apelación a datos
estadísticos (al estilo de las modalidades del periodismo de precisión),
recuperación de datos de organismos de derechos humanos como
fuentes incuestionables de informaciones verdaderas, utilización de

13
Yacimientos Petrolíferos Fiscales fue una empresa pionera de las políticas de exploración y ocupación
del territorio además de su carácter de empresa nacional. La historia de esta empresa está ligada a la
fundación y al progreso de poblaciones enteras desde el momento de su fundación a comienzos del Siglo
XX. La privatización de la empresa en el año 1999 (previa reforma que se inicio en 1989) produjo una
oleada de desocupación y la conversión de pueblos prósperos en localidades fantasmas.
un cuerpo de subjetivemas con una fuerte carga valorativa negativa
para evaluar las políticas oficiales, inserción de preguntas retóricas
que apelan a los valores humanitarios de los espectadores de turno
buscando producir una adhesión casi instantánea con lo que se
enuncia, dramatismo en la presentación de los personajes, una
entonación propia de las narraciones de las tragedias preanunciadas,
entre otros recursos.

Las huellas de la memoria


El proceso constructivo de la narrativa fílmica busca articular
diversos procesos socio-políticos en una estructura que reagrupa las
imágenes desde las consecuencias de las políticas oficiales y no de
los fundamentos de la implementación de dichas políticas. Si bien
este no es un recurso novedoso, si lo es por la necesidad de entramar
la historia de las protestas en el registro mediático. Las imágenes del
documental van articulando las protestas realizadas durante la
dictadura, las de Cutral-Co, las realizadas en las provincias de
Santiago del Estero o de Corrientes, por mencionar algunas de las
acciones de resistencia más importantes durante la década
menemista. De esta manera hay una historicidad otra que, sin peder
de vista las acciones estatales y las formas narrativas de la memoria
oficial, van reagrupando las protestas en una serie inclusiva que las
contiene desde sus propias lógicas. Se trataría de una forma de
historizar los empoderamientos de los grupos sociales silenciados y
marginados. Esta estrategia funciona como una operación
constructiva en la cual las historias se cuentan desde los relatos de
vida (y de muerte) de los protagonistas de las protestas y desde la
consecuencia sobre los propios cuerpos maltratados por la crisis, la
miseria y la represión. Esto hace que se genere desde los mismos
inicios del film un espacio para la confrontación de representaciones y
para la activación de memorias diversas.
El documental se inicia, precisamente, con una estrategia de
reactivación de la memoria política apelando a una cita del General
Mosconi en la que se plantea la importancia geopolítica y económica
del trabajo sobre los territorios en el que el petróleo es un elemento
fundamental no sólo en términos económicos sino también en la
lucha por la soberanía. Frente a ello se insertan, también con el
recurso de los títulos de una presentación, las palabras del ex
presidente Carlos Menem en las que justifica las políticas de la
privatización de las empresas estatales y las consecuencias que
tendrían quienes se opongan a la implementación del modelo. Así, la
estrategia dialógica14 queda instaurada desde el mismo inicio del
documental de Alí. Las imágenes van dar continuidad a la estrategia
iniciada en el mundo de las palabras.
Las primeras tomas muestran, mediante una edición alterna, las
imágenes del pretendido primer mundo (según la promesa
menemista) que se instalaría en nuestro país–en general- y en Salta
en particular interactuando conflictivamente con las imágenes de
niños que apenas acceden a un plato de comida; imágenes de los
banquetes de los poderosos confrontadas con las de ollas populares.
El campo auditivo no se queda atrás en este proceso constructivo del
documental como espacio de la heterogeneidad y de la
representación de la conflictividad social: de la música electrónica
propia de la fiesta de los sectores sociales con mayor poder
adquisitivo a los ritmos de los tambores en las marchas, rumores de
un acto ‘cultural’ en los salones vip de la cultura local enfrentados al
ruido de los platos y los cucharones en una olla popular.
La estrategia dialógica también se produce en las instancias en
que se toman como insumo las coberturas mediáticas del conflicto:
frente a las imágenes claramente tomadas de las emisiones del canal
Todo Noticias (TN) perteneciente al grupo Clarín aparecen las
producidas por VideoTar (la empresa de cable de la ciudad de
Tartagal) y que fue la que mantiene un registro de las diversas
protestas incluso aquellas que no llegaron al escenario de los medios
nacionales. Este es un diálogo entre posiciones sociales, políticas e
ideológicas en las que se testimonio el modo en que se concibe cómo
ser periodista. Los periodistas locales son los que cubren las primeras
imágenes del asesinato de Aníbal Verón en la ruta 34, se internan en
las comunidades aborígenes, conocen a los referentes locales, poseen
los registros de los procesos que desencadenaron la fase de la
protesta más visible mientras que las voces de los cronistas
‘nacionales’ marcan las diferencias entre ‘piqueteros’ y ‘pobladores’
como se escucha en la voz en off de una cobertura de TN o la
asunción del rol político como cuando se ve al periodista Sergio
Lapegüe dando un discurso montado a un camión en la zona,
mientras es vivado como en un mitin político. La sustitución de la

14
Esta categoría fue utilizada por Mijail Bajtín en sus estudios sobre el enunciado para aludir a la mezcla
de voces y diversos tipos de discursos socioculturales (estilos, dialectos y sociolectos) que conviven y se
entrecruzan en la producción discursiva. Los fenómenos de convergencia, discrepancia, desdoblamiento,
travestismos, etc. entre las voces presentes en el relato confieren al texto su carácter dialógico que, como
hecho de lengua constituye una opinión pluridiscursiva sobre el mundo. Para Bajtín las relaciones
dialógicas no son naturales ni mecánicas, sino una clase de relaciones que producen sentidos anclados en
lo sociohistórico, dado que sus participantes pueden ser enunciados completos detrás de los cuales están
(y en algunos casos se expresan) los sujetos discursivos reales o potenciales. Por ello, dos enunciados
alejados en el tiempo, o pertenecientes a distintas culturas pueden establecer relaciones dialógicas, ya que
éstas se entienden en un sentido mucho más amplio que el diálogo tradicional.
figura de los políticos por los periodistas es una marca de época de la
sustitución de roles sociales en la Argentina de fin del siglo XX15.
Esta confrontación también se puede ver en la calidad de las
imágenes ya que cada una de las secuencias que se insertan se
transforman, a la vez, en un testimonio de las posibilidades
tecnológicas con que cuenta cada uno de los lugares y de la
distribución de las posibilidades de acceso a formas de registro
diversas. Uno de los aspectos más significativos que tiene el film
Mosconi es la diversidad de miradas y de diversas formas de
percepción que se montan en el documental. Las imágenes de TN, de
Canal 13, de América TV16; las de las cámaras de los canales
provinciales y las del cable local se ven claramente diferenciadas
desde las resoluciones técnicas de las mismas. Pero también en la
focalización de las prácticas, de las miradas y de las palabras están
diferenciadas se construye un espacio de diálogo entre la pluralidad
perceptual. Se ve, a lo largo del documental, una estrategia constante
de la posición de una cámara que conoce y sigue los recorridos
cotidianos de la gente frente a la presencia de los medios ‘nacionales’
que llegan cuando el conflicto está desatado. Esta diferencia entre el
andar de la gente, transitando y construyendo los territorios, frente a
las miradas que localizan la zona de conflicto sólo donde se produce
el epicentro queda claramente evidenciada en el campo de la imagen
de cada una de las producciones.
A todo esto se suma una estrategia que se ha podido relevar en
varias producciones documentales argentinas: el lugar que elige la
cámara para posicionarse. En general, las cámaras de las televisoras
mal denominadas nacionales generalmente ingresan a los territorios
detrás de las fuerzas de seguridad (policía o gendarmería) mientras
que las cámaras de las televisoras locales, en líneas generales, van
acompañando a la gente en el proceso mismo de la protesta 17. La
localización física de los instrumentos para registrar la protesta va
dando cuenta también de los posicionamientos ideológicos y políticos

15
El periodismo tuvo un momento en la historia Argentina en la que asumió roles que eran propios de los
poderes del Estado. A partir del desarrollo de la investigación periodística, los trabajadores de los medios
se constituyeron en policías y fiscales que investigaban los casos, en jueces que juzgaban los hechos en
las páginas de los periódicos y en las pantallas de televisión; en políticos que arengaban a la gente o
prometían soluciones a las problemáticas diversas de la población.
16
Cabe mencionar que son los canales de noticia más importantes del país ya que, si bien están en la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, tienen alcance nacional situación que tendería a modificarse a partir
de la implementación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, Nº 26522 en la que se prevé
una distribución diferente de las producciones locales y regionales en el marco de una necesaria
reestructuración de las programaciones televisivas.
17
Esta es una estrategia muy utilizada en Piqueteras donde también se produce una confrontación entre
los modos de registro de los medios locales o de las cámaras de quienes acompañaban la protesta y el
registro de los noticieros ‘nacionales’.
que funcionan como sustento a la producción audiovisual, aunque no
haya intencionalidad en ello.

Los cuerpos de la protesta


El documental acerca de los piquetes en Mosconi, además del
registro de la protesta y de sus estrategias, es un testimonio de la
localización, el tránsito y las transformaciones de los cuerpos en el
proceso constructivo de las territorialidades por las que los cuerpos
materiales y simbólicos de los actores diversos van recorriendo. Más
allá de los datos sociales, económicos y las relaciones con la política
reciente del país; el documental da cuenta de los recorridos, las
prácticas cotidianas, las voces, los sonidos y las formas de protesta y
sus variaciones a lo largo de los años.
En primera instancia, se muestra en el film una relación de los
cuerpos que protestan con los íconos de la patria con que se
enfrentan. La primera, y más obvia relación, se entabla entre los
cuerpos y los emblemas nacionales como las banderas, los
monumentos y los edificios pertenecientes a diferentes instituciones
del Estado. Las imágenes van mostrando un uso contradictorio de
símbolos mencionados. Por una parte, reafirma una identidad
colectiva como es el caso de la bandera, mostrada como un
estandarte de la protesta y como nucleante de los reclamos y de las
utopías. Frente a esto, se visualizan los símbolos patrios como
contenedores de las instituciones encargadas de disciplinar y
controlar los cuerpos. En varias secuencias del film, aparecen usos
diferenciados y diferenciadores de la bandera: signo de la resistencia,
en mano de los diversos miembros de las protestas y signo de la
represión, que la enarbola en pos de del uso legitimado de la fuerza.
La identidad se va construyendo desde una doble articulación: como
pertenencia a un sistema vinculados a las ‘comunidades imaginadas’
creadas y sostenidas desde los aparatos ideológicos del estado y
como una marca de la reapropiación de los emblemas a los efectos
de resignificarlas y transformarlos en símbolos de la resistencia.
Uno de los recursos más utilizados en la constitución de la
imagen es la mostración de las corporalidades múltiples y diversas
que componen la protesta. Los rostros diversos del piquete18 son los
que van dando cuenta de la heterogeneidad social que la cámara en
primer plano logra registrar. En un plano corto de las cámaras de
18
Un aspecto de esta problemática se encuentra trabajada en conjunto con Alejandra Cebrelli (2005a y b).
En los mismos se abordan las representaciones sociales construidas desde lo mediático, generalmente
homogeneizadora de la diversidad, frente a la pluralidad de gestos, prácticas, saberes y discursos que se
pueden observar en una mirada más detenida sobre los grupos sociales. Los rostros diversos del piquete
es el rastreo de un trabajo que intenta desmontar las estrategias constructivas de las representaciones
sociales que apelan a antiguas configuraciones –generalmente entonadas negativamente- para construir
las imágenes devaluadas de los grupos que participan de las protestas.
televisión locales se pueden observar la ropa (muchas veces
desgastadas y raídas), se pueden escuchar las formas de hablar (en
las que tonadas provinciales se ponen en primer plano sin la
exotización a la que son sometidas en las producciones de los canales
centrales), se pueden mirar las prácticas sociales de un pueblo que
circula y produce más allá –o en medio- de la protesta (se muestra
fundamentalmente que las personas van desarrollando sus
actividades con el telón de fondo de la protesta en la que también
participan activamente), entre otros aspectos. Se genera una imagen
que posibilita mirar por una estría de la imagen que permite
reconstruir, mínimamente, algunos de los haceres de los habitantes
del norte de Salta al mismo tiempo de mostrar que la protesta es una
actividad más en la cotidianeidad de los habitantes del departamento
General San Martín.
Por otra parte, es interesante ver en la imagen del documental
cómo los cuerpos de los manifestantes van impregnando las
territorialidades estatales, van tiñendo con sus propias características
los objetos que son símbolo de la dominación tanto estatal como
privada y hasta se apropian de las corporalidades de los
representantes de las instituciones estatales. Esta mostración de la
lucha va dando cuenta de uno de los mecanismos de la protesta
social: el recorrido de las protestas va tiñendo con sus propias
lógicas, colores, rumores los territorios pertenecientes al estado. Se
trata de un tránsito de la invisibilidad y inaudibilidad de los reclamos
históricamente condenados a un estatuto de inexistencia a la
ocupación del centro de la escena en el campo de la imagen y de la
audición; es el tránsito de los espacios marginados históricamente y
subalternizados al centro de la pantalla. Se produce un cambio de
régimen representacional: de la representación de los grupos
marginalizados como estigmatizados desde una mirada de sujetos
colonizados y reproduciendo las prácticas hegemónicas se pasa a la
construcción de una representación en la que los actores sociales
recuperan su capacidad productiva y de resistencia a los modelos
vigentes. En definitiva, son los cuerpos los que transversalizan los
territorios propios y los ajenos y, en ese sentido, la imagen se
transforma en profundamente epistémica19 dando a conocer sectores

19
Según Jacques Aumont, una de las funciones de la imagen es la epistémico ya que produce una serie de
informaciones que van construyendo el conocimiento del mundo (1992: 84 y 85). El desarrollo de este
aspecto de la imagen suele darse por hecho, sin embargo queda mucha reflexión por realizar en este
sentido: ¿de qué forma se construye ese conocimiento?, ¿cuáles son los aspectos que se focalizan y que
producen los estímulos para incorporarlos como información?, ¿qué aspectos representacionales entran en
juego?, ¿cómo se vinculan con una historia de la mirada individual y social?, por nombrar sólo un número
pequeño de preguntas. Si bien algunas aproximaciones se realizaron desde la neurobiología hay un
entramado interdisciplinario que marca un camino poco recorrido.
sociales que no tenían su espacio en los campos de interlocución
previstos por el diseño de las diversas hegemonías de turno.
De la misma manera que el documental va articulando una
narración en el que núcleo de la composición es la protesta, los
cuerpos de los manifestantes y el de las víctimas van configurando
otras redes de relaciones a partir de la composición de la imagen. Las
víctimas de las tragedias son los elementos articuladores de la
historia de la protesta: desde Dalmiro Flores (muerto durante una
marcha de la Confederación General del Trabajo en contra de la
dictadura militar en 1982), pasando por las imágenes de Kosteki y
Santillán (asesinados por las fuerzas policiales durante el gobierno de
Eduardo Duhalde), Teresa Rodríguez y Aníbal Verón (caídos en
acciones de resistencia a las políticas neoliberales de la década
menemista) por citar sólo algunos. Se genera de esta manera, un
espesor temporal20 en el mismo armado del documental en el que las
imágenes de los cuerpos torturados, mutilados y sufrientes van
generando una nueva forma de constitución de la historia que se
acopla al sistema de las representaciones vinculadas al del
padecimiento ya instaladas en nuestra cultura que se constituyendo
en diferentes momentos de la historia.
Los cuerpos y sus recorridos van dando cuenta a lo largo del
documental de los espacios segmentados de la sociedad y de las
formas de visibilizar las estrategias del sometimiento. Por una parte
los lugares a los que habitualmente los pobladores no tienen acceso y
que durante la protesta son las zonas privilegiadas para la circulación
(rutas, propiedades de las multinacionales, lugares de la
administración pública, entre otros espacios); los cuerpos hacen
converger en la imagen una matriz histórica de las prohibiciones que
quedan abolidas durante el tiempo de la protesta. A la vez que se
muestran los lugares por los que los grupos van haciendo su protesta
la imagen va registrando las miradas, las gestualidades, los haceres
cotidianos periféricos a la protesta, las modalidades de la circulación,
entre otros aspectos.
Se va construyendo, a la vez, una representación de las formas
de reconstrucción y resignificación de las territorialidades. Si el
territorio es el espacio vivido, representado, significado y que

20
El espesor temporal de una representación consiste en que a lo largo de la historia, a una determinada
representación social se le van adosando operativamente modos de significar, de hacer, de percibir, de
decir, entre otros aspectos complejizando la estructuración de dichas representaciones. Este proceso es
propio de las formaciones discursivas y de los modos de circulación que tienen. De esta manera, cuando
se responde a la prescripción pragmática de una representación se está respondiendo a los aspectos que en
ese momento socio-histórico se validan como significativos. Claro está que ese modo rara vez es una
invención del actor social sino que ya estaba en el campo validado por otros agentes que abonaron –
reproducción mediante- la validez de esa forma de hacer y de decir. (Cfr. Cebrelli-Arancibia: 2005, 121-
142).
contiene una serie de relatos que posibilitan la adscripción identitaria;
la ocupación del espacio desde la lucha por la reivindicación de los
derechos va dando cuenta de procesos de constitución de nuevas y
viejas territorialidades. Nuevas porque irrumpen en un momento en
las que se las creía desaparecidas pero viejas porque forman parte de
la memoria de los pobladores que disponían de los espacios antes de
la llegada de las empresas extranjeras o de las políticas neoliberales.
La territorialización de las luchas permite la reconstrucción de las
memorias, la construcción de nuevos relatos que articulan las luchas
recientes con las antiguas lo que se transforma en un operador de la
construcción de una comunidad unida por las diversas formas de la
resistencia.

A modo de conclusión
Las discontinuidades de las luchas y sus imágenes encuentran
en la producción de Alí (y en la de muchos documentalistas
argentinos) el modo de contar historias desde otras modalidades
articulando las narrativas diversas que en el espacio mediático
cotidiano (dominada por la impronta de los medios de comunicación
concentrados) quedan obnubiladas. La transformación de lo
discontinuo en una red de relaciones en las que las lógicas causales
se construyan desde cadenas de equivalencias que son nuevas para
la percepción del colectivo de la sociedad pero tienen una larga
memoria en las luchas sociales es un trabajo que significa un aporte
importante a los modos de construir las representaciones de la
protesta.
Si, como la Plantea Martín Jesús Barbero, la imagen se está
transforman en una nueva episteme que impacta directamente sobre
las formas de conocimiento y de procesamiento de las informaciones
acerca del mundo y que la visibilidad se encuentra en un proceso que
va de la legibilidad a la cognoscibilidad (2003: 92-11) estamos frente
a una instancia de necesaria repregunta acerca de las posibilidades
de la funcionalidad de las imágenes documentales en coyunturas en
las que las luchas son fundamentales para evitar el avasallamiento de
los derechos individuales y sociales.
La construcción visual de lo social, en el caso que aquí se
analiza, pasa por hacer visibles las diferencias y las formas
conflictivas de relación entre los diversos grupos sociales (los modos
en que el poder circula, las viejas estrategias de la colonización de los
cuerpos y de las mentalidades, las formas de marginalidad y
subalternización a los que se someten a diferentes actores sociales,
entre otros aspectos). La tarea del documentalismo que tematiza la
protesta social parece situarse en un espacio ‘entre’ a partir del cual
se pueda dan cuenta de las relaciones, de los procesos, de las formas
de representación, de las posiciones que adoptan los diversos grupos
sociales, entre otros aspectos. Un espacio en el que obliga a los
espectadores a modificar también sus regímenes de percepción en
función de las imágenes que se ponen en el centro de la pantalla.
En una etapa de la historia regida por los regímenes y las
matrices de la (in)visibilidad, el documental –tal como lo concibe
Héctor Alí y otros productores que van en el mismo sentido- pasan
por restituir uno de los pilares de la ciudadanía de este nuevo milenio:
el derecho a ser visto, principio activo que lleve a la toma de la
palabra efectiva, pasos necesarios para que los silencios históricos
tengan un espacio de audibilidad y de circulación en la cada vez más
compleja maraña comunicacional que aportamos todos a construir.

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CAPITULO VII

“COMO UNA CADENA QUE NUNCA SE CORTA”.


Horizontes de pasado, entramados de poder y visiones
subalternas.

Dra. Andrea Villagrán21

Resumen

Inscripto en las discusiones sobre memoria, representaciones


sociales y producción y apropiación social del pasado, en este trabajo
se exploran relatos de los “gauchos” agrupados en fortines. Se
problematizan las tensiones entre “el horizonte de pasado” que desde
allí se crea y el que se delinea desde las narrativas históricas-oficiales
de la “salteñidad”, a través de distintos ejes. Uno de ellos está ligado
a la construcción de una “identidad gaucha” sobre la base de la
resignificación del Gral. Güemes en clave de “ídolo popular” como
defensor de los campesinos/pobres. Un segundo núcleo de estudio se
circunscribe a las ideas sobre el “poder” y al modo en que las
relaciones de dominación se representan y nominan. En ese sentido,
mientras en las narrativas oficiales/hegemónicas de la salteñidad; “lo
gaucho” es homogéneo (excluye y diluye diferencias y desigualdades)
a través de distintas categorías nativas como: “gauchos pobres”,
“gauchos sin tierra”, “gauchos gauchos”, “gauchos cholos” y
“gauchos disfrazados”, a la vez que se visibilizan las diferencias, se
simboliza el tipo de relación de poder característica de las fincas
rurales. Estas nociones aluden a la configuración patrón/peón que
conforma el tramo omitido y silenciado en las narrativas
institucionalizadas sobre el pasado, y asimismo representan, a otra
escala, las relaciones que se entablan entre la institución gaucha
oficial, la “agrupación madre ATSGG” (Agrupación tradicionalista de
Salta Gauchos de Güemes), donde se congrega el sector terrateniente
y de expropietarios de tierras, y los “Fortines gauchos” integrados por
“campesinos”, “peones rurales” y expeones, que viven en localidades
fuera de la capital de provincia. Estas resignificaciones que pluralizan
y diversifican “lo gaucho” adquieren la forma de una operación a
través de la cual la veracidad de lo gaucho entra en arena de
disputas.
Tal proceso es concomitante a una producción del pasado que
transita los temas y nudos silenciados en la historia oficial. Este juego
de lenguaje, el de las denominaciones y las disputas por la
clasificación, con arraigo en relaciones sociales específicas y
particulares experiencias de vida, puede asimismo ser interpretado
como una acción de subversión simbólica de las relaciones históricas
de poder.

21
Lic. en Antropología (Universidad Nacional de Salta), Doctora en Antropología (Universidad Nacional
de Buenos Aires). Fue becaria de postgrado (2006 y 2011) actualmente becaria posdoctoral en
CONICET, desarrollando su investigación en el campo de la antropología cultural, histórica y política.
Palabras clave
Gauchos, horizontes del pasado, poder, tradición

Entrada al nudo. Gauchos y disputas por el pasado


El centro de interés de este trabajo es la descripción y análisis
del modo en que grupos de “gauchos”, que se definen como tales y
reúnen en instituciones denominadas fortines, producen una
gradación de categorías clasificatorias respecto a lo gaucho, las
cuales se inscriben en los mecanismos y estrategias de construcción
identitaria, donde “el pasado” resulta resignificado y apropiado 22. Sus
representaciones, relativas a actores sociales situados en una
posición histórica desfavorable en el entramado social y de poder en
Salta, disputan y ponen en cuestión el sentido hegemónico atribuido a
la figura del gaucho en las narrativas dominantes acerca de la
identidad salteña, de la salteñidad, abriendo así el panorama hacia
los matices de las nociones, valoraciones y sentidos subalternos.
Esas narrativas dominantes han sido objeto de un largo
recorrido de investigación entre 2006 y 2011, en trabajos que
anteceden a éste23. Allí se planteó que los discursos que
frecuentemente circulan en Salta, a través de variados soportes
materiales, en los actos públicos y rituales oficiales, y principalmente
desde ciertas instituciones abocadas a “la historia”, se invoca una
especie de sentido común histórico. Esbozándose éste alrededor de
una serie de categorías y nociones elementales en torno una figura y
un hecho, que abrevan y se nutren de narrativas históricas
sedimentadas, cuya matriz conduce hacia el padre de la historia local,
el Dr. Bernardo Frías, a los primeros años del siglo XX y a un modo
elitista de ver la sociedad. Desde este encuadre se emprende la
monumental edificación del General Martín Miguel de Güemes (MMG)
como máximo Héroe local y de la Guerra de la Independencia
Nacional como su escenario principal de actuación; elementos en

22
Esas operaciones, en la propuesta de Guber serían prácticas de historización, que suponen la
“actividad plural de selección, clasificación, registro y reconceptualización de la experiencia” del pasado.
Ese mecanismo de ordenamiento e interpretación se presentaría como una instancia de “integración y
recreación significativa del pasado desde el presente, a través de prácticas y nociones socioculturalmente
específicas de temporalidad, agencia y causalidad” (Guber: 1994,30).
23
El texto propuesto fue trabajado a partir de entrevistas realizadas, entre los años 2006 y 2010 a distintas
agrupaciones gauchas, ubicadas en diversas localidades y municipios dentro de la Provincia. Asimismo
se utilizó material e información provista por las charlas informales a partir de la participación en
reuniones, eventos y espacios de encuentro con los integrantes de los fortines.
torno a los cuales, finalmente, se sintetiza el acontecimiento
fundamental de “la historia” y “el pasado” de Salta.
Esa secuencia de referencias se activa dentro de un principio
explicativo del “ser local”, en donde “ser salteño” es “ser como
Güemes” y “ser gaucho”, nociones que, sin embargo, se presentan lo
suficientemente indeterminadas y dotadas de ambigüedad como para
investirse de sentidos variables y ser apropiadas de diferente forma,
acorde a los contextos y situaciones sociales particulares. Así vistas,
ofrecen un marco de inteligibilidad al presente y un reservorio de
sentidos para la construcción de una identidad colectiva o cultura
particular, factible de enunciarse como “salteñidad”. Principalmente
en el contexto del Centenario nacional, donde el gaucho se vuelve
sinónimo de argentinidad, y desde el viraje peculiar que las
tendencias de refundación nacional asumen en Salta, la figura de
Güemes se resignifica trasmutando desde héroe histórico hacía héroe
cultural y gaucho estereotípico. Emblema de un mestizaje peculiar,
distinto al paradigma corriente, de la mixtura de razas. En la acepción
local, se define como síntesis entre humanidad y paisaje, donde
habría germinado una raza primigenia, la que encarna el gaucho-
héroe, y donde proyecta su origen y horizonte de pasado la
imaginación cultural de la “salteñidad”24. Ello en el marco del
conjunto de estrategias que desarrollan los grupos dominantes, las
élites locales, alineadas con la “reacción conservadora” nacional de
las oligarquías provinciales entre los años 20 y 30, en pos del
resguardo de su posición de poder. Es desde entonces, y en adelante,
invertirán cuantiosos recursos en legitimarse y reclamar privilegios
haciendo uso y apelando a su condición de “herederos de las glorias
del pasado”, de “descendientes de los ancestros fundadores”,
apropiándose de la gesta independentista y hasta de la figura misma
de Martín Miguel de Güemes (Villagrán: 2006, 2009, 2010 y 2011).
El antecedente de los fortines gauchos, desde la perspectiva de
sus integrantes, se remonta a las montoneras gauchas y al modo de
organización que caracterizó a las milicias del Norte, en el marco de
los combates durante la Guerra por la Independencia a principios de

24
Esa imaginación cultural, arraiga en un régimen de representación alimentado por intelectuales y
literatos locales, que en su forma más acabada lo expresa el poeta J. C. Dávalos. Ese régimen de
representación guarda relación con la específica noción de mestizaje que el autor proclama, la que se
ilustra, con cierta claridad, en la definición del gaucho como “un mestizo de español e indígena”…”pero
en donde la raza invasora prevaleció sobre la raza invadida, y ésta sirvió pasivamente, a la hispánica
para que sus caracteres se perpetuasen en América” (Dávalos: 1948, 10). Desde esa forma de ver y
explicar, la mezcla no se esquematiza como la hibridación de dos tipos humanos, sino como la
modelación de una raza por sobre la otra, que es representada como la unidad humanidad/paisaje.
Entonces, las cualidades y virtudes de la raza española se habrían adaptado a las tierras americanas, y
moldeado al transmitirse mediante la sangre indígena, porque “el indígena está hecho de la misma
sustancia que nutre las plantas de las montañas y las selvas” (Dávalos: [1928]1997, 244 en Villagrán:
2011, 81-82).
siglo XIX25. A estas milicias, de carácter irregular, a cuyas filas se
integraba población rural sin formación militar, se le atribuye como
estrategia militar sobresaliente la capacidad de agruparse y
dispersarse adentrando en la espesura de la vegetación agreste, del
monte típico de estas tierras. En ello se funda el toponímico
“montoneras gauchas”, táctica organizativa que supone y requiere de
un conocimiento acabado del terreno y del uso de indumentaria
apropiada que ofreciera protección al penetrar en bosques de
arbustos y espinas. El guardamontes de cuero, es una pieza del traje
gaucho salteño adaptada a tales funciones, ofreciendo cobertura a las
piernas del jinete.
La actuación de las “montoneras gauchas”, compuestas por
paisanos-campesinos, indígenas y población negra, se estima
determinante en la consecución de la liberación de “La Frontera norte
de la Patria” y triunfo respecto al ejército español, luego de la
declaración de la independencia en 1810. Se reconoce como el “líder
natural” y “conductor indiscutible” de estas tropas al General Martín
Miguel de Güemes quien, según se relata en las narrativas fundantes
de la historia local, desarrolló un plan estratégico militar en apoyo al
General San Martín. En reconocimiento a tal mérito, desde
instituciones autoproclamadas como güemesianas, se demanda que
éste sea valorado no sólo como héroe argentino sino de envergadura
sudamericana.
En Salta, actualmente, se registran más de un centenar de
fortines gauchos, radicados en distintas localidades y municipios. El
número de integrantes o socios es variable, comprende entre 10 y 50
personas, y por lo general entre ellos hay algún tipo de relación de
parentesco. Aunque éstos reconocen cierta inspiración en la forma de
agrupamiento espontáneo de “las montoneras gauchas de Güemes”,
sus funciones y “misiones” no guardan vínculo alguno con lo militar.
Realizan distintas actividades y participan de eventos públicos,
destacando como su principal función la contribución a que “las
tradiciones gauchas no se pierdan”, a mantener viva la “cultura
gaucha”, aprender y enseñar las “destrezas camperas”
(fundamentalmente la doma de caballos), y transmitir las
“costumbres arraigadas” en el modo de vida rural.

25
A su vez, en algunos escritos históricos el fortín se asocia a los fuertes, y ambos remiten a otro
momento de la historia nacional, a la conquista y colonización de tierras desde mediados de siglo XVIII y
durante el XIX, a la expulsión y exterminio de pueblos indígenas, a la “guerra contra el malón” y “la
lucha contra el indio”, de lo cual la conquista del “desierto”, en el gobierno de J. A Roca, es
paradigmática. El fuerte y el fortín hacen referencia a los puestos de defensa militar instalados frente a la
amenaza de ofensiva indígena, a una estrategia de avance y control territorial particular. Sin embargo, en
las visiones de los gauchos estos episodios no se mencionan, y no hay referencia a la figura del indio, es
decir en la edificación de la imagen de sí mismos no se recurre a la alterización del indio.
Una parte de las agrupaciones de gauchos se nuclea en la
denominada Agrupación Madre, Agrupación Tradicionalista de Salta
Gauchos de Güemes (en adelante ATSGG), fundada en el año 1946 26
la cual se organiza acorde a la estructura de una asociación civil,
compuesta por presidente, tesorero y vocales, cuya comisión
directiva es electa mediante voto secreto. Los objetivos principales
que se propusieron al momento de su fundación han sido delineados
en torno a “honrar la memoria del héroe gaucho”, “rendir culto a su
memoria”, “homenaje a su persona” y bregar por el “mantenimiento
de la memoria de la gesta güemesiana”.
Arriesgando una ligera y simplificada caracterización, sin
adentrar en la consideración de las modificaciones sucedidas hacia el
interior de esta asociación, y en la relativa apertura participativa que
tuvo lugar en los últimos tiempos, ni en las transformaciones
ocurridas en la sociedad salteña en general, se puede decir que un
solo grupo y clase social se halla representado en la ATSGG.
Mayoritariamente la nómina de socios se integra con “gauchos
cholos27”, “gauchos de apellido”, “terratenientes” o descendientes de
las “familias tradicionales salteñas”. Posición y lugar en el espacio
social que se corresponde con el de los históricos propietarios de la
tierra, dueños de “fincas” y “patrones“ de estancias rurales, sector
que algunos autores englobaron bajo la definición de oligarquía
provincial u oligarquía terrateniente.
A diferencia de las instituciones de los gauchos identificados
con el sector de los patrones, los fortines, y principalmente los de
zonas rurales de departamentos ubicados en el interior de la
provincia o de localidades de los alrededores de la ciudad capital,
nuclean a gente proveniente de otra extracción social, a los que
26
La fundación de esta institución se vincula con el conjunto de estrategias ya antes mencionadas, que
desarrollaron los grupos dominantes locales para contrarrestar desde lo simbólico la relativa pérdida de
poder político. A ese reforzamiento contribuye la ardua labor de algunas figuras intelectuales, que se
abocaron a la producción de relatos y narrativas, luego instituidas y consagradas como la historia o la
literatura salteña, principalmente en las tres primeras décadas del siglo XX. Esas visiones de mundo,
elaboradas desde los portavoces de los grupos dominantes, aportan a la legitimación de éstos como una
élite y “aristocracia”, de “naturaleza superior” y “noble origen”.
27
En Salta es frecuente el uso de este calificativo que tiene complejidad semántica, y parece más bien
condensar una serie de sentidos y referencias que no son exclusivamente de orden económico. Se suele
decir, por ejemplo, “la cholada” pero no es un término autoreferencial, sino que se emplea como un
calificativo desde unos hacía otros. A veces opera un marcador racial, ya que es frecuente que el color de
la piel permita a primera vista diferenciar entre aquellos que tienen la riqueza y el apellido, categorizables
dentro de “cholo”, de quienes que no. Los “cholos”, por su parte, sin autodefinirse como tales, suelen
establecer la diferencia entre ellos y los “nuevos ricos”, que tienen dinero pero no poseen prestigio,
historia, ni tradición familiar.
Hay zonas residenciales en las afueras de la ciudad, que históricamente han sido espacios de
retiro de las élites salteñas, con lujosas casas de fin de semana o de veraneo, como la Quebrada de San
Lorenzo. Sin embargo, por la valoración de su belleza natural en la última década, zonas como ésta
empezaron a ser receptoras de inversiones de empresarios y extranjeros, lo cual fue visto con desagrado
por algunos grupos allí afincados. Otros, en cambio, prontamente supieron sacar provecho a la nueva
coyuntura, explotando al máximo el lucro derivado de la sobrevaloración inmobiliaria.
podríamos denominar grupos subalternos28. Muchos de ellos se auto
definen como “gauchos pobres”, “gauchos sin tierra” y hay quienes
actualmente mantienen como principal actividad económica y medio
de subsistencia la agricultura o ganadería, accediendo a la tierra
mediante acuerdos y arreglos, generalmente informales y de palabra,
a través de figuras como el “arriendo”, “mediería”, o “pastaje”, entre
otras. En cambio, están los que en el pasado se vincularon a esas
actividades y hoy consiguen el sustento como trabajadores
asalariados, o por cuenta propia, en rubros tales como la construcción
o el comercio informal. Pese que en muchos casos migraron hacia las
ciudades, aún mantienen un contacto directo y vínculo afectivo con el
mundo rural, que obra no sólo como una referencia de importancia en
la elaboración y reconstrucción de sus historias familiares y/o
personales, sino también como un marcador de identidad y
adscripción gaucha.
La ATSGG, acorde a una estructura institucional formal, se
funda en jerarquías, asignación de cargos, y un marco normativo que
prescribe como condición de membrecía, para los socios individuales
y fortines, el cumplimiento de distintas reglas, así como el pago de
una cuota anual. La permanencia de los fortines dentro de esta
Asociación se encuentra supeditada a la asistencia periódica a
reuniones o eventos, y al cumplimiento de tareas y/o misiones que les
fueran encomendadas, como custodiar y montar guardia en eventos
públicos. De tal suerte se entabla un cierto vínculo formal, aunque
muchos gauchos no reconocen como sus representantes a los
integrantes de su comisión directiva, ni se sienten parte de esta
asociación. Hay fortines que no guardan buena predisposición a
acatar las “órdenes” de la comisión directiva y que disienten con los
requisitos que establecen para la membrecía a la ATSGG, prefieren
entonces abstenerse de participar de algunos eventos.
28
La noción de subalternidad aquí remite a Guha ([1997] 2002), y comprende a la situación o condición
de subordinación que se manifiesta a diferentes niveles y de distintos modos, pudiendo vincularse al
rango, status, prestigio, género y raza, o en términos económicos aludir a la distribución de la riqueza y
los recursos.
En el caso específico de “los gauchos”, esa condición se fundamenta, por un lado, en la no
posesión ni propiedad de la tierra, asumiendo el lugar de “campesinos” que históricamente mantuvieron
una relación de dependencia relativa respecto a las élites terratenientes locales, para poder reproducir su
vida. Sobre esa base se habría edificado un tipo de relación de sujeción, que en diferentes estudios se
caracterizó como propia de los espacios rurales, cuya forma se incluiría en los modos tradicionales de
dominación, donde es notable la presencia de componentes afectivos, o emotivos, además de
intercambios sociales múltiples y desiguales hilvanados sobre la base de supuestos morales.
A nivel simbólico esa subalternidad arraiga en una configuración específica de poder (Elías:
1996), de larga profundidad histórica, donde los vínculos entre grupos y sujetos se manifiestan como
interdependencia recíproca sobre la base de la producción de imágenes relativas de inferioridad y
superioridad, con anclaje en esquemas particulares de visión y valoración. Al revisar su específica
historicidad se puede advertir que en Salta tienen cierta vigencia, aún en el presente, marcos perceptivos
de cuño colonial, donde guardan fuerza operativa y clasificatoria nociones raciales, ancladas en el linaje,
la pureza de sangre, el origen social y status, o adjetivaciones como “decencia” y “nobleza”.
Los fortines, en cambio, sienten un fuerte compromiso en sus
localidades y departamentos, frecuentemente participan y colaboran
con la realización de eventos donde articulan esfuerzos con las
principales instituciones locales, como Iglesia, Escuela, Policía e
Intendencia, para la organización y desarrollo de las fiestas
patronales religiosas, así como en las ceremonias de conmemoración
de fechas patrias y reciben reconocimiento por la contribución que
realizan desde los fortines. Anualmente, con eventuales alteraciones,
se guían por un calendario de fiestas y ceremonias en las cuales los
gauchos son figuras destacadas, y a veces el mayor atractivo, cuando
desfilan a caballo. Entre las agrupaciones de gauchos, pertenecientes
a poblados vecinos o contiguos es frecuente que contraigan y
sostengan lazos de amistad o solidaridad, brindándose apoyo en las
actividades que organizan, colaborando con comida y compartiendo
asados. Aunque ello no excluye la manifestación de rivalidades y
competencias, lo que en sus propios términos definen como
“envidia”, “celos” y “habladurías”.
Estas diferencias entre sí, tanto como las que mantienen con la
ATSGG, se expresan sólo a través de alusiones indirectas, chistes o
comentarios con algún doble sentido. Las críticas generalmente se
dejan apenas entrever en el ámbito exclusivo de la intimidad del
fortín, en alguna reunión y no en declaraciones públicas con el
propósito de no crear conflicto y “mantener la unidad” entre ellos. Así
como hay tensiones en la relación entre los fortines y la ATSGG,
existen también diferencias entre ésta y otras asociaciones
gauchas29.
Las rivalidades y fricciones radican, en parte, sobre las
profundas pasiones que Güemes despierta en Salta, dado que ha sido
producido y situado sobre el pedestal de máximo “héroe local” e
instituido como símbolo de la salteñidad. Se ha insuflado esta figura,
usufructuado y hasta utilizado políticamente, dando lugar a la
veneración y fanatismo. Culto en nombre del cual sus seguidores se
embarcan al descubrimiento de información novedosa que devele
ocultos misterios y/o contribuya a seguir engrosando la magnitud de
su heroísmo. En esa búsqueda, cada institución, e incluso
intelectuales güemesianos particulares, capitalizan como recurso
algún tipo de conocimiento específico sobre “el héroe” o “gesta
independentista”. Compiten, avivando una continua actualización y
reedición de escritos sobre la guerra de la independencia, la biografía
del General Güemes o la “historia de Salta”. Es periódica la
29
Existen numerosas asociaciones y grupos conformados con la voluntad de rendir homenaje y culto a la
memoria del General Güemes, así como otras que se arrogan la labor de investigación, estudio y difusión
de la gesta güemesiana. Entre éstas podemos mencionar a la “Senda Gloriosa de la Patria” y a la
“Comisión de Homenaje Guardia Bajo las Estrellas”.
publicación de textos de divulgación al estilo de folletos y boletines,
así como las de libros, revistas y la organización de eventos.
Sin embargo, en la ATSGG y en el Instituto Güemesiano de Salta
se deposita la mayor cuota de reconocimiento social, voces y
espacios autorizados en la materia e investidos del poder de hablar
en nombre de la “verdad” sobre Güemes. Reciben apoyo y
financiamiento gubernamental y entre sus miembros, socios y
simpatizantes, contaron y cuentan con personajes influyentes de la
vida política local. De tal suerte, no sólo se facilita la consecución de
recursos y avales, sino también se posibilita la intervención e
incidencia sobre la agenda pública, legislativa provincial o
deliberativa municipal, sugiriendo el tratamiento de ciertos temas
históricos-güemesianos y asesorando al respecto.
Entre algunos “gauchos pobres” suele decirse que la comisión
directiva de la ATSGG estuvo integrada y manejada desde siempre
por las “familias tradicionales”, incluso hay integrantes de fortines
que cuestionan ese exclusivismo en el manejo de la conducción de la
ATSGG30.
Lo antes presentado hace referencia y permite señalar que el
rastreo y recomposición de las interrelaciones entre las instituciones
gauchas, y la exploración de la dinámica de funcionamiento de ese
espacio güemesiano, entendido como un campo bourdiano 31, visibiliza
la vigencia de algunos rasgos definitorios de una configuración
sociohistórica específica en Salta, que ancla en el entramado de
interdependencia entre “patrones y peones” que se sugiere desde las
clasificaciones sobre el “ser gaucho” que abordaremos en los
distintos apartados del texto.

Abordaje y perspectiva.
30
En instancia de una entrevista realizada con la presidenta de un Fortín cercano a la capital de la
provincia, en Junio de 2009, esta mujer se refirió al “fraude” que había sucedido en la elección del último
presidente de la agrupación. Ella, que aún se encontraba molesta por lo sucedido, hizo alusión a la
adulteración de las actas de reuniones y también de los padrones de electores, los cuales a su entender
contenían sólo a gente que llevaba los mismos apellidos. Por entonces, en algunos medios locales,
también habían trascendido comentarios y denuncias de esos hechos, ya que el pedido de anulación e
invalidación de la elección estaba ya transitando la vía judicial.
31
A los fines de la problematización aquí propuesta se adaptan los planteos de Bourdieu (1990, 135-141
y 1995, 63-68). Para este autor el campo puede ser visto como una red o configuración de relaciones
entre posiciones, lo que sería similar a una estructura de distribución de una especie de capital que vale
para jugar en dicho campo en ese juego, y que determina relaciones de fuerza entre agentes e
instituciones, estableciéndose entre éstos luchas por conservar o subvertir dichas fuerzas. El capital que se
pone en juego y está en juego en dicho campo, así como las reglas de juego, lenguaje y lógica específicas
del campo, son irreductibles a los que rigen en otros campos, lo definen como un microcosmos
“relativamente autónomo” dirá Bourdieu, y con límites más o menos definidos. Dicho capital sería como
una carta válida para jugar en determinado campo que confiere alguna cuota de poder o un poder
particular, una capacidad de influencia e intervención en un campo, pero si bien su volumen absoluto
influye en la posición de un agente en el espacio social, su valor es relativo al campo en que se puede
invertir, al igual que la posición de dicho campo en un espacio general de poder.
Aludimos aquí al “pasado” suponiendo su relación dinámica con
el presente y, por tanto, descontando su cambiante y contingente
significación. En las narrativas que definen el ser gaucho, éste
permite explicar y edificar un origen común, proyectar valores,
ideales y expectativas que sirven a la elaboración de la identificación
colectiva. Valga como ilustración que lo que se significa como “el
pasado” no se deslinda de los mecanismos e instancias de
apropiación y uso socio cultural estratégico, desde donde es recreado
y actualizado. Y es así que ciertas narrativas pueden ser aceptadas,
consagradas y hasta sacralizadas, volverse versiones oficiales y
hegemónicas, y otras, por el contrario, quedar invisibilizadas y
silenciadas, sujetas a operaciones de ocultamiento y borradura.
De tal suerte, “el pasado” puede considerarse un recurso
factible de capitalizarse, activarse y con potencial de abrir y
desencadenar polémicas, disputas y luchas de fuerza entre actores en
posiciones diferentes y/desiguales. Susceptible de emplearse tanto a
los fines y en pos de la conquista del reconocimiento social y la
legitimación dentro de un esquema dado de distribución del poder 32,
como en aras de la consecución de un reposicionamiento y/o
empoderamiento que redefina y/o descompense ese orden
establecido.
Las definiciones, clasificaciones33 y categorías relativas al “ser
gaucho”, desagregadas el apartado 2, se hilvanan en algo así como
una densa taxonomía. Acorde a principios ordenadores singulares, y
la atribución de rasgos y propiedades que posibilitan el
reconocimiento de similitudes y diferencias, éstas se agrupan y
separan en tipos de gauchos. Se trata de clasificaciones que,
32
Lejos de realizar aquí una revisión exhaustiva de las teorizaciones sobre poder, proponemos una
somera referencia a las guías que nos orientan conceptualmente. Foucault (2006), Scott (2000) y Abeles
(s/rf) habilitan el reconocimiento de la compleja dinámica de su funcionamiento, como intrínseco a
cualquier vínculo y a todas las relaciones sociales y que, aunque manifiesto a través de mecanismos
particulares, no se albergaría en un locus específico, sino que circularía en diversas direcciones, de
manera entretejida, ramificado. Se sugiere que en un extremo el poder puede concentrarse en unas manos
o grupo, manifestándose como dominación y en donde los posicionados como dominantes desarrollarán
estrategias para mantenerse en esa posición (Bourdieu: 1999) y legitimarse (Weber: 2004) en esa
situación. Pero en dirección contraria a la reproducción de esa distribución, el poder se presenta como
resistencia en potencia. Las resistencias han de manifestarse provocando cierta dispersión,
desconcentración y redistribución de las cuotas de poder o capitales puestos en juego, e incidir, por tanto,
en la generación de leves alteraciones, que aunque no revolucionan sí descompensan una estructura. Scott
(2000) definió estas acciones como artes de resistencia y De Certeau (1996) como tácticas, infrapolítica
que se materializaría en formas cotidianas de insubordinación y subversión, venganza o ajusticiamiento,
manifiestas tanto en discursos como en prácticas.
33
En el pionero trabajo de Durkheim y Mauss (1901-1902 [1996]) se entiende por función clasificatoria
al procedimiento que consiste en clasificar a los seres, acontecimientos y hechos del mundo en géneros y
especies y subsumirlos unos en otros. Se anticipaba allí que “clasificar no significa únicamente constituir
grupos: significa disponer esos grupos de acuerdo a relaciones muy especiales (…) toda clasificación
implica un orden jerárquico que ni el mundo sensible ni nuestra conciencia nos brinda el modelo” (1996,
30). Allí se afirmaba que esas nociones que parecen lógicas deben ir a buscarse en el orden de lo extra
lógico, sugiriéndose que afincaban en la inmanencia es misma del mundo social.
integradas en un conjunto como totalidad, no pueden pensarse fuera
de un esquema de apreciación socio históricamente configurado y
anclado a las experiencias de vida y la urdimbre social desde donde
se producen. En ese sentido, las visiones de los gauchos, lejos de
escindirse o autonomizarse plenamente de las narrativas y visiones
hegemónicas de Salta sobre lo gaucho, entran en conflicto con éstas,
las confrontan y desafían astutamente, desplegando las armas
disponibles a su alcance y apropiándose estratégicamente del
pasado34.
Las perspectivas y nociones de los “gauchos”, definen y
explican su esencia y existencia desde teorías nativas, que llevan
impresa la marca de una histórica subalternidad, experimentada a
distintos niveles y de arraigo en sus trayectorias comunes de vivida,
donde las expresiones y formatos de la desigualdad se hicieron carne,
e inscribieron en la subjetividad.
Así, las significaciones específicas de lo gaucho, le confieren a
ese universo clasificatorio la impronta singular de la representación
del mundo social desde esa situación de desventaja y dependencia.
Ofrecen un medio privilegiado de acceso al orden social que las
contiene y origina, a su composición, estructura y distribución del
poder, informando también sobre los mecanismos y recursos que se
ponen en juego en la producción de la autoimagen gaucha, donde
simultáneamente demarcan la frontera y límite de lo no gaucho.
Los relatos orales son aquí insumos principales, construidos en
instancias de entrevistas individuales y colectivas 35 con gauchos
integrantes de diversos fortines. Estos asumen rasgos de la
comunicación oral, con la impronta de la conversación e interacción
cara a cara entre investigador e interlocutor, donde se negocian
expectativas e imágenes recíprocas.
A partir de los ejes trazados y enunciados, el texto se ordena en
tres partes, en la primera se describe y reconstruye el conjunto de
categorías, nociones y dimensiones que conforman el universo
clasificatorio y de representación de sí mismos de los gachos
34
Estas representaciones y percepciones acerca del “pasado” desde los sectores subalternos, permiten un
recorrido del pasado distinto a los procesos de historización de las narrativas históricas hegemónicas de
Salta, aunque no pueden dejar de pensarse en interconexión con éstas. La propuesta del popular memory
group ([1982] en Briones: 1994, 115), advierte que un estudio de la memoria popular, a la que aquí
optamos por llamar subalterna, debe ser necesariamente relacional. Donde no ha de perderse de vista la
vinculación de éstas con las visiones históricas dominantes y los efectos que sobre ella generan.
Llamamos la atención sobre esto aquí aunque no podamos detenernos sobre su desarrollo.
35
La situación de entrevista grupal se presentó en sí misma como instancia de producción colectiva de
sentidos y re-presentaciones acerca “del pasado”. En ese tipo de reuniones las narrativas adquirieron una
particularidad, derivada de la continua superposición de voces, que simultáneamente se inhiben y
estimulan, originando comentarios dispersos y mediante los cuales el hilo narrativo se escabulle de la
linealidad para fluir en una articulación desordenada, donde emergen relatos de experiencias, recuerdos y
anécdotas a través de silencios intermitentes, todo lo que sin duda los vuelve productos altamente
significativos.
fortineros, explorando las valoraciones y sentidos nativos mediante
los cuales definen su “ser gauchos”. En la segunda se explora el
vínculo con “el pasado” y “las fincas” en el marco de la definición de
la gaucheidad auténtica, el despliegue de estrategias identitarias y de
invención de tradiciones. En la tercera parte, el texto se detiene en
las gradaciones y tipos de gauchos definidos, como clave de ingreso a
las relaciones sociales de poder entre grupos, examinándose allí
aspectos de la configuración “patrones y peones”, característica de
las fincas rurales en Salta.

Ser gaucho
“Ser gaucho” desde la perspectiva de los propios actores,
significa muchas cosas, combina y aglutina distintas dimensiones, las
que analíticamente pueden desagregarse en los planos del deber ser,
saber hacer y ser, todos estos aspectos inherentes al status y
condición de “gaucho verdadero”.
Alrededor de la prescripción y reconocimiento positivo de
“actitudes” y “gestos” se delimita el orden del deber ser,
esbozándose algo así como las directrices de una moralidad gaucha 36.
A partir de ésta se evalúan los comportamientos sobre la base de
esquema de lo deseable y esperable, así como definiendo los limites a
partir de lo cual las acciones ingresan al terreno de lo condenable y
punible moralmente. Ese esquema funciona con arreglo a principios
rectores y valores incuestionables, tales como; la “solidaridad”,
“generosidad” y “humildad”.

Deber ser gaucho


Inherente a la construcción de su autoimagen 37exaltada, los
gauchos identifican a la “gauchada” como gesto definitorio y
característico, la que se asume como manifestación del deber
gaucho. Implica a la buena actitud, el “trato solidario”, la
predisposición para “dar y compartir” y la capacidad de “brindar
ayuda”, “favores y colaboración”. Se perfila una propia
representación que pone de relieve los códigos de conducta y valores

36
Moralidad en el sentido sugerido por Archetti, es un fenómeno social y cultural que funciona como un
código cultural dinámico, brinda información, innova y da sentido a las relaciones sociales (2003, 162).
37
Retomamos aquí los planteos de Elías (1997), quien asume que la propia percepción que tienen de sí
los grupos y personas es una construcción social relacional y cambiante, histórica, redefinida en un campo
de tensiones, disputas y enfrentamientos entre actores y grupos. En la producción de auto-imágenes
intervienen formas de idealización, junto a definición de parámetros que posibilitan el
autoreconocimiento y la valoración positiva. Es decir, los que resultan confirmatorios de la imagen de sí
que quieren y pueden ofrecer y proyectar. En diálogo con Hall (2003) se puede añadir, además, que en las
relaciones sociales la cuestión de la identidad opera a través del “juego de la diferencia”, mediante un
trabajo de “marcación, ratificación y producción de límites simbólicos y efectos de frontera entre grupos”.
humanos del gaucho, quien, ante todo, es visto como un ser “noble
de corazón” que se entrega desinteresadamente hacía los demás.
Atraviesan, en buena medida, estos principios de visión y
percepción elementos asociados a los mandamientos de la religión
católica, a la vez que adquieren un sentido concreto en el marco de
los vínculos sociales que definirían al trato cercano y personalizado de
los espacios rurales, donde las prácticas de reciprocidad guardan
alguna importancia. Así, algunos explicitaron que “ser gaucho es
estar pendiente del prójimo”, tornándose tan importante “la
humildad” como “ser lastimoso”. En ese sentido, por ejemplo, las
diferencias entre “gauchos pobres” y “gauchos ricos”, que en algunas
ocasiones son resaltadas y acentuadas, en lo concerniente al plano
del deber, se omiten, invisibilizan y diluyen bajo el principio rector de
la “humildad” como actitud no exclusiva de los pobres. Se asocia ésta
a la “modestia” y al “buen trato” como indicadores de una disposición
“respetuosa” e igualitaria, sin “soberbia” ni “arrogancia” de parte de
los “gauchos que tienen plata” hacía los “gauchos pobres”. Guiados
por esos mismos ejes de valoración, las actitudes indeseadas y
condenables rondan alrededor de la “mezquindad”, el “egoísmo” y la
“prepotencia”.
El énfasis en el buen trato y la actitud generosa, como código
de conducta prescripto para el gaucho, que se enuncia como un
“deber ser”, cobra fuerza normativa en vínculo con una especie de
sanción moral a través de la cual se niega el status de gaucho a
aquellos que mal tratan, humillan y “hacen de menos”, a los que
inferiorizan a otros. El presidente de un fortín de gauchos, ubicado en
el departamento Anta38, calificaba como “arrogante” y “prepotente”
al modo mediante el que se dirigían los “patrones”, dueños de las
“fincas” rurales, a sus trabajadores, a los “peones”. Los “gauchos
gauchos” con los que él se identificaba, como hijo de “puestero” sin
tierra, no serían iguales a los “gauchos de plata”. Y resulta de su
razonamiento que, paradójicamente, “estos gauchos no son
gauchos”, por su mal obrar, porque tienen mal trato hacía la gente,
porque faltan el respecto, porque “los hacen de menos”. Relató que
cuando ellos, los “gauchos pobres”, concurren a ciertos eventos y se
encuentran allí con los otros gauchos, dirigen su mirada hacía éstos
para saludarlos, y frecuentemente no les corresponden con el gesto,
“los ignoran totalmente”. Y es así que ante tal actitud ellos bajan la
cabeza y los dejan pasar…pero no sin elaborar una reflexión al
respecto: “esa gente es a la que nosotros no llamamos gauchos,
aunque esté vestida de gaucha, esa gente a la que sólo le gusta lucir

38
Zona agroganadera de gran importancia para la economía de Salta, actual polo principal de producción
de soja y ganado vacuno.
su vestimenta…no demuestra, no es solidaria… ”. Y resaltaba, que
eso había sido siempre así, que eran pocos los “buenos”, que la
mayoría se manejaba con ese dejo de arrogancia.

El saber/hacer gaucho
En el mismo sentido de reafirmar los límites del “ser gaucho”,
en la marcación de las fronteras con el territorio de lo no gaucho, el
saber hacer funciona como un segundo indicador de autenticidad. Las
diferencias entre “gauchos verdaderos” o “gauchos gauchos” y
“gauchos truchos”, “gauchos disfrazados” o “gauchos de ocasión”
arrojan información respecto a cómo se configura un esquema
particular de visión, valoración y reconocimiento. Las distintas
narraciones de “los gauchos” convergen en ratificar que para “ser
gaucho” hay que poseer un conjunto de conocimientos, definidos
como “habilidades”. Estas, sugerentemente, se visualizan como
heredadas y a la vez transmitidas y enseñadas.
Se atribuye a los padres la enseñanza de “todas las cosas del
campo”, postulándose que “la tradición del gauchaje se mama desde
chico”. Frecuentemente se acude a la explicación “nosotros venimos
de sangre gaucha”, es una “herencia de nuestros padres y abuelos”.
Mediante ese uso específico, la “herencia” asume el sentido
ambivalente de conocimiento transferido por vía sanguínea y,
también, el de aprendizaje adquirido desde temprana edad, mediante
la convivencia y trato cotidiano con los animales y las tareas rurales
rutinarias. A través de “la herencia”, se indica entonces la relación
con las generaciones predecesoras.
En otras formulaciones explicativas de la gaucheidad, a modo
de imagen figurativa, se emplea la expresión; “la tradición es como
una cadena que nunca se corta”. Ello indica que en su uso y
definición gaucha la categoría “tradición”39 representa la sensación y
sentimiento de continuidad respecto al pasado. Permite definir el
conjunto de “costumbres” y hábitos, modos de hacer transmitidos
ininterrumpidamente de generación en generación, desde las
generaciones precedentes a las actuales. “La tradición” hilvana
pasado y presente, desdibujando así los límites entre uno y otro, ya
que el horizonte de pasado imaginado y proyectado guarda similitud
con el presente en sus rasgos más significativos. Por ello, según su
modo de ver y entender, en la “transmisión” del acervo de saberes
que deriva de “los antiguos” descansa la posibilidad de perpetuar su
existencia y “esencia” como gauchos.

39
Cuando nos referimos a tradición, compartimos la perspectiva de Hobsbawn (1989 [2002]), para quien
todas las tradiciones son inventadas. Una revisión y desarrollo de las discusiones teóricas antropológicas
respecto a la tradición, se puede consultar en Briones (1994).
Así las cosas, la idea de continuidad y permanencia sugiere que
el orden del mundo no se alteró, que en algún punto sigue siendo
igual a como era antes y que no habrían ocurrido grandes cambios o
transformaciones. A nivel institucional y formal, los fortines gauchos
asumen y reconocen como propia la “misión” de conservar las
“tradiciones”40 y “costumbres gauchas”, aportando así a la
reproducción, resguardo, “transmisión” y difusión de ellas, y a suturar
la ligazón entre pasado, presente y futuro.
La estimación y valoración del “pasado” se acentúa ante la
preocupación por la “desaparición de las tradiciones”, por el riesgo de
que la cadena se corte. Se entiende que “las tradiciones” constituyen
un legado que “no debe perderse”, que vienen desde el pasado,
forman parte del presente y deben ir hacía el futuro. Y por ello es que
“los gauchos tienen el compromiso y obligación de enseñar” y re-
transmitir, hacía los más jóvenes, ese conocimiento que le fuera
heredado.
Esta “tradición” a la que se apela, se define sobre la base de un
conjunto de conocimientos prácticos, adquiridos mediante el
procedimiento de imitación, de reproducción del hacer a partir de lo
observado, cuya transmisión y enseñanza sucedería desde adultos a
jóvenes y niños, entre familiares y parientes. Desarrollo de destrezas
ligado, fundamentalmente, al “hacer”, al aprender haciendo las
tareas rutinarias de campo. “El gaucho es el que sabe hacer las cosas
del campo“, “el gaucho es entendido, es campesino”. “El gaucho es
campesino, los otros gauchos tienen miedo de ensuciarse las manos”.
“El gaucho está para solucionar los problemas de la vida…tiene que
saber errar, “pialar”, hacer un buen asado, ensillar el caballo...”, estas
expresiones, ente otras, aluden a ello. Se resaltan e indican como
actividades principales a “enlazar”, “montar caballo”, “manejar la
hacienda”, “trajinar los animales”, “arriar”, “marcar”, “señalar”,
“capar”, “carnear”, “labrar”, “sembrar”, “cosechar”, “arar”, “preparar
las monturas”, “ensillar”, “amansar los potros” y “domar”.
Junto a estos saberes/haceres se reconocen también, como
marcas de la autenticidad del gaucho, las tareas identificadas con la
“crianza”, “cuidado” y control de la reproducción del ganado vacuno.
Ello implica la alimentación diaria, las labores cotidianas de “llevar y
traer la hacienda” y “arriar las vacas”.
40
Resulta sugerente, en términos comparativos, el sentido diferente que “las tradiciones” asumen en los
escritos de Bernardo Frías de principios de siglo XX, padre fundador de la Historia salteña, donde éstas
son identificadas con el legado de “decencia”, “honor” y “virtud”, con las “herencias” del orden colonial.
La “tradición” sería el don que le permite a las élites jactarse de ser una “aristocracia” de “noble origen”,
“superiores moral y naturalmente”. La “herencia” se conectaría con el pasado mitológico de la
“salteñidad”, con la conquista y colonización española, con el arribo de los “linajes” europeos, blancos,
con los “antepasados” que llegaron como una “inmigración florida”. Esto ha sido objeto de otros trabajos,
ver Villagrán y Vázquez (2010) y Villagrán (2009 y 2011).
“Enlazar”, “señalar”, “pialar”, “marcar” y “capar” remiten a
prácticas eventuales-especiales, que se realizan en determinadas
fechas, definidas por el calendario ritual cristiano, los ciclos
agropastoriles y de vida de los animales: nacimiento, crianza y
muerte41.
Otras son las que específicamente involucran al caballo, al que
además de una marca se le colocan herraduras. “Herrar” consiste en
disponer en el animal una “protección de hierro” en forma de letra u
invertida, en el punto de apoyo de las patas, piezas que una vez
clavadas impiden lastimaduras o cortes. Se colocan mediante
remaches de metal y son indispensables, sobre todo, cuando el
terreno por donde el animal cabalga es agreste y espinoso, así como
para que no se dañe en caso de galopar o caminar sobre cemento o
asfalto.
Entre las habilidades rurales se destaca principalmente el
conocimiento y destreza en el trato y relación con el caballo: “El
gaucho tiene que saber mucho sobre su caballo, cuidarlo, saber
cuando tiene hambre o sed”…”saber peinarlo, lavarlo, cepillarlo,
rasparlo para que el pelo tenga brillo, para que luzca bien…”,
“cuidarlo para que no se enferme, saber curarlo”. El reconocimiento
de su medio natural de vida, la identificación del tipo de vegetación
que lo circunda, de las cualidades y calidades de pasturas y de la
fauna que allí habita sería concerniente al cuidado del caballo.
Entre los “gauchos” el contacto y relación con los caballos se
inicia frecuentemente a una temprana edad, en sus relatos recuerdan
y ubican las primeras experiencias como jinetes a los 5 ó 6 años.
Aunque ello depende de sus historias familiares particulares, de los
medios y recursos disponibles en cada caso, de la posibilidad de
acceso a tierra para “tener los animales”. De ser así, los niños crecen
junto a éstos y montarlos es parte de un juego, mediante el cual van
progresivamente aprendiendo a comunicarse con el animal y amoldar
su manejo corporal a la postura del “buen jinete”. Y cuando no, estas
destrezas se adquieren mediante y a través de la participación en el
fortín.

41
Una vez al año, por ejemplo, se capturan los animales –mediante el uso de un lazo de cuero (pial), se
amarran sus patas con el lazo para lograr derribarlo en el suelo. Ello posibilita el recuento de las cabezas
de la hacienda, así como su identificación, al inscribir sobre su “cuero”, con hierro caliente, una marca
particular de pertenencia, tal como símbolos ó las iniciales de su propietario. Otra forma de “señalada” es
cuando se perfora la oreja del animal y sobre esa herida se coloca una lana o cinta de color. La “capada”
es cuando quitan los testículos a algunos machos de la hacienda vacuna, a los fines de garantizar su
engorde, y a la vez se relaciona con un control selectivo de la reproducción donde se escogen los
“mejores exponentes”, los ejemplares más fuertes y “vistosos” de la raza y se induce su cruza para un
“mejoramiento” de los “retoños”.
El saber montar es resultado de un aprendizaje, que requiere de
la aprehensión de la técnica y su fijación, del desenvolvimiento con
adecuada postura, y demanda el consecuente amoldamiento y
disciplinamiento del cuerpo. Al final de ese proceso, la técnica debe
transformarse en un “hábito corporal” que no requiere ser
racionalizado ni reflexionado, sino que por el contrario permite actuar
mecánicamente, por reflejo, reacción e impulso, de manera
inconsciente y espontánea42, implicando y activando una memoria
corporal.
Las destrezas ecuestres implican tanto al saber montar, guiar y
conducir al caballo, como el establecimiento de una apropiada
comunicación entre jinete y animal, la posibilidad del entendimiento
con éste, en donde el comportamiento y las reacciones del equino
deben poder ser interpretadas. En los gauchos es frecuente la
mención al “saber escuchar”, refiriéndose con ello a la capacidad de
decodificar las señales del comportamiento, tales como el “relincho”
o cuando el caballo sacude las crines, “bufa”, “se empaca” y no
quiere avanzar, cuando se “asusta” o emite señales de alerta, ante la
presencia de una víbora, por ejemplo. Asimismo se adjudican a estos
animales rasgos de “personalidad” y temperamento, a las que el
jinete debe saber atenerse, por ejemplo: hay caballos “bravíos” y
“mansos”, dóciles e indomables.
Otra actividad implicada en el manejo del caballo, junto al
cabalgar, es la instancia donde se “amansan los potros”, cuando se
realiza una especie de domesticación de los animales más “salvajes”
o “mañeros”, mediante la cual se busca doblegar su carácter, en caso
de que fuera indómitos, para que pueda ser “montado” por un jinete.
Cuando los potros no se “amansan”, suelen mantener firme la
indocilidad, se resisten a ser montados y con frecuencia tienden a
levantarse sobre las patas traseras, sacudiéndose de un lado a otro,
tratando de quitarse al jinete de encima. Entre “los gauchos” se
rememoran hazañas y anécdotas, vanagloriándose de su astucia y
destreza épica, de su hombría para sobrepasar situaciones de peligro
como esas, cuando el caballo se “retoba” (enoja). Evocan y recuerdan
ciertos momentos cruciales en su vida, cuando estuvieron cerca de

42
Connerton (1989) ha denominado a éstas prácticas incorporadas, relacionadas a los procesos de
memorización de posturas culturalmente específicas. En este acápite se hace referencia a los planteos que
se desarrollan en el capítulo “prácticas corporales”, donde se distingue entre “prácticas corporales
habituales”, menos formalizadas y vinculadas a la vida cotidiana y aquellas otras, de mayor formalidad,
que integran el repertorio de las ceremonias conmemorativas. Se señala, allí mismo, que el cuerpo
requiere ser entendido como socialmente constituido, en cuanto sería culturalmente figurado en prácticas
y comportamientos que pueden asimilarse a un modelo cognitivo. (Connerton: 1989, 72-115, la
traducción es propia).
“ser pisados” o “arrastrados” por los caballos en el intento de
domarlos, así como tienen un registro doloroso de la pérdida de
aquellos que no sobrepasaron los desafíos, que en el intento
resultaron con lesiones graves y letales. Los festivales de doma son
una ocasión, entre otras, donde esa práctica habitual se escenifica y
se exhibe para un público de espectadores.
La relación cercana con la tierra y la naturaleza conforma
también el acervo de saberes que distinguen al “gaucho verdadero”,
y opera como otro parámetro de autenticidad. Algunos se refirieron a
ello como “el respeto a la madre tierra”, “fuente de alimento y
trabajo”. Sobre todo en el caso donde las trayectorias de vida afincan
en distintos tipos de producción agrícola, las tareas de “labrar”,
“pasar el rastrojo”, “sembrar” y “cosechar”, han sido resaltadas como
el cúmulo de conocimientos imprescindibles del “ser gaucho”.
La facultad comunicativa con la naturaleza en general, en tanto
capacidad para ver y escuchar sus señales, poseer herramientas para
interpretar los mensajes que el medio natural emite, se valora como
otra habilidad constitutiva del “ser gaucho”. Entre éstas se
mencionan el saber identificar la proximidad de las lluvias y de las
heladas, por la presencia de ciertos insectos, el silbido o canto de
pájaros particulares, de los grillos y “chicharras”, u observando el
cielo y atendiendo al color, densidad y dirección de las nubes. Poder
anticiparse al cambio de clima en función al curso del viento, por el
sentido en la que vuela una bandada de aves, así como el potencial
para elaborar presagios sobre las temporadas venideras, sobre sí
serán “húmedas” o “secas”, sí habrá suficientes pasturas para el
ganado o sí estas “escasearan”.

Ser gaucho
Una última dimensión en conexión con la autoimagen de “los
gauchos” alude al carácter y cualidades personales. Se destaca el
temple varonil, valoración que se encuadra en una específica noción
de hombría, cuyos contornos gravitan sobre la “fortaleza” y
“valentía”. “El gaucho no puede tener miedo, tiene que ser fuerte”,
“el miedo sería la vergüenza más grande”. A éstas se asocian la
resistencia física, la capacidad para vencer la hostilidad del clima y de
la naturaleza, el frío, el calor, la lluvia y el viento. “El gaucho no tiene
que ser delicado, tiene que hacerse al frío y al hambre”. Ello se asocia
a la capacidad de “adaptación y acomodación” ante circunstancias
adversas, así como a la habilidad para “hacer maravillas con nada”, a
su aptitud para afrontar desafíos y resolver situaciones poniendo en
juego su sentido práctico, sus conocimientos y la facultad de
improvisación. En los relatos de los gauchos, suele mencionarse que
cuando salen de cabalgata no llevan abrigo, que duermen varios días
a la intemperie, que rápidamente transforman las monturas en
colchones y los ponchos en frazadas, que “con lo que sea” hacen un
fuego para calentarse y para cocinar. Esta capacidad de adaptación
ante la carencia de comodidades es valorada como parte de la
“simpleza”, del desinterés por lo material, del gusto por lo “rústico” y
por las ”aventuras”. “El gaucho se conforma con lo que hay y con lo
poco que tiene”.
En definitiva, para ellos el “sentimiento gaucho” tiene que ver
con eso, y se refleja en la predisposición para vencer obstáculos, en
el temperamento desafiante, preparado para sobrepasar el “dolor
físico” y el “cansancio”, los temores y “peligros”. “El gaucho tiene
que ser dispuesto a todo, tiene que demostrar la personalidad del
hombre… eso es lo que es el gaucho”.
Imagen que, en la conjunción de elementos, se podría asociar a
la vigencia de un paradigma hegemónico de masculinidad (Archetti:
2003), coincidente con el estereotipo naturalizado del macho fuerte y
viril. Con refuerzo, además, en el hecho de que las destrezas y
prácticas gauchas se confinan exclusivamente al dominio de los
hombres, espacios de los cuales no participan las mujeres salvo
excepciones, y cuando lo hacen se sitúan en posiciones marginales,
desde donde no disputan ni desautorizan ese ideal de masculinidad.
En esa dirección y alrededor de tal entramado de sentidos, se
reconoce como confirmatorio de la gaucheidad el consagrarse como
jinete en una cabalgata significativa, dificultosa, investida de cierto
valor simbólico, que sea de varios días, donde se demuestre “el
aguante”, tal como la que se realiza para rendir “homenaje al General
Güemes” en los actos del 17 de Junio 43, o como las que tienen lugar
cuando peregrinan a caballo junto a imágenes religiosas para asistir a
fiestas, como la que se realiza en Salta cada 15 de Septiembre en
“honor al Señor y la Virgen del Milagro”.
Estas instancias son vistas como confirmatorias y consagratorias,
por cuanto quien pretenda ser reconocido como gaucho verdadero
deberá pasar esas pruebas y demostrar la aptitud y cualidades que
lo califiquen como tal. Atributos y valores idénticos a los que
conforman la moralidad gaucha, donde ser hombre y gaucho se
vincula, indiscutiblemente, a la “valentía” en sus múltiples
expresiones e implicaciones. Es decir, tanto a la fortaleza y
resistencia física44, como a la actitud de “no retroceder” ni
43
Cada 17 de Junio, al pie del monumento a “su honor” se realizan los actos de conmemoración de la
muerte del General gaucho Martín Miguel de Güemes. Para esa ocasión pueden llegar a desfilar hasta tres
mil gauchos agrupado en fortines.
44
La valentía y la fortaleza ante el dolor, así como la rusticidad y generosidad, definen atributos ya
presentes en la edificación temprana de la imagen del gaucho, en Salta entrando apenas al siglo XX, en lo
atemorizarse ante los obstáculos y desafíos y, en ese sentido, el
“cabalgar a pesar de todo lo que pudiera suceder”, más allá del dolor
y el cansancio, resulta demostrativo.
Si bien “el traje”, es otro aspecto identificado como distintivo
del gaucho, indumentaria que se integra por botas, sombrero,
bombacha, chaqueta y faja, a lo que se suma guardacalzón y
guardamontes, son coincidentes las opiniones respecto a que ello no
es determinante o de gran importancia. Justamente, en la medida en
que la ropa, el traje, tiene que ver con la exterioridad del gaucho, no
con lo que éste “es por dentro”, no reflejaría ni sus “verdaderos
sentimientos”, ni los principios morales que lo guían, así como
tampoco indica sus aptitudes.
Las confusiones entre los “gauchos de verdad” y los “gauchos
disfrazados” suelen manifestarse en el plano superficial, por la “ropa”
y “postura”, en el orden de las apariencias. A simple vista, entienden
ellos, se podrían no diferenciar los “gauchos gauchos” y los “gauchos
de ocasión”, ya que el traje uniforma.
La vestimenta gaucha, dado que contribuye al refuerzo de
cierta idea de igualdad y pertenencia a un colectivo, opaca e
invisibiliza las diferencias latentes, que existen hacía el interior de ese
colectivo. Así lo expresaba un joven integrante de un fortín: “hay
quienes usan traje de gaucho y ganan en ser miserables en todo
sentido…esos son gauchos en apariencia, fingen ser gauchos, se
disfrazan, son gauchos de ocasión para aparentar”.

“Las Fincas”, pasado-presente, experiencia y “tradición”.


A través y en el transcurso de los relatos, las “fincas” van
presentándose como espacios sociales plenos de sentidos, obrando
como nexo entre la experiencia del vivir en el campo y el “ser
gaucho”. Desde una visión interna, “el pasado” se presenta como una
referencia insoslayable de lo actual, se remonta a épocas cercanas, a
veces tan próximas que incluso se integran como parte del presente.
Para quienes aún permanecen y viven en “las fincas”, o transitan por
éstas, es difícil diferenciar lo que era antes y lo que es ahora, cuando
se entiende que existe “un lazo que no se corta” y que los une a
través de la “tradición”. Según como lo explican, lo que fue en los
tiempos de padres y abuelos sigue siendo parte de su vida actual. Y,
aún cuando se advierten cambios, prima el reconocimiento de la

prefigurado por el historiador Bernardo Frías, luego retomado y estetizado en la literatura regionalista de
Juan. C. Dávalos y en la monumentalización de Güemes de los años ´30, como se planteó en trabajos
previos, los que además se exaltan y actualizan en el repertorio discursivo del desfile y ceremonia
conmemorativa de de cada 17 de Junio. “El gaucho nunca mostraba temor ni debilidad, llevaba su
abnegación hasta el sacrificio personal, (Frías: [1902]1971,108), ver Villagrán: 2009, 2010 y 2011).
vigencia de algunas “costumbres”, de un modo específico y peculiar
de vida.
Las “fincas” se representan como ese lugar de vida y trabajo,
donde se realizaban las tareas cotidianas y labores ligadas a la
subsistencia en el campo. Vistas así, las envuelve un halo
imaginativo, evocan el ambiente originario, constitutivo y formativo
del gaucho, donde se adquirieron las habilidades y saberes que
conforman el capital sustantivo, a partir del cual se figuran a sí
mismos como “gauchos verdaderos y auténticos”. En “las fincas”, es
donde se cultivaron y forjaron las “tradiciones gauchas”, y por ello
sirven de referencia y soporte simbólico. Muchos de ellos indican que
se introdujeron e iniciaron en las labores y enceres del campo en las
“fincas”, que allí empezaron a “hacerse gauchos”, al cultivar las
“costumbres gauchas” y descubrir el gusto por los animales y la
comunicación con la naturaleza.
Por cuanto la “finca” no es considerada sólo un espacio físico,
una parcela mesurable de tierra, una delimitación formal de la
propiedad, representa además, y por sobre todo, un territorio
altamente significativo, anclaje de la memoria intergeneracional, sitio
en el que se atesora la experiencia de vida de los antecesores
inmediatos, de abuelos y padres.
A la vez, ese lazo entre pasado y presente se hilvana también
por medio de experiencias poco felices, a veces traumáticas y
violentas. El señalamiento de rupturas, y el reconocimiento de
sucesos paradigmáticos vinculados a la vida en “las fincas”, ordena
temporal y secuencialmente la historia vivida. Las diferentes
narraciones expuestas aquí a estudio, afirman que hoy “las cosas no
son como eran”, indicando que hubo un momento de inflexión donde
sobrevinieron los cambios. “La finca” entonces, opera como una
imagen aglutinante, donde se condensan y reúnen esas trayectorias
compartidas, lo mítico de los enceres rurales, pero también los
sinsabores de las experiencias derivadas de la resolución de la
subsistencia bajo ciertos condicionamientos y restricciones.
Al analizar y considerar algunos puntos centrales de las
trayectorias y recorridos vitales de los distintos gauchos, se delimitan
puntos críticos que señalan el inicio de cambios, y la consecuente
alteración de ciertas prácticas que se habían mantenido por largo
tiempo, a través de varias generaciones. En diferentes medidas,
dependiendo del caso, las experiencias familiares y personales están
mediadas, y hasta determinadas, por esas transformaciones de
distinto carácter. Por modificaciones en el modo de organización del
trabajo en las “fincas”, cuando sucedió alguna reconversión
productiva, de rubro o actividad, con la mecanización e incorporación
de tecnología sobre procedimientos de trabajo antes realizados
exclusivamente de modo manual, tras la venta o traspaso de
propiedades. Ello implicó para algunos el desempleo, para otros el
consecuente desalojo, el despojo de sus bienes y hasta de la
vivienda, la pérdida del lugar de vida y la imposibilidad de crianza de
animales y de cultivo. Todo lo que en última instancia terminó
forzando un cambio, y en las situaciones más extremas empujó a la
migración y relocalización en centros urbanos.
Los eventos críticos mencionados, son identificados como nodos
tensos, conflictivos y a la vez representan un obstáculo y amenaza a
la reproducción de las “tradiciones gauchas”, a la transmisión de las
“costumbres” de una generación hacia otra. Son los más jóvenes los
que principalmente se ven obligados a migrar a las ciudades, los que
salen expulsados y desesperanzadas a buscar empleo, y son por
tanto los que ya “no aprenden”, los que no reciben ese acervo de
conocimientos que garantizaría la continuidad de las “tradiciones” y
el mantenimiento del lazo con las generaciones predecesoras. Ante
semejante panorama, la organización y sostenimiento del espacio de
los fortines, sobre todo en las experiencias de relocalización urbana,
se vuelve una estrategia fundamental, una acción tendiente a
contribuir a que, aunque tensada, esa cadena de “las tradiciones”
que viene del pasado, atraviesa el presente y va hacía el futuro, no se
corte.

Gauchos, disfraces y el saber/ hacer como poder.


En los acápites anteriores se sugirió que el grupo de los
“patrones” y terratenientes sería homologable al sector que
históricamente ocupó espacios y posiciones de preeminencia social,
que encontraban refuerzo en autoimágenes de superioridad natural
(por la pureza del linaje), y se expresaban en las nociones de
“aristocracia” o “nobleza”. Esquema valorativo y de jerarquías
trazadas con arreglo a fundamentos raciales, y una explicación
estamental de lo social, en el cual se reserva para los “peones” la
posición y condición de inferiores.
En el marco de la tipología y taxonomía gaucha sobre el “ser
gaucho”, los tipos de gauchos que se plantean como opuestos
enfrentados y mutuamente implicados, indirectamente se refrieren a
las posiciones de interdependencia asimétrica entre grupos sociales,
entre “patrones y peones”. Se trata de una configuración de poder 45

45
Algunos autores definieron la relación entre “patrones y peones” como patronazgo o clientelismo que,
con variantes, funcionaría sobre la base de un sistema de intercambio y reciprocidad (Wolf: 1999,
Gellner: 1985 y Scott: 1985). Mauss (1979) por su parte, permitiría entender esas interacciones también
en términos de vínculos de intercambio, desde el supuesto de que los actos de cambio implican
obligaciones morales recíprocas, donde en el dar, recibir y devolver se pondrían en juego las personas,
que si bien ha sido una característica general de las zonas rurales de
Salta, se acentuó fuertemente y tuvo mayor vigencia en las regiones
de gran concentración de la propiedad de la tierra, de tipo
latifundista.
En el tercer apartado de este trabajo señalamos que las
“fincas”, de realización de actividades productivas de tipo agrícola o
ganadero, han sido el locus de un tipo específico de esa relación
social cuyo antecedente histórico se remonta a las haciendas,
estancias o chacras coloniales. Con variaciones, de acuerdo a las
regiones geográficas y al tipo de actividad económica, lo que les
confiere especificidad es la presencia de ciertas regularidades en
dinámica de uso, organización y distribución del espacio. Algunas
disponían, junto al área de sembradíos, de un sector de corrales o
“potreros” y “huertas” destinados a la subsistencia de los “peones”,
de un predio destinado a las viviendas de éstos y/o las casas de los
“arrenderos”, y una zona donde se situaba el “casco” o “la sala”
principal –allí se localizaba la casa de los propietarios / “patrones”- y
con frecuencia, cuando éstos residían en la ciudad, habitaban en ella
los administradores. En ese espacio, aún con acceso diferenciado a
los distintos sectores, cohabitaban los “patrones y peones” con sus
respectivas familias, siendo posible y frecuente el trato cara a cara y
de carácter personalizado. Esto validó comparaciones con unidades
económico-sociales como las haciendas y plantaciones, donde se
reproducía cierto colonialismo interno46.
A nivel de estructura socioeconómica, quienes se adjudican la
condición “verdaderos gauchos”, son aquellos que han ocupado
históricamente en la sociedad local una posición de no poseedores,
dentro del esquema de distribución de la riqueza y los privilegios.
Desde la privación del recurso elemental para la reproducción de la
vida, de la tierra, han sido colocados en el lugar que ellos definen
como: “campesinos sin tierra”, desde donde el vínculo entretejido con
los “patrones” y propietarios no puede menos que haber cobrado la
forma de una relación de dependencia. A ello se añade una posición
de inferioridad natural en cuanto a status, asumida e incorporada de
modo tal en los grupos de patrones, que hasta hallaban en ello
justificativos para actuar bajo la orientación de la pedagogía del
látigo, adjudicándose funciones y deberes de disciplinamiento y

sus status y prestigio. Estos supuestos morales adquirirían la forma de un tejido de usos y costumbres, en
cuya base existirían “consensos” sobre lo legítimo e ilegítimo, con arreglo a normas y obligaciones
sociales, propias de los diversos grupos implicados en la interrelación (Thompson: 1995).
46
Gonzáles Casanovas (1997) se refiere con Colonialismo interno a la persistencia de “antiquísimas
estructuras de dominación”, singularmente funcionales a la explotación neocolonial, oligárquica y
capitalista del campesinado indígena en las vastas áreas rurales de los países latinoamericanos.
educación con “sus peones”47. Ello hace, sin dudas, que los itinerarios
de vida tengan la huella candente del “mal trato”, los “castigos
físicos”, abusos y humillaciones.
Es por tanto que las nociones y clasificaciones a las que nos
referimos, como productos socioculturales complejos que emergen y
echan raíces en ese entramado asimétrico, pueden devenir en
canales de expresión de los sentimientos de disconformidad y
resentimiento, tornarse mecanismos simbólicos de empoderamiento
factibles de adquirir potencial y contenido subversivo. Ello,
suponiendo que la rigidez estratigráfica y opresiva de ese orden
social, conlleva a que la disidencia y disconformidad busquen vías y
alternativas de expresión ocultas o trasncriptas, bajo modalidades y
codificaciones singulares, y hasta tal vez encubiertas y disfrazadas,
como el chiste, la burla, la metáfora o la difamación.
Scott (2001) plantea que cada forma de dominación engendra
modos particulares y específicos de expresión de la disidencia, y en
ese sentido se vuelven altamente significativas y sugerentes las
expresiones de descalificación y ridiculización que se despliegan a
través de tipología clasificatoria gaucha. Los diferentes tipos de
gauchos, ordenados en dos grupos, acorde a parámetros de
autenticidad y falsedad, establecidos por quienes se arrogan el lugar
y la posición de “verdaderos gauchos”, que se jactan de ser los
“auténticos”, permite descalificar a los otros como: “gauchos
truchos”, “gauchos cholos”, “gauchos disfrazados”, “gauchos de
ocasión” o “gauchos ricachos”. Así las cosas, el binomio; “gauchos
gauchos”/auténticos y “gauchos truchos”/falsos, sugiere tensiones y
conflictos que se traban a otro nivel, en la dimensión de las relaciones
de dominación entre clases sociales. Revestido de la densidad y
espesura de una crítica que sólo encubiertamente puede contestar al
jerárquico y asimétrico orden social de las fincas.
A través de estas clasificaciones, los propietarios de la tierra y
la riqueza, los de mayor status y prestigio, los que se ven a sí mismos
como depositarios de un legado ancestral de “honor y decencia”, los
“patrones”, son desconocidos como gauchos, negados de la condición
de “gauchos verdaderos”. La categoría de gauchos falsos,
conformada por las variantes “truchos”, “disfrazados”, “de ocasión”,
47
Los límites de extensión en este trabajo no ofrecen ocasión para entrar en detalles sobre ello, sin
embargo es importante mencionar que es frecuente, en diversos relatos de los gauchos, la marca de la
violencia y la humillación, haya sido ésta ejercida sobre ellos mismos o sobre sus familiares, padres o
abuelos. Aunque, en ese complejo entramado de esas relaciones entre patrones y peones, como
configuración específica de poder, el ejercicio de la violencia y los castigos físicos representan sólo un
extremo y una forma de expresión radicalizada de las múltiples y no excluyentes formas de
relacionamiento, donde circulan deberes, obligaciones y derechos. Dentro de la gradación de opciones
posibles, cuyo matiz intermedio lo representan las formas sutiles y morales de coerción, encontramos las
reciprocidades y hasta el “afecto”, ante la presencia de figuras patronales benévolas, que conceden
favores asu peones y brindan protección en situaciones de adversidad o necesidad.
“de café” o “ricachos”, constituiría entonces una evidencia, un
indicador, de cómo funcionan estos singulares mecanismos de
venganza y ajusticiamiento simbólico.
En entrevistas realizadas a gauchos de distintas regiones, con
recorridos vitales ligados a zonas geográficas peculiares y por tanto a
la realización de actividades agro productivas específicas de ellas,
cuando las conversaciones se relajaban, en donde en alguna medida
el clima brindaba comodidad, estos hombres, disponiendo cada quien
de bagajes, recursos y herramientas disímiles, al hablar de sus
historias no expresaban explícitamente juicios valorativos, o una
crítica abierta a ese entramado social característico de las fincas. Sin
embargo, cuando se referían a sí mismos como “gauchos” y al
atribuirse la auténtica y verdadera condición, era evidente que sus
rostros cambiaban y mientras más abundaban en detalles y
fundamentos del porque, en ese trascurso iban orgullosamente
enalteciéndose. Era casi incontenible, difícil de disimular, el regocijo
que los empapaba con la declamación ¡“ahhhhh…….pero esos son
gauchos truchos”!, lo pronunciaban de modo especial, en un tono
enfático, irónico y burlón.
Así entonces, la auto-estimación positiva como única
depositaria de las virtudes, cualidades y valores gauchos y su
reconocimiento como detentadores exclusivos de un saber/hacer y
herederos de una “tradición”, materializan la operación de inversión
simbólica del lugar y condición histórica de inferioridad y carencia,
desde donde devienen reposicionados. En base a la valorización de su
saber/hacer como una posesión de la que los dueños de las tierras
carecen, y la estimación de éste como un capital de gran valor e
importancia para la resolución práctica de la vida en el campo, los
gauchos pobres de riqueza (y de tierra) se representan a sí mismos
como ricos en saber. Y es en la reafirmación y demarcación de la
condición gaucha auténtica que viven en carne propia la sensación
del empoderamiento.
Esas situaciones pueden, tal vez, estar comunicándonos que por
medio de esos mecanismos, y mediante el arma simbólica que les
confiere su saber/hacer, estos gauchos encuentran la circunstancial
posibilidad de verse y situarse a la altura de los patrones. Y, desde
esa equiparación, nominarlos como “gauchos truchos” y
“disfrazados”, sintiendo así el regocijo de devolverles la denigración
que pesa sobre sus historias personales y familiares. Podría
arriesgarse la proposición de que allí se aloja y almacena algo similar
a una sensación de triunfo pasajero, la de quien gana una lucha,
aunque sea ésta en el orden de los sentidos, y saca provecho de su
posesión, de una cualidad y de un capital distinto al dinero o la tierra.
Los propietarios de tierras, depositarios de la estima social y
“superiores” moral y racialmente, aparecen en este esquema de
figuraciones como carentes de capacidad, sin habilidades ni
destrezas. Son negados de los atributos de la gaucheidad, en tanto no
poseedores del saber/ hacer definitorio de la auténtica condición.
Pero a la vez, y por las implicancias semánticas del juego categorial,
devienen degradados no sólo en jerarquía sino también respecto al
género, como hombres, ya que sí los “gauchos gauchos”/verdaderos
son los que tienen además del saber/hacer, la valentía y la fortaleza,
aspectos definitorios y constitutivos de la masculinidad, quienes no
los poseen no sólo no serían gauchos, sino tampoco y ni siquiera
hombres verdaderos.
Finalmente podemos sugerir entonces que la producción de
estas categorías clasificatorias habilita una intervención sobre el
mundo social, ya que los significados arraigan y operan sobre y a
través de las relaciones sociales. Visto así, desde esta perspectiva,
aún cuando las desigualdades y jerarquías trazadas en términos
económicos, al nivel de las clases sociales y respecto a la distribución
de la riqueza material no se transformen, a través de esta operación
simbólica de inversión del orden, los situados en la posición de
superioridad, por status y linaje, pueden resultar inferiorizados y
colocados en el lugar de impotentes, como “inútiles”, en tanto pobres
de destrezas y carentes de saber/hacer, y a la vez sin detentar la
valentía distintiva de la masculinidad gaucha, serían no sólo “gauchos
truchos” sino, y por sobre todo, poco hombres.
Esta cualidad de las clasificaciones y nociones para representar
la urdimbre social, y guardar correspondencia con las posiciones
desde donde se producen, estaría evidenciando y confirmando el
complejo vínculo, entre grupos y actores sociales, que por asimétrico
no deja de ser recíproco y dinámico. Ahí, donde unos y otros se
definen y constituyen activa y relacionalmente, bajo condiciones y
ubicaciones jerárquicas y enfrentadas, con recursos, propiedades y
atributos desiguales puede, oportunamente y bajo ciertas
condiciones, desajustarse el equilibrio de fuerzas, ocasionales
acciones y situaciones agrietar el orden, rasgar el delgado filamento
de las mallas sutiles, abriendo surcos y vías de escape. Corrosivo y
erosivo efecto sobre la densa filigrana donde trasunta la dominación.

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TEJIENDO REDES
“Am tená” / “Me doy a vos”
Saludo de encuentro y despedida Wichí

El saludo en lengua Wichí sintetiza la finalidad que abrió y


definió el trabajo realizado a lo largo de estos años: la convicción de
que la investigación académica debe estar abierta al tejido social,
más aún, debe ponerse al servicio de los agentes con los cuales
interactúa pues son quienes le dan sentido a la indagación misma.
Así, la investigación se puede pensar como un tejido entre discursos
que se ancla en la vida cotidiana en un proceso de ida y vuelta que
parece no tener fin.
Ese ‘darse al otro’ significa hacer y proponer acciones de
diferente tipo, estableciendo redes de relación entre académicos y no
académicos, entre líderes comunitarios y las mismas comunidades,
entre funcionarios en ejercicio y los destinatarios de las políticas que
ellos mismos implementan.
Desde el inicio del PICTO N° 1836828, materializó este ideario
en varios niveles de acción. En el nivel de las prácticas académicas,
se organizaron seminarios, jornadas, debates, talleres en los que
participaron investigadores de otros equipos locales, nacionales e
internacionales, lo que permitió la integración con redes de
investigación sobre problemáticas afines tanto en América Latina
como en Europa. De hecho, la mayoría de sus miembros participaron
del Proyecto AECID, BOE-PCI-2009: “Transformaciones del trabajo y
de los medios de subsistencia, estudio comparativo” realizado con la
Universidad de Cádiz, España, donde la Universidad de Salta fue sede
para Iberoamérica. Asimismo, se colaboró con el Proyecto
Latinoamericano coordinado por Antonio Catanni, titulado Riqueza,
poder e desigualdade en América Latina (Universidad Federal de
Porto Alegre, Brasil).
Simultáneamente se instrumentaron seminarios y
conversatorios con prestigiosos referentes en la temática tales como
Arturo Escobar y Silvia Rivera Cusicanqui. Estas actividades se
organizaron junto con el PICTO N° 36715, Construcción de
identidades y representaciones discursivas. (Salta, Siglos XVIII-XXI),
dirigido por la Dra. Sara Mata y también radicado en el Centro
Promocional de Investigaciones en Historia y Antropología (CEPHIA)
de la Facultad de Humanidades (Universidad Nacional de Salta).
El trabajo en red también se plasmó mediante diversas
actividades organizadas con diferentes grupos sociales, asociaciones
y organismos locales. Entre ellas, merecen mencionarse el
asesoramiento técnico-antropológico brindado junto con la
Subsecretaría de Agricultura Familiar de la Nación a las comunidades
originarias en los reclamos de la titularidad de sus tierras y territorios;
el trabajo de reestructuración y sistematización del material de
archivo a una organización Indígena del Departamento San Martín
(COPISA) y las acciones de colaboración mutua con la ONG ASOCIANA
para la realización de informes sobre el efecto de los desmontes y
agronegocios en las comunidades Wichí del departamento San Martín.
En interacción con la Secretaría de Extensión de la Universidad
Nacional de Salta, se implementaron proyectos de extensión al
medio, facilitando herramientas para la de reconstrucción de las
memorias en la Comunidad guaraní El Tabacal, de la localidad de
Orán, Salta (Proyecto “+, +v+, Kaa, Añakae” -Agua, Tierra y Monte:
2008-2009). Asimismo, se participó en el proceso organizativo de la
comunidad diaguita “Juan Calchaquí” de Villa Floresta–Salta Capital
(Proyecto Memoria e identidad 2009-2010).
Algunos miembros del equipo organizaron actividades
orientadas a optimizar las políticas comunicacionales entre los grupos
subalternos. Con tal fin, se realizaron tareas de capacitación y de
formación a través de Talleres de Comunicación Popular para la
implementación de Radios Populares y Comunitarias junto con la
Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA)
en diferentes localidades de la provincia. También se realizaron
charlas sobre Comunicación Popular en diferentes provincias a los
fines de socializar y poner en discusión los avances parciales de la
investigación. En ese sentido, fue importante la difusión de los
contenidos elaborados en el citado PICTO en medios locales,
regionales y nacionales tales como revistas, suplementos y
semanarios, entre otros: Caras y Caretas, Revista Rumbos, Revista
Política y Cultura, Indymedia, Otros Territorios y Opinión Calificada.
La síntesis y, sin duda, uno de los hitos de esta política de
investigación en red fue el Seminario Internacional “Luchas sociales,
transformaciones del trabajo y de los medios de subsistencia” (Salta,
21 al 23 de diciembre de 2009) que contó con el apoyo de AECID, del
CIUNSa y del CEPHIA. En él participaron investigadores de la
Universidad de Cádiz (España), de la Universidad de Buenos Aires
(UBA) y de la UNSa, como así también dirigentes indígenas y
sindicales de la provincia. La reunión tuvo como finalidad la
articulación de análisis y el intercambio de experiencias orientadas a
la planificación de acciones conjuntas las cuales se tradujeron en
algunas de las actividades arriba mencionadas.
A lo largo de los tres años de trabajo conjunto, el equipo de
investigación se ha consolidado al punto de planificar la continuidad
de estas búsquedas mediante un nuevo proyecto titulado “Producción
y reproducción de la desigualdad y de la pobreza en la Salta del
presente” (PICT N°2008-2084 –ANPCyT- 2011-2013) el cual
actualmente se encuentra en pleno desarrollo, también bajo la
dirección de la Dra. Alvarez Leguizamón. El nuevo PICT da
continuidad tanto a las líneas de investigación abiertas en el 2008
como al proceso de vinculación permanente con la comunidad. Se
han sumado nuevos integrantes al Grupo Responsable y al Equipo de
Colaboradores (la mayoría de los cuales ya habían participado de los
seminarios antes mencionados), cuenta con una becaria propia y con
el aporte de becarios de CONICET dirigidos por algunos de los
integrantes del proyecto en curso.
La tarea a mantiene el mismo sentido con que se inició años
atrás: el trabajo compartido, un esfuerzo que, como propone Silvia
Rivera Cusicanqui, pretende colaborar en un esfuerzo simultáneo y
compartido en pos de la descolonización cultural, de género, de etnia,
de clase, aportando a la construcción de una teoría y una práctica
que engarcen las nociones alternativas y pluralistas de derecho
ciudadano con el derecho consuetudinario tanto en la legislación
como en las prácticas más cotidianas y privadas de la gente. En otras
palabras, el esfuerzo se focaliza en el entretejido de redes, en la
propuesta de encuentros cada vez más inclusivos, cuyo lema puede
resumirse en el saludo Wichí “Am tená”.

Alejandra Cebrelli y Víctor Arancibia

EVALUADORES

Luis Barreras: Es Licenciado en Comunicación Social de la Facultad


de Periodismo y Comunicación Social (UNLP) donde se desempeña
como investigador y como docente en cátedras relacionadas con la
comunicación audiovisual y la crítica de medios. Actualmente es
Prosecretario de Extensión en la misma Facultad. Ha publicado “La
transformación audiovisual argentino contemporáneo: el debate
sobre el Nuevo Cine Argentino “, “La construcción significante de los
cuerpos en las películas de Lucrecia Martel”, “Violencia en las Artes
Audiovisuales” en los Anuarios de Investigaciones (años 2003, 2005 y
2006 respectivamente), Ediciones de Periodismo y Comunicación,
UNLP. Colaboró en revistas internacionales donde publicó: “Nuevo
cine argentino: transformaciones, representaciones y economía de un
fenómeno sociocultural” en Portal del cine y el audiovisual
latinoamericano y caribeño. La Habana, diciembre, 2010 y “Nuevo
cine argentino: transformaciones, representaciones y economía de un
fenómeno sociocultural” en Revista Sociedad Latinoamericana, UNAM,
México, 2010. Actualmente está en imprenta el libro
Comunicación/Arte. El mundo imaginante, en la Editorial de la UNLP,
en co-autoría con Carlos Vallina.

E. Catalina Buliubasich: Es Antropóloga y Doctora en Antropología


por la Universidad de Sevilla, España. Es investigadora del Centro
Promocional de Investigaciones en Historia y Antropología (CEPIHA)
de la UNSa. Fue Decana de la Facultad de Humanidades de esa
universidad. Además se desempeñó como Secretaria de Medio
Ambiente de la Provincia de Salta. Actualmente es profesora Titular
Ordinaria en la cátedra de Procesos sociales de América en las
carreras de la Antropología y de Ciencias de la Comunicación de la
citada Facultad. Ha acompañado a diferentes pueblos originarios del
norte de Salta en los procesos de reclamos por la propiedad de la
tierra. Ha escrito en numerosas revistas nacionales e internacionales
sobre las problemáticas vinculadas a los pueblos originarios y
territorios. Entre sus publicaciones se destacan: Las palabras de la
gente. Alfabeto Unificado para Wichi Lhamtes. Proceso de consulta y
participación en coautoría con Nicolás Drayson y Silvia Molina de
Bertea, CEPHIA, 2000 y 2004; “La noción de trabajo en la
construcción de la identidad: indígenas y criollos en el Pilcomayo
salteño” en colaboración con Héctor Rodríguez en Cuadernos de
Antropología Social, 16, 2002. Es consultora de numerosas
organizaciones gubernamentales y no gubernamentales y realiza
pericias antropológicas para el Poder Judicial de la Provincia.

Ramón Burgos: Es Licenciado en Comunicación Social (UNJu) y


doctorando de la Facultad de Periodismo y Comunicación (UNLP). Se
desempeña como becario de CONICET y como docente de las carreras
de Ciencias de la Comunicación (UNSa y UNJu), cátedras relacionadas
con la comunicación popular y alternativa. Ha compilado junto a
Rubén Agüero y César Arrueta Sobresentidos. Estudios sobre
Comunicación, Cultura y Sociedad. UNJu, 2006. Tiene numerosas
publicaciones en revistas y libros sobre comunicación y periodismo
entre los cuales se destacan “‘El irrenunciable desafío de trabajar por
Jujuy y su gente. Actores, cultura e identidad en el Suplemento 50
aniversario de Pregón”, en Revista Oficios Terrestres, 21, 2008 (en
co-autoría con Alejandra García Vargas); “Cruces y tensiones entre
fútbol y política en Jujuy durante los años noventa”, en Lagos, Marcelo
-dir.: Jujuy bajo el signo neoliberal. Política, sociedad y cultura en la
década del noventa. Jujuy, EDIUNJu y “Los otros en el fútbol jujeño:
una mirada desde la prensa gráfica”, en Revista Comunicación y
Medios. Universidad de Santiago Chile, 2009.

Jorge Orlando Castro: Es Periodista y Licenciado en Periodismo y


Comunicación Social por la Universidad Nacional de La Plata donde,
además, cursa el Doctorado en Comunicación. Es docente de las
materias Análisis de la información en la carrera de Periodismo y
Comunicación Social de la UNLP y de Producción y gestión de medios
I en la tecnicatura en Periodismo de la Universidad Nacional de
Avellaneda. Se desempeña como Director General de Extensión
Universitaria en el Rectorado de la UNLP. Dirige proyectos de
investigación vinculados a diálogos interculturales, políticas públicas
y comunicación. Tiene una larga trayectoria en trabajos de extensión
vinculada a los pueblos originarios, en particular Mapuches y Qom. Ha
dictado cursos, charlas y conferencias en el país, en Latinoamérica y
en Europa sobre la función y el rol de la extensión universitaria. Es
autor de numerosas publicaciones entre las que se destaca el libro
Medios, Política y Poder (Ediciones de Periodismo y Comunicación,
UNLP, 2004). A la vez, ha dirigido y producido documentales
vinculados a los trabajos de extensión que realiza.

Luis María de la Cruz. Es Antropólogo Social y Ecólogo,


especializado en antropología ambiental, y su línea de investigación
se centra en las problemáticas de gestión del territorio, de cuencas y
ambiente como así también en el uso de tecnologías de la
información geográfica (TIG). En 2008 realizó el “Monitoreo
Participativo de la Cuenca del Pilcomayo” (2008). Actualmente se
desempeña como Coordinador General de la Fundación para la
Gestión e Investigación Regional (FUNGIR). Ha publicado el libro Y no
cumplieron. Reflexiones acerca de la apasionada relación entre los
organismos de promoción del desarrollo y los grupos wichí. Editorial
Universitaria de la Plata, 1997. Ha escrito el libro Asuntos de
indígenas, agencias y organizaciones de ayuda en 2002 que, pese a
ser inédito, es fuente de consulta de artículos científicos sobre el
tema. Es autor de numerosos artículos sobre etnohistoria, lingüística
y antropología relativos a los pueblos indígenas y sus territorios con
relación a los ecosistemas y las cuencas hídricas del Gran Chaco.
Entre ellos puede citarse “Buscando justicia en las fronteras del
derecho. El derecho ambiental y los pueblos indígenas del chaco
argentino”, en Suplemento Antropológico, XVI, Universidad Católica
de Asunción, 2001 y “Contexto histórico-jurídico del tratamiento de
los derechos indígenas” en Comisión Ecuménica para Asuntos
Indígenas en las Américas, 2000. Es referente nacional e internacional
en los temas mencionados.
Pedro Arturo Gómez. Es Licenciado en Letras por la Universidad
Nacional de Tucumán y Master en Lingüística por el Centro de
estudios lingüísticos y literarios del Colegio de México. Es docente e
investigador de la carrera de Ciencias de la Comunicación, de la
Escuela de Cine (Universidad Nacional de Tucumán) y de la carrera
de Comunicación de la Universidad Católica de Santiago del Estero.
Ha dirigido la carrera de Ciencias de la Comunicación. Se especializa
en sociología de la cultura y semiótica audiovisual. Ha publicado en
coautoría con María Soledad Alonso Imaginario, representaciones
sociales e identidad en la comunicación UNT, 2006 y Lenguajes e
identidades en la comunicación globalizada UNT, 2008. Es autor de
numerosos artículos en libros y revistas científicas entre los cuales se
destacan: “Imaginarios sociales y discurso mediático” en E. Rojas y E.
Rigatuso (eds.): Competencia y variedades del español en la
Argentina, 2008; “La palabra icónica. El signo verbal en el diseño
gráfico”. En Ovidio Revista de Psicoanálisis en la Cultura, 1, 1, 2006;
“Verdad y realidad en las narrativas no ficcionales del cine y la
televisión”. Revista Guionactualidad, Universitat Autónoma de
Barcelona, 2007. Desde 2009 a la fecha es un colaborador
permanente de la Revista Electrónica Guión Actualidad de esa
universidad española, con artículos relacionados con las
representaciones sociales, las identidades y la comunicación.

Silvina Merenson. Es Doctora en Ciencias Sociales (IDES/UNGS). Es


investigadora adjunta del CONICET y docente del Instituto de Altos
Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín. Investiga
sobre historia y memorias del pasado reciente en Argentina y
Uruguay, centrándose en la problemática de los sectores subalternos
y en los procesos de legitimación de la desigualdad social. Ha
publicado “Colores, claves y sedimentaciones del terrorismo de
Estado entre los peludos de la Unión de Trabajadores Azucareros de
Artigas. Bella Unión, Uruguay”. En: Ernesto Bohoslavsky – Marina
Franco – Daniel Lvovich -comps. Problemas de historia reciente del
Cono Sur, II, UNGS-Prometeo, 2010; “(Des)marcaciones
(trans)nacionales. El proceso de movilización y radicalización política
de la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas, 1961-1972”. En:
Contemporánea: Historia y problemas del siglo veinte, 2010.
Recientemente ha compilado junto con Alejandro Grimson y Gabriel
Noé, Antropología Ahora, Editorial Siglo XXI (2012).

Susana Murillo. Es Magister en Política Científica (UBA) y Doctora en


Ciencias Sociales (UBA). Ha sido Becaria Senior (CLACSO).
Actualmente se desempeña como Profesora Titular de la materia
Saber, Poder y Gubernamentalidad y del Seminario de Investigación:
Cuestión social, gubernamentalidad y construcción de la subjetividad
en la Carrera de Sociología de la Universidad Nacional de Buenos
Aires. Es miembro del Instituto de Investigaciones ‘Gino Germani’. Ha
publicado varios libros sobre el pensamiento de Michel Foucault. Es
autora de La criminología del siglo XXI en América Latina. Parte
Segunda. En colaboración con Carlos Elbert. Editorial Rubinzal-
Culzoni, 2002 y Colonizar el dolor. La interpelación ideológica del
Banco Mundial en América latina. El caso Argentino desde Blumberg a
Cromañón, CLACSO, 2008. Ha coordinado Sujetos a la Incertidumbre.
Transformaciones sociales y construcción de subjetividad en la
Buenos Aires actual., 2003; Contratiempos. Espacios, subjetividades y
proyectos en Buenos Aires , 2005.

Georgina Remondino: Licenciada en Comunicación Social y


Especialista en Investigación de la Comunicación por la Universidad
Nacional de Córdoba (UNC). Actualmente es becaria del CONICET y
está realizando su tesis sobre los modos de socialización juveniles por
medio de las TICs para el Doctorado en Estudios Sociales de América
Latina (CEA-UNC). Se desempeña como investigadora en proyectos
colectivos en la Facultad de Psicología -como el Observatorio de
jóvenes, Medios y TICs – y en la Unidad Ejecutora del CONICET en el
CIECS. Es autora y co-autora de artículos publicados en libros y
revistas académicas en los que aborda diversas manifestaciones de la
cultura contemporánea. Entre ellas se destacan: “Marcas de la cultura
ciber/mediática: imperativos culturales y desanclaje educativo” en el
libro Medios y tecnologías de la información y la comunicación.
Socialización y nuevas apropiaciones Cristina Petit –coord., Brujas,
2009; “Nuevos espacios y nuevas formas de socialidad: las prácticas
juveniles en los cyberjuegos" capítulo del libro Miradas. Cultura y
subjetividad en la Argentina finisecular. En María Alejandra Minelli –
coord., Alción, 2008 y “Los vínculos del juego-mundo: la experiencia
lúdica en los cybers” capítulo del libro La comunicación como riesgo:
Cuerpo y subjetividad. En Vanina Papalini –ed., Al Margen, 2006.

Estela Vázquez. Es Licenciada en Economía (UCaSal) y Master en


Ciencias Sociales (México D.F.). Ha defendido y aprobados los
créditos correspondientes al proyecto de tesis de doctorado.de la
Universidad de Sevilla. Actualmente se desempeña como docente de
la Carrera de Antropología y como investigadora del Consejo de
Investigación (U.N.Sa.). Es miembro del equipo docente de la Maestría
en Políticas Sociales (Facultad de Humanidades) y de la Maestría en
Salud Pública y en Enfermedades Tropicales (Facultad de Ciencias de
la Salud) de esa universidad. Dirige y evalúa proyectos de
investigación centrados en los procesos sociales en Salta, haciendo
hincapié en la relación entre el trabajo y los medios de subsistencia.
Asimismo, dirige proyectos de extensión relacionados con la
reconstrucción de las memorias de comunidades guaraníes locales.
Cuenta con publicaciones nacionales e internacionales de su
especialidad. Ha publicado, en colaboración con la Mg. María Angela
Aguilar, “Flexibilización salvaje en la selva chaco-oranense: el caso de
Orán y Tartagal (Salta)” en la Revista Realidad Económica, 153, 1998;
“De YPF a la ruta: un acercamiento a Tartagal” capítulo del libro
Trabajo y población en el Noroeste Argentino Panaia et al. –comp.,
2000; “Impacto de la transnacionalización en una sociedad local–Las
bodegas en Cafayate” presentado en III Congreso Latinoamericano de
Sociología del Trabajo, 2000.
Lucio L. Yazlle: Ingeniero Agrónomo (UNT) y Magister en Sociología
Rural (CLACSO). Se ha desempeñado como Decano de la Facultad de
Ciencias Naturales y como Director de la Carrera de Ingeniería en
Recursos Naturales y Medio Ambiente (U.N.Sa.). Actualmente es
profesor de las cátedras de Economía Ambiental y Sociología
Ambiental y miembro permanente Comité Académico de la Maestría
en Recursos Naturales de la mencionada Facultad. Es director de
proyectos de investigación sobre temas ambientales en el Consejo de
Investigación de la Universidad Nacional de Salta. Asimismo ha
publicado numerosos trabajos de investigación en revistas y libros
especializados y artículos de difusión en medios gráficos de referencia
nacional y local. Ha publicado Colonización y diversificación agrícola
en Tucumán en co-autoría con reconocidos investigadores del
Noroeste Argentino, UNT, 1973. Ha dirigido el proyecto de
investigación “Análisis del impacto de los acuerdos del MERCOSUR en
la explotación y comercio de productos agropecuarios de la Provincia
de Salta (Argentina)”.

Cristóbal Wallis: Es Licenciado en Historia (Universidad de Oxford) y


Magister en Antropología Social (Universidad de Dhurham). Realizó
trabajos de investigación de campo con llameros quechua hablantes
en el sur de Perú y trabajos de antropología aplicada con pueblos
indígenas del chaco paraguayo. Actualmente trabaja en la Fundación
Asociana (Santa María, Departamento Rivadavia, Salta) en temas
relacionados con la educación y la lengua de la comunidad Wichí. En
ese marco dirige desde el año 2001 el Proyecto de Alfabetización en
esa lengua. Colabora permanentemente con artículos periodísticos
sobre los problemas de estas comunidades en revistas nacionales e
internacionales como así también en sitios web alternativos.; en este
último rubro puede citarse “La marginalización de los Wichí”,
laBibliaWeb.com/SBU. En 2010 publicó “Discurso y realidad de la EIB
en comunidades Wichí del Pilcomayo, Salta. ¿Es factible la
interculturalidad en la escuela pública?” En Silvia Hirsch y Adriana
Serrudo -comps. La Educación Intercultural Bilingüe en Argentina.
Identidades, lenguas y protagonistas, NOVEDUC.

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