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SOCIALES EN SALTA
(Editores)
Luchas y transformaciones sociales en Salta / edición literaria a cargo de Víctor
ISBN 978-987-1602-04-9
1. Historia Regional. 2. Estudios Sociales. 3. Procesos Sociales. I. Arancibia, Víctor Hugo, ed.
lit. II. Cebrelli, Alejandra, ed. lit.
CDD 982.42
Prólogo
NEOCOLONIALISMO Y HAMBRE.
Los agronegocios de la soja transgénica (Salta, Argentina)
Resumen
El trabajo analiza los cambios producidos por las reformas del
estado, las transformaciones en el capitalismo global y las políticas
neoliberales que se espacializan y materializan en forma diferenciada
según los espacios sociales. En el norte Salteño se produjo una
profunda modificación de las relaciones sociales vinculadas con la
extracción de petróleo a partir de la re-estructuración de YPF, por la
expansión de la frontera agraria producida por la explotación
intensiva de soja y de recursos forestales. Estas transformaciones, a
su vez, se han legitimado con nuevos discursos y representaciones
sobre la prosperidad, el crecimiento económico, es decir, lo que se
entiende por “desarrollo”, vinculado con renovados estilos de
concebir la “sustentabilidad”, el crecimiento y el bienestar. Se analiza
el desarrollo como un sistema discursivo que si bien es diferenciado,
construye y justifica formas diversas de desigualdad, a partir de la
promoción de actividades económicas y políticas que se basan en el
mito de que el aumento de la producción y extracción de recursos
naturales beneficiaría a la población automáticamente, produciendo
un derrame, en oposición con aquellas formas de prosperidad que no
ponen el énfasis en los factores económicos como prioritarios sino el
estar bien en un equilibrio con los recursos y entre las personas.
Paralelamente, se investiga sobre la gubernamentalidad neoliberal
del desarrollo actual de los agronegocios, tiene lugar a partir de la
imposición de formas de gubernamentalidad que faciliten la
expropiación de riquezas diversas, oponiéndose a toda forma de
2
Doctora en Antropología Social y Cultural, Master en Sociología del Desarrollo, Licenciada en Trabajo
Social, Profesora de Antropología Urbana y de Problemáticas Regionales en la Facultad de Humanidades
de la Universidad Nacional de Salta, Argentina. Sus áreas de especialización e investigación incluyen
temáticas sobre políticas sociales y su historia en Argentina, teoría e historia de los procesos de
producción de la pobreza y el desarrollo en América Latina; particularmente en la actualidad: el análisis
del discursivo del Desarrollo Humano debatiendo acerca de la biopolítica como parte de la
gubernamentalidad neoliberal y la construcción/producción de la desigualdad y la pobreza. Ha realizado
numerosas publicaciones a nivel nacional e internacional entre las que se destacan: Trabajo y producción
de la pobreza en Latinoamérica y el Caribe: estructuras, discursos y actores (comp.) (CLACSO,
2005); Neoliberal and Neo-Colonial Governmentality, social policies and Strategies against poverty
(from the North,), alternatives from the South (The case of South America and the Caribbean) en prensa;
entre otras.
control nacional, comunitario o societal sobre los recursos y riquezas
locales y descalificando a los sectores que se oponen o presentan
formas alternativas.
Se sostiene, entonces, que la expansión de los agronegocios de
la soja transgénica en América Latina y en especial en Salta, es un
caso paradigmático de esta nueva gubernamentalidad transnacional
colonial actuando en este territorio. Para ello se analizan los discursos
y las representaciones hegemónicas locales que legitiman estas
transformaciones que resultan de los modelos de desarrollo
recientemente reconvertidos e implementados en la región. Se buscó
articular una mirada global -de las fuerzas que impulsan estas
transformaciones, como las políticas de los organismos “promotores
de desarrollo”, la transnacionalización del capital, la producción
primaria destinada a la alimentación animal y a los biocombustibles
como la soja transgénica-, con las transformaciones locales y
discursos y representaciones sobre la prosperidad, el crecimiento
económico, vinculado con renovados estilos de concebir la
“sustentabilidad” de parte de los sectores de poder.
Palabras claves
Neocolonialismo, gubernamentalidad neoliberal, agronegocios,
reproducción de la pobreza
Planteos previos
“Hambre, exclusión y devastación, los
pilares del modelo de la soja 3”
"El hambre se parece al hombre que el
hambre mata. El hombre se parece al árbol que el
hombre mata. Los árboles tienen brazos y las
personas, ramas. Cuerpos escuálidos, resecos:
árboles hechos de huesos y gentes hechas de
nudos y raíces que se retuercen al sol. Ni los
árboles ni las personas tienen edad. Todos han
nacido hace miles de años, quién sabe cuántos, y
están de pie, inexplicablemente de pie, bajo el
cielo que los desampara. (Galeano)
4
Conforme Nivaldo Hespanhol (2007 citado por Soares Campos: 2011) los agronegocios son el
“conjunto de segmentos productivos que se articularan directa o indirectamente con la agricultura
moderna” en todas sus actividades y ramas, a diferencia de la denominación tradicional de agro
industria que estaba circunscripta a estas dos actividades. Ahora se entiende a la agricultura desde
una perspectiva sistémica como formando parte de un sistema más complejo del que participan
industrias proveedoras de insumos, (implementos, máquinas, transporte, almacenaje) y distintos
servicios de asistencia técnicas, (financieros, de logística, contable, etc.). (Soares Campos: 2011) así
como la acción del estado y sectores de poder asociados o facilitadores. La Argentina en 1996,
durante el gobierno de Carlos Menem, aprueba la siembra comercial de semillas transgénicas y a
partir de allí se inicia el proceso de expansión de la soja y la conformación de los llamamos “pool de
soja”, asociaciones de sectores de capital que materializan su producción.
5
Las fuentes alternativas a la prensa hegemónica que circulan en el ciberespacio, a veces muestran
el carácter de resistencia, dada la desinformación y tergiversación de los medios de comunicación
privados, en oposición a la libre circulación de información que aparece en los sitios administrados
por organizaciones sociales diversas. Es interesante destacar, tanto desde el punto de vista
metodológico como teórico, la relevancia de estas fuentes que nos muestran posicionamientos no
subsumidos por el discurso oficial, sin que sus voces hayan sido apropiadas o resignificadas (Venna
Das: 1989, 284). Estas fuentes superan, en cierto sentido, la historia oral clásica donde el
investigador interpela al sujeto individual en una relación cara a cara.
6
La categoría clasificatoria de indio en el siglo XX y también durante el XIX, en Salta, antes de las
luchas indígenas de finales de 1980, se asocian a los pueblos originarios de las zonas de los
ecosistemas denominado chaqueño, de yungas, selva subtropical (para algunos denominados
también Selva Tucumano Boliviana o Parque Chaqueño) mientras que los pueblos originarios
andinos son clasificados por las voces autorizadas y el sentido común, con el nombre de coyas que
remite a poblaciones que habitan valles de altura, puna y pre puna andina, a diferencia de los
gauchos cuya clasificación se asocia con poblaciones que habitan valles o planicies vinculados al
pastaje de ganado mayor.
producen el hambre, se despliegan renovados dispositivos
biopolíticos “civilizatorios”.
La muerte por hambre, se podría erradicar -según estos
discursos- a partir de de la educación. Es en las propias víctimas en
las que se corporiza el problema de la falta de medios de
subsistencia. Se naturaliza una visión del mundo que reafirma la
superioridad del que diagnostica por sobre “la cultura” del otro, en
este caso “el indio”, que "deja morir": argumentación que justifica los
dispositivos de intervención social disciplinatorios para "educarlos" e
"integrarlos". La muerte por hambre en esta zona no es nueva, pero
se ha visto agudizada por los procesos intensos de expropiación
brutal de medios de subsistencia básicos para la vida que brindaba el
bosque y el agua. Considero, como Josué de Castro (1951,1965) que
las zonas de hambre endémico son una muestra de las relaciones de
expropiación de riqueza y de medios de subsistencia neocoloniales
persistentes y brutales.
Primero describo someramente los procesos de expansión del
capitalismo por medio de la soja en la provincia de Salta, basada en
estudios y datos de múltiples investigaciones e informes realizados
sobre el tema. Asimismo contextualizo la temática en el ámbito
internacional, dado que el caso del norte argentino es representativo
de las paradojas entre, por un lado, la promoción de parte de
organismos promotores del “desarrollo humano” de los derechos
básicos a la vida y a la alimentación así como los discursos
“solidarios/humanitarios” ante el creciente hambre en el mundo y,
por otro, el fomento de actividades agrícolas vinculadas a los
agronegocios y aumento de la productividad, junto con la promoción
de cultivos para biocombustibles que generan aumento de la
producción de pobreza y muerte por hambre. El análisis de los sujetos
involucrados, los procesos de acumulación originaria, de transferencia
de riquezas, de expropiación de medios de subsistencia dan cuenta
de un “desarrollo” particular del capitalismo local transnacionalizado.
Estos dispositivos, sus discursos prácticos y las consecuencias que
están teniendo para la población afectada, nos permite mirar, a partir
del recorte de este caso, la actualidad de procesos de
neocolonialismo o de “colonialidad del poder”.
Analizo, discursivamente, las declaratorias gubernamentales y
de otros actores acerca de los casos recientes de muerte por hambre,
en la zona de expansión de la soja, en el norte argentino como un
evento crítico (Vena Das; 1996) 7, mostrando el renovado
7
Un evento crítico o acontecimiento, tiene una serie de características para Vena Daas (1996), su
temporalidad (forma parte de un proceso en el que se sucede una cadena de acontecimientos), es
un referente ineludible y posee una cualidad arrolladora puesto que pone en cuestión una serie de
tematizaciones que provocan posicionamientos, inaugurando formas de acción y resignificando
neocolonialismo de las elites de principios de este siglo. La expansión
del capitalismo neocolonial de los agronegocios de la soja está
produciendo procesos de etnocidio8 junto a formas renovadas de
ecocidio9, lo que permite explicar la dinámica de la dominación local y
global fuertemente entrelazada y multideterminada, que podríamos
ejemplificar con la metáfora de una arborescencia neo colonial 10. En
el caso de Salta, el Gobierno Provincial ha sido promotor activo de
políticas facilitadoras de esta expansión y de los intereses
empresariales y, al mismo tiempo, ha actuado reprimiendo las luchas
por la tierra de las comunidades indígenas afectadas, como se puede
observar en algunos de los trabajos de este libro.
En último término, a partir de un análisis histórico discursivo de
declaratorias gubernamentales a lo largo del siglo XX, basada en
investigación de archivo y con el apoyo de viñetas de investigación
periodísticas11, muestro el linaje de largo tiempo que posee este
racismo indio acerca de las explicaciones sobre pobreza y de la
desnutrición. Este discurso remite a explicaciones provenientes de
sistemas categoriales y códigos morales. Los eventos tocan no solo cuestiones de derechos y accesos,
sino también manifiestan la violencia estatal y de otros tipos que no solo atraviesan la intimidad de
las personas, sino que tienen como resultado zanjar, de diversa forma, lo que podríamos decir que
se ha reproblematizado o se comienza a problematizar. Los derechos reclamados por la comunidad
o los intereses y valores que están siendo concretados y que ponen en cuestión una cierta cultura
política enfrentada con otra y de lo que significa la dignidad de las personas o el límite moral que
pueden soportar, es para ella parte constitutiva de la cultura. Estos objetos de la cultura pueden
incluir: derecho a la naturaleza (derechos sobre la foresta, al uso de la tierra) y también productos
de la imaginación: folklore, por un lado y por el otro el derecho de instituir la memoria en la forma
de una comunidad histórica y el derecho a vivir bajo la ley que regula la vida personal de sus
miembros.
8
La idea de etnocidio es un concepto desarrollado por el campo de saber de la antropología,
vinculado con el etnocentrismo. Según Abramavoff el etnocidio es la anulación de la diferencia, “es
querer hacer del “otro” un igual a mí. El pensamiento “etnocida funcional así: hacer del indio, del
negro, del gitano, del asiático otro de sí, transformándolo en un indio civilizado…. Negar la
diferencia, ignorando su identidad, es la clave para ponerlo mejor a mi servicio, y cuando esto no
es posible, debo suprimirlo físicamente, en la medida que se torna peligroso y amenaza mi
supervivencia. Si no puedo convertirlo en un “otro previsible” en un “otro que se parece a mi” y
deje de ser peligroso debo eliminarlo directa o indirectamente. Esto es el genocidio” (Abramovoff:
2004, 159-160).
9
El neologismo ecocidio se define como deterioro y destrucción del medio ambiente y de los
recursos naturales como consecuencia de la acción directa o indirecta del hombre sobre los
ecosistemas.
10
La estructura arborescente del colonialismo interno, para Rivera Cusicanqui, se manifiesta a
partir de ejemplos elocuentes de la estigmatización de las conductas de mimesis cultural, como el
caso de la vestimenta de la chola paceña y también en los habitus coloniales de las elite que continua
funcionando a través del eje invisible de las "dos repúblicas" -la una de los súbditos, la otra de los
soberanos- (Rivera Cusicanqui: 2004). Para ella, también la estructura arborescente del
colonialismo interno se articula con los centros de poder del hemisferio norte, “llámense
universidades, fundaciones u organismos internacionales”. Afirma que “la estructura ramificada
del colonialismo interno-externo tiene centros y subcentros, nodos y subnodos” (2010, 63).
11
Las viñetas del Diario El Intransigente de la Provincia de Salta que se reproducen aquí, han sido
cedidas por Alejandro Morandini (2008) en su investigación “Compilación, análisis y
sistematización de los artículos periodísticos escritos por Manuel J Castilla entre setiembre de 1939
y diciembre de 1960” (Beca de investigación para escritores del Fondo Nacional de las Artes: 2008).
distintos campos de saber-poder (sobre todo médico) que forman
parte de lo que se puede denominar un habitus colonial (Rivera
Cusicanqui; 2004, 2001)12 de las elites gubernamentales salteñas de
“larga duración”, que coloca a las causas de la muerte por
desnutrición en las propias víctimas, culturalizando la pobreza,
obliterando los procesos de expropiación de medios de subsistencia y
de acumulación de capital, así como las resistencias y luchas de las
víctimas para evitarlas.
Entendemos por gubernamentalidad neoliberal (Foucault: 2006
[1977-1978] y 2007 [1978-1979]) al saber/poder, a las prácticas,
relaciones sociales, dispositivos de intervención, disciplinamiento y
regulaciones, que incluyen distintas escalas y niveles (tanto macro,
meso como micropolítico) y que tienen por objeto conducir la
conducta de los hombres en el campo de relaciones de poder
particulares vinculados sobre todo a una nueva lógica de gobierno. En
el caso de América Latina y particularmente de la Argentina, la
gubernamentalidad neoliberal es imperial y neo colonial y juegan un
papel fundamental, no sólo EEUU sino también las regulaciones y
disciplinamientos promovidos por los organismos llamados de
desarrollo, como el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario
Internacional (FMI). Estos, presionan por transformaciones macro
políticas, denominadas técnicamente como “reforma o ajuste
estructural”, exigiendo como condicionalidad de los préstamos,
desregular las economías locales y permitir la “libre circulación del
capital” supranacional, la privatización de los servicios públicos
básicos y los recursos naturales no renovables, todo lo cual facilita la
extracción y expropiación de riqueza y ahorro nacional local y su
transferencia a los países centrales y a las empresas transnacionales,
sobre todo al capital financiero internacional. En esta misma línea,
para Ferguson y Gupta (2002), la gubernamentalidad neoliberal
transnacional sería una forma de gobierno aplicada a nivel global que
incluye las nuevas estrategias de disciplina y regulación como las de
la OECD o los programas de ajuste estructural implementados por el
FMI. Estas artes de gobierno se materializan en renovadas formas de
neocolonialismo dependiente, entre burguesías locales
transnacionalizadas y entre países centrales y periféricos. Se
comienzan a desarrollar programas focopolíticos en el marco del
discurso del Desarrollo Humano (DH) que avanzan desde los
Organismos supranacionales de desarrollo hasta el nivel local (Álvarez
Leguizamón: 2009) aunque se producen nuevas formas de
12
Según Silvia Rivera Cusicanqui (2004) se podría hablar, de una estructura del habitus
republicano colonial haciendo referencia al concepto Bourdieusiano de habitus, que continua
funcionando, en el caso de Bolivia que estudia, a través del eje invisible de las "dos repúblicas" que
resultó encubierto y disfrazado por la retórica del reconocimiento jurídico de la igualdad del indio.
interdependencia de lo supranacional sobre lo nacional y lo local –las
que se deben entender desde una topografía no vertical sino
complementaria como plantean Ferguson y Gupta (2002)-. Al caso
particular de estudio y a estas formas de arte o gubernamentalidad
neoliberal, Susana Murillo (2010) las denomina “limpieza de tierras”.
Se refiere al proceso iniciado en los noventa en el que los
agronegocios, entre otros procesos, están ligados a la apropiación de
bienes naturales que están expulsando trabajadores, indígenas y
pequeños productores de tierra, a pesar de las leyes que protegen la
posesión de tierras de las comunidades originarias.
La definición del colonialismo interno según Pablo González
Casanova (1975, 2006)13.
13
El despliegue de la idea de colonialismo interno se encuentra desarrollada en un artículo de
Pablo González Casanova que formaba parte de su libro Sociología de la Explotación (1975) y que
en esta nueva versión publicada por CLACSO, ha revisitado (González Casanova: 2006).
14
En su trabajo La democracia en México sostuvo la tesis de que en el interior de dicho país se da-
ban relaciones sociales de tipo colonial. “Rechazando que el colonialismo sólo debe contemplarse a
escala internacional”, este también “se da en el interior de una misma nación, en la medida en que
hay en ella una heterogeneidad étnica, en que se ligan determinadas etnias con los grupos y clases
dominantes, y otras con los dominados” (González Casanova; 1975 citado por G. C. en 2006).
aspectos con las diferencias regionales en la explotación de los traba-
jadores y con las transferencias de excedente de las regiones
dominadas a las dominantes. Según G.C., “el planteamiento
correspondió a esfuerzos semejantes que fueron precedidos por C.
Wright Mills (1963, citado por G.C.: 2006), quien de hecho fue el
primero en usar la expresión colonialismo interno”. A la violencia
física se añadió la violencia verbal, lógica e histórica que hace sufrir a
“los más pobres entre los pobres” (González Casanova: 2006).
Otra tradición latinoamericana de la comprensión del
neocolonialismo es la de Silvia Rivera Cusicanqui (1997, 2003, 2010)
quien toma la idea de González Casanova pero le imprime otras
características como la expropiación de subjetividades, el habitus
neocolonial o la estructura arborescente del colonialismo interno 15.
Desarrolla la primera idea basándose en la introducción al libro Los
condenados de la tierra, de Franz Fanon (1961) escrita por Jean Paul
Sartre. Esta también es tomada por el peruano Aníbal Quijano en su
concepción de colonialidad del poder, pero desde otro lugar, a partir
de incorporación de la noción de Foucault de control y
disciplinamiento sobre el cuerpo de los sujetos y sus subjetividades,
aunque no lo diga taxativamente. Sartre plantea que el colonialismo
descripto por Fanon no se refiere sólo a la sobreexplotación, a la
desnutrición, sino también a la expropiación de la humanidad del
colonizado, poniendo en cuestión el humanismo occidental y su
presunción de universal. “Hace siglos […] que en nombre de una
pretendida ‘aventura espiritual’ se ahoga a casi toda la humanidad”
(Fanon: 1961). “Ustedes, tan liberales, tan humanos, que llevan al
preciosismo el amor por la cultura, parecen olvidar que tienen
colonias y que allí se asesina en su nombre […] La violencia colonial
no se propone sólo como finalidad mantener en actitud respetuosa a
los hombres sometidos, trata de deshumanizarlos. Nada será
ahorrado para liquidar sus tradiciones, para substituir sus lenguas,
para destruir su cultura” (Sartre en Fanon: 1961).
Sin entrar en la complejidad de las discusiones y coincidencias
en el marco de los llamados estudios de-coloniales o de colonialidad
del poder tomemos la idea de colonialidad de Quijano (2000a y
15
Esta tradición la explicita en el estudio introductorio que comparte con la historiadora Rossana
Barragán, sobre los estudios de la subalternidad de la India, denominado “Debates post coloniales.
Una introducción a su estudio” (Rivera Cusicanqui y Barragán: 1997) con los que también dialoga.
Según ella, en su mirada influyen también los estudios de la historia social argentina de origen
marxista neo-gramsciana de Garavaglia, Tandetert y Assadourian, quienes realizan estudios de las
formas de dominación en la ciudad minera de Potosí, probando, entre otras cuestiones, las formas
de articulación entre estilos de dominación coloniales y capitalistas, a través del mercado interior
de larga duración. También reconoce entre sus influencias al historiador peruano Alberto Flores
Galindo y al sociólogo boliviano René Zavaleta, vinculando este último aporte “a las formas de
insurrección campesino-indígena y las formas particulares que asumen el capitalismo y la opresión
oligárquica en los siglos XIX y XX” en Bolivia.
2000b) para quien éste es uno de los elementos constitutivos y
específicos del patrón mundial de poder capitalista. Colonialidad es
“un concepto diferente de, aunque vinculado al Colonialismo. Se
funda en la imposición de una clasificación racial/étnica de la
población del mundo como piedra angular de dicho patrón de poder y
opera en cada uno de los planos, ámbitos y dimensiones, materiales y
subjetivas, de la existencia social cotidiana y a escala societal”. Estas
formas de dominación se asientan en una violencia epistémico y
social (colonialidad del saber), la que impone una visión particular de
modernidad eurocéntrica. Según Quijano su concepto es diferente al
del colonialismo interno por que incluye relaciones de dominación
supranacionales, aunque creo que el de neo colonialismo también lo
hace en el contexto de las relaciones de dominación que en ese
momento se denominaban centro-periferia16.
16
Se diferencia del concepto de colonialismo interno que sería el poder racista/etnicista que opera
dentro de un Estado-Nación. Según Quijano esta colonialidad “se origina y mundializa a partir de
América. Con la constitución de América (Latina) en el mismo momento y en el mismo movimiento
histórico, el emergente poder capitalista se hace mundial, sus centros hegemónicos se localizan en
las zonas situadas sobre el Atlántico—que después se identificarán como Europa—y como ejes
centrales de su nuevo patrón de dominación se establecen también la colonialidad y la modernidad.
En breve, con América (Latina) el capitalismo se hace mundial, eurocentrado y la colonialidad y la
modernidad se instalan asociadas como los ejes constitutivos de su específico patrón de poder hasta
hoy.” (Quijano: 2000b)
Para darse una idea de la dimensión de la expansión de la soja
en Sud América tomemos sólo algunos datos. Las proyecciones para
el futuro realizadas por WWF ( por sus siglas en ingles World Wide
Fund for Nature, Fondo Mundial para la Naturaleza) de zonas
deforestadas y áreas afectadas por las plantaciones de monocultivos
de soja en Sud América son las siguientes: en Brasil, se llegarán a
deforestar entre 70 y 100 millones de hectáreas entre Chaco, Mata
Atlántica y bosques tropicales; en Argentina se llegarán a deforestar
25 millones de hectáreas entre pampa húmeda, yunga y chaco; en
Paraguay se llegarán a deforestar 3,5 millones de hectáreas entre
pantanal, mata atlántica y chaco; en Bolivia proyectan deforestar 1
millón 200 mil hectáreas en bosques tropicales y chaco. (Elizabeth
Bravo: 2007). El Informe del Defensor del Pueblo de la Nación (IDPN:
2009) sobre la deforestación en la zona de estudio afirma que “el
avance de la frontera agropecuaria se concentra en la zona de
transición entre las Yungas17 y el Chaco Seco -el llamado “eje
productivo”- debido a que existen buenos suelos y baja pendiente
(igual o menor a 5º). El reciente incremento de las precipitaciones en
todo el noroeste de Argentina incentivó la expansión agrícola hacia
estas zonas que tradicionalmente eran consideradas bosques
marginales. Junto con el paquete tecnológico de la soja transgénica se
ha producido el avance de la producción agrícola en tierras que antes
eran de propietarios ausentistas o tierras fiscales, debido a su poca
riqueza para la agricultura intensiva. Entendemos que el
neocolonialismo actual de los cultivos de soja transgénica permite
visualizar con claridad las formas de operar del capitalismo que
mantiene muchos de los estilos que ya tenía en la etapa del llamado
desarrollo desigual o dependiente. En un trabajo anterior (Álvarez
Leguizamón: 2005), planteaba que un renovado modelo
agroexportador globalizado –parafraseando a las nociones
dependentistas-, está siendo promovido como las “mejores” políticas
de “desarrollo nacional”, las que sin embargo concentran cada vez
más la riqueza y producen pobreza y expropiación de medios de
subsistencia. La soja es un caso testigo y puede ser considerada
como uno de los productos agrícolas de más rentabilidad actual 18. La
17
En las Yungas o Selva Tucumano-Boliviana más del 90% de la superficie original ubicada en
áreas planas de suelo profundo de esta selva ha desaparecido al ser reemplazada por cultivos de
caña de azúcar entre las décadas del 30 y 50, y actualmente por plantaciones de soja (Brown y
Malizia: 2004, citado por IDPN: 2009)
18
El valor de la producción de cereales y oleaginosas para la campaña 2007/08 fue de 70.845
millones de pesos o 19.147 millones de dólares. Las exportaciones de aceites de soja y girasol, pellets
de soja y harina de trigo totalizaron unos 11.602 millones de dólares en lo que va de la campaña
2009. Las empresas de venta de granos transnacionales como Dreifus, Bunge, Pérez Companc están
entre las que más producen y concentran la riqueza. En Federico Bernal, “La renta sojera”
publicado en el Diario "Página 12". Buenos Aires, domingo 12 de julio de 2009, Suplemento Cash
en www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/cash/17-3954-2009-07-12.html
riqueza producida se concentra en los productores y en la
multinacional que monopoliza la venta de la semilla Monsanto 19. La
producción de soja ha adquirido una extensión similar a la del
algodón, el cacao, la caña de azúcar del siglo XIX y XX. Es una típica
forma de un nuevo “enclave” –como planteaban los teóricos
dependentistas para el caso de la estructura de la hacienda– que, al
igual que antes, está produciendo efectos depredadores que afectan
el medio ambiente. Sin embargo, dicha depredación adquiere nuevas
formas mucho más destructoras que las anteriores. No sólo se
produce una intensa deforestación, cambio climático, pérdida de
biodiversidad, sino que la aplicación de la biotecnología transgénica
está generando efectos devastadores sobre la napa terrestre y sobre
las vidas humanas.
En las fotos del artista Julio Pantoja “Las madres del monte” 20,
tomadas en el Chaco Salteño, se puede ver la intensa deforestación
en imágenes que muestran los procesos de destrucción y despojo
producidos. “En el período 2002-2006, en Salta, dejaron de existir
414.934 hectáreas de bosque, más del doble del registrado entre
1998-2002, y cuyo índice de desmonte supera el promedio mundial,
según datos de la Secretaría de Ambiente de Nación. En el país, en el
mismo lapso, dejaron de existir 1.108.669 hectáreas de bosques, 277
mil hectáreas por año, que equivalen a 760 por día, 32 hectáreas por
hora”. La misma Secretaría remarca que la deforestación se produce
para destinar esas superficies a la agricultura, principalmente al
cultivo de soja.”
Desmontes, desalojos violentos y éxodo rural son algunas
consecuencias del mayor cultivo del país, que abarca 17 millones de
hectáreas. El uso de los agrotóxicos y las consecuencias en la salud
también son aliados del cultivo transgénico.21 (Aranda, 2011)
19
Para mayor información sobre los efectos negativos de Monsanto ver el documental “El mundo
según Monsanto” que denuncia los efectos que provocan los productos agroquímicos y las semillas
de soja transgénica que comercializa la empresa más grande del mundo del sector. En síntesis,
expone la cara más oscura de la lógica económica neoliberal, a través de la realidad agrícola de
América del Norte y del Sur, especialmente de Argentina. Monsanto es el primer semillero de soja,
maíz, algodón y productor de agroquímicos del mundo. Quien dice semilla, dice Monsanto, pero
también dice alimentos. Esta es la empresa norteamericana que maneja el mercado mundial de la
soja. Es la misma empresa que fabricó PCB y ocultó, durante 50 años, que ese aceite era
cancerígeno. Es la empresa que produce y que patentó las semillas de soja genéticamente
modificadas, para resistir agroquímicos y tempestades, etc.” Dirección del documental, Marie-
Monique Robin, Portal Libertario OACA http://www.portaloaca.com y el video
http://www.youtube.com/watch?v=LdIkq6ecQGw
20
http://www.juliopantoja.com.ar/madres_monte.html
21
“La propia Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de Salta (actual Secretaría
de Política Ambiental) reconocía en 2006 -en el auge de los desmontes- que los departamentos más
afectados por la deforestación son: Anta, Orán, Rosario de la Frontera, San Martín y General
Güemes, todos en la zona de transición entre la Selva Tucumano-Boliviana o Yunga y el Chaco
Seco, totalizando en los últimos 8 años una pérdida de 600.000 hectáreas de selva pedemontana y
bosque chaqueño, con un alarmante incremento en la velocidad de la misma. Sólo en Anta, San
“La deforestación de la provincia se concentra
actualmente en el departamento San Martín y, en forma
creciente, en el departamento Rivadavia. Allí es donde se
encuentran los principales remanentes del bosque tropical seco
del Chaco Salteño. En 2007 fue autorizada la deforestación de
una superficie de tierras sin precedentes en aquellos
departamentos, poniendo en gravísimo riesgo la integridad
ecológica de una región que, a más de sus (mal entendidos)
valores ambientales, es el territorio de ocupación tradicional y
actual de más de 200 comunidades indígenas. En los
departamentos de Anta, San Martín y Rivadavia, habitan más de
23 mil indígenas cazadores-recolectores. Hasta la fecha – y tras
décadas de reclamos – sólo han logrado legalizar en forma
efectiva sus derechos de propiedad sobre tierras que, en
conjunto, constituyen menos del 5% de la superficie afectada
por los desmontes propuestos en los últimos tres años y tres
meses. A ello se suma la situación de numerosas familias
criollas que habitan la región bajo un régimen de tenencia
precaria.” (Leake y Economo: 2008)
32
En la Argentina, a fines del siglo XIX y principios del XX la república llevó adelante la
“ocupación militar”, en realidad una guerra de exterminio, que se llamó con el eufemismo de la
“Conquista del Chaco” (región entre los ríos Pilcomayo, Paraguay, Paraná y Salado) que se
encontraba hasta entonces en poder de pueblos indígenas. La primera expedición militar se realizó
en 1870 y luego, en 1917, se logró finalmente exterminar toda resistencia tanto por medio de la
muerte como por distintas formas de sujeción como los fueron las misiones religiosas. Se
encontraban allí guaycurúes: mocovíes, tobas y mataco-mataguayos: wichís, chorotes y chulupíes y
también tapietes, chanes y chiriguanos. Muchos de estas etnias han sobrevivido en el presente a
pesar de las variadas formas de explotación que vinieron después de la “conquista” como el trabajo
forzado en Ingenios, construcción de ferrocarriles, etc.
33
“No existen datos del crecimiento del desempleo anual para el departamento de General San
Martín, al que pertenecen Tartagal y General Mosconi, sin embargo entre el Censo Nacional de
Población de 1991, realizado en vísperas de la privatización, y las del siguiente censo, de 2001,
muestran un crecimiento de una tasa de 6,2% de desempleo, al 33,7%, lo que implica un aumento
de más del 540% de la desocupación. Comparada con la media provincial –que pasa del 6% al
29,2%–, la tasa de General San Martín se ubica 4,5 puntos por encima.” (Benclowicz: 2004/2005).
autoempleo, tierra y agua) como desempleados urbanos,
organizaciones indígenas víctimas de desalojos, deforestación,
cercamiento de tierras, imposibilidad de acceso al agua y zonas
sagradas de la zona34, tomaron las rutas e incendiaron las
instituciones públicas de las ciudades aledañas. El manejo político de
los piquetes implicó fuerte represión y muerte de piqueteros 35.
Además el desempleo masivo de los ex empleados de YPF tuvo un
efecto de cascada sobre otros sectores sociales que generaban
ingresos directos o indirectos, ya sea en el comercio o en los servicios
(Aguilar, María Angela y Vázquez, Estela: 1998). A pesar de haber
tenido los trabajadores de YPF un importante bienestar, los
departamentos donde se localizaban las ciudades asociadas a la
extracción de petróleo son unos de los que más indicadores de
pobreza tienen en la provincia de Salta, antes de la privatización.
El estado provincial se ha caracterizado, en este último periodo,
por políticas de coerción sobre los conflictos y luchas sociales
aplicando brutalmente la violencia sobre los reclamos de las
poblaciones afectadas y criminalizando la protesta de distinta
manera. El caso de la represión al movimiento piquetero del norte de
la provincia y de las luchas indígenas, durante el gobierno de Juan
Carlos (JC) Romero (1995-2007 por tres períodos) y del actual
gobernador Urtubey (2007-2015 por dos períodos) son un ejemplo.
En el caso de JC Romero en su gestión se actúa de forma
extremadamente violenta durante los piquetes.
Otra estrategia para neutralizar el conflicto en constante
negociación con las organizaciones sociales fue el otorgamiento de
los denominados “programas trabajar” y, más tarde, en la gran crisis
del 2001, los “programa jefes y jefas de hogar desocupados” que
denominamos focopolíticas36 para los más pobres de entre los pobres
34
Durante las represiones policiales y de Gendarmería Nacional fueron asesinados los
trabajadores: Aníbal Verón, Orlando Justiniano, Matías Gómez en el año 2000 y Carlos Santillán y
Oscar Barrios en el 2001 y fueron heridos con armas de fuego más de 200 pobladores, En
“Criminalización y represión NOA”, Observatorio Petróleo Sur
http://opsur.wordpress.com/2010/05/21/repudio-contra-la-brutal-represion-policial-ordenada-por-
el-gobierno-de-urtubey-en-salta/, acceso el 21/05/2010. Para más información sobre los sucesos ver
“Violencia policial y saqueos en Salta tras la disolución de un piquete. La represión terminó con un
hombre muerto”. www.pagina12.com.ar/.../00-11-11/na03fo01.jpg
35
A diferencia de otros que realizaron los empresarios sojeros años más tarde en ocasión de un
aumento de retenciones a los granos quienes, por oposición, recibieron el apoyo de policías
provinciales de parte del gobierno.
36
El arte de gobierno de la focopolítica se diferencia de los denominados regímenes de bienestar,
última etapa de las políticas de la vida o biopolítica a las que se refería Foucault. Entiendo a la
focopolítica (Álvarez Leguizamón: 2008) como una forma particular de lo que Foucault denomina
gubernamentalidad neoliberal (1981 [1978]), 2006 [1977-1978]); 2007 [1978-1979]) dirigida al
gobierno de la pobreza creciente, que se viene constituyendo además en una nueva práctica del
derecho político supranacional y un nuevo humanitarismo, bajo la fuerte influencia de los
organismos supra nacionales que dicen promover el desarrollo de la vida pero lo hacen a niveles
mínimos básicos cercanos a la desnutrición y a la muerte por hambre. Se retorna a la idea más
y, como contracara, se transfirieron ingentes recursos público a
clases y fracciones vinculadas con el circuito de los agronegocios,
sobre todo de la soja.
Las llamadas políticas de foto consisten en ínfimos subsidios a
la desocupación, que ya se venía instrumentando pero no de manera
masiva. Los denominados programas de transferencia condicionado
como el “Jefes y Jefas de hogar desocupados” en Argentina y otros
tanto en América Latina, están basados en la creencia de la
reproducción intergeneracional de la pobreza debida a la falta de
capital humano (educación para el trabajo), por lo que los subsidios
se otorgan condicionados a una contraprestación disciplinar sobre la
escolarización de los hijos. La pobreza es una cuestión ya no debida a
los valores subjetivos de cada uno como creían la Economía del
Bienestar (Álvarez Leguizamón: 2005) sino que se hace cuerpo en la
máquina del pobre “improductivo” por medio de la categoría practica
de capital humano (Álvarez Leguizamón: 2011; Foucault: 2007 [1978-
1979]). Estos programas fueron arrancados por los piqueteros al
gobierno nacional (Svampa y Pereira: 2003), luego de una importante
pueblada, realizada en la ciudad de Jujuy, por desocupados y
empleados públicos. El gobierno nacional para neutralizar el conflicto
-que había adquirido fuerza inusitada-, decide aumentar
cuantitativamente los “programas” llamados “trabajar” para lograr el
levantamiento de los cortes de ruta37. El denominado Jefes y Jefas de
Hogar desocupados que se instrumenta en el 2001 requería una
contraprestación por trabajo de veinte horas semanales por un monto
de 150$ (50 U$A) al comienzo y acreditar la pertenecía al territorio.
La condición y efecto de terrritorialización que los programas
producen es uno de los factores que, considero, evitaron la diáspora
de trabajadores desocupados hacia otros territorios y los mantienen,
mayoritariamente, en el espacio de esas ciudades, a diferencia de lo
extrema del liberalismo, la que se opone a cualquier actuación de la sociedad sobre sí misma con el
objeto de alcanzar cierto bien común por medio de la acción estatal y la regulación de los vínculos
entre el capital y el trabajo. Se desregula (se re-mercantiliza en cierto sentido) la relación entre el
capital y el trabajo y entre el estado y la población o el ciudadano (desjuridizando los derechos
sociales). Concomitantemente se regulan los vínculos entre el mercado y la “sociedad civil” a fin de
re-mercantilizar la protección social de sectores con capacidad de pago y entre el estado y la
sociedad civil para tutelar a las poblaciones pobres, por medio de relaciones neo-filántropicas, neo
benéficas o autogestionarias. El capital humano es promovido por esta lógica y aplicado a las
políticas “contra la pobreza” se traduce en la creencia y práctica de que el pobre es una maquina,
es un empresario de sí mismo y por lo tanto debe autogestionarse, empoderarse, participar, etc.,
una serie de categorías prácticas que trasladan al pobre (entendido genéricamente) la resolución
individual, familiar o vecinal de su problema (a través de las llamadas redes o capital social).
37
Según Svampa y Pereyra (2003, 34), “los “programas” se consolidan como el eje principal –
aunque no exclusivo– que sintetizaría la demanda por trabajo y su justificación en relación con la
crisis de las economías locales (...). El caso jujeño –cruzado transversalmente por una larga historia
de confrontación con las autoridades políticas provinciales– contribuyó a reafirmar una tendencia
(que se mostraría con una mayor claridad años más tarde), a trasladar la administración de planes
de los municipios a las organizaciones sociales y políticas” piqueteras
sucedido en Bolivia, por ejemplo. Este hecho, a su vez, tiene un
efecto sinérgico ya que el movimiento de desocupados, que más
tarde adquiere la identidad de piquetero, se fortalece en esos
territorios adquiriendo, al principio, un consenso masivo de la
población local. Muchas de estas transformaciones no resultan
comprensibles exclusivamente desde los esquemas economicistas
clásicos o desde un análisis marxista de la producción de población
excedente y medios de subsistencia. La forma que adquieren los
nuevos patrones llevan inscriptos esquemas de reproducción de la
diferencia, la desigualdad y la pobreza que tienen raíces profundas en
la historia de la integración económica de la región a los mercados
nacionales y/o mundiales, así como un racismo anti indígena anclado
en relaciones sociales neocoloniales de larga data.
El proceso de agriculturización en el NOA llevado adelante en
estos últimos 40 años, impulsado por el cultivo de porotos primero y
luego de soja, es responsable de casi la mitad de la expansión de la
frontera agropecuaria a nivel nacional y se concentra principalmente
en las provincias de Salta y Santiago del Estero (Slutzky: 2005) 38.
Junto a ello y debido a las características del paquete tecnológico de
la soja y a la triple alianza de los intereses del capital y los nuevos
ramas de apropiación de renta, en la zona se produjo según Van Dam
(2007, 8) un proceso creciente de concentración de la tierra,
expulsión de los pequeños productores y disminución del empleo
rural.
Además Salta es una de las provincias con mayores índices de
concentración de la propiedad; el 3,1% de los establecimientos
agropecuarios, de más de 5000 ha, tiene el 63% de las tierras en
producción principalmente con soja, poroto, maíz, caña de azúcar,
tabaco y ganadería extensiva (Censo Nacional Agropecuario –CNA- de
2002). Según este mismo censo en los departamentos afectados
viven 500 comunidades indígenas y casi trece mil criollos rurales, los
que tienen una relación muy estrecha con el monte y sus recursos39.
38
Con la ley de promoción de biocombustibles aprobada en 2006 por el gobierno nacional, se da
continuidad y se agudiza el modelo de los agronegocios. En agosto de 2007, el gobierno salteño
firma un convenio con el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) para instalar
plantas de experimentación de biodiesel a base de Jatropha Curcas. A fines de 2008 el Ingenio El
Tabacal inaugura su planta y refinería de bioetanol, mientras que Ledesma SAAI (Ingenio
dedicado hasta entonces a la producción de azúcar y papel) moderniza y amplía sus instalaciones
del mismo agrocombustible y las dos empresas empiezan a funcionar asociadas en algunos rubros.
A fines de diciembre de 2008 se firma un convenio entre el gobierno salteño y la empresa
Interamericana de Biocombustibles, donde ésta se compromete a brindar asistencia técnica a
productores que inicien el cultivo de Jatropha Curcas en el Chaco Salteño con superficies mínimas
de cultivo de 500 ha. En enero de 2009 Ledesma presenta públicamente su plan de producción de
biocombustibles con respaldo del gobierno jujeño, proclamando una primera expansión de 4.000 ha
de caña de azúcar con ese fin y sin poner límites de crecimiento.
39
Obtienen del monte elementos para construir sus viviendas, forraje para alimentar sus animales,
materias primas para la producción de artesanías, plantas para preparar remedios tradicionales,
Es en los años ‘90, que el proceso de monocultivo mecanizado
(con la soja transgénica) crece exponencialmente con una dinámica
focalizada. Las ciudades de las Lajitas Metán y Tartagal ven
establecerse en la segunda mitad de los ‘90, oficinas, centros de
insumos y silos agrícolas, montados por las corporaciones, Monsanto,
Bunge y Dreyfus; que promueven los beneficios de la biotecnología
agrícola. En 1996, comienzan los desalojos violentos de pobladores
indígenas y criollos que habitan en bosques fiscales y pequeños
campos de cultivo de autosubsistencia.
Juan Carlos Romero, ex gobernador y actual Senador nacional,
es desde sus inicios, colaborador y cómplice del devastador “negocio
sojero”; es así que cuando se libera el cultivo de soja en el año 1996,
el gobierno promueve el cultivo como una nueva gran oportunidad de
negocios. Romero se ha ganado el mote de Ecocida, puesto que
autorizo el desmonte de medio millón de hectáreas en el curso del
2007, mientras se discutía la ley de bosques40.
En un estudio de COPAMA-DDHH41 (2009) afirma que, para los
empresarios, esta tecnología no sólo cuenta con la “ventaja de
reducir la necesidad de mano de obra y laboreo de la tierra”, sino que
vuelve disponibles los territorios sin explotar de la zona del chaco
salteño, cuyo valor de venta comparado con tierras de la zona
pampeana es mucho menor. Esto se ve claramente reflejado en el
crecimiento de la superficie total bajo cultivo; en el NOA que creció un
48% entre 1988/2002, frente al 5,2 % del resto del país.
En los que hace a la estructura de clases, instituciones y grupos
sociales que forman parte de este sistema de negocios se puede
observar la estructura arborescente del neo colonialismo, por un lado
las multinacionales asociadas a todo el circuito productivo y, por otro,
propietarios latifundistas locales socios de los primeros, técnicos
particulares y el estado (a través de políticos y profesionales) que
acompañan y promueven esta forma de gubernamentalidad
neoliberal neocolonial.
El discurso productivista es el que prima en los funcionarios y
empresarios el que permite naturalizar este modo particular de
expropiación de medios de subsistencia y deforestación masiva.
Walter Bielecki Ingeniero Agrónomo, asesor privado de 20.000 has.
en la zona informó como factor positivo de la actividad que ingresan
465 millones de dólares al NOA (Salta, Santiago del Estero, Tucumán
y Jujuy) por este cultivo. El productor Miguel Francisco Medina, que
proteínas a través de la caza, y un ambiente donde desarrollan desde hace generaciones su vida y su
cultura. (IEDPN: 2009)
40
Para un mayor detalle de esta expansión y del rol que jugó Romero en el ecocidio ver Miguel
Bonasso, diario Critica, Buenos Aries, 6 de Marzo del 2008
41
Centro de Acción Popular Olga Márquez de Aredez en defensa de los Derechos Humanos
cuenta con 6.000 hectáreas en Rosario de la Frontera, comentó como
positivo y dando importancia a este desarrollo que considera
“exitoso” que "se han agregado tierras de desmonte al sistema
productivo" (…) "El desmonte cuesta unos 450 dólares por hectárea,
incluye topado y acordonado con máquinas, destroncado a mano,
quemado del cordón y pasada de rastra niveladora”. El desmonte,
hasta hace poco, "era muy rentable para hacer agricultura,
especialmente soja". Varios "pools" de siembra 42 pagaron alquileres
de hasta 150 -160 dólares la hectárea. Según datos extraoficiales la
tasa de desmonte para hacer agricultura (la mayoría de las veces soja
y algo de maíz) es de un cinco por ciento anual43 .
La expansión de los monocultivos en Salta fue acompañada por
una intensa campaña de promoción sostenida por el ex gobernador
Juan Carlos Romero y por el actual Juan Manuel Urtubey y por
sectores de poder entre los que se encuentra la Unión Industrial de
Salta la que, junto con el gobierno provincial, desarrollan eventos y
actos gubernamentales para legitimar y promover el avance de la
deforestación y la imposición de un sistema de agricultura intensiva a
gran escala. El discurso del desarrollo productivista sigue
pregonando la creencia del derrame, como justificativo de la
depredación y concentración de la riqueza.
Como ejemplo de la importancia y “beneficios” del mito del
derrame que el discurso naturalizador proclama veamos que dicen los
empresarios y técnicos que este modelo de “desarrollo” genera en la
zona.
“Este movimiento de dinero trae como consecuencia un
derrame en las actividades de servicios, tales como el del
almacenaje” (…) "Bunge cuenta con plantas en Las Lajitas,
Mollinedo, Piquete Cavado y Macapillo. También se sabe que
se están planeando inversiones de otras empresas que ya
están incursionando en la zona, tales como Aceitera General
Deheza, Cargill y Luis Dreyfus" (…) “Por otra parte, el
42
Pool de siembra es la denominación que recibe en la Argentina un sistema de
producción agraria caracterizado por el papel determinante jugado por el capital financiero y la
organización de un sistema empresarial transitorio que asume el control de la producción
agropecuaria, mediante el arrendamiento de grandes extensiones de tierra, y la contratación de
equipos de siembra, fumigación, cosecha y transporte, con el fin de generar economías de escala y
altos rendimientos. Al finalizar la cosecha y realizarse el producto, las ganancias son distribuidas.
Legalmente son fideicomisos agropecuarios. La palabra inglesa pool -en este uso, significa "vaca" o
"colecta", es decir, se trata de un fondo que reúne el aporte en dinero de varios inversores, para
con ese dinero proceder a contratar los bienes y servicios necesarios para realizar una cosecha
agraria, y luego distribuir la ganancia entre los miembros del pool. El sistema desempeña un papel
dominante en la producción de soja en la que la Argentina se ha vuelto tercer productor mundial
en el mercado de venta del producto en bruto (semillas y porotos), y primero en el mercado de
aceites de soja.
43
El crecimiento del NOA. Agro: luces y sombras de un fenómeno que va más allá de la Pampa
Húmeda. La Nación - Suplemento El Campo, Nota publicada el día: 28/2/2005
desarrollo también se observa en las carreteras que, hace
algunos años atrás, eran casi inexistentes o muy malas. Una
recorrida por Salta permitió visualizar la repavimentación de
200 kilómetros, 100 que van desde Joaquín V. González hasta
Apolinario Saravia (ruta 30) y otros 100 que conectan "Las
Lajitas con Lumbreras" (Ruta 5).” "Se observa un esfuerzo
por mejorar los caminos". “En ocasiones los "forasteros" como
es el caso de Santos Uribelarrea (padre e hijo) vinieron hasta
Juana Azurduy, desde la pampa húmeda (desde el sur, como
aquí dicen) para quedarse. Producen cerca de 10.000
hectáreas y han construido casas y otras instalaciones que
permiten pensar que no son "aves de paso". "Eso es
indudablemente muy bueno para esta provincia (cursivas
nuestras)” 44 dijo Walter Bielicki, asesor privado de unas
20.000 hectáreas de la zona”45.
"La soja se ha transformado actualmente en el único cultivo
extensivo rentable en la zona", afirma Maggipinto técnico sojero.
Según un informe del INTA, en los últimos 5 años la producción de
soja se incrementó en 31 por ciento en todo el NOA. Santiago del
Estero produce en unas 735.000 hectáreas; Salta, 455.000; Tucumán,
253.000; Catamarca 40.000”46. El rendimiento medio oscila entre los
23 y los 24 quintales, aunque en algunos sitios ese nivel puede
duplicarse.
En las imágenes superpuestas satelitales del INTA puede
observarse a simple vista que la mayoría de los lotes agrícolas de la
provincia está en límite de la intensidad de uso. Esto es: no se están
realizando las rotaciones agronómicas recomendadas por los expertos
en siembra directa, sistema que ocupa casi la totalidad de la
superficie cultivada.
El presidente de la Unión, Industrial salteña Guillermo Jakúlica,
es el administrador encargado general del Ingenio El Tabacal y vocero
público de la vinculación de los agronegocios sojeros y azucareros y
también minero. En mayo 2009, dijo por un canal de televisión
salteño que el Estado debía acelerar los recursos para poner en
funciones el ramal ferroviario C 14 del “Belgrano Cargas”, “debido a
que el desarrollo de la región se potenciará con la salida al pacífico de
la producción minera en crecimiento y la producción de granos”. Este
ramal fue levantado durante la gestión del Presidente Carlos Menem
(1989-1999) junto a la mayoría de los ferrocarriles argentinos, el
ramal se encuentra privatizado en manos de representantes del
44
“El crecimiento del NOA”, Diario La Nación, 10 de Julio del 2011, www.lanacion.com.ar/682647-
el-crecimiento-del-noa.
45
“El crecimiento del NOA” idem anterior.
46
“El crecimiento del NOA” idem anterior.
gremio de camioneros. Jakúlica personalmente condujo represiones
con fuerzas de seguridad privada contra comunidades indígenas
guaraníes y enfrentamientos violentos a obreros de El Tabacal que
reclamaban y reclaman justicia en sus salarios reclamos, y actitud
que se mantiene hasta el día de la fecha47.
47
“SALTA: Tensión en el Ingenio Tabacal, empresa norteamericana desalojaría a obreros
utilizando la violencia”, COPENOA, en http://www.copenoa.com.ar/SALTA-Tension-en-el-
Ingenio.html, 5 de Septiembre del 2008. Ver también “Pueblos Originarios en defensa del
Territorio, Movimiento por la Madre Tierra, informe sobre algunos de los reclamos indígenas,
casos de violación a los derechos territoriales”, en
http://www.argentina.attac.org/documentos/12.19.htm
48
Programa de vigilancia social de las empresas transnacionales del sector agronegocios, Reporte
n° 05, “Informe de investigación sobre las operaciones de Monsanto en Argentina”, en
http://www.foco.org.ar/oet-documentacion%20y%20base%20de%20datos/oet-
reportes/Reporte.05.%20Monsanto.pdf
que Argentina se “posiciona como el tercer productor mundial de soja
transgénica después de Brasil y Estados Unidos. Ese año 2004 49, la
soja batió nuevos records de cosechas. También se informa que “se
conoció la muerte de por lo menos catorce indígenas por desnutrición
en el norte del país”. Paradójicamente, son estas provincias norteñas
las que en los últimos diez años percibieron un mayor avance del
monocultivo de la soja. “Hambre, exclusión y devastación, los pilares
del modelo de la soja”.
Algunos testimonios de indígenas muestran como la creciente
expansión de la frontera agrícola está dejando sin medios de
subsistencia básicos a estas comunidades, al mismo tiempo que se
dificulta el acceso a agua y a otros medios para la vida como los
recursos del bosque, donde se puede visualizar que el ecocidio está
directamente unido al genocidio.
49
Este informe fue realizado antes del lockout patronal de productores sojeros que hemos vivido
recientemente en la Argentina, en ocasión de un decreto presidencial que aumentaba las
retenciones y las hacía móviles.
50
Entrevista realizada por Emilse Caneda (2008) a Rogelio Segundo, representante del cacique de
su comunidad, La Curvita, en el departamento Rivadavia, tesorero de la Asociación Lhaka Honhat
(nuestra tierra), y miembro de la Organización de Naciones y Pueblos Indígenas en Argentina
(ONPIA). La Asociación Lhaka Honhat es la organización indígena más importante de Argentina,
reúne a 46 comunidades, en su mayoría wichí, y está reclamando la titulación de los lotes fiscales 55
y 14, ubicados en la cuenca del río Pilcomayo ante la Comisión 1nteramericana de Derechos
Humanos
Recursos Naturales no controla a los tractores que sacan de día
y de noche. Nosotros solos no podemos controlar. Cuando ya no
haya más monte, vamos a tener que ir a trabajar a las fincas…
Si no hay para comer, no importa, porque la tierra beneficia
más. Si tenemos la tierra, no nos pueden molestar. Ellos tienen
la tierra, y nadie los puede molestar. No le mezquinamos todo,
sino sólo el pedacito que necesitamos. Nosotros vamos a seguir
luchando, y si no nos quieren dar la tierra, más vale que nos
fumiguen a todos los indios 51. “Antes no teníamos necesidad de
pozos, porque pasaba el río Itiyuro y podíamos hacer represas.
El río se secó, o le cambiaron el curso. Las empresas
desmontaron y alisaron para poder sembrar, y entonces
taparon las aguadas, las cañadas y los lugares donde se
acumulaba el agua de lluvia para usar durante la sequía.
Taparon con tierra y sembraron. Tenemos este problema del
agua y el gobierno municipal no nos ayuda a poner pozos.
Desmontan miles de hectáreas. Por el desmonte y el alambrado
nos estamos quedando sin lugar. Las fincas y las empresas
alambran todo. –¿El desmonte y el alambrado afectan la caza y
la recolección en el monte? J.V.: Sí, mucho; «montear» ahora es
difícil. Además, fumigan los campos con los aviones, sobre los
animales. Ya no tenemos nuestra comida tradicional: se mueren
las abejas, las corzuelas, el quirquincho y la iguana. También
fumigan sobre la gente, y hay enfermedades. Antes éramos
más de 27 familias; la gente fue falleciendo... Luchamos contra
el Gobierno. Se cortan rutas... Se hacen pedidos... No vamos a
bajar los brazos... Yo me pregunto: ¿no sabe el Gobierno
Nacional o se hace el que no sabe? El Presidente de la Nación
está sabiendo perfectamente bien el tema de los indígenas.”52
51
Antonio Cavana es dirigente de la comunidad de Tonono, compuesta por setenta familias. Está
sobre la Ruta Provincial 86,. Entrevista realizada por Emilse Caneda (2008).
52
Juan Vega tiene 45 años y es cacique de la Comunidad Sopfwayuk, ubicada sobre la Ruta
provincial 86, en el Departamento de San Martín. Dicha comunidad está compuesta por 27
familias.
53
El Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) envió una carta documento por la que hace
uso de la opción de expropiación de 2.500 hectáreas situadas junto a la misión Lapacho Mocho,
sobre la ruta 86 en jurisdicción del municipio de Tartagal, como resultado de los reclamos
aborígenes. El Tribuno (Salta), 29 de diciembre de 2004, “Expropiarán 2.500 hectáreas junto a
Lapacho Mocho”, La comunidad aborigen mantenía cortada la ruta 86 pidiendo soluciones. Las
tierras representan una fracción de la propiedad de la firma Los Cordobeses que estaban
reservadas por ley nacional para este fin, con el objetivo de ser entregadas luego a la comunidad
aborigen que vive en la zona.
tierras echaron al capataz, armaron un campamento como medida de
protesta para evitar la expropiación y recuperaron el lugar. 54
La desmontadora se vincula con una empresa privada que
comenzaba el alambrado de 5600 hectáreas ubicadas alrededor de la
cuenca del río Itiyuro, una zona donde conviven unas seis
comunidades Wichís integradas por unas dos mil personas y que
posee pozos de agua que ancestralmente sirvieron de asentamiento
de otras comunidades. El capataz los denunció por privación ilegítima
de la libertad. Ellos afirman que la ocupación como acción directa es
una respuesta a la inacción del Poder Judicial. John Palmer,
antropólogo que trabaja en esas comunidades, informó que el año
pasado, cuando otras dos compañías encabezaron proyectos de
desmonte semejantes, sobre terrenos de diez mil hectáreas cada uno,
las comunidades acudieron a la Justicia antes de iniciar una acción.
“La respuesta fue absolutamente positiva: la Justicia ordenó paralizar
la obra, pero esa decisión nunca se llevó a la práctica.” Por esa razón,
la reacción esta vez fue distinta. “Acá se está diciendo que ocuparon
las tierras, como si fuera un corte de rutas, pero en realidad no
ocuparon nada, están al lado de su pozo de agua en un terreno que
les pertenece”, “rechazan el ingreso de extraños a las tierras que
ellos usan tradicionalmente”55.
El Secretario de Gobierno de ese momento, Raúl Medina,
manifestó que los aborígenes que protestan por los desmontes no
aceptan “que se trata de tierras privadas, cuyos proyectos
productivos fueron oportunamente aprobados por la Provincia y,
además, son constantemente monitoreados por la Secretaría de
Medio Ambiente.” En esa circunstancia, una representación de la
iglesia anglicana56 y ASOCIANA, una ONg que trabaja en el lugar,
presentaron un documento al gobernador Romero en el que los
aborígenes fijan su postura y piden “que cesen los desmontes, ya que
atenta contra su modo peculiar de vida”. En septiembre del 2006
continuó la protesta indígena57, en la finca Caraguatá Sur, en
cercanías de Tartagal, quemaron elementos de trabajo ya que
comenzaban también desmontes. El Ministro que viajó a la zona
54
Foto de Copenoa, en Reclamo y resistencia indígena en Salta,
http://www.copenoa.com.ar/Reclamo-y-resistencia-indigena-en.html
55
Entrevista realizada en el articulo “Una comunidad wichi resiste desmonte y alambrado de su
tierra,” Página 12, Argentina, 6-6-05, en http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-52024-
2005-06-06.html
56
En El Tribuno, “Tartagal, Expropiarán 2.500 hectáreas junto a Lapacho Mocho. La comunidad
aborigen mantenía cortada la ruta 86 pidiendo soluciones”, 29 de diciembre de 2004. Desde la
época de la última dictadura militar (1973-1984) autoridades gubernamentales provinciales realizan
denuncias sobre la injerencia Inglesa en la zona, a través de la Iglesia Anglicana, como “promotores” de
la resistencia indígena, siendo que sólo acompañan sus luchas.
57
“Aborígenes bajo la lupa: Preocupación del Gobierno Salteño” Por Radio Salta - Friday, Sep. 29,
2006 at 4:08 AM. http://argentina.indymedia.org/news/2006/09/446244.php
informó: que “un solo cacique juntó gente que no era de la zona para
iniciar una acción directa donde se nos informó que tenían armas y
que el objetivo era tomar la finca citada” (cursivas nuestras). Medina
afirmó que en esa protesta hubo “indicios de que la misma fue
promovida por personas vinculadas al Instituto Nacional de Asuntos
Indígenas (INAI)”. “Si al organismo nacional realmente le interesan los
indígenas no debería promover hechos de violencia y
enfrentamientos”, de esta manera debilita y descalifica a la
institución nacional gubernamental como “incitación a la protesta” y
de apoyo “externo”. “No creo en las coincidencias, creemos que hay
un intento por desestabilizar la región para presionar con una
protesta el tratamiento de la Ley de Suspensión de Desalojos de
Comunidades Indígenas en Diputados que no aporta una solución de
fondo”, (…) “este tipo de accionar está buscando tener alguna
víctima” (cursivas añadidas). La seriedad de estas declaraciones
además de visibilizar la lucha interna entre el gobierno nacional y
provincial, muestra una vieja estrategia de los sectores de derecha
para neutralizar el conflicto social criminalizando a las víctimas e
inculpando a intelectuales y organizaciones de apoyo
gubernamentales o de base de incitar a la violencia y de esa manera
justificar la represión. El gobierno provincial criminaliza la protesta,
llegando al extremo de denunciarlos por posesión de armas.
Leda Kantor (2007), muestra a través del relato de las luchas
indígenas que el gobierno provincial continuamente los reprimió, en
algunos casos judicializó la lucha y en otros coopto a algunos
dirigentes para debilitarla. En una instancia de encuentro entre los
caciques y el gobierno para una eventual negociación se produjo una
fuerte represión a mujeres, ancianos y niños. Un anciano fue
internado y luego falleció.
Este entramado de relaciones sociales y omisiones devela la
estructura arborescente del colonialismo interno y los distintos
actores involucrados. En ocasión de un litigio entre aborígenes y la
venta de tierras que eran una reserva forestal de la Provincia,
llamado el caso Olmedo58 para ser entregadas para la explotación de
58
Olmedo tiene 110 mil hectáreas, tres aviones y es el mayor productor sojero individual con
tierra propia factura más de u$s 50 millones solo con el poroto de soja que vende a las exportadora
(Alfredo Olmedo, verdadero rey de la soja, en Fortuna web, 12/3/2010 en
http://fortunaweb.com.ar/alfredo-olmedo-el-verdadero-rey-de-la-soja/). Parte de esas hectáreas
fueron cedidas por la Provincia de lo que era antes una reserva denominada Salta Forestal. Las
empresas formadas por Olmedo y otros socios no pagaron el canon que les correspondía. En estos
momentos el gobierno provincial está tratando de cobrarlo. El Ministro de Hacienda actual
informó que “el monto que corresponde pagar a esta empresa es de $1.305.000 por año en concepto
de canon. Antes de esta renegociación, las empresas involucradas no pagaban nada de canon hasta
el año 21 de concesión de las tierras, cuando se debía comenzar a pagar un canon anual de 50 mil
dólares”. (Olmedo debe renegociar el contrato de Salta Forestal, en Nuevo Diario de Salta, Viernes,
23 de Octubre de 2009. 07:41hs. En http://www.informatesalta.com.ar/noticia.asp?q=10217)
soja a grupos privados, el Diario El Tribuno, de propiedad del
gobernador, hizo un suplemento cuya tapa decía “Civilización o
Barbarie”. La foto de tapa era una familia Wichí adelante en primer
plano y atrás un rancho, haciendo referencia a que eso es la
“barbarie”, la que se opone al “desarrollo” de la expansión de la soja.
considera que los principales factores que generan el incremento de los precios: son el fomento en el
uso de biocombusitbles, el cambio en las costumbres alimenticias, las extensas sequías como las que
se han dado en Australia y el elevado precio del petróleo. (En “Biocombustible impulsa hambre y
deforestación” EL MUNDO | 13.04.2008, http://www.dw-world.de/dw/article/0,,3263978,00.html).
La directora del Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PAM), Josette Sheeran, advirtió que
la subida del precio de los alimentos de base equivale a un “tsunami silencioso”. El director gerente
del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, afirmo ó que “si los alimentos
continúan siendo tan caros como hasta ahora la población de una gran cantidad de países podría
verse ante consecuencias terribles” en la reunión del Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial en Washington "Cientos de miles de personas morirán de hambre, miles de niños sufrirán
los efectos de una alimentación deficiente". Ver http://medios.batiburrillo.net/2008/04/22/reunion-
de-expertos-para-frenar-la-subida-de-precios-en-los-alimentos.html.
60
“Víctimas del hambre en Salta”, 23 de Agosto de 2007; en http://wichiwet.org//index.php?
option=com_content&task=view&id=22&Itemid=2
61
Publicado en http://marcialcandioti.wordpress.com/2007/12/05/hambre-desnutricion-fallo-de-la-
corte-suprema-de-justicia-contra-el-estado-nacional-y-el-gobierno-del-chaco-a-favor-de-las-
comunidades-aborigenes/, diciembre 5 del 2007. Sin embargo las muertes por hambre continuaron
en esa provincia, a pesar del pedido del Defensor del Pueblo, ver “El hambre en el Chaco,
http://www.nuevoencuentro.com/modules.php?name=News&file=article&sid=2081, 10 de agosto
del 2008.
misma, se producen una serie de declaraciones y acuerdos
“humanitarios” de ciertos OID.
En el Documento Final de la Cumbre Mundial sobre
Alimentación, realizada en noviembre de 1996 en Roma por la
Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se adoptó
por consenso el "derecho de todos a tener acceso a alimentos
adecuados y el derecho fundamental de todos a no pasar hambre". El
hecho de que se deba inventar el derecho a no pasar hambre es un
síntoma de las contradicciones de la democracia, el capitalismo y los
mitos del desarrollo. Luego de más de tres siglos de la declaración de
igualdad de los ciudadanos y de otros tantos de capitalismo y de la
creencia en que el desarrollo basado en el “crecimiento económico”
traerá bienestar a las personas, miles de personas mueren por
hambre. En el momento de la firma del documento, la delegación de
la administración Clinton, en declaración oficial que quedó a manera
de "reserva oficial", es decir, de "no compromiso", señaló que
"Estados Unidos cree que este es un objetivo o una aspiración para
ser realizada de forma progresiva pero que no plantea ninguna
obligación internacional ni reduce las responsabilidades de los
gobiernos nacionales hacia sus ciudadanos". La reserva oficial de USA
muestra el desinterés y el no compromiso del imperio neocolonial
americano por el hambre en el mundo, ni siquiera desde su lado
humanitarista. Sin contar que estas declaratorias son de tal nivel de
generalidad que no comprometen a los estados miembros.
Por otra parte, el Consejo de la FAO (Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) ha proclamado
el derecho a la alimentación a través de las llamadas “directrices
voluntarias internacionalmente aceptadas” para la realización
progresiva de la concreción de este derecho (noviembre de 2004)
aprobadas por todos los gobiernos (FAO: 2005, cursivas añadidas). Se
dice que son “pioneras”, ya que establecen una definición
internacionalmente aceptada del derecho a la alimentación, así como
medidas prácticas para materializarlo pero, al mismo tiempo, está
mostrando que miles de personas mueren por hambre. Por otra parte,
la FAO “asume la responsabilidad internacional de monitorear e
identificar los países y regiones donde existen situaciones críticas de
escasez de alimentos”, identificando tres niveles de escasez:
perspectivas desfavorables para las cosechas, déficit de suministro de
alimentos en el mercado o problemas de distribución de excedentes
locales y/o exportables. Es interesante señalar que el caso de
muertes por hambre en el norte argentino no se adecua a ninguna de
estas causales aunque vinculadas a la escasez de alimentos.
Paradojalmente aumenta la producción agrícola, las cosechas son
cada vez más favorables así como los excedentes exportables y el
hambre aumenta.
Por otra parte, las preocupaciones “humanitarias” por el
hambre en el mundo rápidamente se asocian con intereses utilitarios
vinculados a la lógica de la rentabilidad, de la expansión del capital y
a factores políticos contradiciendo su intención “humanitaria”. El
hambre es visto como una amenaza a la “gobernabilidad”, para que
los intereses del gran capital no se vean opacados por protestas
sociales. Para Dominique Strauss-Kahn, ex director gerente del Fondo
Monetario Internacional, el hambre "no es sólo es una cuestión
humanitaria y económica, sino también un tema que atañe a la
democracia”62. El discurso humanitarista de estos organismos que se
alarma con el hambre y la suba del precio de alimentos, considera
que las personas bien nutridas son una inversión de alta
“rentabilidad”63, y por otro lado, se sigue insistiendo en inversiones
agrícolas de alta productividad como solución 64, siendo que estas son
las que lo producen.
Ese mismo año, en marzo del 2004, se produce un hecho
fundamental para las modificaciones de los problemas que
reproducen la pobreza y el hambre. Junto a la declaración de los
derechos a la alimentación de la FAO, Estados Unidos de Norte
América anuncia su política de convertir alimentos en combustible a
partir de la producción de etanol y biodiesel. La relación entre la
cantidad de alimentos que se necesitan para producirlos y resolver
en parte los problemas que ocasiona la suba en los precios del
petróleo a los monopolios automotrices es alarmante, dado los
efectos que tendrá en la oferta de bienes básicos para la
alimentación, como el azúcar, el trigo, el maíz, las oleaginosas y la
propia soja. Se requieren 320 millones de toneladas de maíz para
producir 35 000 millones de galones de etanol. Dice Fidel Castro
“Aplíquese esta receta a los países del Tercer Mundo y verán cuántas
62
Dominique Strauss-Kahn alerto que “Si los alimentos continúan siendo tan caros como hasta
ahora la población de una gran cantidad de países podría verse ante consecuencias terribles”.
"Cientos de miles de personas morirán de hambre, miles de niños sufrirán los efectos de una
alimentación deficiente". En “Biocombustible impulsa hambre y deforestación”, Diario EL
MUNDO | 13.04.2008, http://www.dw-world.de/dw/article/0,,3263978,00.html
63
La FAO plantea que “una persona bien nutrida puede aprovechar mejor las oportunidades
económicas. Invertir en la erradicación del hambre es también una inversión en bienestar
económico, con una alta rentabilidad, y en una mejora de la sanidad y la educación” (cursivas
nuestras), en “Resumen sobre el Comité de seguridad alimentaría de la FAO, Federación
internacional de productores agropecuarios, Roma, 30 de octubre - 4 de noviembre de 2006,
http://www.ifap.org/es/publications/er-fao-cfs-11-06.html
64
Dice la FAO “La segunda lección es que el crecimiento agrícola es fundamental para la
reducción del hambre en los países en vías de desarrollo donde tres cuartas partes de los pobres
viven en zonas rurales. Aumentar la productividad de la agricultura estimula la demanda de
productos no agrícolas en las zonas rurales y el incremento de los ingresos de origen no agrícola”
(FAO op. cit.)
personas dejarán de consumir maíz entre las masas hambrientas de
nuestro planeta. O algo peor: présteseles financiamiento a los países
pobres para producir etanol del maíz o de cualquier otro tipo de
alimento y no quedará un árbol para defender la humanidad del
cambio climático. Otros países del mundo rico tienen programado
usar no sólo maíz, sino también trigo, semillas de girasol, de colza y
otros alimentos para dedicarlos a la producción de combustible”65.
Para Josué de Castro (1951), los bolsones de muerte por
hambre son una muestra de cómo opera las relaciones de dominación
local en su vínculo con la Geopolítica mundial sobre todo a partir de
relaciones neocoloniales capitalistas y las formas en que se produce
la dominación social a nivel local. Él estaba poniendo en cuestión las
visiones evolucionistas, desarrollistas y neo-Malthusianas de la
pobreza y el hambre66. En el libro Siete palmos de terra e um caixao,
ensaio sobre o nordeste do Brasil, uma area explosiva (1965b), en el
capítulo denominado a “reinvençao dos mortos”, explica entre otras
cosas como, para los campesinos nordestinos la muerte no cuenta, lo
que cuenta es la vida, puesto que la vida no les pertenece 67. La larga
experiencia de más de cuatro siglos de un régimen agrario de tipo
“feudal escravocrata” productor de azúcar y la resistencia invencible
de este régimen a ceder a cualquier exigencia o reivindicación de los
campesinos para mejorar un poco sus trágicas condiciones de vida,
“acavarom por dar a esta gente o sentimento da inutilidadade de
cualquer esforco para sair do atgoleriro da sua miséria”. Los
problemas alimentarios derivan, en última instancias de las relaciones
65
“Condenados a muerte prematura por hambre y sed más de 3 mil millones de personas en el
mundo”, en Digital Gramma internacional. Marzo 28 del 2007, en
http://www.cuba.cu/gobierno/reflexiones/2007/esp/f280307e.html
66
El neomaltusianismo fue y es promovido por los pensadores de las teorías del desarrollo ortodoxo
y por instituciones “promotoras de desarrollo y progreso” de los EEUU como “La Alianza para el
Progreso”. Ésta tenía como uno de sus mandatos más importantes, el desarrollo de tecnologías de
control de la natalidad, durante los 60’, para disminuir el crecimiento de la población. A su vez, la
Three Lateral Commission, propiciada por David Rockefeller, preocupada por diseñar escenarios
futuros del desarrollo del capitalismo global, siguió la línea de la Alianza para el Progreso, de años
anteriores, con una visión de la reproducción de la pobreza también Neo- Malthusiana,
recomendando el control de la natalidad de las poblaciones, junto al control sobre las fuerzas
productivas de los países pobres, para parar su crecimiento y su capacidad de producción, ante la
creencia de que si estos crecían (al mismo ritmo que lo hacían los países más ricos), los recursos
energéticos y naturales se agotarían. Esta posición se tradujo en la teoría del crecimiento cero
incluida en el Repote Meadows de 1972, difundido por el Club de Roma (Matozzo de Romualdi, L.:
1999).
67
“De ella nada tiran, además del sufrimiento, del trabajo e esfaltante e da eternan incerteza do
amanha: da amenca constante da seca, da policia, da fome e da doencia”. Para ellos su muerte es
una cosa cierta, segura y garantizada. “Um direito que ninguem lhes tira: o seu direito de escapar
um idia pela porta da morte, do cerco da miseria e das injusticas da vida. Tudo o mais é incerto,
improvável ou impossível”.
de dominación heredadas del colonialismo (Ricardo Abramovoy:
1996, De Castro: 1951)68.
El acontecimiento
La zona del caso de estudio también se caracterizó por
reclutamiento de mano de obra semi-servil, como el caso de las
poblaciones del nordeste brasileño que estudia De Castro, para los
ingenios como el San Martín del Tabacal y el Ledesma, a partir del
primer cuarto del siglo XX, además del trabajo en las haciendas o
fincas azucareras. Inclusive, muchas de las misiones religiosas que se
asentaron en esta fecha fueron promovidas por los dueños de los
ingenios para controlar la mano de obra indígena para la cosecha del
azúcar.
En Octubre del 2008 la agencia Copenoa69 da a conocer como
noticia que “Mueren dos niños aborígenes luego de pasar tres días
sin comer en una finca en Tartagal”. "Los niños de entre un mes y dos
años fallecieron por desnutrición en la finca Nuevo Horizonte, ubicada
en el paraje Caraguata distante a 80 kilómetros de la ciudad de
Tartagal, al norte de la provincia de Salta. Los pequeños no habían
ingerido alimentos y tomado agua durante tres días". "Las
denigrantes condiciones de esclavitud a los que son sometidos los
aborígenes en las fincas rurales de la zona del departamento San
Martín, se cobraron estas pequeñas vidas" se informa. El noticiero
Video Tar, dice que “los nenes, uno de 23 meses y otro de sólo un
mes, desde hace tres días no ingerirían ningún tipo de alimentos ni
líquidos afectados por una infección". "Murieron como perritos" afirmó
personal del Hospital de Tartagal. Los niños eran hijos de un
trabajador que estaba viviendo bajo un plástico mientras trabajaban
en negro en esa finca70.
En febrero de 2011 de nuevo las muertes por hambre en la
zona vuelven a ser noticia periodística, esta vez son siete niños los
muertos por desnutrición. Todos pertenecían a la etnia Wichí y todos
fallecieron a causa del estado de desnutrición en que se encontraban
y debido a diarrea estival como causa desencadenante.
68
Josué de Castro, en la Geografía del Hambre (1951) estudia los regímenes alimentarios de cada
región brasileña a partir de las posibilidades ofrecidas por los suelos el clima, la vegetación, pero
también por la manera que se organiza la apropiación de la tierra y las relaciones con el trabajo.
Josué de Castro además, como dependendista, debate la nominación de subdesarrollo a nuestros
países y explica estos procesos y el hambre que producen, en base a las relaciones de explotación a
nivel internacional y nacional, además de la concentración de la riqueza creciente
69
Colectivo Periodístico del NOA, Noticia del martes 7 de octubre del 2008.
http://www.copenoa.com.ar/SALTA-Mueren-dos-ninos-aborigenes.html.
70
En Elena Luz González Bazán “La muerte blanca en Salta (Parte I)” en Argenpress.info, Prensa
Argentina para todo el Mundo, 15/10/2008, http://www.argenpress.info/2008/10/la-muerte-blanca-
en-salta-parte-i.html
El actual Gobernador de la Provincia de Salta. Juan Manuel
Urtubey, ante el acontecimiento afirmó que las muertes de estos
niños "son un problema cultural, no sanitario ni social, porque los
aborígenes no concurren al hospital (añadidos nuestros)”, es decir los
Wichís dejarían morir a sus niños. “El eje de la cuestión es fortalecer
en términos sanitarios y culturales la inclusión. Yo no transfiero
nuestra responsabilidad pero debemos advertir que allí (en el tema
cultural) está el verdadero problema”71. Es decir no se trata de un
problema social, debido al despojo, la deforestación, la concentración
de la tierra, la apropiación de altas rentas por sectores de poder sino
que es meramente un problema de la cultura de estas poblaciones y
de intervenciones sanitarias. El verdadero problema, según el
gobernador, está en sus propias víctimas. Estas representaciones de
los gobernantes salteños sobre la desnutrición de indígenas son
persistentes a lo largo del siglo XX, como veremos más adelante. Es
un habitus neocolonial de “larga duración” basado en un fuerte
racismo indio por parte de las elites gobernantes. Estas prácticas
fundamentan las coerciones vinculadas al trabajo y la represión de las
protestas, que se despliegan a través de variados dispositivos y
tecnologías disciplinatorias sobre las poblaciones percibidas como
pertenecientes a “culturas” consideradas directa o indirectamente
“incivilizadas”.
Las declaraciones de JC Romero, el ex gobernador durante el
periodo 1995-2007 en estas circunstancias también reproduce esta
visión culturalista y paternalista de las causas de muerte por hambre.
Para él, no se puede dejar librada a la "intuición" de los padres la
posibilidad de alimentar a sus hijos; el gobierno es el que debe ir a
dárselos en la boca. El problema, entonces, es considerado sólo
sanitario obliterando la expansión del capitalismo de la soja del que
es cómplice directo72.
71
En Según Urtubey, los aborígenes desnutridos no van al hospital “por una cuestión cultural”, 9-
02-11, http://www.lapoliticaonline.com/noticias/val/71200-6/segun-urtubey-los-aborigenes-
desnutridos-no-van-al-hospital-%E2%80%9Cpor-una-cuestion-cultural.html
72
“Priorizar alimentos y orientar estrategias nutricionales es tarea del Estado. Dejarlo librado a la
buena voluntad o a la intuición de los intendentes, los padres o tutores es la opción equivocada,
cuyos resultados hoy se perciben en las comunidades del norte. Tampoco se puede confundir
mortalidad infantil con desnutrición infantil. Son cosas claramente diferentes. Para enfrentar la
desnutrición es necesario que actúen con energía los agentes sanitarios, tal como lo hacían hasta
hace tres años, llegando a los hogares con todos los recursos para detectar de manera temprana las
falencias nutricionales de un niño….. Salta es una provincia pobre. Nadie puede asombrarse por
ello. Contra la pobreza, la marginación y la exclusión no podemos pelear solos. Lo dijimos hace
quince años y lo repetimos ahora. Se necesita un gobierno nacional que entienda que el desarrollo y
la inversión en las zonas postergadas es la puerta por la que saldrán de la pobreza miles de familias.
Pero con la desnutrición es otra cosa: se trata de un problema de gestión. No se puede estar
cambiando planes probadamente exitosos por recetas foráneas y es contraproducente buscar
réditos políticos en cada acción.” En Romina Chávez Díaz “Las mentiras de Juan Carlos Romero y
la “desnutrición cultural” de Urtubey” , artículo que reproduce un texto de la página web del ex
Gobernador que yo no se encuentra colgado titulado “Contra la pobreza, la marginación y la
Este discurso, se ve justificado por otros actores políticos que
toman posición en el acontecimiento. Un candidato a Diputado
provincial por el Frente Grande, partido que apoyaba la reelección del
gobernador Urtubey en ese entonces, para las elecciones realizadas
en abril del 2011, afirma en un diálogo de Facebook con la autora de
este artículo lo siguiente73: “¿Qué se hace en el fondo con los Wichís?
Una, sería no desmontar, ahora, si los desmontes siguen y tienen un
consenso de todo el senado y 57 de 60 diputados, habría que pensar
alternativas. ¿Se los integra? ¿Se les da comida en forma
permanente, en el marco de una cultura recolectora? Uno podría
decir: cambiar el consenso, ganar elecciones y poner diputados
conservacionistas. Si uno lo piensa, es probable que nuestra sociedad
nunca apoye estas medidas con un consenso suficiente. No conozco
sociedad en el mundo que haya optado por no crecer”. Se observa
cómo este acontecimiento visibiliza la visión productivista y
evolucionista de la expansión del capitalismo sojero por encima de la
vida de las personas.
Parte de las explicaciones culturalistas de las causas de la
pobreza y el hambre se sostienen en la creencia de que el
alcoholismo las provoca; ésta es también una tematización
persistente en el habitus neocolonial de las elites salteñas, como
veremos en el apartado siguiente.
Una técnica que participó de este debate abona la visión
culturalista del Gobernador y además pone el énfasis en el
alcoholismo y la vagancia para argumentar los “factores culturales”
temática también persistente en el habitus neocolonial de larga
duración.
“El problema de la desnutrición aborigen, sí que es
consecuencia de lo cultural, lo vi cuando estuve en Rivadavia
Banda Norte y Sur. El aborigen recibe el subsidio y al rato está
comprando alcohol etílico para preparar las bebidas que
consumen las 24 hs. de los 365 días del año. Fui testigo de
entrega de leche y alimentos no perecederos por parte de la
Municipalidad y del Hospital. Todo lo que reciben lo
"Venden"!!!!!!. Ello no quita que no se haga foco en las muertes
de los niños, porque es terrible que esto suceda, pero no toda la
culpa la tiene es Estado. El aborigen vive y piensa de una
manera, es muy difícil negociar con ellos, no son personas para
nada "tontas", saben bien lo que quieren, lo que hacen y la
consecuencia de sus actos (…). Existe muchísima gente que
percibe subsidios por parte del Estado sin prestar
exclusión no podemos pelear solos”, Salta 21, 23-2-11 http://www.salta21.com/Las-mentiras-de-
Juan-Carlos-Romero.html
73
Estos diálogos tuvieron lugar entre el 15 y el 20 de febrero del 2011 y figuran en
http://es.scribd.com/doc/50675172/muerte-por-hambre-de-los-whichies-dialogo-en-face-book-
neocolonialismo-Inicio
contraprestación alguna y ello hace que se fomente el hábito de
la "vagancia" y de la idea de que "todo le sea otorgado
fácilmente". A éstos percibidores de la ayuda social los
debieran poner al frente de los comedores ya que son sus hijos
los que concurren a las escuelas. (…) Al eje del problema hay
que atacarlo de raíz, educando a las comunidades para que
tomen consciencia de que la ayuda que reciben es para
satisfacer sus NBI y no para desviarla en otra cosa" (Luciana
Ruiz, cursivas nuestras)
“La otra vez fuimos noticia porque cortamos la ruta, por los
pozos petroleros, pero ¿quién se va a acercar ahora por los
niños que mueren de hambre, hermano? El niño no habla, no te
puede decir tengo hambre, y son sólo los papás los que los
están mirando y los tienen en los brazos hasta que se mueren”
“La radio y la tele, que están acá a la vuelta nomás, dicen que
‘es un problema cultural’. Mentira. ‘Es un problema indígena’,
“Cortan el hilo por lo más delgado. Si nosotros tuviéramos todas
las tierras, el río, el pescado, las frutas, las plantas….., no se le
pide a nadie nada. Cómo va a hacer una madre con sus hijos, si
no le puede dar la fruta, ni el pescado? Acá en el norte hay
mucha riqueza en la tierra, ¿pero cómo llegar si está todo
alambrado y no podés pasar porque te meten tiro o te mandan
a la policía?” “El departamento de San Martín empieza en
Embarcación y termina en Bolivia. Son cien kilómetros de ruta.
74
Jefe del Programa Medical Service ver www.xing.com/profile/FelipeAdolfo_Calvet
Al este están las sojeras, todos los días los aviones están
tirando cagada y veneno, matando a los pueblos indígenas
todos los días. Al oeste, están las petroleras, que envenenan
todo, los ríos, la tierra, y matan a los animales, y eso nadie lo
dice”. (Eduardo Paliza75, dirigente obrero e indígena de la zona).
81
“Según el Informe Geo Argentina, los factores básicos de riesgo ambiental para la salud
relacionados con la deforestación, son el aumento de las catástrofes naturales y de los animales
transmisores de enfermedades (vectores). En este sentido, la Organización Mundial de la Salud
señala a la deforestación como un factor más que -junto al desarrollo agrícola, los embalses y los
planes de regadío- puede desencadenar brotes de enfermedades parasitarias u otras de carácter
infeccioso favoreciendo la difusión de los mosquitos propagadores del paludismo o de los moluscos
de agua dulce que difunden la esquistosomiasis. Entre otras enfermedades afectadas por los
cambios ambientales se hallan la filariasis linfática, la fiebre dengue, la leishmaniasis, la
enfermedad de Chagas y la meningitis bacteriana (Informe sobre las Enfermedades Infecciosas,
Eliminar Obstáculos al Desarrollo Sustentable citado en IEDPN: 2009)
Para los mitos de la modernidad, tanto como para el desarrollo
y el capitalismo imperial globalizado, la construcción de la pobreza
como problema, parafraseando a Foucault (1981 [1966], 9-10), es la
historia del “otro”. Aquel que es a la vez interior y extraño a una
cultura. Por ello debe excluirse, conjurarse y distinguirse pero que a
través de ciertas identidades es nombrado y clasificado. Forma parte
de la historia del orden de las cosas, de su naturalización 82. En este
sentido, la pobreza es la alteridad de los poderosos, es la alteridad
de las utopías de la “modernidad” y del “desarrollo”. Cuando la
pobreza se asocia a la “cuestión del indio” es una alteridad neo
colonial radical vinculada al inveterado racismo “indio”. Entiendo que
la cuestión del indiotrata de una forma particular de afrontar
problemas entre la desigualdad social y étnica y su problematización.
No es lo mismo que la llamada “cuestión social” que intenta resolver
el hiato o la aporía entre la desigualdad social y la igualdad jurídica
del ciudadano, según el pensamiento francés. La “cuestión” o el
“problema del “indio” atraviesa los tiempos coloniales, republicanos y
el presente de la democracia neoliberal. Usamos aquí la idea de
cuestión del indio también como formando parte de un racismo anti
indígena, que es el núcleo duro del discurso civilizatorio
latinoamericano. Si bien abreva de las reflexiones de Maritategui
sobre la cuestión del indio como problematización de las elites ,
plantea que no es necesario que estén a la vista las luchas sociales
indígenas o que haya discusiones y dispositivos explícitos de
blanqueamiento o dominación, el indio aparece soterrado en un
racismo a veces visible y otras que sale a la luz en eventos críticos
como este que develan los rangos de las diferencias de derechos, de
identidades y de tipos de ciudadanía. Es lo que Manrique (1999),
desde otro lugar, denomina el racismo antí-indígena 83. En cada
82
“La historia de la locura sería la historia del “otro” –de lo que, para una cultura, es a la vez
interior y extraño y debe, por ello, excluirse (por conjurar un peligro interior), encerrándolo (para
reducir la alteridad); la historia del orden de las cosas sería la historia de lo mismo- de aquello que,
para una cultura, es a la vez disperso y aparente y debe, por ello, distinguirse mediante señales y
recogerse en identidades. Y si soñamos que la enfermedad es, a la vez, el desorden, la peligrosa
alteridad en el cuerpo humano que llega hasta el corazón mismo de la vida, pero también un
fenómeno natural, que tiene sus regularidades, sus semejanzas y sus tipos, veremos qué lugar
podría ocupar una arqueología de la mirada médica” (Foucault (1981 [1966]:9-10)
83
Según Manrique, “existe consenso en torno a que el racismo anti-indígena es uno de los
componentes fundamentales de la dominación social instaurada por las repúblicas oligárquicas. El
racismo cumple una función decisiva en la legitimación de las exclusiones, pues «naturaliza» las
desigualdades sociales, consagrando un orden en el cual cada uno tiene un lugar inmutable, en
tanto éste no aparece fundado en un origen social sino anclado en la naturaleza. Como toda
creación humana, el racismo tiene una historia que puede ser reconstruida. En la dinámica social,
el racismo es, ante todo, una ideología y, como tal, sirve para consagrar un status quo determinado,
de manera que va cambiando de acuerdo a cómo cambian las relaciones socioeconómicas y las
correlaciones de poder establecidas. No existe pues un racismo. Como toda construcción histórica,
éste asume diversas formas de acuerdo al contexto social en que se genera. Su historia no puede
desvincularse de la historia social.” (Manrique,1999)
espacio social, la cuestión del indio adquiere formas particulares y
contextualizadas en un presente histórico que le da inteligibilidad y
condiciones de posibilidad. El rol fundamental del estado en estos
acontecimientos está enmarcado para Rivera Cusicanqui “en una
situación colonial más amplia y estructurante, donde la matriz
cultural e ideológica de Occidente se instala en el Estado y desde allí
nombra, enumera, oprime y jerarquiza los diversos pueblos y culturas
nativas (…) en base a su (relativa) condición humana. Estos "otros",
semi-humanos, a los que marginaliza por sus diferencias, han sido en
realidad, heredados como súbditos de una república nacida del
derecho de conquista. La práctica de la opresión colonial se
reproduce así, aún en los espacios más avanzados de la modernidad
ilustrada y en los nuevos mecanismos de mediación populista
injertados en el Estado” (Rivera Cusicanqui: 2004b).
Seguidamente veremos de manera muy sucinta como, a lo
largo del siglo XX en los discursos gubernamentales en Salta,
aparecen persistentemente explicaciones de las causas de la pobreza
y el hambre, nombrando y representándose a la pobreza en su
homologación con lo indio, mostrando así, su linaje genético con las
recientes declaraciones de gobernadores ante las muerte por
hambre, producidas en las zonas de expansión de la soja. Es sobre
todo el saber médico el que lo legitima vinculado con intensiones de
modificar “hábitos” que se consideran la causa de la pobreza, la
desnutrición o la muerte por hambre.
A mediados de siglo, se desarrolla el saber-práctico de la
medicina social que, podríamos decir, forma parte de la biopolítica
higienista de esa época84. Este campo de saber se aplica a las
denominadas culturas nativas (eufemismo para lo indio) y sus
condiciones de vida. Preocupación, además vinculada a un
corrimiento que producen las elites locales de la representación de
las elites del centro sobre todo porteñas, donde Salta junto con otras
provincias del Norte Argentino, es vista como un espacio social
periférico, vinculado a la gran clasificación argentina entre capital e
interior (bárbaro, criollo, mestizo), pero también por ser un espacio
geográfico donde se cree se encuentra el atraso, la pobreza, las
enfermedades degenerativas debido, todo ello, a la existencia de
poblaciones llamadas, de diferente manera por las voces autorizadas:
nativas, autóctonas, criollas, indias, rurales, etc. La representación de
debilidad de la población rural y de las poblaciones “nativas” se
vinculaba –sobre todo, durante la primera mitad del siglo XX, aunque
sigue metamorfoseada hasta el presente como hemos visto-,
84
La biopolítica a través del higienismo, tiene entre sus objetivos fundamentales aumentar la
productividad del trabajo, lograr el disciplinamiento de la clase obrera y dar solución a los abusos
de la caridad por medio del “derecho” a la asistencia estatal y a la profilaxis social
principalmente a enfermedades endémicas y a pautas culturales que
se cree tiene esa población “rural” (en términos genéricos) como el
alcoholismo y la tradición de mascar coca -propia de la zona andina-,
las cuales se creían eran una traba para la denominada profilaxis
social, para el desarrollo y para la civilidad.
Los factores “sociales de la enfermedad” serían la miseria, la
ignorancia, la vivienda insalubre, la alimentación inadecuada, que
hacen referencia a “hábitos culturales”. Se jerarquizan así acciones
que promueven “estudios sistemáticos” de diagnóstico que ayuden a
generar políticas de salud pública para enfrentar estas cuestiones que
son problematizadas y, por lo tanto, hay que atacarlas. Las
problematizaciones sociales las entendemos, tanto bajo la influencia
de Focuault como de Lenoir y Bourdeiu, en el sentido que son
temáticas que irrumpen en variados campos de saber poder experto
(sobre todo en el médico), para diagnosticar e intervenir con
dispositivos diferentes, desde la violencia y la represión, al
integracionsimo compulsivo, o el indigenismos miserabilista 85. El caso
que abordamos aparece reiteradamente en el largo tiempo en lo que
en Salta se denominaba cuestiones de “orden social” en los informes
gubernamentales de hasta la década de los 60’ o también el
“problema del indio”, como lo muestra una viñeta periodística.
Para el higienismo neo-Lamarckiano, que se desarrolla en la
primera mitad del siglo XX (Ley Stepan, Nancy: 1991 y Ramacciotti,
Karina Inés: 2004), el alcoholismo era un veneno racial y una tara
propia de las clases que las elites consideraban inferiores, por lo que
debía ser erradicado. Encontramos que en los médicos higienistas
salteños, sobre todo entre los gobernadores, el consumo de coca
también se asimilaba a un veneno racial (Álvarez Leguizamón: 2004),
seguramente lo sería también para un gran grupo de sus colegas. A
partir de la década del 30’ observamos preocupaciones asociados a la
especialidad de la llamada “medicina social”, la que pone especial
atención en los “factores indirectos”, llamados “sociales” de las
enfermedades. En la transformación de mediados de siglo del partido
peronista este campo de saber se gubernametnaliza e
institucionaliza. Luego en los 60’, junto a la medicina “social”, toma
importancia la especialidad denominada “patologías regionales” o
“del subdesarrollo”.
85
Me remito aquí al hecho de que ciertos problemas no se convierten en problematizaciones
sociales automáticamente. Hay un proceso social por el cual una cuestión se incorpora en la agenda
pública. Este implica la acción de muchos actores que presionan para que sea puesta y considerada
como tal. En este campo de fuerzas, las ciencias sociales juegan un rol fundamental en la pretensión
de universalización y de objetividad del tratamiento de esos problemas. (Bourdieu: 1989, 38;
Lenoir: 1993).
El diario La Provincia de Salta, en 1924 86 en un artículo titulado
“El problema del alcoholismo en el Norte. Actitud del Departamento
Nacional de Higiene. Clara visión de nuestro gobernante” reproduce
una serie de medidas de Gregorio Araoz Alfaro quien era en ese
entonces Director del Departamento Nacional de Higiene de la
Nación, durante la Presidencia de Mariano Torcuato de Alvear, un
radical anti Yrigoyenista. El artículo pone énfasis en que el
alcoholismo es un veneno racial y además un “vicio”, “propio de las
poblaciones nativas del norte”. La relación entre alcoholismo
subsumido en enfermedades “nerviosas y mentales” gana una
dimensión sanitaria y racista. Aráoz Alfaro manifiesta que en estas
provincias “la embriaguez (es) brutal casi cotidiana” (cursivas
nuestras). La noticia cuyo título ya es sugerente, al asumir que el
alcoholismo es un “problema” viene a apoyar además las medidas
tomadas por “nuestros gobernantes”, en ese entonces el gobernador
de Salta el médico Dr. Adolfo Güemes.
Las políticas consistían en
un plan para combatir el
alcoholismo considerada “terrible
endemia que llena anualmente a
las cárceles, hospitales y
manicomios de un gran número de
hombres”. El fundamento del
Director Nacional de Higiene es
aplaudido por el diario local y calificado como una “clara visión”,
puesto que para Adolfo Güemes, el alcoholismo sería el origen del
incremento de enfermedades nerviosas mentales, afirmando que esta
la “causa primera y capital”.
91
La idea de patologías regionales tiene su origen en el desarrollo de un campo de saber médico
denominado topografías médicas. Esta disciplina se desarrolla en Europa en el siglo XVIII y se incluyen
allí, desde aspectos meteorológicos a un complejo conjunto de acontecimientos naturales: cualidades del
suelo, climas, estaciones, lluvia, sequedad, centros pestilentes. Esta corriente es promovida por
Sydenham, dando origen a un higienismo que prestará una singular atención al medio natural y su posible
relación con los problemas patológicos. (Urteaga, Luis: 1980).
Durante su gobernación se crea la Asistencia Social, intervienen
la Sociedad de Beneficencia e institucionaliza la Salud Pública a partir
del traspaso de los hospitales que estaban en manos de las damas de
la Beneficencia. Una de las funciones del área de la Asistencia Social
promueve estudios de las “poblaciones”, para intervenir socialmente
por medio de la acción que se comienza a denominar social o de
asistencia social, para “los más necesitados e ignorados”, y con una
visión claramente racista y eugenésica, dirigida según el gobernador
a aquellos grupos “con mayores posibilidades étnicos sociales de
mejoramiento” (Cornejo: 1948, 304; cursivas añadidas). La Asistencia
Social nace en Salta entonces fuertemente vinculada al racismo indio.
Se observa aquí también la idea eugenésica de la posibilidad de
regeneración de la “raza”.
El miserabilismo se puede observar en la forma que el discurso
oficial oblitera las luchas indígenas. En 1945 durante su gobierno se
produce el llamado Malón de la Paz. Indígenas de las provincias de
Salta y Jujuy van a Buenos Aires, parte a pie y otros a caballo, luego
de una nota solicitando al entonces Consejo Agrario Nacional que se
restituyesen las tierras al dominio de las comunidades aborígenes,
conforme la ley 880 de 1930. Cuando llegan a Buenos Aires son
recibidos por Perón y por representantes de la Cámara de Diputados
prometiéndoles que se realizaría la expropiación, Perón ordena que se
los hospede en la Casa de los Inmigrantes pero, el 27 de Agosto
fuerzas de la Prefectura y la Policía Federal los desalojan con violencia
y se los obliga a embarcarse en un tren por orden del gobierno sin
que se cumplan ninguno de sus reclamos.
Las preocupaciones de los médicos higienistas y más tardes
sanitaristas salteños fueron, además de las condiciones de vida o los
factores “indirectos de la enfermedad”, las enfermedades en sí y en
conjunto: la tuberculosis, la desnutrición, el paludismo, el bocio, la
lehismaniasis; todas ellas subsumidos en la década del ´60 y para el
médico salteño Arturo Oñativia92 y otros que trabajaban junto a él,
bajo el nombre de “patologías regionales” 93. Para Oñativia, bajo la
clasificación de “patologías regionales” coexisten conjuntamente “el
escaso poder adquisitivo para la compra de alimentos por las
poblaciones y la persistencia de malos hábitos alimentarios” (cursivas
añadidas), “índices de analfabetismo y deserción escolar”, “un
panorama de viviendas escasas, antihigiénicas y con hacinamiento”;
92
Médico salteño fue Ministro de Salud Pública durante la presidencia del radical Illia (1963-
1966), promulgó la ley 17259 de "Obligatoriedad del uso de la sal enriquecida con yodo como
profilaxis del bocio endémico" que lo disminuyo (también llamado cretinismo).. (María Elena
Storani, Biografía del Dr. Arturo Oñativia, en
en http://www.cancerteam.com.ar/invi023.html)
93
Las referencias a las patologías regionales y a la producción del Dr. Oñativia se basa en el
artículo Álvarez Leguizamón y Llao (2005).
“despoblación crónica y sostenida” “un estado de saneamiento
ambiental de significativo deterioro…(etc.)” 94, sin olvidar que,
igualmente se ve al “cáncer de tiroides como patología regional”95.
96
“Pertenece a los alimentos más antiguos del mundo. Cada planta produce una media de 12.000
granos al año y las hojas, más ricas en proteínas que la soya, contienen vitaminas A y C, y sales
minerales.”
técnicos esgrimidos (sanitaristas o pedagógicos) o humanitaristas
(como la declaratoria de derechos a la alimentación o a la cultura
propia, los programas asistenciales alimentarios o de subsidios para
la alimentación) y menos aún con la integración (sojuzgamiento y
etnocidio). Las relaciones de producción que lo produce y sus
discursos naturalizadores debe parar, sino los efectos serán cada vez
más depredatorios a pesar de la bonanza económica que generan
para algunos pocos.
BIBLIOGRAFIA
Resumen
En el artículo se reflexiona sobre las luchas clasificatorias y la
producción de ausencias como parte de las prácticas de dominación-
resistencia y el papel que juega en dicho proceso el conocimiento
académico y científico producido por la antropología a partir de
relatos sobre casos localizados en diferentes regiones de la provincia
de Salta, en los que se evidencian estrategias de defensa del lugar
por parte de grupos subalternizados y catalogados en categorías
como “pobres”, “indígenas” o “campesinos”.
Entendemos el lugar asociado a la idea de espacio vivido como
parte de la experiencia singular de los grupos, donde se inscribe su
historia cargada de significados, sentidos y valoraciones y en donde
emerge una asociación naturaleza/cultura, que varía acorde a la
historicidad particular de cada grupo. Por esta razón, al inscribirse en
la lógica dominante hegemónica de la modernidad estatal, la defensa
del lugar pareciera reducirse a una lucha por la certificación de
titularidad sobre un espacio delimitado, en donde las variables que se
consideran -delimitación, mensurabilidad, inscripción catastral,
derecho a la propiedad- forman parte de las categorías técnico-
racionales y en donde desaparecen los otros aspectos, del lugar que
tienen relevancia en la vida cotidiana de las personas (sacralidad,
construcción de una unidad naturaleza cultura, los ancestros) y que
97
Es antropóloga egresada de la U.NSa. donde actualmente ejerce la docencia e investiga en proyectos
acreditados sobre la problemática del territorio y las demandas indígenas en la provincia de Salta.
Es becaria del CONICET y está cursando el doctorado en Antropología Social en la Facultad de Filosofía
y Letras de la UBA.
98
Lic.en Antropología (Universidad Nacional de.Salta). Docente e Investigadora de la Carrera de
Antropología de esa institución en el área de la antropología social, con especial atención a las
problemáticas de los pueblos indígenas salteños.
99
Lic.en Antropología (Universidad Nacional de.Salta). Docente e Investigadora de la Carrera de
Antropología de esa institución. Ha dirigido numerosos trabajos de extensión en diferentes comunidades
originarias locales. Es especialista en derecho indígena y derecho a la tierra.
forman parte de la construcción de un mundo socio/cultural/natural
propio.
En los regímenes discursivos sobre la diversidad cultural y en el
de las políticas sociales se generan modos de visibilización /
invisibilización, legitimación / deslegitimación de la diferencia, que se
institucionalizan construyendo formatos para su reconocimiento. Esta
lucha por la titularidad de la tierra, actualmente inscripta en las
políticas sobre la diversidad, implica para los agentes involucrados, la
necesidad de demostrar y certificar ante otros, la estrecha asociación
entre territorio e identidad cultural. De allí que se tiende a
esencializar en los discursos y las prácticas, elementos objetivos de
una identidad de los grupos que remiten a historias certificadas por el
saber técnico-científico de la modernidad para entrar en el catálogo
de lo estatalmente válido.
El desafío es hacer visibles las ausencias, sin realizar
traducciones empobrecedoras para no perder de vista la radicalidad o
las alternativas propias de los grupos locales ya que el
reconocimiento de la diferencia debe estar acompañado por la
equidad material y simbólica que implica la eliminación de las
jerarquías de saberes y formas de ser y estar en el mundo.
Palabras clave
Políticas y legislación indígena, luchas clasificatorias,
certificación de identidad, territorio/lugar.
Introducción
La historia latinoamericana abunda en enfrentamientos y luchas
en defensa del territorio como lugar de reproducción de la vida social
y cultural de los pueblos indígenas, algunos se han hecho evidentes
por diferentes estrategias de visibilización y otros han sido
obliterados por el discurso constituyendo un proceso silencioso.
El reconocimiento constitucional que se hace en 1994 en
Argentina de los derechos de los indígenas ha sido una de las
transformaciones legales más importantes de los últimos tiempos en
el sentido de visibilizar las luchas y reclamos por el derecho al
territorio y la identidad. Tras años de invisibilizar la presencia de los
pueblos indígenas, el Estado Argentino ha reconocido no sólo su
existencia sino también su condición de sujeto colectivo de derecho y,
como tal, su potestad para ser titulares de las tierras que
tradicionalmente ocupan100.
La invisibilización operada mediante las políticas indigenistas
del Estado argentino, a la que hacemos alusión en el párrafo anterior,
100
Ver Artículo 75, Inciso17 de la Constitución Nacional Argentina (1994).
tiene aristas muy especiales ya que si bien se les negaba sus
derechos específicos, se habían llevado adelante políticas activas de
“ciudadanización” y “aculturación”, invirtiendo recursos y esfuerzos
de distinta índole para borrar las diferencias de sus formas de ser y
de estar en el mundo.
La historia salteña, se halla signada por una fuerte impronta de
prácticas e instituciones coloniales. En la época colonial, la
Gobernación de estas provincias se relacionó con los pueblos
indígenas a través de políticas indigenistas particulares conforme a
un mismo patrón de dominación 101 según rutas históricamente
diferenciadas102. Estos distintos modos de relación tuvieron un
correlato y una continuidad durante el período de los Estado
Nacionales. En los inicios de la conformación del Estado argentino, se
realizaron con mayor empuje una serie de campañas militares con la
finalidad de exterminio físico de los pueblos que habitaban los
territorios de Chaco y Patagonia para procurar el corrimiento de la
frontera interna. Por otro lado los pueblos andinos, perdiendo su
condición de pueblos de indios pasaron a ser considerados
campesinos siendo sometidos a políticas civilizatorias de asimilación y
ciudadanización e integración. En ambos casos se llevó adelante una
incorporación forzada de las personas como mano de obra barata a
ingenios azucareros y otros emprendimientos de producción
capitalista.
En resumen: tutelaje, asimilacionismo e integracionismo fueron
algunas de las formas político-prácticas en las que se abordó el
“problema del indio”. En todas ellas se consideró un “problema” la
diferencia cultural, pretendiendo eliminarla a través de la
construcción de un ciudadano homogéneo y “formateado” según las
necesidades del proyecto económico del momento, en donde todos
los “recursos”103 debían estar al servicio de una única idea de
evolución, desarrollo y progreso de carácter altamente excluyente y
subordinado para este sector de la población local.
104
Es probable que llame la atención la falta de precisión en las referencias identificatorias de los casos
(lugar, fecha, etnia, etc.). Esto no se debe a un descuido, ni es azaroso, simplemente responde a la
necesidad de preservar los datos de los agentes que están involucrados en demandas concretas ante el
Estado.
misma.
Ante la sentencia judicial que autorizaba el desalojo, los
pobladores intentaron diversas estrategias para conservar su tierra:
algunos entraron en diálogo con los titulares dominiales, quienes
propusieron parcelar una fracción de la finca -la que tiene peores
condiciones en cuanto suelo y acceso a riego- y que se firmara un
contrato de arriendo con opción a venta en el plazo de 10 años. La
firma de este contrato en términos jurídicos implicó para estas
personas la pérdida del ánimo de dueño y por lo tanto la renuncia a la
posibilidad de realizar un juicio de posesión veinteañal que les
permitiera acceder a los títulos de sus tierras.
Otro grupo, con el apoyo de un sector de la iglesia católica
local, decidió cortar el camino de ingreso al paraje para evitar la
entrada de las fuerzas de seguridad encargadas de hacer cumplir la
orden judicial.
En contacto con dirigentes indígenas zonales iniciaron gestiones
ante el Estado para solicitar el reconocimiento como “comunidad
indígena”. Para ello realizaron un acta en la que expresaban su
pertenencia a los pueblos “guaraní, chiriguano, chaguanco, coya,
mataco, wichí, chané y criollos”. Abrieron así un proceso de
reactivación de la memoria histórica, recuperando costumbres y
léxicos de los padres y abuelos, vigorizando las prácticas culturales
indígenas que en muchos casos ya habían sido dejadas de lado.
Finalmente los organismos estatales los inscribieron en el
registro de comunidades indígenas con una denominación que incluía
sólo a dos de los pueblos anteriormente mencionados. La acción de
resistencia al desalojo ordenado por el Poder Judicial a pedido de los
titulares dominiales, implicó para la comunidad una gran inversión de
tiempo y energía de los dirigentes, quienes viajaron a Salta y a
Buenos Aires en busca del apoyo de organizaciones indígenas,
instituciones estatales especializadas en el tema indígena y medios
de comunicación. Estos últimos al tratarse de una comunidad
indígena les brindaron un espacio que les había sido negado en su
carácter de campesinos.
El discurso de los dirigentes se radicalizó construyendo una
alteridad agresivamente marcada en relación con los no indígenas
“blancos”. En esta categoría de “blancos-enemigos” se incluyó a los
titulares dominiales que pretendían quitarles sus tierras, a los vecinos
que firmaron el contrato de arriendo, a técnicos que trabajaban con
ellos, a miembros de la iglesia, entre otros.
En este caso podemos visualizar cómo, en relación a las
políticas de desarrollo y programas de asistencia, los miembros de la
comunidad se vinculan con una representación de pobreza, entrando
en la categoría de “beneficiarios” como población objeto de asistencia
y tutela de las instituciones desde donde se canalizan las "ayudas".
En un segundo momento al posicionarse como indígenas en tanto
sujeto colectivo de derecho, se radicalizaron las diferencias,
activando una alteridad confrontativa basada en la oposición binaria
blanco/indio, proceso que sirvió como respuesta a las jerarquías
previamente dadas y les dio la posibilidad de una acción política con
mayor autonomía. Para que esta reafirmación identitaria cobrase
legitimidad y les permitiera defender su territorio, tuvieron que apelar
a un repertorio de etiquetas étnicas plausibles de ser certificadas,
vinculadas a nominaciones estatalmente reconocidas y
científicamente validadas.
El discurso del derecho indígena revirtió la condición de
“ausente” como sujetos colectivos de derecho. Su apropiación los
habilitó para realizar demandas y exigirle al Estado que cumpliera con
la legislación vigente ante la amenaza de perder sus tierras. En este
sentido, la lucha por el "territorio" representa una defensa del lugar,
en tanto espacio o reducto de la existencia física y social. Y todo esto
va más allá de que los medios y condiciones objetivas para la
subsistencia o reproducción social hayan sido y continúen siendo
enajenados.
112
La represión desmedida ante un corte de ruta llevado a cabo por los indígenas del Chaco contrasta con
la respuesta gubernamental ante los “piquetes” masivos y mediáticos de los productores agrícolas
-especialmente sojeros- quienes contaron con la “colaboración” de Gendarmería para mantener el orden.
Por otra parte en este conflicto, que construye una representación del campo vs. gobierno se invisibilizó la
existencia de los reclamos indígenas y campesinos.
del Chaco salteño. Después de una historia de matanza, abuso,
explotación laboral y desatención, las comunidades del pueblo Wichí,
se ven colocadas en el centro de la discusión. Este pueblo que fue
exprimido hasta el cansancio se ve culpabilizado desde el discurso del
gobierno por mantener su propia cultura, por mantener su costumbre
ante el devenir histórico que se supone como progreso.
La muerte de varios niños Wichí de 6 meses a 3 años de edad
en los primeros meses del 2011 a causa de cuadros de desnutrición
graves, ha llevado a la discusión pública 113 los problemas
infraestructurales y de interculturalidad que aún, a pesar de la
legislación vigente, existen y tienen actualidad.
A modo de ejemplo transcribimos literalmente una serie de
dichos publicados en la prensa gráfica que muestran de que manera
se justifica, se oscurecen y se invisibilizan las causas de fondo.
114
Ver Trinchero (2000), Leake (2009), Leake y Ecónomo (2008).
115
De estas las más significativas fueron Ferrocarriles Argentinos, YPF, AGAS, etc.
los otros aspectos del lugar que tienen relevancia en la vida cotidiana
de las personas116 y que forman parte de la construcción de un
mundo socio/cultural/natural propio.
Nos interesa destacar justamente esto último. El lugar, emerge
de una asociación naturaleza/ cultura, que varía acorde a la
historicidad particular de cada grupo. Y en ese sentido, habría que
pensar la lucha por el territorio por parte de las comunidades
indígenas, como un proyecto de defensa del lugar y del lugar en un
sentido ontológico (Blazer: 2009).
En el proceso de creación del lugar, específico y situado, el
conjunto de emblemas demarcatorios son recreados en un sentido de
apropiación, y constitución de linderos nosotros/ellos, generalmente
para el adentro del grupo encierran un carácter ontológico (Blazer:
ibídem y Viveiros de Castro: 2004), y en relación a un “ellos” estos
emblemas remiten a un ordenamiento simbólico hegemónicamente
constituido como referencia para las luchas enmarcadas en los
discursos que ofrecen las instituciones creadas para su
reconocimiento: el derecho.
El lugar es así la base desde la que emergen los proyectos
políticos, en estrecho vínculo cultura/ naturaleza, como una creación
no reductible a los espacios del capital y la modernidad basados en
otras concepciones de la naturaleza y la cultura (Blazer: op.cit.).
En el proyecto de la modernidad, la representación del espacio
está construida por un conjunto de categorías técnico-científicas
tendientes a su cuantificación y a la escisión naturaleza/cultura. Así
también la modernidad crea grupos subalternos valiéndose de
sistemas clasificatorios y jerarquizantes. En este marco, los proyectos
de defensa del territorio, se inscriben en estas representaciones
dominantes para ser tomados en cuenta como válidos, y de esa forma
se obstaculiza una compresión mas amplia de los modelos de
naturaleza/cultura basados en el lugar, los cuales son los de mayor
implicancia para la vida de las personas ya que en ellos se inscribe su
historia, su sentido de pertenencia y significación social, pero sobre
todo su existencia material y concreta que forma parte de la vida
cotidiana y su continuidad en el tiempo.
118
“Al enunciar con autoridad lo que un ser, cosa o persona, es en realidad (veredicto), en su definición
social legítima, es decir lo que está autorizado a ser, lo que tiene derecho a ser, el ser social que tiene
derecho reivindicar, a profesar, a ejercer (por oposición al ejercicio ilegal), el Estado ejerce un verdadero
poder creador, casi divino (y muchas luchas, aparentemente dirigidas contra él), le reconocen de hecho
este poder, reclamándole que autorice una categoría de agentes determinados a ser oficialmente, es decir
pública y universalmente, lo que por el momento sólo es para sí misma” (Bourdieu: 1997).
119
En coincidencia con estos autores, consideramos que la etnicidad tiene su génesis en fuerzas históricas
específicas, fuerzas que son simultáneamente estructurales y culturales.
tomar “su identidad” como un emblema del predicamento de
intereses comunes, a la vez que a través de ella pueden afirmar un
compromiso compartido con un orden de símbolos y significados, y a
menudo, con un código moral.
Con la incorporación de estos conceptos a sus luchas,
estaríamos ante el producto de procesos históricos que estructuran,
una vez más, la desigualdad entre entidades sociales discretas. Una
vez objetivada, la etnicidad se constituye en un principio de
estructuración de los destinos desiguales de los individuos y los
grupos (Comaroff y Comaroff: ibídem).
En relación a esto nos parece pertinente considerar la distinción
analítica propuesta por Segato (op. cit.) entre las formas de etnicidad
producto de alteridades históricas y aquellas vinculadas a identidades
políticas. Por alteridades históricas, entiende aquellas que “se fueron
formando a lo largo de las historias nacionales, y cuyas formas de
interrelación son idiosincráticas de esa historia. Son “otros”
resultantes de formas de subjetivación a partir de interacciones a
través de fronteras interiores, inicialmente en el mundo colonial y
luego en el contexto demarcado por los Estados Nacionales (…) más
que un conjunto de contenidos estables (es) una forma de relación,
una modalidad peculiar de ser-para otro.”
Las identidades políticas transnacionales, en cambio, son un
producto de la globalización y “no se trata simplemente de la
adquisición de conciencia sino de una sustitución de una forma de ser
otro, de constituir alteridad, dentro de una historia concreta de
interacciones, por un estatuto de identidad con referencia a patrones
fijos donde se rechaza o niega la hibridez constitutiva de subjetivarse
como otro (...) ocurre una homogeneización mundial de las maneras
de constituirse en diferencia, en identidad. Se introduce también una
artificialidad y una superficialidad de lo étnico, un “multiculturalismo
anodino y liberal” que se transforma en puramente emblemático,
etnicidad emblemática, en tanto que constituida por puros signos
diacríticos de una supuesta “diferencia”, pero donde no hay discusión
sobre la naturaleza misma de los recursos, su forma de extracción y
su finalidad en el destino humano. (Segato: 63-64)
A partir de los casos analizados, podemos visualizar cómo los
discursos del derecho indígena, junto con las políticas de
reconocimiento han convertido a la “cuestión indígena” en un ámbito
de interlocución sumamente complejo y dialéctico en donde, si bien
existen formatos de la diferencia como elementos codificados y
pautados desde la visión de los sectores hegemónicos que toman la
punta para el establecimiento y normalización de una diferencia
autorizada a “ser y estar” en el mundo, estos formatos son traducidos
a los lenguajes locales y a las memorias colectivas, generando en su
apropiación diversos sentidos para posibles modos de ser/actuar en
donde se interpretan, discuten, negocian o tensan y nunca se
reproducen de manera lineal.
Estos discursos, políticas y prácticas construidos desde los
sectores dominantes van asociados a un particular manejo y control
de los medios y recursos y a una economía política de la identidad
que construye “formas válidas de ser otro” con el objeto de erradicar
su potencial amenaza o conflictividad. Sin embargo, esta
conflictividad es producto de estructuras de dominación/exclusión
que, a la vez que siguen vigentes, tienden a agudizarse y objetivarse
en el medio imprescindible para existir/subsistir: la tierra.
En la vida cotidiana, hecha de muchas maneras de luchar por la
existencia, y por diversos imaginarios del “buen vivir”, los conflictos
no desaparecen por un mero efecto de enunciación/naturalización o
de marcadores positivos de la identidad.
A través de las luchas autoclasificatorias, de su resignificación,
de la exacerbación de emblemas e íconos de diferencias, de la
racialización y radicalización de la etnicidad se está
contestando/protestando/resistiendo a la vez que autoafirmando una
voluntad de ser otro pero un otro muy distinto al que pretenden
contener y encasillar las representaciones dominantes. Esta lucha no
es meramente simbólica, como ya dijimos en párrafos anteriores, sino
que surge de la lucha por defender el último reducto para la vida: la
tierra en tanto lugar de la existencia.
Palabras finales
A lo largo de este trabajo hemos tratado de mostrar que, en el
proceso de la lucha por la tierra (por parte de los actuales
movimientos indígenas) parecen perderse de vista, (se obliteran) al
menos en el discurso del derecho o en el planteo de las demandas,
cuestiones que son trascendentes en cada caso, algunas que tienen
que ver con contradicciones de índole estructural, otras que forman
parte de las ontologías, conocimientos locales, razones y prácticas
basadas en los lugares concretos o contextos específicos.
También hemos visto que en la tensión clasificatoria de la
correspondencia identidad/cultura/lugar, la particularidad, lo
singularmente situado correspondiente a prácticas basadas en el
lugar y su relación con contradicciones sociales específicas a los
grupos implicados en las reivindicaciones, no son tenidos en cuenta
como válidos o legítimos, tendiéndose de ese modo a desconocer o
producirse activamente una ausencia a través de la invisibilización y
descarte de las aspiraciones existenciales propias, o lo que es lo
mismo a “otras formas de ser o estar en el mundo”.
El desafío al que nos enfrentamos es cómo trabajar en hacer
visible las ausencias, sin hacer traducciones empobrecedoras, que
pierden de vista la radicalidad o las alternativas propias de los grupos
locales, el reconocimiento de la diferencia debe estar acompañado
por la equidad material y simbólica que implica la eliminación de las
jerarquías de saberes y formas de ser y estar en el mundo.
Bibliografía
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certificación académica. Reflexiones a partir de peritajes
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CAPÍTULO III
Resumen
La realidad indígena tiene en la zona del Chaco Salteño una
expresión de su gran complejidad y heterogeneidad, cargada de
conflictos interétnicos históricos, antiguos y recientes. Se configura,
así, un territorio constituido por distintos procesos que le dan su
textura. En ese contexto se dan formas de resistencia y de lucha de
los sectores subordinados, así como nuevas condiciones en las que se
inscriben las identidades.
En este trabajo nos ocuparemos de organizaciones indígenas,
que protagonizan procesos de resistencia centrados en su lucha y
reivindicación territorial en el Chaco Salteño. Estas organizaciones y
comunidades ensayan y desarrollan estrategias de comunicación
como parte constitutiva de dichos procesos, utilizando medios de
comunicación locales y regionales, como así también diversas
mediaciones en la confrontación con sectores hegemónicos para lo
cual se organizan en red con organizaciones del norte argentino.
En esos espacios las organizaciones y comunidades indígenas
se constituyen como sujetos que disputan por su legitimidad para ser
interlocutores válidos en dichos procesos, a través de distintas
estrategias de presentación, de establecimiento de relaciones, de
modalidades de producción de sentidos y de prácticas significantes.
Palabras Clave
Estrategias de comunicación, resistencia social, pueblos
indígenas
120
Fernando Bustamante es Licenciado en Ciencias de la Comunicación Social. Ha sido Coordinador de
la Red de Comunicación Indígena de Argentina y ha trabajado en organizaciones de desarrollo,
articulando con organizaciones indígenas y comunitarias en general. Como docente universitario viene
trabajando temas de Comunicación Comunitaria, Popular y Alternativa en la Universidad Nacional de
Salta. Actualmente es becario Erasmus Mundus de doctorado en la Universidad de Málaga e investiga
sobre procesos de Comunicación y Educación en las comunidades indígenas wichí del Chaco Salteño,
Argentina.
Los procesos de globalización y las transformaciones de las
formas de acumulación del capital, la neo liberalización de la
economía y las reformas del Estado, junto a las nuevas
discursividades sobre el desarrollo (desarrollo humano sustentable,
desarrollo regional integral, etc.), producidos en las últimas décadas
del siglo XX, conllevaron transformaciones sociales y experienciales
-de diversa intensidad y profundidad- de las relaciones sociales de
dominación en la provincia de Salta. En este marco, las relaciones de
dominación y las formas de explotación agro-industrial, que son la
base de la producción de la riqueza de la provincia –y de la región- y
de generación de un mercado de trabajo local, tuvieron cambios
técnico-productivos y económico-sociales muy profundos. Me refiero
básicamente a la mecanización de los ingenios, y al proceso de
concentración económica que se dio en el rubro azucarero a partir de
la década del sesenta (Rosenzvaig: 1999). También me refiero a la
introducción, en la década del noventa, de monocultivos en base a
paquetes de tecnología genética de punta, que hicieron innecesaria la
utilización masiva de mano de obra, así como desplazaron actividades
preexistentes. Estas transformaciones constituyen las condiciones
económicas, sociales, culturales y políticas en las que se da el
conflicto que nos ocupa.
Marco conceptual
El marco conceptual elegido para dar cuenta de los procesos de
transformación mencionados anteriormente problematiza
concepciones difusionistas de la comunicación en relación con los
procesos sociales. Este aspecto es de particular importancia para
nosotros, en la medida en que dichas concepciones difusionistas de la
comunicación tienen una larga historia de vínculo con la propuestas
de desarrollo elaboradas en los centros de poder mundial para los
sectores subalternizados de América Latina, y a las cuales podemos
caracterizar como estrategias específicas de colonización.
En ese sentido, y siguiendo la propuesta de María Cristina Mata
(Mata: 1994), la comunicación se ocupa de los sujetos que entran en
relación, la naturaleza de la relación, las modalidades de producción
de sentidos y la significación de las prácticas comunicativas.
Cuando hablamos de los sujetos que entran en relación, Mata se
refiere a las características, sus modos de constituirse en términos de
esa relación, sus fines e intereses -implícitos o explícitos-, las
situaciones que los han llevado a conformarse como términos de esa
relación.
La naturaleza de la relación, se refiere a las características de la
relación que se establece entre dichos sujetos, la presencia de
asimetrías, las formas que toma la dimensión del poder en dicha
relación, etc.
Las modalidades de producción de sentido son aquellas
mediaciones tecnológicas y sociales que intervienen y de que se
sirven los sujetos en relación, así como los productos u objetos
culturales que se ponen en circulación, y los espacios e instancias de
interlocución.
Por último, la significación de las prácticas comunicativas se
refiere al sentido que los sujetos que participan en dichas prácticas
otorgan a las mismas, sus características culturales, valores que
encarnan, acuerdos o conflictos que involucran.
A esta propuesta de María Cristina Mata, nos permitimos
agregar que es posible entender de esta forma todo tipo de prácticas
sociales. Es decir que es necesario atender también a la significación
de todo tipo de prácticas. Como señala Washington Uranga:
121
Diario El Tribuno 1996 (Salta) 29 de agosto (Nota del editor “Junto al gran río”). Diario El Tribuno
2005 (Salta) 28 de agosto.
122
Ganadero de Santa Victoria Este, Salta, en conflicto con reclamo indígena (reunión de “Diálogo para
la Reubicación de Criollos”).
123
Es cierto, que hay algo de edénico en las condiciones de vida de los pueblos chaqueños, y en todos los
cazadores-recolectores, en la medida en que, en el relato bíblico, la condena de Dios a la salida del edén
funda la revolución agraria para la humanidad: “obtendrás tu sustento con el sudor de tu frente”, es decir,
los frutos de la naturaleza ya no estarían disponibles para la recolección. De La Cruz sostiene que en estas
sociedades, alcanzaba con cuatro horas de trabajo diario para reproducir la vida (1997).
salteño. Es el nudo del conflicto, es el eje de articulación entre
hegemonía y subalternidad en este caso concreto.
125
En la zona de Tartagal (pero también en Castelli, Chaco), pequeños campesinos y ganaderos se suman
al reclamo indígena porque reconocen que las comunidades son más escuchadas (observaciones propias).
culturalmente apropiada. Se trata de derechos que les asisten por el
hecho de identificarse como pueblo indígena.
1. 2
Una de las formas en que el Pueblo Wichí se constituye como
sujeto es presentándose como usuario de la tierra.
No siempre es obvio para la opinión pública que, en general, los
reclamos territoriales no se establecen para todo un Pueblo Indígena,
sino en base a relaciones entre comunidades concretas con territorios
concretos. Las comunidades están dispersas en zonas muy vastas, y
sus condiciones concretas son muy diversas. Algunas están en
conflicto con empresas privadas, otras con pobladores criollos, otras
están asentadas en tierras fiscales.
Presentarse como usuarios de la tierra es una forma de
mostrarse y de validarse como sujeto colectivo que entra en relación
con los estados provincial y nacional, y con organismos multilaterales
de derechos humanos. Las argumentaciones ante las autoridades y la
opinión pública, así como las pruebas aportadas a los procesos
legales apuntan a probar su vínculo ancestral con el territorio en
cuestión, a través del registro del conocimiento de las comunidades
sobre dicho territorio, a través del registro de los nombres indígenas
de los distintos lugares, a través del señalamiento de los recursos que
las comunidades aprovechan en cada lugar.
Esto constituye prueba jurídica, que se obtiene con pericias
antropológicas, en los procesos legales ante distintas instancias
judiciales donde las comunidades reclaman los derechos indígenas:
los lugares de cementerio, los lugares de aprovechamiento del
monte, donde hay distintos recursos que los pueblos indígenas
conocen, y poseen el saber para aprovecharlos; y los lugares que
tienen nombre que los mismos Pueblos le han puesto en lengua
indígena, en función de su historia en ese territorio. Podemos acceder
a la cultura wichí126 a través de los nombres con que ha marcado su
territorio, el territorio lleva las marcas de la historia de este Pueblo.
Cada nombre tiene una narración que lo justifica: alguna anécdota,
alguna guerra, alguna forma de supervivencia, a algún recurso
disponible en esa zona (Palmer: 2006).
Este nombrar la tierra es marca de la propiedad de este Pueblo
sobre ese territorio. O mejor dicho, es marca de la pertenencia de
este Pueblo a ese territorio. Esta es una forma en que los Pueblos
Indígenas, por lo menos los chaqueños, se constituyen en sujetos que
entran en relación con los organismos oficiales.
126
La toponimia wichí muestra que nombrar la tierra es, para ellos, ubicar las fuentes de agua y
manifestar la diversidad biológica del monte chaqueño y su vitalidad. Pero también, para los wichí, dar
nombre a los lugares tradicionalmente ocupados es señalar las marcas de la encarnizada lucha entre los
principios cosmológicos opuestos -la Vida y la Muerte- de la que los wichí participan (Palmer: 2006).
1. 3
Un recurso del Pueblo Wichí para validarse como un pueblo
distinto es su lengua, y desarrollan estrategias para que la lengua sea
respetada.
En el año 1998, concluyó un proceso de consulta y organización
que involucró a muchas comunidades de las tres provincias
argentinas en las que habita el pueblo wichí. Este proceso en el que
colaboraron la Fundación Tepeyac, la Fundación Asociana y la
Universidad Nacional de Salta dio por resultado el alfabeto unificado
de la lengua wichí. También participaron de dicho proceso distintos
especialistas que asesoraron en cuestiones técnicas de lingüística.
(Buliubasich y otros: 2004). Desde ese espacio, distintos dirigentes se
siguieron reuniendo y conformaron la Comisión Wichí Lhämtes con
una clara decisión de promover el alfabeto unificado, tener una
política lingüística como pueblo y ejercer influencia en otros actores
que intervienen con publicaciones en lengua wichí, que no utilizan el
alfabeto acordado por los dirigentes y ancianos127.
Sin entrar en la complejidad de la cuestión lingüística en la
zona, es muy clara la asociación que hacen los wichí entre su
identidad como pueblo y la lengua hablada. Las condiciones
específicas de la estructura sociolingüísticas del chaco salteño -la
vitalidad de la lengua wichí en comparación con otras lenguas
indígenas, la particular relación entre lengua prestigiosa y lenguas
subordinadas, y sus espacios de uso- refuerzan esta identificación
entre grupo étnico y lengua.
Si se compara la cuestión lingüística con la territorial, en la
última el reclamo general por el territorio propio tiene mucho
consenso, pero hay muchas divergencias en relación a aliados
legítimos, metodologías y estrategias políticas. Sin embargo, en la
cuestión lingüística, el interés que suscita la reivindicación de respeto
de la propia lengua es generalizado y con amplia coincidencia en
aspectos puntuales de política lingüística, como el respeto irrestricto
de todas las variedades dialectales por igual y la necesidad de la
escritura wichí128.
1. 4
Otra forma de constituirse en sujeto es organizarse de manera
no tradicional. Con esto me refiero al proceso de emergencia de
organizaciones indígenas más formales mencionado anteriormente.
Es decir, organizarse, no ya solo en base al parentesco, sino además
delimitando campos de acción de dichas organizaciones, con algún
grado de legalidad y acceso mínimo a recursos, con distribución de
127
Observación propia, 2004.
128
Idem.
roles e integrando conceptos como representatividad. Esto permite
contar con referentes que puedan hablar por un colectivo y negociar
con los poderes. Este tipo de organización permite acordar y
coordinar acciones, y viabilizar las demandas del grupo. Podríamos
decir que constituye un dispositivo de poder, en la medida que
permite operar sobre la materia de lo social (Deleuze: 1990). En esa
operación, las organizaciones se constituyen en herramientas que
permiten construir la legitimidad del grupo e interactuar con los
poderes desde dicha legitimidad. La organización permite a los
indígenas constituirse en sujeto en base a un valor reconocido por los
interlocutores occidentales: la representatividad.
1. 5.
La constitución de los sujetos que entran en relación se
establece en base a sus intereses. Este elemento permite construir la
caracterización que los sujetos hacen de sí mismos para entrar en
relación.
Los intereses de los actores/ sujetos pueden ser implícitos o
explícitos. El rol de la comunicación muchas veces consiste en
facilitar la articulación de lo que está implícito. Explicitar los intereses
de un sujeto le permite ponerlo en común, discutirlo y afinarlo de
manera que oriente más claramente las estrategias de organización,
comunicación e intervención.
Un interés fundamental es la subsistencia material y cultural, la
viabilidad de su proyecto de vida. Allí la tierra es la base material
para que pueda existir la cultura indígena alrededor del monte. Su
espiritualidad se basa en la creencia en espíritus “dueños” del monte.
Son entidades que tienen directa relación y operatividad narrativa en
relación con elementos de la naturaleza chaqueña. No se trata de un
dios abstracto que puede ser el mismo en la región chaqueña, en los
Andes, en la ciudad o en el desierto de Atacama. Los espíritus del
monte están presentes cuando salen a recolectar. Los eventos en el
monte son adjudicados a estas potencias, y los indígenas tienen que
relacionarse con ellas para poder conseguir esos frutos. Esos seres
espirituales implican pautas una serie de procedimientos que en
ocasiones son vistos desde nuestra cultura como ecológicos, que
están relacionados con tabúes o mandatos de no desperdiciar los
recursos. Hay relatos míticos que hablan de personas castigadas por
los espíritus por dilapidar esos recursos. Y la vida comunitaria es
interpretada desde esos esquemas. El dueño de la corzuela mata a
los cazadores que matan más corzuelas de las necesarias 129. El monte
es la base material necesaria para sostener y actualizar la cultura
indígena.
129
Cuco, Santa María, 2004.
Las organizaciones indígenas se sostienen además sobre el
interés en afirmar la identidad a partir de aparecer en el escenario
público como sujeto legítimo, de ser reconocidos como interlocutor
para el Estado, de ser tenidos en cuenta por los gobiernos. La
visibilidad, la búsqueda del poder de representarse a sí mismo frente
a la sociedad, el poder de generar la propia comunicación, contar la
propia historia ellos mismos frente al resto de la sociedad y poder
discutir las políticas ante los poderes dominantes.
2. La naturaleza de la relación
Aquí, nos dedicaremos a las relaciones entre dos sujetos que
entran en conflicto: Las comunidades indígenas, por un lado, y el
Gobierno provincial, por otro. Es necesario señalar que este abordaje
responde a una de las formas posibles en que distintos actores
involucrados conciben la lucha por el territorio en el Chaco salteño 130.
Cada sujeto posee intereses que le son propios, alguno -o algunos- de
los cuales entra en conflicto con intereses de otro sujeto. En este caso
tiene que ver con el interés en base a un recurso que está en disputa.
La relación de los pueblos indígenas con el Estado es conflictiva, y el
recurso en disputa es la tierra.
Así como las comunidades buscan constituirse como sujeto
legítimo, el Estado parece luchar para que las comunidades no se
constituyan como tales. Durante muchísimos años podía ignorarlos
porque la mayoría de los argentinos pensaba que en Argentina no
había indígenas. Hoy, esa realidad ha cambiado. Podemos decir que
la consideración de los Pueblos Indígenas ha pasado de la negación a
un reconocimiento paternalista de su existencia y del consentimiento
de alguno de sus derechos. Pero no de su autonomía como Pueblos.
Tampoco se asume la responsabilidad de efectivizar sus derechos,
sino que toma medidas que socavan la forma de vida indígena. Esta
configuración histórica del ejercicio del poder frente a las culturas
subordinadas se puede comparar con lo que Díaz-Polanco denominó
etnofagia131. Se trata de unas condiciones en las que resultan
130
Esto es así, de tal modo que, por ejemplo, la estrategia legal del reclamo ante la CIDH por los lotes 55
y 14 asume que la cuestión central es un conflicto entre Pueblo Indígena y Estado Nacional. Esto se debe,
como se señala ya en este trabajo, a que los derechos indígenas garantizados en los tratados
internacionales fueron asumidos por el Estado Nacional, aunque quien tiene jurisdicción sobre las tierras
fiscales son los Estados provinciales. Pero a la vez, se está asumiendo que es el Estado quien tiene la
responsabilidad de resolver qué respuesta da a un actor muy importante en este caso: los puesteros
criollos. Sin embargo, otra forma de concebir la cuestión por actores involucrados se plasma, por ejemplo,
en la estrategia política en el terreno, donde se intenta dialogar con los pobladores criollos.
131
Díaz-Polanco señala al multiculturalismo como un momento posterior y necesario de la etnofagia, y
que consiste en un discurso de la diversidad cultual y la tolerancia del otro-indígena, tratando al grupo
como trata a las identidades que la misma globalización genera. Retomando a Žižek, señala que el
multiculturalismo es a la “autocolonización capitalista global” lo que el imperialismo cultural occidental
al colonialismo imperialista. La novedad radica en que el multiculturalismo trata a la cultura local como
el colonizador trataba al pueblo colonizado: hay que estudiarlo en general y respetar hasta ciertos límites.
inconvenientes los métodos de etnocidio propios del colonialismo
tradicional. La etnofagia constituye la asunción de un discurso
tolerante con el otro indígena, mientras se avanza sobre su medio y
formas de sustento. Con la distinción respecto del caso salteño, en
que aquí, el discurso asumido no es el de la diversidad cultural
integrada al capitalismo, sino el de la asimilación de los “hermanos
indígenas” a los grupos criollos (Carrasco: 2009, 147).
En el caso del Estado salteño, la política ha sido de diluir a las
comunidades en el resto de la población, de dividir las organizaciones
indígenas tentando a los dirigentes con beneficios para que
abandonen el reclamo territorial, con puestos de trabajo, de manera
que no necesiten la tierra para sobrevivir. Pero esos puestos de
trabajo no son para todos, son para los líderes críticos con el
Gobierno.
Entonces, la naturaleza de las relaciones en las que entran los
sujetos en cuestión puede ser de negociación, de extorsión, de
participación, de articulación.
En el caso de los Pueblos Indígenas, tradicionalmente, se trató
de una relación de exterminio, de dominación y de negación. Hace
algunos años, la relación se está transformando en una relación de
negociación. Pero el conflicto es permanente y muchas veces alcanza
altísima intensidad, con el máximo perjuicio para las comunidades, en
vidas humanas, represiones y violaciones de derechos, inadmisibles
para la opinión pública y las instituciones cuando se trata de zonas
metropolitanas y otros sectores sociales.
La estrategia de los gobiernos salteños con los líderes y
organizaciones es de extorsión, en base al manejo arbitrario de
recursos provinciales.
2. 1.
Es necesario ver qué asimetrías, y qué desigualdades hay en
esa relación. Hay desigualdades culturales. La cultura
occidental/nacional es la que tiene predominio, la más valorada por
distintos actores con poder de decisión en la zona, la que se
encuentra en posición hegemónica. La cultura indígena está en
condición de subalternidad. Debe luchar para ser valorada como
cultura, debe justificar por qué es necesario que la cultura wichí
subsista. Esa es una argumentación que la cultura hegemónica no
necesita hacer debido a su posición dominante. Por ejemplo, en la
relación entre maestros criollos y auxiliares indígenas del chaco
salteño, se niega la existencia de conocimientos indígenas
socialmente pertinentes y de formas de producción cultural. Se ignora
El límite son las identidades críticas y heterogéneas con el capitalismo neocolonial. Allí, la hegemonía
retoma mecanismos represivos del colonialismo tradicional (Díaz-Polanco: 2005).
y desaprovecha el potencial formativo de la experiencia y las formas
de vida indígena.
2. 2.
Existe una asimetría lingüística. El castellano se utiliza en todos
los ámbitos públicos y de toma de decisiones, como dicen los
sociolingüistas, es la lengua prestigiosa. En castellano se escriben
todos los formularios, en castellano se habla en los juzgados, en los
hospitales, en todas las instancias donde se accede a recursos, a
servicios y a derechos. La incapacidad de esos espacios para operar
en las lenguas no oficiales, lenguas maternas de los pobladores de la
zona resulta en una discriminación en el acceso a derechos (salud,
justicia, educación, etc.)132.
2. 3.
Existe una asimetría política. Claramente son los criollos, los no
indígenas los que detentan los espacios políticos de poder. Existen
relaciones de sociedad entre actores económicos y funcionarios
públicos con intereses en la zona.
Esto no implica que no se den algunos casos de cooptación, es
decir, indígenas que ocupan espacios potencialmente decisorios, pero
sin el poder real o sin la base social para sostener posturas
transformadoras o críticas.
2. 4.
Existe una asimetría relacionada con la desigualdad económica.
El gobierno provincial y las empresas tienen poder económico y
recursos materiales para definir el curso de los procesos mucho
mayor que las comunidades. Las comunidades cuentan solamente
con el apoyo de algunas organizaciones que las acompañan, con la
buena voluntad de algunos observadores e instituciones nacionales e
internacionales, y se sostienen sobre una moral muchas veces
inquebrantable de algunos de sus líderes. Por el otro lado, las
empresas tienen poder económico para tentar líderes indígenas,
pagar muchos abogados y convencer a la opinión pública a través de
los medios de comunicación, de los que muchas veces son socios.
2. 5.
La naturaleza de la relación se manifiesta además en la manera
en que se legitima cada sujeto. Nos referimos aquí a la estrategia
discursiva que utiliza, a las formas en que se relaciona
discusivamente, y a las cuestiones en torno a las que se da y se
construye la relación entre los sujetos.
El gobierno provincial salteño -en consonancia con la elite
salteña- busca desacreditar el reclamo territorial indígena agitando
temores a lo externo, lo extranjero que estaría detrás de dicho
132
Observación propia.
reclamo133, y que amenazaría la integración nacional en su faz
territorial y por lo tanto la argentinidad. Esta estrategia coloca al
gobierno en garante y defensor del patrimonio y los valores de la tan
mentada argentinidad en general, y en particular de su núcleo duro
local que sería la salteñidad. Esta estrategia hace mella en la opinión
pública, incluso en sectores medios salteños, que podrían mirar con
simpatía el reclamo indígena, pero que ven en un nacionalismo
fundamentalista y esencialista la forma de la solidaridad y del sentido
de comunidad (Flores Klarik: 2010, 57-59).
Por otro lado, los gobiernos provinciales vienen apelando al
relato del progreso y la modernización. Paradójicamente, es una
conjunción de tradicionalismo colonialista y esencialista con el
progreso de la globalización modernizante y etnocéntrica (Álvarez
Leguizamón: 2010).
Desde las organizaciones indígenas se desarrollan distintas
estrategias a partir de la relación entre el espacio nacional argentino
y las comunidades indígenas. Como ya se mencionó, existen planteos
fundamentados en el derecho indígena internacional, no sobre la
extranjería, sino sobre la preexistencia de las comunidades frente al
Estado argentino, que constituyen la base para cualquier estrategia o
posicionamiento frente a lo nacional. Sobre dicha base, se dan
posicionamientos indígenas que se incluyen en lo nacional, y que
exigen la obligación del Estado de garantizar una serie de derechos
dentro de los territorios que reclaman como autónomos.
Esta estrategia de comunicación no posee la iniciativa en este
punto concreto en el debate público. Con ello quiero decir que en
cuanto a la relación de las comunidades indígenas con lo nacional, las
comunidades están a la defensiva. Si bien la iniciativa está de su lado
y la opinión pública en general acepta cuando se plantea el derecho
de las comunidades a su tierra 134; cuando se exige a las
organizaciones indígenas identificación con lo nacional, este tipo de
estrategia acepta, en este punto, la posición subordinada que se le
adjudica, y que es consecuencia de no renegar de la identidad
nacional, mientras simultáneamente se adscribe a una identidad otra,
ligada a una tradición diferente y también ligada a la tierra; pero
sobre todo, adscribir a una identidad cuya negación fue inherente a la
conformación del Estado Nación.
133
Han sido frecuentes las asociaciones directas propuestas desde el diario El Tribuno de Salta entre los
asesores de Lhaka Honhat -en wichí, Nuestra Tierra. Asociación de comunidades del Pilcomayo salteño-
vinculados a la iglesia anglicana y “la corona inglesa”. Ya en 1996 un legislador denunció a un miembro
de la Fundación Asociana como “espía de la Corona Inglesa” (cfr. Carrasco: 2009, 184).
134
Es necesario aclarar que en general no está claro a qué tierra se refiere, y mayormente se reconoce
derecho solo a la tierra de habitación y no al territorio integrado de aprovechamiento.
Un posicionamiento diferente lo representan, por ejemplo,
comunidades de la cuenca del río Itiyuro, como veremos más
adelante. En este caso, sin llegar a la radicalidad de planteos
indígenas de otras regiones135, estas comunidades parecieran
posicionarse por fuera del espacio nacional, por lo menos, en lo que
se refiere a la dinámica de solución del conflicto de tierras.
135
El pueblo Mapuche se reivindica como Nación Mapuche, cuyo territorio involucra zonas en Argentina
y Chile, y cuya autonomía administrativa reclama.
136
Testimonio de un poblador wichí de Juarez, Formosa, que se trasladó por un tiempo a Santa Victoria
Este.
137
Según un estudio de audiencia de la RCI (2009), 65,7 % de encuestados en Santa Victoria Este, Salta,
escucharon el programa Voces Originarias. 23,5 % de quienes escucharon el programa recuerdan haber
escuchado sobre Tierra-Territorio y 22,9 % sobre derechos indígenas. 34,6 % dice que el programa le
sirve para exigir sus derechos. 45,8 % piensa que el programa es importante para su comunidad.
Publicaciones: distintas organizaciones e instituciones
comprometidas con las comunidades realizan esporádicamente
publicaciones de mucho valor con registros de relatos, y temas como
el alfabeto wichí unificado o la Ley de protección de bosques
nativos138. Lamentablemente los presupuestos son limitados y por lo
tanto la circulación también. Una publicación que tuvo una circulación
importante y sostenida es el Boletín de la Red de Comunicación
Indígena139. Aunque se trata de una publicación en castellano para
una población con alto analfabetismo en esa lengua, constituye una
referencia de identificación140.
Informes de impacto ambiental: Se trata de un producto
académico puesto a jugar a favor de intereses económicos, apelando
a la valoración positiva de cientificidad. En 2006 se realizó el Estudio
de Impacto Ambiental de Arzelán y Asoc., encargado por la empresa
ARCOR, para justificar el desmonte de cerca de 30.000 has. de la
finca “Don Tito” de su propiedad en el Departamento San Martín,
Salta. Se trató de un estudio generado por un instituto vinculado a la
UNSa.
Otro recurso para constituirse como sujetos son los mapeos del
territorio indígena. Con el apoyo y la capacitación de organizaciones
técnicas, las comunidades de la cuenca salteña del río Pilcomayo han
realizado mapas satelitales para mostrar cuales son los circuitos
tradicionales de recolección de recursos del monte, denominados
sendas. Una senda es un camino que se ha usado tradicionalmente
para ir a ciertos lugares donde hay ciertos recursos. Es impactante
para habitantes urbanos ver como un camino angosto que atraviesa
el monte puede ser un recorrido ancestral, anterior al Estado
Nacional.
Otras comunidades han tenido intercambios con miembros de
las comunidades del Pilcomayo, han conocido su experiencia de
mapeo y han comenzado a realizar mapas similares.
3.2.
En segundo lugar nos referimos a las mediaciones sociales. Se
trata de los espacios de comunicación, tales como reuniones
informativas, de trabajo, encuentros de difusión. Aquí importa cómo
son esos espacios y cómo juegan los sujetos en esos espacios.
138
Me refiero básicamente a las publicaciones de los talleres de historia oral realizados por ARETEDE y
a las publicaciones de la Fundación Asociana.
139
Según el estudio de audiencia de la RCI (2009), en Santa Victoria Este, el 100% de las personas que
conocen el Boletín de la RCI lo han leído. 55,5% lo ha leído acompañado, con la comunidad o con su
organización. 33,3% recuerda haber leído sobre Tierra-Territorio, 22, 2% sobre derechos indígenas.
66,6% señala que el Boletín trata temas que no tratan otras publicaciones.
140
Es necesaria una nota para la Biblia Wichí. Aunque no se trata de una publicación dedicada a luchas
indígenas, es una publicación muy importante para gran parte de los indígenas, en tanto texto en propia
lengua muy presente en la construcción de identidad de ciertos sectores.
Aquí hay que considerar las reuniones de la organización
indígena con sus asesores, las asambleas indígenas para tomar
decisiones, reuniones bilaterales con funcionarios del gobierno para
negociar, o reuniones multilaterales141 donde intervienen además el
Estado nacional, el provincial, los patrocinadores legales, los asesores
de terreno, otros actores involucrados como las familias criollas142.
Las distintas reuniones tienen distintas connotaciones. No es lo
mismo una reunión de la organización con el Secretario de Gobierno
de la Provincia a solas e intercambien impresiones, propuestas,
intenten acercamientos; a que se reúnan mucho más formalmente
una serie de actores. El reclamo en la Corte Interamericana de
Derechos Humanos de la organización de comunidades Lhaka Honhat
es un reclamo contra el Estado Nacional, que es quien suscribió el
convenio 169 de la OIT y es quien está obligado a efectivizar el
derecho indígena. Sin embargo, es el Estado Provincial el que tiene
jurisdicción sobre el territorio provincia y quien tiene que emitir los
títulos para las comunidades.
En ambos espacios las estrategias de los dos actores
protagonistas van a ser claramente diferenciadas. En una reunión
bilateral, el funcionario presiona a los dirigentes para que dejen su
reclamo, les ofrece beneficios a cambio, soluciones parciales.
Existen otras instancias donde participan las organizaciones y
comunidades como el Foro salteño por la Tierra, donde participan
también instituciones de apoyo, miembros de la Universidad Nacional
de Salta y organizaciones vinculadas a iglesias. Existe también la
Organización Nacional de Pueblos Indígenas de Argentina, que es un
espacio netamente indígena.
Es necesario agregar aquí otra mediación social constituida por
los piquetes. Una forma de forzar el establecimiento de una relación.
Un grupo siente que su reclamo no es atendido. El piquete es una
instancia por la cual los funcionarios llaman por teléfono, mandan
intermediarios, convocan a reuniones de negociación, y en el mejor
de los casos, negocian personalmente en el lugar.
3.3.
Desde 2005 se viene dando una proliferación de teléfonos
celulares entre indígenas entregados por los funcionarios del
Gobierno provincial a los dirigentes. Facilita esa comunicación directa
desde Salta a las zonas rurales con la consiguiente situación de
141
Cuando el reclamo de la Asociación de Comunidades Lhaka Honhat estaba ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos -antes de pasar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos-
atravesó una instancia denominada Mesa de Solución Amistosa, donde participaban los actores
mencionados.
142
Observación propia. Para un mayor detalle del reclamo ante la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos ver Carrasco: 2009, 230-232).
conversación privada de uno a uno, sin la posibilidad de que otros
indígenas participen en esa conversación. Se da una vinculación
privada, sorteando las instancias públicas o colectivas donde
dirigente y funcionario estén expuestos a la mirada de otros
indígenas y del resto de la sociedad (medios de comunicación,
técnicos de terreno, ONG, etc.).
Conclusión
Los sectores indígenas basan, implícita o explícitamente, sus
reivindicaciones en lo cultural, desde una identidad concreta,
haciéndose quizás comparable con lo que se ha denominado nuevos
movimientos sociales, cuando sobrevino la crisis de las categorías
clásicas de la modernidad con las que se pensaba el mapa político,
según las cuales se identificaría cualquier movimiento social con la
clase trabajadora, etc. En realidad, las organizaciones comunitarias
indígenas estaban ya presentes como actores, pero invisibilizados.
La identidad de los wichí se configuró en los últimos tiempos a
partir de los reclamos territoriales. Debido a la necesidad de disputar
ese recurso, la relación con el cual aparecía, desde la visión de las
comunidades, como naturalizada y no era tematizada en otro
momento histórico. A partir de dicha necesidad, se explicitó y llevó a
la discusión política su conocimiento del monte y su
aprovechamiento, por medios de distintos recursos aquí
mencionados, cuando a partir de fines de los años ochenta y
principios de los noventa, comenzaron los reclamos de titulación a
favor de las comunidades, como un reclamo formalizado y más
claramente llevado al plano político.
La estrategia de comunicación, de representación, de
confrontación, de construcción de discurso parece ser la politización
de la cultura. ¿En qué medida esta estrategia está fijada por las
políticas hegemónicas? La hegemonía interpela. Los indígenas
responden desde el uso tradicional del territorio, como rasgo cultural
interferido. La politización de la cultura aparece en esta articulación
intercultural. El rasgo cultural en cuestión, tradicionalmente
naturalizado por las comunidades, hoy es atributo identitario con una
gran politicidad.
El principio indígena según el cual “no es tanto que la tierra nos
pertenezca, sino que nosotros pertenecemos a ella” señala la
heterogeneidad de la concepción indígena en un régimen en el que el
principio de legitimidad es el de la propiedad privada.
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CAPÍTULO IV
Resumen
El presente trabajo pretende reflexionar sobre el rol que
cumplen las narrativas del yo en la construcción de identidades
emergentes en el marco de esta segunda modernidad. La biografía se
plantea como uno de los modos de hacer inteligible la identidad
fracturada y mapear un territorio propio a partir de narraciones donde
se dirime la lucha por la representación individual y colectiva. En este
último ítem es donde se pueden leer, de manera sesgada, narrativas
producidas por mujeres de los pueblos originarios, antes ignoradas o
acalladas, pero con un creciente protagonismo en los medios lo cual
posibilita visibilizar en una voz individual el proceso colectivo de
reparación y reatadura de los hilos cortados y el retorno a tramas
históricas no siempre completas.
De ese modo, las palabras de mujeres aborígenes ingresan al
espacio público en el marco de las luchas reivindicatorias de sus
etnias de origen. El estatuto genérico de estas voces sólo puede
entenderse en la intersección política y cultural en que son dichas: un
espacio de frontera entre culturas disímiles cuyas relaciones, roles y
jerarquías sociales y de parentesco no suelen coincidir. En
consecuencia, en este enclave enunciativo, la identidad femenina
está atravesada por el género, el lugar social y la localización
territorial en el mapa nacional pero también por la propia etnia.
Cuando estos discursos femeninos ingresan en las narrativas
mediáticas, resignifican algunas de las representaciones nodales, en
particular las de nación y ciudadanía; como consecuencia, interpelan
las identidades instituidas proponiendo nuevas imágenes de los
pueblos aborígenes, de su historia y de sus territorios. Construyen, de
este modo, una imagen desconocida del país, elaborada desde una de
las fronteras más extrema del territorio nacional; es una figuración
donde se inscriben imágenes ‘otras’ sobre la argentinidad, el interior,
los migrantes de países limítrofes y los otros pueblos originarios. Es el
resultado de una traducción entre lenguas y culturas, pasajes de
sentido entre universos simbólicos que poseen matrices de sentido,
144
Profesora y Licenciada en Letras por la Universidad Nacional de Cuyo. Doctora en Humanidades por
la Universidad Nacional de Salta. Ha realizado el Posdoctorado en Semiótica, Análisis del Discurso y
Comunicación en el CEA-Conicet (Universidad Nacional de Córdoba). Ha publicado varios libros y
artículos en revistas especializadas nacionales e internacionales. Participó en la Comisión que diseñó e
implementó la carrera de Ciencias de la Comunicación de la U.N.Sa. donde actualmente ejerce como
docente a cargo de las cátedras vinculadas con el Periodismo, la Semiótica de la Cultura y el Análisis del
Discurso. Investiga y dirige proyectos del Consejo de Investigación de la U.N.Sa y, más recientemente,
proyectos de la Agencia de Ciencia y Técnica sobre prácticas y discursividades locales. Forma parte del
Programa de Investigación sobre la Sociedad Argentina Contemporánea (PISAC-Consejo de Decanos en
Ciencias Sociales y Humanas).
regulaciones y prácticas marcadamente distintas. Este tipo de
semiosis es propio de fronteras culturales que funcionan como
externas aunque desde el punto de vista geopolítico formen parte del
territorio nacional.
Palabras clave
Toma de la palabra comunitaria, subjetividades originarias,
liderazgos femeninos.
El caso
Hoy la situación indígena ha cambiado un
montón, podemos decir, podemos hablar
nosotros los pueblos indígenas desde nuestro
propio pensamiento, desde nuestro propio
desafío más que nada.
Ofelia Morales (2007)
149
Los Estados provinciales fueron los primeros en promulgar nuevas leyes de las que derivaron
dispositivos jurídicos, institucionales y burocráticos destinados a las poblaciones indígenas. Por ejemplo,
la provincia de Salta sancionó en 1986 la Ley Nº 6373 de Promoción y Desarrollo del Aborigen. En la
década siguiente el Estado nacional desplegó su propia política de administración indígena, algunas veces
en correspondencia y otras en superposición y disidencia con los mecanismos jurídicos institucionales
preexistentes (Bidaseca et al.: 2008).
150
El segundo ítem del Censo Nacional del año 2001, denominado “Variable indígena”, indagaba sobre
la relación del censado con alguna etnia aborigen. Como Anexo al mismo, el Estado promovió, por
primera vez, la realización de una Encuesta Complementaria De Pueblos Indígenas, 2004-2005.
151
La Constitución Nacional del año 1994, Artículo 75, Inciso 17, reconoce la preexistencia étnica y
cultural de estos pueblos, garantizando sus derechos, entre otros, a una educación bilingüe e intercultural,
a la posesión comunitaria de la tierra y a la personería jurídica. Este último es importante para el análisis
de caso del presente trabajo, como se verá más adelante.
en el marco de políticas neoliberales que posibilitaron acciones de
intervención en pos de los derechos de las ‘minorías’ de agencias,
ONG’s y fundaciones extranjeras o trasnacionales. Durante estos
años, la lucha y movilización resultante se tradujo en una visibilidad
creciente de estos pueblos los cuales, en muchos casos, fueron
percibidos como novedosos aunque, en realidad, su existencia se
remontara a una temporalidad anterior a la colonia y al mismo
estado. La percepción de la novedad estaba relacionada además con
la reinvención de tradiciones (Hobsbawm: 1984) que se daba en el
marco de comunidades hasta entonces desconocidas para la mayor
parte de la ciudadanía argentina. Así ‘reaparecieron’ en el escenario
de la cultura nacional Wichís, Chorotes, Guaraníes, Tobas, Pielagás,
Chanés, Kollas y Mapuches, etiquetados bajo el colectivo ‘pueblos
originarios’152.
En particular, la Reforma Constitucional de 1994 y la sanción de
su Artículo 75, Inciso 17 fue el instrumento legal que posibilitó a estos
pueblos el resquicio necesario para sistematizar las luchas antes
aisladas por la reivindicación de sus identidades y de sus derechos
colectivos en lo que puede denominarse como ‘movimiento indígena’
el cual, en muchas comunidades, permitió la emergencia de mujeres
como dirigentes de los mismos153. Éstas crearon espacios de reflexión
sobre sus experiencias de exclusión como mujeres y como
aborígenes, con plena conciencia de la erosión de diferente grado en
sus identidades individuales, genéricas y colectivas producidas por
falta de reconocimiento estatal y los altos niveles de prejuicio y
discriminación por parte de la sociedad argentina en general. Lo
inédito del proceso es que estas reuniones tuvieron cobertura en
diarios de referencia nacional (Página/12, 5 de octubre de 2005).
Hoy por hoy, con un largo camino por delante todavía, las
líderes comunitarias consideran que uno de los obstáculos más
fuertes en su lucha por la recuperación de la identidad se encuentra
todavía entre sus mismos pares.
Visibilidad(es)
Desde el año 2001 a la fecha164, Página/12 –por ejemplo165- ha
ido aumentando el número y la frecuencia de publicación de artículos
con noticias sobre los pueblos originarios por lo que resulta el diario
de referencia nacional más apropiado para observar el proceso
aludido.
Uno de los indicadores del aumento de visibilidad mediática es
el paso de la cita a la entrevista en los modos de registro de la voz
162
Se revisaron los archivos de Página /12 desde el año 2002 a la fecha. Se construyó un corpus de más
de veinte artículos sobre los aborígenes, privilegiando los que registraban la voz de mujeres
pertenecientes a los pueblos originarios del Gran Chaco y del Noroeste argentino, sobre cuyas
representaciones y su espesor temporal vengo investigando desde hace unos años (Cebrelli: 2008 c). El
recorte se realizó con la idea de contrastarlos a futuro con la producción sobre el mismo tema realizada
desde el año 2004 a la fecha por Nuevo Diario. El diario chiquito de Salta. Cabe aclarar que se trata de un
matutino de clasificados sin una línea editorial muy clara; sin embargo, publica noticias cada dos o tres
días sobre los pueblos originarios salteños y jujeños las cuales muestran un claro compromiso con la
diversidad cultural y de género. Un avance de esta línea de indagación puede leerse en dos trabajos
anteriores de mi autoría (Cebrelli: 2008 a y b).
163
Mientras la memoria colectiva responde al orden de la vivencia, la memoria nacional se refiere a una
historia que trasciende los sujetos y no se concreta en las cotidianeidades. La primera fija los recuerdos de
sus propios portadores y su olvido es fruto del desmembramiento del grupo. La segunda trasciende las
divisiones sociales, es del orden de la ideología e integra un campo de poder (Ortiz: 2000).
164
Se ha tomado como criterio de corte el año 2001. En los relevamientos realizados en el archivo virtual
del diario Página /12 no se han encontrado artículos anteriores significativos para este trabajo. Es muy
evidente el incremento de la cantidad a partir del año 2004 en relación a los reclamos territoriales y,
posteriormente al 2007, a partir de la muerte de los Qom en el Impenetrable, sobre diversas cuestiones,
tales como escuelas bi y trilingües, vivienda, reclamos territoriales y diversas acciones orientadas a frenar
el desmonte. La cobertura mediática de la muerte por hambre de los Qom fue analizada en artículos
anteriores en co-autoría (Cebrelli y Arancibia: 2007 y 2008). La visibilización de la muerte de los niños
Wichís se viene siguiendo desde el año 2008 (Cebrelli: 2007 y 2008). Un abordaje antropológico de este
problema se encuentra en el citado capítulo de Flores Klarik et al.
165
Un análisis contrastivo del proceso en Clarín, Página12 y La Nación puede leerse en “Fronteras
invisibles. El caso de los pueblos originarios argentinos”, Conferencia Plenaria, XIII Congreso de
RedCom, Targagal, 2011 (en prensa).
indígena. Aquí es importante recordar que la entrevista es la variable
mediática de la biografía y, por lo mismo, constituye un medio
invaluable para dar a conocer historias de vida y resguardar, a la vez,
la autenticidad de las palabras dichas (Arfuch: ibídem, Klein: 2008).
La nota elegida para iniciar el seguimiento del proceso de
visibilización citado es de abril del 2002 y se titula “Vida de Wichís”.
Registra la visita de la por entonces primera dama, Chiche Duhalde,
a la localidad de “El Sauzalito”, último pueblo del Impenetrable
chaqueño.
El relato comienza desde la ruta, perspectiva ajena al territorio,
que da cuenta del uso de la focalización externa. El estilo indirecto y
el verbo dicendi –dicen sus habitantes- sumados a un evidente
proceso de traducción y estilización de la voz del otro destaca aún
más el hiato existente entre una y otra cultura.
166
Cfr. “La tribu que visitó Chiche Duhalde. VIDA DE WICHIS”, El País, Página /12, domingo 26 de
mayo de 2002. En todos los casos la negrita es mía.
De Fuerte Esperanza es también Viviana Pereira, 29 años,
integrante de la comunidad wichi167. La mujer viajó los 100
kilómetros que separan su paraje de El Sauzalito para acercar
un reclamo por los planes Jefes y Jefas de Hogar, ya que “de
500 solicitudes sólo 100 personas recibieron el subsidio”. Para
la joven, madre de cuatro hijos, el principal problema es la falta
de trabajo, “que nos tiene comiendo pescaditos y pájaros”. En
el lugar, dice, ni siquiera tienen una huerta por falta de semillas.
Beben agua del río ubicado a mil metros. No hay electricidad, ni
teléfono, ni vehículos para moverse en caso de enfermedad. La
última muerte en su comunidad se produjo el mes pasado: fue
un bebé de cuatro meses; lo enterraron sin saber siquiera por
cuál enfermedad lo habían perdido.
A los que somos del norte nos llaman bolivianos, a los guaraníes
les dicen paraguayos, a los mapuches les dicen chilenos.
¿Entonces nadie es argentino? /…/Sí, la verdad es que los
argentinos son los que vinieron en los barcos porque cuando
estábamos nosotros éramos los mapuches, los diaguitas, las
naciones originarias. Por eso los argentinos no sienten nada de
orgullo por la identidad originaria (Página /12, opus cit.).
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CAPÍTULO V
Resumen
La expansión de la agricultura puede considerarse una de las
principales fuerzas impulsoras de los procesos de cambio de uso del
suelo en el Norte argentino. Gran parte del crecimiento del sector
agrícola en los últimos años puede atribuirse al cultivo de soja
genéticamente modificada. En la provincia de Salta, este crecimiento
se ha hecho, generalmente, a expensas de los bosques nativos con lo
169
Lucas Seghezzo es Investigador Adjunto del CONICET-Argentina. Lic. en Recursos Naturales de la
Universidad Nacional de Salta (UNSa). Master y Doctor en Ciencias Ambientales de la Universidad de
Wageningen (Holanda). Dirección: Instituto de Investigaciones en Energía No Convencional (INENCO)
de la UNSa.
170
José N. Volante es investigador en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en Salta,
Argentina. Lic. en Recursos Naturales de la UNSa y está en la etapa final de su Doctorado sobre los
impactos ambientales de la deforestación en el noroeste argentino.
171
José M. Paruelo es Prof. en la Fac. de Agronomía de la UBA e Investigador Principal del CONICET.
Ingeniero Agrónomo con un Doctorado en ecología de pasturas. Director del programa de Ciencias
Ambientales de la UBA y miembro del Laboratorio de Análisis Regional y Teledetección (LART) de la
Facultad de Agronomía y del IFEVA.
172
Daniel J. Somma trabaja para la Administración Nacional de Parques Nacionales (APN). Actualmente
investigador del INTA, en la estación Delta, Campana, Argentina. Master y Doctor en Sistemas de
Información Geográfica (SIG) de la Universidad de Wageningen (Holanda).
173
E. Catalina Buliubasich es Antropóloga y Doctora en Antropología por la Universidad de Sevilla,
España. Investigadora del Centro Promocional de Investigaciones en Historia y Antropología (CEPIHA)
de la UNSa. Fue Decana de la Facultad de Humanidades de la UNSa.
174
Héctor E. Rodríguez es Antropólogo, y fue Profesor e Investigador de la Facultad de Humanidades de
la UNSa. Es miembro y ex director del CEPIHA. Estuvo a cargo de la Escuela de Antropología y ocupó
diversos cargos administrativos en la UNSa.
175
Sandra Gagnon es estudiante de Doctorado en el Graduate Institute of International and Development
Studies de Ginebra, Suiza. Tiene un Master en Estudios del Desarrollo de ese Instituto y un Master en
Biología de la Universidad de Quebec en Montreal, Canadá.
176
Marc Hufty es Profesor en el Graduate Institute of International and Development Studies de Ginebra,
Suiza. Tiene un Doctorado en Ciencias Políticas de la Universidad de Ginebra.
cual se ha puesto en riesgo su alta diversidad cultural y biológica. En
noviembre de 2007, el Congreso argentino aprobó la Ley Nacional
26.331 conocida como la “Ley de Bosques”. Esta ley, concebida como
una manera de reducir y controlar la deforestación de los bosques
nativos del país, estableció que las provincias debían poner en
marcha procesos participativos de Ordenamiento Territorial de los
Bosques Nativos (OTBN). En este artículo se describe el proceso de
OTBN llevado a cabo en la provincia de Salta y se discute hasta qué
punto las diferentes visiones de lo que significa el “desarrollo”
influyeron sobre el resultado final. Se realiza una descripción
contextualizada de las prácticas concretas de algunos actores
intervinientes en el proceso con el objeto de entender las visiones de
desarrollo subyacentes, las cuales son raramente explicitadas con
claridad en los discursos sectoriales. Se discute también la
importancia de un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
(CSJN) en el cual, a instancias de un grupo de pueblos originarios y
pobladores criollos, se ordenó la suspensión de la tala y los
desmontes en cuatro departamentos de la provincia de Salta. Este
fallo obligó a un reacomodamiento de los discursos y las acciones del
gobierno y del sector agropecuario aunque, como argumentamos en
este trabajo, las visiones de fondo siguieron obedeciendo a un
paradigma desarrollista de tipo exportador.
Palabras clave
Argentina, deforestación, visiones de desarrollo, ordenamiento
territorial de los bosques nativos, Salta.
Introducción
Este trabajo describe y analiza el proceso de Ordenamiento
Territorial de los Bosques Nativos (OTBN) que se llevó a cabo en
Salta, Argentina, para cumplir con lo exigido por la Ley Nacional
26.331, conocida como “la Ley de Bosques” 1. Nuestro principal
argumento es que las diferentes, y muchas veces antagónicas,
visiones de lo que significa el “desarrollo” influyeron
significativamente en el resultado del OTBN. Estas visiones fueron
defendidas de manera abierta o velada por los distintos actores y
grupos de interés que participaron del proceso. Como herramienta de
análisis, proponemos que una descripción contextualizada de las
prácticas concretas de los actores, en un marco temporal de mediano
1
Este trabajo se basa en una presentación realizada en el seminario “Luchas sociales, transformaciones
del trabajo y de los medios de subsistencia” que tuvo lugar en la Universidad Nacional de Salta en
diciembre de 2009. Una parte del mismo ha sido enviada para su publicación a una revista científica
internacional.
o largo plazo, es más reveladora de las visiones subyacentes que los
discursos que los actores articulan en la arena del conflicto para
hacer prevalecer sus intereses sectoriales. Nos concentraremos
principalmente en los discursos y prácticas del gobierno provincial y,
en menor medida, en los del sector agropecuario, ya que
consideramos que estos dos sectores fueron los actores más
poderosos durante el proceso de OTBN en Salta. Como mostramos en
el trabajo, la influencia de estos dos grupos fue parcialmente
contrarrestada por una intervención crucial de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación (CSJN) la cual, en un fallo sin precedentes,
dictaminó la suspensión de la tala y los desmontes en una gran
porción del territorio provincial a pedido de un grupo de
representantes de pueblos originarios y pobladores criollos.
En este trabajo no describiremos en detalle los discursos y
prácticas de los grupos ambientalistas y las organizaciones de
pueblos originarios o productores criollos, a pesar de que somos
conscientes de que estos grupos tampoco están exentos de su propia
cuota de contradicciones y ambigüedades. Consideramos que una
mejor comprensión de la manera en que las visiones contrastantes de
los distintos actores y los conflictos de poderes existentes entre ellos
influyeron sobre el proceso de OTBN en Salta puede contribuir a
mejorar los procesos de ordenamiento territorial en otras provincias
del país y en regiones de similares características. Este trabajo se ha
basado en la experiencia directa e indirecta de los autores durante el
proceso de OTBN en Salta. Algunos autores jugaron roles centrales
durante este proceso, ya sea como funcionarios públicos o como
consultores profesionales, mientras que otros participaron
activamente como asesores de ONG locales. Hemos adoptado como
enfoque de análisis el que propone la “ecología política”, el cual
puede ayudar a comprender la complejidad de estos procesos de
planificación y a integrar en una representación coherente las
interpretaciones que de ellos se hacen desde diversas disciplinas
(Robbins: 2004). La ecología política, una disciplina en constante
evolución, intenta profundizar precisamente en el carácter
íntimamente interrelacionado que tienen “las dimensiones
discursivas, materiales, sociales, y culturales de la relación existente
entre el ser humano y la naturaleza” (Escobar: 1999, 1). Si bien la
ecología política no postula lineamientos metodológicos y protocolos
de investigación estandarizados, provee un marco conceptual de
análisis que facilita un abordaje amplio y a la vez sutil de los
conflictos socio-ambientales.
Deforestación y cambio de uso del suelo en Salta
Una de las principales fuerzas impulsoras de los procesos de
cambio de uso del suelo ha sido históricamente la expansión de la
agricultura (Lambin y Meyfrodit: 2010). En el Norte argentino, y la
provincia de Salta no es una excepción, el desarrollo de cultivos tales
como caña de azúcar, poroto, cítricos y, en menor medida, tabaco,
viñedos, maíz, algodón y hortalizas, han sido los impulsores históricos
del cambio de uso del suelo. Sin embargo, gran parte de los cambios
recientes se puede atribuir al cultivo de soja genéticamente
modificada altamente resistente a herbicidas. Tanto en las Yungas
como en el Chaco, dos de los ecosistemas boscosos más importantes
de la región, la expansión de la “frontera agropecuaria” se hace
generalmente a expensas de los bosques nativos (Grau et al.: 2005;
Paruelo et al.: 2004). Entre 2000 y 2008 el área cultivada en
Argentina aumentó más de un 30%, pasando de 24 a 32 millones de
hectáreas (SAGPyA: 2009). La producción de soja es responsable por
un 77% de ese crecimiento.
La Ley de Bosques
La Ley Nacional 26.331, que regula la protección,
enriquecimiento, restauración, utilización y manejo de los bosques
nativos y de los servicios ambientales, fue aprobada por el Congreso
argentino el 28 de noviembre de 2007 luego de un extenso debate y
numerosas postergaciones. Esta ley fue concebida principalmente
como una manera de reducir y controlar la deforestación
indiscriminada de los bosques nativos. La ley también reconoce los
derechos ancestrales al territorio de las comunidades indígenas de la
región, en un todo de acuerdo con otras leyes nacionales
(especialmente la Ley Nacional 23.302 de pueblos originarios y la Ley
Nacional 26.160 de tierras indígenas), con la Constitución Nacional
del año 1994, con el Convenio 169 de la Organización Internacional
del Trabajo (OIT) ratificado por Argentina en el año 2000, y con
Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los Pueblos
Indígenas adoptada en 2007. La ley exige que las provincias pongan
en marcha procesos participativos de OTBN. Estos procesos deben
clasificar los bosques nativos de acuerdo a tres categorías de
conservación: categoría I (alto valor de conservación), categoría II
(valor de conservación medio) y categoría III (bajo valor de
conservación). Estas categorías se tienen que representar en un
mapa mediante los colores rojo, amarillo y verde, respectivamente.
En la categoría I los bosques deben permanecer intangibles. En estas
áreas sólo son posibles usos ancestrales de los pueblos originarios e
investigación científica. En las áreas identificadas bajo la categoría II
son posibles el turismo, algunas actividades productivas
“sustentables” bajo estrictas normas de control, y la investigación
científica. La categoría III está disponible para la extracción de
madera, la agricultura y la ganadería bajo las limitaciones impuestas
por las leyes ambientales vigentes. Los desmontes pueden
autorizarse en la categoría III, pero sólo luego de la aprobación de un
Estudio de Impacto Ambiental y Social (EIAyS). Según la Ley de
Bosques, todos los procesos de OTBN, conjuntamente con la
cartografía elaborada, deben ser ratificados por las legislaturas
provinciales. Esta validación política también es un requisito para
obtener los fondos federales de que hace reserva la ley de bosques.
Muchos actores económicos y políticos de Salta se opusieron de
manera abierta o velada a la Ley de Bosques 1. Uno de los argumentos
utilizados para justificar la oposición era que esa ley era un intento
del gobierno nacional (centralista) para detener o controlar el
desarrollo económico del interior del país, una lógica que se utiliza
para analizar también otros conflictos originados en el uso de los
recursos naturales. Según esta lógica, la presión que ejercería el
gobierno nacional sobre las regiones más postergadas se vería
agravada por la acción de ONG fundamentalistas que serían parte de
una estrategia global para impedir o detener el desarrollo de los
países del Sur y controlar el acceso a los recursos naturales
existentes en ellos (Alonso: 2010; Orduna: 2008).
Durante el año 2007, mientras se discutía la Ley de Bosques en
el Congreso Nacional, el entonces gobernador de Salta, J.C. Romero,
emitió autorizaciones para desmontar 435.400 hectáreas de bosques,
el triple de lo autorizado entre 2004 y 2006 (Leake y Economo: 2008).
Algunas de estas autorizaciones fueron emitidas en el período entre
las elecciones provinciales y la asunción del nuevo gobernador. En
esas elecciones, el ex vicegobernador de Romero fue derrotado por
J.M. Urtubey, un abogado que había ocupado altos cargos durante el
gobierno de Romero (fue dos veces Secretario de Estado en distintas
áreas y se desempeñó como vocero gubernamental durante dos
años). A pesar de su protagonismo durante la gestión anterior,
Urtubey basó su campaña en promesas de “cambio”. En su discurso
inaugural del 10 de diciembre de 2007, Urtubey declaró que su
gobierno terminaría con “el festival irresponsable de autorizaciones
de desmonte sin el más mínimo apego a las normas vigentes” 2. Para
cumplir con esta promesa electoral, creó el Ministerio de Ambiente y
Desarrollo Sustentable (MADS) y nombró como Ministro a un biólogo
especialista en enfermedades tropicales de la Universidad Nacional
1
Nuevo Diario 2008 (Salta) edición del 19 de diciembre. (NDS a partir de este momento).
2
Discurso inaugural disponible en http://gestionurtubey.wordpress.com/2007/12/10/discurso-y-promesas-
de-urtubey-al-asumir-el-gobierno-de-salta acceso 22 de febrero 2011.
de Salta (UNSa), la cual había sido muy crítica de la gestión de
Romero en materia ambiental.
1
NDS 02/01/2009.
Los resultados del proceso participativo y las críticas emitidas
por las comunidades aborígenes y algunas ONG no hicieron si no
reforzar la sensación de que, a pesar de los discursos oficiales, las
decisiones importantes se tomaron de manera centralizada e
inconsulta. A nuestro juicio, esto sólo puede llevar a una
profundización de las asimetrías de poder existentes y a la
consolidación de las situaciones de marginalidad a las que se somete
a una parte importante de la población, especialmente a los pueblos
originarios y a los pequeños productores periféricos o de bajos
recursos. El gobierno provincial ni siquiera pudo evitar que las
actividades de tala y desmonte continúen durante el proceso
participativo convocado para la elaboración del OTBN, como fue
repetidamente denunciado por comunidades locales y algunas ONG, a
pesar de una prohibición explícita al respecto contenida en la Ley de
Bosques. Los grandes productores agrícolas, por su lado, ejercieron
constante presión para acelerar un proceso (participativo) que
consideraban demagógico e innecesario, siendo que ya se habían
asegurado una amplia mayoría en ambas cámaras de la Legislatura
para aprobar de manera expeditiva una ley ajustada a sus exigencias.
Este apuro obedecía, también, a que la Ley de Bosques exigía que, al
cabo de un año de su promulgación, las provincias con bosques
nativos ya contaran con un OTBN aprobado y validado socialmente
como prerrequisito para la autorización de nuevos desmontes.
Comentarios finales
El caso descripto en este trabajo puede ser considerado un
ejemplo paradigmático de los conflictos existentes entre la
conservación de los bosques nativos y el desarrollo agrícola. Los
antagonismos que se observaron entre las distintas visiones de
desarrollo, defendidas de modo abierto o velado por los actores
intervinientes, y las desiguales relaciones de poder existentes entre
ellos, hicieron del OTBN de Salta un caso particularmente complejo
que constituye un tema típico de estudio para la ecología política.
Consideramos que sólo mediante una observación atenta de las
acciones concretas llevadas a la práctica en la arena ecológico-
política de este tipo de conflictos es que se puede realizar un análisis
que trascienda los discursos e ilumine las cosmovisiones que
sustentan y explican el comportamiento de los actores intervinientes.
El caso de Salta también demuestra que, cuando se combinan
reclamos territoriales concretos, acciones sostenidas de resistencia
no-violenta, y argumentos sólidos defendidos de manera racional y
fundamentada, es posible cuestionar las ideas convencionales y hoy
dominantes de desarrollo, e incluso desafiar la noción más
políticamente correcta del desarrollo sustentable, la cual puede
devenir fácilmente en una máscara verde de las prácticas del
progreso convencional. Este caso también sugiere que ninguna de las
nociones de desarrollo que determinaron el resultado final del OTBN,
en particular la visión productivista defendida por el gobierno y los
grandes productores agrícolas, forestales y ganaderos, parece ser
suficientemente inclusiva como para resolver de manera adecuada
los conflictos sociales y ambientales suscitados. Hasta la misma Ley
de Bosques contenía mecanismos muy cuestionados desde los
movimientos de justicia ambiental, tales como el pago por servicios
ambientales, un método que ha sido catalogado como una
“comodificación” de la naturaleza (Kosoy y Barbera: 2010; Liverman:
2004; Sullivan: 2009). Este pago puede devenir en un subsidio
encubierto a los grandes productores agrícolas que podrían ser
“compensados” por dejar fracciones de sus tierras sin trabajar,
incluso aquellas áreas que, por razones climáticas, edáficas, o
topográficas, son virtualmente imposibles de aprovechar desde el
punto de vista agropecuario.
Las inequidades de poder son particularmente relevantes en los
debates de planificación estratégica y gobernanza, tal como se ha
indicado al definir el concepto de marginalidad (Blaikie y Brookfield:
1987; Bryant y Bailey: 1997). Este concepto engloba las
marginalidades económicas y políticas pero también las ecológicas,
que en repetidas ocasiones pueden explicar el desplazamiento de
minorías pobres y olvidadas tales como los pueblos originarios o los
pequeños productores rurales. El desarrollo o progreso, entendido
como un proceso de acumulación de riqueza y poder ligado
indisolublemente a la posesión de tierra puede considerarse como la
ideología dominante en las elites económicas y políticas de Salta, y
ha sido probablemente la cosmovisión que, en definitiva, guió todo el
proceso de OTBN exigido por la Ley de Bosques. Este tipo de
ideología, que puede vincularse directamente con la historia
provincial, fuertemente influida por su pasado colonial, fue
abiertamente cuestionado por las organizaciones sociales y
ambientales. Estos cuestionamientos intentaron ocultarse haciendo
una utilización ilegítima y parcial del concepto de participación
pública, el cual fue manipulado para facilitar la imposición de políticas
decididas de forma inconsulta.
La ecología política puede ser una herramienta poderosa para
entender los conflictos sociales y ambientales como los que se
observaron en Salta, ya que pone en contexto y relativiza las
consideraciones puramente económicas e incorpora al análisis temas
como la distribución del ingreso y las diferencias de poder,
conocimiento y representatividad existentes entre los actores
individuales o institucionales (Robbins: 2004). Los gobiernos guiados
y condicionados por ideologías de mercado ven fuertemente
dificultada su capacidad para aceptar visiones alternativas sobre la
relación entre la naturaleza y la sociedad. Algunas de estas visiones
cuestionan la validez del mercado como único árbitro de las
decisiones políticas, sociales y ambientales (Escobar: 2001) y otras
recurren incluso a una deconstrucción de las supuestas
“necesidades” humanas que se aceptan como tales sin discusión y
que son la base de toda compulsión de consumo. Se han identificado
muchos tipos distintos de necesidades que van más allá de lo
meramente fisiológico, entre las cuales Maslow (1954) incluye, por
ejemplo, la seguridad, la estima, el amor, y la realización personal.
Algunas de estas necesidades no pueden ser plenamente satisfechas
por bienes transables en el mercado, por lo cual un modelo de
desarrollo basado únicamente en el mercado será necesariamente
incompleto e injusto.
La aprobación de la Ley de Bosques y, sobre todo, la histórica
intervención de la CSJN hicieron reducir la tasa de deforestación en la
provincia de Salta en más de un 65% en menos de dos años,
revirtiendo una tendencia que se inició con la introducción de la soja
genéticamente modificada en el año 1997 y se intensificó luego de la
crisis económica del 2001 (Volante et al.: 2005). Esta reducción, si
bien es significativa, debe ser analizada con cautela, ya que la tasa
estimada de deforestación en Salta para el año 2010 todavía presenta
valores por encima del promedio para América Latina. Por tal motivo,
podría ser necesario reducir aún más los procesos de deforestación
con el objeto de preservar la integridad de algunos ecosistemas
forestales y garantizar la supervivencia de las comunidades
aborígenes y las familias criollas que viven en ellos. En Salta, el
resultado final del proceso descripto es incierto, en particular porque
la CSJN, que jugó un rol crucial para detener la tala y los desmontes
en el Norte de la provincia, todavía no se expidió de manera definitiva
sobre la continuidad del amparo. Esta demora, aparentemente
inexplicable, para tomar una decisión de fondo sobre este tema
requeriría un análisis particular que excede los objetivos de este
trabajo. Lo que es claro es que la relación y los conflictos existentes
entre el desarrollo y la conservación de los bosques nativos nunca
recibieron tanta atención pública en la historia de la provincia de
Salta.
Agradecimientos
Agradecemos a ASOCIANA (Acompañamiento Social de la
Iglesia Anglicana del Norte Argentino) y a FUNDAPAZ (Fundación para
el Desarrollo en Justicia y Paz) por la valiosa información suministrada
sobre el proceso de OTBN y por su contribución a la descripción de
algunos de los actores intervinientes desde la óptica de las ONG que
están trabajando con ellos en el terreno. La participación en este
trabajo de algunos de los autores fue parcialmente financiada con
subsidios del Inter-American Institute for Global Change Research (IAI,
CRN II 2031) y de la US National Science Foundation (GEO-0452325).
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CAPÍTULO VI
REPRESENTACIONES Y DOCUMENTALISMO.
Acerca de las estrategias para visibilizar la protesta social
Eje temático o mesa de trabajo seleccionada:
Víctor Arancibia1
Resumen
El trabajo se centra en el análisis de un documental que da
cuenta de los modos de registro de la protesta social. Mosconi.
Crónica de saqueo, rebelión y muerte del periodista Héctor Alí (2006)
es, a la vez, un testimonio de las diferentes producciones
documentales argentinas que registraron las luchas de los diferentes
actores sociales que se resistieron a las políticas neoliberales al
mismo tiempo que resulta un mostración de las estrategias
mediáticas que registraron dichas formas de resistencia.
A lo largo del mismo, se analiza el proceso constructivo de las
imágenes en función de los procesos socio-históricos, desentrañando
los regímenes de representaciones diferenciados que conviven en
una sociedad y de todo el juego de poder y resistencia que el
documental entrama. De esta forma, se pone en evidencia un doble
proceso de historización a partir de la apelación a diferentes
regímenes de representación: por una parte, se historiza el proceso
político y económico argentino desde la perspectiva de la protesta y
la resistencia y, por otra, se hace un recorrido por los modos de
cobertura mediática que realizaron medios televisivos y gráficos a
nivel nacional y local. A la vez, el documental de Héctor Alí propone
formas de producción audiovisual en los que se puede hacer visibles y
audibles las voces y las imágenes de los sectores históricamente
subalternizados en la sociedad.
En síntesis, la indagación pone en evidencia los modos de
construcción un texto audiovisual complejo y complejizante, en tanto
desafía y confronta los modos de percepción naturalizados por la
circulación de los medios hegemónicos tratando de instalar otras
historias en el horizonte visual de los diferentes actores sociales.
Palabras Claves
1
Es Master en Estudios Históricos y Literarios de Frontera. Se desempeña como Profesor Adjunto a
cargo de las cátedras de Introducción a las Teorías de la Comunicación Social y de Semiótica
Audiovisual en la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Salta. Ha
dirigido documentales y programas televisivos por los cuales ha recibido premios nacionales. Posee
numerosas publicaciones nacionales e internacionales sobre representaciones sociales, producciones
audiovisuales y análisis de las imágenes.
Representaciones sociales, documentalismo, espesor temporal
de las representaciones y de las imágenes, regímenes de visibilidad,
cuerpos y territorialidades
2
Citar estos ejemplos es dar cuenta de las formas en que los documentalistas fueron mapeando las
problemáticas sociales que fueron foco de la mirada de la investigación. En el caso de Piqueteras se
visibilizan las luchas obreras desde la mirada de género; en el film Diablo, Familia y Propiedad se pone
el acento en el cruce entre las tradiciones y las narrativas míticas de las culturas y las formas de
explotación en el noroeste argentino; en Botín de guerra, Blaustein poné el acento en las tareas que
realizaron las Abuelas de Plaza de Mayo en la búsqueda y recuperación de una cantidad importante de
nietas que pudieron recuperar su identidad o el caso de Yapoita Ñande Igüi – Queremos nuestra tierra se
pone en el centro de la escena las luchas de los pueblos originarios por la propiedad de la tierra.
de la mayoría de la población ya que generaron desempleo y
marginalidad como resultado de la instalación de las políticas
neoliberales más fuertes de la historia reciente en la Argentina. La
década menemista concluyó con la crisis económica del 2001
produciendo la renuncia del entonces presidente Fernando De la Rúa.
Se produce, entonces, una necesidad de documentar los procesos
vividos por diferentes actores y organizaciones sociales en el cambio
profundo que vivió Argentina en el paso de un siglo a otro. El
comienzo del milenio produjo un cambio en las políticas de estado
con el gobierno denominado kirchnerista las cuales llevaron a la
reinstalación de una serie de derechos que hasta ese momento
estaban fuera de la escena política.
Esta explosión del documentalismo argentino lleva a
preguntarse acerca de los lugares ideológicos, de las estrategias
cinematográficas utilizadas, de las formas de narrar las problemáticas
sociales y, fundamentalmente, de las representaciones sociales que
se entraman en las producciones que circularon en el marco de las
diferentes coyunturas sociales y económicas. A la vez, plantea
interrogantes sobre los procesos a partir de los cuales los recursos
técnicos y estéticos se transforman en herramientas de denuncia, de
lucha o de simple mostración de los cambios sociales producidos.
Mosconi. Crónica de saqueo, rebelión y muerte del periodista
Héctor Alí (2006) se inserta en el campo de la producción documental
argentina recuperando algunos principios del ‘cine de la liberación’,
de la tradición del documentalismo organizando a la vez que
establece una política de la mirada marcada por el dialogismo de
voces, imágenes y representaciones enclavadas en el cruce de las
políticas de la visibilidad que recurren a tradiciones diversas en la
producción audiovisual. Mirar este tipo de producciones permite
establecer las estrategias mediante las cuales se pueden fisurar las
representaciones icónicas más naturalizadas en los imaginarios
circulantes y las formas de registro de los conflictos sociales en los
inicios del nuevo milenio. La imagen documental se transforma acá
en un espacio posible para la lucha por la descolonización de las
mentalidades, en tanto y en cuanto tratan de ‘desmontar’ las
imágenes dominantes y de relocalizar las miradas disciplinadas sobre
los diversos actores sociales.
9
La noción de espesor temporal fue desarrollada para el análisis de representaciones por Alejandra
Cebrelli (1999) y por Cebrelli/Arancibia (2005). Se realizará una referencia más precisa de la noción más
adelante.
10
Este básicamente es un recurso que se toma de la misma televisión en la que se produjeron una
cantidad importante de programas operaban como una puesta en abismo, en algunos casos, o como una
mirada sobre los propios vicios de las producciones fílmicas. La neo-televisión (en los términos en que
Mario Carlón sintetiza los debates teóricos a partir de los postulados de Umberto Eco) va influyendo en
las producciones más cercanas a la tradición del cine. Estos recursos tienen que ver con la partición de la
pantalla, la extensión de las narrativas, ritmos acelerados, multiplicidad de formas narrativas, entre otros.
El cambiante panorama de las producciones audiovisuales va de la mano de los procesos de la
tecnologización de la sociedad y de una ampliación de la base de conocimiento de los modos de
producción.
11
Cabe recordar que Héctor Alí tiene desde hace muchos años una serie de programas periodísticos y de
opinión en los que realiza un trabajo fino de investigación de diferentes hechos. Los que se toman para la
realización de este documental son los del ciclo Las barbas en remojo. Posteriormente realizó el ciclo El
informante con la dirección de Chino Vistas donde abordan casos policiales no resueltos, algunos de ellos
con fuertes implicancias políticas como el realizado en función al asesinato del Periodista Luciano Jaime
por parte de personal de la Policía de la Provincia de Salta, durante la plena vigencia de la Triple A.
locales –además de los testimonios de las personas involucradas en el
conflicto, el documental se articula como un testimonio de las formas
de registro de la protesta, casi como un metadocumental que permite
la visibilización de las estrategias propias de la producción y, a la vez,
opera como una visión crítica de los procesos de narrativización de
las protestas sociales en su conjunto. El mismo espacio fílmico es el
espacio donde dialogan y se confrontan diversas representaciones
sociales instauradas en el imaginario de la sociedad y textualizadas
por los medios de comunicación. Pero también es el lugar donde se
puede mapear las formas de cobertura que los medios de
comunicación –en sus diversas materialidades y soportes- hacen de
las protestas sociales, esto permite que se articulen y discutan las
modalidades de la producción y de las formas de registro.
A la vez, en el desarrollo del documental, se muestran
imágenes de las tapas de diarios (Clarín y Página/12) y semanarios
locales de la época (Nueva Propuesta, Crónica del Noa), se
textualizan registros fílmicos que circularon por diferentes noticieros
nacionales, se produce el rastreo de la historia de las privatizaciones
y de las formas de la protesta social. De este modo, se va
construyendo no sólo la narración de las historias de los piquetes de
Gral. Mosconi sino también una reconstrucción de los procesos
políticos y sociales en los que la protesta se entrama. Se produce una
reconfiguración de los relatos en los que las protestas son las que
articulan la historia y no los pasos que da el Estado.
Un claro ejemplo de ello en el documental es el recuerdo de los
muertos en diversas protestas en la Argentina: el registro se inicia
con el recuerdo de la última víctima de la dictadura militar en el año
1983 a la que se suman los fallecidos en cada uno de los piquetes
ocurridos en la era menemista y en los inicios del período delarruista.
La edición del documental se asienta sobre una operación clara:
la narración de la historia se cuenta desde la perspectiva del despojo
y del reclamo. Desde allí, las configuraciones representacionales a las
que se apelan comienzan a entramarse en una línea de sentido
diferente a las habituales. Las representaciones oficiales acerca del
mundo del trabajo quedan resignificadas en la cadena equivalencial 12
de la desocupación y de la protesta. En el film, las imágenes del
monumento al obrero de YPF 13 en la localidad de General Mosconi –
otrora símbolo del trabajo y del progreso que llevaría el pan a todos
12
Una relación de equivalencia no es una relación de identidad entre objetos. La equivalencia no es
tautológica ya que la sustitubilidad que establece entre ciertos objetos sólo es válida de acuerdo a las
posiciones que toma dentro de un contexto estructural dado. Esto significa que aquello que llamamos
identidad de un objeto dentro de una relación de equivalencia está escindida: por un lado conserva su
propio sentido ‘literal’; por el otro da cuenta de la posición que ocupa el objeto dentro de la cadena
equivalencial, es decir dentro de la cadena en la cual es un elemento sustituible. (Laclau-Mouffe, 2003:
96).
los hogares- se transforman en la dramática representación de la
utopía resignada frente a las imposiciones de las formas de la política
neoliberal. Las cargas valorativas se alteran y las posiciones se
resignifican articulando nuevos sentidos que fisuran las cadenas
consolidadas en el imaginario social.
Como correlato a la operación mencionada, Mosconi, Crónica de
saqueo… se construye como una suerte de archivo material de las
formas en que los medios hacen las coberturas de los conflictos
sociales y, por ende, de las representaciones acerca del trabajo
periodístico que van configurando desde el hacer de los diversos
miembros del campo, en el sentido bourdieuano del concepto. Un
ejemplo claro es cuando se insertan las imágenes y las voces de los
funcionarios. Las declaraciones de los oficiales de gendarmería, las
palabras de los políticos que protagonizaron la escena nacional y
provincial están registradas por los micrófonos de los medios más
importantes, sobre todo los de circulación nacional (TN, Canal 13,
América, etc.) mientras que las asambleas en la plaza de Tartagal
quedan apenas relevadas por el cable local y un puñado de
periodistas más. Las vinculaciones, los intereses, los recorridos y las
focalizaciones quedan claramente marcadas en cada una de las
imágenes. Se pone en evidencia, al mismo tiempo, la disponibilidad
técnica y de recursos para el registro y la cobertura; por ende,
también es dable suponer las facilidades y las dificultades en la etapa
posterior de puesta en circulación de la información.
Pero, junto con los recursos escuetamente mencionados, la
producción de Héctor Alí se entrama en otra tradición de la
producción audiovisual argentina. En efecto, si se toma la modalidad
enunciativa tanto verbal como icónica de este documental se puede
observar que recupera las estrategias de la mostración de la pobreza
y de la marginalidad similares a películas como Memoria del Saqueo
de Pino Solanas (2003-2004), por citar un ejemplo cercano en el
tiempo. La relación intertextual se establece desde el mismo título del
documental de Alí que rememora al de uno de los fundadores de Cine
de la liberación. Esta relación también se entabla en el terreno de la
concepción del documental cuya narración en off sigue los
lineamientos de la narrativa de Solanas: apelación a datos
estadísticos (al estilo de las modalidades del periodismo de precisión),
recuperación de datos de organismos de derechos humanos como
fuentes incuestionables de informaciones verdaderas, utilización de
13
Yacimientos Petrolíferos Fiscales fue una empresa pionera de las políticas de exploración y ocupación
del territorio además de su carácter de empresa nacional. La historia de esta empresa está ligada a la
fundación y al progreso de poblaciones enteras desde el momento de su fundación a comienzos del Siglo
XX. La privatización de la empresa en el año 1999 (previa reforma que se inicio en 1989) produjo una
oleada de desocupación y la conversión de pueblos prósperos en localidades fantasmas.
un cuerpo de subjetivemas con una fuerte carga valorativa negativa
para evaluar las políticas oficiales, inserción de preguntas retóricas
que apelan a los valores humanitarios de los espectadores de turno
buscando producir una adhesión casi instantánea con lo que se
enuncia, dramatismo en la presentación de los personajes, una
entonación propia de las narraciones de las tragedias preanunciadas,
entre otros recursos.
14
Esta categoría fue utilizada por Mijail Bajtín en sus estudios sobre el enunciado para aludir a la mezcla
de voces y diversos tipos de discursos socioculturales (estilos, dialectos y sociolectos) que conviven y se
entrecruzan en la producción discursiva. Los fenómenos de convergencia, discrepancia, desdoblamiento,
travestismos, etc. entre las voces presentes en el relato confieren al texto su carácter dialógico que, como
hecho de lengua constituye una opinión pluridiscursiva sobre el mundo. Para Bajtín las relaciones
dialógicas no son naturales ni mecánicas, sino una clase de relaciones que producen sentidos anclados en
lo sociohistórico, dado que sus participantes pueden ser enunciados completos detrás de los cuales están
(y en algunos casos se expresan) los sujetos discursivos reales o potenciales. Por ello, dos enunciados
alejados en el tiempo, o pertenecientes a distintas culturas pueden establecer relaciones dialógicas, ya que
éstas se entienden en un sentido mucho más amplio que el diálogo tradicional.
figura de los políticos por los periodistas es una marca de época de la
sustitución de roles sociales en la Argentina de fin del siglo XX15.
Esta confrontación también se puede ver en la calidad de las
imágenes ya que cada una de las secuencias que se insertan se
transforman, a la vez, en un testimonio de las posibilidades
tecnológicas con que cuenta cada uno de los lugares y de la
distribución de las posibilidades de acceso a formas de registro
diversas. Uno de los aspectos más significativos que tiene el film
Mosconi es la diversidad de miradas y de diversas formas de
percepción que se montan en el documental. Las imágenes de TN, de
Canal 13, de América TV16; las de las cámaras de los canales
provinciales y las del cable local se ven claramente diferenciadas
desde las resoluciones técnicas de las mismas. Pero también en la
focalización de las prácticas, de las miradas y de las palabras están
diferenciadas se construye un espacio de diálogo entre la pluralidad
perceptual. Se ve, a lo largo del documental, una estrategia constante
de la posición de una cámara que conoce y sigue los recorridos
cotidianos de la gente frente a la presencia de los medios ‘nacionales’
que llegan cuando el conflicto está desatado. Esta diferencia entre el
andar de la gente, transitando y construyendo los territorios, frente a
las miradas que localizan la zona de conflicto sólo donde se produce
el epicentro queda claramente evidenciada en el campo de la imagen
de cada una de las producciones.
A todo esto se suma una estrategia que se ha podido relevar en
varias producciones documentales argentinas: el lugar que elige la
cámara para posicionarse. En general, las cámaras de las televisoras
mal denominadas nacionales generalmente ingresan a los territorios
detrás de las fuerzas de seguridad (policía o gendarmería) mientras
que las cámaras de las televisoras locales, en líneas generales, van
acompañando a la gente en el proceso mismo de la protesta 17. La
localización física de los instrumentos para registrar la protesta va
dando cuenta también de los posicionamientos ideológicos y políticos
15
El periodismo tuvo un momento en la historia Argentina en la que asumió roles que eran propios de los
poderes del Estado. A partir del desarrollo de la investigación periodística, los trabajadores de los medios
se constituyeron en policías y fiscales que investigaban los casos, en jueces que juzgaban los hechos en
las páginas de los periódicos y en las pantallas de televisión; en políticos que arengaban a la gente o
prometían soluciones a las problemáticas diversas de la población.
16
Cabe mencionar que son los canales de noticia más importantes del país ya que, si bien están en la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, tienen alcance nacional situación que tendería a modificarse a partir
de la implementación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, Nº 26522 en la que se prevé
una distribución diferente de las producciones locales y regionales en el marco de una necesaria
reestructuración de las programaciones televisivas.
17
Esta es una estrategia muy utilizada en Piqueteras donde también se produce una confrontación entre
los modos de registro de los medios locales o de las cámaras de quienes acompañaban la protesta y el
registro de los noticieros ‘nacionales’.
que funcionan como sustento a la producción audiovisual, aunque no
haya intencionalidad en ello.
19
Según Jacques Aumont, una de las funciones de la imagen es la epistémico ya que produce una serie de
informaciones que van construyendo el conocimiento del mundo (1992: 84 y 85). El desarrollo de este
aspecto de la imagen suele darse por hecho, sin embargo queda mucha reflexión por realizar en este
sentido: ¿de qué forma se construye ese conocimiento?, ¿cuáles son los aspectos que se focalizan y que
producen los estímulos para incorporarlos como información?, ¿qué aspectos representacionales entran en
juego?, ¿cómo se vinculan con una historia de la mirada individual y social?, por nombrar sólo un número
pequeño de preguntas. Si bien algunas aproximaciones se realizaron desde la neurobiología hay un
entramado interdisciplinario que marca un camino poco recorrido.
sociales que no tenían su espacio en los campos de interlocución
previstos por el diseño de las diversas hegemonías de turno.
De la misma manera que el documental va articulando una
narración en el que núcleo de la composición es la protesta, los
cuerpos de los manifestantes y el de las víctimas van configurando
otras redes de relaciones a partir de la composición de la imagen. Las
víctimas de las tragedias son los elementos articuladores de la
historia de la protesta: desde Dalmiro Flores (muerto durante una
marcha de la Confederación General del Trabajo en contra de la
dictadura militar en 1982), pasando por las imágenes de Kosteki y
Santillán (asesinados por las fuerzas policiales durante el gobierno de
Eduardo Duhalde), Teresa Rodríguez y Aníbal Verón (caídos en
acciones de resistencia a las políticas neoliberales de la década
menemista) por citar sólo algunos. Se genera de esta manera, un
espesor temporal20 en el mismo armado del documental en el que las
imágenes de los cuerpos torturados, mutilados y sufrientes van
generando una nueva forma de constitución de la historia que se
acopla al sistema de las representaciones vinculadas al del
padecimiento ya instaladas en nuestra cultura que se constituyendo
en diferentes momentos de la historia.
Los cuerpos y sus recorridos van dando cuenta a lo largo del
documental de los espacios segmentados de la sociedad y de las
formas de visibilizar las estrategias del sometimiento. Por una parte
los lugares a los que habitualmente los pobladores no tienen acceso y
que durante la protesta son las zonas privilegiadas para la circulación
(rutas, propiedades de las multinacionales, lugares de la
administración pública, entre otros espacios); los cuerpos hacen
converger en la imagen una matriz histórica de las prohibiciones que
quedan abolidas durante el tiempo de la protesta. A la vez que se
muestran los lugares por los que los grupos van haciendo su protesta
la imagen va registrando las miradas, las gestualidades, los haceres
cotidianos periféricos a la protesta, las modalidades de la circulación,
entre otros aspectos.
Se va construyendo, a la vez, una representación de las formas
de reconstrucción y resignificación de las territorialidades. Si el
territorio es el espacio vivido, representado, significado y que
20
El espesor temporal de una representación consiste en que a lo largo de la historia, a una determinada
representación social se le van adosando operativamente modos de significar, de hacer, de percibir, de
decir, entre otros aspectos complejizando la estructuración de dichas representaciones. Este proceso es
propio de las formaciones discursivas y de los modos de circulación que tienen. De esta manera, cuando
se responde a la prescripción pragmática de una representación se está respondiendo a los aspectos que en
ese momento socio-histórico se validan como significativos. Claro está que ese modo rara vez es una
invención del actor social sino que ya estaba en el campo validado por otros agentes que abonaron –
reproducción mediante- la validez de esa forma de hacer y de decir. (Cfr. Cebrelli-Arancibia: 2005, 121-
142).
contiene una serie de relatos que posibilitan la adscripción identitaria;
la ocupación del espacio desde la lucha por la reivindicación de los
derechos va dando cuenta de procesos de constitución de nuevas y
viejas territorialidades. Nuevas porque irrumpen en un momento en
las que se las creía desaparecidas pero viejas porque forman parte de
la memoria de los pobladores que disponían de los espacios antes de
la llegada de las empresas extranjeras o de las políticas neoliberales.
La territorialización de las luchas permite la reconstrucción de las
memorias, la construcción de nuevos relatos que articulan las luchas
recientes con las antiguas lo que se transforma en un operador de la
construcción de una comunidad unida por las diversas formas de la
resistencia.
A modo de conclusión
Las discontinuidades de las luchas y sus imágenes encuentran
en la producción de Alí (y en la de muchos documentalistas
argentinos) el modo de contar historias desde otras modalidades
articulando las narrativas diversas que en el espacio mediático
cotidiano (dominada por la impronta de los medios de comunicación
concentrados) quedan obnubiladas. La transformación de lo
discontinuo en una red de relaciones en las que las lógicas causales
se construyan desde cadenas de equivalencias que son nuevas para
la percepción del colectivo de la sociedad pero tienen una larga
memoria en las luchas sociales es un trabajo que significa un aporte
importante a los modos de construir las representaciones de la
protesta.
Si, como la Plantea Martín Jesús Barbero, la imagen se está
transforman en una nueva episteme que impacta directamente sobre
las formas de conocimiento y de procesamiento de las informaciones
acerca del mundo y que la visibilidad se encuentra en un proceso que
va de la legibilidad a la cognoscibilidad (2003: 92-11) estamos frente
a una instancia de necesaria repregunta acerca de las posibilidades
de la funcionalidad de las imágenes documentales en coyunturas en
las que las luchas son fundamentales para evitar el avasallamiento de
los derechos individuales y sociales.
La construcción visual de lo social, en el caso que aquí se
analiza, pasa por hacer visibles las diferencias y las formas
conflictivas de relación entre los diversos grupos sociales (los modos
en que el poder circula, las viejas estrategias de la colonización de los
cuerpos y de las mentalidades, las formas de marginalidad y
subalternización a los que se someten a diferentes actores sociales,
entre otros aspectos). La tarea del documentalismo que tematiza la
protesta social parece situarse en un espacio ‘entre’ a partir del cual
se pueda dan cuenta de las relaciones, de los procesos, de las formas
de representación, de las posiciones que adoptan los diversos grupos
sociales, entre otros aspectos. Un espacio en el que obliga a los
espectadores a modificar también sus regímenes de percepción en
función de las imágenes que se ponen en el centro de la pantalla.
En una etapa de la historia regida por los regímenes y las
matrices de la (in)visibilidad, el documental –tal como lo concibe
Héctor Alí y otros productores que van en el mismo sentido- pasan
por restituir uno de los pilares de la ciudadanía de este nuevo milenio:
el derecho a ser visto, principio activo que lleve a la toma de la
palabra efectiva, pasos necesarios para que los silencios históricos
tengan un espacio de audibilidad y de circulación en la cada vez más
compleja maraña comunicacional que aportamos todos a construir.
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CAPITULO VII
Resumen
21
Lic. en Antropología (Universidad Nacional de Salta), Doctora en Antropología (Universidad Nacional
de Buenos Aires). Fue becaria de postgrado (2006 y 2011) actualmente becaria posdoctoral en
CONICET, desarrollando su investigación en el campo de la antropología cultural, histórica y política.
Palabras clave
Gauchos, horizontes del pasado, poder, tradición
22
Esas operaciones, en la propuesta de Guber serían prácticas de historización, que suponen la
“actividad plural de selección, clasificación, registro y reconceptualización de la experiencia” del pasado.
Ese mecanismo de ordenamiento e interpretación se presentaría como una instancia de “integración y
recreación significativa del pasado desde el presente, a través de prácticas y nociones socioculturalmente
específicas de temporalidad, agencia y causalidad” (Guber: 1994,30).
23
El texto propuesto fue trabajado a partir de entrevistas realizadas, entre los años 2006 y 2010 a distintas
agrupaciones gauchas, ubicadas en diversas localidades y municipios dentro de la Provincia. Asimismo
se utilizó material e información provista por las charlas informales a partir de la participación en
reuniones, eventos y espacios de encuentro con los integrantes de los fortines.
torno a los cuales, finalmente, se sintetiza el acontecimiento
fundamental de “la historia” y “el pasado” de Salta.
Esa secuencia de referencias se activa dentro de un principio
explicativo del “ser local”, en donde “ser salteño” es “ser como
Güemes” y “ser gaucho”, nociones que, sin embargo, se presentan lo
suficientemente indeterminadas y dotadas de ambigüedad como para
investirse de sentidos variables y ser apropiadas de diferente forma,
acorde a los contextos y situaciones sociales particulares. Así vistas,
ofrecen un marco de inteligibilidad al presente y un reservorio de
sentidos para la construcción de una identidad colectiva o cultura
particular, factible de enunciarse como “salteñidad”. Principalmente
en el contexto del Centenario nacional, donde el gaucho se vuelve
sinónimo de argentinidad, y desde el viraje peculiar que las
tendencias de refundación nacional asumen en Salta, la figura de
Güemes se resignifica trasmutando desde héroe histórico hacía héroe
cultural y gaucho estereotípico. Emblema de un mestizaje peculiar,
distinto al paradigma corriente, de la mixtura de razas. En la acepción
local, se define como síntesis entre humanidad y paisaje, donde
habría germinado una raza primigenia, la que encarna el gaucho-
héroe, y donde proyecta su origen y horizonte de pasado la
imaginación cultural de la “salteñidad”24. Ello en el marco del
conjunto de estrategias que desarrollan los grupos dominantes, las
élites locales, alineadas con la “reacción conservadora” nacional de
las oligarquías provinciales entre los años 20 y 30, en pos del
resguardo de su posición de poder. Es desde entonces, y en adelante,
invertirán cuantiosos recursos en legitimarse y reclamar privilegios
haciendo uso y apelando a su condición de “herederos de las glorias
del pasado”, de “descendientes de los ancestros fundadores”,
apropiándose de la gesta independentista y hasta de la figura misma
de Martín Miguel de Güemes (Villagrán: 2006, 2009, 2010 y 2011).
El antecedente de los fortines gauchos, desde la perspectiva de
sus integrantes, se remonta a las montoneras gauchas y al modo de
organización que caracterizó a las milicias del Norte, en el marco de
los combates durante la Guerra por la Independencia a principios de
24
Esa imaginación cultural, arraiga en un régimen de representación alimentado por intelectuales y
literatos locales, que en su forma más acabada lo expresa el poeta J. C. Dávalos. Ese régimen de
representación guarda relación con la específica noción de mestizaje que el autor proclama, la que se
ilustra, con cierta claridad, en la definición del gaucho como “un mestizo de español e indígena”…”pero
en donde la raza invasora prevaleció sobre la raza invadida, y ésta sirvió pasivamente, a la hispánica
para que sus caracteres se perpetuasen en América” (Dávalos: 1948, 10). Desde esa forma de ver y
explicar, la mezcla no se esquematiza como la hibridación de dos tipos humanos, sino como la
modelación de una raza por sobre la otra, que es representada como la unidad humanidad/paisaje.
Entonces, las cualidades y virtudes de la raza española se habrían adaptado a las tierras americanas, y
moldeado al transmitirse mediante la sangre indígena, porque “el indígena está hecho de la misma
sustancia que nutre las plantas de las montañas y las selvas” (Dávalos: [1928]1997, 244 en Villagrán:
2011, 81-82).
siglo XIX25. A estas milicias, de carácter irregular, a cuyas filas se
integraba población rural sin formación militar, se le atribuye como
estrategia militar sobresaliente la capacidad de agruparse y
dispersarse adentrando en la espesura de la vegetación agreste, del
monte típico de estas tierras. En ello se funda el toponímico
“montoneras gauchas”, táctica organizativa que supone y requiere de
un conocimiento acabado del terreno y del uso de indumentaria
apropiada que ofreciera protección al penetrar en bosques de
arbustos y espinas. El guardamontes de cuero, es una pieza del traje
gaucho salteño adaptada a tales funciones, ofreciendo cobertura a las
piernas del jinete.
La actuación de las “montoneras gauchas”, compuestas por
paisanos-campesinos, indígenas y población negra, se estima
determinante en la consecución de la liberación de “La Frontera norte
de la Patria” y triunfo respecto al ejército español, luego de la
declaración de la independencia en 1810. Se reconoce como el “líder
natural” y “conductor indiscutible” de estas tropas al General Martín
Miguel de Güemes quien, según se relata en las narrativas fundantes
de la historia local, desarrolló un plan estratégico militar en apoyo al
General San Martín. En reconocimiento a tal mérito, desde
instituciones autoproclamadas como güemesianas, se demanda que
éste sea valorado no sólo como héroe argentino sino de envergadura
sudamericana.
En Salta, actualmente, se registran más de un centenar de
fortines gauchos, radicados en distintas localidades y municipios. El
número de integrantes o socios es variable, comprende entre 10 y 50
personas, y por lo general entre ellos hay algún tipo de relación de
parentesco. Aunque éstos reconocen cierta inspiración en la forma de
agrupamiento espontáneo de “las montoneras gauchas de Güemes”,
sus funciones y “misiones” no guardan vínculo alguno con lo militar.
Realizan distintas actividades y participan de eventos públicos,
destacando como su principal función la contribución a que “las
tradiciones gauchas no se pierdan”, a mantener viva la “cultura
gaucha”, aprender y enseñar las “destrezas camperas”
(fundamentalmente la doma de caballos), y transmitir las
“costumbres arraigadas” en el modo de vida rural.
25
A su vez, en algunos escritos históricos el fortín se asocia a los fuertes, y ambos remiten a otro
momento de la historia nacional, a la conquista y colonización de tierras desde mediados de siglo XVIII y
durante el XIX, a la expulsión y exterminio de pueblos indígenas, a la “guerra contra el malón” y “la
lucha contra el indio”, de lo cual la conquista del “desierto”, en el gobierno de J. A Roca, es
paradigmática. El fuerte y el fortín hacen referencia a los puestos de defensa militar instalados frente a la
amenaza de ofensiva indígena, a una estrategia de avance y control territorial particular. Sin embargo, en
las visiones de los gauchos estos episodios no se mencionan, y no hay referencia a la figura del indio, es
decir en la edificación de la imagen de sí mismos no se recurre a la alterización del indio.
Una parte de las agrupaciones de gauchos se nuclea en la
denominada Agrupación Madre, Agrupación Tradicionalista de Salta
Gauchos de Güemes (en adelante ATSGG), fundada en el año 1946 26
la cual se organiza acorde a la estructura de una asociación civil,
compuesta por presidente, tesorero y vocales, cuya comisión
directiva es electa mediante voto secreto. Los objetivos principales
que se propusieron al momento de su fundación han sido delineados
en torno a “honrar la memoria del héroe gaucho”, “rendir culto a su
memoria”, “homenaje a su persona” y bregar por el “mantenimiento
de la memoria de la gesta güemesiana”.
Arriesgando una ligera y simplificada caracterización, sin
adentrar en la consideración de las modificaciones sucedidas hacia el
interior de esta asociación, y en la relativa apertura participativa que
tuvo lugar en los últimos tiempos, ni en las transformaciones
ocurridas en la sociedad salteña en general, se puede decir que un
solo grupo y clase social se halla representado en la ATSGG.
Mayoritariamente la nómina de socios se integra con “gauchos
cholos27”, “gauchos de apellido”, “terratenientes” o descendientes de
las “familias tradicionales salteñas”. Posición y lugar en el espacio
social que se corresponde con el de los históricos propietarios de la
tierra, dueños de “fincas” y “patrones“ de estancias rurales, sector
que algunos autores englobaron bajo la definición de oligarquía
provincial u oligarquía terrateniente.
A diferencia de las instituciones de los gauchos identificados
con el sector de los patrones, los fortines, y principalmente los de
zonas rurales de departamentos ubicados en el interior de la
provincia o de localidades de los alrededores de la ciudad capital,
nuclean a gente proveniente de otra extracción social, a los que
26
La fundación de esta institución se vincula con el conjunto de estrategias ya antes mencionadas, que
desarrollaron los grupos dominantes locales para contrarrestar desde lo simbólico la relativa pérdida de
poder político. A ese reforzamiento contribuye la ardua labor de algunas figuras intelectuales, que se
abocaron a la producción de relatos y narrativas, luego instituidas y consagradas como la historia o la
literatura salteña, principalmente en las tres primeras décadas del siglo XX. Esas visiones de mundo,
elaboradas desde los portavoces de los grupos dominantes, aportan a la legitimación de éstos como una
élite y “aristocracia”, de “naturaleza superior” y “noble origen”.
27
En Salta es frecuente el uso de este calificativo que tiene complejidad semántica, y parece más bien
condensar una serie de sentidos y referencias que no son exclusivamente de orden económico. Se suele
decir, por ejemplo, “la cholada” pero no es un término autoreferencial, sino que se emplea como un
calificativo desde unos hacía otros. A veces opera un marcador racial, ya que es frecuente que el color de
la piel permita a primera vista diferenciar entre aquellos que tienen la riqueza y el apellido, categorizables
dentro de “cholo”, de quienes que no. Los “cholos”, por su parte, sin autodefinirse como tales, suelen
establecer la diferencia entre ellos y los “nuevos ricos”, que tienen dinero pero no poseen prestigio,
historia, ni tradición familiar.
Hay zonas residenciales en las afueras de la ciudad, que históricamente han sido espacios de
retiro de las élites salteñas, con lujosas casas de fin de semana o de veraneo, como la Quebrada de San
Lorenzo. Sin embargo, por la valoración de su belleza natural en la última década, zonas como ésta
empezaron a ser receptoras de inversiones de empresarios y extranjeros, lo cual fue visto con desagrado
por algunos grupos allí afincados. Otros, en cambio, prontamente supieron sacar provecho a la nueva
coyuntura, explotando al máximo el lucro derivado de la sobrevaloración inmobiliaria.
podríamos denominar grupos subalternos28. Muchos de ellos se auto
definen como “gauchos pobres”, “gauchos sin tierra” y hay quienes
actualmente mantienen como principal actividad económica y medio
de subsistencia la agricultura o ganadería, accediendo a la tierra
mediante acuerdos y arreglos, generalmente informales y de palabra,
a través de figuras como el “arriendo”, “mediería”, o “pastaje”, entre
otras. En cambio, están los que en el pasado se vincularon a esas
actividades y hoy consiguen el sustento como trabajadores
asalariados, o por cuenta propia, en rubros tales como la construcción
o el comercio informal. Pese que en muchos casos migraron hacia las
ciudades, aún mantienen un contacto directo y vínculo afectivo con el
mundo rural, que obra no sólo como una referencia de importancia en
la elaboración y reconstrucción de sus historias familiares y/o
personales, sino también como un marcador de identidad y
adscripción gaucha.
La ATSGG, acorde a una estructura institucional formal, se
funda en jerarquías, asignación de cargos, y un marco normativo que
prescribe como condición de membrecía, para los socios individuales
y fortines, el cumplimiento de distintas reglas, así como el pago de
una cuota anual. La permanencia de los fortines dentro de esta
Asociación se encuentra supeditada a la asistencia periódica a
reuniones o eventos, y al cumplimiento de tareas y/o misiones que les
fueran encomendadas, como custodiar y montar guardia en eventos
públicos. De tal suerte se entabla un cierto vínculo formal, aunque
muchos gauchos no reconocen como sus representantes a los
integrantes de su comisión directiva, ni se sienten parte de esta
asociación. Hay fortines que no guardan buena predisposición a
acatar las “órdenes” de la comisión directiva y que disienten con los
requisitos que establecen para la membrecía a la ATSGG, prefieren
entonces abstenerse de participar de algunos eventos.
28
La noción de subalternidad aquí remite a Guha ([1997] 2002), y comprende a la situación o condición
de subordinación que se manifiesta a diferentes niveles y de distintos modos, pudiendo vincularse al
rango, status, prestigio, género y raza, o en términos económicos aludir a la distribución de la riqueza y
los recursos.
En el caso específico de “los gauchos”, esa condición se fundamenta, por un lado, en la no
posesión ni propiedad de la tierra, asumiendo el lugar de “campesinos” que históricamente mantuvieron
una relación de dependencia relativa respecto a las élites terratenientes locales, para poder reproducir su
vida. Sobre esa base se habría edificado un tipo de relación de sujeción, que en diferentes estudios se
caracterizó como propia de los espacios rurales, cuya forma se incluiría en los modos tradicionales de
dominación, donde es notable la presencia de componentes afectivos, o emotivos, además de
intercambios sociales múltiples y desiguales hilvanados sobre la base de supuestos morales.
A nivel simbólico esa subalternidad arraiga en una configuración específica de poder (Elías:
1996), de larga profundidad histórica, donde los vínculos entre grupos y sujetos se manifiestan como
interdependencia recíproca sobre la base de la producción de imágenes relativas de inferioridad y
superioridad, con anclaje en esquemas particulares de visión y valoración. Al revisar su específica
historicidad se puede advertir que en Salta tienen cierta vigencia, aún en el presente, marcos perceptivos
de cuño colonial, donde guardan fuerza operativa y clasificatoria nociones raciales, ancladas en el linaje,
la pureza de sangre, el origen social y status, o adjetivaciones como “decencia” y “nobleza”.
Los fortines, en cambio, sienten un fuerte compromiso en sus
localidades y departamentos, frecuentemente participan y colaboran
con la realización de eventos donde articulan esfuerzos con las
principales instituciones locales, como Iglesia, Escuela, Policía e
Intendencia, para la organización y desarrollo de las fiestas
patronales religiosas, así como en las ceremonias de conmemoración
de fechas patrias y reciben reconocimiento por la contribución que
realizan desde los fortines. Anualmente, con eventuales alteraciones,
se guían por un calendario de fiestas y ceremonias en las cuales los
gauchos son figuras destacadas, y a veces el mayor atractivo, cuando
desfilan a caballo. Entre las agrupaciones de gauchos, pertenecientes
a poblados vecinos o contiguos es frecuente que contraigan y
sostengan lazos de amistad o solidaridad, brindándose apoyo en las
actividades que organizan, colaborando con comida y compartiendo
asados. Aunque ello no excluye la manifestación de rivalidades y
competencias, lo que en sus propios términos definen como
“envidia”, “celos” y “habladurías”.
Estas diferencias entre sí, tanto como las que mantienen con la
ATSGG, se expresan sólo a través de alusiones indirectas, chistes o
comentarios con algún doble sentido. Las críticas generalmente se
dejan apenas entrever en el ámbito exclusivo de la intimidad del
fortín, en alguna reunión y no en declaraciones públicas con el
propósito de no crear conflicto y “mantener la unidad” entre ellos. Así
como hay tensiones en la relación entre los fortines y la ATSGG,
existen también diferencias entre ésta y otras asociaciones
gauchas29.
Las rivalidades y fricciones radican, en parte, sobre las
profundas pasiones que Güemes despierta en Salta, dado que ha sido
producido y situado sobre el pedestal de máximo “héroe local” e
instituido como símbolo de la salteñidad. Se ha insuflado esta figura,
usufructuado y hasta utilizado políticamente, dando lugar a la
veneración y fanatismo. Culto en nombre del cual sus seguidores se
embarcan al descubrimiento de información novedosa que devele
ocultos misterios y/o contribuya a seguir engrosando la magnitud de
su heroísmo. En esa búsqueda, cada institución, e incluso
intelectuales güemesianos particulares, capitalizan como recurso
algún tipo de conocimiento específico sobre “el héroe” o “gesta
independentista”. Compiten, avivando una continua actualización y
reedición de escritos sobre la guerra de la independencia, la biografía
del General Güemes o la “historia de Salta”. Es periódica la
29
Existen numerosas asociaciones y grupos conformados con la voluntad de rendir homenaje y culto a la
memoria del General Güemes, así como otras que se arrogan la labor de investigación, estudio y difusión
de la gesta güemesiana. Entre éstas podemos mencionar a la “Senda Gloriosa de la Patria” y a la
“Comisión de Homenaje Guardia Bajo las Estrellas”.
publicación de textos de divulgación al estilo de folletos y boletines,
así como las de libros, revistas y la organización de eventos.
Sin embargo, en la ATSGG y en el Instituto Güemesiano de Salta
se deposita la mayor cuota de reconocimiento social, voces y
espacios autorizados en la materia e investidos del poder de hablar
en nombre de la “verdad” sobre Güemes. Reciben apoyo y
financiamiento gubernamental y entre sus miembros, socios y
simpatizantes, contaron y cuentan con personajes influyentes de la
vida política local. De tal suerte, no sólo se facilita la consecución de
recursos y avales, sino también se posibilita la intervención e
incidencia sobre la agenda pública, legislativa provincial o
deliberativa municipal, sugiriendo el tratamiento de ciertos temas
históricos-güemesianos y asesorando al respecto.
Entre algunos “gauchos pobres” suele decirse que la comisión
directiva de la ATSGG estuvo integrada y manejada desde siempre
por las “familias tradicionales”, incluso hay integrantes de fortines
que cuestionan ese exclusivismo en el manejo de la conducción de la
ATSGG30.
Lo antes presentado hace referencia y permite señalar que el
rastreo y recomposición de las interrelaciones entre las instituciones
gauchas, y la exploración de la dinámica de funcionamiento de ese
espacio güemesiano, entendido como un campo bourdiano 31, visibiliza
la vigencia de algunos rasgos definitorios de una configuración
sociohistórica específica en Salta, que ancla en el entramado de
interdependencia entre “patrones y peones” que se sugiere desde las
clasificaciones sobre el “ser gaucho” que abordaremos en los
distintos apartados del texto.
Abordaje y perspectiva.
30
En instancia de una entrevista realizada con la presidenta de un Fortín cercano a la capital de la
provincia, en Junio de 2009, esta mujer se refirió al “fraude” que había sucedido en la elección del último
presidente de la agrupación. Ella, que aún se encontraba molesta por lo sucedido, hizo alusión a la
adulteración de las actas de reuniones y también de los padrones de electores, los cuales a su entender
contenían sólo a gente que llevaba los mismos apellidos. Por entonces, en algunos medios locales,
también habían trascendido comentarios y denuncias de esos hechos, ya que el pedido de anulación e
invalidación de la elección estaba ya transitando la vía judicial.
31
A los fines de la problematización aquí propuesta se adaptan los planteos de Bourdieu (1990, 135-141
y 1995, 63-68). Para este autor el campo puede ser visto como una red o configuración de relaciones
entre posiciones, lo que sería similar a una estructura de distribución de una especie de capital que vale
para jugar en dicho campo en ese juego, y que determina relaciones de fuerza entre agentes e
instituciones, estableciéndose entre éstos luchas por conservar o subvertir dichas fuerzas. El capital que se
pone en juego y está en juego en dicho campo, así como las reglas de juego, lenguaje y lógica específicas
del campo, son irreductibles a los que rigen en otros campos, lo definen como un microcosmos
“relativamente autónomo” dirá Bourdieu, y con límites más o menos definidos. Dicho capital sería como
una carta válida para jugar en determinado campo que confiere alguna cuota de poder o un poder
particular, una capacidad de influencia e intervención en un campo, pero si bien su volumen absoluto
influye en la posición de un agente en el espacio social, su valor es relativo al campo en que se puede
invertir, al igual que la posición de dicho campo en un espacio general de poder.
Aludimos aquí al “pasado” suponiendo su relación dinámica con
el presente y, por tanto, descontando su cambiante y contingente
significación. En las narrativas que definen el ser gaucho, éste
permite explicar y edificar un origen común, proyectar valores,
ideales y expectativas que sirven a la elaboración de la identificación
colectiva. Valga como ilustración que lo que se significa como “el
pasado” no se deslinda de los mecanismos e instancias de
apropiación y uso socio cultural estratégico, desde donde es recreado
y actualizado. Y es así que ciertas narrativas pueden ser aceptadas,
consagradas y hasta sacralizadas, volverse versiones oficiales y
hegemónicas, y otras, por el contrario, quedar invisibilizadas y
silenciadas, sujetas a operaciones de ocultamiento y borradura.
De tal suerte, “el pasado” puede considerarse un recurso
factible de capitalizarse, activarse y con potencial de abrir y
desencadenar polémicas, disputas y luchas de fuerza entre actores en
posiciones diferentes y/desiguales. Susceptible de emplearse tanto a
los fines y en pos de la conquista del reconocimiento social y la
legitimación dentro de un esquema dado de distribución del poder 32,
como en aras de la consecución de un reposicionamiento y/o
empoderamiento que redefina y/o descompense ese orden
establecido.
Las definiciones, clasificaciones33 y categorías relativas al “ser
gaucho”, desagregadas el apartado 2, se hilvanan en algo así como
una densa taxonomía. Acorde a principios ordenadores singulares, y
la atribución de rasgos y propiedades que posibilitan el
reconocimiento de similitudes y diferencias, éstas se agrupan y
separan en tipos de gauchos. Se trata de clasificaciones que,
32
Lejos de realizar aquí una revisión exhaustiva de las teorizaciones sobre poder, proponemos una
somera referencia a las guías que nos orientan conceptualmente. Foucault (2006), Scott (2000) y Abeles
(s/rf) habilitan el reconocimiento de la compleja dinámica de su funcionamiento, como intrínseco a
cualquier vínculo y a todas las relaciones sociales y que, aunque manifiesto a través de mecanismos
particulares, no se albergaría en un locus específico, sino que circularía en diversas direcciones, de
manera entretejida, ramificado. Se sugiere que en un extremo el poder puede concentrarse en unas manos
o grupo, manifestándose como dominación y en donde los posicionados como dominantes desarrollarán
estrategias para mantenerse en esa posición (Bourdieu: 1999) y legitimarse (Weber: 2004) en esa
situación. Pero en dirección contraria a la reproducción de esa distribución, el poder se presenta como
resistencia en potencia. Las resistencias han de manifestarse provocando cierta dispersión,
desconcentración y redistribución de las cuotas de poder o capitales puestos en juego, e incidir, por tanto,
en la generación de leves alteraciones, que aunque no revolucionan sí descompensan una estructura. Scott
(2000) definió estas acciones como artes de resistencia y De Certeau (1996) como tácticas, infrapolítica
que se materializaría en formas cotidianas de insubordinación y subversión, venganza o ajusticiamiento,
manifiestas tanto en discursos como en prácticas.
33
En el pionero trabajo de Durkheim y Mauss (1901-1902 [1996]) se entiende por función clasificatoria
al procedimiento que consiste en clasificar a los seres, acontecimientos y hechos del mundo en géneros y
especies y subsumirlos unos en otros. Se anticipaba allí que “clasificar no significa únicamente constituir
grupos: significa disponer esos grupos de acuerdo a relaciones muy especiales (…) toda clasificación
implica un orden jerárquico que ni el mundo sensible ni nuestra conciencia nos brinda el modelo” (1996,
30). Allí se afirmaba que esas nociones que parecen lógicas deben ir a buscarse en el orden de lo extra
lógico, sugiriéndose que afincaban en la inmanencia es misma del mundo social.
integradas en un conjunto como totalidad, no pueden pensarse fuera
de un esquema de apreciación socio históricamente configurado y
anclado a las experiencias de vida y la urdimbre social desde donde
se producen. En ese sentido, las visiones de los gauchos, lejos de
escindirse o autonomizarse plenamente de las narrativas y visiones
hegemónicas de Salta sobre lo gaucho, entran en conflicto con éstas,
las confrontan y desafían astutamente, desplegando las armas
disponibles a su alcance y apropiándose estratégicamente del
pasado34.
Las perspectivas y nociones de los “gauchos”, definen y
explican su esencia y existencia desde teorías nativas, que llevan
impresa la marca de una histórica subalternidad, experimentada a
distintos niveles y de arraigo en sus trayectorias comunes de vivida,
donde las expresiones y formatos de la desigualdad se hicieron carne,
e inscribieron en la subjetividad.
Así, las significaciones específicas de lo gaucho, le confieren a
ese universo clasificatorio la impronta singular de la representación
del mundo social desde esa situación de desventaja y dependencia.
Ofrecen un medio privilegiado de acceso al orden social que las
contiene y origina, a su composición, estructura y distribución del
poder, informando también sobre los mecanismos y recursos que se
ponen en juego en la producción de la autoimagen gaucha, donde
simultáneamente demarcan la frontera y límite de lo no gaucho.
Los relatos orales son aquí insumos principales, construidos en
instancias de entrevistas individuales y colectivas 35 con gauchos
integrantes de diversos fortines. Estos asumen rasgos de la
comunicación oral, con la impronta de la conversación e interacción
cara a cara entre investigador e interlocutor, donde se negocian
expectativas e imágenes recíprocas.
A partir de los ejes trazados y enunciados, el texto se ordena en
tres partes, en la primera se describe y reconstruye el conjunto de
categorías, nociones y dimensiones que conforman el universo
clasificatorio y de representación de sí mismos de los gachos
34
Estas representaciones y percepciones acerca del “pasado” desde los sectores subalternos, permiten un
recorrido del pasado distinto a los procesos de historización de las narrativas históricas hegemónicas de
Salta, aunque no pueden dejar de pensarse en interconexión con éstas. La propuesta del popular memory
group ([1982] en Briones: 1994, 115), advierte que un estudio de la memoria popular, a la que aquí
optamos por llamar subalterna, debe ser necesariamente relacional. Donde no ha de perderse de vista la
vinculación de éstas con las visiones históricas dominantes y los efectos que sobre ella generan.
Llamamos la atención sobre esto aquí aunque no podamos detenernos sobre su desarrollo.
35
La situación de entrevista grupal se presentó en sí misma como instancia de producción colectiva de
sentidos y re-presentaciones acerca “del pasado”. En ese tipo de reuniones las narrativas adquirieron una
particularidad, derivada de la continua superposición de voces, que simultáneamente se inhiben y
estimulan, originando comentarios dispersos y mediante los cuales el hilo narrativo se escabulle de la
linealidad para fluir en una articulación desordenada, donde emergen relatos de experiencias, recuerdos y
anécdotas a través de silencios intermitentes, todo lo que sin duda los vuelve productos altamente
significativos.
fortineros, explorando las valoraciones y sentidos nativos mediante
los cuales definen su “ser gauchos”. En la segunda se explora el
vínculo con “el pasado” y “las fincas” en el marco de la definición de
la gaucheidad auténtica, el despliegue de estrategias identitarias y de
invención de tradiciones. En la tercera parte, el texto se detiene en
las gradaciones y tipos de gauchos definidos, como clave de ingreso a
las relaciones sociales de poder entre grupos, examinándose allí
aspectos de la configuración “patrones y peones”, característica de
las fincas rurales en Salta.
Ser gaucho
“Ser gaucho” desde la perspectiva de los propios actores,
significa muchas cosas, combina y aglutina distintas dimensiones, las
que analíticamente pueden desagregarse en los planos del deber ser,
saber hacer y ser, todos estos aspectos inherentes al status y
condición de “gaucho verdadero”.
Alrededor de la prescripción y reconocimiento positivo de
“actitudes” y “gestos” se delimita el orden del deber ser,
esbozándose algo así como las directrices de una moralidad gaucha 36.
A partir de ésta se evalúan los comportamientos sobre la base de
esquema de lo deseable y esperable, así como definiendo los limites a
partir de lo cual las acciones ingresan al terreno de lo condenable y
punible moralmente. Ese esquema funciona con arreglo a principios
rectores y valores incuestionables, tales como; la “solidaridad”,
“generosidad” y “humildad”.
36
Moralidad en el sentido sugerido por Archetti, es un fenómeno social y cultural que funciona como un
código cultural dinámico, brinda información, innova y da sentido a las relaciones sociales (2003, 162).
37
Retomamos aquí los planteos de Elías (1997), quien asume que la propia percepción que tienen de sí
los grupos y personas es una construcción social relacional y cambiante, histórica, redefinida en un campo
de tensiones, disputas y enfrentamientos entre actores y grupos. En la producción de auto-imágenes
intervienen formas de idealización, junto a definición de parámetros que posibilitan el
autoreconocimiento y la valoración positiva. Es decir, los que resultan confirmatorios de la imagen de sí
que quieren y pueden ofrecer y proyectar. En diálogo con Hall (2003) se puede añadir, además, que en las
relaciones sociales la cuestión de la identidad opera a través del “juego de la diferencia”, mediante un
trabajo de “marcación, ratificación y producción de límites simbólicos y efectos de frontera entre grupos”.
humanos del gaucho, quien, ante todo, es visto como un ser “noble
de corazón” que se entrega desinteresadamente hacía los demás.
Atraviesan, en buena medida, estos principios de visión y
percepción elementos asociados a los mandamientos de la religión
católica, a la vez que adquieren un sentido concreto en el marco de
los vínculos sociales que definirían al trato cercano y personalizado de
los espacios rurales, donde las prácticas de reciprocidad guardan
alguna importancia. Así, algunos explicitaron que “ser gaucho es
estar pendiente del prójimo”, tornándose tan importante “la
humildad” como “ser lastimoso”. En ese sentido, por ejemplo, las
diferencias entre “gauchos pobres” y “gauchos ricos”, que en algunas
ocasiones son resaltadas y acentuadas, en lo concerniente al plano
del deber, se omiten, invisibilizan y diluyen bajo el principio rector de
la “humildad” como actitud no exclusiva de los pobres. Se asocia ésta
a la “modestia” y al “buen trato” como indicadores de una disposición
“respetuosa” e igualitaria, sin “soberbia” ni “arrogancia” de parte de
los “gauchos que tienen plata” hacía los “gauchos pobres”. Guiados
por esos mismos ejes de valoración, las actitudes indeseadas y
condenables rondan alrededor de la “mezquindad”, el “egoísmo” y la
“prepotencia”.
El énfasis en el buen trato y la actitud generosa, como código
de conducta prescripto para el gaucho, que se enuncia como un
“deber ser”, cobra fuerza normativa en vínculo con una especie de
sanción moral a través de la cual se niega el status de gaucho a
aquellos que mal tratan, humillan y “hacen de menos”, a los que
inferiorizan a otros. El presidente de un fortín de gauchos, ubicado en
el departamento Anta38, calificaba como “arrogante” y “prepotente”
al modo mediante el que se dirigían los “patrones”, dueños de las
“fincas” rurales, a sus trabajadores, a los “peones”. Los “gauchos
gauchos” con los que él se identificaba, como hijo de “puestero” sin
tierra, no serían iguales a los “gauchos de plata”. Y resulta de su
razonamiento que, paradójicamente, “estos gauchos no son
gauchos”, por su mal obrar, porque tienen mal trato hacía la gente,
porque faltan el respecto, porque “los hacen de menos”. Relató que
cuando ellos, los “gauchos pobres”, concurren a ciertos eventos y se
encuentran allí con los otros gauchos, dirigen su mirada hacía éstos
para saludarlos, y frecuentemente no les corresponden con el gesto,
“los ignoran totalmente”. Y es así que ante tal actitud ellos bajan la
cabeza y los dejan pasar…pero no sin elaborar una reflexión al
respecto: “esa gente es a la que nosotros no llamamos gauchos,
aunque esté vestida de gaucha, esa gente a la que sólo le gusta lucir
38
Zona agroganadera de gran importancia para la economía de Salta, actual polo principal de producción
de soja y ganado vacuno.
su vestimenta…no demuestra, no es solidaria… ”. Y resaltaba, que
eso había sido siempre así, que eran pocos los “buenos”, que la
mayoría se manejaba con ese dejo de arrogancia.
El saber/hacer gaucho
En el mismo sentido de reafirmar los límites del “ser gaucho”,
en la marcación de las fronteras con el territorio de lo no gaucho, el
saber hacer funciona como un segundo indicador de autenticidad. Las
diferencias entre “gauchos verdaderos” o “gauchos gauchos” y
“gauchos truchos”, “gauchos disfrazados” o “gauchos de ocasión”
arrojan información respecto a cómo se configura un esquema
particular de visión, valoración y reconocimiento. Las distintas
narraciones de “los gauchos” convergen en ratificar que para “ser
gaucho” hay que poseer un conjunto de conocimientos, definidos
como “habilidades”. Estas, sugerentemente, se visualizan como
heredadas y a la vez transmitidas y enseñadas.
Se atribuye a los padres la enseñanza de “todas las cosas del
campo”, postulándose que “la tradición del gauchaje se mama desde
chico”. Frecuentemente se acude a la explicación “nosotros venimos
de sangre gaucha”, es una “herencia de nuestros padres y abuelos”.
Mediante ese uso específico, la “herencia” asume el sentido
ambivalente de conocimiento transferido por vía sanguínea y,
también, el de aprendizaje adquirido desde temprana edad, mediante
la convivencia y trato cotidiano con los animales y las tareas rurales
rutinarias. A través de “la herencia”, se indica entonces la relación
con las generaciones predecesoras.
En otras formulaciones explicativas de la gaucheidad, a modo
de imagen figurativa, se emplea la expresión; “la tradición es como
una cadena que nunca se corta”. Ello indica que en su uso y
definición gaucha la categoría “tradición”39 representa la sensación y
sentimiento de continuidad respecto al pasado. Permite definir el
conjunto de “costumbres” y hábitos, modos de hacer transmitidos
ininterrumpidamente de generación en generación, desde las
generaciones precedentes a las actuales. “La tradición” hilvana
pasado y presente, desdibujando así los límites entre uno y otro, ya
que el horizonte de pasado imaginado y proyectado guarda similitud
con el presente en sus rasgos más significativos. Por ello, según su
modo de ver y entender, en la “transmisión” del acervo de saberes
que deriva de “los antiguos” descansa la posibilidad de perpetuar su
existencia y “esencia” como gauchos.
39
Cuando nos referimos a tradición, compartimos la perspectiva de Hobsbawn (1989 [2002]), para quien
todas las tradiciones son inventadas. Una revisión y desarrollo de las discusiones teóricas antropológicas
respecto a la tradición, se puede consultar en Briones (1994).
Así las cosas, la idea de continuidad y permanencia sugiere que
el orden del mundo no se alteró, que en algún punto sigue siendo
igual a como era antes y que no habrían ocurrido grandes cambios o
transformaciones. A nivel institucional y formal, los fortines gauchos
asumen y reconocen como propia la “misión” de conservar las
“tradiciones”40 y “costumbres gauchas”, aportando así a la
reproducción, resguardo, “transmisión” y difusión de ellas, y a suturar
la ligazón entre pasado, presente y futuro.
La estimación y valoración del “pasado” se acentúa ante la
preocupación por la “desaparición de las tradiciones”, por el riesgo de
que la cadena se corte. Se entiende que “las tradiciones” constituyen
un legado que “no debe perderse”, que vienen desde el pasado,
forman parte del presente y deben ir hacía el futuro. Y por ello es que
“los gauchos tienen el compromiso y obligación de enseñar” y re-
transmitir, hacía los más jóvenes, ese conocimiento que le fuera
heredado.
Esta “tradición” a la que se apela, se define sobre la base de un
conjunto de conocimientos prácticos, adquiridos mediante el
procedimiento de imitación, de reproducción del hacer a partir de lo
observado, cuya transmisión y enseñanza sucedería desde adultos a
jóvenes y niños, entre familiares y parientes. Desarrollo de destrezas
ligado, fundamentalmente, al “hacer”, al aprender haciendo las
tareas rutinarias de campo. “El gaucho es el que sabe hacer las cosas
del campo“, “el gaucho es entendido, es campesino”. “El gaucho es
campesino, los otros gauchos tienen miedo de ensuciarse las manos”.
“El gaucho está para solucionar los problemas de la vida…tiene que
saber errar, “pialar”, hacer un buen asado, ensillar el caballo...”, estas
expresiones, ente otras, aluden a ello. Se resaltan e indican como
actividades principales a “enlazar”, “montar caballo”, “manejar la
hacienda”, “trajinar los animales”, “arriar”, “marcar”, “señalar”,
“capar”, “carnear”, “labrar”, “sembrar”, “cosechar”, “arar”, “preparar
las monturas”, “ensillar”, “amansar los potros” y “domar”.
Junto a estos saberes/haceres se reconocen también, como
marcas de la autenticidad del gaucho, las tareas identificadas con la
“crianza”, “cuidado” y control de la reproducción del ganado vacuno.
Ello implica la alimentación diaria, las labores cotidianas de “llevar y
traer la hacienda” y “arriar las vacas”.
40
Resulta sugerente, en términos comparativos, el sentido diferente que “las tradiciones” asumen en los
escritos de Bernardo Frías de principios de siglo XX, padre fundador de la Historia salteña, donde éstas
son identificadas con el legado de “decencia”, “honor” y “virtud”, con las “herencias” del orden colonial.
La “tradición” sería el don que le permite a las élites jactarse de ser una “aristocracia” de “noble origen”,
“superiores moral y naturalmente”. La “herencia” se conectaría con el pasado mitológico de la
“salteñidad”, con la conquista y colonización española, con el arribo de los “linajes” europeos, blancos,
con los “antepasados” que llegaron como una “inmigración florida”. Esto ha sido objeto de otros trabajos,
ver Villagrán y Vázquez (2010) y Villagrán (2009 y 2011).
“Enlazar”, “señalar”, “pialar”, “marcar” y “capar” remiten a
prácticas eventuales-especiales, que se realizan en determinadas
fechas, definidas por el calendario ritual cristiano, los ciclos
agropastoriles y de vida de los animales: nacimiento, crianza y
muerte41.
Otras son las que específicamente involucran al caballo, al que
además de una marca se le colocan herraduras. “Herrar” consiste en
disponer en el animal una “protección de hierro” en forma de letra u
invertida, en el punto de apoyo de las patas, piezas que una vez
clavadas impiden lastimaduras o cortes. Se colocan mediante
remaches de metal y son indispensables, sobre todo, cuando el
terreno por donde el animal cabalga es agreste y espinoso, así como
para que no se dañe en caso de galopar o caminar sobre cemento o
asfalto.
Entre las habilidades rurales se destaca principalmente el
conocimiento y destreza en el trato y relación con el caballo: “El
gaucho tiene que saber mucho sobre su caballo, cuidarlo, saber
cuando tiene hambre o sed”…”saber peinarlo, lavarlo, cepillarlo,
rasparlo para que el pelo tenga brillo, para que luzca bien…”,
“cuidarlo para que no se enferme, saber curarlo”. El reconocimiento
de su medio natural de vida, la identificación del tipo de vegetación
que lo circunda, de las cualidades y calidades de pasturas y de la
fauna que allí habita sería concerniente al cuidado del caballo.
Entre los “gauchos” el contacto y relación con los caballos se
inicia frecuentemente a una temprana edad, en sus relatos recuerdan
y ubican las primeras experiencias como jinetes a los 5 ó 6 años.
Aunque ello depende de sus historias familiares particulares, de los
medios y recursos disponibles en cada caso, de la posibilidad de
acceso a tierra para “tener los animales”. De ser así, los niños crecen
junto a éstos y montarlos es parte de un juego, mediante el cual van
progresivamente aprendiendo a comunicarse con el animal y amoldar
su manejo corporal a la postura del “buen jinete”. Y cuando no, estas
destrezas se adquieren mediante y a través de la participación en el
fortín.
41
Una vez al año, por ejemplo, se capturan los animales –mediante el uso de un lazo de cuero (pial), se
amarran sus patas con el lazo para lograr derribarlo en el suelo. Ello posibilita el recuento de las cabezas
de la hacienda, así como su identificación, al inscribir sobre su “cuero”, con hierro caliente, una marca
particular de pertenencia, tal como símbolos ó las iniciales de su propietario. Otra forma de “señalada” es
cuando se perfora la oreja del animal y sobre esa herida se coloca una lana o cinta de color. La “capada”
es cuando quitan los testículos a algunos machos de la hacienda vacuna, a los fines de garantizar su
engorde, y a la vez se relaciona con un control selectivo de la reproducción donde se escogen los
“mejores exponentes”, los ejemplares más fuertes y “vistosos” de la raza y se induce su cruza para un
“mejoramiento” de los “retoños”.
El saber montar es resultado de un aprendizaje, que requiere de
la aprehensión de la técnica y su fijación, del desenvolvimiento con
adecuada postura, y demanda el consecuente amoldamiento y
disciplinamiento del cuerpo. Al final de ese proceso, la técnica debe
transformarse en un “hábito corporal” que no requiere ser
racionalizado ni reflexionado, sino que por el contrario permite actuar
mecánicamente, por reflejo, reacción e impulso, de manera
inconsciente y espontánea42, implicando y activando una memoria
corporal.
Las destrezas ecuestres implican tanto al saber montar, guiar y
conducir al caballo, como el establecimiento de una apropiada
comunicación entre jinete y animal, la posibilidad del entendimiento
con éste, en donde el comportamiento y las reacciones del equino
deben poder ser interpretadas. En los gauchos es frecuente la
mención al “saber escuchar”, refiriéndose con ello a la capacidad de
decodificar las señales del comportamiento, tales como el “relincho”
o cuando el caballo sacude las crines, “bufa”, “se empaca” y no
quiere avanzar, cuando se “asusta” o emite señales de alerta, ante la
presencia de una víbora, por ejemplo. Asimismo se adjudican a estos
animales rasgos de “personalidad” y temperamento, a las que el
jinete debe saber atenerse, por ejemplo: hay caballos “bravíos” y
“mansos”, dóciles e indomables.
Otra actividad implicada en el manejo del caballo, junto al
cabalgar, es la instancia donde se “amansan los potros”, cuando se
realiza una especie de domesticación de los animales más “salvajes”
o “mañeros”, mediante la cual se busca doblegar su carácter, en caso
de que fuera indómitos, para que pueda ser “montado” por un jinete.
Cuando los potros no se “amansan”, suelen mantener firme la
indocilidad, se resisten a ser montados y con frecuencia tienden a
levantarse sobre las patas traseras, sacudiéndose de un lado a otro,
tratando de quitarse al jinete de encima. Entre “los gauchos” se
rememoran hazañas y anécdotas, vanagloriándose de su astucia y
destreza épica, de su hombría para sobrepasar situaciones de peligro
como esas, cuando el caballo se “retoba” (enoja). Evocan y recuerdan
ciertos momentos cruciales en su vida, cuando estuvieron cerca de
42
Connerton (1989) ha denominado a éstas prácticas incorporadas, relacionadas a los procesos de
memorización de posturas culturalmente específicas. En este acápite se hace referencia a los planteos que
se desarrollan en el capítulo “prácticas corporales”, donde se distingue entre “prácticas corporales
habituales”, menos formalizadas y vinculadas a la vida cotidiana y aquellas otras, de mayor formalidad,
que integran el repertorio de las ceremonias conmemorativas. Se señala, allí mismo, que el cuerpo
requiere ser entendido como socialmente constituido, en cuanto sería culturalmente figurado en prácticas
y comportamientos que pueden asimilarse a un modelo cognitivo. (Connerton: 1989, 72-115, la
traducción es propia).
“ser pisados” o “arrastrados” por los caballos en el intento de
domarlos, así como tienen un registro doloroso de la pérdida de
aquellos que no sobrepasaron los desafíos, que en el intento
resultaron con lesiones graves y letales. Los festivales de doma son
una ocasión, entre otras, donde esa práctica habitual se escenifica y
se exhibe para un público de espectadores.
La relación cercana con la tierra y la naturaleza conforma
también el acervo de saberes que distinguen al “gaucho verdadero”,
y opera como otro parámetro de autenticidad. Algunos se refirieron a
ello como “el respeto a la madre tierra”, “fuente de alimento y
trabajo”. Sobre todo en el caso donde las trayectorias de vida afincan
en distintos tipos de producción agrícola, las tareas de “labrar”,
“pasar el rastrojo”, “sembrar” y “cosechar”, han sido resaltadas como
el cúmulo de conocimientos imprescindibles del “ser gaucho”.
La facultad comunicativa con la naturaleza en general, en tanto
capacidad para ver y escuchar sus señales, poseer herramientas para
interpretar los mensajes que el medio natural emite, se valora como
otra habilidad constitutiva del “ser gaucho”. Entre éstas se
mencionan el saber identificar la proximidad de las lluvias y de las
heladas, por la presencia de ciertos insectos, el silbido o canto de
pájaros particulares, de los grillos y “chicharras”, u observando el
cielo y atendiendo al color, densidad y dirección de las nubes. Poder
anticiparse al cambio de clima en función al curso del viento, por el
sentido en la que vuela una bandada de aves, así como el potencial
para elaborar presagios sobre las temporadas venideras, sobre sí
serán “húmedas” o “secas”, sí habrá suficientes pasturas para el
ganado o sí estas “escasearan”.
Ser gaucho
Una última dimensión en conexión con la autoimagen de “los
gauchos” alude al carácter y cualidades personales. Se destaca el
temple varonil, valoración que se encuadra en una específica noción
de hombría, cuyos contornos gravitan sobre la “fortaleza” y
“valentía”. “El gaucho no puede tener miedo, tiene que ser fuerte”,
“el miedo sería la vergüenza más grande”. A éstas se asocian la
resistencia física, la capacidad para vencer la hostilidad del clima y de
la naturaleza, el frío, el calor, la lluvia y el viento. “El gaucho no tiene
que ser delicado, tiene que hacerse al frío y al hambre”. Ello se asocia
a la capacidad de “adaptación y acomodación” ante circunstancias
adversas, así como a la habilidad para “hacer maravillas con nada”, a
su aptitud para afrontar desafíos y resolver situaciones poniendo en
juego su sentido práctico, sus conocimientos y la facultad de
improvisación. En los relatos de los gauchos, suele mencionarse que
cuando salen de cabalgata no llevan abrigo, que duermen varios días
a la intemperie, que rápidamente transforman las monturas en
colchones y los ponchos en frazadas, que “con lo que sea” hacen un
fuego para calentarse y para cocinar. Esta capacidad de adaptación
ante la carencia de comodidades es valorada como parte de la
“simpleza”, del desinterés por lo material, del gusto por lo “rústico” y
por las ”aventuras”. “El gaucho se conforma con lo que hay y con lo
poco que tiene”.
En definitiva, para ellos el “sentimiento gaucho” tiene que ver
con eso, y se refleja en la predisposición para vencer obstáculos, en
el temperamento desafiante, preparado para sobrepasar el “dolor
físico” y el “cansancio”, los temores y “peligros”. “El gaucho tiene
que ser dispuesto a todo, tiene que demostrar la personalidad del
hombre… eso es lo que es el gaucho”.
Imagen que, en la conjunción de elementos, se podría asociar a
la vigencia de un paradigma hegemónico de masculinidad (Archetti:
2003), coincidente con el estereotipo naturalizado del macho fuerte y
viril. Con refuerzo, además, en el hecho de que las destrezas y
prácticas gauchas se confinan exclusivamente al dominio de los
hombres, espacios de los cuales no participan las mujeres salvo
excepciones, y cuando lo hacen se sitúan en posiciones marginales,
desde donde no disputan ni desautorizan ese ideal de masculinidad.
En esa dirección y alrededor de tal entramado de sentidos, se
reconoce como confirmatorio de la gaucheidad el consagrarse como
jinete en una cabalgata significativa, dificultosa, investida de cierto
valor simbólico, que sea de varios días, donde se demuestre “el
aguante”, tal como la que se realiza para rendir “homenaje al General
Güemes” en los actos del 17 de Junio 43, o como las que tienen lugar
cuando peregrinan a caballo junto a imágenes religiosas para asistir a
fiestas, como la que se realiza en Salta cada 15 de Septiembre en
“honor al Señor y la Virgen del Milagro”.
Estas instancias son vistas como confirmatorias y consagratorias,
por cuanto quien pretenda ser reconocido como gaucho verdadero
deberá pasar esas pruebas y demostrar la aptitud y cualidades que
lo califiquen como tal. Atributos y valores idénticos a los que
conforman la moralidad gaucha, donde ser hombre y gaucho se
vincula, indiscutiblemente, a la “valentía” en sus múltiples
expresiones e implicaciones. Es decir, tanto a la fortaleza y
resistencia física44, como a la actitud de “no retroceder” ni
43
Cada 17 de Junio, al pie del monumento a “su honor” se realizan los actos de conmemoración de la
muerte del General gaucho Martín Miguel de Güemes. Para esa ocasión pueden llegar a desfilar hasta tres
mil gauchos agrupado en fortines.
44
La valentía y la fortaleza ante el dolor, así como la rusticidad y generosidad, definen atributos ya
presentes en la edificación temprana de la imagen del gaucho, en Salta entrando apenas al siglo XX, en lo
atemorizarse ante los obstáculos y desafíos y, en ese sentido, el
“cabalgar a pesar de todo lo que pudiera suceder”, más allá del dolor
y el cansancio, resulta demostrativo.
Si bien “el traje”, es otro aspecto identificado como distintivo
del gaucho, indumentaria que se integra por botas, sombrero,
bombacha, chaqueta y faja, a lo que se suma guardacalzón y
guardamontes, son coincidentes las opiniones respecto a que ello no
es determinante o de gran importancia. Justamente, en la medida en
que la ropa, el traje, tiene que ver con la exterioridad del gaucho, no
con lo que éste “es por dentro”, no reflejaría ni sus “verdaderos
sentimientos”, ni los principios morales que lo guían, así como
tampoco indica sus aptitudes.
Las confusiones entre los “gauchos de verdad” y los “gauchos
disfrazados” suelen manifestarse en el plano superficial, por la “ropa”
y “postura”, en el orden de las apariencias. A simple vista, entienden
ellos, se podrían no diferenciar los “gauchos gauchos” y los “gauchos
de ocasión”, ya que el traje uniforma.
La vestimenta gaucha, dado que contribuye al refuerzo de
cierta idea de igualdad y pertenencia a un colectivo, opaca e
invisibiliza las diferencias latentes, que existen hacía el interior de ese
colectivo. Así lo expresaba un joven integrante de un fortín: “hay
quienes usan traje de gaucho y ganan en ser miserables en todo
sentido…esos son gauchos en apariencia, fingen ser gauchos, se
disfrazan, son gauchos de ocasión para aparentar”.
prefigurado por el historiador Bernardo Frías, luego retomado y estetizado en la literatura regionalista de
Juan. C. Dávalos y en la monumentalización de Güemes de los años ´30, como se planteó en trabajos
previos, los que además se exaltan y actualizan en el repertorio discursivo del desfile y ceremonia
conmemorativa de de cada 17 de Junio. “El gaucho nunca mostraba temor ni debilidad, llevaba su
abnegación hasta el sacrificio personal, (Frías: [1902]1971,108), ver Villagrán: 2009, 2010 y 2011).
vigencia de algunas “costumbres”, de un modo específico y peculiar
de vida.
Las “fincas” se representan como ese lugar de vida y trabajo,
donde se realizaban las tareas cotidianas y labores ligadas a la
subsistencia en el campo. Vistas así, las envuelve un halo
imaginativo, evocan el ambiente originario, constitutivo y formativo
del gaucho, donde se adquirieron las habilidades y saberes que
conforman el capital sustantivo, a partir del cual se figuran a sí
mismos como “gauchos verdaderos y auténticos”. En “las fincas”, es
donde se cultivaron y forjaron las “tradiciones gauchas”, y por ello
sirven de referencia y soporte simbólico. Muchos de ellos indican que
se introdujeron e iniciaron en las labores y enceres del campo en las
“fincas”, que allí empezaron a “hacerse gauchos”, al cultivar las
“costumbres gauchas” y descubrir el gusto por los animales y la
comunicación con la naturaleza.
Por cuanto la “finca” no es considerada sólo un espacio físico,
una parcela mesurable de tierra, una delimitación formal de la
propiedad, representa además, y por sobre todo, un territorio
altamente significativo, anclaje de la memoria intergeneracional, sitio
en el que se atesora la experiencia de vida de los antecesores
inmediatos, de abuelos y padres.
A la vez, ese lazo entre pasado y presente se hilvana también
por medio de experiencias poco felices, a veces traumáticas y
violentas. El señalamiento de rupturas, y el reconocimiento de
sucesos paradigmáticos vinculados a la vida en “las fincas”, ordena
temporal y secuencialmente la historia vivida. Las diferentes
narraciones expuestas aquí a estudio, afirman que hoy “las cosas no
son como eran”, indicando que hubo un momento de inflexión donde
sobrevinieron los cambios. “La finca” entonces, opera como una
imagen aglutinante, donde se condensan y reúnen esas trayectorias
compartidas, lo mítico de los enceres rurales, pero también los
sinsabores de las experiencias derivadas de la resolución de la
subsistencia bajo ciertos condicionamientos y restricciones.
Al analizar y considerar algunos puntos centrales de las
trayectorias y recorridos vitales de los distintos gauchos, se delimitan
puntos críticos que señalan el inicio de cambios, y la consecuente
alteración de ciertas prácticas que se habían mantenido por largo
tiempo, a través de varias generaciones. En diferentes medidas,
dependiendo del caso, las experiencias familiares y personales están
mediadas, y hasta determinadas, por esas transformaciones de
distinto carácter. Por modificaciones en el modo de organización del
trabajo en las “fincas”, cuando sucedió alguna reconversión
productiva, de rubro o actividad, con la mecanización e incorporación
de tecnología sobre procedimientos de trabajo antes realizados
exclusivamente de modo manual, tras la venta o traspaso de
propiedades. Ello implicó para algunos el desempleo, para otros el
consecuente desalojo, el despojo de sus bienes y hasta de la
vivienda, la pérdida del lugar de vida y la imposibilidad de crianza de
animales y de cultivo. Todo lo que en última instancia terminó
forzando un cambio, y en las situaciones más extremas empujó a la
migración y relocalización en centros urbanos.
Los eventos críticos mencionados, son identificados como nodos
tensos, conflictivos y a la vez representan un obstáculo y amenaza a
la reproducción de las “tradiciones gauchas”, a la transmisión de las
“costumbres” de una generación hacia otra. Son los más jóvenes los
que principalmente se ven obligados a migrar a las ciudades, los que
salen expulsados y desesperanzadas a buscar empleo, y son por
tanto los que ya “no aprenden”, los que no reciben ese acervo de
conocimientos que garantizaría la continuidad de las “tradiciones” y
el mantenimiento del lazo con las generaciones predecesoras. Ante
semejante panorama, la organización y sostenimiento del espacio de
los fortines, sobre todo en las experiencias de relocalización urbana,
se vuelve una estrategia fundamental, una acción tendiente a
contribuir a que, aunque tensada, esa cadena de “las tradiciones”
que viene del pasado, atraviesa el presente y va hacía el futuro, no se
corte.
45
Algunos autores definieron la relación entre “patrones y peones” como patronazgo o clientelismo que,
con variantes, funcionaría sobre la base de un sistema de intercambio y reciprocidad (Wolf: 1999,
Gellner: 1985 y Scott: 1985). Mauss (1979) por su parte, permitiría entender esas interacciones también
en términos de vínculos de intercambio, desde el supuesto de que los actos de cambio implican
obligaciones morales recíprocas, donde en el dar, recibir y devolver se pondrían en juego las personas,
que si bien ha sido una característica general de las zonas rurales de
Salta, se acentuó fuertemente y tuvo mayor vigencia en las regiones
de gran concentración de la propiedad de la tierra, de tipo
latifundista.
En el tercer apartado de este trabajo señalamos que las
“fincas”, de realización de actividades productivas de tipo agrícola o
ganadero, han sido el locus de un tipo específico de esa relación
social cuyo antecedente histórico se remonta a las haciendas,
estancias o chacras coloniales. Con variaciones, de acuerdo a las
regiones geográficas y al tipo de actividad económica, lo que les
confiere especificidad es la presencia de ciertas regularidades en
dinámica de uso, organización y distribución del espacio. Algunas
disponían, junto al área de sembradíos, de un sector de corrales o
“potreros” y “huertas” destinados a la subsistencia de los “peones”,
de un predio destinado a las viviendas de éstos y/o las casas de los
“arrenderos”, y una zona donde se situaba el “casco” o “la sala”
principal –allí se localizaba la casa de los propietarios / “patrones”- y
con frecuencia, cuando éstos residían en la ciudad, habitaban en ella
los administradores. En ese espacio, aún con acceso diferenciado a
los distintos sectores, cohabitaban los “patrones y peones” con sus
respectivas familias, siendo posible y frecuente el trato cara a cara y
de carácter personalizado. Esto validó comparaciones con unidades
económico-sociales como las haciendas y plantaciones, donde se
reproducía cierto colonialismo interno46.
A nivel de estructura socioeconómica, quienes se adjudican la
condición “verdaderos gauchos”, son aquellos que han ocupado
históricamente en la sociedad local una posición de no poseedores,
dentro del esquema de distribución de la riqueza y los privilegios.
Desde la privación del recurso elemental para la reproducción de la
vida, de la tierra, han sido colocados en el lugar que ellos definen
como: “campesinos sin tierra”, desde donde el vínculo entretejido con
los “patrones” y propietarios no puede menos que haber cobrado la
forma de una relación de dependencia. A ello se añade una posición
de inferioridad natural en cuanto a status, asumida e incorporada de
modo tal en los grupos de patrones, que hasta hallaban en ello
justificativos para actuar bajo la orientación de la pedagogía del
látigo, adjudicándose funciones y deberes de disciplinamiento y
sus status y prestigio. Estos supuestos morales adquirirían la forma de un tejido de usos y costumbres, en
cuya base existirían “consensos” sobre lo legítimo e ilegítimo, con arreglo a normas y obligaciones
sociales, propias de los diversos grupos implicados en la interrelación (Thompson: 1995).
46
Gonzáles Casanovas (1997) se refiere con Colonialismo interno a la persistencia de “antiquísimas
estructuras de dominación”, singularmente funcionales a la explotación neocolonial, oligárquica y
capitalista del campesinado indígena en las vastas áreas rurales de los países latinoamericanos.
educación con “sus peones”47. Ello hace, sin dudas, que los itinerarios
de vida tengan la huella candente del “mal trato”, los “castigos
físicos”, abusos y humillaciones.
Es por tanto que las nociones y clasificaciones a las que nos
referimos, como productos socioculturales complejos que emergen y
echan raíces en ese entramado asimétrico, pueden devenir en
canales de expresión de los sentimientos de disconformidad y
resentimiento, tornarse mecanismos simbólicos de empoderamiento
factibles de adquirir potencial y contenido subversivo. Ello,
suponiendo que la rigidez estratigráfica y opresiva de ese orden
social, conlleva a que la disidencia y disconformidad busquen vías y
alternativas de expresión ocultas o trasncriptas, bajo modalidades y
codificaciones singulares, y hasta tal vez encubiertas y disfrazadas,
como el chiste, la burla, la metáfora o la difamación.
Scott (2001) plantea que cada forma de dominación engendra
modos particulares y específicos de expresión de la disidencia, y en
ese sentido se vuelven altamente significativas y sugerentes las
expresiones de descalificación y ridiculización que se despliegan a
través de tipología clasificatoria gaucha. Los diferentes tipos de
gauchos, ordenados en dos grupos, acorde a parámetros de
autenticidad y falsedad, establecidos por quienes se arrogan el lugar
y la posición de “verdaderos gauchos”, que se jactan de ser los
“auténticos”, permite descalificar a los otros como: “gauchos
truchos”, “gauchos cholos”, “gauchos disfrazados”, “gauchos de
ocasión” o “gauchos ricachos”. Así las cosas, el binomio; “gauchos
gauchos”/auténticos y “gauchos truchos”/falsos, sugiere tensiones y
conflictos que se traban a otro nivel, en la dimensión de las relaciones
de dominación entre clases sociales. Revestido de la densidad y
espesura de una crítica que sólo encubiertamente puede contestar al
jerárquico y asimétrico orden social de las fincas.
A través de estas clasificaciones, los propietarios de la tierra y
la riqueza, los de mayor status y prestigio, los que se ven a sí mismos
como depositarios de un legado ancestral de “honor y decencia”, los
“patrones”, son desconocidos como gauchos, negados de la condición
de “gauchos verdaderos”. La categoría de gauchos falsos,
conformada por las variantes “truchos”, “disfrazados”, “de ocasión”,
47
Los límites de extensión en este trabajo no ofrecen ocasión para entrar en detalles sobre ello, sin
embargo es importante mencionar que es frecuente, en diversos relatos de los gauchos, la marca de la
violencia y la humillación, haya sido ésta ejercida sobre ellos mismos o sobre sus familiares, padres o
abuelos. Aunque, en ese complejo entramado de esas relaciones entre patrones y peones, como
configuración específica de poder, el ejercicio de la violencia y los castigos físicos representan sólo un
extremo y una forma de expresión radicalizada de las múltiples y no excluyentes formas de
relacionamiento, donde circulan deberes, obligaciones y derechos. Dentro de la gradación de opciones
posibles, cuyo matiz intermedio lo representan las formas sutiles y morales de coerción, encontramos las
reciprocidades y hasta el “afecto”, ante la presencia de figuras patronales benévolas, que conceden
favores asu peones y brindan protección en situaciones de adversidad o necesidad.
“de café” o “ricachos”, constituiría entonces una evidencia, un
indicador, de cómo funcionan estos singulares mecanismos de
venganza y ajusticiamiento simbólico.
En entrevistas realizadas a gauchos de distintas regiones, con
recorridos vitales ligados a zonas geográficas peculiares y por tanto a
la realización de actividades agro productivas específicas de ellas,
cuando las conversaciones se relajaban, en donde en alguna medida
el clima brindaba comodidad, estos hombres, disponiendo cada quien
de bagajes, recursos y herramientas disímiles, al hablar de sus
historias no expresaban explícitamente juicios valorativos, o una
crítica abierta a ese entramado social característico de las fincas. Sin
embargo, cuando se referían a sí mismos como “gauchos” y al
atribuirse la auténtica y verdadera condición, era evidente que sus
rostros cambiaban y mientras más abundaban en detalles y
fundamentos del porque, en ese trascurso iban orgullosamente
enalteciéndose. Era casi incontenible, difícil de disimular, el regocijo
que los empapaba con la declamación ¡“ahhhhh…….pero esos son
gauchos truchos”!, lo pronunciaban de modo especial, en un tono
enfático, irónico y burlón.
Así entonces, la auto-estimación positiva como única
depositaria de las virtudes, cualidades y valores gauchos y su
reconocimiento como detentadores exclusivos de un saber/hacer y
herederos de una “tradición”, materializan la operación de inversión
simbólica del lugar y condición histórica de inferioridad y carencia,
desde donde devienen reposicionados. En base a la valorización de su
saber/hacer como una posesión de la que los dueños de las tierras
carecen, y la estimación de éste como un capital de gran valor e
importancia para la resolución práctica de la vida en el campo, los
gauchos pobres de riqueza (y de tierra) se representan a sí mismos
como ricos en saber. Y es en la reafirmación y demarcación de la
condición gaucha auténtica que viven en carne propia la sensación
del empoderamiento.
Esas situaciones pueden, tal vez, estar comunicándonos que por
medio de esos mecanismos, y mediante el arma simbólica que les
confiere su saber/hacer, estos gauchos encuentran la circunstancial
posibilidad de verse y situarse a la altura de los patrones. Y, desde
esa equiparación, nominarlos como “gauchos truchos” y
“disfrazados”, sintiendo así el regocijo de devolverles la denigración
que pesa sobre sus historias personales y familiares. Podría
arriesgarse la proposición de que allí se aloja y almacena algo similar
a una sensación de triunfo pasajero, la de quien gana una lucha,
aunque sea ésta en el orden de los sentidos, y saca provecho de su
posesión, de una cualidad y de un capital distinto al dinero o la tierra.
Los propietarios de tierras, depositarios de la estima social y
“superiores” moral y racialmente, aparecen en este esquema de
figuraciones como carentes de capacidad, sin habilidades ni
destrezas. Son negados de los atributos de la gaucheidad, en tanto no
poseedores del saber/ hacer definitorio de la auténtica condición.
Pero a la vez, y por las implicancias semánticas del juego categorial,
devienen degradados no sólo en jerarquía sino también respecto al
género, como hombres, ya que sí los “gauchos gauchos”/verdaderos
son los que tienen además del saber/hacer, la valentía y la fortaleza,
aspectos definitorios y constitutivos de la masculinidad, quienes no
los poseen no sólo no serían gauchos, sino tampoco y ni siquiera
hombres verdaderos.
Finalmente podemos sugerir entonces que la producción de
estas categorías clasificatorias habilita una intervención sobre el
mundo social, ya que los significados arraigan y operan sobre y a
través de las relaciones sociales. Visto así, desde esta perspectiva,
aún cuando las desigualdades y jerarquías trazadas en términos
económicos, al nivel de las clases sociales y respecto a la distribución
de la riqueza material no se transformen, a través de esta operación
simbólica de inversión del orden, los situados en la posición de
superioridad, por status y linaje, pueden resultar inferiorizados y
colocados en el lugar de impotentes, como “inútiles”, en tanto pobres
de destrezas y carentes de saber/hacer, y a la vez sin detentar la
valentía distintiva de la masculinidad gaucha, serían no sólo “gauchos
truchos” sino, y por sobre todo, poco hombres.
Esta cualidad de las clasificaciones y nociones para representar
la urdimbre social, y guardar correspondencia con las posiciones
desde donde se producen, estaría evidenciando y confirmando el
complejo vínculo, entre grupos y actores sociales, que por asimétrico
no deja de ser recíproco y dinámico. Ahí, donde unos y otros se
definen y constituyen activa y relacionalmente, bajo condiciones y
ubicaciones jerárquicas y enfrentadas, con recursos, propiedades y
atributos desiguales puede, oportunamente y bajo ciertas
condiciones, desajustarse el equilibrio de fuerzas, ocasionales
acciones y situaciones agrietar el orden, rasgar el delgado filamento
de las mallas sutiles, abriendo surcos y vías de escape. Corrosivo y
erosivo efecto sobre la densa filigrana donde trasunta la dominación.
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