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2° Criterio jerárquico: la norma superior prevalece sobre la inferior (lex
superior derogat inferiori). En nuestro ordenamiento jurídico esto está
consagrado en el artículo 51º de la Constitución Política del Perú que
proclama que ella “prevalece sobre toda norma legal; la
ley, sobre las normas de inferior jerarquía, y así sucesivamente.”
Los criterios que hemos visto que se emplean para resolver las
antinomias son verdaderas reglas interpretativas y constituyen un
principio general de Derecho y, como tal, siguiendo la doctrina unánime,
cumplen con las dos funciones claramente diferenciadas asignadas a
tales principios, esto es: (i) una función de “fuente” de Derecho, que
permite la creación de normas jurídicas ante las denominadas ”lagunas”
de Derecho; y, (ii) una función informadora de Derecho, esto es, servir
como idea fundamental que subyace al Derecho Positivo y que puede ser
utilizado como criterio para la interpretación de normas jurídicas.1
1 BETTI, Emilio. Interpretación de la Ley y de los Actos Jurídicos. Traducido por José Luis de los
Mozos. Madrid: Revista de Derecho Privado. 1975, p. 119.
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Siguiendo nuevamente la definición de Bobbio, los conflictos entre
criterios pueden ser:
4.1 EL PROBLEMA
El problema con el traslado de la atribución de la responsabilidad
objetiva del arrendador financiero al arrendatario financiero parece
solucionado con el art. 6° del Decreto Legislativo 299 (Ley de
Arrendamiento Financiero) que prescribe que “La arrendataria es
responsable del daño que pueda causar el bien, desde el momento
que lo recibe de la locadora”. Con ello, la ley traslada la
responsabilidad objetiva del propietario (la empresa de Leasing) al
arrendatario del bien, lo cual es plenamente lógico en tanto el control
y uso del bien no está en la esfera del locador sino en la del arrendatario
financiero, que es para quien se adquirió el bien y que es quien lo posee.
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A primera vista parecería no haber problema alguno cuando se trata de
aplicar esta disposición al caso de un accidente ocasionado por un
vehículo automotor que ha sido materia de un Leasing financiero, pero
los resultados jurisprudenciales mayoritariamente han desechado la
aplicación del citado art. 6°del D.L. 299 aduciendo, entre otras cosas,
que dicha disposición solo regula la relación contractual entre el
arrendador y el arrendatario, pero no puede extender sus efectos a
terceros porque eso sería desconocer el Principio de Relatividad de los
Contratos (art. 1363 del Código Civil) y porque, además, importaría una
derogación de facto de las normas sobre responsabilidad objetiva del
Código Civil (art. 1970) así como de la Ley General de Transporte y
Tránsito Terrestre (art. 29), olvidando nuestros jueces que estas últimas
leyes son de carácter general mientras que el D.L. 299 es una ley de
carácter especial, pues solo regula el contrato de Leasing financiero y el
desplazamiento de la responsabilidad objetiva al arrendatario
financiero; además, así la califica -como ley especial- el art. 1677 del
Código Civil, como veremos más adelante.
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1969 del Código Civil, la teoría objetiva lo está en el artículo 1970, que
incorpora la teoría del riesgo, que obliga a reparar a quien mediante un
bien riesgoso o peligroso, o por el ejercicio de una actividad riesgosa o
peligrosa, causa un daño a otro. Esta teoría se sustenta en el principio
de que aquel que a sabiendas se beneficia con el desarrollo de una
actividad riesgosa o con el uso de un bien igualmente riesgoso o
peligroso, debe asumir los costos del perjuicio que ocasiona. La
responsabilidad objetiva prescinde en absoluto de la conducta del
sujeto, de su culpabilidad o intencionalidad; en ella se atiende única y
exclusivamente al daño producido: basta éste para que su autor sea
responsable, cualquiera que haya sido su conducta, haya o no culpa o
dolo de su parte. Es el hecho perjudicial, el hecho liso y llano y no el
hecho culpable o doloso el que genera la responsabilidad. El que crea un
riesgo, el que con su actividad o con su hecho causa un daño a la persona
o propiedad de otro, debe responder por tal daño (aquí permítasenos
una digresión: según esta teoría, el dueño de un vehículo automotor
será, en principio, solidariamente responsable con el conductor del
mismo por los daños que ocasione el automotor; sin embargo, el
propietario del vehículo puede eximirse de responsabilidad si, además
de los casos contemplados como eximentes en el artículo 1972 del CC,
logra demostrar que el vehículo fue tomado contra su voluntad o sin
autorización expresa o tácita del mismo. Esto se debe a que el
propietario del vehículo o la persona que se sirve del mismo debe
vigilarlo y mantenerlo en el estado de que no cause ningún perjuicio, de
modo el daño que ocasione el automotor sería por una omisión o falta
de cuidado y, por ello, la ley entra a presumir la culpabilidad de quien
tenía a su cargo el mismo).
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Art. 29 De la responsabilidad civil
La responsabilidad civil derivada de los accidentes de tránsito causados por
vehículos automotores es objetiva, de conformidad con lo establecido en el
Código Civil. El conductor, el propietario del vehículo y, de ser el caso, el
prestador del servicio de transporte terrestre son solidariamente
responsables por los daños y perjuicios causados.
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días antes que el Decreto Legislativo 299, que fue promulgado el día 26
de ese mismo mes y año, lo que añade a este último, además de su
especialidad, su posterioridad (posteriori derogat priori), y refuerza aún
más el argumento que hace prevalecer en nuestro caso la norma especial
por sobre las normas generales.
Sin duda es este tercer tipo de conflicto de criterios el que tenemos por
delante, donde una norma especial (el artículo 6° del D.L. 299) colisiona
con una norma de carácter general (el artículo 29° de la Ley 27.181 y
con el artículo 1970 del Código Civil), aunque el artículo 1677 de este
mismo código (al que ya nos hemos referido anteriormente hasta en dos
oportunidades) debería bastar para solucionar esta aparente antinomia;
éste, como ya vimos, textualmente dice así: “El contrato de
arrendamiento financiero se rige por su legislación especial … ”
Entonces, si nuestro Código Civil tiene una norma como la transcripta
que dice que el leasing financiero se rige por una ley especial ¿cómo
pueden nuestros jueces negarle ese carácter de ley especial? ¿cómo se
puede sostener con sindéresis que el art. 6 del D.L. 299 se aplica solo a
las partes del contrato, cuando se trata de una ley que, por su propia
naturaleza, tiene un carácter general y abstracto? ¿cómo no pueden
entender nuestros jueces que por el Principio de Relatividad de los
Contratos, estos solo producen efecto para las partes que participan del
mismo y no con relación a los terceros ajenos al contrato y que,
precisamente por esta relatividad, el art. 6 resultaría redundante si es
interpretado como lo hacen nuestros jueces, pues si el traslado de la
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responsabilidad objetiva fuera solo un asunto entre las partes bastaría
introducir un pacto en el contrato que así lo estableciera y saldría
sobrando el art. 6 del D.L. 299?
Tan cierto es que en este caso prevalece la norma especial por sobre la
general que se obtiene el mismo resultado, como vamos a ver, aplicando
las reglas que el mismo Bobbio enuncia para solucionar las antinomias de
segundo grado (es decir, las que importan un conflicto de criterios, que
se produce cuando a dos normas incompatibles entre sí se les puede
aplicar al mismo tiempo más de un criterio de los señalados, y de tal
aplicación resultan soluciones distintas)
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N° 3256-2015 APURIMAC, sentencia que ha variado radicalmente la
posición anterior de la Corte Suprema con relación a la aplicación del
artículo 6° del Decreto Legislativo No. 299 en los casos en que la
demanda versa sobre indemnización de daños y perjuicios en los que se
presenta un contrato de Arrendamiento Financiero.En efecto, en el
considerando OCTAVO de la sentencia la Corte Suprema señala
textualmente: