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SOBRE LAS ANTINOMIAS DE PRIMER Y SEGUNDO GRADO Y SU APLICACIÓN

JURISPRUDENCIAL AL CONTRATO DE LEASING FINANCIERO VEHICULAR (PERÚ)


Jorge María Luzuriaga Chiappe
Abogado

1.- LAS ANTINOMIAS.


En una definición más que breve puede decirse que las antinomias no son
otra cosa que un conflicto de normas que se presenta en un mismo
sistema jurídico u ordenamiento legal y que producen, como resultado
necesario, que la aplicación de una de ellas al caso concreto excluya
necesariamente la aplicación de la otra al mismo caso.

Para estudiar las antinomias se parte de la premisa que un ordenamiento


legal (o sistema), cualquiera que sea, no es del todo coherente cuando
existe el denominado problema de las antinomias o conflictos de normas;
existe antinomia -como adelantamos arriba- cuando dos o más normas,
que pertenecen al mismo sistema u ordenamiento, imputan al mismo
caso soluciones incompatibles entre sí, que dan lugar a que la aplicación
simultánea de las mismas produzca resultados incompatibles e
imposibles; a modo de ejemplo y en opinión del profesor turinense
Norberto BOBBIO (“Teoría General del Derecho” [1958 y 1960] traducción
de Eduardo Rozo Acuña, Debate, Madrid, 1991), y pacíficamente
aceptada por la Doctrina, cuando la antinomia adopta la forma de un
conflicto entre el criterio cronológico y el especial, prevalecerá el
especial. Esta es, como veremos a continuación, una antinomia de primer
grado.

2.- LAS ANTINOMIAS DE PRIMER GRADO


En efecto, según BOBBIO, el intérprete del Derecho está vinculado por
tres reglas (o “criterios”) a la hora de resolver las antinomias de primer
grado o conflicto de normas propiamente dicho:

1° Criterio cronológico: la norma posterior deroga a la anterior (lex


posteriori derogat priori).

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2° Criterio jerárquico: la norma superior prevalece sobre la inferior (lex
superior derogat inferiori). En nuestro ordenamiento jurídico esto está
consagrado en el artículo 51º de la Constitución Política del Perú que
proclama que ella “prevalece sobre toda norma legal; la
ley, sobre las normas de inferior jerarquía, y así sucesivamente.”

3° Criterio de la especialidad: la norma especial prevalece sobre la


norma general (lex specialis derogat generali).

El criterio cronológico resuelve el problema de la antinomia cuando dos


normas incompatibles son sucesivas; el jerárquico cuando se trata de
dos normas incompatibles que están en diferente plano en la pirámide
kelseniana; y el criterio de la especialidad cuando entra en conflicto
una norma general con una norma especial.

Los criterios que hemos visto que se emplean para resolver las
antinomias son verdaderas reglas interpretativas y constituyen un
principio general de Derecho y, como tal, siguiendo la doctrina unánime,
cumplen con las dos funciones claramente diferenciadas asignadas a
tales principios, esto es: (i) una función de “fuente” de Derecho, que
permite la creación de normas jurídicas ante las denominadas ”lagunas”
de Derecho; y, (ii) una función informadora de Derecho, esto es, servir
como idea fundamental que subyace al Derecho Positivo y que puede ser
utilizado como criterio para la interpretación de normas jurídicas.1

3.- LAS ANTINOMIAS DE SEGUNDO GRADO


Las antinomias de segundo grado no son otra cosa que conflictos de
criterios interpretativos, que se producen entre las reglas o criterios para
solventar las antinomias de primer grado de las que nos hemos ocupado
arriba.

1 BETTI, Emilio. Interpretación de la Ley y de los Actos Jurídicos. Traducido por José Luis de los
Mozos. Madrid: Revista de Derecho Privado. 1975, p. 119.

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Siguiendo nuevamente la definición de Bobbio, los conflictos entre
criterios pueden ser:

1° Conflicto entre el criterio jerárquico y cronológico; se da cuando una


norma superior y anterior es incompatible con una inferior y posterior:
aquí prevalece siempre el criterio jerárquico sobre el cronológico.

2°- Conflicto entre el criterio cronológico y el de especialidad; se da


cuando norma anterior y especial es incompatible con otra posterior y
general. Aquí prevalece siempre la norma anterior y especial. Tiene
prioridad, pues, el criterio de la especialidad.

3° Bobbio enuncia también un tercer tipo de conflicto de criterios: el que


se da entre el criterio jerárquico y el de la especialidad; es el supuesto
de una norma superior pero general, incompatible con una norma inferior
especial. La solución es que prevalece la ley especial sobre la general de
mayor jerarquía.

4.- LA APLICACIÓN PRÁCTICA DE LAS REGLAS AL LEASING FINANCIERO DE


VEHÍCULOS

4.1 EL PROBLEMA
El problema con el traslado de la atribución de la responsabilidad
objetiva del arrendador financiero al arrendatario financiero parece
solucionado con el art. 6° del Decreto Legislativo 299 (Ley de
Arrendamiento Financiero) que prescribe que “La arrendataria es
responsable del daño que pueda causar el bien, desde el momento
que lo recibe de la locadora”. Con ello, la ley traslada la
responsabilidad objetiva del propietario (la empresa de Leasing) al
arrendatario del bien, lo cual es plenamente lógico en tanto el control
y uso del bien no está en la esfera del locador sino en la del arrendatario
financiero, que es para quien se adquirió el bien y que es quien lo posee.

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A primera vista parecería no haber problema alguno cuando se trata de
aplicar esta disposición al caso de un accidente ocasionado por un
vehículo automotor que ha sido materia de un Leasing financiero, pero
los resultados jurisprudenciales mayoritariamente han desechado la
aplicación del citado art. 6°del D.L. 299 aduciendo, entre otras cosas,
que dicha disposición solo regula la relación contractual entre el
arrendador y el arrendatario, pero no puede extender sus efectos a
terceros porque eso sería desconocer el Principio de Relatividad de los
Contratos (art. 1363 del Código Civil) y porque, además, importaría una
derogación de facto de las normas sobre responsabilidad objetiva del
Código Civil (art. 1970) así como de la Ley General de Transporte y
Tránsito Terrestre (art. 29), olvidando nuestros jueces que estas últimas
leyes son de carácter general mientras que el D.L. 299 es una ley de
carácter especial, pues solo regula el contrato de Leasing financiero y el
desplazamiento de la responsabilidad objetiva al arrendatario
financiero; además, así la califica -como ley especial- el art. 1677 del
Código Civil, como veremos más adelante.

Esta misma jurisprudencia también ha argüido, contra toda lógica y


contra lo que expresamente establece el mencionado art. 1677 del
Código Civil (que señala que el Contrato de Arrendamiento Financiero se
rige por su ley especial), que el D.L. 299 no es una ley especial, por lo
que no puede derogar las disposiciones del Código Civil sobre
responsabilidad objetiva (art. 1970) y que, además, prevalece sobre
dicha Ley de Arrendamiento Financiero lo que dispone el art. 29 de la
Ley General de Transporte y Tránsito Terrestre (Ley 27.181), que es la
ley que regula el la responsabilidad objetiva en materia de accidentes
de tránsito.

4.2 LA RESPONSABILIDAD OBJETIVA


Como es sabido, nuestro Código Civil acoge las dos teorías prevalentes
en materia de responsabilidad civil extracontractual: así, mientras la
teoría subjetiva de la responsabilidad está consagrada en el artículo

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1969 del Código Civil, la teoría objetiva lo está en el artículo 1970, que
incorpora la teoría del riesgo, que obliga a reparar a quien mediante un
bien riesgoso o peligroso, o por el ejercicio de una actividad riesgosa o
peligrosa, causa un daño a otro. Esta teoría se sustenta en el principio
de que aquel que a sabiendas se beneficia con el desarrollo de una
actividad riesgosa o con el uso de un bien igualmente riesgoso o
peligroso, debe asumir los costos del perjuicio que ocasiona. La
responsabilidad objetiva prescinde en absoluto de la conducta del
sujeto, de su culpabilidad o intencionalidad; en ella se atiende única y
exclusivamente al daño producido: basta éste para que su autor sea
responsable, cualquiera que haya sido su conducta, haya o no culpa o
dolo de su parte. Es el hecho perjudicial, el hecho liso y llano y no el
hecho culpable o doloso el que genera la responsabilidad. El que crea un
riesgo, el que con su actividad o con su hecho causa un daño a la persona
o propiedad de otro, debe responder por tal daño (aquí permítasenos
una digresión: según esta teoría, el dueño de un vehículo automotor
será, en principio, solidariamente responsable con el conductor del
mismo por los daños que ocasione el automotor; sin embargo, el
propietario del vehículo puede eximirse de responsabilidad si, además
de los casos contemplados como eximentes en el artículo 1972 del CC,
logra demostrar que el vehículo fue tomado contra su voluntad o sin
autorización expresa o tácita del mismo. Esto se debe a que el
propietario del vehículo o la persona que se sirve del mismo debe
vigilarlo y mantenerlo en el estado de que no cause ningún perjuicio, de
modo el daño que ocasione el automotor sería por una omisión o falta
de cuidado y, por ello, la ley entra a presumir la culpabilidad de quien
tenía a su cargo el mismo).

Retomando el hilo del discurso, frente a la norma especial de la Ley de


Arrendamiento Financiero, coexisten normas de carácter general tanto
en el Código Civil (el art. 1970, según hemos visto) como en la Ley 27.181
– Ley General de Transporte y Tránsito Terrestre (el art. 29) que
prescribe lo siguiente:

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Art. 29 De la responsabilidad civil
La responsabilidad civil derivada de los accidentes de tránsito causados por
vehículos automotores es objetiva, de conformidad con lo establecido en el
Código Civil. El conductor, el propietario del vehículo y, de ser el caso, el
prestador del servicio de transporte terrestre son solidariamente
responsables por los daños y perjuicios causados.

De la disposición transcrita resulta evidente que la responsabilidad


objetiva que se le atribuye al propietario del vehículo es un efecto de lo
establecido en el Código Civil, al que ésta hace expresa referencia, de
manera tal que esta disposición debe ser necesariamente interpretada
en consonancia con lo que dicho código establece en relación a la
responsabilidad objetiva.

4.3 LA REGLA O CRITERIO APLICABLE A LA ANTINOMIA PRODUCIDA


Ya hemos definido el problema que existe y que no es otro que un
conflicto de criterios (o antinomia de segundo grado), que en algunos
casos ha pretendido ser solventado por la jurisprudencia aduciendo que
si bien el art. 6 del D.L. 299 es una norma especial, sus efectos no pueden
hacerse extensivos a los terceros no vinculados por el contrato de
arrendamiento financiero, mientras que en otros casos, como hemos
referido arriba, le ha negado a la norma legal (el D.L. 299) su carácter
de ley especial, haciendo prevalecer en esos casos lo que dispone el art.
1970 del Código Civil y el art. 29 de la Ley General de Transporte y
Tránsito Terrestre, a pesar de lo dispuesto en el art. 1670 del CC.

Como vimos arriba, el tercer tipo de conflicto de criterios (antinomia de


segundo grado) es el que se da entre el criterio jerárquico y el de la
especialidad; es el supuesto de una norma superior pero general,
incompatible con una norma inferior especial. Sin embargo no es éste el
caso del D.L. 299, ya el art. 1970 del Código Civil, como ley, tiene el
mismo nivel jerárquico que dicho Decreto Legislativo, que tiene fuerza
de ley y, además, el Código Civil fue, precisamente, promulgado
mediante un Decreto Legislativo: el Nº 295 del 24-07-1984, es decir dos

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días antes que el Decreto Legislativo 299, que fue promulgado el día 26
de ese mismo mes y año, lo que añade a este último, además de su
especialidad, su posterioridad (posteriori derogat priori), y refuerza aún
más el argumento que hace prevalecer en nuestro caso la norma especial
por sobre las normas generales.

El Tribunal Constitucional ha señalado, en referencia a las leyes


especiales, lo siguiente:

“Las leyes especiales hacen referencia específica a lo particular,


singular o privativo de una materia. Su denominación se ampara en lo
sui géneris de su contenido y en su apartamiento de las reglas genéricas”
(Sentencia recaída en el EXP. N.° 018-2003-AI/TC, sobre Acción de
Inconstitucionalidad - Cinco mil setenta y siete ciudadanos).

Sin duda es este tercer tipo de conflicto de criterios el que tenemos por
delante, donde una norma especial (el artículo 6° del D.L. 299) colisiona
con una norma de carácter general (el artículo 29° de la Ley 27.181 y
con el artículo 1970 del Código Civil), aunque el artículo 1677 de este
mismo código (al que ya nos hemos referido anteriormente hasta en dos
oportunidades) debería bastar para solucionar esta aparente antinomia;
éste, como ya vimos, textualmente dice así: “El contrato de
arrendamiento financiero se rige por su legislación especial … ”
Entonces, si nuestro Código Civil tiene una norma como la transcripta
que dice que el leasing financiero se rige por una ley especial ¿cómo
pueden nuestros jueces negarle ese carácter de ley especial? ¿cómo se
puede sostener con sindéresis que el art. 6 del D.L. 299 se aplica solo a
las partes del contrato, cuando se trata de una ley que, por su propia
naturaleza, tiene un carácter general y abstracto? ¿cómo no pueden
entender nuestros jueces que por el Principio de Relatividad de los
Contratos, estos solo producen efecto para las partes que participan del
mismo y no con relación a los terceros ajenos al contrato y que,
precisamente por esta relatividad, el art. 6 resultaría redundante si es
interpretado como lo hacen nuestros jueces, pues si el traslado de la

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responsabilidad objetiva fuera solo un asunto entre las partes bastaría
introducir un pacto en el contrato que así lo estableciera y saldría
sobrando el art. 6 del D.L. 299?

Este es el caso del Decreto Legislativo N°299, que se ocupa de una


materia sui generis como es el contrato de Arrendamiento Financiero,
contrato que no puede definirse a partir de los contratos tradicionales
de nuestro Código Civil y Código de Comercio porque es una institución
eminentemente anglosajona, con contenido propio, que ha sido
receptada por nuestro sistema de derecho recién en el año 1984 y que
aún está en desarrollo.

Queda claro, entonces, que la aparente antinomia entre la norma de


carácter especial que regula el Contrato de Arrendamiento Financiero en
nuestro país, esto es el Decreto Legislativo N°299, debe resolverse
haciendo prevalecer esta norma, de evidente carácter especial, por
sobre las normas sobre responsabilidad objetiva del Código Civil (art.
1970) y por sobre lo establecido por el artículo 29° de la Ley General de
Transporte y Tránsito Terrestre, normas de indiscutible carácter general
que no resultan de aplicación cuando se trata de accidentes ocasionados
por vehículos materia de un contrato de Leasing financiero.

Tan cierto es que en este caso prevalece la norma especial por sobre la
general que se obtiene el mismo resultado, como vamos a ver, aplicando
las reglas que el mismo Bobbio enuncia para solucionar las antinomias de
segundo grado (es decir, las que importan un conflicto de criterios, que
se produce cuando a dos normas incompatibles entre sí se les puede
aplicar al mismo tiempo más de un criterio de los señalados, y de tal
aplicación resultan soluciones distintas)

4.4 UN CAMBIO DE CRITERIO RADICAL A NIVEL DE LA CORTE SUPREMA


Recientemente hemos tomado conocimiento de la SENTENCIA dictada
por la SALA CIVIL PERMANENTE DE LA CORTE SUPREMA en la CASACIÓN

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N° 3256-2015 APURIMAC, sentencia que ha variado radicalmente la
posición anterior de la Corte Suprema con relación a la aplicación del
artículo 6° del Decreto Legislativo No. 299 en los casos en que la
demanda versa sobre indemnización de daños y perjuicios en los que se
presenta un contrato de Arrendamiento Financiero.En efecto, en el
considerando OCTAVO de la sentencia la Corte Suprema señala
textualmente:

“En lo que respecta a la infracción del artículo 29 de la Ley N° 27181, según el


cual “La responsabilidad civil derivada de los accidentes de tránsito causados
por vehículos automotores es objetiva, de conformidad con lo establecido en
el Código Civil. El conductor, el propietario del vehículo y, de ser el caso, el
prestador del servicio de transporte terrestre son solidariamente responsables
por los daños y perjuicios causados.”; el recurrente alega que el propietario
del vehículo también debió ser considerado responsable solidario de los hechos
dañosos materia del proceso; sin embargo, dicha norma no le es aplicable al
Banco Continental codemandado, por cuanto el propietario del bien está
relacionado a él en mérito a un contrato de arrendamiento financiero,
regulado por una norma especial, la cual es, la contenida en el artículo 6 del
Decreto Legislativo N° 299 que establece que “La arrendataria es responsable
del daño que pueda causar el bien, desde el momento que lo recibe de la
locadora.” y es en función a ella que las instancias de mérito han declarado
improcedente la demanda incoada contra el referido Banco; de lo que se colige
que las normas en comento no han sido infringidas”. (el resaltado y el
subrayado son agregados).

De esta manera la Corte Suprema finalmente ha solventado correctamente el


conflicto de criterios sobre la aplicación de la norma pertinente al caso del
arrendamiento financiero de vehículos automotores, prefiriendo la ley especial
por sobre las leyes generales que regulan la responsabilidad objetiva en caso
de accidentes ocasionados por este tipo de vehículos.

Lima, 12 de febrero de 2018.

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