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Discurso de Hugo Luis Biolcati en la inauguración de La Rural del Bicentenario.

31 de Julio de 2010. "RURAL BICENTENARIO"


Todo comenzó una fría y lluviosa mañana. El escenario fue el lugar donde Garay había plantado el
símbolo de la justicia y fundado por segunda vez esta ciudad. Se la llamaba plaza de la victoria
porque allí, culminó la reconquista, y los invasores ingleses finalmente se rindieron. Era una fría
mañana de mayo, hace 200 años. Fue llegando la gente. Comerciantes, artesanos, profesionales,
vecinos de los alrededores y otros de barrios más lejanos, convocados por el fervor de French y
de Beruti. Allí estaba el pueblo reunido, queriendo saber... Y nueve hombres jurando en el tenso
clima del cabildo. Desde niños hemos imaginado la escena, y con mayor o menor habilidad Todos
hemos dibujado aquellos paraguas en alguna página del cuaderno escolar.
Estoy seguro que muchos de nosotros, de haber vivido en ese tiempo, hubiéramos estado allí,
participando de los orígenes de la patria. Yo hubiera estado allí, y estoy seguro que mis amigos de
la mesa de enlace: Eduardo Buzzi, Carlos Garetto y Mario Llambías hubieran estado conmigo.
Hubiéramos estado allí; apoyando a Manuel Belgrano en su tarea de promoción de la agricultura,
a la que consideraba un pilar fundamental del progreso económico de las naciones. Hubiéramos
estado allí; participando, redactando alguna nota en aquel semanario de agricultura que editaba
Juan Hipólito Vieytes, y por supuesto en su jabonería, alumbrando las ideas de mayo. Hubiéramos
estado allí; junto a moreno. Hablo de mariano moreno, el de los altos y fogosos ideales, el que
escribiera la "representación de los hacendados". Acompañándolo en su lucha por la libertad de
comercio, contra los altos gravámenes exigidos por el cabildo virreinal. Pero estamos aquí, 200
años después. Luchando contra otros gravámenes, exigidos por otros mandatarios. 200 años
después defendiendo los mismos ideales.
Estamos aquí en el bicentenario de la patria junto al señor jefe de gobierno de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, Don Mauricio Macri; Al señor ex presidente de la Nación Don Eduardo
Duhalde; Al señor subsecretario del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos Don
Edward Avalos; Señor secretario ejecutivo del Ministerio de Agricultura de Brasil Don Gerardo
Fonteles; Al señor jefe de gabinete del Ministerio de Agricultura de Chile Don Eduardo Portilla;
Junto a los señores legisladores nacionales y provinciales; A los presidentes de:La Sociedad
Nacional de Agricultura de Chile Don Luis Mayol; De la Sociedad Rural Brasileña Don Cesario
Ramalho da Silva; De la Asociación Rural del Paraguay Don Juan Néstor Núñez; De la Asociación
Rural del Uruguay Don Manuel Lussich; De la Federación de Agricultura del Estado de Rio
Grande do Sul Don Carlos Sperotto; Y al vicepresidente de la Federación Rural del Uruguay Don
Miguel Sanguinetti; Junto al Secretario General de UATRE Don Gerónimo Venegas; Estamos aquí
junto a Los Señores Embajadores; A los representantes de las entidades colegas; A los
expositores; A los socios de la sociedad rural; A los productores y trabajadores rurales; amigos …
Estamos aquí compartiendo con ustedes, este honor que la historia nos regaló. Inaugurar la 124°
Exposición de Agricultura, Ganadería e Industria, Internacional; nada más ni nada menos que:"La
Rural del Bicentenario". Hace un siglo, aquí en Palermo, esta Sociedad Rural que me enorgullece
presidir, también exhibió ante los ojos del mundo el trabajo del campo y sus frutos, tal vez el perfil
más auspicioso de la argentina. A pesar del colosal esfuerzo que les demandó organizar aquella
muestra; Nuestros predecesores no se detuvieron. Sabían que trabajar por el progreso del campo
era una excelente forma de celebrar el primer Centenario de la Patria. Los tiempos, las
circunstancias, la realidad del país son otros, pero puedo asegurarles que 100 años después,
seguimos trabajando con la misma pasión.
Nadie podrá decir que nos hemos quedado quietos o en silencio. Junto a las instituciones que
conforman la Mesa de Enlace, hemos hecho oír la voz del campo. Hemos participado activamente
en el devenir político e institucional de la Nación. Hemos mantenido con firmeza nuestros
reclamos. Hoy más allá de esta tarea incesante, la Mesa de Enlace es un símbolo. Símbolo de la
resistencia frente a la voracidad, la ineficiencia y las políticas equivocadas. Símbolo de la unidad
en la diversidad. Porque la diversidad de las ideas siempre potenció el objetivo común. Y hay
algunos temas que no admiten diferencias. Frente a la pobreza, a la injusticia y a la exclusión; No
hay diferencias en la Mesa de Enlace. La opinión es una sola, unánime y contundente:¡Basta!
Ninguno de los que estamos sentados en esta mesa quiere un país sin equidad, sin educación, sin
integración social. La Mesa de Enlace es un modelo de confianza en el que la vocación de diálogo
es permanente. Opinamos, discutimos, disentimos y acordamos.
En ese diálogo, fructifica la unidad. Nos reunimos para confrontar ideas e imaginar consensos. Y

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nos seguiremos reuniendo, edificando desde cada entidad, un universo de colaboración;
Incorporando al debate una nueva generación de dirigentes para recibir el aporte de sus jóvenes y
renovadoras ideas. La Mesa de Enlace es también un ejemplo. Un ejemplo del diálogo que
construye y no descalifica. Un paradigma que debieran imitar nuestros actuales gobernantes. Solo
los autoritarios, los soberbios, los egoístas descalifican al otro para dominar la escena. Es que el
egoísmo es pariente cercano de la ambición, la avaricia y el poder. Esperábamos de las
autoridades nacionales un pequeño gesto en el Bicentenario de la Patria, quizás que se acercaran
hasta aquí. Que comprendieran que la sociedad ya no admite ese estilo crispado, arrogante y
confrontativo. Que abandonen por un instante el sesgo autoritario, la mirada soberbia y el gesto
intemperante. Hace falta abrir una ventana en esa muralla de intolerancia Que sople el aire fresco
del respeto, la convivencia y el diálogo. Al fin y al cabo son sólo un episodio pasajero, de esta
historia de 200 años. Dijo Juan Bautista Alberdi: "el Gobierno no ha sido creado para hacer
ganancias, sino para hacer justicia; no ha sido creado para hacerse rico, sino para ser el guardián
y centinela de los derechos del hombre". Cuantas veces en estos dos siglos, el estado dejó de ser
guardián de esos derechos para convertirse en un predador de vidas, bienes o libertades.
Cuantas veces los gobernantes se instalaron en el poder e hicieron del bien público su botín. Y
aquí estamos más de 40 millones de argentinos, Todos protagonistas de esta historia. Somos lo
que fuimos como Nación durante estos 200 años. Y las próximas generaciones serán el resultado
de lo que hagamos con ésta nuestra nación. Los aniversarios de cifras contundentes son
circunstancias que invitan a reflexionar; a evaluar y comprender lo que hicimos, a proponernos lo
que haremos. Con casi 3. 000 kilómetros cuadrados de tierras fértiles... Un clima perfecto para la
agricultura, Caudalosos ríos y una orografía que guardaba minerales suficientes para soñar
grandes industrias, la argentina despertó la admiración del mundo que la consideraba más que
una promesa... Cuando cumplió su primer siglo de vida era uno de los principales exportadores
del mundo. Contaba con adelantos tecnológicos de avanzada:Maquinaria agrícola, Electricidad,
Tranvías y automóviles de combustión. En 1912 se inauguró el subterráneo. Fuimos el primer país
latinoamericano en tener ese medio de transporte. En 1919, las exportaciones superaban los mil
millones de dólares, récord recién superado en 1946. El 50% por ciento del comercio exterior de
toda América del Sur, era argentino.
¿Dónde equivocamos el camino?¿Por qué perdimos el rumbo? Cada vez que rompimos el orden
institucional, nos perdimos. Cada vez que castigamos al campo, Nos equivocamos. En estos 200
años desperdiciamos grandes oportunidades. En el centenario éramos el granero del mundo y una
de las naciones más prósperas del planeta. En el bicentenario somos un país vapuleado por la
corrupción, la imprevisión, la exclusión y la pobreza. Desde la segunda mitad del siglo XX en
adelante las disputas, los condicionamientos externos, los seis golpes de estado que
reemplazaron Gobiernos constitucionales por dictaduras, el obsceno endeudamiento público,
Algunas desatinadas privatizaciones y algunas malintencionadas nacionalizaciones destruyeron lo
construido hasta ese momento. El resultado es un país donde:
• El 36% de los hogares no tiene cloacas, El 27% habita en zonas inundables.
• El 11% no tiene un baño con descarga de agua,
• El 12% sufre hacinamiento
• El 16% está en riesgo alimentario
• El 22% sufre de exclusión laboral severa
• El 27% no tiene un proyecto de vida más allá del día a día.
Una de cada tres familias esta excluida, marginada de los parámetros básicos económicos y
sociales. Esta Nación, pródiga y diversa en su riqueza geográfica, tiene cientos de miles de
familias hacinadas en bolsones de sometimiento. Esclavos de territorios electorales que
conforman el feudo de una "federación" de gobernantes, intendentes, caudillos y punteros
políticos que se hacen fuertes y poderosos a medida que los pobres son cada vez más pobres y
dependientes de sus favores. Le llaman "clientelismo".
Se trata de una humillante manipulación de las conciencias, Votos a cambio de favores, de ayudas
indispensables para la vida cotidiana de los más humildes. Hay que ser pobre para saber que
cuando llega la inundación, Cuando un hijo está "volando de fiebre", o al borde de la desnutrición,
cuando se está a punto de parir; se necesita ayuda. Entonces, con el Estado ausente, aparece la
ayuda del puntero y su miserable negocio político. Es imposible con tantas urgencias, con tantas
necesidades, ejercer libremente los derechos ciudadanos. Hay que terminar con la miseria para

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terminar con el clientelismo. Hay que terminar con la pobreza para que más de un millón de
argentinos recuperen su condición de ciudadanos y puedan votar por quién se le dé la gana. Esta
es la Argentina del Bicentenario: Un país inmensamente rico, que está lleno de pobres.
En el primer centenario, la Argentina ocupaba el 8° lugar entre los países del mundo. Cien años
después, estamos disputando el puesto 57. Hace 200 años discutíamos decisiones
fundamentales: Ser españoles o ingleses, monárquicos o republicanos. Hace 100 años, el debate
era si debíamos ser como los grandes países de Europa o como Estados Unidos.
Hoy, compartimos con los países más humildes y castigados de la tierra los últimos puestos del
ranking de calidad institucional. En un empinado tobogán se fueron deslizando las expectativas,
los sueños, los proyectos de aquellos que bajaron de los barcos para echar raíces en esta tierra y
unirse a su destino. Hoy, algunos descendientes de esos hombres y mujeres piensan que su
destino inevitable está en otras tierras. Como casi todas las naciones, hemos transitado la gloria y
la derrota, el éxito y el fracaso, la esperanza y la desilusión. Hemos fundado y refundado la Patria.
Nos hemos dormido en la paz y amanecido en la guerra. Creíamos que éramos los mejores del
mundo y de pronto descubrimos que estábamos fuera de la copa. Por eso, a estos 200 años de la
patria, no sólo hay que celebrarlos, también hay que meditarlos. Quizá sea más importante
entender que recordar. Si el Bicentenario solo es celebración y recordación, va a pasar sin que
nos demos cuenta. Llamar "fondo del Bicentenario" a uno de los decretos de necesidad y
urgencia más arbitrarios jamás promulgados, es quitarle a la palabra Bicentenario todo su
simbolismo; todo su significado. El Bicentenario no es una marca, Es una oportunidad para
reflexionar de verdad. Debemos conocer lo que fuimos, Entender donde estamos y meditar por
qué estamos aquí. Para ello hay que atreverse a descorrer los velos y tabúes del pasado. Es
cierto que hay personajes en nuestra historia que como fantasmas, aparecen y no nos dejan
dormir en paz. Pero también es cierto, hay otros que no descansan en paz, Advirtiendo que hemos
olvidado sus ideales, su pensamiento, su ejemplo moral. Sin desconocer nuestro pasado, sin
olvidar nuestros errores; Éste es el momento de mirar hacia adelante e imaginar los próximos 100
años. Sabemos que pronosticar el futuro en la argentina es una tarea muy difícil y riesgosa. Más
aún si tenemos que planear el futuro de esta Nación, basándonos en las cifras del Indec, con sus
encuestadores barra bravas y sus funcionarios mitómanos. Pero no importa, dicen que el futuro
No es "lo que todavía no sucedió" Sino lo que construiremos para que suceda. Somos
responsables de la historia del país y seremos los responsables de su futuro. De todo lo bueno, de
todo lo malo... En estos 200 años aprendimos que queremos vivir en democracia y sostener sus
instituciones. Algunas están funcionando:Custodia y reaseguro de la Constitución, la Corte
Suprema ha tenido una saludable renovación.
Y el Congreso está asumiendo su protagonismo, y comienza a expresar la voluntad de los
ciudadanos y de las provincias. Pero hay temas pendientes... El 25 de mayo de 1810 la sociedad
se pronunció por un cambio, 200 años después debemos volver a pronunciarnos. Hace falta un
cambio profundo que nos saque de esta situación de vaciamiento moral que involucra a dirigentes,
políticos y a gran parte de la sociedad argentina. No se cambia a la Argentina, si no cambiamos
los argentinos. La mejor forma de honrar al Bicentenario será despertar al ciudadano que tenemos
dentro para emprender una tarea imprescindible:Poner de pie los valores morales de la Nación.
Con educación, con una sociedad mas solidaria, preocupada por el bien común y que audite a los
representantes que eligiera con su voto, se irán gestando los objetivos patrióticos de los años
venideros. Y cuando los objetivos son patrióticos los ciudadanos no tardan en comprometerse con
ellos.
Por eso el reclamo del campo tuvo la adhesión que tuvo. Porque era la tierra, la historia, nuestros
recursos, nuestra esencia, la Patria la que estaba reclamando. En esta reconstrucción de los
valores éticos, no hay lugar para el "no te metas porque es peligroso" En los próximos años no
habrá nada más peligroso que no meterse. Debemos dotar a esta democracia de la plena vigencia
de sus instituciones para que la Argentina sea auténticamente representativa y federal. Una
República de verdad donde el poder legislativo no delegue su poder y ejerza las atribuciones que
la constitución le ha asignado como un deber ineludible. Un federalismo real, donde los
gobernadores no tengan que ponerse de rodillas frente a la todopoderosa autoridad central y
mendigar algo de la riqueza que ha generado el trabajo de los hombres de su provincia. Hoy no
tenemos esa Nación. Hoy tenemos administradores a los que parece les gusta tener a nuestros
productores sometidos, encadenados llenando un montón de formularios. Haciendo cola en los

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mostradores de la Oncca. Todo para que le devuelvan un poco de lo que le retuvieron de su
cosecha o de su trabajo. ¡Qué manera de hacerles perder el tiempo! Si no, pregúntenle a los
productores de trigo que todavía están esperando que les devuelvan las retenciones del año
pasado!Seguramente ahora, antes que finalice el período de vigencia de las facultades delegadas,
utilizando el más ortodoxo de los gatopardismos, intentarán engañarnos anunciando una
segmentación, que simule la eliminación de las retenciones. ¡Si nadie quiere que le quiten con la
promesa que le van a devolver! ¡Qué poco saben del campo esos funcionarios! ¡Qué poco lo
conocen! ¡Habría que pedirles que averigüen cómo hace el campo
Para producir alimentos para más de 300 millones de personas! Que lo recorran a pie y vean esa
gigantesca fábrica sin techo que trabaja sin cesar. Que no insistan con políticas equivocadas...
¿Todavía no se dieron cuenta que con esas políticas tuvimos la peor cosecha de trigo del último
siglo, no pudimos cumplir la cuota Hilton y falta carne en la Argentina? Pero si los argentinos,
somos responsables de la historia que viene, tendremos una nueva oportunidad. ¡No
renunciaremos a ser grandes!La Argentina del Bicentenario debe sellar un compromiso con el
futuro. Debe impulsar un proyecto agroindustrial que haga crecer la producción a niveles nunca
alcanzados. Que convierta a esta Nación en el principal proveedor de alimentos del planeta. No
queremos un país que deposite cada vez más pobres y desocupados en las villas miserias del
conurbano de esta gran ciudad. Tampoco queremos un desierto verde de soja que produzca
riqueza para pocos. Queremos agricultura con agricultores, Trabajadores arraigados a su tierra, a
su pueblo. Pueblos que crezcan y se desarrollen al ritmo de la actividad de las pequeñas y
medianas industrias locales. Productores rurales, fabricantes de alimentos, de maquinaria agrícola
que desde todos los rincones del campo argentino, incorporen tecnología, procesos innovadores,
inviertan y multipliquen los puestos de trabajo. Ése será el fin de la pobreza y la exclusión. La
posibilidad de bienestar y trabajo para millones de argentinos.
Más allá de avatares políticos, más allá de circunstancias desfavorables, El futuro fijó su
residencia en el campo argentino. Hace 200 años, un puñado de patriotas comenzó a escribir esta
historia. Celebremos este bicentenario de la mano de sus más bellas utopías. Que los hombres de
mayo con su pensamiento y sus ideas guíen nuestra acción en el futuro. Los tiempos que vienen,
serán tiempos promisorios si asumimos el compromiso de poner de pie a nuestra nación. Ése es
el deber y el derecho de esta generación de argentinos. Así nuestros hijos o nuestros nietos
podrán vivir coronados de gloria Y ver en su trono a la noble igualdad. Hay unas bellas palabras
del antiguo testamento que quiero recordar ahora. Dice "el libro de los libros":Los hombres
pasan... , pero la tierra permanece... Y allí está la tierra argentina, A 200 años de la revolución de
mayo, sustentando un gigantesco conglomerado de sectores productivos. El más dinámico y
poderoso de la economía nacional.
En el Bicentenario de este maravilloso suelo, donde se asienta nuestra Patria Deseo que todos los
argentinos se comprometan a respetar la tierra y a los hombres que en ella trabajan. Necesitamos
la tierra no sólo para respirar y vivir, También para progresar, crecer y desarrollarnos. Esta
maravillosa tierra argentina, la tierra que nos da el pan nuestro de cada día. Porque los hombres
pasan, los gobiernos son un mero episodio, Pero la tierra... , como la patria, La tierra permanece.
Los invito a formar un coro de voces que se escuchen desde el fondo de la historia. Decía Santa
Catalina de Siena: "¡Basta de silencios! ¡Gritad con cien mil lenguas, Que por haber callado
El mundo está podrido!" Seamos miles gritando. Los invito a exclamar un "Viva la Patria" que sea
una invocación a nuestras esperanzas, a nuestros proyectos, a nuestra templanza, a nuestras
ilusiones. Un deseo de grandeza para la Argentina de los próximos 200 años. Seamos miles de
voces gritando al unísono: ¡Viva la Patria! Muchas gracias. Eduardo, Carlos, Mario, vengan
conmigo... Inauguremos juntos esta Exposición del Bicentenario.

PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ, EN EL ACTO DE


INAUGURACIÓN DE LA GALERÍA DE PATRIOTAS LATINOAMERICANOS, CON MOTIVO DEL
BICENTENARIO, EN LA CASA DE GOBIERNO
Muchas gracias.
Queridos compañeros mandatarios de los países de la América del Sur; señores gobernadores y
gobernadoras de las provincias argentinas; legisladores y legisladoras; académicos; intelectuales;
Madres; Abuelas; organizaciones de Derechos Humanos; trabajadores; empresarios: aquí

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estamos, 200 años después y creí que era una buena manera de conmemorarlos en este
escenario, en la inauguración de la Galería de Patriotas Latinoamericanos, aquí en la Casa
Rosada de Buenos Aires.
Aquí están todos; están nuestras grandes victorias y también están algunos fracasos amargos,
pero sin los unos ni los otros, tal vez hoy no estaríamos conmemorando, como lo estamos
haciendo.
Yo quiero contarles a mis amigos y colegas Jefes de Estado, que, cuando el pueblo argentino me
honró con su voto para ser Presidenta de todos los argentinos, la celebración y la conmemoración
de este Bicentenario, se transformó para todos nosotros en casi una obsesión.
Es que el otro, el primer Centenario, había sido llevado a cabo en un país en el que se había
declarado el estado de sitio, era un país en el que los inmigrantes que habían venido de la vieja
Europa a conseguir un trabajo o un plato de comida, habían traído también las ideas del viejo
mundo, las nuevas ideas, anarquistas, socialistas y los festejos se debieron hacer entonces en
virtud de la represión, en virtud de la persecución, Lula, -de esos dirigentes sindicales- un
sindicalismo nuevo, incipiente en la República Argentina, en medio de un estado de sitio.
Y por esas cosas de la naturaleza también o de las ideas de querer siempre desde aquí
parecernos a Europa y no ser nosotros mismos, americanos, latinoamericanos, habíamos traído
como protagonista central de los festejos a un miembro de la Casa Real de España. Con todo el
respeto que tenemos por todo, yo quería, en nombre de la historia de todos estos hombres y
mujeres que están en esta Galería, y que en los últimos 200 años abonaron con su vida, con su
sangre, con sus ideales, una América del Sur más democrática, con libertad pero para la igualdad;
quería y queríamos darnos los argentinos un Bicentenario diferente; un Bicentenario popular, con
el pueblo en las calles.
Hace apenas 27 años que tenemos una democracia continua en la República Argentina. Todos los
argentinos pueden expresarse libremente, y yo quiero agradecerles el patriotismo, la alegría con
que han festejado y están festejando este Bicentenario de la República Argentina. (APLAUSOS)
Desde el día viernes millones han salido a las calles a festejar, a reír, a estar junto al otro, a
compartir, y quería hacerlo además, acompañada de los hombres que tienen responsabilidades de
Estado en esta América del Sur y que también con nuestras diversidades, nuestros matices,
nuestras identidades sabemos que el camino para nosotros es el mismo camino que tomaron San
Martín, Bolívar, O´Higgins, Artigas, José Martí, que antes lo habían llevado a cabo los pueblos
originarios, con mucha valentía. (APLAUSOS)
Si uno Nos mirara a todos nosotros, verían todos distintos orígenes, pero vería un solo objetivo:
que sus pueblos, que sus sociedades tengan más libertad, más igualdad, más equitativa
distribución de la riqueza, más educación, más salud.
Yo quiero decirles, amigos y compañeros, que en estos 200 años que comienza hoy a cumplir la
Argentina y que van a venir otros Bicentenarios, hace poco estuve yo festejándolo en Caracas,
nuestros pueblos están mejor que hace 100 años, pese a quien le pese, estamos mucho mejor
que hace 100 años. (APLAUSOS)
Hace 100 años no existían los derechos sociales; hace 100 años estaba prohibida y era casi un
delito la actividad sindical; hace 100 años, por lo menos aquí, no podíamos elegir libre y
democráticamente a nuestros gobernantes que recién lo pudimos hacer a partir de la Ley Sáenz
Peña donde se instauró el sufragio obligatorio, universal y secreto.
Luego vinieron otras historias que jalonaron todo el segundo siglo pero que sumadas, con victorias
y con tragedias, pudimos cumplir estos 200 años con la más absoluta y profunda democracia de la
que se tenga memoria, con libertad y con el compromiso de un gobierno que hoy también, por
esas curiosidades de la historia, cumple años este proyecto que comenzó el 25 de mayo de 2003
y que hoy cumple exactamente siete años (APLAUSOS) y que quiere comprometerse con todos
los argentinos, cualquiera sea su origen, su identidad, su pertenencia en el compromiso de
defender los intereses sagrados de la patria, como lo hicieron todos y cada uno de los hombres y
mujeres que integran esta Galería de Patriotas Latinoamericanos. (APLAUSOS)
Seguramente, nos equivocamos; seguramente, cometemos errores; seguramente, también,
tenemos aciertos, pero todos, aún aquellos que no están de acuerdo con nosotros, saben que
jamás tomaríamos una medida, una sola decisión en contra de los intereses de la Nación y del

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pueblo, que son la misma cosa. (APLAUSOS)
Por eso, hemos querido conmemorar y conmemorar es eso, no es solamente festejar, no nos
gustan solamente los fastos con brillos sin contenidos. Creemos en la historia, creemos en la
memoria, tenemos nuestra identidad, tenemos pasión por la verdad, por la memoria, por la
justicia, pasión por la patria y, por eso, luego de inaugurar esta Galería de Patriotas
Latinoamericanos, los vamos a invitar a ir frente a nuestro Cabildo, el mismo Cabildo en el cual
hace 200 años, hombres y mujeres se congregaron para preguntar de qué se trataba. Había
muchos que ya sabían de qué se trataba.
Nos cuestan visiones muchas veces e historias edulcoradas de esas jornadas gloriosas. No fueron
tan pacíficas, no fueron consensuadas, fueron de hombres y mujeres, de un Castelli, que
furibundo ingresó a ese Cabildo el 22 de mayo a decir que si no conformaban el gobierno patrio
iban a venir con las armas y los iban a venir a conformar ellos.
Es bueno conocer toda la historia para saber que hay múltiples formas de dar batallas y ellos
tenían que dar esa batalla contra aquel colonialismo y siempre hay que dar batallas, la vida es una
asociación de pequeñas batallas, en nuestras vidas cotidianas, en nuestra vida familiar, en nuestra
vida personal, de diferentes formas, obviamente, y por favor nadie diga mañana que la Presidenta
de la República Argentina está llamando a alguna batalla, no, de ninguna manera. Tenemos hoy la
fortaleza de ser un país constituido, un país sujeto del Derecho Internacional y que respeta el
Derecho Internacional a rajatabla y lo vamos a seguir haciendo porque se ha violado demasiadas
veces en nuestro país la Constitución, la libertad y la democracia y, en nombre de esa violación,
se cometieron otras peores. (APLAUSOS)
Por eso, yo quiero finalizar agradeciendo la presencia de todos ustedes y, una vez más, con la
plenipotencia que me han dado todos los países de la América del Sur, de América latina, del
Caribe, en esa maravillosa reunión que tuvimos en Cancún cuando por unanimidad apoyaron a
nuestro país la República Argentina en su reclamo de soberanía por nuestras Islas Malvinas,
(APLAUSOS) volvemos aquí, en nuestros 200 años, con firmeza y convicción de saber que como
sujetos del Derecho Internacional, tenemos que respetar, precisamente, las normas a las cuales
todos, grandes y chicos, poderosos y débiles, tenemos que estar sujetos como única forma de
vivir en un mundo civilizado.
Yo quiero convocar en estos 200 años a todos los argentinos a construir un país en el cual todos
podamos sentirnos parte de él, no solamente porque se está en el Gobierno o en otro lugar, sino
porque hemos sabido superar diferencias y construir un proyecto estratégico que nos guíe como
fue este proyecto estratégico que tuvieron los patriotas ese 25 de mayo de 1810.
Luego tuvimos muchas dificultades, muchos enfrentamientos, muchas divisiones. La historia no se
escribe muchas veces sobre el renglón prolijamente y con letra clara, muchas veces la letra es
torcida y hay que escribirla igual.
Por eso, quiero convocar con mucha humildad, con absoluta humildad a todos mis compatriotas,
no solamente a compartir un día que es el del Bicentenario, sino a compartir los 365 días del año
el esfuerzo de construir una nación para todos. (APLAUSOS)
Todos los que estamos aquí hoy, tenemos la suerte de poder valernos por nosotros mismos, tener
casa, tener seguridades que otros argentinos y otros compatriotas latinoamericanos todavía no
tienen. Por ellos, tenemos que seguir trabajando con el compromiso vigente de estos hombres y
mujeres.
Allí está la historia de cada uno de ellos, al pie de sus retratos, historias heroicas y también
historias de exilios y de olvidos en muchos casos. De olvidos, tal vez, en algún libro de texto de
historia, pero todos estos hombres y mujeres están definitivamente en el corazón de sus pueblos y
en la historia grande de la América latina.
En nombre de ellos, muchas gracias, muchas gracias Rafael; muchas gracias, Hugo, Lula, gracias
Sebastián, Evo, Fernando, Pepe, Miguel Zelaya, Martín Torrijos, muchas gracias por
acompañarnos en el 200 cumpleaños de la patria. (APLAUSOS) Gracias.
¡Viva la patria! ¡Viva Argentina! ¡Viva América latina!
Muchas gracias. (APLAUSOS)

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