Вы находитесь на странице: 1из 2

El Informe de Latinobarómetro del año 2010 señala lo siguiente: “Sin embargo, en el 2009 la

CEPAL estima que la tasa de pobreza en la región aumentó a un 34,1% desde un 33% registrado en
el 2008 y que la tasa de indigencia subió a 13,7%, frente a un 12,9% en 2008.” El mismo informe
establece, que estas cifras si se comparan “con una tasa de pobreza de 44% y una tasa de
indigencia de 19,4% en el 2002” que “a pesar de la magnitud de la crisis internacional, el impacto
en los indicadores de pobreza en la región, en términos agregados, (ha sido) menor que en crisis
anteriores”.[1]

En otros términos, hacia 1990 había 200 millones de personas que vivían bajo la línea de pobreza
en América Latina. Al 2002, cuando las democracias estaban completamente asentadas, esta cifra
había aumentado a 221 millones de personas; es decir, un 44% de la población total
latinoamericana. Si actualizamos estos datos, según el informe más reciente del mismo organismo,
a 2008 existían 180 millones de personas que vivían en condiciones de pobreza; es decir, un 33%
de la población de la región.[2

Los cambios políticos recientes, orientados fundamentalmente por fuerzas de izquierda y de


centro-izquierda que gobiernan la mayoría de los países del área, – donde el Estado se ha
constituido en un actor socioeconómico más relevante que aquel establecido bajo las normas del
consenso de Washington– han tendido, con medidas y ritmos diferentes, a disminuir y/o a paliar la
existencia de la pobreza en sus distintas manifestaciones. Medidas inclusivas como el aumento de
las matrículas de educación básica, la política de Hambre Cero implementada con éxito en Brasil,
iniciativas en salud pública llevadas a cabo en Venezuela, o el programa “Chile solidario” de la
Presidenta Bachelet en Chile, son indicativas de una tendencia a revertir este proceso.

El tema de la “seguridad ciudadana” se ha constituido en uno de los más relevantes en toda la


región. Aparece por doquier sea levantado con finalidades políticas coyunturales, sea porque
organismos de alta credibilidad lo señalan, el problema tiende a establecerse en la agenda pública
de manera persistente. La delincuencia entendida como una de las manifestaciones más
expresivas de este fenómeno, medido según “percepción” ha variado negativamente en toda el
área. Según Latinobarómetro “Desde el año 2004 aumenta sin interrupción la percepción de la
delincuencia como problema principal de la región, pasando de un 9% a un 27% en el 2010, el
punto más alto que ha tenido desde que empezáramos a medir.”[

El desempleo sin embargo requiere ser analizado cuidadosamente. Según cifras de CEPAL mientras
el desempleo tuvo una disminución significativa durante el quinquenio virtuoso (2003-2007) –
periodo de estabilidad económica que no se había observado durante mucho tiempo- el aumento
de la misma no tuvo el mismo impacto que tuviera durante la llamada crisis asiática. En efecto, el
desempleo tuvo un incremento promedio del 7.5% el año 2008 al 8.3% a fines del año 2009, luego
de la crisis generada a partir de finales del 2007 con la caída del grupo Lehman Brother de fuerte
impacto en toda la economía mundial especialmente la de los países más desarrollados. Para el
año 2010 el promedio de desempleo tendió a bajar aunque no significativamente. Por cierto que,
como todo promedio, este puede ser engañoso si se observa la realidad de cada país.
Un dato interesante ha sido la evolución del crecimiento económico de la región. Hasta el año
2008 con el 4,9% se completaron cinco años consecutivos de crecimiento positivo. Sin embargo,
no todos crecieron por igual. América del Sur creció a razón de una tasa del 5,5%; Centroamérica
un 4.1%; el Caribe 2.3% y México creció un 1.3%. Sólo el año 2009 esta tendencia se revirtió
debido a la crisis económica mundial. Ese año la región creció un 1.9%.del PIB y debido a las
medidas contra-cíclicas la tendencia el año 2010 permitió un crecimiento cercano al 5,2% Para el
presente año, debido a la incertidumbre económica internacional, CEPAL provee un crecimiento
cercano al 4.1%.

Asociado con el tema de la delincuencia, en los últimos años un número considerable de países del
continente han visto instalado el problema del narcotráfico y de la violencia asociada a la misma. A
pesar de los convenios internacionales que buscan frenar el tráfico de estupefacientes y de las
medidas policiales llevadas a cabo, todo indica, que la tendencia al aumento del consumo interno
– observado especialmente en los Estados Unidos y en algunos países latinoamericanos – seguirá
constituyendo un factor asociado íntimamente a la violencia delictiva. El fracaso de ciertas
políticas de lucha frontal contra este flagelo ha llevado a importantes personalidades – como
César Gaviria, Fernando Henrique Cardoso y Mario Vargas Llosa, entre otros – a plantear la
necesidad de legalizar la venta y el consumo de drogas blandas como la marihuana. Sin embargo,
tal iniciativa no es compartida ni por organismos internacionales ni por gobierno regional alguno
del continente. Distinta es la situación que se plantea respecto al cultivo de la hoja de coca. De ella
viven un número considerable de campesinos colombianos, peruanos y bolivianos, a los cuales se
pretende modificar su cultura agrícola emprendiendo cultivos alternativos. Esta alternativa no ha
sido todo lo exitosa que se esperaba entre los actores hacia los que se orientado, salvo entre
pequeñas comunidades con escasa incidencia en la producción total.-

Вам также может понравиться