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DESCRIPCIÓN BREVE

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Max López
[Título del curso]

EL GLADIADOR
[Subtítulo del documento]
El Gladiador es una introducción de mis vidas pasadas hasta el
presente que se me ha manifestado en forma espiritual hemos
introducido también parte de mi vida actual en la que Boris Díaz mi
nieto me ha ayudado hacerlo una realidad de tiempos pasados a
tiempos presentes buscando con ello unir el presente y el pasado para
que esto sea una realidad.

Max López
Humnadí
MAXIMILIANO ALFONSO
LÓPEZ RODRÍGUEZ

El Gladiador A
Través Del
Túnel Del
Tiempo
NOVELA

2017
Debo agradecerle a las personas que contribuyeron a la redacción de
este libro sobre todo a mi nieto Boris Díaz que con su celular y su
computadora fue dándole vida a este nuevo libro de mis existencias
pasadas y que ha tomado el nombre de El Gladiador A Través Del
Túnel Del Tiempo que he ido visualizando a través de mi mente
psíquica las vidas que aquí se narran que fueron una realidad en el
pasado. Se los dedico a mis hijos Adriana Emperatriz López de
Samayoa, María del Carmen López de Díaz, Yarita López, Rosa
Abelina López, Max Eduardo López Chávez, Chochi López y Ángel
Ramón López Chávez que viaja en el eterno viento y también a mi
padre José Ángel López Soberani, a mi madre Rosa Julia Rodríguez
Chacón de López que también viajan en el eterno viento, también a
Rosa María y a Elmer Miranda, también a Mario Arévalo y a mi
hermana Chita su esposa y a mis sobrinos Mario, Juan, Pablo,
Claudia y Paty y también al licenciado Boris Díaz y al ingeniero Nery
Samayoa y también al conquistador del Peten: Walter Hernández
alias el Indio Blanco

Max López
Humandí
(Mi seudónimo)
Índice
Prologo
Dos palabras

El haber escrito este libro es para mí reintroducirme a mis vidas


pasadas al comentar a partir de donde fui Gladiador porque al haber
encadenado en vez de darle muerte a este gladiador empezó para mí
una nueva época en mi vida espiritual y material porque este al tratar
de que yo le quitara las cadenas me siguió durante muchas de mis
vidas las que siguió narrando y que a la fecha en mi situación actual
fui captando y analizando mi situación de otras vidas las que he dio
analizando en mis presente existencia.

Sinceramente

EL AUTOR
El Gladiador a través del túnel del tiempo narrado en forma psíquica
y anímica, iniciado en la mañana del día martes 8/1/2013 a las 4 horas
y 12 minutos de la madrugada.
Érase una vez en el principio de la Roma Antigua en la época de los
Cesares, cuando se vivía en el Capricho de sus desdenes y de sus
atrocidades, los cuales en su reinado todos llevaban el nombre de
Cesares. Su historia guía a través del Coliseo Romano también
llamado Circo por las actuaciones que allí se realizaban, eran
espectaculares de las guerras y de las atrocidades que ellos cometían
en los lugares que conquistaban. Mantenido por los Cesares para
contar sus glorias y para mantener al pueblo entretenido, para que no
sublevara y poder reinar a su antojo.
Allí valía para la plebe del pueblo Romano, pan, vino y espectáculo
gratis desde el amanecer y anochecer de todos los días espectáculos
de sangre y de orgías, plasmados en su arena, en sus gradas, en sus
aposentos y en todos los rincones del Circo Romano, todo era
vanidad, intolerancia, desasosiego, maldad y glorias sin mérito.
El espectáculo era constante el Circo no dormía, era un amanecer y
anochecer constante, como ya dije de maldad y atrocidad, nada digno
podía observarse.
Los Cesares mantenían a la plebe para seguir así en sus gobiernos,
constantes y corruptos. Allí nace y crece la historia del Gladiador, que
ahora lo cuenta a través de siglos en el Túnel del Tiempo.
En sus paredes y su arena húmedas de sangre, de tragedias que se
vivían todo el tiempo de su historia.
Dentro del coliseo había una escuela de gladiadores que se
adiestraban, para en cualquier momento pelear a muerte. La mayor
parte de ellos eran soldados capturados de otros países y continentes,
también habían profesionales que combatían por sueldo, premios o
apuestas y que podían venir de otros coliseos, que buscaban pelear en
el Gran Coliseo Romano, para hacerse de fama y fortuna o de su
muerte.
Hubieron varios gladiadores que se llenaron de gloria, si esto así
puede llamarse, pues esta consistía en matar o morir. Cuando su fama
era grande, les ponían pruebas cada día más peligrosas tales como
pelear o combatir con varios oponentes o dos fieras como tigres y
leones.

Siempre, había un mártir o un campeón y muchos muertos así


terminaban las contiendas en el Circo Romano.
También había un velódromo en donde corrían carruajes de guerra
con un timonel y un cazador o guerrero. Eran batallas épicas como se
narra en Ben Hur.
La historia de nuestro gladiador es diferente, no fue un soldado, no
fue un prisionero, este nació en el Gimnasio en las Escuelas Romanas
de Artes, oficios, atletismo, lucha, boxeo o pugilatos.
Era un mocetón muy fuerte que destacaba en todo lo que se
proponía y provenía de las familias prominentes de Roma. En los
Juegos Romanos que no eran a muerte siempre se destacó
coronándose con la Corona de Olivo, en las contiendas que
participaba era un atleta completo.
En el decir del vocabulario del pueblo era un Hércules con el rostro
de Dionisio y el fuego de Vulcano.
Asistía al Circo con sus amigos atletas y artistas como lo hacía todo el
pueblo.
Una tarde de tantas en el que el rugir de la multitud pedía muerte,
muerte a los gladiadores caído, este grupo de atletas indignados,
pidieron clemencia por un gladiador, que antes se había cubierto de
gloria por su valentía y su rara honestidad dentro del Circo. En el
momento que el Cesar dio la orden de muerte, el héroe brinco a la
arena, recogió una espada y saludo al Cesar, pidiéndole combatir con
el gladiador triunfante que iba a dar muerte al que estaba tirado en la
arena.
La multitud rugió frenética, “combate, combate a muerte”.
Cesar dio la orden y de pronto el mocetón estaba parado, espada en
mano, frente a un criminal gladiador de esa época, le decían
“muerte”, varios generales trataron de disuadir de Cesar, pero la
multitud rugió, “combate, combate, combate”.
El héroe solo tomo un escudo del gladiador herido en la arena a
quien estaba defendiendo.
Sonaron las trompetas para recoger heridos y muertos, otros cuatro
héroes estaban con el intrépido héroe, Cesar dio la orden que se
pusieran en el centro del Circo, y un general dio la orden de retirar a
los amigos del intrépido.
Soltó el pañuelo el Cesar en señal de combate, acto seguido los
gladiadores saludaron al Cesar.

“Los que van a morir te saludan” y ya frente a frente, era silencio


total, sabían que el intrépido mocetón moriría. Muerte ataco sin
clemencia, el Intrépido se movió suavemente de izquierda y derecha,
no ataco, se defendía sin huir, iba para delante, de pronto ataco,
arrancándole el sacado Muerte, este frenético ataco más fuerte, el
intrépido brinco atrás y adelante, de pronto le dio un planazo al
peligroso gladiador y acto seguido le arranco la espada e hiriendo
atrás en la rodilla izquierda al desalmado gladiador, que cayó de
rodillas, la muchedumbre rugió muerte, muerte, el Intrépido agarro
su espada presentándosela al Cesar, en señal de Clemencia para el
gladiador, que estaba herido en la arena, pero este al ver que le dio la
espalda, saco un puñal y se abalanzó para dar muerte al Intrépido,
este asesto tremenda estocada, que hirió de muerte a su Contrincante.
La multitud rugió “Intrépido, Intrépido, Intrépido”, había nacido otro
gladiador.
Como manifesté anteriormente, él no era un plebeyo, no era un
soldado venido de la guerra, no era un prisionero de las Conquistas
de Roma. Era un ciudadano nacido de las mejores familias de Roma
con preparación intelectual de los grandes sabios, en fin era un digno
ciudadano que de pronto se vio mezclado en la barbarie de su país,
en la criminalidad del Circo de Romano.
Al caer el gladiador vencido, toda la multitud lo alabo, por su destreza
al pegarle en el entrecejo a su contrincante que lo quiso sorprender,
Él y sus amigos salieron de la arena, y fueron al cumpleaños de una
prominente bella doncella que los había invitado. Al llegar la fiesta
estaba en todo su apogeo y fueron bien recibidos, como en toda
Roma el festín se hacía al frente de la piscina principal de la casa,
donde habían esclavas muy bellas bañándose desnudas, esclavos
corpulentos luchando, casi todos comiendo, bebiendo y abrazándose,
era un bacanal constante que la mayoría de veces amanecían y
anochecían. Esta era la vida en la mayoría de las residencias de Roma,
pocas eran las mansiones donde se vivía con austeridad y religiosidad.

En una de estas mansiones vivían nuestro héroe y sus amigos alejados


del desorden de la vida licenciosa de Roma.
Así transcurría en medio también de las victorias de los generales
conquistadores de los diferentes países esclavizados a su antojo.
Llegaban con inmensas fortunas, esclavos, esclavas, animales exóticos
que obtenían de sus conquistas, mucho de esto terminaba en el
Coliseo que era el Centro de diversión de la Gran Roma prostituida
donde poco a poco su grandeza se haría cenizas.
Sus grandes generales conquistadores, sus héroes y sus gladiadores,
terminaban, si no morían asesinados, concluían en seres deformes
con grandes barrigas, alcoholizados, decrépitos, basuras bosnianas,
corridos por el vicio, la ambición y la lujuria.
Se terminaba un lugar de esos y la plebe de aprovechados, buscaban
otro lugar donde seguirse persistiendo, así se fue destruyendo la
Gran Roma. Otros a calmada de victorias, después consumida por
sus derrotas y perversidades del Coliseo a los lugares de perdición,
luego a las casas mansiones, que habían caído en toda clase de vicios
y perdición era un ciclo constante de perdición y barbaridades
Ahí deslumbró por breves instantes nuestro héroe gladiador. Su vida
era ejemplo de disciplina física, moral y espiritual, los que lo
rodeaban aprendían rápidamente esta escuela de dignidad ante tanta
barbarie. Evitaba asistir al Coliseo para no ser provocado, fue más
adelante los mismos Cesares exigían su presencia.
Su gimnasio, dentro de su casa, era un lugar de diversión donde se
practicaba la lucha, el pancracio, la gimnasia, las carreras rápidas, el
Pentatlón, la natación, en fin deportes saludables. Condición física
completa, ya había pocos lugares como este.
La gran mayoría eran empezando con el ejército Romano, eran
lugares para aniquilar al enemigo.
Nuestro héroe y sus amigos trataban por todos los medios evitar al
Coliseo, pero eran obligados a combatir y a luchar por su vida.
Al verse asediados por esta vil costumbre, empezaron a prepararse
por las noches en cuartos separados del gimnasio, a combatir con
espadas y tridentes, entre ellos estaban nuestros héroes, digo así
porque así fueron transformándose. Quiso separarse de esto y fue
con sus amigos a otros poblados, donde no era conocido y por un
buen tiempo lo logro, estudiaba en las escuelas de música y poesía,
asistía a los gimnasios, para mantenerse en forma, y su familia trataba
de ocultarlo, no mencionándolo donde se encontraba. Con sus
amigos dejaron de asistir a los Circos de provincia, pero siempre era
señalado por algunos como gladiador.
Una tarde que estaba con sus amigos en una piscina gozando del
momento tan popular en Roma de estar cerca del agua, de las danzas
de las bellas mujeres, de los deliciosos manjares, de la música de las
arpas, de los bellos poemas y canticos. Llego un mensajero del Cesar,
y le tendió un papiro con el mensaje que debería de presentarse con
él de inmediato, dijo a sus amigos “Se terminó la tranquilidad,
partiremos mañana, el Cesar me requiere”.
Llegaron a Roma, cada uno busco a sus familias, sus cuatro amigos
hijos también de generales, les indicaron que debían presentarse en el
ejército, igual informaron al Intrépido. Se enlistaron y su preparación
para servir a la patria fue rápida, y marcharon cada uno en diferentes
batallones. Se dirigían a Egipto.
Episodio fuera de serie del Gladiador
El ejército Romano siempre trataba de dar muerte a los gladiadores
fuera de serie como nuestro héroe, buscaban en cualquier momento
darles muerte, ya mencionamos que el Gladiador tenía el rostro de
Dionisio, el dios de la belleza, su cuerpo tan perfecto y fuerte como
Hércules y tan valiente como Espartaco, el esclavo transmuto que
hizo temblar a Roma.
Estaban combatiendo contra espartanos que eran de la Elite, de la
vieja Esparta, soldados muy valientes y aguerridos y de inmediato
ordenaron a nuestros héroes ponerse en punta de lanza contra estos
aguerridos guerreros. Estaban combatiendo fuertemente contra ellos
de pronto dieron la orden a los soldados Romanos que se separaran
de la punta de lanza y que retrocedieran, algunos que no querían
aceptar esa orden, pues habían sido adiestrados por nuestro
gladiador, al final solo ellos combatieron contra todo un ejército de
aguerridos soldados, se pusieron en triangulo al ver que los hombres
se adelantaron. De pronto ante una luz cegadora apareció otra vez las
cinco arqueras, que eran muy bellas y fuertes, con arcos muy grandes
y emblemáticos, diezmaron al ejército, que estaba frente a los
Gladiadores y acto seguido aparecieron tres gladiadores que se
pusieron frente de la punta de lanza de nuestro héroes, entonces dije:
“Avancemos”, nos metimos en el centro del ejército enemigo y
cayeron los soldados como hojas de un árbol que se sacude
fuertemente, en el centro, cuando ven más grande caían acurrucados.

Los combatientes que cayeron del cielo eran muy rudos y sienten al
igual que las manos de ángeles, todo un ejército fue diezmado por
cinco gladiadores, cinco arqueras y tres gladiadoras del cielo. El
ejército no sabía qué hacer.

No recuerdo en qué lugar deje el cuaderno del Gladiador, pero


mientras lo encuentro empezare a escribir de nuevo.- Fase#2
2# Dos narraciones de la primera parte I del 1 al 17
Todo nace alrededor del Coliseo Romano donde para que este
exista, se necesita que la presencia de El Gladiador, figura que vuelve
a tomar forma a través de mis escritos porque lo traeré a la vida
escribiendo en su nombre, y con él, el de los Cesares, seres ingratos
llenos de maldad que hicieron del Coliseo Romano el Hogar de los
Gladiadores en donde hombre y bestias se quitaban la vida, para
darle placer y alegrías fúnebres a aquellas multitudes sedientas de
sangre, que con sus gritos e imponencias, sentenciaban a los que en
cada mañana, tarde o noche ahí luchaban por su vida o por su
muerte.
Hay tantas historias y leyendas que se han manifestado a través de
películas, que nos manifiestan vívidamente lo que estas luchas fueron
en el Coliseo Romano.
Los gladiadores que allí luchaban, la mayor parte de ellos eran
prisioneros que capturaba el ejército Romano, otros lo tomaron de
oficio.
Preparándose en Escuelas para Gladiadores, en escuelas dentro de
Roma o en otros lugares y ciudades. Esto se volvió una profesión que
algunos disfrutaban tanto como vivir de ella, para sentirse famosos y
fortalecerse económicamente.
Hombres rudos que salieron muchas veces de una matanza en grupos
del Circo Romano, y ahí continuaban su vida después de haberse
salvado de ser muertos por otros que también luchaban por
sobrevivir. Se adaptaron a su constante riesgo de perder la vida, que
al luchar por ella se endurecieron de tal manera que después ellos
pedían estar dentro del Circo Romano.

Fui Gladiador en una de mis existencias o encarnaciones, a partir de


esta es como conocí cada una de las vidas que llevo hasta el
momento. Viernes 25/5/2012
Se me conocía por un breve tiempo como el Gladiador Invencible,
digo breve tiempo porque la vida del Gladiador Activo, es muy corta.
Después de muchas victorias dentro del Circo Romano, mi vida se
volvió cada vez más licenciosa, debido a mi infancia, estaba en las
orgias más duras y viciosas de la Ciudad, en banquetes de los Cesares
y grandes militares y por mi presencia física no solamente por mi
fuerza y gallardía, sino también por mi rostro de Corte Griego.
Fascinante en todos lados, mi cultura también era retocada para
aquella época, podía ser rudo en la arena sencillo en la ciudad y
galante con las damas y respetuoso con los grandes de poder y
riqueza, en todas partes era aceptado y tomado en cuenta en grandes
banquetes, como en pequeñas fiestas o reuniones de los grandes jefes
jerarcas como de los hogares de Roma.
A mis adversarios procuraba no darles muerte, solo si esta era muy
necesario, lo hacia lo más rápido posible. Evitaba herirlos de
gravedad y con esto mi fama crecía cada día más y me fui
transformando en leyenda que muchos viajaban grandes distancias
para conocerme o destruirme, así paso mucho tiempo.

Hasta que una tarde me tocó enfrentarme con un Gladiador Griego


que era muy fuerte, sagas y valiente. Peleamos tres veces, nos lucimos
y cuando nos recuperábamos volvíamos a combatir. La última vez,
fue una de esas tardes de alarido, donde el Cesar pedía lo que quería,
nos preso frente a seis gladiadores enfermos de maldad y de poder.
Eran griegos, romanos y celtas, combatieron contra tigres y leones,
uno de ellos murió en combate, El Cesar no quedo conforme y lo
sustituyo por otro. Salimos siempre seis oponentes peleamos hasta la
entrada de la noche, quedábamos dos en pie. Cuando dos nos
disponíamos a combatir, dijo El Cesar, “Pelearan mañana hasta morir
en el séptimo combate de la tarde.”
Nos encerraron en la misma celda, con pequeño banquete y bellas
esclavas, comimos y bebimos moderadamente y tuvimos contacto
sexual con ellas, yo evite el orgasmo para conservar la energía, que
me iba a ser falta, mi oponente el griego creo que no lo hizo.
Llego la tarde y fuimos los últimos en combatir, la arena estaba
empapada en sangre, de bestias y hombres, era un bello atardecer,
mas no para nosotros, los dos lo comprendíamos que nuestras
corazas eran iguales, la del gladiador normal. Hicimos el saludo
habitual “Ave Cesar los que van a morir te saludan”, El Cesar dijo
que empezaran ya, acto seguido empezamos, El Griego golpeo su
espada con la arena y se me abalanzo, queriendo terminar rápido, me
di media vuelta y lo contrataque con el mango de mi espada, le di
solido en la nuca, trasteado y se me abalanzó de nuevo, lo evadí y así
continuamos, el griterío de la chusma estaba con él, de pronto le
quite el casco y lo volví a golpear con el mango de mi espada, estaba
sangrando pero furioso, tenía una pequeña daga, escondida, la saco,
me quiso sorprender pero le di un palmazo en la espalda, que se oyó
en toda la arena, escupió sangre, el gentío ya no lo vitoreaba, ya me
vitoreaban a mí, me volvió atacar y el palmazo se lo di en la cabeza,
cayo, no se levantó, cuando todos señalaron, muerte, muerte y
bajaban el dedo pulgar, le pedí al Cesar con el debido respeto
encadenarlo, el Cesar sabia, que así actuaba y me lo concedió, y de
inmediato lo encadenaron, con cadenas muy pesadas. Lo hice porque
era un desalmado y había matado a muchos seres tanto en la arena
como fuera de ella. Empezó a deambular en las calles, sangraba y
lloraba, se reían de él, los niños lo golpeaban, todos decían que lo
merecía por criminal.
Desafortunadamente para él, una tarde, me quitaron la vida, como
todo gladiador en cualquier momento muere y esto fue su infortunio
porque solo yo podía dar tal orden de quitarle las cadenas.
Pasaron los años El Griego cargando las cadenas, aquel ser, malvado,
criminal, lloraba pidiendo perdón, solicitando que le quitaran las
cadenas, nadie lo hizo y fue muy dura su muerte, se enllago de tal
manera, que ya no podía caminar, nadie le ayudo, hasta que murió.
Pero desafortunadamente el creyó seguir viviendo, cargando sus
cadenas deambulando siempre buscándome y por esa búsqueda de
siglos, que siguió a la época Romana, hasta hoy en el año 2000,
continuo buscándome y es por ello que yo sé de mis encarnaciones
pasadas.
Yo me introduje en las creencias espirituales, desde que tenía

dieciocho años, estudiaba en Quetzaltenango y conocí a Don


Doroteo Gutiérrez, Ramón Escriu, Don Gumersindo Escobar de San
Mateo, a Don Joaquín Rodas un ser ya de 90 años que era el
presidente de la cadena Espirita en Guatemala, Don Pedrito Escobar
el mejor clarividente que conocí, a Don Carlos Gonzales de
Totonicapán que curaba por medio de hierbas, también era
Rosacruz, también fue mi maestro, a Don Teodoro Yasebski Vicente
Delgado electricista de Génova, a Gustavo Mollinedo, Don Paquito
de Paz.
Fase #2
El Gladiador en su paso de Transición a la Vida Espiritual
Sigo buscando en la profundidad de mí ser el camino de esta mi
existencia que viví en Roma como Gladiador.
Como dije yo no fui un desalmado como la mayor parte de estos
personajes que lo eran
Buscaba siempre distraerme con mis amigos, separándonos de la vida
anormal de estos seres.
Siempre estábamos en las escuelas de arte y música, tomábamos parte
en ellas y tratábamos destacar cada uno en su arte. Habían algunas
personas que evadían, otros al contrario, nos acogían y muchas veces
nos aconsejaban que nos retiráramos de esas luchas crueles, muchas
de las veces llegábamos heridos, nuestro grupo se reducía por la
muerte pero se nos agregaban otros, de nuestra clase social y lejos de
desaparecer, crecíamos.
Éramos apreciados en la Gran Roma y despreciados por algunos
grupos de la plebe, de la baja sociedad Romana. No nos importaba
sabíamos quiénes éramos y como estaba formada nuestra
personalidad, tanto en el aspecto físico como espiritual.
En muchos combates trataban de deteriorarnos a base de gritos y
frases fuertes contra nosotros.
En muchas ocasiones después de derrotar a nuestro contrincante
señalábamos a algunos de los grupos que bajaran a pelear con
nosotros, solo así los silenciábamos. Pero a veces solo servía de
acicate para enardecerlos. Muchos de estos se embriagaban en los
puestos de ventas de licores y mujeres.
Dispusimos en una ocasión visitarlos, eran doce, entran tres, tres nos
quedamos en la puerta, los seis restantes nos quedamos en la puerta
trasera. Esta plebe era de mal vivientes, criminales, soldados
retirados, en fin, la Chusma de Roma.
Cuando entramos los tres, se nos abalanzaron, sin mediar palabra
pero los que quedaron en la puerta los remataron, rompimos la
puerta trasera y atacamos con decisión de dañarlos, eran un grupo de
unos cuarenta mal vivientes, los reducimos y los castigamos como lo
merecían, les dijimos que la próxima vez los pasaríamos con nuestras
espadas y dagas. Algunos quedaron muy mal heridos, nuestras tardes
siguientes de combates ya fueron diferentes, combatimos sin el
griterío enfermo de esta chusma.
Sábado 1 de Junio de 2013
Siempre que había un grupo así los reprendíamos, si no hacían caso
los obligábamos a pelear en la arena. Había algunos desalmados de
esos grupos que saltaban a la arena, muchos de ellos no sabían que
bajo sus pies, el resto de la chusma se ponía en su contra y tenían que
pasarlos con nuestras espadas.
Un caso insólito combatíamos fuertemente contra el grupo que no
eran combatientes que nos asignaran, eran combatientes de otras
arenas, eran profesionales, combatimos demasiado tiempo, que el
Cesar cuando vio que ninguno caía, suspendió la lucha y nos
ordenaron que nos formáramos frente al balcón del Cesar. Lo
saludamos “Ave Cesar los que van a morir te saludan”, dio una
palmada y se abrieron las compuertas de las bestias, salieron cuatro
enormes tigres, que se veían hambrientos, el grupo nuestro eran seis y
seis del grupo que había sido contrario. Les ordene ponernos en
círculo, y los tigres al sentir la sangre de nuestras heridas se nos
fueron acercando, les dije tres contra cada animal, se nos abalanzaron
y pudimos detenerlos con tres lanzas que teníamos, se separaron y
volvieron atacar a un solo paso dejamos a dos en nuestro círculo, los
atacamos frenéticos, se pusieron de espaldas tirándonos zarpazos y
algunos de nuestros escudos saltaron de nuestra manos, le cortaron
una pata a uno y al otro la cola, se abalanzo este casi, pero lo atravesé
con mi espada, no obstante me dio varios zarpazos, alguien le corto
en la nuca, eludimos al otro grupo, estaban mal, un tigre estaba
matando a un gladiador, el otro herido acorralaba a los otros dos,
lograron matarlos. Muy heridos nos reagrupamos, dos muertos, cinco
mal heridos, siete quedaron en pie, dos abrazados, apoyándose.

El Cesar no nos quería vivos, soltó dos panteras, de inmediato cuatro


arqueras del Circo, se pusieron a nuestro frente, las panteras en lugar
de atacarnos se dirigieron a los tigres, y empezaron atacarlos. Toda la
muchedumbre se dirigía al centro, El Cesar pidiéndole clemencia, las
arqueras, así como aparecieron, desaparecieron, nos abrieron la
puerta interior del Circo, gritaron victoria dos por la multitud. Los
medios nos atendieron de inmediato, cuando nos recuperamos,
preguntamos por las arqueras, nadie las vio, ni dentro ni fuera del
Circo, solo las vimos los seis nuestros, lo confirmamos.
Al paso del tiempo, se dijo que, fueron dos ángeles los que nos
protegían. Curaron nuestras heridas y empezamos a prepararnos para
otros combates, pero había una consigna, yo debería morir lo más
pronto posible, era la orden del Cesar para las familias que no le eran
leales. Del grupo de los 6 fue designado, para el combate estelar de
esa tarde. Uno de mis amigos, se dio cuenta que tendría que combatir
contra seis gladiadores del selecto grupo del Grupo del Coliseo, los
más sanguinarios que se preparaban con otros grupos.
Decidí llevar dos espadas cortas en lugar de escudo, me dije hoy será
mi último día de vida, mis amigos me rodearon y nos pusimos a orar,
como nunca lo habíamos hecho, cada uno dijo una oración, pidiendo
la protección para ese momento y los que se avecinarán, nos
abrazamos fuertemente y me llamaron, “A combatir gladiador, vuelve
con tu escudo o bajo tu escudo”. Le dije “Llevo dos espadas”, acto
seguido me dirigí a la Gran Puerta, El Coliseo estaba a reventar, la
multitud rugió, “muerte, muerte, muerte”. Vi a seis gladiadores frente
a mí, me dije “Hoy muero, estoy solo”, pero de pronto no estaba
solo, habían dos gladiadores a mis costados, también solo con
espadas, los vi con la piel rojiza, y un fuerte resplandor nos envolvía.
Solo me dije “Alabado sea el Señor”, y nos adelantamos, ya frente a
Cesar, solo mencionamos “Dios nos guarde”, los otros alabaron al
Cesar, dieron la señal, me adelante en el centro de la arena. Los seis
contrincantes quisieron rodearme, pero no pudieron, ya los estaban
combatiendo, se me adelanto el primero, le quite la espada, acto
seguido le di en la nuca, quedo inconsciente, se me abalanzó, otro
con su tridente y su red que me la lanzo, la esquivé, le aventé una de
mis espadas, con la que le arranque el dedo meñique, combatimos
con furia, tiro su escudo, no podía sostener su espada, quedamos
frente a frente, solo con nuestra espada, se adelantó y le quebré la
rodilla, cayo hincado, le di un planazo en la espada, en la cintura, y
otros en la cabeza, vi a mi alrededor, los otros gladiadores, yacían
tirados en la arena, mis dos compañeros, levantaron sus espadas en
señal del triunfo. La multitud quedo enmudecida, no sabían que
había pasado, solo decían “Seis contra uno y los venció”.

El Cesar me señalo indicándome que me acercara y me mando el


espadín de madera, como señal de indulto.
Cuando salí de la arena, todavía manchado en sangre, estaban mis
amigos y hermanos gladiadores esperándome juntamente con la bella
Gladiadora nos abrazamos y oramos porque salí con vida, ellos
también vieron a las cinco arqueras que dispararon sus flechas al
grupo de gladiadores, que habían mandado a quitarme a la vida,
después de liquidarlos desaparecieron.
Después cuando me disponía a combatir con los veinte Gladiadores,
tres gladiadores están a cada lado de mi ser. Los vi eran tan robustos
como yo, tenían un aspecto rojizo que brillaba en su pie. Acto
seguido combatimos, fue todo tan rápido en nuestro actuar que los 20
criminales yacían en el suelo.
En la arena todos me vitoreaban como si solo yo estuviera, el Cesar
me llamo y acto seguido me dio la espada de madera, como indulto,
que se terminaba mi vida de gladiador.
Ese fue mi último combate, pero me dije: “Solo yo fui indultado”, y
mis compañeros, ya no estaban, me dije: “Tal vez se adelantaron”,
entre por la puerta grande, todo fue un Jubilo enorme. Mis
compañeros me abrazaron, “Los que combatieron conmigo, ¿Dónde
están?”, se quedan viendo, nos abrazamos y dimos gracias al Creador,
mando nuevamente a sus ángeles.
No fuimos a la mansión de mi bella gladiadora, cuando llegaron me
recibieron con júbilos, estos también habían estado en la arena, mis
amigos se quedaron en la piscina con bellas damas. Mi belleza sin
soltarme de la mano me llevo a sus aposentos, nos desnudamos y nos
metimos a una bañera grande, ahí en su aposento estuvimos tres días
y tres noches, solos amándonos con mucha ternura, igual mis
hermanos Gladiadores, no dejan de gozar.
No me escuchaste, tampoco en esta tu existencia, ni siquiera
presentirme, yo sufría por eso. Pero siempre que te encontré, trate de
comunicarme, y la primera vez que lo logre plenamente, fue cuando
encarnaste en España y fuiste torero, te decían Joselito de Triana,
fuiste famoso, aunque después hubieron muchos Joselitos de Triana.

Fuiste apuesto, elegante, engreído, y en la plaza no aceptabas, que


fueran mejor que tú. Eras el maestro matador, en los bares el más
buscado por las mujeres, a las que ofendías con frecuencia, no te
importaba nada, solo tu orgullo estaba delante de ti. Cuando los toros
te cornearon, seguiste toreando y tratabas salir de pie.
Eras muy admirado por tu exceso de valentía y orgullo, también
bailabas en los salones de las guarderías y lo hacías al estilo gitano,
acompañándote de las más bellas mujeres, pero no descuidabas tu
preocupación en el ruedo, ni tu condición física.
Una tarde de tantos en medio del griterío de la muchedumbre,
gritando Olé y Olé, y después de matar tres toros, limpiamente,
pediste un cuarto toro, y en el momento de la suerte de matar, le
hundiste la espada hasta el fondo al miura negro. Pero él también te
hundió sus cuernos, quitándote la vida

Tampoco me escuchaste, pero si me reconociste en tus últimos


instantes, mencionaste “Perdóname Griego”, todos se sorprendieron,
pensaron que deliberabas.
Pasaron muchos años, en el espacio no se pueden contar, yo
deambulaba, luz candente, cuando cual sería mi sorpresa
encontrándote en la India cazando tigres.
Tenías una familia numerosa, tu esposa, ocho hijos, por los que
tenías que trabajar duro. Te decidiste por la cacería de la caza mayor,
que era lo más rentable pero peligrosa. Si cazábamos tigres cebados
que eran por los que pagaban más, puesto que mataban a los
aldeanos, sobre todo agricultores, que se descuidaban con la siembra
y que la mayoría no iba armada, eran presa fácil.
Teníamos encargo de dos tigres, pareja hembra y macho que estaban
causando terror en las aldeas. Siempre aparecían cuando menos se
los esperaban y atacaban en pareja, causando destrozos en la
población, iban siempre de una aldea a otra, mataban o dejaban mal
heridos a otros, eran ya tigres asesinos.
Éramos cuatro cazadores, cada uno con rifle, pistola y cuchillo y
veinticuatro lanceros, con lanza y machete. Teníamos 20 perros, que
a veces eran los primeros en ser liquidados, nos dividíamos en cuatro
grupos, era mucha ventaja para los tigres, aunque a veces se nos
agregaban gente de las aldeas.

Trabajábamos en círculo, para encontrarnos siempre. Salimos


temprano y buscamos el lugar que estos animales frecuentaban,
cuando los perros ladraban, más seguido y más fuerte, nosotros
tratábamos de llegar al lugar a donde estos ladraban. Pero en esta
ocasión cinco perros por cada grupo era nada, sin embargo seguían
adelante, vimos muestras de sangre, más adelante un venado
destrozado, los perros siguieron ladrando, de pronto un gemido, dije:
“Me mataron uno”, al momento otro, dije: “Van dos”, salí corriendo
y cuando menos lo esperaba, tenía el tigre a mis espaldas, era
grandísimo, me hinque y lo espere y en el momento que iba a brincar
sobre mí, mis lanceros hicieron mucha bulla con los botes que
llevaron, el tigre titubeo y yo dispare, asestándole en el cuello y el
segundo disparo en la oreja, cayo el animal los lanceros, lo
atravesaron con sus lanzas, gritos de alegría, el tigre estaba muerto, los
aldeanos comentaron: “Mataron al macho, este ya mato a diez de
nosotros incluyendo a mi madre”.
Dieron aviso a la aldea, para que recogieran al animal, lo hacían con
pitos y también usaban la telepatía. El más grande se sentó al estilo

yoga y más adelante me dijo, “ya vienen, al otro grupo, no les ha ido
bien, el tigre mato a un lancero y ya regresaron a la aldea”. De pronto
me dijo sigamos adelante, parece que el tigre o tigra, se dispone atacar
al otro grupo. Avanzaron más rápido, solo nos quedaban tres perros,
pero iban valientes adelante. La tigra huyo, se sintió acorralada, que
era lo que buscábamos nosotros al caminar en círculos.
Cuando llegaron a la aldea todo era alegría, fue noche de fiesta y de
trabajo para quitarle la piel al animal.
Por la noche oímos el rugido del animal, a la mañana siguiente nos
bañamos en el rio, comimos y planificaron la cacería. Después del
medio día oímos rugir al animal, buscando a su compañero.
Decidimos caminar juntos, nos sentíamos más seguros. Los perros
adelante también se sentían mejor en grupo. Como a las seis de la
tarde, los perros empezaron anunciar la presencia de la tigra, nos
pusimos en círculo y buscando a los perros, de pronto un aldeano
apareció herido y dijo que el tigre se estaba comiendo a su
compañero, salimos corriendo, los perros estaban en círculo,
atormentando a la tigra.
Se le acercaban con furia, le habían perdido el miedo, y los ladridos
atormentaban al animal, otro gemido, y otro perro muerto. Los
cuatro estábamos acercándonos al animal, prestos a disparar, cuando
cuatro lanceros, sin esperar ordenes, lanzaron sus lanzas con tan mala
suerte que no dieron en el blanco y quedaron expuestos, los demás
hicieron más ruido con los bates y el animal se dé batía furioso con
los ladridos de los perros, que lo acosaban, de pronto salió un niño y
lanzo con furia una piedra con su honda y le pego a la tigra en la
cabeza, los lanceros ya más cerca atacaron, al mismo tiempo nosotros
disparamos, el animal se abalanzó al frente, y volvimos a disparar, y
huyo hacia dentro de la selva.
El guía comunico “va mal herida, dejo mucha sangre”, teníamos que
matarla, un animal así es más peligroso y la noche estaba ya cayendo,
los perros la seguían, estábamos muy retirados de cualquiera de las
aldeas, no llevamos mayor equipo para acampar y decidimos correr
más aprisa de donde se oían los perros. La tenían acorralada otra vez,
sobre un montículo, se cubría la espalda, tampoco alcanzaba a los
perros, di la orden que no atacaran los lanceros, hasta que nosotros
hiciéramos fuego.
Empezamos con nuestras lámparas y acto seguido disparamos, el
animal quedo herido y los perros ladraban, saque mi pistola y dispare
varias veces, cayo el animal, los perros se abalanzaron y la mordían
con furia, hasta que los apartamos. El yogui, que así le dije al que se
comunicaba a la aldea, me dijo: “Ya lo saben, vienen a encontrarnos”.
Esa noche en la aldea, durmiendo en mi carpa muy callado, soñé que
un hombre, corpulento cargado de cadenas me decía que se las
quitara, y me decía: “Solo tú puedes, soy el Griego, el Gladiador que
encadenaste” y desperté sobre saltado, pero me dije: “Parece que ya
lo he visto otras veces”, luego me dije: “Solo fue un sueño”.
Tuvimos buenos dividendos por la cacería de esos dos grandes
animales que ya habían matado a muchos aldeanos, ganado vacuno y
caballar. Perdimos seis buenos perros, nos llamaron de otras aldeas y
esa era nuestra vida cazar y evitar que nos cazaran.
Llegue a viejo, me traslade a un lugar más civilizado y poblado de la
India. Eduque a mis hijos, no fueron cazadores, gracias a Dios.
Cuando deliraba decidí aislarme y me auxilio mi esposa y mis hijos.
Volvía a ver al gladiador encadenado pidiéndome que le quitara las
cadenas. En medio de la vigilia de mi paso a la otra vida, reconocí al
Griego, y mi vida de Gladiador, de enfermero, torero y cazador. Me
dijo: “Te buscare en tu próxima vida, porque ahora ya no puedes”.
Seguiría narrando otras de mis existencias pero al final llegaríamos al
objetivo final de el Gladiador Griego; hace algunos años, estuvimos
en una reunión espirita en la casa de Oswaldo Rodríguez, estaban
presentes Don Alfredo Arana y su señora, mi papá José Ángel López,
Don Paquito de Paz, Don Antonio Arreaga, jefe de caminos, Vicente
Delgado, electricista, Don Doroteo Gutiérrez y algunos más que ya
no recuerdo.
De pronto después que se manifestaron varios espíritus, por medio
de Don Doroteo Gutiérrez, dijo un hermano: “Viene el griego”, y se
oyeron ruido de cadenas, esto lo oyeron todos los presentes, después
creo no recuerdo muy bien pero se presentó por medio de una
señora médium, no recuerdo su nombre, “Al fin puedes
escucharme”, me dijo, dirigiéndose a mí, “Soy el Griego, por el amor
de Dios, quítame las cadenas”, en ese momento, sentí escalofrió,
temor me quede en desarmonía completa, entonces mi papa y Don
Paquito de Paz me dijeron: “Haz lo que te dice, ¡quítale las cadenas!”,
“Como” conteste, “Solo hazlo”, me dijeron, me pare de la silla
donde estaba sentado, me dirigí a la médium, y se me figuraron las
cadenas, eran gruesas, desapareció la médium y el Griego estaba
frente a mi hincado, sentí temor pero extendí las manos y tome las
cadenas que tenía en sus hombros, deje caer y el ruido fue tan fuerte
de las cadenas que cayeron al piso que las personas que estaban abajo
en otra habitación gritaran “Que paso, que es ese ruido” y nosotros
dijimos: “No tengan pena, les explicaremos después”. “Gracias, siglos
de llevarlas puestas” dijo el Griego, “Lo merecía yo era un asesino
dentro y fuera del Coliseo Romano”, “Llevas bien tu vida” me
manifestó, “Ya te narre las otras y vendrán otras más aprovechadas en
la próxima seremos hermanos”. Se desvaneció y ya veía a la médium,
después fueron los comentarios, Oswaldo estaba sorprendido al igual
que los demás hermanos, después les comente de esa mi existencia
en el Circo Romano, y de cómo este hermano, me había venido
siguiendo a través de mis existencias, que acabo de narrar y que si no
hubiera sido por él no lo supiera, tal vez hubiera pasado
desapercibido, pero esa noche, que los hermanos presenciaron fue
real y sorprendente no he tenido otra experiencia igual.

Ha pasado el tiempo, después de esa experiencia, la que comentamos


mucho con Vicente Delgado que era clarividente con Don Paquito de
Paz, mi papa y Don Doroteo Gutiérrez, todos ellos eran médiums
espiritas. Lo que más nos sorprendió fue el ruido al caer las cadenas.
Entonces este hermano el griego, siguió manifestándose por la joven
señora. Hubo un hermano entre nosotros, que ya se te adelanto en
esta tu existencia, Ramón Escriu fue su nombre. Cuando fuiste
Torero en España el pertenecía a tu cuadrilla y eran muy amigos,
pues desde niños jugaban a los toros y fueron creciendo y no dejaron
de hacerlo, la mayoría de veces jugaban solo los dos, pero se
agregaban otros niños y hacían cuadrilla y a veces hasta dos cuadrillas,
en donde se separaban y cada uno de ustedes era el Jefe de cuadrilla,
pasaban muchas tardes así. Ya grandes se metían en los potreros y
escogían a los chivos y los toreaban, después ya fueron toros más
grandes en incontables veces estuvieron en peligro y también los
vaqueros los corrían y los insultaban porque no hacían caso. Llegaron
a una ciudad donde había Plaza de Toros y ahí mismo se entrenaban
varios chavales con capotes, muletas y cabezas con cuernos, carretas,
con cabezas de toros, en frio era una escuela de Toreros. Empezaron
hacer condición física, que no mucho les agrado al principio, pero
fueron obligados, porque es lo primero que hacían todos.
Segunda Parte
Entre la vida de los gladiadores habían muchas mujeres, algunos
pocos tenían familia, pero lo que abundaban en su vida eran
cortesanas, con los que pasaban por lo regular sus últimas noches de
vida.
Pero también había gladiadoras, eran pocas y muy corta su vida,
dentro de ellas destaco Lucia, que aparte de su muy bella, en alma,
espíritu y cuerpo e inteligencia, su poder magnético era enorme. Su
andar se distinguía, por la fortaleza y belleza de sus piernas, todo su
físico era perfecto. Se vio obligada a combatir en el Coliseo con otras
mujeres a quienes venció con mucha facilidad, pero siempre pedía
clemencia para no quitarles la vida. Se armonizo con el Invencible,
pero siempre guardándole distancia, dado que este llevaba una vida
desorganizada a pesar que cuidaba su condición física. Pero era
imposible hacer una vida diferente. Se distanciaron, ella dejo el Circo.
Su familia del rango de los Cesares y la apartaron de su vida de
Gladiadora.
Entro al ejército alternando con sus amigas un grupo grande, que no
solo combatía, eran enfermeras, guías, guardaespaldas en fin su
presencia en el ejército era necesaria y de mucha necesidad a valor de
muchas ellas se sacrificaban en el momento de lucha para proteger
con sus cuerpos a los miembros del ejército que les habían sido
asignados, al grado de darles su sangre si era necesario.
Para muchos seres humanos la reencarnación no es aceptable, pues
piensan que solo se vive una existencia. Pero hoy existe gran cantidad
de literatura, que nos demuestra que la reencarnación es real nos lo
confirma Allan Kardec con sus libros de la Ciencia Espirita. Los
yoguis lo demostraron. En el cine hoy hay sin número de películas
refiriéndose a ese tema, hallando de este tema los escritores
Analiza la oración de San Francisco de Asís y agrega lo que mejor le
parezca a la oración de los gladiadores.
Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz.
Donde hay odio, que lleve yo el Amor.
Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón.
Donde haya discordia, que lleve yo la Unión.
Donde haya duda, que lleve yo la Fe.
Donde haya error, que lleve yo la Verdad.
Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría.
Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.
Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto ser consolado, sino
consolar;
Ser comprendido, sino comprender;
Ser amado, como amar.

Porque es:
Dando, que se recibe;
Perdonando, que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la
Vida Eterna.
Agregue esta oración de San Francisco de Asís, al final de El
Gladiador del Túnel del Tiempo porque me siento agradecido que
Dios, ángeles y mis guías espirituales me hayan iluminado por escribir
este libro.

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