Вы находитесь на странице: 1из 18

PLATÓN

1. CONTEXTO CULTURAL Y FILOSÓFICO


2. TEORÍA SOBRE LA REALIDAD: LA ONTOLOGÍA PLATÓNICA.
3. TEORÍA SOBRE EL CONOCIMIENTO: LA GNOSEOLOGÍA PLATÓNICA.
4. TEORÍA SOBRE EL SER HUMANO: LA ANTROPOLOGÍA PLATÓNICA.
5. LA POLÍTICA.
6. EL MITO DE LA CAVERNA.
7. COMENTARIO DE TEXTO.
1. CONTEXTO CULTURAL Y FILOSÓFICO.
Para entender el pensamiento de Platón hay que situarlo en su época y analizar cuál
fue el contexto en el que vivió y desarrolló su obra.

Platón vive durante los siglos V y IV, y su vida y su filosofía estuvieron profundamente
marcadas por los acontecimientos de aquella época en la que se sucedieron el esplendor y la
decadencia de Atenas. Durante el siglo V, y tras la victoria contra los persas en las Guerras
Médicas, Atenas se convierte en la potencia hegemónica del Mediterráneo. Es el momento en
que florece la democracia, la filosofía y las artes.

Sin embargo, en el siglo IV, sobreviene la decadencia. Tras la derrota frente a Esparta
en la Guerra del Peloponeso, se instaura la dictadura de los Treinta Tiranos (en la que
intervienen familiares y amigos de Platón). Más tarde vuelve la democracia, durante la cual se
produce la condena a muerte de Sócrates, lo que supuso un duro golpe para Platón.

En el ámbito cultural, Platón vivió el periodo de la Atenas Clásica. El siglo V fue el de


mayor esplendor. Florecen las artes en general. En arquitectura se emprenden grandes
proyectos, como la Acrópolis y el Partenón, decorado por Fidias. Aparecen los grandes
escultores, como Praxíteles y Polícleto, y Atenas se convierte en referente cultural de todos los
tiempos. Es el momento también de los grandes autores de tragedias: Esquilo, Sófloques y
Eurípides. Sin embargo, durante el siglo IV, la crisis se deja sentir en el arte, especialmente en
la arquitectura, donde ya no se realizan grandes construcciones. Respecto a la escultura, ésta
se vuelve más realista y expresiva, y ya no proliferan como antes los talleres de escultores. En
cuanto a las letras, por un lado, hay que destacar la historiografía, y especialmente a
Jenofonte, que es la principal fuente histórica del momento; y por otro lado, la comedia de
Aristófanes y el florecimiento de la oratoria con Demóstenes.

En cuanto al contexto filosófico, debemos referirnos a la influencia que Platón recibió


de otros autores. De entre los presocráticos hay que destacar a Heráclito (que conoció a través
de su discípulo Cratilo). Platón toma de él la concepción del mundo sensible como algo en
perpetuo movimiento, si bien con la diferencia fundamental de que para Platón no se trata del
mundo verdaderamente real.

Más influencia ejerció Parménides. La gnoseología platónica tiene en Parménides un


claro referente al establecer el acceso a la verdad a través de la razón y no de los engañosos
sentidos.

Por su parte, el pitagorismo fue un referente continuo en su obra, en aspectos como la


importancia concedida a las matemáticas, la inmortalidad del alma, la separación entre alma y
cuerpo, la doctrina de la reencarnación y la función purificadora de la filosofía.

Obviamente la influencia más profunda y determinante es la de Sócrates, amigo y


maestro, cuya vida dedicada a la búsqueda de la verdad había cautivado a Platón. Todo el
pensamiento platónico está teñido de socratismo: el intelectualismo moral (que afirma que
conocer la virtud nos convierte en virtuosos), el universalismo moral, la valoración de la razón
frente a los sentidos y la convicción de que la razón es la única que debe controlar nuestro
comportamiento, la preocupación por la política y la educación de los ciudadanos y la
concepción de la filosofía como un diálogo permanente.
Frente a Sócrates, se situaban los sofistas, que representaban mucho de lo que Platón
más rechazaba. El relativismo, el escepticismo, el empirismo y las convicciones democráticas
de los sofistas chocaban fuertemente con el universalismo, el racionalismo y las ideas
aristocráticas de Platón. Este ambiente de rivalidad entre el socratismo y los sofistas impregna
el contexto filosófico en el que se desenvuelve Platón.

2. TEORÍA SOBRE LA REALIDAD: LA ONTOLOGÍA PLATÓNICA.


La teoría de las Ideas o Formas es la doctrina central de la filosofía de Platón, y en ella
expresa su concepción sobre la realidad (su ontología). Brevemente formulada esta teoría
afirma que la realidad se divide en dos ámbitos: el mundo sensible (el mundo físico que
percibimos mediante los sentidos) y el Mundo de las Ideas, al que Platón llama mundo
inteligible porque se conoce a través del intelecto, de la inteligencia. A esta separación se la
llama dualismo ontológico.

Así pues, Platón posee una concepción dualista de la realidad. Esto quiere decir que la
realidad no se agota en lo que los sentidos nos muestran, sino que al mundo que percibimos
por los sentidos sebe añadirse otra dimensión, no perceptible pero sí pensable. Ese otro
mundo está formado por unas entidades llamadas Ideas o Formas, que son las esencias de
todo lo que existe en el mundo sensible. Veamos cómo se explica esto último.

Platón arranca de la intención de Sócrates de buscar definiciones universales de todas


las virtudes morales. En sus diálogos presenta a Sócrates planteando preguntas como ¿qué es
el valor?, ¿qué es la justicia? o ¿qué es la moderación? Quien se hace este tipo de preguntas
presupone que hay un rasgo o un conjunto de rasgos comunes a todas aquellas cosas a las que
se aplican las palabras valor, justicia o moderación. Ese rasgo o conjunto de rasgos comunes es
la esencia universal, y es a lo que Platón llama Idea o Forma. Por ejemplo, todas las acciones
justas tienen algo en común, y ese algo en común es la Esencia o Idea de Justicia. Ahora bien,
esas esencias o Ideas no son simples conceptos, no son construcciones mentales que sólo
existen en la mente de quien las piensa. Las Ideas sin algo real, es más, son la auténtica
realidad y de ellas deriva todo lo que existe en el mundo sensible. Las Ideas poseen una
existencia real e independiente: existen por sí mismas, separadas de la mente que la piensa y
de todo lo que existe en el mundo sensible. Así, las Ideas de Justicia existen aunque nadie
piense en ella y nadie realice acciones justas.

Las características de las Ideas o Formas frente a las características del mundo sensible
son las siguientes:
- Las Ideas son inteligibles (sólo pueden ser conocidas por medio de la inteligencia),
mientras que las cosas del mundo sensible son corpóreas y se captan por los
sentidos.
- Las Ideas son eternas, mientras que las cosas del mundo sensible son perecederas.
- Las Ideas son inmutables, es decir, no cambian, puesto que al ser perfectas no
necesitan cambiar en ningún sentido. Por el contrario, los seres del mundo físico
están en continuo devenir. A las Ideas no les afecta el devenir al que están
sometidas las cosas sensibles. Por ejemplo, algo que es bello puede volverse feo,
pero la Idea de Belleza sigue intacta.
- Las Ideas tienen una existencia más auténtica que las cosas sensibles. Las Ideas son
a las cosas sensibles lo que el original a la copia.
- Las Ideas son el objeto del auténtico conocimiento.
Cada ámbito de realidad se divide a su vez en otros dos. En el mundo sensible
encontramos, en primer lugar, el subnivel de las imágenes. En general, aquí se engloba todo lo
que es copia de cosas del mundo sensible: sombras, reflejos, apariencias, estatuas. En segundo
lugar, están los seres físicos (que como sabemos son copias de las Ideas) como animales,
árboles, objetos… En el mundo inteligible, encontramos las entidades matemáticas y las
esencias universales o Ideas.

Dentro del Mundo de las Ideas hay Ideas de todas las cosas, pero no tienen la misma
categoría, sino que están ordenadas jerárquicamente y en la cúspide se encuentra ldea del
Bien, que es la más importante de todas. La Idea del Bien es la idea superior en tres sentidos:
En primer lugar, es superior en el plano ontológico, ya que la Idea del Bien es la
realidad superior y la causa de todas las demás Ideas.
En segundo lugar, es superior en el plano gnoseológico, porque es el objeto
superior de conocimiento y porque hace posible que podamos conocer ya que ilumina
la mente del que conoce.
En tercer lugar, es superior en el plano político, porque el conocimiento del
Bien es el que debe alcanzar-tras un largo proceso educativo- aquel que vaya a hacerse
cargo del gobierno de la ciudad. Sólo el que conoce el Bien podrá realizar acciones
buenas.

Para explicar la Idea del Bien Platón recurre a una alegoría: la alegoría del Sol. Platón
compara la Idea del Bien con el Sol. De este modo afirma que al igual que el Sol es la causa de
la vida en la Tierra, la Idea del Bien es la causa de que existan las demás Ideas. Por otro lado, al
igual que el Sol da luz para que podamos ver, la Idea del Bien hace posible el conocimiento.

Por último, aclaremos que a pesar de la separación que realiza Platón entre Ideas y
mundo sensible, ambos se relacionan entre sí. No podemos interpretar literalmente la
afirmación de que la Ideas habitan en un mundo aparte. Lo que Platón quería darnos entender
es que las Ideas no dependían para existir y ser lo que son de las cosas materiales. Veámoslo
con un ejemplo: un Triángulo, la Idea de Triángulo, el Triángulo perfecto, es lo que es y posee
las propiedades que posee independientemente de que existan o no triángulos en el mundo
sensible. Del mismo modo, la Idea de Justicia existe aunque en el mundo no se realicen
acciones justas. Sin embargo, los objetos y seres físicos sí que dependen de las Ideas. Por
ejemplo, una figura geométrica es un triángulo en la medida en que en ella se realiza la Idea de
Triángulo; del mismo modo, una acción es justa en la medida en que en ella se da la Idea de
Justicia.

¿Cuál es entonces la relación que se da entre Ideas y mundo sensible? Para responder
a esto Platón recurre a dos términos: imitación y participación. A veces, dice que los seres
sensibles imitan a las Ideas. Las Ideas serían los modelos perfectos que las cosas imitan sin
igualarlas jamás. Otras veces Platón habla de que los seres sensibles participan de las Ideas
correspondientes. Así todos los caballos participarían de la Idea de Caballo, todas las cosas
bellas participaría de la Idea de Belleza, etc.
3. TEORÍA SOBRE EL CONOCIMIENTO: LA GNOSEOLOGÍA PLATÓNICA.
Como hemos visto, la ontología platónica, es decir, su concepción de la realidad, es
dualista. A continuación veremos como a los dos niveles de realidad (ideas y mundo sensible)
corresponden también dos niveles de conocimiento. Nos encontramos, por tanto, con un
dualismo gnoseológico. Platón distingue dos formas de conocimiento: episteme (saber o
ciencia) y dóxa (opinión). Estas dos formas de conocimiento poseen características distintas:
- La dóxa puede ser errónea, pero el saber excluye la posibilidad de error. Es posible
opinar acerca de algo y equivocarse; hay opiniones falsas. Pero no es posible saber
algo y estar equivocado. Si uno está equivocado no puede decirse que “sabe”.
- Las opiniones son inestables, pueden cambiar fácilmente, mientras que el saber es
estable y firme.
- Mientras que la opinión tiene por objeto el mundo sensible, el saber o episteme e
encarga de conocer el mundo de las Ideas.
- La dóxa se basa en el conocimiento sensible y la episteme en el conocimiento
racional. El auténtico saber no puede basarse en percepciones sensibles, porque a
través de ellas sólo se capta una realidad en movimiento, cambiante e inestable. El
verdadero conocimiento tiene que alcanzar algo estable e inmutable, como las
Ideas. Las Ideas, por tanto, sólo pueden ser captadas a través de la razón.
- La dóxa es un conocimiento intermedio entre el saber y la ignorancia, al igual que
el mundo sensible es una realidad intermedia entre el ser y el no ser.

Tanto la dóxa como la episteme poseen a su vez distintos GRADOS. Cada uno de estos
grados de conocimiento se corresponde con un grado de realidad. Mientras más perfecta sea
la realidad que pretendemos conocer más sólido y científico será nuestro conocimiento. Estos
son los distintos grados de conocimiento que establece Platón:

Dentro de la opinión o dóxa- que tiene por objeto de conocimiento el mundo sensible-
se distinguen dos grados:
- La EIKASÍA o imaginación. Es un tipo de conocimiento que llamamos conjetura.
Corresponde a las simples sombras, reflejos e imágenes del mundo sensible. La
conjetura es una mera elucubración sin apenas fundamento, una opinión sin
pruebas. Es engañosa y nada fiable y no nos muestra en absoluto la verdad. Por
tanto, es el grado más ínfimo de conocimiento.
- La PISTIS o creencia. Tiene por objeto de conocimiento las cosas del mundo
sensible: objetos materiales y visibles, como animales o plantas. Es el tipo de
conocimiento propio de la Física, que se consigue a través de los sentidos. Tiene
algo más de apoyo que la conjetura, pero no el suficiente para considerarse
verdadero conocimiento. No puede considerarse ciencia.

Dentro del saber o episteme -que tiene por objeto de conocimiento el mundo de las
Ideas- se distinguen estos dos grados de conocimiento:
- Las DIANOIA o conocimiento medio. Aunque corresponde ya con objetos que no
son sensibles sino inteligibles (las Ideas), sigue estando relacionado con objetos del
mundo sensible. En este escalón del conocimiento el alma todavía tiene que
servirse de imágenes, de objetos del mundo sensible (como las figuras que se
dibujan en las demostraciones geométricas). Es el conocimiento propio de las
Matemáticas. No es aún el grado de conocimiento más alto que se puede alcanzar.
- La NOESIS o inteligencia pura de Ideas, y dentro de ellas de la Idea suprema del
Bien de la que dependen todas las demás. Es el conocimiento de las Ideas sin
recurrir ya al mundo sensible. Se trata de un conocimiento puramente intelectual
al que Platón llama Dialéctica, que culmina con la Idea del Bien.
Vemos, por tanto, que hay una correspondencia entre realidad y conocimiento. Hay
dos grandes ámbitos de realidad, y dos grandes ámbitos de conocimiento. A su vez, cada
ámbito de realidad se divide en dos, resultando así cuatro, que se corresponden con los cuatro
grados de conocimiento.

Platón explica esta división del conocimiento en grados mediante la alegoría de la línea
dividida, que consiste en tomar un segmento y dividirlo en dos partes desiguales (que
corresponderían a la dóxa y la episteme) y a su vez dividir cada sección en otros dos
segmentos. De este modo la línea quedaría dividida en cuatro segmentos que corresponderían
a los cuatro grados de conocimiento.

En definitiva, el verdadero conocimiento, la verdadera ciencia, supone un ascenso del


alma desde las cosas sensibles hasta las Ideas. Una vez que se han captado las Ideas la mente
podrá volver su mirada a las cosas sensibles para conocerlas ya de modo adecuado. Por tanto,
el conocimiento para Platón es deductivo, pues conocer lo general es la clave para conocer lo
particular.

Los hombres comunes se quedan en los dos primeros pasos (conjeturas y creencias),
los matemáticos consiguen llegar a la Dianoia, y los filósofos son los que consiguen alcanzar la
verdadera ciencia: la Dialéctica.

Por último, Platón trata de conectar el conocimiento racional con el mundo sensible, y
lo hace a través de su Teoría de la Reminiscencia o anamnesis (recuerdo). Puesto que los seres
sensibles son imágenes imperfectas de las Ideas, la visión de aquéllas puede suscitar el
recuerdo de éstas, del mismo modo que al contemplar el retrato de una persona conocida nos
viene a la mente su recuerdo. Platón afirma que aprender es recordar. Hay que suponer que el
alma posee el conocimiento de las Ideas. Antes de unirse al cuerpo el alma pudo contemplar
las Ideas, pero al caer en un cuerpo olvida este conocimiento, aunque queda de modo latente,
inconsciente, y se activa al ver las cosas sensibles que son copias de las Ideas. Conocer es
posible en la medida en que tenemos en nuestra alma una intuición de los que es verdadero.

4. TEORÍA SOBRE EL SER HUMANO: LA ANTROPOLOGÍA PLATÓNICA.


Antes hemos visto que Platón introduce un dualismo o separación entre dos tipos de
realidades y también entre dos tipos de conocimiento. Ahora vamos a ver cómo en el ser
humano también establece un dualismo entre alma y cuerpo. Platón tiene una visión muy
negativa del cuerpo, que considera la cárcel donde está encerrada el alma. El alma es superior
al cuerpo; es la parte fundamental del hombre y es inmortal. La unión entre cuerpo y alma es
accidental y antinatural, es como un castigo. El cuerpo intenta imponer sus exigencias y
necesidades al cuerpo haciéndola impura. El camino de la purificación no es otro que la
contemplación de las Ideas, es decir, el conocimiento de la verdadera realidad. Por tanto,
conocimiento y virtud se identifican, con lo que se hace palpable la herencia de su maestro
Sócrates.
Dentro del alma, Platón establece una distinción en tres partes, que son las siguientes:
- El alma racional: es la parte más elevada. A ella corresponde conocer las Ideas y
dominar a las otras dos partes.
- El alma irascible: donde residen las tendencias e inclinaciones buenas y nobles.
Debe dejarse someter y guiar por la razón.
- El alma concupiscible: representa los deseos e impulsos descontrolados. De ella
proceden los apetitos y los bajos instintos que arrastran al hombre hacia lo
corpóreo y le apartan del verdadero camino. La razón debe imponerse a ella y
dominarla.

5. LA POLÍTICA.
Toda la teoría platónica tiene un sentido político, ya que quien alcance el conocimiento
de la Idea del Bien, es decir, quien complete todo el proceso de conocimiento, será el
destinado a gobernar y guiar a los demás. Platón quiere diseñar un Estado ideal,
completamente justo y bueno. Para ello afirma que ha de estar dividido en tres clases sociales
con funciones distintas:
a) La clase de los productores, entre los que se incluyen campesinos, artesanos y
comerciantes. Su función es satisfacer las necesidades materiales de los
ciudadanos. Está formada por hombres en los que predomina la parte
concupiscible del alma, es decir, la parte más inferior. Esta clase es la más
numerosa. Debe dedicarse exclusivamente a sus tareas, adquirir la virtud de la
templanza (para dominar deseos y placeres) y ser disciplinados (deben
obedecer a las clases superiores). Se les permite tener familia y propiedad
privada. Para evitar la sublevación hay que evitar que sean demasiado ricos o
demasiado pobres.
b) Clase de los guardianes auxiliares. Su función es la defensa de la ciudad. Está
constituida por hombres en los que predomina la parte irascible del alma.
Platón los compara con perros de raza noble: fieros y mansos a la vez (fieros
con los enemigos y mansos con la población pacífica). No deben ser más de
mil. Las virtudes que esta clase debe tener son la fortaleza y el valor, y añade
Platón que deben ser fieles, robustos, ágiles, sobrios y moderados. Deben
proteger al Estado de los peligros que le amenacen, tanto si vienen del exterior
como del interior.
c) Clase de los guardianes o gobernantes. Su función es legislar, organizar la
educación y administrar la ciudad. En definitiva, gobernar. La clase de los
gobernantes está compuesta por aquellos hombres en los que predomina la
parte racional. Han de alcanzar la sabiduría. Los gobernantes han de ser
filósofos, han de haber alcanzado el conocimiento de las Ideas y, entre ellas,
de la Idea del Bien y la Justicia. El filósofo es el que posee el verdadero
conocimiento: conoce lo que es el Bien, por lo que él sabe qué normas son las
mejores y cómo se debe gobernar la ciudad.

A los guardianes auxiliares y a los gobernantes les está prohibido tener familia
y posesiones. No podrán tener casa propia ni ninguna otra propiedad, y los
hijos serán comunes. Vivirán con un sueldo de la comunidad. Estas medidas
tienen como función evitar que se vuelvan egoístas y ambiciosos y que tengan
otras preocupaciones u ocupaciones que no sea la de servir al Estado.

La sociedad resultante será justa porque cada uno se dedicará a la tarea que le
es propia, aquella para la que realmente están capacitados. La justicia sólo
existe si hay armonía entre las tres clases sociales y cada uno realiza la función
que le corresponde y la realiza de modo adecuado. La tarea de gobernar sólo
debe recaer en aquellos en los que predomina la parte racional del alma y
pueden por ello alcanzar la sabiduría. Estos son los filósofos. Por tanto, una
sociedad sólo será justa si los filósofos se convierten en gobernantes o si los
gobernantes se convierten en filósofos.

A partir de aquí debemos contestar a dos cuestiones: ¿cómo llegar a convertirnos en


gobernantes-filósofos? Y ¿por qué tienen que ser los filósofos los que gobiernen?

Respecto a la primera cuestión, Platón dice que para llegar a ser filósofo haya que
someterse a un duro proceso de educación, que consta de dos ciclos:
a) Primer ciclo: se imparte una enseñanza común a todos los futuros
gobernantes, seleccionados entre los niños mejor dotados. Este ciclo finaliza a
los 20 años. La educación se encargará del cuerpo (a través de la gimnasia) y
del carácter, para inculcar hábitos y opiniones correctas. Es la educación
propia de los que se van a quedar en el escalafón de los guardianes auxiliares,
por lo que se tratará de robustecer y enderezar la parte irascible del alma.
b) Segundo ciclo: a los 20 años se realiza una selección, y los menos aptos se
quedan en la categoría de guardianes auxiliares. Los mejor dotados desde el
punto de vista intelectual y moral prosiguen su formación, que consistirá en
recorrer los dos grados de la episteme que ya hemos visto. Por tanto, constará
de dos fases:
- En la primera fase los seleccionados se dedicarán durante un periodo de
diez años a las matemáticas (es el grado de la dianoia).
- En la segunda fase los futuros gobernantes se consagrarán al estudio de la
Dialéctica: el conocimiento de las Ideas, que culminará con el
conocimiento de la Idea del Bien. Mientras llevan a cabo este estudio irán
practicando en el gobierno desempañando cargos secundarios. Para ser
gobernantes deberán esperar hasta los 50 años.

Respecto a la segunda cuestión (¿por qué han de gobernar los filósofos), la respuesta
es que los filósofos son los únicos que pueden guiar al pueblo y plasmar en la sociedad los
ideales de Justicia y Bien, porque ellos son los que han accedido al conocimiento del Bien y
pueden comunicarlo al resto de los ciudadanos mediante la educación y las leyes. Platón se
muestra así claro heredero del intelectualismo moral de su maestro Sócrates: sólo puede ser
justo quien conoce la Justicia, sólo puede practicar el bien quien lo conoce, y ese es el filósofo.

Por último, en cuanto al sistema político que Platón está defendiendo, parece claro
que se inclinaría por la aristocracia o la monarquía. En todo caso Platón critica la democracia
porque considera que la masa es ignorante para saber quién debe gobernar, y elegirá a quien
más le adule o le convenza con discursos vacíos. Encargar el gobierno de la ciudad alguien que
no sea filósofo (que no sepa lo que es el Bien) sería como poner la salud en manos de un
charlatán en lugar de recurrir a un médico. Sería aún peor porque se pondría en peligro a toda
la sociedad.
6. EL MITO DE LA CAVERNA.

El mito de la caverna pertenece al Libro VII de la República, obra escrita en la época de


madurez de Platón. El mito o alegoría de la caverna relata la siguiente situación:

Unas personas habitan una caverna subterránea. Están sentadas a la espalda de la


entrada y se hallan encadenadas de pies y manos, de modo que sólo pueden mirar hacia la
pared de la caverna. Detrás de ellas hay un muro, y detrás del muro van pasando otras
personas que portan diversas figuras de animales y cosas. Estas figuras sobresalen por encima
del muro. Detrás de estas figuras arde una hoguera, por lo que las sombras de las figuras se
proyectan en la pared de la caverna. Los prisioneros sólo pueden ver esas sombras
proyectadas. Han estado en esa postura desde el nacimiento, y por ello creen que son lo único
de existe.

Uno de los prisioneros es liberado y obligado levantarse y darse la vuelta. De esta


manera descubre las figuras de las que provenían las sombras y la hoguera, cuya luz en un
principio le cegaría y le harían daño en los ojos, por lo que sentiría deseos de volverse otra vez
hacia las sombras. Después se acostumbraría a ella y se daría cuenta de que lo que había visto
hasta ese momento sólo eran sombras de una realidad más verdadera.

A continuación se obliga al prisionero a que ascienda por una empinada y dificultosa


cuesta que le llevará hasta el exterior. Allí hay animales y plantas y brilla el sol. Pero los ojos
del prisionero sólo están acostumbrados a las sombras de la caverna por lo que no puede
mirar directamente a las cosas que le rodean ni al sol. Poco a poco se acostumbraría y
descubriría entonces que las cosas que ahora ve son las verdaderamente reales, de las que las
figuras de la caverna no eran más que copias. Por último, podría mirar al sol, y comprendería
que es el que da vida a todo lo que hay en el mundo.

Entonces se acuerda de los que quedan dentro de la caverna, y siente la


responsabilidad de volver para transmitirles la verdad y liberarles de sus cadenas y de su
ignorancia. Pero tan sólo recibirá burlas e incluso intentarán matarlo.

¿Qué significado tiene esta alegoría? Mediante ella Platón narra el proceso educativo
que llevará desde el nivel más ínfimo de conocimiento y de realidad hasta el más superior. Es
el camino que debe recorrer el filósofo. Más concretamente, el mito explica metafóricamente
lo siguiente:

a) Desde el punto de vista de la ontología, simboliza los distintos grados o niveles


de realidad: el mundo sensible y el mundo de las Ideas con sus respectivas
subdivisiones.
b) Desde el punto de vista de la gnoseología, simboliza los grados de
conocimiento; el tránsito de la ignorancia a la sabiduría.
c) Desde el punto de vista político, explica quién debe gobernar, por qué debe
hacerlo y qué ha de hacer.

A continuación, señalaremos las distintas partes en las que se divide el mito y


explicaremos pormenorizadamente el significado de cada elemento que en él aparece.
Primera parte: descripción de la caverna y de sus moradores

A lo largo de esta primera parte Platón nos sitúa en el momento en que los prisioneros
se encuentran encadenados en la caverna. Cada elemento y cada situación tienen un
significado.

En primer lugar, hace referencia a su concepción de la realidad. La caverna representa


el mundo sensible en el que vivimos, que para Platón no es la verdadera realidad. Dentro del
mundo sensible hay dos niveles. El primero, el nivel más ínfimo de realidad viene representado
por las sombras proyectadas en la pared y el eco confuso de las voces. Es una realidad
meramente aparente. El segundo nivel es el de los objetos y seres sensibles, que el mito serían
las figuras que pasan tras el tabique.

En segundo lugar, hace referencia a su teoría del conocimiento. En concreto, Platón


está simbolizando el nivel más bajo de conocimiento: la conjetura o Eikasía. Este nivel de
conocimiento viene representado por el momento en que los prisioneros están encadenados y
sólo pueden observar sombras y ecos que se proyectan desde detrás. Los prisioneros tienen
sólo un conocimiento muy superficial y engañoso de la realidad: se limitan a conocer la
apariencia de la realidad. Sin embargo, para ellos esas imágenes son la auténtica realidad, de
forma que no tienen conciencia de su propia ignorancia ni de que existe otra realidad más
verdadera.

En tercer lugar, para Platón los prisioneros representan al común de los mortales que
viven en la ignorancia sin ser siquiera conscientes de ello. Los hombres que pasan detrás del
tabique portando figuras y que manipulan a los prisioneros haciéndoles creer que las sombras
son las que hablan, representan posiblemente a los sofistas, que embaucan con la palabra. En
definitiva, esta primera parte del mito hace referencia a la situación del hombre que se halla
sumido en los más bajos niveles de realidad y de conocimiento, de los que sólo podrá salir a
través de la educación.

Segunda parte: la ascensión del prisionero

Aquí comienza el proceso de ascenso desde el interior de la caverna hacia el mundo


exterior, lo cual simboliza el proceso de conocimiento y de educación. Es la parte más extensa
del mito, por lo que la dividiremos en varias secciones.
La liberación del prisionero

Comienza con el momento en que el prisionero es liberado de sus cadenas y


obligado a volverse hacia los objetos de los que antes veía sólo sombras. Lo que se
quiere representar con esta escena es el paso de un nivel de conocimiento a otro
superior: se pasa de la conjetura (eikasía) a la creencia (pistis). Por tanto, se pasa de
captar meras imágenes de las cosas sensibles a captar las cosas sensibles en sí mismas.

Hay que resaltar la situación en la que se encuentra ahora el prisionero: se dice


que padece sufrimiento y confusión. El dolor, el esfuerzo y la dificultad acompañan al
proceso de conocimiento y educación. Además, desde el primer momento, Platón deja
claro que es necesaria la coacción de una fuerza externa para salir de la ignorancia. Al
prisionero se le fuerza a levantarse y volverse. El prisionero se resistirá y deseará
volver a su anterior estado de ignorancia. Querrá huir de la dificultad que supone toda
adquisición de conocimiento. Esto queda claramente simbolizado por el momento en
que el prisionero es obligado a mirar a la hoguera (el sol en el mundo sensible) y la luz
le encandila y le produce dolor.

Salida de la caverna

Platón narra el dificultoso camino hacia arriba, hacia el exterior, que debe
realizar el prisionero liberado. Este duro ascenso simboliza el tránsito desde la dóxa
(mera opinión) hasta la episteme (el verdadero conocimiento), así como el proceso
educativo. Por otro lado, aparece representado el mundo de las Ideas en el exterior de
la caverna.

Respecto al proceso de conocimiento, aparecen representados los dos grados


que hay dentro de la episteme: el conocimiento matemático o dianoia y la captación
intelectual de la Ideas o Noesis. La dianoia corresponde al momento en que el
prisionero liberado ha conseguido salir al exterior, pero no puede mirar directamente
las cosas reales que allí hay ni mucho menos al Sol. Sólo puede ver los seres naturales a
través de sus sombras y reflejos en el agua. Estos serían las entidades matemáticas. La
noesis corresponde a la culminación de todo el proceso: se pueden contemplar las
cosas directamente y, finalmente, se puede contemplar el Sol. Las cosas del mundo
exterior son las Ideas (los seres naturales son las Ideas de seres naturales y artificiales y
el cielo son las Ideas estéticas y las Ideas de valores morales), mientras que el Sol
simboliza la Idea del Bien, que es la Idea suprema y causa de toda la realidad.

Reconocimiento de haber accedido a una vida mejor

El prisionero liberado llega a la conclusión de que ha accedido a una vida mejor


y siente compasión por los que quedaron en la caverna, es decir, los que no han
accedido al verdadero conocimiento pero se creen muy sabios y se elogian unos a
otros.
La referencia al Aquiles de Homero alude a un pasaje de la Odisea en el que
Ulises desciende al Hades para interrogar al adivino Tiresias, que puede ayudarle en su
objetivo de regresar a Ítaca. Allí se encuentra con Aquiles. Ulises se queja de su suerte
y alaba la de Aquiles, a lo que Aquiles responde: “No pretendas buscarme consuelos de
la muerte que yo preferiría ser un labrador que fuera siervo de un hombre pobre a
reinar sobre los muertos”. Con esto Platón quiere decir que es preferible cualquier tipo
de vida en el mundo real, fuera de la caverna, que volver a regresar a ella. Una vez que
se accede al conocimiento nadie quiere volver a su ignorancia anterior.

Tercera parte: el regreso a la caverna

En este pasaje el liberado retorna a la caverna, con lo cual tiene que pasar de la luz a la
oscuridad, y, al hacerlo, se siente confuso y se mueve torpemente. Los demás se burlarían de
él y se negarían a reconocer que viven en la ignorancia. Pero si además intentara liberarlos de
sus cadenas (las cadenas simbolizan el apego a lo material) y obligarlos a salir al exterior para
que conocieran la verdadera realidad, intentarían incluso matarlo. Se trata de una alegoría en
la que el que es más sabio y trata de educar a los que no lo son recibe su desprecio y su
condena. Es una clara alusión a la condena a muerte de Sócrates, que trató de conducir a sus
conciudadanos.

No obstante, a pesar de los peligros, el sabio tiene la misión de educar a los


ciudadanos, por dos motivos. En primer lugar, porque el bien común está por encima de su
propio bien individual y tiene que sacrificarse. En segundo lugar, porque sólo el que es justo
puede actuar justamente. Aquí aparece la teoría del intelectualismo moral que Platón heredó
de Sócrates.

Cuarta parte: interpretación de la alegoría

En el último pasaje el propio Platón desvela las claves para interpretar el mito. De esta
forma, hace corresponder el interior de la caverna con el mundo sensible y el exterior con el
mundo de la Ideas. Asimismo establece un paralelismo entre el proceso de conocimiento y
educación y la liberación y ascensión del prisionero. Pero, fundamentalmente, en este último
fragmento, Platón habla sobre la Idea del Bien, y recapitula aquí lo que ya expuso en el libro VI.
Como ya hiciera en este capítulo anterior, compara la Idea del Bien con el Sol. Al igual que el
Sol es la fuente de la vida en el mundo y lo que nos permite contemplarlo, la Idea del Bien es la
causa de todas las demás y lo que ilumina nuestra mente para conocerlas. Por ser la realidad
suprema es el objetivo último que ha de alcanzar el filósofo. Cuando lo consiga deberá dirigir a
los demás, es decir, hacerse cargo del gobierno, al igual que el prisionero que ha salido fuera
de la caverna debe volver para guiar a los demás y enseñarles el camino.
COMENTARIO DE TEXTO

1. CONTEXTO CULTURAL Y FILOSÓFICO.


Para entender el pensamiento de Platón hay que situarlo en su época y analizar cuál
fue el contexto en el que vivió y desarrolló su obra.

Platón vive durante los siglos V y IV, y su vida y su filosofía estuvieron profundamente
marcadas por los acontecimientos de aquella época en la que se sucedieron el esplendor y la
decadencia de Atenas. Durante el siglo V, y tras la victoria contra los persas en las Guerras
Médicas, Atenas se convierte en la potencia hegemónica del Mediterráneo. Es el momento en
que florece la democracia, la filosofía y las artes.

Sin embargo, en el siglo IV, sobreviene la decadencia. Tras la derrota frente a Esparta
en la Guerra del Peloponeso, se instaura la dictadura de los Treinta Tiranos (en la que
intervienen familiares y amigos de Platón). Más tarde vuelve la democracia, durante la cual se
produce la condena a muerte de Sócrates, lo que supuso un duro golpe para Platón.

En el ámbito cultural, Platón vivió el periodo de la Atenas Clásica. El siglo V fue el de


mayor esplendor. Florecen las artes en general. En arquitectura se emprenden grandes
proyectos, como la Acrópolis y el Partenón, decorado por Fidias. Aparecen los grandes
escultores, como Praxíteles y Polícleto, y Atenas se convierte en referente cultural de todos los
tiempos. Es el momento también de los grandes autores de tragedias: Esquilo, Sófloques y
Eurípides. Sin embargo, durante el siglo IV, la crisis se deja sentir en el arte, especialmente en
la arquitectura, donde ya no se realizan grandes construcciones. Respecto a la escultura, ésta
se vuelve más realista y expresiva, y ya no proliferan como antes los talleres de escultores. En
cuanto a las letras, hay que destacar la historiografía, y especialmente a Jenofonte, que es la
principal fuente histórica del momento; la comedia de Aristófanes y el florecimiento de la
oratoria con Demóstenes.

En cuanto al contexto filosófico, debemos referirnos a la influencia que Platón recibió


de otros autores. De entre los presocráticos hay que destacar a Heráclito (que conoció a través
de su discípulo Cratilo). Platón toma de él la concepción del mundo sensible como algo en
perpetuo movimiento, si bien con la diferencia fundamental de que para Platón no se trata del
mundo verdaderamente real.

Más influencia ejerció Parménides. La gnoseología platónica tiene en Parménides un


claro referente al establecer el acceso a la verdad a través de la razón y no de los engañosos
sentidos.

Por su parte, el pitagorismo fue un referente continuo en su obra, en aspectos como la


importancia concedida a las matemáticas, la inmortalidad del alma, la separación entre alma y
cuerpo, la doctrina de la reencarnación y la función purificadora de la filosofía.

Obviamente la influencia más profunda y determinante es la de Sócrates, amigo y


maestro, cuya vida dedicada a la búsqueda de la verdad había cautivado a Platón. Todo el
pensamiento platónico está teñido de socratismo: el intelectualismo moral (que afirma que
conocer la virtud nos convierte en virtuosos), el universalismo moral, la valoración de la razón
frente a los sentidos y la convicción de que la razón es la única que debe controlar nuestro
comportamiento, la preocupación por la política y la educación de los ciudadanos y la
concepción de la filosofía como un diálogo permanente.
Frente a Sócrates, se situaban los sofistas, que representaban mucho de lo que Platón
más rechazaba. El relativismo, el escepticismo, el empirismo y las convicciones democráticas
de los sofistas chocaban fuertemente con el universalismo, el racionalismo y las ideas
aristocráticas de Platón. Este ambiente de rivalidad entre el socratismo y los sofistas impregna
el contexto filosófico en el que se desenvuelve Platón.

2. IDENTIFICACIÓN Y EXPLICACIÓN DE LA TEMÁTICA.


Este fragmento pertenece al libro séptimo de La República, obra de madurez de
Platón. En ese capítulo narra el Mito de la caverna, con el que Platón explica en clave de
metáfora sus teorías más importantes. El mito relata la situación en que se encuentran unos
prisioneros desde su nacimiento, encerrados en una caverna, sentados de espaldas a la salida y
encadenados de pies y manos, de forma que sólo pueden mirar hacia la pared de la caverna.
Detrás de ellos hay un muro y detrás del muro van pasando unas personas que portan diversas
figuras de animales y cosas. Más allá arde una hoguera, por lo que las sombras de las figuras se
proyectan en la pared de la caverna. Esas sombras son lo único que los prisioneros pueden ver
desde su nacimiento, así que piensan que son la única y verdadera realidad.

A continuación un prisionero es liberado y obligado a girarse. Entonces descubre la


hoguera y las figuras y se da cuenta de que las sombras no son más que reflejos de esas
figuras. Luego sería obligado a subir una empinada y dificultosa cuesta hasta llegar al exterior.
Al principio, sus ojos, acostumbrados a la oscuridad, no podrían mirar directamente a las cosas
que le rodean ni al sol. Poco a poco se acostumbraría y descubriría que las cosas que ahora ve
son las verdaderamente reales y que las figuras de la caverna eran meras copias. Por último,
mira al sol y comprende que es lo que da vida a todo lo que hay en el mundo. Entonces se
acordaría de sus compañeros y sentiría la necesidad moral de bajar y liberarlos de su
ignorancia. Pero sólo recibirá burlas y amenazas.

El fragmento se sitúa en el momento en que el prisionero es liberado y obligado a


levantarse y girarse hacia la hoguera y las figuras. En cuanto a la interpretación del mismo,
Platón están exponiendo de forma metafórica su teoría del conocimiento o gnoseología y, más
en concreto, el primer nivel de conocimiento. Platón establece una distinción entre dos niveles
de conocimiento a los que denomina dóxa y episteme, ambos con características diferentes y
ambos representados en el mito de la caverna.

Por un lado, la dóxa es el nivel inferior, su objeto de conocimiento es el mundo de


sensible y utiliza como instrumentos los sentidos, que Platón considera no fiables ni adecuados
para alcanzar el conocimiento verdadero. En el mito se corresponde con el periodo en que los
prisioneros están dentro de la caverna sin conocer, por tanto, el mundo real. La dóxa se
subdivide a su vez en dos subniveles o grados. El primero es la eikasía o conjetura, que es mera
opinión sin fundamento y corresponde al momento en que el prisionero está atado y viendo
tan sólo sombras y reflejos de las cosas sensibles. Es el grado más ínfimo de conocimiento. El
segundo grado es la pistis o creencia. Es el conocimiento propio de la Física, que tiene por
objeto el mundo sensible. Tiene más apoyo que la conjetura, pero no es suficiente para
considerarse ciencia o conocimiento verdadero. La pistis corresponde al momento en que el
prisionero es liberado y obligado a volverse y conoce entonces los objetos físicos que
proyectaban las sombras. El fragmento expone, por tanto, la transición de la eikasía a la pistis,
lo que supone el primer paso en un largo proceso de conocimiento que culminará con la
consecución de la verdad.
El nivel de conocimiento de la dóxa, que es el que aparece metafóricamente explicado
en el texto, no es más que la primera etapa de un proceso que debe continuar con un nivel de
conocimiento superior: la episteme. La episteme es el conocimiento verdadero, tiene por
objeto el mundo de las Ideas (mundo real) y usa como instrumento la razón. Corresponde el
periodo en que el prisionero ya está fuera de la caverna Aquí también encontraremos dos
grados. El primero es la dianoia, que corresponde al conocimiento matemático. En este
escalón el alma conoce ya objetos inteligibles (las Ideas) pero sirviéndose aún de imágenes del
mundo sensible. Aquí el prisionero acaba de salir de la caverna y el encandilamiento producido
por la luz del sol le impide ver plenamente el mundo que le rodea. El último grado es la Noesis,
con la que culmina el proceso de conocimiento. Es un conocimiento puramente intelectual,
que Platón llama Dialéctica, con el que se alcanza el conocimiento de las ideas, y dentro de
ellas de la Ideas suprema: la Idea del Bien (simbolizada por el sol). En el mito la Noesis queda
representada por el momento en que el prisionero, acostumbrado ya a la luz exterior, puede
mirar directamente al sol.

Platón conecta los dos tipos de conocimiento a través de la teoría de la reminiscencia,


que afirma que aprender es recordar: el alma habitó en el mundo de las Ideas antes de caer en
un cuerpo, de modo que la visión de un objeto sensible suscitará el recuerdo de las Ideas.

3. JUSTIFICACIÓN DESDE LA POSICIÓN FILOSÓFICA DEL AUTOR.


La teoría gnoseológica expuesta en el texto está en íntima conexión con otras teorías
de Platón que aparecen también en el fragmento de forma subyacente, por lo que se hace
necesario explicarlas para una comprensión más profunda del mismo: su teoría ontológica y su
teoría ético-política.

En primer lugar, respecto a la ontología, hay que decir que los dos niveles de
conocimiento expuestos en el apartado anterior están en conexión con los dos niveles en que
Platón divide la realidad: mundo sensible- que se corresponde con la dóxa- y mundo de las
Ideas o inteligible- que se corresponde con la episteme. Platón establece, por tanto, un
dualismo ontológico al igual que antes ha establecido un dualismo gnoseológico. El mundo
sensible es el mundo físico que percibimos a través de los sentidos y corresponde al interior de
la caverna, mientras que el mundo inteligible es el ámbito de las Ideas o esencias universales
de todo lo que existe en el mundo, y corresponde al exterior de la caverna. Ambos ámbitos
poseen características distintivas que exponemos a continuación.

Las Ideas son eternas frente a las cosas del mundo sensible que son perecederas. Las
ideas son inmutables mientras que las cosas del mundo sensible están sometidas al devenir y
al cambio. Las Ideas son inteligibles (se conocen mediante la inteligencia), y el mundo sensible
se capta por los sentidos. Por último, las Ideas o Formas son la auténtica realidad mientras que
las cosas sensibles son meras copias de ellas. Platón dice que las cosas del mundo sensible
participan de las Ideas o las imitan. Las Ideas no son simples conceptos, sino que tienen
existencia real e independiente de la mente que las piensa y de las cosas físicas. Por ejemplo,
La Idea de la Belleza existirá más allá de que alguien piense en ella o de que existan cosas
bellas.
A su vez, cada uno de estos ámbitos tiene dos subniveles, al igual que vimos con los
tipos de conocimiento. Dentro del mundo sensible encontramos el subnivel de las imágenes, el
grado más ínfimo de realidad (se corresponde con las sombras de la caverna) y el subnivel de
los seres físicos, que serían aquellas figuras que proyectaban su sombra. Dentro del mundo de
las Ideas se encuentran las entidades matemáticas (las cosas del mundo real reflejadas en el
agua en el mito) y las esencias universales o Ideas (las cosas del mundo exterior a la caverna).
Dentro del mundo de las Ideas existe una jerarquía, en cuya cúspide se haya la Idea el Bien,
simbolizada en el mito por el sol. La Idea del Bien cumple una triple función: ontológicamente
es la causa de que existan las demás Ideas, y por tanto el mundo sensible; gnoseológicamente
es lo que hace posible el conocimiento verdadero, así como el objeto más elevado de
conocimiento; por último, el conocimiento del Bien es el que debe alcanzar aquel que vaya a
gobernar.

En segundo lugar, respecto a la teoría política y enlazando con lo último que hemos
dicho, la teoría expuesta en el fragmento y toda su filosofía tienen un sentido político. Como
acabamos de ver, aquel que complete el duro proceso de conocimiento y alcance a contemplar
la idea del Bien será el que se convierta en filósofo o sabio, y, por ello, el destinado a gobernar.
En este punto debemos hacernos tres preguntas: ¿por qué han de gobernar los filósofos?
¿Cómo llegamos a convertirnos en filósofos? y ¿qué ocurre con el resto de la población que no
se convierte en gobernante-filósofo?

En cuanto a la primera cuestión, Platón afirma que sólo el filósofo debe gobernar
porque sólo el que conoce puede actuar correctamente; dicho de otra forma: la virtud es
conocimiento. Aquí vemos como Platón hereda claramente la teoría del intelectualismo moral
de su maestro Sócrates.

En cuanto a la segunda cuestión, Platón diseña un largo y arduo proceso educativo


consistente en dos ciclos. El primero dedicado a la formación del cuerpo y del carácter a través
de la gimnasia y la música (que corresponde a la dóxa) y el segundo (el correspondiente a la
episteme) dedicado a las matemáticas y a la dialéctica, que conducirá finalmente a la Idea del
Bien.

Por último, respecto a la tercera cuestión, Platón clasifica a la población en tres clases
sociales dependiendo de la parte del alma que más predomine en cada uno: los guardianes o
gobernantes (los filósofos donde predomina la parte racional del hombre y que han superado
todo el proceso educativo hasta llegar a la Idea del Bien); los guardianes auxiliares o militares
(hombres y mujeres fuertes y valientes donde predomina lo irascible y que se quedaron en el
nivel correspondiente a la dóxa); y los productores, destinados a satisfacer las necesidades
materiales de la sociedad y donde abunda lo más bajo del alma humana: lo concupiscible. Son
personas tendentes a dejarse llevar por los deseos y el placer y, al mismo tiempo, los más
ignorantes, los que menos han ascendido en el difícil camino que lleva a la sabiduría. Por tanto,
Platón diseña un modelo de sociedad estratificada según las capacidades de cada uno y donde
las decisiones sólo las tomarán los más sabios.
4. COMPARACIÓN CON UN AUTOR CONTEMPORÁNEO.
Platón es uno de los filósofos que más ha marcado la historia de la filosofía. Por este
motivo podrían ser muchos los autores con los que establecer una comparación. Elegiremos a
Nietzsche porque es un pensador tremendamente crítico con toda la tradición filosófica, pero
si hay un filósofo que sea la diana de sus ataques por excelencia, ese es Platón. Tanto en la
visión acerca de la realidad, como en el modo de acercarnos a ella y en la concepción sobre el
ser humano, Platón se sitúa en las antípodas de Nietzsche.

En cuanto a la visión sobre la realidad, hemos visto como Platón realiza una división de
ésta en dos ámbitos: el mundo de las Ideas y el mundo sensible. Nietzsche negará con
rotundidad esta división, afirmando que sólo existe el mundo terrenal y sensible en el que
vivimos y que percibimos. No hay una realidad más allá de esta. La diferencia entre ambos
pensadores va aún más allá. Platón afirma que la auténtica realidad es el mudo de las Ideas,
rebajando al mundo sensible a mera copia de esa otra realidad superior. Nietzsche considera
esto como una terrible traición a la vida y una degradación de nuestro mundo. Además, para
Nietzsche, la realidad en la vivimos, que es la única existente, es múltiple, diversa, caótica, en
constante cambio y transformación, imposible de racionalizar. Frente a esta visión, Platón
describía lo que para él era la verdadera realidad como inmutable, racional, ordenada y eterna.

En cuanto a la gnoseología, hemos visto como Platón establece dos niveles de


conocimiento, declarando erróneo el conocimiento sensible y estableciendo que la verdadera
realidad sólo puede captarse a través de la razón. Frente a Platón, Nietzsche critica la razón
como único instrumento de conocimiento y comprensión del mundo y reivindica el poder de la
intuición y el testimonio de los sentidos. La realidad es constante devenir y multiplicidad, y no
puede atraparse en los conceptos de la razón. Son los sentidos los que pueden mostrarnos la
multiplicidad y el cambio constante que caracterizan la realidad. La razón falsea la realidad
porque trata de eliminar la diversidad y de paralizar el cambio constante. Por otro lado, frente
a la pretensión de Platón de alcanzar verdades absolutas, Nietzsche afirma la existencia de
múltiples perspectivas.

Por último, en cuanto a la concepción del ser humano y a la ética, también Platón y
Nietzsche son pensadores antitéticos. Platón tiene una visión muy negativa del cuerpo, y de los
instintos y las pasiones .Y Nietzsche considera esto como algo natural en el hombre. Platón
representa la defensa de la razón, y dice que el hombre virtuoso es aquel que limita y controla
sus deseos, pasiones e instintos. A los ojos de Nietzsche, esta visión de la vida humana supuso
una autolimitación o automutilación del ser humano, un desprecio de esta vida, que es lo más
valioso que tenemos. Nietzsche proclama la alegría de vivir. El modelo de ser humano de
Nietzsche es el del hombre libre, creador de sus propios valores, que se entrega a la vida sin
miedo.
5. VALORACIÓN DE LA ACTUALIDAD.
Los aspectos de la filosofía de Platón que gozan de mayor vigencia en la actualidad son
los siguientes:
En primer lugar, la preocupación de Platón por la situación política de
degeneración y corrupción, y su propuesta de exigir a la clase política la mayor
preparación, es de máxima vigencia hoy. Sin duda, en nuestros tiempos, como Platón
en su época, vivimos una situación política que requiere de una profunda reforma. A la
clase política le es exigible la mayor formación y una actuación acorde con los valores
que conduzca al respeto al ser humano y a la consecución de una sociedad donde reine
la justicia.

En segundo lugar, sigue teniendo vigencia la preocupación por la educación.


Concedemos tanta importancia a la educación porque asumimos la idea platónica de
que la educación es el principal medio para mejorar el ser humano. Cuando pensamos
que la educación en valores mejora a los seres humanos está latiendo el
intelectualismo moral: sólo quien ha comprendido los valores los asumirá en su
comportamiento.

En tercer lugar, respecto a su concepción de las matemáticas, hay que decir


que algunos autores en la actualidad creen, como Platón, que las matemáticas no son
una mera invención de la mente humana, sino que sus objetos tienen algún tipo de
existencia previa, eterna, universal e independiente de las cosas y de la mente que las
piensa. Estaría presente, por tanto, cierto platonismo. También seguiría vigente la
valoración de las matemáticas como un saber fundamental y su indiscutible valor
como entrenamiento para la mente.

A pesar de lo que hemos expuesto hasta el momento, hay que decir que son muchos
los aspectos de la filosofía de Platón que no gozan de demasiada vigencia en nuestros tiempos.
Veamos los más relevantes:
- Platón estaba convencido de que el conocimiento humano es capaz de acceder a
lo más profundo de la realidad. Sin embargo, hoy tiene más vigencia una actitud
más antidogmática y relativista. Las ciencias experimentales y, sobre todo, la
mecánica cuántica y la física contemporánea en general, han mostrado que el
conocimiento humano tiene límites. Ya no se buscan verdades absolutas, sino
únicamente mejorar nuestra comprensión de la realidad.
- La creencia en realidades absolutas, como el bien absoluto o la verdad absoluta,
subsiste hoy sólo en ámbitos religiosos. La posmodernidad ha seguido una
dirección opuesta, negando la existencia de verdades absolutas.
- Respecto a la valoración que hace Platón de la razón frente a los sentidos, ha ido
perdiendo fuerza la pretensión de fundar un conocimiento al margen de la
experiencia sensible.
- Platón fue un ferviente defensor del dualismo antropológico (división entre cuerpo
y alma), y durante muchos siglos esta fue la tónica general en el pensamiento
occidental. Sin embargo, esto comienza a cambiar en el siglo XX, y a tomar peso la
idea de que lo físico y lo psíquico son una realidad continua. El avance de la
neurociencia ha permitido establecer una relación esencial entre alma(mente) y
cuerpo.
- Para finalizar, la separación en dos ámbitos que realiza Platón apenas tiene
presencia en la actualidad científica y filosófica. Sólo en contextos religiosos
pueden hallarse planteamientos como el de Platón respecto a este tema.

Вам также может понравиться