Ex Presidente de la Republica de Colombia
: : Eduardo Santos
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Espafia y la Republica
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! CONFERENCIA DICTADA EN EL ”
\_ CIPAL DE BOGOTA, EL 14 DE
, e EL XIIl ANIVERSARIO DE LA
EDITORIAL A BC— BOGOTA -Senor de Ureiia, sefiores ex ministros de la Repiblica
Espafiola, sefiores Diputados a Cortes, sefioras, se-
flores:
jCatorce de abril] de 1931! Permitidme que evoque
aqui, para comenzar, algo absolutamente intimo: a
principios de aquel afio pensaba yo ir a Europa, y mi
madre, que era una mujer admirable y mi mejor amiga ~
y consejera, me precedié en algunas semanas por el
seo de pasarlas en Espafia; y el 14 de abril, hoy he
trece anos, la primera noticia que yo recibi ae
habia sido hasta hacia poco Ministro de Relaciones Ex-
teriores— fue un cable de ella que desde Madrid me ae
decia: “Proclamése la Reptblica. Feliz, abrazote.” — .
Era el sentimiento vivo de esta América espafiola,
liberal y demoeratica, que compartia la felicidad del
pueblo espafiol en el dia de su resurgimiento. Admira-
ble primer dia, que quedara en la historia de la humani-
dad como uno de los mas hermosos y claros, como una
fiesta de libertad y democracia que quizé no tendra pa-
ralelo, La reptiblica nacié al impulso exclusivo de la
voluntad del pueblo espafiol, y nacié grande y genero-
sa y honrada, sin rencores y sin odios, cubriendo toda
la extensién del territorio hispanico y abriendo los bra-ed ws
zos a cuantos habian creido en Espafia para que retem-
plaran su fe en ella y se aprestaran a nuevos esfuerzos.
COMO NACIO LA REPUBLICA
Cudnta serena hidalguia espafiola en ese dia que era
culminacién de bravas luchas. Cuando ya el Rey don
Alfonso habia salido para Cartagena en busca del des-
tierro y del olvido y no quedaban en el Palacio Real sino
una augusta sefora y sus hijas, abandonadas ya por los
cortesanos, alguien alarmado pidié al ministerio de la
gobernacién —donde habia ya un ministro republica-
no— proteccién para ese Palacio Real en donde una
ex reina podia ser victima de las iras de un pueblo
emancipado, Y ese ministro no envié fuerzas, no envid
tropas; envié unos cuantos obreros que Ilevaban al bra-
20 \a divisa tricolor de la reptiblica y que con breves pa-
labras y sencillos consejos mantuvieron a la multitud
respetuosamente. alejada de ese Palacio en onda una
aah oe
Recuerdo una pdégina dolorida en que un grande
hombre, martir también 61, Julian Zugazagoitia, asesi-
nado que no fusilado cuando ya su sacrificio era initil,
evoca las tiltimas horas pasadas tragicamente bajo las
bévedas del castillo de Figueras, oyendo por ultima vez
hablar de Espafia Libre, y el ofrlo bastaba para que en
la mente de Zugazagoitia se acumulara todo el panora-
ma de esa tierra suya que no habria de volver a ver
sino para morir,
Releyendo esas frases de Zugazagoitia, pensaba yo
que también en aquellas horas de! 14 de abril a las men-
tes espafiolas y a los corazones espafioles de hombres
y de mujeres, debieron venir de todos los rincones de
la peninsula y de todos los recuerdos de la historia es-
pafiola, ecos y sensaciones y visiones que les ensancha-
ban el espiritu. Rumor de mieses en Castilla y barcas
pescadoras azotadas por las rachas del Cantabrico, jota
‘de segador, andadura de merinos por Extremadura,
at
iblor de alamos a orillas del Duero, heroicas gestas
le Asturias, verdes campifias del pais vasco, cantares
\ndalucia, sierras azules del Guadarrama, huertos
nmados de Valencia, grandeza de Aragén, esplen-
del Mediterraneo sobre las costas catalanas, vastos
de la Mancha, ternuras de Galicia y zorzicos
as y malaguefias, y los grandes rios que correneB
hacia el mar cargados de historia y de poesia: e! Tajo,
el Ebro, el Guadalquivir... Era toda la Espana que al
fin se despertaba y que al fin iba a vivir. Y esa Espana
se miré en el espejo de la republica y se encontré fuerte
y hermosa y animosa, y por eso fue generosa y grande,
y por eso al través de todas las tierras de América su
advenimiento fue saludado con jubilo y con orgullo co-
mo el principio de una nueva era en que todos habia-
mos de participar.
iY eémo nacié esa reptiblica? E] catorce de julio si-
guiente, cuando se inauguraron las Cortes Constituyen-
tes, hijas legitimas de la voluntad del pueblo espafol,
don Niceto Alcala Zamora, el primer presidente de la
Republica —otro hombre que cuando pasen las oscu-
ridades del presente y cuando se olviden sus fallas y
inl saci
consecuente en la orientacién de su politica exterior;
pero por actos de autodeterminacién, de soberania ple-
na, sin que le impulse ningin compromiso de nacimien-
to que mediatizara la independencia del poder con in-
gerencias de un gobierno extrafio.
“La Reptblica Espafila nace libre de otra influencia
mediatizadora, la mAs frecuente y mas innoble: la me-
diatizacién del capital usurario que acude a los focos de
conspiracién brindando un auxilio que representa la hi-
poteca econémica del pais, el compromiso de su orien-
tacién financiera. Malditos sean semejantes convenios,
mil veces mas execrables cuando comprometen la inte-
gridad de una renta, el trato de una industria, el goce
de un monopolio, la concesién de un favor ilimitado. Y
la Reptblica Espafiola nace tan libre y duefia de sus
-destinos econémicos, que a nadie debe nada ni prometié
porque fueron tan honrados todos, que no necesi-
rar a nadie no necesité venderse a nadie, y
21 d de los que colaboraban, con la modestia
que otorgaron su concurso, hicieron el prodigio
‘Repiblica espafiola no tenga empresario, ban-as Races
¥ COMO MURIO LA REPUBLICA
Pensad por un momento en el contraste de cémo na-
cié la Repablica y é6mo murié. Nacié libre dentro de la
alegria y la pureza’y la verdad, hija legitima y orgullo-
ga de la voluntad popular, y murié, ella que habia naci-
do mirada con respeto y desde lejos por los militares,
murié a manos de una rebelién militar auspiciada y or-
ganizada desde Berlin y desde Roma. Murié a manos de
quienes habian jurado lealfad y obediencia al gobierno
y se'sublevaban contra él; murié a manos extranjeras,
porque una vez mas volvieron tropas extranjeras a
acabar con las libertades espafiolas. No eran ya los cien
mil hijos dé San Luis. Eran los hijos de Hitler y Mus-
vextrafia venganza de la historia, como un
ny sl,
modesto uniforme del soldado espafiol, y escoltado por
los vencidos de Guadalajara, y escoltado por quienes
desde los cielos vascos habian cometido sobre Guernica
la mayor de las iniquidades y habian sembrado esos
vientos que hoy caen como tempestades sobre Berlin. y
sobre Nuremberg.
No podriamos esta noche recordar la pasién y muer-
te de la Reptblica. Apenas estamos reunidos para con-
memorar su nacimiento glorioso, Después de ese naci-
miento, cudntos dolores y cudntas tragedias y cudnta
amargura! Esa reptiblica que habia nacido sin capita-
listas, veia erguirse contra ella la sombra siniestra del
iltimo “pirata del Mediterraneo” y los capitales de
don Juan March acababan con la obra limpia de los
hombres de la Reptblica.
reptblica nacida dentro de la fraternidad eaba-
ca, sin persecuciones ni venganzas, y que dejaba
ibre el paso para que salieran los tltimos Bor-
‘ia entre la amargura y el dolor de un millén
es torturados en las carceles 0 perdidos en el
_y los cantos del 14 de abril eran reemplaza-
r incesante y monstruoso de los fusilamien-
fica que nacié con un nuevo criterio de la
pn nichcter cane
victima, entre |wow 19 oe
esos extrafios odios fraternales que impiden el acuerdo
de los que estan Hamados a unirse por todas las razones
y Hevan a los que no tienen fe ni tienen ideal a buscar
el concurso del enemigo contra el hermano, Yo no sé si
don Alejandro Lerroux haya muerto 0 no; pero si atin
vive, cémo atormentaran sus desvelos aquellas horas
del segundo bienio en que entregaba piedra a piedra y
paso a paso toda la fortaleza que los republicanos espa-
fioles habian conquistado.
Y cuando vino en 1936 el triunfo del frente popular,
qué tragica incomprensién la de quienes lo habian pro-
voeado y habjan creido asegurar asi el triunfo defini-
tivo,
La Republica se vio abrumada por todos los embates
de la derecha y por todos los absurdos de la extrema iz-
quierda; se le hizo la vida imposible y no habia quién
recordara, no con un recuerdo literario sino como un
imperativo de ee Y de accién, aquellas terribles
frases de Pi
ane, $4 as
ga mas tarde la hora de la justigia y de In definieion
de las responsabilidades, yo tengo Ia seguridad de que
esas responsabilidades, aun la responsabilidad de lo
peor que pudiera acaecer o haber acaecido en la zona
republicana, tendra que caer sobre quienes subleyaron
las fuerzas de la autoridad y dejaron al gobierno legi-
timo inerme y paralizado; sobre quienes desquiciaron
Ja sociedad y la entregaron al juego incontrolable de las
pasiones desencadenadas. Ahi hay que buscar la raiz
del mal, y ahi hay que buscar la verdad de la responga-
bilidad.
Pero estamos conmemorando el nacimiento de la Re-
publica; limitémonos a evocar este dia glorioso entre
todos, recordemos aqui a la innumerable multitud de
espafioles que en la peninsula sufren bajo la tirania y
esperan la necesaria y justiciera liberacién, e ineliné-
‘monos ante la memoria de los heroicos soldados de la
tepuiblic: que en casi tres afios de fiera lucha le ofren-
| su sangre y sus vidas. Si la fe religiosa nos dice
iy que creer en la resurreccién de los muertos co-
esperanza consoladora, ,c6mo no hemos
n, y con fe robusta y enérgica, en el re-
iento pujante y auroral de los vivos? ;Cémo no
r y decir y sentir y creer que esta repiiblica que
¥ e afios atraviesa apenas un eclipse tran-a8
sitorio, que mafiana o mas tarde, pero no muy tarde,
volvera la bandera tricolor a ser la bandera espafiola y
volvera la Reptiblica a ser uno de los faros encendidos
en Jo mas alto de la humanidad?
EL LAZO HISTORICO ¥ POLITICO
Pensando yo en lo que habria de deciros para corres-
ponder a la invitacién tan honrosa como grata que los
republicanos espafioles me han hecho, erei que no debia
limitarme tan sélo a la evocacién de lo que la reptiblica
espafiola representé en el mundo. Pocos acontecimien-
tos humanos han penetrado mas hondo en el alma de
todas las gentes. En un libro impresionante por la be-
lleza literaria extraordinaria y por los angustiosos pro-
blemas que plantea —la autobiografia de Nehru, el
compaiero de Gandhi—, refiere él cémo en el vera-
no de 1937, perdido en las montafias en el fondo del
Asia, al pie del Himalaya, le obsesionaba Ja suerte de Ja
reptiblica saaiglas Bassnedio de esas preceunaslandy
mile
|
|
—B~
nias americanas quisieron proclamar la gloria de su
Libertador, Le levantaron una estatua y 8€ prepararon
para tributarle un espléndido homenaje popular. Pero
querian hacerlo el 17 de diciembre, en el aniversario de
la muerte del héroe, y coincidié aquella fecha con una
- ola de frio que hizo imposible toda manifestacién en
torno del monumento. No hay oratoria que resista a
diez grados bajo cero, Nos reunimos en unas salas del
Palacio Municipal de Paris, espléndidamente acogidos,
pero la mala suerte nos persegufa, porque una crisis
ministerial impidié que contéramos con la gran you de
Eduardo Herriot 0 de Tardieu y apenas asistié a la
inauguraci6n un vago secretario que pronuncié ciertas
generalidades anodinas que a unos hicieron sonreir y 4
otros Menaron de indignacién. Nuestro vocero, tan car-
de prest igio literario como de afios y de enfer-
-medades, apenas si pudo leer parte de su diseurso en
jay aquello tenia todos los caracteres de un
la Reptblica Espafiola, don Salvador de Ma-
pedimos que improvisara algo, e hizo una
‘americana y traz6 una silueta del
pag eg ad peed st—ild—
porque tiene tan honda significacién, tan vasto alcance,
que debiera ser objeto de meditacién permanente: “Me
asocio —dijo— fervorosamente, al homenaje que se
rinde al Libertador Sim6n Bolivar, y me asocio en nom-
bre de la Republica Espafiola, que es la ultima de las
reptiblicas ibéricas emancipadas de la corona de Espa- .
fia.” Se establecia asi el lazo democratico y politico. Se
creaba el hecho palpitante de nuestra fraternidad his-
térica y se destacaba en una frase afortunada y lumino-
sa una de las grandes yerdades que han constituido el
calyario espafol.
{QUE NOS UNE A ESPANA?
éQué nos une esencialmente a la reptblica espafiola
y a Espafia? Nos une, creo yo, nos debe unir cada dia
mas, el hecho de que en la base de la vida espafiola y
del pueblo espafiol existe un hondo sentimiento de de-
mocracia y de libertad, que es lo que nos ilumina a tra-
—16b—
cuando en otras partes ni siquiera se sospechaban. Esa
historia espafiola de esa época en que se elabora la na-
cionalidad es una constante lucha por crear institucio»
nes libres en que estén directamente representados los
pueblos. Por dar a las provincias representaciones au-
ténticas en las cortes; por fortalecer los municipios
creando las libertades de las comunidades de toda Es-
pafia; por acentuar la personalidad del pueblo espafiol,
tan recia y caracteristica, tan profundamente arraiga-
da en sentimientos de dignidad, de igualdad, de liber-
tad, tan hostil a la uniformidad obligatoria, a la impo-
sicién altanera, a la sumisi6n humillante. Si se ha dicho
con verdad que el ideal prusiano se condensa en el fa-
moso “zusammen marschieren”, marchar juntos a com-
pas, el ideal espafiol es, al contrario, un ideal de auto-
‘nomia, de propia voluntad Ilevada hasta la indiscipli-
sefiorfo individual que no gusta de sometimien-
ama por sobre todas sus cosas aquello que le
2 ensanchar y afirmar su personalidad en lo
en lo regional, en lo nacional.ach
humana amistad. Amigos, mas que otra cosa, eran
Don Quijote y Sancho y la jerarquia nunca impidié
entre el caballero y su escudero ese trato de franca
llaneza que es rasgo caracteristico de las costumbres
espaiiolas.
UNA ESPANA DEMOCRATICA
Antes del siglo XVI Espana crecia con pura savia
espafiola y por eso surgia, de una manera casi in-
consciente, como brote espontaneo surgido de las entra-
fias mismas de la tierra espafiola, esa serie de institu-
ciones que iban creando la vida democratica y parla-
mentaria, cuando atin ni siquiera se pensaba que ella
pudiera existir. ;Puede pintarse ese como un esfuerzo
igual de ascenso paulatino y ordenado? No. En manera
alguna, Es el brote que aqui y alla dan la vitalidad es-
panola y el liberalismo espaol, para crear instituciones
que limiten, la voluntad de los ] _poderosos; para delegar
ahha
del Estado para que ellos no quedaran sujetos a la ar-
bitrariedad de los poderosos,
A todo lo largo de Espafia surgen las Cortes, tenien=
do a cada paso manifestaciones espléndidas. Se llega
a hacer reyes por eleccién, reunidas las Cortes de Cata-
lufia, Valencia y Aragén, para decidir a quién escogen
como mas digno, Se le dice al rey de Arag6n que estaré
siempre sujeto a las leyes, y no lo sera sino mientras
asi proceda. Se crea en Aragén como una de las m4s
admirables instifuciones de la historia, aquella justicia
independiente y soberana que no se inclinaba ante na-
die.y ante la cual se tenia que inclinar el rey, porque el
Justicia Mayor de Aragén fallaba pleitos entre el rey
y los nobles y los fallaba con autoridad soberana.
Y cuando eran espafolas las reinas de Espafia, Be-
renguela y dofia Maria de Molina, cémo se las ve bus-
- el apoyo democritico de las instituciones populares
u ‘defensa de su tierra y de su gobierno; y cémo
ndo esa voluntad democratica del pueblo espa-
y pujante hasta cuando llega la hora tra-
jero, hasta cuando Espafia pierde su ca-
erde su destino y toda esa obra democraticaue.
blar espanol, y se traen sus ideales extranjeros abierta-
mente contrarios al ideal hispanico y empiezan a morir
una a una las libertades espafolas. La mas grande de-
rrota de Espafia no es la batalla de Rocroi en que per-
dié todo su prestigio esa infanteria que se crefa inven-
cible. Es la escaramuza de Villalar, en que perecieron
las libertades castellanas. Es la derrota de esas liberta-
des que una a una fueron pereciendo a manos de la
monarquia absoluta y extranjera, Perecen las comuni-
dades en Castilla y es decapitado el Justicia Mayor de
Aragén y mueren las libertades aragonesas. Y cuando
vienen los Borbones franceses, mueren las libertades
catalanas y va muriendo todo el espiritu liberal espaiiol
y el espiritu auténticamente hispanico para ser reem-
plazado por extrafos criterios y con normas tiranicas
de ciego unitarismo, que arrasan toda la obra de cuatro
siglos de espiritu espanol,
Cuan trigicamente se torcié la historia de Espana —
precisamente en la hora de culminar la eal espa-
— 16
des, de sus caracteristicas; el aprovechamiento de ese
tesoro maravilloso que era América, hecho con el eri-
terio de libertad, autonomia y colaboracién; el mante-
nimiento y robustecimiento de toda esa serie de institu-
ciones democraticas, igualitarias y populares que
estaba creando confusa y potentemente Espafia como
la expresién mas vigorosa, auténtica y fecunda de su
ser intimo y de su maxima virtualidad, ése era el de-
rrotero natural de la evolucién ibérica, de la grandeza
espafiola que entonces si hubiera merecido todos los
ditirambos que mas tarde se acumularon sobre las glo-
rias fugaces de empresas encaminadas a tristes catés-
trofes irremediables.
Si hay algo en que estén acordes todos los historiado-
res espafioles que merecen e] nombre de tales, es que
cuando Espafia, al impulso de los Austiias y de los Bor-
bones y de las intrigas dindsticas y de los pleitos fa-
y de las codicias de las casas reinantes, salid
para jugar imposibles cartas europeas, ya a
frase romana de los tiranos que querian dar a los pue-
blos, para mejor esclavizarlos, pan y juego y les ofre-
cieron, con el mismo.propésito, gloria y fe; bajo esas
banderas fue Espafa a todas esas aventuras europeas
en que poco a poco fue perdiendo cuanto habia creido
aleanzar; y se perdieron todas las fugaces conquistas
y se perdié Flandes y se perdié Italia y se perdieron las
provincias francesas, y donde se habia querido extirpar
el protestantismo, en Holanda y en los Paises Bajos y
en Inglaterra, se le afirmé con el abono maximo de la
persecucién. Y al fin y al cabo la Gnica nacién conquis-
tada fue Espaiia; la unica nacién que los reyes extran-
jeros pudieron conquistar a despecho de su alma y de
su espiritu, fueron esas tierras de Vizcaya y de Aragén,
de Navarra y de Leén, de Castilla y de Valencia, y de
Catalufia.
as
Situaci6n tragica que permitia aun sneer decir gue
la grandeza tes n ra Cor
—21—
Todo lo habia perdido en cuatro siglos la monarquia
espafiola, y don Antonio Maura, que era también gran-
de dentro de sus defectos innegables, lo reconoeia asi
en 1902, cuando decia: “Pudimos tener una politica
europea 0 una politica africana o una politica america-
na y no tuvimos ninguna y lo hemos perdido todo.”
Porque a los 250 afios de haberse apoderado Car-
los V de Espafia y de gran parte Europa, nada quedaba
de esas conquistas. Fernando VI en 1750 ya tan sdélo
gobernaba en la tierra espafiola, amputada de Gibral-
tar y amputada de Portugal. Y para que la tragedia
fuera mds grande, también se habia perdido bajo la
tirania de las monarquias extranjeras la verdad espa-
ola, que era una verdad de variedad y de libertad. De
lo que por razones tan claras era vario y tenia que ser
0 como asociacién de libres fuerzas unidas
| superior pero diferenciadas por tantas co-
ables y evidentes, la monarquia espafiola quiso
cosa tinica, humillada e inerte, pasiva y ab-
osas del mas alld, que era una de las maneras
sitar] las de aqui abajo.
pe II, en una de esas frases que revelaban toda
{jo alguna vez: “Yo quiero una nacién sumi-
*, es decir, que no queria a Espafia. Por-
silencioso puede ser el pueblo espafiolSie
Y sin embargo, tres siglos de opresién lograron crear
un espiritu que culminé cuando a Fernando VII el
claustre de la Universidad de Cervera le decia en uno
de esos homenajes para los cuales no hay calificativo;
“Lejos de nosotros, sefor, la peligrosa novedad de dis-
currir”; ese claustro de Cervera hacia eco a los des-
graciados que en las calles gritaban:. “Vivan las ca-
denas”.
LAS FUERZAS ETERNAS
Pero jhabia acabado toda esa opresién brutal de la
menarquia despética con el anhelo de libertad del pue-
bo espafiol? Absolutamente no. Cuando pudo resurgir
Espana en las Cortes de Cadiz, {qué fue lo que se vid
alli? Se vio cémo ese rio de libertad y de dignidad que
de tantas centurias venia, habia estado soterrado pero
no se habia secado ni extinguido: resurgia, resurgia
con fuerza espléndida y con vigor extraordinario. Esas
Cortes y las posteriores del 69 y las de la primera re-
publica y las del ao 31, reivindicaron para el espiritu
espaol to-
28 —
y democritico y realista de Espafia que anima todas
las manifestaciones de la vida espafiola,
EL ARTE Y LA LITERATURA DE ESPARA
40s habéis fijado, por ejemplo, en lo que constituye
Ja esencia de Ja literatura y el arte espafioles? Cuando
suben a las mas altas cimas es cuando se identifican
con el pueblo y se aplican a desentrafiar la verdad de
la vida espaniola, cuando reflejan lo que palpita en el
alma de los espaficles. Cuando crea el teatro Lope de
Rueda y cuando mis atrés el autor desconocido de la
Celestina lanza la obra maestra para mi del teatro es-
pafiol y la primera obra teatra] verdaderamente eterna
de la historia moderna, son grandes porque van a la
entrana del pueblo; porque quieren interpretar a los
hombres y mujeres de todos los dias; porque no hacen
cosas cortesanas con refinamientos elegantes sino que
etar el fondo mismo del alma de las gen-
ae viven. Y ésa es la grandeza de Cer-
grandeza de Calder6n en el Alcalde
Les la grandeza de Lope a través de
sdias, y ésa es la grandeza amarga de
n prodigiosa de Pérez Gal-elie
sino el pueblo espafiol que vive y crece y lucha y sufre.
Y tan s6lo falta a ese pueblo para que sus hombres sean
grandes entre los grandes y no le cedan el puesto a na-
die sobre la tierra, el haber tenido una mejor altura
para destacarse. ; Por qué hablar tanto de Balzac y de
Dickens, cuando Pérez Galdés los supera en lo gigan-
tesco de sus creaciones, que auténticamente reflejan la
vida de un pueblo entero?
Y si vamos a ver la pintura, esa prodigiosa pintura
€spafiola superior quizé a todas las otras, se ve también
que su mejor mérito esté en la interpretacién de la
verdad y de la realidad y de la entrafia misma de Es-
paiia. Las Hilanderas de Velazquez, los cuadros de Mu-
illo y de Ribera, ;qué son sino un reflejo directo de la
vida de un pueblo que trabaja y que lucha? Cuando
otros pintores de corte retratan a los monareas y le:
~~ 96 on
Luisa, la veng6 el pincel de Goya en una de las paginas
mas hirientes y agresivas que pueda presentar pueblo
algune con aquel cuadro inmortal de la familia real.
Toda la degeneracién y toda la decadencia de ese régi-
men que se hundia estan alli presentadas con un acre
espiritu vengativo por uno de los mas grandes artistas
que la humanidad haya producido.
Sin duda muchos de vosotros conocéis la maravillosa
sala de la Sociedad Hispanica de Nueva York, que os-
tenta los cuadros en que Sorolla evocé la vida espafiola.
Cuadros todos de intensa y honda significacién popu-
Jar, de intenso sabor terrigeno, inspirados en las vidas
modestas de los campos y del trabajo. No se ven alli los
esplendores de Aranjuez ni las elegancias palatinas,
9 el tipo recio del espafiol que vino a América con
s en las plazas de Navarra o de Murcia o.
sus pardas capas las mesetas castellanas.
alli el lujo ni la riqueza, pero si la verdad
la alegre belleza y el paisaje severo y el
de dignidad que es como la aureolawep AO ee
cada uno conforme a sus deseos, y a los derechos que
puedan respaldar esos deseos, es lo que nosotros he-
mos visto en la vida espafiola y lo que hacia ellos nos
atrae y lo que tenemos que esperar de ella en el por-
venir.
LA CONQUISTA DE AMERICA
Y cuando piensa uno en todas esas épicas hazafias
espafiolas a todo lo largo de las tierras de Europa, en
todo lo que hicieron con grandeza incomparable, por-
que hay que reconocerlo asi, los tercios espaiioles equi-
vocadamente dirigidos pero con heroismos ilimitados,
no puede menos de pensar en un caso extrano de la his-
toria de Espafia que es la epopeya de América.
El caso de América es singular. Porque, {quién con-
quist6é a América? {Fue acaso la corona de Espafia?
No. La corona de Espafia no se reservé sino la propie-
dad de esa América que estaban conquistando con
-arrojo y hearen va eta les los espafioles.
Perque fi
ay
de halcones cansados de miseria hosca y sombria”; un
mundo de muchachos, segundones sin fortuna, plebeyos
de todas las regiones de Espafia, pobres diablos que a
codazos se abrian campo en las fragiles carabelas que
yenian para América y que a! llegar aqui sentian tal
impulso de grandeza espafola y tales impetus de erea-
cién y tan gigantesca energia que creaban ellos solos
este imperio magnifico de que la corona espafiola no
se dio nunca cuenta.
Hay datos impresionantes sobre ese esfuerzo, A Co-
J6n se le dieron tres fla¢as embarcaciones para que
realizara la maxima aventura. Y al mismo tiempo, para
Jas bodas de la princesa Juana con un principe austria-
co, la corona espafiola alistaba ciento treinta barcos y
deslumbraba a Europa con el brillo de su magnificen-
SAS mientras para descubrir estas tierras se dona-
mucho bregar, 2.600 coronas, a la princesa
-daban 200.000 coronas de oro como dote.
) venian estos espaiioles més o menos igno-
ntes espafoles de lo que aqui se es-
donde estan los homenajes que alli—23—
cubrian de gloria intitilmente, y el Gran Capitan ren-
dia todos los corazones, y los generales que derrocha-
ban el heroismo en derrotas sucesivas volvian cargados
de honores y de titulos a la Corte de Espajia, y los cro-
nistas oficiales tocaban en su elogio todas las trompe-
tas de la fama, Y entre tanto por estas tierras, Hernan
Cortés y Balboa, Pizarro y Belaledzar, Pedro de Val-
divia y Pascual de Andagoya, Bastidas y Heredia,
Hernando de Soto y Pedro de Mendoza, Diego de Al-
magro y Jorge Robledo creaban una nueva Espana.
Creaban una nueva Espafia en un nuevo mundo y lo
hacian con una violencia que puede merecer muchas
censuras, pero que era una violencia creadora, porque
asi como se precipitaban a la lucha con ferocidad sin
limites, se daban integramente a las tierras que que-
rian conquistar y las poblaban y se fundian con ellas
y las dominaban, pero se hacian a la vez hijos y padres
de esta nueva Espana que este -creando y le daban
~~ 29 —
nunca supo qué hacer con ella. Porque sufrimos la mis-
ma suerte que sufrieron los paises de Hspafia; porque
se nos traté con el mismo criterio de que no hubiera li-
bertad ni autonomia ni independencia de la personali-
dad, sino lo que queria Felipe IJ, un pueblo silencioso
y sumiso, y asi se fue perdiendo América torpemente.
Uno de los fenémenos raros de la historia espafiola es
el de que estas independencias de los pueblos america-
nos no crearon nunca en Espaiia la emocién, el dolor,
la desesperacién que han debido crear. Marcelino Do-
mingo decia alguna vez: “América fue la tierra prome-
- tida al hombre de audacia; fue mds tarde la colonia
retenida, pero nunca fue la aspiracién meditada de un
Estado que comprende sus finalidades histéricas. Es-
pane habia gastado las energias en las locas empresas
afiola en la hora decisiva de la historia
dio cuenta de que més alla del mar te-
anoles estaban abriendo un campo de
rival en el mundo. Quisieron apro-
explotarlo en servicio de sus locas
ero lo ignoraron y lo fueron per-
al fin poco a poco, una regién— sy =
las voces proféticas y apasionadas y cortantes de hom-
bres como Pi y Margall, hubiera querido comprender
que habia errado el camino en América; que lo que ha-
bia podido ser para ella bienandanza extraordinaria, se
habia convertido en motivo de dolores y de vergiienza.
Y asi se perdié América.
Suele tener la historia crueldades singulares. Cuando
el genio espafiol culminé con la reconquista de su suelo,
con sus instituciones democraticas nacientes, sin du-
da deficientes atin, pero claramente orientadas en el
sentido de su destino, y con la-espléndida conquista
de América, lograda por el esfuerzo heroico del pueblo
espafiol, entonces, precisamente entonces, vinieron las
dinastias de origen y espiritu extranjero a torcer el
curso de la historia de Espafia y a enrumbarla hacia
cuatro siglos de derrotas. Lo que el geniv espafiol crea-
ba, la monarquia absoluta e incomprensiva lo destruia.
Las energias que en Espafia y América han podido
crear una obra no superabl p
et
LOS EXILADOS ESPANOLES
Y ahora, senores espafioles exilados, ahora tenemos
que por tercera vez corren por tierras americanas rios
de sangre espafiola. Corrieron primero en las épocas de
la conquista, fecundizando con la mas vivida audacia
estas tierras adormecidas. Y mas tarde, en la era de la
emancipacién, rios de sangre en nuestras luchas por
afirmar la libertad y la independencia y la autonomia
a que nosotros y vosotros teniamos derecho. Aqui la
tirania fernandina fusilaba a Caldas y a Camilo To-
rres y a Garcia Rovira. Pero al mismo tiempo fusilaba
en Espajia a don Juan Martin el Empecinado, come-
tiendo el mas infame acto de ingratitud que haya come-
tido monarca alguno, y fusilaba a Porlier y al general
Lacy, y fusilaba a Torrijos y a sus compafieros, y fusi-
aba a Mariana Pineda, y fusilaba a todos los que pe-
dia rti independencia y decoro. {Si se nos trata-
i criterio y se nos media por te mismo
habiamos emancipado, pero esa iil-
rica seguia sometida a la corona de
ciendo lo ie nosotros habiamos