Вы находитесь на странице: 1из 9
“UN CUERPO, CUERPOS...” Daniel Alvaro Como sefiala Jean-Luc Nancy desde sus primeros escri- tos sobre el cuerpo, nuestra tradicién entera, al menos desde Platén y el surgimiento del cristianismo, no concibe yoni siquiera imagina algo que no sea el “cuerpo significante”, es decir, el cuerpo sometido al orden del sentido. La inven- cién y permanente construccién del “cuerpo” a lo largo de la historia de Occidente se habria organizado a partir de una multiplicidad de discursos de origen muy diverso, princi- palmente a partir de discursos provenientes de la teologia, la filosofia, la teorfa politica, la semiologia, el psicoandlisis y la literatura. Puestas a un lado sus diferencias y las caracteris- ticas especificas que los definen, lo que conformaria el fondo comtin de estos discursos es una suerte de impotencia gene- ralizada y sistematica. Impotencia del discurso para pensar el cuerpo sin por ello significarlo. O dicho a la manera de Nancy: impotencia del discurso para hacer justicia a la evi- dencia del cuerpo, al aqui y ahora de nuestros cuerpos. Para hablar del cuerpo se necesita acaso un discurso completamente distinto. Uno capaz de hablar a partir del Daniel Atvaro cuerpo y no simplemente del cuerpo. Un discurso que antes de producir o dar sentido al cuerpo lo afecte en toda su ex- tensi6n y por lo tanto en su existencia misma. De ahi que la pregunta capital de Corpus, aquella a partir de la cual se arti- culan las sucesivas y variadas ocurrencias de este libro con- sagrado a la cuestién del cuerpo, sea la siguiente: “Como entonces tocar el cuerpo, en lugar de significarlo o de hacer- lo significar?”'. Empefiar la escritura y conducirla tan lejos como sea posible para responder a esta pregunta devenida exigencia, expresa con exactitud lo que segtin Nancy debe- ria ser un nuevo punto de partida para pensar el cuerpo. Lo que sobre todo no quiere decir pensar otro sentido, otro significado o una nueva interpretacién del cuerpo sino mas bien pensar el cuerpo como interrupcién del sentido. Tcuerpo es precisamente el limite del sentido: el ex- tremo més all4 del cual somos impotentes para articular un discurso con sentido. “«El cuerpo» es donde se pierde pie”®. Por eso mismo, para hablar o para escribir a partir del cuerpo, para darle y a su vez reconocerle el lugar que nunca habra tenido en el discurso, el sentido ha de ser abandonado a su propio exceso. Esta es toda la cuestién y el programa mismo de la escritura de un corpus. Ni relato, ni tratado, ni discurso, mas bien “haria falta un corpus: un catélogo en lugar de un logos”®. “Haria falta un corpus 1. Jean-Luc Nancy, Corpus, trad. P. Bulnes, Madrid, Arena Libros, 2003, p. 12. 2. Ibid, p14 3. bid, p. 43. i... ain “Un cuerpo, cHerpos...” de una infinita simplicidad: nomenclatura desperdigada de los cuerpos, lista de sus entradas, la recitacién misma enunciada desde ninguna parte, y ni siquiera enunciada, gino anunciada, registrada y repetida. Como si yo digo: boca, ufia, llaga, golpear, esperma, seno, ta- tuaje, comer, nervio, tocar, rodilla, fatiga...”*. Agotar el discurso en y por la escritura se presenta © un recurso contradictorio del pensamiento pie, vientre, aqui com para tocar el cuerpo. No para mostrarlo y menos aun para demostrarlo ya que el cuerpo es evidente, sino para exponerlo, para inscribirlo fuera del discurso. En princi- pio esto supone escribir el cuerpo hasta volverlo, segiin la palabra creada por Nancy, completamente “excrito”, es decir, ajeno a toda significaci6n, inscripcién, marca 0 escritura. Pues no hay interrupcién ni cesacién siquiera momenténea del sentido sin excripcién (sin abandono del texto sobre sus margenes), como tampoco hay excripcion sin escritura’. Paradéjicamente, resulta que para tocar el en su horizonte real o mate- que cuerpo, para pensarlo, pues, rial (mas alla de la oposicion materialismo/idealismo habria que persistir en Nancy viene a poner en cuestién), ja indefinidamente el acto de escritura, el mismo que lo alej de los cuerpos. Esta es la paradoja misma y la singulari- 4, Ibid, p46. ; : Lo 4. Gabe la implicaién reciproca entre los conceptos de “escritura” y “exciPy 5 par, wéase Jean-Luc Nancy, “Lo excrito”, en Un pensamiento iit, trad. J.C. horeno Romo, Barcelona, Anthropos, 2002, pp. 39-46 a Daaviel Aton euerpoy no simplemente del cuerpo, Un : “i : » Un disciNG que de producie o dar sentido al cuerpo lo alecte wn gen afecte en tod, ensi 4 a 0 tensidn y por lo tanto en su existencia misma, De al MU ox. 4. De ahi que a pregunta capital de Corpus, aquella a partir de la cual tal se arti- culan las sucesivas y variadas ocurrencias de este fk 7 7 este libro con. sagrado a la cuestién del cuerpo, sea la siguiente: “Cin, nie ‘ © "Como entonces tocar el cuerpo, en lugar de significarlo 0 de hace cure lo significar?”!. Empefiar la escritura y conducirla tan lejos " fan lejos como sea posible para responder a esta pregunta devenida exigencia, expresa con exactitud lo que segin Nancy debe ria ser un nuevo punto de partida para pensar el cuerpo. Lo que sobre todo no quiere decir pensar otro sentido, otro significado o una nueva interpretacién del cuerpo sino mas bien pensar el cuerpo como interrupcién del sentido. FCuerpo es precisamente el limite del sentido: el ex- tremo més alla del cual somos impotentes para articular un discurso con sentido. “«El cuerpo» es donde se pierde pie”. Por eso mismo, para hablar o para escribir a partir del cuerpo, para darle y a su vez reconocerle el lugar que nunca habré tenido en el discurso, el sentido ha de ser abandonado a su propio exceso. Esta es toda la cuestion y el programa mismo de la escritura de un corpus. Ni relato, ni tratado, ni discurso, mas bien “haria falta un corpus: un catdlogo en lugar de un logos”®. “Haria falta un corpus 1. Jean-Luc Nancy, Corpus, trad. P. Bulnes, Madrid, Arena Libros, 2003, p. 12 2. Ibid, p. 14. 3. Ibid, p. 43. tin cuerpo, cuerpo” | pomenclatura desperdigada na infinite pimplicida de Om syerpos, lista de sus entradas, la recitacién misma de los » lista ; unciada desde ninguna parte, enwncit ada, registrada y repetida. Como si yo digo: boca, uf, Haga, golpear, esperma, seno, ta- y ni siquiera enunciada, sino anunci pie, vientre, aqui como para tocar el para demostrarlo exponerlo, para inscril pio esto supone escribir el cuerpo hasta volverlo, segun la palabra creada por Nancy, completamente “excrito”, es decir, ajeno a toda significacién, inscripcién, marca 0 escritura. Pues no hay interrupcién ni cesacién siquiera momentanea del sentido sin excripcién (sin abandono del texto sobre sus margenes), como tampoco hay excripcién icamente, resulta que para tocar el en su horizonte real 0 mate- que cuerpo. No para mostrarlo y menos ain ya que el cuerpo es evidente, sino para irlo fuera del discurso. En princi- sin escritura’. Parad cuerpo, para pensarlo, pues, rial (més alla de la oposicion materialismo/idealismo Nancy viene a poner en cuestion), habria que persistir en el acto de escritura, el mismo que lo aleja indefinidamente de los cuerpos. Esta es la paradoja misma y la singulari- 4. Pid PAB sa recip ‘pre la iplicaci a < 5. Sobre Aue Jean-Luc Nancy, “Lo excrito en ye erno, Barcelona, Anthropos, 2002, Pl tre los conceptos de “escritura” y “excripy ry ‘Un pensamientofiito, trad. J.C. 5p. 39-46. 55 Daniel leary dad de lo que Nancy tama “el tocar” ( tacto que aqui refiere al toque de eserit, =o cuerpo es “excrito” en el discurso, er). Tovar g escritura por » T cual : al el Pero que en un sentig, lo L cual u cu ; fal Un cuerpo toc, eTpo y es tocado por éste a su vez. PO toca otro En el discurso de Nancy, més amplio refiere al acto por e tocar es si imi lempre tocar i ir Ur limite. Lo que se toca nunca es la “cosa misma” si in sino su limite 0 su borde, la linea divisoria e indivisible entr adentro y un afuera. Cada vez. que se toca lo que se aa un limite aun si por definicién éste es lo propiamente a Presentable de la presentacién misma. En una palabra, el limite es lo intocable. Tocable pero intocable. Tocable pero en modo alguno identificable o apropiable. Otro modo de decir que lo que se toca debe permanecer extrafio (retira- do, alejado, espaciado: son algunos de los términos ui zados por Nancy) en el contacto pero también y por eso mismo al contacto. A propésito de esta légica paraddjica 0 de esta “pato-légica”, Jacques Derrida escribe: “El objeto, la cosa de Io tocable, es lo intocable. Lo tocable es lo que es imposible de tocar (alcanzar, violar, violentar en su in- accesible inmunidad, en su indemnidad)”*. Lo intocable, aqui, remite a la discrecién y a la reserva, al pudor y més concretamente al tacto. Al tacto 0 al sentido del tacto que hay que tener para “tocar sin tocar”: para poder o saber tocar sin tocar demasiado, ni demasiado poco’. La medida 6. Le toucher, Jean-Luc Nancy, Paris, Galilée, 2000, p. 122. 7. Ibid, p. BL 3s. : — | cru cuerpo, CHETPOS un tacto o de un toque que se ofre- andose de lo que toc acaso sea inconmensurable y sin justo, de : a en el preciso tandose, retiré ue 10 toca, sastante en 1 : : ino no se 2 puede SBNOTST Esta medi a “firma a un mismo tiempo el contacto ¥ el paracién y la proximidad que siempre car, En este ida, sin medida reconocible, la se] aparecen yinculadas en el acto mismo de to sentido, “tocar Jo intocable” es una proposicion que en los textos de Nancy funciona a la manera de una prescripcion 9 de una responsabilidad, podria decirse incluso a la ma- vera de un imperativo ético por el que se intenta resistir al deseo de “apropiaciOn” de lo otro, del otro, del limite del no-contactOr, otro cuerpo. Nada parece menos sustraido a la posibilidad del tacto, ala posibilidad de tocar y de ser tocado, que un cuerpo. Lo le un cuerpo (de un cuerpo cada vez singu- con caracteristicas que lo distinguen del to” con caracteristico dé lar y por lo tanto resto de los cuerpos) es estar expuesto al “con-tac! {Al punto que antes de poder realizar la Jos otros cuerpos. incluso acerca rmacion acerca del cuerpo, del ast llamado “cuerpo propio”, habria que emperor por dencia de esta ex-posicion de los cuerpos cual ningin cuerpo seria lo que es. Un cust gularidad, la fuerza y 1a di una diferencia en la medida en pos, y es a existencia mas minima afi rendirse a la evi entre si sin la : po dice la sin ferencia que cada cuerpo es. Un cuerpo es rencia del resto de los cuer} s heterogéneos lo que que se dife a coexistencia de los cuerpo’ plural 0 ee ae Daniel Alvaro hace de todos y cada uno algo singular e j , irre Singular, pues, porque irremplazable y finit - son “infinitamente finitos”, _ _ \Plazable. 7 yla muerte) como aquello a lo que se ex i oun la modalidad de un “reparto” (Partage) ii nnen Asimismo, los cuerpos comparten un mundo, un to lugar en comin o un espacio de existencia “Nang i mn a afirmar que “el cuerpo da lugar a la anes se nada de esto es esencialmente extrafio al ser finito. a x puede decir que los cuerpos son ellos mismos ieee e existencia, es precisamente porque exponiéndose los unos a los otros hacen la experiencia de su finitud constitutiva. Un cuerpo aislado, incomunicado con el mundo de los cuerpos, ya no seria asimilable a lo que Nancy entiende por “un cuerpo”. Bajo la figura improbable de un cuerpo sin afuera, sin relacién con ninguna otra cosa mas que consigo mismo, sélo volverian a encontrarse las ya conocidas representaciones filoséficas y teoldgicas de lo absolutamente intocable: individuo-sujeto 0 Dios. Ya se trate, en efecto, de esta figura emblematica del ser aislado que es el individuo moderno, cuyo cuerpo completamente cerrado en si mismo hace abstraccién de todo y de todos los demas, o se trate de Dios, cuyo cuerpo —por lo menos en Ia tradicion cristiana que bajo todas sus formas Nancy Hama a deconstruir-, no es “cuerpo” sino de la “encarna- 8. Jean-Luc Nancy, Corpus, trad. Un cuerpo, cHeTPOS: arx egeneto), eS decir, tum est ~ logos s jad, sin forma, sin sum caro factum est oa 4 sin lugar, sin exterior! ‘e este o aquel modo particular de e est a jue de “10 a se trate di wa’ 8 materia”, ificar el CueFP lo qui wn cuerpos intocables en 30) 9 tocan ni pueden ser tocados, ‘ sin exposicién. En defini- e estos pensamientos piensan entido estricto, cueTpos que Jo que equivale a decir: gar, sin espacio, distinto de un cuerpo y de los cuerpos en to, o incluso opuesto, ya que si un cuerpo y ha de tenerlo puesto que un cuerpo en lo tiene solamente ahi, en la cuerpos sin lu tiva, algo MUY general. Distin wtiene lugar”, primer lugar es extension, exposicién que lo abre al mundo de los cuerpos. En suma, para Nancy el cuerpo seria eso: lo abierto y lo expuesto. tanto: pero no es la puesta ante la vista de lo “Expuesto, por encerrado. Aqui, la exposicion que primero estuvo oculto, es el ser mismo (léase: el existir). O todavia mejor: si el ser, en cuanto sujeto, tiene por esencia la autopo' en tanto que tal, por esencia y ex = cuerpo. El cuerpo sicién, aqui la autoposicién es ella misma, por estructura, la exposicion. Aut es el ser-expuesto del ser”. (7 Por vias y accesos diferentes, el cuerpo se auto-ex-pone El riesgo que la expo- a.un riesgo inevitable y necesario. 9. bid, p. 107, Sobre las representaciones del cuerpo de Dios ene} dogma cris- tiano, yen particular sobre el sentido determinante de la encarnacion “USN no; ¥ Siltera occidental, vase ademés de Corpus, pp. 49-54, Jean-Luc Naney: Pe Déclosion (Deconstruction du christianisme, 1), Pari, Galilée, 2005, en, especial el capitulo titulado “Verbumt caro factum”, pp. 125-128. 40. Jean-Luc Nancy, Corpus, trad. ct. pp. 29-30 59 for ram sy acceass Sat Ce > J Geen US con Ay mecerrir, EC range raat ea " a jicién supone es el que representa para veuee ns sencia extrafia del otro cuerpo, ere ony ola del cu Pola pre. : er tranjero, 0 . Po diferey i intruso", La amenaza siempre | nte, ex. atente que un cuerpo representa am ro pera Par tro envi ra bien, de pensar el cuerpo bajo una el oad ria a la exposicién, imaginando que algo me eee sible, se anularia al instante hasta la mas are ce ‘e amenaza exterior (amenaza de contagio y ars nacién, de vulneraci i ‘ ‘ So do acre idea et Lae mee e se anularia también toda verdadera re mains : lidad de rela- cién entre los cuerpos. La relacién con el otro, con todos los otros y no solamente con otros cuerpos “humanos”, es indisociable de esta ambivalencia constitutiva del exis- tir que nos hace ser lo que somos: cuerpos numerosos, ¢s- paciados, enfrentados y afrontados, gozosos y sufrientes, cuerpos impropios, intrusados, politicos de un extremo al otro, Desde uno de sus aspectos, y no el menos signifi- cativo, lo que estos anlisis plantean son nuevos desafios para un pensamiento de la comunidad. El énfasis pues- to por Nancy en el caracter ambivalente de la relacion con el otro, pone de manifiesto que para extender el and- lisis de la “comunidad”, 0 de lo que mas recientemente pudo lamarse la experiencia del “estar-en-comuin”, hax Sle Nancy, El intruso, trad. M. Martinez, Buenos Aires, Amorrorti usm erp, CHETPO exposicion desde un en- Ja logica de la a consideracion a los cuerPos en su di- esta inextricablemente rada a la existencia de OfF0S cuerpos, en el sentido erpo siempre esta e comunidad de cuerpo: que si “somos”, somos xpuesto a una “multi- na” ona “C 5”, Esto quiere decir veg” mas que con OtfOs, on los otros y expuestos juntos, Aqui, con y entre no son categorias mediadoras ni mera- mente descriptivas; masa ni una concentra gj Nancy se sirve de estas plantear y hacer patente el li que no s€ Jos unos C entre nosotros. con ellas no se trata de retratar una cién de cuerpos indiferenciados. expresiones es justamente para mite del cuerpo, y mas en 12 La “cvestion de la comunidad” es una problemética central y una de las Be mayor acance en el pensamiento de Nancy. ¥3 6” quella primera pub oe vow consagrada a esta tematica, La Communauté désceuvrée (Paris, Christian Bourgois, 1986) (trad. La comunidad inoperante, trad. J. M. Garrido, Santiago Be Chile, LOM/ARCIS, 2000], se hacia senti la rnecesidad de arribar a otf cammiento del “cuerpo”. Una necesidad casi idéntica 5° PIS de manifiesto algunas de las publicaciones posteriores en las ‘Nancy retomé el and- Tis de la pregunta por la comunidad: me refer principalmente al volumen ee en olsboracién con Jean-Christophe Bailly, Ut ‘Comparution. Politique & Eire singulier pluriel (Paris, Galilée, enir (Paris, Christian Bourgois, 1991) ¥ @ $996) (trad, Ser singular plural, trad. A. Tudele ‘Sancho, Madrid, Arena Libros, 2006}. Sin embargo, en estos libros, la ‘vineulacién entre “cuerpo” y “comu: wide” solo fue tratada de forma tangencial quedando la mayor parte de las vices desplazada del andlisis. Bs en ciertos pasts ide Corpus y en articulos y wetrevistas recientes donde se articula de 0 vmodo mas explicito la estrecha sclacidn tantas veces mentada pero NUNC ‘yerdaderamente tematizada entre in”. Un bello texto que toca ésta Y sao al debate contemporaneo sobre lo cor: orad es el de Ménica B. Cragnolin, "18 comunidad de Nancy: entre la im: ahilidad de representacién y e silencio”, ¢” Jean-Luc Nancy La comunidad P yrentada, trad. J. M. Garsido, Buenos ‘Aires, La Cebra, 2007. Dantel Atvaro concreto el limite que un cuerpo rey Presey cuerpo desde el punto de vista del “ comtin, 0 estar juntos, nt Para otro ‘afecto”; y atin mas sim, oes Plemente nera mds directa, estar entre varios (étre 4 ; a estar en el afecto: ser afectado y afectar. Es star en, de ma. Plusieurs), es Ser tocado y as ccién, el en. cuentro y la colisién- es la modalidad fundamental ~ el afecto. Ahora bien, lo que el tocar toca es el limite: el I mite del otro del otro cuerpo, dado que el otro es el = cuerpo, es decir lo impenetrable (penetrable unicamente a través de la herida, no penetrable en la relacién sexual ®s tocar. El ‘contacto’ ~Ia contigiiidad, la fri en que la ‘penetracién’ es nada mas un tocar que empuja el limite més all4). Toda la cuestién del co-estar reside en la relacién con el limite: ycdmo tocarlo y ser tocado sin violarlo?”". El limite de un cuerpo, aquello que de un cuerpo se da y se retira al tacto, es la piel. Y es a través de este limite -la piel misma~ que un cuerpo entra en contacto consigo mismo y con los otros cuerpos. La piel es la superficie, y en consecuencia, lo expuesto de un cuerpo. Por esta ra- z6n Nancy puede afirmar que sélo a través de la piel un cuerpo puede tocar y ser tocado: “El cuerpo, la piel: todo el resto es literatura anatémica, fisiolégica y médica. [--] Mas la verdad, es la piel. Est en la piel, hace piel: auténti- ca extensién expuesta, completamente orientada al afuera 13, “Entre poder y fe”, entrevista de JL. Nancy y J. M. Garrido, en Jean-Luc Nancy, La comunidad enfrentada, trad. cit, p. 51. | | | | | | | Un cuerpo, CHENPOS." sempo que envoltorio del adentro, del saco leno a humedad. La piel toca y se gn los textos en los que Nancy aborda la cuestién del querpo hay alusiones a Platén, Santo Tomés, Spinoza, Kent, Husserl, MerleauPonty y Heidegger entre otros, junque Ia mayor parte de sus andlisis se centran en las bras de Aristoteles y Descartes. Hecho que tal vez pue- de explicarse por razones vinculadas a la historia de la formulacién de la pregunta por el cuerpo en la tradicién filos6fica occidental. Segiin Nancy, la pregunta por el cuerpo esté ligada desde su génesis a la clasica dualidad entre el cuerpo y el alma de cufio platnico-cristiano; dualidad hasta tal punto decisiva en la configuracién de los discursos occidentales que ain hoy parece dificil pensar el “cuerpo” sin oponerlo del modo més natural al “alma” o al “espiritu”. En prin- scion cipio, para Nancy se trata de deconstruir esta opos cen todos los discursos que de una u otra forma participan de este modo de pensar la cuestién. Sin embargo, también onoce al interior de la tradicién andlisis célebres como rect Spinoza y Descartes, los de Aristételes, Santo Tomas, donde la “diferencia” entre el cuerpo ¥ el alma podria ser interpretada de modo muy distinto que como une simple 1u. Jean-Luc Nancy, “58 indicios sobre el cuerpo”, en esta edicién p. 32, 63 Danie! Alvaro opesicién. Refiriéndose a estos pensad Nancy afirma lo siguiente: “...por my ores en su co pueda parecer, el alma en todas estas fren tradicién no representa otra c todo el cuerpo fuera de si, njunto, lent aS estas ‘figuras’ den ‘05a te que este we el cuerpo, pero ane te Oeste otro que ood el cuerpo ae 8 si mismo y en si mismo, por estructura’ a Con ia Palabra “alma”, més alla de cualquier co tacion crlttane, Nancy’ designa el cuerpo fuera de a dsj in cote pers yretn athe Premisa fundamental que Nancy reconoce activa o latente en los textos de los auto- tes mencionados: desde el momento en que se los concibe articulados 0 en relaci6n, el cuerpo ya no seria esencialmente distinto del alma, ni el alma, como suele pensarse, “otro cuerpo” (ni siquiera “espiritual”) distinto del cuerpo. Puntualmente lo que Nancy plantea es que cuando el cuerpo siente 0 se siente, cuando “se siente sentir” (por ejemplo, cuando se toca a si mismo), lo hace necesaria- mente con relacién al exterior. Cuando un cuerpo se siente a si mismo, se siente desde el exterior, desde afuera, no se siente ni se toca desde adentro, y esto por el hecho in- contestable de que el cuerpo es para si mismo un afuera. Sentirse 0 tocarse ~"sentirse sentiente”, dice Nancy para- fraseando a Aristételes- indica precisamente la relacién consigo mismo de un ser fuera de si. “Cuerpo quiere decir 15. Jean-Luc Nancy, Corpus, trad. cit, p. 98. un cuerpo, cHerpOs” 1 alma que se siente cuerpo. O: el alma ee suerpo. Podriamos decirlo con de términos: el cuerpo es el ego que se siente Podriamos decirlo tomando todas las figuras de crear jdad consigo misma frente a Ja exterioridad: el 2 ae siente espacio, la necesidad que se siente ae el sexo que se siente otro sexo. La formula 0 seria: el dentro que se siente exactal : oe nombre del sentir del ci eel otras parejas tiem contingencia, que resume este pensamient ne fuera’ Es quizés en la lectura que Nancy hace de Descartes donde se hace mas explicita esta idea de una unidad singular, ni dual ni monista, de un ser fuera de si. Con- eretamente, el anilisis toma como punto de partida el modo singular en que Descartes llega a concebir la “unién sustancial” entre la cosa extensa y la cosa pensante. Desde Ja concepcién cartesiana, la unién del cuerpo y el alma constituye una evidencia tan fuerte como la de cada una de las sustancias por separado, aunque se diferencia de éstas por un hecho determinante que Nancy convierte en leit motiv de su propio andlisis, a saber, que la evidencia de launién, en lugar de pensarse o de imaginarse, s6lo puede “experimentarse”. Dicho de otro modo, la union del alma y el cuerpo sélo es accesible para quien la experimenta por medio de un “sentir”. En la que se experimenta en si mismo interpretacién que hace Nancy de la unién sustancial, lo 16. bid, p. 105. Daniel Alvaro es la relacion o la articulacion entre dos cosas (res) que pro- piamente hablando no se tocan -las sustancias son impe- netrables- y que sin embargo se afectan reciprocamente: el alma se extiende y el cuerpo se emociona. Entre el alma y el cuerpo “hay toque”, “contacto entre dos intactos”1” por el cual lo corporal se vuelve incorporal y viceversa. En la uni6n, el cuerpo y el alma no se complementan ni se colman sino que se comunican, y este comunicarse, que a su manera es también un contactarse, constituye la expe- riencia de sentirse. Todo el andlisis de Nancy acerca de la unidad de un ser ofrecido al exterior, indistintamente vuelto sobre el mun- do y vuelto sobre si, esta comprendido en la experiencia de sentirse, la cual no es otra que la experiencia de un cuerpo expuesto al afuera, es decir, expuesto a si mismo y a los otros cuerpos con los que comparte la existencia. De lo que se trataria en ultima instancia es de la posibilidad de concebir la existencia de un cuerpo en cuanto tal. Y para ello, en primer lugar habria que pensar lo que quiere decir “sentirse una existencia”, Pero se comprende en seguida ~he aqui todo el problema de un discurso sobre el cuerpo- que no basta con pensarlo, hay que experimentarlo, y eso, necesariamente, es lo que en el texto se queda sin lugar. 7 teens ee Jean-Luc Nancy, “Extensién del alma”, en esta edicién p. 44. 66

Вам также может понравиться