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Gabriela Dávila Viernes 16 de diciembre de 2016

Historia de los Lenguajes Combinados en América Latina UNA

Nombre: Gabriela Dávila


Instituto: Universidad Nacional de las Artes
Materia: Historia de los Lenguajes Combinados en América Latina
Profesor: Dr. Claudio Ongaro

Maestría en Lenguajes Artísticos Combinados

“La Ekeka”
Colectivo Mujeres Creando, protagonizada por Emiliana Quispe
Lugar: Feria de Alasitas, La Paz, Bolivia, 2014
Link: https://www.youtube.com/watch?v=4EmLwzfzp6s&feature=youtu.be
(minuto 25:24 al 32:30)

Imagen tomada de la página oficial del Colectivo Mujeres Creando


http://www.mujerescreando.org/

Introducción
En la historia del arte han ocurrido cambios en las artes visuales, los de mayor importancia
serían los cambios que se han llevado desde lo visual a lo conceptual y la diversidad de sus
manifestaciones artísticas que llevan a un pluralismo donde pueden coexistir la equiparidad
social y cultural, las cuales ayudan a analizar y comprender la visión de las artes visuales en la
actualidad y que a la vez replantean los ideales latinoamericanos. Acha cree que es mejor
promover la pluralidad y no anularla, es decir fomentar las diversidades humanas que
enriquecen culturalmente a la sociedad, por lo tanto este cambio se dirige hacia sociedades
pluralistas que tanto su ámbito cultural como artístico conllevan a una convivencia planetaria y
a un desligamiento socio-económico, que permitirá visualizar pautas en las artes visuales en
Latinoamérica para redefinir el arte, el cual es idea, la misma que revela realidades
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insospechadas e imaginaciones realizables 1 , es decir que al renovar a esta idea de arte será
posible una definición nueva que contribuya a una nueva visión para cambiar el mundo. Sin
embargo al hablar de una redefinición del arte y de una independencia cultural, el autor no
refiere a anular el mestizaje que existe en América Latina sino mas bien a eliminar la
mentalidad colonial que interviene y que permite cierta noción de dominación por lo foráneo. El
latinoamericano requiere de esta medida para redefinirse a sí mismo donde tanto su mente como
su sensibilidad, con respecto a su realidad histórica y sus aspiraciones, puedan ser capaces de
aceptar su mestizaje y lidiar con éste desde un pensamiento descolonizado.

En época de la conquista, las estéticas autóctonas fueron desplazadas y en su lugar se


impusieron a las ibéricas, intentando el completo desalojo de las primeras. Luego en época de la
república, se adoptaron las de los países de occidente más avanzados superando a las
conquistadoras. Surgieron pues tres importantes cambios en América según Acha: el primero,
viene desde el precolombino a la Colonia; el segundo, de la Colonia a la república; y por último
el de 1950 ya que en ese tiempo llegó la era tecnológica la cual causó empobrecimiento del
campo lo que formó cinturones de miseria en las ciudades principales afectando el panorama
estético mundial y local.

Todos estos cambios sucedieron de forma acelerada, explica Acha, e influyó a que en la
actualidad las estéticas hegemónicas de América no puedan asimilar a las culturas hegemónicas
occidentales que ya tenían un orden de valores estéticos ya establecidos con respecto a los
conocimientos y sentimientos mágico-religiosos, que regían su vida diaria. Los incas y los
aztecas, también se regían a partir de sistemas de valores, pero a diferencia del occidental, se
sometían por la imponencia de la naturaleza, y la mitología estaba presente también en su vida
cotidiana, el uso de amuletos tenían fines prácticos como el de la fertilidad o para fines
curativos. La conquista de occidente impuso la religión católica a los pueblos autóctonos y con
esto toda su mitología fue reemplazada por el culto cristiano, con más éxito en los grupos
hegemónicos que en los grupos populares. A estas imposiciones se les debe sumar el del
idioma, así como también el de la raza, que se consideraba superior. Creando un clima de
aborrecimiento de lo indígena y mirando únicamente hacia Occidente.

El presente análisis aborda la historia de la festividad de Alasitas y los cambios que sufrió la
feria cuando llegaron los españoles hasta la actualidad, así como también del mestizaje que
sufrió el Ekeko y la feminización de esta deidad que propone el colectivo feminista “Mujeres
Creando”.

1 Juan Acha: “Hacia una teoría americana del arte”, p. 54.


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Análisis de “La Ekeka”

Historia de la feria de Alasitas

Imagen tomada de: “Un encuentro con el ‘Dios de la Abundancia’ en la feria de Alasitas”
http://jornadanet.com/Hemeroteca/n.php?a=72788-1&f=20120125

Alasitas es una feria que se realiza en la actualidad en varias ciudades andinas de Bolivia, Perú
y Ecuador. La que toma lugar en la ciudad de La Paz es la más importante. Todos los años cada
24 de enero los vecinos paceños rinden culto al Ekeko, el dios de la abundancia, para esto
compran en la feria las miniaturas de los bienes que quieren recibir a lo largo de ese año.

Antes de la llegada de los españoles a América, se realizaba una festividad para celebrar a esta
deidad; los pueblos confeccionaban y canjeaban miniaturas de varios artículos, ya sean
alimentos, tejidos u objetos cotidianos que ofrecían al dios Ekeko para evitar su enojo. Este
sistema de intercambio tenía el nombre de Alasitas, que no es más que una celebración que
realizaban los pueblos para pedir y agradecer a la naturaleza por lo que se les ha dado y lo que
se les dará.

Cuando llegaron los conquistadores españoles a América, el culto hacia esta deidad continuó,
pero cuando se prohibieron confeccionar e idolatrar a figuras pertenecientes a las culturas
originarias gracias a la Santa Inquisición en 1570, se dio como resultado el fin de la feria de
Alasitas, sin embargo el culto hacia el Ekeko perduró pero desde el interior del hogar. Varias
deidades de los pueblos indígenas fueron sustituidos por los católicos, provocando que varias de
las festividades traídas de Occidente se fueran adecuando con respecto a las andinas.

Durante ocho meses en el año de 1871, se dio en La Paz un levantamiento revolucionario de


80.000 indígenas, protagonizado por Tupac Amarú, que consistió sobretodo en el cercamiento
para impedir que llegara alimento a la ciudad. Cuenta la leyenda que uno de los hombres de
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Amarú tenía a su amor en la ciudad, éste le proporcionó la figura del Ekeko, y gracias a este
gesto ella y su patrona pudieron resistir la falta de alimento en la ciudad ya que el ídolo les
proporcionaba suficiente comida para ambas.

Luego de que se venciera a Amarú gracias a la ayuda de los mestizos, las autoridades de la
ciudad se enteraron de la ayuda del alimento que otorgó el Ekeko, y para el año de 1873 se
restauró la celebración hacia esta deidad, por lo tanto también a la feria de Alasitas que fue
trasladada al 24 de enero que coincide con la veneración de Nuestra Señora de La Paz. Desde
ese entonces, la feria ha perdurado hasta la actualidad, siendo para el ámbito rural importante a
razón de una buena cosecha de productos y para el urbano la necesidad de protección y
adquisición de bienes materiales.

El Ekeko y su mestizaje

Imagen tomada de: Espíritu de la fuerza ancestral: Ekeko


http://www.caminantesdelosandes.org/temas/El%20Ekeko/EKEKO.htm

El Ekeko es una divinidad que ha sufrido varios cambios con el paso del tiempo, pero que
debido a la tradición oral y a la constancia de la feria de Alasitas se ha mantenido viva esta
tradición. El Ekeko otorga abundancia cuando se lo venera, por lo tanto su celebración estaba
vinculada al tiempo de siembra y durante el periodo de cosecha.

En tiempos anteriores a la Conquista el Ekeko era una figura antropomorfa masculina y desnuda
esculpida o tallada en piedra, su tamaño podía variar, se lo representaba con una joroba, en
algunos casos no llevaba nada en sus manos y en otros portaba maíz. En varias ocasiones la
cultura Aymara lo ha relacionado con hake-aku (“hombre de harina”), hijo bastardo del dios
Wiracocha2 (Dios Creador, Sol o Thunupa)3.

Durante la conquista española, la Iglesia Católica intentó sin éxito erradicar el culto al dios
Ekeko, debido a que existía menosprecio por las imágenes autóctonas, sin embargo surgieron

2 Carolina Circosta: “Miniaturas, wakas e identidad en el festejo de Alasitas: análisis de un caso en la Ciudad de
Buenos Aires”, p. 276.
3 Carlos Choque: “Cosmovisión Aymara” en http://cosmosionaymara.blogspot.com.ar/ (Fecha de consulta: 26

de julio de 2016)
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algunas transformaciones en esta figura: sus vestimentas y sus rasgos cambiaron por el de un
hombre mestizo; a la joroba se la reemplazó por un enorme saco lleno de objetos; y el maíz que
cargaba en sus manos fue suplantado por dinero u otros bienes materiales, objetos occidentales.
Realizándose por lo tanto un cruce entre los pueblos originarios y los colonizadores. Se dice que
para que esta divinidad cumpla con los deseos del hogar, hay que hacerlo fumar, se debe colocar
un tabaco encendido en su boca, caso contrario puede atraer la desgracia.

Imagen tomada de: El Ekeko


http://www.cuco.com.ar/ekeko.htm

La Ekeka
La illa4 del Ekeko, para Mujeres Creando (colectivo feminista boliviano), representa al hombre
como cabeza de familia y proveedor de abundancia; y a partir de esa idea, el colectivo boliviano
feminiza a la figura de esta deidad para convertirla mas bien en una portadora de felicidad y
esperanza. Por medio de un performance, una mujer con vestimenta típica Aymara abandona al
Ekeko, una illa típica mestizada muy pequeña de esta deidad, y le dice que ella fue siempre la
Ekeka, le quita todos los objetos que éste posee para ser ella quien carga con todas las
pertenencias, luego se dirige hacia la feria de Alasitas para proveer bienes, ya sean tangibles o
no, a quien se lo pida, de esta manera el Ekeko se transforma en una figura femenina portadora
de libertad. María Galindo indica que la illa del Ekeko es machista e impostor y que la que ha
cargado con todo ha sido siempre la mujer, por lo tanto optan por su transformación hacia la
Ekeka, una deidad femenina.

Una estética de lo americano, dice Kusch, parte de una vivencia del artista, de un sustrato vital
que se va a traducir a una obra como cosa5, y es justamente en ese viaje que se da lo tenebroso,

4 Nota: Illa se refiere a talismanes o amuletos cuya función es la de la protección de bienes y del bienestar.
Tomado de: “Illa Aymara”, Bolivia indígena en http://boliviaindigena.blogspot.com.ar/2008/01/illa-
aymara.html (Fecha de consulta: 23 de julio de 2016)
5 Rodolfo Kusch: “Anotaciones para una Estética de lo Americano”, p. 2.
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es decir que se encuentra en el proceso artístico donde se inscribe lo vital que es convertido
luego en una cosa para ser parte del mundo. Lo tenebroso es la transición de la oscuridad hacia
la luz y está en el momento en que el arte se fija y se contiene en lo social. Se puede considerar
por lo tanto como la producción que un artista ha realizado a partir de algún cuestionamiento de
un determinado grupo social al cual pertenece, ya que este último es lo que más peso tiene en
dicha producción.

Se feminiza a la figura del Ekeko para llevarla a la conciencia colectiva y realizar nuevos
cuestionamientos al grupo social en el cual se inscribe la deidad, se da lo tenebroso a medida en
que surgen preguntas de la vida cotidiana de una mujer paceña, y que el colectivo de Mujeres
Creando intentan evidenciar su sometimiento frente al hombre, para que la deidad pueda otorgar
libertad a toda aquella que sea agredida o que busca cambiar su suerte. Kusch afirma que “el
sentido de una obra no se agota con el autor sino con el pueblo que la absorbe”6, el pueblo
como tercera dimensión dice Kusch, es el que da sentido a una obra, y en este caso los
pobladores de La Paz dan sentido a La Ekeka, la cual es aceptada por la sociedad en la que se
inscribe, aludiendo a lo que ocurre en la actualidad en ese país.

Lo monstruoso en el arte indígena es el diálogo entre lo humano y lo inhumano, entre el hombre


y el espacio como cosa, que además de ser mágico y de contener dioses y demonios, encierra la
posibilidad de aniquilación del primero. Es decir que el artista indígena antes de la colonización,
realizaba sus creaciones a partir del enfrentamiento entre estos dos mundos, contemplando en
cada detalle de sus obras la posibilidad de sobrevivencia ante el espacio-cosa. En este sentido
hay una diferencia con respecto a la cultura de Occidente, porque para el hombre occidental el
espacio no se consideraba como un espacio lleno, así como lo considera el indígena, sino que se
pensaba mas bien como uno vacío.

La deidad del Ekeko, al igual que otras figuras de divinidades de las culturas precolombinas,
nace a partir del enfrentamiento entre lo humano y el espacio inhumano, como dador de
abundancia y fertilidad pero también como dador de malos augurios (si no se le venera como
corresponde), es una figura que el indígena crea como estructura, obra funcional, entre lo
humano y el espacio-cosa para sobrevivir ante las adversidades del espacio mágico en el que
está sumergido. El arte indígena surge a partir del espanto del ser humano, no individual sino
colectivo, hacia el espacio habitado por estos seres mágicos.

El espacio en América y la presencia de lo inhumano que habita en él llevan a las culturas


indígenas a su vivir y a su obrar diario en función de ese espacio. Este convivir con respecto al
espacio-cosa es para el indígena más que nada una sobrevivencia de su especie, por lo tanto se

6 Rodolfo Kusch: “Dos Reflexiones sobre la cultura”, p. 207.


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piensa primordialmente de manera colectiva antes que de forma individual. El cultivo para estas
culturas precolombinas podría considerarse como la armonía entre ambos mundos, el físico y el
espiritual, y a su vez con la magia que enlaza lo humano con lo inhumano.

Siendo el Ekeko el protector de esta abundancia alimenticia, y que por lo general se lo ha visto
representado con la planta del maíz tallada o esculpida en una de sus manos en las illas
precolombinas, los indígenas lo han invocado para que cuidase sus cultivos en dos momentos
importantes: el de la siembra y el de la cosecha. La organización agraria en estas culturas están
conformadas como soluciones en función de la comunidad, por lo tanto nada es individualista,
de esta manera se enfrentan a las adversidades de la naturaleza, hacia el espacio-cosa, es una
supervivencia constante.

El arte indígena es bidimensional dice Kusch, en él se conjura al espacio-cosa, lo mágico está en


las estructuras o instrumentos creados por esta cultura, y su hacer es considerado como un ritual,
porque para ellos toda actividad realizada en la vida diaria se rige a partir del espanto hacia el
mundo inhumano de la naturaleza. Por lo tanto “(…) el primer elemento del arte indígena es el
del plano tomado primordialmente como muralla expresiva, que en segundo término, hace la
función de pantalla mágica con la que se conjura la real realidad del espacio-cosa hostil de
América”7. Este arte es principalmente de conjuración, su bidimensionalidad nace con respecto
a la relación entre ambos mundos, funciona como mediador, como una pantalla mágica.

A partir de la Conquista de América, el arte autóctono fue sustituido, del arte mágico que
conjugaba al espacio-cosa por el arte del espacio vacío, por lo tanto la geometría de símbolos
cambió por la de las formas que venían de Occidente, de esta manera surge el cambio del
pensamiento con respecto a la naturaleza, de lo in-humana y destructora cambia por una
dominable. Como resultado de todo esto, se tiene al arte de la forma de Occidente en
contraposición con el arte americano que es amorfo. Sin embargo, a pesar de que se intentó
desplazar al arte indígena, hubo un mestizaje, se imbricaron las dos culturas y de ahí nació una
nueva que posee características de ambas.

Se ha sometido al arte americano transformándolo, así del espacio-cosa del indígena con un
compromiso telúrico, ha pasado a ubicarse en un espacio vacío propio del mundo occidental, sin
ninguna relación con la naturaleza desligado de su dimensión telúrica; de ese espacio cósico
poblado de dioses y demonios, se ha encaminado hacia un espacio vacío dominable. La invasión
tecnológica de los años 50 causó empobrecimiento del campo y la formación de cinturones de
miseria en la periferia en las ciudades principales. El pensamiento de la sociedad americana
muta y adopta deseos occidentales, ya no se ubica ante un espacio-cosa sino ante uno vacío.

7 Rodolfo Kusch: “Anotaciones para una Estética de lo Americano”, p. 7.


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La figura del Ekeko, como ya se ha dicho antes, también sufrió esos procesos, por lo tanto
mutó, de lo que antes no llevaba nada a cuestas, ahora lleva bienes materiales, objetos. Sin
embargo su utilidad sigue siendo casi la misma, en el ámbito rural en la actualidad se continúa
pidiendo al Ekeko por los cultivos, la abundancia de la tierra y por la protección de los malos
augurios, pero en los sectores urbanizados se pide mas bien por bienes materiales que fueron
pensados e impuestos desde Occidente. El Ekeko al ser mestizado se lo ve más como un dador
de objetos desde una visión occidental, cumpliendo una utilidad y no una funcionalidad. Pierde
de esta manera el espanto hacia un espacio-cosa o la noción de un mundo donde las cosas se
rigen a partir de lo sagrado. Por otro lado, La Ekeka, no solo reparte bienes materiales que
vienen desde Occidente, sino que también regala conocimientos ancestrales, como alas para
volar que simbolizan la libertad y recetas para el aborto de la Pachamama, es decir que es más
que una deidad que concede objetos, es esperanza.

Lo americano es principalmente lo indígena y después lo que se ha incrustado de occidente,


ambos se corresponden entre sí indica Kusch, lo indígena que es lo muerto, la nada para
occidente, no tiene ninguna validez artística. En la historia cuando el hombre occidental llega a
América se intenta desplazar por completo a lo autóctono, y que a pesar de que en 1810 se
dividieron el suelo americano como espacio vacío para las distintas naciones, la estructura de lo
indígena sobrevivió.

Así pues hasta la actualidad el Ekeko, a pesar de que mutó en el transcurso del tiempo, sigue
siendo una “pantalla mágica”, en la que el mundo de lo humano conjura al espacio inhumano y
además hostil de América. La Ekeka, al igual que el Ekeko de la época prehispánica, sigue
teniendo una estructura de conjuración: el vestido, el bulto que carga en la espalda con varias
cosas, el momento en que ella abandona al Ekeko, e incluso cuando entrega a los transeúntes las
miniaturas afuera de la feria de Alasitas, sirve de pantalla mágica, de alguna manera similar al
triunfo de lo humano por sobre lo inhumano, que se daba en el arte de los pueblos originarios.
La performance encierra una sensación de resistencia y defensa en contra de cómo la sociedad
ha minimizado a la mujer con el modelo patriarcal y busca expresarla a partir de la condición
del aprisionamiento del espacio americano.

Se podría decir que incluso la colectividad paceña participa activamente de aquella conjuración,
debido a que su instinto mismo cuestiona su propia sobrevivencia, de lo biológico, y que
mediante la Ekeka es posible pedir además de la abundancia y de bienes materiales, títulos
universitarios para lograr la propia manutención y que a pesar de que la carga que se lleva a
cuestas es dura, solo tiene sentido en nombre de la libertad de las mujeres, grupos vulnerables y
marginados. Ya que como dice María Galindo, “las mujeres soportan el peso de todo; la
maternidad, la subsistencia, el bienestar y todo frente a un hombre machista, comodín y
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canalla. Un hombre que no carga la wawa, que considera humillante cargar aguayo y que no
carga tampoco los alimentos para la casa” 8.

Kusch indica que “El operador es el vehículo de una totalidad que exige su cristalización o
puesta en obra. Los contempladores de la obra reconocen una totalidad que en el fondo habían
estado requiriendo. El juego del arte es más un juego colectivo que individual”9, por lo tanto La
Ekeka, viene a ser la mediadora para visibilizar una realidad actual de Bolivia: la mujer
maltratada y sumisa que busca su libertad y su felicidad, y mediante esta gestión se evidencia a
este problema cultural.

8 María Galindo: “Cine de Alasita: la verdadera historia de la Ekeka”, en Página Siete:


http://www.paginasiete.bo/ideas/2015/2/1/cine-alasita-verdadera-historia-ekeka-45780.html (Fecha de
consulta: 03-junio-2016).
9 Rodolfo Kusch: “Dos Reflexiones sobre la cultura”, p. 210
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Bibliografía:
 ACHA, Juan; Las culturas estéticas de América Latina, UNAM, México, 2003
 ACHA, Juan; COLOMBRES, Adolfo y ESCOBAR, Ticio; Hacia una teoría americana
del arte. Del Sol, Buenos Aires, 2004
 CIRCOSTA, Carolina, “Miniaturas, wakas e identidad en el festejo de Alasitas: análisis de
un caso en la Ciudad de Buenos Aires” en Buenos Aires Boliviana. migración,
construcciones identitarias y memoria, Temas de patrimonio cultural Nº 24, Buenos Aires,
2009
 KUSCH, Rodolfo; Anotaciones para una Estética de lo Americano, en Comentario N° 9,
Buenos Aires, diciembre 1955
 KUSCH, Rodolfo; “Dos Reflexiones sobre la cultura”, en Cultura Popular y Filosofía de
la Liberación, García Gambeiro, Buenos Aires, 1975

Webgrafía:
 ANÓNIMO; “Illa Aymara”, 2008. En http://boliviaindigena.blogspot.com.ar/2008/01/illa-
aymara.html (Fecha de consulta: 23 de juLio de 2016)
 CHOQUE MARIÑO, Carlos; Cosmovisión Aymara, 2008. En
http://cosmosionaymara.blogspot.com.ar/ (Fecha de consulta: 26 de julio de 2016)
 FLORES COSSÍO, Raykha; La Ekeka, resignificación del traidor, la víctima y la justiciera
en la feria popular boliviana de la Alasita, 2012-2013. En
http://www.mujerescreando.org/pag/articulos/2013/ekeka/26-05-2013-ekeka.html (Fecha
de consulta: 18 de julio de 2016)
 GALINDO, María; 13 Horas de Rebelión, 2012. En
http://13horas.mujerescreando.org/documental.htm (Fecha de consulta: 20 de julio de
2016)
 GALINDO, María; Cine de Alasita: la verdadera historia de la Ekeka, 2015. En
http://www.paginasiete.bo/ideas/2015/2/1/cine-alasita-verdadera-historia-ekeka-
45780.html (Fecha de consulta: 03 de junio de 2016)

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