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Quien tiene el don de exhortación quiere que cada persona viva una vida plena
y significativa. Ellos son constructores, no de edificios, sino de personas.
Quieren ayudar a las personas a desarrollar su potencial al máximo. Su mayor
gozo es ser un instrumento que ayude a otros a vivir victoriosamente.
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La investigación no es el fuerte de quien tiene el don de exhortación. Si es
posible, la evita. “¿Por qué reinventar la rueda? - preguntará el exhortador -. Si
ya alguien ha reunido material sobre este tema, usemos lo que ya tenemos”. Lo
que le interesa a él es poner a trabajar la verdad.
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Fíjese que Pat King escribió un libro acerca de cómo hacer algo. A los
exhortadores les gusta escribir este tipo de libros. Son personas enfocadas en lo
práctico.
También les gusta leer libros que tengan que ver con alguna aplicación
práctica. Prefieren sermones que revelen cómo aplicar principios cristianos a la
vida diaria. Por el contrario, no les gustan sermones o libros abstractos.
Quienes tienen el don de exhortación gustan de escuchar las enseñanzas
de otros en el mismo don. “¡Qué excelente enseñanza!”, dirán cuando alguien
enfatiza el aspecto práctico de un principio. Por otra parte, no estarían muy
satisfechos al escuchar una enseñanza que no es práctica. A su parecer,
demasiados datos e insuficiente hechos son como un circuito sobrecargado que
no tiene salida.
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Los que tienen el don de exhortación son personas que gustan de tratar
a la gente. Ellos no están interesados en trabajar con cosas, sistemas o ideas
abstractas. Les encanta estar rodeados de personas, haciendo cosas con las
personas o para ellas.
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De los siete dones motivacionales, este es el que más ha sido dotado y más se
inclina a la consejería. Su naturaleza es así. Hemos hablado con docenas de
personas con el don de exhortación que nos dicen que aun en sus años de
estudio, otros estudiantes los buscaban para pedirles consejos. Las personas
ven su habilidad, su preocupación por otros, su interés en ayudar y el hecho de
que es fácil hablar con ellos.
Unas de las cualidades más del consejero es poder ser transparente en cuanto
a sus propios problemas y cómo los ha superado (o los está superando). La
persona aconsejada se identifica fácilmente con tal persona y piensa: Bueno si
él ha pasado por esto y lo ha superado, tal vez yo también pueda lograrlo.
Quienes tienen el don de exhortación tienen esa habilidad. Ellos son los
primeros en admitir que no son perfectos, sino simplemente personas que van
en busca de la perfección como todos nosotros. Es muy fácil para ellos admitir
sus pecados y faltas, sus dolencias y fracasos.
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Aunque quienes tienen el don de exhortación no son personas negativas, sí hay
una situación que los hará rendirse. Si una persona que están aconsejando se
rehúsa a implementar sus consejos, el exhortador posiblemente diga algo así:
“No puedo seguir aconsejando hasta que hayas puesto en acción las cosas que
ya hemos acordado.” (o)
“Si no puedes seguir mi consejo, no te puedo ayudar.” (o)
“Mira, hasta que no estés listo para cambiar, estamos perdiendo tanto tu
tiempo como el mío”.
Quienes tienen el don de exhortación se dan cuenta de que su éxito
depende no tanto de cuándo saben o qué tan experimentados son, sino hasta
qué punto el aconsejado está dispuesto a poner en práctica sus consejos. Si el
aconsejado no se esfuerza de esta manera, los exhortadores sienten que sus
esfuerzos son inútiles, como si trataran de ir en contra de la corriente. Los
exhortadores quieren que sus esfuerzos y su tiempo valgan, así que en esta
situación buscarán aconsejar a otra persona que ponga en práctica sus
recomendaciones.
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Quienes tienen el don de exhortación son la boca del cuerpo, y de todos los
dones, son los que más facilidad tiene para hablar. Uno de nuestros ejemplos
bíblico es Pedro, quien era una persona que sabía comunicarse muy bien con
los demás. Quizás ser por eso que muchas veces era el vocero de los discípulos.
No es nada sorprendente que quienes tienen el don de exhortación se
conviertan en maestros, predicadores, consejeros, supervisores, o hasta
locutores de radio o presentadores de televisión, ya que todos estos son campos
en que se requiere el don del habla.
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Quienes tienen el don de exhortación creen incondicionalmente lo que dice
Romanos 8:28: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les
ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”
Además, se rehúsan a aceptar la palabra imposible. Prefieren creer lo que dijo
el ángel: “porque nada hay imposible para Dios” (Lucas 1:37), y las palabras de
Jesús: “... si tuvieres fe como un grano de mostaza… nada os sería imposible”
(Mateo 17:20).
Ellos ven oportunidades y no obstáculos, retos y no pruebas, posibilidades y no
problemas.
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Mientras que los que tienen el don de percepción ven a las personas ya sea en
la voluntad de Dios o fuera de ella, sin que haya ningún término medio, quienes
tienen el don de exhortación son todo lo contrario. Ellos no ven extremos, sólo
una casta área gris donde cada uno se encuentra en algún lugar del camino.
Nadie ha llegado a la meta todavía. Nadie ha fallado completamente. Más bien,
cada uno está en un momento de su vida donde unos pasos bien escogidos lo
llevarán más cerca de la voluntad de Dios.
Por tanto, quienes tienen el don de exhortación no ven ninguna necesidad de
juzgar a las personas por su condición actual. En lugar de esto, les parece
necesario ayudarlos a tomar pasos en la dirección apropiada. Es esta actitud de
no juzgar que les permite ayudar tanto a las personas.
¿Ha estado alguna vez alrededor de una persona criticona? NO es necesario
que pronuncia ni una palabra; su actitud emana naturalmente de él/ella. Edifica
una barrera silenciosa entre ella y los demás. Las personas se cierran a ella y ya
no la aceptan. Es muy difícil recibir cualquier cosa de tal persona, especialmente
un consejo o regaño.
Pero una persona que tiene el don de exhortación acepta a las personas
así como son. ¿Imperfecto? Sí, pero un compañero que también viaja por el
camino de la vida. Como dice un pastor, los tres ingredientes básicos para ser
un cristiano maduro son amar, perdonar y aceptar a los demás. Quienes tienen
el don de exhortación son expertos en hacer estas tres cosas. Es fácil abrirse
con alguien así.
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Hay un viejo himno que dice: “Acentúa lo positivo, elimina lo negativo, apégate
a lo afirmativo y no te metas con el Señor En-Medio.” Debe haber sido escrito
por un exhortador- ¡Ellos son tan positivos!
Debido a esto, a las personas les gusta estar cerca de ellos. Alguien ha dicho
que se atraen más abejas con miel que con vinagre. Igualmente, quienes tienen
el don de exhortación atraen a más personas, por ser optimistas y positivos.
Un pastor dice que algunos cristianos tienen aspecto de haber sido bautizados
en jugo de limón. Pero no los exhortadores; ellos irradian el gozo del Señor.
15. Prefiere testificar de Cristo con su vida que con sus palabras.
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Los exhortadores creen que no es suficiente conocer el logos (la Palabra escrita)
sino que hay que vivir el rhema (la Palabra de Dios viviente). La verdad que se
encuentra en la Biblia debe hacerse viva en ellos, en este mismo momento. Un
exhortador dice: “Solamente puedo enseñar o testificar sobre aquello de lo cual
me he apropiado en mi propia vida. Si mi vida es de testimonio, entonces otros
querrán lo que yo he encontrado: Jesucristo.”
16. Toma decisiones fácilmente.
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Así como a los servidores, a los exhortadores no les gusta tener trabajos
incompletos o proyectos inconclusos. Ellos terminan la carta que empiezan,
trabajan horas adicionales para completar labores en la oficina, y se queman las
pestañas para completar un estudio bíblico.
También hemos notado que quienes tienen el don de exhortación necesitan un
solo separador de libros. Ellos nunca leen más de un libro a la vez.
18. Quiere arreglar rápidamente cualquier problema que surja con otra
persona.
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A los exhortadores no les gusta que haya tensión en su relación con los demás.
Ellos se acercan inmediatamente a la otra persona para averiguar qué es lo que
sucede. Si es necesario, ellos asumirán la culpa para poder arreglar la relación
con la otra persona.
“Esta característica la veo muy frecuentemente en mi vida - escribió Kathy - No
soporto que alguien esté enojado conmigo. Así que, aunque yo no haya sido
quien causó el problema, doy el paso necesario para arreglar la situación. Me
disculpo con la otra persona para arreglar la amistad. Uno se siente tan
bien después de arreglar una relación que no andaba bien.”
Lugo dijo: “También me gusta animar a otras personas a que aclaren tales
situaciones tan pronto les sea posible.”
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Lo que sucede es que quienes tienen el don de exhortación piensan con la boca.
Les gusta decir en voz alta lo que están pensando para ver cómo suena. Es
como si se “probaran” la idea para ver si les queda bien. Luego puede hacer su
propio análisis. Lo que necesitan es una persona que simplemente escuche.
Aunque muchas veces el exhortador casado compartirá sus ideas con su
cónyuge, a veces también usa un amigo íntimo. Los solteros se apoyan en
amigos, familiares, compañeros, maestros y algunas veces, cualquiera que esté
disponible en ese momento.