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La persona que compra una acción de una compañía, es dueña de sección de esa
empresa, aunque sea en una parte mínima (por eso a veces también se habla de
participaciones en lugar de acciones). Si una compañía emite 100 acciones y tú
compras una (por ejemplo, a $10), te conviertes en dueño de un 1% de esa
corporación. Naturalmente, el número de acciones emitidas por una compañía es
siempre de miles o cientos de miles.
Si esa corporación gana dinero a medida que va creciendo, tú también vas ganando
dinero gracias a que tu acción sube de valor. El éxito de la inversión en la Bolsa le
debe mucho al tiempo: con el paso de los años, las personas que compran acciones
por lo general ganan más dinero que quienes ponen su dinero en el banco, compran
bonos de ahorro o hacen otro tipo de inversión. Cuando, por circunstancias del
mercado, aumenta la demanda de los productos de una determinada industria, el
valor de las acciones de las compañías que suministran esos productos también sube.
Y cuando, una baja, la otra también baja.
Como compartes las ganancias de esa compañía, si ella prospera, sería posible que
tu acción llegara a valer $15 al cabo de un tiempo. Digamos que en vez de una,
habías comprado 10 acciones a $10 cada una, a un total $100. Si, luego, vendes tus
acciones le ganarás $5 a cada una—en este caso tendrías un un total de $50 de
ganancia si las vendes todas ($150 por la venta, menos $100 que pagaste al
comprarlas = $50). Pero, cuidado, porque si la compañía pierde dinero, tú también
compartirás esas pérdidas… ¡y sería posible que las acciones por las que pagaste $10
cada una, llegaran a valer $3 en una época de vacas flacas!