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RELATORIA I Día

III CONGRESO NACIONAL DE TEOLOGIA PARA LAICOS

MISERICORDIA, RECONCILIACIÓN Y JUSTICIA SOCIAL, CAMINO A LA PAZ

Buenos días, el tercer congreso de teología para laicos, cuyo lema es ¡Misericordia, reconciliación y
justicia social, camino a la paz!, busca ser un ejemplo de materialización de la participación del
laico como creyente en Cristo en medio de la sociedad cambiante y con realidades diversas. En
palabras de Monseñor Rubén Salazar, presidente de la conferencia episcopal colombiana “El Laico
está llamado en la Iglesia y desde la Iglesia a ser Luz del Mundo y Sal de la Tierra”, así inició el
primer día de este congreso con el saludo del presidente de la conferencia episcopal, haciendo un
llamado a la participación contundente del laico en los asuntos propios del Estado colombiano.

El objetivo principal del congreso es la contribución como Iglesia de una propuesta laical, que a la
luz del Evangelio construya un camino para la paz en Colombia, objetivo que desde las palabras de
Monseñor Jairo Jaramillo convierten este espacio en una oportunidad, en un llamado a todos al
perdón y a la reconciliación y a un acuerdo definitivo, acuerdo entre todos los agentes del Estado,
entre todos los que formamos la sociedad y el Estado colombiano y dentro del marco de los
hechos ocurridos el pasado 2 de octubre en Colombia, ante la no refrendación de los Acuerdo de
la Habana con las FARC, es un campanazo de alerta que nos enfrenta a un velo de incertidumbre,
en donde como cristianos estamos llamados a marcar una línea hacia ese camino de construcción
real de paz.

El que desconoce las Sagradas Escrituras no conoce a Cristo, por lo tanto si no conocemos a Cristo
no somos auténticos cristianos, es el llamado de Monseñor y el mensaje central de su saludo en el
primer día, donde al referirse a San Jerónimo, hombre de las Sagradas Escrituras, nos evoca a
reflexionar sobre el papel que juega la Palabra de Dios en la vida de todo cristiano. Nos
constituimos como profesionales exitosos, que crecen en las ciencias humanas y en la
profundización del estudio de todo tipo de conocimientos, pero con poca lectura de la Palabra de
Dios, incluso los sacerdotes y las religiosas olvidamos fundamentar nuestra vida cristiana en la
Palabra de Dios y al omitirla nos perdemos, se pierde la identidad de cristiano y nuestro discurso
pasa a ser un discurso de ciencia, un discurso vacío, un discurso de hombres, que dista de la
voluntad de Dios, voluntad que se encuentra y se transmite en su Palabra.

El laico necesariamente está llamado a vivir con identidad cristiana, es la contribución como Iglesia
y desde la Iglesia a los cambios sociales. Se hace necesario una teología encarnada desde la
realidad, una teología para laicos construida desde la Doctrina Social de la Iglesia, siendo
contundentes en la transformación social del país. Llamados a ser cristianos, ser sal y luz para el
mundo, que se concreten en hecho reales para nuestro país, siendo actual, real y viviente el
mensaje central de la Doctrina Social de la Iglesia, es la invitación del Padre Alexis Mattos,
coordinador y gestor de este espacio de formación y discusión en nuestro país.
Con este marco de ideas y la importancia de la participación del Laico en la iglesia, el doctor Carlos
Rodado Noriega, apertura la ronda de ponencias centrales con el tema LA FAMILIA EN LA
CONSTRUCCIÓN DE LA PAZ EN COLOMBIA.

El doctor Rodado nos hace la invitación a entender a la familia como la unidad social más
elemental y el lugar natural de todo ser humano desde su concepción, es la unión de un hombre y
una mujer que lleva a la procreación, y con esa definición se ha entendido a lo largo del tiempo. La
concepción judeocristiana de la familia centra su mirada en el ejemplo de familia nuclear
constituida por José, María y Jesús, esa misma concepción de familia no solo se encuentra en el
nuevo testamento sino también en el antiguo testamento, en donde los protagonistas de la
historia de la salvación han constituido familias nucleares que reflejan el amor de Dios y genera la
vida, siendo entonces la familia una verdadera estructura viviente de Dios.

Al constituir las familias las bases nucleares de la sociedad, los padres están llamados, en el
ejercicio de su vocación aceptada voluntariamente, a construir sociedad enseñando a los hijos el
respeto por el otro, y convirtiendo el hogar en el primer centro de formación de ciudadanos que
enaltecen al hombre y su dignidad humana.

Además de esto manifestó la importancia que los roles tienen en la familia y que tiene la familia en
la sociedad, de cómo la familia debe comprometerse en formar buenos ciudadanos para la
construcción de la paz. Llama la atención como nos lo hizo notar el Doctor Rodado en su
intervención, que la violencia contra la mujer, el maltrato físico, moral, verbal y económico contra
ella, es por hoy uno de los indicadores más representativos de la violencia que reporta el Estado
colombiano. Dichos comportamientos hablan de un problema al interior del núcleo social
fundamental.

La carencia de servicios esenciales para la vida, marginación social, marginación política, entre
otros, son factores que afectan la convivencia dentro de un estado. Mencionaba el doctor Rodado,
“los pueblos sobrellevan la pobreza pero no toleran la desigualdad”. La falta de justicia social es la
que ha tocado los principios básicos de la familia, pues no se trata de satisfacer todas las
necesidades, sino permitir las oportunidades para lograr la equidad entre las personas para
satisfacer las necesidades, al no lograr esta satisfacción de forma equitativa, nuestro núcleo social
enferma ante la desesperanza y la incertidumbre de un mañana.

El hogar fue, es y siempre será, el primer laboratorio donde se aprende a la convivencia y lo que
allí se ve es lo que se aprende, porque los hijos aprender a partir del ejemplo de los padres. La
ausencia de la responsabilidad del hogar en la formación de los ciudadanos afecta más a lograr la
paz deseada que la ausencia del Estado en la formación de sociedad, porque quien forma es la
familia y el Estado deberá centrarse en proporcionar las herramientas para el correcto desarrollo
de ella.

Es necesario entonces logra un acuerdo social sobre el bien común, bien común como el imperio
de una verdadera justicia social, distribución equitativa de los bienes para que la discusión al
interior de las familias se centre en la formación de ciudadanos, más que en tratar de resolver
necesidades básicas.

Por último se hizo referencia a la eliminación de Dios en el orden social, cuando se reemplaza a
Dios se imponen conceptos, dichos conceptos entrar por la moda, por la tendencia, por la
innovación, pero esta realidad afecta enormemente la estabilidad de la familia. El mundo vive en
un continuo cambio, no se trata de desconocer dichos cambios, pero los mismos no pueden
imponer el desconocimiento de las instituciones básicas sociales, por ello las doctrinas, ideas,
ideologías, conceptos y/o tendencias, llámense ideología de género, inclusión de conceptos
sexuales en la formación de los niños, respeto por la diversidad sexual y las inclinaciones sexuales,
no pueden desconocer y negar la protección siempre de la estabilidad de la familia como núcleo
básico de la sociedad, porque el desconocimiento de su importancia y naturaleza logra afectar la
estabilidad social.

Las mesas de trabajo que se constituyeron al término de la primera ponencia del día, nos llaman a
la reflexión desde la reconciliación, la justicia social y la misericordia de todos los ambientes en los
que se desenvuelve el ser humano. Temas como la cultura, el deporte, el derecho a la tierra, el
papel de la narrativa en la construcción de la paz, entre otros constituyen el fruto final de este
congreso. Hoy cada uno de los presente es miembro activo de la construcción de paz en nuestro
país, que desde la fe y el amor por el otro, desde el entender espiritual de los signos de los
tiempos y de la Palabra de Dios, construimos una propuesta, una línea de ruta y mapa de camino
hacia la construcción real y duradera de una paz, paz incluyente que afecta todos los sectores
sociales, los medios de comunicación, el deporte, la economía, las comunidades indígenas, la
familia, entre otros y que nos convierte en agentes de cambio y materializa el objetivo del
presente congreso. Las memorias de estas mesas y sus aportes a esta construcción concluyen hoy,
la invitación es a plasmar en cada una de ellas no sólo el sentir de cristiano de la construcción de
paz, sino además los conceptos, ideas y puntos de vista expuestos en el desarrollo de las
ponencias.

Y cuando pensábamos que el frío del auditorio pudría calmar nuestra atención, creció más en
nosotros el interés, abrimos nuestros oídos y nuestros ojos fueron testigos de lo que en los pasillos
se dijo, “una discusión responsable de la construcción de paz en Colombia”. El conversatorio “LA
RECONCILIACIÓN, UN SUEÑO COMÚN CON MIRADAS DIVERSAS”, contó con la participación activa
de Monseñor Héctor Fabio Henao y el periodista Juan Gosain Abdalah, invitado especial en este
congreso, moderado por el comunicador social Alberto Martínez Monterrosa se buscó desde la
visión del periodista y de la Iglesia enfocarnos en lo que quizás ha sido el punto más reclamado por
los colombianos luego del voto del 2 de octubre, el tema de la RECONCILIACIÓN.

¿Es oportuno el congreso dentro de la realidad actual de Colombia? Sí, es oportuno el congreso
dentro de esta realidad, así las cosas desde el periodismo se nos planteó el optimismo ante los
hechos. La Iglesia cumple un papel profético, salvaguardar los principios morales y éticos de la
sociedad y la oportunidad del congreso radica en que “al no haber una victoria aplastante nadie
gana y los obliga a sentarse a hablar”, el periodista Juan Gosain centra su discusión en que por
primera vez en la historia de Colombia “el país, a la brava, ha empezado a ponerse de acuerdo”.

“Todos los colombianos tienen una vocación de ingenieros, pero construimos más muros que
puentes, hoy estamos construyendo más puentes”, Es una frase y una invitación que nos hace
Juan Gosain al dialogo, porque a pesar de ser un viejo dicho de los abuelos “hablando se entiende
la gente”.

Es acertada igualmente la reflexión de Monseñor al señalar que el colombiano tiene miedo “el
miedo apoderado de la gente ante el posconflicto”, porque en primera instancia hay que lograr
establecer que se entiende por posconflicto, así Monseñor nos llama a hacer la siguiente reflexión
al terminar el conflicto, ¿qué conflicto terminamos?, un conflicto global o solo con las FARC, quizás
es imperceptible para quienes vivimos en las ciudades, pero para quien ha sido víctima este
deberá convivir hoy con unos y cuando estos salgan, vendrán los otros, por ello ambos
participantes convergen en la misma idea, Colombia que camina hacia un futuro optimista de una
construcción real de paz, en donde juega un papel importante el civil, el ciudadano, el hoy laico
que vive su fe desde la realidad diaria.

¿Cuál es el papel de la misericordia dentro de este proceso? “La reconciliación está ausente en el
proceso y en el acuerdo”, fueron las palabras de Monseñor Henao ante la pregunta de nuestro
moderador, se hace necesario generar espacios reales de reconciliación porque la misericordia es
un concepto que va más allá del perdón y olvido, “la misericordia implica, hasta qué punto somos
capaces de ser misericordiosos en este proceso, porque la misericordia implica amar con las
entrañas, y constituye la capacidad transformadora de la persona”, por lo tanto la misericordia
esboza en la oportunidad de movernos entrañablemente para lograr un acuerdo, el cristiano está
llamado de ser misericordioso pero para ello es indispensable la reconciliación de los actores del
proceso.

¿El lenguaje de los medio de comunicación, fue el apropiado? “el papel de los medio fue
deplorables, los medios tomaron partido”, fueron las palabra de un periodista que reconoce la
influencia de los medio dentro de la discusión de los acuerdos de paz, concluyendo que los medio
de comunicación deben formar e informar, que el periodista debe diferenciar entre el comentario
y la noticia, convirtiéndose el comentario en tu posición libre pero la noticia es sagrada;
evidenciando que los medios y los encuestadores le deben al país un debate de los resultados del
2 de octubre, porque su intervención politizó la discusión y convirtió el acuerdo en una discusión
social intolerable. “El deber del periodismo es contar la verdad por razones éticas, es el primer
deber del periodista y al contar la verdad liberar a quien lee la noticia”

¿Ganamos el premio Nobel, la sociedad a qué está obligada?, en una respuesta inequívoca se
concluyó que el colombiano está obligado con el Nobel a la construcción de la paz, pero la paz no
es una construcción de individuos, es una construcción de sociedad, nuestro lenguaje como laicos
debe llevar la impronta de gestos de paz, para que así podamos garantizar que hechos como esos
no vuelva a pasar en la historia de nuestro país.
La intervención de preguntas del público generaron las siguientes conclusiones por parte de
nuestros participantes. El problema de la paz no se resuelve mejorando los salarios en Colombia,
el problema de la paz se resuelve con una reestructuración del sistema, que comienza por votar
ante un porcentaje de abstencionismo considerable, votar bien hacia gobernantes que procuren
por el bien común, y ser cada uno en el papel que juega buenos gobernantes, buenos ciudadanos,
buenos dirigentes. Concluyendo que la “espiritualidad de comunión” es un llamado al cristiano a
hacer parte de la vida del estado, el cristiano debe interesarse por los temas y debe permear con
su identidad cristiana esta realidad, le facilita al cristiano el donde la visión, es decir poder leer los
signos hacia la construcción de sociedades en paz, por tanto la espiritualidad de comunión nos da
la sensibilidad para escuchar, entender, dialogar y no dejarme atrapar por las visiones.

En la última intervención de la tarde Monseñor Hector Fabio Henao participa con la ponencia “LA
TEOLOGÍA DEL AMOR MISERICORDIOSO: UNA IGLESIA QUE CAMINA CON LOS POBRES”. La primera
invitación de Monseñor era a no separar tres realidades de la vida del cristiano en la Iglesia, el
servicio, el ministerio y la fe, tres acciones diferentes pero la una no puede estar sin la otra y no se
puede entender el cristianismo y la dinámica de la Iglesia sino es en la vivencia de estas tres
realidades, al servir, al vivir el ministerio y el creer, tener fe.

Cuando nos referimos a una Iglesia que camina con los pobres, Monseñor nos invita a establecer
una hoja de ruta en la definición de caminar con los pobres utilizando tres textos bíblicos. El
primero de ellos Mateo 28, 16-20, que es la invitación de Jesús a sus discípulos de volver a Galilea
para encontrarse con él, primero para recibir la misericordia de Dios ““caminar con los pobres
requiere el descubrir la misericordia en mí”, y segundo descubrir que el llamado de Dios es un
llamado al servicio del pobre, que vocacionalmente estamos llamados a desgastarnos por el otro.

El segundo y tercer texto que son tomados del evangelio de Lucas (Las parábolas de Lazaro y el
rico Epulon y la del buen Samaritano), Monseñor a través de ellas nos invita a reconocer la
dignidad del otro en especial del pobre “cuando adquieres la capacidad de reconocerte con un
nombre, se reconoce tu dignidad”, es un llamado a ver en el otro independiente de su estrato
social o económico a Jesús mismo, reconocer a demás que una iglesia que camina con su pueblo
es aquella que como el Buen Samaritano es capaz de bajarse de su caballo, colocarse al nivel del
pobre (en su lugar) para hacer camino con él.

Una Iglesia que camina con los pobres, entendida desde la lectura de los textos descritos implica
una opción por los más necesitados, la construcción de procesos que permitan la sostenibilidad a
largo plazo de estos pobres, restableciendo su dignidad, implica la superación de desafíos a nivel
de la familia e implica igualmente una responsabilidad del Estado con la elaboración de una
política pública de inclusión social. No podemos confundir la labor de la Iglesia al restablecer en su
dignidad a los individuos desechados por la misma sociedad, y terminar desligando al Estado de
esta responsabilidad social con este tipo de población, la Iglesia en ningún sentido ocupa la
posición y los deberes del Estado con los ciudadanos. Por el contrario fortalece el trabajo del
Estado y humaniza el actuar del mismo, ayudando a construir sociedad, tejido social y fortalecer la
dignidad del individuo, a través de la misericordia y la respuesta al llamado a servir.
Con todo este panorama vivido, y con la invitación de ser agentes reales de cambio social, y de
contribuir a la paz estable y duradera del estado colombiano, aceptando el llamado, volviendo a
las raíces, pensando en el otro, abajándome y caminando de iguales continuemos el segundo día
del tercer congreso de teología para laicos, ¡Misericordia, reconciliación y justicia social, camino a
la paz!

Equipo de Relatoría

Daniela Palma Bustos - Abogada

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