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TEMA 2.

LA POESÍÍA LÍÍRÍCA

1. DE LA ÉPICA A LA LÍRICA
La poesía lírica arcaica, sucesora de la épica, se distingue de aquella por su carácter
más personal y reflexivo, al describir el mundo interior del poeta, las pasiones,
sentimientos y pensamientos del hombre como individuo en un momento y lugar
determinados (la vida cotidiana, el tiempo que fluye, el amor que conmueve, el destino
que amaga, la muerte que acecha…)El poeta lírico ya no canta las hazañas de otros
(temas guerreros), sino que su poesía se hace más subjetiva; el poeta se toma a sí
mismo y a su alma como tema principal de sus composiciones.
Después de los poetas épicos (aedos y rapsodas, como Homero y Hesiodo), que
ensalzaban las glorias del pasado heroico, aparecieron los líricos (acompañaban sus 1
poemas de una λύρα ), auténticos poetas (ποιηταί significa “creadores”) que en sus
composiciones -más breves que los cantos épicos - nos hablan de su vida y sus
circunstancias personales con acentos propios. No rememoran las guerras míticas de
antaño, sino que exhortan a los combates de su tiempo y nos cuentan sus amores, sus
dichas y desdichas, sus afanes inmediatos en la sociedad de su polis respectiva.
En Grecia la lírica literaria tiene su máximo momento de esplendor entre los
siglos VII y VI a. C. y en la primera mitad del s.V. es la época de las colonizaciones, en
que muchos griegos abandonaron su polis para fundar colonias por todo el
Mediterráneo. La sociedad en que surge la lírica ya no es la sociedad heroica
tradicional, sino una sociedad cambiante, en crisis, en la que un nuevo grupo social, la
burguesía, aspira a ocupar un lugar predominante en la misma. La base de la riqueza ya
estaba en el comercio, no tanto en la tierra. El interés por el presente de los poetas
líricos, su análisis crítico sobre conceptos como la justicia, los ideales éticos, la
religión… son los que hicieron entrar en crisis a la sociedad arcaica. Ya en Hesíodo se
detectaba cierta tensión entre individuo y autoridad y su poesía refleja vivencias
personales, pero limitado por el fin didáctico de la épica. La individualidad sentida
como liberación de las ataduras tradicionales tendrá su inicio una generación posterior
con Arquíloco de Paros (670 a.C.)

2. CLASIFICACIÓN DE LA POESÍA LÍRICA


La «lírica» sería, según la etimología, la poesía que se recita a los sones de la
lira, pero preferimos definir la lírica como la poesía personal de tono intimo o festivo,
orientada hacia los sentimientos del presente. No sólo, pues, la acompañada de lira,
sino también la cantada al son del αὐλός (flauta) o en cantos corales.
Dentro de la lírica caben distintas formas y varios tipos de poemas como la
elegía, el yambo, la oda, el treno, el epigrama, etc. La clasificación se hace un poco
difícil por su gran variedad de metros. Pero la definición fundamental está en la
separación entre lírica personal o monódica y lírica coral.

2.1 Lírica monódica. Es la poesía compuesta para ser cantada por un solista(el
propio poeta) con acompañamiento musical (cuerda y viento) y expresa sentimientos
personales que sacan a la luz la personalidad más íntima del autor. No obstante la lírica
también sirve para expresar los ideales del tiempo, el poeta puede ser portavoz de las
consignas de la “polis” (Calino, Tirteo, Solón…)
Dentro de este hay otros subgéneros:
a) lírica yámbica (᾿ιαμβός)
Se decía que la palabra yambo hacía referencia al nombre de la sirvienta Yambe, que
provocó la sonrisa de Deméter en Eleusis cuando estaba entristecida por el rapto de su
hija Perséfone. De hecho, el yambo (v _) era un ritmo vivaz, apto para la invectiva y el
ataque personal o colectivo. De ahí que, inicialmente, este género estuviera al servicio
de la sátira. Εsta composición servía de vehículo a la agresividad, la controversia, lo
burlesco y lo obsceno.
Entre los autores que cultivaron el yambo cabe citar a Arquíloco de Paros (s. VII
a. C.), que compuso invectivas contra Neobule y su padre Licambes por haberle negado
la mano de su hija, y Semónides de Amorgos (s. VII a. C.), que en su Catálogo de las
mujeres, satiriza la condición femenina comparando cada carácter de mujer con un
animal, según el cual una divinidad habría modelado su naturaleza.

b) lírica elegíaca (ἔλεγχος)


La elegía aparece a principios del s. VII a.C. Su contenido, como veremos, ofrece una
gran variedad temática. Formalmente estas composiciones consisten en una serie
indefinida de dísticos (llamados “dísticos elegiacos”), formados por un hexámetro y un
verso más corto, el pentámetro.
En un principio, la elegía era un canto de dolor al son de la flauta, pero abrió su
repertorio a otros campos, como:
1.- Temas patrióticos y guerreros para exhortar a la lucha, tratados por Calino de Éfeso
(s. VII a.C.) y Tirteo (s. VII a.C.), poeta que vivió en Esparta.
2.- Temas antiheroicos, al valorar más la vida que el código heroico del honor y la fama,
cuyo máximo representante es Arquíloco de Paros (s. VII a. C.).
3.- Temas filosóficos para dar más valor a la sabiduría que a la euforia momentánea de
una victoria deportiva, que tanto preocuparon a Jenófanes de Colofón (s. VII a. C.).
4.- Temas políticos para exhortar a los conciudadanos, tratados por Solón de Atenas (s.
VII – VI a. C.).
5.- Temas amorosos para reflexionar sobre el sentido de la existencia humana, que
merecieron la atención de Mimnermo de Colofón (s. VII a. C.).
6.- Temas morales para poner de relieve los peligros que amenazan dentro de la ciudad
a la vieja aristocracia, largamente tratados por Teognis de Mégara (s. VI a. C.).
c) lírica mélica (μέλος): Poesía inseparable de la música que utiliza metros muy
variados que se corresponden con una gran variedad de ritmos musicales. Los griegos
distinguían tres tipos de canciones: las amorosas o ἐρωτικά/, las de mesa o συμποτικά
y las políticas o de guerra στασιωτικά/. Entre los temas favoritos están el amor, el vino
o las mujeres. Estos tipos de canciones son muy antiguos, pero en la historia de la
literatura aparecen a finales del siglo VII a. C. en la isla de Lesbos.. Los poetas que
cultivaron este género intimista y personal son:

Safo (Lesbos, 612 aC - 548 aC)

Poetisa lírica griega cuya fama hizo que Platón se refiriera a ella dos siglos
después de su muerte como la décima musa. Nació en la isla de Lesbos,
probablemente en Mitilene. Aunque no se sabe mucho acerca de su vida, perteneció al
parecer a una familia noble y fue contemporánea del poeta lírico Alceo, de quien se
supone fue su amante, y de Estesícoro. También se dice que se casó con un hombre
rico de la isla de Andros y que tuvo una hija llamada Cleis. Otra leyenda, que no merece
credibilidad alguna, sostiene que, tras ser rechazada por el joven marino Faón, se
arrojó desde un acantilado en Léucade (una isla de la costa occidental de Grecia). No se
sabe cuando murió, pero en sus poemas de última época se describe a sí misma como
una anciana que goza de una vida tranquila, pobre, en armonía con la naturaleza.
Los fragmentos que hoy conservamos de sus poemas indican que Safo enseñó
su arte a un grupo de mujeres jóvenes, con las que mantuvo una estrecha relación y
para las que compuso sus odas nupciales cuando la abandonaron para casarse. El
poeta Anacreonte (mediados del siglo VI a.C., es decir, una generación posterior a
Safo), afirmaba, en referencia a este grupo, que Safo sentía un amor sexual por las
mujeres, de ahí proceden los términos lesbianismo y safismo, que aluden a la
homosexualidad femenina.
Safo escribió nueve libros de odas, epitalamios o canciones nupciales, elegías e
himnos, pero apenas se conservan algunos fragmentos de todos ellos. Entre estos
destaca la Oda a Afrodita, citada por el erudito Dionisio de Halicarnaso en el siglo I a.C.
En el siglo XX se descubrió un papiro con nuevos fragmentos de sus poemas.
La poesía de Safo se caracteriza por la exquisita belleza de su dicción, su
perfección formal, su intensidad y su emoción. Inventó el verso hoy conocido como oda
sáfica (tres endecasílabos y un adónico final de cinco sílabas). Muchos poetas griegos
posteriores asimilaron la influencia de Safo, en particular Teócrito.
Hay que tener en cuenta, también, el valor que tiene como la única mujer de la
que conservamos una significativa producción literaria en la antigüedad. Igual que su
compatriota Alceo, su poesía está escrita en dialecto eólico.

Alceo de Mitilene (s. VII – VI a. C.) fue un aristócrata que combatió a los tiranos
impuestos por los movimientos populares, por lo que tuvo que exiliarse de su país.
Creó el ritmo alcaico y ejerció una gran influencia sobre el poeta helenístico Teócrito y
el gran poeta latino Horacio. En su obra conservada encontramos cantos políticos
contra los tiranos y cantos al vino y a las fiestas entre camaradas.

Anacreonte de Teos (s. VI a. C.), fugitivo de su ciudad natal por las invasiones
persas, fue acogido en la corte del tirano Polícrates de Samos y en la de Hiparco de
Atenas. Su poesía, escrita en dialecto jonio, trata sobre todo los temas del amor y del
vino. Su fama se debe a las Anacreónticas, un conjunto de poemas de diversas épocas
que imitaron su estilo y que desde su publicación en el Renacimiento han sido modelo
de la poesía llamada anacreóntica.

2.2 Lírica coral


En contraposición a la lírica mélica monódica, apareció la mélica coral,
interpretada por un coro de muchachos o muchachas; se escribía por encargo para
grandes ocasiones como son las victorias en unos juegos atléticos, las fiestas religiosas
o políticas de la ciudad…también es lírica coral la que entona el coro en una tragedia o
comedia. Este tipo de poesía era de carácter más nacional y en ella se unía a veces el
canto y la danza. Tuvo su centro en Esparta de donde se expandió al resto de Grecia.
Los principales poetas que cultivaron este género fueron:
Alcmán de Sardes (s. VII a. C.), que vivió en Esparta, donde escribió partenios para que
fueran cantados por coros de muchachas.

Estesícoro de Himera (640? – 550), que es considerado el creador del esquema


ternario de la lírica coral formado por estrofa, antístrofa y epodo. A pesar de que casi
toda su obra ha desaparecido, se sabe que quedó ciego por haber calumniado a
Helena en un primer poema y que recuperó la visión cuando escribió la famosa
Palinodia, en la que se echaba la culpa a Homero de su primera versión.

Simónides de Ceos (556? – 468?), que vivió en la corte de diversos tiranos, es


considerado maestro en la composición de epinicios, trenos y epitafios. Aunque la
mayor parte de su obra se ha perdido, es célebre su epigrama escrito en el monumento
funerario de los trescientos espartanos muertos en las Termópilas.

Baquílides de Ceos (415? – 450 a. C.), sobrino de Simónides, fue acogido en la corte de
Hierón de Siracusa, donde compitió con Píndaro. Además de las citas conservadas por
otros autores, podemos leer buena parte de su obra en los restos de dos rollos de
papiros adquiridos por el Museo Británico a finales del s. XIX.

Píndaro de Tebas (522 – 450), es considerado uno de los grandes líricos universales y el
más afortunado de los poetas griegos arcaicos en lo que se refiere a la conservación de
su obra. Muy estimado en la antigüedad, escribió himnos, peanes, ditirambos,
encomios, partenios y epinicios. Actualmente conservamos enteros los epinicios u
odas triunfales dedicadas a los vencedores de las cuatro grandes competiciones
panhelénicas: Olímpicas, Píticas, Ítsmicas y Nemeas.

Poeta griego, generalmente considerado como el mayor poeta lírico de la literatura


griega. Sus amplios conocimientos geográficos, su tono aristocrático y su espíritu
panhelénico pueden atribuirse, al menos en parte, a la influencia de su familia
aristocrática en toda Grecia. Al parecer estudió con la poetisa de Boecia, Corinna, y fue
derrotado por ella en un concurso poético. Corinna le aconsejó entonces "sembrar con
la mano, y no con todo el saco", en alusión al uso excesivo del ornamento mitológico
en la obra temprana de Píndaro. En años posteriores, Píndaro viajó por todo el mundo
griego, y su fama nacional le hizo merecedor de numerosos encargos. Pasó dos años en
Sicilia, invitado por Hierón I, rey de Siracusa, y compuso Epinicios (extravagantes cantos
de alabanza) para Hierón y otros reyes, así como para las más nobles familias griegas.
Ningún otro poeta griego supo expresar como él la unidad espiritual preservada por la
religión y la lengua común, y por la tradición recuperada de los juegos olímpicos
panhelénicos. Tan grande fue la fama de Píndaro que cuando Alejandro Magno saqueó
Tebas, en el año 335 a.C., dejó intacta su casa.

Su obra
Píndaro representa la culminación de la lírica coral griega, compuesta para ser
cantada, con acompañamiento musical, por coros de jóvenes, en oposición a la lírica
personal, cantada o recitada por una sola voz. Píndaro compuso para los dioses
himnos, ditirambos, odas, canciones, cantos fúnebres y elogios, pero de toda esta
producción no quedan más que unos cuantos fragmentos. Su obra conocida abarca al
parecer sólo una cuarta parte del total de su producción, y está formada por cuarenta y
cuatro epinicios u odas triunfales en honor de los vencedores de los cuatro grandes
juegos nacionales: olímpicos, pitios, itsmios y nemeos. Su estructura es bastante
compleja y contienen una importante carga moral, así como un profundo sentido
religioso, que siempre fue uno de los rasgos más notables de la lírica coral griega. El
procedimiento habitual de Píndaro para alabar a los vencedores de los juegos consistía
en insertar en la parte central del poema un mito que expresaba el estado de ánimo
general en esa ocasión o relacionaba al héroe victorioso con el pasado mítico. En
Píndaro se observa un tratamiento de los mitos griegos distinto al de los poetas épicos
y más próximo al de la tragedia atica. Del mismo modo, introduce en sus odas
numerosas reflexiones de carácter religioso y moral, y proclama la inmortalidad del
alma y la existencia del juicio futuro.

3. LA POESÍA EN ÉPOCA HELENÍSTICA


La poesía en época helenística se caracteriza por la erudición, ya que la mayor
parte de los poetas conocen a fondo diversas disciplinas del saber humano, al ser
encargados de la Biblioteca de Alejandría. Como tenían un amplio conocimiento de la
tradición literaria, buscaban la originalidad en la exhibición de la sabiduría, el ingenio,
la elegancia y la técnica refinada. El mito es utilizado como un elemento decorativo
para poner a prueba la capacidad erudita del poeta. Las alusiones, las reminiscencias
del pasado, las metáforas ingeniosas confieren a la poesía de esta época una
complicación que sólo puede ser comprendida por el público reducido de los círculos
selectos y cultivados capaces de valorar el refinamiento y el enigma.
Entre los poetas más representativos señalaremos a Calímaco de Cirene (300? –
240 a. C.), bibliotecario de Alejandría, que es autor de himnos, epigramas y elegías;
composiciones todas ellas de una refinadísima perfección formal. Apolonio de Rodas
(295?-215 a. C.), del que se ha conservado íntegro el poema épico titulado
Argonáuticas; y Teócrito de Siracusa, que mostró una gran sensibilidad y erudición en
sus poemas bucólicos llamados Idilios, creando el mito de la “Arcadia feliz”.

4. PERVIVENCIA DE LA LÍRICA GRIEGA


La lírica griega del período arcaico, que va desde el siglo VII al siglo V, nos sorprende
por su originalidad y su audacia expresiva, en los comienzos de la literatura europea.
Otros poetas líricos volverán en siglos posteriores a recordar y celebrar esos mismos
temas y las eternas sensaciones y pasiones humanas. Y sus motivos perviven a lo largo
de toda la literatura griega posterior.
Los poetas romanos se inspirarán, tanto temática como formalmente, en sus
antecesores griegos. Poetas como Catulo u Horacio adoptan formas poéticas de
Safo o Arquíloco, Virgilio de Teócrito, y así un largo etcétera. Y, fundamentalmente a
través de los poetas latinos, la influencia de la poesía griega antigua alcanza a partir del
Renacimiento hasta nuestra época actual. Poetas como Garcilaso, Fray Luis de León o
Herrera, son poetas que, en última instancia, derivan de esta tradición.
ALGUNOS POEMAS Ligereza a la liebre,
Amor tardío Velocidad al corzo
Echándome de nuevo su pelota de Y una sima de dientes
púrpura, Al león prodigioso;
Eros de cabellera dorada Las aves soltó al viento,
Me invita a compartir el juego Los peces echó al ponto,
Con la muchacha de sandalias de Para sus euros diestras,
colores. Para sus aguas doctos;
Pero ella, que es de la bien trazada Al hombre entendimiento,
Lesbos, A la mujer nególo.
Mi cabellera, por ser blanca, desprecia, ¿Pues qué le dio? Belleza
Y mira, embobada, hacia alguna otra con natural adorno;
y esto en lugar de lanzas
De las mujeres y de paveses corvos,
Sabia naturaleza por más fuerte que el fuego
Dio dos cuernos al toro, y que el acero todo
Cuatro pies al caballo,
Cuatro manos al oso,
Me parece igual a los dioses
Me parece que es igual a los dioses
el hombre aquel que junto a ti se sienta,
y a tu lado absorto escucha mientras
dulcemente hablas
y encantadora sonríes. Lo que a mí
el corazón en el pecho me arrebata;
apenas te miro y entonces no puedo decir ya palabra.
Al punto se me espesa la lengua y de pronto un sutil fuego me corre
bajo la piel, por mis ojos nada veo,
los oídos me zumban,
me invade un frío sudor y toda entera
me estremezco, más que la hierba pálida
estoy, y apenas distante de la muerte
me siento, infeliz.

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