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Jacob Grimm

(Jacob o Jakob Ludwig Grimm;


Hanau, 1785 - Berlín, 1863)
Filólogo, historiador y escritor
alemán. Junto con su hermano
Wilhelm Carl (1786-1859), fue una
de las figuras intelectuales más
relevantes del Romanticismo
alemán. Las recopilaciones y
estudios sobre los cuentos
folclóricos alemanes que ambos
realizaron en su juventud les
proporcionaron fama mundial, y les
convirtieron en dos de los autores
más clásicos y conocidos de toda
la literatura universal.

Jacob Ludwig y Wilhelm Carl eran los dos hermanos mayores de una familia
numerosa compuesta en total por cinco hermanos y una hermana. Toda la familia
se caracterizaba por su profunda religiosidad calvinista, y varios de sus antepasados
y parientes más directos ejercieron como pastores protestantes. El padre de la
familia, Philipp Wilhelm, era un jurista que disfrutaba de una posición acomodada
de funcionario en Hanau, antes de trasladarse a Steinau, otra pequeña ciudad del
estado de Hesse.

La muerte prematura del padre, en 1796, dejó a la familia en una situación


económica muy precaria. El fallecimiento de la madre años después, en 1808, dejó
al joven Jacob, que tenía entonces 23 años, como responsable de una familia con
cuatro hermanos y una hermana menores.

Muy unido durante toda su vida a su hermano Wilhelm, ambos habían realizado sus
estudios de secundaria en Kassel, y luego estudiaron Derecho en la Universidad de
Marburgo entre 1802 y 1806, con la intención de continuar la trayectoria de
funcionario de su padre. Un hecho decisivo reorientó, sin embargo, su vocación: el
haber conocido al poeta romántico Clemens Brentano, que les transmitió su pasión
por la poesía folclórica.

Los hermanos Grimm llegaron incluso a colaborar como recolectores en la célebre


colección de cantos populares alemanes que, con el título de El cuerno mágico de
la juventud, publicaron Brentano y Achim von Arnim entre 1805 y 1808. Y además,
comenzaron a recoger, en aquellos años, los cuentos que años después formarían
parte de su celebérrima colección Cuentos de la infancia y del hogar. Entre las
enseñanzas extraídas de aquella labor estaba el convencimiento, típicamente
romántico, de que la "Naturpoesie" o poesía natural o del pueblo era anterior y
superior a la "Kunstpoesie" o poesía artística o artificiosa de los escritores cultos.

Por la misma época, los hermanos Grimm entraron en contacto también con
Friedrich Karl von Savigny, insigne jurista, que les descubrió el mundo de los textos
jurídicos antiguos y contribuyó enormemente a su rigurosa formación científica.
Menos directa, pero igualmente importante, fue la influencia que por la misma época
recibieron de los escritos del filósofo Johann Gottfried Herder (1744-1803), auténtico
precursor-fundador del romanticismo alemán que reivindicaba, como Brentano, la
cultura popular como la expresión más auténtica del espíritu y de la historia del
pueblo alemán.

En 1805, Jacob acompañó a Savigny a París para estudiar textos jurídicos de la


Edad Media, y un año después ganó un puesto de funcionario en Kassel. Wilhelm
Grimm, de salud muy delicada, no se encontraría en condiciones de trabajar de
forma estable hasta 1814.

El estallido de la guerra contra Napoleón, y el expansionismo francés, que pronto


alcanzó al estado de Hesse, obligaron a Jacob Grimm a escapar y a convertirse en
bibliotecario privado del rey de Westfalia en 1808. Allí fue donde escribió alguno de
sus primeros estudios importantes, como Sobre los maestros cantores de la antigua
Alemania (1811).

Un año después también se convirtió en auditor del Consejo de aquel estado, pero
en 1813, cuando la amenaza francesa se despejó por completo, prefirió reintegrarse
a su antiguo puesto de funcionario en Hesse. Poco después hubo de viajar por dos
veces a París (en 1814 y 1815) como integrante de una delegación encargada de
recuperar obras de arte robadas por el ejército napoleónico en Hesse y Prusia en
los años anteriores.

Participó igualmente en el Congreso de Viena en 1814 y 1815, y en todos sus viajes


encontró siempre tiempo para seguir buscando manuscritos antiguos y
profundizando en sus estudios sobre la literatura y el derecho de la Edad Media. A
partir de 1816, Jacob Grimm volvió a reunirse con su hermano Wilhelm, y ambos
decidieron reorientar sus investigaciones jurídicas hacia el terreno de la literatura
antigua y tradicional.
La renuncia a la estabilidad de sus trabajos de funcionarios implicó que viviesen en
condiciones precarias, pero fue aquella la época en que trazaron las líneas maestras
de su producción científica, que asentaron sobre dos bases muy bien definidas: el
estudio comparado de la tradición antigua y de la moderna a través de la
investigación de archivo y del trabajo de campo etnográfico, con el fin de desvelar
su continuidad y relaciones en el tiempo; y el estudio comparado de la tradición
alemana con otras tradiciones europeas, como la escandinava, eslavas, inglesa,
escocesa, holandesa, española o italiana, con el fin de desvelar los contactos
multiculturales e intentar trazar mapas y teorías sobre sus fuentes y evolución
paneuropea.

Pocos años antes, en 1812, los dos hermanos habían publicado la primera edición
de sus Cuentos de la infancia y del hogar, que había alcanzado un gran renombre
y difusión, y en 1816 decidieron publicar la segunda edición, revisada y modificada.
La colección reunía dos centenares de cuentos, la gran mayoría recogida de la
tradición oral campesina.

Uno de los mayores méritos de los hermanos Grimm fue el de haber sabido respetar
la sencillez y espontaneidad del discurso natural de estos cuentos, en vez de
transformarlos con los artificios cultistas y moralistas de otras recopilaciones
anteriores. Aunque no tuvieron más remedio que intervenir ocasionalmente en
algunos de los textos, para resolver ambigüedades o confusiones, la colección de
cuentos de los hermanos Grimm está considerada como la primera realizada en la
historia con criterios auténticamente rigurosos y científicos, muy cercanos a los que
utiliza la etnografía moderna.

Ambos hermanos llegaron incluso a defender apasionadamente su método frente a


quienes les reprochaban no haber ornamentado o haber sacado más partido literario
de aquellos cuentos. Jacob aducía que la belleza incontaminada de la
"Naturliteratur" o literatura natural era más pura, trascendental y divina que la de la
"Kunstliteratur" o literatura artística, y Wilhelm incorporó a la segunda edición de los
cuentos un prólogo titulado Sobre la naturaleza del cuento en que defendía que los
cuentos folclóricos contemporáneos descienden directamente de los mitos
religiosos antiguos, y que su importancia literaria e histórica están muy por encima
de lo que se había tradicionalmente considerado hasta entonces.

Algunas de las ideas de los dos hermanos han acabado revelándose posteriormente
como falsas y de un idealismo excesivamente romántico. Por ejemplo, toda su teoría
sobre el origen divino de la cultura y sobre la decadencia progresiva que la había
acompañado a lo largo de su evolución histórica fue desmentida por generaciones
de antropólogos posteriores. Pese a ello, los avances realizados por ambos
hermanos en el terreno del análisis literario y cultural constituyeron progresos
importantes en el panorama de las ciencias humanas de la Edad Moderna, sobre
todo si se comparan con los de épocas precedentes.

Entre 1816 y 1818, los hermanos Grimm publicaron en varios volúmenes las
Leyendas alemanas, que continuaban, en el terreno de la leyendística, la labor
iniciada y los métodos ensayados en la anterior colección de cuentos. Aunque esta
nueva obra nunca llegó a alcanzar la celebridad y la difusión de la anterior, consolidó
su reputación de auténticos precursores en la recopilación folclórica moderna.

El interés de ambos hermanos continuó centrado durante bastante más tiempo en


la literatura popular. De 1826 es su traducción de las Leyendas y tradiciones de
hadas del sur de Irlanda, de Thomas Crofton Croker, para el que escribieron un
extraordinario prólogo que resumía sus ideas sobre los cuentos de hadas
paneuropeos. También por aquellos años, los dos hermanos Grimm se ocuparon
intensamente del estudio de textos literarios arcaicos con fuerte presencia de lo
popular, y realizaron importantes trabajos sobre el Cantar de los Nibelungos y sobre
la obra El pobre Heinrich del escritor de comienzos del siglo XIII Hartmann von Aue.

A finales de la década de 1820, cada hermano eligió seguir caminos intelectuales


más diferenciados, aunque nunca dejaron de estar unidos en lo personal y en lo
académico. Mientras Wilhelm preparaba su trabajo Las leyendas heroicas
alemanas, centrado en la Edad Media, Jacob volvió a los estudios filológicos, y
sobre todo a los gramaticales. Pese a que todavía publicaría importantes trabajos
literarios, como el dedicado en 1834 al ciclo cuentístico medieval de Reinhart el
Zorro, intensificó los trabajos de su monumental Gramática alemana, que había
comenzado a publicar en 1819 y culminaría en 1837.

La Gramática alemana es un colosal tratado de gramática histórica no sólo de la


lengua alemana, sino de todas las lenguas germánicas, en el que sentó las bases
de la lingüística comparada moderna. Sus contribuciones a la formulación de leyes
fonéticas y etimológicas generales, o al análisis de las relaciones entre la historia
de la lengua y los cambios de significado, resultaron trascendentales dentro del
panorama científico de su época.

En esta obra formuló la llamada primera Ley de Grimm, que demostraba el principio
de correspondencia en la evolución de las consonantes en lenguas pertenecientes
al tronco indoeuropeo, lo que reforzaba observaciones y estudios previos realizados
por el lingüista danés Rasmus Rask. La llamada segunda Ley de Grimm desvelaba
el proceso de transformación de determinadas consonantes sonoras en sordas en
las lenguas germánicas a partir del siglo V d.C. Sus hallazgos no sólo ejercieron
una gran influencia en toda la lingüística histórica germánica, sino también en la
románica y en la eslava. Por otro lado, en 1824, Jacob Grimm tradujo al alemán la
gramática serbia de su amigo Vuk Stefanovic Karadzic, y en su introducción sobre
las lenguas y las literaturas eslavas dejó patente la enorme profundidad de sus
conocimientos e intereses.

Extraordinaria y muy influyente fue también su gran obra Antiguo derecho


consuetudinario alemán, publicada en 1828, que sirvió de modelo a otras obras del
mismo tipo publicadas en las décadas posteriores en Francia, Holanda, Rusia,
España y diversos países eslavos.

En 1829, los hermanos Grimm perdieron el favor del príncipe elector de Hessen-
Kassel, por lo que se vieron obligados a trasladarse a la cercana Universidad de
Göttingen, donde durante años desarrollaron labores de bibliotecarios y profesores.
Fue la época en que Jacob Grimm compuso su monumental Mitología germánica,
ambicioso estudio comparativo de los mitos, leyendas, creencias y supersticiones
de los pueblos germánicos antiguos y modernos con los de la tradición grecolatina
y la cristiana. Aquella obra fue también seguida como modelo por diversas
generaciones de mitógrafos posteriores, alemanes (Mannhardt, Müller) y europeos.

Pero la inestabilidad política volvió pronto a alterar la tranquilidad de los hermanos


cuando el recién coronado rey de Hannover abolió en 1833 una constitución
moderada que él consideraba excesivamente liberal. La enérgica protesta de los
Grimm, junto con otros cinco profesores, tuvo como consecuencia su destitución
fulminante, así como la obligada expulsión de Jacob del reino de Hannover. Los tres
años siguientes hubo de pasarlos en Kassel, aunque nunca llegó a sufrir serios
problemas de tipo económico, ya que su prestigio era por entonces tan
extraordinario que numerosas universidades e instituciones de Alemania y de toda
Europa se disputaban su presencia.

En 1840, la vida de los hermanos dio un giro definitivo cuando aceptaron la


invitación del rey de Prusia, Federico Guillermo IV, para enseñar en la Universidad
de Berlín. La estabilidad y tranquilidad que les ofreció su nueva situación les permitió
comenzar la empresa más ambiciosa de cuantas se propusieron: el Diccionario
alemán, gigantesco elenco de todas las voces alemanas con anotación de
etimologías, variantes a lo largo de la historia, desarrollos semánticos, usos
diversos, dialectalismos, coloquialismos, y citas de dichos y proverbios. Tan
gigantesca empresa no pudo ser culminada: Wilhelm murió cuando la redacción del
diccionario había avanzado hasta la letra D, y Jacob cuando alcanzaba a la letra F.
Hubieron de ser generaciones de estudiosos posteriores los que lograran concluir
su ambicioso empeño, que sirvió de modelo a muchos otros diccionarios históricos
que se proyectaron en otros lugares de Europa.

En aquella misma cómoda y tranquila etapa berlinesa, Jacob Grimm, que al


contrario que su hermano nunca contrajo matrimonio, realizó otra obra monumental
más: la Historia de la lengua alemana. Ambos hermanos también realizaron por
entonces una serie muy amplia de artículos y prólogos que acabarían siendo
reunidos en sus Kleinere Schriften. La muerte de su hermano Wilhelm en 1859,
cuatro años antes de la suya propia, dejó a Jacob sumido en un estado de
postración anímica en el que sólo la entrega apasionada a su trabajo le pudo servir
de alivio.
Wilhelm Grimm

(Wilhelm Carl Grimm; Hanau, 1786


- Berlín, 1859) Filólogo, historiador
y escritor alemán. Junto con su
hermano Jacob Ludwig (1785-
1863), fue uno de los intelectuales
más relevantes del Romanticismo
alemán. Las recopilaciones y
estudios sobre los cuentos
folclóricos que realizaron en su
juventud les proporcionaron fama y
prestigio mundial.

Las vidas de los hermanos Grimm


corrieron en paralelo durante gran
parte de su existencia: hijos
mayores de una familia acomodada y de convicciones profundamente religiosas y
tradicionales, la muerte prematura del padre (un abogado acomodado) en 1796, y
de la madre en 1808, dejó a la familia en una situación económica muy
comprometida. Los hermanos realizaron estudios en Kassel y en Marburgo, donde
conocieron y recibieron la influencia del poeta y folclorista Clemens Brentano y del
jurista Friedrich Karl von Savigny, quienes despertaron en ellos la pasión tanto por
la literatura popular como por los estudios comparados de Derecho y de Historia
antigua y moderna.

Los problemas de salud de Wilhelm le impidieron, al contrario que a su hermano,


encontrar una ocupación estable hasta 1814, cuando fue aceptado como secretario
de la biblioteca del príncipe elector de Kassel. Tres años antes, en 1811, había
publicado su primer trabajo importante en solitario: Cantos épicos daneses antiguos.

Un año después, en 1812, los hermanos Grimm publicaron la primera edición de los
Cuentos de la infancia y del hogar, que conocería una segunda edición, revisada y
modificada, en 1816. Aquella segunda edición de los dos centenares de cuentos
folclóricos recogidos por ambos hermanos de la tradición oral, y editados con
escasos retoques (lo que convirtió la obra en la primera realizada en la historia con
criterios auténticamente rigurosos y científicos, muy cercanos a los que utiliza la
etnografía moderna), fue precedida por un prólogo de Wilhelm Grimm titulado Sobre
la naturaleza del cuento, en el que defendió que los cuentos folclóricos
contemporáneos descendían directamente de los mitos religiosos antiguos, y que
su importancia literaria e histórica estaba muy por encima de lo que se había
tradicionalmente considerado hasta entonces.

En el mismo año en que publicaron la segunda edición de sus cuentos, los


hermanos Grimm renunciaron a sus puestos de funcionario para dedicarse, en
condiciones bastante difíciles, al estudio de la literatura folclórica y antigua alemana.
Entre 1816 y 1818, publicaron varios volúmenes de Leyendas alemanas. Poco
después, en 1821, Wilhelm Grimm publicaba su estudio Sobre las antiguas runas.
Y en 1826 publicaron su traducción de las Leyendas y tradiciones de hadas del sur
de Irlanda, de Thomas Crofton Croker, para la que escribieron un prólogo que
resumía sus ideas sobre los cuentos de hadas paneuropeos.

También por aquellos años, los hermanos Grimm se ocuparon intensamente del
estudio de textos literarios arcaicos con fuerte presencia de lo popular, y realizaron
importantes trabajos sobre el Cantar de los Nibelungos y sobre la obra El pobre
Heinrich, de Hartmann von Aue.

A finales de la década de 1820, cada hermano eligió seguir caminos intelectuales


propios, aunque nunca dejaron de estar muy unidos en lo personal. Mientras
Wilhelm continuaba su labor medievalista con un trabajo titulado Las leyendas
heroicas alemanas, Jacob volvió a centrarse en los estudios filológicos de carácter
eminentemente lingüístico.

En 1829 perdieron el favor del príncipe elector de Hessen-Kassel, por lo que se


vieron obligados a trasladarse a la cercana Universidad de Göttingen, donde
durante años desarrollaron labores de bibliotecarios y profesores. Cuando el recién
coronado rey de Hannover abolió en 1833 una constitución moderada que
consideraba excesivamente liberal, la protesta de los hermanos Grimm, junto con
otros cinco profesores, fue seguida de su destitución.

En 1840 aceptaron la invitación del rey de Prusia, Federico Guillermo IV, para
enseñar en la Universidad de Berlín. La estabilidad y tranquilidad que les ofreció su
nueva situación les permitió comenzar la empresa más ambiciosa de cuantas se
propusieron: el Diccionario alemán, una vasta recopilación de todas las voces
alemanas con anotación de etimologías, variantes a lo largo de la historia,
desarrollos semánticos, usos diversos, dialectalismos, coloquialismos, y citas de
dichos y proverbios.

Tal empresa no pudo ser culminada por sus iniciadores. Wilhelm murió cuando la
redacción del diccionario había llegado hasta la letra D, y Jacob cuando alcanzaba
a la letra F. Nuevas generaciones de filólogos concluirían su ambicioso empeño,
que habría de servir de modelo a muchos otros diccionarios históricos que se
proyectaron en otros lugares de Europa.

Al contrario que Jacob Grimm, que siempre permaneció soltero, Wilhelm Grimm
contrajo matrimonio con Dorothea Wild de Kassel, con la que tuvo tres hijos:
Hermann (1828-1901), que fue historiador del arte y de la literatura; Rudolf (1830-
1889), jurista; y Auguste (1832-1919).
Charles Perrault

(París, 1628 - id.,


1703) Escritor
francés. Cultivó la
poesía galante y fue
protegido por el
ministro Colbert,
gracias al cual ingresó
en la Academia
Francesa (1671). Su
poema El siglo de Luis
el Grande (1687)
reavivó la «querella de
los antiguos y los
modernos», y para
sostener su tesis,
favorable a los
escritores modernos, escribió Comparación entre antiguos y modernos (1688-1697)
y Los hombres ilustres que han surgido en Francia durante el siglo XVII (1696-1700).
Es autor de una recopilación de cuentos infantiles titulada Historias y relatos de
antaño (1697), que le valieron una gran celebridad póstuma.

Educado en el colegio de Beauvais, Charles Perrault se aficionó grandemente a la


literatura desde su mocedad. Compuso durante sus años de colegio una Enéide
travestie agradable, juntamente con su amigo Baurin y con sus hermanos (Claude
Perrault, que sería médico y arquitecto, y Nicolás Perrault, futuro teólogo). Abogado
del foro de París en 1651, obtuvo luego diversos cargos administrativos y
gubernativos. De 1654 a 1664 estuvo empleado en la administración de la
Recaudación General de Hacienda, dirigida por su hermano Pierre bajo la
supervisión del ministro Jean-Baptiste Colbert, protector de la familia.

Charles Perrault fue más tarde inspector general de la Superintendencia de las


Construcciones Reales y miembro de la comisión encargada de redactar
inscripciones en los monumentos públicos (que posteriormente se convertiría en la
Academia de Inscripciones). Mientras tanto, frecuentaba los salones, haciéndose
apreciar por su "sprit" y por su amabilidad, y fundaba con Costar y Pinchesne un
grupo de amigos literatos a los que se unió durante algún tiempo Madame de la
Suze, la sentimental poetisa. Fue precisamente hacia esta época (1660) cuando
escribió las poesías tituladas Le miroir ou La métamorphose d'Orante y La chambre
de la justice d'amour.

A partir de 1671, fecha de su ingreso en la Academia Francesa, tomó parte muy


activa en sus deliberaciones. Colbert le había confiado oficiosamente la misión de
apoyar en el campo literario la política de prestigio con la que reforzaría y ampliaría
la autoridad de la monarquía; el poeta oficial Jean Chapelain le ayudó en aquella
labor. Perrault propuso una reforma en la organización de la Academia y en el
nombramiento de sus miembros; a partir del 13 de enero de 1672, las sesiones
fueron públicas. Pero, pese a sus muchos esfuerzos y a los poderosos apoyos con
que contaba, se atrajo la enemistad de otros grupos, en especial de Nicolas Boileau
y sus seguidores.

La polémica se inició cuando el 27 de enero de 1687 leyó en la Academia un poema


más bien mediocre, titulado El siglo de Luis el Grande, en el que sostenía la
superioridad de los escritores modernos sobre los antiguos. Nicolas Boileau, Jean
Racine y otros ridiculizaron el poema, y Perrault replicó remachando y explicando
sus teorías en los cuatro volúmenes de su Comparación entre antiguos y modernos
(1688-1697). Las preferencias expresadas por Perrault levantaron un prolongado
debate público que se convirtió en la famosa «querella de los antiguos y los
modernos». Nicolas Boileau lideró la defensa de los antiguos; a sus sarcásticas
Réflexions critiques sur Longin contestó Perrault con una Apologie des femmes
(1694).

La controversia continuó incluso después de la reconciliación de los dos jefes de


grupo (1700), y no careció de aportaciones de enjundia; así, la teoría según la cual
las artes no dejan nunca de perfeccionarse a través de una revolución de carácter
científico anima la Digresión sobre los antiguos y los modernos (1688) de Bernard
Le Bovier de Fontenelle. Cuando se apartó de esta polémica, que puede
considerarse casi la polémica del siglo, Perrault publicó Los hombres ilustres que
han surgido en Francia durante este siglo, con sus retratos al natural (1696-1700),
obra biográfica en dos volúmenes, de poco valor, pero ilustrada con hermosos
grabados.

Los cuentos de Charles Perrault

En 1697 publicó Charles Perrault el libro al que debe su celebridad: Historias y


relatos de antaño. Cuentos de mi tía Ansarona. Pensando que era poco serio que
la obra apareciera con su nombre, publicó con el de su hijo esta colección de
cuentos en verso y en prosa, nacida con la modesta pretensión de divertir a los
muchachos, pero que, gracias a su feliz ingenuidad y su sabroso y sencillo estilo,
estaba destinada a conquistar al público europeo y a tener un número prodigioso de
ediciones, así como a captar la atención y exaltar la fantasía de escritores como los
hermanos Grimm, Ludwig Tieck y Maurice Maeterlinck, que hicieron de ella
transcripciones y arreglos.

Los cuentos más populares, y quizá también los más bellos, como Barba Azul, La
bella durmiente del bosque o La Cenicienta, serían objeto de versiones musicales a
cargo de compositores de la talla de Gioachino Rossini, Jacques Offenbach, Paul
Dukas y Bela Bartok. Junto a los ya citados, merecen destacarse otros muchos
también universalmente conocidos, como Caperucita roja, El gato con botas,
Pulgarcito, La princesa astuta, Las hadas, Piel de asno, Deseos ridículos y Ricardito,
el del copete.

Si bien la fuente de sus cuentos es la tradición popular, nos hallamos muy lejos de
la ingenuidad a que quisieron atenerse en Alemania los hermanos Grimm. Aunque
su lenguaje es también rico en expresiones características, tomadas del mundo del
que provienen los personajes, Perrault se mantiene alejado por igual del llano
realismo y de la reconstrucción histórica: sus príncipes y grandes señores son los
mismos de la Corte de Versalles, y sus campesinos y artesanos son los que se
movían alrededor de París y de la Isla de Francia en el siglo XVII.

La elegancia de su estilo hace de cada uno de estos cuentos una pequeña obra
maestra, fruto de un paciente trabajo de lima, como se puede comprobar
confrontando el volumen del año 1697 con la primera redacción de los cuentos,
aparecida en revistas como el Mercure de France. El literato no supo resistir a la
tentación de añadir a los cuentos una moraleja, que siempre resulta la parte más
débil; al hacerlo, no sólo se inclinaba ante el gusto de la época, sino que con ello
salía al paso de las posibles acusaciones de corromper a la juventud.

Las demás obras de Charles Perrault tienen un interés muy secundario: Saint Paulin
(1686), Le cabinet des Beaux-Arts (1690, colección de grabados), La Marquise de
Salusse ou La patience de Griselidis (1691) y Adam ou La création de l'homme
(1697). Perrault escribió también una comedieta en tres actos, L'oblieux, que no se
publicó hasta 1868. Sus Mémoires (1755) contienen riquísimas y valiosas
informaciones sobre la obra del ministro Colbert.
Hans Christian Andersen

(Odense, Dinamarca,
1805 - Copenhague,
1875) Escritor danés.
Inscrita en el
romanticismo, su obra
comprende diversos
libros de poemas,
novelas y piezas para
el teatro; sin embargo,
Hans Christian
Andersen debe su
celebridad a las
magníficas
colecciones de
cuentos de hadas que
publicó entre 1835 y
1872. Son creaciones
suyas relatos como El patito feo, La sirenita, El soldadito de plomo, El sastrecillo
valiente o La reina de las nieves, tan divulgados y conocidos que a veces son
tenidos por cuentos tradicionales anónimos. Por su poderosa inventiva y la
equilibrada sencillez de su estilo y de su técnica narrativa, Andersen es el primer
gran clásico de la literatura infantil.

El más famoso de los escritores románticos daneses fue un hombre de origen


humilde y formación esencialmente autodidacta, en quien influyeron poderosamente
las lecturas de Goethe, Schiller y E.T.A. Hoffmann. Tuvo una primera niñez bastante
serena entre un padre zapatero, soñador inquieto y librepensador, y una madre más
vieja que su marido, supersticiosa y activa, siempre dispuesta a mimar a su hijo; tal
equilibrio quedó alterado con la muerte del padre (1816), a quien el espejismo de la
guerra napoleónica había alejado de la familia, y el segundo matrimonio de la
madre.

En 1819, a los catorce años, Hans Christian Andersen viajó a Copenhague en busca
de fortuna. En vano esperó llegar a ser cantante, actor o por lo menos bailarín, ni
tampoco fueron más afortunadas sus primeras tentativas poéticas. La crisis que
vivía el reino de Dinamarca a raíz de las duras condiciones del tratado de paz de
Kiel y su escasa formación intelectual obstaculizaron seriamente su propósito.
Sin embargo, con la ayuda de personas adineradas (especialmente del director
teatral Jonas Collin, que medió para que se le concediese una beca), logró cursar
estudios regulares, y en 1828 obtuvo el título de bachiller. Un año antes se había
dado a conocer con su poema El niño moribundo, que reflejaba el tono romántico
de los grandes poetas de la época, en especial los alemanes. En esta misma línea
se desarrollaron su producción poética y sus epigramas, en los que prevalecía la
exaltación sentimental y patriótica.

En 1830, durante un viaje, pasó la experiencia de su primer amor, desdichado como


los dos que siguieron (por Luisa Collin, la hija de su protector, y por la soprano Jenny
Lind, el famoso "ruiseñor del Norte"). Entre las numerosas composiciones de este
período cabe destacar Caminata desde el canal de Holmen hasta la punta oriental
de Amager, el vodevil Amor en la torre de San Nicolás y las recopilaciones de versos
Poemas (1830), Fantasías y esbozos (1831), Cuadros de viaje por el Harz, Suiza,
Sajonia, etc., en el verano de 1831 y el ciclo poético Los doce meses del año.

El escaso éxito de sus obras teatrales y su insaciable curiosidad lo impulsaron a


viajar por Europa. En los años 1833 y 1834 estuvo en Francia y en Italia,
principalmente en París (donde escribió Inés y el tritón) y en Roma; posteriormente,
ya famoso gracias a sus cuentos, visitaría Alemania, Grecia, Turquía, Suecia,
España y el Reino Unido, entre otros países, y anotaría sus impresiones en
interesantes cuadernos y libros de viaje: Bazar de un poeta (1842), En Suecia
(1851), España (1863) y Visita a Portugal (1866).

En 1835, de regreso tras su primer viaje, alcanzó cierta fama con la publicación de
su novela El improvisador. Además de los cuentos, son dignas de recuerdo las
novelas O.T. (1837), Tan sólo un violinista (1837), Las dos baronesas (1848), Ser o
no ser (1857) y Pedro el afortunado (1870), todas de inspiración más o menos
autobiográfica, y piezas teatrales como El mulato (1840). Interpretó su propia vida
como un bello cuento en sus repetidas autobiografías: El libro de la vida (1832-33),
El cuento de mi vida (1846) y Mit Livs Eventyr (1855), reelaboración danesa de la
anterior, a la que siguió un apéndice en los años 1868-69.

Los cuentos de Andersen

Durante una estancia en el Reino Unido, Andersen había entablado amistad con
Charles Dickens, cuyo poderoso realismo, al parecer, fue uno de los factores que le
ayudaron a encontrar el equilibrio entre realidad y fantasía, en un estilo que hallaría
su más lograda expresión en una larga serie de cuentos. Al regreso de su primer
viaje a Italia, que tuvo la virtud de estimular su fértil imaginación, Andersen preparó
y publicó Cuentos para contar a los niños (Eventyr, fortalte for børn, 1835), primero
de sus famosísimos libros de cuentos infantiles; nuevas colecciones suyas verían la
luz en años sucesivos (1843, 1847, 1852); la última de ellas fue Nuevos cuentos e
historias (Nye eventyr og historier, 1858-1872).

Inspirándose en tradiciones populares y narraciones mitológicas extraídas de


fuentes alemanas y griegas, así como en experiencias particulares, Hans Christian
Andersen llegaría a escribir, entre 1835 y 1872, un total de 168 cuentos
protagonizados por personajes de la vida diaria, héroes míticos, animales y objetos
animados. Parte de ellos son cuentos populares que el autor había oído contar en
su infancia en Odense y que reproduce con tonos sencillos de gusto popular y, al
mismo tiempo, estilísticamente refinados (por ejemplo, El eslabón, El pequeño y el
gran Claus, Los cisnes silvestres o El porquero). Otros, como Ole Luköje y La colina
de los elfos, están tomados de leyendas; y algunos, como El vestido nuevo del
emperador, proceden de fuentes literarias.

Con todo, la mayor parte de las historias son pura invención de Andersen, hecho en
que el danés se aparta de la línea de autores que reelaboraron cuentos tradicionales
(como el francés Charles Perrault en el siglo XVII) o se limitaron a transcribirlos y
compilarlos buscando preservar su pureza y espontaneidad originales (como los
hermanos Grimm). Andersen reveló una poderosa fantasía al convertir incluso a
seres inanimados en protagonistas de sus narraciones, como ocurre en El soldadito
de plomo, El molino de viento, El farol viejo o El collar. Animales y también plantas
son personajes habituales (El ruiseñor, El sapo, El patito feo, La mariposa, La
margarita, El abeto o El último sueño de la vieja encina), sin que falten por ello los
protagonistas humanos, como en Pulgarcita o El sastrecillo valiente.

La maestría y la sencillez expositiva logradas por Andersen en sus cuentos no sólo


contribuyeron a su rápida popularización, sino que consagraron a su autor como
uno de los grandes genios de la literatura universal. Dirigidas en principio al público
infantil, aunque admiten sin duda la lectura a otros niveles, las narraciones de
Andersen se desarrollan en un escenario donde la fantasía forma parte natural de
la realidad y las peripecias del mundo se reflejan en historias que, no exentas de un
peculiar sentido del humor, tratan de los sentimientos y el espíritu humanos.

Valiéndose de elementos fabulosos o reales y autobiográficos, como en el cuento


El patito feo, el escritor danés identificó sus personajes con valores, vicios y virtudes
para describir la eterna lucha entre el bien y el mal y dar fe del imperio de la justicia,
de la supremacía del amor sobre el odio y de la persuasión sobre la fuerza; en sus
relatos, los personajes más desvalidos se someten pacientemente a su destino
hasta que el cielo, en forma de héroe, hada madrina u otro ser fabuloso, acude en
su ayuda y premia su virtud.

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