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Una vez presentado los conceptos anteriores es posible establecer un vinculo entre estos dos
autores, si bien no poseen el mismo enfoque respecto a la manera de presentar sus ideas,
ambos asumen la des perfilación de la deidad y la priorización del ser humano en todos los
ámbitos.
Foucault crea, propone y estructura, un método de gobernar que tiende el progreso, al avance
del individuo y a su bienestar, desligando lo tradicional (muchas veces colisionando con los
principios de la ética) para velar por lo bioético y lo tecnológico. De esta manera, dando a
entender, no directamente, que el rol de la iglesia o del dogma se limita a personas que la
aceptan culturalmente, sin cumplir un papel fundamental en lo económico ni legislativo.
A su vez, Nancy, realiza un análisis tajante pero no despectivo ni desvalorizador, sobre lo
cristiano en la actualidad y como se ha ido degradando en su propio nihilismo desde el inicio
de su fundación, el cual de alguna manera, es posible complementar con las políticas
establecidas por Foucault, que indirectamente trasluce lo analizado por Nancy, al tener la
capacidad de crear conceptos contemporáneos mundialmente aceptados dentro de lo
científico, sin necesidad de recurrir a políticas que vinculen el bienestar del ser humano con
la religión.
De esta manera, podemos concluir que el ser humano va orientado a un progreso puramente
antropológico y en beneficio de ello, no quiero decir con esto que las religiones vayan a
desaparecer (en algún momento sería posible pero todavía estamos muy lejos), pero los
nuevos modelos de vida han ido desplazando los vínculos que deterioran la importancia de
la aplicación de lo cristiano a las políticas públicas, pero aun así, manteniendo la
característica propia del pensamiento cristiano que nos diferencia de Oriente.
Personalmente, considero que el poseer un dogma o una religión tiene tantos pros como
contras. A favor del cristianismo en este caso, está el apoyo mental que entrega la deidad o
la creencia al individuo, carente o no del mismo, y también de una serie de valores que son
básicos e incluso vistos de una posición ateísta, son fundamentales. Pero en contra, el aludir
a la deidad es limitar el pensamiento analítico a otras posibilidades y posturas frente a la vida,
también lo sería el fanatismo, que es el dogma en su extrema condición (a pesar de sonar
exagerado, es bastante común) al punto de inducir a la intolerancia a quien no comparta el
ideal (gran ejemplo histórico: el expansionismo disfrazado de religión, Conquista de
América).