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ROMÁNTICA ALMA,

ERRÁTICA Y PERDIDA

JOSÉ ÁUREA ABAD MACEIRAS DE GRAÑA


MUCHOS VERSOS QUE NO SABEN BESAR
Yo quisiera darte un beso
que mantuviese eternamente
sabor a azúcar en tu corazón despierto.
Yo quisiera darte un beso
que borre el aire
entre mis labios de llanto
y tus labios de lucha y de denuedo;
un beso de calor sin sangre,
un beso blanco como la nieve,
un beso divino e incólume,
como un pestañear de un utópico,
quimérico y perfecto universo.
Yo quiero darte un beso sin tacto,
sólo todo el sentimiento,
un beso tan dulce y grande
que haga pequeña, diminuta
e invisible la tierra
y exacerbadamente áspero
el terciopelo.
Un beso que no manche,
ni quite ni contacte,
un beso más allá de tu mente y de tu cuerpo,
un beso que trascienda el alma
y que otorgue a tu espíritu el cielo.
Yo quiero tatuar en tu espíritu
el beso más grande y casto,
el beso más honrado, sincero y honesto;
un beso de color arco iris,
el beso por antonomasia,
el beso de la paz, la alegría,
la satisfacción inconmensurable
e infinito contento.
Un beso jamás pensado, sentido ni dado
por el dios de los dioses
y asimilado por la diosa de las diosas
mientras sueña que se va durmiendo
en un altar donde la divinidad
deje de ser divina,
por sentir impotencia, incomodo,
envidia y celos.
El beso de todos los besos,
un beso que no sea beso,
un beso que no sea nada más
que omnipotente, omnibenevolente
y verdadero,
ni nada menos que pío, impoluto,
incólume y perfecto,
que dibuje la sonrisa más suprema,
no en tu rostro, no en tus labios,
ni en el corazón, ni en la mente,
ni en tu espíritu,
sino en todo tu ser,
en tu ser, del todo bueno;
no el beso por antonomasia,
sino el beso con el que deseo
escribir la belleza infinita,
para besar el papel
con estos versos llenos de besos;
para hacer de este poema
el beso de todos los besos,
el beso prisionero, aprisionado,
mancillado, ultrajado y profanado
con estos advenedizos y frustrados versos.
Sencillamente mi amada,
todo beso,
todo el beso.
El beso que nunca dio ningún poeta en sus poemas.
El beso que la poesía no puede besar.
El beso que toda la poesía
jamás nunca podrá a nadie entregar.
El imposible beso que yo
para ti quiero,
el beso de la quimera,
ESTE INALCANZABLE BESO.
LA BOTELLA DE MI POESÍA.
Eres una botella sin mensaje;
eres como mi vida
desde el punto de vista de mi corazón;
eres una poesía que no fluye,
una poesía todo arte;
yo te llenaré de contenido y de razón.
Te pondré un tapón para taparte,
para otorgarte dignidad y tesón noble.
No te arrojaré al mar después de llenarte;
no te lanzaré a aventuras de aventureros
de destinos inciertos, imposibles y románticos,
de viajes solitarios arriesgados,
sin peligro de vivir y emocionarte;
no seguirás la senda que te obliga
a llegar al otro lado de la playa
para que te halle quién no te busca,
quién no le importas,
y te convierta en un sueño prestado,
una ilusión por vacío de ilusiones,
un motivo para motivar la desmotivación.
Tampoco te llenaré de vino rancio,
a mí no me gusta el vino,
ni de una pócima de magia blanca
para curar el mal de males.
Haré de ti una poesía libre,
haré por ti palabras que encierren toda la belleza;
no colocaré barcos de palillos en tu interior.
Te insuflaré aliento de tabaco y whisky barato,
verteré lágrimas asesinas en tu interior.
Llevarás las huellas de mis recuerdos,
mis angustias, mi ansiedad y mi dolor,
el sufrimiento permanente de mi espíritu,
una historia singular y diferente,
tristezas de amor de niño y de adolescente.
Eres la poesía de un poeta,
eres el grito de mi soledad y mi silencio,
eres el testigo de la pasión;
eres un insomnio sin noche,
eres un blues si trompetas y sin saxo,
sin guitarras, sonidos ni conclusión.
Eres el jazz de un loco cuerdo;
eres el góspel a golpes de corazón;
eres el último soul de Amy;
le rien de rien de Edith Piaff,
le tout du tout à moi;
eres una canción sin principio,
sin nudo ni desenlace,
eres la mejor poesía de mi vacío acostumbrado,
mi sinsentido común, mi tristeza habitual,
mi desesperanza crónica,
la mejor metáfora musical fea y desolada
de los latidos en vano de mi corazón.
Mi botella es una poesía,
mi poesía soy yo,
yo no soy una mentira,
mi vida no es una mentira.
Si hay algo más real que el sufrimiento,
es la botella de mi poesía.
REGRESIÓN
Fue en una vida pasada
en la mazmorra de atrás de un monasterio.
Yo alimentaba amedrentado
un cortejo de leprosos hambriento,
que con apetito voraz
y llagas sin manos,
buscaban en el aire un soplo de libertad,
rellenando sus estómagos vacíos
y cuerpos necrosados
que arrojaban despojos de carne
que nunca fue tan humana
como su prisión y su hambre
y mi horror, mi terror,
mi dolor y mi miedo
al pasar entre las rejas
los bocados de pan y comida
a sus brazos de harapos extendidos al cielo,
en el infierno de otros en que ellos vivían,
y yo malsirviendo al humano y al Señor,
con mi hábito marrón y mi tonsura en medio del pelo.
Luego avancé muchos años y me vi
esta vez con un traje señorial del Medievo
de un religioso, blanco y reluciente,
y la boinilla cubriendo mi cráneo ya más viejo,
y el hisopo de oro en la mano
repartiendo bendiciones a un cortejo enorme
de frailes hambrientos de la paz del Señor,
la libertad del cielo,
y la guerra de los muslos hermosos de mozas
que sufrían de la libertad de aquel mundo
a no mucha distancia de aquel palacial monasterio.
Otro paso más allá de aquel confuso e irónico momento,
me vi en un ataúd
penetrando en un nicho de piedra
con un crucero detrás de mi cabeza
y un amplio séquito
venerando los despojos y el alma
de aquel obispo que fui en una vida pasada,
en la misma que di de comer entre barrotes,
vestido de fraile desgraciado y marrón,
a aquel séquito de trozos humanos
que se apaciguaban al ingerir
el alimento que yo repartía,
con mi horror, mi terror,
mi desgracia, mi dolor y mi miedo.
NO SUPIERON LLORAR

Déjenme llorar
a través de la humedad de mi aliento,
en el eco de los latidos
de un corazón que sólo al dolor sirve de sustento;
en las toxinas a las que se abren los poros de mi piel
como llagas que gritan penas y sufrimiento
que dibujan toda la melancolía, la derrota,
la insatisfacción, la amargura y el descontento.
Si mis ojos no tienen misericordia
para abrirse y dar vida
a los lagos de lágrimas que llevo dentro,
déjenme llorar a través del olor de mi cuerpo
brisas que inunden de derrota,
el aire quieto y derrotado
y las locuras del loco viento
borracho de penas y frustración
(sí, ya sé que no hay rima en estos versos);
Ayúdenme a que mis palabras
sean el diluvio universal
de todo el dolor humano,
del dolor de mis seres más queridos,
del dolor de todos los seres,
del dolor de esta tierra que grita,
de los mugidos llameantes, fríos y feos
del universo.
Préstenme corazones
en donde quepan toda mi desesperación,
desilusión y desalientos;
regálenme bidones de agua del mar muerto,
y sacos de sal de salinas tan lejanas
que habiten en el corazón del infierno,
y vacíen su disolución sobre mi cuerpo,
para que se refleje con destellos cegadores
el hambre de amor, el vacío de alegrías
y la sobresaturación de mi infinita tristeza;
y sepan que quién yo soy,
en quién a mí ven,
en mi faz seria e impávida
arde y se hiela todo el dolor hermano,
que vive en nuestro universo.
Déjenme llorar,
por mí, por ella,
por el olvido y el recuerdo,
por mis hermanos muertos,
por la nada y por el todo,
por la estela de amargura y de derrota
que deja mi caminar,
haciendo nacer un camino sangriento
de polvo húmedo y polvoriento;
y si no es posible,
claven en cada poro de mi piel
un alfiler sádico que saque gotas de sangre
y bañe de ella todo mi cuerpo.
Si no puedo llorar
nada de tanto como necesito,
que de sangre sean mis lágrimas,
y se ensangriente todo mi cuerpo
para calcar esta poesía
que de nada me sirve,
que no me desahoga,
que no tiene piedad,
que no tiene palabras inteligentes,
que no sabe hablar,
que no puede decir y abrir
el sufrimiento enquistado en mi corazón vivo
y mis ojos muertos.
Déjenme llorar o sean insumisos ante Dios,
para pedirle que le quite la vida
a esta pozo tan oscuro y seco,
con lodos de lágrimas densas y espesas
que no pueden ya brotar
a través de ningún cuerpo humano,
a través de la densidad
de ese dolor tan sólido que soy yo;
el dolor sin fin que nació con la génesis de mi ser,
con la génesis de un concepto no creado
para esta nada y este todo y esta vida,
la frustración y la derrota de estos versos
que no pueden llorar.
Que casi lloran sin saber llorar.
QUE QUERÍAN LLORAR.
DESESPERADO POR LA NADA
Si mi angustia y mi pena fuesen un paisaje,

serían una soga ardiendo colgada de un sol eclipsado,

y empapada en su curvatura por un hielo humeante

deshilachado, rojo pasión y cortante,

como cortan las navajas de Satán

los ojos de los fatigados,

poco a poco, paso a paso, beso a beso,

hasta rajar con furia, abrir con fiereza inusitada,

ese blanco y redondo que es el ojo de la carne.

Si mi angustia y mi pena fuesen un traje,

serían una capa noche y roja

empapada de frío inmenso,

cuajada de sal sólida de lágrimas

vertientes del diluvio universal,

fugitiva en el ojo del huracán final,

cada vez más arreciadora de lluvia roja

y cada vez más lejana, más fría y más distante.

Si mi pena y mi angustia fuesen un contenido,

serían el big-bang de un cerebro,

que no tendría final ni ningún continente

y sus porciones famélicas

se multiplicarían como los peces y los panes,

huyendo cada vez más lejos,


mientras se mantuviesen paridoras

las primeras porciones engendrantes

del dolor más infinito y supremo,

más conocido y desconocido,

más parturientas y constantes.

Si yo no fuese un místico,

recopilaría todas las blasfemias más tronantes,

y las escribiría en la piel de todos los seres,

con mi puño y con mi sangre.

Si yo no fuera un místico, ni un poeta,

ni un esclavo de un Dios sádico y flagelante,

pondría fin a mi existencia,

sin derramar una lágrima,

sin escribir una letra,

sin mirar una mirada,

sin demorar un instante,

en un lugar ignoto,

donde los efluvios de mi cadáver al pudrirse

sólo intrigasen los buitres, los gusanos,

las hienas que estuviesen tristes,

cuervos negros como mi pena y mi angustia,

con picos durísimos y martilleantes,

y con cada picotazo un verso tétrico en la piel,

un beso de horror y un verso aterrante,

hasta escribir en el papiro de mi piel


la poesía más alocada,

más triste,

más angustiada,

más penosa,

más bulliciosa y vomitiva

y humillante para los vivos;

más silenciosa, más callada, desconocida,

anónima, discreta y sensata

para los que arrojamos la vida a la cara

del Ser Original e inagotable

de sudor, pena, angustia, frenesí,

fatiga, dolor, carne, sufrimiento

y sangre de poetas,

sangre… mucha sangre,

toda la sangre

toda la angustia, toda la pena,

ANGUSTIA, PENA, SANGRE…

sangre triste, sangre aciaga,

sangre llorona, sangre desgraciada;

sangre omnipotente, la sangre de todo el alma,

sangre del parto de mi madre,

sangre transmutada en lágrimas.

sangre absurda, sangre amamantada,

sangre de todo el universo,

sangre desesperada,
desdichada sangre,

todo el cuerpo de la sangre,

toda la sangre del alma.

ANGUSTIA, PENA, SANGRE…

la de todas las heridas,

toda la derramada,

toda la por derramar,

sangre de la angustia,

sangre de la pena;

toda la sangre líquida corriente

y toda la sangre cuajada;

todo abierto el grifo seco de la sangre

de la tristeza más desesperada.

¡ÁMAME!
Si tú quisieras respirar esta llama tan apasionada,
paladear este alcohol encendido,
beber y revolver y agitar
esta que todo lo perfora incandescente lava,
recogerme en tu regazo,
en el centro exacto de tu ser
hasta desmayarte embriagada,
el licor de mi corazón en celo,
el destello de recuerdo eterno
de mi mirada hambrienta y entregada,
con fulgor de mil luciérnagas
que inundarían de luz tu interior
sediento de chispas sicodélicas y enamoradas,
morirías matando
y matarías muriendo,
cabalgando sobre mis alas
de ángel enfurecido,
escapando de este feo lodo y estas tristes y secas aguas,
hasta jugar con polvo de estrellas mágicas,
girando, tiritando, levitando,
convulsionándote ingrávida,
para gritar un grito
que te transmutase de bruja humana
en fruta inagotable del universo,
roja, abrasadora y borracha,
para confundirte en mi delirio
y disolverte en mi pasión tan brava,
para olvidar todo lo vivido,
todas las cadenas que te atan,
y ser un tornado de luz
en la entrada de un agujero negro de luz azul,
y viajar mil dimensiones más allá de la triste tierra,
pasando todas las páginas
del libro de la vida y de la muerte
y tornarte canción nunca escuchada;
me consagrarías Dios,
convirtiéndote en diosa loca de atar, vehemente,
de voluptuosidad toda omnipotente y sabia
para santificar el hedonismo,
en la cruz del centro preciso de todas las galaxias.
¡Clava tus pupilas en mi empuje,
sueña, duerme sin dormir, muere y revive,
sin que eternamente el tiempo pase,
que se detenga, desvanezca y desaparezca,
y orgasma, orgasma y orgasma…
perennemente y sin fin,
recogiendo en tu cáliz derretido y sagrado
los pétalos más blancos e infinitos como mares de todas las
galaxias
de esta la sangre más roja,
recorriendo tus entrañas, y transfundiéndome tu sangre
a mi cuerpo infinito en un círculo constante,
y grita encadenando mis manos siderales
con tus dedos cósmicos:
ama mi amo, y empuja, yo soy tu ama,
amamántame con tu saliva,
muere, mata, vive,
señor del universo de mi paladar,
mi placer, mi sed, mi hambre,
mis lágrimas de néctar dulce, mi sicodelia infinita,
y sosiégame y agítame y disfrútame
en un punto culminante
de este círculo que ya cesa
y se detiene…
en este instante eterno…
definitivo e interminable!

¡OLVIDAD!
Soy un personaje pintoresco
y nadie me quiere pintar;
se puede romper el lápiz,
secar la pluma,
caer las gotas de tinta en el mar;
llorar a mares sin poder llorar;
imagen, silueta, rasgos
y facciones contagiosas,
trajes negros,
penas que nadie puede dibujar.
Tristezas internas y opacas,
penas tan grandes
que ningún lienzo puede alcanzar.
Mirada que disimula
dolores a gritos
que nadie quiere oír; ¡normal!,
gritos que romperían
la tela y los tímpanos;
imagen homicida
para quién la ose dibujar.
Verdades grandes
que son sufrimientos
que nadie podría soportar.
La parte oscura
del lado oscuro de la realidad.
Poesías hirientes,
versos horribles,
letras que se clavan en las pupilas
y ciegan los ojos
de quienes las quieran mirar.
El terror tan grande
que hay en mis venas,
en mi corazón,
en mis sesos,
en el humo de mi sangre,
en mi cráneo,
en mi garganta rígida,
en mi pecho oprimido,
¿quién lo querría pintar?
Colores tan feos, tan raros,
tan siniestros, inéditos, imposibles,
pinturas tan tétricas
que sólo existen en mis adentros,
¿cómo se podrían preparar?
Manchas oscuras
sobre fondos oscuros,
líneas deformes, colores acolores,
sombras sin luces que las definan;
versos que repudia el papel,
plumas que lloran…
¿qué banales ojos las pueden querer leer?
Mi noche tiene estrellas,
pero no hay luz,
las estrellas son las lágrimas de la oscuridad.
Soy un personaje pintoresco
y absolutamente nadie
me puede pintar,
porque mis verdades
son tan verdaderas
que los demás artistas
no pueden soportar,
y de mí se vengan
obligándome a que yo me pinte,
manchando de nobleza
un mundo desleal,
posando el dedo
sobre la belleza infinita
que siempre amé,
dibujándome a mí mismo
con la sencillez de mi huella dactilar.
¿Quién la puede pintar?
¿Quién la puede querer mirar?
No la miréis;
mi mundo no es de este reino,
no tiene reinos, ¡qué os importa!,
deambula perdido
por vuestra horrorosa hipócrita
antología de mentiras
disfrazada de verdad.
Si sin querer la habéis visto,
¡olvidad, olvidad, olvidad!
Soy una estrella y no tengo noche.
¿Quién me podría querer pintar?
Vuestro olvido absoluto
será mi absoluta y completa paz.
¡Olvidad, olvidad, olvidad…!

NO ES UNA POESÍA.
ES MI TODO DE AHORA MISMO
Y NO DEJA DE SER NADA.

En esta vida de carne, materia,


teatro y Maya y mentira,
pongamos que tercera dimensión o Sámsara,
la letra con sangre entra.
Yo sangré ríos de lágrimas,
mares muertos y salados
de las penas más grandes,
prepotentes, hermosas y fanfarronas,
océanos de incandescente lava.
Nunca mentí, ni miento ni mentiré,
sólo quiero derruir mi ego,
la muerte de este juguete insano,
la muerte de esta bobada,
de esta vida cuyo sentido
es el sinsentido, el consciente,
el inconsciente y el ego,
y no hay otro lugar en que
hallar el sentido real y verdadero,
que no sean el espíritu y el alma,
el conocimiento absoluto de toda la metafísica,
la negación absoluta
de la filosofía de la mente,
los placeres de la carne;
el aguardiente que quema y escuece en las llagas;
la inmersión en la mística y el esoterismo
(la auténtica verdad oculta,
que “presume” de estarnos vedada).
Antaño en otra vida, en una vida pasada,
me suicidé a los veintisiete años;
mi nombre era Mariano José,
y mi apellido era Larra.
También en tiempos pasados,
Baudelaire me plagió poesías,
las más llenas de veneno, furia y odio,
las más tétricas y macabras,
y luego, aún siendo quién era,
nunca se atrevió a enseñarlas.
Fui mi ancestro más triste y trágico;
inquisidor de plañideras;
el Torquemada de las superficies;
el verdadero ángel caído de la poesía más malvada,
en esta vida de mentira y carne,
materia, teatro y Maya,
en la eterna tercera dimensión, el Sámsara.
La mayor tragedia de la historia de la tierra
será algún día, de mis poesías la más trágica;
por si alguien lo está pensando,
por si alguien lo tiene en mente,
que calle desde ahora y para siempre,
y que nunca me lo eche en cara…
¡Que jamás me diga nada!
La génesis de esta poesía es el amor radical universal
más absolutamente incondicional
que por fin ya alimenta mi mente,
mi espíritu y mi ánima;
y el intento definitivo de aniquilar y destrozar mi ego,
que tanto pesar y penar me causa.
Yo sólo me odio a mí mismo,
yo no odio a nadie ni ya a nada,
desconozco infinitamente
lo que es el rencor, los celos,
las justicias de los hombres,
la envidia, el odio a otros seres y la venganza.
Quién necesite comprobarlo,
que siegue mi cuello con un hacha;
y si siente como yo siento,
que pronuncie la primera palabra;
entonces correré a su encuentro,
y abrazaré fuerte su cabeza
contra mi mejilla y mi pecho,
hechos de materia insana;
y entonces después de tantísimo tiempo, ´
mis ojos secos volverán a verter lágrimas,
lágrimas por ser comprendido,
lágrimas por él y por nuestra historia tan amarga,
lágrimas por un alguien más que un hermano,
lágrimas por el encuentro,
lágrimas de amor verdadero,
lágrimas de amor, fe, la ilusión perdida
y por la recobrada esperanza
de un vivo en muerte
que con sus últimos estertores del ego,
esta poesía maldita y bendita
a todo el universo y a toda la humanidad os regala.

De dicada a mi mamá (muerta en vida), mi padre (vivo en muerte) y a mi


maestro Pedro Rullán Ferrer (vivo en la verdad y el amor), y si no me lo
tiene en cuenta, yo sé que me lo permite, es un total cachondo, a mi
queridísimo ángel de la guarda.

ESPUMA DEL MAR.


Lágrimas de seres gloriosos,
llantos de ángeles caídos,
los hijos de Poseidón;
espuma del mar…
Nata que sube de abismos profundos
de espíritus prisioneros
y desaparece…
Nadie sabe donde va…
En el cielo de los cielos
engendra, genera y forma
blancas alas de ángeles
que nunca más caerán;
extremos de la tristeza y la felicidad
más absolutas;
espuma del mar…

LA MAGIA INMEDIBLE DE LA POESÍA


Le dije a mi hermano el místico
que antes de la muerte hay vida;
que hay dulces y sexo,
cama y cocina;
pasteles, cerveza, vino;
sala de estar,
salón de vivir,
tierra con vida;
puestas de sol,
cinturas de mujer,
playas con conchas,
pantalones ceñidos
con caderas femeninas;
viajes a Cuba,
estancias en Londres,
labios de mujer,
escotes de hembra,
campos con hierbas,
sala de estar,
salón de vivir,
montañas con vida;
cielos azules,
praderas verdes,
paisajes de Galicia,
sol de Andalucía;
bromas y chistes,
besos de madre,
abrazos de amigo,
espuma en las olas,
nubes de algodón,
pezones de caramelo,
chicas con faldas,
personas sinceras,
hombres honrados,
pájaros que cantan,
risas con risas;
amaneceres, noches de sueño,
sueños de día,
ciencias y letras,
teatros de verdad,
películas de Bogart y Bette Davis,
bibliotecas, puentes sobre el río,
ríos con puentes,
filosofía…
sin existencialismos
ni dioses que nos condenen
a renunciar a vivir la vida.
Nostalgias alegres,
melancolías lúcidas,
cabellos largos,
ojos de mujer,
tarta de whisky,
chupitos de Passport,
aceras limpias;
aventuras para aventureros,
cuentos para los niños,
ambiciones sanas,
aspiraciones sublimes,
momentos de carcajadas,
sentido del humor
y la magia inmedible de la poesía.
Poetas que escriben bien
con líneas rectas,
versos alegres, tristezas con amigos,
chisteras con conejos, magos con palomas blancas,
canciones para bailar
LA MAGIA INMEDIBLE DE LA POESÍA.
AMADA MÍA
Si algún día, amada mía,
me faltas y te falto,
o te sobro,
por nuestro kharma y pactos álmicos,
por el destino, el horror,
la sinrazón, la miseria de este mundo,
la antiinercia del amor, “il fato”;
no digas que no te he querido,
no pienses que no te adoro,
no sientas que no te amo,
con el suspiro de mi aliento,
con el calor de mis venas,
con las lágrimas de mi llanto,
con los sesos de mi cráneo;
con la mirada de nuestra hija,
la tristeza de nuestros padres,
la pena de nuestros amigos,
la incondicionalidad de nuestros santos.
Y no pienses que no estoy,
estaré en el bajo astral,
en el inframundo de los que todavía no han muerto,
la soledad más sufrida
de todas las noches de luna nueva,
de las mareas sin mar,
los árboles sin raíz,
las montañas sin tierra,
los valles sin depresión,
el espacio sin sus astros.
Te admiro, te quiero,
te agradezco, te venero sin saber hacerlo;
te amo, te amaré,
siempre te amé, te amo;
como la mirada a sus ojos,
como el viento ama al aire,
el respirar al aliento,
sus pasos al caminar,
la fe ciega a su convicción,
el esqueleto a sus huesos,
mi corazón a tu ser;
si algún día, amada mía,
me faltas y te falto.
Te lo agradezco todo,
todo te agradeceré,
pensaré siempre en ti,
como pensaba antes de conocerte,
como esta poesía
te ama y te siente,
con la incondicionalidad
del papel a esta tinta;
como mi nombre a mi ser,
eternamente… Anxo.
Si algún día mi dama,
me faltas y te falto.
Como este poema a sus versos,
eternamente… Anxo.
YO QUIERO
Repudio el sudario,
la hostia, la corona de espinas,
el báculo, el hisopo,
la opresión y la mentira.
Repudio la sotana,
la pobreza, las guerras
en nombre de Dios,
la divinidad y la mitra.
Repudio el hambre, el Opus,
los Illuminati;
repudio al hombre,
me excomulgo de todas las religiones,
las iglesias, la catedral,
el templo y la mezquita.
En nombre de dios impongo
la riqueza, el pan,
el sexo con amor,
el amor con sexo,
el sexo con sexo,
el amor con amor,
vivir en un palacio,
la honradez,
la sinceridad,
la voluptuosidad de las hembras,
la alegría de vivir,
la satisfacción y la maría,
el láudano, los orgasmos,
la ternura, la lealtad,
la bohemia y la anarquía.
Repudio la escasez,
el asesinato, el robo,
los sofismas, la falacia de los poderosos,
la ignorancia del pueblo,
el egoísmo, la miseria,
la competitividad, los malos maestros,
el llanto y el dolor,
las cadenas de la tercera dimensión,
la ingenuidad y su verdugo,
la malicia.
Impongo pena de muerte
a la insolidaridad, el capital,
la extorsión y la banca,
el grupo Bilderberg,
a los cargos políticos,
a la tristeza, a la sumisión,
a la apatía.
Decreto el fin de la tristeza,
el libertinaje,
la falsa democracia,
y pongo en pie a M. Hernández,
a Jüng, a Freud, a Marx,
a Pessoa, a Anguita;
la bandera del ateísmo,
el final del premio Nobel,
el principio de la eterna alegría.
Adoro el cariño, la fraternidad,
el campo laico,
los vapores del alcohol,
la muerte de la tierra
y de sus seres,
el nacimiento de un nuevo mundo
en donde todas las utopías
estén ya conseguidas
y no quede lugar para la palabra UTOPÍA.
A LA LUNA
Sola amante huérfana,
desgarrada, leal, fiel,
desesperada, paciente y contumaz,
que siempre vuelve y nunca se va,
tan sólo para llorar penas inmensas
mientras de sus ojos
oscuros y borrosos
no quedan lágrimas,
sino tétricas huellas
de olvido desalmado y soledad.
Hija del sol, se escapó,
proscrita lesbiana,
a amar la Tierra que nunca jamás
la ha amado ni la querrá.
¡Noches de ronda las de la Luna!
Durante el día, perdida y sola,
repudiada y avergonzada,
desaparece para que nadie la vea querer llorar.
¡Vente conmigo, alma gemela,
novia Selene!
Negaré y transmutaré
lo poco de masculino que hay en mí
desde el principio de nuestros principios,
y habitaré y viviré desde ahora mismo
abrazado a ti.
Hoy nos casamos en el espacio oscuro,
íntimo, solo,
nuestro, íntimo y único;
tu brillo, anillo en mi dedo de desposado,
mi alegría, corona sobre tus sienes
de amante eterna, símbolo del amor
que no ha tenido principio y nunca jamás tendrá final.
Es nuestra historia del erotismo,
de nuestra manera de ser y sentir.
La Tierra quedará sola con su orgullo
y con su soberbia y hermafroditismo
donde no hay amantes,
tan sólo constantes coitos
donde cada ser tristemente
tan sólo y únicamente goza de sí.
LA SIRENA
Envidiada, perseguida,
prostituida, tergiversada.
Ni quiere ser ni es pez,
ni nunca ha querido ser una mujer.
Ojos lujuriosos, concupiscentes,
manipuladores, violadores;
lenguas falaces
te quisieron arrancar tu ser,
desterrándote del mar
para convertirte en horrible
y estúpida incestuosa hermana mujer.
Yo te libero de mitos, sirena,
ni mujer ni pez,
ni pez ni mujer.
Sirena es tu nombre.
Sirena es tu ser.

LUCIANA AZUL. POESÍA HECHA POR ENCARGO.


Mamá,
desde una paz que los mayores ya no conocéis,
respiro el azul del cielo
en el centro de tu ser.
Bajo desde las alturas
hasta el que será mi nuevo hogar,
y escucho la música que hacen tus pies al caminar.
¡Qué bonito es tu corazón!
Es un reloj de juguete
que anuncia que me esperáis contentos
fuera de esta paz que me inunda
en tu vientre de mamá.
Sé que las hojas están ahora secas,
que forman crujientes conciertos
cuando las pisáis tú y papá,
cerquita de nuestro hogar.
Ahora te veo por dentro,
te siento desde tu interior,
cuando me des la luz
de Luciana caminante del cielo azul,
veré vuestro rostro y el de los abuelos
y me abrazaré a tu cuello.
Soy un ángel deseado,
soy una espiga de amor,
inundaré vuestro mundo
de alegría, entusiasmo, luz y color.
El momento más espléndido de vuestra vida
surgirá de tu interior,
acariciando mi corazón entre tus manos,
a inundar vuestra existencia
de una magia celestial,
de Luz y Cielo,
de cánticos de ángeles
y la bendición del Señor,
del Todopoderoso de la magia,
creador del amor,
de vuestro amor, amados padres,
del milagro del amor,
de ese milagro, el más grande,
el milagro que soy yo;
mamá, la palabra más grande,
tu hija, Luciana Cielo,
el milagro superior.

OSCURO ROJO PASIÓN.


Mi corazón
es una grande lágrima granate
de flores rojo pasión,
hechas con cuajos de sangre oscura
que penden de mi cerebro.
Es la pena predilecta,
es la pena por antonomasia,
es la pena con mayúsculas negras,
es la pena subrayada con el rojo del horror.
Cuando alguien tenga mi pena,
que le clave una lanza de fuego en los ojos,
y rompa todos los espejos,
y luego que le saque el corazón
con una daga de matar,
con un cuchillo de matar cerdos,
y la asesine para siempre
y le quite la vida
y arroje su cadáver
en el más frío y monstruoso
pozo del olvido,
que es donde vivo yo;
del olvido absoluto
de la paz y la alegría,
y el recuerdo y el presente eterno
del infierno dentro de mi ser,
para que nadie más vea
y sienta esa pena tan horrible
y tan fea,
que es el paso de la huella de mi vida.
Luego que caven y quemen la huella
con una explosión infinita
para que el mundo se vista de alegría y de color,
y todas las almas ignoren
que un día fui yo.
La pena más alta,
más fuerte, más gorda,
más fea, más rica,
más desalmada, más inmisericorde,
más fanfarrona, más insoportable;
la pena del amor
herido de muerte,
que no tiene fuerzas
para transmutar
en rebelión, repulsa,
violencia, rencor y odio
todo su dolor.
El dolor de este poeta,
el dolor de esta poesía,
el dolor que a nadie le importa
ni debe importarle,
este dolor inconmensurable,
ESTA MISERIA INHUMANA;
ESTA PENA QUE SOY YO.

MARÍA VIRXEN DO CARME


Cando era pequeniño, e amáis máis grande que agora,
cando empezaba a vivir e mais tamén a morrer,
fai uns 35 verans,
coñecín unha muller que tiña un ano máis que min (17),
a máis fermosa do mundo, coñecido e por coñecer,
era bonitiña afeito, ¡éravos moita muller!;
íntegra por fora e por dentro,
inconmensurable persoa fermosa inconmensurable!
Era unha deusa perfecta, non tiña ningún defecto;
o defecto está en non saber describila,
en non a poder coñecer.
Chamábase María, ¡como se iba a chamar!,
María virxen do Carme, con apelidos galegos
que falaban de moitos biquiños e das prantas
virxes das aldeas da nosa terra.
Se eu soubera falar, se eu soubera escribir,
¡canto diría dela!, faríalle unha poesía
coma unha cestiña a unha boneca;
ninguén deste mundo pode,
porque fai falta unha poesía do ceo
para non faltar a verdade con esta deusa,
muller, persoa e femia,
tan riquiña, tan fermosa,
sin ninguna poesía, e con unha soa palabra,
¡PERFECTA!

POESÍA SIN TÍTULO NI CONTENIDO


Este bolígrafo no quiere escribir,
esta tinta no tiene ganas de salir,
y sin embargo esta poesía
esta muy triste dentro de mí,
y quiere huir, buscar horizontes lejanos,
praderas verdes, puestas de sol,
una madre incondicional que la mime
y un padre simpático y feliz;
hermanos amigos,
y un esposo que la haga princesa,
sin saber su condición de cenicienta,
de hija de padre proletario,
(esclavo de penas burguesas y tristezas reales),
que la haga emperatriz de un universo tan perfecto
que ni siquiera tenga necesidad y deseo
de profanar la belleza y libertad absoluta de la nada
y la única imperfección de no existir.
Esta poesía quiere ser todo perfume,
perfume de rosas rojas
y de la sangre coqueta de una barra de carmín;
perfume robado por una niña traviesa y feliz
a su madre, escondido en un rincón
inédito y sagrado, bendecido por el celo
con el que fue guardado
aquella noche del primer amor,
el primer amante y el primer orgasmo
de aquella bella joven, virgen de sexo y de amores,
y de la estupidez, de la locura y la realidad
de este poeta mediocre e infeliz.
Lo siento, este bolígrafo no quiere escribir,
esta tinta no tiene ganas de salir,
y ya se ha muerto de tristeza
dentro de mi frustración y mi impotencia absoluta
de querer ser, de querer vivir;
que la vida es mi eterna condena,
y el perfume se ha derramado,
porque a esta niñita le ha resbalado
el frasco entre sus manos,
y se ha desordenado en este papel sucio y feo.
¡Quemadlo, tiradlo al fuego!,
y ungid con sus cenizas
el corazón de este poeta frustrado,
tan miserable y ruin.
No me lo tengáis en cuenta,
no espero menos de vosotros,
ni tampoco espero más de mí.

JANIS JOPLINS
Cantaba a gritos,

gritaba en silencio,

silenciaba la música con absoluto desparpajo

y el cielo más alto.

Dijo él que en el hotel Chelsea

le dijo a Leonard Cohen:

“A mí sólo me gustan los hombres guapos,

pero contigo voy a hacer una excepción”.

Cada vez que cantó una canción

hizo una excepción en el mundo de la música.

Era muy rubia,

y su melena una bandera de sol al viento.

Se llamaba Janis Joplins,


¿la recuerdan…?

Vivió para siempre

y sólo cantó un momento,

el momento de su vida,

el momento del júbilo,

la explosión y todo el contento.

Se llevó un “pedazo de mi corazón”

atado a una “bola y cadena”,

y me regaló el suyo entero.

PATTY SMITH
En tierra de caballos

cabalgó más lejos que nadie,

con voz de ángel triste y borracho

y una guitarra de frustración

en el corazón del firmamento,

de un caballo blanco

con corbatita negra sujetada del viento,

del viento que levantó

el caballo que montó

en una canción viva

por los tiempos de los tiempos.

Era, es y será Patty Smith,

La amazona de un caballo
Llamado “Relámpago en Vena”,

relámpago rebelde del rock and roll,

relámpago sostenido

de una guitarra que desgranaba

música y arte magno,

sensaciones celestes

y sentimiento,

todo el sentimiento…

polvareda del trote de caballo blanco

cubriendo el aire con el viento.

LED ZEPPELIN
Robert Plant pensó un grito: ¡Amor!

y Pegaso puso la voz y el aliento:

“Mujer, tú necesitas amor”,

y Jimmy Page rasgó con su guitarra de rock

la lira del universo.

Pegaso vuela de planeta en planeta

con esta música

guardada en el viento,

que hace temblar el cosmos

y vibrar cada molécula

del cuerpo de los humanos

que escuchamos este lamento valiente,

este hachazo violento,


esta esperanza desesperada,

este triunfo victorioso

del sonido sobre el silencio…

mientras Plant y Page

nos tienden las “escaleras al cielo”.

CANALIZANDO LA HISTERIA DE MI HISTÉRICO


HERMANO BAUDELAIRE
Esta poesía no está escrita para mí mismo;
va dirigida al centro de vuestras entrañas,
de vuestro corazón,
la pupila de vuestros ojos,
el tímpano de vuestros oídos,
vuestro cuerpo, vuestra mente, vuestra ánima,
y hasta ahora… vuestro “sosegado” espíritu.
Maldigo la alegría, expulso el contento,
grito una oda a la crueldad,
la misma de esta existencia
que nos ha violado a Baudelaire y a mí al unísono.
La que nos ha horadado el corazón,
desgarrado nuestras fuerzas,
alimentado de odio, ira y rabia
nuestra infinita angustia de ángeles caídos;
la que nos ha obligado a ser, a vivir, a existir,
a ser la tragedia, la pena,
la tristeza y el dolor,
la huella dactilar impresa
en esta dimensión del Logos
de este infinito y maldito universo
en el que fuimos condenados a vivir solos,
encadenados, tristes, agitados,
repudiados hacia la locura, la incomprensión
y el sinsentido;
la misma agitación del núcleo explosivo del Big-Bang,
de la maldita dinamita, perversa y malévola,
encendida e incandescente
que ha dado origen a este caos vacío,
vacío de libertad, de amor,
de hermandad, de paz, de fraternidad
y del júbilo y la gloria que a todos vosotros
yo os ofrecí a lo largo de mi penoso,
errado y errático vagar durante
eternos carceleros eones
y lo ha transmutado en este ensordecedor,
perverso y asesino, estruendoso estallido;
del pan vuestro de cada día,
del dios vuestro de cada día,
y nuestra hambre inconmensurable,
inefable y sin medida
de dejar de ser, de no existir,
de encontrar nuestra perfección en la negación,
en la nada,
en el silencio absoluto y definitivo;
en la iluminada negra oscuridad
que deshabite en donde habita,
vive y es nuestra desgracia,
nuestros monstruosos ojos secos, sin lágrimas,
nuestra apología del nihilismo y el suicidio.
Y no son palabras vanas, no están vacías,
desconocen la mentira,
y sí son testigos de la verdad
de nuestros sucesivos e impedidos y negados
intentos atroces de quitarnos
lo que vosotros llamáis vida.
Nuestros gritos, nuestros ruegos,
nuestras frenéticas oraciones, nuestras plegarias,
vuestros cuchillos cortando nuestras venas,
nuestra sobredosis de fármacos venenosos,
la ambición temida de la soga,
han sido desatendidos;
hemos clamado a oídos sordos,
a sentires inmisericordes,
a sinsentires que creen que sienten,
porque, en verdad, hermanos bastardos nuestros,
aquí y allí, sólo somos nosotros
los que en realidad sentimos, hemos sentido
y desgraciadamente sentiremos
eternamente y sin final,
porque aquello a lo que llamáis dios
nunca agotará su agonía y su crisis esencial e insaciable
de dejarnos morir en paz
para así vivir,
dejando definitivamente de existir.
Estas últimas palabras no son un juego verbal,
estos últimos versos no son un juego de palabras,
solo son el fin de la boba fe,
la ilusa ilusión y la desesperada esperanza.
Si os ofende este testimonio, este testamento vital,
pasad la hoja y oíd sin escuchar
las canciones de David Civera, de Ricky Martin,
de Georgie Dann, de King África y Bisbal.
Pidiéndoles perdón de rodillas
dejo como herederos de alguna ilusa y mentirosa alegría
que creí vivir,
a mi sufrida esposa, a Jacobo (quien siempre me entiende),
al poeta César Torres,
y a mis espléndidos y generosos amigos de Paisaje Literario
Cecilia, Vanina, Salva, Diego y mi adorado Gustavo.
PAVAROTTI
¿En qué cielo cantas ahora, Luciano?

¿Cuál es ahora el sol tuyo

desde que te fuiste de debajo del nuestro?

¿Ahí también son cambiantes las mujeres,

mudan de acento e di pensier?

¿Volverás algún día a prestar tu voz

a nuestro firmamento?

Préstanos tu voz celeste,

tu blanco pañuelo,

tu talle grueso y corpulento,

tu negra barba

y el talento más preciado,

la voz del Dios.

Italiano de la tierra,

todo el planeta es tuyo,

regresa a henchirnos de magia y de contento.

“Rondine al nido” ya no tiene sentido

si tú no lo cantas todos los días

en tu honorífico coliseo.
Ya nadie canta “Caruso” con tu grito.

El palacio de tus óperas en la tierra

te espera hasta el final de los tiempos.

EL REY

Compuso baladas, rock,

Jazz, soul, gospel;

cantó rancheras en películas de México.

Tenía el cuerpo perfecto,

y lo dislocaba bailando

una danza que inventó

en otro lugar del universo.

Su voz era de menta y miel,

su materia, una aparente transmutación

del imperio del talento.

El cuerpo del Rey falleció hace 37 años,

con 42 otoños,

los mismos que su adorada madre;

su música está en la red del universo.

¡¿Qué hiciste, Elvis Aarón?!

No has dejado espacio para más reinos.

En el sonido del cosmos

Dios llora escuchando incesantemente


tu música gloriosa de la dimensión final

y tu baile único y maldecido…

Escandalizaste el mundo con “una perra de caza”

y una lanza de nieve, llanto y fuego

quedó clavada en el corazón de América

con tu canción “In the Ghetto”.


LO QUE LAS MASAS LLAMAN PASIÓN
Lo que los humanos llaman pasión

es agua estéril en mi sangre,

sucia, paupérrima y descastada,


plasma artificial estancado en mis venas rojas,

como hiedras desmedidas, gigantes,

sicodélicas y borrachas;
un sofisma blanco, mudo y light

en mi corazón granate,

vacío sin aire en el suspiro


sideral y letal de mis pulmones

que manan mugidos de muerte y génesis;

ruido absurdo en los latidos


cósmicos de mi ser;

asomo de nubes blancas tímidas y fanfarronas

en la tormenta del diluvio universal


de mis lágrimas,

con truenos y bramidos horrísonos


y relámpagos que crucifican
y rompen el paneta Tierra de parte en parte,

y lo queman y lo incendian y lo incineran

hasta desmenuzarlo en polvo de ceniza


que arrastra el cometa magno

de mi sentir apasionado.

Paisaje en blanco, lienzo hueco,


ojos que no miran,

vacío oscuro e inútil

en la ternura loca,
brutal y desmedida

de mi mirada ancestral,

salvaje, virgen e incivil,


selvática, atávica,

primogénita, original e inicial

de mi mirada suicida.
Timbres estropeados sin voz

que fingen llamar

a las cortinas del amor


con la furia, la angustia,

la pena, la soledad

y los hachazos
con que se rompen
las puertas de mis adentros

cuando yo amo.

Ríos de una gota;


cuando mi ser arrasa,

escarba, ara y desemboca

en la totalidad del universo


arrastrándolo a la horca,

con sangre incandescente y llameante

que devora el firmamento


y soy yo lava ardiente,

que derrite cuanto existe,

y se solidifica
gélida, helada y densa,

previa y posterior al big-bang,

sola, con nostalgias tétricas,


melancolías omniscientes,

penas y tristezas infinitas ,

ansiedades locas
y angustias que buscan

un futuro quimérico, idílico,

que sólo mi alma puede habitar,


inhabitable para todas las nadas
del concepto frígido e impotente,

vano y sin significado

de la idea y el pensar insignificante


del sentir de las masas frente a mí,

el símbolo primero, central y último

de esa palabra vana,


que encuentra en mí

la fecundidad infinita de ser

de la verdadera pasión
el significado verdadero,

real, inconmensurable y eterno

de mi locura loca, cuerda,


sabia, trastornada,

inteligente, llena y sabia;

quién únicamente conoce el término


vociferante y habitualmente callado

mucho más allá de la pasión

más febril, pasional y apasionada


que resguardan mis sienes,

mi pecho, mi obsesión,

mi corazón, mi furia,
y la reina de toda la pasión
que es y encierra mi alma,

en su interior, en donde debe de estar,

en su única y verdadera morada,


aquí donde toda la pasión

es más que real y apasionada

y llena todo cuanto existe,


Y

ES TODA LA PASIÓN HABIDA

Y TODO LO DEMÁS
ES NADA.

RENACIMIENTO DEL AMOR


EN EL RECUERDO IMPERECEDERO

Escuchar a tu lado una canción hermosa

es sentir y vivir los susurros


del Dios bueno más sublimemente idealizado
por y de los místicos más ilusos y trastornados.

Escribirte una poesía es sentir

la colosal pena y desmesurada frustración,


la amargura y la derrota

de saber que tal vez esa poesía exista y existe,

sin que pueda escribirse,


sin que nadie puede escribirla,

que grita en mi corazón,

que arde, inspira, vive,


hace vivir e incendia

mi mente desde mi espíritu, mi alma

y ese corazón que me piden


desde el centro de mi ser,

de mi latido y de mi vida,

hecha cuerpo, carne y maná,


y la Sagrada Forma concretada

desde el cáliz de mi esencia

hasta dentro de tu boca, tu paladar, tu lengua,


tu mente, tu corazón,

tu espíritu, alma,

para alimentarte quemándose,


donde se humille y consagre
para regalarte la quimera

de la felicidad más absoluta,

plena, insólita y eterna.


Bailar ahora de “viejos” contigo,

torpemente, ya mucho más escasas

la energía y las fuerzas,


pero con la ilusión inicial

de sentir tu mejilla y tu calor

unidos a mi mejilla, satisfecha y en paz ,


pero todavía trémula,

es danzar como pétalos de rojo clavel

empujados e inspirados
por el viento del Olimpo

la danza de Venus y Eros,

que jamás pudo soñar ningún humano


ni bailar ningún ángel del cielo,

ningún dios, ninguna diosa,

ningún nunca jamás ningún capricho del universo


para dignificar lo real e idealizar el ideal

de construir un mundo perfecto.

Mirarte a los ojos es ver y soñar


los horizontes más románticos de Bécquer,
las puestas de sol que el sol,

las nubes y el atardecer

jamás pudieron crear, ni Zeus imaginar


en toda la historia de todo el universo,

de todos los universos.

Volver a besar la piel de tu rostro


con surcos sabios de vida,

es renacer la pasión, la inocencia,

la mayor razón, la ilusión,


los recuerdos, las vivencias

que mis labios escribieron en tu rostro

durante la juventud de nuestras mentes


y nuestros ávidos, anhelantes y deseosos

labios, piel, y sentidos excitados

de nuestros cohabitantes cuerpos.


Ser tan temerario e intrépido

de obsesionarse en crear la poesía más bella

para la única dama, niña y señora


de toda, mi única y sola existencia

es tan sólo saber recordar y darse cuenta

de que soñar imposibles


y ser el soñador más iluso y más terco,
es conocer que en el pasado,

en mi juventud fui poeta

y ahora me obceco, me muero y me desespero


sin aceptar ya no serlo.

Tropezar contigo y en ti un bolero,

es volver y recordar cómo se sueñan


los más elevados sueños.

Tropezar contigo y en ti

el tango más pasional y emotivo de Gardel


es sentir, escuchar y revivir

los orgasmos que compartiste y sentiste

dentro de mi ser, de tu piel, en tu piel,


recorriendo todo tu cuerpo,

de nuestra alma única

en el clímax y el cénit
que dieron sentido a nuestra vida

y vida y razón a nuestra existencia.

Fuimos, somos, seremos, uno solo


en medio de múltiples, ignoradas y vacías presencias,

eternamente, sublimemente;

lejanos, ausentes y ajenos de todo dolor,


de todo sufrimiento, de todas las lágrimas que no son bellas,
de todo lo que no sea

lo que quiso significar la palabra felicidad,

de todo lo que significó y significará,


como para mí significa siempre tu nombre,

amada Clara del alba,

de todo lo imposible que es bello,


mi querida, mi amiga, mi niña,

mi señora, mi compañera,

mi verdadero yo, mi dama,


mi amada…

MI AMADA…
A MI MADRE, A MÍ MAMÁ, A ÁUREA

Ojos quietos, sosegados, de dinamismo enérgico y vital, pero


suave, dulce y completamente armónico, de mirada mansa pero
de contundencia total, penetrantes y absorbentes sin poseer, todo
compartiendo con hondura y profundidad sin fin, complicidad
incondicional desde LA SABIDURÍA, que como no, albergaba
dulzura infinita, complacencia, satisfacción y sonrisa madre,
hermana y amiga, brotando, surgiendo y naciendo en un recorrido
sin extremo ni término y definitivo la BELLEZA de quién todo lo
comprende, lo ama por encima de todo y todo lo acepta, lo asume,
lo asimila, lo puede y lo comparte, regalando HERMOSURA, sin
acaparar nada y fluyendo sin posible mesura desde su espíritu
divino hacia un espacio intemporal, majestuoso y reinante. Ojos y
mirada del más ancestral, poderoso, digno, honorable, encantador
y elevado linaje, más allá de lo humano, gemelos diamantes
independientes y dos estrellas más amables, reconfortantes,
ingentes, luminosas, decididas, sabias, absolutas y sensuales para
los sentidos del alma y los sentidos de la energía y lo difusamente
material (que entonces, por primera vez en mi vida asumí como
un templo y nunca como un lastre), y además el templo de los
templos, los ojos de los ojos, la mirada

de las miradas que me regalaba y compartía la mujer más


hermosa del mundo, y el ser más bello del universo, MI MAMÁ,
MI MADRE.

Rostro diminuto de fémina siempre bella, en la juventud y la


senectud, de talle fuerte y poderosamente enérgico, pero en donde
todo enseñaba sensualidad, esbeltez y maestría de proporciones,
paradigma de la elegancia, trascendiendo todo lo humano, todo lo
clásico, lo intemporal lo universal, toda ciencia, todo lo que
existe, todo lo que dios no tuvo imaginación para que pudiera
existir y extinguiese todo lo feo y doloroso y crease la felicidad
única e insuperable sin necesidad, con ausencia absoluta, de pares
de opuestos para comprender, valorar, promediar procurar la
perfección, la felicidad y el absoluto a todo lo que pudo haber
sido y no fue, sino tan sólo mi madre.
Cabellos blancos de color escarcha, arrugas testimonios de
espigas doradas, arados, hoces, trigales, prados verdes, sudor de
cuerpos de mentes valientes con ilusiones cotidianas constantes y
permanentes, heno, guadañas, haces de comida para las vacas,
polvo de tierra seca, manchas limpias de tierra húmeda, pólvora
seca, ropas mojadas por la lluvia, sudor en el campo, inviernos
muy fríos y lluviosos, nevadas y nieve, nieblas húmedas, orballos
de casi todo el año y todos los amaneceres, veranos secos y
calientes, cargas de comida para los animales en la espalda,
surcos polvorientos en la tierra, árboles, madera, leña, fuego
amado y reconfortante en una lareira, aventuras para superarse en
tierras extranjeras, emigrante de Galicia, mujer universal,

trabajadora gallega; una escuela rural, un padre muerto en una


guerra antes de que su maravillosa hija naciera; niña bellísima,
ojos enormes, tez morena… mi madre, con la azada al hombro…
Áurea Abad Maceiras, junto a un río truchero de Galicia, con su
molino para la molienda, en la montaña de Galicia, en su interior,
sentada en un carro tirado por vacas, en la aldea de Orosa, en el
Concello de Aranga, mi madre, y el universo y yo contemplando
toda su belleza, toda la belleza, de la persona más entrañable,
dulce, sabia, valiente, noble, acorajada y buena… Áurea abad
Maceiras… hija de una Flor y un Ángel, la encarnación más
admirable de una niña, mujer y anciana, que decidió vivirla y
beberla sin condiciones con amor incondicional, en la historia de
esta Tierra.

Sus ojos y su mirada inspiran y exhalan en una sístole y diástole,


sin percibirse parpadeos, en latidos perfectos y acariciantes,
continuos y sosegados nunca reteniéndola, siempre regalándola y
compartiéndola, en un hospital de cuerpos en la Coruña, con
sonrisa eterna, la ternura, el amor, la comprensión, la generosidad,
la bondad, la tolerancia, el realismo, la aceptación, la complicidad
incondicional, natural e incontingente con sus hijos, la
inteligencia que todo lo alumbra y todo lo puede… la suma y
absoluta BELLEZA.

Es la lenta aproximación al final de un ciclo culminado de manera


perfecta, hacia el hogar, dulce hogar de los místicos, para entrar
en él con la humilde y plácida forma y el contenido impecable de
la máxima grandeza.

MIS OJOS SE OBSERVAN EN EL ESPEJO

Ojos que duermen,


pupilas que sueñan,

sentimientos que miran;

miedos y perdones,
llantos que ya no brotan
por la estrechez alargada

de esas dos quimeras,

estas dos moras maduras y moradas,


estas utopías,

estas penumbras,

puertas de negras noches


donde habitan todos los niños muertos;

donde sonríen ilusiones ilusas

que entierran recuerdos almicidas


y guardan almas niñas,

asustadas y aterradas,

perplejas y terroríficas.
Sonrisas y huidas

hacia horizontes lejanos,

sedientos de bellezas,
de felicidad,

y fugitivas

de entrañas calcinadas y heridas,


humilladas, descarnadas,

huesos fósiles de fusiles disparados,

fugitivas y doloridas
con gritos mudos, salvajes,
vírgenes, sinceros,

inciviles, selváticos,

en dos junglas cenagosas


que se esconden al pestañear las alas

de pestañas quemadas, polvorientas y retorcidas,

de las más bellas quimeras,


las más felices utopías,

secas y contentas

como revoloteos de mariposas


de colores imposibles

que pintan con los anhelos más niños

formidables arcos iris


de risas, sonrisas, ternuras,

victorias, metas conseguidas,

espacios y tiempos nuevos


henchidos de sentimientos

de satisfacción, paz, sosiego,

mundos idílicos insólitos,


inimaginables e inauditos,

finales de todo camino,

el final de todos los caminos;


en donde sólo hay jardines
irreverentes, dignos e idílicos;

victorias, victorias, sólo victorias,

LA VICTORIA,
convertida en realidades

de las más insospechadas e insospechables

e inimaginables fantasías.
Cuando vuelva a observarme mañana

muy de mañana

mis ojos en el espejo


de los significados de mi mirada,

espero no encontrar otra cosa sino

realidades soñadas y sueños reales


y al asomarme a la ventana

ENTRAR EN LA DIMENSIÓN DE TODAS LAS DICHAS

DEFINITIVAMENTE DICHOSAS Y CONSEGUIDAS.

HACE MUCHOS, MUCHOS AÑOS.

Ya nunca me verás reír,

nunca me viste llorando;


sonrisas tímidas amargas
cuando estaba muy cerca,

a tu lado.

Nunca me verás llorar,


nunca me viste con la risa valiente

fluyendo de mis labios,

lloré a tus espaldas,


como en un circo un payaso.

Nunca me verás llorar,

nunca me viste llorando,


nunca reí a tu lado,

sólo la primera vez que te vi…

ilusiones de iluso ilusionado.


Nunca más ya me verás,

yo no te veré a ti;

nos ¿conocimos? un día feliz,


éramos dos chiquillos bobos;

fue hace muchísimos años.

Las lágrimas que yo vertí


eran lágrimas saladas,

ahora toda la sal

ha quemado las llagas de mis costados.


Esta canción para dos viejos…
que fueron niños…

uno continuó siéndolo

y otro no;
tú eras vivida y yo vívido…

Ocurrió hace muchísimos años.

Yo era la pasión y había visto,


tú habías mirado,

yo con mis ojos oscuros,

tú con tus ojos claros…


claros y oscuros

desde hace muchísimos años.


BORRADOR DE UNA POESÍA CANALIZADA

LA ÚLTIMA POESÍA QUE ESCRIBO

Rendí culto a la mente…


Me olvidé de vivir…

Buscando la verdad de verdades

con la diosa razón,


me desvié de la verdad del corazón.

Viví la pasión

buscando verdades con la mente


y sólo para las poesías

quedó la pasión y la verdad

de mi corazón;
esa pasión tan inusitada,

esa pasión apasionada

la viví sólo con el engaño


y las mentiras de la mente

que buscando con ella

ilusionaba las verdades


y me olvidé de la verdad del corazón.
Tan sólo quedó para mis poesías

esa pasión apasionada

que es la verdad de mi corazón.


Tomadlo en vuestras manos,

para eso escribo poesías,

para que lo cuidéis


y para entregároslo…

respetando y amando mis poesías

amaréis mi corazón,
que amaba y vivía en silencio,

sin poder contaros

la verdad que me devoraba;


esa verdad que amaba y amaba,

negando o sin contar

la necesidad de ser amado,


disfrazando esa verdad con poesías…

la necesidad de ser

y dejarme ser amado.


Esta es la verdad verdadera…

la verdad de mi corazón.

Vuestro amor me hará feliz y libre


cuando aprenda a ser amado
lejano de mis poesías

y pidiendo humildemente y a gritos

amor para mi corazón.


¡No veis que os lo estoy gritando!

Amadme muy lejos

y alejado de mis poesías,


y a mis poesías odiadlas,

amadme sin ellas,

a mi solo, tal como soy,


tal cual y como sin ellas soy,

Y ASÍ SOY…

MI VERDADERO YO,
MI VERDAD,

MI CORAZÓN.
LA TRISTEZA Y LAS NOVIAS DE SATÁN
Tinta de mis lágrimas

que ríen mezclándose

y escapando por el papel


y burlándose de mí;

sal de mis lágrimas

que lloran mi desconsuelo


se llevan (que nunca hubo),

todas mis ganas de vivir.

Vida que se va,


muerte que no viene,

tristeza que danza y se columpia

pendida de los huesos de mi cráneo


mientras las neuronas de mi cerebro

saltan a tocar los pies de la tristeza

que se burla de mí,


que se burla de mí,
columpiándose, riéndose,

burlándose, diciéndome:

¡estás muy triste, no eres feliz!


Demonios, duendes feos y verdes,

meigas negras de dientes negros y amarillos

se columpian sobre mis hijas de mis nervios


y me dicen:

¡sufres mucho y no puedes llorar,

tú no puedes ser feliz!


Las pompitas de mis sesos se estiran,

y en esa materia impotente

se hacen llagas que sangran


y se mezclan con la tinta

y me dicen:

vas a desangrarte, ángel de la verdadera poesía,


sigue escribiendo, sigue, sigue,

sigue así, pobre ingenuo,

mientras nosotras nos abrimos y despedazamos,


¡tú sigue así!

En el exterior,

mis ojos envidian todo cuanto ven;


todo cuanto ven es superior a mí;
la silla sonríe, es hermosa,

la mesa sólida,

la ventana transparenta rayos de sol hermosos,


que me dicen,

¡te alcanzamos pero no nos alcanzas,

nos reímos de ti!;


¡sufre, sufre, pobre ingenuo y huérfano,

tú no puedes ser feliz!,

nunca, nunca jamás


sabrás lo que es la felicidad,

la tristeza es tu dueña,

¡sigue escribiendo así!


¿Seguiré escribiendo

hasta que el silencio,

la oscuridad y la nada
reinen en donde yo fui

solo y sólo triste

y dejaré de ser para siempre,


sin jamás haber sido feliz,

sin conocer el contento,

la satisfacción, la alegría,
sino tan sólo el deseo del llanto,
las quimeras, las mentiras

de mi corazón que me duele tanto…

de parir tantas mentiras,


de mentir tantas bellas mentiras

que rebotan en la pared más próxima

y regresan como agujas ávidas


clavándose en esta tan grande lágrima granate,

en este cerebro seco, húmedo y achicado,

que no tiene lágrimas como ríos


de aguas cristalinas,

para dejar de sufrir?

Un aquelarre de amantes de Satán


forman una circunferencia de hogueras

rojas, amarillas y perfectas

alrededor de mi masa tonta


y absurda de inteligencia,

y me enseñan sus senos purísimamente blancos

de pezones marrones erectos,


y me dicen:

la belleza está en el mal,

la miel es toda para Satán;


tú eres un ángel bueno,
te has atrevido a observar de lejos,

llorar sin lágrimas,

soñar sueños que nunca se concretan,


beber agua pura e insípida,

alimentarte de tus tristezas,

guardar fidelidad y lealtad


a los bellos sueños imposibles,

a los principios clásicos y atávicos,

a la moral y ética de los esclavos,


si no saltas hacia nosotras,

si no nos haces el amor

y nos devoras, jamás podrás ser feliz;


la miel es para Satán,

tú eres un ángel bueno,

pobre ángel, niño ingenuo y cándido,


si no nos penetras y haces tuyas,

entonces jamás, jamás podrás ser feliz;

reinarás como rey de la tristeza,


de sueños bellos, de quimeras excelsas

que nunca serán ni se concretarán,

y eternamente serás triste,


nunca conocerás los orgasmos del espíritu,
la miel es para Satán,

y la tristeza maltratada es sólo para ti.

¡Atrévete, ángel bueno,


Tócanos, oprime nuestras nalgas

y nuestros pechos, lame nuestros pétalos,

sorbe toda la leche a mares de nuestros senos,


saca gritos de júbilo de nuestro interior!,

¡¿ya no recuerdas que los ángeles

también, también tenéis sexo;


quieres reprimir tus deseos

y alimentar tu horrorosa insatisfacción?!

¡Ven, encáranos de frente,


una a una, todas juntas,

enlaza tu lengua en torbellinos

con nuestras lenguas,


y humíllanos y poséenos con fuerza,

lentamente, recreándote,

con excitación y frenesí;


ámanos, cómete toda la miel de Satán,

ángel bobo, no huiremos de ti,

nosotras no concebimos,
lo que concebimos es preñarte de placer,
hacer nacer la felicidad en ti,

ven ángel blanco, te deseamos,

mézclate con nosotras en nuestras entrañas,


y tú serás la miel, y nosotras la jalea

con que ungiremos tu divino pene,

y mezclaremos tu néctar con nuestra savia;


¡ven, no seas tonto!,

¿no querías ser feliz?

Entonces arrojé este bolígrafo,


sequé la tinta

y fui, nadé y me metí

en un mar de miel y jalea,


y mi néctar blanco reinó

eternamente para siempre allí.

Y ellas cantaron para siempre:


¡es ahora, ahora y siempre!,

¡ahora la infidelidad y el adulterio

a tus dioses tontos y sádicos


es eterna felicidad para siempre

para ti y en ti!
MICROPOESÍA

Sobre la felicidad no he escrito nada.


Sobre la tristeza mis versos se amontonan

y mis letras se derrumban.

MICROPOESÍA

No hay luz.
Las estrellas

son las lágrimas de la oscuridad.

MICROPOESÍA

Lo que sé de la vida
lo aprendí del dolor.

Lo que sé del dolor lo tengo que ocultar.


¡BIENVENIDO LECTOR, MALDITO HERMANO!
Tú que me lees, lector divino, terrenal y mundano;

tú que me sufres, miserable humano;

tú que me disfrutas, hermana del cielo,


del limbo, del Olimpo, del infierno iluso e ilusionado.

Tú que me sigues, pero no me acompañas,

tú que me olvidas, me recuerdas y me traicionas,


amigo querido, desleal y descastado;

tú que me emocionas, que me quieres a medias,

que me sueñas como no soy, que me retiras la mano:


Tú que me aprisionas el corazón, amiga del averno,

azul y rosa, negro, gris y ensangrentado.

Tú que me echas fuego por tu boca,


de tabaco, whisky barato,

pócimas de meigas en aquelarre,

veneno letal y fétido de Satán, de Lucifer,


del infierno ingrato, inflamado, enfadado,

licor negro de Belcebú, que me araña los sesos

y me grita en los oídos poemas,


mientras te los escribo con grilletes en mi alma

y mi corazón ensangrentado, preso,

poseído y defenestrado.
Tú, esposa por Kharma y para el odio,
por amor divino, nunca por amor humano,

tan triste, tan solo, tan incorrespondido,

tan triste, tan ácido, tan descorazonador,


tan guillotinado de satisfacción,

respiro y sosiego, tan feo, tan agrio,

tan poseído, desposeído, desposado y decapitado.


Tú, desconocido, que no me oyes ni me escuchas,

ni me conoces, pero me presientes e intuyes tan errado,

tan siniestro, tan extraño, tan ajeno, tan aciago y tan raro.
Tú que me lees, y a medias me entiendes,

¡bienvenido, traidor y aprovechado humano,

sí, tú, tan miserablemente


miserable hermano!
MARISOL HERNÁNDEZ PARA SU HIJA MARCELA
CRISTINA EN SU CUMPLEAÑOS (15 AÑITOS)

HECHA POR ENCARGO.

Trece pestañas como pétalos con forma de los más hermosos


corazones, velan la mirada poderosa de tus ojos, dos soles
bellísimos, de generosidad infinita que son la luz que llena y
colma todo el sentido, la ilusión y la felicidad de mi vida, y
suman quince, uno a uno, desde que brotaste de mis entrañas,
Marcela Cristina, mi niña, la niña de uno de mis ojos, en el otro la
acompaña tu hermana ¡quiérela y cuídala así siempre!, fuerte roca
que me sostiene y alma de terciopelo y seda suave, firme,
protectora e invulnerable sabia chamana de mi familia, porque
nueve meses antes de estos quince años fueron nueve siglos para
formar esa alma tan madura, tan sabia, protectora y responsable
¡yo ya lo sabía!, tú me lo dijiste en el mismo momento en que
supe que nacerías; a veces me siento pequeña, y creo que tu eres
mi madre y yo tu niña… me lo demuestras siempre con tu
sinceridad, tus palabras tan maduras, francas, inteligentes y
comedidas, dispuestas siempre a la ayuda, con humor, amor
contundencia, esa responsabilidad tan admirable, tu esfuerzo en
tus estudios, tu madurez, tan sorprendente, si yo no fuera tu mamá
y tú, Marcela Cristina, mi niña perfecta, mi poderosa hija. Sólo
quince años y sin embargo infinitos bellos recuerdos… ¿Sabes…?
Cuando tenías siete años y te caíste junto a aquel

lago, y creíste que habías perdido un dientecito, era la lágrima


emocionada y feliz caída al suelo de un ángel muy grande que a
través de ti a todos nos respeta, quiere, ama, cuida y mima; no
quise decírtelo entonces, esperé a este día, aunque hoy no tengo
para ti una torta tan grande como aquella que te regaló tu prima
querida. Pero tengo un bello regalo, aunque no alcance tu valía; es
un secreto que contarte… Un poeta ha visto tu rostro y dice que
es el de una hada bellísima, que te pide que seas su musa, que
quiere escribirte muchos versos, aunque sabe que nunca podrá
escribir una poesía capaz de decir de ti toda la verdad que le
inspiras… esa belleza desmedida e inefable, tan grande que nunca
podrá

describirla… y eso que él ni siquiera sabe que de verdad eres una


hada y chamana en el colegio, con tus compañeros, conmigo , con
tu familia, en la cocina de preparar comida para el cuerpo, y
magia llena de amor para conseguir la felicidad mía, de tu mamá
¡qué tanto, tanto te admira! Tantos recuerdos… algunos tristes…
cuando estuviste hospitalizada de niña, cuando hace dos años me
auxiliaste y me salvaste de aquel dolor tan fuerte y lo convertiste
en vida y alegría. Así, un poquito eres, Marcela Cristina Martínez
Hernández, porque para decirte todo lo grande que eres, todo lo
que tú vales, todo el bien que me haces, todo cuanto te amo, la
felicidad que me das, el inconmensurable valor de tu ser… no
podría abarcarlo con palabras aunque nuestra vida aquí fuese
eterna e infinita, no ha lugar, ¡no tiene cabida! Encantada de haber
nacido sólo por tenerte a ti, hija mía, incapaz de describirte todo
lo orgullosa que me siento de ti y la felicidad que me procuras, te
pido que me abraces muy fuerte y me des otro beso más el día de
tu quince cumpleaños, para que nunca jamás nos olvidemos de
este día, de tanto como te quiero, y que ese querer es el deseo de
que la felicidad en tu corazón, hoy, mañana, siempre, todos los
días de tu vida sea la más grande de toda la tierra y el cielo,
sencillamente infinita, Marcela Cristina, mi hija perfecta, la hija
perfecta, mi vida, mi niña… ¡hija mía!
ENTRE EL PLAGIO Y LA VERDAD
Se cuenta de un hombre que un día,

tan triste y desesperado estaba

que sólo lo alimentaban las lágrimas que vertía.


¡¿habrá otro, entre sí, decía,

que lloré y pueda sufrir más que yo?!

Y volviendo atrás la cabeza vio borroso


con sus ojos empañados

que el poeta, famélico, recogía

las lágrimas que buscaba,


que en un pasado ignoto ya había agotado

y que el prosaico despreció

COLLAGE BOBO

CON VERSOS Y FRASES DE SABINA


No digáis que Sabina es el Bob Dylan español,

no comparéis a Bob Dylan con Sabina;

¡Que sí, que el hombre puso nombre


a todos los animales!,
sin su permiso y sin que ellos tuvieran necesidad;

que sí, que el amor está en el viento,

o donde quiera dios que esté,


y además es un huracán,

pero hacía falta un cambio de guardia

y llegó Sabina para relevar, superar y dejar muy atrás.


Se casó con tres arpías,

(la del tacón de aguja era Maruja),

se vistió de oro y purísima


en una noche después de un concierto;

se acercó a la Magdalena,

que llevaba medias negras,


bufanda a cuadros y minifalda azul,

y dueña de un corazón tan cinco estrellas,

se fue antes del amanecer con su ordenador,


para dejarle bailar el Vals de los Recuerdos,

mientras pensaba que

¡cómo podrían caber tantos besos en una canción!


y ella bailaba el rock and roll de los idiotas

en Calle Melancolía, como una loca,

bajo el chaparrón de notas


en el piano del amanecer,
mientras Joaquín soñaba

con ser pianista en un burdel

y músico en un cabaret.
Pero ya no te tiene miedo, reina,

tan sólo le queda para Barbie Superstar,

ya que el rock and roll


que le pidió cuando era poeta…

terminó tan triste que nunca lo pudo empezar.

Por eso ya no tiene que elegir


entre el olvido y la memoria,

ni siquiera de cuando se vengó

de la incompatibilidad de caracteres
a pedradas contra los cristales,

es cierto, lo vi yo protestando

mientras le esposaban los municipales.


Y ya no quiere contigo ni sin ti,

que Jimena, su grano de trigo,

no se vaya ya con él,


pues ya ha juntado suficiente hasta mañana,

y si hace otro concierto con Serrat,

llegarán únicamente ellos solos a fin de mes.


Lo entiendes, Bob, muchacho de ojos tristes,
lo que él quiere es seguir viviendo bien,

pues es un menudo pez que ya no muere por tu boca,

y que tú en su lugar mueras por él;


que él no tiene prisa,

que el cura que ha de darle la extremaunción

no es monaguillo todavía,
mientras Rocío Martínez y Carmela,

no pueden disfrutar de su padre cada día,

porque es muy triste el hogar


y sólo quiere vivir en un hotel,

en tanto compone la canción

de las babas del mar y el relámpago en vena,


y mira la tele para poder odiar a la humanidad,

y se mete las siguientes rayas

sobre el cristal de la foto de bodas,


en una noche donde no se pone la luna de miel.

Tan joven y tan viejo…

nunca ha sido capaz de reír como lloraba Chabela,


ni tuvo la voz de rayo de luna llena,

pues por las arrugas de su voz,

cuando no le quedan ni whisky ni coca,


se filtra la desolación
de saber que a él ya no le quedan muchos versos,

pero para eso pienso continuarlos yo;

ya que tengo una estúpida y triste imaginación,


para que no pueda meterse

en la piel y en el traje que soy yo,

pues ya se metió,
y muerto Krahe,

“en quíen va a confíar”,

que el “autor” del último verso (Ramoncín)


si es más tonto no nace,

y este servidor sólo escribe

canciones con nombre de mujer,


como la soledad, como el olvido.

Y que tengo que esperar mucho hasta navidades

para votar un -Sí- antisistema


mientras Joaquín toma para la tisis sopa de gallina,

y para las extranjeras ya no vale Luis Miguel;

un Sí anticapitalista y contra la banca,


la extorsión, los desahucios y los suicidios;

y para decirle “¡Con dios!” los tres a España

y a la Troica,
a Dylan, Sabina y yo
nos sobran y nos revientan los motivos.

Dylan esconde un príncipe encantado,

Sabina un agridulce de membrillo,


¡que ganas de un cursillo acelerado

de canciones de tornillo…

de versos de tornillo!
Y vivir al revés,

que versar es soñar

con los pies…


Pdta. Si me quitan con arte la ropa

los invito a champán;

¡No faltará ni el desfile de moda de ropa interior!


¡Adiós!

Pero sin prisas…

Que si esta chapuza les asusta y les da por rezar


yo le pondré a Satán una vela,

olvidaré todo lo que debí de aprender

y loco por incordiar (Rosendo),


escribiré mil poesías de verdad,

y ante todo,

volveré a ser poeta.


SIEMPRE TÚ

Soporté durante mucho tiempo

no llorar mis atroces hambres,


esperaba que las angustias

y los locos sufrimientos

que con avidez intenté asesinar,


garabateando con palabras hermosas

en papeles que me enjugaban las lágrimas,

no regresarían a mí
con la fuerza con la que dejaron

mi corazón en ronchas oscuras

y arrancaron las raíces


de las que crecían las alegrías

y las tristezas del niño que siempre fui

y todavía continúo siendo;


por una parte se recordaban

en el cajón de mis papeles

penas como losas,


y ocultaban para siempre
toda razón de cualquier queja

y la ausencia de ganas de seguir viviendo.

Ocurrió así que más de una vez,


dije quiméricas locuras,

tal que aquellas de que no

me quedaban lágrimas,
ni espacios en mi piel

para más heridas.

Pero caí en graves errores


y me enamoré de una dama

que regresó a mí el sentido,

primero, de vivir,
ahora de continuar queriendo morir.

Al igual que se abren las fuentes

en los prados secos


cuando truena en su corazón,

al ver en el cielo las nubes negras,

volvieron a romper todas las heridas,


y están rojas y recientes,

y las lágrimas que no encuentran

suficiente lugar en mis ojos,


salen por ellos y me hacen gritar tanto,
que las golondrinas vuelan alto

para no escuchar

tan amargos y locos lamentos.


Y yo solo quiero decirte

que por primera vez en mi vida

siento celos, celos


de todo lo que no me deje

hacer de ti una tumba

donde enterrarme para siempre,


y poder decirte lo que un día

imaginé para una mujer

que jamás existió hasta


que a ti te conocí:

“podrá venir a saludarnos la muerte,

pero debajo de nuestra alegría


la propia muerte expirará,

y tu reirás junto a mí para siempre,

porque aún que un amor tan intenso


nunca nada ni nadie

le podrá poner final”.


TÚ ME DEBES UN BESO
El beso que tú me debes

quise borrarlo de mi mente

con hielo ardiendo,


y quemé del cerebro mis venas;

el beso que tú me debes

quise quemarlo en el fuego


arrojando en él los papeles

de todos mis sangrados poemas,

para que muriese con la tinta,


esa brasa que me escalda

y no conjuro su pérdida.

Es inútil querer borrar recuerdos


que se sostienen en manos ajenas;

como ese beso que late

en tu sangre,
en tus ojos,
en tu mirada y en mi mirada,

en los besos de aquella niña,

que decía palabras tan inteligentes,


tan dulces y desesperantes,

con maneras de anciana sabia y buena.

Pero si yo permanezco un tiempo más,


y a ti primero Caronte tu alma la lleva

(es el consuelo que me queda),

iré en la noche robártelo al cementerio,


con los mismos suspiros contenidos

con los que entonces te quise;

y transmutaré la angustia que me mata,


por una ternura eterna,

que golpeará en mis labios

mientras viva y cuando muera,


y en el recuerdo del viento

cuando no quede ni polvo

en la tumba que todos lejos vemos,


pero mañana mismo

(tenlo por cierto),

mañana mismo a todos nos espera.


UNA PENA

Hay una pena rara y extraña…

Circula dentro de mis huesos,


circula sucia y sin piedad,

cavando en mis tuétanos.

Es una pena gruesa que se alarga,


como las serpientes e Silvio,

en mi cerebro.

Ara como lombrices de tierra


las cavidades asquerosas
y mal rellenas de mi esqueleto

hurga y hurga

y hiere sin piedad.


Es ciega, muda, sorda y fea;

resbala como una babosa sobre mi cerebro

y de repente pica y muerde y carcome,


pero no entra,

le dan asco mis sesos.

¡Vete, puta zorra de mierda!,


¡vuelve a los nichos y a los cuerpos!;

en mi había algo de vida,

ahora muerte que no muere,


vida oscura, lóbrega,

fecal y ordinaria

que hace aullar de miedo


los poros limpios de mis blancos huesos.

Poesía demoníaca,

del Bajo Astral,


sucia, cerda y fea,

¡escríbete sobre la inexistente conciencia de los malos,

abandona el jardín florido


de mis besos al viento
gris, azul, bello, húmedo, triste

y que silba canciones de amor

en los oídos de los hermanos que nunca tuve


y a los amigos de mi niñez

que ya han muerto,

que ya no están,
que, tal vez, nunca fueron,

pero yo sé que existieron.

Los tatuajes de sus almas en mi mente


son cicatrices de oro, vino y rosas,

hachís en mi aliento

y un vaso muy grande de cerveza fresca


y vino tinto de paladar seco, alcohólico y florido

en el estómago de mi pasado y mi recuerdo.

PARA MI AMIGO DIEGO RUBÉN GARCÍA

Hace mil años en un lugar ignoto


vivía una princesa increíble
de piel morena y enamorada

con ojos de hada,

lágrimas negras de llanto agudo,


labios de fresa y dientes de tigre.

La llamaban…

No le llamaban de ninguna manera;


nadie la conocía.

Todos soñaban su belleza

en las noches de luna llena,


y sus fealdades en los días de luna nueva,

tardes de tormenta y días muy grises.

Dicen que besaba…


Nadie la besaba;

todos la besaban a su manera

días de sol,
noches muy claras de luna llena,

y eran mordidos todos los días de luna nueva,

tardes de relámpagos y días grises.


Sus manos eran sarmientos

de nácar blanco y vapores grises,

palmas rosadas
y uñas de tigre.
Todos la tocaban…

Nadie la tocaba;

todos la rozaban
en los días de luna nueva,

las noches de luna llena,

tardes de adioses
y días de muertes, grises, muy grises.

Su mirada era…

Ella no miraba;
todos la miraban

y veían sus pupilas verticales,

sus ojos amarillos


llenos de llanto

y lágrimas blancas como la nieve,

frías, muy frías,


tristes, muy tristes;

lengua de gata,

saliva cristalina,
frente de asombro

y sonrisa…

No sonreía;
todos le sonreían
todas las noches de luna llena,

cielos huracanados

y atardeceres calimosos
en los que componían

entre la hierba

los grillos negros sus canciones tristes,


muy tristes, más tristes.

Su alma era todo ternura,

corazón de loba asustada y sola,


(flor blanca y rosa sujetada al pecho

con un imperdible de plata blanca);

lágrima negras,
voz de llanto aguda,

ojos muy negros como dos moras grandes, silvestres;

pies blanquiazules de espumas frías


sobre la rocas, que se enredaban y deshacían

en medio del mar

donde habitó un castillo


en donde vivían reducidas

las imágenes y los amores

de mentes imaginativas
y sentimientos sublimes;
cintura estrecha

que difuminaban golpes de olas

infelices, frías y cálidas.


Algunos vivieron en sueños mágicos

sus besos rojos,

suspiros de niña
y sus caricias dulces y apasionadas

que acariciaban los corazones

de todos los hombre buenos,


visionarios, del futuro,

con mentes prodigiosas

y corazones sonrosados, nobles,


valientes, tiernos, sin prejuicios,

soñadores, revolucionarios,

tiernos, victoriosos,
magnos e incólumes e irreductibles.

Murió una mañana de luna nueva,

espuma de tormenta y amanecer blanco y sublime.


Hoy su alma viven aires bellos

Paseándose por Paisajes Literarios,

recitando poesías magnas,


relatos breves y fragmentos de prosas profanas;
y en un teatro dibuja cuentos

de Antón Chejov y Nacha Guevara.

No llores por mí, Argentina,


¡sujétame fuerte y ámame dulce,

agradecida y suave!;

recuerda siempre que yo soy aquella hada


que todos besaron y amaron en sueños

todas las noches de luna llena,

todos los días de luna nueva,


tormentas frías y cálidas

de espuma de nata y lágrimas negras,

tardes grises y cálidas


entre espuma de olas en el Mar de la Plata.

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